119049 - 130894.1999 - San Martín Horacio Miguel s. quiebra

Anuncio
Ministerio Público de la Nación
Juz. 4 - Sec. 8 – Sala C n° 130.894/99
“San Martín Horacio Miguel s/ quiebra” (FG n° 98.80 4)
Exma. Cámara:
1. El juez de primera instancia dispuso el embargo de los
sueldos que perciba el fallido hasta cubrir el total del pasivo concursal.
2. El fallido interpuso recurso de apelación contra dicha
decisión.
Destacó que, de acuerdo con los arts. 107 y 236, LC, el
embargo de sus haberes no puede prorrogarse más allá del año de inhabilitación.
3. Cabe destacar las siguientes particularidades del caso, que
determinan la correcta aplicación de los arts. 107 y 236, LC, al caso.
(i) En primer lugar, cabe destacar que el fallido es un
profesional, que se desempeña en relación de dependencia.
(ii) De acuerdo con el informe general, su único activo son sus
haberes (más allá de cierta incertidumbre sobre la propiedad de un automotor).
(iii) El pasivo concursal del fallido asciende a $ 620.710,70 y
está constituido principalmente por deudas asumidas en carácter de garante y/o
fiador de la sociedad, hoy fallida, administrada por el fallido.
4. En este contexto fáctico, entiendo que los arts. 107 y 236,
LC, deben ser aplicados al caso de modo tal que los haberes del fallido
devengados con posterioridad a la rehabilitación deben continuar afectados al
pago de la totalidad de los pasivos y gastos concursales. Otra interpretación de
dichas normas tornaría inconstitucional su aplicación al caso.
4.1 En este sentido, cabe recordar que el fin de la quiebra es
otorgar a los acreedores la mejor solución colectiva ante una situación de
insolvencia. En ningún caso, la quiebra pretende otorgar un “beneficio gratuito” al
deudor o, dicho en otras palabras, colocar al deudor en una posición mejor a la
que estaría si no se hubiera declarado su quiebra.
1
Al respecto, Douglas Baird afirma que “Un deudor en quiebra
debería tener las mismas obligaciones jurídicas que cualquier otro…Si un deudor
no podría liberarse a sí mismo de estas obligaciones a través de un acto unilateral
fuera de un proceso de quiebra, tampoco debería ser capaz de hacerlo en una
quiebra” (Douglas Baird, “A world without bankruptcy”, 50 Law and Contemporary
Problems 173, 1987).
La quiebra no debería prestarse como un medio para que los
deudores escapen a sus obligaciones. En los casos en los que los deudores
fallidos no cumplen íntegramente sus obligaciones, ello debe ser una implicancia
necesaria de su estado de insolvencia (esto es, de que no tienen activos
suficientes para afrontar sus pasivos) y no del proceso de quiebra.
En este sentido, la declaración de la quiebra no puede colocar
al deudor en una posición mejor, que la situación de “no-quiebra”, respecto de sus
acreedores. Así, la Corte Suprema de los Estados Unidos dijo que un sujeto no
puede recibir “una dádiva solamente por la declaración de su quiebra” (Butner v.
United States, 440 US 48, p. 55, 1979).
Este tema fue tratado por la Corte Suprema de los Estados
Unidos en el caso “Midlantic National Bank v. NJ Department of Environmental
Protection” (106 S. Ct. 755, 1986). En ese caso, Quanta Resources, una empresa
que trataba residuos derivados del petróleo, desechó cientos de miles de galones
de petróleo contaminado en violación a sus habilitaciones para operar. Antes de
que el departamento de protección al medioambiente local le ordenara limpiar el
predio de los desechos, Quanta se presentó en quiebra y comenzó la liquidación
de sus bienes. El liquidador decidió abandonar el predio de los desechos, ya que
generaba más costos que beneficios para los acreedores. Como resultado del
abandono, el Estado debió gastar U$ 2.500.000 en la descontaminación del
predio.
En este contexto, la Corte Suprema de los Estados Unidos trató
la cuestión acerca de si el Estado tenía un derecho a reclamarle a la empresa
2
Ministerio Público de la Nación
fallida la devolución de los gastos realizados. La Corte decidió que un deudor en
quiebra está sujeto por limitaciones, que no surgen de la ley de quiebras, al
abandonar sus activos porque el Estado tiene la necesidad de establecer
regulaciones a los efectos de proteger la salud pública y la seguridad.
