Conferencias sobre economía

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Conferencias sobre economía
STEFANO ZAMAGNI
A continuación transcribimos dos conferencias del
Profesor Stefano Zamagni dictadas en agosto del
2001 en la Facultad de Ciencias Sociales y Económicas de la U C.A. dirigidas al cuerpo docente. En
la primera el auditorio estuvo conformado por profesores de humanidades dentro de las carreras de
Ciencias Económicas y la segunda por profesores de
las materias específicas de las mismas carreras. Al
final de cada una hemos resumido los puntos salientes expuestos por el Dr: Zamagni a raíz de las
preguntas que le fueron realizadas.
I. Conferencia a los profesores de Filosofía
Mercado, Estado y Sociedad Civil
Se me ha solicitado que desarrolle una
breve reflexión sobre un aspecto que es común a economistas y a profesores de filosofía,
es decir de materias humanistas. Para responder a esta exigencia he pensado que hoy hay
un desafío que se presenta a los estudiosos de
ciencias sociales y, en particular a los filósofos, que es el que tiene que ver con la concepción del mercado como institución social.
Nosotros sabemos que el mercado es un
mecanismo económico, pero antes de ser un
mecanismo es una institución social. Demasiadas veces olvidamos este hecho, pensamos
que el mercado es solamente el funcionamiento de la demanda y de la oferta, como
en el caso del mecanismo financiero internacional. Seguramente esto es así, pero aún an-
tes, el mercado es una institución, es decir un
conjunto de reglas que sirven para dirigir el
orden social.
Ninguna sociedad puede vivir fuera de un
orden social. Esto lo saben todos. Si no hubiera un orden social habría anarquía y en la
anarquía no se puede vivir. Sin embargo, nosotros sabemos que hay distintos modelos de
orden social; uno de estos modelos es el del
mercado, el de la sociedad de mercado. Ahora bien, ésta no es una novedad porque la sociedad de mercado ha entrado en la historia
de la humanidad desde hace al menos algunos siglos.
Algunos dicen – yo entre éstos – que la idea
del mercado como institución comienza en el
Renacimiento. En el Renacimiento, en aquella
tierra de la cual yo provengo, o sea la Toscana
(Italia no existía todavía, existía la Toscana y
otras regiones) comienza aquella creación de
instrumentos que forman la economía de
mercado. Por ejemplo, el banco nace en Toscana. ¿Quién ayuda a que nazca el banco? San
Francisco y los franciscanos son los primeros
banqueros. Entonces se llamaban "bancos del
"
monte " , "montes de piedad . De los montes
de piedad han nacido los bancos. Piensen, por
ejemplo, en la sociedad comandita, aquella que
es hoy sociedad por acciones, joint stock company", fue creada en el 1300. Muchos piensan
que las sociedades por acción las han inventado los americanos: no es verdad. Nacieron en
el 1300 en Venecia como un modo para socializar el riesgo. Piensen en todas las técnicas de
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la contabilidad como la contaduría, etc. Luca
Pacioli, un fraile franciscano, las inventó en el
1300. Luca Pacioli es el inventor de la contabilidad y de las reglas. ¿Por qué lo hace? Porque
Luca Pacioli comprende que sin un criterio de
contabilidad no se puede tener unida a la sociedad. La sociedad tiene necesidad de cohesión, y para tener cohesión es necesario saber
las reglas de las transacciones. Así sucedió con
muchos otros ejemplos de instituciones. Con
lo cual la idea del mercado como orden social
es una idea más bien antigua.
Ahora bien, ¿cuál es la novedad de hoy? La
novedad de hoy es que, después del final del
comunismo real, después de la caída del muro de Berlín, todos saben que no hay alternativa al mercado como sociedad, como orden
social. Hasta hace 12 años, en 1989, antes de
la caída del muro de Berlín, algunos podrían
pensar en una alternativa al mercado, es decir, el sistema soviético. Y también aquí, en la
Argentina, había una escuela de pensamiento
económico muy fuerte que sostenía que podía haber una alternativa al mercado. Hoy
nadie más lo cree.
Entonces, ¿cuál es el debate hoy? El debate
es entre modelos distintos de mercado. Este es
el punto: nadie más objeta al mercado como
orden social, como institución. Sin embargo,
hay algunas visiones diversas. Estas visiones son
reductibles a dos en particular. Una, la de los
que ven al mercado como un mal necesario.
" Mal necesario" es la visión que, por ejemplo,
en Canadá y en Europa tienen los sostenedores de la tercera vía, como Jospin, Blair, Schróeder -el Canciller alemán- y otros. Lionel Jospin ha descrito muy bien la idea del mercado
como mal necesario. ¿Qué quiere decir mal
necesario? Que el mercado es necesario, no se
lo puede obviar, intrínsecamente es un mal,
pero es necesario y entonces debemos soportarlo. Jospin ha usado recientemente una expresión muy eficaz para decir esto cuando ha
afirmado: el Estado no debe remar, sino que
debe estar al timón (es decir el Estado debe estar al frente). ¿Qué quiere decir? Quiere decir
que la concepción llamémosla "socialdemócrata" está caracterizada por la idea de que el
mercado es necesario, y debe ser garantizado,
pero quien debe gobernar la sociedad sigue
siendo el Estado. La posición opuesta, en cam-
bio, es la neo-liberal. La posición neo-liberal
dice que el mercado debe devenir el instrumento para resolver el problema político. Esta
es exactamente la posición opuesta.
La primera posición es clara, es precisamente la de la síntesis "socialdemócrata"; la
segunda posición dice que no sólo el mercado es necesario, sino que el mercado, en el
sentido tradicional, debe llegar también a las
otras esferas de la vida asociada, en particular
a la política, y entonces la política debe asumir las características típicas del mercado.
Por eso se encuentra la gran metáfora, que
todos conocen, cuando se dice en política
que los partidos compiten entre ellos para ganar votos a cambio de ciertos programas.
Ahora bien, yo personalmente sostengo, y
conmigo también muchos otros, que estas
dos posiciones opuestas son inadecuadas.
Son inadecuadas porque son reduccionistas,
por diversos motivos. Pecan de reduccionismo
en el sentido que dejan a un lado, y no resuelven, toda una serie de problemas. Este es
el desafío que a mi modo de ver se debe
afrontar. ¿Quién lo debe afrontar primero?
Lo deben afrontar primero los que se identifican con una inspiración cristiana.
Y, ¿por qué deben afrontar este desafío los
cristianos primero? Porque son justamente
los cristianos los que han creado el mercado.
Porque de acuerdo al discurso que hice al comienzo, el mercado nace de una costilla del
catolicismo. En 1300-1400 no había todavía
protestantismo; Lutero y Calvino llegan después con la famosa interpretación de Max
Weber que, como todos saben hoy, es errada.
Max Weber no conocía esta literatura, no conocía la literatura del 1300-1400, porque no
conocía el italiano y los libros de entonces
eran en latín y en italiano. Entonces en sus libros no cita nunca por ejemplo a Bernardino
de Siena, no cita nunca a Luca Pacioli, no cita nunca a Antonino de Florencia. Antonino
era el obispo de Florencia en la segunda mitad del 1400, Weber no lo conocía y entonces
saca su tesis sobre la ética protestante, pero
hoy sabemos que no es así.
