EL ORDENAMIENTO JURÍDICO ARGENTINO Y LOS DELITOS DE LESA HUMANIDAD. EL ESTADO DE LA CUESTIÓN. CONFLICTOS. Susana Cayuso1 Sumario 1. Introducción. 2. Estructura constitucional. Los tratados de derechos humanos y su implicancia en la cuestión. 3. El proceso democrático. Juzgamiento de las Juntas Militares. Ley de Obediencia debida y Punto final. Indultos. Derogación. Declaración de nulidad. 3. Jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. 5. Conclusiones. Conflictos. I INTRODUCCIÓN La intención de este comentario es brindar información sobre una de las cuestiones que, todavía hoy, agitan los ánimos y la conciencia de la sociedad argentina por representar fuertes conflictos de índole no sólo moral sino jurídico. La extensión de la colaboración me impide abordar todos los aspectos de un tema tan complejo y que, veintiocho años después del comienzo de los hechos que dieron origen al período más triste de la historia argentina, continúan teniendo actualidad al punto que demandan un accionar concreto de los tres poderes del estado. Si bien el objetivo principal de este trabajo es efectuar una reseña de la normativa que se encuentra en discusión y, especialmente, de algunos fallos del máximo tribunal, referidos a casos concretos en los cuales se han sometido a su consideración aspectos directamente ligados al alcance de la normativa, al universo fáctico alcanzado por aquella y al grado de conflicto constitucional, lo cierto es que entiendo necesario efectuar una rápida explicación acerca del diseño constitucional argentino. II ESTRUCTURA CONSTITUCIONAL En primer término es preciso recordar que el texto constitucional argentino, sancionado en 1853, y con las reformas de.1860, 1866, 1898, 1957, y 1994,2 está estructurado, en su origen, de acuerdo con los lineamientos de la Constitución de los Estado Unidos de Norteamérica. Ello no impide verificar que en temas tales como el federalismo, la facultad de reglamentación de los derechos fundamentales reconocidos, la recepción expresa del derecho a la intimidad, la consagración normativa del principio de razonabilidad, su texto se aparte de la fuente y siga propuestas concretas plasmadas en el proyecto de constitución de Juan Bautista Alberdi, quien fuera, sin duda, el inspirador de los constituyentes históricos. Se inscribe dentro de la categoría de constituciones rígidas, con una primera parte dedicada al reconocimiento de principios y derechos fundamentales, dentro de la cual el procedimiento de reforma especial con mayorías agravadas pretende funcionar como una garantía de seguridad en tanto tiende a la búsqueda de los más amplios consensos. Y es a partir de tal mecanismo de reforma que el principio de supremacía cobra sentido y entidad. En su parte orgánica consagra la división de poderes mediante una distribución de competencias de doble naturaleza, ya que al adoptar como forma de estado la federal dispone, en sentido vertical, acerca de la compleja, y muchas veces difusa, trama de relaciones entre aquel y los estados locales -provincias-, entes a los que se les reconoce la condición de 1 Profesora Titular de Derecho Constitucional y Miembro Permanente del Instituto de Investigaciones “Ambrosio L.Gioja”, de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires; Profesora de Derecho Constitucional en la Maestría de Ciencias del Estado UCEMA. 2 La Constitución sancionada en 1949, durante el gobierno de Juan Domingo Perón, fue sustituida nuevamente por la Constitución Histórica en 1955, por decisión del Gobierno de Facto que se instaló en el poder y que al mismo tiempo pretendió realizar una reforma constitucional que, si bien fracasó en términos generales, determinó la inclusión al texto histórico del artículo 14 bis, referente a los derechos económicos y sociales. Dicho artículo ha sido recién legitimado por la reforma de 1994, en tanto y en cuanto no mereció ni tacha ni modificación alguna. autónomas, con la facultad de dictar sus propias constituciones con los límites que establece la norma fundamental federal. Al mismo tiempo, establece en términos horizontales las reglas de competencia para la coexistencia de los tres poderes constituidos nacionales. El sistema presidencialista fue el elegido, lo que en la práctica ha devenido en un poder ejecutivo fuerte, con una marcado y progresivo debilitamiento del Poder Legislativo, especialmente producido, según mi opinión, no tanto por un tema de ejercicio y acumulación de facultades sino por la declinación de la específica función de control que el sistema democrático representativo le asigna al órgano legislativo. Por otro lado, en el diseño constitucional argentino, y esto es importante recalcarlo, el órgano judicial está concebido como un poder del estado, y la Corte Suprema de Justicia de la Nación es la cabeza de dicho poder. En tal sentido, tiene corresponsabilidad en la función de gobernar y, tratándose de un sistema en el cual el control de constitucionalidad es de naturaleza difuso jurisdiccional, al modo del norteamericano, la Corte Suprema de Justicia de la Nación es la última intérprete de la Constitución Nacional, razón por la cual no hay duda que es tribunal jurisdiccional pero también, tribunal político. La reforma constitucional de 1994 pretendió poner su acento en determinados fines tales como el fortalecimiento del federalismo, la atenuación del presidencialismo, la ampliación de la participación ciudadana, la intensificación de mecanismos de control, entre otros. La extensión de este comentario impide indicar como entendió el constituyente reformador que satisfacía tales objetivos. Sin embargo, a diez años de la reforma existe cierta coincidencia en admitir que los resultados no han sido los esperados y que en algunos supuestos se han obtenido los resultados contrarios a los perseguidos. Sea porque existen mandatos constitucionales incumplidos o cumplidos parcialmente o cumplidos con cierto alejamiento de la regla que los impone. En materia de derechos fundamentales la reforma de 1994 incorporó expresamente la protección a los derechos colectivos, ampliando de tal manera la protección reconocida a los derechos individuales clásicos y a los económicos y sociales. Asimismo, dio cabida a disposiciones referentes a acciones positivas con individualización de ciertos grupos tradicionalmente postergados. En síntesis, desde el deber ser la axiología del sistema se profundizó y el principio de igualdad, que ya estaba en el artículo 16 de la norma fundamental se complementa con disposiciones que hacen específicamente a la búsqueda de igualdad sustantiva. En línea con lo expuesto, no cabe duda que una de las reformas más trascendentes por las consecuencias que irroga respecto del principio de supremacía y el de operatividad de los derechos fundamentales reconocidos, es el reconocimiento de jerarquía constitucional para determinados tratados de derechos humanos y la adopción de un procedimiento según el cual el Congreso de la Nación dispone de la facultad para resolver el reconocimiento de jerarquía constitucional respecto de otros tratados de derechos humanos. Dentro de los tratados individualizados en al artículo 75 inciso 22, la Convención Americana de Derechos Humanos Pacto de San José de Costa Rica- crea la Comisión Interamericana y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, como órganos supranacionales ante los cuales los habitantes de la República Argentina pueden demandar al Estado Argentino por violaciones a los derechos humanos en los términos de la Convención. Para el Estado Argentino las sentencias de la Corte Interamericana son vinculantes, lo que en la práctica supone responsabilidad en su cumplimiento o en la creación de las condiciones para favorecerlo. Al mismo tiempo, todos los pronunciamientos de aquel órgano internacional en cuestiones en los que sea parte otro Estado signatario configuran pautas de interpretación aplicables a los conflictos internos de igual naturaleza. Sin duda el alcance del artículo 75 inciso 22 de la Constitución Nacional es clave para analizar los conflictos producidos por violación a los derechos humanos y respecto a los delitos de lesa humanidad. La descripción efectuada es estática, sirve para comprender que la Argentina desde su organización nacional y dictado de su norma fundamental, en 1853, ha contado con una constitución de naturaleza demo liberal, con expreso reconocimiento de derechos fundamentales, que instalada en la defensa del sistema republicano de gobierno, consideró al individuo centro del sistema. Ello permite afirmar que la Argentina ha tenido desde su inicio una Constitución que reunía los requisitos de norma jurídica operativa 2 Sin embargo, la historia institucional argentina ha estado alejada de su constitución formal. A partir de 1930 la inestabilidad política jurídica ha sido una constante,3 produciendo reiterados quebrantamientos del sistema constitucional por imperio de los diversos golpes de estado, el último de los cuales, instalado en el ejercicio del poder entre 1976/1983, constituye uno de los períodos más trágicos para nuestro país y, hoy, a veintiún años de la restauración del sistema democrático, sus consecuencias y efectos siguen presentes. Los profundos estigmas morales, éticos, individuales, sociales, políticos y jurídicos que rodean los actos imputables a aquel período impiden cerrar la historia y reabren conflictos de derecho de difícil resolución. III EL PROCESO DEMOCRÁTICO. JUZGAMIENTO DE LAS JUNTAS MILITARES. LEY DE OBEDIENCIA DEBIDA Y PUNTO FINAL. INDULTOS. DEROGACIÓN. DECLARACIÓN DE NULIDAD. El gobierno constitucional que accedió al poder