Neumonía aguda y sistema cardiovascular

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Neumonía aguda y sistema cardiovascular
(Cortesía de IntraMed.com)
Una enfermedad que no se limita a los pulmones
Las complicaciones cardíacas tienen un efecto importante en la evolución clínica de los pacientes con
neumonía y se relacionan independientemente con un aumento de la mortalidad a corto plazo.
Dres. Vicente F Corrales-Medina, Daniel M Musher, Svetlana Shachkina, Julio A Chirinos
Introducción
La neumonía y la enfermedad cardíaca son las
causas principales de morbilidad y mortalidad
en todo el mundo. En EE. UU., la neumonía
adquirida en la comunidad (NAC) afecta a más
de 5 millones de adultos, provoca más de 1
millón de hospitalizaciones y 60.000 muertes
por año, mientras que la enfermedad cardíaca
afecta a más de 30 millones de adultos y es la
causa de 5 millones de hospitalizaciones y
más de 300.000 muertes anuales. En Europa,
las cifras son similares.
La neumonía y la enfermedad cardíaca suelen coexistir en el mismo paciente. Por ejemplo, más de la
mitad de los pacientes ancianos hospitalizados por neumonía también tiene trastornos cardíacos
crónicos —una asociación que se hará más frecuente a medida que la población envejezca-.
Los investigadores han reportado una incidencia elevada de complicaciones cardíacas durante el curso
de la NAC y han demostrado que las mismas se relacionan en forma independiente con un aumento de
la mortalidad a corto plazo. Teniendo en cuenta esta asociación, es importante apreciar por completo la
magnitud del problema y conocer las consecuencias cardiovasculares de esa infección.
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Carga de complicaciones cardíacas en los pacientes con neumonía
Durante varias décadas los investigadores han observado que las infecciones respiratorias agudas
como la neumonía suelen preceder a los eventos cardíacos agudos, por lo que han propuesto la
existencia de una relación causal. En los casos específicos de síndromes coronarios agudos, esta
asociación satisface más los criterios de causalidad de Bradford Hill.
La elevada prevalencia de arritmias cardíacas después de un episodio de neumonía y el momento en
el que se produce esta asociación también sugieren que la neumonía es la causa de esas arritmias.
Aunque los argumentos respecto de la asociación entre la neumonía y la insuficiencia cardíaca podrían
ser similares, probablemente esta relación sea más compleja.
Los resultados de estudios clínicos sugieren que los pacientes con insuficiencia cardíaca tienen
disminuidas las respuestas inmunológicas, y la evidencia experimental indica que la congestión
pulmonar puede promover el crecimiento de bacterias comunes como Streptococcus pneumoniae y
Staphylococcus aureus en los pulmones.
Los datos epidemiológicos sugieren también que la insuficiencia cardíaca preexistente es un factor de
riesgo de neumonía. Por lo tanto, la relación causa-efecto entre la neumonía y la insuficiencia cardiaca
puede ser bidireccional. También se ha sugerido una relación causal entre las infecciones de otros
órganos (por ej., tracto urinario o gastrointestinal) y los eventos cardíacos agudos, pero aún no ha sido
descrita.
Aunque desde principios del siglo 20 los eventos cardíacos agudos han sido reconocidos como
complicaciones importantes en los pacientes con neumonía, la magnitud de este problema solo
recientemente ha comenzado a ser apreciada por completo.
En pacientes ingresados en el hospital con neumonía, un metaanálisis de 25 estudios que informaron
la incidencia de eventos cardíacos dentro de los 30 días posteriores al diagnóstico de informó tasas
acumulativas de insuficiencia cardíaca de reciente comienzo o empeorada (14%; intervalo 7-33%),
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arritmias de reciente comienzo o empeoradas (5%, intervalo 1-11%) y, síndromes coronarios agudos,
infarto de miocardio o angina inestable (5%, intervalo 1-11%).
Sin embargo, la mayoría de los estudios no utilizaron definiciones claras para los resultados
investigados, y para su comprobación se basaron en una revisión retrospectiva de historias clínicas, o
se limitaron a poblaciones de alto riesgo (por ej., veteranos, pacientes diabéticos y ancianos).
