GRUPO ESPAÑOL DE LA AIPPI TUAL AÑOL ESTUDIOS SOBRE PROPIEDAD INDUSTRIAL E INTELECTUAL BARCELONA, ¿MARCA COLECTIVA? …y, así, me pasé de claro a Barcelona, archivo de la cortesía, albergue de los estranjeros, hospital de los pobres, patria de los valientes, venganza de los ofendidos y correspondencia grata de firmes amistades, y en sitio y en belleza, única; y aunque los sucesos que en ella me han sucedido no son de mucho gusto, sino de mucha pesadumbre, los llevo sin ella, solo por haberla visto. Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, Segunda Parte, Capítulo LXXII (De cómo don Quijote y Sancho llegaron a su aldea). Abro el periódico y leo: «una marca es un montón de post-its1 (sic) que llevamos en la cabeza». Lo dice el director estratégico creativo de una conocida agencia de publicidad2. Me quedo pensando. Me parecía que eso de la marca era otra cosa, pero sigo leyendo el artículo y veo que habla de la «marca Barcelona». Recuerdo también que hace unos meses hubo una reunión en el Círculo Ecuestre de mi ciudad (Barcelona, precisamente) para hablar de la «marca España». Sí, tenemos un Alto Comisionado para la Marca España, que se creó por Real Decreto3. No sé si ahí también ven la marca como «un montón de post-its», pero no entraré en ese delicado jardín y me centraré en la «marca Barcelona», y más concretamente en la que el Ayuntamiento de Barcelona está intentando registrar. Una cosa es hablar de la «marca ciudad» o la «marca país» como la imagen que quiere darse de dicho territorio, como símbolo de su personalidad, para promocionarlo, pero otra muy distinta es pretender su registro bajo la modalidad jurídica de marca colectiva con el fin de detentar de forma absoluta el derecho exclusivo de administrar su uso. 1 2 3 «Post-It » es una marca registrada de 3M COMPANY. El Punt Avui, 15.02.14, cita de Gem Romero, director estratégico creativo de Ogilvy. Real Decreto 998/2012. MIREIA CURELL AGUILÀ El concepto de «marca ciudad» se ha puesto de moda y pertenece al ámbito del branding.4 Se trata del proceso de comunicar la imagen de una ciudad mediante su posicionamiento único y diferencial. La dificultad estriba en que la mayoría de las ciudades no se identifica con un único valor, sino con varios, y algunos de ellos son compartidos por diversas ciudades5. Según un estudio realizado por PriceWaterhouseCoopers, del cual Barcelona es una de las ciudades protagonistas, en el año 2006 se quería asociar Barcelona con el conocimiento. Indica el estudio: «Barcelona, ciudad del conocimiento. La visión de futuro de Barcelona de cara al 2015 parte de lo siguiente: una economía basada en el desarrollo de una cultura innovadora, que aporte valor añadido y que cuente con el crecimiento de nuevos sectores, como el audiovisual y el del diseño. Asimismo, se potencian nuevos usos de transporte basados en la mejora de la movilidad. Por último, se apuesta por un sistema educativo que garantice una adecuada formación, tras reducir sensiblemente el índice de abandono escolar mediante la mejora de la posición social del profesorado y una mayor presencia en la administración escolar» 6. El objetivo parecía viable, ya que los valores a los que se deseaba asociar la ciudad de Barcelona eran concretos. No sé si la ambición creció, pero aquellos buenos propósitos casan mal con la pretensión de registrar esa «marca», el simple nombre de la ciudad, en relación con todos los productos y servicios posibles para disponer quién podría usarla y cómo. En efecto, el nombre «BARCELONA» se solicitó para su registro como marca colectiva, en su forma denominativa, ante la Oficina Española de Patentes y Marcas (OEPM) el día 30 de diciembre de 2011 (expediente nº 3012390), a nombre del Ayuntamiento de Barcelona, para distinguir las 45 clases internacionales. La solicitud fue acompañada, como es preceptivo, de un Reglamento de Uso, que, en su segundo párrafo, reza: Indudablemente, de entre los signos distintivos de la ciudad de Barcelona idóneos para condensar y atesorar estos determinados valores inmateriales 4 Destination Branding: Creating the Unique Destination Proposition, Ed. Nigel Morgan, Annette Pritchard y Roger Pride, Oxford, UK, Butterworth Heinemann 2002. 