BIBLIOTECA de zMéxico NÚMERO TRES-CUATRO / AGOSTO DE 1991 Plaza de la Ciudadela 4, Centro Histórico de la Ciudad de México Tel. 51 2 09 27 Jaime García Terrés El juego del saber 2 James Joyce Anna Livia Plurabelle 36 Peter Handke Jukebox 4 Pedro Serrano Tres canciones lunáticas 44 FAX 510 41 85 Fabienne Bradu Antonieta en Nueva York 46 Rafael Torres Sánchez Carta de Relaáón 9 Bernardo Ruiz La casa de las grullas 49 Inéditos de Carlos Pellicer Mi credo 11 Soneto 17 Coplas 18 Jóvenes sanforizados 19 Soneto 21 Leonardo Sciascía Dos poemas 53 Carmen Leñero Máscara de tres cabezas 54 Gabriel Zaid Pellicer: Un desastre editorial 13 Leonardo Sciascía ñrandello, Cervantes, Unamuno 59 Guillermo Sheridan Carlitos saluda a Pepe 21 Agustino Birrel La compra de libros 61 Alejandro Katz De la correspondenáa personal 22 Ricardo Pérez Montfort Cuarenta años de reescritura 63 Gerardo Denlz Mester de maxmordonia II 67 Cyril Connolly La posición de Joyce 25 Manuel Porras El rincón del bibliómano 68 Finnegans Wake: La nueva dimensión del verbo Ricardo Silva-Santisteban 31 El escritor público 70 Conseio Nacional p a r a la C u l t u r a y las Arles Presidente Víctor Flores Olea B I B L I O T E C A DE M É X I C O Director G e n e r a l Jaime García Terrés Revista B i b l i o t e c a d e M é x i c o Director: Jaime García Terrés Coordinación Editorial: Jaime Moreno Villarreal y Juan Villoro Consejo de Redacción: Fernando Álvarez del Castillo, Gerardo Deniz Julio Hubard, Manuel Porras, Bernardo Ruiz, Rafael Vargas Diseño: Germán Montalvo Tipografía Redacta No se responde por textos no solicitados, ni se entablará correspondencia al respecto JAIME GARCiA ΤERRES • ΕΙ ΕΡίstοla ) ue moral Ninguno sabe para quien trabaja ηί cualmusa le dicta 10 que canta ηί casi nada de cuanto sucede ροτ las calles de Dios cada minuto . Nadie -grima peor- tiene derecho de ηο saber 10 mucho que ηο sabe, ηί menos al Ρregόη de su ignorancia. (La de la ley ηο excusa, reza el Cόdίgο Civil, su cumplimiento compulsivo; ηί la de Cusa, siendo la mas docta, nos salva de caer en agujeros.) ίΑdόηde diantres caminar entonces? ίΕη que sombra sapiente refugiarme del sol que me calcina, si son negras oquedades las sombras conocidas? Sόcrates, " e l mas sabio de 10s hombres," en su tiempo 10 fue porque sabίa diafanamente bien que ηο sabίa . ΕΙ episodio vale ροτ sί ρτορίο: su relato perdura como ejempl0 Υ a traves de 10s libros nos conmueve aun ahora, pero ya ηο bastan semejantes humildes confesiones ennoblecidas ροτ el son heroico, a desbrozarnos una sola νίa, ο siquiera a curar esa translucida futesa de sublimes calidades. Υο tengo que saber ροτ dόηde νΟΥ, cuantos miles de pesos necesito para seguir en pie, las acres horas Υ el sudor que requiere devengarlos, cόmσ pedir Υ conceder favores, el tiempo de callar a toda costa Υ el tiempo de confiar en 10s demas, el precio del honor Υ la amargura Υ las reglas escualidas del juego de palabras en turno; todo esto Υ muchas otras vainas son premisas indispensables a la subsistencia Biblioteca dε Mιixico 2 g o d e ls a b e r del cuerpo y el espíritu, la sangre que sin compás de espera los anima mientras el aluvión no los destruye. Un reloj en el muro determina cotidiano y preciso los arranques de la mañana y sus confines legos. A las ocho mi taza de café, una copa de vino al mediodía, fruta en la cena; y el reposo cuando sea posible, culminadas labores y rutinas esenciales. Por supuesto, sí caben extensiones y modificaciones al horario. Las sílabas contadas en el verso, las notas en el aide-mémoire, podrían multiplicarse o bien disminuir, entre el cero y el nubil infinito. Sin embargo, no cabe, por principio, saltarse a la torera tantas leyes que rigen mal o bien la convivencia, la comunicación, el toma y daca. Urge, claro, aprenderlas de memoria y jamás olvidarlas, si se quiere funcionar en el tráfago diurno. Quédense las humildes ignorancias