13. 7 ABRIL i835- ( AÑO TERCERO. ) DE MODAS , AMENA LITERATURA , MÚSICA, TEATROS ETC. Yestiva ín prima Palma primavera Di eterno verde l'anno ; e íruUa , e fion Sul medesimo stelo unir soleva lu dulce nodoo Los crudos hielos del aterido enero pasaron ya , pasó febrero, y los tristes días y las eternas noches en que apenas es dado al habitante de la tierra mirar un solo momento despejado el horizonte : llegó marco también , y también pasó ¡ y pasa- roa los impetuosos vientos con que í n m bando en las concavidades de los montes parecía que se empeñaba en conmoverlo», y levantando hasta las nubes torbellinos de polvo , llenaba de ¿1 los nacientes sembrados y blanquecía Sas casi desnudas ramas de los árboles como mostrándose enemigo de la germinación y decidido á sofocarla en su principio. Todo al contrario ; en po» de tí j inarso inconstante y sañudo, camina la gentil primavera : el sol entrando radiante y magestuoso en Aries le da la esperada señal. Ella lo advierte, y mientra» el padre de los astros guía su carro háeia i3 -98el Tauro reluciente ; desciende á la tierra •presurosa trayendo por la mano al gayo abril, autor de la vegetación , rey de las llores. Salve, florido atril , salve mil veces. Tu vienes á difundir la alegría sobre la tierra , tu produces el desarrollo de los vegetales , tu acumulas sobre las campiñas grupos de hermosas y blancas nubes que sin abrigar en su seno el dardo eléctrico que amenaza silvamlo la cabana del pastor, sin deslumhrar los ojos con el súbito lucir del relámpago, ni asombrar á la tímida grey con el furioso estampido del trueno , solo sirve para enviarnos copiosos raudales de fecunda lluvia, que como por encanto hace crecer instantáneamente la verde caTía de la mies llevando en sí ya encerrada la esperanza del labrador. La lluvia cesa de repente y el brillante azul de la descargada atmósfera vuelve á aparecer mas claro } mas trasparente } mas bello que nunca. Kl sol se adelanta á paso lento hacia la mitad de su carrera , y allí se detiene un instante como á presidir el magnífico espectáculo de la naturaleza renaciente. No es ya aquel astro que apresurado corria á sepultarse en el ocaso dejando al mundo sumergido en las tinieblas por espacio de muchas horas: n o , no es el sol del diciembre helado; es el sol claro y sereno de abril el que estamos viendo, eí que allí chispea á lo lujos en la espumosa corriente del raudal que baja del monte producido por el repentino aguacero. Los arroyueios se engruesan de improviso y saliendo de su modesto caucecillo , empujan violentamente las guijas como vengándose del obstinado obstáculo que antes opusieran á los sutiles hilos de sus aguas. Inúndase la tierra por Lodas partes ; desaparece •ya su árido aspecto; los árboles se apresuran á presentar sus renuevos al íresco am- biente y á los rayos solares, encargados de convertirlos al instante en innumerables hojas y vistosas flores, Pero no es solamente la vejetacíon la que renace ; también las aves que pueblan el aire , también los habitantes de los bosques 5 también los mansos cuadrúpedos que forman la riqueza del hombre y sufren con docilidad su dominio soberano ? todos en fin obedecen á la ley suprema de la reproducción. La estación de los amores ha llegado j todo es animación s todo placer 5 todo vida. ¡ Oh abril ! mes privilegiado del ano. tu que renuevas la naturaleza entera , nos recuerdas también la memoria de un estimable bien para siempre perdido. Reinaba la inocencia en el mundo criado cuando salió de manos de su autor, y entonces la desigualdad de las estaciones no había hecho sentir los funestos efectos del exceso del frió y del calor. Todavía llamamos tiempo primitivo ó prima-vera á los breves días én que se nos concede una pequeña muestra de lo que fue la tierra en su principio. Días breves , si ? que pudieron ser eternos y á que el hombre renunció por su propia