Conferencias sobre economía STEFANO ZAMAGNI A continuación transcribimos dos conferencias del Profesor Stefano Zamagni dictadas en agosto del 2001 en la Facultad de Ciencias Sociales y Económicas de la U C.A. dirigidas al cuerpo docente. En la primera el auditorio estuvo conformado por profesores de humanidades dentro de las carreras de Ciencias Económicas y la segunda por profesores de las materias específicas de las mismas carreras. Al final de cada una hemos resumido los puntos salientes expuestos por el Dr: Zamagni a raíz de las preguntas que le fueron realizadas. I. Conferencia a los profesores de Filosofía Mercado, Estado y Sociedad Civil Se me ha solicitado que desarrolle una breve reflexión sobre un aspecto que es común a economistas y a profesores de filosofía, es decir de materias humanistas. Para responder a esta exigencia he pensado que hoy hay un desafío que se presenta a los estudiosos de ciencias sociales y, en particular a los filósofos, que es el que tiene que ver con la concepción del mercado como institución social. Nosotros sabemos que el mercado es un mecanismo económico, pero antes de ser un mecanismo es una institución social. Demasiadas veces olvidamos este hecho, pensamos que el mercado es solamente el funcionamiento de la demanda y de la oferta, como en el caso del mecanismo financiero internacional. Seguramente esto es así, pero aún an- tes, el mercado es una institución, es decir un conjunto de reglas que sirven para dirigir el orden social. Ninguna sociedad puede vivir fuera de un orden social. Esto lo saben todos. Si no hubiera un orden social habría anarquía y en la anarquía no se puede vivir. Sin embargo, nosotros sabemos que hay distintos modelos de orden social; uno de estos modelos es el del mercado, el de la sociedad de mercado. Ahora bien, ésta no es una novedad porque la sociedad de mercado ha entrado en la historia de la humanidad desde hace al menos algunos siglos. Algunos dicen – yo entre éstos – que la idea del mercado como institución comienza en el Renacimiento. En el Renacimiento, en aquella tierra de la cual yo provengo, o sea la Toscana (Italia no existía todavía, existía la Toscana y otras regiones) comienza aquella creación de instrumentos que forman la economía de mercado. Por ejemplo, el banco nace en Toscana. ¿Quién ayuda a que nazca el banco? San Francisco y los franciscanos son los primeros banqueros. Entonces se llamaban "bancos del " monte " , "montes de piedad . De los montes de piedad han nacido los bancos. Piensen, por ejemplo, en la sociedad comandita, aquella que es hoy sociedad por acciones, joint stock company", fue creada en el 1300. Muchos piensan que las sociedades por acción las han inventado los americanos: no es verdad. Nacieron en el 1300 en Venecia como un modo para socializar el riesgo. Piensen en todas las técnicas de 5 la contabilidad como la contaduría, etc. Luca Pacioli, un fraile franciscano, las inventó en el 1300. Luca Pacioli es el inventor de la contabilidad y de las reglas. ¿Por qué lo hace? Porque Luca Pacioli comprende que sin un criterio de contabilidad no se puede tener unida a la sociedad. La sociedad tiene necesidad de cohesión, y para tener cohesión es necesario saber las reglas de las transacciones. Así sucedió con muchos otros ejemplos de instituciones. Con lo cual la idea del mercado como orden social es una idea más bien antigua. Ahora bien, ¿cuál es la novedad de hoy? La novedad de hoy es que, después del final del comunismo real, después de la caída del muro de Berlín, todos saben que no hay alternativa al mercado como sociedad, como orden social. Hasta hace 12 años, en 1989, antes de la caída del muro de Berlín, algunos podrían pensar en una alternativa al mercado, es decir, el sistema soviético. Y también aquí, en la Argentina, había una escuela de pensamiento económico muy fuerte que sostenía que podía haber una alternativa al mercado. Hoy nadie más lo cree. Entonces, ¿cuál es el debate hoy? El debate es entre modelos distintos de mercado. Este es el punto: nadie más objeta al mercado como orden social, como institución. Sin embargo, hay algunas visiones diversas. Estas visiones son reductibles a dos en particular. Una, la de los que ven al mercado como un mal necesario. " Mal necesario" es la visión que, por ejemplo, en Canadá y en Europa tienen los sostenedores de la tercera vía, como Jospin, Blair, Schróeder -el Canciller alemán- y otros. Lionel Jospin ha descrito muy bien la idea del mercado como mal necesario. ¿Qué quiere decir mal necesario? Que el mercado es necesario, no se lo puede obviar, intrínsecamente es un mal, pero es necesario y entonces debemos soportarlo. Jospin ha usado recientemente una expresión muy eficaz para decir esto cuando ha afirmado: el Estado no debe remar, sino que debe estar al timón (es decir el Estado debe estar al frente). ¿Qué quiere decir? Quiere decir que la concepción llamémosla "socialdemócrata" está caracterizada por la idea de que el mercado es necesario, y debe ser garantizado, pero quien debe gobernar la sociedad sigue siendo el Estado. La posición opuesta, en cam- bio, es la neo-liberal. La posición neo-liberal dice que el mercado debe devenir el instrumento para resolver el problema político. Esta es exactamente la posición opuesta. La primera posición es clara, es precisamente la de la síntesis "socialdemócrata"; la segunda posición dice que no sólo el mercado es necesario, sino que el mercado, en el sentido tradicional, debe llegar también a las otras esferas de la vida asociada, en particular a la política, y entonces la política debe asumir las características típicas del mercado. Por eso se encuentra la gran metáfora, que todos conocen, cuando se dice en política que los partidos compiten entre ellos para ganar votos a cambio de ciertos programas. Ahora bien, yo personalmente sostengo, y conmigo también muchos otros, que estas dos posiciones opuestas son inadecuadas. Son inadecuadas porque son reduccionistas, por diversos motivos. Pecan de reduccionismo en el sentido que dejan a un lado, y no resuelven, toda una serie de problemas. Este es el desafío que a mi modo de ver se debe afrontar. ¿Quién lo debe afrontar primero? Lo deben afrontar primero los que se identifican con una inspiración cristiana. Y, ¿por qué deben afrontar este desafío los cristianos primero? Porque son justamente los cristianos los que han creado el mercado. Porque de acuerdo al discurso que hice al comienzo, el mercado nace de una costilla del catolicismo. En 1300-1400 no había todavía protestantismo; Lutero y Calvino llegan después con la famosa interpretación de Max Weber que, como todos saben hoy, es errada. Max Weber no conocía esta literatura, no conocía la literatura del 1300-1400, porque no conocía el italiano y los libros de entonces eran en latín y en italiano. Entonces en sus libros no cita nunca por ejemplo a Bernardino de Siena, no cita nunca a Luca Pacioli, no cita nunca a Antonino de Florencia. Antonino era el obispo de Florencia en la segunda mitad del 1400, Weber no lo conocía y entonces saca su tesis sobre la ética protestante, pero hoy sabemos que no es así. Entonces, si es verdad que el mercado como institución nace de una concepción de la vida y del hombre que es típica del catolicismo, es claro que hoy compete, en primer lu- gar, a quien se reconoce en la tradición católica, el deber de proponer un modelo de mercado que supere las restricciones y las aporías de las dos posiciones