para glorificar esos momentos a solas y en silencio: madrugadas a punto de cernir la noche plena, surcada por mil rayos de tiniebla, cuando la sangre cruza porque sí la vena, y su guardián vuelve los ojos a otra parte, negándolos al crudo aprendizaje gris de la vigilia; cuando al cabo revientan los ayeres como el tropel de luces de Bengala, y no se abren ni se cierran puertas por ausencia ideal de carpinteros. Pero un agrio repique, sin demora, te lanzará de nuevo a tus relojes, fuera de limbos y contemplaciones, trocando la rudeza mitológica de tu hueco por dobles manecillas que recuerdan edictos perentorios y el término fatal para cumplirlos. Es necesario reanudar entonces el ágil cumplimiento de la norma: saber cómo sacar agua del pozo, algo de llaves y cerrajería, freír un huevo, lengua nacional y matemáticas elementales, poseer un oficio (profesión, con todo y el diploma), pasaporte visado, mapamundis, instructivos al por mayor. . . y usar en su manejo tu sentido común, tu don de gentes. ¡Vaya desfalleciente repertorio de la sabiduría cotidiana! A fin de soportar esta faena tendrás que sazonarla con un grano de amor y un miligramo de distancia, dosis opuestas entre sí, por cierto, pero que se concilian en relámpagos excepcionales de viviente gracia. Y para cosechar tales efímeros meteoros habrás de visitar el caos y pedirle su consejo tras de pagar el precio requerido, cuyo importe no siempre detentamos. Ven. Al caos iremos otro día. Ahora ven y préstame la fuerza increada que fluye de tus manos. Si de jugar se trata, por ahora juguemos a saber aun no sabiendo, y del tiempo normal, amo despótico, tomemos vacaciones a destiempo. Tal vez infusa valga más la ciencia que los aprendizajes de memoria. En suma y a la postre, tanto monta el mito breve de la poesía. Tukebox (fragmentos) f fragmentos! f Traducción y nota de Juan Villoro En su libro más reciente, Totes Holz (Madera muerta), Günter Grass se pregunta: " Qué hacer~> ¿Ver todo negro o pedirle palabras de consuelo al poeta Handke?" Grass ha sido, a no dudarlo, el polemista más activo de la transición alemana; sus artículos de 1989-90 integran ya un par de libros que los dogmáticos de izquierda y de derecha ven con recelo, como si se tratara de esas bombas que no estallaron en la segunda guerra y de cuando en cuando aparecen en las hortalizas prusianas. Sin embargo, rodeado de los agonizantes bosques de Europa, este escritor al que parecen sobrarle respuestas, pide preguntas, palabras de poeta. c Peter Hondke. En 1989, mientras el autor de El tambor de hojalata atacaba el tema de la reunificación alemana desde todos sus flancos, recordando el modelado en arcilla que alguna vez practicó como escultor, Peter Handke viajaba por los países de Europa que no hablan alemán, sin otro equipaje que una maleta. Handke no tiene casa; cuando escribió el guión para la película de Wim Wenders El cielo sobre Berlín (rebautizada por la distribuidora norteamericana como Las alas del deseo), su "método" de trabajo consistió en enviar escenas sueltas desde los distintos hoteles donde paraba. Con Handke, las definiciones sólo tienen sentido entre comillas: su "guión" resultó una lista de preguntas poéticas. Tal vez la única constante de este transgresor de géneros ha sido la búsqueda de la voz; sus "obras de teatro" carecen de acción dramática y han sido escritas para recitarse por hablantes inmóviles. El lenguaje como variable sonora. En 1966, en el prefacio a Insultos al público, hizo un listado de los sonidos que los recitadores debían tener en mente: el murmullo que sale de las iglesias católicas, la multitud en un estadio de fútbol, las revueltas callejeras, los debates, los sistemas de traducción simultánea, las ruedas de bicicleta, las revolvedoras de cemento, los trenes, los Rolling Stones y el hit parade de Radio Luxemburgo. En los años sesenta, Handke usó su lenguaje