LAS AGUAS LITORALES Y LA DIRECTIVA MARCO DEL AGUA J. JAVIER DIEZ GONZÁLEZ y Mª DOLORES ESTEBAN PÉREZ Universidad Politécnica de Madrid RESUMEN Se pretende en esta comunicación abordar el problema de las aguas litorales a la luz de la directiva europea sobre las aguas y de su transposición a la legislación española, y establecer clara y distintamente su significado, inmediato en los trabajos necesarios para llevar a cabo los procesos de tipificación basados en descriptores físicos (que permitan discutir y concluir sobre las condiciones bío-geo-físico-químicas del agua), y finalista en las actuaciones y ocupaciones de las zonas costeras. La progresiva ocupación de las zonas costeras y litorales ha acentuado la inestabilidad propia de la franja costera, en sus aguas y en sus playas. El concepto de "desarrollo sostenible" ha coincidido con la explosión de los problemas de contaminación litoral y estuarina de las aguas y de erosión costera en el mundo desarrollado y con la conciencia de que ese problema se está exportando crudamente al mundo en desarrollo. La ocupación intensiva ha incrementado la demanda de agua, los vertidos contaminantes y la demanda de playas y aguas de recreo limpias. Sin embargo los vertidos en formas tradicionales rebasan los umbrales de la contaminación irreversible. Contaminantes industriales pueden hoy ser controlados. Más difícil es el control de los nutrientes domésticos, agrarios y de aportaciones naturales. La Directiva 2000/60/CE del Parlamento Europeo y del Consejo de 23 de octubre de 2000 entró en vigor el 22 de diciembre de ese año y estableció un marco comunitario de actuación en el ámbito de la política de las aguas. En un plazo desde entonces se debían adecuar a la misma las legislaciones nacionales, e iniciarse en base a ellas, para cumplimentarla, los trabajos y tareas que permitan implementar, para el año 2015, una serie de protocolos y objetivos ambientales relativamente estrictos. En esta comunicación se discuten las características fundamentales establecidas para las aguas “de transición” y “marinas” que permiten analizar su “litoralidad”, incluyendo la tipificación, y la delimitación, y los procesos receptores significativos. 1. INTRODUCCIÓN La progresiva ocupación de las zonas costeras y litorales ha acentuado la inestabilidad propia de la franja costera, en sus aguas y en sus playas. El concepto de "desarrollo sostenible" ha coincidido con la explosión de los problemas de contaminación litoral y estuarina de las aguas y de erosión costera en el mundo desarrollado y con la conciencia de que ese problema se está exportando crudamente al mundo en desarrollo. Y la aplicación de aquella idea a este problema puede no establecerse con "claridad y distinción" (conceptos orteguianos frecuentemente obviados). Se pretende en este artículo abordar el problema “en las aguas” a la luz de la directiva europea “sobre las aguas” y de su 1 transposición a la legislación española y establecer clara y distintamente su significado en las actuaciones y ocupaciones de las zonas costeras. Toda ocupación territorial supone una presión ambiental que se manifiesta en una perturbación del entorno. Esa perturbación es función del "potencial de impacto" del sistema ocupante, que a su vez es función de sus niveles tecnológicos y de consumo, y viene sometido a la ley de "acción de masas"; de modo que el sistema ambiental siempre tiene un "potencial de amortiguación" que le permite desencadenar el o los procesos de asimilación y atenuación de la perturbación desde el mismo momento en que ésta se inicia. La respuesta ambiental resulta ser sin embargo siempre diferida en el tiempo y, casi siempre, dispersa en el espacio; y está limitada intrínsecamente en magnitud, de modo que pueda resultar insuficiente cuando la perturbación excede un cierto umbral. Pues bien, la ocupación territorial no puede llegar a ser exhaustiva sin producir antes unas modificaciones perturbadoras manifiestamente superiores al umbral de reversibilidad. La ley de acción de masas puede llevar entonces a la destrucción ambiental del sistema territorial en cuestión. La ocupación intensiva de las áreas costero-litorales ha conducido a una demanda mayor de agua, a unos mayores vertidos contaminantes y a una creciente demanda de playas y aguas de recreo limpias. Sin embargo los vertidos en formas tradicionales rebasan los umbrales de la contaminación