Comercio Exterior, vol. 40, núm . 9, México, septiembre de 1990~ pp. 830-83 7 La modernización del agro n Méxic Guillermo Knochenhauer * Lo que hay que cambiar tan 77% de la agrícola total (véase el cuadro 1), así como de la ca rn e, la leche y el huevo. a c ri sis de la producción y el consumo de alimentos en M éxico ya no reacc ion a a soluciones meram ente administrat ivas, como el aum ento de los rec ursos públi cos. Pa ra modernizar el campo mexicano se requiere un conjunto arti culado de nuevas políticas, qu e se finque en la so lidar idad nac iona l, entendiendo que de la ju stici a y el bienestar en el ca mpo depende el eq ui librio de la vida de las ciudades. L Destaca la caída en los casos del maíz y el frijol , los más im portantes en la d ieta de la mayorfa de la poblac ión , tanto rura l como urbana. Paradójicam ente, estas di sminuciones co nfirman la releva ncia d e estos alimentos en la economía y el bienestar de la mayo r parte de la pob lac ión rural. Tamb ién hay retrocesos en los sigui entes aspectos: Ningún esfuerzo económ ico bastará para transform ar las rel aciones entre el ca mpo y la ciudad, entre la agricu ltura campesina y la productivo-mercantil , entre los poderes vert ica les qu e ca racteri za n a las estructuras q ue agobian al ca mpesinado . Se requ iere también de decisión po lítica , no sólo del Gob ierno sino de la soc iedad entera. a] La superficie dedicada al cultivo de los diez productos bás icos no aumentó en re lación co n las neces idades y la demand a de éstos : en 1989 só lo se les destinaron 13 .7 mi ll ones de hectáreas, m ientras qu e en 1965, co n la mitad de pob lación , se ocuparon 12.5 mi llon es. La si tua ción de la producción y el consumo de alim entos es muy grave. Desde hace un lustro hay una dec linac ión co nstante en la produ cción de los d iez cu ltivo s principales, que represen- CUADRO 2 CUADRO 1 México: producción de los diez principa les cultivos (M iles de toneladas) Culti vo 1981 -----1984 1983 1982 1985 1986 1987 1988 1989 Maíz 14 550 10 129 13 06 1 12 932 14 103 11 721 11 607 10 600 10 218 Frijo l 943 1 282 1 33 1 974 9 12 1 085 1 023 857 577 430 337 275 3 19 360 474 A rroz 300 533 390 3 193 4 462 3 460 4 506 S 2 14 4 770 4 415 3 665 4 362 Trigo 87 61 59 51 34 A jo njo lí 32 75 36 67 16 1 152 2 19 247 135 22 1 '277 209 Cártamo 339 Soya 707 648 685 929 709 828 226 937 686 436 317 225 414 49 1 Algodón 507 289 355 269 So rgo 6 086 4 717 4 846 4 974 6 597 4 833 6 298 S 895 4 354 617 350 4 10 557 619 5 15 Cebada 55 1 396 536 Total 27 76 7 22 174 24 886 25 7 15 29 368 24 438 25 862 22 665 2 1 772 Fuentes : Info rm es de gob ierno 1982 y 1989, y Subsecretaria de Agricultura, 1989. • Director de Empresas Industrial es y Comerciales de la Conasupo. Sus opiniones son personales y no comprometen a la institución en que labora. · Superficie cosechada de los diez cu ltivos principales (Miles de hectáreas) Cultivo 1981 1982 1983 1984 7985 1986 1987 1988 1989 Maíz Frij ol A rroz Trigo A jonjo lí Cá rtamo Soya A lgodón So rgo Cebada 7 669 1 99 1 175 860 143 399 362 349 1 684 27 1 S 643 1 58 1 156 1 011 91 189 375 200 1 275 225 7 421 1 996 133 857 164 349 39 1 232 1 5 18 303 7 076 1 725 126 1 033 135 227 389 3 16 1 623 283 7 590 1 782 2 16 1 2 17 142 234 476 197 1 862 28 1 6 4 17 1 820 158 1 201 102 204 38 1 157 1 53} 264 6 802 1 787 155 988 89 277 470 222 1 853 286 6 506 1 947 126 912 77 200 139 298 1 800 246 6 175 1 293 150 1 135 68 144 480 18 1 1 545 259 Total 13 903 10 746 13 364 12 933 13 997 72 237 12 929 72 25 1 11 430 Fuentes: Info rm es de gobierno 1982 y 1989, y Subsecretaría de Agri cultura, 1989. En los casos del maíz y el fr ijo l no se registraron mejoras en la productiv idad qu e compensaran la baja en la superficie cosechada (véase el cuadro 2). Al contrario, sus rendimientos por hectárea se han red uc ido en forma inusitada de 1981 a 1989: el de l maíz di sminuyó de 1.9 a 1.65 toneladas y el de l frijo l de 670 a 450 ki logramos (véase el cuadro 3) . 1 1. La baja de rendimientos se explica en parte por el aumento de los prec ios de fertili zantes, semil las, electri cidad, costo del créd ito y demás 831 comercio exterior, septiembre de 1990 lograr un nivel de sa lario s qu e permita eleva r el prec io de los al imentos básicos en las c iud ades. CUADRO 3 Rendimientos por hectárea del maíz y el frijol (Tone lada s por hectárea) Cultivo Maíz Frijol Fuentes: 1981 1982 1983 19b. 1985 1986 1987 7988 1989 1. 90 0.67 1.79 0.60 1.76 0.64 1.83 0.56 1.86 0.51 1.83 0.60 1.7 1 0.57 1.63 0.44 1.6'5 0.45 Inform es de gobie rno 1982 y 1989, y Subsec retaria de Ag ri cu ltura, 1989. b] De 1982 a 1988 la s importac iones de los di ez alim entos básicos aumentaron a más del doble en relación con el sexe nio precedente. El volum en de las importac iones de básicos ha c rec ido 44 veces desde los años sesenta, cuando el total de compras externa s fue de 1. 2 mil lones de ton eladas; en 1981-1989 ll egó a 52 .9 millones. e] A pesa r de ello, su di sponibilidad act ual per cá pita es muy inferior a la de 1981. Este año se produjeron 27.7 millones de toneladas de los di ez cultivos prin cipales y se importaron 8. 5 millones; en cambio, en 1988 só lo se agregaro n siete mi ll ones de toneladas importadas a la produ cc ión nac ion al (22. 