En su análisis de 2012 de un estudio prospectivo, multicéntrico, de cohortes que incluyó a 2.344
pacientes con NAC no seleccionados (1.343 hospitalizados y 944 ambulatorios), Corrales-Medina y col.
informaron la incidencia de complicaciones cardíacas bien definidas a los 30 días. En el grupo de
pacientes hospitalizados las tasas fueron: insuficiencia cardíaca , 21%; arritmias de reciente comienzo
o empeoradas 10% e infarto de miocardio 3%; en el grupo de pacientes ambulatorios, las tasas fueron
1,4%, 1,0% y 0,1%, respectivamente.
En general, las complicaciones cardíacas (definidas como cualquiera de los eventos antes
mencionados) se desarrollaron en el 27% de los pacientes hospitalizados y el 2% de los pacientes
ambulatorios. Hasta el 3% de los pacientes ingresados en el hospital con NAC sufrió un paro cardíaco.
La aparición de dos o más tipos de eventos cardíacos en un paciente con neumonía no es infrecuente
y se ha observado en el 20-40% de los pacientes que desarrollaron complicaciones cardíacas. En este
contexto, el diagnóstico de infarto de miocardio comúnmente está precedido por el diagnóstico de otros
eventos cardiacos (69% de los pacientes). En cambio, la insuficiencia cardíaca y las arritmias de
reciente comienzo o empeoradas son las que primero se reconocen, o los únicos eventos cardíacos, en
la mayoría de los casos, asociados a la neumonía (85% y 69%, respectivamente).
El riesgo de complicaciones cardíacas es mayor a los pocos días del diagnóstico de neumonía; casi el
90% de los eventos es reconocido dentro de los 7 días del diagnóstico, y más de la mitad es
identificado dentro de las primeras 24 horas.
Los factores de riesgo de complicaciones cardíacas son la edad avanzada (casi el 86% de las
complicaciones cardíacas se produce en personas ≥60 años), la residencia en una institución
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geriátrica, la enfermedad cardiovascular preexistente y la mayor gravedad de la neumonía en su
presentación. Sin embargo, casi un tercio de las complicaciones cardíacas asociadas a la neumonía se
produce en pacientes sin antecedentes de enfermedad cardíaca clínica; un cuarto de los casos ocurre
en pacientes de bajo riesgo de acuerdo con el puntaje del Índice de Gravedad de la Neumonía y, cerca
de las tres cuartas partes de los casos surge en pacientes en quienes la primera evaluación no indicó
la necesidad de ser internados en UTI.
Las complicaciones cardíacas tienen un efecto importante en la evolución clínica de los pacientes con
neumonía. Entre los pacientes internados por neumonía que no responden clínicamente al tratamiento,
casi un tercio tiene complicaciones cardíacas. Hasta el 50% de los pacientes con neumonía que
necesita tratamiento en UTI dentro de las 24 horas del ingreso a hospital, cumple con los criterios
diagnósticos de infarto de miocardio.
Las complicaciones cardíacas también son la causa directa o subyacente del 27% de las muertes
asociadas a la neumonía. Las muertes acaecidas dentro de los 30 días de diagnosticada la neumonía
son 5 veces más comunes en los pacientes con complicaciones cardiacas que en los pacientes sin
esas complicaciones. Incluso después del ajuste por el riesgo basal, las complicaciones cardíacas se
asocian con un aumento del 60% de mortalidad asociada a la neumonía a corto plazo, y son
responsables de 1 de cada 4 reingresos después de la hospitalización por neumonía.
Efectos de la neumonía sobre el sistema cardiovascular
El conocimiento actual de la respuesta cardiovascular a las infecciones en los seres humanos,
incluyendo la neumonía, deriva principalmente de estudios de pacientes críticamente enfermos con
shock séptico. Este trastorno se caracteriza por:
a) La incapacidad de la vasculatura periférica para contraerse a pesar del aumento de las
concentraciones de catecolaminas y de la actividad del sistema renina-angiotensina-aldosterona.
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b) La disfunción sistólica y diastólica del miocardio, sobre todo del ventrículo izquierdo, con cierta lesión
miocárdica expresada por el aumento de las concentraciones de troponinas séricas, en ausencia de
síndromes coronarios agudos reconocibles.
c) La disfunción autonómica cardíaca.
d) Los cambios sustanciales en la hemostasia, principalmente provocada provocados por la activación
de la vía extrínseca de la coagulación y por la supresión de la fibrinólisis.
e) El deterioro de las funciones hemostáticas del endotelio vascular.
f) La disfunción renal, que presumiblemente surge de muchos de los procesos anteriores o de otros
insultos renales primarios.
