No es casualidad que las reflexiones que sobre la contratación pública electrónica quiero exponer en este libro empiecen precisamente por el análisis sobre qué es y qué pretende garantizar la utilización de la firma electrónica reconocida en la contratación administrativa. Conocerán ustedes aquí sus fundamentos básicos tanto desde un punto de vista legal, como técnico y organizativo, en un estudio que yo suelo titular como «la firma electrónica para escépticos». En primer lugar quiero que conozcan Uds. que la utilización de la firma electrónica reconocida no es optativa para los agentes participantes en la variante electrónica de la contratación administrativa, sino obligatoria. Vemos que, en efecto, la Ley de Contratos del Sector Público indica en el apartado f de su Disposición Adicional decimonovena (que es la que regula el uso de medios electrónicos, informáticos y telemáticos en los procedimientos regulados en la Ley) que —cuando se utilicen esos medios electrónicos, informáticos o telemáticos—, «todos los actos y manifestaciones de voluntad de los órganos administrativos o de las empresas licitadoras o contratistas que tengan efectos jurídicos y se emitan tanto en la fase preparatoria como en las fases de licitación, adjudicación y ejecución del contrato deben ser autenticados mediante una firma electrónica reconocida de acuerdo con la Ley 59/2003, de 19 de diciembre, de Firma Electrónica». Como pueden ustedes comprobar esta regulación tiene cuatro características: a. Se refiere a todos los actos importantes de los expedientes de contratación. b. Rige tanto para los contratistas como para la propia Administración. © EL CONSULTOR DE LOS AYUNTAMIENTOS 3 Jaime Domínguez-Macaya Laurnaga c. Se aplica en todas las fases de la contratación, desde la fase preparatoria hasta la ejecución de los contratos, pasando por la licitación y la adjudicación de los mismos. d. Al referirse a un procedimiento muy garantista, como es el de la contratación administrativa, el legislador se decanta no por cualquier tipo de firma electrónica, sino por la firma electrónica que da mayores garantías, es decir, la firma electrónica reconocida frente a otras menos rigurosas como son la firma electrónica simple (u ordinaria) o la firma electrónica avanzada, que luego estudiaremos. De manera igual de contundente, aunque algo más limitada, la otra gran Ley sobre contratación administrativa, la Ley 31/2007, de 30 de octubre, sobre procedimientos de contratación en los sectores del agua, la energía, los transportes y los servicios postales, en el apartado b de su art. 73 (1), indica que «se exigirá que las ofertas transmitidas por vía electrónica vayan acompañadas de una firma electrónica avanzada con arreglo a la Ley 59/2003, de 29 de diciembre, de Firma Electrónica». En este caso la regulación es menos ambiciosa, ya que la necesidad de la firma electrónica se circunscribe a la suscripción de las ofertas por los contratistas (2), y la tipología que se exige de firma electrónica es la avanzada y no la reconocida. La opción legislativa que las Cortes Generales han tomado se adapta perfectamente a lo previsto en las Directivas comunitarias sobre contratación pública, aunque hemos de conocer, no obstante, que, cumpliendo asimismo con la normativa europea, se podía haber optado por otro tipo de soluciones en materia de autenticación de las partes intervinientes en los procesos de contratación. En efecto, tanto la Directiva 2004/18/CE del Parlamento Europeo y del Consejo de 31 de marzo de 2004 sobre coordinación de los procedimientos de adjudicación de los contratos públicos de obras, de suministro y de servicios, en su art. 42.5. b), como la Directiva 2004/17/CE del Parlamento Europeo y del Consejo de 31 de marzo de 2004 sobre la coordinación de los procedimientos de adjudicación de contratos en los sectores del agua, de la energía, de los transportes y de los (1) (2) 4 Artículo que es el que regula las comunicaciones por medios electrónicos. Con lo cual en otro tipo de actos con efectos jurídicos se admitirán otro tipo de elementos