Entonces, si es verdad que el mercado como institución nace de una concepción de la
vida y del hombre que es típica del catolicismo, es claro que hoy compete, en primer lu-
gar, a quien se reconoce en la tradición católica, el deber de proponer un modelo de mercado que supere las restricciones y las aporías
de las dos posiciones que he mencionado. He
aquí porque sostengo que no puede ser aceptada la concepción del mercado como mal necesario, porque el mercado no es un mal,
puede hacer el mal, pero no es que de por sí
sea un mal. Tampoco se puede aceptar, a mi
juicio, la idea del mercado como única institución capaz de regular toda la vida asociada,
capaz de regular la vida política, la vida familiar, la vida de las relaciones interpersonales. He
aquí entonces el desafío teórico, científico
que tenemos delante nuestro. No debemos
tratar tanto de re-meditar, repetir, ajustar, modificar las teorías ya conocidas y presentes hasta hoy, que se remiten a las dos posiciones de
antes. Más bien debemos hacer un esfuerzo
de creatividad para proponer a los hombres
de nuestra época una idea, un modelo de sociedad de mercado que sea más creíble. Lo
cual quiere decir que esté mas cerca de obtener aquellos objetivos por los cuales todos se
esfuerzan, por los cuales todos trabajan.
Tener presente cuáles son los objetivos alcanzables y resumirlos en una palabra, es tener que hablar de la felicidad, y ustedes que
son filósofos lo saben bien. Aristóteles fue el
primero en decir que "el hombre nace para
ser feliz" y esta palabra, " felicidad, " por más
paradójica que pueda parecer, se ha vuelto
muy de moda en estos últimos años dentro de
la economía. Si ustedes miran el año pasado,
en el 2000, en los Estados Unidos, se han publicado cinco libros de otros tantos profesores
de economía de las más prestigiosas universidades americanas (Harvard, Yale), profesores
muy famosos, no profesores desconocidos o
heterodoxos. Estos cinco libros tienen en su
título la palabra "happiness" que quiere decir
felicidad. Entonces la pregunta es: ¿cómo
puede ser que los economistas americanos, no
los economistas de un país del tercer mundo,
se interroguen sobre el tema de la felicidad?
Tiene que haber una razón. Porque efectivamente lo que está surgiendo es que el modelo
de economía que he llamado neo-liberal es
un modelo que aumenta, maximiza la utilidad,
pero no la felicidad. Este es un problema interesante, porque quiere decir que utilidad y fe-
licidad no son lo mismo. Sin embargo, hasta
hace muy poco -aún hoy en algunos países
emergentes o del tercer mundo- muchos
creen que utilidad y felicidad son lo mismo,
pero no es así. ¿Por qué? Porque la utilidad es
la propiedad de las relaciones entre el hombre y las cosas, la utilidad es una propiedad de
las cosas. ¿Qué es, en cambio, la felicidad? La
felicidad es una propiedad de la relación entre un hombre y otro hombre, es decir, la felicidad no puede estar en las cosas; la felicidad
está sólo en la relación.
Entonces existe un modelo de economía
de mercado que maximiza la utilidad porque
maximiza la producción de cosas (y yo soy favorable a la utilidad, no tengo nada en contra
de la utilidad). Pero no es suficiente la utilidad, es necesaria también la felicidad. La gran
mistificación de nuestra época ha sido la de
hacer creer a enteras generaciones de estudiantes universitarios y post-universitarios que la
utilidad es lo mismo que la felicidad. Esta ha
sido una mentira que los que siguen diciéndola espero que lo hagan de buena fe porque es
un error, porque es una mentira, no es verdad. Repito: nosotros queremos la utilidad,
porque los hombres tienen necesidad de la
utilidad, no se puede vivir sin utilidad, no se
puede vivir sin las cosas, pero el hombre quiere algo más que la utilidad, quiere las relaciones humanas. Entonces, si nosotros no nos
preocupamos en crear un modelo de economía de mercado que revalorice las relaciones
humanas, corremos el riesgo de llegar a un
punto en el que estaremos sometidos por las
cosas, por las mercaderías, por los " commodities" que nos dan la utilidad, pero nos quitan
la felicidad. Los hombres, tarde o temprano,
no aceptamos esta visión de la vida. Cuando
nos damos cuenta de esto nos rebelamos, protestamos. He aquí el desafío teórico de hoy:
encontrar, partiendo de los fundamentos iniciales del mercado como institución social, algunos modos de reinterpretación, adaptándolos a la modernidad, que permitan hacer surgir todo lo que contribuye a la felicidad.
El deber de la economía y los economistas
hoy, es el de superar, por un lado, la concepción de quien dice que el mercado es un mal
necesario. Los que dicen esto son los hijos de
la tradición de cierta izquierda que tenía en el
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marxismo su origen. Si ustedes leen a Marx
en el segundo volumen del Capital dice: "debemos destruir el mercado, porque el mercado es el origen de todos los males, porque el
mercado crea alienación, crea la mercantilización de lo humano y entonces hay que destruirlo " . Hoy, quien se inspira en el marxismo,
no puede más usar estas palabras, pero mantiene el mismo planteo. He aquí por qué lo
denominan "mal necesario " . Pero, por otro lado, no debemos tampoco aceptar, como a veces puede suceder, la otra concepción, porque
la otra concepción, que he llamado neo-liberal, traiciona, es mentirosa. No mantiene las
promesas porque es una concepción que maximiza las utilidades, pero no nos garantiza la felicidad y los hombres nacen para ser felices.
Diría que éste es un punto sobre el cual todos
están de acuerdo, todos los filósofos, ustedes
lo saben, me lo pueden enseñar, están de
acuerdo en esto. Después cambia entre filosofía y filosofía el concepto de felicidad, pero no
he encontrado nunca un filósofo que diga que
el hombre no busca ser feliz. Por esta razón,
nosotros debemos usar este elemento común
de unidad como palanca, como punto de Arquímedes, como se dice, para que converja un
nuevo pensamiento.
Pero, tes factible una perspectiva de este tipo? Es decir, ¿se puede llevar a la práctica? La
respuesta a este punto depende de si uno ve
que el vaso está semi-lleno o semi-vacío. Yo digo que el vaso está semi-lleno, porque soy un
poco naturalmente optimista y digo que es
posible. Pero mi convicción está unida a lo
que se está observando. En diversas partes del
mundo nosotros vemos un despertar interesante de los estudios económicos, que no son
más estudios tradicionales que perfeccionan
sólo las técnicas. Hay estudios que tratan de ir
al fondo de estas cosas. En segundo lugar, nosotros vemos que la misma sociedad está cambiando y hay movimientos desde abajo, interesantes, que van en esta dirección. He aquí
porque tengo motivos para sostener que éste
es un desafio más bien plausible, que puede
ser afrontado y posiblemente superado. Es
cierto que no es un desafio fácil, pero es un
desafio posible, y saber que es posible nos debe dar la fuerza para afrontarlo y, como decía,
posiblemente para vencerlo. Una universidad
como ésta, a mí modo de ver, tiene, casi diría,
una obligación institucional de comprometerse en esto. No sería hacer honor al título de
esta universidad, que es Universidad Católica,
si se desaprovechara este compromiso; puede
ser que no se logre, pero el compromiso, para
mí, debe estar. Porque esto es lo que califica
una universidad en el sentido de ser católica.
Es decir, en el modo en que se hace la investigación científica es que yo veo el signo del
elemento de la catolicidad. No es la práctica
de piedad. Cada uno puede hacer prácticas
de piedad religiosa a título personal o a título
de grupo. Pero es en este compromiso donde
veo la calificación propia de una institución
que se llama Universidad Católica.
