LA CIENCIA ARGENTINA EN EL BICENTENARIO Alumno: CARLINO, Alejo Escuela: C.E.M. Nº9 República Dominicana, General Roca, Río Negro Profesor Guía: SORIA, Myrna Fabiola INTRODUCCIÓN “Después de siglos de acelerado desarrollo científico-tecnológico, la vida humana y el mundo han resultado modelados por la producción científico y tecnológica...La alimentación, el vestido, la vivienda, el trabajo, los desplazamientos, las comunicaciones, el arte, la diversión, el cuidado de nuestra salud, la educación, y todas la facetas de la vida humana, en casi todo el mundo, se encuentran impregnadas o, mejor dicho, se basan en el desarrollo científicotecnológico”1 La cita expuesta describe una realidad con la que es imposible disentir, desde su aparición sobre la Tierra, el hombre utilizó los elementos que le brindaba el medio en pos de la satisfacción de sus necesidades. Así, mediante la observación y la experimentación; las pruebas de ensayo y error, logró su supervivencia, progresando en la comprensión de su espacio inmediato y universal, produciendo herramientas que garantizarían la perpetuidad de la especie humana en el planeta. Sus constantes descubrimientos, esos conocimientos que fue capitalizando sucesivamente, sentarían bases para las ciencias. Se podría afirmar que, en la actualidad, en todos los países del mundo se desarrollan las ciencias, en general, para beneficio de sus habitantes. Sin embargo, no todos se destacan por igual en este campo ni cuentan con idénticas posibilidades para desempeñarse en él. Los países conocidos como “desarrollados” son líderes en este hacer y, por el contrario, los llamados “en desarrollo” (entre los que se encuentra la República Argentina) aparecen relegados en un segundo plano. Posiblemente, esto se deba a la cantidad y calidad de recursos económicos y humanos que unos y otros pueden asignar a esta tarea y también al interés que concedan al desarrollo de las actividades científicas. Nuestro país sufre dificultades que tienen que ver, entre otras cosas, con desocupación, elevados índices de pobreza, degradación del medio ambiente, problemas en aspectos básicos como salud y educación. Las cuestiones planteadas en esta introducción tienen que ver con reflexionar acerca de la posibilidad que tiene un país, con las características de Argentina, de proyectarse hacia el futuro sin apoyarse a pleno en el desarrollo de la ciencia y la tecnología. Podría pensarse que, dadas sus condiciones, resulta desacertado impulsar proyectos científicos que no produzcan beneficios concretos e inmediatos en la población para tratar de menguar las dificultades expuestas anteriormente. Tratando de hallar algunas respuestas a estos planteos, se llevó a cabo el presente trabajo de investigación. LA HISTORIA DE LA CIENCIA EN ARGENTINA A PARTIR DE 1810 Los principios de la Astronomía moderna enunciados por Copérnico, Galileo y Kepler (siglos XVI y XVII); la ley de gravitación universal aportada por Newton (siglo XVII ); el principio de conservación de la materia formulado por Lavoisier (siglo XVIII);2 son algunos de los importantes hallazgos que marcaron el principio de lo que sería un vertiginoso y constante avance de la ciencia y la tecnología en el mundo. Estos importantes descubrimientos y los que luego se basaron en ellos, tuvieron su origen y mayor relevancia en países de Europa que, desde un comienzo, se perfilaron como adelantados en el campo científico-tecnológico (Italia, Alemania, Francia). Más adelante, también el Norte de Occidente se destacaría en este ámbito. En contrapartida, los países latinoamericanos, entre los que se encuentra la República Argentina, históricamente se han visto postergados en los avances citados. Frecuentes crisis sociales 1 2 Guillermo Obiols, Lógica y Epistemología para un pensamiento Científico, Kapelusz, 2001 ibidem y políticas, dependencias económicas arrastradas desde la época de la colonia; gobiernos dictatoriales que frenaron el desarrollo del país perjudicando su progreso, gobiernos democráticos que establecieron otros aspectos como prioridades dejando de lado el desarrollo de la ciencia; todos son factores que impidieron la planificación o consolidación de muchos proyectos científicos. Argentina fue escenario de un