25-S-95 Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia: San Salvador, a las quince horas y cinco minutos del día veinte de agosto de dos mil dos. El presente juicio de amparo constitucional ha sido promovido por el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), con sede en la ciudad de San Salvador; a través de los abogados Eduardo Alfredo Cuéllar y José Belarmino Jaime, en su calidad de apoderados generales judiciales; contra providencias de la Juez Cuarto de lo Civil de San Salvador y el Registrador Auxiliar de la Propiedad Raíz e Hipotecas de la Primera Sección del Centro; que estiman violatorias de los derechos al debido proceso, audiencia y propiedad consagrados en los artículos 2, 11 y 15 de la Constitución. Han intervenido en el proceso además de la parte actora, el Juez Cuarto de lo Civil de San Salvador y el Registrador Jefe del Registro de la Propiedad Raíz e Hipotecas de la Primera Sección del Centro, en sus calidades de autoridades demandadas; y el Fiscal de la Corte, doctor René Mauricio Castillo Panameño. Analizado el proceso; y, considerando: I. La parte actora manifiesta en síntesis en su demanda que el día once de diciembre de mil novecientos noventa y dos, en Reunión de Jefes de Estado y en aplicación de los artículos 2 y 3 de la Carta de la Organización de Estados Centroamericanos (ODECA), se tomó la resolución número uno por medio de la cual se declaró a su poderdante sucesora de dicha Organización en todos sus haberes, derechos, acciones y responsabilidades a partir del día quince de enero de mil novecientos noventa y tres. Por otra parte, mediante Escritura Pública otorgada en esta ciudad el día dieciocho de agosto de mil novecientos sesenta y siete, ante los oficios del Notario Alfredo Ortíz Mancía la sociedad Escalón Núñez Compañía donó por acto entre vivos y en forma gratuita un inmueble urbano situado en los suburbios del Barrio El Calvario de esta ciudad, conocido como Block número noventa y siete de la Colonia Escalón, habiéndose estipulado en dicha donación que el inmueble sería destinado para la construcción de las oficinas de la mencionada organización; dicha escritura se inscribió a favor de la ODECA bajo el número CUARENTA Y TRES del Libro MIL TREINTA Y CINCO del Registro de la Propiedad de este Departamento. Asimismo, la parte actora manifestó que el doctor Juan Gregorio Guardado, en su concepto de liquidador judicial de Escalón Núñez Compañía, el día veinticinco de julio de mil novecientos ochenta y ocho inició contra la ODECA juicio civil ordinario de rescisión de la donación relacionada en el Juzgado Cuarto de lo Civil de San Salvador, alegando que la misma estaba sujeta a una modalidad que se había incumplido por parte de la donataria. Al respecto, señaló que la ODECA fue demandada por medio de un curador para la litis el cual, a pesar de representar los intereses de la ODECA, colaboró totalmente con el liquidador, por lo que en dicho proceso se pronunció sentencia definitiva declarando rescindida la donación por incumplimiento de la donataria y se ordenó la cancelación de la respectiva inscripción en el Registro de la Propiedad. Los apoderados del demandante agregaron que la ODECA, como persona jurídica de derecho internacional, en cuanto a la posibilidad de ser demandada goza de privilegios e inmunidades contenidas en la Convención Sobre Prerrogativas e Inmunidades de las Naciones Unidas, suscrita en Londres el trece de febrero de mil novecientos cuarenta y seis, a la que se adhirió El Salvador por Acuerdo Ejecutivo número cien del tres de marzo de mil novecientos cuarenta y siete y ratificada por Decreto Legislativo número treinta y nueve del día veintiséis de marzo de mil novecientos cuarenta y siete. Que el artículo diecinueve del Estatuto de la Oficina Centroamericana de la ODECA establece que la referida oficina y su personal gozan de los privilegios e inmunidades contenidas en la mencionada Convención. Señalaron además que la Convención ya citada, en su artículo II sección 2 preceptúa que las Naciones Unidas, sus bienes y haberes en cualquier parte y en manos de cualquier persona, gozan de inmunidades contra todo procedimiento judicial a excepción de los casos en que expresamente renuncie a esa inmunidad. Por lo anterior, alegaron que, la Juez Cuarto de lo Civil carecía de competencia para conocer de una demanda contra la ODECA, pues ésta no había renunciado a su inmunidad. Expresaron que con las actuaciones de las autoridades demandadas se vulneró el derecho de audiencia y propiedad, por cuanto la Juez demandada carecía de jurisdicción y competencia para conocer del proceso incoado en contra de la ODECA. Finalmente, pidieron se admitiera la demanda, y que, previos los trámites de ley, se pronunciara sentencia definitiva amparando a su mandante. Por resolución de las doce horas del día quince de enero de mil novecientos noventa y siete, se admitió la demanda, se declaró sin lugar la suspensión del acto reclamado y se pidió informe justificativo a las autoridades demandadas. La Juez Cuarto de lo Civil lo rindió manifestando que el abogado Juan Gregorio Guardado demandó en juicio civil ordinario de rescisión de donación a la ODECA, el día veinticinco de julio de mil novecientos ochenta y ocho; que con fecha once de agosto del referido año se admitió la demanda y se corrió traslado por seis días a la ODECA por medio del curador especial nombrado, doctor Jesús Alemán Penado y con fecha trece de agosto se emplazó al referido profesional. Señaló que el curador no se opuso a las pretensiones de la parte actora por lo que se abrió el juicio a pruebas por el plazo de veinte días, durante el cual se practicó inspección en el inmueble objeto de la donación. También indicó que habiendo renunciado las partes a los traslados para alegar de bien probado, el tribunal pronunció la sentencia, declarando rescindida la donación efectuada por la sociedad Escalón Núñez Compañía dado el incumplimiento de la condición impuesta por la donante a la donataria y se ordenó la cancelación respectiva. Por su parte, el señor Registrador de la Propiedad señaló que no son ciertos los hechos expuestos por la parte actora en su demanda. Por auto de las diez horas del día nueve de febrero de mil novecientos noventa y siete, se mandó oír al Fiscal de la Corte en la siguiente audiencia, quien no hizo uso de la misma. A fs. 50, se declaró sin lugar la suspensión del acto reclamado por haberse ya ejecutado. Mediante resolución de las diez horas del día treinta y uno de mayo de mil novecientos noventa y siete, se confirmó la no suspensión del acto reclamado y se pidió nuevo informe justificativo a las autoridades demandadas. Dicho informe fue rendido por la Juez Cuarto de lo Civil en los mismos términos que el primero. El Registrador Jefe rindió su informe expresando básicamente que el funcionario registrador cumple con un mandato contenido en la sentencia definitiva por lo que su actuación está enmarcada dentro de las obligaciones que le impone el ordinal primero del Artículo 686 del Código Civil de inscribir dicha sentencia. También expresó que según oficio librado por la señora Juez Cuarto de lo Civil con fecha diecinueve de diciembre de mil novecientos ochenta y ocho, presentado al número dos mil seiscientos treinta y seis del tomo seiscientos sesenta e inscrito al número sesenta y uno del Libro tres mil cuatrocientos cuatro de Anotaciones Preventivas, se inscribió la rescisión de la escritura de donación efectuada por los señores María Josefina del Carmen Escalón de Núñez y el señor Francisco Núñez Arrué actuando ambos en nombre y representación y al mismo tiempo como únicos socios de la Sociedad Colectiva Civil Escalón Núñez Compañía a favor de la ODECA. Se corrieron los traslados que manda el artículo 27 de la Ley de Procedimientos Constitucionales al Fiscal de la Corte y a la parte actora. A folios 64, el Fiscal de la Corte evacuó el traslado señalando que comparte los argumentos expuestos por la sociedad demandante inspirada en la violación a la existencia de tratados internacionales de los cuales El Salvador es signatario, con franca violación al artículo 11 de la Constitución y agregó que independientemente de que la señora Juez Cuarto de lo Civil no tenga jurisdicción para conocer del proceso principal contra la ODECA, debe entenderse que ésta nunca fue emplazada por cuanto al curador que hipotéticamente la representaba no se le otorgó en el acto de discernimiento la correspondiente facultad para ese específico acto de representación. Agregó que dicha situación conlleva a una abierta violación al artículo 11 de la Constitución por cuanto la demandada en el proceso civil fue privada de los derechos constitucionales a que se refieren los demandantes sin arreglo a las leyes, puesto que con tal proceder se violaba la ley secundaria, y específicamente la norma contenida en el artículo 493 del Código Civil. Finalmente expresó que la carga de la prueba del agravio causado corresponde a la sociedad demandante. La parte actora, al evacuar su traslado, indicó que la ODECA era propietaria de un inmueble en la Colonia Escalón que le había donado la Sociedad Escalón Núñez Compañía inscrito en el Registro de la Propiedad Raíz de San Salvador bajo el número OCHENTA Y TRES del Libro MIL TREINTA Y CINCO y que el SICA, como sucesor de la ODECA, fue privado de la propiedad del referido inmueble con violación a las garantías constitucionales del debido proceso y de audiencia que regula el artículo 11 de la Constitución. Al respecto, indicó que la violación se produjo mediante la sentencia definitiva pronunciada por la señora Juez Cuarto de lo Civil de San Salvador en la cual declaró rescindida la donación de mérito y ordenó la cancelación de la respectiva inscripción. Agregó que se ha privado a su representada del dominio por medio de un proceso en el cual la funcionaria demandada carecía de jurisdicción. Asimismo, expresó que las autoridades demandadas en sus informes exponen argumentos que carecen de base legal sin desvirtuar el agravio irrogado a su representada, limitándose a relacionar lo actuado en el proceso. También manifestó que la ODECA fue demandada ante un tribunal de jurisdicción común a pesar de tratarse de un organismo regional de carácter internacional (sujeto de derecho internacional) por