5 City branding; a state-of-the-art review of the research domain, Andrea Lucarelli y PerOlof Berg, Journal of Place Management and Development, Vol. 4, págs. 9 - 27, 2011. 6 Ciudades del futuro. Competencia global, liderazgo local, pág. 20, © PwC 2006. BARCELONA, ¿MARCA COLECTIVA? laboriosamente forjados por la colectividad municipal, se encuentra el signo denominativo ‘Barcelona’. Por un lado, ‘Barcelona’ es la denominación oficial del Municipio de Barcelona y un signo representativo de su colectividad municipal, tal y como viene acreditado en la Resolución del Departamento de Gobernación y Administraciones Públicas de la Generalitat de Catalunya (GAP/583/2007), de 2 de marzo, por la cual se da publicidad al nombre oficial de los municipios, de sus respectivas capitales y de la entidades descentralizadas de Cataluña. Por otro lado, el signo denominativo ‘Barcelona’ es idóneo para representar y comunicar los rasgos característicos y señas de identidad de la ciudad de Barcelona, esto es, para representar o evocar los aspectos identitarios y característicos de esta ciudad y de su gente y, más en particular, el prestigio y buena reputación asociados a la ciudad. No ha de sorprender, por consiguiente, que, debido a esta singular aptitud semiótica, el denominativo ‘Barcelona’ sea recurrentemente utilizado en el tráfico económico para distinguir los productos y los servicios de aquellas personas físicas y jurídicas domiciliadas en el Municipio de Barcelona, de manera que el aura de esta ciudad se comunique a estos productos o servicios. De momento me paro aquí. ¿Por qué motivo debería el Ayuntamiento de Barcelona tener derechos de exclusiva sobre el nombre de la ciudad –que es también el nombre de la provincia- y administrarlos según su criterio? Hasta donde hemos leído nada legitima al Ayuntamiento a solicitar el registro de «BARCELONA» como marca colectiva a su nombre. Sigamos: No obstante, la difusión pública y recurrente de determinados signos distintivos o elementos característicos de la ciudad de Barcelona y, en particular, la utilización comercial del signo denominativo ‘Barcelona’ para asociar en el tráfico económico bienes y servicios a esta ciudad no siempre proporciona información fiel, ni beneficia la imagen y el prestigio de la ciudad, ni potencia sus señas de identidad y rasgos característicos. Antes bien, el uso generalizado de estos signos distintivos sin expedientes mínimos que garanticen la consistencia de su valor simbólico, prestigio y buena reputación facilita, ciertamente, su dilución; o a la asociación de la ciudad de Barcelona a productos y servicios que no merecen esta asociación o a valores y sentimientos que no le son propios. Vaya, con la Iglesia hemos topado (por citar otro pasaje de Don Quijote de la Mancha). Si lo he entendido bien, si decido abrir en la ciudad de Barcelona una salchichería en la que se sirve comida claramente antagónica a MIREIA CURELL AGUILÀ la dieta mediterránea y se me ocurre ponerle por nombre SALCHICHERÍA BARCELONA, estaré acaso «diluyendo» la marca ‘Barcelona’ (o «saturándola», no sé). Cada día entiendo menos de marcas. En fin, el Reglamento de Uso propuesto es largo y no voy a reproducirlo entero, pero no me queda más remedio que comentar algunos pasajes más. Transcribiré la parte inicial del apartado II: En este contexto, el registro de la marca colectiva ‘Barcelona’ como marca nacional a favor del Ayuntamiento de Barcelona se erige en un expediente normativo coherente, razonable e idóneo para preservar las funciones propias que ha adquirido ‘Barcelona’ como signo distintivo de productos y servicios relacionados con esta ciudad y su entorno y, en general, para evitar que el uso de este signo en el tráfico económico lesione indebidamente intereses jurídicos merecedores de especial protección. El contexto, como lo llama el Reglamento, no es otro que el que puede encontrar el nombre de cualquier