Voces: PERSONA JURIDICA ~ SOCIEDAD COMERCIAL ~ PROFESIONAL ~ EJERCICIO PROFESIONAL ~ RESOLUCION GENERAL ~ INSPECCION GENERAL DE JUSTICIA ~ PRESTACION DE SERVICIO Título: Sociedades de profesionales Autores: Haidempergher, Laura Lavia Rothenberg, Mónica Publicado en: LA LEY 16/02/2016, 16/02/2016, 1 Cita Online: AR/DOC/270/2016 I. Introducción La evolución de las actividades profesionales en los últimos años ha dado lugar a que la actuación aislada del profesional independiente resulte insuficiente para cumplir con tareas que requieran extrema especialización, o bien de gran volumen o complejidad. Se observa en esos casos la sustitución de esta actividad aislada por una labor de equipo, que tiene su origen en la creciente complejidad de esas actividades y en las ventajas que derivan de la especialización y división del trabajo. Así, las organizaciones colectivas que operan en el ámbito de los servicios profesionales han ido adquiriendo una creciente difusión, escala y diversidad, con marcada tendencia en tiempos recientes a organizar el ejercicio de las profesiones colegiadas por medio de sociedades. En ese contexto, el 29 de noviembre de 1996 se dictó en Francia la ley 66-879 de sociedades civiles profesionales. Conforme lo dispuesto en la versión actual del artículo 1 de dicha ley, las sociedades civiles profesionales pueden ser constituidas entre personas físicas que ejerzan una misma profesión liberal, con el objeto de ejercer en común la profesión de sus miembros. Es decir, en el derecho francés se admite, hace casi veinte años, que una sociedad civil pueda ejercer, por sí misma, una profesión liberal. No obstante, la aptitud de la sociedad civil para ejercer la profesión por sí, no empece que los socios respondan personalmente con todo su patrimonio por las deudas derivadas de su actuación profesional, además de la responsabilidad solidaria que por dichos actos asuma también la sociedad. Todo ello, sin perjuicio de la responsabilidad subsidiaria, ilimitada y solidaria de los socios por las deudas sociales. Por su parte, en el derecho español rige la ley 2/2007 de Sociedades Profesionales, que consagra expresamente la posibilidad de constituir sociedades profesionales propiamente dichas. Esto es, sociedades para el ejercicio de la actividad profesional, a las que se imputa tal ejercicio realizado por los profesionales intervinientes. Dichas sociedades profesionales deben tener por objeto exclusivo el ejercicio en común de actividades profesionales, y podrán desarrollarlas directamente o bien a través de su participación en otras sociedades profesionales. En virtud de lo explicado precedentemente resulta relevante formular una aclaración terminológica: una "sociedad profesional" es aquella que, como se señaló anteriormente, por sí misma ejerce la actividad profesional, es decir, es el propio ente el que presta servicios profesionales a terceros. En cambio, una "sociedad de profesionales" es aquella constituida entre profesionales, no para que sea la persona jurídica quien preste el servicio profesional, sino como simple forma de organización, en la cual quienes efectivamente prestan dicho servicio son los profesionales en forma personal. II. Las sociedades profesionales en nuestro ordenamiento jurídico antes de la vigencia de la Resolución 7/2005 de la Inspección General de Justicia Conforme lo dispone el artículo 2 de la ley 23.187 promulgada en junio de 1985 que rige el ejercicio de la profesión de abogado en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, para ejercer dicha profesión se requiere (i) poseer título habilitante expedido por autoridad competente; (ii) hallarse inscripto en la matrícula que lleva el Colegio Público de Abogados; y (iii) no encontrarse incurso en las incompatibilidades e impedimentos previstos en dicha ley. A partir de dichas previsiones algunos autores sostuvieron que el ejercicio de la abogacía es estrictamente personal y, por ende, no estaría permitido el ejercicio de la profesión por sociedades, es decir, las llamadas sociedades profesionales. En cambio, sí se admitían las denominadas sociedades de medios, que son aquellas que tienen por objeto organizar el desarrollo de la actividad profesional ejercida personalmente por los socios, prestando los servicios de infraestructura necesarios para ello, como secretarias, alquiler de oficinas, sistemas informáticos, biblioteca, entre otros. Respecto de esas sociedades de medios se requería que todos sus socios fueran profesionales con título habilitante. Esta exigencia deriva de los términos del art. 10 inciso d) de la ley 23.187, que expresamente prohíbe a los abogados disponer la distribución o participación de honorarios con personas que carezcan de título habilitante para el ejercicio profesional. © Thomson La Ley 1 En tal sentido, cabe mencionar el caso del expediente correspondiente a la sociedad Price Waterhouse Jurídico Fiscal S.A. iniciado por la Inspección General de Justicia y finalmente resuelto por la Sala E de la Excma. Cámara de Apelaciones en lo Comercial (1). Conocida la constitución de dicha sociedad, el Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires y el Colegio Público de Abogados de la Capital Federal objetaron su inscripción con fundamento en que la estructura societaria de la misma afectaba normas referidas al desempeño de los profesionales