que he mencionado. He aquí porque sostengo que no puede ser aceptada la concepción del mercado como mal necesario, porque el mercado no es un mal, puede hacer el mal, pero no es que de por sí sea un mal. Tampoco se puede aceptar, a mi juicio, la idea del mercado como única institución capaz de regular toda la vida asociada, capaz de regular la vida política, la vida familiar, la vida de las relaciones interpersonales. He aquí entonces el desafío teórico, científico que tenemos delante nuestro. No debemos tratar tanto de re-meditar, repetir, ajustar, modificar las teorías ya conocidas y presentes hasta hoy, que se remiten a las dos posiciones de antes. Más bien debemos hacer un esfuerzo de creatividad para proponer a los hombres de nuestra época una idea, un modelo de sociedad de mercado que sea más creíble. Lo cual quiere decir que esté mas cerca de obtener aquellos objetivos por los cuales todos se esfuerzan, por los cuales todos trabajan. Tener presente cuáles son los objetivos alcanzables y resumirlos en una palabra, es tener que hablar de la felicidad, y ustedes que son filósofos lo saben bien. Aristóteles fue el primero en decir que "el hombre nace para ser feliz" y esta palabra, " felicidad, " por más paradójica que pueda parecer, se ha vuelto muy de moda en estos últimos años dentro de la economía. Si ustedes miran el año pasado, en el 2000, en los Estados Unidos, se han publicado cinco libros de otros tantos profesores de economía de las más prestigiosas universidades americanas (Harvard, Yale), profesores muy famosos, no profesores desconocidos o heterodoxos. Estos cinco libros tienen en su título la palabra "happiness" que quiere decir felicidad. Entonces la pregunta es: ¿cómo puede ser que los economistas americanos, no los economistas de un país del tercer mundo, se interroguen sobre el tema de la felicidad? Tiene que haber una razón. Porque efectivamente lo que está surgiendo es que el modelo de economía que he llamado neo-liberal es un modelo que aumenta, maximiza la utilidad, pero no la felicidad. Este es un problema interesante, porque quiere decir que utilidad y fe- licidad no son lo mismo. Sin embargo, hasta hace muy poco -aún hoy en algunos países emergentes o del tercer mundo- muchos creen que utilidad y felicidad son lo mismo, pero no es así. ¿Por qué? Porque la utilidad es la propiedad de las relaciones entre el hombre y las cosas, la utilidad es una propiedad de las cosas. ¿Qué es, en cambio, la felicidad? La felicidad es una propiedad de la relación entre un hombre y otro hombre, es decir, la felicidad no puede estar en las cosas; la felicidad está sólo en la relación. Entonces existe un modelo de economía de mercado que maximiza la utilidad porque maximiza la producción de cosas (y yo soy favorable a la utilidad, no tengo nada en contra de la utilidad). Pero no es suficiente la utilidad, es necesaria también la felicidad. La gran mistificación de nuestra época ha sido la de hacer creer a enteras generaciones de estudiantes universitarios y post-universitarios que la utilidad es lo mismo que la felicidad. Esta ha sido una mentira que los que siguen diciéndola espero que lo hagan de buena fe porque es un error, porque es una mentira, no es verdad. Repito: nosotros queremos la utilidad, porque los hombres tienen necesidad de la utilidad, no se puede vivir sin utilidad, no se puede vivir sin las cosas, pero el hombre quiere algo más que la utilidad, quiere las relaciones humanas. Entonces, si nosotros no nos preocupamos en crear un modelo de economía de mercado que revalorice las relaciones humanas, corremos el riesgo de llegar a un punto en el que estaremos sometidos por las cosas, por las mercaderías, por los " commodities" que nos dan la utilidad, pero nos quitan la felicidad. Los hombres, tarde o temprano, no aceptamos esta visión de la vida. Cuando nos damos cuenta de esto nos rebelamos, protestamos. He aquí el desafío teórico de hoy: encontrar, partiendo de los fundamentos iniciales del mercado como institución social, algunos modos de reinterpretación, adaptándolos a la modernidad, que permitan hacer surgir todo lo que contribuye a la felicidad. El deber de la economía y los economistas hoy, es el de superar, por un lado, la concepción de quien dice que el mercado es un mal necesario. Los que dicen esto son los hijos de la tradición de cierta izquierda que tenía en el 7 marxismo su origen. Si ustedes leen a Marx en el segundo volumen del Capital dice: "debemos destruir el mercado, porque el mercado es el origen de todos los males, porque el mercado crea alienación, crea la mercantilización de lo humano y entonces hay que destruirlo " . Hoy, quien se inspira en el marxismo, no puede más usar estas palabras, pero mantiene el mismo planteo. He aquí por qué lo denominan "mal necesario " . Pero, por otro lado, no debemos tampoco aceptar, como a veces puede suceder, la otra concepción, porque la otra concepción, que he llamado neo-liberal, traiciona, es mentirosa. No mantiene las promesas porque es una concepción que maximiza las utilidades, pero no nos garantiza la felicidad y los hombres nacen para ser felices. Diría que éste es un punto sobre el cual todos están de acuerdo, todos los filósofos, ustedes lo saben, me lo pueden enseñar, están de acuerdo en esto. Después cambia entre filosofía y filosofía el concepto de felicidad, pero no he encontrado nunca un filósofo que diga que el hombre no busca ser feliz. Por esta razón, nosotros debemos usar este elemento común de unidad como palanca, como punto de Arquímedes, como se dice, para que converja un nuevo pensamiento. Pero, tes factible una perspectiva de este tipo? Es decir, ¿se puede llevar a la práctica? La respuesta a este punto depende de si uno ve que el vaso está semi-lleno o semi-vacío. Yo digo que el vaso está semi-lleno, porque soy un poco naturalmente optimista y digo que es posible. Pero mi convicción está unida a lo que se está observando. En diversas partes del mundo nosotros vemos un despertar interesante de los estudios económicos, que no son más estudios tradicionales que perfeccionan sólo las técnicas. Hay estudios que tratan de ir al fondo de estas cosas. En segundo lugar, nosotros vemos que la misma sociedad está cambiando y hay movimientos desde abajo, interesantes, que van en esta dirección. He aquí porque tengo motivos para sostener que éste es un desafio más bien plausible, que puede ser afrontado y posiblemente superado. Es cierto que no es un desafio fácil, pero es un desafio posible, y saber que es posible nos debe dar la fuerza para afrontarlo y, como decía, posiblemente para vencerlo. Una universidad como ésta, a mí modo de ver, tiene, casi diría, una obligación institucional de comprometerse en esto. No sería hacer honor al título de esta universidad, que es Universidad Católica, si se desaprovechara este compromiso; puede ser que no se logre, pero el compromiso, para mí, debe estar. Porque esto es lo que califica una universidad en el sentido de ser católica. Es decir, en el modo en que se hace la investigación científica es que yo veo el signo del elemento de la catolicidad. No es la práctica de piedad. Cada uno puede hacer prácticas de piedad religiosa a título personal o a título de grupo. Pero es en este compromiso donde veo la calificación propia de una institución que se llama Universidad Católica. Principales puntos expuestos por el Prof Zamagni durante las preguntas que le fueron formuladas a continuación: • Mi perspectiva, y también la de muchos otros, no es cultivar una línea intermedia, sino ir más allá. Superar -esto es una gran diferencia- porque la vía intermedia es siempre una vía de componendas, en cambio, una perspectiva de ir más allá no tiene obligatoriamente necesidad de esto. Concretamente, una perspectiva de discurso de este tipo, ¿adónde lleva? Trae algunas consecuencias prácticas, muy fuertes. Tratemos de indicar algunas. La primera consecuencia práctica es que esta perspectiva lleva a un refuerzo y a una habilitación de la sociedad civil. Esta es la primera consecuencia práctica, que es revolucionaria. Piensen que hasta hoy el discurso ha sido del tipo: estado y mercado. La sociedad civil no ha entrado nunca en juego. Esta perspectiva lleva, en cambio, a hacer trabajar a la sociedad civil y debemos pensar en un orden social que no tiene sólo dos pilares, el pilar del mercado y el pilar del estado, sino al menos tres pilares, si agregamos el pilar de la sociedad civil. ¿Qué quiere decir que la sociedad civil debe ser un pilar? Quiere decir conceder la libertad a la sociedad civil de expresarse también bajo el perfil económico. Este es un punto de máxima importancia. Muchos aún piensan en la sociedad civil como en un "presupuesto", en el sentido que es algo que viene antes. En efecto, se dice que es la sociedad civil la ftue crea al mercado y la que crea al estado. Esta es la interpretación que ha dado Ronald Coase, famoso economista, premio Nobel de economía. Pero esto es una aporía, Coase está equivocado. En efecto, hoy esta posición ya se ha abandonado. La sociedad civil no es sólo algo que viene primero, sino que debe jugar también ella en el centro de la economía y entonces debe expresarse en un ámbito económico que es el que llaman "economía civil". Entonces no sólo hay economía privada o economía pública del estado, sino que hay también una economía civil. La expresión "economía civil" no la he inventado yo. La expresión "economía civil" aparece por primera vez en el 1753. Si ustedes van a la biblioteca, busquen el nombre de Genovesi, Antonio Genovesi, que fue el primer catedrático de economía en el mundo. La primera cátedra de economía política en el mundo fue creada en la Universidad de Nápoles en 1771. Se llamaba cátedra de economía civil. La idea de la economía civil es exactamente la que he tratado de mostrar y esto significa toda una redistribución de los poderes, porque la economía publica debe adelgazar, debe hacerse más pequeña, pero el hecho de que la economía pública diminuya no quiere decir que entonces debe aumentar la economía privada. Este es el razonamiento neo-liberal. Los neo-liberales dicen: "el estado desaparece y la economía privada toma el lugar del estado". Pero esto es "non sequitur" (sin sentido) desde un punto de vista lógico. Porque muchas funciones de la economía pública entran en la economía civil. De este modo, como se ve, hay consecuencias prácticas. La segunda consecuencia práctica es la que modifica el rol mismo de la intervención del estado. Porque la perspectiva neo-liberal dice que el estado debe desaparecer, debe haber solo un estado guardián en el sentido de Nozick, en el sentido de Hayek, el estado-mínimo o "minimal-state". La otra perspectiva, en cambio, la del mercado como mal necesario, es una perspectiva neo-estatista y aquí sostengo que ambas están equivocadas. El estado continúa teniendo un rol pero no puede ser el rol de gestor sino que debe ser el rol de generador de oportunidades de parte de los ciudadanos, de asociarse libremente para realizar cosas. En fin, la tercera consecuencia práctica es la que tiene que ver con el cambio de la legislación. Buena parte de la legislación debe cambiar si se acepta esto. ¿Dónde por ejemplo? Piensen en el modelo de "welfare". El modelo de "welfare state" hoy no es más practicable, pero entonces testo quiere decir que no se debe más hablar de welfare? Tampoco esto sirve. Nosotros debemos hacer un "welfare civil", es decir, un "welfare" que atribuye a la sociedad civil toda una serie de importantes roles. Las consecuencias entonces son prácticas como sucede en los grandes países europeos. Ya están en esta línea Italia, Francia, Alemania, Inglaterra. Piensen en Inglaterra, si han visto las decisiones que ha tomado tres meses atrás el gobierno Blair, va todo en esta dirección, la Unión Europea va toda en esta dirección. Entonces el problema es que debemos cambiar la mentalidad, debemos cambiar nuestros anteojos con los que miramos la realidad: si nosotros no nos sacamos de la cabeza la idea de que hay un orden social basado sólo sobre dos pilares, la situación es demasiado inestable, porque si uno de los dos llega a faltar, la sociedad corre riesgo. Es el problema de hoy de la Argentina. ¿Por qué ustedes tienen los problemas que tienen? Porque tienen solamente el mercado y el Estado. Pero si ustedes hubieran tenido una sociedad civil organizada y una economía civil organizada, hoy no tendrían problemas. Porque como ustedes saben, el 30% de la población argentina hoy vive bajo el nivel de la pobreza, no es broma, ésta es una situación explosiva. Porque no es el problema de tener más o menos. Cuando el 30% de la población vive bajo la línea de pobreza, estas personas, ¿qué hacen? Tener organizada una economía civil sirve para garantizar la cohesión social. La historia económica de nuestros países demuestra que en las fases de crisis, donde había una fuerte cohesión social se han podido superar las dificultades. • Según mi concepción, el mercado vuelve a ser aquella institución fundamental que fue al comienzo. El problema es que el pensamiento neo-liberal ha sido el que ha dado sostén a las posiciones marxistas. Esta es una paradoja (pa9 labra que en griego quiere decir asombro). Es una paradoja pero es así, se puede demostrar. ¿Por qué? Los neo-liberales dicen "todo es mercado " y de este modo tienen legitimado el mercado como lugar del egoísmo. Entonces Marx dice "debemos destruir el mercado". Pero ¿quién lo ha dicho? ¿Dónde está escrito que el mercado es el lugar del egoísmo? Conozco mucha gente que obra en el mercado y que no se comporta de manera egoísta, conozco muchos. No es verdad que las empresas son necesariamente egoístas, en el sentido de ser rapaces. Puede ser y hay muchas que son así. Pero hay otras que no son así. Entonces, ¿por qué debemos creer en una idea del mercado que es sólo lugar demoníaco? Este es el error de los neo-liberales que, para defender el mercado lo han distorsionado, lo han hecho devenir un espacio donde sólo los egoístas pueden operar. Pero entonces, ¿si no soy egoísta, no puedo ser empresario? ¿Quién lo dijo? ¿Y todos los empresarios civiles? Del 1400, del 1500, del 1600, durante cuatro o cinco siglos nosotros hemos tenido empresarios civiles, es decir, empresarios que tenían como lógica la de la reciprocidad, no la del beneficio, pero eran empresarios. ¿Entonces ellos no están en el mercado? Si ustedes lo piensan, es la paradoja que nosotros nos hemos creado desde un punto de vista epistemológico, la de las categorías de pensamiento que son como las camisas de Nesso, que nos han impedido ver la realidad con los ojos. Pero nadie está a la altura de demostrar que no se puede obrar en el mercado con una lógica diversa a la de la explotación, a la de la rapacidad. Pongámoslo en un ejemplo: las empresas cooperativas. En Italia hay un movimiento cooperativo, como en España, grandísimo, y