6 millones), con lo que la di spo nibilidad fue 6.6 millon es de ton eladas menor para un a pob lac ión mayor en di ez millones de personas . Así, el co nsumo anu al de maíz por habitante bajó de 251 a 145 kilogramos de 1981 a 1989 ; el de frijol , de 26 a 9 kilogramos. Sin duda, ha empeorado el probl ema nutricion al de México, qu e afecta a unos 39 millones de perso nas, 70% de ell as del sector rural (véase el cuadro 4). CUA DRO 4 Disponibilidad per cápita d e los cuatro cu ltivos principales (Kilogramos por habitante) Cultivo 7987 1982 7983 7984 7985 1986 7987 79138 7989 Maíz 251 145 240 203 204 169 187 166 145 Frijol 26 15 17 14 14 16 13 11 9 7 Arroz 4 4 6 9 8 S S S Trigo 62 67 64 71 52 63 59 59 52 Fuente: Cálcu los propios a partir de los informes de gobierno 1982 y 1989. Desde el punto de vista soc ial, los problem as del campo en un país subd esarro ll ado se relacionan ; ante todo, co n la lógica impl aca ble de la pob reza, qu e actúa en dos vertientes: prohija situacion es tan dramáticas como la desnutrición e impid e el adec uado aprovech amiento de los recursos disponibles. Las raíces de la pobreza rural está n en la incapacidad de los sectores indu strial y de servic ios para gene rar empleos, lo que impide, además, in sumas, debidos a la disminución drástica de los subsidios qu e se aplicaban a ellos; esto, a su vez, es resu ltado de la disminu ción del gasto pú bli co dedicado al fom ento agropecua rio, el cua l pasó de 19% del total en 1982 a 6% en 1987. De ahí que se haya acentuado el descenso en la producción y en la productividad a partir de 1985 , en las regiones del noroeste, centro y centro Pacífico, en las qu e están más difundidos los agroquímicos subsid iados. La pobreza soc ial y product iva caracte ri za a la agricultura tradicion al, generadora de más de 85% de los cultivos básicos y medio de subsistencia de 98.2% de Jos productores rural es (só lo 1.8% de ell os están c lasifi cados co mo empresa rios) . Esa poblac ión ca mpesina tien e que vivir de actividades primari as, cuyo va lor agregado, aun en co ndic iones óptimas, se ría insuficiente para asegurarl e un nivel de vida digno. Este fenómeno se aprec ia al co nside rar que el PIB agropecuar io equiva le a 9 % del total, a pesa r de que en el ca mpo vive cas i 27% de la población del país, si se apli ca n los criterio s vige ntes que tipi fica n a un a pobl ación co mo urbana por su núm ero y no por sus activi dades; conforme a este último criterio se ría de 40 % de la pob lación. En las c iud ades se genera 91% del PIB para 73% de la población (o para 60%, según sea el caso) 2 Así, cada obrero manufacturero genera 4.3 veces más va lor agregado en su actividad que un trabajador agropecuario. Como es obvio, esto determina la participac ión del campo y las"ciudades en el ingreso nac iona l. De ahí qu e para ce rrar la brec ha de ingresos ent re un o y ot ras deba consid era rse el total de la riqueza del país. La densidad demográfi ca provoca la atomi zac ió n de los rec ursos produ ctivos, lo que ha dado lu gar al minifundio y a una m ala utili zac ión de éstos, manifiesta en la erosión de la ti erra y en un aprovecham iento menor que el que podría lograrse medi ante el uso adec uado y genera liza do de las téc ni cas modern as. Mientras esas cond iciones prevalezca n, la política de desa rrollo rural no puede basa rse só lo en la competitividad productivomercantil del campo. Aun cuando la producción rural ti ene poten cial para crecer a tasa s mayores qu e otros sectores -y es probabl e qu e la política actual del Gobi erno logre aprovechar mejor esta ca racterística -, esto por sí mi smo es in suficiente para ce rrar la brec ha campo-ciudad, derivada de la actual estructura ge neradora y di stributiva del in greso. En el secto r rural lo anterior obliga a suped itar la política económica a la social. Una de las co ndi ciones para ello es hacer de la democracia un motor del desarrollo. Es necesa rio que la democracia se vuelva tangible y se manifieste en la vida di aria para estimul ar la participación de la gente; sólo conve ncida de los motivos y de la utilidad de aquéll a podrá compa rtir intereses y aspirac ion es. Mediante el ejercicio de la democracia los municipios pueden ser la base de un gran esfue rzo de organización soc ial. Para que· cada com unid ad se co nvi erta en suj eto activo de su propio desarrol lo, el municipio debe integrarse al siste ma estatal de planeac ió n a fin de transformarlo de simple prestador de servicios en promotor del desarro ll o. Falta mucho por hacer en la organización de la capaci dad administrativa muni cipal. Por ejemplo, en materia jurídica es me- 2. En Estados Unidos, en 1988, el PIB agropecuario representó 3.1 % del total, generado y distribuido entre 2.8% de los estadou nidenses. 832 nl''>tPr det inir mejor los ám bitos de competen cia de las tres in srl r> go bi erno y pa ra el lo hay qu e romper las inercia s ce ntra li 7ado ra> y p ate rn o~ lr stas. tr~nc i ,p, En lm mun rc ipio> ru rales puede comenza rse con la mocl erni 7.tc ión de la-, lll >t ituciones y ele los in strum entos de gob ierno para atender Id >a lud y la vivienda . En la actu alid ad las prim eras responden a la íragme ntació n del mercado de trabajo y su carácter grem iali -,ta im prd e que los benefic ios de su func ión lleguen a la mc1yorícl cJ p la pob lac ión ru ral y a los grup os desorganizados de la> c iuci.Jci e> . H,1y que o~ riadrr q ue las respuestas institu cio nales a los problellla'> cl elm edio 1 ural confunden co n muc ha frecuenc ia la neces id o~ d globa l con un sa tisfactor co nvenciona l, sin co nsiderar qu e nin gún fact or islado es capaz de ge nerar bienestar por sí mi smo. Por ejemp lo, pa ra sati sface r las neces idad es edu ca ti vas só lo >P pi t> rr>.:l en construi r aul as, no en programas acordes co n los prob lema> y la rea lidad de cada región , en la disponibi lidad de m.le>trm o en las cond iciones nutricionales y de sal ud de los niños. [s pue rndispensa ble que las in stitu cion es encargadas de la polít ica >ocial res peten el pape l protagónico que, en su proceso rnt egral de de>ar rollo, co rrespo nd e, y demandan , a los habitan te' clt> lm edio rura l. Así se podrán definir y ejec utar política s difen•nc i1d a-, en mate ri a de alim entac ió n, sa lud , educac ión y vivienda, co n ~ id e rJndo las dispar id ades qu e hay entre las propia s omun rclade-, y >U'> característ icas culturales y materi ales . En ello, el mun rci pro debe desempeña r el papel organi za dor que le co rre>nonde. En lo político, el pate rn ali smo, la centrali zació n y el verti ca lismo burocr<itrco de las decis iones constituyen la idiosincrasia y la e-,t ru ctura de la red inst itucional que obstac uli za el desarro ll o ru ra l. el burocrat ismo co nsid era co n el mi smo rase ro las diferentes cultura> e intereses que hay en el agro. Esto produce, por un lado, política., gen rale> inapl icables y, por otro, requiere del cac iqu ismo y la corrupc ion de liderazgos que en su origen fueron legítimo>. La> id eas política> q ue generó este burocrat ismo se sustentaron