voluntad. Kl fiero orgullo halló entrada en su corazón , y cediendo también á la insinuación de su compañera , aunque obligado á ser mas fuerte que ella , cayó en el momento mismo en que aspiraba á ensalzarse locamente. Irrítase la eterna justicia , alza el Omnipotente su mano fuerte, y ...... ¡ Oh dolor ! el dedo poderoso toca «I polo de nuestro planeta } inclínase levemente el eje de la tierra , las aguas desniveladas la inundan toda ; desaparece la raza prevaricadora, y cuando sus conservados restos vuelven á pisar el suelo de su antigua mansión ya el luminar del -99" día ha torcido su giro sumiso á la xm del Soberano mandato. La eclíptica desencajada del ecuador le marca su nueva carrera y anuncia al hombre que cesó para siempre aquella uniformidad de temperatura, aquella igualdad perpetua de que se hizo indigno por su culpa. Huyó ¡a dulce Primavera , y en lo sucesivo solo le será permitido venir cuando sus tres hermanos el Estío, el Otoiio y el Invierno nos la hayan hecho desear con ansia, Ah ¡ hela aquí por fin: abril nos la conduce; gocemos sus encantos y demos gracias á la mana benéfica que infunde nueva vida y nueto ser en todas sus Ztatvo. PRINCIPE. Juan de Calas. En un tiempo en que mas podemos ser acusados de irreligión que de fanatismo, un drama dirigido á pintar los excesos á que puede arrastrar el falso celo religioso, no pudiera meaos de parecer incongruente. Hé aquí la principal razón acaso de que la representación de Juan de Galas, á pesar de los buenos versos con que su traductor Sol/s la ha trasladado á nuestro idioma, 310 haya tenido ahora el buen éxito que tuvo en 1832, cuando por primera vez se dio al público. El distar tanto la publicación de nnesi.ro ti amero de hoy ? del día en que se híeo esta Función, nos retrae de entrar en pormenores y reñexiones que se han multiplicado ya en todos loa periódi- cos de esta capital, y que pudieran parecer copiadas, pues no podiamos menos dfr convenir en ideas en que todos han estado conformes. Sin embargo , no dejaremos de trasladar aquí las palabras con que uno de ellos (1) principia su artículo y esplica el argumento. «El fanatismo que en todos tiempos, eu todas las religiones y sectas ha causado estragos y desórdenes bastantes á deshonrar la especie humana es el asunto de esta pieza dramática , aunque impolíticamente elegido en la Religión Católica dominante en el país en que se supone la acción , y ú n i ca en España donde ahora se representa. Para hacer odiosos los funestos efectos del falso celo religioso no era necesario escoger semejante ejemplo, y mucho menos tocar con Imprudencia ciertos puntos del dogma9 sentando proposiciones mal sonantes que ni. se prueban ni se impugnan, comoesnatu-* ral que suceda en una comedia, y mucho mas en una mala comedia. Veamos otros de sus defectos. «.Juan de Calas es un honrado y ancia~ no mercader de Tolosa que vivía pacíficamente en compañía de su muger, dos h i jas, cuatro hijos y algunos criados. Todos eran protestantes, escepto una criada a n tigua que no por seguir el catolicismo des*merecía la estimación y carino de sus señores, y uno de los hijos que haciéndose también católico, aunque dejó la casa paterna , no rompió los vínculos que le unían con su familia* En tai estado de cosas el mayor de los hijos llamado Antonio, se suicida precipitándose por una escalera; á las voces y lamentos acuden gentes de la vecindad ; el pueblo preocupado entonces contra los protestantes por consecuencia de (1) El Compilador del martes 3i ue marzo. - 100 a guerra civil y religiosa, acusa á Calas Siguióse á esto un terceto bailado con como asesino de su propio hijo. Preso y juz- primor j y después la píececita del (rastró- gado f el tribunal se mira perplejo entre la nomo sin dinero opinión ¿le uno de sus individuos que de- Guarnan , tal vez demasiado recargadas^ 5 en que las gracias de fiende la