1 2 SECRETARÍA DE EDUCACIÓN PÚBLICA Subsecretaría de Educación Superior Coordinación General de Universidades Tecnológicas LAS TRAYECTORIAS EDUCATIVAS EN LAS UNIVERSIDADES TECNOLÓGICAS UN ACERCAMIENTO AL MODELO EDUCATIVO DESDE LAS PRÁCTICAS ESCOLARES Y CULTURALES DE LOS JÓVENES UNIVERSITARIOS ADRIÁN DE GARAY SÁNCHEZ PROFESOR INVESTIGADOR DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA UNIDAD AZCAPOTZALCO 3 INVESTIGADOR Adrián de Garay Sánchez COORDINACIÓN GENERAL DE LA OBRA Coordinación General de Universidades Tecnológicas COEDICIÓN Universidad Tecnológica de la Sierra Hidalguense LAS TRAYECTORIAS EDUCATIVAS EN LAS UNIVERSIDADES TECNOLÓGICAS Un acercamiento al modelo educativo desde las prácticas escolares y culturales de los jóvenes universitarios Primera edición, marzo 2006 5,000 ejemplares SECRETARÍA DE EDUCACIÓN PÚBLICA Subsecretaría de Educación Superior Coordinación General de Universidades Tecnológicas http://cgut.sep.gob.mx vinculacion@cgut.sep.gob.mx Francisco Petrarca 321, Col. Chapultepec Morales C. P. 11570, México, D. F. Teléfonos (01 55) 52 31 16 05 / 06 ISBN: 968-5727-03-1 Prohibida la reproducción parcial o total del contenido de esta obra por cualquier medio 4 Agradecimientos Es importante agradecer la colaboración de todos aquellos que están haciendo posible la realización sistemática de este proyecto sumamente relevante para nuestro país, particularmente al Dr. Julio Rubio Oca, Subsecretario de Educación Superior y al Dr. Arturo Nava Jaimes, Coordinador General de las Universidades Tecnológicas. Su confianza depositada en un servidor, su entusiasmo y profesionalismo es invaluable. Igualmente agradezco a Arturo Vázquez quien es el responsable de la logística del estudio, así como a sus colaboradores Kajim Shajid, Salvador Lechuga y Jorge Magaña. También agradezco el apoyo de Angélica Mejía y Pedro Preciado de la Coordinación General de las Universidades Tecnológicas. A Linda Vázquez, mi ayudante de investigación en la UAM quien fue un soporte técnico de primer orden. Del avance y obtención de resultados regulares está siendo posible diseñar acciones institucionales y políticas regionales y federales para fortalecer la formación de nuestros estudiantes universitarios. 5 6 Presentación Una de las líneas de acción que establece el Programa Nacional de Educación 2001 - 2006, en el nivel superior, es «la realización de estudios para profundizar en el conocimiento de los alumnos que atiende la institución, de seguimiento de sus egresados y para recabar información de los empleadores», por lo que el Subsistema de Universidades Tecnológicas inició en el año 2002, el proyecto de trayectorias educativas, cuyo objetivo es conocer las principales características y prácticas sociales que realizan sus estudiantes, tanto en su carácter de alumnos de una institución de educación superior, como en el de jóvenes pertenecientes a universos social y culturalmente más amplios, a lo largo de su ciclo de formación profesional. El estudio de trayectorias educativas, al considerar al total de la población estudiantil de las Universidades Tecnológicas, permitió conformar una base de datos de todo el Subsistema, en forma homogénea, lo cual facilita la conformación de perfiles generales de los estudiantes que eligen estudiar en ellas, así como establecer comparaciones entre instituciones. Por otro lado, al ser un estudio de carácter longitudinal, ofrece la posibilidad de analizar la evolución que siguen los jóvenes a lo largo de su permanencia en la educación superior. Como complemento, la contribución al conocimiento de quiénes son y qué hacen los estudiantes en su tránsito por la Universidad, se 7 explora al interior y al exterior de su espacio universitario, lo cual resulta una aportación fundamental para mejorar los servicios de apoyo a los estudiantes que ofrecen las instituciones. El conocimiento de las trayectorias educativas de los jóvenes de las Universidades Tecnológicas, permitirá al Subsistema y a las propias instituciones, generar políticas encaminadas a reducir los índices de deserción, elevar la calidad de los procesos de atención a los alumnos, así como a la formación integral del Técnico Superior Universitario, toda vez que ofrece un amplio marco de diagnóstico de sus características. Los rectores han reconocido la importancia del proyecto y es por ello que establecieron la aplicación anual de las encuestas correspondientes a toda su población estudiantil, a fin de conformar un sistema de información permanente que permita, entre otras cosas, el análisis de las tendencias que siguen los perfiles de sus jóvenes a lo largo de todo su ciclo de formación. Con ello, el Subsistema de Universidades Tecnológicas es el único en México que realiza un seguimiento sistemático y permanente de sus estudiantes. Este esfuerzo es actualmente una herramienta determinante para contar con elementos para la toma de decisiones respecto a la formación de los Técnicos Superiores Universitarios, en el ámbito de una educación de buena calidad, a través de un mejor conocimiento de sus prácticas escolares y culturales. JULIO RUBIO OCA SUBSECRETARIO DE EDUCACIÓN SUPERIOR 8 Índice Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 CAPÍTULO I El Subsistema de Universidades Tecnológicas en México . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 C A P Í T U L O II Algunas diferencias entre las características de los alumnos que ingresaron y los que permanecieron a un año de estudios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21 C A P Í T U L O III Otras características sociales, condiciones de estudio en casa y valoración de la familia . . . . . . . . . . . . . . . 31 C A P Í T U L O IV Perspectivas de desarrollo futuro que vislumbran los estudiantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47 CAPÍTULO V Cambios efectuados al ingreso en la universidad . . . . . . . . . 51 C A P Í T U L O VI Las prácticas escolares de los estudiantes . . . . . . . . . . . . . . . 59 C A P Í T U L O VII Organización de las sesiones de clase y laboratorios . . . . . . 81 C A P Í T U L O VIII Prácticas docentes del profesorado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103 9 C A P Í T U L O IX Las prácticas de consumo cultural de los estudiantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127 CAPÍTULO X Satisfacción de expectativas y planes de desarrollo futuro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139 C A P Í T U L O XI La experiencia en las Estadías de los estudiantes de la generación 2002 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145 Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163 Bibliografía básica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169 10 Introducción Una de las líneas de política pública propuesta por la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) antes del cambio de gobierno en 1999, y posteriormente establecida en el Programa Nacional de Educación del actual sexenio, consistió en la realización de diversas investigaciones sobre los estudiantes universitarios, con objeto de contar con mayor información que permitiera construir e implementar más y mejores políticas que garanticen la formación integral de los alumnos. Con dicho propósito, en el año 2002 el conjunto de las Universidades Tecnológicas de nuestro país, a iniciativa de la entonces Subsecretaría de Educación Superior e Investigación Científica, hoy Subsecretaría de Educación Superior, decidieron iniciar la realización de estudios sistemáticos y permanentes sobre las trayectorias educativas y culturales de sus alumnos. Es, sin duda, una medida sin precedentes en la historia de la educación superior mexicana, ya que no existen antecedentes de un esfuerzo institucional y gubernamental de tal magnitud. De esta forma, cada una de la Universidades cuenta hasta la fecha con información relativa a las características socioeconómicas, educativas y culturales de los alumnos de primer ingreso que se inscribieron en los ciclos escolares de los años 2002, 2003 y 2004. Las 11 instituciones tienen ahora las condiciones para construir los perfiles típicos de sus alumnos de nuevo ingreso, a partir de lo cual han diseñado e implementado distintas acciones que fortalecen la formación integral de los mismos. Como primera acción, se aplicó un cuestionario a la totalidad de los alumnos que comenzaron sus estudios en septiembre de 2002, con objeto de conocer su perfil sociocutural, sus hábitos de estudio, la opinión que tenían sobre sus profesores durante el bachillerato, las prácticas culturales que llevaban a cabo, así como los motivos que los llevaron a estudiar en una Universidad Tecnológica y sus expectativas de desarrollo futuro. Un año después, en 2003, se procedió a la aplicación de otro cuestionario con objeto de dar seguimiento a las características de la totalidad de la población estudiantil que logró permanecer en su respectiva Universidad, y al mismo tiempo aproximarnos al conocimiento de sus principales prácticas académicas y culturales, con el fin de descifrar si se habían modificado o no y en qué sentido. Igualmente, indagamos su opinión sobre el profesorado, los servicios múltiples que ofrece cada plantel, así como el uso que hacen de ellos, para finalmente saber el grado de satisfacción de sus expectativas educativas al haber concluido su primer año de estudios. Conviene advertir desde ahora que debido a que en el cuestionario de 2002 se decidió no registrar el nombre y/o matrícula de los jóvenes, no es posible analíticamente hablando conocer el perfil tipológico de aquellos que abandonaron la institución, aunque algunos indicadores relativamente 12 invariantes nos permiten, como veremos, inducir el tipo de estudiantes que abandonan y los que permanecen en las Universidades Tecnológicas. No sobra señalar que el proyecto de investigación no tiene como propósito central analizar el abandono y/o deserción escolar, sino conocer a profundidad a los jóvenes que transitan por las Universidades Tecnológicas. Entre septiembre y noviembre de 2004, una vez que se cumplió el plazo previsto en los Planes y Programas de estudio para que culminaran sus respectivas carreras los estudiantes que ingresaron en 2002, procedimos a la aplicación de un tercer cuestionario, mismo que tenía por objetivo darle un seguimiento puntual a la población que continuó por segundo año en las Universidades Tecnológicas y concluyó sus estudios. Además de abordar varias de las dimensiones de observación que registramos en los anteriores instrumentos, nos interesaba, particularmente, rescatar con mayor detalle la experiencia obtenida por los alumnos durante sus diversas estadías profesionales realizadas en el último cuatrimestre. 13 14 15 16 El Subsistema de Universidades Tecnológicas en México En 1989, la SEP inició un importante programa de evaluación y mejoramiento de la educación superior que abarcó a todas a las universidades públicas e instituciones estatales. Al mismo tiempo, emprendió el estudio sobre nuevas opciones de educación superior, tal y como se planteaba en el Programa para la Modernización Educativa 1989-1994. Con base en las experiencias de algunos países como Francia, Estados Unidos, Alemania, Gran Bretaña y Japón, el gobierno federal decidió la realización de un proyecto que, a través de estudios específicos, permitiera la definición de un nuevo modelo pedagógico de tales características que hiciera posible crear una opción de educación superior alternativa a las tradicionales licenciaturas. Con estos antecedentes se diseñó una modalidad de educación superior que ha prestado un importante servicio a los sectores productivos, permitiendo al mismo tiempo a los jóvenes llenar sus expectativas de formación académica y desempeño profesional. En alguna medida, las Universidades Tecnológicas (UUTT) se han constituido, desde la década de los noventa, en una de las principales estrategias gubernamentales para atender la demanda de educación superior en la mayoría de los estados de la República. Con algunas variantes, las 17 características principales y comunes de todas las Universidades Tecnológicas son las siguientes: educación intensiva en dos o tres años posteriores al bachillerato, carreras profesionales que responden directamente a las necesidades de las empresas, examen de selección, dedicación de tiempo completo por parte de los alumnos, talleres y laboratorios con tecnología de punta, fuerte vinculación universidad-empresas y continuidad con la educación universitaria de licenciatura. En el diseño, aprobación y financiamiento de las Universidades Tecnológicas participan directamente el gobierno federal a través de la Subsecretaría de Educación Superior, los gobiernos estatales y municipales, así como los empresarios de las regiones involucradas. En 1991 se abrieron las primeras tres UUTT: Nezahualcóyotl, en el estado de México; Tula-Tepeji, en el Estado de Hidalgo; y Aguascalientes en el estado del mismo nombre, con una población total de 426 alumnos. Al concluir el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, en 1994, existían siete universidades. Además de las mencionadas se sumaron los planteles del Norte de Guanajuato, Fidel Velázquez, Puebla y Querétaro, abarcando así a seis estados del país y con una matrícula total de 2,575 alumnos. Durante el sexenio de Ernesto Zedillo se dio un impulso importante a la expansión del Subsistema, ya que se llegó a 48 UUTT, distribuidas en 24 estados de la República y con una matrícula de 42,609 alumnos. En lo que va del sexenio del presidente Vicente Fox se han creado 12 nuevas UUTT, con lo que la cifra de instituciones del Subsistema se eleva a 60, abarcando una 18 cobertura geográfica en 26 estados y atendiendo una matrícula de 63,236 alumnos inscritos. Aunque quizá no se ha logrado la cobertura esperada en la planeación del Subsistema, es innegable que se trata de un esfuerzo gubernamental de gran envergadura por ofrecer otro tipo de formación profesional a miles de jóvenes mexicanos. El Subsistema de Universidades Tecnológicas (SUT) está dividido en seis regiones geográficas, donde participaron 54 de las 60 instituciones, a saber1: 1) Noroeste. Abarca los estados de Baja California, Sonora y Chihuahua. Comprende 6 UUTT: Tijuana, Hermosillo, Nogales, Sur de Sonora, Ciudad Juárez y Chihuahua (9.1% de la matrícula). 2) Noreste. Incluye los estados de Coahuila, Nuevo León, San Luis Potosí, Tamaulipas y Zacatecas. Contiene 12 UUTT: Coahuila, San Luis Potosí, General Mariano Escobedo, Norte de Coahuila, Santa Catarina, Torreón, Zacatecas, Tamaulipas Norte, Matamoros, Región Centro de Coahuila, Altamira y Nuevo Laredo (18.1% de la matrícula). 3) Centro-Occidente. Abarca los estados de Aguascalientes, Guanajuato, Jalisco, Michoacán y Nayarit. Comprende 10 UUTT: Aguascalientes, Norte de Guanajuato, León, Jalisco, Suroeste de Guanajuato, Morelia, Norte de Aguascalientes, Nayarit, La Costa y Zona Metropolitana de Guadalajara (16.3% de la matrícula). 1 Las seis UUTT que no participaron no habían sido creadas al momento de iniciar este estudio. 19 4) Centro-Sur. Comprende los estados de Guerrero, Morelos, Puebla y Tlaxcala. Incluye 8 UUTT: Puebla, Tecamachalco, Tlaxcala, Costa Grande de Guerrero, Izúcar de Matamoros, Huejotzingo, Emiliano Zapata y Xicotepec de Juárez (19.6% de la matrícula). 5) Centro. Contiene los Estados de Hidalgo, Estado de México y Querétaro. Incluye 12 UUTT: Nezahualcóyotl, Tula Tepeji, Fidel Velázquez, Querétaro, Tulancingo, Huasteca Hidalguense, Tecámac, Valle del Mezquital, Sierra Hidalguense, Sur del Estado de México, San Juan del Río y Valle de Toluca (27.4% de la matrícula). 6) Sur-Sureste. Abarca los estados de Campeche, Chiapas, Quintana Roo, Tabasco y Yucatán. Contiene 6 UUTT: Tabasco, Campeche, Cancún, La Selva de Chiapas, Metropolitana de Yucatán y Regional del Sur de Yucatán (9.5% de la matrícula). 20 21 22 Algunas diferencias entre las características de los alumnos que ingresaron y los que permanecieron a un año de estudios Si partimos del supuesto de que todas las Universidades Tecnológicas aplicaron el cuestionario a la totalidad de los alumnos que ingresaron en 2002, el total de jóvenes que empezaron sus carreras ascendió a 21,837. Si igualmente, suponemos que en 2003 se aplicó el instrumento a todos los estudiantes que se inscribieron en el segundo año de estudios, la cifra llegó a 16,357 estudiantes. Esto significa que abandonaron sus estudios en el transcurso del primer año 5,480 sujetos, lo que representa a nivel nacional una pérdida del 25% de la matrícula escolar, siendo las UUTT de la región Centro donde en mayor medida ocurrió dicho fenómeno: 27.3%, en contraste con la región Sur-Sureste donde abandonaron el 20.2%. No se trata de una proporción menor, aunque la tendencia es similar a lo que acontece en la mayor parte de las instituciones de educación superior mexicanas. Miles de jóvenes que optaron por estudiar una carrera universitaria en alguna Universidad Tecnológica, la dejaron por distintos motivos. Por último, si suponemos que en 2004 se aplicó el cuestionario al conjunto de los alumnos que lograron egresar, la cifra total es de 12,708 casos, lo que representa al 58.2% de la generación que ingresó en el año 2002. Sin embargo, en este último caso, es muy probable que el porcentaje de egresados sea superior, ya que la capacidad 23 de aplicación del cuestionario que lograron las UUTT es menor al número de sujetos que concluyeron sus estudios, debido, entre otras cosas, a que existen jóvenes que no regresan a su institución para obtener su título de manera inmediata a la conclusión de su estancia profesional, tiempo en el que se aplicó el instrumento, o bien a la escasa capacidad organizativa de algunas UUTT que no lograron captar a sus egresados. La baja cobertura que se llevó a cabo en varias UUTT, nos obligó a excluirlas del análisis correspondiente al último año de estudios de la generación 2002, lo que a su vez nos impidió hacer una comparación estadísticamente válida para apreciar los cambios, las diferencias y las similitudes de la población entre el ingreso, el primer y segundo año. De tal forma que el análisis que llevamos a cabo tuvo forzosamente que separarse en dos grandes apartados, a saber: en el primero, una comparación entre la población al momento del ingreso y un año después de transitar en las UUTT, en el segundo, algunas características y datos relevantes de los alumnos de la generación que se logró encuestar al finalizar sus estudios profesionales. Como apuntábamos arriba, no es posible saber con exactitud quiénes fueron los jóvenes que abandonaron las UUTT en el transcurso del primer año porque no contamos con su identificación personal en el cuestionario. Sin embargo, algunos de nuestros indicadores pueden aproximarnos a ciertas variaciones en el perfil de la población, lo que eventualmente nos permita inferirlo, en particular estamos hablando del 24 sexo, el régimen jurídico en el que estudiaron el bachillerato y la escolaridad de los padres, ya que se trata de variables que para el conjunto de la población pueden considerarse relativamente invariantes en el tiempo de uno o dos años y remiten a ciertas características de origen de los sujetos. Una primera característica que en general podemos considerar que no modifica a los sujetos es el sexo. De acuerdo con los resultados del primer ingreso en 2002, el 61.3% de los jóvenes que ingresaron declararon ser hombres, en 2003 la proporción descendió al 59.4%. Esto representa una variación del 1.9%, de lo que si bien puede desprenderse que las mujeres tienen un mayor grado de permanencia, estadísticamente no resulta significativo, es decir, el ser hombre o mujer no es una dimensión que explique el abandono o continuidad en los estudios en las UUTT para dicha generación en el transcurso del primer año (Cuadro 1). Por regiones se mantienen las diferencias en el peso de género, y en ningún caso se detectaron cambios relevantes en comparación con el comportamiento general entre 2002 y 2003, por ello, el Noroeste se mantiene como la región donde predomina fuertemente la población masculina, y en el Centro la población femenina. 