LA TRASCENDENCIA DE UNA BARRA DE METAL. Horrible accidente (Ludlow, Vermont), una barra de hierro ha atravesado la cabeza de un capataz durante la construcción del ferrocarril. Más o menos, así rezaba el encabezamiento de una noticia del Boston Post del 14 de Septiembre de 1848. ¿Qué piensa el lector que pudo suceder con este trabajador? Éste es uno de los casos más famosos de la neuropsicología, pero antes de destapar el desenlace final, vamos a conocer un poquito más de esta disciplina. La neuropsicología es esa ciencia a medio camino entre la psicología, la neurociencia y la neurología que, aún hoy es para muchos una disciplina desconocida o quizá algo oscura, al intentar dar explicación a sucesos, a veces, casi inexplicables. La RAE aún no se ha animado a incluirla en su extensa lista de neologismos, por lo que tenemos que recurrir a otras fuentes para encontrar una definición. De forma objetiva puede decirse que es una rama de la neurología, surgida como tal a mediados del siglo XX, con el propósito de estudiar y comprender las diferentes conductas que aparecen como resultado de lesiones cerebrales, que puedan afectar tanto a procesos superiores, tales como memoria o lenguaje, o a otros inferiores como conductas motoras. Nos tenemos que remontar al Siglo XVIII para encontrarnos con las primeras pinceladas que se consideran origen de esta ciencia, de la mano del anatomista y fisiólogo alemán Franz Joseph Gall, creador de la frenología. Sí, esa frenología que es criticada hasta en un capítulo de Los Simpsons y que hoy día vemos como una broma frente a los avances de la ciencia, es considerada la madre de la admirada neuropsicología. Para quien no sepa muy bien de qué se trata, esta pseudociencia se basa en la relación existente entre el desarrollo diferencial de las zonas del cerebro y su manifestación en la conducta. Así, mantenían que podía conocerse la personalidad o las habilidades más sobresalientes de una persona al medir sus protuberancias cerebrales. Boceto de la división cerebral y del instrumento utilizados http://psicologia.laguia2000.com/psicologia-y-medicina/la-frenologia por la Frenología. Fuente: Dado que la frenología fue desacreditada años después y relegada al campo de las pseudociencias, debemos buscar otros orígenes más fieles científicamente hablando. Así nos encontramos con Alexander Luria, neuropsicólogo y médico ruso, que es considerado el padre de esta disciplina gracias la asombrosa cantidad y calidad de sus aportaciones, sobre todo en el ámbito de la neurocirugía y su implicación en las lesiones cerebrales. Por supuesto, junto a Luria aparecen otros nombres reseñables como Paul Pierre Broca o Karl Wernicke en la historia de la neuropsicología, de cuyas contribuciones hablaremos en otros artículos. Pero volvamos con el protagonista de nuestra historia. Su nombre es Phineas Gage y en el momento del accidente se encontraba trabajando en la construcción de un ferrocarril. Su tarea consistía en rellenar agujeros con pólvora, un detonador y arena. El día del accidente se olvidó de poner arena entre la carga explosiva y la barra metálica con la que debía aplastar la pólvora, por lo que se produjo un chispazo, que envió la barra de medio metro de largo, 3 cm de diámetro y 6 kg de peso a unos 30 metros de distancia de donde Phineas se encontraba. El problema fue que al salir despedida la barra, lo primero con lo que se encontró fue con la cabeza de Phineas. Aquí tenemos una reconstrucción, mediante escáneres y ordenadores de lo que sucedió. La barra entró por la parte izquierda de la base del cráneo, hizo saltar su ojo y salió por la superficie superior izquierda, aproximadamente entre la unión de hueso frontal y el parietal. Reconstrucción del accidente. Fuente: http://asus.usal.es/jose-ramon-alonso-pena/7489-alias Inmediatamente después del accidente, Phineas, quien fue consciente en todo momento de lo que había acontecido y mostrando a su vez una entereza y tranquilidad admirable, fue llevado a un hospital y, milagrosamente, sobrevivió. Al inicio de su rehabilitación todo parecía marchar sobre ruedas, teniendo en consideración su inesperada recuperación. Como era de esperar, el accidente tendría secuelas de diversa índole: emocionales, intelectuales, físicas… Pero había algo que llamaba la atención al no funcionar como debería en el cerebro de Phineas, algo en lo que todos los de su alrededor estaban de acuerdo. Era su personalidad. Antes del accidente, se decía de Phineas que era una persona amable, educada, concienzuda y racional, pero después se volvió irreverente, caprichoso e inestable. Tanto así que no pudo recuperar su trabajo de capataz a pesar de estar físicamente cualificado. Por otra parte, estos cambios cobran sentido si tenemos en cuenta que los lóbulos frontales, aquellos atravesados por la barra metálica, son los encargados de filtrar nuestro comportamiento, de hacernos razonar y controlar nuestros impulsos, también nos ayudan a planificar y a aprender de nuestros errores; son el máximo exponente de la evolución humana y aquello que nos diferencia de nuestros antepasados. Por lo tanto, es lógico, al menos hasta cierto punto, que la personalidad de Phineas se viera afectada. La mayor parte de los escritos que hablan de su vida después del accidente cuentan que se convirtió en un fenómeno ambulante que iba circo por circo exhibiendo la barra metálica y su ojo cubierto. Fotografía de Phineas Gage sosteniendo la famosa barra. Fuente: http://asus.usal.es/jose-ramon-alonsopena/7489-alias También se dice que Phineas se entregó al desenfreno, al sexo y a la bebida, precisamente por aquello de mostrar déficits funcionales en las áreas que coordinan el control de la conducta y la búsqueda del placer. Pero hay muchas versiones, y entre ellas encontramos al psicólogo Malcom Macmillan, quien mantiene que Phineas tuvo varios trabajos después del accidente y llevó una vida normal hasta su muerte. El médico que atendió de primera mano a Phineas logró que su cuerpo fuera exhumado y su cráneo conservado; hoy día se exhibe en la Universidad de Harvard. A ciencia cierta, los estudios para vislumbrar qué fue lo que realmente le sucedió a Phineas van a continuar durante muchas décadas, si bien es posible que solo lleguemos a conocer una pequeña parte de lo que sucedió. Pilar Madueño es licenciada en Psicología por la Universidad de Granada y cuenta con varios años de estudio del campo de la Psicología Clínica. Para saber más: - Harlow, J.M. (1868). “Recovery from the Passage of an Iron Bar through the Head.” Publications of the Massachusetts Medical Society 2: 327-347 (Republished in Macmillan 2000) - http://asus.usal.es/jose-ramon-alonso-pena/7489-alias