otra ciudad, creo yo. Sigo por tanto sin ver el motivo del registro en cuestión con tan amplia cobertura. Tampoco sé muy bien qué quiere decir eso de «un expediente normativo coherente». En cualquier caso, por coherencia, creo conveniente repasar qué es una marca colectiva, según la vigente Ley española de Marcas7 (en lo sucesivo denominada «LM»). Su artículo 62 dice: 1. Se entiende por marca colectiva todo signo susceptible de representación gráfica, de los comprendidos en el apartado 2 del artículo 4, que sirva para distinguir en el mercado los productos o servicios de los miembros de una asociación titular de la marca de los productos o servicios de otras empresas. 2. Sólo podrán solicitar marcas colectivas las asociaciones de productores, fabricantes, comerciantes o prestadores de servicios que tengan capacidad jurídica, así como las personas jurídicas de Derecho público. 3. No obstante lo dispuesto en el artículo 5.1.c), podrán registrarse como marcas colectivas los signos o indicaciones que puedan servir en el comercio para señalar la procedencia geográfica de los productos o de los servicios. El derecho conferido por la marca colectiva no permitirá a su titular prohibir a un tercero el uso en el comercio de tales signos o indicaciones, siempre 7 Ley 17/2001, de 7 de diciembre, de Marcas. BARCELONA, ¿MARCA COLECTIVA? que dicho uso se realice con arreglo a prácticas leales en materia industrial o comercial; en particular dicha marca no podrá oponerse a un tercero autorizado a utilizar una denominación geográfica. 4. La marca colectiva no podrá ser cedida a terceras personas ni autorizarse su uso a aquéllas que no estén oficialmente reconocidas por la asociación. Hasta aquí parece que las condiciones podrían cumplirse: el nombre Barcelona es susceptible de representación gráfica, el Ayuntamiento de la ciudad es una persona jurídica de Derecho público y la denominación interesada señala una procedencia geográfica, de modo que puede ser objeto de registro aunque con ciertas limitaciones en cuanto a su alcance. La definición de marca colectiva es análoga a la existente para una marca individual, con la diferencia que la marca colectiva debe identificar los productos o servicios de los miembros de una asociación. En este sentido, el artículo 63.2 de la LM indica: 2. Si la marca colectiva consistiera en una indicación de procedencia geográfica, el reglamento de uso deberá prever que cualquier persona cuyos productos o servicios provengan de esa zona geográfica y cumplan las condiciones prescritas por el mismo, podrá hacerse miembro de la asociación. Resulta difícil asimilar el concepto de «miembro de la asociación» en el contexto de la marca solicitada. Entiendo que son muchos los que deberían poder usar la denominación «BARCELONA» si quieren designar con ella el origen de sus productos o servicios. No veo cómo encaja en todo esto la autorización que deba dar el Ayuntamiento de la ciudad, ni cómo podría gestionarlo. En cualquier caso, reconforta lo dispuesto en el apartado 3 del artículo 62 cuando dice que «el derecho conferido por la marca colectiva no permitirá a su titular prohibir a un tercero el uso en el comercio de tales signos o indicaciones, siempre que dicho uso se realice con arreglo a prácticas leales en materia industrial o comercial; en particular dicha marca no podrá oponerse a un tercero autorizado a utilizar una denominación geográfica». Pero entonces, ¿para qué quieren en el Ayuntamiento el registro de marca colectiva? Veamos ahora quién podrá usar la marca «BARCELONA» según el Reglamento de Uso presentado junto con la solicitud de registro: MIREIA CURELL AGUILÀ Artículo 5. Personas legitimadas para el uso de la marca Sólo podrán hacer uso de la marca colectiva ‘Barcelona’, en el tráfico económico y para productos y servicios, aquellas personas físicas y jurídicas que, estando legitimadas para solicitar una autorización según lo dispuesto en el artículo 6 del presente Reglamento, hayan sido debidamente autorizadas por el Ayuntamiento de Barcelona y hayan expresado