de autenticación diferentes a la firma electrónica. © EL CONSULTOR DE LOS AYUNTAMIENTOS Claves para una contratación pública electrónica eficaz servicios postales, en su art. 48.5.b —Normas aplicables a las comunicaciones—, contemplan que «con arreglo al art. 5 de la Directiva 1999/93/ CE, los Estados miembros podrán exigir que las ofertas transmitidas por vía electrónica vayan acompañadas de una firma electrónica avanzada de conformidad con lo dispuesto en el apartado 1 de dicho artículo». Vemos, por lo tanto, que la opción de exigir el respaldo de la firma electrónica (reconocida o avanzada según el sector) en determinadas fases del procedimiento de contratación administrativa, tanto en la presentación de ofertas como en el resto de las fases, ha sido una opción voluntaria del legislador, decisión que no puedo sino calificar de plenamente acertada. Y la califico de esta manera porque, a pesar de que es indudable que introducir requisitos de firma electrónica dificulta inicialmente cualquier procedimiento (3), las ventajas que como luego veremos aporta la utilización de estas técnicas superan con creces las desventajas que podamos intuir, sobre todo en un procedimiento tan garantista como es el de la contratación administrativa. Esta libre decisión del legislador casa perfectamente, además, con lo previsto en la Directiva 1999/93/CE, de 13 de diciembre, por la que se establece un marco comunitario para la firma electrónica, la cual es imperativa ya desde su propio preámbulo, cuando afirma que «la firma electrónica se utilizará en el sector público en el marco de las Administraciones y en la comunicación entre ellas y con los ciudadanos y agentes económicos» (en este caso los contratistas-licitadores-adjudicatarios de las contrataciones) y se subraya «por ejemplo en la contratación pública». Igualmente es coherente con la traslación que la Ley 59/2003, de 19 de diciembre, de Firma Electrónica, realiza del mandato imperativo recogido en ese Preámbulo de la Directiva 1999/1993 que hemos visto, posibilitando el uso de la firma electrónica en la Administración Pública. Dicha norma lo hace en diferentes preceptos, pero especialmente en el art. 4.1 («Esta Ley se aplicará al uso de la firma electrónica en el seno de las Administraciones Públicas (…)») y en el art. 3.6 («El documento electrónico será (3) Pensemos en compararlo, por ejemplo, con un método de autenticación light como puede ser el de usuario y password. © EL CONSULTOR DE LOS AYUNTAMIENTOS 5 Jaime Domínguez-Macaya Laurnaga soporte de (…) b) documentos expedidos y firmados electrónicamente por funcionarios (…)»). 1. DIFERENTES TIPOS DE FIRMA ELECTRÓNICA La firma electrónica se define como «el conjunto de datos, en forma electrónica, consignados junto a otros o asociados con ellos, que pueden ser utilizados como medio de identificación del firmante» (art. 3.1 de la Ley 59/2003), definición similar a la contenida en el art. 2.1 de la Directiva 1999/1993, para la cual, la firma electrónica son «los datos en forma electrónica anejos a otros datos electrónicos o asociados de manera lógica con ellos, utilizados como medio de autenticación». Como no podía ser de otra manera, vemos que la función primordial de la firma electrónica es la identificación o autenticación del firmante, la misma cualidad que exigimos a la firma manuscrita, aunque en este caso con muchas menos garantías como luego veremos. En esta definición de firma electrónica caben muchas diferentes tipologías, algunas de una calidad que puede dejar mucho que desear. Por ejemplo, una firma manuscrita escaneada que adjunto a un escrito es una forma de firma electrónica o incluso una firma donde yo relaciono mis datos personales también lo es. Veremos que en estos casos estamos ante el supuesto de que serán unas firmas —un conjunto de datos— consignadas junto al escrito o anejas al mismo, pero en muy escasamente «asociadas de manera lógica con este», lo que les da un valor y una garantía de autenticidad muy limitada. Este tipo de firma electrónica, y por exclusión, aquellas que no pertenezcan a