irreversible. Contaminantes industriales pueden hoy ser controlados. Más difícil es el control de los nutrientes domésticos, agrarios y de aportaciones naturales. El fuerte incremento de nutrientes, como los de otros contaminantes orgánicos y biológicos de origen doméstico, han encontrado una forma alternativa de vertido que aleja los umbrales de irreversibilidad, mediante el empleo de emisarios submarinos que favorecen la dilución. Pero ni su mantenimiento ha sido exitoso ni las distancias y lugares del vertido se han diseñado adecuadamente en muchas ocasiones. Además, en algunas áreas mediterráneas como el Adriático, su funcionalidad queda muy ! limitada, si no anulada, por el hecho principal de las grandes aportaciones de nutrientes agrícolas como es el caso de la llanura padana. Como consecuencia de ello se ha generalizado en los últimos años una fuerte corriente contra todo vertido de nutrientes y, por tanto, contra los emisarios submarinos. En el mismo sentido actúa la corriente que defiende la reutilización de las aguas residuales depuradas. En otro orden de problemas cada vez es mayor la demanda de regeneración de playas erosionadas y la acción de otras artificiales, la estabilidad de todas las cuales pasa a veces por un abrigo artificial de la costa frente a los oleajes. Han sido frecuentes los abrigos basados en obras demasiado próximas a la línea de costa que han conducido a fracasos por causas diversas. El consecuente rechazo de estas obras puede dar lugar al agotamiento de los arenales sumergidos utilizables o al dragado reiterativo en ellos con daño para los caladeros de bajura. Un aprovechamiento óptimo de los recursos podría conducir al vertido de nutrientes a áreas con arrecifes artificiales sumergidos cuya finalidad complementaria fuera el abrigo parcial y lejano de playas, permitiendo además una mayor producción del caladero correspondiente. En resumen y como conclusión el uso y vertido de las aguas debe gestionarse con criterios de planificación territorial, de modo que su consumo, depuración, vertido, reutilización y desalinización obedezca a una optimización más general de los recursos. 2. LA POLÍTICA DE COSTAS La línea de costa parece generalmente fácil de representar y definir. Pero esconde una enorme dificultad para establecer la verdadera solución de continuidad entre dos medios biológicos y 2 humanizados, claramente diferenciados y, sin embargo o en consecuencia, profundamente interrelacionados. Porque esa separación no sólo actúa como interfaz sino como interfase también. A través de la cual se comunican y en la que se produce una clara transferencia activa entre dos medios (fases) en presencia. Esta interfase se continúa con modificaciones graduales en uno y otro sentido constituyendo una verdadera "membrana" biogeográfica que, en su más extensa acepción, configura lo que pudiéramos llamar medio costero-litoral. Medio profundamente vital, a través del que se regeneran constantemente los dos a los que une y separa; es, por tanto y en primer lugar, un medio en equilibrio muy inestable, como corresponde a su necesaria y deseable capacidad regenerativa, lo que le permite (pero también le impone) importantes alteraciones en sus respuestas a las modificaciones exteriores. Es un medio, en consecuencia, de ecosistemas jóvenes, con capacidad de fuerte acumulación energética, lo que, a su vez, le hace especialmente frágil a alteraciones profundas y persistentes. Finalmente, es un medio con elevada calidad ambiental, como corresponde a la hibridación de otros dos en interacción. Respecto de este último carácter hay que destacar la aportación de nuestra especie a su elevación, merced a complejos procesos de humanización que, sobre otros en que ha ocurrido al contrario, han mejorado la salubridad y las posibilidades de ocupación y uso de múltiples tramos costeros que, en su estado natural, se hallaban en una fase de su evolución relativamente hostil a los asentamientos humanos. Es un medio con relativa pero notable suavidad climática, sólo enturbiada por temporales. La fijación de asentamientos permanentes fuera del alcance de las mareas y del oleaje, el establecimiento de las obras de abrigo, encauzamiento y defensa, el control y la regulación de las aguas continentales, y la aplicación de la experiencia a otras formas subsidiarias y complementarias de protección han ido con el tiempo reduciendo estos