medio de un curador ad-litem, quien no la defendió ni tenía facultades para representarla. Señaló además, que la ODECA gozaba de privilegios e inmunidades contenidas en la Convención de las Naciones Unidas a los que no renunció y por ello consideran, debe pronunciarse sentencia definitiva amparando a su mandante. Por resolución de las once horas y cinco minutos del día nueve de agosto de mil novecientos noventa y siete, se abrió el juicio a pruebas por ocho días, plazo durante el cual la parte actora presentó prueba documental, la que aparece legalmente agregada al proceso. Se corrieron los traslados que manda el artículo 30 de la Ley de Procedimientos Constitucionales al Fiscal de la Corte, a la parte actora y a las autoridades demandadas. El Fiscal de la Corte evacuó su traslado ratificando y confirmando los conceptos expresados en su escrito de fs. 64, mientras que la parte actora esencialmente reiteró los conceptos vertidos en su demanda. La Juez Cuarto de lo Civil de San Salvador no hizo uso del traslado conferido y el Registrador Jefe del Registro de la Propiedad Raíz e Hipotecas de la Primera Sección del Centro expresó los mismos conceptos manifestados en los informes anteriores. Finalmente, quedó el proceso en estado de dictar sentencia. II. Como presupuesto para adoptar una decisión de fondo esta Sala estima pertinente retomar las razones que legitiman activamente a una persona jurídica para pedir amparo, y más propiamente a un organismo de naturaleza internacional, pues si el SICA no reconoce la jurisdicción nacional para ser juzgado, debe señalarse por qué sí puede accionar en la jurisdicción constitucional. En cuanto a la capacidad del SICA para intervenir como parte actora en el presente proceso, es necesario hacer referencia al concepto de legitimación procesal, específicamente dentro del proceso de amparo. En efecto, la legitimación es la consideración que hace la ley dentro de cada proceso respecto de las personas que se hallan en una determinada relación con el objeto del mismo. Ahora bien, trayendo la anterior consideración al texto de la Ley de Procedimientos Constitucionales, se advierte que el artículo 14 establece como requisito formal esencial para admitir una demanda de amparo, que el actor se autoatribuya la titularidad de una categoría jurídica subjetiva expresa y protegible constitucionalmente, la cual se ha considerado violada u obstaculizada. Así, en un principio, no se exige como requisito de admisibilidad de la demanda ni de procedencia de la pretensión, la comprobación objetiva de dicha titularidad, sino sólo, como se mencionó, la autoatribución subjetiva de la misma. Ahora bien, de la Constitución y de la referida Ley de Procedimientos Constitucionales, puede inferirse que toda persona tiene la posibilidad de acudir a la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, cuando estime que se le ha violentado un derecho o una categoría jurídica subjetiva protegible. Se exige que, para ello, haya habido un acto de autoridad, y que además, para acudir en busca de tal tutela, se cumplan las exigencias formales y sustanciales previstas en la mencionada ley. Indisolublemente relacionado con los derechos fundamentales se encuentra la dignidad humana como premisa básica que les es inherente. En tal sentido, el artículo 1 de la Constitución al reconocer a la persona humana como el origen y el fin de la actividad del Estado, se puede deducir que los fines estatales sólo pueden tener como último objetivo la realización de la persona humana tanto en su dimensión individual como social. Dentro de este marco, tomando como premisa que la dignidad es un elemento perteneciente, por definición, a la persona humana y siendo ésta el sustento de la estructura que conforma el cúmulo de derechos garantizados por el Estado, mal se haría en estimar que puede un organismo internacional de carácter supranacional ser titular de derechos fundamentales, como cualquier particular, pues en general, como se acotó antes, éstos están destinados a la persona humana que nace, crece y se desenvuelve bajo el andamiaje de la estructura jurídica de un Estado. Sin embargo, cabe la posibilidad que en algunos supuestos tales organismos sean titulares de algunos derechos constitucionalmente reconocidos, concretamente de aquéllos derivados de la calidad de parte o interviniente que puedan tener en un proceso, supuesto en el cual tales derechos son susceptibles de ser protegidos a través de los mecanismos que para tal efecto existen, como es el caso del amparo. Por otra parte, de conformidad con lo expresado por los demandantes, el SICA goza de "inmunidad contra todo procedimiento judicial a excepción de los casos en que renuncie expresamente a esa inmunidad". Ahora bien, tal inmunidad debe entenderse para el caso en que tales organismos sean los demandados, pues diferente es el caso del presente proceso de amparo en el que son ellos los que, renunciando a dichos privilegios e inmunidades, han decidido voluntariamente someterse a la jurisdicción de este Tribunal. Visto así, se considera como válida la reclamación hecha por el SICA –como sucesor de la ODECA– lo cual habilita a este Tribunal para conocer sobre la pretensión contenida en la demanda. III. Habilitada esta Sala para conocer en el presente proceso, es necesario –para mayor claridad en la resolución a dictarse- ordenar los actos reclamados respecto de cada autoridad demandada. En primer lugar, debe dilucidarse lo relativo a la integración en la posición de parte demandada del Registrador Jefe del Registro de la Propiedad Raíz e Hipotecas de la Primera Sección del Centro, autoridad a quien se ordenó la cancelación de la inscripción de la propiedad a favor de la ODECA. Si bien se reconoce que anteriormente esta Sala había sostenido que cuando el agravio hubiera sido causado por varias autoridades, debía demandarse a todas las que habían intervenido en los actos que se impugnaban, dicho criterio ha sido modificado. Así pues, la obligatoriedad de la integración del litisconsorcio pasivo, que exigía que debía demandarse tanto a la autoridad que dictó la providencia constitutiva del acto reclamado, como a la autoridad que ejecutó o pretendía ejecutar la resolución, y que implicaba que de no hacerse así, la pretensión constitucional adolecería de un vicio tal que, descubierto en el transcurso del proceso, producía la terminación anormal del mismo vía sobreseimiento, ha sido modificada en atención a las siguientes circunstancias: (a) esta Sala estima que en aplicación de los principios iura novit curia y de sustantividad de la petición, no es indispensable que en la postulación de la demanda se afirme de modo expreso que se demanda a todas las autoridades que han intervenido en el acto que se impugna, bastando que el demandante relacione adecuadamente los hechos y haga mención de las autoridades que han participado para que su queja produzca efectos procesales positivos respecto de la procedencia de su pretensión; y (b) en todo caso es razonable exigir la integración del litisconsorcio pasivo cuando intervienen varias autoridades ejerciendo potestades decisorias, pero carece de sentido práctico entender como parte pasiva a una autoridad que se ha limitado a ejecutar una decisión de otra autoridad, pues la misma no ha realizado un acto lesivo a la normativa constitucional. Desde la perspectiva anterior, es evidente que el Registrador Jefe del Registro de la Propiedad Raíz e Hipotecas de la Primera Sección del Centro, únicamente pretendía ejecutar una decisión emanada de la Juez Cuarto de lo Civil de San Salvador, por lo que no se puede considerar que haya actuado en el ejercicio de una potestad decisoria y, en consecuencia, es procedente sobreseer a favor de dicha autoridad en el presente proceso de amparo. IV. Habiendo circunscrito los actos reclamados únicamente respecto de la Juez Cuarto de lo Civil de San Salvador, esta Sala estima pertinente retomar lo alegado por la parte actora, quien hace residir la pretensión de amparo en la violación de sus derechos de debido proceso, audiencia y propiedad, que tuvieron lugar en el juicio civil ordinario que en contra de la entonces Organización de los Estados Centroamericanos (ODECA) hoy Sistema de Integración Centroamericana (SICA), promovió la sociedad "Escalón Núñez, en liquidación" con el objeto de que se declarase la rescisión de la donación entre vivos celebrada entre ambas partes. Por medio de dicho contrato la Sociedad mencionada hizo donación de un inmueble a la Organización en referencia, para que se construyesen en éste los edificios en que se alojarían las oficinas de la misma. Se alegó en la demanda civil que la modalidad a la que estaba sujeta la donación no se había cumplido por la donataria y que conforme a lo establecido en el Artículo 1297 del Código Civil, la donante tenía el derecho de pedir la rescisión del contrato. La donataria argumentó, por su parte, que el juez que conoció en dicho proceso se arrogó competencia territorial, no obstante que tanto la Organización originalmente demandada (ODECA) como su sucesora (SICA), eran personas jurídicas de derecho internacional y sometidas, por ello, a un régimen diferente al de las personas jurídicas nacionales; que, en virtud de sus propios estatutos y de la Convención sobre Prerrogativas e Inmunidades de las Naciones Unidas, de fecha trece de febrero de mil novecientos cuarenta y seis, reconocida por el Estado de El Salvador, gozaban de privilegios e inmunidades; y, precisamente, de inmunidad de jurisdicción. Que en desconocimiento de dicha circunstancia, la Juez ahora demandada, se atribuyó competencia y sustanció la causa hasta pronunciar sentencia definitiva favorable a la pretensión de la demandante; es decir, declaró rescindido el contrato por incumplimiento de la donataria y ordenó la cancelación de la respectiva inscripción registral. En consecuencia, los actos reclamados los circunscribe: 1- a la sentencia definitiva pronunciada por la Juez Cuarto de lo Civil de San Salvador y a la cancelación de la respectiva inscripción a su favor por parte del Registrador Auxiliar de la Propiedad Raíz e Hipotecas de la Primera Sección del Centro; y, 2- en defecto de dicho argumento, al de haber seguido el proceso de instancia la Juez Cuarto de lo Civil en plena indefensión de la Organización, pues ésta no fue representada legalmente en dicho juicio por dos razones: (a) por falta de emplazamiento al representante de la Organización, que en ese momento era el Administrador de la Secretaría General; y (b) por haber sido nombrado para representar a la misma un curador especial, cuyo cargo no le fue discernido conforme lo estipulado en el Artículo 493 inc. 2º del Código Civil. El caso del que ahora se conoce conlleva una primera situación que acreditar relativa a si los jueces salvadoreños se encuentran investidos de jurisdicción respecto de controversias en que el "Sistema de Integración Centroamericano" (SICA), antes "Organización de Estados Centroamericanos" (ODECA), constituya una de las partes del litigio; y si la respuesta es positiva, determinar entonces los criterios y las normas conforme las cuales habrá de resolver el órgano de justicia interno si, además, dicha organización regional goza de inmunidad de jurisdicción, ya que ello permitirá a esta Sala hacer la valoración correspondiente acerca de la violación al "debido proceso" atribuido a la Juez demandada por haberse arrogado competencia en los términos que se ha indicado. Dicho análisis es un condicionante para realizar el respectivo pronunciamiento sobre los actos impugnados. 