Principales puntos expuestos por el Prof Zamagni
durante las preguntas que le fueron formuladas a
continuación:
• Mi perspectiva, y también la de muchos
otros, no es cultivar una línea intermedia, sino
ir más allá. Superar -esto es una gran diferencia- porque la vía intermedia es siempre una
vía de componendas, en cambio, una perspectiva de ir más allá no tiene obligatoriamente
necesidad de esto. Concretamente, una perspectiva de discurso de este tipo, ¿adónde lleva?
Trae algunas consecuencias prácticas, muy
fuertes. Tratemos de indicar algunas. La primera consecuencia práctica es que esta perspectiva lleva a un refuerzo y a una habilitación
de la sociedad civil. Esta es la primera consecuencia práctica, que es revolucionaria. Piensen que hasta hoy el discurso ha sido del tipo:
estado y mercado. La sociedad civil no ha entrado nunca en juego. Esta perspectiva lleva,
en cambio, a hacer trabajar a la sociedad civil y
debemos pensar en un orden social que no
tiene sólo dos pilares, el pilar del mercado y el
pilar del estado, sino al menos tres pilares, si
agregamos el pilar de la sociedad civil.
¿Qué quiere decir que la sociedad civil debe ser un pilar? Quiere decir conceder la libertad a la sociedad civil de expresarse también bajo el perfil económico. Este es un
punto de máxima importancia. Muchos aún
piensan en la sociedad civil como en un "presupuesto", en el sentido que es algo que viene
antes. En efecto, se dice que es la sociedad civil la ftue crea al mercado y la que crea al estado. Esta es la interpretación que ha dado
Ronald Coase, famoso economista, premio
Nobel de economía. Pero esto es una aporía,
Coase está equivocado. En efecto, hoy esta
posición ya se ha abandonado. La sociedad
civil no es sólo algo que viene primero, sino
que debe jugar también ella en el centro de
la economía y entonces debe expresarse en
un ámbito económico que es el que llaman
"economía civil". Entonces no sólo hay economía privada o economía pública del estado, sino que hay también una economía civil.
La expresión "economía civil" no la he inventado yo. La expresión "economía civil"
aparece por primera vez en el 1753. Si ustedes van a la biblioteca, busquen el nombre de
Genovesi, Antonio Genovesi, que fue el primer catedrático de economía en el mundo.
La primera cátedra de economía política en
el mundo fue creada en la Universidad de
Nápoles en 1771. Se llamaba cátedra de economía civil. La idea de la economía civil es
exactamente la que he tratado de mostrar y
esto significa toda una redistribución de los
poderes, porque la economía publica debe
adelgazar, debe hacerse más pequeña, pero el
hecho de que la economía pública diminuya
no quiere decir que entonces debe aumentar
la economía privada. Este es el razonamiento
neo-liberal. Los neo-liberales dicen: "el estado desaparece y la economía privada toma el
lugar del estado". Pero esto es "non sequitur"
(sin sentido) desde un punto de vista lógico.
Porque muchas funciones de la economía pública entran en la economía civil. De este modo, como se ve, hay consecuencias prácticas.
La segunda consecuencia práctica es la
que modifica el rol mismo de la intervención
del estado. Porque la perspectiva neo-liberal
dice que el estado debe desaparecer, debe
haber solo un estado guardián en el sentido
de Nozick, en el sentido de Hayek, el estado-mínimo o "minimal-state". La otra perspectiva, en cambio, la del mercado como mal necesario, es una perspectiva neo-estatista y aquí
sostengo que ambas están equivocadas. El estado continúa teniendo un rol pero no puede ser el rol de gestor sino que debe ser el
rol de generador de oportunidades de parte
de los ciudadanos, de asociarse libremente
para realizar cosas.
En fin, la tercera consecuencia práctica es
la que tiene que ver con el cambio de la legislación. Buena parte de la legislación debe
cambiar si se acepta esto. ¿Dónde por ejemplo? Piensen en el modelo de "welfare". El modelo de "welfare state" hoy no es más practicable, pero entonces testo quiere decir que no
se debe más hablar de welfare? Tampoco esto
sirve. Nosotros debemos hacer un "welfare civil", es decir, un "welfare" que atribuye a la sociedad civil toda una serie de importantes roles. Las consecuencias entonces son prácticas
como sucede en los grandes países europeos.
Ya están en esta línea Italia, Francia, Alemania,
Inglaterra. Piensen en Inglaterra, si han visto
las decisiones que ha tomado tres meses atrás
el gobierno Blair, va todo en esta dirección, la
Unión Europea va toda en esta dirección.
Entonces el problema es que debemos cambiar la mentalidad, debemos cambiar nuestros
anteojos con los que miramos la realidad: si
nosotros no nos sacamos de la cabeza la idea
de que hay un orden social basado sólo sobre
dos pilares, la situación es demasiado inestable, porque si uno de los dos llega a faltar, la
sociedad corre riesgo. Es el problema de hoy
de la Argentina. ¿Por qué ustedes tienen los
problemas que tienen? Porque tienen solamente el mercado y el Estado. Pero si ustedes
hubieran tenido una sociedad civil organizada
y una economía civil organizada, hoy no tendrían problemas. Porque como ustedes saben,
el 30% de la población argentina hoy vive bajo
el nivel de la pobreza, no es broma, ésta es una
situación explosiva. Porque no es el problema
de tener más o menos. Cuando el 30% de la
población vive bajo la línea de pobreza, estas
personas, ¿qué hacen? Tener organizada una
economía civil sirve para garantizar la cohesión social. La historia económica de nuestros
países demuestra que en las fases de crisis,
donde había una fuerte cohesión social se han
podido superar las dificultades.
• Según mi concepción, el mercado vuelve a
ser aquella institución fundamental que fue al
comienzo. El problema es que el pensamiento
neo-liberal ha sido el que ha dado sostén a las
posiciones marxistas. Esta es una paradoja (pa9
labra que en griego quiere decir asombro). Es
una paradoja pero es así, se puede demostrar.
¿Por qué? Los neo-liberales dicen "todo es
mercado " y de este modo tienen legitimado el
mercado como lugar del egoísmo. Entonces
Marx dice "debemos destruir el mercado". Pero ¿quién lo ha dicho? ¿Dónde está escrito que
el mercado es el lugar del egoísmo? Conozco
mucha gente que obra en el mercado y que no
se comporta de manera egoísta, conozco muchos. No es verdad que las empresas son necesariamente egoístas, en el sentido de ser rapaces. Puede ser y hay muchas que son así. Pero
hay otras que no son así. Entonces, ¿por qué
debemos creer en una idea del mercado que
es sólo lugar demoníaco?
Este es el error de los neo-liberales que,
para defender el mercado lo han distorsionado, lo han hecho devenir un espacio donde
sólo los egoístas pueden operar. Pero entonces, ¿si no soy egoísta, no puedo ser empresario? ¿Quién lo dijo? ¿Y todos los empresarios
civiles? Del 1400, del 1500, del 1600, durante
cuatro o cinco siglos nosotros hemos tenido
empresarios civiles, es decir, empresarios que
tenían como lógica la de la reciprocidad, no
la del beneficio, pero eran empresarios. ¿Entonces ellos no están en el mercado? Si ustedes lo piensan, es la paradoja que nosotros
nos hemos creado desde un punto de vista
epistemológico, la de las categorías de pensamiento que son como las camisas de Nesso,
que nos han impedido ver la realidad con los
ojos. Pero nadie está a la altura de demostrar
que no se puede obrar en el mercado con
una lógica diversa a la de la explotación, a la
de la rapacidad.
