Abogados le otorgó en el año 2000 el Premio Nacional de Jurisprudencia. Otro reconocimiento, más sencillo pero no menos valioso, fue el agradecimiento de los vecinos de la colonia Moderna por su defensa contra las arbitrarias expropiaciones que pretendía hacer el gobierno para la construcción de un eje vial que —como lo recordaba su hija Mónica Chávez Aviña— se condensó en estas significativas palabras: “Para el hombre que lucha por los derechos, la paz, la libertad y la justicia social”. En el campo de la investigación jurídica, y específicamente en el Derecho Familiar, Chávez Asencio dejó una huella perdurable en la cultura jurídica de nuestro país con su obra, en tres tomos, intitulada La familia en el Derecho, publicada por Editorial Porrúa, y que lleva varias reediciones, así como otros diversos libros y ensayos sobre la misma materia, en la que su autoridad es irrecusable. Pero digno también del mayor encomio es que su preocupación e interés por la familia —la Iglesia doméstica, como le gustaba llamarla— no sólo quedó en sus estudios jurídicos, sino que la hizo vivencia en su propio ámbito familiar, como ejemplar esposo, padre y abuelo, y como objeto de su apostolado cristiano en el ámbito de lo social. Al lado siempre y con el valiosísimo apoyo de su admirable esposa Marthita, fue activo militante del Movimiento Familiar Cristiano, en el que fue elegido presidente Nacional del Movimiento y, posteriormente, vicepresidente latinoamericano del mismo. Fue miembro también de la Comisión Episcopal para Laicos y de la Comisión Nacional para la Familia. A lo largo de más de 25 años, el maestro Chávez Asencio impartió cátedra en el Departamento de Derecho de la Universidad Iberoamericana, cuyo prestigio lo llevó a ser su director para el período 1992–1996, cargo que desempeñó con la entrega y competencia que lo caracterizaban. Por sus relevantes méritos también se le designó presidente del Tribunal Universitario, máximo órgano jurisdiccional de dicha universidad, en el que también dejó su impronta de hombre sabio y justo. IMDOSOC fue otro de los baluartes en los que Manuel Chávez Asencio desplegó su vocación de laico comprometido con la justicia y al que aportó generosamente su competencia profesional y su experiencia en la acción social cristiana. Durante muchos años —prácticamente hasta un poco antes de la conclusión de su vida— fue miembro del Consejo Directivo y presidió la Comisión relativa a la familia. Su figura se hizo entrañable por su sencillez, su don de gentes, su disposición para aceptar las tareas que se le encomendaran. En sus años postreros sufrió severo menoscabo de la vista y el oído y todavía así participaba en las reuniones del Consejo, en las que cumplía con lucidez el cometido de verificar en cada una de ellas que en el acta de la sesión anterior, que se sometía a aprobación de dicho órgano, se hubieren incluido los asuntos tratados y los acuerdos tomados en ella. Era en verdad conmovedor —y edificante— ver a ese hombre con la indeclinable voluntad de continuar trabajando por el Reino hasta el último hálito de su existencia. Con hombres de su jerarquía humana se ha ido construyendo la estructura moral que le da consistencia a nuestra institución. * Maestro en derecho por la Universidad Iberoamericana. Autor del libro Derecho Eclesiástico del Estado Mexicano, de Editorial Porrúa, S.A. MAGISTRAL DEFINICIÓN Manuel Chávez Asencio formuló una magistral definición del matrimonio, conjugando las disposiciones del Código Civil, la doctrina y la jurisprudencia, que vale la pena recordar: El matrimonio es un acto jurídico conyugal (pacto conyugal) en el que intervienen, además, el Juez del Registro Civil para constituir el vínculo conyugal, en el que se traduce en el matrimonio-estado como comunidad íntima y permanente de vida de un hombre y una mujer en el orden al amor conyugal, la procreación responsable y la promoción humana de ambos. (La Familia en el Derecho. Relaciones jurídicas conyugales, Editorial Porrúa, S.A. México, 1985, p. 70). Signo de los Tiempos – agosto 2013 25