1- Dentro del anterior contexto, no cabe ninguna duda que desde la óptica del derecho público y del derecho internacional, la soberanía territorial de los Estados se ejerce sobre todo su territorio y quedan sometidas a su jurisdicción todas las personas que se encuentren en él. El ordenamiento jurídico salvadoreño acoge dicho planteamiento al establecer en su Constitución -Artículo 174- la jurisdicción exclusiva de los jueces y tribunales en todo el territorio del país dejando explícitamente la regulación de su estatuto -incluido el régimen de competencias- a la ley. Al respecto, el Artículo 60 de la Ley Orgánica Judicial que regula el estatuto de los Juzgados de Primera Instancia, señala textualmente que "Estos tribunales conocerán en primera instancia según su respectiva competencia de todos los asuntos judiciales que se promuevan dentro del territorio correspondiente a su jurisdicción y en segunda instancia en los casos y conceptos determinados por las leyes. También tendrán competencia para conocer en asuntos no contenciosos en los que una ley expresa requiera intervención judicial". Partiendo de dicho contexto legal y tomando en cuenta la práctica judicial, es de reconocer que paralelamente a las controversias suscitadas entre simples particulares, cada vez es más frecuente la intervención del propio Estado y de corporaciones internacionales como partes en un proceso común, actuando uno u otras bajo la normativa del Derecho privado en una relación jurídica con particulares, en la que, por la sustancia de la relación, ambos sujetos se ubican, sin mayor discusión, en un plano de igualdad por un lado; y, por otro, sometidos al derecho interno, en el que figuran los tratados internacionales aceptados jurídicamente por el Estado de El Salvador. Sin embargo, la variedad de situaciones jurídicas que se someten al conocimiento de los tribunales comunes presentan rasgos particulares que imponen el problema de la ley aplicable y de la competencia material o territorial; y, en referencia a esta última, el problema de la extraterritorialidad como una excepción a la potestad de juzgar por parte de los jueces nacionales. En efecto, con relación a la competencia territorial, debe señalarse que, además de las excepciones típicamente internas que se le pueden oponer, se encuentra ésta limitada por la denominada inmunidad de jurisdicción de que gozan por antonomasia los Estados extranjeros. A éstos se les considera, respecto del Estado nacional, y como consecuencia derivada de su soberanía, jurídicamente iguales e independientes, y por ello ningún Estado puede -en principio- asumir jurisdicción. Asimismo, los representantes de los Estados como sus agentes diplomáticos y consulares, también son protegidos por la inmunidad en virtud de considerar que la misión diplomática constituye parte del territorio del Estado acreditante enclavado en el territorio del Estado receptor. La misma idea subyace para las inmunidades jurisdiccionales de los Estados con relación a los bienes que fuesen necesarios para el funcionamiento de los servicios públicos (bienes de las representaciones diplomáticas, de las oficinas consulares, buques de guerra, buques de Estado destinados a actividades no comerciales, aeronaves de Estado utilizadas en servicios militares, etc.); y, en general, respecto de los bienes propiedad de un Estado extranjero dedicados a la realización de actos de iure imperii. La doctrina más reciente, realza el carácter funcional de la institución de la inmunidad, en el sentido de que los privilegios y las inmunidades se deben comprender no en forma absoluta sino relativa, esto es, se trata de prerrogativas cuyo objeto es garantizar el desempeño eficaz de las funciones de las misiones diplomáticas. Esta concepción contemporánea de la institución en estudio, se expresa claramente en el Preámbulo del Convenio de Viena sobre relaciones diplomáticas -del que el Estado de El Salvador es suscriptor- de fecha once de abril de mil novecientos sesenta y uno que dice: "teniendo presente que desde antiguos tiempos los pueblos de todas las naciones han reconocido el estatuto de los funcionarios diplomáticos", declara que "tales inmunidades y privilegios se conceden, no en beneficio de las personas, sino con el fin de garantizar el desempeño eficaz de las funciones de las misiones diplomáticas en calidad de representantes de los Estados". Al respecto, el artículo 31 de la Convención hace patente las excepciones a la oposición de la inmunidad cuando se trate de situaciones en las que los agentes diplomáticos realizan actos no vinculados a la misión propiamente dicha, y en tal sentido establece que dicho agente, goza de inmunidad de jurisdicción penal, civil y administrativa, con excepciones como la acción real sobre bienes inmuebles particulares, acción sucesoria, acción relativa a cualquier actividad profesional o comercial. De modo análogo, la Convención de Viena sobre relaciones consulares de fecha veinticuatro de abril de mil novecientos sesenta y tres, de la que son parte, entre más de cien Estados, el Estado de El Salvador, asigna, en su Preámbulo, a los privilegios e inmunidades consulares, de igual forma, un fundamento funcional. Por citar otro ejemplo de dicha corriente contemporánea, el Preámbulo del Convenio de Viena sobre relaciones, privilegios e inmunidades consulares, de fecha veinticuatro de abril de mil novecientos sesenta y tres, afirma que "la finalidad de dichos privilegios e inmunidades no es beneficiar a particulares, sino garantizar a las oficinas consulares el eficaz desempeño de sus funciones en nombre de sus Estados respectivos". No sobra señalar que respecto de la actividad que realizan los Estados, la práctica occidental distingue, para efectos de inmunidad, entre iure imperii e iure gestionii, inclinándose a no conceder la inmunidad de jurisdicción más que respecto de las primeras. Esto no es más que una restricción a los alcances de la inmunidad de los Estados como excepción a la plenitud y exclusividad de la jurisdicción del Estado territorial. Dicha doctrina ha sido acogida en la Convención europea sobre inmunidad de los Estados, y fue suscrita también por el Comité Jurídico Interamericano al aprobar, en el año de mil novecientos ochenta y tres, el precepto 3 que se incluiría en la Convención Interamericana sobre la inmunidad jurisdiccional de los Estados, el cual reza: "Un Estado goza de la inmunidad de jurisdicción por actos realizados en virtud de poderes gubernamentales". Tomando en cuenta el fundamento de dicha normativa, la jurisprudencia foránea y la doctrina más reciente del Derecho Internacional Público y Privado, se puede inferir sin dificultad que se acepta, cada vez más, la tesis restrictiva en cuanto al alcance de la inmunidad de jurisdicción tanto de los Estados, de sus representantes en el Estado extranjero como de las Organizaciones Internacionales, que cede en favor de la jurisdicción del Estado de foro o territorial, tratándose de simples actos de gestión relación privada- en los que actúan aquéllos como particulares y de acuerdo a las normas de Derecho Privado. La misma doctrina sostiene que las Organizaciones Internacionales de carácter universal o regional no son una excepción respecto del carácter funcional que rodea a los privilegios e inmunidades que les son reconocidas jurídicamente. En términos generales, las Organizaciones internacionales y sus agentes gozan de esta serie de prerrogativas destinadas a garantizar la independencia necesaria para el ejercicio de sus funciones; es decir, para la consecución de los objetivos enunciados o deducidos implícitamente de sus reglas. En el caso de la Secretaría de Integración Centroamericana, tales privilegios e inmunidades se encuentran establecidos en su Carta constitutiva, a la cual le es aplicable la Convención general sobre los privilegios e inmunidades de las Naciones Unidas, aprobado por la Asamblea General el día trece de febrero de mil novecientos cuarenta y seis. A tenor de las disposiciones recogidas en dichas normativas, entre los privilegios concedidos a esta Organización cabe mencionar el de la inviolabilidad de sus locales, de sus archivos y otros de carácter fiscal. Las Organizaciones de este tipo, disfrutan igualmente de inmunidad de jurisdicción que les permite, salvo renuncia expresa, no comparecer ante los tribunales nacionales (sección 2 de la Convención general de 1946 de la O.N.U.) , a cuyos postulados pueden acogerse tanto la Organización en cuanto tal, como sus agentes internacionales pero respecto de todos los actos que realicen en el ejercicio de sus funciones, esto es, con carácter oficial. Así lo señala la Sección 11 de la Convención general de 1946 de la O.N.U., y, a manera de ejemplo, el artículo 12 del Protocolo de 1965 de las Comunidades Europeas. El carácter funcional de la institución de inmunidad jurisdiccional también cabe apuntarla respecto de estas Organizaciones y por tanto, cabe la relatividad sobre su aceptación como excepción de incompetencia territorial. El derecho comparado nos indica que la inmunidad se hace valer como una excepción de "falta de jurisdicción", entendida como de competencia, a la que el beneficiario puede renunciar implícitamente por el hecho de comparecer como actor en el proceso, o sin oponer tal excepción si es el demandado, planteando una demanda como reconvención o simplemente renunciando expresamente a la misma. 