en elementos reivind icato ri os so bre la ti erra. Hubo q ue apartarse de ello<; cuando la reforma agrari a no pudo seguir repartiendo preclio' ;¡ J rrtmo ele las expectativas y las neces idades rurales. Posteriormente, las propuestas oficia les se han dirigido de modo cas i exc lu rvo a grupm con capac idad producti va de rango comerera l, qu e re'iulta n rnaplicabl es para la masa ejidal y co mun al poseedora de poca tierra y de baja ca lid ad. El d isc urso po lítico tendría qu e reco noce r qu e, fuera de los elementos jurídicos comunes, los ej idos, las com unidades y las peq ueñas propiedades ti enen singularidades de ca rácte r agro económ i o, po lítico, soc ial y c ultural que no es posible ignorar. El Gob rerno ha respondido co n acierto a las tendencia s políticas de los núcleos agrarios mejor dotados hac ia un a nu eva forma de organrzación que no acepta estru cturas como una central ca mpesi na única . Sus pro pósitos so n fortalece r la lu c ha para resolver asuntos concretos y o rga niza rse en frentes amplios que reconozcan y respete n la p luralidad socia l, orga ni zativa, ideo lógica y polít rca de los partiéipantes. A l 'respecto, cabe señalar qu e en enero de 1989 el presidente Carlos Sa lin as de Gortari y la Co nfedera- la modern izació n del agro ció n Naciona l Campesina (CNC) co nvoca ro n a las o rga nizac iones indepe ndientes para integ rar el Cong reso Ag rario Perm anente, qu e co nstitu ye Úna in stanc ia el e diá logo entre interlocutores cuya volu ntad política ti ene co in cid encias fundam entales. H asta aq uí es pos ible ident ifica r cuatro de las cau sas principa les de la c risis crónica del ca mpo mex ica no: • La descapitalizac ión de los fundos prod ucti vos, debida a los ba jos prec ios que se pagan por los alimentos básicos; a la di smi nu ció n e inadecuada ap li cació n de las inve rsiones y los subsidios gubernamentales durante el últim o sexenio, y al magro rendimiento de los recursos. • La lógica impl aca ble de la pobreza ge nera lizad a, qu e impi de el adec uado ap rovecham iento de los rec ursos d ispo ni bles y se res iste a estrategias y po lít icas qu e sólo persigan propósitos product ivistas. • La atomi zación de la estru ctura agraria en el minifundio y la in seguridad en la tenenc ia de la ti erra, que afecta más a las parce las y los núcleos ejida les qu e a la auténtica pequ eña propiedad. • Los vicios de l patern ali smo, la ce ntrali zac ión burocrát ica y la corrupción en las in stituciones púb licas de fomento agropec uario y en la representac ión de gran part e de los productores rura- ' les. j untos, burócratas y med iadores ca mpesinos vena les, forman la "co rruptocrac ia" rural. Todos estos so n obstác ulos form idables para la ut ili zación plena, co n raciona lidad económ ica y ecológica y con sentido soc ial, de la ti erra arabl e del país. Entre los fenómenos , hay que di stin guir los que re spo nden a la estru ctura mac roeco nómica del país de los qu e surgen de la est ru ctura sec tori al. Las co ndi ciones mac roeconómicas o ri gin an problemas de carácter agrario (minifundismo e in segurid ad en la ten encia d e la tierra) debido a la falta de opo rtunid ades de empl eo productivo para los ca mpesinos en otros sec tore s de la economía; asimi smo, la in equ itativa d istribución del ingreso, que prop ician los bajos sa larios urbanos y las reduccio nes del gasto púb lico, contribuye n a la descap italización productiva. En el ámbito sectori al, hay que atend er al funcionamiento de las in st itu ciones públ icas de fomento produ ctivo, a las tendencias de las organizaciones de prod uctores agropec uarios y al marco jurídico derivado de la Ley de Reforma Agra ria . Las tendencias del cambio Estrategia de cambio del Gobierno ara superar el atraso del ca mpo y mod ernizarlo, el gobierno del presidente Carlos Sa linas de Gortari ha definido cuatro directrices principa les : i) la modernizac ió n de los instrumentos de política rural; ii) la transformac ió n de las in stitucion es púb licas de fom ento agropecuario; iii) la democratizac ión y el fo rtalec imi ento de las o rganizacion es de productores, y iv) la actua lizac ión de las estru cturas jurídica s. 833 comercio exterior, septiembre de 1990 ' El o bjeti vo de la estrategia ge neral es eleva r el nivel de vid a de la fa mili a ca mpesin a por medi o del mejo rami ento de sus co ndi c io nes de trabajo y del aum ento de su produ cc ión y produ cti vi dad . El problema soc ial de la pobreza extrema se atend erá con el Programa Nac io nal de Solid arid ad. 4) La estrategia se sustenta en la parti c ipac ió n orga nizada de los produ ctores del ca mpo, lo q ue reforza rá la fo rm ac ió n de nuevos sistemas de represe ntació n y de un pe rfil de liderazgo ca mpesin o co mo el qu e han alca nzado va ri os ejid o ~ del noroeste del país. Ca be destacar las diferenc ias esenciales de esta estrategia respecto de la política rural del pasado: Necesidad d e una ref orma agraria contemporánea 7) Pretende cambi ar las relac ion es de la econ o mía rural co n el resto de los sectores, adoptando las férreas reglas del com ercio agropecuario intern ac io nal y de las inve rsio nes de ca pital pri vado com o las d irectri ces del Programa de M odern izac ió n del Ca mpo 1990-1994. Para obtener la efi cienc ia y la produ cti vid ad req uerid as po r el comercio intern acional y las inve rsiones privadas habrá q ue modifi ca r la estru ctura agrari a del pa ís. Ell o implica refo rm as lega les y ga rantías pol íti cas y admini strativas para qu e los produ cto res - ejid atarios, comuneros y pequ eños P,ropietario s- puedan asocia rse entre ell os y con inve rsio ni stas de otros sectores, a fin de integrar parce las y predi os en unid ades produ cti vas con ex tensio nes mu cho mayo res que el pro medio de las q ue lega lmente ex isten. 2) Para revertir la descapitalizació n de los fu ndos prod ucti vos, se promu eve la moderni zac ió n de los principales instrum entos de fo mento . Se busca que los prec ios ya no tenga n un mínim o ga rantizado (exce pto el maíz y el frijol) sino qu e los conce rten produ cto res y consumid ores con base en los intern acio nales . Asimi smo, los subsid ios a la prod ucc ió n dejarán de pri vil egiar a los agri culto res q ue ya partic ipan con ventaja en el mercado y se oto rga rán só lo a los ca mpes in os co n potencial produ cti vo, según sus necesid ades co nc retas . 