Aunque el shock séptico se produce en una minoría de pacientes con neumonía que se hospitalizan
(4%), en esta revisión los autores se ocupan de la evidencia de los estudios de pacientes con
neumonía que no necesariamente se hallan en estado crítico.
Endotelio vascular y vasos periféricos
Los pacientes con neumonía presentan un aumento transitorio de la endotelina-1 sérica, un péptido
vasoconstrictor específico del endotelio. Al hospitalizarse, las concentraciones circulantes de
endotelina-1 están relacionadas con la gravedad y el pronóstico de la neumonía, un hallazgo también
informado respecto de la adrenomedulina, otro péptido producido por las células endoteliales pero con
efecto vasodilatador. Los trastornos transitorios de la respuesta vascular para restaurar el flujo
sanguíneo (es decir, la hiperemia reactiva) y el óxido nítrico durante la fase aguda de la neumonía
también sugieren cierta disfunción vascular asociada a la neumonía.
La norma durante la fase aguda de la neumonía en los pacientes jóvenes y de edad mediana es la
disminución en la resistencia vascular periférica. Sin embargo, el aumento de la resistencia vascular
periférica solo se logra parcialmente con la expansión de volumen y puede ocurrir hasta en un tercio de
los pacientes de edad mediana. Este hallazgo indica que las respuestas vasoactivas que conducen al
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aumento de la poscarga cardíaca (es decir, el aumento de la resistencia vascular periférica) también
pueden presentarse en ancianos con neumonía, lo que es potencialmente contraproducente en los
pacientes con deterioro crónico de la función miocárdica. Se requieren otros estudios para caracterizar
la respuesta vascular sistémica a la neumonía aguda en pacientes de edad avanzada.
Miocardio
Hasta un tercio de las personas de mediana edad con neumonía experimenta una disminución
transitoria de la función ventricular izquierda, incluso sin tener antecedentes de enfermedad cardiaca,
renal, hepática, o pulmonar crónica; también ha sido descrita en poblaciones jóvenes por lo demás
sanas. Las concentraciones séricas del péptido natriurético tipo B aumentan durante la fase aguda de
la neumonía, y su magnitud está relacionada con la gravedad y la evolución de la infección.
No se sabe en qué medida la disfunción ventricular izquierda durante la neumonía es secundaria a los
efectos depresores directos de los mediadores inflamatorios circulantes (citocinas, endotoxinas, o
ambas), con o sin respuestas vasculares que afecten la poscarga o la precarga cardíacas.
En algunos pacientes con neumonía aumenta la poscarga resistiva, mientras que la poscarga pulsátil,
que puede cambiar desfavorablemente en respuesta a otros estímulos inflamatorias agudos y es muy
importante para las interacciones entre el ventrículo y las arterias, no ha sido valorada en este
contexto.
En los diversos niveles de gravedad de la neumonía también se ha observado el aumento de las
concentraciones séricas de troponinas en ausencia de síndromes coronarios agudos reconocibles y
aún no se sabe si eso representa una manifestación de infartos de miocardio o de lesiones miocárdicas
no isquémicas que no se manifiestan de otra manera.
La isquemia miocárdica puede resultar de la oclusión coronaria, el espasmo focal, la disfunción
microvascular difusa grave o, la hipoxemia con o sin aumento de las demandas metabólicas
miocárdicas en pacientes con estenosis coronaria preexistente. Sin embargo, la baja incidencia de
eventos miocárdicos isquémicos clínicamente manifiestos comparada con la incidencia de insuficiencia
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cardíaca en pacientes con neumonía sugiere que las causas más frecuentes son mecanismos no
isquémicos (cambios de carga, hiperactividad neurohormonal o lesión miocárdica no isquémica).
La lesiones miocárdicas no isquémicas pueden estar provocadas por una miocarditis aguda. Muchos
agentes que causan neumonía también causan miocarditis—principalmente los virus, como el virus de
la influenza, el virus sincicial respiratorio y, los adenovirus y enterovirus, pero también han estado
implicadas bacterias como Mycoplasma pneumoniae, Chlamydophila pneumoniae, Staphylococcus
aureus, pneumococos y Legionella spp.
En casi un tercio de los adultos con NAC, los estudios que basan el diagnóstico en la PCR detectan
una causa viral. Un estudio detallado de las autopsias de 67 pacientes con neumonía lobar mostró
signos anatomopatológicos de miocarditis en el 39% de los pacientes.