las empresas cooperativas están en el mercado y sin embargo no tienen la lógica de la rapacidad porque tienen la lógica de la mutualidad. Sin embargo, son siempre empresas que están en el mercado. ¿Entonces éstas no deberían existir? Mi concepción es que el mercado debe ser visto como un lugar en el cual, evidentemente, debe haber espacio para todos aquellos que quieren ser emprendedores. El ser ` emprendedor ' se define por la capacidad de producir valor agregado, plusvalía. El fin por el cual uno produce valor agregado es secundario. Así, yo no estoy en contra del mercado privado, estoy de acuerdo. Lo estoy con las empresas capitalistas que trabajan para un beneficio, pero yo quiero que haya libertad dentro del mercado, no fuera del mercado, también para el otro tipo de empresas. De esta manera, mi concepción del mercado es más fuerte que la neo-liberal, porque en la neo-liberal, en el mercado se encuentran sólo los egoístas. Yo quiero que en el mercado se encuentren los egoístas -si uno quiere ser egoísta yo le dejo la libertad, porque yo creo en la libertad- pero debe haber también espacio en el mercado para los no-egoístas. • Mi intención es que el mercado vuelva a caminar con las dos piernas, no sólo con una pierna, que es la de la economía privada, sino también la de la economía civil y que entonces se cree una dialéctica que sirva para aplicar aquello que los filósofos llaman el "principio de contaminación". Hay necesidad de una contaminación. Este es el punto estratégico, no la separación. Por ejemplo, no estoy de acuerdo con la escuela francesa de Latouche que habla de "nicho", de separación, porque para los franceses la economía social debe ser separada, no debe ser contaminada. Porque la economía social o la economía civil (yo prefiero hablar de economía civil, no de economía social) debe aprender de la economía privada y la economía privada aprende de la economía civil. ¿Qué quiero decir con aprender? Que haya una comunicación de valores. • Es claro que la sociedad civil no es el estado. Yo no tengo esta idea, porque la idea que la sociedad civil es el estado, es de Hegel y yo no soy hegeliano. El hegelismo ha llevado a la humanidad a todas las dictaduras, de derecha y de izquierda, porque por el hegelismo ha salido la corriente marxista y las corrientes de derecha, el fascismo, el nazismo, y yo estoy atento antes de recurrir a Hegel. De Hegel me gustan algunos conceptos, pero no demasiado, porque no olvidemos que el hegelismo es el origen de todas las dictaduras de derecha y de izquierda. Y a mí la dictadura no me gusta, porque a mí me gusta la libertad. Cuando insisto en aue la sociedad civil es social, que comprende sociedad civil, estado y mercado, quiero decir que se debe dar una dinámica tal, que se cree un equilibrio de las fuerzas. Por ello la sociedad civil es la que permite al estado funcionar. Pero el estado tiene como principio fundante, el principio del mandato, de la jerarquía, y la sociedad civil no puede tener el principio del mandato. No sería más sociedad civil, tiene el principio de reciprocidad. Entonces nosotros no queremos decir que la sociedad civil está separada. No, cuidado con pensar en separaciones. Debe precisamente establecerse una forma de pertenencia múltiple. Cada uno de nosotros como ser humano pertenece al estado, pertenece a la sociedad civil, es decir a alguna organización, y pertenece al mercado. Entonces el problema, si razonamos en términos de separación, es que vamos inevitablemente a separar a las personas. En cambio, la misma persona pertenece a esferas diversas. He aquí el por qué esta concepción es más rica. • Así como no me reconozco en la posición que he llamado liberal-individualista, de la misma manera no me reconozco en la comunitarista. Yo tengo temor a la concepción comunitarista y uso la palabra comunitarista para diferenciar aquella corriente de pensamiento filosófico que hoy se está difundiendo mucho en los Estados Unidos, (está llegando también a América Latina) más que en Europa. El jefe es Etzioni. McIntyre es ya un comunitarista distinto, porque los comunitaristas tienen dos raíces, los nacidos de la crisis de los neo-positivistas y aquellos nacidos de los neo-aristotélicos. Pero, prescindiendo de esta distinción, también la posición comunitarista es peligrosa. ¿Por qué? Porque destruye la persona. La posición filosófica -y no tengo dificultad en decirlo- en la cual yo me reconozco es la del liberal-personalismo y no la del liberal-individualismo. Para mí en el centro está la persona. La persona no es lo mismo que el individuo, antes está la persona y luego está la comunidad. En el comunitarismo, como ustedes saben, la persona es sacrificada sobre el altar de la comunidad y yo encuentro esto peligroso, y no es mi posición. Yo creo en el personalismo, y entonces justamente porque creo en el personalismo yo no hablaría de su- bordinación de la economía a la política. Aquí sería necesario decir de una vez por todas, que la economía política ha nacido históricamente de una costilla de la filosofía moral. Los grandes economistas eran también grandes filósofos: Adam Smith, John Stuart Mill. Veamos hoy el discurso de Amartya Sen y de muchos otros, es decir los grandes economistas (el mismo Keynes) han sido también grandes filósofos. Luego, uno puede estar de un lado o del otro. ¿Hayek no es un gran filósofo, además de ser un gran economista? Entonces no hay que razonar en términos de subordinación. Yo no razonaría en términos de que la política decide y luego la economía ejecuta. Esto es, en los hechos, falso. Hoy vemos más bien que lo cierto es lo contrario: la política está subordinada a la economía. Porque el problema no se puede poner en términos de primero y de segundo. El problema es ver que el tipo de sociedad que un grupo de hombres se da, es el fruto de la co-evolución entre las varias esferas, porque de otra manera no salimos del esquema dicotómico que antes he tratado de indicar. II. Conferencia a los profesores de Economía Teoría económica y felicidad Para comenzar, quiero proponerles una reflexión para confrontar ideas con Uds. respecto a algunas líneas de investigación en el ámbito económico, en particular de teoría económica, sobre todo las que considero más interesantes para los jóvenes. En la teoría económica hay una parte tradicional -que obviamente continuará recibiendo el interés de los estudiosos (pensemos en la microeconomía tradicional, en la macroeconomía tradicional, en las finanzas)- y es evidente que en estos sectores tradicionales se deberá continuar investigando. Sin embargo, debemos también reconocer que la ley ricardiana de los rendimientos decrecientes, se aplica no sólo a la tierra, como David Ricardo lo había imaginado, sino que se aplica también a la investigación científica. ¿Qué quiero decir? Quiero decir que nos damos cuenta que en la ciencia económica estamos entrando ya desde hace algunos años, 11 en la región de los rendimientos decrecientes. Es decir, si se sigue investigando en los sectores tradicionales, se puede obtener algo nuevo, pero muy poco, porque precisamente la curva es ya descendente. ¿Por qué debemos tener esto en cuenta? Debemos tenerlo en cuenta por los jóvenes. Porque los jóvenes, lo veo en Italia pero también en otros países con los que tengo frecuentes contactos, se están cansando; se cansan de hacer las cosas tradicionales. Los jóvenes en el mundo, en el mundo en que vivimos, justamente