aspectos negativos y favoreciendo una mayor ocupación y utilización de las áreas costeras y litorales. La competencia entre los diferentes usos se acentúa cuando el ocio descubre el valor del medio litoral, entrando en colisión con la conservación de sus recursos a largo plazo, de forma que quede garantizada su explotación. En la Península Ibérica, tras el período de influencia greco-romana, se produjo un movimiento centrípeto de los asentamientos que está en el origen de la preponderancia de la Meseta. Las peculiares características orográficas de Iberia, hicieron que el retorno centrífugo se produjera con más retraso y lentitud que en otras áreas análogas. Sólo tras los progresos en la Salud Pública y la disminución de las actividades corsarias, y favorecida por el agotamiento económico de sus territorios interiores, se hace patente la tendencia centrífuga de la población. Pero a pesar de ella la explosión turística sorprende a nuestras costas en precario. El desarrollo de los años sesenta ha "envejecido" por ello muchas de nuestras áreas costeras. Por lo que se podría considerar como desarrollo pasivo o de nueva ocupación, que ha conducido a hacer de la explotación por la industria del ocio el más importante de los factores de uso de las zonas costeras y con ello a alcanzar la situación de escasez de recursos con cierta anticipación a su potencialidad; y ello por dos vías principales: por el uso ávido de los recursos hasta hacerlos inutilizables, y por la concentración de usos sobre ciertos recursos puntuales más allá de su "sostenibilidad". Por el segundo se atribuye hoy un decisivo, pero engañoso, papel a los impactos de los puertos, que efectivamente generan notables impactos, pero cuyo emplazamiento ha de ser inevitablemente la costa, y cuya existencia es vital para el desarrollo de todo el sistema territorial y no sólo el costero, de modo que tales impactos constituyen un auténtico mal menor frente al que sólo con la optimización de emplazamiento, diseño y corrección se puede actuar. Mucho mayor es el papel jugado por la ocupación urbana, cuya dependencia funcional de la línea de costa es prescindible y cuya reversibilidad ha resultado ser mucho menor. 3 3. EL DESARROLLO DE COSTAS El desarrollo sostenible en la franja costera es un concepto ligado a dos condicionantes básicos en el proceso de ocupación territorial: el de la correcta ordenación territorial y el del buen conocimiento de su medio físico. La ordenación territorial que requieren las zonas costeras no puede quedar restringida a la planificación de usos de esas zonas; la franja costera rarísimamente puede considerarse constreñida a un municipio y en ocasiones ni siquiera a una provincia, comunidad autónoma o estado. La presión que soporta y que impacta en su línea de costa se origina bastante más hacia el continente de lo que comúnmente se acepta como franja costero-litoral. La forma en que el medio físico es susceptible de soportar un cierto desarrollo urbano y en la que éste retro-actúa sobre aquél estableciéndose una interrelación dialéctica con evolución positiva o regresiva es una cuestión importante en el análisis del medio físico como elemento condicionante fundamental del desarrollo territorial. De ahí la necesidad de los estudios para profundizar en el conocimiento de esa interrelación. Hay que destacar, en la relación dialéctica entre los recursos y su grado de utilización, y dejando a un lado el proceso erosivo o de pérdida de recursos playeros, los impactos que sobre las aguas “costeras y de transición” están produciendo las actuaciones de asentamiento y utilización. No se percibe que las actuaciones infraestructurales sean las mínimas necesarias para preservar la calidad ambiental de dichos elementos, en particular la de las "zonas húmedas" y las aguas litorales. Los vertidos no están suficientemente ordenados y alejados de ambos medios y la contaminación es patente en muchas aguas litorales. Y la destrucción de marjales y marismas también; en mayor medida y peores efectos que la que se produjo con su desecación y saneamiento en el pasado, en términos relativos. Bien para evitar la destrucción de los recursos morfológicos costeros, bien para generarlos "ex novo" se ha desarrollado enormemente la ingeniería de costas en las últimas cinco décadas. Inicialmente se insistió en las actuaciones basadas en la construcción de nuevas estructuras u obras