como un ruido en las frecuencias dominantes. Sus obras reclamaban un público al cual insultar y sus discursos garantizaban un happening (baste recordar sus ataques al Grupo 47, que reunía a los principales escritores alemanes de la posguerra, o su discurso al recibir el premio Hauptmann, donde se limitó a hablar del estudiante Benno Ohnesorg, asesinado por la policía de Berlín). Sin subordinar su literatura a tanas de moda, Handke logró trazar una radiografía moral de la generación del 68 alemán. En 1969 se vendieron 75 mil ejemplares de su poemario El mundo interior del mundo exterior del mundo interior y la prensa lo etiquetó como "el Bob Dylan austríaco". Sus novelas El miedo del portero ante el penalty (1970) y Carta breve para un largo adiós (1972) confirmaron su condición de héroe contracultural. Sin embargo, a fines de los años setenta su relación con los lectores cambió por completo: ni insultos ni aclamaciones; había dejado de ser el enemigo y el vocero. Handke también descartó una de las salidas favoritas de la contracultura de los sesenta: el silencio del gurú. Hasta la fecha se mantiene como uno de los autores más prolífícos de la lengua alemana, pero si algo caracteriza sus últimas obras es su repliegue social, su alejamiento de la cosa pública. Entre 1979 y 1981 escribió la tetralogía Lento retorno, 420 páginas en un alemán diáfano y tedioso. Handke sucumbió a un pánico por los acontecimientos que no se veía desde la nouveau román; en la tetralogía, un suceso equivale a un error estético. Narrativa sin trama, sin sesgos psicológicos, sin personajes definidos, sólo definible por climas, atmósferas, cambios de luces. Un sonido cada vez más semejante a la "garganta del silencio" buscada por su maestro Beckett. En los últimos años él buzo ha vuelto a la superficie. Sus novelas breves Historia de un lápiz y La tarde de un escritor inician un nuevo proceso de conocimiento. Handke dispone de un lenguaje no menos virtuoso y dúctil que el de Mann en La montaña mágica o el de Broch en La muerte de Virgilio, pero lo aplica a zonas restringidas: la descripción de horas comunes y cosas diarias. No es extraño que Versuch über die Jukebox, su novela de 1990, lleve el nombre de "ensayo", tampoco que trate de una rocola. nada mejor que una caja de ruidos para recobrar él lenguaje. Improbable Montaigne del hit parade, Handke "se ensaya a sí mismo", busca sus señas de identidad en un aparato al borde de la desaparición. "¿Podía haber alguien más ri- dículo que él, en ese momento en que cada día era una fecha histórica?" El muro de Berlín es derribado, Ceaucescu muere, Handke está en la pequeña ciudad de Sona, escogiendo sus discos favoritos: "Justo ahora que la Historia se convertía en el gran cuento de hadas del mundo y todos los días narraba para sí misma y se encantaba a sí misma (¿o era sólo otra versión del viejo cuento de fantasmas?), quería alejarse hasta esa ciudad rodeada de estepas y nscos desérticos, sorda para la Historia?" ¿Arte de la fuga? ¿Evasión del presente- No del todo. Se trata, quizá, de darle otra denominación al lenguaje, mientras en Alemania se barajan cantidades billonarias, Handke junta sus monedas para activar un viejo aparato. El resultado acaso sea más elocuente que las atronadoras certezas arrojadas ese "año de la Historia". Rodeado del bosque enfermo, Gúnter Grass pide palabras de alivio, no las suyas, las de los Grandes Temas, no el torrente caudoloso de quien ha hecho del mundo su casa, sino el soplo leve, exacto, de un poeta sin casa. Silencio, el aire late e n las sienes ( e n una ocasó i n se le ocurrió q u e una e m p r e s a d e c o s m é t i c o s ofreciera, para esa parte del rostro, una e s e n c i a capaz d e h a c e r q u e el m á s l e v e s o p l o fuera percibido p o r la p i e l c o m o e x p r e sión, ¿ c ó m o decirlo?, del A h o r a ) . Al regresar del descampado t o m ó un