el compromiso de preservar el prestigio y buena reputación de la marca ‘Barcelona’ por medio de la adhesión a las condiciones de uso de la marca contenidas en el presente Reglamento. Y más adelante resulta que, según el artículo 6 del Reglamento, si eres autónomo y/o no resides en Barcelona o en su área metropolitana, lo tienes mal. Además debes proponerte utilizar la marca colectiva «BARCELONA» para distinguir productos o servicios vinculados con la ciudad de Barcelona o con las señas de identidad que distinguen la ciudad de Barcelona... y ¿cuáles son los «productos o servicios vinculados con la ciudad de Barcelona o con las señas de identidad que distinguen la ciudad de Barcelona»? Aparentemente, la salchichería que tenía previsto abrir seguro que no, por lo que mi suculento pero poco saludable ejemplo anterior podría seguir siendo válido para ilustrar lo que el Ayuntamiento de Barcelona probablemente no aceptaría. Pero las restricciones no han terminado porque resulta que según el artículo 7 del Reglamento: La marca sólo podrá ser utilizada como signo secundario o accesorio en la presentación o publicidad de productos o servicios principalmente distinguidos por medio de una marca registrada de modo que la impresión comercial ocasionada en el consumidor o destinatario por el signo distintivo con el que se presentan u ofrecen los productos y servicios resulte determinada en lo esencial por dicha marca registrada, y no por la marca ‘Barcelona’. En este sentido, se considerarán contrarios al presente Reglamento aquellos usos de la marca en los que se genere la impresión de que el signo que sirve para distinguir en el mercado el producto o servicio es el signo ‘Barcelona’. Es sabido que las marcas colectivas, como las de garantía, se utilizan por las empresas previa autorización del titular como ‘segunda marca’, es decir junto a la marca de la empresa de que se trate. Pero resulta chocante enfrentarse a tanto «expediente normativo coherente», tantas «acreditaciones y autorizaciones» para que, al final, sólo te dejen poner el nombre de tu ciudad bajo tu propia marca registrada, sin que ello sea distintivo de nada, salvo constituir una mera indicación de localización. BARCELONA, ¿MARCA COLECTIVA? Por otra parte, ¿qué pasa con las marcas ya registradas que incluyen dicho topónimo y no siempre como elemento secundario o accesorio? Hay un montón de registros de este tipo concedidos por la OEPM y también por la OAMI. Llegados a este punto, es mejor que dejemos el Reglamento de Uso de lado y nos fijemos en cuáles son los motivos de denegación de una marca colectiva, según el artículo 64 de la LM: 1. La solicitud de registro de una marca colectiva será denegada en la forma y por los mismos motivos que una marca individual y, además, cuando no cumpla lo dispuesto en los artículos 62 y 63, o cuando el reglamento de uso sea contrario a la ley, al orden público o a las buenas costumbres. 2. La solicitud de marca colectiva será también denegada cuando pueda inducir al público a error sobre el carácter o la significación de la marca, en particular cuando pueda dar la impresión de ser algo distinto de una marca colectiva. 3. No se denegará la solicitud si el solicitante, mediante una modificación del reglamento de uso, cumpliere los requisitos enunciados en los apartados 1 y 2. De entrada, yo hubiera denegado la marca en aplicación del apartado 2 del artículo 64. A mi juicio, aparte de otras consideraciones que incluyen si el signo es o no distintivo para todos los productos y servicios de todas las clases internacionales, la marca solicitada da la impresión de ser algo distinto de una marca colectiva. Vamos a centrarnos en el expediente administrativo y analizar qué ha pasado hasta hoy. La solicitud de registro de marca española nº 3012390 recibió oposición del Consell Regulador de la Denominació d’Origen Catalunya, que luego fue retirada y la marca se concedió según resolución de 11 de julio de 2012. Pero se presentaron dos recursos de alzada contra dicha resolución de concesión. Los recurrentes fueron