por elección popular el 10 de diciembre de 1983, en el ejercicio de las facultades que le acuerda el artículo 86, incisos 1° y 15° de la Constitución Nacional dictó el Decreto 158/1983 por el cual dispuso someter a juzgamiento a los integrantes de las Juntas Militares que usurparon el poder el 24 de marzo de 1976 por los delitos de homicidio, privación ilegal de la libertad y aplicación de tormentos a los detenidos sin perjuicio de los demás que resulten autores mediatos o inmediatos, instigadores o cómplices los oficiales superiores. La sentencia dictada en jurisdicción militar era apelable ante la Cámara Federal, de acuerdo con una modificación del Código de Justicia Militar, también remitida al Congreso de la Nación para su sanción. A su vez, la ley 23.049, sancionada con posterioridad por el Congreso, disponía que resultaban imputables por los delitos cometidos entre el 26 de marzo de 1976 y el 26 de diciembre de 1983 el personal militar de las Fuerzas Armadas y el personal de las Fuerzas de Seguridad, Policial y Penitenciario bajo control de las Fuerzas Armadas.4 En este contexto legal se iniciaron los juzgamientos. En diciembre de 1986, y en un contexto de fuertes presiones institucionales con riesgo cierto para el sistema democrático, el Congreso de la Nación dicta la ley 23.492 por la cual se dispone la extinción de las acciones penales por presunta participación, en cualquier grado, en los delitos tipificados en la ley 23.049 y por aquellos vinculados a la instauración de formas violentas de acción política de toda persona que no estuviera prófuga o declarada en rebeldía o que no haya sido ordenada su citación a prestar declaración indagatoria en los sesenta días corridos anteriores a la fecha de promulgación de la presente ley. La extinción no era extensiva a los delitos de sustitución de estado civil y de sustracción y ocultación de menores ni a las acciones civiles. En junio de 1987, el Congreso de la Nación dictó la ley 23.521, conocida con el nombre de “ley de obediencia debida y punto final”. En su artículo 1° dispuso que no eran punibles por los delitos a que se refería la ley 23.049 por presumirse sin admitir prueba en contrario que quienes revistaban como oficiales jefes, oficiales subalternos, suboficiales y personal de tropa de las Fuerzas Armadas, de seguridad, policiales y penitenciarias habían obrado en virtud de 3 Susana Cayuso/María Angélica Gelli Ruptura de la legitimidad constitucional. La Acordada de la Corte Suprema de Justicia de la Nación de 1930-Instituto de Investigaciones “Ambrosio L. Gioja” - Facultad de Derecho - U.B.A. 4 Ley 23.049, modificatoria del Código de Justicia Militar. Sancionada el 9 de febrero de 1984. En su artículo 10 disponía que: “El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas conocerá mediante el procedimiento sumario en tiempo de paz establecido por los artículos 502 al 504 y concordantes del Código de Justicia Militar, de los delitos cometidos con anterioridad a la vigencia de esta ley siempre que: 1°) Resulten imputables al personal militar de las Fuerza Armadas, y al personal de las Fuerzas de Seguridad, Policial y Penitenciario bajo control operacional de las Fuerzas Armadas y que actuó desde el 24 de marzo de 1976 hasta el 26 de setiembre de 1983 en las operaciones emprendidas con el motivo alegado de reprimir el terrorismo, y 2°) estuviesen previstos en el Código Penal y las leyes complementarias comprendidas en los incisos 2, 3, 4 b, 5 del artículo 108 del Código de Justicia Militar en su anterior redacción... procederá en estos casos un recurso ante la Cámara Federal de Apelaciones... cumplidos seis meses de la iniciación de las actuaciones, el consejo Supremo dentro del plazo de los cinco días siguientes informará a la Cámara Federal los motivos que hayan impedido su conclusión... La Cámara Federal podrá ordenar la remisión del proceso y fijar un plazo para la terminación del juicio...” 3 obediencia debida. Idéntica presunción se hacía extensiva para los oficiales superiores que no hubieren revistado como comandantes en jefe, jefe de zona, jefe de subzona o jefe de fuerza de seguridad policial o penitenciaria si no se resolvía en un término de treinta días de promulgación de la ley que tuvieron capacidad decisoria o participaron en la elaboración de las órdenes. El criterio explícito enunciado en la norma era considerar de pleno derecho que las personas indicadas habían actuado en estado de coerción, bajo subordinación de la autoridad superior y en cumplimiento de órdenes, sin facultad ni posibilidad de inspección, oposición o resistencia a ellas en cuanto a su oportunidad y legitimación. El artículo 2° dejaba a salvo que la presunción no era aplicable respecto de los delitos de violación, sustracción y ocultación de menores o sustitución de estado civil y apropiación extensiva de inmuebles. La ley se aplicaba de oficio, y en todas las causas pendientes, cualquiera fuera el estado procesal, debía actuarse en consecuencia de manera de liberar del proceso al universo al que refería la norma. En los términos de esta ley los jueces debían disponer la alta de mérito si se trataba de una persona procesada o en su caso, dejar sin efecto, la citación a indagatoria. Tal como veremos en el punto siguiente la Corte Suprema de Justicia de la Nación, con un solo voto disidente, declaró constitucional la normativa en aquella oportunidad. En consecuencia, los procesamientos y condenas sólo se hicieron efectivos contra los comandantes en jefe de las fuerzas armadas conforme lo había dispuesto el decreto 153/1983 y 280/84.5 El Poder Ejecutivo Nacional en diciembre de 1990 dictó los decretos 2741 y 2746 por los cuales indultó a Rafael Videla, Emilio Eduardo Massera, Orlando Ramón Agosti, Roberto Eduardo Viola, Armando Lambruschini, Ramón Juan Alberto Camps, Ovidio Pablo Riccheri y Guillermo Suárez Mason.6 Las razones invocadas por el órgano ejecutivo para hacer uso de la facultad constitucional fueron la necesidad política de contribuir a afianzar el proceso de pacificación y, según el criterio expuesto, ayudar a la reconciliación definitiva. Apreciaciones fuertemente cuestionadas por diversos sectores de la sociedad argentina al tiempo de instrumentarse la medida. En marzo de 1998 el Congreso de la Nación sancionó la ley 24.952 por la que se derogan las leyes de Punto Final y Obediencia Debida (ley 23.521) y de Extinción de Acciones Penales (ley 23.492). Finalmente, en cuanto al plexo normativo aplicable a las cuestiones judiciales en debate, el Poder Legislativo resolvió en agosto de 2003 dictar la ley 25.779, por la cual se declaran insanablemente nulas las Leyes 23.492 y 23.521. A partir de la síntesis normativa es posible revisar algunos pronunciamientos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, para mostrar el estado de la cuestión y, en su caso, prever el sentido de nuevos pronunciamientos. IV JURISPRUDENCIA RELEVANTE EN LA MATERIA El análisis de algunas resoluciones en la materia, dictados a la luz de la normativa reseñada, permiten vislumbrar los conflictos jurídicos constitucionales y éticos que tiñen las cuestiones en debate. 1.- Constitucionalidad/Inconstitucionalidad de las leyes del perdón. El 22 de junio de 1987 la Corte Suprema de Justicia de la Nación se pronunció en un planteo de inconstitucionalidad efectuado contra la ley de Punto final y Obediencia Debida, 5 En la denominada Causa 13. 6 El Poder Ejecutivo dictó además otros indultos que favorecieron no sólo a condenados sino también a procesados. Circunstancia esta última que dio origen a un fuerte cuestionamiento de naturaleza constitucional. Sin embargo la justicia lo ponderó constitucional. 4 rechazándolo por mayoría.7 La extensión del pronunciamiento impide realizar un pormenorizado análisis de todas las cuestiones y de los argumentos de los diversos votos que concurrieron a formar la mayoría. Sin perjuicio de ello, es posible indicar algunos de los fundamentos más relevantes sin que ello suponga agotar el tema. En tal sentido la mayoría sostuvo que: 1.- No incumbe al Poder Judicial juzgar sobre la oportunidad, el mérito y conveniencia de las decisiones de otros poderes del Estado. 2.- La ley 23.521 ha establecido una causa objetiva de exclusión de pena que funciona como excusa absolutoria y aparta toda consideración sobre la culpabilidad, resultado del ejercicio de una facultad que le compete al Congreso de la Nación. 3.- El Poder Judicial juzga solamente la razonabilidad de los medios elegidos por el legislador, esto es si son proporcionales a los fines y si media o no restricción a los derechos constitucionales. 4.- Las normas constitucionales asignan al Congreso de la Nación todas las facultades necesarias para asegurar la supervivencia misma del Estado. 5.- El Congreso de la Nación tiene la facultad de dictar leyes de amnistía, cuyo requisito es la generalidad, que significa que ella se extiendan a todos los individuos que están en igualdad de condiciones. 7.- La declaración de inconstitucionalidad es la última ratio del sistema. 8.- La obediencia del subordinado en la estructura jerárquica militar constituye un deber impuesto por las facultades de mando y disciplina y condicionadas a un acto de servicio, en relación con las funciones encomendadas. 9.- Quienes detentaron el poder en los períodos indicados dieron las órdenes que posibilitaron la comisión de los delitos bajo un aparato organizado de poder. Algunos fundamentos de uno de los votos disidentes para, sin declarar la ley constitucional, otorgarle una naturaleza jurídica que la excluye, según el criterio expuesto, de la revisión constitucional. Por supuesto que más allá del ropaje jurídico, y de su acierto o no, el resultado fue reconocer legitimidad a la norma. 