fenómeno llamado “fuga de cerebros”, por el cual miles de científicos y profesionales buscaron oportunidades laborales en otras partes del mundo por no encontrarlas aquí. "El progreso de un país depende de la velocidad con la que incorpora los avances científico-técnicos” afirma el escritor y político Rodolfo Terragno 3 reflexionando acerca de la relación de Argentina con el resto de los países del mundo; y agrega que La Argentina del Centenario era "el granero del mundo" justo cuando Ford introdujo en el país ( 1910 ) el primer tractor fabricado en serie, ratificando la idea de que el desarrollo de una nación llega de la mano de los adelantos científicos y técnicos. Los conceptos manifestados por Terragno suenan convincentes y resulta atractivo adherir a ellos, sin embargo, la materialización de los mismos, su puesta en práctica no aparece como una tarea sencilla. Rastreando en la historia se puede afirmar que nuestro país siempre ha ido a la saga de descubrimientos que fueron implementados mucho antes en países más desarrollados; como ejemplos podemos citar el arribo de la primera computadora (quince años después de que este revolucionario adelanto fuera instalado en Estados Unidos); o más recientemente, el año pasado, cuando enfrentados los países de todos los continentes a la pandemia de gripe A1 H1, científicos de todo el mundo se avocaron prestamente a la fabricación de una vacuna siendo China, Estados Unidos y Suiza (en ese orden) quienes lograran el tan ansiado descubrimiento que, luego, fuera distribuido al resto del planeta. Siempre es útil y conveniente tener memoria; apelar a esta capacidad permite reconstruir nuestros cimientos, apreciar las fortalezas y recapacitar acerca de los errores. Los datos históricos recavados para el presente trabajo hablan de un progresivo desarrollo de la ciencia en el país a partir de 1810; caracterizado por la creación de institutos, colegios, escuelas, academias, museos, bibliotecas, publicaciones. Un sinnúmero de profesores, investigadores y especialistas fueron traídos al país desde el exterior, a fin de que aportaran sus conocimientos en esas instituciones. Inspirados en modelos europeos y estadounidenses; en la planificación y creación de estas instituciones se destacaron figuras como Manuel Belgrano, Mariano Moreno, Bernardino Rivadavia, Domingo Faustino Sarmiento; políticos preocupados y ocupados en un proyecto de país que desarrollara la ciencia de la mano de la educación; no es casual que fueran también excelentes estadistas; estaban convencidos que estos avances sólo se podrían conseguir con proyectos integrales de estado que relacionaran campos como ciencia, educación y economía, y que, bien planificados, perduraran en el tiempo. Ejemplos que ratifican estas afirmaciones son: la creación de la Escuela de Geometría, Arquitectura, Perspectiva y Dibujo, y la escuela de Náutica, creadas por Belgrano en 1799; la formación de la Biblioteca Pública Nacional impulsada por Moreno en 1810; la creación de la Universidad de Buenos Aires, gestionada por Rivadavia en 1821 o la Sociedad Científica Argentina, creada en 1872, durante la presidencia de Sarmiento Como el citado anteriormente, el país vivió, más adelante, otros lapsos de tiempo con considerables avances científicos. Dice José Babini:“En las décadas que van desde 1860 a 1890, la ciencia argentina logra sus primeros éxitos, ya en el sentido de la organización y de la enseñanza científica, ya en la formación de hombres de ciencia, ya en el sentido de la producción original.” (...)“Es también en este lapso cuando actúan los primeros científicos, formados entre nosotros, con labor propia y original, en especial en el campo de las ciencias naturales.” 4 El citado autor concluye estos conceptos luego de haber descrito las obras de varios científicos, entre ellos, los naturalistas Florentino Ameghino y Eduardo Holmberg quienes dejaran para la posteridad importantes descubrimientos en la Zoología y la Botánica. 