razón y la inocencia , y otro ele nos consolaron de los antecedentes llantos^ ellos qus acusa al presunto reo y le conde- y en donde los pitagóricos saludaron á dort na. Prevalece la opinión de éste reforzada Judas, por el ciego encono del amotinado popula- el alma de Juan de Calas,» cho, y Juan de Galas muera en el último reconociendo transmigrada en él Lo que no podemos concebir nosotros es la razón que baya para repetir un día la suplicio. £1 desenfreno de un pueblo fanático y función ilesa probada por el público en el feroz no tiene nada ¿e inverosímil J pero anterior. No creemos que este sea buen mo- las dudas de un tribunal j, á quien an- do de calcular, ni alcanzamos dificultad tes no se ha pintado injusto, en una cau- alguna en que se tuviera preparada otra ú sa en que todas las pruebas é indicios es- otras piezas para semejantes casos. El ver- tan en favor del procesado , y el empeño dadero modo de hacer que el teatro sea de un magistrado en condenarle á muerte^ útil literaria, moral y mercantilmente, es cuantío su carácter no aparece enteramen- atraer la concurrencia del pueblo, escita? te cruel ni median antecedentes, enconos y sostener su afición con piezas dignas de o rencores particulares motivados en el ser representadas. Lo demás es un error , y curso de la acción dramática, no son ya no lo es menos el pensar, corno ya hemos inverosimilitudes sino dispárales. El autor repetido mil veces, que todo lo que ha es- empeñado como es actual uso y costumbre tado prohibido es bueno; semejante modo en hacer llorar y moquear al espectador^, de juzgar no tiene nada de exacto m de redobla, repite, y multiplica las situacio- justo* nes terribles contra lo que el arte y la recta razón prescriben. Se vé aquella desgraciada familia en el tribunal , se vé al preso (con grande impropiedad) en la reja de facción %s coxic&la* la cárcel despidiéndose de sus hijos, se le vé en la capí!la , se ifi vé marchar al pati'buJ_o, se saborea en fin toda la amarana / d o - Hallábase muy satisfecho el Redactor lor de un infeliz asesinado jurídicamente. del Correo de las Damas que escribe estas Ei público de Madrid , ilustrado y cuer- líneas de que si bien sus artículos no do como pocos, aplaudió ciertas máximas habían de granjearle generales de moral, bien articuladas por tampoco habían los actores principales, que representaron enojo fie persona alguna , pues que jamas sus papeles con perfección, se manifestó contra persona con prudente indiferencia ;\ ciertas pala- su pluma. Acaeció brillas inútilmente recalcadas y desaprobó don Alvaro^ y tal vez la fuerza de su sino de fama y nombradías atraerle el violento alguna había esgrimido la representación de con murmullos y cuieheos el todo de la j dio ocasión á que generalmente disgustase pieza como era justo. i á todo el mundo. Hablaron de esta com- - IOÍ posición los periódicos) todas las críticas -vinieron á confesar que su autor había lie— "?ado hasta ta! punto , á tal grado de exageración la libertad romántica que tocaba, mal d¡je ; que pasaba la raya de todo lo permitido y tolerado. Embozaron todos su desaprobación con elogios, de que ti autor no necesitaba á la sazón , porque ya en otras ocasiones se le habían tributado justamente , y alabaron algunas cualidades, que todo el mundo, incluso el que eslo escribe, tiene derecho para juzgar. En tal estado de cosas se dio á luz el número 12 del Correo de Damas , y el Bed actor á quien correspondía puso un artículo hablando de don Alvaro y nada mast y tratando el asunto en el tono que le pareció mas propio de sus escasos conocimientos y de la naturaleza dpi periódico. Pero ¡oh fatalidad! este malhadado artículo ha tenido la desgracia de disgustar, de enfadar, de irritar, de sacar de sus casillas y hacer perder los estribos á un articulista que escribe en un rincón del boletín de !a Abeja. Su contenido lleno de espresiones