1.- El tratamiento de la obediencia debida coloca a los jueces de la Corte en una situación de extrema responsabilidad y de compromiso con el pueblo argentino. 2.- La atrocidad del hecho aparece como indicador del conocimiento de la ilicitud que, entonces, no puede ignorar el subordinado. 3.- Una interpretación de la obediencia militar debe adecuarse a los compromisos internacionales contraídos por el Estado Argentino. 4.- Los hechos que se discuten son lesivos de sentimientos de humanidad elementales. 5.- Debe determinarse el alcance de la obediencia debida dispuesta en la ley para verificar cuando el superior y el inferior deben ser considerados conjuntamente responsables. 6.- La circunstancia que en el ámbito militar el poder de revisión del subordinado sea limitado no importa admitir que cualquiera que fuera el contenido de la orden del inferior quedará exento de responsabilidad. 7 Causa Camps Ramón Juan Alberto y otros F: 310:1163. 5 7.- Un mandato manifiestamente ilícito no requiere ningún examen para advertir tal condición. 8- Todas las acciones por las que se ha condenado en el caso constituyen claros excesos respecto a los límites de la causal alegada. La orden no debe vulnerar el ordenamiento jurídico. 9.- La consagración de la obediencia ciega sería incompatible con el resto del ordenamiento jurídico. 10.- La ley 23.521 es incompatible con la Constitución Nacional desde la función que cumple el Congreso de la Nación en el sistema, careciendo de facultades para imponerle al Poder Judicial una interpretación determinada de los hechos. 11.- La especial coyuntura política y el respeto por la decisión del legislador, cuestión ajena a la revisión judicial, conducen a sostener que ha ejercido la facultad constitucional de sancionar amnistías (artículo 75 inciso 20 de la Constitución Nacional). En tal carácter satisface las condiciones de generalidad. Y la Corte debe aplicar el instrumento legal. 12.- Lo dispuesto en la ley es más benigno que lo reglado en el Código Militar en cuanto al alcance de la obediencia debida. El voto disidente en cuanto a la aplicación o constitucionalidad de las leyes involucradas se basó en que: 1.- El empleo de presunciones absolutas en materia probatoria, dentro del proceso penal, han sido históricamente rechazado por la doctrina. 2.- Es incompatible con el carácter normativo general propio de una ley que ella sea dictada con el propósito de regir únicamente para el pasado. 3.- El Congreso carece de facultades para imponerle a los jueces una interpretación determinada de los hechos. 4.- No puede ser considerada ley de amnistía ya que tal naturaleza de reglamentación pretende la extinción de la acción cuando la condena no está firme o la extinción de la pena cuando está firme. Y no impide la acción civil. Además se ha entendido que siempre quedan excluidos los delitos aberrantes y atroces, como el de la tortura. 5.- Es también incompatible con la naturaleza de la amnistía que se funde en calidades personales y no en las características de los hechos amnistiados, con lo que se estaría violando la igualdad ante la ley. 6.- El eximente de obediencia debida excluye los crímenes aberrantes. 7.- El conocimiento de ilicitud por la condición de atroz o aberrante no puede ser ignorado por el subordinado. 8.- No es aceptable una interpretación de la obediencia debida en pugna con los tratados internacionales que comprometen la responsabilidad estadual. 9.- Debe negarse el bárbara naturaleza. carácter de delito político a hechos graves y odiosos por su 10.- Aún considerando a la obediencia debida como una justificación debe limitarse a los casos en los que la orden no vulnere el ordenamiento jurídico ni lesione la dignidad humana. 6 11.- Cuando se está en presencia de actos como los que se juzgan, la gravedad e ilegalidad manifiesta resulta incompatibles con los más elementales principios éticos y jurídicos excluir la antijuridicidad de la conducta como los que se juzgan. 12.- En el ordenamiento militar argentino las órdenes de contenido ilícito manifiesto no poseen carácter vinculante para el subordinado y así lo han sostenido los tribunales militares tradicionalmente. A la fecha, e invocando la reforma constitucional de 1994, algunos tribunales inferiores a la Corte Suprema de Justicia de la Nación, han declarado la inconstitucionalidad de la ley de obediencia debida. En tal sentido, el fundamento central ha sido que a partir del reconocimiento de la jerarquía constitucional de los tratados de derechos humanos consagrada en el artículo 75 inciso 22, y las consecuencias que tal norma trae aparejada para la responsabilidad del Estado argentino en el ámbito internacional, las leyes de referencia no superan el test de constitucionalidad. Pareciera que el criterio enunciado podría sintetizarse en lo que denominaríamos una inconstitucional sobreviniente. Asimismo, tales resoluciones han tenido en cuenta, precisamente, algunos informes de la Comisión Interamericana y pronunciamientos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, ambos en su condición de órganos instituidos a nivel supranacional por la Convención de Derecho Humanos -Pacto de San José de Costa Rica- y con jurisdicción aceptada por nuestro país, según los cuales habría enfrentamiento entre normas de derecho interno y disposiciones del tratado. La Corte Suprema no se ha expedido aún en dichas causas, y lo cierto es que a partir de la declaración de nulidad efectuada por el Congreso de la Nación, resulta difícil imaginar que, además, no deba pronunciarse acerca de la facultad del órgano legislativo para emitir tal tipo de leyes. Si bien ha sido invocado en el debate legislativo la excepcionalidad de la medida no es menos cierto que no existe norma expresa en la Constitución Nacional que habilite tal competencia razón por la cual resulta relevante la ponderación del grado de justificación alegada por la naturaleza del precedente. Al mismo tiempo, y con independencia de la declaración política que supone declarar la nulidad, cabe interrogarse acerca de la necesidad de un nuevo pronunciamiento de la Corte y sus efectos en los casos concretos. No parece ser posible soslayar la garantía de la cosa juzgada y el non bis in ídem al tiempo de resolver la reanudación de la persecución penal respecto de aquellos que fueron beneficiados con las disposiciones de las normas. So pretexto de cumplir la constitución no parece adecuado dejar de lado algunos principios básicos de su trama de garantías. Sin embargo, ello no significa que no existan posibilidades jurídicas de reducir la impunidad. También se abren interrogantes respecto a la declaración de inconstitucionalidad de los indultos, a los que ya hice referencia, y que pone en tela de juicio el alcance de dicha facultad en cabeza del presidente de la nación y los efectos de la inconstitucionalidad respecto de los beneficiarios, debiendo nuevamente distinguirse entre condenados y procesados. Sin perjuicio de lo narrado, es importante ampliar la visión de las complejas cuestiones involucradas mediante algunos ejemplos de fallos que fueron, en el marco del plexo constitucional, abriendo alternativas que permitieran avanzar en el esclarecimiento de los hechos aberrantes producidos durante la última dictadura militar y que, por imperio de la ley de obediencia debida y punto final, parecieron beneficiarse o diluirse. 2.- El derecho a la verdad y a la información. La Corte Suprema de Justicia de la Nación tubo oportunidad de pronunciarse acerca del derecho a la verdad y a la información respecto de lo sucedido con las víctimas de la persecución militar a solicitud de los familiares. Sin duda, la primera cuestión para realizar el encuadre correcto del conflicto, era distinguir aquello sobre lo que disponían las leyes de obediencia debida y punto final, de aspectos conexos, y que por su gravedad y en orden a las obligaciones del Estado argentino, fuertemente reforzadas por los tratados de derechos humanos, exigían la toma de posición jurídico constitucional y la habilitación de recursos dentro del sistema para obtener una protección efectiva de derechos fundamentales afectados como consecuencia directa del obrar militar. En tal sentido, la incorporación del artículo 75 inciso 22 a la Constitución Nacional, reconociendo jerarquía a los tratados de derechos humanos allí 7 consignados y a aquellos que se fueran agregando en un futuro por decisión del Poder Legislativo, ha sido determinante. En línea con lo reseñado el Máximo Tribunal de la República en el Caso Urteaga8 por unanimidad, aunque por diversos argumentos, reconoció el derecho a saber sobre la suerte corrida por las personas desaparecidas y a que el sistema les brinde a los familiares las vías expeditas y rápidas para tales objetivos. Facundo R. Urteaga dedujo acción de amparo de hábeas data contra el Estado Nacional y/o el Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas y/o el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires con el objeto de "obtener información que exista en los Bancos de Datos de la Secretaría de Informaciones del Estado, Servicio de Inteligencia del Ejército, Servicio de Informaciones de la Armada, Servicios de Informaciones de Aeronáutica, Servicio de Inteligencia de la Policía Federal, Servicio de Informaciones de la Policía de la Provincia de Buenos Aires y Servicio de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires y/o cualquier otro del Estado nacional, de las Fuerzas Armadas y del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, sobre su hermano Benito J. Urteaga, supuestamente 'abatido' el 19 de julio de 1976. La Sala II de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal confirmó la decisión de Primera Instancia -que había rechazado la acción de hábeas data deducida por el actor-, ante tal resolución éste recurrió a la Corte Suprema. No interesa en los términos de esta reseña aquellos argumentos que dieron algunos Ministros del Tribunal para pronunciarse a favor de la acción de habeas data o los que permitieron que otros sostuvieran que se trataba de una acción clásica de amparo. Lo que parece relevante es llamar la atención acerca de los fundamentos que justificaron encuadrar correctamente cuál era el alcance de la pretensión. 