• Requiem por el agua Un poeml/ de Fummdo Sot~ Ap4ricio' Cu.ando eSQ:> poema apareció por primera vt.t, hace ma de un C'tIe.rto de siglo, fue reproducido en perl6dkos y revistas de todo el pals, y se tomó como una voz dI!' .alerta sobrt> un probJem/l grave que entonces J!lpenils comenzaba .. insinuarse. Hoy, cuando la muerte de1llgua es una realidad cotidiana l la q\le aslstim()5 tod06 10$ hAbitantes de la tierra, este poema debería reedilarse y distzibuiNoe en toda, la" NCUf!las y colegios del mundo, para que tomemos conciencia de que a In futura¡; generaoones sólo estlilmo5 dei~ndoks la angustia de un des~cto. ¡ El agua h4 mutrio. AntaRa camintlba si" n ¡lIgIln ,¡sombra. loo ame las UflS "osta d trigo; paS4ndo po, ~p'rembre ÜKl Ir¡ulll Ilgostll. "'Sua qllt órc1l1/1ua todo fl Q1'iC SfrtclUllmente, t'IIl/1s titilas Qzu14 dtl oh)lto, Doclol . ~ eau ..•. Eacrll~ y cn~ de ..... Inlt fN(lor>l l. As.t._ F.<I""II<.u., de l. U"'-skIad MiIllJr "NooeD 0. .....' , ~ •• 1..1M ~t H.,...;,[ode. J i '" • en las begonias de la primQtJera, e1llaano dulce de 10$ mostos () w las alias ~5pigl1s invernales Fn del granizo. O bail¡¡ba entrt 105 troncos de los alisos JI los simada/lIs COn sus belfos de s/lVias tn reposo; o mordía con su espuma los he/echo/; donde nacían los peces y los hongos; {) templaba su arpa m las l/puimas; () daba su lección en d reposo tranquilo JI vertical de los maizales. Agua como la luz pllm los ojos, limpia y Flena iÚ cielos y paisI1J'es, d~ solamente nubes JI solloz.os, ligua de aCf.quias JI dr. robledales, de alaba les de truenos siempre roncos, agua como la música, cuando eran IJgUiJ. , JI !Jjp!110 dos can/os y uno solo, 11 El agua de los riachudos ua CIIriosa JI nifía: investigaba los secretos del pasto, aprendía el abecedario de los grillos, conoda el lenguaje de ll1s ranas en/re la juncaleda y transportaba nI/hes y bl/rcos de PQpel. El agua d~ los ríos era mansa!J I~nla, susurrante de encajes so/Jre d pecho mareno dI! la playa. Entraba a las ciudades IIenbndolas de barcas y de bogas cantores, y salía d~ los bosques toda llena de trinos y resinas y de frescos sudores vegetales. El agua de los torren/es no era furiosa sino enérgica, !J solía des peñarse bllscando • la igualdad de los valles, donde ya sosegada al~graba fraternal malle los patios de los ranchos l/llenaba los diciembres con las flechas de plala de los pues. El I1gll/J -toda~] ag><a-t!m de lps hombres, dl lns amapolas, de los ruisólores, de las mazorcas y los tigres. El agua era del mundo. lI1 • Era muy bdla el agua. En las mañanas despn /aba los pájaros del cumpo; y cuando el suetlo le pesaba mucho -si la hablan con SIlS Suinoi destre/ado desde ti balcón dd lJiu. lo [as t strel/asla despertaban con su voz los pájaros. 511bíQ par Itl corleu a M redonda y tierna suavidad de los duraznos; henchía los corazones de las frutus con un espeso vino azucurado, o se hacía tan pequena que llenaba tal como I/n beso el cticnco de {as manos. Solía locar la flauta de los jl/ncos COl"" !lnll alegre músua de paso, y marcaba la hora de la siembra en el reloj 80noro de los sapos. Era amorosa con las marg¡¡ritas y ya después de edificar s 1/5 tallos s( uoZuítt decolores JI de mieles paTa que florecieran /os geranios. El agua se ahondaba en las pupi/as de acao y fría luz dt los remansos; el cielo se copiaba todo m ella y era fresco en eJ agua contemplarlo, porque los horizontes y su lumbre ". =gllbiln II hondo opeío e/liTO en donde se mirubq 1111 mundo limpio (,"milo ~rtNl "guo y elelD el mism o cAntllTo. IV Todos 10& "iños del mundo han Ido 11 torT elagulJ. 