costeras a imagen de las formas de las costas estructurales capaces de contener y mantener, en su caso, los materiales playeros. Considerados como fracasos y perturbaciones ambientales ("duras"), tales actuaciones han ido siendo abandonadas para ser "sustituidas" por otras consideradas "blandas", tales como alimentaciones de arena. Conocida la abundancia de piedra natural en las proximidades de muchos lugares y la escasez de arenas explotables sin riesgos en casi todos, hay que manifestar cierta perplejidad que esta tendencia se haya producido dentro de la más general al desarrollo sostenible, y que la contradicción interna que ello conlleva no haya sido expuesta inmediatamente. Sin que se pretenda defender un tipo de actuaciones sobre el otro, ya que es evidente que existe complementariedad, que ninguno de ellos es autosuficiente sin el otro y que, conjuntamente, exigen del correcto diseño y del adecuado proceso constructivo desde el punto de vista funcional medioambiental, la alimentación artificial tiene también problemas: no es inagotable, y sí erosionable si no cambian las condiciones, también genera contaminación, y afecta a la "fatiga" de los fondos que cumplen un relevante papel en las transferencias nutricias entre los distintos niveles tróficos. De ahí se deriva una traslación de los trastornos producidos en el biotopo sólido a la biocenosis que muchas veces se atribuye a problemas de contaminación en sentido estricto. Ha sido el caso de una ría donde los cambios en las formaciones sedimentarias costeras provocaron otras en los hábitos de la pesca que durante algún tiempo se atribuyeron a la contaminación de un lavadero de cantera situada en la ribera. 4. EL NUEVO TEXTO REFUNDIDO Y SU OBJETO A finales de 2003 se modificó el texto refundido de la Ley de Aguas que había sido aprobado el 4 20/7/2001, para incorporar al derecho español la Directiva europea de aguas. Desde el primer artículo (apartado 2) queda afectado el ámbito de las normas básicas de protección de las aguas para incorporar a las continentales las aguas “costeras” y “de transición”. “Son aguas costeras, las aguas superficiales situadas hacia tierra desde una línea cuya totalidad de puntos se encuentra a una distancia de una milla náutica mar adentro desde el punto más próximo de la línea de base que sirve para medir la anchura de las aguas territoriales y que se extienden, en su caso, hasta el límite exterior de las aguas de transición; y son aguas de transición, las masas de agua superficial próximas a la desembocadura de los ríos que son parcialmente salinas como consecuencia de su proximidad a las aguas costeras, pero que reciben una notable influencia de flujos de agua dulce”. La administración de las aguas recurre como unidad básica a la demarcación hidrográfica “la zona terrestre y marina compuesta por una o varias cuencas hidrográficas vecinas y las aguas de transición, subterráneas y costeras asociadas a dichas cuentas”. Concepto que considero muy vinculado al viejo español de Confederación aunque matizadamente y que se basa en unidades físicas y de gestión indivisibles definidas como cuencas hidrográficas. “A los efectos de esta ley, se entiende por cuenca hidrográfica la superficie de terreno cuya escorrentía superficial fluye en su totalidad a través de una serie de corrientes, ríos y eventualmente lagos hacia el mar por una única desembocadura, estuario o delta. La cuenca hidrográfica como unidad de gestión del recurso se considera indivisible”. En ambos conceptos lo más nuevo es la incorporación a ambas realidades de las aguas costeras. A resultas de ello quedan incluidas esas aguas como recurso gestionable y planificable además de como medio de dominio y uso públicos; de ahí que “La planificación hidrográfica (nueva forma del punto 1 del artículo 40) tendrá por objetivos generales conseguir el buen estado y la adecuada protección del dominio público hidráulico y de las aguas objeto de esta ley, la satisfacción de las demandas de agua, el equilibrio y armonización del desarrollo regional y sectorial, incrementando las disponibilidades del recurso, protegiendo su calidad, economizando su empleo y racionalizando sus usos en armonía con el medio ambiente y los demás recursos naturales”. Aunque conscientes de que ello introduce nuevos conceptos, se establece un artículo 40 bis circunscrito a definiciones que se refieren no sólo a la topología