Alfredo García Villanueva Grupo: 6.01 Con la venia. Señor canciller, autoridades, señores vicerrectores, decanos, profesores, personal universitario, familiares, compañeros. En primer lugar, quisiera decir que me alegro de poder estar con todos aquí hoy, porque aunque sé que no va a ser la última vez, sí sé que hoy es sin duda un día muy especial para todos. Hemos sido elegidos por nuestros compañeros para hacer una memoria de nuestra experiencia universitaria, obra jurídica que consta de tres capítulos. Como resultado de este trabajo conjunto, me corresponde a mí el capítulo introductorio, mientras que los otros dos capítulos serán planteados por mis compañeros, concluyendo la obra de esta comisión con nuestra propuesta de código civil para estudiantes. Por ello, agradeciendo ante todo la confianza que han depositado en mí mis compañeros, debo decir: Que han pasado ya casi 6 años desde que entramos en la Universidad, y lo cierto es que hemos vivido muchas cosas juntos: Desde los nervios del primer día, las primeras amistades y la división entre “los de la otra clase” y los de la mía… compartidos por dos facultades empeñadas en convertirnos en auténticos plusmarquistas a base de retenernos en una mientras nos esperaban en la otra, (y por supuesto sin olvidar instrumentos esenciales de potenciamiento físico como el compendio de leyes administrativas)… fuimos madurando juntos, viviendo acontecimientos tan importantes como nuestro añorado viaje a Punta Cana, el fin de las licenciaturas (y por supuesto nuestra gloriosa revolución con motivo del máster), e incluso acontecimientos a escala nacional como cuando vimos a España ganar por fin un mundial. Sin embargo, y desgraciadamente, es cierto que nuestra etapa universitaria, que iniciamos precisamente en 2008, ha estado sin duda profundamente marcada por la desastrosa situación económica y social que ha vivido nuestro país… tal y como no hemos podido evitar tener presente cada día, sobre todo los que hemos estudiado asignaturas de carácter económico. Y también es cierto, que durante todo este período muchos de nosotros no hemos sido siempre precisamente optimistas sobre nuestro futuro, o incluso sobre el propio futuro del país… y no obstante, no puedo evitar recordar casi como si fuera ayer, mientras debatíamos sobre Messi y Cristiano y psicología femenina, cuando aprendimos con nuestro amigo Don Luis “que la historia enseña que a todo gran bache económico le sigue siempre una etapa de fuertes cambios en el pensamiento social”. Y es justamente por esto, que tampoco puedo evitar acordarme de cuando en uno de nuestros primeros días en la universidad, siendo unos “indocumentaos” como diría el profesor Aguilar, cuando un querido y antiguo profesor nos dijo: “aquí se viene a pensar”. Y es que no le faltaba razón al profesor Gutiérrez, ya que tenemos que reconocer que gracias precisamente a esta crisis y a la importancia que se le ha dado durante las clases a lo largo de estos años en la universidad, que nos llevamos una valiosísima lección sobre todo aquello que no se debería haber hecho y sobre lo que debemos hacer; en definitiva, un gran espíritu crítico, que junto con todos los conocimientos que hemos adquirido, será lo que nos permita sin duda marcar la diferencia en ese proceso de cambio que empieza ahora, tratando de evitar caer en los errores del pasado y sobre todo, empezando a mirar al futuro con optimismo. Porque amigos y amigas, debemos tener muy presente que somos nosotros los que entramos ahora en la partida, y que aun sabiendo que el camino a recorrer será largo y muy difícil, también sabemos de sobra que es mucho lo que tenemos que decir y aportar, y por ello sé que sabremos aprovechar las oportunidades que se nos presenten y que sin duda llegarán si seguimos trabajando con optimismo y perseverancia, porque démonos cuenta: el futuro empieza a ser nuestro… desde aquí y desde ya. Muchas gracias. Madrid, mayo de 2014. Carlos Gómez Pindado Con la venía… CAPÍTULO SEGUNDO. Continúo con mi parte de este discurso en común con mis compañeros Alfredo y Antía, esperando que mis palabras las hagáis vuestras. Es especialmente emotivo para mí este momento, porque aquí, en este mismo lugar, comencé mi educación cuando