5115 vous que 5II~1I los fonde/es se Mn unIdo siempre ron las xulMs wces delllgun 'lile sabf:n los cllncio'/'lts sin nombre, amanlS por sf mi!lm/l5. Los niños conocíulU! JIl slUlllidRd dd musgo y ro rlCttricj¡mm uf rimff!V' curt losdtdQ5 tkIlIgulI. Su lIanlo llano 1J débil junto 111 laUo ya SUD de un" zana ~ h¡:LO un S<llo 111mio con l lllanlo del aguI/. Pero lsle un tllmfJiln tsp"lInVlJ" y dulu INIri¡ut: f'I 1flS1UI lloraba frrtilidlld sobre Jos cQm¡K1S. lIoTllful ti po/al inicial sobre 105 cálices abiertos, lloraba bendiciones tU fdicidad oc/m 1/1 ti,errll. Sobre fodosWs ,tillos de la tierNo v I HtÚllabll tI aglUl_ G,/kil y Ilrrnon ioso -como un C/IV de mf4s/Ca en ti alma~ na p<'r las ClliladQS Sil coloquio. Ya conoero" su VOl': los jllzmil1ertJs que ~ 'llUdilbQn I"mt ~r1~ ubsorlos; y has/lIlos rtlismM 1!1I,,,lipJOS griu$ al sen/ ir/II cua SObTI! sus hombros 'QUQban SI/S palomas y SU5 ho;~ . Tlmlblbl ti agllll, po' ti me5 dI! IIgOSlo alZl!ba 1(1$ Cometas de las nubes; y cl/ando se ocultaba ~I'l /o¡¡ IIngos/OS túnel« dI!! /lljl~ refulgía r.n QpretQdos c1rclIloS de plomo. • '" y ahora, sin su voz, lodos 105 campos -como casas vadas-eslán solos. Acosados de sed, abren los abrazos en impol~ nle imploraci6n los olmos amarrados de pies sobre una tierra ql¡e se quedó sin sangre. Temerosos no encuentran los jilguaos la albortlda perdida sin su voz fn los escombros. En la piel de los ríos han crecido i , {oSEchflS dF pedruscos y de abrojos, y los surcos añoran a la l/uvia que w sus cUaras fértiles de oro canlaba a las coseenas, cuando ulIn agua y trigo dos tallos y uno solo. . VI , de repmte apareció el desastre: d agua ya no fue azul y límpida como el viento a el cielo o la distancia, sino que se volvió amarilla como los ojos de la envidia; ya 110 fue grato al paladar como un beso larga tiempo implorado sino que supo a desperdicios y aceiles y pelróleos; ya no fecundó las simientes sino qu~ l!js destruyó coM unos d~dos de ácido, que no eran los suyos, in iciales y limpios como la primera mañana del mundo, sino airas, impueslos a la fuerza. Ya el agua y el viento y el cido se volvieron (Ü humo y de ceniza, y la tierra empezó a entrar en agoMia tal como un enfermo de cáncer al que antes de liempo mala la calan de su próxima muer/e. y 1'Il , , Jugaba el aglJ.a. Con los limoneros canjeaba espumas y azahares pálidos; sal taba en los torren les; se escondía detrás de la neblina en los veranos; brincaba de las fuentes, e invenlaba ,," • el arco iris; sobre los peldaños alfombrados de musgo subía 11/ cielo donde se coronaba de relámpagos. Era olor en la cima de las rosas, temblor en los parajes solitarios, canción m la gargantil de 11/5 <lve~, abeja d( cristal en los ocasos, hoja en la desnudez de [as palmtrl1s y lágrima de amor en 105 naufragios. Como una novia, el "gua siempre amaba. Con la ~eda liviano de sus manos muo/via los senos que buscaban en su pulpa la pulpa de unos/abios; amaba los pinares, 'lile cubría con 10(; hiJ~ a:rules de &11 manto, ·•' y las hojas ya mua/as que calan • como plegarias SUI1S desde lo alto, y los nifias con ti:z;¡¡ en los bolsillos, y [as mujeres cuyos cuerpos diáfanos i como Im/orlls de luz habían nacido con los destellos del primer milagro, \i y los ve7! ados , Ü las arboledas, yel hombre cotidiano que m el cflmpo la semlrrnbn en semillns de espnanz/l. pan< poder vivir esperanZildo. fugaba tI ngu~ sobn los bohfos saltando con la cuada en las tejadas, '1 sacudi« ¡os {j roo¡es, que en ella tenían un yerta espeja desflecado donde <lsomar ,us aU(s y sus nidos Cliando eran agua y trino el mismo plljaro. • 1,111 y ¡¡hora, d hOl1lbre estu solo frente a la desolación 'lue ha ido sembratuW en d paisaje. E¡ pasto por el agua era l.<erdf, , I R UlfU ".n... g='K'6~ T P UUOOLl.g SOCIA' • ND.l1 • I!MNO • 100 1 y 111 distllncUl era l17.u1 por el vclo dd Ilgllll. Y yll el PIlJto no enste y la distllncitl ardc, no sólo em:ima del horizonte Silla IIdentro de Itts pupilas y m el centro mismo tUl corazón. Elllgvll era el a/1lUJ de 111 TieTTiI, y II1wfllltl Jltn'1I ~ /WI 'flledlldo sin a/11IIZ. Por U() sólo IItin/lmo!lll d«ir, m.w.do:s de tspóll..11I Mle /lurstro delito: el tlglIlI/w muer/o. Hemos n1atlldoel agua . • • ,I • i , • ... • • • • •