bajas, de peladas desvergüenzas, y de clarísimos disparates, demuestra que el escrito no es de la redacción , y convence de que el articulista de teatros de la Abeja no ha manchado su pluma con tan inmundas necedades. A lo menos el que es objeto de tan furibundo ataque asi se lo persuade, y acostumbrado á distinguir de personas, y sabiendo que hny mil medios de introducir en un periódico artículos que no merezcan la aprobación de todos sus redactores ; disculpa á estos y sobre todo al Sr. B. , cuya justa reputación le hace inaccesible á bajas pasioncillas, cuyos talentos le inspiran nías indulgencia que encono hacia los que no podemos igualarlos, cuya amabilidad , en fin, y buen carácter son generalmente co- - nocidos. Por consiguiente dejando á un laáo esta averiguación diremos al articulista, que no es el Correo de las Damas papel á propósito para estas polémicas , que por separado tendrá su contestación , y que por ahora se le harán solamente estas pequeñas advertencias. Primera. Ne sutar ultra crepidam. D i cho manoseado de impropia aplicación* El Correo de las Damas puede hablar de teatros porque lo ofreció asi, y porque tiene tañías facultades como el mejor zán^a^ no que pueda zumbar en los boletines de la Abeja. Segunda. Con pretensiones de gracioso, No todo lo que está en estilo festivo tiene pretensiones de gracioso. Kl articulista siente en el alma no tener la sal ática de su insultante impugnador. Te rcera. Jin tendimiento descargado de vaciedades. Desvergüenza. Cuarta. Acó stumhrado d manejar el látigo de la critica. Falsedad ; necedad; confusión de la crítica con la sátira. Si es lo primero me honra ; si es lo segundo se Quinta. La única arma (el ridículo) que le. es dado manejar á la ignorancia. Cátulo, Marcial , Cervantes, Voltaire , Boileau, Fígaro acudid con otros cíen mil y dad gracias á este caballero. Sesta, Melase en sus figuras que ni aun figurines son. Esto no tiene respuesta, ni calificación : ello mismo se califica y se responde. No obstante, por si acaso quiere decir lo único que puede decir, contestaremos al articulista que el grabador del Correo, malo ó bueno, no escribe la crítica de obras dramáticas,, Ahora parece que debía seguir alguna impugnación de mi artículo, alguna demostración concluyeme de los errores, va- - toa - ciedades y disparates de ¿1. Nada de eso: una cosa es insultar, y otra probar que e! don Alvaro es bueno y la crítica del Corren mala. Quédese pues aquí, y entretanto que por otra parte se Se sacude «orno merece ai Sr. articulista de la Abeja , abra los ojos por si le importa y lea solamente esta inicia!, -s. lUXOCEIiO.VTK liX'í'RAOJtíílXA RIO. En una nota adjunta á cierta disertación de Mr. Lamarre Piquot , dirigida á la Academia , se habla de una cacería interesante verificada en 1S28 entre Calcutta y Dacca. En ella fue muerto de un tiro, disparado por un indio á treinta pasos de dis<tancia, un Rinoceronte sin cuerno de una magnitud considerable. La fuerza que des-s plegó este animal luchando con la muerte por espacio de veinte y cinco minutos , los saltos y boles que daba , ofrecieron un espectáculo y produjeron efectos dignos de referirse. Arboles de cuatro á diez pulgadas de diámetro fueron tronzados á dos ó tres pies de altura ; otros arrancados con el ramage y la tierra que los rodeaba ; otros en fin de un gran diámetro fueron rotos y destrozados por la parle en dond<> el rmimal daba furiosas cabezadas. Difícil se Iiaiá cí creer, dice ei autor de la relación, sin embargo de ser casa muy cierta , que mientras esta agitación , la tierra , conmovida con el peso excesivo de este mamífero en los boles que daba, comunicó mu«lias -veces á cien pasos de distancia coníaociones muy semejantes al sacudimiento de un temblor de tierra. Los extraordinarios gritos que daba eran una especie de mugido semejante al del toro. E l lugar de la escena , después que el Ptinoceronte cayó muerto presentaba un desorden espantoso : el animal yacía en medio de una multitud de árboles arrancados y tronchados, y estaba cubierto de una gran cantidad de sangre hirviente. El peso total de este Pvínoceronte se valuó en 34oo libras. (LeFollet.) w averna. TJn Alfaquí viagero ha referido á la vuelta de Cachemira la curiosa aventura que sigue : « Entrando yo por curiosidad en una caverna profundísima que hay en Cachemira , hallé £n ella á una miiger casi enteramente desnuda f á cuya vista no purl» menos de paparme dudando si el objeto que se presentaba ¿ mis ojos era h u mana criatura ó una aparente fantasma* Acerquéme á ella para preguntarle quien, fuese, y me contestó que era un ente mortal. Hícele otras preguntas deseoso de saber de donde y como habia ido ¡i aquel espantoso lugar, y me refirió que una caravana la habia abandonado en aquellas cercanías, porque se hallaba enferma é incapaz de seguir el camino con los demás viageros , que habían pasado diez arios desde aquel dia , y hac'a otro tanto tiempo que vivia con un oso del desierto, habiendo llegado á aborrecer á la especie humana. Quise saber de que manera se procuraba el alimento necesario , y me respondió que el oso llevaba frutas tan esquisitas y sabrosas , que jamas las había gustado tales cuando vivia entre los hom- - io3 bres. Yo entonces me esforcé á persuadirla que dejase aquella horrorosa morada, pero lejos de hacerme caso, me contestó que yo era el que debía retirarme de allí cuanto antes , » porque el oso, añadió , puede llegar de un momento á otro, y si os hallase aijui os mataria sin remedio.» DFX DOCTOR HASÍJLTOJI. El doctor Roberto Hamilton , uno de los hombres mas reflexivos y profundos, y también de los mas amables que ha tenido Inglaterra , de tal manera se absorvia en sus meditaciones, que perdia la percepción de los objetos esteriores , y aun hasta la conciencia de su individualidad y de su ser. Ademas de su ensayo sobre la deuda nacional , ha compuesto otras muchas obras admirables por su erudición profunda , la perfecta colocación de sus partes , y la estremada claridad del estilo : pero nada de esto se oponia á que el doctor cometiese en público las mas singulares distracciones. Sí su muger le encontraba en la calle , él la saludaba quitándose respetuosamente el sombrero , y díciéndola con muy corteses razones que sentía en el alma no tener el honor de conocerla. Con mucha frecuencia solía levantarse antes de amanecer para ir al colegio de Aberdeen donde regia una cátedra , y se iba allá con una media negra y otra blanca. Cuando llegaba la hora de la clase empezaba á quitar de sobre su mesa los sombreros de los estudiantes , y ellos que le conocían bien , conforme los quitaba por un lado se los iban poniendo por otro , de suerte que en esta operación se le pasaba la mayor parte del iempo. Si al atravesar una calle tropezaba casualmente con un burro, ó con un bueys por ejemplo , volvía la cabeza para pedir»le perdón diciéndole: « Señora , V. me dispense ; sentiría infinito haberla hecho á V. daiío; y otras veces por el contrario , se pegaba contra un poste ó guarda-cantón y le renia con enfado dicéndole á -voces que porque no miraba lo que hacia y se quitaba de delante. En medio de esto, si alguno entablaba con él conversaciorij se explicaba con claridad y buena lógica, usando de escogidas palabras y sin disparatar nunca.. Pasaba una vez por la pescadería de Aberdeen y muy embebido en mirar á una chimenea cuya singular estructura había cautivado toda su atención, andando asi con los ojos puestos en ella vino á tropezar tan violentamente con un canasto lleno de pesca que le volcó dentro de un arroyo que va á parar al rio Dee, y la corriente lo arrebató todo. Ir— •itada la pescadera empezó á decirle mil improperios , pero el doctor sin oiría síquiera y con la vista clavada en la