1.- La pretensión del actor -destinada a tener acceso a los datos obrantes en los registros estatales, militares o civiles, de donde pudiera resultar el destino de su hermano desaparecido durante las luctuosas circunstancias que vivió el país fue reconocida como una garantía dirigida a que el particular interesado tenga la posibilidad de controlar la veracidad de la información y el uso que de ella se haga. Y que como tal forma parte de la vida privada y se trata, como el honor y la propia imagen, de uno de los bienes que integran la personalidad. Por tal razón, proteger el derecho a conocer todo lo relativo a la muerte de un familiar cercano ocurrida en las circunstancias indicadas- significa reconocer el derecho a la identidad y a reconstruir la propia historia, los cuales se encuentran estrechamente ligados a la dignidad del hombre. 2.- Los derechos de los hombres que nacen de su propia naturaleza, no pueden ser enumerados de manera precisa. No obstante dicha deficiencia de la letra de la ley, ellos forman el derecho de los individuos y de las sociedades, porque fluyen de la razón del género humano, del objeto mismo de la reunión de los hombres en una comunión política y del fin que cada individuo tiene derecho a alcanzar. 3.- La interpretación de las leyes debe hacerse armónicamente teniendo en cuenta la totalidad del ordenamiento jurídico y los principios y garantías de raigambre constitucional, para obtener un resultado adecuado, pues la admisión de soluciones notoriamente disvaliosas no resulta compatible con el fin común, tanto de la tarea legislativa como de la judicial. El Caso Urteaga tuvo una enorme importancia desde lo institucional ya que pocos meses antes, en la Causa Suárez Mason9, la mayoría de la Corte Suprema se había pronunciado en sentido contrario. En el caso en cuestión la parte -madre de una desaparecidahabía solicitado en la instancia judicial inferior se librara oficio al Ministerio de Defensa Jefatura del Estado Mayor del Ejército- a fin de solicitar toda la información acerca del destino final sufrido por personas “detenidas desaparecidas”. Alegó para ello que el derecho a la verdad no significa otra cosa que la obligación por parte del Estado de proporcionar todos los mecanismos que estén a su disposición para determinar el destino final de los desaparecidos 8 9 C.S.J.N. F: 321:2767. C.S.J.N. F: 321:2031. 8 entre 1976 y1983. La medida fue ordenada y la respuesta fue que: “no obraban antecedentes en el ámbito de la fuerza”. Ante ello la parte agraviada solicitó una serie de medidas de prueba dirigidas a diversos organismos en los cuales podrían registrarse datos para la investigación. La Cámara denegó las medidas argumentando que excedía su jurisdicción atento lo dispuesto por las leyes de obediencia debida y punto final. Llegado el caso a la Corte, la mayoría entendió que las diligencias de investigación tenían por finalidad comprobar la existencia de un hecho punible y descubrir a los autores, lo que implicaba la reapertura del proceso y la actividad jurisdiccional contra quienes habían sido sobreseídos por las conductas que dieron lugar a la formación de la causa ya que carecía de toda virtualidad la acumulación de prueba de cargo sin un sujeto pasivo contra el cual pudiera hacerse valer. Por su parte la disidencia con sustento en el derecho a la verdad con rango constitucional y en el respeto por la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos entendió que la sentencia de grado estaba teñida de arbitrariedad. Consideró que la pretensión deducida en ningún momento estuvo orientada a lograr una pena. El hecho que la persecución penal se encuentre clausurada no implica el cierre de la investigación, ni la posibilidad de verificar las circunstancias en que los hechos se produjeron. Asimismo, la pretensión intentaba acceder a las bases de datos de los organismos del Estado como medio para acceder al derecho a la información. En referencia con la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas, se sostuvo que los términos de la misma obligan a una interpretación armónica y complementaria de aquella en integración con la norma constitucional y que la Corte Suprema debe velar por el cumplimiento del derecho internacional. En el Caso Urteaga, aún con diferencias argumentales, se imponen los argumentos de la disidencia del Caso Suárez Mason y queda habilitado dentro del sistema el derecho a la verdad, a la información y a la investigación del ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Dónde? y ¿Quiénes?. Otro ejemplo jurisprudencial de protección al derecho a la verdad y a agotar la investigación que permita conocer detalles y destino final de las víctimas de la dictadura militar es el Caso Hagelin10. En esta causa la Corte Suprema de Justicia de la Nación debió pronunciarse en el rechazo de pedido de reapertura de las actuaciones para investigar la desaparición de la hija del actor, sustentado en que se había firmado un acuerdo de solución amistosa por el que se había hecho efectivo un monto indemnizatorio, al mismo tiempo que se había renunciado a todo otro reclamo por cualquier concepto. Debe destacarse que el convenio de referencia fue firmado a partir de una petición formulada ante la Comisión Americana de Derechos Humanos. Dicha petición fue interpuesta con motivo del incumplimiento del Estado argentino de una sentencia judicial que ordenaba el pago de la indemnización solicitada, dictada por los tribunales del país. Que, tal como lo reconoce el fallo de la Corte, la cuestión sometida a debate era la interpretación y alcance del Acuerdo de Solución Amistosa firmado entre el Estado argentino y el recurrente. El Tribunal sostuvo que: 1.- El recurrente no ejerce la acción penal sino que se ha presentado como particular damnificado. 2.- El haber percibido la indemnización no lo priva de interés para actuar respecto del objeto de la pretensión. 3.- Se busca la verdad histórica y se encuadra en episodios de trascendencia ética e institucional. 4.- El Estado tiene el deber de suministrar todos los datos que tenga de una persona desaparecida. 10 La mayoría de la Corte se configuró con la adhesión de los Dres. Belluscio y Moline O′Connor al dictamen del Procurador General y con los votos concurrentes por sus propios fundamentos de los Ministros Maqueda, Fayt, Boggiano, López y Petracchi. El Dr. Vázquez voto en disidencia. 9 A su vez, los votos concurrentes formularon fundamentos para fortalecer las premisas enunciadas, los que al mismo tiempo permiten verificar algunas pistas acerca de la línea que está siguiendo el Tribunal, en una etapa de integración distinta11 y en un contexto político diferente. Algunos de ellos son: 5.- El reconocimiento amplio de los derechos de las víctimas.12 6.- El derecho a la reparación económica es independiente del derecho a reclamar la investigación y la sanción. 7.- Cualquier legislación o accionar que importe excluir a las víctimas de protección viola la garantía de protección judicial efectiva.13 8.- La Convención Americana sobre Derechos Humanos impone a los estados partes el deber de tomar todas las medidas necesarias para remover los obstáculos al ejercicio de los derechos que la Convención reconoce. 9.- La interpretación de la renuncia efectuada en el acuerdo amistoso debe efectuarse en relación estricta con la pretensión que constituyó el objeto de la denuncia efectuada ante la Comisión Interamericana. Pretensión que sólo perseguía obligar al Estado argentino a pagar el monto de la indemnización fijada en una sentencia firme incumplida. 10.- El derecho al conocimiento de la verdad y a la persecución penal no puede verse limitado por el cobro de la indemnización. 11.- El derecho a la verdad se extiende a aquellas personas unidas por lazos familiares a la persona desaparecida. 12.- El deber de los estados nacionales de garantizar la tutela judicial efectiva no es excluyente del derecho de los familiares de los desaparecidos a proseguir la persecución penal. La protección efectiva del derecho a la verdad y del derecho a la información presupone integrar a los familiares de las personas desaparecidas, en su condición de víctimas de sucesos atroces, a la investigación concreta de situaciones hasta la fecha desconocidas con los consiguientes efectos que las comprobaciones pueden acarrear en cuanto a eventuales responsables y naturaleza de los delitos. En el caso siguiente es posible apreciar la relevancia que van adquiriendo las alternativas judiciales abiertas. 3.