quieren desafíos nuevos, quieren interesarse en temáticas nuevas. Este es un punto del cual debemos ser receptores. Repito: no estoy diciendo que los capítulos tradicionales se deben cerrar, absolutamente. Debemos quizás como profesores, como académicos, tener en cuenta la novedad que está surgiendo, y si no interesamos a los jóvenes acerca de sectores de investigación nuevos, estos jóvenes o serán malos economistas o sino cambiarán áreas, irán a cultivar otros sectores de investigación y el resultado será que la profesión, la ciencia económica, se volverá obsoleta, se volverá incapaz de incidir sobre la realidad, es decir de resolver los problemas. Pienso esto para los académicos en general, pero sobre todo es verdad para los académicos de una institución como ésta. No porque las otras instituciones no deban hacer otro tanto, sino porque una Universidad Católica debe sentir esta exigencia de interpretar las cosas nuevas, las "res novae", en ésta, nuestra época de desarrollo. Y entonces, ¿cuáles son estas "res novae"? El punto de partida, para mí, es tomar conciencia que hay demasiados fenómenos de reduccionismo que afligen a nuestra ciencia. Una primera forma de reduccionismo tiene que ver con el paradigma de la racionalidad. Ustedes saben que el paradigma de la racionalidad usado por la mayoría de los economistas es el paradigma de la racionalidad instrumental, la "rational choice". Ahora bien, el modelo de la " rational choice" tiene muchos méritos, debemos reconocerlo, y entonces es necesario continuarlo, pero hay que tener el coraje de admitir que hay formas nuevas de racionalidad o paradigmas nuevos de racionalidad, superiores a los de la "rational choice". Como ustedes saben, la teoría de los juegos en los últimos treinta años nos ha acostumbrado a hablar en términos de racionalidad estratégica. Y la racionalidad estratégica es también un paso adelante respecto de la racionalidad instrumental. La teoría de los juegos es el instrumento matemático para usar la racionalidad estratégica, pero también la racionalidad estratégica, evidentemente, es inadecuada. ¿Por qué? Porque en la base de la "teoría de los juegos" todavía está la hipótesis del individualismo, es decir de un sujeto que es motivado a la acción solamente por el fin. Ustedes saben que la racionalidad estratégica y la racionalidad instrumental son racionalidades teleológicas que tienen un "telos" (en griego "telos" es el fin último). Ahora bien, nosotros sabemos que cuando obramos, obramos por un fin, es cierto, pero no es suficiente. No es cierto que obramos sólo por un fin, porque para explicar nuestras acciones, están también aquellas categorías que se llaman las disposiciones. Y la palabra disposición, en que las motivaciones son de diferente tipo, incluye la participación en un cierto estilo de vida, etcétera. Entonces, ¿cuál es el desafio hoy? Elaborar algunos modelos de racionalidad en economía que tengan en cuenta tanto finalidades, como disposiciones. Muchos comportamientos económicos no se logran explicar dentro de la racionalidad estratégica e instrumental. Pongamos un ejemplo tomando el dilema del prisionero. Ustedes saben qué es el dilema del prisionero. Traten de resolver el problema del dilema del prisionero tratando de permanecer dentro de la racionalidad estratégica: es imposible. Sobre el dilema del prisionero se han escrito 400 libros, se han publicado miles de artículos durante cincuenta años, porque el dilema del prisionero salió en 1951, exactamente 50 años atrás y, aun hoy, no hay solución. Y no se puede encontrar la solución. Muchos economistas inteligentes, cito solo uno, Axel Rubinstein, que es el teórico número uno del mundo en teoría de los juegos, expresa "finalmente" -es decir admite con honestidad- que no es posible encontrar la solución a los problemas del dilema del prisionero permaneciendo dentro del esquema de la racionalidad estratégica. Cuando he leído esto me ha agradado, porque si lo hubiera dicho otro, no hubiera tenido importancia. Pero dicho por Rubinstein, que es el número uno en el mundo (creo que será uno de los próximos Premio Nobel), como gran experto de teoría de los juegos es más bien relevante. Entonces el punto es éste: nosotros debemos ayudar a los jóvenes a cimentarse en la investigación de paradigmas de racionalidad más fuertes que la racionalidad instrumental y más fuertes que la racionalidad estratégica, es decir, que tengan en cuenta las disposiciones. Ustedes me dirán: pero eso es fácil. No, no es fácil, porque tener en cuenta disposiciones quiere decir considerar que el ser humano cuando obra en economía, obra porque tiene en mente, o a las espaldas, un cierto sistema de valores. Porque hablar de disposiciones quiere decir hablar de los valores. He aquí cuál es hoy el modo de ingreso, de entrada en la teoría económica de los valores. No es más el viejo modo desde lo externo, cuando se hacía moralismo. Ustedes saben qué es el moralismo, en que se decía "es necesario ser bueno" y esto no convencía a nadie. Nosotros hoy estamos en un punto, en que los mismos economistas, aún aquellos no creyentes, admiten por primera vez que para explicar ciertas situaciones económicas, es necesario tener en cuenta los valores, justamente para explicar una racionalidad. Este es entonces un primer camino. Una segunda forma de reduccionismo, que nos ayuda a comprender las novedades de esta fase histórica, es la que respecta a la confusión que hay entre reputación y confianza. Ahora bien, si ustedes se fijan, los economistas aún hoy cuando hablan de confianza (trust), la confunden con la reputación (reputation). Este es un error trágico, y sin embargo también muchos economistas buenos cometen estos errores que demuestran que tienen lagunas culturales. ¿Por qué? Porque la reputación es un eje, un bien patrimonial. Cada uno de nosotros hace una inversión en reputación. Si soy un abogado, si soy un dentista, ¿qué quiere decir acumular en reputación? Que yo me comporto en un cierto modo para tener un éxito, logro una reputación y por ello mis futuros clientes podrán pagarme más, es decir podré mejorar mi budget o mejorar mi nivel de vida. Es decir que la reputación es una inversión como cualquier otra; si yo puedo invertir en casas, me compro casas o bien puedo invertir en reputaciones. ¿Cuál es el problema entonces? Que la confianza no se caracteriza de ese modo. Se trata, en cambio, de una relación entre personas. Tomen por ejemplo algunos autores que conocen. Muchos americanos han escrito libros donde a veces mencionan la confianza, pero se equivocan, porque de hecho hablan de reputación. Entonces, ¿cuál es el punto? Es que muchos problemas económicos de hoy no pueden ser afrontados en términos de reputación, porque hay algunas situaciones en las cuales si no hay confianza no se logra nunca una solución. Entonces el problema es: el economista, la ciencia económica, no tiene aún hoy una teoría de la confianza. No existe ninguna teoría de la confianza. Existen teorías sobre la reputación como bien patrimonial. Existen teorías sociológicas de la confianza, existen teorías filosóficas de la confianza, pero no teorías económicas. He aquí entonces un sector muy interesante y fascinante, porque, evidentemente, llegar a encontrar una teoría económica de la confianza, quiere decir comenzar a ocuparse de la teoría de las relaciones humanas. Y la economía es todavía demasiado una economía de las cosas, de los objetos, mientras aún