Peritos Judiciales Barcelona S.L. y la Sra. Trinidad Asensio Fernández Castanys. Pese a que el primero es titular de una marca homónima, ambos son un tanto misteriosos, francamente, pero lo importante es que recurrieron la decisión de concesión y se salieron con la suya: la marca se denegó por recurso, según resoluciones de 5 de marzo de 2013, en base a al artículo 5.1 apartados b), d) y g) de la LM y los artículos 63.2 y 64.2 de la LM. MIREIA CURELL AGUILÀ El recurso de Peritos Judiciales Barcelona S.L. se basa en los apartados b), c) d), e) y f) del artículo 5.1. de la LM y el de la Sra. Asensio Fernández Castanys, en el apartado g) del referido artículo 5.1. de la LM, en el artículo 63 de la misma LM y en el artículo 38 de su Reglamento8. Comentaremos ambas resoluciones de forma indistinta al tener pasajes coincidentes y concluir de idéntico modo. En primer lugar, se desestima el motivo basado en el apartado c) del artículo 5.1. de la LM dado que el artículo 62 LM relativo a las marcas colectivas contiene una excepción respecto a ellas cuando indica que: «no obstante lo dispuesto en el artículo 5.1.c), podrán registrarse como marcas colectivas los signos o indicaciones que puedan servir en el comercio para señalar la procedencia geográfica de los productos o de los servicios». Sí se estima, en cambio, el motivo basado en el apartado b) del artículo 5.1. de la LM por cuanto la marca solicitada, por muy colectiva que sea, es denominativa y se refiere a todo tipo de productos y servicios y su eventual carácter distintivo respecto de alguno de ellos no puede establecerse. Indica la resolución: El término geográfico Barcelona en que consiste la marca 3012390, desprovisto, como ya se ha expresado antes, de cualquier otro elemento denominativo que lo caracterice, por si solo difícilmente será percibido por los consumidores como un signo que distinga los productos o servicios de aquellos autorizados por el Ayuntamiento de Barcelona de los demás productores de productos o prestadores de servicios. Cabe destacar la existencia de casi 4000 marcas anteriores, nacionales y comunitarias, en todas las clases del Nomenclátor, que incluyen la denominación Barcelona junto a otros elementos fonéticos o gráficos que las caracterizan. Cabe entender, como hace el recurrente, que el signo sólo va a ser percibido por el consumidor como una mera indicación localizadora de la empresa, semejante a una indicación postal, pero no como una marca colectiva dada su falta clara de carácter distintivo. Y es en relación con el apartado b) del artículo 5.1. que estima el motivo del apartado d) del mismo artículo: 8 Real Decreto 687/2002 de 12 de julio. BARCELONA, ¿MARCA COLECTIVA? El signo Barcelona carece de carácter distintivo pues es habitual para todo tipo de productos o servicios al existir numerosas marcas registradas que incluyen el término Barcelona. Es un término habitual en el mercado y por tanto carente de carácter distintivo. De nuevo solo va a ser entendido por el consumidor como un término geográfico. Este razonamiento no me parece impecable, porque un signo o indicación que haya devenido usual para designar ciertos productos o servicios en el sentido del apartado d) del artículo 5.1 de la LM no tiene nada que ver con el carácter habitual del término Barcelona, cuyo uso no ha devenido habitual en relación con ningún producto o servicio en particular, sino que es habitual simplemente cuando se habla de una determinada área geográfica. Respecto a los apartados e) y f) del artículo 5.1 la resolución entiende que en puridad no existe infracción de los mismos pero considera que, en realidad, el recurrente se refería al apartado g) del artículo 5.1. que excluye del registro: «los [signos] que puedan inducir al público a error, por ejemplo, sobre la naturaleza, la calidad o la procedencia geográfica del producto o servicio». Se estima por tanto el motivo de rechazo basado en el apartado g) del artículo 5.1. que se enlaza con lo dispuesto en los artículos 63.2 y 64.2 de la LM, entendiéndose que el Reglamento de