- Sustracción de menores y supresión de identidad. El 21 de agosto de 2003 la Corte Suprema se pronunció en el Caso Videla, en el cual el defensor de quien fuera integrante de la Primera Junta Militar había opuesto la excepción de cosa juzgada y falta de jurisdicción. El ex presidente de facto Jorge Rafael Videla fue juzgado, junto al resto de los integrantes de las juntas militares del período 1976/1983, y condenado por varios delitos todos ellos individualizados en aquella oportunidad- y absuelto por otros.14 11 A la fecha se han producido tres vacantes en el Tribunal. Dos por renuncia y una por juicio político. Una sola vacante ya ha sido cubierta por el Dr. Eugenio Zaffaroni. Se encuentra en trámite el procedimiento para cubrir las otras dos, en las cuales se han propuesto a la Dra. Carmen Argibay y a la Dra. Elena Highton de Nolasco. 12 La Corte Interamericana de Derechos Humanos al pronunciarse en el Caso Velázquez Rodríguez -sentencia del 21/7/89-, sobre la procedencia de una indemnización compensatoria sostuvo el deber del Estado de investigar mientras se mantenga la incertidumbre sobre la suerte final de la persona desaparecida, deber al que se suma el de prevenir desapariciones forzadas y sancionar a los responsables de tales hechos. 13 Convención Americana de Derechos Humanos artículos 8 y 25. 10 En este caso se investigaba la posible comisión de los delitos de sustracción de menores, nacidos en el cautiverio de sus madres detenidas -desaparecidas, falsificación de documentos y supresión y suposición de estado civil de cinco menores hoy mayores de edad-, delitos todos ellos excluidos en forma expresa de los beneficios de la ley de punto final y obediencia debida. La excepción de cosa juzgada opuesta por la defensa del imputado se sustentaba en el argumento de haber sido ya juzgado por tales hechos, ya que la causa en la que había sido condenado se refería a todos los delitos que pudieran haber cometido los integrantes del ejército durante el período de su desempeño (en el Caso de Videla 1976/1978). La sentencia recaída en esta causa es trascendente no sólo a los efectos de analizar el sentido y alcance de la misma en el caso concreto sino que en algunos de los votos es posible vislumbrar algún standard de posible aplicación al tiempo de pronunciarse nuevamente sobre la constitucionalidad o inconstitucionalidad de las leyes del perdón. En relación con la alegación de violación a la garantía de cosa juzgada, ligada al presupuesto de non bis in ídem, el Tribunal indicó: 1.- La procedencia de la excepción de cosa juzgada requiere que concurran tres identidades clásicas: identidad de persona, de objeto de persecución y de causa de persecución. La clave en el caso concreto es determinar si se dan las tres identidades y más precisamente si se trata de los mismos hechos. 2.- La imputación en el caso concreto se refiere a hechos cometidos contra personas determinadas los que no fueron imputados en la causa anterior. 3.- Cada proceso se refiere a un hecho o hechos individualizados y concretos. 4.- El sistema de garantías impide la imputación abstracta, por lo tanto el principio de defensa determina que no hay juicio sin acusación sobre hechos concretos. 5.- La garantía de cosa juzgada sólo pude hacerse valer respecto de hechos por los cuales se tomó declaración indagatoria pues constituían el objeto del proceso. En síntesis, el holding del fallo se centró en que no se trataba de los mismos hechos por los cuales habían sido oportunamente juzgados, y en su caso condenados o absueltos, lo que por tal razón no habían sido motivo de declaración indagatoria y que, además, no estaban previstos expresamente en el decreto que dio origen al juzgamiento en 1983. Una absolución en abstracto y a futuro respecto a hechos y víctimas no conocidos resulta inaceptable. En consecuencia, la Corte concluyó que la persecución penal estaba abierto por todos aquellos hechos que no hubieran integrado el objeto procesal de la causa anterior. El juzgador se encuentra ante hechos nuevos, que subsisten en forma autónoma e independiente de las conductas oportunamente juzgadas. En consecuencia, que en una causa se hayan investigado determinado número de casos no puede implicar la imposibilidad de promover acciones persecutorias, no conocidos al momento que se instruyó la causa o que eventualmente se estaban cometiendo respecto de aquellos otros hechos que eran independientes. Dos de los ministros del Tribunal hicieron referencia expresa a los criterios asumidos por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el Caso Barrios Altos15 y en relación con aquellos excluyentes de responsabilidad existentes en el derecho interno de los Estados parte 14 La causa judicial en la que se juzgó y condenó a los integrantes de las Juntas Militares tuvo su origen, como ya indicáramos, en el decreto 158/83, según el cual el Presidente de la Nación, en su calidad de Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, dispuso someter a juicio a los integrantes de las Juntas Militares que gobernaron el país a partir del 24 de marzo de 1976 y el art. 2° añadió que el enjuiciamiento se referiría a los delitos de homicidio, privación ilegal de la libertad y aplicación de tormentos a los detenidos, sin perjuicio de los demás que resulten autores inmediatos o mediatos, instigadores o cómplices los mencionados oficiales superiores. 15 Sentencia del 14 de marzo de 2001. 11 cuando se trata de la protección efectiva de los derechos humanos. En línea con tal doctrina la garantía de la cosa juzgada debe ser interpretada con fuertes restricciones en tanto y en cuanto puede significar impunidad.16 4.- Prueba compulsiva de sangre. Antecedentes. Supuesto de hijo de persona desaparecida. Hace pocos meses la Sala IV de la Cámara Nacional de Casación Penal, en la causa “Ferretón, Carlos Hugo”, y la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en la causa “Vázquez Ferrá”, la primera por unanimidad y la segunda por mayoría, han dejado sin efecto la prueba compulsiva de sangre ordenada por los tribunales de grado en la persona de un adulto, supuestamente víctima de los delitos de supresión de estado civil y sustracción de menores acaecidos durante la dictadura militar del período 1976/1983. Algunos precedentes de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en materia de extracción de sangre compulsiva como prueba de parentesco biológico tiene por objeto determinar algunas de las reglas jurídicas y estándares formalizados para hacer lugar a la medida o denegarla, al mismo tiempo, comprobar si aquellos fueron ponderados en el caso recientemente fallado, en el que se trataba de eventuales hijos de desaparecidos, víctimas de los delitos indicados en el párrafo anterior. En el marco de la responsabilidad internacional asumida por el Estado, y por supuesto a través de los poderes constituidos, he reseñado algunas de las respuestas brindadas a la fecha en temas profundamente relacionados con el que nos ocupa. En tal sentido es necesario evaluar el grado de coherencia institucional que existe entre la habilitación de los juicios de la verdad, la limitación del alcance de la cosa juzgada respecto de los delitos de sustracción de menores en las causas seguidas contra la cúpula militar de la última dictadura militar y, paralelamente, legitimar la negativa de una presunta víctima de tales delitos a someterse a la prueba de sangre para determinar el nexo biológico con la sola invocación del ejercicio de su derecho a no querer conocer su identidad. 1.- En el caso Muller, Jorge17 la causa llega a conocimiento de la Corte Suprema a raíz de un recurso extraordinario interpuesto por quien era el padre adoptivo de un menor adopción plena- impugnando una decisión judicial que ordenaba la extracción de sangre del menor adoptado para realizar un examen de histocompatibilidad como medio para establecer si existía o no correspondencia genética con personas que podrían ser abuelos de sangre del menor.18 En este contexto se efectiviza la negativa del padre adoptivo a producir la prueba hemática, alegando la incidencia que la medida tiene en garantías constitucionales 16 En su voto el Dr. Petracchi manifestó que a partir del Caso Barrios Altos,”han quedado establecidas fuertes restricciones a las posibilidades de invocar la defensa de cosa juzgada para obstaculizar la persecución penal respecto de conductas como las que se le atribuyen a Jorge Rafael Videla... corresponde rechazar en el caso toda interpelación extensiva del alcance de cosa juzgada que impidiera la persecución penal del imputado por hechos que constituyen violaciones graves a los derechos humanos.” Por su parte, el Ministro Maqueda sostuvo que”: al momento de juzgar la proporcionalidad de las restricciones de derechos que todo proceso penal conlleva ya no basta contraponer el interés legítimo estatal con el de la persona que soporta la restricción sino que deben ponderarse los derechos de las víctimas...” agregando que: “en concordancia con lo resuelto por la Corte Interamericana en el Caso Barrios Altos... son inadmisibles las disposiciones de amnistía, las disposiciones de prescripción y el establecimiento de excluyentes de responsabilidad que pretendan impedir la investigación y sanción de los responsables de las violaciones graves de los derechos humanos... prohibidas por contravenir derechos inderogables reconocidos por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos...” 17 CSJN Fallos: 313:1113. 18 El hecho inicialmente investigado era el abandono de un menor de pocos meses, hallado en la vía pública. Los supuestos abuelos se presentan en la causa manifestando que ciertas circunstancias los inducían a suponer que el menor abandonado podría ser su nieto. Agregan un documento de identidad. De las diligencias probatorias ordenadas surgió que la edad del menor no coincidía y que el documento de identidad agregado se había confeccionado sobre un certificado de nacimiento adulterado. En síntesis, las circunstancias de la causa demostraron la inexistencia de pruebas indicativas de identidad entre el menor cuyo abandono se había investigado y aquel que aparecía en el documento falsificado. 