25 En cualquier caso, hay que señalar la considerable presencia nacional de las mujeres en el Subsistema, que si bien no alcanza las proporciones de lo que ya ocurre a nivel licenciatura, es signo inequívoco de cambios importantes en la concepción y papel de la mujer en el desarrollo educativo nacional, sobretodo tratándose de un Subsistema que por el perfil de sus carreras tradicionalmente suele ser poco atractivo para el sexo femenino. Una característica notable en la composición de la población es que la gran mayoría de ella proviene de padres y madres que no tuvieron la oportunidad de realizar estudios superiores. Se trata, además, de proporciones significativamente mayores en comparación con las universidades públicas e incluso con los institutos tecnológicos públicos. En este sentido, el propósito gubernamental por ampliar la equidad educativa es un hecho irrebatible. El Subsistema de Universidades Tecnológicas está permitiendo el ingreso de sectores sociales antes excluidos de la educación superior. (Cuadro 2). Con relación a la escolaridad de los padres de los alumnos, una hipótesis comúnmente manejada entre algunos especialistas, y entre ciertos sectores de autoridades y profesores, es que los jóvenes que provienen de familias cuyo padre y madre no lograron tener estudios superiores, previsiblemente tenderán con mayor frecuencia a abandonar su carrera universitaria al no contar con las condiciones culturales para desarrollarse en un ambiente totalmente ajeno al núcleo familiar. Sin embargo, los resultados que encontramos en 26 las UUTT no apuntan en esa dirección, ya que muestran que quienes abandonaron la universidad fueron, en mayor medida relativa, aquellos jóvenes cuyos padres tuvieron contacto con la educación superior, si bien, como puede verse en el Cuadro 2 las diferencias no son significativas: 2.6% entre 2002 y 2003. Por regiones, el Noreste se mantiene como la zona donde más predominan los alumnos cuyos padres tienen estudios superiores, al mismo tiempo fue la región donde la mayor proporción de jóvenes con padres universitarios abandonaron las UUTT: 4%. Por su parte, la región CentroSur continuó caracterizándose por tener a los alumnos con el más bajo capital escolar de sus padres, no existiendo variaciones en sus proporciones entre 2002 y 2003. En cuanto a la escolaridad de la madre, el comportamiento de la población es muy similar a la del padre, esto es, abandonaron en mayor medida los jóvenes cuyas madres tenían estudios superiores, pero de nuevo la diferencia no es significativa como para inferir una pauta socialmente relevante. En las regiones se sostiene la Noreste por tener la mayor proporción de madres con 27 estudios universitarios, aunque fue en la que más jóvenes abandonaron su formación con dicho perfil, mientras que la región Sur-Sureste, sin variaciones entre 2002 y 2003, continuó siendo la región donde en mayor medida que las otras predominan los alumnos con madres de escaso capital escolar (Cuadro 3). En síntesis, por lo menos para el primer año de trayectoria de los estudiantes de la generación 2002, no puede sostenerse que la escolaridad de los padres sea un factor que repercuta en su permanencia o abandono institucional. Otra variable que permite apreciar diferencias en el perfil de origen de los sujetos es el régimen jurídico en el cual cursaron sus estudios previos a la universidad, en particular, pusimos atención al tipo de bachillerato cursado. En este caso, la gran mayoría de los alumnos provienen de escuelas públicas, esto es, el SUT se ha constituido en una opción de desarrollo profesional para jóvenes que transitaron por el nivel medio superior público. Por su parte, encontramos que no existen diferencias de peso entre 2002 y 2003, esto es, la proporción de jóvenes que continuaban en las UUTT y que estudiaron en bachillerato público o privado se 28 mantuvo relativamente estable, sólo varió en 1.9% a favor de los públicos. En las regiones, la Sur-Sureste se sostiene con el mayor porcentaje de los jóvenes que estudiaron su bachillerato en una escuela pública; la región Centro-Occidente se mantiene igualmente por ser la zona geográfica donde incrementa más la proporción de jóvenes que cursaron su bachillerato en instituciones privadas. De tal forma que no es posible sostener, como muchas veces se afirma, que los alumnos que estudiaron en bachilleratos privados logran una mayor permanencia en la universidad (Cuadro 4). Finalmente, otro indicador que puede ser útil para inferir alguna diferencia del perfil originario de la población consiste en observar la variación en el promedio de edad del conjunto. En el cuestionario aplicado en 2002 el promedio de edad era de 19.7 años. Si aquellos que dejaron la universidad se repartieran con relativa homogeneidad entre todos los grupos de edad, el promedio en 2003 sería de 20.7 años. Los resultados arrojaron que el promedio fue de 20.5 años, esto es, una diferencia de .8. Si los más jóvenes hubieran abandonado, el promedio de edad hubiera sido superior a los 21 años, lo cual no ocurrió. 29 En conclusión, y dadas las limitaciones del estudio en esta primera fase, donde carecíamos de datos relativos a la identificación personal de los sujetos, con las variables analizadas no puede derivarse que el abandono escolar sea atribuible al sexo, a la escolaridad de los padres, al régimen del bachillerato cursado o a la edad. 30 31 32 Otras características sociales, condiciones de estudio en casa y valoración de la familia No obstante que el promedio de edad de los estudiantes se ubica en el que la mayoría de los jóvenes mexicanos establecen relaciones matrimoniales, es claro que para la población universitaria dicho compromiso sigue siendo aplazado para otro momento de sus vidas, ya que el 94.9% declaró ser soltera al momento del ingreso. En el lapso de un año, el estado civil de los jóvenes de las UUTT tuvo pocas variaciones, de nuevo, la gran mayoría de la población continuó siendo soltera: 93.8%. El comportamiento por regiones también mantiene los mismos contrastes, esto es, en el Centro es mayor la proporción de solteros y en el Noroeste es menor (Cuadro 5). En cuanto a la condición laboral de los estudiantes, más de una cuarta parte declaró que llevaba a cabo alguna actividad laboral además de dedicarse a estudiar cuando iniciaron sus estudios. Este dato llama la atención porque se supone que las características propias del modelo educativo 33 de las UUTT exigen alumnos de tiempo completo y exclusivo (Cuadro 6). Dicha proporción es, además, muy similar a un año de estudios. Como lo hemos indicado en párrafos anteriores, en este caso no podemos saber si los alumnos que trabajaban al ingresar a la universidad son los mismos que lo hacen actualmente, o a la inversa, lo cierto es que una proporción relativamente importante combina sus estudios con el trabajo remunerado. Adicionalmente, hay que señalar que estas proporciones son muy semejantes a lo que acontece en la mayoría de las universidades públicas y de las instituciones particulares, esto es, en nuestro sistema educativo superior es una realidad que, en promedio, una tercera parte de los jóvenes realiza algún tipo de actividad laboral además de dedicarse a los estudios. Por regiones, la Noroeste vuelve a obtener el mayor porcentaje por los jóvenes que trabajan: 41.9%, y en el Centro existe la menor proporción, no habiendo diferencias sustanciales en dichas regiones entre 2002 y 2003. En relación al número de horas que dedican los que trabajan, tampoco se perciben diferencias importantes a nivel del conjunto de la población, la mayor proporción se 34 localiza entre aquellos que invierten más de veinte horas a la semana. Por su parte, la región Noroeste es donde el porcentaje de los que trabajan más de 20 horas a la semana es mayor que el resto: 66.8%, similar al ingreso, y a diferencia de lo ocurrido en 2002, la región Centro desplazó a la Centro-Sur por contener a la menor proporción de alumnos que trabajan más de 20 horas a la semana. Finalmente, es conveniente mencionar que la población de la región Centro-Occidente tuvo una variación apreciable entre 2002 y 2003, ya que disminuyó el porcentaje de los jóvenes que dedicaban 10 o más horas al trabajo, mientras creció la que invierte menos de 10 horas a la semana (Cuadro 7). ¿Cuáles son los motivos por los que trabajaron los estudiantes de la generación 2002 de las UUTT durante el año 2003? Como puede verse en el cuadro 8, no existen diferencias significativas a un año de estancia, lo que quiere decir que la gran mayoría —77.1% en 2002 y 77.7% en 2003— trabaja por algún tipo de necesidad económica. No cabe duda que el Subsistema de Universidades Tecnológicas necesita hacer esfuerzos adicionales para otorgar mayor número de becas a sus alumnos, con objeto 35 de permitir que se dediquen plenamente a sus estudios, pues sigue siendo muy alto el porcentaje de jóvenes que trabaja por necesidad económica. 2 En las regiones se mantiene la tendencia global en el sentido de que la mayoría trabaja por necesidad económica, sin embargo, existen algunas diferencias internas que vale la pena indicar. En el Noroeste se redujo la proporción de jóvenes que trabaja «para pagarse sus estudios» que pasó del 40.1% en 2002 al 32.4% en 2003, pero aumentó el porcentaje de quienes trabajan «para ayudar al gasto familiar» o «para sostener a sus familias». En contraste, en el Sur-Sureste aumentó el número de quienes trabajan «para pagarse sus estudios» ya que en 2002 era de 53.9% y en 2003 subió al 58.5%, mientras que la proporción de aquellos que trabajan para «ayudar al gasto familiar» o «para sostener a sus familias» disminuyó. Por su parte, mientras en 2002, cuando recién ingresaron a las UUTT, el 41.7% sostenía que su trabajo «nunca» tenía relación con los estudios que iban a emprender, en 2003 dicha proporción se redujo al 35.6%, que no obstante de ser el grupo que contiene el mayor porcentaje de los estudiantes que trabajan, denota un relativo cambio en el tipo de 2 A la fecha se encuentran becados más de nueve mil estudiantes de las UUTT. 36 actividad laboral que llevan a cabo (Cuadro 9). Por regiones, la Sur-Sureste continúa siendo aquella donde sus jóvenes sostienen una actividad laboral más relacionada con sus estudios, si se suma «con frecuencia» y «totalmente», notándose, además, un aumento relativo en el lapso de un año, pasó del 35.7% al 40.5%. La región Noroeste mantiene su mismo peso entre 2002 y 2003: 34.4%, la Noreste baja parcialmente del 31.7% al 30%. Sin embargo, la región Centro-Occidente pasa a ocupar el segundo lugar de importancia con un 34.1%; mientras que las regiones CentroSur y Centro denotaron un relativo crecimiento de la proporción de jóvenes que afirman que su trabajo tiene mayor relación con sus estudios en las UUTT. Ahora bien, en cuanto a las condiciones de estudio que poseen los jóvenes universitarios en sus lugares de residencia, revisemos en primer lugar el indicador de espacio privado para estudiar en casa. Al respecto, como puede verse en el cuadro 10, se denota un mínimo avance entre 2002 y 2003, si bien en el lapso de un año es ahora mayor la proporción de estudiantes que tienen mejores condiciones para estudiar: pasaron del 48.4% al 51.1%. 37 En las regiones, el Noroeste desplazó al Centro como la zona que tiene el mayor porcentaje de alumnos con espacio privado; de hecho, el Centro perdió 4% de alumnos con espacio privado en un año. Por su parte, el Sur-Sureste continúa siendo la región donde existe la mayor proporción de estudiantes que no cuenta con espacio privado para estudiar en sus casas, en tanto que la región CentroOccidente fue la que en términos relativos disminuyó más el porcentaje de alumnos que tiene dichas condiciones, ya que perdió el 4.2%. Más allá de las diferencias, es importante insistir en el hecho de que miles de jóvenes que han ingresado a estudiar una carrera universitaria en el Subsistema no cuentan con un espacio físico apropiado en su casa para concentrarse en su preparación académica. Igualmente, con relación al equipamiento informático en casa, la diferencia entre 2002 y 2003 es marginal, continuando con una situación en la que los estudiantes de las UUTT no cuentan con las mejores condiciones de infraestructura, ya que la mayoría no tiene computadora en casa (Cuadro 11). Pese a la disminución de los costos de los equipos de cómputo, los jóvenes de las UUTT no tienen posibilidad de adquirirlos, cuestión que, en consecuencia, refuerza la necesidad institucional de aprovisionar los 38 centros o laboratorios de cómputo para el uso por parte de los estudiantes. Los contrastes regionales continúan siendo de consideración. El Noroeste se sostiene como el territorio donde es mayor el porcentaje de alumnos con equipo de cómputo en casa, aumentando 4% su peso interno, mientras que la región Centro-Sur, al perder 3%, desplaza a la SurSureste y se constituye en la de menor porcentaje con alumnos que tienen equipo de cómputo en casa. En el contexto de la sociedad de la información del siglo XXI, cada día es más importante que los jóvenes tengan herramientas tecnológicas que les permitan acceder a múltiples fuentes informáticas, en particular el internet con todas sus potencialidades. En este sentido, aun si sabemos que menos de la mitad de nuestra población tiene computadora en sus casas, es pertinente conocer quiénes tienen la posibilidad de conectarse a internet desde sus hogares de residencia actual. Al respecto, si bien la proporción de alumnos que tienen esa condición en 2003 sólo asciende al 17.8%, en comparación con el año 2002, se denota un crecimiento a nivel nacional cuando únicamente el 10.8% podía «conectarse» desde sus casas (Cuadro 12). 39 Por su parte, los estudiantes de las regiones Noroeste y Noreste no sólo continúan siendo los más equipados, sino que duplicaron en el lapso de un año la proporción de quienes tienen internet, en contraste con el Centro-Sur donde existen menores condiciones de desarrollo informático de la «red de redes» entre sus alumnos con sólo 11.6% de «conectados», 2% más que en 2002. Como puede verse en el cuadro 13, de manera sorpresiva a lo esperado, el porcentaje de alumnos que declaró tener enciclopedia en sus casas se redujo de manera importante. Mientras que en 2002 el 61.6% poseía dicho bien cultural, en 2003 bajó al 45.4%, siendo la región Centro-Sur la que manifestó una caída mayor con un 18.9% y la Sur-Sureste la menor: 11.1%; si bien esta última continúa siendo la de menor proporción de alumnos con enciclopedia en casa, en comparación con la Noreste que se sostiene como la de mayor porcentaje con estudiantes que tienen enciclopedia. 40 ¿Cómo explicarse este fenómeno? No es fácil encontrar una respuesta dadas las limitaciones de información que hasta el momento hemos podido generar. Lo más que podemos aventurar es alguna conjetura, a saber, que los jóvenes que contaban con mejores condiciones de equipamiento en bienes culturales como las enciclopedias3 en 2002, lo que alude a capitales culturales acumulados en el seno de las familias, fueron los que abandonaron sus estudios en las UUTT; quizá también debido a que sus expectativas de formación universitaria, personales y familiares, estaban puestas en otro tipo de institución más tradicional. El paso por la universidad es un proceso en el que los jóvenes, al estar adquiriendo una formación profesional en determinado campo del saber científico y tecnológico, les exige adjudicarse libros especializados propios de la profesión, mismos que les permitan, junto con el trabajo de consulta en las bibliotecas institucionales y en internet, constituirse en sujetos conocedores y cultos en muy diversos ámbitos intelectuales. En este sentido, en el cuestionario que les aplicamos, a un año de estar en las Universidades Tecnológicas, les preguntamos si contaban ya con libros especializados en sus bibliotecas personales. Al respecto, como se observa en el cuadro 14, el 82.4% de la población aún no cuenta con estos textos, lo que refleja la carencia de recursos económicos de los estudiantes y sus familias, y en consecuencia la necesidad de continuar fortaleciendo la política federal de conformar sólidos acervos bibliográficos en todas las Y quizá también computadoras, pero que no se puede indagar con precisión porque los que continúan en la UT y no tenían computadora pudieron haberla adquirido entre 2002 y 2003. 3 41 UUTT. Derivado de lo anterior, es relevante propiciar una cultura académica que revalorice la importancia del libro. 4 Las regiones Noroeste, Noreste y Centro-Occidente se caracterizan por tener un mayor porcentaje de estudiantes que han logrado constituir sus bibliotecas personales, en tanto que en la Centro-Sur y la Sur-Sureste sólo una minoría de jóvenes comparten dicha condición. Por otra parte, la percepción de los alumnos sobre las condiciones económicas que tienen para sostener sus estudios es importante. En este sentido, se les formuló la siguiente pregunta: ¿Los recursos económicos con los que cuentas para apoyar tus estudios son excelentes, suficientes o insuficientes? Como puede observarse en el cuadro 15, en 2002 el 59.2% afirmaba que eran suficientes, el 4.4% excelentes y el 36.4% insuficientes. Un año después, ante la misma pregunta a los alumnos que permanecían en las UUTT, la proporción de quienes aseguraban que tenían condiciones económicas insuficientes creció hasta alcanzar el 42.4%, lo que significa que una importante proporción de los jóvenes 4 La ausencia de libros especializados en las casas de los jóvenes también es producto de una cultura nacional generalizada entre los universitarios mexicanos, consistente en el desprecio por la acumulación del saber, su ordenamiento y clasificación. La cultura de la fotocopia, siempre fragmentada, incompleta y propiciada al mismo tiempo por amplias zonas del profesorado, ha venido a sustituir la importancia cultural de que los universitarios aprecien y cultiven el saber a través de sus propias bibliotecas. 