Pongámoslo en un ejemplo: las empresas
cooperativas. En Italia hay un movimiento
cooperativo, como en España, grandísimo, y
las empresas cooperativas están en el mercado
y sin embargo no tienen la lógica de la rapacidad porque tienen la lógica de la mutualidad.
Sin embargo, son siempre empresas que están
en el mercado. ¿Entonces éstas no deberían
existir? Mi concepción es que el mercado debe ser visto como un lugar en el cual, evidentemente, debe haber espacio para todos aquellos que quieren ser emprendedores. El ser
`
emprendedor ' se define por la capacidad de
producir valor agregado, plusvalía. El fin por
el cual uno produce valor agregado es secundario. Así, yo no estoy en contra del mercado
privado, estoy de acuerdo. Lo estoy con las
empresas capitalistas que trabajan para un beneficio, pero yo quiero que haya libertad dentro del mercado, no fuera del mercado, también para el otro tipo de empresas. De esta
manera, mi concepción del mercado es más
fuerte que la neo-liberal, porque en la neo-liberal, en el mercado se encuentran sólo los
egoístas. Yo quiero que en el mercado se encuentren los egoístas -si uno quiere ser egoísta
yo le dejo la libertad, porque yo creo en la libertad- pero debe haber también espacio en
el mercado para los no-egoístas.
• Mi intención es que el mercado vuelva a
caminar con las dos piernas, no sólo con una
pierna, que es la de la economía privada, sino
también la de la economía civil y que entonces
se cree una dialéctica que sirva para aplicar
aquello que los filósofos llaman el "principio
de contaminación". Hay necesidad de una
contaminación. Este es el punto estratégico,
no la separación. Por ejemplo, no estoy de
acuerdo con la escuela francesa de Latouche
que habla de "nicho", de separación, porque
para los franceses la economía social debe ser
separada, no debe ser contaminada. Porque la
economía social o la economía civil (yo prefiero hablar de economía civil, no de economía
social) debe aprender de la economía privada
y la economía privada aprende de la economía
civil. ¿Qué quiero decir con aprender? Que
haya una comunicación de valores.
• Es claro que la sociedad civil no es el estado. Yo no tengo esta idea, porque la idea que
la sociedad civil es el estado, es de Hegel y yo
no soy hegeliano. El hegelismo ha llevado a la
humanidad a todas las dictaduras, de derecha
y de izquierda, porque por el hegelismo ha salido la corriente marxista y las corrientes de derecha, el fascismo, el nazismo, y yo estoy atento antes de recurrir a Hegel. De Hegel me gustan algunos conceptos, pero no demasiado,
porque no olvidemos que el hegelismo es el origen de todas las dictaduras de derecha y de izquierda. Y a mí la dictadura no me gusta, porque a mí me gusta la libertad.
Cuando insisto en aue la sociedad civil es
social, que comprende sociedad civil, estado y
mercado, quiero decir que se debe dar una
dinámica tal, que se cree un equilibrio de las
fuerzas. Por ello la sociedad civil es la que
permite al estado funcionar. Pero el estado
tiene como principio fundante, el principio
del mandato, de la jerarquía, y la sociedad civil no puede tener el principio del mandato.
No sería más sociedad civil, tiene el principio
de reciprocidad. Entonces nosotros no queremos decir que la sociedad civil está separada.
No, cuidado con pensar en separaciones. Debe precisamente establecerse una forma de
pertenencia múltiple. Cada uno de nosotros
como ser humano pertenece al estado, pertenece a la sociedad civil, es decir a alguna organización, y pertenece al mercado. Entonces
el problema, si razonamos en términos de separación, es que vamos inevitablemente a separar a las personas. En cambio, la misma
persona pertenece a esferas diversas. He aquí
el por qué esta concepción es más rica.
• Así como no me reconozco en la posición
que he llamado liberal-individualista, de la misma manera no me reconozco en la comunitarista. Yo tengo temor a la concepción comunitarista y uso la palabra comunitarista para diferenciar aquella corriente de pensamiento filosófico que hoy se está difundiendo mucho en
los Estados Unidos, (está llegando también a
América Latina) más que en Europa. El jefe es
Etzioni. McIntyre es ya un comunitarista distinto, porque los comunitaristas tienen dos raíces, los nacidos de la crisis de los neo-positivistas
y aquellos nacidos de los neo-aristotélicos. Pero,
prescindiendo de esta distinción, también la
posición comunitarista es peligrosa. ¿Por qué?
Porque destruye la persona. La posición filosófica -y no tengo dificultad en decirlo- en la cual
yo me reconozco es la del liberal-personalismo y
no la del liberal-individualismo. Para mí en el
centro está la persona.
La persona no es lo mismo que el individuo, antes está la persona y luego está la comunidad. En el comunitarismo, como ustedes saben, la persona es sacrificada sobre el
altar de la comunidad y yo encuentro esto peligroso, y no es mi posición. Yo creo en el personalismo, y entonces justamente porque
creo en el personalismo yo no hablaría de su-
bordinación de la economía a la política.
Aquí sería necesario decir de una vez por
todas, que la economía política ha nacido históricamente de una costilla de la filosofía moral. Los grandes economistas eran también
grandes filósofos: Adam Smith, John Stuart
Mill. Veamos hoy el discurso de Amartya Sen
y de muchos otros, es decir los grandes economistas (el mismo Keynes) han sido también grandes filósofos. Luego, uno puede estar de un lado o del otro. ¿Hayek no es un
gran filósofo, además de ser un gran economista? Entonces no hay que razonar en términos de subordinación. Yo no razonaría en términos de que la política decide y luego la
economía ejecuta. Esto es, en los hechos, falso. Hoy vemos más bien que lo cierto es lo
contrario: la política está subordinada a la
economía. Porque el problema no se puede
poner en términos de primero y de segundo.
El problema es ver que el tipo de sociedad
que un grupo de hombres se da, es el fruto
de la co-evolución entre las varias esferas, porque de otra manera no salimos del esquema
dicotómico que antes he tratado de indicar.
II. Conferencia a los profesores de Economía
Teoría económica y felicidad
Para comenzar, quiero proponerles una reflexión para confrontar ideas con Uds. respecto a algunas líneas de investigación en el ámbito económico, en particular de teoría económica, sobre todo las que considero más interesantes para los jóvenes. En la teoría económica hay una parte tradicional -que obviamente continuará recibiendo el interés de los
estudiosos (pensemos en la microeconomía
tradicional, en la macroeconomía tradicional,
en las finanzas)- y es evidente que en estos sectores tradicionales se deberá continuar investigando. Sin embargo, debemos también reconocer que la ley ricardiana de los rendimientos decrecientes, se aplica no sólo a la tierra,
como David Ricardo lo había imaginado, sino
que se aplica también a la investigación científica. ¿Qué quiero decir? Quiero decir que nos
damos cuenta que en la ciencia económica estamos entrando ya desde hace algunos años,
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en la región de los rendimientos decrecientes.
Es decir, si se sigue investigando en los sectores tradicionales, se puede obtener algo nuevo, pero muy poco, porque precisamente la
curva es ya descendente.
¿Por qué debemos tener esto en cuenta?
Debemos tenerlo en cuenta por los jóvenes.
Porque los jóvenes, lo veo en Italia pero también en otros países con los que tengo frecuentes contactos, se están cansando; se cansan de hacer las cosas tradicionales. Los jóvenes en el mundo, en el mundo en que vivimos, justamente quieren desafíos nuevos,
quieren interesarse en temáticas nuevas. Este
es un punto del cual debemos ser receptores.
