s Larry Bird: ¡vaya pájaro!

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Larry Bird:¡vayapájaro!
“Buquejnsignia”de los BostonCeltics,elmíticoalerosuple
sus limitacionesfisicas con una grandosis de inteligencia
s
b.
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JOSE CARLOSSORRIBES.
S
seI le pregunta a un aficiona
do de los que llenan cada no
che de partido el vetusto Bos
ton Garden quién es su ídolo, en
contraríamos
una respuesta
generalizada: Larry Bird. No en
vano este pelirrojo alero sólo ha
vestido una camiseta en sus doce
temporadas como profesional: la
verde del equipo más mítico de la
NBA. Dentro de diez días, el 7 de
diciembre, cumplirá 34 años y con
tinúa siendo el “buque insignia” de
los Celtics, con los que ha ganado
tres anillos de campeón.
Muchos le daban por acabado
cuando una lesión en el tendón de
Aquiles le hizo pasar la temporada
88-89 prácticamente en blanco.
Pero todo un carácter como el de
Bird se está encargando deacallara
los agoreros.
La temporada no ha podido em
pezar mejor para los de Massachus
setts. Larry vuelve a estar a punto,
junto a suscompañeros de “quinta”
Kevin McHale y Robert Parish, de
los que se separó esta temporada
Dennis Johnson. Aunque están
casi más cerca de los cuarenta que
de los treinta, en la pista demues
tran que no cuentan los años, sino la
v-calidad.
Además, han encontrado
el apoyo de unos buenos “grega
rios” como Reggie Lewis, Brian
Shaw, Kevin Gamble o Dee Brown,
por lo que el reto inmediato de Bird
y sus compañeros es añadir el deci
moséptimo estandarte de campeo
nes en el techo del Garden. Un
conjunto ganador como los Celtics
no acepta de buen grado una sequía
que se prolonga desde 1986, que es
cuando ganaron su último anillo a
los Houston Rockets de las “torres
gemelas”, Akeem Olajuwon y Ral
ph Sampson.
Más que nunca necesitarán la sa
‘
biduria e inteligencia de Larry Bird
dentro de la pista. Siempre se ha
dicho que no corre, no salta o no
tiene buen “dribbling”, pero que es
capaz de hacer cualquier cosa en
una cancha. Donde no llegan sus
recursos físicos, más bien escasos,
lo hace su astucia. Es un alero de
2.06 m bastante “regordito” que
cada día se aleja un-poco más del
aro, donde reboteaba con acierto
graciasa su listeza, para convertirse
en un brillante pasador. Eso sí, con
tinúa teniendo una muñeca prodi
giosa que le permite anotar desde
cualquier distancia, casi sin despe
garse del suelo, pero con una rapi
dez en la ejecución del lanzamiento
de las que pocos pueden presumir.
Por si fuera poco, hace gala de esa
determinación en los momentos
decisivos que define a los grandes
jugadores.
Larry sabe que le quedan pocas
oportunidades porque se aproxima
la hora del adiós. Este año intentará
apurar una de las últimas, pero nole
será fácil. En los ochenta encontró a
su enemigo en el otro extremo del
país con Los Angeles Lakers; ahora
lo tiene en su misma Conferencia
con los Pistons de Detroit. Tengan
muy seguro que Larry, un jugador
competidor como pocos, pondrá
todo su esfuerzo en la empresa. Si lo
consigue, volverá al máximo esca
lafón en el reino de las figuras de la
NBA, escalafón del que en los últi
mos años ha quedado un poco des
plazado. Poco importaría para la
admiración de los aficionados que
al margen del basket sea un tipo
huraño. No en vano corre sangre
irlandesa por sus venas. Larry Bird:
todo un pájaro.
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