Debido a las dificultades para el diagnóstico no invasivo de la inflamación miocárdica, se desconoce
cuál es la incidencia precisa de miocarditis en la neumonía no fatal. Sin embargo, para el diagnóstico
no invasivo es promisorio el desarrollo de la resonancia magnética cardíaca con refuerzo retardado con
gadolinio y las imágenes ponderadas T2.
Ritmo cardíaco
Las arritmias de reciente comienzo o el empeoramiento de las ya existentes, en especial la fibrilación
auricular, son complicaciones bien conocidas de la neumonía aguda como así también una amplia
gama de alteraciones agudas del electrocardiograma. Sin embargo, se desconoce si estas alteraciones
provienen de los efectos directos de la neumonía sobre los sistemas de conducción cardíacos; de
trastornos miocárdicos concomitantes como la isquemia o la miocarditis o, el compromiso pericárdico
provocado por los organismos causantes de la neumonía.
Arterias coronarias
En las placas ateroscleróticas de los seres humanos se ha hallado Chlamydophyla penumoniae pero
no se ha comprobado una asociación causal. Aún no se ha investigado la posibilidad de que este
mircoorganismo pueda desencadenar síndromes coronarios agudos poco tiempo después de provocar
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la neumonía. Los estudios en ratones con deficiencia de de apolipoproteína E han mostrado que la
influenza puede promover inflamación aguda, proliferación de las células musculares lisas y depósito
de fibrina en sus placas ateroscleróticas. Un pequeño estudio posmortem de pacientes con sepsis de
diversas causas halló un aumento de los infiltrados inflamatorios en las placas ateroscleróticas
coronarias y la adventicia, comparados con los pacientes que fallecieron por causas no infecciosas.
Según estos resultados, los investigadores proponen que las infecciones agudas pueden afectar la
estabilidad de las placas ateroscleróticas coronarias en los seres humanos.
Circulación pulmonar
En los pacientes con neumonía aguda, la hipoxemia, la consolidación del parénquima pulmonar y los
mecanismos reguladores de adaptación locales destinados a reducir las alteraciones de la ventilaciónperfusión pulmonar (por ej., shunts) pueden afectar la resistencia al flujo sanguíneo en la vasculatura
pulmonar. Los estudios realizados en pacientes jóvenes y de mediana edad con neumonía mostraron
un aumento de las presiones de las arterias pulmonares, proporcional al grado de restricción
ventilatoria y de hipoxemia.
Función autonómica cardíaca
Los pacientes ancianos con neumonía aguda presentan deterioros transitorios de sus reflejos
autonómicos cardiovasculares, a juzgar por la menor respuesta de la frecuencia cardíaca a la maniobra
de Valsalva, una caída más pronunciada de la presión arterial sistólica en la posición de pie y el menor
ascenso de la presión arterial diastólica durante la maniobra del hand grip sostenido.
Coagulación
Casi el 90% de los pacientes hospitalizados por neumonía experimenta una mayor activación de la
coagulación, la que se manifiesta al menos por una de las siguientes situaciones:
• Aumento de la actividad de la antitrombina.
• Disminución de la actividad del factor IX.
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• Aumento de las concentraciones del complejo trombina-antitrombina.
• Aumento de las concentraciones del dímero o del inhibidor del activador del plasminógeno.
Los pacientes con síndromes coronarios agudos complicados por neumonía tienen mayor actividad
agregante plaquetaria y una falta de respuesta a la aspirina respecto de los pacientes con síndromes
coronarios agudos no complicados por la infección, indicando que la neumonía aguda también provoca
alteraciones de la agregación plaquetaria. Cuando el plasma de los pacientes con neumonía se inyecta
en el ratón, se induce la actividad protrombótica, la cual también ha sido descrita en pacientes con
cáncer de pulmón avanzado. Este efecto, sin embargo, desaparece si se utiliza el plasma de los
pacientes una vez que ha finalizado el tratamiento de la neumonía. La disfunción endotelial de la
neumonía probablemente también incluya el deterioro de las propiedades anticoagulantes del
endotelio, contribuyendo más al estado procoagulante.