apenas tenía 4 años. Mis padres, como si de forofos de futbol se trataran, me abonaron a este club tan pronto como pudieron, y en él he permanecido durante toda mi vida. Y aquí y ahora termino, junto a todos vosotros, mis estudios en la Universidad. Ahora entiendo a la perfección cuando algún profesor hacía referencia a esta institución hablando de “la Casa”; yo lo tomo literalmente: tengo 22 años y he pasado casi 19 estudiando aquí, en esta casa. Y hoy, soy consciente de que formar parte del CEU es algo a lo que uno se va enganchando y que le hace sentirse muy orgulloso. Pero debemos ser conscientes de lo que significa aquello que tenemos en común. Ser juristas del CEU no consiste sólo en tener una cierta formación técnica en la Ciencia Jurídica.No somos simples tecnócratas del Derecho. Y muchos de los conocimientos que hemos adquirido, los datos que la memoria ha retenido, se perderán en el tiempo: probablemente ya se nos habrá olvidado buena parte de lo estudiado en aquellos nuestros primeros años; olvidaremos qué era la enfiteusis y la anticresis, qué consecuencias tiene la litispendencia o qué caracteriza a aquellos bienes que llamamos demaniales… Y surge entonces la pregunta: ¿a qué propósito responden tantas clases a las intempestivas 8 de la mañana y tantos grupos de trabajo a las 4 de la tarde, hora más propia de siestas que de casos prácticos? Para mí es claro, y espero que también lo sea para vosotros, que lo que debe distinguir a los juristas de esta Facultad no es la mera acumulación de conocimientos, sino una actitud ante la vida: una disposición propia de hombres honrados y justos. Es un ánimo que nos lleva lejos del confort, de nuestros intereses materiales o de la pasividad ante los problemas. El Derecho llegó para traer paz, pero su consecución trae consigo tenacidad y firmeza frente a la arbitrariedad y la injusticia, allí donde sea que se encuentren. Aquel que en su vida se proponga hacer y decir lo que por imperativo de la razón sabe que es justo, no tendrá ni vida fácil ni camino de rosas. Y, sin embargo, vivo con la certeza de que es esto lo más importante que he aprendido y que el día de mañana no habrá para mí mayor orgullo que poder decir que ese, al que se reconoce por su honradez y su lucha por el Derecho, era de mi promoción o mi amigo de la Universidad. No habrá bien material en el mundo que me produzca mayor satisfacción que el hecho de que quienes me rodean puedan distinguirme por mi ánimo en defender lo que creo que es de justicia. Ojalá que esta actitud brille en cada uno de nosotros porque tengo el convencimiento de que no hay mayor triunfo en la vida que sentirse fuerte en esta posición. Lo digo con conocimiento de causa: es esto lo que más me hace sentir orgulloso de mis padres (que, como a vosotros, me lo han dado todo) y que he podido reconocer gracias a sus lecciones y a toda mi educación en el CEU. Pero no hay en esta vida orgullo o satisfacción que no traigan de la mano emociones de nostalgia y cierta tristeza, que hoy algunos padecemos por tener que separarnos pronto de los compañeros y amigos con los que hemos compartido momentos tan buenos, y algunos no tan buenos. En lo que a mí respecta, y especialmente aquellos que ahí están sentados, se han convertido en parte esencial de mi vida, casi como otra familia. Los que hemos sido delegados bien sabemos que a veces convivir y tomar decisiones juntos no es tarea fácil, pero siempre hemos sabido salir adelante. Ellos han soportado mi genética aragonesa y mi duro carácter, pero por eso les quiero y espero que con ellos esté ligado siempre mi futuro. Y pienso que a todos os ocurrirá lo mismo. Pero esta nostalgia y cierto miedo que produce el separarse de las personas a la que se quiere, también reconforta de algún modo. Porque nadie sabe con certeza por donde discurrirán nuestras vidas, pero lo que es seguro es que allí donde os encontréis seréis gente buena y siempre será un honor habernos formado juntos como hombres de justicia y como compañeros en el CEU. Y todos estos sentimientos encontrados de alegría, orgullo y nostalgia están unidos al deseo de que tengáis suerte allá a donde os dirijáis, y seáis firmes en el mantenimiento de este proyecto común. No me queda