42 que ya se encuentran estudiando una carrera universitaria en las UUTT han visto disminuir sus condiciones económicas y, aun así, continúan en el sistema escolar. Las regiones donde es mayor la percepción de que no cuentan con condiciones económicas son, al igual que en 2002, la Sur-Sureste (56.9%) y la Centro-Sur (50.9%), siendo al interior de esta última la región donde en mayor medida se reveló un aumento en dicha proporción, entre tanto que la Sur-Sureste fue la que menor diferencia interna padeció. Por su parte, la Noroeste y la Noreste se apuntalan, nuevamente, como aquellas donde existe un relativo menor porcentaje de alumnos que aprecian condiciones económicas insuficientes para sostener sus estudios. Ciertamente, el significado de indicar una u otra posible respuesta depende también de los referentes económicos sociales y culturales en los que se ubican los alumnos. Pero más allá de las diferencias que puedan existir en la percepción de los estudiantes, vale la pena reconocer la importancia de la representación imaginaria que sobre sus condiciones económicas se construyen. El problema de la equidad educativa tiene su correlato con las condiciones económicas familiares que tienen los 43 alumnos. En este contexto, el impulso al Programa Nacional de Becas para la Educación Superior (PRONABES), con el propósito de ayudar a los jóvenes de escasos recursos económicos, debería continuar ampliando su margen de cobertura entre la población de las Universidades Tecnológicas. Conocer la apreciación que tienen los estudiantes sobre la valoración intersubjetiva que le otorga su familia al hecho de que realicen estudios de nivel superior es relevante, ya que el nivel de aspiraciones escolares está relacionado con la imagen social que la familia tiene de sí misma. Esta imagen es el producto complejo, no solamente del status socio-profesional de los padres, sino igualmente de la historia de la familia y de la historia escolar de la familia nuclear. Como puede observarse en el cuadro 16, la gran mayoría de los estudiantes considera que sus familias le otorgan un valor «muy alto» o «alto» al hecho de que sus hijos estén estudiando una carrera: 83.3%5. Esta proporción es mayor a la registrada con los alumnos hace un año cuando iniciaron sus estudios en las UUTT, lo que representa un significado adicional, es decir, el paso por la universidad, aun si todavía no se concluyen los estudios correspondientes, hace percibir poco a poco a los jóvenes que sus familias valoran positivamente su esfuerzo educativo. Por su parte, la región Centro-Occidente, al igual que en 2002, contiene el mayor porcentaje de alumnos que consideran que sus familias le otorgan un «alto» o «muy alto» valor a sus estudios universitarios: 87.4%, en 5 Proporción muy similar a la obtenida en el estudio realizado por un servidor en otras 24 universidades como la UNAM, el IPN, el ITESM y la UIA. 44 comparación con la Centro-Sur que, como en 2002, continúa por debajo del resto de las regiones, aunque también aumentó su proporción interna llegando a 77.8%. En términos generales, podemos afirmar que los estudiantes encuestados, con algunos matices, consideran que tienen un importante apoyo valorativo de sus familias para que realicen sus estudios. No cabe duda de que las expectativas puestas en la educación, como factor de movilidad social, continúan siendo trascendentales para las familias mexicanas que logran que sus hijos accedan a la educación superior, incluso, valoran positivamente a las UUTT que, como es sabido, aún no gozan, en general, de suficiente aceptación entre la población mexicana. 45 46 47 48 Perspectivas de desarrollo futuro que vislumbran los estudiantes Como hemos visto, la percepción que los estudiantes de las UUTT se construyeron sobre las oportunidades de empleo futuro para decidir la carrera que están cursando jugó, en su momento, un papel destacado. Pero una vez que se encuentran cursándola, también proceden paulatinamente a edificarse diversas expectativas con relación a las posibilidades para desempeñarse en una actividad laboral relacionada con su profesión al concluir sus estudios. En este contexto, el cuestionario contenía una pregunta que decía: «Una vez concluidos tus estudios, ¿cómo consideras tus posibilidades de encontrar trabajo relacionado con tu profesión?», y las opciones de respuesta eran las siguientes: Altas, Medias, Bajas o Nulas. Al respecto, los resultados en 2003 indican que las posibilidades futuras de desempeñarse profesionalmente en actividades vinculadas con los estudios que realizan, las vislumbran de la siguiente manera: el 28.9% «Altas», 61.2% «Medias» y 9.5% «Bajas». Es claro que los jóvenes son conscientes de las dificultades actuales para obtener empleo, no en balde la mayoría aprecia que son «Medias»; incluso, es fundamental destacar que dicha apreciación es menos halagüeña en comparación con lo que declararon en 2002 cuando iniciaban sus estudios universitarios, momento en el que el 49 43% aseguraba que tendría «Altas» posibilidades de emplearse en actividades productivas relacionadas con la carrera que habían decidido cursar. La diferencia es, desde nuestra perspectiva, muy significativa y fiel reflejo del ensombrecido panorama de la vida futura que están entreviendo los jóvenes, a pesar de tratarse de una población que forma parte de un pequeño sector social que logra acceder a la educación superior (Cuadro 17). Las perspectivas de empleo futuro de los alumnos tienen algunas variantes si se pone atención a cada región. En el Noreste se localizan los jóvenes que vislumbran perspectivas «Altas»: 52.9% en 2002 y 40.2% en 2003. En contraste, los alumnos de la región Centro representan la zona más pesimista en 2003, sólo el 22.8% aprecia tener «Altas» posibilidades de encontrar un empleo relacionado con su profesión. Sin embargo, la región donde se observa un mayor descenso relativo a la percepción del alumnado es en la Centro-Occidente que bajó 17.4% entre 2002 y 2003 6, mientras que la Sur-Sureste fue la que menos descendió: 9.1%. 6 Los contextos socioeconómicos regionales tienen su efecto. No olvidemos que varios estados de la República de la zona Centro-Occidente son los principales «exportadores» de mano de obra a los Estados Unidos. 50 51 52 Cambios efectuados al ingreso en la Universidad Indudablemente, es en el primer año de la carrera donde la ruptura pedagógica, cultural y generacional con respecto al bachillerato es más notoria. Los jóvenes entran en un universo desconocido, una nueva institución que rompe en muchos sentidos con el mundo familiar y escolar previos. En torno al trabajo escolar, la Universidad está organizada para desarrollar la especialización del saber y el conocimiento, situación radicalmente distinta a la formación genérica que orienta al sistema educativo precedente. Pedagógicamente, la relación maestro-alumno, desde la perspectiva adquirida en el pasado por los alumnos, es paulatinamente desestructurada y reestructurada para dar lugar a relaciones basadas en el compromiso y la responsabilidad individual. Esta situación provoca que los problemas de adaptación al trabajo académico en el nivel superior sean vividos por los jóvenes con mucha fuerza, ya que tienen que familiarizarse con las nuevas técnicas de trabajo escolar, las tutorías, el trabajo de investigación, la elaboración de notas, la necesidad de exponer en el salón de clases, la realización de múltiples prácticas y procedimientos pautados en los talleres y laboratorios. Si los fracasos y abandonos son masivos durante el primer año, como ocurre en la mayor parte de nuestras instituciones de educación superior, es precisamente porque no se ha producido la adecuación entre los cambios generados por las 53 exigencias universitarias, en términos del contenido intelectual y desarrollo cognitivo que implica, los métodos de exposición del saber, los conocimientos, las prácticas y los referentes simbólicos acumulados que los jóvenes traen previamente. Los cuadros 18 al 22 reúnen distintos indicadores relativos a los cambios advertidos por los alumnos durante su primer año de estudios en las UUTT en comparación con la experiencia del bachillerato. De los cinco posibles ámbitos en que se les solicitó su opinión, tres de ellos tienen que ver con el espacio escolar y dos con el medio extraescolar. Revisemos cada uno de ellos. En primer lugar se les preguntó sobre los cambios experimentados en cuanto a la «exigencia académica». Al respecto, el 69.5% respondió que fueron «Muchos» y sólo el 27.1% considera que fue similar en contraste con el bachillerato. Se trata, además, del indicador donde se observa la mayor transformación que aprecian los jóvenes de las UUTT, lo que manifiesta la multiplicidad de cambios en los que se ven inmersos miles de jóvenes que ingresan a los estudios superiores.7 Comparando las seis regiones, los alumnos de la SurSureste consideran en mayor proporción que los cambios en la «exigencia académica» fueron de mayor envergadura: Esta realidad es una constante que hemos encontrado en todo nuestro sistema educativo de nivel superior, trátese de Universidades públicas o privadas. 7 54 78.3% contestó «Mucho», a diferencia de la Noroeste que asciende a 63.9%. ¿En qué medida las diferencias se pueden atribuir a la calidad de los bachilleratos de las regiones donde provienen los alumnos, y/o al modo particular en que se instrumenta el modelo educativo de las UUTT en cada región? Llegar a una nueva institución educativa, después de haber vivido al menos tres años en un mismo ambiente sociocultural en el bachillerato, también implica una serie de ajustes personales y colectivos entre la población de cada universidad. El conocimiento y dominio del territorio,8 la lógica de relación entre los miembros de una comunidad que estudia distintas carreras, etcétera, entraña también un proceso de integración paulatino de sus miembros. Al respecto, cerca de la mitad de los estudiantes considera que el ambiente social y cultural cambió «Mucho» en comparación con el existente en sus bachilleratos. Entre regiones, de nueva cuenta la Sur-Sureste es la que se caracteriza, en mayor medida que las demás, por una población que más percibe que cambió radicalmente el ambiente social y cultural cuando ingresaron a la Universidad: 53.3%, en contraste con la región Noreste que se posicionó en 44.2%. Para los jóvenes, sean o no estudiantes, el dominio y la apropiación del territorio forma parte de su cultura identitaria. 8 55 Otra dimensión relevante tiene que ver con la percepción de los estudiantes en cuanto a la modificación en sus relaciones con el profesorado. En general, de proceder de un nivel del sistema educativo mexicano donde a los sujetos se les trata como adolescentes 9, en la Universidad predomina una nueva relación del profesorado con sus pupilos consistente en suponer que son adultos, situación que modifica rápidamente los parámetros intersubjetivos de los estudiantes10. En esta perspectiva, no es casual que el 45.1% de ellos aprecie que cambió «Mucho» su relación con los profesores de las UUTT, siendo nuevamente la región Sur-Sureste donde se expresa con más énfasis dicha transformación. En contraste, pero sin dejar de ser significativo, las regiones Centro y Centro-Sur son las que, en términos relativos, manifiestan menos cambios una vez que iniciaron sus estudios en la Universidad. Consideradas en su conjunto las tres dimensiones, no cabe duda que el primer año de estudios en la Universidad representa para miles de jóvenes la incorporación a un mundo académico, cultural y social novedoso. En muchos 9 El uso del término adolescente no se hace para emplear un sinónimo de joven. Tratar a los sujetos como adolescentes, tal y como lo indica su significado, supone una concepción analítica y práctica de considerar a los sujetos como que adolecen de muchas cosas. Tratarlos como jóvenes supone una concepción radicalmente distinta para relacionarse con los sujetos estudiantiles. 10 En el bachillerato se les trata como adolescentes, en la universidad como adultos. ¿Por qué en el sistema educativo mexicano nunca se trata a los sujetos como jóvenes? 56 sentidos, la problemática ha sido reconocida por las autoridades educativas, no en balde existen instituciones que llevan a cabo diversos programas de inducción al medio universitario —asunto que debería ser obligado para todo el sistema de educación superior—, con objeto de proporcionar a los alumnos algunos elementos para facilitar su incorporación académica y social. Sin llegar a las proporciones de los factores antes mencionados, no es despreciable el porcentaje de alumnos que, a nivel nacional, afirma que también se modificó «Mucho» su vida en la relación con sus amistades y su familia: 39.9% y 37.9% respectivamente. A diferencia de otras cuestiones que hemos analizado, es de llamar la atención la relativa similitud en la apreciación estudiantil entre las regiones, salvo la Sur-Sureste que vuelve a ratificarse como la zona en la cual el tránsito, del nivel de educación medio superior al superior, representa una transformación radical en muy variados aspectos para una buena parte de los estudiantes. Es en las UUTT de dicha zona donde se requiere poner mayor atención a la problemática, ya que seguramente existen considerables complicaciones para procesar su incorporación al medio universitario. 57 En conclusión, los datos obtenidos ponen de manifiesto la trascendencia de que las instituciones de educación superior cuenten con programas que permitan una exitosa integración a la institución, favoreciendo la permanencia de los alumnos, y proporcionando el apoyo necesario que les permita superar las dificultades académicas, sociales y culturales implicadas en el proceso de integración institucional. El establecimiento de programas formativos previos al ingreso definitivo, así como cursos paralelos a sus materias —en áreas como las habilidades del aprendizaje, hábitos de estudio, capacidades lógicas y matemáticas, «ambientación» al medio universitario, etcétera—, son algunas líneas de acción estratégicas que deben emplearse, adicionalmente a los programas de tutorías que, afortunadamente, están mostrando en cientos de instituciones sus beneficios al mantener una relación personalizada con los jóvenes. 58 59 60 Las prácticas escolares de los estudiantes Las distintas prácticas y modalidades de estudio que llevan a cabo los jóvenes estudiantes durante su primer año de trayectoria académica, en comparación con las que realizaban en el bachillerato, es una temática ineludible. Se trata de aproximarnos al conocimiento de cómo la tarea pedagógica en las UUTT genera y/o modifica, para bien o para mal, determinados habitus entre su población. Nos acercamos así a reconocer en las actividades más frecuentes o infrecuentes, indicios sobre las prácticas predominantes de los jóvenes en el proceso de enseñanzaaprendizaje, a través de indicadores como la regularidad en la asistencia a clases, el tiempo dedicado a la lectura y los trabajos escolares, dónde obtienen sus materiales de estudio, si elaboran resúmenes, fichas o notas producto de sus lecturas, si acostumbran estudiar solos o en equipo, etcétera. Asistencia y puntualidad de los alumnos para acudir a clases Aunque la práctica docente e institucional de obligar a los alumnos para que asistan a sus clases no es tan marcada en la educación superior, en comparación con el bachillerato, los estudiantes de las UUTT asumen que se trata de una responsabilidad importante; por ello, se trata de una práctica 61 ampliamente generalizada, no existiendo, a nivel nacional, diferencias entre lo que hacían antes de ingresar a la universidad y lo que han acostumbrado hacer en su primer año de estancia en las UUTT (Cuadro 23). Sin embargo, existen algunas diferencias entre las regiones. La Sur-Sureste se caracteriza por tener a los estudiantes que asisten con más regularidad a sus clases: 91.8% en 2002 y 90.3% en 2003 afirma que «siempre» lo hacía y lo continúa haciendo. Por su parte, la Noroeste que se había distinguido por ser una región donde en menor proporción los jóvenes afirmaban que «siempre» asistían a clases en el bachillerato: 81.3%, una vez cursando sus respectivas carreras en las UUTT se aprecia una importante disminución en su responsabilidad ya que el 73.9% contestó que «siempre» lo hacía. Sin ser grave, vale la pena poner atención a dicha problemática. Una posible explicación se encuentra en el hecho de que, si se recuerda, los estudiantes de la región Noroeste son los que más se dedican a una actividad laboral además de cursar una carrera: 41.9%, motivo por el cual sus condiciones para dedicarse de tiempo exclusivo a la Universidad se restringen. Utilizando la prueba estadística 62 de ji-cuadrada, encontramos una relación significativa: mientras que en el caso de los alumnos que no trabajan el 78% declaró asistir «siempre» a clases, los que trabajan representan el 68.2%.11 La puntualidad para ir a las sesiones de clase es una práctica difundida, aunque no en la misma magnitud que asistir a clases. De hecho, como puede observarse en el cuadro 24, descendió en 11 puntos porcentuales la proporción de jóvenes que «siempre» son puntuales en la universidad en comparación con la práctica que tenían en el bachillerato. Todas las regiones sufrieron disminución en la puntualidad de los jóvenes, siendo la Sur-Sureste la que se sostiene, al igual que en 2002, como la zona donde son más puntuales y la Centro-Sur como aquella donde son menos puntuales, al igual que en 2002. Por su parte, la región Noroeste es en la que más se denota un descenso en la práctica de ser puntuales, ya que bajó 14.5 puntos porcentuales. Habría que agregar que el relativo relajamiento en la asistencia y puntualidad a clases también se debe al nuevo mundo escolar que viven los jóvenes. Después de años de transitar por un sistema educativo donde lo que predomina La prueba de ji-cuadrada resultó significativa en cada una de las regiones, esto es, los alumnos que trabajan son menos regulares en su asistencia a clases, pero como en la Noroeste el porcentaje de jóvenes es relativamente mayor que el resto, su impacto en la frecuencia de asistir «siempre» a clases es mayor. 11 63 es la necesidad de disciplinar a los alumnos, en la Universidad pasa a segundo plano, motivo por el cual miles de jóvenes se sienten en mayor libertad para el uso de su tiempo escolar. Preparación de las clases de los alumnos En los meses de octubre y noviembre de 2002 les preguntamos a los jóvenes recién admitidos en las UUTT con qué frecuencia acostumbraban preparar sus clases en el bachillerato. Al respecto, el 53% contestó que «siempre» o «casi siempre» tenía dicho hábito, lo cual fue motivo de preocupación entre las autoridades educativas del Subsistema, ya que implicaba realizar un esfuerzo extraordinario para construir nuevos habitus entre su población de nuevo ingreso. Un año después volvimos a plantear la misma pregunta a los que habían permanecido en la Universidad, y nos encontramos con la novedad de que en lugar de mejorar el indicador de preparación de clases por parte de los alumnos empeoró al descender 6.6% la proporción que declaró que «siempre» o «casi siempre» lo hacía, abarcando al 47.1%, es decir, la mayoría de los estudiantes de las UUTT no tienen el habitus de preparar regularmente sus clases. Esto significa, hay que decirlo, que el tránsito por la educación superior para miles de jóvenes que se incorporan a las UUTT no sólo no se ha traducido en la conformación de una nueva actitud frente al trabajo y la disciplina por el estudio, sino que, al contrario, se apunta un retroceso. Ya veremos otros indicadores para 64 confirmar o no la conjetura de que la Universidad representa un sistema educativo que suaviza las prácticas y los hábitos de estudio de sus alumnos. Pero cabría preguntarse si acaso la estructura del modelo pedagógico, así como el perfil de las carreras de la UUTT no exige, como en otras modalidades educativas del nivel superior, o incluso del bachillerato, la constante preparación de clases por parte de los sujetos estudiantiles. En esta línea, cuando presentamos los primeros resultados del estudio, varias autoridades de diferentes UUTT nos aseguraron que, en efecto, el modelo educativo está diseñado para que los alumnos realicen primordialmente su trabajo escolar durante su permanencia física en las instalaciones de los planteles, procurando que no «se lleven tarea» a sus hogares. Pero entonces, ¿cómo explicarse que una proporción importante de jóvenes afirma que sí preparan sus clases?, ¿para qué preparan clases si en teoría el modelo educativo pareciera no exigirlo? En la región Centro-Occidente es más palpable la ausencia del habitus por preparar sus clases entre los alumnos, tanto en 2002 como en 2003, al punto que, a un año de estar cursando su carrera, el 59.8% afirma que «nunca» o «casi nunca» prepara sus clases. Por su parte, en la región Noreste se muestra una relativa mayor dedicación de los estudiantes antes de iniciar la carrera y en 2003, aunque también hay una pequeña baja. Por último, la Sur-Sureste fue la región en la que menos cambios ocurrieron, sólo descendió en 2.2%. 