Función renal y equilibrio de líquidos y sodio
La neumonía es una causa bien conocida del síndrome de secreción inapropiada de hormona
antidiurética. El aumento de la vasopresina sérica inducido por la neumonía, con deterioro de la
excreción renal de agua ocurre aún en pacientes euvolémicos con natremia normal y en ausencia de
enfermedad clínica manifiesta del corazón, hígado, riñones o pulmonar crónica. Al ingreso al hospital,
tanto la hiponatremia extrema como la cantidad de copeptina (fragmento terminal C del precursor de
vasopresina, que indica la producción de vasopresina) son predictores importantes de la gravedad y
mortalidad de los pacientes con NAC.
Los pulmones son un sitio importante de expresión de la enzima convertidora de angiotensina (ECA).
Durante la neumonía, la actividad de la ECA disminuye transitoriamente pero la magnitud del cambio
no predice mayor gravedad o mala evolución de la enfermedad, aun considerando las variaciones
provenientes del polimorfismo genético de la inserción/deleción de la ECA. Sin embargo, no se ha
caracterizado la actividad específica de la aldosterona en la neumonía aguda.
Durante la internación hospitalaria, el 34% de los pacientes con neumonía desarrolla lesión renal aguda
asociada a mayor mortalidad en el corto plazo. Aunque en algunos pacientes la retención de sodio y
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agua provocada por la disfunción renal probablemente contribuya a la aparición de la insuficiencia
cardíaca o al empeoramiento de una insuficiencia cardíaca ya existente, esta posibilidad no ha sido
investigada hasta el momento.
Mecanismos fisiopatológicos de las complicaciones cardíacas en pacientes con neumonía
Sobre la base de los conocimientos actuales, los autores proponen el siguiente modelo fisiopatológico
para explicar las complicaciones en pacientes con neumonía.
Insuficiencia cardíaca de reciente comienzo o empeorada
Son varios los mecanismos que pueden contribuir a la disfunción miocárdica.
• Los mediadores inflamatorios circulantes (citocinas y/o endotoxinas) o la infección directa de los
miocitos con los organismos causantes de la neumonía, o ambos, pueden conducir a la lesión
miocárdica no isquémica.
• También puede producirse isquemia miocárdica aguda secundaria a los síndromes coronarios
agudos, o isquemia por demanda.
• Los trastornos transitorios de la función endotelial y del tono vascular, dependientes de la respuesta
sistémica a la infección, pueden aumentar la poscarga ventricular izquierda a través del aumento de la
resistencia vascular periférica (por ej., resistencia vascular sistémica) o de las reflexiones de la onda de
pulso de las arterias medianas y grandes (componente pulsátil de la poscarga del ventrículo izquierdo).
• La respuesta inflamatoria sistémica a la neumonía puede también provocar una lesión renal aguda y
la alteración del metabolismo del sodio y del agua, resultando en la sobrecarga de volumen. Este
efecto puede ser exacerbado por la administración de antibióticos u otros fármacos con un elevado
contenido de sodio, o la infusión de grandes volúmenes de líquidos. Los pacientes con una función
cardiaca basal deteriorada son especialmente sensibles a esos efectos.
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• Las arritmias cardíacas también pueden desencadenar una insuficiencia cardíaca o empeorar una ya
existente, interfiriendo con la sincronización efectiva del ciclo cardíaco y con la contracción coordinada
de los miocitos.
Isquemia o infarto de miocardio
La neumonía provoca una alteración del intercambio gaseoso en los alvéolos del parénquima pulmonar
inflamado y de la relación ventilación-perfusión, lo que puede llevar a la hipoxemia. La respuesta
sistémica a la neumonía también aumenta la actividad simpática, causando taquicardia sinusal, la que
no solo aumenta los requerimientos miocárdicos de oxígeno sino que también acorta el período
diastólico durante cual que ocurre la perfusión coronaria. El resultado neto es un descenso del
suministro de oxígeno a la demanda metabólica del miocardio, lo que a su vez puede conducir a la
isquemia por demanda, especialmente si hay una enfermedad arterial coronaria preexistente. Las
consecuencias metabólicas de las taquiarritmias cardíacas y de la hiperactividad simpática
compensatoria de la insuficiencia cardíaca pueden facilitar este efecto.
La respuesta inflamatoria sistémica a la neumonía también aumenta la actividad inflamatoria en las
placas ateroscleróticas coronarias, tornándolas inestables y propensas a la ruptura. Esta misma
respuesta inflamatoria sistémica desencadenada por la neumonía causa disfunción endotelial y
aumenta la actividad procoagulante de la sangre, lo que favorece la formación de un trombo oclusivo
sobre la placa coronaria rota. La disfunción endotelial también modifica el tono vascular coronario (por
ej., vasoconstricción), contribuyendo a la isquemia y al infarto de miocardio.