la economía no ha estudiado las relaciones humanas. Sin embargo, las relaciones humanas, ¿no son económicas, también ellas? Cuando nosotros en microeconomía enseñamos a los jóvenes del primer año la función de producción, `Y' función de (X, Z, etc.), ¿Sigue siendo inevitable que los economistas debamos enseñar sólo la función de producción, la producción de las cosas? ¿Y la producción de las relaciones, no son también estos temas de interés para la economía? Si nosotros no nos ocupamos, se ocuparán los sociólogos y en este punto la economía pierde como ciencia, porque se demuestra incapaz. Segunda observación: la palabra confianza viene del latín "fides" y en latín fides significa fe. Pero significa sobre todo " cuerda " , 13 porque los romanos habían comprendido dos mil años atrás qué es la confianza. La confianza es una cuerda: es una cuerda que une al menos dos personas. Para tener confianza debe haber una cuerda. Claramente ésta es una metáfora; no puede haber confianza si falta la cuerda, que es la relación. Entonces estudiar la teoría económica de la confianza quiere decir estudiar las cuerdas y estas cuerdas hoy tienen un nombre común, que es el capital social. He aquí un sector, donde hoy yo veo que los economistas están particularmente comprometidos. Y si ustedes hablan de estas cosas a los jóvenes, las comprenden enseguida y se entusiasman. Si les proponen los temas tradicionales de siempre, se aburren, duermen, porque comprenden que los viejos temas tradicionales no son interesantes. Porque los problemas económicos de hoy, en la época de la globalización, no pueden ser resueltos con las viejas teorías; éste es un hecho. He aquí entonces que la economía de la confianza quiere decir afrontar el tema del capital social. Ahora bien, ustedes saben que todas las teorías del capital social fueron hechas por sociólogos, James Coleman, Francis Fukuyama, que es un historiador famoso por desarrollar una teoría de la confianza. Obviamente son teorías diversas. La de Fukuyama no me convence, la encuentro peligrosa. La de James Coleman es ya más interesante, de todas maneras, lo importante es ocuparse de esto. La tercer área de investigación es la que mencioné antes a vuestros colegas de filosofía, es decir el área de investigación que habla de la economía de la felicidad. Es decir, de la distinción entre felicidad y utilidad. Ustedes saben que nuestra ciencia económica hasta el comienzo del Ochocientos era llamada la "ciencia de la felicidad". Así se la llamaba. Todos los libros tenían en el título o en el subtítulo la palabra felicidad. Luego desde el inicio del Ochocientos en adelante, la palabra felicidad ha sido cancelada y ha sido puesta la palabra utilidad. Esto en razón del ingreso en la ciencia económica del utilitarismo, y desde entonces no ha salido más. Hoy, sin embargo, vemos que parecería estar volviendo al origen. Les comentaba a sus colegas, en la conferencia anterior, que varios economistas americanos, no del Tercer Mundo, americanos de las más importantes universidades, escribieron en los últimos tiempos trabajos importantes en esta línea. Por ejemplo el libro de Robert Frank, que conocen todos porque es autor de un texto de microeconomía. Robert Frank el año pasado ha publicado un libro en el que se trata el terna. Tambien Robert Lane en su último libro. Tomen el libro de J. Wright, también es muy interesante. Tomen otro libro de W. Easterlin, que ha iniciado los trabajos sobre la felicidad. En particular Easterlin y Wright, que están evidentemente acostumbrados a cuantificar, construyeron una curva que mide en la abscisa el ingreso per cápita, el PBI per cápita, y ponen en la ordenada el indicador de "happiness". Esto recuerda vagamente la curva de Kutnetz. En América ustedes saben que miden la felicidad -desde hace 15 años a esta parte- sobre la base de encuestas. Hacen a la gente toda una serie de preguntas -que no vamos a discutir aquí si se hacen bien o mal- pero existen las estadísticas en un banco de datos sobre la felicidad. Allí tienen mediciones sobre la tasa de suicidios, las roturas familiares, luego preguntan a las personas si son más felices que antes, cuál es el riesgo que corren, si se sienten amenazados, etcétera. Ahora bien, no estoy discutiendo si este test es significativo, me es suficiente afirmar el hecho que desde hace 15 años hay un banco de datos sobre esto en América accesible vía Internet. Ahora bien, sobre la base de estos indicadores de felicidad, en la curva el máximo está medido en diez mil dólares per-cápita, es decir, dice que mientras que el ingreso percápita es inferior a diez mil dólares, los aumentos en el ingreso, aumentan la felicidad. Más allá de diez mil dólares por año per-cápita, ulteriores aumentos, hacen diminuir la felicidad. De acuerdo, ahora no vamos a discutir si es convincente o no. Lo importante es comprender que también a nivel popular la gente ya en América comienza a ver que el aumento del ingreso, aumenta la utilidad, es decir la capacidad de comprar más autos, más casas, etcétera. Pero el aumento de esta utilidad no corresponde al aumento de la felicidad, declarado por las personas. Estos son relevamientos empíricos, estadísticas, no son fruto de teorías, las personas declaran "quisiéramos otro estilo de vida". En el libro que ha publicado Wright concluye diciendo que "es necesario tener cuidado porque hemos creado un mecanismo económico que maximiza la utilidad pero no mejora la felicidad." La gente antes o después podría cansarse, se cansa, quiere ser feliz. La economía y la producción de utilidad es aceptada si es vista en función de la felicidad, pero si hay un trade off entre felicidad y utilidad vence la felicidad, porque la gente está más interesada en la felicidad. Y si ustedes miran ciertos sondeos sociológicos sobre los jóvenes de hoy, encuentran la confirmación de esto. Si ustedes van a hacer este sondeo en una población, puede ser la Argentina hoy (ustedes no han llegado a esto, es claro que la gente dice: "yo quiero más utilidad". Es obvio: si yo voy a un país pobre este discurso no va). Pero en los países ricos, que han superado este umbral, lo dicen. Entonces, ¿cuál es el punto? El punto es que la teoría económica sobre esto es muy deficitaria, porque nosotros hemos desarrollado un paradigma teórico de tipo utilitarista, que es muy bueno para responder a las preguntas sobre cómo se hace para aumentar la utilidad. Ya sabemos casi todo sobre los mecanismos de eficacia, todos nuestros modelos han servido para obtener el máximo de los recursos productivos, en eso somos muy buenos. Pero no somos de la misma manera buenos como economistas para responder a objeciones y preguntas de este tipo. He aquí entonces un tercer sector de investigación, donde efectivamente la recuperación de la categoría de la felicidad se demuestra muy eficaz, muy importante. Yes éste un sector de investigación donde sobre todo los jóvenes se entusiasman, comprenden que se habla de cosas que tienen que ver con ellos personalmente, que tienen que ver con sus vidas. He aquí en conclusión lo que he querido decir en la apertura. Cada institución debe plantearse este problema. Pero sostengo que esto debe ser característico de una institución que se quiera llamar Universidad Católica, la que debe abrir nuevas brechas en estas líneas. Estos discursos no son discursos de ti- po moralista, aquí no hay que hacer moralismo. A mí personalmente no me gusta hacer moralismo, hacer