65 Horas a la semana dedicadas a la preparación de clases y laboratorios La lectura de libros, revistas especializadas, manuales de operación de equipos de laboratorios y talleres, la preparación de bitácoras de las prácticas, así como la realización de tareas escolares, son prácticas indispensables en la formación de cualquier estudiante de una Universidad Tecnológica. Los planes y programas educativos indican, incluso, el número de horas que cada estudiante debe dedicar a cada materia, tanto adentro como fuera del aula o laboratorio. En el caso de las UUTT, en promedio los estudiantes invierten 35 horas a la semana en sus clases y prácticas de laboratorio, de las cuales 25 son en laboratorios, lo que significa que deberían invertir fuera del aula alrededor de 23 horas a la semana. La realidad es muy distinta, ya que el 76.7% del conjunto de la generación 2002 dedicó durante su primer año en la UT, cuando mucho, cinco horas a la semana para preparar sus clases y laboratorios, lo cual es revelador de la falta de integración a las prácticas académicas que exige el nivel de educación superior (Cuadro 26). La problemática es aún más delicada si consideramos el tiempo que, según los propios alumnos, 66 invertían en el bachillerato. Cuando conocimos los resultados del tiempo que dedicaban a preparar sus clases en el nivel medio superior, nos sorprendimos del hecho de que el 69.6% destinaba a lo más cinco horas semanales, pero resulta que la sorpresa aumentó un año después: dedican menos tiempo en la Universidad. Esto significa que a los jóvenes, al transitar por la educación superior, se les agudiza la ausencia del habitus propio del trabajo académico reflejado en el tiempo que invierten en sus estudios fuera de las aulas. El escenario es más dramático en la región Centro-Sur, misma que acrecentó en 13.5 puntos la proporción de aquellos que dedican cinco horas o menos a preparar sus clases. Por su parte, la Noreste es la única región que prácticamente mantiene los mismos porcentajes si sumamos los dos primeros grupos del Cuadro 26, pero nótese que entre ambos grupos aumenta la proporción de los alumnos que invierten menos de una hora a la semana. Algo grave está ocurriendo en nuestro sistema educativo, al menos en las Universidades Tecnológicas, que no genera la construcción de un ambiente de socialización que pase por la construcción de determinados habitus asociados al trabajo académico. 67 En este contexto, no puede dejar de surgir una pregunta, a saber: ¿si sectores considerables de los estudiantes de las UUTT no preparan sus clases frecuentemente y dedican pocas horas a ello, cómo explicarse que hayan logrado permanecer durante un año en sus respectivos planteles?, ¿qué mecanismos, qué prácticas lógicas imperan en el conjunto del alumnado que les permite aprobar materias y continuar en el nivel de estudios superiores?, ¿cuál es el papel que están desarrollando los profesores en contextos de socialización donde la disciplina por el estudio, la lectura y la preparación de clases y laboratorios no ocupa un lugar importante? Por los datos que hemos obtenido en universidades públicas estatales, federales y privadas, la problemática observada en las UUTT está relativamente generalizada entre los jóvenes universitarios mexicanos, lo que pudiera representar que estamos frente a una generación que encuentra en la Universidad un espacio propicio para desarrollar diversas pautas de socialización, pero que no pasan preponderantemente por el objeto central para lo cual existe dicha institución social: la formación de profesionistas y ciudadanos cultos. Estrategias para la obtención de materiales de estudio. Opinión y uso de algunos servicios institucionales Independientemente del tiempo que le dedican a la preparación de clases y a la realización de trabajos escolares, los estudiantes tienen que allegarse de información y 68 materiales para llevar a cabo sus tareas. Para ello, utilizan diversas estrategias, como son: acudir a la biblioteca y hemeroteca de la escuela, a otras bibliotecas, comprar libros, fotocopiar textos, pedirlos prestados, «bajar» información de internet. Veamos a detalle lo ocurrido durante el primer año de estudios para el caso de la generación 2002. A nivel del conjunto de encuestados, hacer uso del internet, sacar fotocopias y obtener textos de la biblioteca de la institución son las prácticas más generalizadas: 86.0%, 85.7% y 81.2% respectivamente, afirman que lo hacen «siempre» o «casi siempre». Pedir prestados los libros ocupa el cuarto lugar de importancia, seguido de la consulta en otras bibliotecas distintas a la de la Universidad Tecnológica, y finalmente sólo el 11.9% compra sus libros (Cuadro 26). Como se recordará, la gran mayoría de los estudiantes no tiene posibilidad de conectarse desde su casa a la red de redes (véase Cuadro 12), por lo mismo, es de llamar la atención la importancia que ha adquirido esta fuente de consulta en la vida cotidiana de los jóvenes universitarios. Por su parte, la cultura de la fotocopia se encuentra muy extendida entre la población, asunto que comparado con la baja proporción que compra libros, es fiel reflejo, no sólo de las carencias económicas de los alumnos, sino también de la ausencia de una cultura por la apropiación y dominio de las obras, de la integración del conocimiento científico, humanístico y tecnológico. Nótese que cerca de la mitad de los estudiantes no compraron libros en su primer año de la carrera. En cuanto a la obtención de textos en la biblioteca de la institución, es evidente que 69 cualquier política institucional que fortalezca los acervos bibliográficos continuará beneficiando a nuestros alumnos, mismos que tienen a las bibliotecas de sus escuelas como una fuente fundamental de búsqueda de materiales para leer los textos y hacer los trabajos que les encomiendan sus profesores. Aunque en menor proporción que las dos estrategias anteriores, pedir prestados los textos, comprar libros y usar el internet son prácticas que acostumbran realizar con regularidad alrededor de cuatro de cada diez estudiantes. En particular, es interesante observar la difusión que ha alcanzado el uso del internet, ya que el 40.7% declaró que lo hace «siempre» o «casi siempre», pese a que el 80% no puede acceder a la red de redes desde sus casas. Su empleo comienza a ser un instrumento relevante en la vida escolar. Ciertamente, vale la pena anotar que, al mismo tiempo, el uso de internet es una práctica que nunca realiza el 24.9% de la población. Si comparamos este comportamiento con el que tenían los alumnos en sus respectivos bachilleratos, pueden encontrarse algunos patrones que se mantienen y otros que se modifican. En primer lugar, se advierte que todas las 70 estrategias eran usadas con menos frecuencia. En buena medida esto se debe a los modelos pedagógicos del nivel medio superior que se basan en el dictado del profesorado y/o en el empleo de pocos materiales. Aunque dediquen menos tiempo a la lectura de diversos materiales en la Universidad, es preciso allegarse de más textos para atender los requerimientos de las distintas materias que se cursan en el nivel superior (Cuadro 28). En segundo lugar, la compra de libros es la estrategia menos utilizada, tanto en el bachillerato como en el primer año de estudios de la carrera. En tercer lugar, sacar fotocopias se constituye en una práctica dominante en ambos sistemas educativos, forma parte de un habitus entre los jóvenes desde antes de ingresar a la Universidad. En cuarto lugar, hay que destacar que mientras en la Universidad el uso de internet es una de las principales fuentes de búsqueda de información y textos, en el bachillerato aún no era una estrategia fundamental, aunque sí figuraba de manera importante. Estamos así, frente a una generación de jóvenes universitarios muy distinta a la que existía no hace más de diez años, el avance y la penetración de los medios de acceso electrónico a la información está sustituyendo rápidamente 71 a la cultura del libro. Los profesores siguen, predominantemente, recurriendo al libro como fuente básica y central de su actualización, mientras que los estudiantes han desplazado su uso, aunque acudir a la biblioteca de la escuela es también un recurso frecuente tanto en la Universidad como en el bachillerato. El comportamiento de la población en las regiones, en 2003, es similar a lo encontrado a nivel nacional con relación a la prelación que existe entre las distintas estrategias, aunque vale la pena destacar algunas variantes atendiendo a la proporción de jóvenes que emplean cada una de ellas. En primer término, para el 87.9% de la región Centro, la biblioteca de la Universidad es un recurso que «siempre» o «casi siempre» emplean, en contraste con el 64.9% de la Noreste. En segundo lugar, mientras que para el 93.1% de los estudiantes de la región Sur-Sureste sacar fotocopias es una práctica que «siempre» o «casi siempre» realizan, para los de la Noroeste abarca al 79.6%. Por último, también contrastan por el porcentaje que declaró que «siempre» o «casi siempre» piden prestados los textos: en la Sur-Sureste lo hace el 54.2%, y en la Centro-Occidente el 43.7% Por otra parte, si las bibliotecas de las instituciones educativas son ampliamente usadas por los estudiantes, es pertinente indagar qué opinión les merecen a los principales usuarios. Como puede observarse en el cuadro 29, el 84.9% de los alumnos de la generación de alumnos de 2002 considera que la calidad de sus bibliotecas es «muy buena» o «buena». En las regiones, los estudiantes de la 72 Sur-Sureste son los que tienen una mejor opinión en comparación con los de la región Noreste. En este último caso, una proporción considerable indica que «no hay» biblioteca en su Universidad, quizá por ello los alumnos señalan que no emplean dicho recurso, aunque también es importante el porcentaje que afirma que son malas las bibliotecas. En este sentido, el cambio en los planes para la construcción, el desarrollo y el fortalecimiento de las bibliotecas de las UUTT, que se implementó a partir de las actuales autoridades de la Secretaría de Educación Pública para otorgarle prioridad a las mismas, constituye una medida indispensable que es preciso impulsar consistentemente. Para los propósitos de la problemática revisada en este apartado, en el ámbito interno de cada Universidad Tecnológica, además de las bibliotecas existen otros servicios que apoyan a los alumnos para cumplir con sus lecturas y trabajos escolares: los centros de cómputo y el servicio de fotocopiado. Revisemos la frecuencia con la que acuden a dichos servicios, así como la opinión sobre la calidad de los mismos. 73 Los centros de cómputo son un servicio importante, no sólo para utilizar algún software e imprimir trabajos, sino también para navegar por la red de redes y obtener información de todo tipo, misma que como señalamos es la principal estrategia de obtención de textos. A nivel del conjunto de la población, una cuarta parte de los alumnos «siempre» acude a los centros de cómputo, siendo los estudiantes de la región Sur-Sureste los que de manera significativa aprovechan más el recurso institucional, ya que el 46.6% de ellos afirma que «siempre» lo utiliza (Cuadro 30). En contraparte, los alumnos de la región Noroeste, que se caracterizan por ser los que más computadoras tienen en sus hogares, son los que en menor proporción acuden a los centros de cómputo de sus instituciones; de hecho, una cuarta parte «nunca» o «casi nunca» asiste. Pero, ¿qué opinión tienen los estudiantes sobre la calidad de los servicios de cómputo? Como puede comprobarse en el cuadro 31, la opinión que tienen es en general positiva: el 79.2% opina que es «buena» o «muy buena», aunque es notablemente superior la apreciación de los estudiantes de la región Noreste, no así en la Centro-Sur donde el 27.8% asegura que es «mala» o «muy mala» la calidad del servicio, cuestión que debería ser motivo de atención por parte de las autoridades de los planteles 74 de dicha zona geográfica, sobre todo si recordamos que es la región donde se localiza el mayor porcentaje de jóvenes que no cuenta con equipo de cómputo en sus hogares, motivo por el cual les resulta indispensable que la Universidad proporcione los servicios adecuados.12 Revisemos el caso de los servicios de fotocopiado existentes en las instituciones, debido a la importancia estratégica que tiene la adquisición de materiales fotocopiados para todos los estudiantes. No cabe duda la relevancia que tiene para los alumnos el contar con un servicio de fotocopias en las instalaciones, el 88.7% a nivel nacional lo hace con frecuencia, siendo la región Centro donde es mayor su uso: 92.7%, y la región Noreste donde se recurre relativamente menos a dicho servicio interno (Cuadro 32). En lo que va del presente sexenio, se han invertido cuantiosos recursos en la construcción y el equipamiento de las UUTT. 12 75 No obstante el amplio uso que hacen los estudiantes del servicio de fotocopiado en las Universidades Tecnológicas, la opinión que tienen sobre la calidad del mismo no es favorable para el 29.6% del conjunto. El porcentaje no es trivial, estamos hablando de 4,700 jóvenes que consideran que dicho servicio es de mala calidad, por lo cual debe ser motivo de atención de las autoridades de cada plantel. En la región Centro-Occidente las opiniones negativas suman 33.3%, mientras que en la Noroeste es superior al resto los que opinan que es «muy buena» la calidad del servicio: 17.5%, no obstante de tratarse de una región donde el uso frecuente del servicio no es tan amplio como en el Centro (Cuadro 33). Tipo de materiales elaborados como producto de la lectura Si la lectura de libros y revistas especializadas constituye una práctica necesaria para que los estudiantes preparen sus clases y realicen sus trabajos escolares, a la cual le dedican tiempos heterogéneos entre las UUTT de cada región, explorar en qué medida ordenan o no la información y los conocimientos 76 adquiridos a través de la elaboración de resúmenes, fichas y esquemas conceptuales, puede permitirnos distinguir a los estudiantes que cuentan con una disposición, habilidad e interés intelectual por sintetizar y recapitular su aprendizaje. Cuando en 2002 les preguntamos a los estudiantes de recién ingreso sobre dichas prácticas en su bachillerato, resultó que: el 88% no redactaba resúmenes, producto de sus lecturas, el 59% no hacía esquemas conceptuales, el 58% no elaboraba fichas de trabajo. Estábamos frente a una realidad: la mayoría de los alumnos de nuevo ingreso de las Universidades Tecnológicas no tenía desarrollada una serie de hábitos de estudio y de trabajo escolar suficientes para enfrentar exitosamente sus estudios superiores. Un año después, volvimos a realizar las mismas preguntas para mostrar si el paso por la Universidad modificaba o no, y en qué sentido, los hábitos de trabajo escolar de los jóvenes. Los resultados muestran que el hábito de elaborar resúmenes, formular fichas y esquemas conceptuales está menos presente entre los estudiantes en su trayectoria universitaria, en comparación con lo que hacían en el bachillerato. En el caso de la elaboración de resúmenes, el 85.9% afirma que lo hacía durante su primer año de estudios en la Universidad (Cuadro 34). 77 Por su parte, la elaboración de fichas y esquemas conceptuales no la practica la mayoría: 69.6% y 63.1% respectivamente. En el caso de la región Noreste se expresa con mayor énfasis la ausencia en la elaboración de fichas, y en la Noroeste con relación a esquemas conceptuales, mientras que en la Centro-Sur es menos patente (Cuadros 35 y 36). De tal manera que volvemos a toparnos con una cruda realidad, a saber: muchos de los hábitos de estudio y trabajo escolar que, se supondría, deberían haberse modificado positivamente, al menos en parte, dadas las exigencias propias de la educación superior, no sólo no han experimentado cambios positivos, sino que hemos encontrado palpables retrocesos. Sin ánimo pesimista, pero hasta donde nos permiten nuestros datos, y las dimensiones de análisis revisadas, estamos frente a un problema de gran magnitud que es preciso enfrentar desde muy diversos ángulos, diseñando estrategias a nivel nacional, regional e institucional. Consideramos que el hecho de que el perfil del modelo pedagógico de las UUTT tenga un fuerte contenido práctico, no necesariamente debe significar que los jóvenes abandonen la importancia del trabajo intelectual y de la escritura al producir materiales diversos donde sinteticen sus aprendizajes. 78 Alumnos que trabajan en grupo En este apartado, expondremos la frecuencia con la que los estudiantes tienen el hábito de estudiar y/o hacer sus trabajos y tareas escolares en compañía de sus pares de clase. Se trata de un indicador que nos puede permitir observar el grado de solidaridad y el sentido de pertenencia a una generación que tienen los jóvenes para enfrentar su formación académica. Si bien el éxito o fracaso educativo está medido por la institución escolar, a través de los resultados de cada individuo dueño de un número de matrícula, el trabajo colectivo no sólo puede contribuir a reforzar los procesos de socialización y colaboración escolar entre los jóvenes, sino también a conseguir transitar con menos dificultades por su carrera. Las experiencias educativas de los jóvenes universitarios desarrolladas fuera del salón de clases les permiten apreciar, desarrollar y cultivar destrezas específicas entre jóvenes con distintos capitales culturales, propiciando así el establecimiento de relaciones afectivas e intelectuales que los enriquecen entre sí. En primer lugar, hay que indicar, como se puede ver en el cuadro 37, que el 43.8% de los estudiantes se ubica entre aquellos que «siempre» trabajan y/o estudian en grupo fuera 79 del salón de clases, mientras que el 47.7% afirma que «casi siempre» lo hace. Esto significa que la mayoría de los jóvenes de las UUTT han construido diversas estrategias para enfrentar de manera colectiva la multiplicidad de tareas que les encargan sus profesores. En comparación con lo que nos habían reportado que hacían en su época de bachilleres, se nota un aumento importante en el establecimiento de lazos de solidaridad, así como un valioso proceso de socialización entre la generación, particularmente, en la región Centro y Centro-Occidente, zonas en las que los alumnos que ahora señalan que «siempre» trabajan en equipo creció considerablemente en comparación con 2002, cuando indagamos sus prácticas académicas llevadas a efecto durante su trayectoria en el bachillerato. De esta forma, los estudiantes enfrentan de una manera distinta sus compromisos y obligaciones académicas. Aunque dedican pocas horas al estudio y a la elaboración de productos de sus lecturas, frecuentemente lo hacen en equipo. 