sino a la calidad. “A los efectos de la planificación hidrológica de la protección de las aguas objeto de esta Ley, se entenderá por: a) aguas continentales: todas las aguas en la superficie del suelo y todas las aguas subterráneas situadas hacia tierra desde la línea que sirve de base para medir la anchura de las aguas territoriales. b) aguas superficiales: las aguas continentales, excepto las aguas subterráneas; las aguas de transición y las aguas costeras, y, en lo que se refiere al estado químico, también las aguas territoriales. … c) masa de agua superficial: una parte diferenciada y significativa de agua superficial, como un lago, un embalse, una corriente, río o canal, parte de una corriente, río o canal, unas aguas de transición o un tramo de aguas costeras. … g) masa de agua artificial: una masa de agua superficial creada por la actividad humana. h) masa de agua muy modificada: una masa de agua superficial que, como consecuencia de alteraciones físicas producidas por la actividad humana, ha experimentado un cambio sustancial en 5 su naturaleza. i) servicios relacionados con el agua: todas las actividades relacionadas con la gestión de las aguas que posibilitan su utilización, tales como la extracción, el almacenamiento, la conducción, el tratamiento y la distribución de aguas superficiales o subterráneas, así como la recogida y depuración de aguas residuales, que vierten posteriormente en las aguas superficiales. Asimismo, se entenderán como servicios las actividades derivadas de la protección de personas y bienes frente a las inundaciones. j) usos del agua: las distintas clases de utilización del recurso, así como cualquier otra actividad que tenga repercusiones significativas en el estado de las aguas. A efectos de la aplicación del principio de recuperación de costes, los usos del agua deberán considerar, al menos, el abastecimiento de poblaciones, los usos industriales y los usos agrarios”. Definiciones que no son idénticas a las de la Directiva pero que no se puede decir que entren en contradicciones con ella. Sin embargo sí pueden decirse que les falta estilo, claridad y distinción, constituyendo algunas auténticos galimatías. Entre las aguas superficiales algunas parecen enunciarse dos veces, las de transición resultan incompletas, los servicios relacionados con el agua constituyen un cajón de sastre y algunos usos suntuarios pudieran considerarse olvidados. Las diferencia en los grados de transferencias de competencias a las Comunidades Autónomas obligó a modificar el apartado 2 del Artículo 41 y uno de sus nuevos párrafos parece relevante (“de forma expresa, deberán coordinarse, para su integración en el plan hidrológico, los programas relativos a las aguas costeras y de transición elaborados por la Administración General del Estado o por las comunidades autónomas que participen en el Comité de Autoridades Competentes de la demarcación y que cuenten con litoral”). Esta modificación concreta trasciende a otras (Artículo 42. 1,a’: “Los planes hidrológicos de cuenca comprenderán obligatoriamente, para las aguas superficiales tanto continentales como costeras y de transición, mapas con sus límites y localización, ecorregiones, tipos y condiciones de referencia. En el caso de aguas artificiales y! muy modificadas, se incluirá asimismo la motivación conducente a tal calificación”; y j’ “Detalles de las medidas tomadas para evitar un aumento de la contaminación de las aguas marinas”). Expresamente, pero también implícitamente, trasciende a gran parte de los restantes. 5. DEFINICIONES RELEVANTES DE LA DIRECTIVA RESPECTO DEL OBJETO Al llegar aquí conviene recordar e insistir en que lo que aquí se plantea se refiere a las costas marítimas, quedando excluidas por tanto las lacustres, y antes de seguir planteándolo conviene que recordemos primeramente algunas definiciones de la Directiva en su Artículo 2: 1) ”aguas superficiales”.- la definición aquí coincide con la del texto refundido. … 3) “aguas continentales”: todas las aguas quietas o corrientes en la superficie del suelo y todas las aguas subterráneas situadas hacia tierra desde la línea que sirve de base para medir la anchura de las aguas territoriales. (Esta definición no coincide exactamente con la española y matiza que se trata tanto de aguas quietas como corrientes). … 6) “aguas de transición”.