3 4 Rodolfo Terragno, El desarrollo del país rechaza lugares comunes, diario Clarín, Buenos Aires, 2010/05/25 José Babini, Historia de la Ciencia en la Argentina, Ediciones Solar, 1986, p. 196 Como otra época floreciente en el campo científico se puede citar la comprendida entre 1956 y 1966, lapso en el que se destacan hechos, entre otros, como la creación del INTA (1956) que continúa en la actualidad aportando sus conocimientos a la actividad agrícola argentina, la creación del CONICET (1958), bajo la dirección de Bernardo Houssey (Premio Nobel de Medicina en 1947); la creación del Centro Regional de Matemática para América Latina (1959). También hemos de mencionar, como acontecimiento significativo de la época (1958), la primera promoción de licenciados en Física, graduados en el Instituto Balseiro, que fuera creado en 1955. Destacada importancia cobra, en este período, el desempeño del bioquímico Luis Federico Leloir quien, a pesar de ser tentado por Estados Unidos, para trabajar en ese país (1957) decide quedarse y continuar aquí sus investigaciones, las que culminaron en descubrimientos que le valieron el Premio Nobel de Química en 1970. Otro científico merecedor de reconocimiento es el químico argentino César Milstein, recibido en la UBA (Universidad de Buenos Aires) y perfeccionado en Cambridge, Inglaterra; sus investigaciones sobre los anticuerpos monoclonales lo hicieron merecedor del Premio Nobel de Fisiología o Medicina (1984); es necesario recordar que este investigador debió dejar el país luego del golpe militar de 1962. Lamentablemente, a épocas relevantes para el desarrollo de la ciencia, le sucedieron otras con gobiernos que se encargaron de destruir lo construido con tanto esfuerzo y entonces, períodos de estancamiento y retrocesos, sucedieron a los otros. Como ejemplo, resulta conveniente citar la llamada “Década Infame”, a partir de 1930, época caracterizada por golpes de estado y proscripciones políticas; el país sería gobernado por mandatarios que pondrían en práctica políticas de involución y de “ajuste” económico que, obviamente, afectaría al desarrollo de la educación y la ciencia. Las etapas marcadas por gobiernos dictatoriales se vieron identificadas por la postergación y la exclusión del desarrollo científico; como ejemplo ilustrativo se cita la “Noche de los Bastones Largos” (1966, presidencia del general Juan Carlos Onganía, gobierno de facto); cuando varias facultades fueron desalojadas, destruidos sus laboratorios y bibliotecas, apresados sus profesores y alumnos; como consecuencia de esas intervenciones negativas, muchos investigadores y docentes emigraron a otros países. Posteriormente, el golpe militar de 1976 traería más postergación y destrucción en el campo de la ciencia; como muestra, recordemos que muchos de los desaparecidos o exiliados en esta terrible dictadura fueron docentes universitarios, investigadores y científicos. 5 EL RETORNO A LA DEMOCRACIA La vuelta a la democracia tampoco garantizó que los gobiernos se dedicaran a una tarea seria y consecuente en pos del desarrollo científico-tecnológico. Basta con recordar al ex ministro de economía menemista Domingo Cavallo cuando disparó la frase: "¡que esa mujer vaya a lavar los platos!”6, enojado por la divulgación de un alza en la cifra de desocupación que difundió en 1994 la demógrafa Susana Torrado, investigadora del Conicet. La “fuga de cerebros” continuó, si bien no por persecuciones ideológicas, sino por dificultades económicas que impidieron a los investigadores la sustentación de sus proyectos en una actitud de menosprecio por la actividad científica. El arribo al nuevo milenio encontró al país sumergido en una severa crisis social y económica; miles de argentinos emigraron a otros países en busca de lo que otrora había sido el sueño de los inmigrantes que llegaban a Argentina: un espacio donde encontrar el desarrollo y la prosperidad. Una vez más, cientos de investigadores y científicos eligieron otros lugares en el mundo donde asentarse y demostrar sus capacidades, y alguno, como el doctor René Favaloro, decidió, en un acto desesperado, quitarse la vida, decepcionado por el escaso apoyo que recibiera para su prestigiosa fundación dedicada a las enfermedades cardiovasculares. LA CIENCIA SIGUE PRESENTE EN ARGENTINA El panorama, tal como fue descrito en una apretada síntesis, parece desmoralizador. Sin embargo, no es así de negativo; casi a diario, en los distintos medios de comunicación se pueden encontrar 5 6 