de esa rama, concretamente, por estar integrada por dos socios de profesión contadores públicos e incluir en su objeto la prestación de servicios jurídicos. Frente a tales cuestionamientos, la Inspección General de Justicia desestimó el planteo formulado por el Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires por entender que carecía de legitimación activa, hizo lugar parcialmente a la impugnación deducida por el Colegio Público de Abogados e intimó a la sociedad a adecuar sus estatutos. Ello, por entender que el hecho de no haber cumplido con lo dispuesto en el artículo 10, inc. d) de la Ley N° 23.187, ni contemplar la distribución y posesión permanente del capital entre socios contadores y abogados en razón del objeto establecido, así como tampoco haber previsto la distribución de cargos en el directorio a personas con el respectivo título habilitante, configuraban omisiones que implicaban un vicio que afectaba de nulidad la inscripción. Es por ello que la adecuación se ordenó bajo apercibimiento de demandar judicialmente la nulidad de la registración del estatuto. Ambos colegios de abogados recurrieron la resolución de la Inspección General de Justicia, que fue confirmada por la Alzada con el voto de la mayoría. El Dr. Guerrero votó en minoría por entender que la sociedad carecía de objeto lícito. Una previsión en el mismo sentido ya se encontraba contemplada en la ley 20.488, que reglamenta el ejercicio de las profesiones relacionadas con las Ciencias Económicas. Así, el artículo 5 de la ley 20.488 establece que "las asociaciones de los graduados en ciencias económicas a que se refiere la presente ley sólo podrán ofrecer servicios profesionales cuando la totalidad de sus componentes posean los respectivos títulos habilitantes y estén matriculados". Por su parte, el artículo 6 de la referida norma dispone que "las asociaciones de profesionales universitarios de distintas disciplinas actuarán en las Ciencias Económicas bajo la firma y actuación del profesional de la respectiva especialidad de Ciencias Económicas". III. La prohibición contenida en la Resolución N° 7/2005 de la Inspección General de Justicia La primera parte del artículo 56 de la Resolución 7/2005 de la Inspección General de Justicia impedía expresamente la inscripción de la constitución de sociedades o asociaciones bajo forma de sociedad que tuvieran por objeto la prestación de servicios profesionales que requieran título habilitante a personas físicas. Sin embargo, dicha norma admitía la inscripción de sociedades integradas exclusivamente por profesionales, cuyo objeto consistiera en organizar el desarrollo de la actividad profesional prestada personalmente por los mismos y/o de terceros también profesionales, aplicando al efecto los aportes que los socios efectuaran. Es decir, que nuestro ordenamiento jurídico no contemplaba a las sociedades de profesionales como un tipo en particular. Sin embargo, sí se admitían las denominadas "sociedades de medios" o "instrumentales". Se trata de sociedades constituidas por profesionales para facilitar a sus miembros el ejercicio de su actividad, sin que la sociedad pueda ejercerla por sí misma (2). Dicho de otro modo, se trata de sociedades constituidas entre profesionales, no para que sea la persona jurídica quien preste el servicio profesional —lo que resultaba vedado en nuestro ordenamiento jurídico— sino como forma de organizar y facilitar el servicio profesional que los profesionales socios ofrecen y prestan a los clientes como equipo de trabajo estable y organizado (3). En tal sentido, resultó relevante el pronunciamiento de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, al afirmar que "la legislación vigente permite el ofrecimiento de servicios profesionales mediante estructuras asociativas o personas jurídicas distintas de los socios, con la condición de que todos ellos se encuentren matriculados (artículo 5 de la ley 20.488), siendo también claro que las profesiones enumeradas en el artículo 1 de la citada ley sólo pueden ser ejercidas por personas físicas (artículos 1 y 2 de la ley 20.488) " (4). La Resolución de la Inspección General de Justicia 7/2005 establecía los siguientes requisitos especiales para sociedades comerciales de esta naturaleza. 1. Los socios e integrantes de la administración social debían ser exclusivamente profesionales con el título habilitante vigente necesario para brindar los servicios cuya prestación se organizaba mediante la constitución de la sociedad. 2. Si el objeto social preveía la prestación de servicios propios de incumbencias profesionales diferentes, el contrato o estatuto debía contemplar la participación en la administración social de profesionales de esas mismas incumbencias. En tal caso, el órgano de administración debía estar organizado en colegio, de modo que la reglamentación de su funcionamiento previera que el voto mayoritario o unánime necesario para adoptar decisiones vinculadas a determinada incumbencia profesional, proviniera de administradores que contaran con dicho título profesional. © Thomson La Ley 2 3. La reglamentación contractual o estatutaria de la transmisión de la participación social debía asegurar la incorporación como socio, en reemplazo del transmitente, de otro profesional que contara con el mismo título que éste. 4. Las estipulaciones relativas a los derechos