Uso se queda corto al autorizar el uso de la marca colectiva sólo a aquellas personas que estén vinculadas a la ciudad de Barcelona o su área metropolitana, cuando Barcelona es, como ya se ha indicado anteriormente, también el nombre de la provincia. Además, la resolución aprecia, acertadamente, que la marca puede inducir al público a error pues da la impresión, en efecto, de «algo distinto de una marca colectiva». De hecho, se percibirá como una mera indicación de localización «semejante a una dirección o indicación postal». Y todo ello agravado por el dato de que la marca se ha solicitado para todos tipo de productos y servicios posibles, las 45 clases internacionales, de modo que no responde a la caracterización o naturaleza jurídica de las marcas colectivas, ni a su función. Dicho de otro modo, no funciona como un signo que sirva para identificar productos o servicios de los miembros de la asociación solicitante. La decisión es lúcida al señalar: Este signo, que intenta protegerse para todo tipo de productos y servicios, no identifica un producto característico de una zona geográfica determinada, por el contrario pretende asimilarse a una denominación de origen universal, pero sin las limitaciones propias de este instituto jurídico que, para empezar, no existe para muchos tipos de productos o servicios. Sería un derecho MIREIA CURELL AGUILÀ patrimonial erga omnes sobre un signo geográfico en relación con cualquier clase de producto o servicio lo que parece va claramente en contra del espíritu y la letra de la normativa de marcas. Hace también mención la resolución al artículo 11.1. h) de la Ley de Marcas 32/889 que decía: «No podrán registrarse como marcas, además de los signos o medios que no puedan constituir marca conforme al artículo 1 de la presente Ley, los siguientes: los que reproduzcan o imiten la denominación (...) de sus municipios, provincias y otras entidades locales, a menos que medie la debida autorización. En todo caso, solamente podrán constituir un elemento accesorio del distintivo principal». En este punto, la resolución comenta que la Ley 32/88 confería a los Ayuntamientos un poder sobre las solicitudes de marca posteriores pero que este precepto se derogó siguiendo la Directiva 89/104/CEE, apostillando: «Un ayuntamiento no puede tener un control patrimonial total sobre la denominación geográfica del mismo, esto es un resultado claramente no querido por el legislador comunitario y español». Y ya para concluir, comentar el último párrafo de la resolución, a mi juicio, esencial: El Reglamento de uso de la marca colectiva Barcelona pretende establecer un control sobre los usos marcarios de dicho término, sin promocionar un tipo de productos o servicios para su venta en el mercado, estableciendo una barrera de entrada y un control que solo puede corresponder a la OEPM. Esto se manifiesta claramente en el sistema de autorización de los usos de la marca basados en el prestigio y reputación, pero no en unos requisitos objetivos de los productos o servicios de que se trata. Sorprende además que el Reglamento de uso sea tan breve cuando se pretenden cubrir las 45 clases de productos y servicios. El Ayuntamiento pretende atribuirse funciones que solo pueden corresponder a este Organismo, al establecer restricciones al uso del término Barcelona. En definitiva se considera que esta marca colectiva Barcelona si se concediera en los términos solicitados, supondría un instrumento que limitaría la libre competencia. El subrayado es mío. En efecto, la concesión de esta marca colectiva limitaría, entre otras cosas, la libre competencia. 9 Esta Ley quedó derogada por la LM vigente actualmente. BARCELONA, ¿MARCA COLECTIVA? Pero todavía no podemos dormir tranquilos, porque tan bien motivada resolución ha sido recurrida en vía contenciosa10 y ahora está en manos del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña que se mantenga o se revoque. Confiemos en que prevalga el sentido común. Epílogo El Ayuntamiento de Barcelona había solicitado con anterioridad, el 19 de abril de 2000, el registro de «BARCELONA» como marca comunitaria (expediente nº 001619709). Esta marca, puramente denominativa y no colectiva, no recibió oposiciones y quedó registrada el 27.08.2001 para servicios de las clases 35, 38 y 42, concretamente: 35 Publicidad; gestión de negocios comerciales, administración comercial; trabajos de oficina. 