80 81 82 Organización de las sesiones de clase y laboratorios El tiempo que los jóvenes permanecen en sus clases y laboratorios puede ser señalada con precisión. Se sabe cuántas sesiones de clase deben cubrirse por cada materia en la que se inscriben los alumnos cada ciclo escolar. En promedio, los estudiantes toman 35 horas de clase y/o laboratorios y talleres a la semana. Al margen del sueño, no existe otra actividad que ocupe tanto el tiempo de los jóvenes como la que supone su asistencia a clases. Así, cuando los alumnos acuden a la Universidad se introducen en un ambiente con el que están familiarizados gracias a una larga permanencia en la institución escolar de más de 12 años. Aunque se trata de un entorno estable, en donde los objetos físicos, las relaciones sociales y las actividades principales siguen siendo las mismas día tras día. En la educación superior se presentan diversas modificaciones con relación al sistema educativo previo. La principal de ellas radica, en la mayor parte de los casos, en el cambio paulatino de la relación entre el profesorado y sus alumnos: ya no se les trata como adolescentes, sino como adultos. De tal manera, que la relación maestro-alumno, se basa más en el compromiso y la responsabilidad individual. Pese a la diversidad de contenido de las materias, las actividades principales en las clases y laboratorios son formas identificables que nos pueden permitir clasificar una parte considerable de los sucesos de una jornada escolar. El 83 propósito de este apartado es conocer algunas de las actividades principales que se desarrollan en el aula. Exposición de las clases por parte de los alumnos Consideremos la frecuencia con la que los alumnos exponen algunas de las temáticas del contenido del curso en las sesiones de clase. Se trata de observar hasta qué punto el proceso de enseñanza-aprendizaje continúa o no centrado en el papel protagónico y centralizado del profesor, o bien, en qué medida se le otorga a los sujetos estudiantiles la capacidad de exponer algún tema específico. Antes de desplegar los resultados obtenidos, es importante recordar que la opinión vertida por los estudiantes encuestados se refiere al conjunto de sus experiencias escolares durante su primer año de estancia en la institución, digamos que se trata de un balance global de su trayectoria en las aulas, talleres y laboratorios. Que expongan los profesores y los alumnos no son necesariamente actividades excluyentes. En la práctica, la organización de las sesiones de clase puede suponer en muchos casos una combinación de estrategias en el transcurso de cada sesión o del ciclo escolar. Como puede verse en el cuadro 38, cerca de dos terceras partes de los alumnos afirma que «siempre» o «casi siempre» sus profesores organizan de tal manera las clases que les solicitan exponer en las sesiones, situación muy similar a la que ocurría en el bachillerato. Sin embargo, al observar exclusivamente a quienes declaran que «siempre» exponen en 84 clase, percibimos un ligero descenso en comparación con la práctica del bachillerato. Ciertamente no es una diferencia sustancial, pero no deja de ser curioso que, según los propios estudiantes, sus profesores del bachillerato organizaban las sesiones de clase involucrándolos con más frecuencia que sus profesores de la Universidad. Profesores que dictan su clase Hasta en los ambientes escolares más progresistas es el profesor quien ejerce ampliamente el control. Uno de los indicadores de los modos en que se despliega el poder y la autoridad de los profesores reside en la utilización del método de dictado de clases. En buena medida, los docentes que tienen como práctica el dictado, más allá de su pertinencia pedagógica, reflejan una posición que asigna al profesor como el único sujeto poseedor y transmisor del saber, y a los alumnos como entes ignorantes e incapaces de jugar un rol más activo en el proceso de enseñanza-aprendizaje. En este sentido, es sorprendente, como se observa en el cuadro 39, el porcentaje de alumnos que señalan que sus profesores «siempre» o «casi siempre» dictan en clase: 80.1%. 85 Esto significa que, con diversos grados de regularidad, un contingente numeroso de los profesores del Subsistema de Universidades Tecnológicas en México, de acuerdo con la opinión de los estudiantes, tiene el hábito docente de dictar. Los resultados encontrados un año antes nos indican que la diferencia con el bachillerato, a nivel del conjunto de la población, no es altamente significativa, si bien disminuyó su peso poco más de seis puntos porcentuales, siendo en las zonas Centro y Sur-Sureste donde se detecta un mayor descenso de dicha práctica docente. Aún así, el dictado en clase forma parte de la vida cotidiana en las aulas de las UUTT, asunto que debería preocupar a las autoridades responsables de implementar el proceso de enseñanza-aprendizaje en cada una de las carreras. Alumnos que preguntan al profesor en la clase La regularidad con la que los estudiantes preguntan a sus profesores durante las sesiones de clase, nos parece un indicador pertinente para explorar y discernir entre un perfil de alumno que asume una posición escolar activa y reflexiva, de otro tipo de estudiante que toma una actitud 86 pasiva y con menor iniciativa; capaces o no de solicitar a los docentes la aclaración de conceptos, despejar dudas, ampliar las perspectivas de análisis, etcétera. Las respuestas obtenidas pueden ser también un reflejo de la disposición del profesorado para atender las inquietudes y preocupaciones de sus pupilos. En el cuadro 40 puede verse que la mayoría de los estudiantes de las Universidades Tecnológicas tiene la práctica de preguntarle a sus profesores. Una mirada a lo que hacían los mismos jóvenes en el bachillerato arroja que no existen diferencias de fondo, esto es, se trata de un habitus adquirido con anterioridad a la Universidad y continúa sosteniéndose en ella. Participación de los alumnos en las sesiones de clase y laboratorios Una de las formas que permiten apreciar en qué medida los estudiantes se encuentran comprometidos con el desarrollo de sus cursos, reside en el nivel de participación que tienen cotidianamente en las jornadas de clase. Igualmente, puede ser reflejo de una mayor atención y entusiasmo por el contenido 87 de sus materias. En este sentido, se les preguntó a los jóvenes la frecuencia con la que en su experiencia escolar participan en las sesiones de clase y laboratorios. Como puede verse en el cuadro 41, dos terceras partes de los estudiantes tienen el hábito de participar regularmente en las clases, notándose un aumento perceptible en comparación con el nivel de participación que tenían en el bachillerato. Por su parte, en las instituciones de la región Sur-Sureste es donde en mayor medida los jóvenes tenían el habitus de participar en sus bachilleratos y se acrecienta en su trayectoria en las UUTT. Los alumnos discuten los puntos de vista de sus profesores Discutir los puntos de vista de los docentes implica una actitud más reflexiva y activa que las revisadas con anterioridad; desde cierta óptica, supone también una posición estudiantil consistente en cuestionar, en el mejor sentido de la palabra, el poder casi absoluto que sobre el conocimiento y la información se le otorga tradicionalmente al profesor. Asimismo, la existencia en el aula y los laboratorios de una mayor iniciativa, con sus dosis de crítica hacia el docente, puede ser indicador 88 de estilos y modelos educativos que facilitan el proceso de enseñanza-aprendizaje y contribuye a la formación de los jóvenes como ciudadanos críticos de la autoridad. Discutir con los profesores puede ser también indicativo de la capacidad de verbalizar y transmitir el inicio del dominio de la profesión en la que se están formando. Conforme a los resultados del cuadro 42, resulta interesante que la mayoría de los estudiantes testifiquen que «siempre» o «casi siempre» discuten los puntos de vista del profesorado: 61.2%, proporción muy similar a lo que declaraban que realizaban en sus bachilleratos: 63.8%. Entre las regiones, la Sur-Sureste se mantiene con los porcentajes más altos (69.1% en 2002 y 69% en 2003), en tanto que la Centro-Occidente con los más bajos (60.7% en 2002 y 56.6% en 2003). Organización de dinámicas de grupo en las sesiones de clase La implementación de dinámicas de grupo en la organización de las clases, independientemente de las múltiples variantes que puedan existir, son también una señal interesante para apreciar el tipo de relaciones educativas que se construyen 89 entre los alumnos y de éstos con el profesorado. Se trata de la presencia de un ambiente que puede permitir un mayor nivel de atención, interés, participación y apropiación por parte de los jóvenes del proceso de aprendizaje de la disciplina a la cual pretenden incorporarse como futuros profesionistas. En el cuadro 43 puede verse que un poco más de la mitad de los estudiantes de las Universidades Tecnológicas reconocen que durante su trayectoria institucional con alguna regularidad se llevan a cabo dinámicas de grupo en las sesiones de clase y laboratorios. Sin embargo, comparado con lo que declararon que acontecía en sus bachilleratos en 2002 se aprecia un descenso, sobre todo en el grupo que afirma que «siempre» se organizan dinámicas de grupo. La región Sur-Sureste vuelve a caracterizarse por ser donde existe la mayor proporción de alumnos que señalan que con mayor frecuencia sus profesores emplean dinámicas de grupo en la organización de la docencia, a diferencia de la zona Centro-Occidente. ¿Acaso el modelo pedagógico de las UUTT, por el perfil de sus carreras, dificulta el establecimiento de métodos de trabajo escolar no tradicionales? 90 Utilización de medios audiovisuales en las sesiones de clase y laboratorios El paradigma de la educación permanente es cada vez más aceptado, y la necesidad de aprender a aprender es reconocida como una de las principales tareas de la educación. Por ello, se están desarrollando y multiplicando la educación continua, la educación a distancia, la universidad abierta, la universidad virtual y otras modalidades de aprendizaje distintas a las tradicionales. Pero un paso importante para poder transitar hacia nuevas modalidades de educación no presenciales consiste, en alguna medida, en el hecho de que en las sesiones de clase de hoy en día, tanto los profesores como los alumnos, se habiliten en el uso de técnicas audiovisuales, tales como, por ejemplo: diapositivas, fotografías, películas, videos y acetatos, etcétera. Como puede verse en el cuadro 44, una considerable proporción de los estudiantes encuestados, esto es el 67.3%, afirma que sus maestros recurren, para la organización de las sesiones de clase y laboratorios, al empleo regular de medios audiovisuales. Es cierto que todavía una tercera parte de los profesores no tienen la práctica de hacerlo habitualmente, pero es perceptible un cambio en la dinámica cotidiana de las jornadas de clases. En comparación con el bachillerato, se estima una diferencia positiva considerable, esto es, en la Universidad se acrecienta el uso de métodos audiovisuales, particularmente en la región Sur-Sureste que aumentó en 91 quince puntos porcentuales, en tanto que la Centro-Sur continuó siendo la región donde en menor medida se emplean métodos audiovisuales. Conviene, sin embargo, ser lo suficientemente cautos con la utilización de medios electrónicos, porque de lo contrario, la simple introducción de medios y tecnologías de comunicación en las instituciones de educación superior puede ser la manera más engañosa de ocultar los problemas de fondo de la institución escolar, tras la mitología efímera de su modernización tecnológica. Realización de ejercicios prácticos en las clases Una de las características del modelo pedagógico de las Universidades Tecnológicas consiste en la importancia que se le concede a la realización de ejercicios prácticos en todas las carreras. La duración de dos años de estudios tiene buena parte de su fundamento en formar profesionistas capaces de incorporarse rápidamente a un mercado de trabajo que, cada día, exige mayores capacidades prácticas. Por esta razón, les 92 preguntamos a los alumnos con qué regularidad se implementaba en su primer año de estudios universitarios la ejecución de ejercicios prácticos. Como se puede constatar en el cuadro 45, el 87% de los estudiantes afirma que «siempre» o «casi siempre» se realizaban ejercicios prácticos en sus sesiones de clase, lo que muestra que, en efecto, el modelo pedagógico de las UUTT cumple, de sobra, con dicho cometido. En las regiones Centro y Sur-Sureste, nueve de cada diez jóvenes sostiene que se llevan a cabo ejercicios prácticos, en contraste con la Noroeste y Noreste que denotan una relativa menor proporción de alumnos que afirma que existe dicha práctica docente. Las prácticas con equipo de laboratorio El contacto cotidiano con los equipos de laboratorios con los cuales están equipadas las UUTT forma parte vertebral en la formación profesional de los estudiantes. Su manejo, dominio y experimentación son indispensables para conseguir egresados capaces de insertarse plenamente en el mercado laboral. En éste y los siguientes subapartados nos referiremos a distintos aspectos relacionados con diversas 93 prácticas relacionadas con los laboratorios. Para tal efecto, excluimos las carreras que, por su propio perfil, no llevan a cabo un ejercicio regular y constante en laboratorios de diverso tipo, a saber: Administración, Administración de Autopartes y logística, Administración y Evaluación de Proyectos, Comercialización, Contabilidad Corporativa, Clasificación Arancelaria y Despacho Aduanero, Turismo e Idiomas. En primer lugar, como puede verse en el cuadro 46, la mayoría de los estudiantes afirma que con frecuencia llevan a cabo prácticas con equipo de laboratorio, destacando la región Sur-Sureste por ser donde un poco más de la mitad de la población contestó que «siempre» realizan prácticas con equipo de laboratorio, mientras que en la Noroeste sólo el 30.5% así lo considera, siendo el 21.1% los que aseguran que «nunca» o «casi nunca» hacen prácticas de laboratorio, cuestión preocupante que debe atenderse a la brevedad. En segundo lugar, para la realización de las prácticas con equipo de laboratorio es preciso que los estudiantes aprendan y elaboren una serie de especificaciones técnicas que deben seguirse para el adecuado manejo y dominio de 94 los equipos de laboratorio. Al respecto, un poco más de la mitad de la población asegura que lo ha hecho durante sus prácticas en el primer año de estudios, volviendo a destacar las diferencias entre las regiones Sur-Sureste y la Noroeste, en el mismo sentido que el indicador anterior (Cuadro 47). Llama la atención que no se encuentre generalizado entre las carreras que usan equipos de laboratorio el habitus para el manejo sistemático y procedimental de los equipos. En tercer lugar, solamente la mitad de la población asegura que utilizan con regularidad los manuales para la operación de equipo de laboratorio. Esto significa que, en general, en la organización de la docencia el profesorado no tiene como uno de sus propósitos formativos el que los estudiantes conozcan y aprendan los procedimientos rigurosos del manejo de equipo que en muchas ocasiones tienen un valor monetario altísimo. Los manuales no sólo facilitan el uso del equipamiento, también contienen una serie de especificaciones y métodos de trabajo especializado que permite a quien lo opera su mejor optimización y rendimiento. Conocer a profundidad el empleo de los manuales también permite que los alumnos se habiliten para que en el ejercicio de sus profesiones futuras puedan enfrentarse a cualquier equipo sin necesidad de contar y 95 depender de la orientación de un instructor, como parece ocurrir actualmente con sus profesores de las Universidades Tecnológicas. En las regiones, la Centro-Occidente es donde en menor proporción los estudiantes se habilitan en el manejo de los manuales, mientras que en la Sur-Sureste existe una mayor proporción de jóvenes que sostiene que las prácticas de laboratorio pasan por el aprendizaje en el conocimiento de los manuales (Cuadro 48). El control del tiempo en el uso del equipo de laboratorio a través del llenado de bitácoras, así como el registro de datos de las distintas mediciones de los procesos que se emplean con los equipos, forman parte de los procedimientos de trabajo de los que los estudiantes deben habituarse a su utilización. En los cuadros 49 y 50 puede observarse la respuesta de los alumnos, misma que refleja la ausencia generalizada por llevar a cabo procedimientos sistemáticos de trabajo, producto de sus cotidianas prácticas de laboratorio. La improvisación y el empirismo dominan buena parte de la vida escolar en los laboratorios de las UUTT. Aunque existen algunas diferencias entre las regiones, la problemática es de tal magnitud que no vale la pena entrar al detalle. 96 Una de las prácticas escolares que forman parte de los planes y programas de las carreras de las áreas del conocimiento trabajadas en estos apartados, consiste en que los alumnos se habitúen a la necesidad de realizar reportes sobre el estado y las condiciones que guardan los equipos de laboratorio. Sin embargo, de acuerdo con la respuesta de los alumnos, sólo el 28.5% tiene la costumbre de hacerlo, lo que refleja con claridad que no se trata de una práctica que los propios profesores impulsen entre sus estudiantes, sobre todo en las UUTT de la región Centro-Occidente (Cuadro 51). Finalmente, producto del largo proceso de trabajo entre las clases teóricas y la gran cantidad de horas que los estudiantes invierten en sus prácticas de laboratorio, es 97 preciso que cada uno de ellos formule un reporte de los resultados obtenidos en las mismas. No obstante, es extraño que cerca de una tercera parte de los alumnos afirma que no realiza dichos reportes, ante lo cual es inevitable preguntarse de qué forma ocurre el proceso de aprendizaje de los estudiantes y cómo logran transitar por la Universidad si no elaboran resultados de sus prácticas de laboratorio (Cuadro 52). La problemática es particularmente aguda en la región Noroeste en comparación con la Centro. Opinión sobre los salones de clase, laboratorios y talleres Existen otros rasgos de la vida estudiantil en los que es importante poner atención, ya que contribuyen de alguna manera al logro de los objetivos de los procesos de enseñanza-aprendizaje. Nos referimos a las condiciones materiales de las aulas de clase y de los laboratorios, ya que se trata de espacios físicos donde los alumnos permanecen cientos de horas. El tamaño, el tipo de banca, el pupitre o las mesas de trabajo, la calidad del pizarrón, la iluminación, la ventilación, así como el equipamiento de laboratorios y 98 talleres y la dotación de insumos suficientes para hacer las prácticas son, aunque menos evidentes, factores que repercuten en la vida cotidiana de los alumnos. La gran mayoría de los estudiantes considera que son «buenos» o «muy buenos» sus salones de clase: 91.3%. Pero una mirada más fina a los resultados manifiesta algunas diferencias que vale la pena resaltar, a saber, mientras que en las regiones Noroeste y Noreste el 48.4% y el 48.7%, respectivamente, indica que la calidad de sus salones son «muy buenos»; en el Centro-Sur y en el Centro las proporciones sólo alcanzan el 22.6% y el 22% respectivamente, asunto en el que debería ponerse la atención debida (Cuadro 53). Con relación a la opinión sobre los laboratorios examinaremos exclusivamente a los estudiantes de las áreas del conocimiento que trabajan directamente en ellos. Para las diferentes carreras que se imparten en dichas áreas, el uso intensivo de instalaciones especializadas en sus correspondientes disciplinas es obligado. En términos generales, la mayoría de los alumnos tienen una opinión positiva de los laboratorios: el 84.7% considera que son «muy buenos» o «buenos». 13 No en balde la Proporciones superiores a las encontradas en las universidades públicas estatales, en los institutos tecnológicos públicos y en las universidades privadas. Véase: DE GARAY A., Los actores desconocidos. Una aproximación al conocimiento de los estudiantes, México, ANUIES, 2001. 