Douglas Baird comenta el fallo y afirma que el resultado del fallo
es correcto. En efecto, no hay ninguna limitación expresa en la ley de quiebras
que condicione la facultad del deudor fallido de abandonar activos, pero existen
limitaciones implícitas, que no surgen de la ley de quiebras, pero sí de otras
normas. Así, sería contrario al sentido común afirmar, por ejemplo, que un deudor
en quiebra tiene un derecho incondicional a tirar basura. Sin embargo, Baird
apunta que la razón de este principio no es, como sugirió la Corte, que esas
regulaciones protegen la seguridad pública, sino que “los deudores en quiebra
deben jugar con las mismas reglas que cualquier otra persona” (ob. cit. p. 38,
el destacado me pertenece).
Estas consideraciones son relevantes a los efectos de analizar
la cuestión planteada en este caso. En efecto, si el fallido no hubiera sido
declarado en quiebra, sus haberes (dentro del límite legal) estarían afectados al
cumplimiento de sus obligaciones sin límite de tiempo alguno y hasta la entera
satisfacción de las deudas. No encuentro una razón suficiente para que esta regla
elemental, que tiende a asegurar a los acreedores la percepción de sus créditos y,
en definitiva, a proteger el crédito en general, no sea aplicable a un deudor fallido.
De otro modo, el deudor fallido recibe una especie de dádiva o
beneficio gratuito por la declaración de su quiebra, ya que solamente los haberes
devengados en el plazo de un año estarían afectados al pago de sus deudas. Tal
como afirma Baird, los deudores en quiebra deben jugar con las mismas reglas
que cualquier otra persona. No encuentro razón suficiente para que un sujeto, que
no está en quiebra, esté obligado a satisfacer con sus haberes enteramente sus
deudas, y un sujeto, que está en quiebra, sólo esté obligado a afectar los haberes
percibidos durante un año al pago de sus deudas.
3
4.2 Es cierto que, en algunas circunstancias, la declaración de
la quiebra justifica limitar los derechos de los acreedores, lo que podría tener, en
algún caso, el efecto colateral de beneficiar al deudor. Así, la declaración de la
quiebra impide que los acreedores inicien o prosigan acciones individuales contra
el deudor. Sin embargo, esta limitación está justificada en tanto que la liquidación
colectiva de los bienes del deudor es la mejor solución para los acreedores (pero
no para el deudor). En este caso, se justifica que el deudor fallido “no juegue con
las mismas reglas” que cualquier otro deudor.
En cambio, la desafectación de los haberes del fallido
devengados con posterioridad a la rehabilitación es totalmente injustificada. Se
suele afirmar que el fundamento de esa disposición es permitir una rápida
reinserción del fallido en la economía.
Al respecto, cabe hacer tres comentarios, que tienen sentido
considerando las particularidades de la causa, esto es, (i) que el fallido es un
profesional, que trabaja en relación de dependencia, (ii) que el fallido no tiene
otros activos que no sean sus haberes de los que los acreedores puedan cobrarse
sus deudas y (iii) que la desafectación implica, en el caso, defraudar las
expectativas de cobro de los acreedores.
En primer lugar, en el sub lite, no se trata de un comerciante
que se ha visto privado de ejercer su actividad, sino de un profesional que percibe
su sueldo mensual. Por ello, la rehabilitación no persigue ninguna finalidad en este
caso, en tanto el fallido no va a reinsertarse en el mercado económico ni a retomar
un emprendimiento comercial sino que va a continuar percibiendo su sueldo (del
que la quiebra sólo retendrá la porción embargable). De este modo, el empleado,
amparado en una figura cuya finalidad consiste en proteger a quienes hacen de la
actividad comercial su forma de vida, utiliza la rehabilitación a los efectos de limitar
su responsabilidad por las deudas contraídas.
Al respecto, Maciel sostuvo que “Este "fresh start", como lo
llaman en Estados Unidos de Norteamérica (Bankruptcy Code, Chapter 11, art.
4
Ministerio Público de la Nación
727) configura a nuestro modo de ver un error de nuestra legislación y aún más
pone en peligro grave el instituto concursal, ya que en ciertas hipótesis la quiebra
podría prestarse a ser utilizada como un "buen negocio”” (Maciel, Hugo Darío, “La
rehabilitación del fallido. Urgente modificación de su régimen legal”, LL, 2000-C989).