38 Telecomunicaciones. 42 Restauración (alimentación); hospedaje temporal; cuidados médicos, de higiene y de belleza; servicios veterinarios y de agricultura; servicios jurídicos; investigación científica e industrial; programación para ordenadores. Supongo que envalentonada por el éxito cosechado en su recurso contra la concesión de la marca colectiva española, la sociedad Peritos Judiciales Barcelona S.L. instó ante la OAMI, el 16 de octubre de 2013, la nulidad de la marca comunitaria, apoyándose en un variopinto abanico de motivos absolutos y también relativos. La solicitud de nulidad fue desestimada por la OAMI según resolución de 31 de julio de 2014. El paralelismo entre ambos asuntos es más aparente que real y el punto de inflexión se sitúa, claro está, en el alcance jurídico del derecho inherente a cada modalidad contestada: la marca colectiva, más allá del mínimo de distintividad exigible a toda marca, acarrea e impone por definición unas condiciones de uso reglamentadas a una pluralidad de usuarios potenciales, a una colectividad. Esto implica una base jurídica más compleja y, en mi opinión, un listón más alto para obtener y mantener su registro. 10 144/2013) Figura en Sitadex anotación de 20 de mayo de 2013 de envío a Tribunales (R.C.A. nº MIREIA CURELL AGUILÀ Por un lado, la obligación de distinguir los productos y servicios de una determinada asociación confiere a toda marca colectiva un marcado carácter público. Los requisitos para acceder a la colectividad de usuarios deben ser objetivos, y debe haber ecuanimidad y rigor en el control administrativo del Reglamento de Uso. No parece fácil que tales circunstancias puedan darse en el caso de la marca comentada. Por otro lado, en las marcas colectivas geográficas, como lo es evidentemente «BARCELONA», el derecho de exclusiva derivado del registro no alcanza a impedir todo uso de la denominación geográfica, de acuerdo con el apartado 3 del art. 62 de la LM. Consiguientemente, la marca colectiva solicitada por el Ayuntamiento de Barcelona ¿no estaría en esencia vacía de contenido? Por añadidura, los motivos tipificados de caducidad de una marca colectiva pondrían en constante peligro la validez de «BARCELONA» como tal, caso de ser concedida, ya que el artículo 67.a) de la LM señala que la marca colectiva caducará si el titular ha negado arbitrariamente el ingreso en la asociación a una persona capacitada para ello. Esta situación de inadmisión, dada la desmesurada amplitud de los productos y servicios que se pretenden distinguir y la brumosa indefinición de los requisitos explicitados en el Reglamento de Uso, puede producirse constantemente en el caso de la marca colectiva ‘BARCELONA’. Las normas sustantivas referidas a las marcas colectivas concluyen en el apartado 4 del art. 62 de la LM, y así lo hará también este comentario, imponiendo a sus registros una insólita obligación: no pueden cederse a terceros. Si «BARCELONA» no puede comprarse ni venderse parece preferible, como el cariño verdadero, llevarla en el corazón. Este artículo ha sido escrito para su publicación en ocasión del 50 aniversario del Grupo Español de la AIPPI (GE) y en memoria de mi padre, Marcelino Curell Suñol, co-fundador del GE en 1963, y de mi hermano, Marcel·lí Curell Aguilà, que fue Presidente del GE de noviembre de 2004 a febrero de 2009, dos senyors de Barcelona que dedicaron su vida profesional a la Propiedad Industrial. Barcelona, a 21 de diciembre de 2014 BARCELONA, ¿MARCA COLECTIVA? Marcelino Curell Suñol, con su esposa, Pilar, en Hong Kong, de vuelta del Congreso de la AIPPI, que se celebró en Tokio en abril de 1966. Marcel·lí Curell Aguilà, en Nueva York, de vuelta del AIPPI Boston Congress, en septiembre de 2008.