3) Pa ra superar el patern ali smo, la ce ntrali zac ión burocrática i¡ la co rrupción, las in stitu cio nes federales avanza n en la desco nce ntrac ión de sus fun c io nes alentando un a mayo r pa rticipac ió n de las orga nizac io nes de produ ctores. Habría mu c ho ca mino por reco rrer para co nve rtir al muni cipi o en promoto r del desa rro ll o rural y co nstitui rlo en un a base só lid a para la desco ncentrac ió n efectiv a y perm anente de las tareas de las in stitu c iones del G obi erno federal. La estru ctura agrari a nac ional se caracteri za porqu e 58. 6% de las pa rcelas ejid ales ti ene menos de 5 ha; la prop iedad pri vada está igualm ente atomi za da (57% de los predi os ti ene un a superficie meno r qu e 5 ha), pero mu estra un a con ce ntrac ió n mu c ho m ayor ya qu e los minifundi stas só lo poseen 1.7% de la superfi cie en dic ho régim en. Las mini parce las ejid ales y los más de 525 000 pred ios parti cul ares co n menos de 5 ha están subutili za dos (véase el c uadro 5). Los ejidos no fu eron dotados de rec ursos para hace r frente al c recimi ento demográfico. Sólo uno de los hijos puede heredar el d erec ho del ejid atario. Po r otra parte, co mo la eco no mía no ofrece oc upac iq n a los demás, só lo les q ueda rec lamar sus propi os derec hos agrari os y esperar . . . Sól o 22% de la pob lac ió n de los eji dos en edad produ cti va es posesion ari a lega l de parce las . O tro pro bl ema es la segurid ad en la tenencia de las pa rce las . Po r ma nd ato lega l, la extensió n de las ti erras eji da les de culti vo debe se r de 10 ha de ri ego o de 20 ha de tem po ral. Sin embargo, ce rca de 90% de los predios tien e un tamaño menor y, en con sec uencia, carece de título parcelario y de ce rtifica do d e derec hos agrari os. En estos casos no hay seguridad lega l de la tenenc ia. Co n todo, el ejid o y la co munid ad so n todav ía la úni ca fó rmu la para qu e 2.5 mi ll o nes d e fami li as se mantenga n con sus propios medios. Co n este obj etivo los conc ibiero n Venu sti ano Carranza y Plutarco Elías Calles, para qui enes la propiedad co mun al era un a fo rm a temporal y transitori a de tenenc ia mi entras se d ive rsifica ban las activid ades produ ctivas en el país y se crea ban las co ndic iones para fo rm ar uní:! c lase de pequ eños pro pi etari os rurales, emprend edo res y modern os. Lázaro Cárd enas modifi có la visión qu e se tenía del ejido , al co nsiderarlo una .fo rm a perm anente de tenenc ia , a la qu e era pre- CUADRO 5 Unidades de producción por tipo de tenencia y ta maño de parcela y estructura porcentual, 7987 ----- G rupos por tamaño d e parcela (h a) Núm ero Menos de 2 De 2 a 5 De 5 a 20 pe 20 a 50 De 50 a 100 De 100 a 1 000 De 1 000 a 2 500 Más de 2 500 1 041 103 75 1 551 1 001 38 1 154 237 52 652 53 11 2 4 954 3 960 Total Priva da Totales % Superficie 34.0 1 176 182 24 .5 2 779 930 32.7 10 414 457 5 .0 5 134 855 1.7 4 024 568 1.7 14 799 354 0 .2 7 753 265 0 .1 23 206 204 % N úmero 1.7 366 977 4. 0 158 491 15.0 197 829 7.4 92 684 5.8 47 95 1 21.4 48 572 11.2 4 820 33.5 3 924 % Superficie 39 .8 344 178 17.2 574 535 21.5 2 193 369 10.1 3 186 275 5.2 3 688 307 5.3 13 799 093 0.5 7 574 386 0.4 22 839 203 3 062 950 100.0 69 288 8 14 100.0 92 1 248 100.0 54 199 346 Fuente: IN EG I, VI Censo Agrícola Ga nadero y Ejida/, 198 1, y cá lculos propio s. Ejidal % Número Mixta Superficie % N lÍmero % 5.9 15.5 59 .4 12.9 1.4 4.7 0. 2 o 64 738 54 0 12 52 96 1 8 164 2 194 1 499 120 36 100.0 1 957 978 100.0 12 974 788 100.0 183 724 0 .6 1.1 4.0 5.9 6.8 25.5 14.0 42. 1 609 388 539 048 750 59 1 53 389 2 507 3 041 14 o 3 1.1 27.5 38.3 2.7 0.1 0.2 o o 762 700 2 01 5 180 7 709 172 1 678 163 184 132 604 218 21 224 o Superficie % 35.2 29.4 28 .8 4.4 1. 2 0 .8 0. 1 % 304 215 915 41 7 129 044 655 001 3.3 9.0 24.2 12.8 7.2 18.7 7.5 17.4 100. 0 2 11 4 680 100.0 o 69 190 511 270 152 396 157 367 834 c iso dar apoyo integral para hacerl a producti va y económicamente viabl e. Además, convirtió a la o rgani zac ió n campesin a en to rn o al ejido - las ligas de comunidades agrari as agrupadas en la CNCen la base po líti ca de un Estado nac ionali sta q ue busca ría fó rmu las progres istas en el ca rácter corpo rati vo de su o rga ni zació n y en la eco nomía mi xta . la modernización del agro Para acaba r co n la simulac ió n (prácti ca q ue se ha im puesto ante la inadec uada legislac ió n), el gobiern o del presidente Sa li nas de Go rtari promu eve la di sc usió n y la revi sión de la ley, ya qu e, entre las ca usas de la cri sis rural, el minifundi smo es el que mejo r manifi esta la problemáti ca del campo y, po r lo mi smo, es el más complejo y reacti vo, ta nto desde el ángulo soc ial como del políti co . Los gobiern os posteriores al ca rd enismo sim patizaro n más con la prop iedad individu al. Pese a ello, el reparto agrari o continu ó hasta proporc io nar más de 100 millones de hectáreas a ejid os y comunid ades, lo qu e significa la mitad del territo ri o. Esto se debió a q ue no se logró la diversificac ió n necesa ri a de las acti vid ades produ cti vas ni se ge neraron ocupac io nes pa ra la gente de l ca m po, qu e permiti eran con form ar la cla se de pequ eños propi etari os qu e se preveía desde el liberali smo pospo rfiri ano. Po r un lado, las leyes qu e obliga n al trabaj o personal de la ti erra y qu e prohíben el trabajo asa lari ado del posesio nari o y la renta de las parcelas, no se aju stan a la rea lid ad del cam po . Los ej idatari os ca recen de protecc ió n frente a los qu e violan las prescrip ciones; en cambi o, se les apli ca n severas sa ncion es po r las infracc iones en qu e incurren . Po r eso las parce las, que fu ero n sufic ientes para sati sfacer a la prim era generac ió n de ejidatari os, se han tenido qu e subdi vidir para las sigui entes, pr:opi ciando el minifundi o. Empero, aun en los raros casos en q ue se exp lota en fo rm a adecuada, éste no ha rend id o lo