- Coincidente también con la del texto refundido, ignora otras aguas salobres de marismas, albuferas, y otros ámbitos estuarinos. 7) “aguas costeras”.- Coincide también su traducción con el texto refundido pero es confusa e ignora el fenómeno de las interferencias. … 6 9) ”masa de agua muy modificada”: una masa de agua superficial que, como consecuencia de alteraciones físicas producidas por la actividad humana, ha experimentado un cambio sustancial en su naturaleza, designada como tal por el Estado miembro con arreglo a lo dispuesto en el anexo II; 10) ”masa de agua superficial”.- También coincidente en la del texto refundido de la ley de aguas. … 13) ”cuenca hidrográfica”: la superficie de terreno cuya escorrentía fluye en su totalidad a través de una serie de corrientes, ríos y, eventualmente, lagos hacia un determinado punto de un curso de agua (generalmente un lago o una confluencia de ríos); (observándose las diferencias con la del texto refundido). 15 )”demarcación hidrográfica” (matizadamente igual a la del texto refundido).- la zona marina y terrestre compuesta por una o varias cuencas hidrográficas vecinas y las aguas subterráneas y costeras asociadas, designada con arreglo al apartado 1 del artículo 3 como principal unidad a efectos de la gestión de las cuencas hidrográficas. Algunas de estas definiciones pueden resultar insuficientes o ambiguas. La transición por ejemplo puede no venir provocada por ningún río mas por afloramientos continentales (costa murciana al sureste de Cabo de Palos) o por intercambios de áreas lagunares litorales. Y algunos otros conceptos deben reconocerse como referidos a una situación actual de una realidad geológicamente cambiante y por tanto dinámica (caso de capturas, etc.) Las aguas costeras quedan definidas como unas auténticas aguas de interfase entre las continentales y las marítimas propiamente dichas pero se ignora ese carácter, y las de transición vienen a ser una extensión de las antiguas masas de agua o cuerpos de agua restringidos donde el medio acuático marino difiere al continental que le llega por desembocaduras o filtraciones de distribución más o menos continua. Al margen y más allá de las diferencias entre las distintas masas de agua oceánicas o marinas propiamente dichas, que también repercuten en sus propios ecosistemas y en los de sus interfases correspondientes, adquieren relevancia las que se establecen entre las aguas costeras y las de transición en cada caso, y especialmente en función del grado de restricción y de la forma de alimentación continental de estas últimas. 6. LA CALIDAD EN LAS AGUAS Sólo puede verse en la Directiva este tema como una nueva categoría, una nueva consideración ambiental. Donde se contempla el conjunto de las aguas a imagen del ciclo del agua en la naturaleza. E implica cambios de mentalidad y administrativos importantes. Obedecen todos estos cambios a un imparable progreso en la generalización de los conceptos, esto es, en la globalidad de los planteamientos para hacerlos corresponder con la globalidad de la realidad. 6.1 En la Directiva Pero la Directiva centra sus mayores intenciones en abordar el “estado” de las aguas con vistas a su protección, esto es a preservar o mejorarse calidad. Por ello conviene recoger de nuevo algunas definiciones de la misma, restringiéndonos ya aquí a las que se puede considerar de alguna forma referidas a aguas costeras y de transición. 17) “estado de las aguas superficiales”: la expresión general del estado de una masa de agua superficial, determinado por el peor valor de su estado ecológico y de su estado químico; 18) “buen estado de las aguas superficiales” el estado alcanzado por una masa de agua superficial cuando tanto su estado ecológico como su estado químico son, al menos, buenos; 7 21) “estado ecológico”: una expresión de la calidad de la estructura y el funcionamiento de los ecosistemas acuáticos asociados a las aguas superficiales, que se clasifica con arreglo al anexo V; 22) “buen estado ecológico”: el estado de una masa de agua superficial, que se clasifica como tal con arreglo al anexo V; 23) “buen potencial ecológico”: el estado de una masa de agua muy modificada o artificial, que se clasifica como tal con arreglo a las disposiciones pertinentes del anexo V; 24) “buen estado químico de las aguas superficiales”: el estado químico necesario para cumplir los objetivos medioambientales para las aguas superficiales establecidos en la letra a) del