2- El tema de las inmunidades y privilegios que la norma internacional confiere a Organizaciones que comparten la naturaleza del Sistema de Integración Centroamericana (SICA), proyectado al ordenamiento interno, sirve asimismo para destacar que la normativa internacional, una vez reconocida por el Estado de El Salvador, pasa a formar parte de dicha unidad cuyo marco de operatividad lo determina la propia Constitución. Efectivamente, la Constitución es la base fundamental sobre la que se articula cada institución jurídica, tanto las diseñadas para el tráfico interno, como para el internacional, y por ello, dicha norma suprema es el marco que permite la inserción de cada institución en el esquema global del ordenamiento y representa el punto de referencia clave para la interpretación y aplicación del sistema. En este sentido, no cabe obviar que las técnicas para la solución de los problemas del derecho internacional por el juez nacional, se ven notablemente influidas por los postulados constitucionales. En virtud de lo anterior, es esta perspectiva desde la que debe analizarse la institución de la competencia de los tribunales ordinarios en relación con la institución de la inmunidad de jurisdicción de que goza el Sistema de Integración Centroamericana cuando éste realiza actos jurídicos derivados de su capacidad de obrar que le facultan sus estatutos, a efecto de determinar si el conocimiento de oficio que hiciera la Juez demandada es inconstitucional por vulnerar el derecho al "debido proceso" y el de propiedad alegados. A. Como bien se señala en la demanda, la Organización de Estados Centroamericanos u ODECA se fundó con el propósito de conseguir en el futuro una unidad política centroamericana a través de un proceso de integración al que quedó supeditada cualquier otro tipo de aspiración como la integración económica (artículo transitorio del Tratado General de Integración Económica Centroamericana). Con posterioridad y expresada la necesidad de reestructurar, fortalecer y reactivar el proceso de integración, adecuando o rediseñando el marco jurídico e institucional de la ODECA, los presidentes de la región, incluida Panamá por vez primera, decidieron construir el Sistema de Integración Centroamericana (SICA) al suscribir, el 13 de diciembre de 1991, el Protocolo de Tegucigalpa a la Carta de la Organización de Estados Centroamericanos -en vigor desde el 23 de julio de 1992-, el cual entró en funcionamiento el 1 de febrero de 1993. Según los estatutos de la renovada organización regional, ésta se presenta como una institución política cuyo objetivo fundamental es "la realización de la integración Centroamericana, para constituirla como región de paz, libertad, democracia y desarrollo" (Artículo 3), objetivo en función del cual se le asignan propósitos diversos y heterogéneos. En la actualidad, el ordenamiento jurídico del SICA, en lo que se refiere a materia jurisdiccional, únicamente lo conforma el Convenio sobre el Estatuto de la Corte Centroamericana de Justicia, suscrito en Panamá el 13 de diciembre de 1992, en vigencia a partir del 2 de febrero de 1994; y, respecto de la ODECA, -a la fecha de la iniciación del juicio civil objeto de este proceso- ésta reconocía la jurisdicción de la Corte de Justicia Centroamericana, la cual debía estar integrada por los presidentes de los poderes judiciales de los Estados miembros (Artículo 14), siendo sus atribuciones conocer de los conflictos jurídicos que dichos Estados le sometiesen y dictaminar sobre proyectos de unificación de la legislación centroamericana cuando se lo solicitare la Conferencia o el Consejo Ejecutivo (Artículo15). La que fuera entonces Organización de Estados Centroamericanos (ODECA), hoy Sistema de Integración Centroamericana (SICA) como toda Organización Internacional, están presididas en cuanto a su regulación por un agudo particularismo, pues cada una posee su propio tratado constitutivo y acuerdos de sede con el Estado en cuyo territorio está físicamente situado. En esencia, el problema radica en que estos particulares sujetos internacionales, se distinguen, entre otros muchos datos, por carecer de un territorio propio, por lo que deben asentarse en el territorio de un Estado soberano. Por ello, deben determinarse las proyecciones de la inmunidad de jurisdicción de ese organismo y la de sus bienes, locales y funcionarios en relación a los Tribunales del Estado en cuestión, normalmente competente para aplicar las leyes territoriales; pues dicha Organización no sólo suscribe actos jurídicos para realizar las funciones que le son propias, sino que se encuentra legalmente habilitada, además, para otorgar y concretar actos sujetos al derecho común del Estado en donde tiene su sede. B- En términos generales, Organizaciones de esta índole poseen la capacidad jurídica necesaria para el ejercicio de sus funciones y la realización de sus propósitos y gozan, a tales efectos, de los privilegios e inmunidades correspondientes. Esta personalidad que le fue reconocida primeramente a la Organización de las Naciones Unidas por su Carta fundacional y confirmada por el Tribunal Internacional de Justicia a raíz de una reclamación internacional -de daños y perjuicios- en el conocido Dictamen del 11 de abril de 1949, puede trasponerse, según la doctrina, a la generalidad de las Organizaciones Internacionales, tanto universales como regionales, dado que es indispensable para realizar sus funciones -inmunidad relativa o funcional-. De dicha inmunidad se exceptúa, generalmente, todo acto realizado por aquéllos sometidos al Derecho Privado común del Estado del foro, cuyas obligaciones deben cumplirse en su territorio, al igual que, consecuente con esta misma línea, las oficinas, agencias o establecimientos utilizados para el ejercicio privado de actividades diferentes de las oficiales; y aún más, toda relación que aun no siendo considerada como jurídico-privada, se haya remitido de buena fe al Derecho interno. No obstante que de una primera lectura de la Carta constitutiva de SICA, aparece que goza éste de inmunidad de jurisdicción respecto de cualquier Estado, sin que se vislumbre excepción alguna; y que cabría inferir, por ello, que se trata de una inmunidad absoluta, esta conclusión, sin embargo, no resulta en manera alguna admisible porque, como ya se mencionó, la tendencia coincidente en el actual Derecho comparado es la de la inmunidad relativa de jurisdicción, de cuya tesis participa este Tribunal, en aras de potenciar la efectiva protección jurisdiccional o no jurisdiccional de las relaciones intersubjetivas, que nuestro ordenamiento reconoce y declara como derecho fundamental establecido por el Artículo 2 de la Constitución. En tal sentido pues, se está ante una limitación del alcance de la inmunidad, que permite a los tribunales internos conocer de las controversias que se susciten, siempre y cuando concurran los elementos que se señalan en los apartados siguientes. Como se ha mencionado, de las diferentes excepciones para la operatividad de la inmunidad de jurisdicción como excepción de competencia territorial ha de considerarse, por una parte, el carácter privado del acto sujeto de controversia, que provocaría una verdadera contradictio in termini al encomendar a un tribunal interno el conocimiento de un conflicto con características de acto público internacional sujeto estrictamente a las reglas del derecho internacional; y por otra, la suscripción del acto jurídico bajo la normativa del derecho interno, aceptado implícitamente desde la perfección del acto de que se trate. Evidentemente rigen en estos casos, 1- el carácter del acto; y 2- que el mismo se constituya bajo normas del derecho interno. Efectivamente, para establecer si el caso planteado corresponde al ámbito del Derecho Internacional o al del Derecho interno, ha de identificarse, en primer orden, el elemento extranjero de la relación jurídica. La doctrina -asumida prácticamente en su integridadsobre este aspecto, entiende por "elemento extranjero" cualquier dato presente en la relación que no aparezca conectado con la esfera nacional. Si se comprueba la presencia de tal elemento en la relación jurídica privada, el conflicto planteado puede ser resuelto bajo las normas de derecho internacional -público o privado- y no por el Derecho interno, ya que suele presentar una diferencia de carácter sustancial que requiere de una reglamentación especial distinta a las previstas para las situaciones completamente internas; y en esto estriba la especialidad que les caracteriza. Por otra parte, si el acto que se ha constituido se ha realizado bajo la normativa del derecho privado interno, éste se encuentra sujeto implícitamente al régimen también interno de solución de controversias. Tomando en cuenta dichas premisas, podemos hacer una primera inferencia: En virtud de la doctrina dominante del Derecho Internacional Público y Privado y del régimen de competencia por razón del territorio y de la materia (de derecho privado), no es posible acceder a una petición de inmunidad por aquel sujeto de derecho internacional, si el objeto de la controversia está fundado en el derecho interno y el acto jurídico es de carácter privado. Es de señalar que, ostensiblemente, tanto en el orden interno como en el internacional, un conflicto estrictamente privado estaría sujeto a idénticos resultados por cuanto, se trataría de un acto no oficial, carente de potestades de imperio y desvinculado de la naturaleza de sus funciones; o sea, sin trascendencia internacional. El sometimiento de una controversia de estas características al ámbito de la jurisdicción internacional sólo acarrearía una posible transgresión al derecho de igualdad procesal del particular -en su calidad de parte en el proceso, en este caso la Sociedad demandante en el juicio de instancia-, y de defensa del mismo, porque supone dificultar sin motivos de trascendencia internacional la participación