Banco Central de la República Argentina - Jornadas 2006 El papel de Asia en la economía mundial 6 de junio de 2006 Chung, Hae Wang Vicepresidente Director General del Institute for Monetary & Economic Research Banco de Corea Índice I. Introducción 1 II. Surgimiento de la economía asiática 1 III. Perspectivas de la economía asiática 3 IV. Efectos del ascenso de la economía asiática en el sistema V. financiero mundial 5 Conclusión 8 I. Introducción En los últimos años, tanto en China como en India se han observado tasas de crecimiento económico acelerado cuyo promedio ha superado el 7 o 9% anual. Por consiguiente, el interés del mundo se centra ahora en el dinámico crecimiento de la economía asiática. Muchos expertos incluso prevén que la economía asiática no tardará mucho en eclipsar a las de Norteamérica y Europa en términos de escala. El Banco de Corea sacó conclusiones similares en investigaciones que llevó a cabo el año pasado. Por eso, quisiera referirme a los antecedentes de este surgimiento de la economía asiática, que incluye a Japón, Corea, China e India, así como a las perspectivas al respecto y los efectos de su aparición como motor económico que impulsa el sistema financiero mundial. Por último, expondré algunas conclusiones. II. Surgimiento de la economía asiática Hasta hace aproximadamente 50 años, gran parte de Asia se vio sumida en la pobreza y, en cuanto a su desarrollo, presentaba un cuadro de estancamiento. Sin embargo, desde la Segunda Guerra Mundial, la economía asiática ha crecido con dinamismo gracias a una rápida industrialización. Una de las razones que explican este logro es que, después de la Segunda Guerra Mundial, se creó un orden mundial más abierto, lo que despejó el terreno y permitió resolver los problemas de escasez de capital y tecnología a través de las importaciones. Los abundantes recursos humanos de Asia, que antes habían obstaculizado el desarrollo, se convirtieron en la fuerza impulsora de la industrialización en la región cuando se combinaban con el capital y la tecnología de los países desarrollados. 1 La región asiática también se vio beneficiada por haber comenzado a industrializarse más de un siglo después que Occidente. El tiempo necesario para alcanzar el desarrollo económico se pudo acortar sustancialmente mediante la ventaja tardía de la imitación. Otro factor importante es que los gobiernos asiáticos han desempeñado un papel activo, por ejemplo, elaborando planes y prestando apoyo para el desarrollo en vez de limitarse a dejar todo librado a la dinámica de los mercados. Es más, los países de la región han adoptado estrategias abiertas al exterior y han puesto la mira en los mercados de exportación en vez de en sus mercados locales de pequeña escala. Dada la eficacia de esta estrategia, a fines de la década de 1960, Japón llegó a ser la segunda potencia económica mundial después de Estados Unidos. Corea, que hasta entonces había sido un país agricultor poco desarrollado, puso en práctica una estrategia impulsada por el gobierno en la década de 1960, que implicaba la importación de capital y tecnología y el dinamismo de las exportaciones. Desde fines de la década de 1970, Corea se aventuró en una industrialización química y de gran calibre y, en consecuencia, ganó competitividad internacional en los sectores del acero, petroquímico, de la construcción naval y automotriz. Esta competitividad se ha extendido a una amplia serie de sectores entre los que se incluyó recientemente la industria de la tecnología de la información. A fines de la década de 1970, China, el gigante somnoliento, pasó a una verdadera industrialización con la incorporación a su sistema socialista de los principios de la economía de mercado. Desde entonces, ha conseguido mantener un crecimiento sobresaliente cuyo promedio supera el 9% anual hasta el día de hoy. Por consiguiente, en cuanto al PBI, China ocupó el cuarto lugar en 2005, tras Estados Unidos, Japón y Alemania solamente, y, en términos de comercio exterior, se ubicó tercera el mismo año. Además, en febrero de 2006, llegó a contar con el volumen más grande de reservas en divisas, apenas por encima del de Japón. 