12 involucradas en el caso: igualdad, debido proceso, defensa en juicio, privacidad, por ser lesivo del ámbito individual que protege el artículo 19 de la Constitución Nacional.19 La regla que parece dar sustento al voto de la mayoría es la que sostiene: “... que las normas que confieren atribuciones amplias a los jueces para disponer medidas de prueba deben entenderse razonablemente dirigidas a la averiguación de los hechos presuntamente delictivos que constituyen el objeto sumarial (artículo 178 y 180 del Código de Procedimiento Penal) y no otro cualquiera. Así lo corrobora el artículo 322 del mismo código ritual al exigir que el hecho o circunstancia sobre el que ha de recaer el examen pericial sea “pertinente a la causa””20. Asimismo, el principio general enunciado se fortalece con la remisión expresa a los fines que persigue la adopción plena y a la normativa que la regula. En cuanto a la naturaleza de la medida el Tribunal reconoce que importa someter a un menor de edad, que no es víctima del hecho de la causa -falsificación documento- y a quien no se le imputa acto antijurídico alguno, a una prueba que presupone ejercer cierto grado de violencia, por mínima que sea, sobre su cuerpo lo que por sí invade su esfera íntima. Y a partir de esta apreciación y luego de analizar diversas normas jurídicas derivadas del artículo 19 de la Constitución Nacional (Art. 910 y 629 Código Civil; 378 del Cód. Proc. Civil y Comercial de la Nación; Art. 316 del C.P.P.), concluye sosteniendo que: “si bien el proceso penal ofrece características propias, por la incidencia del interés de la sociedad en la investigación y castigo de los delitos, ese interés no justifica que para colectar pruebas incriminatorias pueda perpetrarse un atentado a la integridad física de una persona que no es imputada ni víctima del hecho de la causa”. 21 Los votos en disidencia pusieron su acento en el alcance del artículo 19 de la Constitución Nacional y la protección del interés del menor; el carácter no traumatizante de la prueba en sí misma; la ligazón entre interés del menor y la determinación de la identidad, toda vez que: “... nada duradero parece poder fundarse a partir de la ignorancia consciente de la verdad por lo que cabe valorar positivamente la producción de la prueba en cuestión que puede conducir, en el caso a aquélla.22 La estrecha relación entre derecho a la identidad de origen; el acceso a la verdad y la no obstrucción del camino para reconocerla parecen principios y valores de raigambre constitucional y constituyen algunos de los problemas que tenemos que resolver cuando son otros los sujetos en conflicto. 2.- En el caso “H.G.S. y otro”23, se investigaban las entregas a terceros de niños de corta edad, sustraídos de sus padres, a cambio de una suma de dinero. Entre los imputados se encuentra quien habría oficiado de entregador. Matrimonios supuestamente receptores de los niños son citados a prestar declaración indagatoria. En uno de esos casos se solicitó la prueba hemática, resistida por los presuntos padres. Para resolver acerca de la procedencia de la medida ordenada la Corte evalúa que: a. La menor es la víctima y quienes se oponen a la medida los presuntos autores de los delitos que se investigan. b. La negativa a la realización de la prueba impide conocer el nexo biológico que dicho examen tiende a acreditar o descartar. 19 El artículo 19 de la Constitución Nacional dispone:" Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados. Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley ni privado de lo que ella no prohíbe.” 20 21 22 23 Considerando 15 del fallo en análisis. Considerando 16 del fallo en análisis. Considerando 8 del voto en disidencia del Dr. Carlos Fayt. CSJN Fallos: 318:2518. 13 c. Los hechos que originan las actuaciones han consistido en la separación de los niños recién nacidos de sus padres biológicos y la posterior eventual supresión y suposición de estado civil y falsedad ideológica de documento público. d. La medida dispuesta guarda relación directa con el objeto procesal de la causa, es conducente para el esclarecimiento de los hechos y no excede los límites propios del proceso en que fue dispuesto. e. No se afecta la garantía constitucional que prescribe que nadie está obligado a declarar contra sí mismo (Art. 18 C.N.) ya que desde antiguo el Tribunal ha sostenido que lo prohibido es compeler física o moralmente a una persona con el fin de obtener expresiones que debieran provenir de su libre voluntad pero ello no implica prescindir de evidencias de índole material, como es la prueba de sangre. f. Son relevantes aspectos relativos a la naturaleza de la prueba, a la ínfima perturbación en relación con los intereses superiores que importan la persecución del crimen para resguardar a la sociedad; la negativa a la extracción de sangre no se dirige a proteger el derecho a disponer del propio cuerpo sino a obstaculizar una investigación criminal, en la que quienes se niegan son los imputados y el menor es la víctima, es decir que afecta derechos de terceros; la prueba no constituye prueba humillante o degradante; la intromisión en el cuerpo se encuentra justificada pues en el proceso penal tiene especial relevancia y debe ser siempre tutelado el interés público que reclama la determinación de la verdad en el juicio; la norma destinada a regir los procesos de filiación no debe aplicarse al ámbito penal pues tienen causa, objeto y finalidad diferente. g. No puede prescindirse del derecho a la identidad del menor y a su sustento constitucional con especial mención de la Convención de los Derechos del Niño. h. La existencia de una razón de justicia exige que el delito comprobado no rinda beneficios. 3.- Los hechos investigados en la causa “Guarino, Mirta Liliana”24 se referían a la separación de un niño recién nacido de sus padres, hoy desaparecidos, mientras estos se encontraban detenidos durante la última dictadura militar. Según datos aportados por el que podía ser abuelo biológico del niño -querellante- la víctima de la retención u ocultamiento y de la supresión de estado civil podría encontrarse en poder de uno de los matrimonios imputados. Tanto el matrimonio en cuestión como la representante del menor impugnan la realización del examen de histocompabilidad invocando expresas garantías constitucionales tales como el derecho a la intimidad, a la salud, a la integridad física, entre otros. El dictamen del Procurador hace expresa remisión a las reglas elaboradas por la Corte Suprema en el caso “H.G.S. y otro”, y considera que en el caso no se dan los presupuestos ya que la medida no es el resultado de una labor investigativa que permitiera sospechar fundadamente que el menor no es el hijo biológico de quienes se aparecen como sus padres. La “orfandad probatoria” debilita la justificación adecuada de la razonabilidad de la medida dispuesta. Sin embargo la Corte Suprema confirma la medida, ratificando las siguientes reglas: a. La validez constitucional de la medida doctrina del fallo “H.G.S. y otro”. -extracción de sangre compulsiva- conforme b. La medida compulsiva ordenada debe realizarse sobre el menor, y no sobre los imputados razón por la cual no hay relación alguna con el principio de inocencia. c. Al establecer que la medida en sí misma no afecta garantías constitucionales, negar su cumplimiento afectaría lo establecido en el artículo 75, inciso 22, circunstancia que podría ocasionar la responsabilidad del Estado. 24 CSJN Fallos: 319:3370. 14 d. En las particulares circunstancias del caso “la prueba ordenada aparece como el medio para poner pronta y eficaz solución a la situación del menor”. e. Medidas como las decretadas están dirigidas a la averiguación de los hechos, lo que constituye el fin y el objeto de todo proceso. Ahora bien ¿es constitucionalmente sustentable sostener que algunas de las reglas elaboradas en estas causas pierden toda relevancia cuando la prueba de sangre compulsiva se dispone respecto de un adulto, víctima de los delitos que se investigan? ¿Corresponde en este último supuesto otorgarle al derecho a la privacidad un alcance absoluto? ¿La negativa a conocer la identidad en el marco de un proceso penal, en el cual se investiga la apropiación de menores y supresión de estado civil y en el que se comprometen derechos y garantías de otros sujetos y de la sociedad en su conjunto, está alcanzada por la protección del artículo 19 de la Constitución Nacional? 4.- Caso Ferretón. Caso Vázquez Ferrá. Posición de la Corte. Una respuesta constitucional alternativa. En ambas causas se somete a decisión judicial la procedencia de una prueba compulsiva de sangre ordenada en un proceso en el que se investiga la sustracción y sustitución de estado civil de menores, apropiados durante la última dictadura militar, mayores de edad a la fecha, y que no aceptan someterse voluntariamente a la medida. Los imputados son los aparentes padres adoptivos y los querellantes los supuestos familiares biológicos. La cuestión a dirimir se centra en un acto de naturaleza conminatorio dispuesto por uno de los poderes públicos frente al que se reclama protección de derechos y garantías de raigambre constitucional. El conflicto moral al que referí al comienzo de este comentario está configurado por la indudable presencia de sufrimientos éticos, espirituales, psíquicos y físicos que embargan a quienes se han convertido en víctimas inocentes de actos aberrantes. Sentimientos absolutamente intransferibles. Sin embargo, planteado el conflicto de razones y valores, el ordenamiento jurídico y su interprete, en este caso el Poder Judicial, no tiene otra alternativa que dar una respuesta. Una respuesta que, desde la justicia imperfecta de los hombres, intenté armonizar aún lo que no parece conciliable. A tales fines, no es posible transitar el camino si previamente no se individualizan claramente quiénes son las víctimas de los hechos que han dado lugar a la persecución penal concreta. Quiénes, ya sean por los derechos invocados, por los valores defendidos o por los intereses representados, están directamente afectados por la resolución a la que se arribe en la contienda judicial. 