Internet, http://es.wikipedia.org/wiki/Historia_de_la_ciencia_en_la_Argentina Internet, http://www.semanaprofesional.com/?nota=12460, 2008/07/09 señales de que el desarrollo científico-tecnológico sigue “vivo” en el país. Con frecuencia, los aportes de los hombres de ciencia en Argentina, trasponen las paredes de los laboratorios y de las instituciones donde trabajan y sorprenden con noticias gratificantes. A mediados de febrero del presente año, las portadas de todos los diarios nacionales y de algunos internacionales destacaban un nuevo invento argentino; se trataba de la “súper-leche”, una leche altamente saludable con propiedades antitumorales y antidiabéticas; el descubrimiento había sido fruto de un arduo trabajo que demandó a técnicos del INTA Balcarce y a profesionales del INTI lácteos nada menos que seis años de trabajo.7 El INVAP (Sigla que significa investigaciones aplicadas), es una empresa ubicada en San Carlos de Bariloche y lleva a cabo la tarea de construir satélites, con lo cual se ha ganado un lugar de privilegio en el escenario internacional de la ingeniería satelital; además de sus aportes relacionados al área nuclear con la construcción de reactores y la producción de radioisótopos. 8 Recientemente, la Ministra de Defensa, Nilda Garré, anunció un nuevo emprendimiento de esta institución: la construcción de un submarino a propulsión nuclear que estaría listo para el 2013. “Queremos recuperar las capacidades que tuvo el país en el sector científico, tecnológico e industrial” señaló la ministra en rueda de prensa. 9 Una revista especializada de la Universidad de Buenos Aires anuncia: “En la Universidad de Buenos Aires se desarrolla una parte importante de la actividad científica y tecnológica del país. Alrededor de 2.700 proyectos de investigación financiados por la UBA, la ANPC y T, el CONICET y diversos organismos nacionales e internacionales, implementados por más de 6.000 investigadores y casi 2.400 becarios, se encuentran en ejecución actualmente.” 10 Como otro ejemplo se cita que, año a año, miles de alumnos de distintas escuelas públicas y privadas participan de jornadas denominadas “Feria de Ciencias” mostrando sus trabajos, productos de concienzudas investigaciones. Más allá de ganar o no premios, la ejecución de tamaña tarea ya es merecedora de aplausos. Y de este modo, podríamos llenar numerosas páginas, reseñando el accionar de científicos, investigadores o futuros hombres de ciencia que, sorteando numerosas dificultades (sobre todo, de índole económica) logran arribar a resultados exitosos. Se puede pensar que no todos esos resultados redundan en forma inmediata en beneficio de la gente; sin embargo, el sólo hecho de que las miradas del mundo se posen en la ciencia nacional, a causa de alguno de estos hallazgos, bien vale la pena; ello es sinónimo de que la ciencia en Argentina sigue evolucionando en manos de hombres y mujeres que no pierden la fe en el país. En el año 2008, la Comisión de Ciencia y Tecnología del Senado aprobó una iniciativa destinada a científicos que residen en el exterior; entre otros objetivos, este proyecto, denominado “Raíces”, tiene la finalidad de facilitar el retorno al país de aquellos investigadores, tecnólogos y profesionales altamente capacitados que deseen reintegrarse y continuar su actividad profesional en instituciones del país. Andrea Rodríguez, una bioingeniera tucumana que después de una década en Japón, regresó a su tierra y a la Universidad que la formó, manifestaba en una entrevista : “...pienso quedarme para siempre. Si viajo, será por poco tiempo. No más de tres meses. Haría una investigación corta en otro país para luego volver. Desde que me fui tenía la idea clara del regreso.”