activa de dicha parte en el proceso. Por ello, en la actualidad, el Derecho Internacional Público no impone una inmunidad absoluta de jurisdicción, sino que permite que los Tribunales nacionales se atribuyan la competencia territorial en casos como el ahora planteado. En consecuencia, una interpretación que acoja la inmunidad absoluta transgrede evidentemente la Constitución. Al respecto, cabe citar la Sentencia del Tribunal Constitucional Español No. 107/1992, que sostuvo en su fundamento jurídico 4, relativo a la inmunidad de jurisdicción de un Estado que "Desde la tradicional regla absoluta de inmunidad de jurisdicción, fundada en la igual soberanía de los Estados que expresaba el adagio par in parem imperium non habet, el ordenamiento internacional ha evolucionado a lo largo de este siglo hacia la cristalización de una regla relativa de inmunidad que habilita a los Tribunales nacionales a ejercer jurisdicción respecto de aquellos actos del Estado extranjero que no hayan sido realizados en virtud de imperio, sino con sujeción a las reglas ordinarias del tráfico privado". La clásica inmunidad absoluta de jurisdicción relativizada por situaciones como la planteada, que ha encontrado sustento en la evolucionada doctrina del Derecho Internacional, acogida en la sentencia que se ha relacionado y compartida por este Tribunal, también debe sufrir un giro interpretativo desde la normativa constitucional y procesal, por cuanto, debe corresponderle al juez, de oficio o a instancia de parte, calificar la procedencia de dicho límite a su competencia territorial, en aras de salvaguardar la igual oportunidad procesal para las partes y una debida defensa en juicio de las mismas. C- En el caso que nos ocupa, la especialidad de la relación jurídica la determina una donación entre vivos otorgada por una persona jurídica de derecho público internacional ODECA- y una persona jurídica de derecho privado -Sociedad Escalón Núñez Compañía- bajo las normas del Derecho Civil salvadoreño, cuya sujeción se realizó bajo la autonomía de la voluntad de las contratantes y en absoluta y legalmente asumida buena fe de su cumplimiento. Por tal motivo y tomando en cuenta la naturaleza relativa de la inmunidad de jurisdicción que beneficiaba a la Organización de Estados Americanos, sucedida por el Sistema de Integración Centroamericana, la cual se predica respecto de actos eminentemente de derecho internacional público o privado, este Tribunal estima que la atribución de competencia por parte del Juez Cuarto de lo Civil no vulnera el derecho de dicha Organización a ser juzgado legalmente por un tribunal competente y en respeto de la normativa aplicable que forma parte del concepto de "debido proceso". Se ha sostenido, además, en abundante jurisprudencia de este Tribunal, que los derechos fundamentales, y precisamente los procesales son predicables respecto de toda persona natural o jurídica, y añadimos, de derecho público o de derecho privado, nacional o internacional. En este sentido, toda persona -en sentido lato- tiene asegurado un núcleo inalienable de derechos fundamentales y el goce de su protección, tal como establece el Artículo 2 de nuestra Carta Primaria, destinado a proteger su ámbito vital; y, bajo el pórtico de los principios de igualdad ante la ley y de igualdad procesal, toda persona goza de garantías sobre su situación jurídica, sin distinciones que impliquen discriminación. En el ámbito procesal, la igualdad de oportunidades para ejercer el derecho de defensa (Artículo 12 Cn.) es uno de los requerimientos constitucionales para la validez de las actuaciones del mismo proceso y de su sentencia definitiva; pues de lo contrario, sin la observancia del principio de contradicción con el cual se pretende el equilibrio de las posiciones de las partes, la indefensión se manifiesta con evidencia, situación proscrita por nuestra Constitución. A tenor de nuestro derecho interno, cuando un extranjero o una entidad internacional de derecho público o de derecho privado, en virtud de la suscripción de un contrato como el que se ha mencionado, basado en el derecho común interno y dada la carencia del elemento externo necesario para determinar la relación jurídica como de índole internacional, se verá investido automáticamente del status jurídico que nuestro ordenamiento atribuye a las personas -de derecho público o privado internacionales o bien simplemente extranjeros- que entran en contacto con él y, en consecuencia quedará amparado por el principio de igualdad ante la ley en el ámbito de todas y cada una de las instituciones en las que se dirima la cuestión jurídica que protagonicen, en los términos que hemos anteriormente acotado. En tal sentido, el hecho de acceder a la justicia salvadoreña como demandante o demandado o como solicitante, le convierte en destinatario inmediato del mínimo de los derechos que el ordenamiento consagra. En definitiva, no se trata pues, de sacrificar el derecho internacional para aplicar la ley nacional antojadizamente, sino de desechar el iter rígido que acompaña el funcionamiento de la institución de la "inmunidad de jurisdicción" desde las concepciones más clásicas, que son en las que se fundamenta la Organización demandante para requerir la protección constitucional a través de este amparo y la sustentada escuetamente en la Opinión Ilustrativa del Consejo Judicial Centroamericano actuando como Corte Centroamericana de Justicia, que se encuentra debidamente agregada a fs. 111 del presente proceso. En resumen, las razones expuestas son suficientes para que este Tribunal estime que no es procedente el amparo solicitado respecto del acto de atribución de competencia por parte de la Juez Cuarto de lo Civil del distrito de San Salvador, por cuanto no vulnera con el mismo el derecho que la Constitución le otorga al Sistema de Integración Centroamericana a ser juzgado por autoridad competente y bajo la ley aplicable, comprendido básicamente en el artículo 11 y, por tanto, del derecho de propiedad contemplado en el artículo 2, ambos de la misma Carta Fundamental. V. Por otra parte, como se señaló desde el inicio del fundamento jurídico de esta sentencia, el Sistema de Integración Centroamericana (SICA), sucesora de la Organización de Estados Centroamericanos (ODECA), también ha reclamado la actuación de la Juez Cuarto de lo Civil como vulneradora de su derecho de audiencia y propiedad por cuanto ésta no siguió el proceso señalado por la ley para que dicha Organización pudiese ejercer válidamente su derecho de defensa. Al respecto fundamenta dicha violación en dos hechos: 1- la falta de emplazamiento al representante de la Organización que en ese momento era el Administrador de la Secretaría General; y 2- el no habérsele discernido el cargo a aquel a quien se nombró como curador ad litem de la demandada, conforme las previsiones del artículo 493 inciso 2º del Código Civil. 1- En lo que respecta al primer acto impugnado, esto es, la falta de emplazamiento al representante de la Organización que en ese momento era el Administrador de la Secretaría General, se estima pertinente hacer una reseña sobre lo que jurisprudencialmente se ha sostenido acerca del derecho de audiencia. El artículo 11 de la Constitución establece en su inciso primero que "Ninguna persona puede ser privada del derecho a la vida, a la libertad, a la propiedad y posesión, ni de cualquier otro de sus derechos sin ser previamente oída y vencida en juicio con arreglo a las leyes;...". Esta disposición constitucional establece lo que se conoce como derecho de audiencia, el cual, es un concepto abstracto en cuya virtud se exige que, antes de procederse a limitar la esfera jurídica de una persona o a privársele por completo de un derecho, debe ser oída y vencida en juicio con arreglo a las leyes. Abundante jurisprudencia de esta Sala ha establecido que el mencionado derecho se caracteriza por ser un derecho de contenido procesal, que se encuentra indiscutiblemente relacionado con las restantes categorías jurídicas protegibles constitucionalmente, en el sentido que, para que una privación de derechos tenga validez jurídica, necesariamente debe ser precedida de un proceso seguido conforme a la ley, en el cual se posibilite la intervención efectiva de la parte a fin de que conozca los hechos que lo motivaron y tenga la posibilidad de desvirtuarlos. Como ha quedado señalado, el derecho de audiencia por su connotación jurídicoprocesal, requiere al menos la existencia de un proceso o procedimiento previo a la privación, o, la observancia de las formalidades de trascendencia constitucional necesarias que el mismo conlleva para potenciar el derecho de defensa del afectado. En este orden de ideas, es conveniente efectuar algunas consideraciones sobre el emplazamiento como concreta manifestación del derecho de audiencia y sus límites subjetivos. Sobre tal punto, corresponde aclarar que tales actos, inclusive el emplazamiento, no son, desde una perspectiva constitucional, categorías jurídicas con sustantividad propia, sino que las mismas constituyen manifestaciones del derecho de audiencia; en cuanto que tales actos posibilitan la intervención de las partes en los procesos jurisdiccionales y el ejercicio de sus derechos constitucionalmente reconocidos. Precisamente por el objeto que persiguen estos actos procesales -eficaz comunicación entre el juzgador y las partes- es que su adecuada realización reviste especial importancia. En virtud de ello, es que el incumplimiento de una formalidad esencial, cuya observancia puede incidir negativa y gravemente en las oportunidades de ejercer el derecho de audiencia y otros derechos por parte del sujeto afectado, adquiere connotación constitucional; en el sentido que, la realización de un acto procesal de comunicación en coexistencia con condiciones que carecen de razonabilidad o proporcionalidad respecto de los fines que lícitamente puede perseguir el legislador, deviene en violatoria de la normativa constitucional. Es necesario aclarar, que si bien los actos procesales de comunicación deben ajustarse a las regulaciones que el legislador establece, -en cuanto a su definición, determinación de condiciones, modo de ejecución y consecuencias, así como los límites o particularidades de algunos de ellos- éstas deben estar encaminadas a