1.1.- El adulto, victima del presunto delito que se investiga, y sobre quien se ordena la prueba compulsiva, pese a su negativa a producirla. 1.2.- Los familiares biológicos, también víctimas del presunto delito, para quienes la prueba hemática representa la certidumbre del vínculo para cerrar una parte de la historia o proseguir la búsqueda. 1.3.- El estado, en representación de los intereses de la sociedad que se traducen en lo que se presupone son valores institucionales que exceden a las partes y que, además, se verían fuertemente comprometidos ante una eventual responsabilidad de los poderes públicos en el ámbito internacional. 15 Ante la envergadura del conflicto cabe preguntarse si, al revocar la medida ordenada, los fallos de referencia no han incurrido en una visión sesgada de los sujetos comprometidos, de los fines concretos y de las consecuencias valiosas y disvaliosas en orden a aquellos. Ahora bien, corresponde precisar los derechos, deberes y garantías que se ponen en juego desde la visión de cada uno de los protagonistas del litigio a resolver. En tal sentido, desde la persona sobre la que se ordena la prueba compulsiva se invocan como afectados el principio que veda la autoincriminación (Art.18 C.N.); el derecho a la privacidad -entiendo necesario discernir entre intimidad corporal e intimidad personal, encuadrando en este último supuesto el alegado derecho a no conocer la identidad- y el derecho a la integridad física, psíquica y moral. Desde los querellantes, -cuya consideración está prácticamente ausente en los fallos en cuestión- el derecho a la protección de la familia, teniendo en cuenta que se trata del grado de protección que merece en el sistema la eventual familia biológica; el derecho a la información veraz; el derecho al esclarecimiento de los hechos y a la eventual sanción de los responsables; el derecho a la verdad. Desde la sociedad, el derecho a que se preserve la persecución penal contra los presuntos responsables; el derecho a la sanción de los autores de los delitos; el derecho a la verdad como derivación del principio preambular de afianzar la justicia, todos ellos además garantías del estado constitucional de derecho. Respecto de los intereses estaduales en juego no es posible hacer abstracción de eventuales responsabilidades en sede internacional ya que la naturaleza de los delitos investigados derivan de otros delitos de lesa humanidad expresamente condenados en los Tratados Internacionales de Derechos Humanos reconocidos con jerarquía constitucional en los términos del artículo 75 inciso 22. En tal sentido, el Preámbulo de la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas expresa que los hechos condenados en ella violan “múltiples derechos esenciales de la persona humana” y, en razón de ello, el artículo 12 dispone que: “Los Estados Partes se prestarán recíproca cooperación en la búsqueda, identificación, localización y restitución de menores que hubieran sido trasladados a otro Estado o retenidos en éste, como consecuencia de la desaparición forzada de sus padres”. ¿Es posible interpretar, con justificación racional suficiente, que las obligaciones que asume el Estado argentino para revertir las consecuencias terribles de delitos de lesa humanidad y sancionar a los responsables quedan neutralizadas en aquellos casos concretos en los cuales se investiga, justamente, la apropiación y sustitución de estado civil de un menor, por el simple hecho que aquel menor sea mayor de edad y no acepte voluntariamente la prueba de sangre? Provoca idéntica reflexión lo manifestado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en el Informe Anual 1985-1986 en el que, al referirse a los campos en los cuales debían tomarse medidas para dar mayor vigencia a los derechos humanos, manifiesta que: ”Toda la sociedad tiene el irrenunciable derecho de conocer la verdad de lo ocurrido, así como las razones y circunstancias en que aberrantes delitos llegaron a cometerse, a fin de evitar que esos hechos vuelvan a ocurrir en el futuro. A la vez nada puede impedir a los familiares de las víctimas conocer lo que aconteció con sus seres más cercanos. Tal acceso a la verdad supone no coartar la libertad de expresión, la que claro está deberá ejercerse responsablemente; la formación de comisiones investigadoras cuya integración y competencia habrán de ser determinadas conforme el correspondiente derecho interno de cada país o el otorgamiento de los medios necesarios para que sea el propio Poder Judicial el que pueda emprender las investigaciones que sean necesarias...”. En esta compleja trama de derechos, garantías y obligaciones la aplicación del principio de armonización sugiere, tal como en alguna oportunidad lo ha dicho la Corte Suprema de Justicia de la Nación que: “... la interpretación de la Constitución Nacional no debe efectuarse de tal modo que queden frente a frente los derechos y deberes por ella enumerados, para que se destruyan recíprocamente, antes bien ha de procurar su armonía dentro del espíritu que les 16 dio vida; cada una de las partes ha de entenderse a la luz de las disposiciones de todas las demás, de tal modo de respetar la unidad sistemática de la Carta Fundamental”.25 En línea con lo expuesto, y de acuerdo con las particulares circunstancias del caso y de conformidad con lo dispuesto en el artículo 75 inciso 22 de la Constitución Nacional, los criterios para determinar el alcance de los derechos fundamentales, las restricciones o, en su caso, el contenido esencial, requiere ser reformulado de manera de integrar los derechos individuales singularmente considerados con los intereses legítimos sociales y estaduales presentes así como con los derechos de todas las víctimas -directas o indirectas- de los hechos cuestionados y motivo de la persecución penal. Los planteos traducen una tensión entre el interés de la sociedad en la investigación y castigo de los delitos, entre los derechos y valores que pretende satisfacer aquellos que necesitan definir el nexo biológico y entre los derechos a la intimidad, a la libertad de disposición corporal y a la integridad física que intenta resguardar la presunta víctima de los delitos. Las cuestiones a resolver pueden ser formuladas de la siguiente forma: • ¿La extracción de sangre compulsiva incide en el ámbito constitucionalmente protegido de los derechos y garantías de la persona obligada? • ¿Es posible admitir que en orden a las particulares circunstancias del caso el nivel constitucional de protección debe ceder razonablemente? • ¿En tal caso, el sacrificio impuesto al derecho fundamental invocado es susceptible de alcanzar justificación constitucional objetiva y razonable? El derecho a no conocer la identidad, aún suponiendo que estuviera alcanzado por las disposiciones del artículo 19 de la Constitución Nacional, podría encontrar su contra argumento en el derecho de las otras víctimas de los hechos sometidos a investigación a constatar el vínculo biológico. Circunstancia esta que, por otra parte, se convierte en la clave de la persecución penal de los imputados. El problema pareciera desplazarse desde el mero encuadre constitucional de los derechos hacia la relación de estos con la naturaleza y características de la medida dispuesta y su relación con los propósitos perseguidos En orden con el criterio expuesto, la primera cuestión es analizar el derecho a la privacidad, y el derecho a la integridad física. En cuanto al derecho a la privacidad es posible distinguir dos aspectos. La intimidad corporal, ligada al pudor y el recato, y la intimidad personal, entendida como el ámbito propio y de reserva frente a la acción y conocimiento de los demás. En relación con la integridad física es posible diferenciar, tal como lo ha hecho el Tribunal Constitucional Español a quien sigo en este tema,26 la intervención corporal y los registros e inspecciones corporales. Mientras que la primera apunta a la extracción del cuerpo de determinados elementos internos o externos para el informe pericial, la segunda supone una invasión más profunda, dentro de las cuales se ubican los exámenes ginecológicos, ruedas de reconocimiento etc. El fin de tales medios probatorios es averiguar circunstancias relativas al hecho punible o a la participación del imputado. En tal sentido la prueba hemática puede catalogarse, tal como lo ha considerado el derecho comparado, como una medida de intervención corporal categorizada como leve. Sin 25 CSJN Fallos: 312:196. 26 Sentencia 02/07/1996. En este pronunciamiento el Tribunal analiza cuestiones similares a las tratadas en este comentario. Es importante distinguir en dicho pronunciamiento aquellos criterios que hacen a la armonización y ponderación como pautas generales de análisis y su posterior aplicación al caso concreto para habilitar o denegar la medida de prueba. 