En segundo lugar, cabe destacar que el fallido no tiene otro
activo que no sea su sueldo, por lo que del pasivo concursal de $ 620.710,70 sólo
una ínfima parte será satisfecha con la porción embargable de los salarios del
fallido devengados por el plazo de un año. En este sentido, es desproporcionado
limitar los derechos de los acreedores tan gravemente con el único fin de que el
fallido se reinserte en la economía. Y al respecto cabe hacer dos precisiones. Por
un lado, ese fin es importante en la medida que beneficie a la sociedad, pero no
en la medida que beneficie al deudor, a quien el régimen concursal no busca
beneficiar, al menos, directamente. Por otro lado, ese fin carece de sentido en este
caso, donde el fallido es un profesional, que se desempeña en relación de
dependencia. En conclusión, en este caso, se pretende aniquilar los derechos de
los acreedores con el remoto fundamento de que ello le reportará un beneficio a la
sociedad, que, en este caso, está probado que es inexistente.
En tercer lugar, la imposibilidad de los acreedores de agredir los
bienes adquiridos por el deudor con posterioridad a la rehabilitación se funda en
que los acreedores, de causa o título anterior a la declaración de quiebra, no
tuvieron en miras dichos bienes al otorgarle el crédito. En otras palabras, no se ha
defraudado la expectativa de cobro considerada por los acreedores. Ello justifica
limitar el derecho de los acreedores. Sin embargo, ello no es cierto con relación a
los haberes de un empleado, que justamente fueron el activo considerado por los
acreedores al otorgarle crédito. En este caso, hay una defraudación de la
expectativa de cobro y no hay fundamento para limitar el derecho de los
acreedores.
5
En conclusión, las circunstancias del caso indican que el fallido
debería “jugar con las mismas reglas” que cualquier otro deudor, por lo que no
debería escaparse del cumplimiento de sus obligaciones limitando la afectación de
sus haberes. Por ello, entiendo que los arts. 107 y 236, LC, deben ser aplicados al
caso de modo tal que los haberes del fallido devengados con posterioridad a la
rehabilitación deben continuar afectados al pago de la totalidad de los pasivos y
gastos concursales.
4.3 Esta misma posición fue apoyada por la doctrina en el VI
Congreso Argentino de Derecho Concursal y IV Congreso Iberoamericano sobre la
Insolvencia.
Así, Manuel Usandizaga sostiene que cuando el único activo
concursal (o el más importante) es la remuneración que percibe el fallido por su
desempeño laboral, debe estarse por su afectación aún después del año de la
rehabilitación, en orden a evitar que se desnaturalice la finalidad perseguida por el
proceso falencial y de esta manera permitir que la quiebra se convierta en una
herramienta para aquellos que quieran evitar asumir el pago de las obligaciones
contraídas (Manuel Usandizaga, “Régimen de inhabilitación – rehabilitación “Un
arma más para evitar el pago de las obligaciones contraídas””, Ponencia
presentada en el VI Congreso Argentino de Derecho Concursal y IV Congreso
Iberoamericano sobre la Insolvencia, Rosario, 2006, p. 863).
El citado expositor explicó que “Más allá de esto lo que nos
interesa destacar es que limitar la traba del embargo al plazo de un (1) año
configura, en el supuesto de un deudor cuyo único o más importante activo se
encuentra constituido por su sueldo, una situación de flagrante injusticia. Como se
sabe la ley prescribe que el embargo sobre los sueldos solo puede decretarse por
el veinte por ciento (20%) del monto de la remuneración percibida. Es evidente
entonces que de esta forma la quiebra se presenta para aquellos que no poseen
bienes como la mejor manera de evitar hacer frente a las deudas contraídas;
atento a que solo se verán obligados a responder con el 20 % de su sueldo
6
Ministerio Público de la Nación
mensual y únicamente por el plazo de un año; independientemente del monto al
cual ascienda su pasivo. Por otro lado, encontrándose el deudor “in bonis”, podría
cada uno de sus acreedores afectarle su ingreso hasta tanto se vea satisfecha el
total de su acreencia, siempre respetando el tope máximo del 20% establecido por
la ley pero sin limitación alguna en cuanto al tiempo de duración” (ob. cit., p. 866).
Acertadamente el citado expositor funda su ponencia en que la
situación descripta no se corresponde con los fines que el legislador tuvo en miras
al instaurar el procedimiento falencial y el instituto de la rehabilitación.
Al respecto afirmó que “En orden a entender la injusticia a la
que da lugar esta limitación, no debe perderse de vista cual es el fin que persigue
la ley cuando regula el procedimiento falencial; y este es el resguardo del principio
legal de la par condicio creditorum y no el de generar un mecanismo que ampare
conductas tendientes a evadir el cumplimiento de las obligaciones asumidas” (ob.
cit., p. 867).