suficiente para mejo rar las condicio nes de vida de la fa milia campesin a. A l co ntrari o, se han red ucido las posibilidade de desarro llo y progreso eco nó mi cos . Po r otro lado, pa ra ava nza r en la implantac ió n de diversas fo rmas de asoc iac ión entre ejid ata ri os, comuneros, pequ eños propietari os y empresa ri os, en to rn o a proyectos de inversió n rentabl es qu e el Gobierno se ha compro metid o a promover, sería indi spe nsable qu e el trabajo y los derec hos sobre las parcelas ejidales tuvi eran valor mercantil. A esto se opo nen, por razones ideológicas, y sobre todo políti ca , la o rga nizacio nes del secto r social rural agrupadas en el Co ngreso Agrari o Perm anente, aunqu e se interesa n en atrae r a inve rsio ni stas para proyectos conjuntos. Po r tanto, co n demasiada frec uencia, el resultado en lo qu e toca a la produ ctiv idad ha sido él abandon o, la renta del ejid o y la simul ación neol atifundi sta. Desde el punto de vi sta de la solid arid ad, la impos ibilid ad c rec iente de ampli ar las exten siones ejid ales y las pocas opo rtunid ades de oc upac ió n produ ctiva han provocado la disco rdi a en las comunid ades, lo qu e impid e el desa rro ll o de explotac iones colectivas, qu e constituyen la evolució n más lógica de l ejido . · La peq ueña propiedad tambi én padece prob lemas de in segurid ad , de ri va dos de la difundida práctica de la simulac ió n, qu e co nsiste en q ue un prop ietario puede ac umul ar ti erras en di stin tas entidades federati vas, hac iend o mu y difíc il detectar cuánd o se exceden las di sposic io nes lega les. Ni el Estado ni los demandantes de ti erras cuentan co n un registro úni co y nacio nal de la pro pi edad rural q ue permita id entifi ca r de manera definitiva las pro pi edades afecta bl es. Es evidente, desde el punto de vista prod uctivo, que se requiere un a ve rdadera refo rm a agrari a co ntemporánea. En se nti do téc ni co y como proyec to de Estado, po r reform a agraria se enti ende el co njunto de med id as po líticas, jurídi cas y eco nó micas que el gobiern o de una nació n ap lica para transformar el sistema de tenenc ia de la ti erra po r co nsid erar qu e éste es inju sto en lo socia l o inefi c iente en lo eco nómico. La in eludibl e revisión de la legislac ió n agrari a deberá co nc ili ar d os propós itos: contar con un bu en núm ero de unidad es de produ cció n en qu e la extensión de la ti erra haga rentabl e el fluj o de ca pitales y de tecnología, y reconocer qu e la vía natural de desa rroll o del ejido no es la renta, sin o la ex plotación co lecti va de la ti erra. La asociació n participati va - qu e no exc luya el trabajo y las ga nanc ias de los ejid atari os- sería la fó rmul a más equilibrad a. Modernización de las instituciones y los instrumentos Los sec to res indu stri al y de servi cios ti enen limitac iones estru ctu rales pa ra ge nerar empl eos y mejo rar los sa lari os. En con sec uenc ia, el ti po de demand a de los produ ctos ag ropecuari os básicos no estimul a la co mpetitividad prod ucti vo-merca ntil. De ahí la impo rtancia del gasto públi co en la producc ió n y el desa rroll o de la soc iedad rural. M ediante subsidi os el Gobi ern o red uce los costos de producc ión y complementa el prec io rea l de los alim entos básicos; sin embargo, han predo minado los intereses urba noindu stri ales sobre los del desa rro ll o rural. La reforma de la estru ctura de la propiedad se emprende cuando hay un gran acapa rami ento de ti erras -y por tanto es necesari o di stri buirl as- o en los casos en qu e aqu éll a se ha pulveri za do y es indispensab le reagruparl a. De cua lquier modo, los fundamentos__de la reforma agrari a se relac io nan estrec hamente con el uso efic iente de la ti erra, aunqu e no pu ede limitarse a ese propósito producti vista ni apoya rse única mente en él. El ejemplo más rec iente lo constitu yen las po líticas de austeri dad mac roeco nó mi ca puestas en prácti ca desde 1982, qu e afectaro n más al secto r agropecuari o qu e al indu stri al o al de servic ios. 3 Ad emás de la reducc ió n de recursos, la estructura de las in stitu c io nes pro pi cia qu e éstos se conceda n en mayo r cuantía a los segmentos de producto res con mejo r posició n para nego- Las fo rm as prácti cas, aunqu e il ega les, de compactación consi sten, po r un lado, en la simulac ió n neolatifundi sta (44% de los pequ eños propi etarios es du eño de 98.7% de la ti erra en manos de parti cul ares) y, por otro, en la renta de parcelas ejidal es. 3. D urante el sexeni o pasado las transferenc ias pú bli cas pa ra el desarroll o rural d isminuyero n de 7. 8% del total en 1982 a 2.9% en 1988; en ca mbio, las ori entad as al sector co mercio y fomento indu stri al crecieron de 11 .1 a 17.2 por ciento. 835 comercio exterior, septiembre de 1990 ciar. La po lítica general de subsidios excluye a los produ ctores más necesitados en favor de los qu e ya participan ventajosa mente en el mercado. Es preciso restab lecer la función compensatoria de tales instrum entos y a ell o se encamina la moderniz ac ión de éstos y de las in stitu c iones que los man ejan . En efecto, el fundamento de di cha moderni zac ión es que para diferentes tipos de productores haya distintos instrum entos de fomento, según el potencial productivo y las necesidades para aprovecharlo . Con ello se pretende contribuir al aumento de la producc ión y de la productividad de las tierras y de otros recursos subutilizados, a fin de disminuir o ce rrar la brecha que separa a la agricu ltura ca mpesina -que ti ene los mayores recursos por aprovec har- de la co merci al. Con ese fin se retiran los subsidios gene rales a la producción rural, apl icados med iante créditos, seguros, precios de fertilizantes, electricidad , agua y servicios de co merciali zac ión. No se trata de elimin ar los subsidios, cuya necesidad es evid ente, 4 sino de o torga rlos a los productores qu e puedan darl es buen uso y rea lmente los necesiten (véase el cuadro 6). CUADRO 6 P/8 e in versión pública fed eral y para el desa rrollo rural (Miles de millones de pesos) 1980 1985 7986 7987 7988 PIB Total 4 470 47 403 79 131 193 462 395 883 Agropecuario 4 107 16 676 33 943 368 7 Q62 Inversión pública 1 147 Para desa rrollo rural 91 27 1 448 882 Total 4 869 10 797 19 073 479 3 030 PIB agropec uario/PIS tot al( %) 8.92 8.62 8. 