Repito: no estoy diciendo que los capítulos
tradicionales se deben cerrar, absolutamente.
Debemos quizás como profesores, como académicos, tener en cuenta la novedad que está
surgiendo, y si no interesamos a los jóvenes
acerca de sectores de investigación nuevos, estos jóvenes o serán malos economistas o sino
cambiarán áreas, irán a cultivar otros sectores
de investigación y el resultado será que la profesión, la ciencia económica, se volverá obsoleta, se volverá incapaz de incidir sobre la realidad, es decir de resolver los problemas.
Pienso esto para los académicos en general, pero sobre todo es verdad para los académicos de una institución como ésta. No porque las otras instituciones no deban hacer
otro tanto, sino porque una Universidad Católica debe sentir esta exigencia de interpretar las cosas nuevas, las "res novae", en ésta,
nuestra época de desarrollo. Y entonces,
¿cuáles son estas "res novae"? El punto de partida, para mí, es tomar conciencia que hay
demasiados fenómenos de reduccionismo que
afligen a nuestra ciencia.
Una primera forma de reduccionismo tiene
que ver con el paradigma de la racionalidad.
Ustedes saben que el paradigma de la racionalidad usado por la mayoría de los economistas es el paradigma de la racionalidad instrumental, la "rational choice". Ahora bien, el
modelo de la " rational choice" tiene muchos
méritos, debemos reconocerlo, y entonces es
necesario continuarlo, pero hay que tener el
coraje de admitir que hay formas nuevas de
racionalidad o paradigmas nuevos de racionalidad, superiores a los de la "rational choice".
Como ustedes saben, la teoría de los juegos en los últimos treinta años nos ha acostumbrado a hablar en términos de racionalidad estratégica. Y la racionalidad estratégica
es también un paso adelante respecto de la
racionalidad instrumental. La teoría de los
juegos es el instrumento matemático para
usar la racionalidad estratégica, pero también la racionalidad estratégica, evidentemente, es inadecuada. ¿Por qué? Porque en
la base de la "teoría de los juegos" todavía está la hipótesis del individualismo, es decir de
un sujeto que es motivado a la acción solamente por el fin.
Ustedes saben que la racionalidad estratégica y la racionalidad instrumental son racionalidades teleológicas que tienen un "telos"
(en griego "telos" es el fin último). Ahora
bien, nosotros sabemos que cuando obramos,
obramos por un fin, es cierto, pero no es suficiente. No es cierto que obramos sólo por un
fin, porque para explicar nuestras acciones,
están también aquellas categorías que se llaman las disposiciones. Y la palabra disposición, en que las motivaciones son de diferente tipo, incluye la participación en un cierto
estilo de vida, etcétera. Entonces, ¿cuál es el
desafio hoy? Elaborar algunos modelos de racionalidad en economía que tengan en cuenta tanto finalidades, como disposiciones. Muchos comportamientos económicos no se logran explicar dentro de la racionalidad estratégica e instrumental.
Pongamos un ejemplo tomando el dilema
del prisionero. Ustedes saben qué es el dilema del prisionero. Traten de resolver el problema del dilema del prisionero tratando de
permanecer dentro de la racionalidad estratégica: es imposible. Sobre el dilema del prisionero se han escrito 400 libros, se han publicado miles de artículos durante cincuenta
años, porque el dilema del prisionero salió
en 1951, exactamente 50 años atrás y, aun
hoy, no hay solución. Y no se puede encontrar la solución. Muchos economistas inteligentes, cito solo uno, Axel Rubinstein, que es
el teórico número uno del mundo en teoría
de los juegos, expresa "finalmente" -es decir
admite con honestidad- que no es posible encontrar la solución a los problemas del dilema del prisionero permaneciendo dentro del
esquema de la racionalidad estratégica. Cuando he leído esto me ha agradado, porque si
lo hubiera dicho otro, no hubiera tenido importancia. Pero dicho por Rubinstein, que es
el número uno en el mundo (creo que será
uno de los próximos Premio Nobel), como
gran experto de teoría de los juegos es más
bien relevante.
Entonces el punto es éste: nosotros debemos ayudar a los jóvenes a cimentarse en la
investigación de paradigmas de racionalidad
más fuertes que la racionalidad instrumental
y más fuertes que la racionalidad estratégica,
es decir, que tengan en cuenta las disposiciones. Ustedes me dirán: pero eso es fácil. No,
no es fácil, porque tener en cuenta disposiciones quiere decir considerar que el ser humano cuando obra en economía, obra porque tiene en mente, o a las espaldas, un cierto sistema de valores. Porque hablar de disposiciones quiere decir hablar de los valores. He
aquí cuál es hoy el modo de ingreso, de entrada en la teoría económica de los valores.
No es más el viejo modo desde lo externo,
cuando se hacía moralismo. Ustedes saben
qué es el moralismo, en que se decía "es necesario ser bueno" y esto no convencía a nadie. Nosotros hoy estamos en un punto, en
que los mismos economistas, aún aquellos no
creyentes, admiten por primera vez que para
explicar ciertas situaciones económicas, es
necesario tener en cuenta los valores, justamente para explicar una racionalidad. Este es
entonces un primer camino.
Una segunda forma de reduccionismo, que
nos ayuda a comprender las novedades de esta fase histórica, es la que respecta a la confusión que hay entre reputación y confianza.
Ahora bien, si ustedes se fijan, los economistas aún hoy cuando hablan de confianza
(trust), la confunden con la reputación (reputation). Este es un error trágico, y sin embargo también muchos economistas buenos cometen estos errores que demuestran que tienen lagunas culturales. ¿Por qué? Porque la
reputación es un eje, un bien patrimonial.
Cada uno de nosotros hace una inversión en
reputación. Si soy un abogado, si soy un dentista, ¿qué quiere decir acumular en reputación? Que yo me comporto en un cierto modo para tener un éxito, logro una reputación
y por ello mis futuros clientes podrán pagarme más, es decir podré mejorar mi budget o
mejorar mi nivel de vida. Es decir que la reputación es una inversión como cualquier
otra; si yo puedo invertir en casas, me compro casas o bien puedo invertir en reputaciones. ¿Cuál es el problema entonces? Que la
confianza no se caracteriza de ese modo. Se
trata, en cambio, de una relación entre personas. Tomen por ejemplo algunos autores que
conocen. Muchos americanos han escrito libros donde a veces mencionan la confianza,
pero se equivocan, porque de hecho hablan
de reputación. Entonces, ¿cuál es el punto?
Es que muchos problemas económicos de
hoy no pueden ser afrontados en términos de
reputación, porque hay algunas situaciones
en las cuales si no hay confianza no se logra
nunca una solución.
Entonces el problema es: el economista, la
ciencia económica, no tiene aún hoy una teoría de la confianza. No existe ninguna teoría
de la confianza. Existen teorías sobre la reputación como bien patrimonial. Existen teorías
sociológicas de la confianza, existen teorías filosóficas de la confianza, pero no teorías económicas. He aquí entonces un sector muy interesante y fascinante, porque, evidentemente, llegar a encontrar una teoría económica
de la confianza, quiere decir comenzar a ocuparse de la teoría de las relaciones humanas.
Y la economía es todavía demasiado una economía de las cosas, de los objetos, mientras
aún la economía no ha estudiado las relaciones humanas.