apartado 1 del artículo 4, es decir, el estado químico alcanzado por una masa de agua superficial en las que las concentraciones de contaminantes no superan las normas de calidad medioambiental establecidas en el anexo IX y con arreglo al apartado 7 del artículo 16, así como en virtud de otras normas comunitarias pertinentes que fijen normas de calidad medioambiental a nivel comunitario; 29) “sustancias peligrosas”: las sustancias o grupos de sustancias que son tóxicas, persistentes y pueden causar bioacumulación, así como otras sustancias o grupos de sustancias que entrañan un nivel de riesgo análogo; 30) “sustancias prioritarias”: sustancias identificadas de acuerdo con el apartado 2 del artículo 16 y enumeradas en el anexo X. Entre esas sustancias se encuentran las “sustancias peligrosas prioritarias”, sustancias identificadas de acuerdo con los apartados 3 y 6 del artículo 16 para las que deban adoptarse medidas de conformidad con los apartados 1 y 8 del artículo 16; 31) ”contaminante”: cualquier sustancia que pueda causar contaminación, en particular las sustancias enumeradas en el anexo VIII; 33) “contaminación”: la introducción directa o indirecta, como consecuencia de la actividad humana, de sustancias o calor en la atmósfera, el agua o el suelo, que puedan ser perjudiciales para la salud humana o para la calidad de los ecosistemas acuáticos, o de los ecosistemas terrestres que dependen directamente de ecosistemas acuáticos, y que causen daños a los bienes materiales o deterioren o dificulten el disfrute y otros usos legítimos del medio ambiente; 35) “norma de calidad medioambiental”: la concentración de un determinado contaminante o grupo de contaminantes en el agua, los sedimentos o la biota, que no debe superarse en aras de la protección de la salud humana y el medio ambiente; 6.2 En el texto refundido La ley española ha optado por introducir un Artículo 92 bis cuyo apartado 1, “Para conseguir una adecuada protección de las aguas, se deberán alcanzar los siguientes objetivos medioambientales”: que para “a) las aguas superficiales concreta en: a’) Prevenir el deterioro del estado de las masas de agua superficiales. b’) Proteger, mejorar y regenerar todas las masas de agua superficial con el objeto de alcanzar un buen estado de las mismas. c’) Reducir progresivamente la contaminación procedente de sustancias prioritarias y eliminar o suprimir gradualmente los vertidos, las emisiones y las pérdidas de sustancias peligrosas prioritarias”. Y a su vez, “d) Para las masas de agua artificiales y masas de agua muy modificadas: Proteger y mejorar las masas de agua artificiales y muy modificadas para lograr un buen potencial ecológico y un buen estado químico de las aguas superficiales”. Además de las recomendaciones para que profundicen en las actitudes de protección que se recogen en los nuevos artículos 92 ter y cuater. 8 A este respecto adquiere relevancia el concepto de contaminación que, derivado del ya expuesto desde la Directiva, se recoge en el artículo 93: (“Se entiende por contaminación, a los efectos de esta ley, la acción y el efecto de introducir materias o formas de energía, o inducir condiciones en el agua que, de modo directo o indirecto, impliquen una alteración perjudicial de su calidad en relación con los usos posteriores, con la salud humana, o con los ecosistemas acuáticos o terrestres directamente asociados a los acuáticos; causen daños a los bienes; y deterioren o dificulten el disfrute y los usos del medio ambiente. El concepto de degradación del dominio público hidráulico, a efectos de esta ley, incluye las alteraciones perjudiciales del entorno afecto a dicho dominio”). Aunque no coincidan, no pueden considerarse diferente y ambas creo que adolecen de una cierta carencia referente a la relatividad de los valores y a sus umbrales de acción y de reversibilidad. La presencia en el agua marina, en forma natural, de hasta 78 elementos de los que configuran la Tabla periódica y, la toxicidad potencial de muchos de ellos a determinadas concentraciones, por una parte; la agresividad de muchas sustancias naturales o artificiales usualmente no dañinas o beneficiosas cuando exceden determinadas umbrales de concentración, por la otra; y las diferencias de todos estos umbrales en razón de la estructura y composición de cada ecosistema, finalmente, requirieran estas referencias en forma explicita en la