57 8.23 9.09 Inversión para desa rroll o 8.1 7' 6.0 1 rural/total (%) 8.94 9.20 19.01 Inversión para desarro llo rurai/PIB agropecuari o (%) 24.73 6.29 6.35 5.29 3.38 Fue~;-S 1 ste m a de Cuentas Nacionales de México 1985-1988, cá lculo preli minar 1989; A nuario Estadístico de los Estados Unidos M e>rica nos 1988, e informes de gobiern o 1982 y 1989. El Banrural , la Aseguradora Agríco la M ex ica na y el Programa N ac ion al de Solidaridad están id entifica ndo su respec tiva cli entela co n los c ru ciales propósitos de ro mper el círc ulo de co rrupció n alrededor del c rédito y el seguro y devo lver a los préstamos de la banca oficial su ca rácter de fomento , al se rvicio excl usivo de los produc to res que lo requi eran y tenga n rec ursos subutili za dos. Romper la interacc ió n entre el crédito y el seguro que dio lu ga r a la indu stri a del sini estro, en manos de funcionarios y repre4. En 1986 los agricultores de Estados Uf] idos recibieron apoyos equivalentes a 37 .8% del producto sectorial, mientras que los subsidios otorgados a los mex ica nos correspondi eron a 10.7%. La mitad de este subsidio se aplicó mediante el créd ito y el seguro, lo que benefició principalmente a las zonas de ri ego y buen temporal. Las inversiones públicas destinadas al sector agropecuario y forestal disminuyeron drásticamente, de 24.7% del PIB sectori al en 1980 a sólo 3.4% en 1988. sentantes campesinos vena les, no sólo evitará que se desvíen cuantiosos rec ursos públicos, sino, lo qu e es más impo rtante, acabará con el ince ntivo para no produc ir, pues los ca mpesinos amañ ados podían obtener mejores divid endos co n la simu lac ió n que hac iendo producir su tierra . El crédito oficia l no debe ~ubsidiar la supervivenc ia de campesinos con tierras de alta si ni estra lidad, ni a productores cuya infraestructura y rec ursos téc ni cos les aseguren una alta rentabi lidad . El Banrural se espec iali za rá en atender a los productores de bajos ingresos con potenc ial product ivo; el Programa Nac ional de So lidarid ad operará programas de desa rrollo soc ial en z onas muy deprimidas, y la banca comercial atend erá a los productores qu e ya tengan eficiencia y rentabilidad com petiti vas. Como parte de la rev isión de los in st rum entos de fomento, se elimin ó el régim en de precios de gara ntía a diez de los doce productos consid erad os. 5 Con esto se pretende corregir las di storsiones en la estru ct ura de precios relativos con el resto de la economía y hacer más efic iente su relac ión co n la políti ca de su bsidios. El ca mbio d el sistema de precios de gara ntía a un régimen de prec ios concertados entre los productores agrícolas, los industriales q ue tran sfo rman los productos y el propio Gobierno , tiene el objetivo de alin ear pau lat in amente los precios agropecuarios nac ionales co n los intern ac ion ales, en congruencia co n lo qu e ocu rre en otros sec tores y rama s de la eco nomía. Para logra rl o sin pe rju d icar a los productores prim ario s sino estimul ando su productivi dad deben sati sface rse dos co ndi cion es importantes . Por un lado se deben est ru cturar los servicios de apoyo al mercado agro pec uario (informac ión , tra nsporte, almace nes y financiami ento) . Durante años la Conasupo prestó algunos de el los, pero al retirarse (y con ell o el subs idio indirecto im pl ícito) los p roductores nac iona les se enfrentan a la insufi cienc ia de tales se rvi cios que ofrecen prestadores privados y a la mayo r fac ili dad de los externos para otorgarlos; lo qu e signifi ca un a desve ntaja co m ercial qu e solos no podrían superar. Po r ot ro lado, durante la estru cturac ió n de esos serv icios, se rá determinante que in strum entos como los arance les, los subsidi os a los productores y la libre importación d e in sumas (pa ra aba ratarlos cuando así convenga y co nsid erando de manera fund amental las condi c iones eco lógicas y los rec ursos bióticos del país)/' se use n para equilibrar las nu evas co ndi c io nes de co mpete ncia comerc ial. Los precios ga ranti zados del maíz y del fr ijol no so n in strum entos qu e pu edan emp learse en form a aislada para resolver el problema d e la rentabilid ad , debido a la gran diversid ad de los productores, a la pequeñez de sus predios y a la precariedad de sus recursos. En promedio , 58% de los produ cto res de m aíz obti ene só lo 2.5 to n y 60% de los de frij o l, ape nas algo más de media S. Se exc lu yeron trigo, arroz, todos los granos forrajeros, las olea&inosas y la cebada maltera. El precio de garantía rige solamente para maíz y frijol. 6. Los fertiliza ntes, los plaguicid as y las se millas mejoradas son más baratos en el extranjero; empero, en el caso de estas últimas, su importació n indi scrimin ada ha aca rreado siembr<;Js menos resistentes a las plagas y puede amenaza r los recursos bióticos del país. 836 la mo dernizació n del agro to nelada/ Res ulta cl aro que en su mayo ría so n produ ctores qu e no p iensa n en o btener utilid ades sin o en subsistir. en el di scurso po líti co que el Gobi erno federal dirige a los campesin os. En las· reformas tend ientes a perfecc io nar el efecto estimul ante de los precios y de los subs idi os aplica dos medi ante los servicios de c rédito, seguro y de las inversiones públicas, el papel de las orga nizac io nes de prod ucto res en las instancias de co nce rtación coo rdinadas po r las in stitucio nes públicas se rá fundamental. Durante casi c uatro deceni os las ideas po líticas sobre el cam po sostuvi eron reivindicac ion es ace rca de la tenencia de la ti erra y el patern ali smo co mo método de co ntrol. Al apartarse de ell as, co mo co nsec uencia de qu e la reform a agrari a no podía seguir reparti end o predi os al ritm o de las expectativas y necesidades ru ral es, las propu estas ofi ciales se han dirigido d e manera ca si exclu siva a grupo s co n capac idad productiva de rango comercial. Desde hace ti empo se elabora un discurso didácti co qu e exalta el paradi gma de los núc leos