discursos del tipo "deben ser buenos", éste es otro discurso, se hace en otros ambientes. Estos discursos los hago como economista y desafio a quien quiera decirme que éstas no son cosas que interesan a los economistas. Este es el punto, porque yo quiero estar con los términos de la ciencia económica, quiero usar los instrumentos para el análisis económico. No estoy hablando de otras cosas, de sociología, estoy hablando de economía. Lo que digo es: abramos un poco esta ciencia económica, hagamos que se investigue y ayudemos a los jóvenes a hacer investigación en estos ámbitos nuevos que no son sólo los tres que he indicado. Estos son sólo algunos de los que evidentemente tienen la ventaja de permitirnos abrir nuevos horizontes. En los tres casos, los paradigmas de racionalidad, confianza versus reputación, felicidad y utilidad, si nosotros abrimos el debate en estas direcciones, ¿qué vemos? Que es necesario declarar los valores. Si nosotros razonamos en estos términos, obligamos a nuestro opositor a revelarse, a declarar de qué parte está. Porque cuando se habla de la función de producción, no hay necesidad de declarar el valor, porque la función de producción es la más objetiva. Pero cuando se va a hablar de felicidad, de confianza, de racionalidad de tipo evolutivo, es decir que se tienen en cuenta las disposiciones, entonces cada uno debe poner sobre la mesa los valores en que cree. En el momento en que se ponen los valores, se inicia el diálogo y hay una confrontación, que tiene que ver también con el plano de mi existencia, de mi existencia personal, no solamente de mi razón. Sin embargo, de este modo nosotros hacemos entrar los valores, no desde lo externo sino endógenamente, desde lo interno; éste es un aspecto de estrategia educativa muy importante. Si nosotros los valores los hacemos entrar desde lo externo, los jóvenes no los aceptan más, se van, porque dicen "basta con las prédicas " , no les va más. Pero si yo llego a estos valores de esta manera, cambia todo, porque hoy los jóvenes tienen una necesidad perentoria de tener llaves de lectura de la reali15 dad y sobre todo una perspectiva amplia de las cosas. He aquí por qué decía que éste es el rol específico de una Universidad Católica. No es el de hacer las prédicas, porque ésta es una universidad. Aquí se debe investigar, no se deben hacer las prédicas. Las prédicas se hacen en la iglesia o en otras asociaciones, si se quiere. Aquí se hace investigación pero debe ser una investigación que abra a lo aún no visto, a aquello que otros tradicionalmente no hacen. Además, el hecho de saber que sobre estas cosas, dando vueltas por el mundo, en los países más avanzados, como los Estados Unidos, se encuentra ya quien se está orientando en esta dirección, es una garantía ulterior. Es la garantía que no se están haciendo cosas antiguas, se están haciendo las cosas nuevas. Rubin tuvo el premio este año, la medalla John Bates Clark, que es algo así como el premio Nobel americano que se entrega a los jóvenes economistas americanos de menos de 40 años. ¿Y por qué lo ha obtenido? Por sus estudios sobre la economía de la reciprocidad. Si ustedes van a Internet, Rubin es de la Universidad de Berkeley, tiene apenas 40 años, él se ha vuelto célebre en los Estados Unidos por haber hecho economía de la reciprocidad, no economía del "self interest " . Esta es una señal. Cuando a veces algunos economistas me dicen: "pero cómo, ¿la economía no se debe ocupar sólo del egoísmo? " . Esto quién lo dice? Nosotros vemos que también desde el establishment americano, llegan señales de aliento de estas cosas. He aquí porque ésta es una prueba ulterior de la bondad de una cierta intuición. Principales puntos expuestos por el Prof. Zamagni durante las preguntas que le fueron formuladas a continuación: • Mientras los economistas desarrollaron sus teorías económicas basándose sobre el paradigma tradicional, no había habido nunca un choque. La única posibilidad de desacuerdo tenía que ver con la existencia de eventuales errores de tipo lógico-matemático, de concepto. Cuando se va en la dirección que propongo, es inevitable una forma de "confrontation", es decir de confrontación de opiniones. Ahora bien, de esto yo soy consciente pero no debemos tener miedo. Lamentablemente, nosotros los economistas venimos de una larga estación de conformismo excesivo, nosotros somos, por desgracia, conformistas. ¿Qué quiero decir con conformistas? Que nosotros no queremos discutir, es decir en el sentido del diálogo, nosotros queremos solamente confrontar las posiciones, porque somos víctimas del relativismo, relativismo axiológico: "tú tienes tus ideas, yo conservo las mías, tu tienes las tuyas y basta", y no se quiere confrontar las posiciones por miedo de ofender al otro o si no por miedo de pelear. Esto es equivocadísimo porque lo más precioso de la investigación científica es cuando las personas pelean, entonces entienden qué quieren decir: discutir animadamente, cuando yo pongo en juego no solamente las pasiones, sino también pongo en juego mis valores; yo no sé si luego, al final, por ejemplo, mis valores, en los que creo, lograrán vencer entre comillas "vencer " - en relación con los otros valores. Esto no me interesa; a mí me interesa aceptar el desafio y pedir la libertad de expresar mis valores, y tú tendrás la libertad de expresar tus valores. Este es el punto. En otras palabras, si nosotros continuamos en el conformismo y discutimos modelos sólo juzgando la coherencia formal y como máximo las aplicaciones empíricas, no se irá más adelante, porque la ciencia económica ha conocido los momentos más altos de la propia historia, cuando el debate era justamente sobre los valores. Piensen en lo que hizo Adam Smith, piensen en el conflicto entre David Ricardo y Robert Malthus. Pero para ustedes, Ricardo y Malthus, ¿de qué discutían? ¿Discutían de las ecuaciones? Para nada. Discutían los problemas de los valores, que en ese caso eran valores políticos. Piensen en Marx, piensen en Keynes. Para ustedes Keynes ¿qué discutía con los neo-clásicos, cuando quería matar a Lionel Robbins? ¿ustedes saben la historia de Robbins? Keynes no discutía con ellos porque decía "aquella ecuación no está bien", sino que discutía los valores subyacentes a aquella ecuación, y él estaba de una parte, mientras que Robbins y los otros estaban de otra parte, es decir eran valores políticos. Entonces, ¿cómo se hace para no comprender esto? Que todos los grandes de la economía, que todas las posiciones de derecha, de izquierda, de centro, etc., han devenido grandes cuando han afrontado el tema de los valores. Comprendo que esto es dificultoso para nosotros. No debernos tener miedo. Quien es portador de una visión del mundo como la cristiana, es claro que interviene. Porque, o digo que en la felicidad no está solo la base material sino está también el ejemplo de las relaciones interpersonales, o bien digo que para ayudar a las personas a ser felices nosotros debemos organizar el trabajo dentro de las empresas en un cierto modo más que en otro. Por ejemplo, digo que el modelo fordista no me gusta, no me gusta, no porque no sea eficiente. El modelo fordista es eficiente, pero no me gusta porque el modelo fordista anula a la persona. Y si yo soy un personalista, con esto no estoy de acuerdo, porque en un modelo de organización del trabajo, para mí, primero se debe garantizar la eficiencia, pero debe garantizarse que las personas se