2 China, entonces, va camino de tener una incidencia sustancial en los mercados financieros internacionales. Alrededor de 1991, India abandonó definitivamente su tan preciado sistema económico, planificado e independiente. La industrialización basada en el mecanismo de mercado y la apertura económica realmente logró encaminarse. El advenimiento de la era del conocimiento y la tecnología, la abundante mano de obra barata de India, los recursos humanos disponibles en los campos de la ciencia y la ingeniería, y el legado cultural e histórico del país respecto del uso del inglés como idioma común no tardan en convertirse en fuentes de enorme poder competitivo. Desde la década de 1990, India ha crecido a una tasa promedio anual de entre 5 y 7% y, como resultado, se ha perfilado como la décima economía mundial más importante en términos de PBI en 2004. III. Perspectivas de la economía asiática Si bien el grado de industrialización que han alcanzado los países asiáticos hasta el momento es sumamente prometedor, quizás todavía se pueda concebir el proceso como parte de un “vasto experimento de desarrollo económico”, dada la gran incertidumbre que rodea su curso futuro. Como China e India, cuyas poblaciones suman un tercio de la población mundial, siguen alcanzando niveles altos de desarrollo económico, no se puede descartar la posibilidad de que aparezcan trabas en el camino que impidan el crecimiento económico sostenido de Asia en su conjunto. Estas trabas podrían presentarse en forma de una brecha cada vez más pronunciada entre ricos y pobres, problemas ambientales y energéticos, la posibilidad de quiebras financieras y riesgos geopolíticos. 3 A pesar de estas advertencias, me gustaría hacer hincapié en la probabilidad de que, para mediados del siglo XXI, Asia se convertirá en una potencia económica equiparable a Estados Unidos o Europa. Creo que esto es posible porque la economía asiática posee reservas a gran escala de mano de obra desempleada o subempleada, de modo que el crecimiento económico sobre la base de la mano de obra de bajo salario debería ser plausible de aquí a unos cuantos años. Además, por ser una de las últimas en integrarse, la economía asiática tiene un amplio margen para mejorar su productividad incorporando tecnología de punta de los países desarrollados. La economía asiática también cuenta con vastos recursos humanos de excelencia y, por consiguiente, un alto potencial de crecimiento en las nuevas industrias de la tecnología. China e India, así como Japón y Corea, muestran gran capacidad de adaptación a las industrias de alta tecnología como tecnología de la información, la biotecnología y la nanotecnología, y no están tan retrasadas con respecto a los países desarrollados. De hecho, como prueba de las capacidades tecnológicas y científicas de China e India, las principales empresas multinacionales ya han creado centros de investigación y desarrollo (R&D) y han ampliado el volumen de sus inversiones. El dinamismo de Asia comenzó a manifestarse ya en la década de 1970 y, desde entonces, la tasa de crecimiento económico y comercial de Asia ha sido significativamente mayor que el promedio mundial, con lo que Asia se ha convertido en la locomotora del crecimiento mundial. La importancia que reviste Asia1 en la economía mundial no ha dejado de aumentar: pasó de un 12% en 1960 a un 23% en 2003, y es probable que esta tendencia continúe. 1 14 países en total: Japón, China, India, los cuatro PRI (Corea, Taiwán, Hong Kong, Singapur), cinco de los países de la ASEAN (Indonesia, Malasia, Tailandia, Filipinas, Vietnam), Paquistán y Bangladesh. 4 Según un estudio reciente del Banco de Corea, a fines de la década de 2010, la economía asiática tendrá una magnitud similar a la que presentaba la UE antes de su ampliación2. Para la primera mitad de la década de 2020, será igual a la de los tres países norteamericanos (Estados Unidos, Canadá y México). Si imaginamos la economía mundial en 2040, se prevé que la participación de Asia en el PBI mundial sea de 42%, mientras que la de Norteamérica, Europa y otras regiones, de 23%, 16% y 20%, respectivamente. En cuanto al PBI, según las proyecciones, alrededor del año 2020 China superará a Japón y, para 2040, estará a la par de Estados Unidos, con una participación del 20% del PBI mundial. Para 2030, India debería sobrepasar a Japón y, hacia 2050, aproximadamente, debería alcanzar el 12% de participación en el PBI mundial que tiene Europa en la actualidad. Por ende, es de esperar que, en la próxima mitad de siglo, la economía mundial experimente cambios aun más fundamentales que los que se han observado en los últimos 50 años. IV. Efectos del ascenso de la economía asiática en el sistema financiero mundial El surgimiento de la economía asiática afectará el sistema financiero mundial así como el sector de la economía real. Se prevé que propicie el crecimiento cuantitativo y la mejora cualitativa del sistema financiero mundial y que, a la vez, afiance la posición del sector financiero asiático. Permítanme explicarles por qué ha de ocurrir esto sobre la base de tres puntos clave. 