agrari os bi en dotados de ti erra, agu a y créditos . Desa fo rtun adamente, ese disc urso tod avía es muy abstracto para la pobl ac ión ejid al y comunal poseedora de poca ti erra y de baja ca lid ad . Para ell o tendrá qu e abando narse la fórmul a tradi c io nal patern ali smo-pas ividad pa ra fo rj ar un a nu eva éti ca de co rrespon sabili dad . U na partic ipac ió n soc ial y po líti ca más eq uitativa es indi spensab le pa ra log rar un a mejo r apli cac ió n de los rec ursos públi cos a fin de pro move r el c re'ci mi ento de la riqu eza . Esto supo ne dos co nd icio nes ese nciales. En prim er lu ga r, las in stitu cio nes admini strati vas deben subo rdi nar rea lm ente sus prog ramas y sus acti vid ades a los intereses y las neces idades de las co munidades rurales . Para ello deben trabajar co n proyectos co ncretos de comunid ades y region es específi cas, lo qu e implica un a efecti va descon centrac ión y qu e se devuelvan a lo labr iegos func io nes q ue les son propi as, como la co m pra de in sum as y la as istencia téc ni ca, qu e se les arrebataron hace muc ho ti empo en fo rm a patern ali sta. En seg~n d o lu ga r, ti ene qu e ca m biar el sistema de representació n de las orga ni zac iones pa ra evitar, entre ot ras cosas, qu e cada nivel de la estru ctura orgáni ca lo control e una so la persona, como oc urre en la CNC. No es un acc id ente, sino la regla, qu e tal sistema se co rro mpa y se aleje de los intereses ge nuinos de los ca mpes in os. Esa prácti ca le fu e útil al Go bi erno mi entras bu scó asegurar la pasivid ad ca mpes in a ante su descap itali zac ió n como produ cto res. Sin embargo , el empo brec imi ento y el·retraso soc ial y produ c ti ~o de los po bl ado res rurales, vistos en un princ ipio como el costo de indu striali za r el país, hace ti empo qu e sólo benefi c ian al corrupto sistema de medi ació n entre los ca mpesinos y el Estado y co nstitu ye un fo rmid abl e o bstác ul o a la mod erni zac ió n in teg ral de M éx ico . La política actu al del Go bi ern o pretende qu e el excedente econó mi co ge nerado po r las acti vid ades produ ctivas sirva para la recapitalizac ió n rural. Para ello, requi ere de la parti cipac ión correspen sa bl e de los ca mpesinos, a fin de aprovechar mejor los escasos rec ursos di sponibl es en favo r de la producción y la produ ctivi dad agro pec uar ias. Las unio nes de ejid os, que en el no roeste y el noreste del pa ís lograron consol idar una base económica prop ia q ue los independ izó de las instituciones públ icas, recl aman esa participación . Hay pues un encuentro de volu ntad e; en determi nados espacios para combatir el paternal ismo estatal así como a los caciques y a los burócratas sin vocación de servicio y con grandes intereses propios. Todos estos cam bi os, d ictados en primera instancia por la estrategia de modernización integral del país, también se expresan 7. La diferencia de rendimientos entre los distintos produ ctores hace que la variación entre los costos más altos y los más bajos sea de 11 veces en el caso del maíz y de 20 veces en el del frijol. Ello limita la eficac ia del sistema de precios de garantía . Estt·ategia de cambio de las organiz aciones más a va nzadas de productores esde hace tres lustros los núcleos agrarim mejor dotados han ca mbiado sus si stemas de represe ntac ión y el perfil de su lid erazgo. En ell os se manifi esta la transform ac ión má s din ámica de la soc iedad rural hac ia un a nu eva orga nizac ión. Son ex ponentes de un a nu eva visión de los probl emas vi ejos y recientes del desa rro llo rural. Un a seri e de entrevistas realizad as por el autor 8 permite traza r un perfil de las nu evas orga ni zac iones ca mpesin as . Las independ ientes se ca racteri za n po r haber superado la lucha po r conseguir ti erras (lo qu e no significa qu e con sid eren re~ u e lt a la cuesti ón agrari a) y porque han ganado márgenes de autodetermin ación eco nómica frente a las instituc iones públi cas. Pl antea n ahora pugn ar por la reinversión d e los excedentes en el ca mpo y con esos rec ursos quieren tom ar en sus manos el desa rro llo soc ial, qu e consid eran desatendido por el Estado. En efecto, además de producir y com erc ializar, las organizac iones inc ursionan en la promoción de program as de bienestar soc ial. No ol vidan los pro bl emas de los hijos de ejid atarios sin ti erras, de las mujeres, de los avecindados, de quienes sólo producen para el autoconsumo. In sisten en la tarea de forjar una con c iencia d e cl ase entre los ca mpes inos. Su principal pl anteami ento es qu e el ejid o debe ser multi activo (es dec ir, diversifi ca r su s activid ades para no depend er sól o de la agri cultura) y ten er un desarrollo integral pa ra aprovechar pl enamente sus rec ursos natural es y hum anos. Tambi én las ca racteri za el reconocimiento de la diversidad ideológica y el compromiso de respeto a la auto nomía po lít ica 8. Se entrevistó a los principales dirigentes de la Alianza Campesina del No reste, lá Unión Nacional de Trabajadores Agrkolas, la Unión General Obrera y Campesina de México, el Comité de Defensa Popular de Du rango, la Coal ición de Ejidos del Yaqui y Mayo, la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas, la Asociación Regional de Interés Colectivo-Jacinto López , la Coordinadora Nacional del Plan de Ayala, la Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas, y la Confederación Nacional Campesina. Véase Guillermo Knochenhauer, " Organizaciones campesinas; hablan diez dirigentes", en El Oía en Libros, México, 1990. 