Sin embargo, las relaciones humanas, ¿no
son económicas, también ellas? Cuando nosotros en microeconomía enseñamos a los jóvenes del primer año la función de producción,
`Y' función de (X, Z, etc.), ¿Sigue siendo inevitable que los economistas debamos enseñar
sólo la función de producción, la producción
de las cosas? ¿Y la producción de las relaciones, no son también estos temas de interés
para la economía? Si nosotros no nos ocupamos, se ocuparán los sociólogos y en este
punto la economía pierde como ciencia, porque se demuestra incapaz.
Segunda observación: la palabra confianza viene del latín "fides" y en latín fides significa fe. Pero significa sobre todo " cuerda " ,
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porque los romanos habían comprendido
dos mil años atrás qué es la confianza. La
confianza es una cuerda: es una cuerda que
une al menos dos personas. Para tener confianza debe haber una cuerda. Claramente
ésta es una metáfora; no puede haber confianza si falta la cuerda, que es la relación.
Entonces estudiar la teoría económica de la
confianza quiere decir estudiar las cuerdas y
estas cuerdas hoy tienen un nombre común,
que es el capital social. He aquí un sector,
donde hoy yo veo que los economistas están
particularmente comprometidos. Y si ustedes
hablan de estas cosas a los jóvenes, las comprenden enseguida y se entusiasman. Si les
proponen los temas tradicionales de siempre, se aburren, duermen, porque comprenden que los viejos temas tradicionales no son
interesantes. Porque los problemas económicos de hoy, en la época de la globalización,
no pueden ser resueltos con las viejas teorías;
éste es un hecho. He aquí entonces que la
economía de la confianza quiere decir afrontar el tema del capital social. Ahora bien, ustedes saben que todas las teorías del capital
social fueron hechas por sociólogos, James
Coleman, Francis Fukuyama, que es un historiador famoso por desarrollar una teoría de
la confianza. Obviamente son teorías diversas. La de Fukuyama no me convence, la encuentro peligrosa. La de James Coleman es
ya más interesante, de todas maneras, lo importante es ocuparse de esto.
La tercer área de investigación es la que
mencioné antes a vuestros colegas de filosofía, es decir el área de investigación que habla de la economía de la felicidad. Es decir,
de la distinción entre felicidad y utilidad. Ustedes saben que nuestra ciencia económica
hasta el comienzo del Ochocientos era llamada la "ciencia de la felicidad". Así se la llamaba. Todos los libros tenían en el título o en el
subtítulo la palabra felicidad. Luego desde el
inicio del Ochocientos en adelante, la palabra felicidad ha sido cancelada y ha sido
puesta la palabra utilidad. Esto en razón del
ingreso en la ciencia económica del utilitarismo, y desde entonces no ha salido más. Hoy,
sin embargo, vemos que parecería estar volviendo al origen. Les comentaba a sus colegas, en la conferencia anterior, que varios
economistas americanos, no del Tercer Mundo, americanos de las más importantes universidades, escribieron en los últimos tiempos
trabajos importantes en esta línea. Por ejemplo el libro de Robert Frank, que conocen todos porque es autor de un texto de microeconomía. Robert Frank el año pasado ha publicado un libro en el que se trata el terna. Tambien Robert Lane en su último libro. Tomen
el libro de J. Wright, también es muy interesante. Tomen otro libro de W. Easterlin, que
ha iniciado los trabajos sobre la felicidad.
En particular Easterlin y Wright, que están
evidentemente acostumbrados a cuantificar,
construyeron una curva que mide en la abscisa el ingreso per cápita, el PBI per cápita, y
ponen en la ordenada el indicador de "happiness". Esto recuerda vagamente la curva de
Kutnetz. En América ustedes saben que miden la felicidad -desde hace 15 años a esta
parte- sobre la base de encuestas. Hacen a la
gente toda una serie de preguntas -que no vamos a discutir aquí si se hacen bien o mal- pero existen las estadísticas en un banco de datos sobre la felicidad. Allí tienen mediciones
sobre la tasa de suicidios, las roturas familiares, luego preguntan a las personas si son más
felices que antes, cuál es el riesgo que corren,
si se sienten amenazados, etcétera. Ahora
bien, no estoy discutiendo si este test es significativo, me es suficiente afirmar el hecho
que desde hace 15 años hay un banco de datos sobre esto en América accesible vía Internet.
Ahora bien, sobre la base de estos indicadores de felicidad, en la curva el máximo está medido en diez mil dólares per-cápita, es
decir, dice que mientras que el ingreso percápita es inferior a diez mil dólares, los aumentos en el ingreso, aumentan la felicidad.
Más allá de diez mil dólares por año per-cápita, ulteriores aumentos, hacen diminuir la felicidad. De acuerdo, ahora no vamos a discutir si es convincente o no. Lo importante es
comprender que también a nivel popular la
gente ya en América comienza a ver que el
aumento del ingreso, aumenta la utilidad, es
decir la capacidad de comprar más autos,
más casas, etcétera. Pero el aumento de esta
utilidad no corresponde al aumento de la felicidad, declarado por las personas. Estos son
relevamientos empíricos, estadísticas, no son
fruto de teorías, las personas declaran "quisiéramos otro estilo de vida". En el libro que
ha publicado Wright concluye diciendo que
"es necesario tener cuidado porque hemos
creado un mecanismo económico que maximiza la utilidad pero no mejora la felicidad."
La gente antes o después podría cansarse, se
cansa, quiere ser feliz. La economía y la producción de utilidad es aceptada si es vista en
función de la felicidad, pero si hay un trade
off entre felicidad y utilidad vence la felicidad, porque la gente está más interesada en
la felicidad. Y si ustedes miran ciertos sondeos sociológicos sobre los jóvenes de hoy,
encuentran la confirmación de esto. Si ustedes van a hacer este sondeo en una población, puede ser la Argentina hoy (ustedes no
han llegado a esto, es claro que la gente dice:
"yo quiero más utilidad". Es obvio: si yo voy a
un país pobre este discurso no va). Pero en
los países ricos, que han superado este umbral, lo dicen.
Entonces, ¿cuál es el punto? El punto es
que la teoría económica sobre esto es muy
deficitaria, porque nosotros hemos desarrollado un paradigma teórico de tipo utilitarista, que es muy bueno para responder a las
preguntas sobre cómo se hace para aumentar
la utilidad. Ya sabemos casi todo sobre los
mecanismos de eficacia, todos nuestros modelos han servido para obtener el máximo de
los recursos productivos, en eso somos muy
buenos. Pero no somos de la misma manera
buenos como economistas para responder a
objeciones y preguntas de este tipo. He aquí
entonces un tercer sector de investigación,
donde efectivamente la recuperación de la
categoría de la felicidad se demuestra muy
eficaz, muy importante. Yes éste un sector de
investigación donde sobre todo los jóvenes se
entusiasman, comprenden que se habla de
cosas que tienen que ver con ellos personalmente, que tienen que ver con sus vidas.
He aquí en conclusión lo que he querido
decir en la apertura. Cada institución debe
plantearse este problema. Pero sostengo que
esto debe ser característico de una institución que se quiera llamar Universidad Católica, la que debe abrir nuevas brechas en estas
líneas. Estos discursos no son discursos de ti-
po moralista, aquí no hay que hacer moralismo. A mí personalmente no me gusta hacer
moralismo, hacer discursos del tipo "deben
ser buenos", éste es otro discurso, se hace en
otros ambientes. Estos discursos los hago como economista y desafio a quien quiera decirme que éstas no son cosas que interesan a
los economistas. Este es el punto, porque yo
quiero estar con los términos de la ciencia
económica, quiero usar los instrumentos para el análisis económico. No estoy hablando
de otras cosas, de sociología, estoy hablando
de economía. Lo que digo es: abramos un
poco esta ciencia económica, hagamos que
se investigue y ayudemos a los jóvenes a hacer investigación en estos ámbitos nuevos
que no son sólo los tres que he indicado. Estos son sólo algunos de los que evidentemente tienen la ventaja de permitirnos abrir nuevos horizontes.