preservar los derechos constitucionales. Por otra parte, conviene también aclarar, que los actos procesales de comunicación se rigen por el principio finalista de las formas procesales, según el cual los requisitos y modos de realización de dichos actos, deben ser apreciados desde una perspectiva finalista, cual es garantizar el derecho de audiencia así como otros derechos. Lo anterior quiere decir, que siempre que el acto procesal de comunicación cumpla con su objetivo, cualquier infracción procesal o procedimental en la realización del mismo, no supone o implica per se violación constitucional. Por el contrario, si el acto procesal de comunicación no cumple con esa finalidad de garantizar el derecho de audiencia y el ejercicio de otros derechos del interesado dentro del proceso, supone violación constitucional aun cuando el acto se haya realizado conforme a las regulaciones del legislador secundario. Respecto de lo antes expresado, esta Sala ha considerado en jurisprudencia anterior que el juzgador está obligado a hacer saber eficazmente a las partes todas las actuaciones judiciales o administrativas que se susciten dentro del proceso o procedimiento, siempre que éstas hayan señalado lugar para oír notificaciones, máxime si dichas providencias conceden una oportunidad de defensa o implican una carga procesal para alguna de ellas, pues en caso de no realizarse eficazmente el acto de comunicación, la parte difícilmente podría ejercer su respectiva carga y sus derechos, volviéndose nugatoria la concesión de oportunidades de defensa. De entre los actos procesales de comunicación merece advertir la importancia del emplazamiento. Sobre éste, reiterada jurisprudencia constitucional ha señalado que consiste en un acto complejo de comunicación, de plazo, bajo apercibimiento, que coloca al emplazado en la situación de comparecer o no comparecer, es decir, "que cumpla una actividad o manifieste su voluntad ante el órgano jurisdiccional". Y es que, los procesos jurisdiccionales se encuentran diseñados de tal manera que posibiliten la intervención del sujeto pasivo de la pretensión, siendo el emplazamiento, el acto procesal que posibilita el conocimiento de la incoación de una pretensión y el contenido de la misma, fijando un plazo inicial para que el emplazado cumpla una actividad o declare su voluntad respecto a ésta. También ha insistido la mencionada jurisprudencia constitucional que el emplazamiento se relaciona con otro derecho consagrado en la normativa constitucional, el derecho de defensa, "de tal modo que debe dárseles a las partes del juicio la oportunidad de ser oídos, ya que nadie puede ser condenado sin haber tenido la oportunidad procesal de alegar sus pretensiones". Se ha dicho, pues, que el emplazamiento constituye un acto procesal esencial, en tanto permite la interacción entre el juez, el demandado y otros sujetos que intervienen en el proceso; y que de tal modo permite situar en un plano de igualdad jurídica a las partes, para que éstas puedan ser oídas en sus respectivas pretensiones, defensa y excepciones. En segundo lugar, es necesario establecer una comprensión constitucional del inciso segundo del artículo 141 del Código de Procedimientos Civiles, es decir una interpretación conforme a la Constitución. Tal regla jurídica, a la letra, reza: "Si la demanda hubiere de intentarse contra una persona jurídica que por cualquier motivo carezca de representante legal o voluntario, factor o gerente en la República, se preparará el juicio, nombrándosele a instancia de la parte actora un curador especial que la represente, probando sumariamente las circunstancias antedichas". Dicha disposición -cuyo supuesto hipotético es la falta de representante de una persona jurídica en la República por cualquier motivo- consagra una especial forma de configuración de la representación de la parte demandada en un proceso y, supone -como imperativa derivación-, una también especial forma de comunicación de la demanda o emplazamiento, pues éste ya no se realiza a la parte demandada en persona, sino a través del curador especial. Es indispensable aclarar que, tal y como se reseñó en párrafos previos, los actos procesales de comunicación se deben realizar de conformidad con las reglas contempladas en la respectiva ley procesal; y, limitándonos al tema en estudio, resulta plenamente legítimo que el legislador secundario haya consagrado una especial forma de integración de la representación de la parte demandada y de emplazamiento a través de curador especial, cuando se trata de personas jurídicas que carecen de representante en el país. No corresponde en esta sentencia examinar el nivel de perfeccionamiento de dicha forma de representación y de comunicación de la demanda, pero se admite, en principio, la legitimidad del legislador secundario para consagrar modos especiales de realización de actos procesales de comunicación, cuando circunstancias fácticas -en este caso, la falta de representante en el país- lo ameritan. Desde esta perspectiva, no se advierte en tal disposición -Artículo 141 inciso segundo del Código de Procedimientos Civilestransgresión alguna al derecho de audiencia. Sin embargo, el supuesto contemplado en la referida disposición legal, dada su formulación lingüística, puede originar interpretaciones y aplicaciones que resulten contrarias a la normativa constitucional, en específico, vulneradoras del derecho de audiencia. En efecto, entendida de modo mecánico, automático, y sin tomar el carácter especial -o mejor dicho, ulterior- de la regla del inciso segundo del mencionado artículo puede originar verdaderas negaciones del derecho de audiencia. Si el inciso segundo del artículo 141 del mencionado cuerpo de leyes se aplica sin agotar previamente posibilidades de medios más garantistas que logren la finalidad de poner en conocimiento de la parte demandada el proceso incoado en su contra, o se aplica pese a existir otros medios que hagan saber al demandado la existencia del proceso, la concreción del mismo puede devenir contraria a Constitución. No es tarea de este Tribunal formular una teorización sobre el sistema de los actos procesales de comunicación y las particularidades que pueden presentar los mismos, ni tampoco teorizar sobre la mejor manera de garantizar el derecho de audiencia de una persona jurídica que carece de representante en el país, pero sí le corresponde examinar que los actos aplicativos de las disposiciones que rigen tanto en uno como en otros se realice conforme a la normativa constitucional. Y es que la mencionada disposición legal no puede entenderse aplicativa de modo automático, en cualquier supuesto que la persona jurídica carezca de representante en el país; pues entenderlo así, supondría una reducción innecesaria del derecho de audiencia. Lo anterior de ninguna manera significa que no pueda aplicarse la regla contemplada en el inciso segundo del artículo 141 del Código de Procedimientos Civiles., pero la misma sólo resulta procedente cuando se han agotado otros medios para efectivizar el derecho de audiencia, esto es, cuando se aplica tomando en cuenta su carácter ulterior y su especialidad como medida extrema. Desde la perspectiva señalada en los acápites precedentes, pasa a enjuiciarse la constitucionalidad de la actuación de la Juez Cuarto de lo Civil de San Salvador, en lo relativo al derecho de audiencia. El Sistema de Integración Centroamericana SICA, como sucesor de la Organización de Estados Centroamericanos ODECA, alega que ésta no fue emplazada ni notificada en el proceso civil de rescisión de donación ya referido, por lo cual se violó su derecho de propiedad sin haber sido oída y vencida en juicio. Por su parte, la autoridad demandada expone que tal emplazamiento se realizó mediante el curador especial nombrado en las diligencias de ausencia que oportunamente se siguieran, debido a que la ODECA carecía de representante legal en el país. De la documentación agregada al expediente judicial, consta: (a) Que en virtud del Acta número cincuenta y seis, de la cuadragésimo-tercera sesión ordinaria del Consejo Ejecutivo de la ODECA, celebrada en la ciudad de San Salvador a las diez horas y treinta minutos del día dieciocho de julio de mil novecientos setenta y tres -agregada de folios 108 a 110 de este expediente judicial-, que el Consejo Ejecutivo acordó designar como Administrador de la Secretaría General de la Organización al señor Ricardo Juárez Márquez, encargándole asimismo, la Secretaría del Consejo Ejecutivo, a partir del día uno de agosto de ese mismo año; (b) que según certificación remitida a este Tribunal por la Juez Cuarto de lo Civil de San Salvador, doctora Gloria Palacios Alfaro, aparece una constancia -folio 132- de fecha ocho de diciembre de mil novecientos ochenta y siete, firmada por el Ministro de Relaciones Exteriores de esa época, doctor Ricardo Acevedo Peralta, en la que literalmente hace constar: "que actualmente la Organización de Estados Centroamericanos (ODECA), Organismo Regional creado por el Convenio Constitutivo de la Carta de la Organización de Estados Centroamericanos suscrito el 12 de diciembre de 1962, no cuenta con Representación Legal; ya que no existe en la actualidad el "Consejo Ejecutivo", que de conformidad al artículo 7 de la Carta Constitutiva de dicho Organismo, será el que tendrá la Representación Legal del Organismo. No obstante lo anterior, y el abandono en que se encuentra el Organismo, este tiene plena existencia jurídica, ya que ninguno de los cinco suscriptores ha denunciado su Carta Constitutiva. Que hasta el momento el único funcionario que se encuentra laborando dentro de ese Organismo es el Señor Ricardo Juárez Márquez, de nacionalidad guatemalteca y que funge como Administrador de la Secretaría General de la ODECA." En virtud de lo anterior, se advierte que en la época en que se realizó el Proceso Civil Ordinario de Rescisión de Donación, promovido por la Sociedad Escalón Núñez Compañía contra la Organización de Estados Centroamericanos, dicha Organización efectivamente se encontraba en una situación de acefalía por lo que carecía de representante legal en el país, ya que es claro que el artículo 26 del Protocolo de Tegucigalpa a la Carta de la Organización de Estados Centroamericanos (ODECA), establece que el Secretario General es el