Usandizaga advirtió que “Desde nuestro punto de vista el
régimen de la rehabilitación concursal tal como esta previsto; carece del marco
legal adecuado y da lugar a supuestos como el descripto anteriormente en donde
la solución a la que se arriba es francamente injusta, atento a que permite que
aquellos que quieran burlar el accionar de sus acreedores puedan hacerlo
solicitando su propia quiebra” (ob. cit., p. 867).
Y agregó que “Claramente la rehabilitación del fallido nunca
tuvo por objeto abrir un camino por donde pueda esquivarse el pago de lo que se
debe; y es este el motivo por el cual no debe limitarse el embargo trabado al plazo
de un año sino continuarse hasta tanto puedan satisfacerse las deudas asumidas”
y enfatizó “Es necesario evitar que el proceso falimentario se convierta en un
negocio para aquellos que deliberadamente se endeudan a sabiendas de que
solicitando su propia quiebra encontrarán el modo de no cumplir los compromisos
asumidos” (ob. cit., p. 868).
7
Martorell y Pinto también han advertido que el sistema actual de
rehabilitación previsto en la ley concursal podría convertirse en un medio para
liberarse de las deudas. Los citados autores afirman que “Luego de una primera
etapa del desarrollo de nuestro sistema concursal, que condenaba al fallido de
"errar como un alma en pena", porque las inhabilitaciones propias de la condición
de "quebrado" eran de dificultosa desarticulación, se pasó al estado actual, de
"rehabilitación implícita", que --de no ser objeto de prudente coto por parte de los
tribunales-- habrá de acentuar aún más la pérdida de moral colectiva exhibida por
la Argentina de nuestros días” (Martorell, Ernesto Eduardo y Pinto, Hugo Juvenal,
“Problemática concursal-penal. ¿En qué consiste el “sometimiento a proceso
penal” que permite mantener la inhabilitación del fallido (artículo 236, Ley 24.522)”,
LL, 1997-E- 1350).
4.4 Una interpretación distinta a la que propongo de los arts.
107 y 236, LC, torna inconstitucional su aplicación al caso.
Una interpretación de los arts. 107 y 236, LC, según la cual la
afectación de los bienes se limita al año de inhabilitación del fallido, vulnera el
derecho de propiedad y el principio de razonabilidad de las leyes (arts. 17 y 28,
CN).
A los efectos de esclarecer la cuestión planteada es útil
considerar la distinción realizada por la Corte Suprema de los Estados Unidos
entre aquéllos casos en que la violación constitucional resulta del modo en que las
normas han sido aplicadas ("unconstitutionality as applied"), de los otros en que la
inconstitucionalidad emerge per se de la norma ("unconstitutionality on its face")
(Los Angeles Police Department v. United Reporting Publishing Corp., 528 US 32
(1999); National Endowment for Arts v. Finley, 524 US 569 (1998), United States
vs. Salermo, 481 US 379 (1987), Austin v. The Alderman, 7 Wall. 694, (1869),
Supervisors v. Stanley, 105 US 305, (1882)). Mientras que en el primer caso la
aplicación de la norma de un modo determinado a un asunto particular es contraria
8
Ministerio Público de la Nación
a
la
Constitución,
en
el
segundo
caso
la
norma
es
inconstitucional
independientemente del modo y las circunstancias en que es aplicada.
Esta
Fiscalía
plantea
que
los
arts.
107
y
236
son
inconstitucionales, si son aplicados de modo tal de permitir en este caso la
desafectación de bienes adquiridos con posterioridad al año de inhabilitación.
La aplicación mecánica de los arts. 107 y 236, LC, al presente
caso permitiría que el fallido reciba un “beneficio gratuito” por haberse declarado
su quiebra. En efecto, el fallido contrajo deudas voluntariamente y, en tal
oportunidad, consintió que la porción embargable de su sueldo esté destinada a la
íntegra satisfacción de sus deudas sin límite temporal. El deudor no podría a
través de un acto unilateral modificar esa obligación, por lo que no encuentro
razón para que pueda hacerlo ante la mera declaración de su quiebra. Los arts.
107 y 236, LC, premian al deudor fallido al permitir que los sueldos devengados
por el exiguo plazo de un año estén destinados al pago de sus deudas.
En este contexto, los arts. 107 y 236 no implican meramente un
“desacierto de política legislativa”, sino que vulnera el derecho de propiedad de los
acreedores, que no cobrarán sus créditos.