En los tres casos, los paradigmas de racionalidad, confianza versus reputación, felicidad y utilidad, si nosotros abrimos el debate
en estas direcciones, ¿qué vemos? Que es necesario declarar los valores. Si nosotros razonamos en estos términos, obligamos a nuestro opositor a revelarse, a declarar de qué
parte está. Porque cuando se habla de la función de producción, no hay necesidad de declarar el valor, porque la función de producción es la más objetiva. Pero cuando se va a
hablar de felicidad, de confianza, de racionalidad de tipo evolutivo, es decir que se tienen
en cuenta las disposiciones, entonces cada
uno debe poner sobre la mesa los valores en
que cree. En el momento en que se ponen
los valores, se inicia el diálogo y hay una confrontación, que tiene que ver también con el
plano de mi existencia, de mi existencia personal, no solamente de mi razón.
Sin embargo, de este modo nosotros hacemos entrar los valores, no desde lo externo sino endógenamente, desde lo interno; éste es un
aspecto de estrategia educativa muy importante. Si nosotros los valores los hacemos entrar desde lo externo, los jóvenes no los aceptan más, se van, porque dicen "basta con las
prédicas " , no les va más. Pero si yo llego a estos valores de esta manera, cambia todo, porque hoy los jóvenes tienen una necesidad perentoria de tener llaves de lectura de la reali15
dad y sobre todo una perspectiva amplia de
las cosas. He aquí por qué decía que éste es el
rol específico de una Universidad Católica.
No es el de hacer las prédicas, porque ésta es
una universidad. Aquí se debe investigar, no
se deben hacer las prédicas. Las prédicas se
hacen en la iglesia o en otras asociaciones, si
se quiere. Aquí se hace investigación pero debe ser una investigación que abra a lo aún no
visto, a aquello que otros tradicionalmente
no hacen.
Además, el hecho de saber que sobre estas
cosas, dando vueltas por el mundo, en los países más avanzados, como los Estados Unidos,
se encuentra ya quien se está orientando en
esta dirección, es una garantía ulterior. Es la
garantía que no se están haciendo cosas antiguas, se están haciendo las cosas nuevas. Rubin tuvo el premio este año, la medalla John
Bates Clark, que es algo así como el premio Nobel americano que se entrega a los jóvenes
economistas americanos de menos de 40 años.
¿Y por qué lo ha obtenido? Por sus estudios sobre la economía de la reciprocidad. Si ustedes
van a Internet, Rubin es de la Universidad de
Berkeley, tiene apenas 40 años, él se ha vuelto
célebre en los Estados Unidos por haber hecho economía de la reciprocidad, no economía del "self interest " . Esta es una señal. Cuando
a veces algunos economistas me dicen: "pero
cómo, ¿la economía no se debe ocupar sólo
del egoísmo? " . Esto quién lo dice? Nosotros
vemos que también desde el establishment americano, llegan señales de aliento de estas cosas.
He aquí porque ésta es una prueba ulterior de
la bondad de una cierta intuición.
Principales puntos expuestos por el Prof. Zamagni
durante las preguntas que le fueron formuladas a
continuación:
• Mientras los economistas desarrollaron
sus teorías económicas basándose sobre el
paradigma tradicional, no había habido nunca un choque. La única posibilidad de desacuerdo tenía que ver con la existencia de
eventuales errores de tipo lógico-matemático, de concepto. Cuando se va en la dirección que propongo, es inevitable una forma
de "confrontation", es decir de confrontación
de opiniones. Ahora bien, de esto yo soy
consciente pero no debemos tener miedo.
Lamentablemente, nosotros los economistas
venimos de una larga estación de conformismo excesivo, nosotros somos, por desgracia,
conformistas. ¿Qué quiero decir con conformistas? Que nosotros no queremos discutir,
es decir en el sentido del diálogo, nosotros
queremos solamente confrontar las posiciones, porque somos víctimas del relativismo, relativismo axiológico: "tú tienes tus ideas, yo
conservo las mías, tu tienes las tuyas y basta",
y no se quiere confrontar las posiciones por
miedo de ofender al otro o si no por miedo
de pelear.
Esto es equivocadísimo porque lo más precioso de la investigación científica es cuando
las personas pelean, entonces entienden qué
quieren decir: discutir animadamente, cuando yo pongo en juego no solamente las pasiones, sino también pongo en juego mis valores; yo no sé si luego, al final, por ejemplo,
mis valores, en los que creo, lograrán vencer entre comillas "vencer " - en relación con los
otros valores. Esto no me interesa; a mí me
interesa aceptar el desafio y pedir la libertad
de expresar mis valores, y tú tendrás la libertad de expresar tus valores. Este es el punto.
En otras palabras, si nosotros continuamos en
el conformismo y discutimos modelos sólo
juzgando la coherencia formal y como máximo las aplicaciones empíricas, no se irá más
adelante, porque la ciencia económica ha conocido los momentos más altos de la propia
historia, cuando el debate era justamente sobre los valores.
Piensen en lo que hizo Adam Smith, piensen en el conflicto entre David Ricardo y Robert Malthus. Pero para ustedes, Ricardo y
Malthus, ¿de qué discutían? ¿Discutían de las
ecuaciones? Para nada. Discutían los problemas de los valores, que en ese caso eran valores políticos. Piensen en Marx, piensen en
Keynes. Para ustedes Keynes ¿qué discutía
con los neo-clásicos, cuando quería matar a
Lionel Robbins? ¿ustedes saben la historia de
Robbins? Keynes no discutía con ellos porque
decía "aquella ecuación no está bien", sino
que discutía los valores subyacentes a aquella
ecuación, y él estaba de una parte, mientras
que Robbins y los otros estaban de otra parte,
es decir eran valores políticos.
Entonces, ¿cómo se hace para no comprender esto? Que todos los grandes de la economía, que todas las posiciones de derecha, de
izquierda, de centro, etc., han devenido grandes cuando han afrontado el tema de los valores. Comprendo que esto es dificultoso para
nosotros. No debernos tener miedo. Quien es
portador de una visión del mundo como la
cristiana, es claro que interviene. Porque, o digo que en la felicidad no está solo la base material sino está también el ejemplo de las relaciones interpersonales, o bien digo que para
ayudar a las personas a ser felices nosotros debemos organizar el trabajo dentro de las empresas en un cierto modo más que en otro.
Por ejemplo, digo que el modelo fordista no
me gusta, no me gusta, no porque no sea eficiente. El modelo fordista es eficiente, pero no
me gusta porque el modelo fordista anula a la
persona. Y si yo soy un personalista, con esto
no estoy de acuerdo, porque en un modelo de
organización del trabajo, para mí, primero se
debe garantizar la eficiencia, pero debe garantizarse que las personas se realicen. Entonces
es allí donde se ve.
Si el otro con quien me enfrento, por
ejemplo, es un materialista, materialista histórico, dialéctico, ellos dirán "no, lo importante
es...". ¿Ustedes saben lo que ha escrito Lenin
o cuanto ha escrito Gramsci a propósito del
fordismo?. Han escrito cosas bellísimas, para
ellos estaba bien. Vayan a leer aquellas páginas: Lenin era un gran sostenedor del fordismo y también el italiano Antonio Gramsci,
muy conocido en la Argentina, ha siempre sido un gran sostenedor del fordismo. ¿Por qué?