más alto funcionario administrativo y tiene la representación legal de dicha Organización. Por ello, tal como lo menciona la juez demandada en sus respectivos informes, en el juicio civil ordinario que promovió la sociedad Escalón Núñez Compañía contra la ODECA se emplazó al curador especial, pues según la constancia relacionada de folios 132, tal Organismo se encontraba acéfalo, al no existir representante legal, y la única persona que se encontraba laborando dentro del mismo, fungía como Administrador de la Secretaría General. De lo anterior se colige, que en definitiva, la funcionaria demandada no contaba con otros medios más razonables que posibilitaran el conocimiento de la demandada respecto del proceso iniciado en su contra, pues tampoco podía adjudicársele la representación legal al Administrador de la Secretaría General; en virtud de ello, esta Sala considera que, la interpretación y aplicación que efectuó la juez demandada del artículo 141 inciso 2° del Código de Procedimientos Civiles, era la única forma constitucionalmente procedente para realizar el emplazamiento. En conclusión, es evidente que la aplicación de la figura consagrada en la disposición legal tantas veces aludida, en el caso que se examina, es congruente con la normativa constitucional, por cuanto la funcionaria demandada, por medio del Ministerio de Relaciones Exteriores, verificó que la Organización de Estados Centroamericanos, hoy Sistema de Integración Centroamericana carecía de representante legal a la fecha en que se promovió el proceso civil aludido; lo que implica que dicha circunstancia encajaba perfectamente en el supuesto contemplado en dicho artículo. Consecuentemente, no es procedente conceder el amparo solicitado por violación al derecho de audiencia. Habiéndose determinado que no existe violación al derecho de audiencia, es consecuente afirmar que no existe violación al derecho de propiedad, por cuanto la privación de tal derecho al haberse declarado rescindida la donación a que se ha hecho referencia, es válida desde una perspectiva constitucional. 2- En lo atinente al segundo acto atribuido a la funcionaria judicial demandada, es decir, la falta de discernimiento del cargo a aquel que se nombró curador ad litem de la ODECA, de acuerdo a lo previsto en el artículo 493 inciso 2° del Código Civil, esta Sala considera indispensable hacer una reseña sobre la legitimación de las partes en los procesos, específicamente dentro del proceso constitucional de amparo, para luego analizar el tipo de pronunciamiento que puede motivar la falta de legitimación, ya sea de la parte actora o de la autoridad demandada. Con relación al primer punto, este Tribunal considera conveniente aclarar que para poder figurar como parte en un proceso, es preciso que el ordenamiento jurídico reconozca al sujeto la necesaria aptitud que permite disfrutar de tal condición. Esta aptitud, es la que doctrinariamente se conoce con el nombre de capacidad para ser parte, que debe entenderse como la aptitud jurídica para ser titular de los derechos o de las obligaciones de carácter procesal a que las partes se refieren; por ello, en principio, toda persona es capaz para ser parte. Sin embargo, para poder figurar y actuar eficazmente como parte en un proceso determinado, no basta con disponer de esta aptitud general, es decir, no es suficiente que el sujeto posea capacidad para ser parte, sino que es necesaria una condición más precisa, referida singularmente a la pretensión de que se trate. Tal condición, que afecta al proceso, no en su dimensión común, sino en lo que tiene de individual y determinado, es la que recibe el nombre de legitimación procesal, que consiste en la consideración especial que tiene la ley, dentro de cada proceso, para con las personas que se hallan en una determinada relación con el objeto del mismo, y, en virtud de la cual, exige, para que la pretensión procesal pueda ser examinada en cuanto al fondo, que sean dichas personas las que figuren como partes en tal proceso. En virtud de lo anterior, tanto el sujeto activo de la pretensión como la persona o autoridad frente a quien ésta se dirige, deben estar legitimados para actuar dentro del proceso correspondiente. Por ello, en todo proceso –y el de amparo no es la excepción–, debe tenerse la certeza a quien demandar, pues de lo contrario la pretensión podría rechazarse in limine, es decir, desde el momento de la presentación de la demanda. Lo anterior significa que para que todo proceso y específicamente al de amparo pueda dársele el trámite correspondiente, entre otros aspectos, hay que tener presente, que la autoridad a quien se demande sea aquélla que realice actos unilaterales, investidos de potestad capaces de vulnerar inconstitucionalmente la esfera jurídica de los gobernados. En virtud de lo anterior, e interpretando los artículos 14 número 2) y 31 ordinal 3º de la Ley de Procedimientos Constitucionales, esta Sala puede exteriorizar, que en un proceso de amparo, si la autoridad demandada no es precisamente aquélla que realizó en forma directa el acto reclamado que constituye el sustrato fáctico de la pretensión constitucional de amparo, dicho proceso no puede prosperar y finalizar con una sentencia, pues tal autoridad no podría ser considerada legítima contradictora y, por lo tanto, carecería de legitimación pasiva para intervenir en el proceso. Ahora bien, dependiendo de la etapa procesal en que tal vicio se advierta, el pronunciamiento de esta Sala será distinto, no obstante tener siempre como telón de fondo el rechazo de la pretensión implícita en la demanda. En efecto, si dicho vicio es manifiesto al momento de la presentación de la demanda, se tendrá que declarar improcedente la pretensión, de conformidad con el artículo 14 número 2) de la ley citada; pero si dicho vicio no pudo ser apreciado in limine, al ser manifiesto en la prosecución del mismo, a través de cualquier medio probatorio o análisis posterior, habrá que terminar el proceso constitucional de amparo anormalmente mediante la figura del sobreseimiento, de conformidad al artículo 31 ordinal 3º de la Ley de Procedimientos Constitucionales. Concretando las anteriores consideraciones al caso en estudio, se tiene que el SICA alega que la Juez Cuarto de lo Civil de esta ciudad vulneró los derechos de audiencia y propiedad, dado que, a tenor literal: "ODECA nunca fue emplazada porque al Curador que supuestamente la estaba representando, no se le otorgó en el acto del discernimiento (...)". Sin embargo, de la documentación que corre agregada al proceso, específicamente a folios 138-140, se advierte que las Diligencias de Nombramiento de Curador Ad-Litem a favor de la ODECA fueron instruidas en el Juzgado Tercero de lo Civil de este Distrito Judicial, por consiguiente, es imposible que a la Juez demandada se le atribuya como acto reclamado la falta de discernimiento del cargo a que se refiere el inciso 2° del artículo 493 del Código Civil. Y es que, al momento de promover el Juicio Civil Ordinario de Rescisión de Donación, ya se había nombrado el curador ad litem, razón por la cual no podía exigírsele a la mencionada funcionaria judicial que subsanara una omisión que había sido tramitada en otro Tribunal. En virtud de lo anterior, y partiendo del análisis de la prueba documental agregada al expediente judicial, esta concluye que, en el caso que nos ocupa, es evidente que en todo caso, quien habría incumplido el requisito ex por el artículo 493 inciso 2° del Código Civil fue el Juez Tercero de lo Civil y no la Juez Cuarto de lo Civil, a de este Distrito Judicial. En consecuencia, respecto de ese acto, es procedente sobreseer este proceso. POR TANTO: Con base en los artículos 2, 11 y 15 de la Constitución y 32, 33, 34 y 35 de la Ley de Procedimientos Constitucionales, esta Sala FALLA: (a) Sobreséese el presente proceso promovido en contra Registrador Auxiliar de la Propiedad Raíz e Hipotecas de la Primera Sección del Centro, por tratarse de una autoridad meramente ejecutora; (b) declárase que no ha lugar el amparo solicitado por el Sistema de Integr Centroamericana (SICA) contra providencias de la Juez Cuarto de lo Civil de San Salvador por no habers comprobado la violación constitucional de los derechos al debido proceso, audiencia y propiedad alegada; sobreséese este proceso por falta de legítimo contradictor respecto de la Juez Cuarto de lo Civil de San Salva lo que respecta al acto de falta de discernimiento del cargo del curador ad litem; (d) óigase en la siguiente audiencia a la Juez Cuarto de lo Civil de este Distrito Judicial, para los efectos de los artículos 84 y 85 de la L Procedimientos Constitucionales, por no haber evacuado el traslado que ordena el artículo 30 de la citada ley notifíquese.- ---A. G. CALDERON---R. HERNANDEZ VALIENTE ---MARIO SOLANO---PRONUNCIAD POR LOS SEÑORES MAGISTRADOS QUE LO SUSCRIBEN---J. R. VIDES---RUBRICADAS. VOTO EN CONTRA DEL DOCTOR JULIO ENRIQUE ACOSTA BAIRES: Señores Magistrados firmantes, con el debido respeto me permito razonar mi voto en contra ya que, con exce al sobreseimiento a favor del señor Registrador de la Propiedad Raíz e Hipotecas, con el cual estoy de acuerdo por ser un simple ejecutor de una sentencia, difiero totalmente con el contenido de este fallo al declarar que NO HA LUGAR al Amparo solicitado; por las razones que paso a exp ANTECEDENTES: Donación de un inmueble efectuada por "escalón Núñez y Co." A favor de la ODECA; condicionada a la construcción de las oficinas de la Organización en dicho inmueble; contrato que posteriormente fue rescindid sentencia pronunciada en Juicio Ordinario en el Juzgado 4° de lo Civil de San Salvador; promovido por el Dr Gregorio Guardado, como liquidador de la Sociedad, contra la ODECA basado en el incumplimiento de la condición antes mencionada. La demanda se interpuso contra un Curador ad litem nombrado en el JUZGADO DE LO CIVIL de esta ciudad. Se pronunció la referida sentencia definitiva declarando rescindida la donación ordenó la cancelación de la respectiva inscripción en el Registro correspondiente. BASES DEL AMPARO. 1) Que la ODECA, como persona jurídica de derecho internacional, goza de privilegios e inmunidades conten en el Protocolo de Londres (Convención sobre Prerrogativas e Inmunidades de las Naciones Unidas, de 13 de febrero de 1946, a la que se adhirió El Salvador el 3 de marzo de 1947). 