y obligaciones de los socios entre sí y respecto de terceros (artículo 11, inciso 8°, ley 19.550) debían contemplar expresamente que se excluyera de la limitación de responsabilidad derivada del tipo social adoptado, toda obligación o responsabilidad asumida en el ejercicio de la profesión de los socios. De este modo, constituía una nota caracterizante de estas sociedades "el hecho de que todos los socios, absolutamente todos, asumen la obligación de prestar servicios profesionales no al ente societario (es decir, no será una prestación a favor de la sociedad) sino directamente a terceros (los clientes) con quienes entrarán a vincularse, fuera de toda directiva que la sociedad pretenda impartir" (5). En el mismo sentido, se exigía que su capital accionario estuviera distribuido, exclusivamente, entre profesionales, y su órgano de administración integrado únicamente por aquéllos (6). Por tratarse, en definitiva, de una sociedad, los profesionales socios estaban subordinados a sus órganos de administración, que fijaba los criterios a seguir en pro de la consecución del objeto social. Sin embargo, ello no eliminaba el ejercicio personal de su profesión, ni sustituía su actividad individual (7). Es por ello que la Inspección General de Justicia denegó la inscripción de una sociedad anónima que no cumplía con todos esos requisitos. En efecto: la sociedad "Moulinmer S.A." peticionó su inscripción en la Inspección General de Justicia durante la vigencia de la Resolución IGJ 7/05. Si bien su objeto era amplio, entre las actividades comprendidas en el mismo se encontraba la ejecución y dirección de proyectos de obra. La Inspección General de Justicia denegó la inscripción de la sociedad con fundamento en el artículo 56 de la Resolución IGJ 7/05, por entender que el ejercicio de dichas actividades exigía para su realización un título profesional habilitante de ingeniero, calidad de la que carecía uno de sus socios. La Alzada confirmó dicho criterio (8). Sin embargo, la Excma. Cámara entendió que frente a la denegación de inscripción de una sociedad dedicada a la actividad profesional de ingeniería por el hecho de que uno de sus integrantes no poseía título de ingeniero se presentaban dos posibilidades: (i) se readecuaba en el texto de los estatutos sociales la formulación de aquellas expresiones que inescindiblemente quedaban vinculadas con servicios profesionales, o (ii) se constituía una sociedad de medios cumpliendo con la segunda parte del artículo 56 de la Resolución IGJ 7/05. IV. La incorporación de las sociedades de profesionales a partir de la Resolución N° 7/2015 de la Inspección General de Justicia Con fecha 28 de julio de 2015 la Inspección General de Justicia dictó la Resolución N° 7/2015, que reemplaza la Resolución N° 7/2005. En su artículo 57, la nueva Resolución revierte el criterio anterior, esto es, admite expresamente la constitución de sociedades de profesionales, vale decir, de "sociedades integradas exclusivamente por profesionales con título habilitante extendido a personas humanas, que se asocien para ejercer las actividades propias de sus incumbencias en el caso que se lo permitan las leyes que reglamenten su ejercicio quedando sujetos a dicha normativa". Por otra parte, la nueva resolución continúa admitiendo la formación de sociedades instrumentales o de medios para aquellos casos en los cuales las leyes de incumbencia profesional no les permitieren a dichos profesionales asociarse. Los requisitos para la inscripción de estas sociedades de medios o instrumentales son idénticos a los previstos en la anterior regulación. V. Conclusión Como se explicó en el capítulo introductorio, la modalidad actual de prestación de servicios profesionales ha conducido a un reemplazo de la actuación personal e individual por una labor de equipo, que facilita la atención de asuntos de mayor complejidad y envergadura. La expresa incorporación de la sociedad de profesionales a nuestro ordenamiento jurídico a partir del dictado de la Resolución 7/2015 de la Inspección General de Justicia recepta estas nuevas tendencias, que en algún momento deberán incluso conducir a la plena admisión de la creación y funcionamiento de sociedades profesionales propiamente dichas, es decir, de entes que asuman por sí el ejercicio de actividad profesional, como ocurre en otras legislaciones desde hace ya varios años. (1) CNCom., Sala E, 28/04/2000, Inspección General de Justicia c. Price Waterhouse, E.D. 188-217. (2) conf. ANAYA, Jaime, "La sociedad de profesionales", ED, 123-272. (3) FARINA, Juan M., "El Contrato de Sociedad dentro de los Contratos de Colaboración. Las Sociedades entre Abogados", en Derecho Empresario Actual, Homenaje al Dr. Raymundo L. Fernández, Depalma, p. 325. (4) CSJN, "Inspección General de Justicia c. Ghiano, Re y Asociados S.A.", diario El Derecho del día 18 de © Thomson La Ley 3 abril de 2011, con comentario de Pilar Rodríguez Acquarone. (5) FARINA, op. cit. p 323 y ss. (6) Resolución IGJ dictada en el expediente. "Adefi S.A. s/constitución", 14 de febrero de 2001 (LL, suplemento IGJ, 20 de marzo de 2001. (7) conf. BELLO KNOLL, Susy, "Las sociedades anónimas de profesionales en ciencias económicas", LL 2006-B, p. 563. (8) "Inspección General de Justicia c/Moulinmer S.A. s. Organismos Externos"; CNCom., Sala F, 1 de septiembre de 2011. © Thomson La Ley 4