Porque ellos razonaban así: con el fordismo
nosotros maximizamos la eficiencia y el obrero
no debe pensar mientras trabaja. Porque si
piensa mientras trabaja, no puede pensar
cuando hace la revolución. Este es el problema, creen en el adoctrinamiento. Esta concepción yo no la comparto, no me gusta.
Yo quiero que la persona se divierta y encuentre satisfacción mientras trabaja. Porque
si nosotros pasamos diez horas al día en el
trabajo y no nos divertimos, ¿de qué sirve ir a
divertirse en el fin de semana? El fin de semana son dos días y los otros son cinco días. Yo
necesito que se organice el proceso laboral
de manera adecuada. Este es el problema de
humanizar la economía. Es claro que sobre
este camino habrá que dar batalla, confrontarse. Pero la cosa preciosa es ésta: que cuando me encuentro con personas que, por
ejemplo, no son cristianas y se llega a este
punto, después de un primer momento las
cosas cambian. Porque la persona humana
no puede mentirse a sí misma o ninguno de
nosotros puede decir que "es mejor trabajar
en un lugar donde eres tratado como una cosa y a fin de mes tienes mucho dinero " . No es
cierto que la gente quiera eso. O sea, si alguno lo quiere, lo dejo libre, pero muchos dicen: "prefiero no ganar tanto dinero y tener
un trabajo que me realice más". Tengo muchos alumnos en Italia que son académicos y
que frente a la alternativa de ir a trabajar a la
Bolsa de New York, porque son muy buenos,
y podrían estar allí haciendo carrera, han elegido la investigación, ganar menos. ¿Por qué
entonces? Porque hay gente que piensa distinto. Yo no quiero ser moralista, no estoy diciendo que quien trabaja por el dinero es malo y los otros no. ¡Ojo `guai'! con hacer este tipo de juicio. Yo quiero la libertad, que se de
la libertad a todos para expresarse de acuerdo al propio modelo.
• La teoría del capital social que va asociada al nombre de Gary Becker, Coleman, Fukuyama y luego otros, en efecto es un redescubrimiento de parte de los sociólogos de un
concepto que los economistas habían ya elaborado en el siglo diecinueve. Este es el primer punto que lamentablemente no ha sido
apreciado. La culpa quizás es también nuestra. Nosotros economistas que, al no haber
cuidado aquel aspecto del problema, hemos
dejado que otros, en este caso los sociólogos,
se hayan interesado.
Cuando se habla de capital social, se sabe
perfectamente, que hay teorías distintas, la
teoría precisamente de Gary Becker es distinta a la de Coleman. La de Coleman es diversa
de la de Bourdieu, es decir de la escuela francesa. Bourdieu, que es el fundador de la escuela francesa, tiene una concepción completamente diferente.
Es verdad que hoy se tiende a abusar del
concepto de capital social, porque se piensa
que el capital social puede resolver todos los
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problemas y esto no es verdad. Esto, una vez
más, ¿por culpa de quién? Por culpa de los
mismos economistas que no han hablado
nunca acerca de por qué el capital social se basa en la confianza. Como no hubo nunca una
teoría económica de la confianza, los sociólogos han dicho: la hacemos nosotros, pero haciéndola ellos, han abusado del concepto. Si
ustedes leen a Putnam o si él viniese a la Argentina diría: "ustedes están en crisis porque
no tienen el capital social " . Si viniese Fukuyama diría lo mismo. Después de esto uno dice
"no tenemos el capital social, ¿y entonces?".
Por otra parte, el sociólogo en ese punto dice
"no es mi deber, porque ése es deber de los
economistas". Y así es como van las cosas.
He aquí porque enfatizo el hecho de que
lo que los economistas no hacen, luego lo hacen los sociólogos. Todo lo contrario es lo
que los economistas han hecho desde el comienzo. Si ustedes leen a Antonio Genovesi,
o si leen a Adam Smith, no estaba la palabra
"capital social", pero el concepto está completamente presente. Luego los economistas lo
han abandonado, pero esto, ¿qué significa?
Que el problema está en haber abandonado
el tema de la confianza, porque la economía
de mercado no puede vivir sin la confianza,
porque los contratos son incompletos, como
la teoría de los contratos nos ha demostrado.
Y si los contratos fueran completos y los mercados fueran de competencia perfecta, no habría necesidad ni del estado, ni de la confianza, ni de nada. Porque el primer teorema
fundamental de la economía de bienestar dice: "un equilibrio económico general Walrasiano es el óptimo." Pero el problema es que
las condiciones para que eso se de no existen
porque la información es asimétrica, porque
los contratos son incompletos. He aquí por
qué es necesaria la confianza, porque si los
contratos son incompletos, si no puedo confiar en vos, no haré nunca un contrato contigo, y si no hago el contrato, se bloquea la
economía de mercado.
Ahora bien, ésta es una laguna grave que
los economistas no han cubierto, es decir qué
sucede cuando los contratos son incompletos. Si yo considero el juego base de la confianza, lo que se llama "based trust game" y no
es un juego simultáneo, sino que es un juego
en dos fases: si yo tengo "A," "A" debe decidir primero entre dos alternativas: cooperar
o desertar. Si "A" deserta, el resultado es 0/0,
el trade off es 0/0. Si "A" coopera, le toca a
"B" decidir. "B" puede elegir si querrá cooperar o desertar. Si "B" coopera, supongan que
el trade offsea 1/1. Y si "B" en cambio deserta,
el trade off es -1/2. Este es el árbol del juego,
es un juego en dos fases, secuencial. Ahora
bien, pónganse en lugar de "A". Si alguno de
ustedes fuera "A", "A" debe decidir primero,
luego decide "B". Si ustedes son "A", ¿qué deciden? ¿Cooperar o desertar? Si "A" es racional en el sentido del modelo de la racionalidad instrumental, obviamente deserta, ¿por
qué? Porque dice: "si yo coopero, y luego "B"
deserta, yo "A", me quedo con -1, en cambio,
si me detengo aquí, tengo 0". Y si "A" deserta,
el resultado es 0/0. ¿Cuál es la solución óptima, en sentido "paretiano " ? Esta: porque la suma de los bienestares es 2, 1+1= 2 (aquí 0,
aquí 1). Ustedes ven, se llama el juego base
de la confianza, porque les hace ver que si
"A" no tiene confianza en "B", debe desertar
si es racional. Si yo soy "A" y no tengo confianza en ti, yo soy racional si voy a 0/0. Pero
si voy a 0/0, ¿cómo se puede decir desde un
punto de vista económico, que eres racional,
si obtienes una solución que es 0?, ¿por qué
0+0=0? Entonces, ¿qué clase de economista
soy, si enseño a la gente, a los estudiantes, a
comportarse según el canon de la racionalidad instrumental? Mi enseñanza está equivocada, y luego en la práctica la gente se equivoca y luego vienen las crisis. Cuando no hay
confianza, no puede haber economía de mercado. La pregunta luego se vuelve, ¿qué debe
suceder? No termina aquí la historia, ¿qué
condición debe ser satisfecha para que "A"
pueda confiar en "B" en sentido razonable?
He aquí que debemos introducir una categoría del "ser razonable", que es distinta de la
racionalidad.
Traducción: Marco Gallo
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