definición. Finalmente se modifica el artículo 99, para explicitar la introducción de aguas salinas en las subterráneas, y se añade un artículo 99 bis requiriendo registros por demarcación de “zonas protegidas” de afección a las aguas que aquí se consideran en casi todos sus epígrafes en forma implícita. Hay que destacar especialmente, sin embargo, las modificaciones que la transposición, desde su artículo 32, introduce en la ley a partir del Capítulo II del Título V. Duplica las Secciones, dejando la primera sección para el dominio público hidráulico e introduciendo una segunda para los vertidos marinos. Esta sección se crea explícitamente en el artículo 35, por el que se introduce dicha “sección 2ª: vertidos marinos” y el artículo 108 bis. “principios generales: 1. La protección de las aguas marinas tendrá por objeto interrumpir o suprimir gradualmente los vertidos, las emisiones y las pérdidas de sustancias peligrosas prioritarias, con el objetivo último de conseguir concentraciones en el medio marino cercanas a los valores básicos por lo que se refiere a las sustancias de origen natural y próximas a cero por lo que respecta a las sustancias sintéticas artificiales. 2. Los principios generales enumerados en el apartado anterior se recogerán por la legislación sectorial aplicable en cada caso”. Es muy relevante su expresión “interrumpir o suprimir gradualmente…”. Con la generalidad que se expone y con los precedentes de otra directiva anterior de 1989 por la que se recomendaba detener la construcción de emisarios submarinos en el Mediterráneo, este artículo debe producir algunos recelos. Nada que objetar con respecto a las materias tóxicas o peligrosas, pero la restricción a los emisarios en el Mediterráneo se deriva de unas recomendaciones del grupo de estudios de la Contaminación en el Mediterráneo, del PNUMA, que en los años ochenta concluyó que los nutrientes eran los responsables de la eutrofización de su cuenca, confundiendo en mi opinión sus riberas con la cuenca completa. No puede discutirse hoy que el Mediterráneo es un mar “moribundo” con escasez de nutrientes, aunque sus márgenes ribereños estén muy eutrofizados a causa de la superpoblación y de 9 los vertidos directos en sus costas. Las investigaciones para el estudio de los problemas de eutrofización en la costa de comarca de La Safor y de aparición de algas rojas en la bahía de Cullera (ésta última conducente a la tesis doctoral del profesor González del Río), dirigidos por J. J. Diez al frente de un gran grupo mul! tidisciplinar en la Universidad Politécnica de Valencia, mostraron cómo la razón de los problemas de eutrofización radicaba además de en los vertidos en sí, en la falta de una adecuada dinámica litoral en la estación veraniega y en la aplacerada configuración de los fondos en ambas zonas de la costa del golfo de Valencia. Más tarde se comprobó un fenómeno añadido en la costa del Cuadro de Castellón, al norte del puerto y hasta el cabo de Oropesa que se identificó por el prof. G. del Río como equivalente al que periódicamente afecta a una gran extensión del mar Adriático. La conclusión es que los vertidos a proscribir son los directos en costas muy planas y con escasa dinámica litoral, incapaces de permitir la dispersión de los nutrientes. Pero el mar Mediterráneo en conjunto debe considerarse pobre en nutrientes. Estos deben ser bien recibidos por tanto en él y sólo pueden producirse mediante vertido! s por emisario. Problema aparte es que la distancia a la costa y la profundidad de vertido deban garantizar unos procesos de dispersión y “decay” suficientes, lo mismo que una suficiente distancia a los campos de posidonias y otros habitats de protección requerida. BIBLIOGRAFÍA COMUNIDADES EUROPEAS (2.000). Directiva 2000/60/CE de 22 de diciembre de 2000. DIEZ, J.J. ET AL (1.981/02).Estudios de las costas y sus vertidos en la comarca de La Sabor. UPV. Valencia DIEZ, J.J. (1.982/03). Estudio de los problemas costero-litorales en la bahía de Cullera. Sociedad Trébol y UPV. Valencia DIEZ, J.J. (1.998). Las rías y los problemas de conservación de sus playas. Revista de Obras Públicas Enero 1.998, pp.7-32. FALCÓ, S. (2.003). Comportamiento de los nutrientes en un estuario estratificado: caso del delta del Ebro. GONZÁLEZ DEL RÍO, J. (1.988). Problemas de eutrofización litoral. El caso de la bahía de Cullera. 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