más que desearos desde aquí mi más sincera enhorabuena. FIN DEL CAPÍTULO. La conclusión del discurso viene de la voz de nuestra compañera Antía, a la que espero que estas palabras le sirvan de Exposición de Motivos. Muchas gracias. Antía Tuñas Caamaño COMENTARIOS AL CÓDIGO CIVIL CAPÍTULO I: De los derechos y obligaciones de los estudiantes universitarios. Disposiciones generales Artículo I: “El alumno universitario siempre tiene la excusa perfecta” La excusa perfecta “para ese café”, ya que a muchos de nosotros nos conocen mejor los camareros del Poveda que alguno de nuestros profesores; la excusa perfecta para no ir a la biblioteca porque va a estar llena, para no estudiar en casa, porque claro, uno en casa no se concentra, para apagar la alarma a primera hora y echarle la culpa al móvil porque misteriosamente, éste no suena. La perfección del contrato se lleva a cabo cuando se justifican las faltas porque tenemos reunión de Erasmus o tutoría con el director del TFG Artículo II: “El alumno universitario siempre lleva las cosas al día”. El plazo establecido no se puede computar. Los profesores entienden por llevar las cosas al día, un seguimiento regular y metódico de su asignatura. Un día tiene 24 horas: si restamos 8 que son las reglamentarias de sueño, sin contar la siesta, ya que en el CEU tenemos grupos de trabajo, 8 horas de universidad, 2 para comer, 1 para desayunar y otra para cenar… nos quedaría una hora disponible “para poder disfrutar de ese café” o liarnos a cervezas hasta las 4 de la mañana en las cafeterías de Julias Romea o San Francisco de Sales. Si las cosas las llevamos al día, pero al de antes. Artículo III: “El alumno universitario dice mayo pero pronuncia agobio” CAPÍTULO II: De los derechos y obligaciones de la Universidad CEU San Pablo Artículo I: Después de 4 años de carrera, una media de 12 asignaturas por curso, 279 créditos superados gracias al redbull y a wikipedia hemos llegado hasta aquí. Salir de esta institución no significa separarnos, significa volver a tener Navidades, Semana Santa y 3 meses de vacaciones de verano porque no hay trabajo. Artículo II: Agradeceremos eternamente, ahora que nos vamos, que las generaciones venideras ya no tengan sesiones de actualidad ni grupos de trabajo. También es de agradecer 3 años seguidos subiendo hasta el cuarto piso, sin olvidar que no sé que complejo tienen con Derecho y Periodismo pero siempre nos adjudican la clase más pequeña y con peor ventilación. Artículo III: En la Universidad hemos madurado y los profesores nos han enseñado a pensar. Por ejemplo, según el departamento de civil, patrimonio es un conjunto de bienes, por tanto, matrimonio es un conjunto de males. Llevamos 2 años estudiando los impuestos, ahora bien, que mis padres no me pidan que les haga la declaración de la renta porque no tengo ni idea. CAPÍTULO III: De los Derechos y Obligaciones de los familiares Artículo I : “Madre solo hay 1”. La presente ley establece que solo hay 1, pero que son todas iguales. ¿Qué madre de aquí no se haría 600 km en coche, se cogería un tren con trasbordo o un avión de 3 escalas para venir a cuidar a su hijo de un resfriado? Toda madre española no arropa a sus hijos, los envasa al vacío; Toda madre española alimenta a sus hijos a base de tuppers, pero sobre todo a toda madre española le preguntas algo y la respuesta es, “Por qué soy tu madre”; Artículo II: Principios reguladores del “Pater Familias” o padre de familia: Cuando teníamos 13 años nos engañaban y nos creaban falsas esperanzas de que a los 15 nos darían permiso para salir de fiesta, llegaron los 15 y la frase de mi padre fue “cuando tengas 18 años ya harás lo que quieras” y ahora con 22 cada vez que voy a casa me dice que bajo su techo se hace lo que él dice…” Eso si, es el taxista oficial de todas mis amigas. Artículo III: Agradecimientos a todos los familiares aquí presentes, y en especial a los padres por todo el tiempo que nos han dedicado, porqué desde que nos quitaron las ruedecitas de la bici han tirado de nosotros hacia adelante. Hoy, ellos más que nadie sienten que han culminado uno de sus mayores retos, el vernos aquí sentados, lo que no saben es que para nosotros ellos son nuestro orgullo y nuestro mejor ejemplo.