realicen. Entonces es allí donde se ve. Si el otro con quien me enfrento, por ejemplo, es un materialista, materialista histórico, dialéctico, ellos dirán "no, lo importante es...". ¿Ustedes saben lo que ha escrito Lenin o cuanto ha escrito Gramsci a propósito del fordismo?. Han escrito cosas bellísimas, para ellos estaba bien. Vayan a leer aquellas páginas: Lenin era un gran sostenedor del fordismo y también el italiano Antonio Gramsci, muy conocido en la Argentina, ha siempre sido un gran sostenedor del fordismo. ¿Por qué? Porque ellos razonaban así: con el fordismo nosotros maximizamos la eficiencia y el obrero no debe pensar mientras trabaja. Porque si piensa mientras trabaja, no puede pensar cuando hace la revolución. Este es el problema, creen en el adoctrinamiento. Esta concepción yo no la comparto, no me gusta. Yo quiero que la persona se divierta y encuentre satisfacción mientras trabaja. Porque si nosotros pasamos diez horas al día en el trabajo y no nos divertimos, ¿de qué sirve ir a divertirse en el fin de semana? El fin de semana son dos días y los otros son cinco días. Yo necesito que se organice el proceso laboral de manera adecuada. Este es el problema de humanizar la economía. Es claro que sobre este camino habrá que dar batalla, confrontarse. Pero la cosa preciosa es ésta: que cuando me encuentro con personas que, por ejemplo, no son cristianas y se llega a este punto, después de un primer momento las cosas cambian. Porque la persona humana no puede mentirse a sí misma o ninguno de nosotros puede decir que "es mejor trabajar en un lugar donde eres tratado como una cosa y a fin de mes tienes mucho dinero " . No es cierto que la gente quiera eso. O sea, si alguno lo quiere, lo dejo libre, pero muchos dicen: "prefiero no ganar tanto dinero y tener un trabajo que me realice más". Tengo muchos alumnos en Italia que son académicos y que frente a la alternativa de ir a trabajar a la Bolsa de New York, porque son muy buenos, y podrían estar allí haciendo carrera, han elegido la investigación, ganar menos. ¿Por qué entonces? Porque hay gente que piensa distinto. Yo no quiero ser moralista, no estoy diciendo que quien trabaja por el dinero es malo y los otros no. ¡Ojo `guai'! con hacer este tipo de juicio. Yo quiero la libertad, que se de la libertad a todos para expresarse de acuerdo al propio modelo. • La teoría del capital social que va asociada al nombre de Gary Becker, Coleman, Fukuyama y luego otros, en efecto es un redescubrimiento de parte de los sociólogos de un concepto que los economistas habían ya elaborado en el siglo diecinueve. Este es el primer punto que lamentablemente no ha sido apreciado. La culpa quizás es también nuestra. Nosotros economistas que, al no haber cuidado aquel aspecto del problema, hemos dejado que otros, en este caso los sociólogos, se hayan interesado. Cuando se habla de capital social, se sabe perfectamente, que hay teorías distintas, la teoría precisamente de Gary Becker es distinta a la de Coleman. La de Coleman es diversa de la de Bourdieu, es decir de la escuela francesa. Bourdieu, que es el fundador de la escuela francesa, tiene una concepción completamente diferente. Es verdad que hoy se tiende a abusar del concepto de capital social, porque se piensa que el capital social puede resolver todos los 17 problemas y esto no es verdad. Esto, una vez más, ¿por culpa de quién? Por culpa de los mismos economistas que no han hablado nunca acerca de por qué el capital social se basa en la confianza. Como no hubo nunca una teoría económica de la confianza, los sociólogos han dicho: la hacemos nosotros, pero haciéndola ellos, han abusado del concepto. Si ustedes leen a Putnam o si él viniese a la Argentina diría: "ustedes están en crisis porque no tienen el capital social " . Si viniese Fukuyama diría lo mismo. Después de esto uno dice "no tenemos el capital social, ¿y entonces?". Por otra parte, el sociólogo en ese punto dice "no es mi deber, porque ése es deber de los economistas". Y así es como van las cosas. He aquí porque enfatizo el hecho de que lo que los economistas no hacen, luego lo hacen los sociólogos. Todo lo contrario es lo que los economistas han hecho desde el comienzo. Si ustedes leen a Antonio Genovesi, o si leen a Adam Smith, no estaba la palabra "capital social", pero el concepto está completamente presente. Luego los economistas lo han abandonado, pero esto, ¿qué significa? Que el problema está en haber abandonado el tema de la confianza, porque la economía de mercado no puede vivir sin la confianza, porque los contratos son incompletos, como la teoría de los contratos nos ha demostrado. Y si los contratos fueran completos y los mercados fueran de competencia perfecta, no habría necesidad ni del estado, ni de la confianza, ni de nada. Porque el primer teorema fundamental de la economía de bienestar dice: "un equilibrio económico general Walrasiano es el óptimo." Pero el problema es que las condiciones para que eso se de no existen porque la información es asimétrica, porque los contratos son incompletos. He aquí por qué es necesaria la confianza, porque si los contratos son incompletos, si no puedo confiar en vos, no haré nunca un contrato contigo, y si no hago el contrato, se bloquea la economía de mercado. Ahora bien, ésta es una laguna grave que los economistas no han cubierto, es decir qué sucede cuando los contratos son incompletos. Si yo considero el juego base de la confianza, lo que se llama "based trust game" y no es un juego simultáneo, sino que es un juego en dos fases: si yo tengo "A," "A" debe decidir primero entre dos alternativas: cooperar o desertar. Si "A" deserta, el resultado es 0/0, el trade off es 0/0. Si "A" coopera, le toca a "B" decidir. "B" puede elegir si querrá cooperar o desertar. Si "B" coopera, supongan que el trade offsea 1/1. Y si "B" en cambio deserta, el trade off es -1/2. Este es el árbol del juego, es un juego en dos fases, secuencial. Ahora bien, pónganse en lugar de "A". Si alguno de ustedes fuera "A", "A" debe decidir primero, luego decide "B". Si ustedes son "A", ¿qué deciden? ¿Cooperar o desertar? Si "A" es racional en el sentido del modelo de la racionalidad instrumental, obviamente deserta, ¿por qué? Porque dice: "si yo coopero, y luego "B" deserta, yo "A", me quedo con -1, en cambio, si me detengo aquí, tengo 0". Y si "A" deserta, el resultado es 0/0. ¿Cuál es la solución óptima, en sentido "paretiano " ? Esta: porque la suma de los bienestares es 2, 1+1= 2 (aquí 0, aquí 1). Ustedes ven, se llama el juego base de la confianza, porque les hace ver que si "A" no tiene confianza en "B", debe desertar si es racional. Si yo soy "A" y no tengo confianza en ti, yo soy racional si voy a 0/0. Pero si voy a 0/0, ¿cómo se puede decir desde un punto de vista económico, que eres racional, si obtienes una solución que es 0?, ¿por qué 0+0=0? Entonces, ¿qué clase de economista soy, si enseño a la gente, a los estudiantes, a comportarse según el canon de la racionalidad instrumental? Mi enseñanza está equivocada, y luego en la práctica la gente se equivoca y luego vienen las crisis. Cuando no hay confianza, no puede haber economía de mercado. La pregunta luego se vuelve, ¿qué debe suceder? No termina aquí la historia, ¿qué condición debe ser satisfecha para que "A" pueda confiar en "B" en sentido razonable? He aquí que debemos introducir una categoría del "ser razonable", que es distinta de la racionalidad. Traducción: Marco Gallo