Ante la declaración de una quiebra, los acreedores usualmente
ven restringido su derecho de propiedad, dado que en vez de cobrar la totalidad
de sus créditos en los plazos pactados, cobrarán cuotas concursales que,
generalmente, no cubrirán la totalidad del crédito. Dicha restricción es razonable
en tanto esté fundada en la inexistencia de bienes suficientes para hacer frente al
pasivo.
Sin embargo, dicha restricción es infundada y violatoria de la
garantía constitucional prevista en el art. 17, CN, cuando los acreedores sólo
cobran una ínfima parte de sus créditos, pero existen bienes del deudor, que son
suficientes para satisfacer la totalidad de las deudas y que estaban destinados,
según las normas del derecho común, a la satisfacción de esos créditos. En este
caso, la aniquilación del derecho de propiedad de los acreedores surge de la mera
9
voluntad de la ley, que ni siquiera protege en el caso un bien jurídico, tal como
expuse infra.
Además, la aplicación de los arts. 107 y 236 al caso viola el
principio de razonabilidad de las leyes, consagrado en el art. 28, CN. La Corte
Suprema de Justicia sostuvo que “las leyes resultan irrazonables cuando los
medios que arbitran no se adecuan a los fines cuya realización procuran, o cuando
consagran una manifiesta iniquidad” (Fallos: 299:428; 314:1385, entre otros).
Tal como expuse infra la desafectación de los sueldos
percibidos con posterioridad a la rehabilitación no se condice con los fines que el
legislador tuvo en miras al instaurar el procedimiento falencial y el instituto de la
rehabilitación.
Por un lado, el proceso falencial persigue otorgar la mejor
solución colectiva ante una situación de insolvencia y no generar un mecanismo
que genere “beneficios gratuitos” para el deudor. Por otro lado, la finalidad de la
rehabilitación es permitir una rápida reinserción del fallido en la economía. En el
sub lite, la rehabilitación no persigue ninguna finalidad, en tanto el fallida no va a
reinsertarse en el mercado económico ni a retomar un emprendimiento comercial
sino que va a continuar percibiendo su sueldo. Por último, la imposibilidad de los
acreedores de agredir los bienes adquiridos por el deudor con posterioridad a la
rehablitación se funda en que los acreedores, de causa o título anterior a la
declaración de quiebra, no tuvieron en miras dichos bienes al otorgarle el crédito.
Sin embargo, ello no es cierto con relación a los haberes del fallido, que
justamente fueron el activo considerado por los acreedores al otorgarle crédito. En
este caso, hay una defraudación a la expectativa de cobro. Por último, la
aplicación mecánica de las normas cuestionadas al caso es particularmente grave
en este caso, donde el fallido no tiene otros activos de los que los acreedores
puedan cobrarse.
Por ello, los arts. 107 y 236, LC, tal como el fallido pretende que
sean aplicados al caso, devienen irrazonables, en tanto que los medios que
10
Ministerio Público de la Nación
arbitran (la limitación de los haberes del fallido sujetos al desapoderamiento) no se
adecuan a los fines cuya realización procuran (otorgar la mejor solución colectiva
ante una situación de insolvencia y permitir una rápida reinserción del fallido en la
economía). Asimismo, consagran una manifiesta iniquidad en tanto que permiten
que los deudores utilicen el proceso de quiebra para escapar del cumplimiento de
sus obligaciones, cosa que no podrían hacer si no se hubiera declarado su
quiebra.
Por las razones expuestas, solicito que si V.E. no adopta la
interpretación de los arts. 107 y 236, que propuse en el punto 4.2 y 4.3, declara la
inconstitucionalidad de la aplicación de dichas normas al caso. Esta petición la
realizo en ejercicio de mi facultad requirente (art. 120, CN y art. 25, incs. a), b), d),
f), g) y j), ley n° 24.946) y en carácter de parte del proceso de quiebra (art. 276, ley
n° 24.522)
5. Como corolario, formulo reserva de interponer recurso
extraordinario ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en virtud de la
cuestión federal que se plantea por hallarse en juego la interpretación de los arts.
17, 18,16 y 28 de la Constitución Nacional y de los arts. 8, 21 y 25 del Pacto de
San José de Costa Rica, art. 6 del Tratado Europeo de Derechos Humanos, arts.
18 y 23 de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre y
arts. 8, 10 y 17 de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
6. Por los fundamentos expuestos, entiendo que V.E. debe
rechazar el recurso interpuesto y confirmar la decisión apelada.
Buenos Aires, 17 de marzo de 2008.
6.
Fdo. Alejandra Gils Carbó. Fiscal General
Dictamen nº 119049
11
Descargar