837 comercio exterior, septiembre de 1990 y a las formas particul ares de organ izació n de cada grup o. Rec haza n c ualqui er proyecto de reforzamie nto o c reac ió n de una central ca mpesin a úni ca semejante a las est ru ctu ras co rporati vas aún vigentes. Un rasgo fundamenta l so n sus procesos de se lección , elecc ió n y co ntrol de los representantes; está n muy co nsc ientes de la im porta ncia que tiene la legitim idad de la representac ión y de los meca ni smos democ ráti cos para asegura rl a. Estos últimos consisten en la parti cipac ión de todos los mi embros de una comunidad en las asambl eas, en las qu e el líder deja de ser un represe ntante anó nimo y ause nte. H ay rotación de ca rgos de elección co munitaria, no se permit e la ree lecc ión y la representac ión es po r períodos que duren meses, en nin gú n caso años. agrem iados. El juego de las ali anzas y las recomposiciones de fuerzas se rá fluido y ca mbi ante; el reto a la im aginación y la flexibil idad de los actores generará nu evas habi li dades y lid erazgos. H ay que in sist ir en que, au nqu e puede hab larse de una organización distinta de la soc iedad rural, todáv ía no rep resenta a la mayoría del campesinado. La nu eva ét ica de co rrespo nsab ilid ad debe arraigarse en los sectores más hab ituados a obtener concesion es, dádivas y apoyos del Gobierno y de l partido ofi cial a ca mbio de no recurrir a la violencia o de mantenerse pasivos . Esta cultura política só lo podrá ca mbi ar mediante un largo y profundo proceso de capac itac ión y de reorientación para que las comunid ades asu'man la participación corresponsab le que aho ra se les req ui ere. Resumen Aunque a las o rga ni zac ion es les preocupa mu c ho amp li ar su capac idad de gestió n ante o rgan ismos guberna mentales y, co n ese propós ito, se alían entre ell as y con las au to rid ades públicas, en sus acti vidades de concertac ión des lindan cla ramente los asunto s eco nó mi cos de los partid istas. Una de las ca racterísti cas más sobresa li entes de la nu eva orga ni zac ión rura l es la afirm ació n y la co nso li dac ió n de las coo rdinadoras y de los frentes agrario s, representativos del plurali smo y la diversidac;J soc iales, lo que co ntrasta con el desmo ron amiento de l co rp orativi smo estata l. En respu esta, el go bierno del presidente Ca rlos Sal inas de Gortari co nvocó a integrar un frente amp lio de organizaciones ca mpesin as (pertenecientes o no al PRI). De este llamado surgió el Congreso Agra ri o Perm anente (CAP), 9 qu e pretend e ser un foro donde el Gobierno debata los problemas de la c lase ca mpesina co n sus represe ntantes ge nuinos y ésto s den unidad a sus acc iones. La mayor parte de los integrantes del CAP son reconoc idos por primera vez co mo interlocutores vá lidos por el Gobierno, lo que pu ede aportar un gran benefi cio para todos . El Gobierno podrá reunir una nueva base socia l para emprender profundas refo rm as en el sector agropec uario, enfrentar con mayor ca pac idad la remoc ión del grupo más reac io a los ca mbios y ev itar con menos difi cultad es las disrupciones y los enfrentami entos en ~!.ca mpo. Los grupos renovadores de la CNC podrán encontrar al iados in esperados en su lu c ha por la transformación y la adaptación de su organizac ión. Por último, las agrupaciones independientes podrán dejar la posición casi puramente defensiva y de rel ativo aislamiento en que han operado. De esto surgirá un a especie de mercado libre en qu e los mayo res divid endos políticos los obtendrán las o rgan izac ion es qu e presenten las propuestas mejor fund adas y organicen mejor a sus Las organizaciones participantes en el CA P, constituido en mayo de son: la Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas (Unorca); la Alianza Cam pesina del Noroeste (Aica no); la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Ca mpesinos (C IOAC); la Confederación Agrari sta Mex ica na (CAM); la Unión Nacional de Traba jadores Agrícolas (UNTA); la Coordin adora de la Unidad Campesina (Coduc); la Centra] Campesina Cardenista (CCC); el Movimiento de los 400 Pueblos; la Confederación Nacional Campesina (CNC); la Central Ca mpesina Independiente (CCI); la Unión General Obrera y Campesina de México (UGOCM)acinto López); la Unión General Obrera, Campesina y Popular (UGOCP). 9. 1989, a modernización en el campo ex ige un a reva luac ió n so li dari a del papel de la sociedad rural en el desarro llo de Méx ico. Ade más es indi spe nsable que el Gobiern o tenga la vo luntad políti ca de adecuar sus in stitucio nes y sus instrumentos de apoyo pa ra qu e el potencial produ ctivo agrícola se aprovec he mejo r y la economía ca mpesina se in corpo re en forma más eq uilibrada a las estru cturas mac'roeco nóm icas del país. La modernizac ió n de esos in strum entos requiere reformar las in st itu ciones púb licas encarga das de aplica rl os, para modificar su trato ce ntrali sta y burocráti co- patern ali sta co n los productores . Las nu evas formas de organización de una parte del secto r ~ocia l rural así lo exigen . Empero, hay que reconoce r que a la nu eva éti ca de la corresponsabilid ad se opone la cultura ce ntena ri a de pas ivid ad frente a las autorid ades que la mayor parte del campesinado adoptó co mo med io de defensa. El ap rovec hami ento óptim o de la tierra ex ige una reco mpos ición de la estru ctura agraria, fundamenta l ante la internacionalización de la eco nomía rural. Sin embargo, es tamb ién un a cuestión del icada en extremo, porque aun ada a las co ndic iones soc iales y políticas del campo puede dar lu ga r a la viol encia soc ial. Además, aunque se lograra que las acti vid ades agropec uari as tu vieran un c rec imi ento eco nó mi co supe ri o r al del resto de la eco nomía, éste se ría in sufic iente para asegurar un a vid a d igna a las famili as ca mpesin as . Por ell o, la po lítica económi ca debe supeditarse a la soc ial y ésta al pape l protagó nico de las comunid ades, qu e deben organiza r sus esfuerzos en torno del muni cipio. A hí co mi enza la democracia participativa . La dinámica de transform ac ión de la soc iedad rural prov iene de los ejidos mejo r dotados de rec ursos, que han res uelto su lu cha por la tierra y han logrado autonomía eco nómi ca frente a las institu cion es gubernamentales de fom ento agropecuario. Sus nuevas organizaciones rec haza n el corporativi smo estata l y prefieren ali arse entre sí co n fin es específicos y a co ndi c~ó n de que cada un a conse rve íntegra su propia estru ctura, su independ encia política y su identid ad ideológica. Ante esta dinámica irreversibl e, el Gobierno dialoga con esas organ izac iones para restablecer el papel protagónico que co rresponde al campesinado en la transformación de sus co ndiciones de vida y de trabajo. O