los otros dos tipos por no cumplir con sus requisitos, son los que podemos definir como firma electrónica simple u ordinaria. Sin embargo, en documentos con una eficacia jurídica importante y que suponen el nacimiento de obligaciones sólidas entre las partes, la salvaguardia que puede ofrecer una firma electrónica simple es muy limitada. Pensemos, por ejemplo, en que para garantizar la seriedad de la oferta el órgano de contratación puede exigir a los licitadores «la constitución de una garantía que responda del mantenimiento de sus ofertas hasta la adjudicación provisional del contrato» (art. 91.1 LCSP), o que la concre- 6 © EL CONSULTOR DE LOS AYUNTAMIENTOS Claves para una contratación pública electrónica eficaz ción de las obligaciones que los licitadores han de cumplir (4) nace con la suscripción del contrato, por lo que la garantía de suscripción de aquélla —la oferta— o éste —el contrato— ha de ser plena. Si avanzamos en el análisis de las tipologías de firma electrónica, veremos que el art. 3.2 de la Ley 59/2003 y el 2.2 de la Directiva 1999/1993/ CE definen el concepto de firma electrónica avanzada. Ambos artículos prevén que para que pueda ser considerada como avanzada, la firma electrónica ha de cumplir con cuatro condiciones: a. Permitir identificar al firmante. b. Posibilitar detectar cualquier cambio ulterior que se introduzca en el texto que se ha firmado. c. Estar vinculada al firmante y a los datos a los que se refiere de manera única. d. Haber sido creada por medios que el firmante pueda mantener bajo su exclusivo control. Buscando una mayor solidez en las firmas electrónicas, la Ley 59/2003 da un paso más adelante y configura en su art. 3.3 el concepto de firma electrónica reconocida —en adelante FER— (firma electrónica avanzada cualificada en terminología europea, o también «Qualified Signature»), que es aquella que, además de cumplir con todos los requisitos que hemos visto para la firma electrónica simple y para la avanzada, tiene dos características añadidas: a. Estar «basada en un certificado reconocido». Para ser considerado como certificado reconocido se han de haber cumplido unas condiciones y requisitos muy estrictos en cuanto a la comprobación —fehaciente y explícita— de la identidad y demás circunstancias de los solicitantes de los certificados reconocidos, desarrolladas en los arts. 12 y 13 de la Ley 59/2003, así como de la (4) Obligaciones de las que surgen, a su vez, sus consiguientes contrapartidas, entre otras la expectativa del derecho al cobro del precio del contrato. © EL CONSULTOR DE LOS AYUNTAMIENTOS 7 Jaime Domínguez-Macaya Laurnaga fiabilidad y las garantías de los servicios de certificación que se prestan. Estos certificados reconocidos incluirán, al menos, los siguientes datos (art. 11 Ley 59/2003): • La indicación de que se expiden como tales. • El código identificativo único del certificado. • La identificación del prestador de servicios de certificación que expide el certificado y su domicilio. • La firma electrónica avanzada del prestador de servicios de certificación que expide el certificado. • La identificación del firmante, en el supuesto de personas físicas, por su nombre y apellidos y su número de documento nacional de identidad o a través de un seudónimo que conste como tal de manera inequívoca y, en el supuesto de personas jurídicas, por su denominación o razón social y su código de identificación fiscal. • Los datos de verificación de firma que correspondan a los datos de creación de firma que se encuentren bajo el control del firmante. • El comienzo y el fin del período de validez del certificado. • Los límites de uso del certificado, si se establecen. • Los límites del valor de las transacciones, si se establecen. • Los certificados reconocidos pueden contener cualquier otra circunstancia o atributo específico del firmante en caso de que sea significativo en función del fin propio del certificado y siempre que aquel lo solicite. b. Y «haber sido generada mediante un dispositivo seguro de creación de firma». 8 © EL CONSULTOR DE LOS AYUNTAMIENTOS