17 embargo está relacionada con lo que a través de ella pueda averiguarse o conocerse y con el grado de afectación que produce, lo que la interrelaciona con la intimidad personal. La primera conclusión que surge es que se constata que hay aspectos, tanto de la integridad física, ello con independencia de no existir lesión o menoscabo del cuerpo, como de la intimidad personal, efectivamente involucrados en la prueba de sangre en general y, en la compulsiva en particular. Ante tal verificación la aplicación automática de la subsunción daría como respuesta la violación al artículo 19 de la Constitución Nacional. Sin embargo la norma constitucional establece límites que deberían ser tenidos en cuenta para la solución final del litigio pero que requieren encontrar los parámetros fuera del sistema normativo expreso. En tal recorrido el desplazamiento hacia la ponderación de la medida en términos del principio de razonabilidad brinda una pauta que no debiera ser desoída. El interrogante que se agrega es si la medida compulsivamente dispuesta supera el test de constitucionalidad a partir de la comprobación de tres subprincipios: a. La condición de idoneidad, referida al logro del objetivo al que va dirigida. Grado de certeza o eficacia para dirimir un interrogante sustantivo. Que sirva objetivamente para determinar los hechos que constituyan el objeto del proceso penal. b. La condición de necesaria, imprescindible para obtener el o los objetivos propuestos. ¿Existe otra medida que represente idéntica eficacia en relación con los fines perseguidos en el caso concreto? ¿Existen medios menos gravosos para obtener idéntico resultado? ¿El grado de certeza que ofrece la medida es una dato relevante a considerar? c. La condición de proporcionalidad, que hace al equilibrio y a la moderación de la afectación. Produce más ventajas que desventajas respecto al interés general, a los intereses estaduales y a los intereses individuales involucrados. Los tres subprincipios implican juicios valorativos y de ponderación pero al mismo tiempo tienen la capacidad de demostrar, lo más objetivamente posible, la fuerza de la justificación para tomar una decisión a favor o en contra. La primera aproximación a una propuesta de regla podría sintetizarse en la necesidad de ponderar el grado de intromisión al ámbito de derechos protegidos constitucionalmente que ocasiona la medida dispuesta, en relación con las condiciones de idoneidad, de necesidad y de proporcionalidad que acredita la misma para asegurar lo más integralmente posible los fines constitucionalmente legítimos que guiaron su imposición y el fundamento de razonabilidad que encuentra dentro del sistema constitucional. En el estado constitucional de derecho las decisiones de los poderes públicos deben cumplir con el requisito sustantivo de suficiente justificación. Y la justificación nunca puede ir desprendida de las implicancias de hecho y de derecho que se irrogan. Si así fuera será sólo aparente porque más allá del esfuerzo se habrá apartado de algunos de los valores en los que se sustenta el sistema democrático republicano. Frente a un conflicto jurídico rara vez hay una sola respuesta. El gran requerimiento es asignarle sentido al sistema y resolver lo más adecuado en orden a las circunstancias fácticas y jurídicas que nunca son ajenas al reconocimiento de valores. A la fecha se ha presentado en el Congreso de la Nación un proyecto de ley regulando la prueba compulsiva de sangre. V CONCLUSIONES. CONFLICTOS Para el sistema democrático constitucional de la República Argentina las cuestiones reseñadas, y los conflictos a que dan lugar, tienen un fuerte impacto institucional y necesariamente obligan a reformular el alcance de ciertos principios fundamentales de la norma base, así como la interacción, complementación y no contradicción de aquellos con los receptados en los Tratados de Derechos Humanos reconocidos con jerarquía constitucional. 18 El principio preambular de “afianzar la justicia”, reconocido con carácter operativo por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, 27 tiene relación directa con el resultado valioso o disvalioso de la toma de decisión en términos generales y con la decisión jurisdiccional en cada caso concreto. Y aquel objetivo encuentra concreción en el mandato constituyente expreso del artículo 28 que al disponer que: "los principios, garantías y derechos reconocidos en los anteriores artículos no podrán ser alterados por las leyes que reglamenten su ejercicio" irradia su directriz a los poderes constituidos sin excepción. A partir de la Reforma de 1994 el principio de afianzar la justicia y la directiva del artículo 28 se han visto complementados con lo dispuesto en el artículo 75 inciso 22, conformando de tal manera un bloque de constitucionalidad que necesariamente supone una fuerte posición valorativa y que, al mismo tiempo, induce a la adopción de una metodología de análisis que asegure respuestas coherentes con los principios y valores que el sistema pretende resguardar. La consecuencia de tal tabla axiológica es que los derechos fundamentales, el principio de supremacía constitucional y las garantías consagradas en el texto fundamental son los ingredientes trascendentes para el éxito de la justicia constitucional. Ahora bien, cuando del ejercicio de los derechos se trata, el principio según el cual no hay derechos en su ejercicio absoluto (primer párrafo del Art. 14 C.N.) incorpora un dato relevante, ya no sólo desde lo individual sino especialmente desde la convivencia social. Pero al mismo tiempo plantea un conflicto. Ya que, sin duda uno de los grandes desafíos del derecho constitucional es la coexistencia pacífica de los diversos derechos reconocidos conforme su diversa naturaleza y, en razón de ello, resolver la tensión permanente entre la actividad de los derechos y sus límites. En ese punto de intersección se sitúa la justicia constitucional. En tal sentido, el principio constitucional que pregona que las declaraciones, derechos y garantías deben ser interpretados de modo de asegurar su goce efectivo y pacífico conduce al concepto de armonización. La búsqueda de correspondencia entre aquellos es el resultado querido y, por lo tanto, obliga al intérprete de la norma fundamental a instrumentar un procedimiento de análisis que brinde pautas para ponderar las diversas variables circunstancias- a tener en cuenta al momento de sellar la respuesta. El fin constitucionalmente perseguido es la armonía, entendida como el arte de formar y enlazar los derechos que aparentemente están en conflicto. Tal vez es más adecuado visualizar el conflicto constitucional como un conjunto de razones contrapuestas que siempre ponen en evidencia enfrentamiento de principios, valores y matices de apreciación, las que no pueden ser independizadas de los fines constitucionalmente legítimos que deben ser profundamente considerados. Por lo tanto, reconocido que el sistema constitucional conforma un todo coherente y armónico, es doctrina reiterada de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que “la interpretación de las normas constitucionales ha de realizarse de modo que resulte un conjunto armónico de disposiciones con una unidad coherente. Para obtener dicha unidad la correcta inteligencia de sus cláusulas no alterará el equilibrio del conjunto dentro del cual cada parte ha de interpretarse a la luz de todas las demás... “28 y, como derivación de tal doctrina, deben privilegiarse las opciones interpretativas que optimicen su eficiencia y den por resultado la respuesta más adecuada en relación con las posibilidades fácticas y jurídicas del caso concreto. 27 CSJN Fallos: 302:1284. CSJN Fallos: 167:121; 190:571; 194:371; 240:311 entre otros. 28 19 Por aplicación de los principios enunciados, a modo de síntesis final y sin que ello agote el tema, es posible concluir que: A.- El reconocimiento del derecho a la verdad y del derecho a la información ha habilitado planteos judiciales que tengan por objeto tal pretensión, permitiendo el esclarecimiento de hechos y circunstancias y la individualización de lugares y responsables. B.- La no oponibilidad de la garantía de cosa juzgada cuando se trate de hechos nuevos y con víctimas individualizadas, extremos desconocidos al tiempo de los juzgamientos, es una regla construida a partir del Caso Videla y de aplicación a las Juntas Militares ya juzgadas oportunamente por otros delitos. C.- Es necesario que la Corte Suprema se pronuncie nuevamente acerca de la constitucionalidad o inconstitucionalidad de las leyes de perdón en cada uno de los casos en los que se ha revisto la cuestión, por aplicación directa de los Tratados Internacionales, como único camino constitucional para verificar en concreto el modo de integrar la garantía de cosa juzgada, la de non bis in ídem, la imputación de un delito desconocido al tiempo de dictado de la normativa y su eventual declaración de inconstitucionalidad. La declaración de nulidad absoluta de las leyes del perdón configura una decisión de manifiesta naturaleza política pero sólo la declaración de inconstitucionalidad de las normas por la Corte Suprema de Justicia de la Nación permitirá en principio la persecución penal de aquellos que fueron beneficiados. Ello, por el momento, siempre que se trate de sujetos no traídos a juicio en aquella oportunidad o, en su caso, que se trate de hechos nuevos, desconocidos al tiempo en que fueron sometidos a proceso. La justicia constitucional es algo más que la justicia a secas. Supone una cualidad del sistema que sólo se percibe en acción en cada oportunidad que debe resolverse un conflicto constitucional 20