Arritmias cardíacas de reciente comienzo o empeoradas
En los pacientes con neumonía pueden aparecer arritmias o empeorar las ya existentes como
resultado de la lesión miocárdica o pericárdica, o de ambas, Por causas isquémicas (síndromes
coronarios agudos, isquemia por demanda o ambos) y no isquémicas (infecciones bacterianas o virales
directas, con o sin mecanismos inflamatorios sistémicos) las arritmias cardíacas también pueden
provocar cambios en las propiedades eléctricas de los miocitos, inducidos por la tensión parietal y por
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la hiperactividad simpática que se registra en la insuficiencia cardíaca. Algunos antibióticos, como los
macrólidos y las fluoroquinolonas, también tienen potencial arritmógeno.
Efectos de los fármacos cardiovasculares en la evolución de la neumonía
Aspirina
Un gran estudio retrospectivo de cohorte (n = 1.007) de pacientes con neumonía no seleccionados
admitidos en el hospital mostró una reducción de la mortalidad a corto plazo no estadísticamente
significativa (37% en los pacientes tratados con aspirina). Mientras que en un estudio pequeño (n =
127) de ancianos con NAC grave se comprobó una asociación significativa entre el uso de fármacos
antiplaquetarios (84% con aspirina en dosis baja) y la menor necesidad de cuidados intensivos y de los
días de internación.
Solamente un estudio prospectivo, ciego, controlado, ha evaluado el efecto de la aspirina en pacientes
con neumonía neumocócica. Sin embargo, este estudio fue demasiado débil para mostrar una
diferencia significativa en esa población relativamente joven (67 pacientes, 54% de los cuales eran <40
años). No se han realizado estudios aleatorizados importantes que investiguen el efecto potencial de la
aspirina en los pacientes con neumonía.
Estatinas
Aunque las consideraciones teóricas y los resultados de numerosos estudios de observación indican
que las estatinas podrían afectar la evolución de la neumonía por sus efectos antiinflamatorios
pleiotrópicos, todavía no se han hecho estudios prospectivos específicamente destinados a esta
cuestión. Sin embargo, un metaanálisis reciente de estudios de observación retrospectivos estimó que
en el grupo de pacientes que estaba recibiendo estatinas al contraer la neumonía hubo una reducción
global del 47% de la mortalidad relacionada con la neumonía.
Aunque algunos investigadores han cuestionado si el sesgo no reconocido asociado con un
denominado efecto del usuario saludable podría haber contribuido a estos resultados, también se
informó un efecto beneficioso de las estatinas en los estudios que utilizaron el análisis de la
concordancia de propensión, aquellos en los cuales los investigadores compararon en sus cohortes el
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efecto de las estatinas con el de otros medicamentos cardiovasculares, o en los que analizaron las
poblaciones en las cuales activa y uniformemente se enfatizó el uso de estatinas, de las cuales había
una amplia disponibilidad.
El valor del tratamiento continuado con estatinas durante la fase aguda de la NAC tampoco está
definido. Un gran estudio retrospectivo indicó que esta estrategia podría solo ser beneficiosa para los
pacientes con una neumonía de menor gravedad que no requiere internación en UTI, en quienes la
continuidad de dicho tratamiento se asoció con una reducción de la mortalidad intrahospitalaria del
21%. No se han hecho estudios que hayan evaluado el beneficio potencial de las estatinas para reducir
la incidencia de complicaciones cardíacas en los pacientes con neumonía.
Inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina y bloqueantes de los receptores de
angiotensina
II
Los resultados de estudios de observación que evaluaron el efecto del uso previo de inhibidores de la
ECA (IECA) sobre la evolución de los pacientes con NAC son conflictivos. Aunque algunos
investigadores reportaron un aumento de la supervivencia de esos pacientes, otros no hallaron el
mismo efecto, pero comprobaron un riesgo mayor de lesión renal aguda durante el curso de la
infección.
Esos resultados conflictivos estarían explicados por las diferencias en las características
farmacológicas de los IECA lipofílicos e hidrofílicos; los mismos resultados conflictivos también han sido
hallados en los usuarios de bloqueantes de los receptores de la angiotensina II (BRA II). No hay
estudios aleatorizados sobre el efecto de los IECA o los BRA II en los pacientes con neumonía aguda.