chimenea. Viendo entoncesla muger la poca mella que hacian sus insultos en aquel h o m bre impasible, fue tal el acceso de ira que le dio, que abalanzándosele al cuello le decía toda fuera de sí: « Piespóndeme , maldito , respóndeme que si no rebiento.» Esto ya le llamó algún tanto la atención , y viéndose rodeado de inmenso gentío, bajó la cabeza y desapareció. Jttotm* tr* El botón de metal en el frac de los hombres se prefiere ya generalmente al de ieda , cualquiera que sea el color del pa- — El Peíit Courrier hace la descripción ño. Los mas elegantes son los dorados ma- de varios trages de seiiora negros, color te } y de oro de color cincelados. que decididamente esta muy en moda. Los — Hemos visto mas de una vez un pei- mas notables son de raso con broches, ca- nado que nos lia parecido de muy buen denas y otros adornos todos de diamantes. gusto : y es im laxo en forma de escara- — Los turbantes , dice el mismo , están pela ó cucarda de cinta de raso , adorna- muy en voga á la par de los sombrerillos de da en medio con una placa de piedras fi- que tanto hemos hablado , y que no se de- nas , y terminada por dos grandes cabos jarán de usar sino con mucho sentimiento que caen con gracia sobre el hombro. Esta por lo que favorecen a l a fisonomía. Los que cucarda está colocada en un lado de la ca- se ven últimamente son de terciopelo verde beza, y á la parte opuesu se lleva un ra- o azul adornados con un pájaro de! paraíso. mito de flores del mismo color. — El turbante es el tocado preferido por — Entre los trages que nos han parecido los puristas de la elegancia, y la hechura mas notables por su originalidad citaremos que mas domina es !a de los que llaman á uno cte medio luto. El vestido era de cres- la judia. pón blanco adornado por la parte inferior con un volante de blonda , y encima de esta corría una guirnalda de heliotropos, Ofrecemos á nuestras lectoras en la adjun- que de trecho en trecho formaba un rami- ta lámina modelo de un vestido de organ- llete mezclado ya con ramitos de lilas blan- di bordado de lana y de la hecliura rna$ cas. El cuerpo, adornado también de una moderna. El peinado que representa la mis* blonda muy ancha, estaba sujeto en los hom- rna figura es también muy digno de ser bros, pecho y espalda por cuatro broches adoptado por su sencillez, con tal de que de esmalte negro embutido de perlas fi- la cinta de raso que íe adorna se halle co- nas j collar también de perlas gruesas ; el locado con buen gusto, y siga siempre la pelo sin rizos ni mas adorno que un bando regla general de que sus colores estén en de perlas sobre la frente. armonía con el resto del traje. (Ze Follet.) Este periódico se publica lodos los días 7 , 14 , 2 1 , y 28 del mes: y á cada número acompaña su figurín; de suerte que sedarán mensualmenle un figurín de señora , o1ro de hombre, olro de peinado y el cuarto un dibujo de bordado , 6 cualquier otro objeto que parezca análogo á este periódico* Uti MADHID- *4 rs. al mes, llevado á las casas, EN LAS PBOVINCIAS. 5o rs. por trimestre? franco de porte. En Madrid en 1.a librería de Razóla, calle de la Concepción Gerúnima , y en la redacción »ralle de Preciados , mimen) 3o , cuarlo principal , adonde se recibirán francas de porte las carias comunicaciones , y en la librería tJe Miliaria, dicha calle. En las provincias, en Barcelona* Bergnes ; Bilbao, Jíepoiit ; Jhu-gos , Amáis ; Cádiz , Uorlal y compañía ; Cartagena, Benedicto ; OibraHar, I>, Pedro Trauquet ; Granada, fíajia *, O.'icdo, .Longoria ; Pamplona, Longas ; Monda, T>, José Buceíiu ; Salamanca t Blanco ; Sevilla , Hidalgo ; Valencia.; Orí^a y compañía ; Valí adalid ? Pastor ; Za-> ragoza, Polo, y en las redacciones de los líoietmeo oficiales de Ciudad fleal, Cuenca» Guadaíajara, M u r «ia j Soria Toledo, Zamora, y en la imprenta Real de Córdoba. EL EDITOK , DOÍÍ ÁNGEL LAYANA. IMPRE $TA BE L SAHCHA*