2) Que el Art. 19 del Estatuto de la Oficina Centroamericana de la ODECA, establece que la Organización y personal gozan de los privilegios e inmunidades contenidos en la referida Convención de Londres, en la que, artículo II sección 2, establece que las Naciones Unidas, sus bienes y haberes en cualquier parte y en manos d cualquier persona, gozan de inmunidades contra todo procedimiento judicial a excepción de los casos en que expresamente renuncie a esa inmunidad. Se alegó así mismo, la violación al principio de "JUEZ NATURAL", aduciendo que la Juez 4° de lo Civil, ca de competencia para conocer de esa demanda contra la ODECA. Se alegó además, que fueron vulnerados los derechos de AUDIENCIA y PROPIEDAD, por las razones expuestas, es decir, la falta de jurisdicción y competencia de la Jueza. Se introdujo por otra parte, el argumento de que el Curador nombrado carecía del necesario discernimiento del cargo. RESUMEN DEL CONTENIDO DE LA SENTENCIA DE AMPARO. Se consideró válida la reclamación hecha por el SICA ante esta Sala, como sucesor de la ODECA y ello habi este Tribunal para conocer sobre la pretensión contenida en la demanda de amparo. Se consideró el sobreseim a favor del Registrador de la Propiedad Raíz e Hipotecas, por ser un simple ejecutor de la sentencia. Se dice e texto de la sentencia, que los actos reclamados se circunscriben: (pag. 7) 1- a la sentencia definitiva, pronunc por la Juez 4° de lo Civil y a la cancelación de la respectiva inscripción a su favor en el Registro…. Y 2- en d de dicho argumento, al de haber seguido el proceso de instancia la Juez en plena indefensión de la ODECA, p ésta no fue representada legalmente en dicho juicio, por dos razones: a) por falta de emplazamiento al representante legal de la Organización que en ese momento era el Administrador de la Secretaría General; y b haber sido nombrado para representarla, un Curador Especial cuyo cargo no fue discernido de acuerdo al Art inc. 2° del Código Civil". Se sobresee a favor del Registrador, lo cual no admite discusión alguna; y finalmen declara que NO HA LUGAR al amparo POR NO HABERSE COMPROBADO LA VIOLACION CONSTITUCIONAL DE LOS DERECHOS AL DEBIDO PROCESO, AUDIENCIA Y PROPIEDAD, alega BASES PARA LA DECLARACION DE NO HA LUGAR: Que la llamada inmunidad de la jurisdicción de que gozan "Los Estados Extranjeros, (nótese que se habla de Estados extranjeros, no de Organizaciones Internacionales), y los privilegios de éstos SON RELATIVOS, de acuerdo a la doctrina más reciente, ya que se trata de prerrogativas cuyo objeto es garantizar el desempeño ef de las funciones de las Misiones Diplomáticas. Se basa esta afirmación en el Convenio de Viena sobre relacio diplomáticas entre Estados. Se sostiene, que los privilegios e inmunidades tienen como finalidad garantizar a oficinas consulares el eficaz desempeño de sus funciones en nombre de los Estados respectivos, pero no es pa beneficiar a particulares. Por lo tanto, continúa la sentencia, se debe inferir que cada vez más se acepta la tesi restrictiva o relativa de esas inmunidades o privilegios. (pag. 10). Se cita el Protocolo de Londres (final pag. 10 y pag. 11) aceptando que las Organizaciones Internacionales y agentes gozan de esas prerrogativa; y que en el caso de el SICA (antes ODECA), aquellos se encuentran en s carta constitutiva (vigente aún) a la cual le es aplicable el citado Protocolo de Londres. Sin embargo, no obsta aceptar lo antes relacionado, se afirma, en la sentencia, que ""el carácter funcional de la institución de inmuni jurisdiccional también cabe apuntarla respecto a las Organizaciones y por lo tanto cabe la relatividad sobre su aceptación como excepción de incompetencia territorial"". (pag. 11). En resumen, en este aspecto, la sentencia descarta la violación al principio del Juez Natural, basada en que la tendencia es la inmunidad relativa de la jurisdicción, afirmando que es la tesis que apoya esta Sala, y por lo ta se permite a los Tribunales internos conocer de las controversias que se susciten (como la planteada), ya que cumplen dos condiciones: a) Que el carácter del acto se funda en el Derecho interno cuya normativa fue la aplicada; y b) que tal acto es de naturaleza privada. Por consiguiente, se sostiene, además, que como en el cas planteado se dan esas condiciones, se trata de un conflicto estrictamente privado, no de un acto oficial sin trascendencia internacional (pag. 14). Se dice finalmente, que una interpretación que acoja la inmunidad abso violenta la Constitución. (Se cita una sentencia del Tribunal Constitucional Español). Por lo tanto, se concluy las razones expuestas son suficientes para que la Sala estime que no es procedente el amparo respecto del act atribución de competencia por parte de la Juez 4° de lo Civil, por cuanto no se vulnera el derecho del SICA d Juzgado por autoridad competente y bajo la ley aplicable (Art. 11 Cn). Sobre el derecho de audiencia, se sostiene en la sentencia que éste no se viola, ya que el emplazamiento se hi Curador nombrado en defecto del representante legal de la ODECA; y en cuanto al discernimiento del Curad afirma, que era obligación del Juez 3° de lo Civil que lo nombró y no de la Juez 4° que conoció del Juicio de rescisión. (pag. 24); y se sobresee por este acto. MI POSICIÓN: En el Juicio Ordinario de rescisión del contrato de donación, se demandó a una Organización Internacional; p tanto, los instrumentos en que basó su defensa son de carácter internacional, como ocurre también en el Amp ante esta Sala: "Carta de la Organización de Estados Centroamericanos de 1962"; el "Estatuto de la Oficina Centroamerica" que se remite a la Convención Sobre Prerrogativas e Inmunidades de las Naciones Unidas", conocido como "Protocolo de Londres", de 1946. Es decir, la ODECA se basó en Convenciones Especiales p Organizaciones Internacionales; y no puede aplicarse a este caso la Convención de Viena, ya que ésta regula prerrogativas, inmunidades y privilegios entre Estados Partes; y relaciones Diplomáticas y Consulares entre Estados, pero no entre Organizaciones Internacionales. En consecuencia, a mi juicio, debió aplicarse el Proto de Londres. Además, se debe aplicar en forma absoluta y descartar la tesis de la aplicación de inmunidades relativas, ya que la tendencia actual es que las Organizaciones Internacionales renuncien a sus prerrogativas p que se pueda aplicar el derecho interno de los estados, como el caso de el SICA en este Amparo, pero no que desprovistas de ellas. De acuerdo a lo anterior, a mi juicio, sí hay violación al principio del Juez Natural y al derecho de propiedad, que la ODECA no debió ser demandada ante un Juez Nacional, por gozar de inmunidad de acuerdo al Protoc Londres y en ningún momento renunció a esas prerrogativas. Por otra parte, además de violarse la prerrogativa de inmunidad, se demandó mal, ya que aunque no existía el formal de Secretario General de la Organización, ésta siguió funcionando, con sede en esa ciudad y los Minis que integraban su Consejo ejecutivo, al finalizar el período de su último Secretario General, decidieron que e Secretario Administrativo asumiera las funciones de aquel. De lo contrario no pudo haber seguido recibiendo tratados y registrándolos, como en efecto lo hizo; de igual manera, la firma del Protocolo de reformas a la Ca la ODECA no se hubiera podido llevar a cabo sin la presencia y función de representante legal designado; tam hubiera sido posible integrar la comisión sucesora de la ODECA al SICA; para mencionar algunos casos. Cua estos hechos ocurrieron, el SICA contrató a empleados que aún laboraban en la ODECA, ya que ésta nunca d existir, hasta la suscripción del Protocolo de Tegucigalpa (1981), que crea el SICA sustituyendo a la ODECA además (El Protocolo de Tegucigalpa) dispuso que quedaban vigentes entre los Estados, todos los Convenios Acuerdos o Tratados siempre que no se opusieran a él; y aquí cabe la aplicación del Protocolo de Londres sob inmunidades y privilegios. Lo anterior, abona lo que sostengo en cuanto al emplazamiento por medio de un Curador Especial, que debió hacerse a la persona que la representaba en ese momento, ya que la Organización aún subsistía. En cuanto al discernimiento del Curador nombrado, se dice en la sentencia que era imposible para la Juez 4° Civil que lo realizara, subsanando así una omisión que había sido tramitada en otro Tribunal, ya que las dilige del nombramiento fueron iniciadas en el Juzgado 3° de lo Civil. A este efecto traigo a cuento algunas disposiciones, tanto del Código Civil, vigentes en aquel momento, como de Procedimientos Civiles, que se re a esta figura; las cuales, a mi juicio, demuestran que el discernimiento del Curador Especial, cualquiera que h sido el Juez que lo tramitó, era necesario para que éste legitimara su personería; y el cual debió ser realizado, conformidad al Art. 493 C.; es decir, por el Juez que conoció de la causa y quien no tiene otras facultades que comprendidas en el mismo discernimiento. En el presente caso, se supone que el discernimiento se lo dio el J de lo Civil y no la Juez 4° que conoció de la demanda, pero aunque así se haya realizado, este último Juez, el lo Civil, de acuerdo al Art. 842 Pr. C. debió cerciorarse del discernimiento, ya que la certificación del decreto mismo, es la que sirve para legitimar la personería del Curador. Si este presupuesto no se cumplió no hubo emplazamiento y por lo tanto se violó el derecho de audiencia por falta de legítimo contradictor. La curaduría debió ser discernida ya que el discernimiento es el decreto judicial que autoriza, en este caso al Curador, para ejercer su cargo. De acuerdo a lo antes expuesto, soy de opinión que esta Sala debió declarar que había lugar al Amparo por VIOLACIÓN AL PRINCIPIO DEL JUEZ NATURAL (Art. 15 Cn.) y por consiguiente no entrar a conocer d demás puntos alegados en la demanda: derecho al debido proceso, de audiencia y de propiedad, como la falta legítimo contradictor, aunque son hechos también violentados. San Salvador, veintidós de Agosto de dos mil dos. Adhiero al anterior voto disidente. San Salvador, veintidós de agosto de dos mil dos.---J. ENRIQUE ACOSTA---J. E. TENORIO---PRONUNC POR LOS SEÑORES MAGISTRADOS QUE LO SUSCRIBEN---J. R. VIDES--- RUBRICADAS.-