Bloqueantes
ß
Un gran estudio de observación de cohorte mostró que el uso previo de bloqueantes ß se asoció con
un aumento de la mortalidad a los 30 días y la necesidad de ventilación mecánica en pacientes con
NAC. No hay trabajos aleatorizados del efecto de los bloqueante ß sobre la incidencia de las
complicaciones cardíacas en los pacientes con neumonía.
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Diuréticos, bloqueantes de los canales de calcio y otros vasodilatadores
No hay estudios sobre los efectos de los diuréticos, bloqueantes de los canales de calcio u otros
vasodilatadores sobre la evolución de los pacientes con neumonía.
Efectos cardiovasculares de los antibióticos comunes
Las formulaciones intravenosas (iv.) de algunos antibióticos ß-lactámicos contienen cantidades
importantes de sodio y requieren una dosificación frecuente, lo cual podría ser muy importante para los
pacientes con insuficiencia cardíaca preexistente. Por ejemplo, los regímenes típicos con
benzilpenicilina acuosa (5 millones de unidades iv. c/6 horas) o piperacilina-tazobactam (3,375 g iv. c/6
horas), pueden aportar una carga diaria de sodio equivalente a 1,3 y 0,8 g, respectivamente; sin
embargo, cuando se tiene en cuenta el sodio aportado por la solución fisiológica que hace de vehículo
para estos fármacos, la carga diaria de sodio asciende a 3,3 g y 1,4 g, respectivamente.
Los macrólidos tienen actividad antiinflamatoria y se supone que reducen la inflamación del sistema
cardiovascular causada por la neumonía. Sin embargo, también inducen un QT prolongado y, en raras
ocasiones, taquiarritmia ventricular polimorfa (por ej., torsades de pointes)—un efecto también atribuido
a las fluoroquinolonas.
Un gran estudio retrospectivo mostró que, en comparación con los pacientes tratados con amoxicilina,
los pacientes que reciben azitromicina tienen un aumento pequeño pero estadísticamente significativo
del riesgo de muerte cardiovascular a corto plazo (47 eventos adicionales por 1 millón de cursos de
tratamiento con azitromicina), especialmente en los pacientes con un riesgo cardiovascular basal
elevado. Una tendencia similar se notó con la levofloxacina, pero sin significado estadístico.
La vancomicina, infundida en forma rápida, induce la liberación de histamina de los mastocitos y
basófilos, independiente de una reacción antígeno-anticuerpo, causando vasodilatación periférica que
produce prurito y erupción eritematosa en la cara, cuello, parte superior del tórax y brazos (síndrome
del “hombre rojo”) y, en ocasiones, hipotensión grave. Esta reacción puede ser mayormente prevenida
haciendo más lenta la infusión (≥1 hora) y, si es necesario, con la administración profiláctica de
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antihistamínicos. Aunque los estudios experimentales han indicado acciones cardiovasculares
potenciales de otros antibióticos, estos hallazgos no pueden trasladarse a la clínica.
Implicancias para la práctica clínica
Los médicos y funcionarios de la salud pública deben optimizar las tasas de vacunación antigripal y
antineumocócica, en especial en los pacientes ancianos e individuos con enfermedades cardíacas
crónicas. Debido a que más del 50% de las complicaciones cardíacas son reconocidas al inicio de la
neumonía aguda o dentro de las 24 horas de producida, como parte de la evaluación inicial de estos
pacientes debe hacerse un estudio completo de las complicaciones cardíacas.
Los médicos deben investigar especialmente las enfermedades cardiovasculares preexistentes y los
síntomas o signos de insuficiencia cardíaca descompensada, arritmias cardíacas y síndromes
coronarios agudos.
El electrocardiograma es importante, tanto para detectar las anormalidades prevalentes como para
luego poder evaluar los cambios en forma comparativa.
La determinación de las concentraciones del péptido natriurético sérico tipo B está indicada cuando hay
signos de insuficiencia cardíaca de reciente comienzo o de empeoramiento de una ya existente y que
no puede ser establecida solamente por el examen clínico.
La sospecha clínica guiará la solicitud de otros exámenes cardíacos (por ej., un ecocardiograma o la
determinación de las concentraciones de troponina cardíaca en el suero); no se recomienda la
indicación rutinaria de esos estudios o como herramienta de cribado para detectar anormalidades
subclínicas precoces en este contexto.