(...) “... lo que tiene Argentina, que no tiene Japón, es la creatividad. Somos muy creativos para la innovación en el ámbito científico.”11 Las fórmulas mágicas no existen; la decadencia científica que ha experimentado nuestro país en distintas etapas debiera generar una toma de conciencia para que los errores no se repitan. Mario 7 Técnicos argentinos crean una “súper leche” que previene enfermedades, http://edant.clarin.com/diario/2010/02/16/um/m-02141259.htm 8 Diario Río Negro, General Roca, Río Negro, 01/09/09 9 Daniel Gallo, El gobierno construirá un submarino a propulsión nuclear, diario La Nación, Buenos Aires, 03/06/10 10 Hugo Sirkin, La UBA y la investigación, Política Científica y Tecnológica, Encrucijada, # 48, la revista de la UBA Noviembre/2009 11 Sidera Visus, “Proyecto Raíces”: científicos tucumanos de regreso a casa, Internet, http://untnoticias.unt.edu.ar/?p=265 , 2010/01/29 Bunge, reconocido profesor y filósofo sostiene que... “puesto que la ciencia es la madre de la técnica y ambas son motores intelectuales de la civilización humana no hay desarrollo nacional sin ciencia.” Afirma que “... la investigación científica es la gallina de los huevos de oro.” y propone distintas maneras de promover la investigación científica básica entre las cuales se hallan : “...enseñar más ciencia y enseñarla mejor, en todos los niveles, así como montar museos y espectáculos científicos; aumentar los subsidios a la investigación básica, particularmente en los sectores más descuidados; ofrecer becas a estudiantes interesados en ramas descuidadas o emergentes de la ciencia básica(...); formar más doctores en Ciencias enviando becarios al exterior si no hay quien los forme en el país”. Concluye el profesor afirmando que: “No es que el dinero genere ciencia, sino que sin él, la ciencia languidece. Quien quiera comer huevos, que alimente a su gallina. Y quien quiera preservar una buena tradición deberá enriquecerla, porque la permanencia sólo se consigue a fuerza de cambios”12 Propuestas como éstas podrían muy bien servir de guía a nuestros gobernantes para planificar el desarrollo de la ciencia en el país. CONCLUSIONES Como está fundamentado en este trabajo, a través de testimonios de especialistas en el tema, un país no puede pensar en el crecimiento sino apuesta fuertemente al desarrollo científico tecnológico, el mismo genera trabajo, bienestar para la población y lo posiciona bien ante la mirada del mundo; la República Argentina cuenta con un capital humano suficiente como para conseguirlo; haría falta aprovecharlo con planes de gobierno adecuados. Los ejemplos citados en los últimos párrafos son promisorios pero no bastan por sí solos; no es cuestión de basar algo tan importante como la ciencia y la tecnología, que atraviesa la vida de los seres humanos, y que puede decidir el futuro de una nación, en el voluntarismo de grupos aislados de personas o empresas. Revisando la síntesis que se hizo más arriba sobre la historia de la ciencia en el país comprobamos cómo, dependiendo de las ideas políticas de turno, este campo recibió menor o mayor atención para su puesta en práctica. La cuestión de fondo no debiera residir en políticas partidistas, sustentadas por tales o cuales personas, sino en políticas de gobierno que se proyecten en el tiempo; que contemplen la relación “economía-educación-ciencia”; que se sirvan de las fortalezas existentes, garantizando la provisión de los insumos necesarios para continuar el proceso, profundizándolo, sin perder de vista las necesidades de la gente. Disminuir los altos índices de pobreza, promover una mayor inclusión social, prevenir y atenuar los problemas ambientales, posibilitar una mejor calidad de vida para todos los habitantes, ampliar los conocimientos sobre el Universo, del que somos apenas una pequeña parte: todas son cuestiones que pueden abordar la ciencia y la tecnología en este país si está contemplado su desarrollo en un proyecto nacional amplio, coherente e integral. BIBLIOGRAFÍA BABINI José, Historia de la Ciencia en la Argentina, Solar, 1986 BOTTA, M., Tesis, monografías e informes. Nuevas normas y técnicas de redacción. Biblos. 2002 CLARÍN, diario. Buenos Aires, 2010/05/25 ENCRUCIJADA, la revista de la UBA. Edición de noviembre de 2009 LA NACIÓN, diario. Buenos Aires, 2010/06/03 OBIOLS, Guillermo. Lógica y Epistemología para un Pensamiento Científico. Kapelusz, 2001 RÍO NEGRO, diario. General Roca, Río Negro, 2009/09/01 SEMANA PROFESIONAL. com 2008/07/09 UNT, noticias. unt.edu.ar 2010/01/29 WIKIPEDIA; Historia de la Ciencia en Argentina. 12 Mario Bunge, Cómo criar y cómo matar la gallina de los huevos de oro, Internet,http://nopiedra.wordpress.com/2007/11/15/ciencia-y-desarrollo-en-america-latina-hoy-mario-bunge/