13 99 inversión millonaria que se ha hecho en los últimos años para dotar a las UUTT de equipos de laboratorio de primer nivel. Sin embargo, las diferencias entre algunas regiones son interesantes. La Noreste destaca por la alta proporción de estudiantes que asegura que es «muy buena» la calidad de sus laboratorios: 45.1% o la Sur-Sureste con 40.7%, lo que distingue a los jóvenes de la región Centro donde el porcentaje sólo asciende al 25.2% y en la región Centro-Sur que es del 26.4% (Cuadro 54). Otro elemento a considerar es la opinión que tienen los estudiantes sobre la calidad de la dotación de diversos insumos que requieren para sus prácticas de laboratorio. Sin materiales suficientes y de buena calidad para realizarlas, poco importa que el equipo sea muy sofisticado o que esté en excelentes condiciones de uso. Al respecto, no obstante que el 70.9% señala que son «muy buenos» o «buenos», es notoria la proporción, a diferencia de los indicadores anteriores, que afirma que son «malos» o «muy malos», destacando de nuevo las regiones Centro-Sur y Centro por el porcentaje de estudiantes que aprecian que los insumos de los laboratorios no satisfacen sus 100 expectativas escolares: 25.2% y 23.7% respectivamente, a diferencia de la Noreste y Sur-Sureste donde existe una mejor opinión (Cuadro 55). 101 102 103 104 Prácticas docentes del profesorado Los profesores que imparten los cursos, talleres y laboratorios de las carreras juegan un papel protagónico y decisivo en la formación académica y profesional de los estudiantes. En el proceso de enseñanza-aprendizaje, los docentes llevan a cabo una serie de prácticas educativas en función del lugar que la institución escolar les ha asignado, lo que los coloca como la máxima autoridad intelectual con la que se relacionan los alumnos todos los días, pero ¿qué opinan los jóvenes universitarios de la labor educativa de sus profesores?, más aún, ¿la percepción que tienen hoy es distinta en comparación con la que tenían de sus profesores del bachillerato cuando les preguntamos hace un año? Asistencia y puntualidad de los profesores a sus clases Como puede observarse en el cuadro 56, para la mayoría de los alumnos encuestados la asistencia a clases de sus profesores es una práctica frecuente y generalizada; el balance que hacen en función de la totalidad de los docentes que les han dado clase en su primer año en las UUTT manifiesta que no existen problemas graves en las instituciones con relación al cumplimiento mínimo que a 105 todo profesor se le debe exigir: ir a sus clases. De hecho, los estudiantes consideran que la asistencia a clases de sus profesores en la Universidad es superior en comparación con la situación que imperaba con sus maestros del bachillerato. En las regiones destaca la mejor opinión de los estudiantes de la región Sur-Sureste, tanto la que tenían de sus profesores del bachillerato cuando ingresaron a la Universidad como la que tienen a un año de trayectoria universitaria. Sin ser un problema, los alumnos de la región Noroeste fueron los que señalaron en menor proporción que las demás que sus profesores «siempre» asisten a clases. A diferencia de lo anterior, la puntualidad de los docentes para acudir a su salón o laboratorio para impartir sus clases no es tan perseverante, pero ciertamente opinan que es superior la regularidad en la que lo hacen sus profesores de la Universidad en comparación con los maestros del bachillerato. Los jóvenes de la región SurSureste son los que tienen mejor opinión, tanto de unos como de otros; y los de la Centro, los que tienen la peor opinión (Cuadro 57). 106 Ahora bien, aunque la puntualidad de asistencia a clases es muy similar entre los profesores y los alumnos en las UUTT (véase Cuadro 24), es importante destacar que mientras los alumnos eran más puntuales en sus bachilleratos que en la Universidad, con sus profesores es a la inversa: son más puntuales los de la Universidad que los del nivel medio superior. Presentación del programa del curso Además de presentarse a clases y ser puntuales, la primera acción que todo docente debe efectuar es la presentación del programa del curso que impartirá durante varios meses. La organización de la práctica pedagógica se inicia al proporcionarles a los estudiantes la información necesaria sobre los objetivos generales y específicos del curso, así como las temáticas y la bibliografía indispensable y complementaria para que se logren las metas educativas. A diferencia de la asistencia, no es tolerable, desde nuestra perspectiva, que los docentes incumplan con el requerimiento mínimo de anunciarles a sus pupilos el contenido de su materia. ¿De qué forma los estudiantes pueden comprometerse, responsabilizarse y planificar su vida escolar, 107 si los profesores no les informan al inicio del ciclo de qué tratará la materia y los materiales que necesitarán? De acuerdo con los datos obtenidos, el 71% de los estudiantes afirma que sus profesores «siempre» les notifican el programa del curso al inicio del ciclo escolar, no existiendo diferencias importantes entre las regiones. A nivel del conjunto, sin embargo, se denota que la entrega del programa es una práctica más frecuente en comparación con los profesores del bachillerato (Cuadro 58). Presentación de los mecanismos de evaluación Para los estudiantes, conocer con precisión los mecanismos de evaluación que emplearán los profesores para calificar su desempeño y asentarles una determinada calificación es también un requisito básico que se demanda con amplitud. Las reglas y normas de trabajo escolar establecidas al principio del curso les pueden permitir a los alumnos calcular muchas cosas y no encontrarse con situaciones inesperadas y sorpresivas al final del período escolar. Cuando los profesores no establecen desde un principio las reglas del juego escolar, los alumnos transitan por el curso con 108 un importante grado de incertidumbre, además de que se presta más fácilmente a que predomine la arbitrariedad de los docentes, así como el escalamiento de conflictos entre alumnos y profesores, y, no en pocos casos, a la negociación mercantil de la calificación. Los resultados de la encuesta arrojan que una proporción del 75.9% de los alumnos aseguran que sus profesores «siempre» anuncian al principio del ciclo escolar los mecanismos de evaluación que utilizarán. En la región SurSureste es mayor el porcentaje de estudiantes que asegura que así ocurre, mientras que en la Noroeste es menor. En todas las regiones la apreciación de los jóvenes es más positiva en la Universidad en comparación con su experiencia en el bachillerato (Cuadro 59). Preparación de las clases por parte del profesorado Si bien los estudiantes no saben con precisión cuál es la regularidad con la que sus profesores preparan sus clases, en la vida escolar cotidiana se construye una serie de referentes, muchas veces de tipo subjetivo, que les permite 109 intuir o percatarse en qué medida sus profesores lo hacen. No descartemos tampoco la posibilidad de que existan muchos profesores, sobre todo los de mayor experiencia, aquellos que han dado la misma clase durante años, que rara vez preparan sus sesiones, pero que han logrado tal manejo de las situaciones escolares que los alumnos no logran advertir que no las preparan. O bien el caso contrario, profesores que le dedican muchas horas, pero que al momento de presentarse en el aula no logran transmitir a sus estudiantes que efectivamente lo hicieron. En cualquier caso, es importante conocer la percepción que tienen los alumnos sobre el grado de compromiso y la calidad profesional de sus profesores, ya que en ella puede fundarse el largo proceso de integración hacia la profesión a la que pretenden incorporarse. Un poco más de la mitad de los estudiantes consideran que los docentes «siempre» preparan sus clases, siendo en la región Sur-Sureste donde la opinión es más favorable, con el 65.5%, en comparación con la Centro-Sur con el 55% (Cuadro 60). En contraste con lo que ocurría en el bachillerato no encontramos diferencias de consideración, pero vale la pena señalar que es preocupante para el conjunto del Subsistema de las UUTT que, según la opinión de los alumnos, la preparación cotidiana de las clases por parte de sus profesores no es una práctica generalizada. ¿Si para cuatro de cada diez estudiantes sus profesores no siempre preparan sus clases, cómo podemos esperar que la mayoría de los alumnos lo haga? (Véase Cuadro 25). 110 Claridad en la exposición de sus clases Una de las condiciones indispensables para cumplir los objetivos y metas de cualquier curso, consiste en el hecho de que los docentes tengan la capacidad pedagógica y didáctica para exponer con claridad los temas, conceptos y problemáticas contenidas en el programa. Cuando esto no ocurre, no sólo se pierde la atención de los estudiantes, también las posibilidades de conseguir un aprendizaje productivo se reducen significativamente. A diferencia de la mayoría de los anteriores indicadores tratados en este apartado, la opinión de los estudiantes en este punto es más crítica, ya que la proporción de aquellos que opinan que sus profesores «siempre» son claros al exponer sus clases solamente llega al 34.5%, siendo relativamente más agudo en el caso de la región Centro-Sur cuyo porcentaje de alumnos que afirma que los profesores «siempre» son claros en sus exposiciones es del 31.5%, en tanto que la región Sur-Sureste se caracteriza por una opinión más favorable: 46% (Cuadro 61). La diferencia con respecto a la opinión que tenían de sus profesores del bachillerato no es muy significativa, aunque sí mejor. Habría 111 que reconocer que el tipo de conocimientos especializados a los que se enfrentan en la Universidad los obliga a desafiar un nuevo reto educativo. Aclara los conceptos en clase Además de exponer con claridad en clase, los profesores deberían tener la disposición de aclarar todos aquellos conceptos, términos técnicos y problemáticas que no son diáfanas en las sesiones de clase, más aún cuando sabemos por el indicador anterior que no siempre los alumnos aprecian que sus profesores son claros para exponer sus clases. A nivel del conjunto, el 45.2% de los estudiantes opina que sus profesores «siempre» aclaran los conceptos vertidos en las clases, frecuencia que es mucho más manifiesta en la región Sur-Sureste que en la Noroeste: 56.9% y 41.9% respectivamente. Si se consideran las respuestas de «siempre» y «frecuente», puede sostenerse que en general el profesorado de las UUTT cumple plenamente con su labor educativa, al menos con relación al presente indicador (Cuadro 62). Las diferencias en comparación con el 112 bachillerato son prácticamente inexistentes, a nivel global y entre las regiones. Profesores que al finalizar la clase indican los temas de la siguiente sesión A menos de que el docente haya establecido con absoluta precisión desde el comienzo del curso los temas que se revisarán en cada clase del ciclo escolar, cuestión que, como vimos, no siempre acontece, las posibilidades de que los estudiantes logren construirse un programa de trabajo académico continuo y consistente son menores. La conducción de los cursos por parte del profesorado son tareas fundamentales, cuestión que debe abarcar la necesidad de fijar con exactitud las temáticas que se tratarán sesión tras sesión. Como puede observarse en el cuadro 63, sólo el 20.2% de los estudiantes afirma que sus profesores «siempre» les indican al finalizar cada clase los temas que revisarán en la siguiente sesión, siendo en la región Sur-Sureste donde la frecuencia de dicha práctica es mayor: 31.6%, en contraste con la Centro-Occidente donde únicamente el 16.8% de los 113 estudiantes lo asevera así. Nótese también la diferencia a favor de sus profesores del bachillerato. Los profesores son conocedores de su materia En principio, los profesores que son contratados por las Universidades Tecnológicas reúnen un perfil académico que los caracteriza por el dominio y conocimiento pleno de su disciplina o profesión. Pero ¿qué opinan los estudiantes con relación al dominio académico que tienen sus profesores sobre las materias que imparten cada ciclo escolar? En la medida de que los estudiantes reconocen en sus diversos profesores que se trata de individuos plenamente competentes en el dominio de las asignaturas que imparten, lograrán transitar con más éxito y provecho el largo proceso de integración a la profesión que pretenden ejercer en el futuro. Aunque la opinión del conjunto de los alumnos es ampliamente positiva y todas las UUTT deberían aspirar a que prácticamente la totalidad de sus estudiantes señalaran que sus profesores «siempre» dominan la materia que 114 imparten, no es así. A nivel nacional, el 56.7% de los alumnos afirma que sus maestros «siempre» dominan el contenido de sus cursos, aunque existen contrastes entre la región SurSureste, cuya proporción asciende a 69%, y la Centro-Sur que sólo presenta el 50.7%. La opinión que tenían sobre sus maestros del bachillerato cuando entraron a las UUTT era muy similar, salvo en los casos de las regiones Noroeste y Centro-Sur que la apreciaban mejor en comparación con su experiencia en las UUTT (Cuadro 64). Los profesores relacionan los contenidos de las materias con problemas actuales Por las propias características del modelo educativo de las Universidades Tecnológicas, y en la medida de que la duración de las carreras es de dos años, resulta imprescindible que, en la mayoría de los cursos que imparten los profesores, se relacionen los contenidos de los programas con los problemas actuales que enfrentarán los alumnos en su futuro ejercicio profesional. En este sentido, el ejercicio docente de los profesores se ajusta al modelo del SUT ya que el 92.2% de los alumnos asegura que durante su primer año de estudios sus 115 maestros relacionaban con regularidad el contenido de las materias con problemáticas de actualidad (Cuadro 65). Los profesores revisan en grupo los ejercicios prácticos de los alumnos Relacionado con el punto anterior, es tarea importante por parte de los docentes que trabajen en grupo con sus estudiantes para revisar los ejercicios prácticos que se llevan a efecto durante las clases, laboratorios y talleres. Al respecto, la gran mayoría de los alumnos, el 85.1%, afirma que los docentes «siempre» o «frecuentemente» tienen la costumbre de trabajar con ellos para revisar en conjunto los ejercicios prácticos que les encargan realizar, particularmente en la región Sur-Sureste, donde el 45.6% declaró que «siempre» ocurría, en contraste con el 35.2% de la Noroeste (Cuadro 66). 116 Los profesores explican con claridad los procedimientos técnicos y/o herramientas a emplear No basta con que los profesores revisen el proceso y los resultados obtenidos con los ejercicios prácticos de los alumnos, es preciso que los adiestren en los procedimientos técnicos y en las herramientas que deberán emplear en los mismos. En este caso, también la mayoría de los estudiantes aprecia que sus profesores los habilitan en dicha materia, destacando de nuevo la opinión de los estudiantes del SurSureste donde el 50.7% considera que «siempre» sucede, en contraste con los de la región Centro-Sur, cuya proporción asciende al 38.8% (Cuadro 67). Profesores que fomentan las asesorías a sus alumnos fuera del salón de clase La asesoría académica es una práctica que debe desarrollarse de manera cotidiana en las instituciones de educación superior, particularmente, por parte de todos los profesores que se dedican de medio tiempo o tiempo 117 completo a la tarea educativa. La asesoría, como un mecanismo de apoyo extra-clase a los estudiantes, permite lograr aprendizajes significativos. Afortunadamente, la práctica del profesorado por ofrecer asesorías a sus alumnos, según la opinión de estos últimos, es relativamente amplia en el SUT, en especial en la región Centro, donde el 47.9% afirma que sus profesores «siempre» les dan asesorías fuera del aula en su primer año de la carrera (Cuadro 68). En este contexto, el fomento para el establecimiento de programas institucionales de tutoría que desde hace varios años ha propuesto la ANUIES, y que la misma Subsecretaría de Educación Superior ha impulsado, resulta ser de vital importancia, ya que este tipo de atención puede ayudar, adicionalmente, a abatir los índices de reprobación y rezago escolar, a disminuir las tasas de abandono de los estudios y a mejorar la eficiencia terminal. Somos conscientes de que no en todas las instituciones es fácil implementar programas de tutorías y asesorías académicas, ya que buena parte de su planta docente tiene contratos laborales «por horas-clase», pero también existen modalidades probadas de asesorías 118 colegiadas a cargo de un cierto sector del profesorado, al cual se le contrata para tal efecto. Profesores que fomentan la cooperación entre sus estudiantes El intenso proceso de socialización que todo joven vive en su espacio institucional pasa por el establecimiento de relaciones de muy diverso tipo con sus compañeros de clase o de generación. En la escuela se entablan formas de cooperación y ayuda mutua entre los estudiantes para apoyarse académicamente. El sentido de pertenencia a una institución, a una disciplina, en definitiva a una comunidad, está íntimamente ligado a la capacidad individual y colectiva para ser miembro del grupo social en el que participan los jóvenes. En esta perspectiva, los profesores cumplen un papel relevante, ya que pueden contribuir a que los estudiantes enfrenten la tarea educativa como una práctica en la que no están solos, a través del fomento de actividades múltiples que favorezcan la cooperación y solidaridad entre ellos. En opinión del 91% del conjunto de los alumnos de las UUTT, sus profesores del primer año de la carrera «siempre» o «frecuentemente» fomentaron lazos de cooperación entre ellos mismos, siendo en la región Sur-Sureste donde en mayor medida los estudiantes aprecian que sus profesores impulsan la solidaridad estudiantil, con un 92.2%, y la región Centro-Sur, donde una relativa proporción de alumnos considera que sus maestros «siempre» fomenta la cooperación: 88.6% (Cuadro 69). 