Los pacientes con factores de riesgo de complicaciones cardíacas merecen una atención especial.
Estas investigaciones son un complemento para evaluar la gravedad de la neumonía (usando métodos
validados como el Índice de Gravedad de la Neumonía o los puntajes CURB-65), como lo recomiendan
las guías actuales.
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Artículo:
Neumonía aguda y sistema cardiovascular
(Cortesía de IntraMed.com)
En los pacientes con intervalo QTc prolongado se debe considerar la indicación de regímenes
antibióticos sin macrólidos o fluoroquinolonas, especialmente cuando se sabe que las interacciones
farmacocinéticas o farmacodinámicas con otros medicamentos prolongan el intervalo QT (antiarrítmicos
de clase Ia y III, cisaprida, antipsicóticos y antidepresivos tricíclicos) o cuando existen hipopotasemia
corregida o hipomagnesemia.
En los pacientes hospitalizados es importante evaluar diariamente del estado cardiovascular,
incluyendo el peso y el balance hídrico.
En los pacientes con signos de sobrecarga de volumen, especialmente aquellos con antecedente de
insuficiencia cardíaca, se debe recurrir a otros antibióticos con menor contenido de sodio e infundir
volúmenes menores.
En los pacientes que desarrollan complicaciones cardíacas, los autores aconsejan que luego de los
exámenes rutinarios de la práctica clínica se evalúen las complicaciones considerando los mecanismos
fisiopatológicos propuestos. Por ejemplo, en el contexto de la neumonía no es infrecuente hallar una
concentración sérica de troponinas cardíacas elevada sin síndrome coronario agudo manifiesto.
Al recibir el alta hospitalaria, el paciente debe estar vacunado contra el virus de la influenza y el
neumococo, tener el perfil del riesgo cardiovascular y las indicaciones terapéuticas revisadas y
actualizadas apropiadamente.
Temas para investigaciones futuras
• Caracterizar el papel de los cambios en la precarga, la poscarga (resistiva y pulsátil), la vasculatura
pulmonar, la isquemia miocárdica, la inflamación miocárdica y los trastornos del balance
hidroelectrolítico en el desarrollo de insuficiencia cardíaca en pacientes con neumonía.
• Caracterizar el papel de la trombosis coronaria, el espasmo focal, la disfunción microvascular difusa,
la hipoxemia aguda o el aumento de la demanda metabólica miocárdica o, una combinación de esos
factores, en el desarrollo de isquemia cardíaca aguda en pacientes con neumonía.
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Neumonía aguda y sistema cardiovascular
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• Caracterizar los mecanismos responsables del desarrollo de arritmias cardíacas clínicamente
importantes en pacientes con neumonía.
• Caracterizar los efectos cardiovasculares de la neumonía en pacientes ancianos no críticamente
enfermos.
• Desarrollar herramientas predictivas confiables para identificar a los pacientes con neumonía que
tienen un riesgo elevado de complicaciones cardíacas, para ser usadas en la práctica y la
investigación.
• Evaluar intervenciones informadas de manera mecánica para prevenir el desarrollo y la progresión de
complicaciones cardíacas en pacientes de alto riesgo con neumonía y analizar el efecto de esas
estrategias sobre la morbilidad, mortalidad, utilización de los servicios de salud y los costos, asociados
a la neumonía.
Conclusiones
La neumonía suele considerarse un proceso agudo limitado a los pulmones, a menos que la
enfermedad se complique con sepsis grave. Sin embargo, la neumonía afecta las partes esenciales del
sistema cardiovascular, el cual probablemente sea responsable de la importante carga de
complicaciones cardíacas agudas que han sido documentadas en grandes cohortes.
En vista de la elevada incidencia de complicaciones cardíacas en pacientes con neumonía y el efecto
sobre la mortalidad, la posibilidad de mejorar la evolución de esos pacientes mediante la prevención, la
detección y el tratamiento precoces, es importante tener en cuenta todas estas circunstancias. Sin
embargo, antes de planificar y examinar esas intervenciones específicas es necesario conocer mejor
los mecanismos característicos que subyacen en esta asociación. Mientras tanto, el conocimiento de
esta asociación debe apoyar la práctica clínica para la atención de los pacientes con neumonía.
♦ Traducción y resumen objetivo: Dra. Marta Papponetti
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