2 15 de los países de la UE: Alemania, el Reino Unido, Francia, Italia, España, los Países Bajos, Bélgica, Suecia, Luxemburgo, Austria, Finlandia, Dinamarca, Irlanda, Grecia y Portugal. 5 En primer lugar, el crecimiento económico estable de Asia contribuirá a la estabilidad financiera internacional reduciendo las posibilidades de desaceleraciones del ciclo económico y crisis financieras repentinas, tanto a nivel regional como mundial. A medida que se integran a la economía mundial países asiáticos con gran densidad de población como China e India, aumenta la oferta mundial de mano de obra y disminuyen los coeficientes capital-mano de obra en todo el mundo. Así, los retornos por inversiones mejoran y pueden ayudar a mantener el impulso que han cobrado las inversiones a nivel mundial. Además, al utilizar mano de obra relativamente barata, los países asiáticos aportan bienes y servicios más baratos a gran escala, lo que hace las veces de factor de contención de la inflación y las tasas de interés, y eso es muy beneficioso para la economía mundial. Asimismo, dado que está aumentando el ingreso per cápita, los mercados internos de los países asiáticos se están expandiendo a un ritmo acelerado. Este factor reviste gran importancia porque está permitiendo un crecimiento económico sostenible, no sólo a nivel regional, sino también mundial. Como la economía asiática impulsa el crecimiento económico mundial, también es posible que la economía mundial crezca en forma sostenida y que haya menos incertidumbre y fluctuaciones en los mercados financieros mundiales. En segundo lugar, como en los países asiáticos hay perspectivas de crecimiento sumamente prometedoras y oportunidades de inversión con altas tasas de retorno, fluyen hacia ellos cantidades enormes de fondos internacionales destinados a la inversión y, por lo tanto, la globalización financiera se está acelerando. Esta tendencia se potenciará aun más si, tal como se prevé, los países de Asia continúan avanzando con las políticas de desregulación y apertura económica. Además, en vista de sus ingresos promedio cada vez más altos, los países asiáticos experimentan, por un lado, niveles cada vez más altos de ahorro y, por el otro, una demanda cada vez mayor de capital. Como resultado, se observa una demanda financiera cada vez mayor y 6 más variada en la región. A fin de satisfacer esta demanda, los países asiáticos han empezado a utilizar técnicas y productos financieros de avanzada, lo que a su vez ha acelerado el desarrollo de sus mercados y sistemas financieros. Esto se traduce en un mayor desarrollo del sistema financiero mundial en su conjunto así como en una profundización financiera a nivel internacional. Por último, las reservas de divisas cada vez más abultadas con las que cuentan los países asiáticos están aumentando la credibilidad y la situación financiera de la región asiática a nivel internacional. A fines de marzo de este año, siete de las diez principales naciones del mundo en términos de tenencias de reservas extranjeras son asiáticas; las restantes son Rusia, Alemania y Francia. Las reservas combinadas de China, Japón, Corea e India ascienden hoy a 2 billones de dólares. Dada la manera en que vienen creciendo estos países, sus reservas extranjeras deberían crecer aun más aceleradamente y su influencia en los mercados financieros internacionales continuará aumentado en los años venideros. Sin embargo, a pesar de las perspectivas optimistas, existen algunas excepciones que se deberían tener en cuenta. Como los países asiáticos como China e India han crecido rápidamente pero tienen industrias financieras todavía subdesarrolladas, las cantidades de préstamos incobrables de sus bancos se han vuelto excesivas y podrían convertirse en un gran impedimento para el crecimiento económico estable en el futuro. Con un comercio exterior más amplio y una acumulación de superávits de cuenta corriente, se corre el riesgo de exasperar los actuales desequilibrios económicos mundiales de gran escala, lo que podría desencadenar una realineación repentina de los tipos de cambio internacionales. También se corre el riesgo de que las expectativas de apreciación de las monedas asiáticas estimulen el ingreso de capitales de corto plazo a la región. No obstante, los significativos movimientos repentinos de capitales de corto plazo que ingresan en estas economías y luego salen de ellas 7 repentinamente podrían causar