119 Profesores que fomentan el desarrollo de la creatividad entre sus estudiantes Para transitar hacia modelos educativos novedosos, donde el eje esté puesto en el aprendizaje más que en la enseñanza, resulta fundamental que los maestros promuevan entre sus estudiantes el desarrollo de una serie de prácticas y actitudes frente al conocimiento y la evolución de sujetos competentes profesionalmente, en el contexto de un mercado laboral altamente competitivo. Una de ellas consiste en fomentar las habilidades y capacidades creativas de sus pupilos. Para que los jóvenes que acuden a nuestras aulas no sean simples receptores y repetidores de información y conocimientos, es preciso que los mismos maestros contribuyan a modificar las actitudes pasivas de sus estudiantes. Para ello, fomentar y potenciar sistemáticamente su creatividad intelectual debe ser tarea obligada del profesorado. Sin duda, cuando los alumnos perciben que sus profesores incentivan sus capacidades creativas, no sólo se contribuye a cumplir mejor los objetivos de nuestros programas de estudio, sino que también se posiciona de otra forma a los 120 jóvenes frente a los enormes retos que como profesionistas tendrán que encarar en un futuro. Como puede verse en el cuadro 70, una amplia mayoría de los estudiantes opina que sus profesores fomentan el desarrollo de su creatividad en los cursos, siendo en la región Sur-Sureste donde es mayor la proporción que afirma que «siempre» lo hacen: 63.6%, en contraste con el 47.3% de la región Noroeste. Los profesores fomentan el autoaprendizaje entre los estudiantes Otra de las características centrales del modelo pedagógico de las Universidades Tecnológicas consiste en que sus estudiantes desarrollen la capacidad del llamado autoaprendizaje, mismo que, en definitiva, se traduce en el incremento de una serie de aptitudes que los jóvenes deben fortalecer durante su formación profesional, misma que los constituya, desde la Universidad, en sujetos independientes, con iniciativa, no limitados al papel protagónico que pueden ejercer sus profesores, y en un futuro cercano logren tener una actitud abierta frente al conocimiento y el desarrollo tecnológico mundial. Afortunadamente, los estudiantes de la generación 2002 consideran que el conjunto de sus profesores 121 ha fomentado sus capacidades de autoaprendizaje, ya que el 91% afirma que «siempre» o con «frecuencia» sucedió en los cursos que tomaron en su primer año de trayectoria escolar, particularmente en la región Sur-Sureste, en contraste con la Noroeste y Centro-Sur (Cuadro 71). Los profesores fomentan la capacidad en la toma de decisiones entre los estudiantes En la misma línea de argumentación del punto anterior, es fundamental que los jóvenes universitarios desarrollen una serie de aptitudes y el talento para tomar decisiones; no sólo durante su trayectoria escolar, sino también una vez que concluyan sus estudios profesionales. La formación de ciudadanos profesionistas competentes pasa ineludiblemente por la necesidad de contar con sujetos preparados para tomar decisiones en cualquier circunstancia a la que se enfrenten en el futuro. Al respecto, el 92.7% de los alumnos de la generación estudiada aprecian que sus profesores «siempre» o «frecuentemente», fomentan su capacidad para tomar decisiones, reflejo importante de que en el conjunto del 122 profesorado de las UUTT se tiene presente la necesidad de formar sujetos activos e independientes (Cuadro 72). Los profesores promueven entre sus alumnos la asistencia a eventos científicos y culturales Muchas instituciones de educación superior del país se proponen entre sus objetivos, al menos en los documentos oficiales, el proporcionarle a sus alumnos una formación integral. En todas las universidades públicas, los institutos tecnológicos públicos y en las Universidades Tecnológicas la función de la extensión y difusión de la cultura forma parte de su oferta educativa. Justamente, porque las IES se conciben a ellas mismas como instituciones culturales y no como centros de capacitación para el trabajo, alientan la organización de eventos culturales y científicos en sus instalaciones. La formación de los jóvenes de los que se hace cargo en buena medida la institución escolar, no se limita —o no debería limitarse— a los cursos que se les ofrecen dentro de cada plan de estudios. 123 Conocer las distintas manifestaciones artísticas producto de la humanidad, como la música, el teatro, la pintura, el cine; así como acudir a coloquios, congresos y conferencias, impartidas por especialistas en distintas materias, enriquecen significativamente la conformación de los valores, las actitudes y la formación ciudadana de los estudiantes. En este sentido, el papel del profesorado para propiciar que sus estudiantes acudan regularmente a eventos científicos y culturales dentro y fuera de la escuela es crucial. En ellos recae la importante responsabilidad de contribuir a formar individuos cultos. Sin embargo, de todas las prácticas del profesorado revisadas en este apartado, la relativa a la promoción que realizan los maestros entre sus estudiantes para que asistan a eventos científicos y culturales resultó ser, desde el punto de vista de los alumnos, la menos frecuente. Como puede verse en el cuadro 73, sólo el 22.4% de los estudiantes opina que sus profesores «siempre» los estimulan para asistir a ellos. De hecho, el 37.4% de los alumnos declaran que «nunca» o «casi nunca» sus maestros promueven que asistan a eventos culturales y científicos. Nótese cómo el comportamiento entre las regiones no manifiesta diferencias de consideración. 124 No olvidemos que la mayoría de los jóvenes encuestados proviene de familias cuyos padres no tuvieron la oportunidad de cursar estudios a nivel superior. De ahí la relevancia de que las propias instituciones y sus profesores contribuyan en la formación cultural de los estudiantes, asunto que debe propiciarse en mayor medida al interior de las Universidades Tecnológicas. 125 126 127 128 Las prácticas de consumo cultural de los estudiantes La formación integral de los jóvenes universitarios exige de las instituciones de educación superior el impulso y desarrollo a una serie de políticas relacionadas con lo que se ha llamado la extensión y difusión de la cultura. La preparación de jóvenes para su futuro profesional incluye el conocimiento y apropiación de diversos bienes culturales, mismos que los constituya en ciudadanos plenos e integrales. En esta perspectiva, al momento de ingresar a la Universidad indagamos la frecuencia con la que los alumnos tenían la práctica de asistir a una serie de ofertas culturales durante su bachillerato; 12 meses después, al término de su primer año de estudios, volvimos a preguntarles el tipo de consumo cultural que llevaron a efecto, tanto dentro como fuera de su respectiva UT. Repasemos los resultados que obtuvimos en ambos momentos de su trayectoria escolar. Asistencia a conferencias Como parte complementaria de los cursos a los que se inscriben los alumnos cada cuatrimestre, las instituciones organizan diversos tipos de eventos académicos de carácter extracurricular, con el objeto de ampliar y/o reforzar el conocimiento adquirido en las aulas. Acudir a las 129 conferencias, coloquios, seminarios, etcétera, constituye una práctica formativa adicional de relevancia académica. En esta perspectiva, el 45% de la generación 2002 tuvo la práctica de asistir con alguna regularidad, aunque en la región Noroeste el 24.3% nunca lo hizo, en comparación con la baja proporción que nunca asistió en la región Sur-Sureste: 11.7% (Cuadro 74). La importancia de la organización de conferencias al interior de los planteles de las UUTT es particularmente relevante cuando se observa la alta proporción de jóvenes que no tiene la costumbre de asistir a este tipo de eventos fuera de su Universidad, esto es, el 44.8% nunca asiste a otros espacios donde se organizan conferencias académicas fuera de su institución (Cuadro 75). 130 Asistencia a conciertos de música clásica A diferencia del rubro anterior, en el caso del consumo de conciertos de música clásica, cuando ingresaron a la Universidad Tecnológica les preguntamos a los jóvenes con qué frecuencia lo hacían en el bachillerato, y procedimos a formular la misma pregunta a un año de estancia escolar. Para tal efecto, indagamos el tipo de consumo que realizaban al interior de la institución, y el que hacían fuera de sus planteles. Veamos lo que ocurrió en el segundo caso. Como puede observarse en el cuadro 76, la mitad de la población «nunca» acostumbraba asistir a este tipo de oferta cultural en su trayectoria en el bachillerato. En el tiempo que llevaban estudiando en la Universidad, la proporción de jóvenes que no asistió a conciertos de música clásica fuera de la misma aumentó al 67.2%. En cuanto a las regiones, los estudiantes de la región Noroeste eran los menos asiduos en el bachillerato, en comparación con los de la región CentroSur. Un año después, la mayor ausencia de este tipo de consumo cultural se manifestó en la región Noreste, mientras que la Centro-Sur mantuvo su mayor frecuencia comparativa, pues es notoria la disminución relativa. 131 Asistencia a conciertos de rock u otro género popular La práctica de consumo cultural de los jóvenes, relacionada con géneros musicales populares, abarca a más de la mitad de la población, tanto en los tiempos del bachillerato como en su primer año de estudios universitarios, aunque vale la pena observar la alta proporción que «nunca» lo realiza en ambos momentos temporales: 39.5% y 34.8% respectivamente, situación que indica también un descenso relativo en la frecuencia de consumo. En las regiones se manifiestan algunas diferencias importantes y variaciones entre un año y otro (Cuadro 77). Asistencia a funciones de cine Indudablemente el cine constituye una de las prácticas de consumo cultural más generalizadas entre la población estudiantil, ya que alrededor de dos terceras partes lo hace 132 con regularidad; incluso, disminuyó ligeramente la proporción de quienes no tenían la costumbre de hacerlo. De nuevo, las diferencias regionales son de consideración, tanto en relación con las prácticas que hacían en el bachillerato, como las llevadas a cabo en su primer año de estudios en la Universidad (Cuadro 78). Asistencia a funciones de teatro En el caso del teatro, se denotan cambios nacionales de consideración entre lo que ocurría en su vida de bachilleres y lo que aconteció en el primer año en la Universidad Tecnológica. Mientras que en el nivel medio superior el 31.8% asistía con alguna frecuencia, en el transcurso universitario el porcentaje disminuyó hasta el 10.6%, siendo el 56.6% los que declararon que no acudieron al teatro en su primer año de estudios en las UUTT, proporción que ascendió 65.1% en la región Sur-Sureste (Cuadro 79). De hecho, puede sostenerse que la costumbre de asistir al teatro está ampliamente ausente entre los jóvenes de las UUTT. 133 Asistencia a funciones de danza De manera similar al teatro, mientras que la asistencia a funciones de danza en el bachillerato representó una frecuencia de 28.8%, un año después bajó al 10.2%, incrementándose a 59.9 el porcentaje de jóvenes que nunca acudió a funciones de danza fuera de la UT. Entre regiones, la Noroeste manifiesta un mayor descenso al existir un 71.1% de estudiantes que nunca acudieron a un espectáculo de danza (Cuadro 80). Asistencia a museos Mientras que en el bachillerato acudir a los museos era una práctica regular en el 34.8% de la población de la generación 134 2002, una vez que llegaron a la Universidad el porcentaje descendió al 16.8%, siendo el 42.7% de los estudiantes los que declararon que nunca fueron a un museo durante su primer año en la Universidad. En ambos momentos, los jóvenes de la región Centro se caracterizan por una relativa, aunque mayor, asistencia a los museos (Cuadro 81). Considerando al conjunto de las prácticas de consumo cultural realizadas por la generación objeto de nuestro estudio, y más allá de la escasa participación en varias ofertas culturales por parte de los jóvenes, es evidente que, durante su trayectoria universitaria, en la mayoría de ellos disminuyó la frecuencia con la que asistían. En este contexto, una conjetura posible es que el ritmo de trabajo académico y las exigencias escolares de la Universidad, obligó a los jóvenes a concentrarse en el estudio y abandonar paulatinamente su vida cultural. Sin embargo, si recordamos que también en los indicadores de prácticas académicas y hábitos de estudio se manifestó un relajamiento de los mismos, no pareciera ser necesariamente la nueva dinámica de trabajo escolar la que conduce a los jóvenes a disminuir su consumo cultural. Atendiendo a las prácticas de consumo cultural al interior de los planteles, la gran mayoría de los estudiantes no tiene 135 entre sus habitus el participar de la oferta cultural que ponen a su disposición las instituciones (Cuadros 82 a 87). Sin embargo, hay que señalar que, en promedio, alrededor del 40% de los jóvenes de las UUTT, aseguran que en sus planteles no existía una oferta cultural, salvo en el caso de las conferencias. Con referencia de algunos sectores que nos ofrecieron su opinión sobre la calidad de la oferta cultural, podemos inferir que, o bien la oferta es relativamente escasa, y/o la promoción que se realiza al interior de las instituciones no es lo suficientemente amplia como para que los estudiantes tengan noticia de ella y por ende asistan a la misma. De cualquier forma, desde nuestra perspectiva, y de acuerdo con los resultados obtenidos, es necesario que el conjunto del Subsistema realice mayores esfuerzos para ofrecer programas culturales más amplios a los estudiantes, en la medida de que la cultura forma parte de la educación cívica y ciudadana de los jóvenes. 136 137 138 139 140 Satisfacción de expectativas y planes de desarrollo futuro En este apartado nos aproximamos a la percepción que tienen los estudiantes sobre la calidad del servicio educativo que ofrece el Subsistema de Universidades Tecnológicas en el país, así como a los diversos planes de vida que ellos mismos se proyectan. Para tal efecto, formulamos cuatro preguntas, cuyos resultados mostramos a continuación. En primer lugar, les preguntamos el grado de satisfacción de sus expectativas educativas de acuerdo con su experiencia de un año de trayectoria escolar. Al respecto, como puede verse en el cuadro 88, el 68.9% las considera «satisfechas». Si a esta proporción le sumamos la referente a los que afirmaron «muy satisfechas», misma que ascendió al 17.6%, en conjunto, una gran mayoría de jóvenes consideran satisfactoria la calidad del modelo educativo de las UUTT durante su primer año de estancia en ellas: 86.5%. De acuerdo con lo anterior, en las UUTT de la región Sur-Sureste es mayor el índice de satisfacción, y en menor medida en la Centro-Sur (Cuadro 88). 141 En segundo lugar, indagamos, como otra medida de satisfacción educativa, si los estudiantes estarían dispuestos a inscribirse de nuevo en una Universidad Tecnológica si aún no estuvieran inscritos en alguna de ellas. El resultado fue que la mayoría lo haría —78.4%—, lo que también es un indicativo del alto grado de satisfacción lograda entre la población estudiantil (Cuadro 89). En este caso, los alumnos de la región Noroeste fueron los más satisfechos, en contraste con los de la región Centro-Sur, donde una cuarta parte no optaría por realizar estudios profesionales en el SUT. Otra forma de aproximarse al nivel de satisfacción de las expectativas de los estudiantes de la generación 2002, consistió en preguntarles si estarían dispuestos a recomendar la Universidad a otros jóvenes interesados en realizar estudios superiores. Como se observa en el Cuadro 90, más del 90% de los alumnos, a un año de estancia en la institución, aseguraron que invitarían a otros jóvenes para que estudiaran una carrera en alguna Universidad Tecnológica, destacando el caso de los estudiantes de las instituciones de la región Sur-Sureste. En definitiva, aunque algunos sectores no se inscribirían de nuevo, sí recomendarían a otros jóvenes estudiar en 142 las UUTT, ya que de alguna manera aprecian que se trata de un sistema educativo que tiene calidad y presenta una oferta atractiva. Por otra parte, tanto al ingreso de sus estudios como al final de los mismos, indagamos cuáles eran los planes futuros de los alumnos al terminar su carrera. Cuando la generación 2002 se inscribió en las UUTT, la mayor proporción se ubicó entre aquellos que declararon su interés por incorporarse al mercado laboral una vez concluidos sus estudios (48.1%). Otro porcentaje importante (42.3%), aspiraba a cursar una licenciatura una vez que concluyera sus estudios, situación que reflejaba desde nuestro punto de vista dos asuntos: uno de ellos consiste en que muchos jóvenes aprecian que es necesario continuar su proceso formativo, por lo cual la opción de una licenciatura está en su horizonte; pero también existen sectores estudiantiles que deseaban cursar una licenciatura por considerar que la misma tiene un valor social superior al título que otorgan las UUTT, pero debido a las dificultades para ingresar a ese tipo de modalidad tradicional, entraron a una Universidad Tecnológica. Sin embargo, cuando les hicimos la misma pregunta al terminar su carrera, la mayoría de los jóvenes afirmaron que se dedicarían a trabajar (62%), y la proporción de aquellos que 143 deseaban continuar estudios de licenciatura se redujo a sólo una tercera parte de la población, postura más palpable entre los estudiantes más jóvenes y solteros. La opción de cursar una segunda carrera en el SUT, bajo la modalidad conocida como 2x3, según la cual parte de los créditos obtenidos en la carrera y que se revalidan para cursar una segunda carrera, no ha tenido el impacto esperado (Cuadro 91). 144 145 146 La experiencia en las Estadías de los estudiantes de la generación 2002 Como señalamos al principio del libro, en 2004 diseñamos un tercer cuestionario que tenía como objetivo volver a caracterizar a la población de la generación 2002 al momento de concluir sus estudios universitarios. Conocer el perfil socioeconómico, las prácticas escolares y de consumo cultural, su opinión sobre la organización de la docencia y de sus profesores. Con esa información pretendíamos observar las características y prácticas de toda la generación en su último año de la carrera y, a la vez, comparar las diferencias y similitudes entre el ingreso, el primer y el último año de permanencia en las UUTT. Adicionalmente, incluimos un apartado relativo a las llamadas Estadías, las cuales llevan a efecto todos los alumnos durante el último cuatrimestre de la carrera en alguna empresa, organización pública o privada, o en la propia Universidad. La Estadía tiene como propósito que el alumno ponga en práctica los conocimientos teórico-prácticos que adquirió durante los primeros cinco cuatrimestres cursados en la Universidad Tecnológica, e invariablemente versa sobre un proyecto del área relacionada con la carrera cursada, lo que permite al estudiante hacer una aportación. Lamentablemente, la forzosa necesidad metodológica de excluir a varias Universidades Tecnológicas del análisis, por no haber cubierto el porcentaje mínimo de aplicación de 147 cuestionarios que exige un trabajo de esta naturaleza, nos impidió realizar un análisis completo de las trayectorias escolares de los estudiantes de la generación. 14 Con el consecuente sesgo en los datos obtenidos por no contar con información de todas las UUTT, con toda certeza cometeríamos serios errores de interpretación al analizar las dimensiones de observación planteadas en nuestro estudio. Por dichas razones, en el presente apartado reportamos exclusivamente la información obtenida de los alumnos que logramos encuestar en lo relativo a su experiencia y balance de las Estadías, mismas que, como sabemos, forman parte central en la formación terminal de los jóvenes de las UUTT.15 Para el análisis de este apartado trabajamos con 11,612 registros, excluyendo aquellas UUTT que no consiguieron una tasa de aplicación suficiente para permitir hacer comparativo el estudio. Como elemento referencial, del total de encuestados, el 57.4% fueron hombres y el 42.6% mujeres. Como indicamos anteriormente, existen tres tipos de Estadías en las cuales los estudiantes se incorporan, a saber: en una empresa, en un organismo público o privado, o en la propia Universidad. En el cuadro 92 se refleja que la mayoría de los alumnos realizó su Estadía en una empresa, particularmente en la solución de algún problema (67.1%), o bien en el desarrollo de algún proyecto (24.4%). Este resultado es acorde con la política del Subsistema de Universidades Tecnológicas que busca acercar a los jóvenes al mercado de trabajo donde se pretende que realicen su actividad profesional futura. 14 Conviene señalar que aquellas UUTT, la mayoría, que lograron una adecuada cobertura de aplicación del cuestionario al egreso, sí podrán hacer de manera independiente el análisis detallado de la trayectoria de la generación 2002. 15 Por las mismas razones metodológicas, nos limitamos a una exposición del conjunto de las Universidades Tecnológicas, sin hacer referencia al comportamiento regional. 148 La primera etapa de la Estadía consiste en que los estudiantes lleven a efecto un análisis del problema que tienen que resolver en la empresa u organismo público o privado, o bien, en la propia Universidad. Al respecto, el 78.6% de los alumnos asegura que dicha actividad formó parte importante del proceso, y 18.4% que lo hizo con alguna regularidad (Cuadro 93). La segunda actividad relevante radica en formular un proyecto o plan de trabajo de la Estadía que llevarán a efecto durante cuatro meses. En este sentido, el 75.8% afirma que lo realizó «frecuentemente», y el 21.3% considera que «a veces» lo realizó (Cuadro 94). 149 Una vez analizado el problema y formulado el plan de trabajo, los estudiantes definen las estrategias y procedimientos a realizar para llevar a buen término la Estadía. En esta perspectiva, el 68.1% declara que «frecuentemente» construyeron las estrategias correspondientes y un 27.3% considera que «a veces» (Cuadro 95). Pero, ¿en qué medida se realizaron todas las actividades definidas en el proyecto original? En este caso, la proporción de estudiantes que aprecian que se cumplieron las actividades establecidas en el proyecto ascendió al 67%, en tanto que el 28.8% señaló que «a veces» se lograron (Cuadro 96). No dejaremos de insistir que, no obstante que la opinión mayoritaria de los estudiantes es favorable, para lograr cumplir con plenitud las metas educativas del modelo de las UUTT debería aspirarse a una mayor proporción de jóvenes que respondan «frecuentemente» en cada uno de los indicadores revisados en este apartado. 150 Otro aspecto importante de la Estadía consiste en conocer si la Universidad, las empresas o los diversos organismos miden y evalúan los resultados alcanzados por los alumnos. Para el rubro de medición de los mismos, el 57.4% consideró que «frecuentemente» se llevan a efecto este tipo de actividades, y 34.8% «a veces» (Cuadro 97); por su parte, la evaluación de los resultados es una actividad que según el 62.3% de los estudiantes se hace «frecuentemente» y el 30.4% «a veces» (Cuadro 98). Dos cuestiones adicionales completan el proceso de la Estadía. En primer término, la necesidad de que los alumnos elaboren y entreguen reportes parciales de los avances conseguidos, para lo cual el 69.7% afirma que los formularon con frecuencia y el 24.6% «a veces» (Cuadro 99). En segundo término, la entrega del reporte final de los resultados obtenidos al concluir la Estadía. En este aspecto, el 82.4% afirma que lo hizo (Cuadro 100). 151 En resumen, puede considerarse que la gran mayoría de las actividades que los alumnos deben realizar en sus Estadías se llevan a efecto. En ninguna de ellas, los que declararon que «nunca» o «casi nunca» las hicieron rebasa el 8%. No obstante, las Universidades Tecnológicas tendrían que reforzar el cabal cumplimiento de todas las actividades, con el objeto de reducir las proporciones de jóvenes que afirmaron que se cumplieron «a veces». Una dimensión escolar fundamental que es preciso atender en las Estadías son las asesorías que deben prestar tanto las empresas, como los organismos privados y públicos, además de la propia Universidad. El proceso de enseñanza-aprendizaje no termina en el antepenúltimo cuatrimestre. La continuidad y el seguimiento de la formación de los estudiantes es central en la última etapa de sus carreras. Tal y como se observa en los cuadros 101 y 102, la mayoría de los alumnos considera que recibió asesoría tanto de las empresas, como de los organismos y la Universidad, sobre todo en este último caso. Sin embargo, 152 hay que poner atención al hecho de que, por ejemplo, el 9% de los jóvenes que respondieron que no recibieron asesoría por parte de la instancia no universitaria equivale a 895 estudiantes, mismos que tuvieron que resolver sus Estadías sin el respaldo de la asesoría permanente de las empresas y/o organismos. Veamos ahora la naturaleza de las asesorías recibidas. En primer término indagamos si, de acuerdo con la opinión de los alumnos, los asesores mostraron conocimientos y experiencia en el campo de trabajo que tenían que atender en las Estadías. Al respecto, el 71.1% asegura que «siempre» se satisfizo dicha necesidad por parte de los asesores, mientras que el 21.5% considera que «casi siempre» (Cuadro 103). 153 Otra actividad importante, que debe realizar el asesor de la Universidad durante la Estadía, consiste en lograr una adecuada coordinación con la empresa, el organismo y/o la propia Universidad para el cabal cumplimiento de los objetivos de los proyectos que desarrollan los alumnos. En este caso, aun si la mayoría de los estudiantes contestaron que «siempre» o «casi siempre» hubo coordinación (77.3%), es importante resaltar que poco más de una quinta parte de ellos considera que no existió dicha coordinación, cuestión que debe ser motivo de atención inmediata por parte de las autoridades de las UUTT (Cuadro 104). Por otra parte, aunque no es un compromiso expreso, en los Lineamientos oficiales de las Estadías se establece que las universidades, empresas u organismos procurarán otorgar una serie de apoyos y servicios para que los alumnos logren desarrollar y culminar exitosamente su proyecto. Con relación a los apoyos universitarios, les preguntamos si la Universidad les había apoyado con el acceso a los centros de cómputo y de idiomas. Al respecto, el 84.3% afirma que respecto al primer servicio obtuvieron el apoyo con regularidad, sin embargo, en cuanto al 154 segundo, cerca de la mitad, esto es, el 45.1% asegura que «nunca» o «casi nunca» tuvieron apoyo (Cuadros 105 y 106). Deberían buscarse mecanismos adecuados para que los estudiantes cuenten con dicho apoyo, ya que 56.5% declaró que durante la Estadía requirió de su manejo regular (Cuadro 107). Indagamos que otro tipo de apoyos posibles fueron los siguientes: área y herramientas de trabajo, fotocopias, acceso a internet, apoyo económico, comedor y transporte. De ellos, consideramos que los cuatro primeros son parte importante del trabajo académico con el cual deben contar 155 los alumnos, en tanto que los tres últimos, sin ser responsabilidad institucional o de las empresas, constituyen un soporte nada despreciable si recordamos el bajo perfil socioeconómico de la mayoría de los estudiantes de las UUTT. Gran parte afirma que tuvo un área de trabajo y herramientas para realizar la Estadía, según se muestra en los cuadros 108 y 109, aun así, existe una pequeña proporción que no contó con este tipo de apoyo. Por su parte, el 41.6% no tuvo acceso a internet durante su Estadía, y el 31.3% no tuvo facilidades para sacar fotocopias (Cuadros 110 y 111). 156 Recibir algún tipo de ayuda económica, o bien servicio de comedor o de transporte en las empresas, puede ser importante para amplios sectores de estudiantes. Tal y como se observa en los cuadros 112, 113 y 114, no parece existir una política homogénea en el SUT, ya que si bien la mayoría declaró que «nunca» o «casi nunca» contaron con dichos apoyos, sí existen alumnos que gozaron de tales beneficios. 157 En otro orden de ideas, la Estadía tiene como uno de sus propósitos centrales que el alumno ponga en práctica los conocimientos teórico-prácticos que adquirió durante los primeros cinco cuatrimestres cursados en la Universidad Tecnológica. Por dicha razón, averiguamos con qué frecuencia la Estadía fue una oportunidad para: solucionar problemas, manejar equipo y procedimientos, controlar procesos, trabajar en equipo, manejar grupos, tomar decisiones, expresarse en forma oral y escrita. De todas ellas, la oportunidad de manejar equipo y procedimientos diversos resultó ser la práctica que más frecuentemente realizó la población en sus Estadías: 71.9% (Cuadro 115). El segundo lugar lo ocupa el desarrollo de habilidades para trabajar en equipo, donde el 62.4% afirma que «frecuentemente» tuvo dicha oportunidad (Cuadro 116). En tercer lugar de importancia, la posibilidad de tomar decisiones durante el desarrollo del proyecto en la Estadía fue una práctica frecuente para el 55.9% de los alumnos (Cuadro 117). 158 En cuarto y quinto lugar le siguen la oportunidad para solucionar problemas y expresarse en forma oral y escrita, prácticas donde un poco más de la mitad de los estudiantes encuestados afirma que «frecuentemente» lo hizo, mientras que una tercera parte declaró que «a veces» (Cuadros 118 y 119). En penúltimo lugar se ubica la práctica del control de procesos, donde sólo el 40.1% dice que «frecuentemente» tuvo la oportunidad de hacerlo (Cuadro 120). Finalmente, la práctica de manejo de grupos fue la actividad que menos desarrolló la población durante su Estadía, el 41.1% 159 asegura que «nunca» o «casi nunca» lo realizó (Cuadro 121). Para finalizar este libro, en las siguientes líneas reportamos el balance global que los estudiantes hacen de su Estadía, en concreto, les preguntamos ¿cómo calificarían la Estadía que realizaron? Veamos los siguientes tres aspectos. Un asunto medular en la formación de profesionistas consiste en que sean capaces de aplicar los conocimientos adquiridos en la Universidad en su ejercicio profesional, mismo que se inicia de alguna manera en las Estadías. Al respecto, el 53.2% de los alumnos consideran que la Estadía fue una «muy buena» experiencia escolar y el 41.2% que fue «buena», ya que consiguieron incorporar plenamente sus conocimientos en el ejercicio profesional (Cuadro 122). 160 En segundo lugar, indagamos cuál era su evaluación con respecto a si en la Estadía encontraron que su carrera tenía relación con la experiencia profesional lograda en ese cuatrimestre. Al igual que en el rubro anterior, la mayoría aprecia que los conocimientos que les proporcionó la Universidad tienen plena relación con la Estadía (Cuadro 123). Algo similar ocurre en cuanto a la evaluación final que hacen sobre el significado que representa la Estadía para relacionarse con el sector productivo y adquirir experiencia antes de concluir sus estudios universitarios, al respecto, el 92.8% considera que fue «buena» o «muy buena» (Cuadro 124). 161 En definitiva, no cabe la menor duda de que los programas de Estadía que las UUTT han construido para conseguir los objetivos formativos entre sus estudiantes se están logrando en buena medida, al menos para la generación analizada en este libro. Los alumnos se muestran ampliamente satisfechos no sólo de la formación que adquirieron primeramente en las instalaciones de la Universidad, sino de la experiencia que representa vincularse con la práctica profesional, al poner en práctica los conocimientos adquiridos y enfrentar así la «vida real». 162 Conclusiones El Subsistema de Universidades Tecnológicas en México, que aún tiene una corta vida, ha logrado extenderse a buena parte del territorio nacional y comienza a ser una alternativa de formación profesional para miles de jóvenes. Es, sin duda, el Subsistema de educación superior pública que en mayor medida ha logrado establecer una serie de políticas encaminadas a conocer y evaluar a fondo su funcionamiento y los resultados obtenidos en muy diversas áreas de su quehacer. La prueba de que existe voluntad política para desarrollar y consolidar el modelo educativo de las Universidades Tecnológicas es el impulso al proyecto nacional de investigación sobre las trayectorias educativas de sus alumnos, cuyos resultados más relevantes presentamos en este libro. Se trata de un esfuerzo gubernamental e institucional de gran envergadura, que ha involucrado a cientos de personas en todas las Universidades para hacer factible su realización, y para lo cual hemos contado con la disposición y colaboración de miles de jóvenes que contestaron los cuestionarios. La información que se ha generado para conocer a los estudiantes desde que ingresan hasta que concluyen sus estudios, inició con la generación que empezó sus estudios en 2002, lo replicamos con la generación de 2003 y la de 163 2004, que actualmente se encuentra en el segundo año de sus estudios. Es decir, el proyecto pretende generar una dinámica y un compromiso de trabajo conjunto para darle continuidad en el tiempo y que se establezca como una tarea regular y permanente. En este sentido, es importante señalar que los datos que arroja la investigación, en cada una de sus fases y momentos, son presentados a todos los rectores en sus reuniones nacionales, lugar en el que se les entrega una base de datos con toda la información obtenida en cada Universidad, con el objeto de que cada una de ellas pueda hacer uso inmediato de la misma. Ha sido un proceso complejo, no sólo por el reto que significa llevar a efecto este tipo de proyectos de investigación, sino sobretodo para hacer conciencia en todas las UUTT de la relevancia del estudio. En este terreno, la respuesta de las instituciones, hay que decirlo, ha sido desigual. Por fortuna, la mayoría de las UUTT han respondido formidablemente y en muchas de ellas están aprovechando la información para la toma de decisiones; pero también existen algunas UUTT que no han logrado comprender la importancia de comprometerse con el desarrollo del proyecto, tanto en su realización como en el empleo de los datos que arroja en cada ciclo escolar. Gracias a la información que hemos podido generar, hoy sabemos, con absoluta precisión estadística, que el Subsistema de Universidades Tecnológicas está dando cabida a miles de jóvenes que provienen de sectores sociales de escasos recursos económicos, en mayor medida a lo que ocurre en las universidades públicas estatales y en los 164 institutos tecnológicos públicos. Igualmente, la mitad de ellos proviene de familias donde sus padres no alcanzaron a estudiar la secundaria y sólo el 10% tuvo acceso a la educación superior. Miles de jóvenes representan la primera generación de sus familias que llega a la educación superior. Situación que atiende a uno de los ejes de las políticas federales: la equidad en el acceso a la educación. Un promedio nacional del 30% de los alumnos llevan a cabo alguna actividad laboral renumerada al mismo tiempo que realizan sus estudios universitarios, la mayor parte de los cuales lo hace por necesidad económica, y sólo en una tercera parte de ellos su trabajo tiene algún tipo de relación con sus estudios. La mayoría de los alumnos no cuenta en sus lugares de residencia con las condiciones materiales para sus actividades académicas, es notable la ausencia de equipamiento de cómputo, conexión a internet, libros especializados, espacio privado para estudiar y mesa de trabajo. En suma, se trata de una población universitaria que realiza un gran esfuerzo personal y familiar para permanecer en el nivel educativo superior, cuestión que es altamente valorada por sus propios padres. No obstante, es significativo que sólo poco más de una cuarta parte de los alumnos, cuando van a la mitad de la carrera, consideran que tienen altas posibilidades de encontrar empleo futuro en su propia área profesional. Las expectativas personales y familiares puestas en la educación no son muy halagüeñas al momento de mirar hacia delante. Es cierto que nuestro sistema educativo no es el responsable de la problemática de la falta de empleo que vive nuestro 165 país, pero es importante tener conciencia de que para miles de jóvenes la educación superior no es ya garantía de movilidad social y éxito profesional. Esta realidad que viven cotidianamente los estudiantes universitarios se está traduciendo, al menos en parte, en una actitud, si bien no generalizada pero sí importante, de desánimo y escaso interés por desarrollar una serie de hábitos de estudio y prácticas académicas propias de las exigencias educativas del nivel superior. En este terreno, es preciso agregar que la ausencia de ello es también producto de nuestro sistema educativo nacional previo, mismo que, como se ha demostrado en estudios comparativos internacionales, no se caracteriza por su alta calidad. De tal manera, que las instituciones de educación superior, en particular el Subsistema de Universidades Tecnológicas, tiene el gran reto de afrontar y remontar, en tan solo dos años, una serie de carencias que posee su población estudiantil. Justamente, una de las grandes ventajas de este proyecto consiste en que logra identificar a todos aquellos sectores de alumnos que requieren especial atención en distintos campos, para logar así procesos formativos exitosos. Los programas de becas, los programas de tutorías, el equipamiento de cómputo de los laboratorios y la construcción de bibliotecas, con su correspondiente acervo bibliográfico, son acciones que están consiguiendo ofrecer a los jóvenes mejores condiciones para sus estudios. Pero no basta con ello. Una dimensión que es primordial atender, es que los estudiantes son jóvenes, esto es, pertenecen a un grupo de sujetos sociales cuyo mundo de vida no se circunscribe al 166 ámbito escolar. Los amigos, las novias, las parrandas o reventones, la sexualidad a plenitud, el riesgo de contagio por el SIDA, los embarazos no deseados, el coqueteo con el alcohol y las drogas, la búsqueda de libertad y distancia de la autoridad de los padres, la anorexia, la obesidad, la depresión, así como el gusto por el rock, el ska, la música grupera, etcétera, son elementos con los que crecen los jóvenes todos los días. En esta perspectiva, la construcción de programas institucionales que atiendan esta diversidad de problemáticas es ineludible. Por otra parte, cuando los jóvenes son admitidos en la Universidad y se les asigna un número de matrícula o de cuenta se convierten en alumnos, pero sólo a través de incorporar en su vida cotidiana escolar una serie de prácticas académicas, intelectuales, culturales y sociales se constituyen en estudiantes universitarios. Se trata de un proceso que se inicia desde el primer día de clases, y se va conformando de modo distinto entre la población a lo largo de la carrera. Algunos sectores logran integrarse rápidamente, otros lo conseguirán en un lapso de tiempo mayor, y otros nunca lo alcanzarán y serán candidatos al rezago, abandono y/o deserción escolar. Por lo mismo, es necesario que todas las UUTT establezcan y/o consoliden sólidos programas de integración al medio universitario, los cuales no pueden constreñirse a periodos de tiempo muy acotados, como suele ocurrir en muchas instituciones de educación superior. En este contexto, resulta de vital importancia conocer con mayor precisión el perfil de los alumnos que ingresan a la Universidad, para de esa forma diseñar más y mejores 167 políticas institucionales que nos permitan lograr una plena integración académica y cultural de los mismos. En la medida de que se consiga desarrollar y reforzar los procesos de integración, lograremos fortalecer la formación profesional y cultural de los alumnos, para que sean capaces de enfrentar con éxito su futuro. A su vez, el estudio de las trayectorias educativas permite observar en qué medida el tránsito por la educación superior modifica o no el perfil de los alumnos que ingresan. La aplicación de cuestionarios al inicio, a la mitad y al final de la carrera nos ofrece una amplísima gama de asuntos que es justo atender. Por ejemplo, la opinión que tienen sobre el desempeño de sus profesores, la manera en que se lleva a cabo el proceso de enseñanza-aprendizaje, el uso y la opinión que tienen sobre los servicios institucionales, sus prácticas de consumo cultural tanto adentro como fuera de la institución, la experiencia de las Estadías y su nivel de satisfacción de expectativas. El estudio de las trayectorias educativas de los alumnos de las Universidades Tecnológicas tiene sentido si sus resultados son aprovechados por las autoridades de cada plantel, si los profesores de cada carrera tienen acceso a la información y se diseñan estrategias y programas con el concurso de quienes son los responsables de formar a miles de jóvenes. Este libro tiene el propósito de contribuir a difundir ampliamente quiénes y cómo son los jóvenes que forman parte del Subsistema de Universidades Tecnológicas. 168 Bibliografía básica ASTIN, A. W., What Matters in College?, San Francisco, Jossey Bass Publishers, 1997. 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