inestabilidad no sólo en el sistema financiero internacional, sino también en la economía mundial en su conjunto. Un caso reciente fue la crisis monetaria asiática de fines de la década de 1990, que de hecho fue ocasionada por el ingreso y la subsiguiente salida repentina de capitales de corto plazo. Por lo tanto, no deberíamos olvidar que una cara de la moneda es el gran potencial de crecimiento de Asia, pero existe también otra cara: la de la inestabilidad e incertidumbre. Sin embargo, creo que si los países asiáticos y la comunidad internacional cooperan para asegurar la prosperidad mutua, el surgimiento de la economía asiática funcionará como catalizador del desarrollo saludable de los sistemas financieros asiáticos y del resto del mundo. Para ello, es preciso que los países asiáticos sigan aplicando políticas de apertura y reforma y se esmeren por innovar su infraestructura (por ejemplo, sus leyes e instituciones) a fin de que satisfagan las normas mundiales. Más aun, es preciso que estos países desempeñen un papel más activo en la búsqueda de las funciones y las responsabilidades que les competen como miembros de la comunidad regional e internacional. Al mismo tiempo, la comunidad internacional debe considerar que los cambios en el orden económico mundial ocurridos por el surgimiento de la economía asiática son oportunidades de prosperidad mutua, y deben también prestar asistencia y cooperación para lograr la sostenibilidad del crecimiento económico mundial y la estabilidad del sistema financiero mundial. En este sentido, me gustaría valorar más los esfuerzos que hicieron no hace mucho las naciones asiáticas. Desde la crisis monetaria de 1997, las naciones asiáticas, como todos sabemos, se han esforzado por prevenir otra crisis, tanto a través de su propia reestructuración como de la cooperación regional. En el plano interno, han fortalecido la supervisión financiera, reducido su deuda externa, adquirido mayor transparencia en su sector financiero, aumentado la independencia de su banco central y 8 acumulado grandes volúmenes de reservas externas. En el plano externo, ya se han logrado resultados más tangibles gracias a la cooperación financiera regional, por ejemplo, contratos de permuta financiera y aumentos en las transacciones de recompra, en concordancia con la Iniciativa Chiang Mai adoptada por los Ministros de Finanzas de la ASEAN+3 en mayo de 2000. En este sentido, otro ejemplo es el Fondo Asiático de Bonos (ABF), creado por los miembros de la Reunión de Ejecutivos de Bancos Centrales y Autoridades Monetarias de Asia Oriental (EMEAP) para alentar a que se invierta en la región asiática una porción de las grandes cantidades de reservas extranjeras con que cuentan los países asiáticos, a fin de mitigar las fluctuaciones del tipo de cambio. Es de esperarse que la cooperación regional cambiaria y financiera se fortalezca significativamente en el futuro y que, además, algunas monedas asiáticas puedan llegar a funcionar como monedas clave junto con el dólar y el euro, o que emerja una moneda asiática única. Me atrevería a decir que la participación activa de todos los países asiáticos en estas iniciativas de cooperación contribuirá a reforzar la estabilidad y el desarrollo cualitativo del sistema financiero mundial así como de los mercados financieros regionales. V. Conclusión Pues bien, concluiré con algunos comentarios finales. En el siglo XXI, la economía asiática continuará impulsando el crecimiento económico mundial a la vez que mantendrá un desarrollo dinámico. En un futuro cercano, se prevé que la magnitud de la economía asiática sea tal que equipare a la de Europa y Estados Unidos. 9 El surgimiento de la economía asiática tendrá una enorme incidencia en el sistema financiero internacional, así como en la economía real. Las nuevas oportunidades de inversión que ofrecen los países asiáticos deberían facilitar la globalización financiera, promover una distribución eficaz de los fondos a nivel mundial y mejorar el bienestar económico. Por otra parte, podrían aumentar las posibilidades de que sobrevenga inestabilidad financiera debido al ingreso de flujos de capital de corto plazo, en especial de capitales especulativos, lo que devendría en la apreciación de las monedas asiáticas. No obstante, en tanto los países asiáticos y la comunidad internacional se esmeren por mejorar las instituciones y establecer acuerdos de cooperación para asegurar la estabilidad y el desarrollo ulterior del sistema financiero mundial, la economía mundial en su conjunto crecerá a la par de estos países. 10