café e n un bar d e la rib e r a l l a m a d o Río. U n j o v e n gitan o tras el m o s t r a d o r . E n t r e l o s e s p e c t a d o r e s absortos e n el p r o g r a m a matinal de t e l e v i s i ó n , había v a r i o s pensionistas ( s e g ú n el d i c c i o n a r i o , e n e s p a ñ o l se llam a n " j u b i l a d o s " ) . El i n c e s a n t e tráfico d e la c a r r e t e r a hacía q u e las tazas y los vasos v i b r a r a n entre los dedos. En un rincón había una h o r n i l l a d e h i e r r o , a p e n a s daba a las rodillas de los c o m e n sales, era c i l i n d r i c a y se angostaba e n la parte d e arriba, t e n í a un a d o r n o al c e n t r o , s e m e j a n t e a una concha, m á s abajo, la b o ca e x h a l a b a el r e s p l a n d o r d e l fuego. Del suelo de azulejos llegaba el o l o r d e l aserrín r e c i é n cortado. En la calle, al subir una colina, pasó j u n t o a un saúco c o n un t r o n c o del g r u e s o d e un m a m u t ; sus r a m a s esbeltas, claras, se t r e n z a b a n e n una m i r í a d a d e arcos. N i n g u n a i m a g e n l e despertaba s u p e r s t i c i o n e s , ni s i q u i e r a los c u a d r o s o los dibujos: perm a n e c e r í a e n Soria y, s e g ú n l o p l a n e a d o , se d e d i c a r í a a su "en- sayo". Entre tanto, deseaba conocer l o m á s p o s i b l e d e las mañanas y las n o c h e s d e esa ciudad tan abarcable. " N o , n o m e marc h a r é hasta acabar m i asunto". En Soria v e r í a flotar las últimas hojas de los platanares. El paisaje estaba d o m i n a d o p o r una l u z d e una oscura i n c a n d e s c e n c i a , q u e p a r e c í a surgir de la tierra, la l u z q u e s i e m p r e l o había i m p u l s a d o a a b a n d o n a r c u a l q u i e r cosa para d e d i c a r s e a escribir, escribir, escribir, sobre nada e n particular, o incluso sobre una r o c o l a . T o d o s los días, a n t e s de sentarse a trabajar, caminaría e n el vasto d e s c a m p a d o q u e surgía e n der r e d o r a p e n a s se abandonaba la ciudad —¿en q u é m e t r ó p o l i s ocurría a l g o semejante?— para r e c o g e r s e e n el s i l e n c i o q u e c o n la e d a d se le v o l v í a m á s necesario y q u e habría de d e t e r m i n a r la f o r m a de sus frases. L u e g o se a b a n d o n a r í a al e s t r u e n d o d e la ciudad, y t a m b i é n a sus rincones silenciosos; nada, e n su identidad irrepetible, podría pasar inadvertido, n i n g ú n pasaje, n i n g ú n c e m e n t e r i o , n i n g ú n bar, n i n g ú n campo deportivo. C o m o quiera q u e sea, e n ese m o m e n t o se c e l e b r a b a n días d e fiesta e n España — t i e m p o d e viaje— y e n Soria sólo había cuartos disponibles para c o m i e n zos d e la p r ó x i m a semana. T a m b i é n esto l e v e n í a b i e n ; de n u e v o viajaría a la ventura, según su costumbre; además, la obligación de alejarse p r o v i s i o n a l m e n t e a otra ciudad le p e r m i t i r í a , a la salida y al r e g r e s o , h a c e r s e otra idea de la ubicación de Soria, tan i n e r m e e n el altiplano, pues sólo c o n o c í a la vista d e s d e el o e s te, l l e g a n d o de Burgos. A l g o de i n m i n e n t e utilidad. Disponía de dos días y d e c i d i ó pasar el p r i m e r o e n el n o r t e y el s e g u n d o e n el este, e n l u g a r e s fuera de Castilla: L o g r o ñ o , e n los v i ñ e d o s d e La Rioja, y Z a r a g o z a , e n la p r o v i n c i a d e A r a g ó n . En realidad, el viaje se d e c i d i ó p o r los horarios de los autobuses. A s í las cosas, t o m ó asiento en u n o de e s o s restaurantes e s p a ñ o l e s de trastienda; ahí se sentía p r o t e g i do, p u e s p o d í a estar a solas y al m i s m o t i e m p o e n t e r a r s e de l o q u e ocurría afuera: las p a r e d e s delgadísimas y la puerta corrediza abierta de c o n t i n u o l e traían el b a r u l l o del bar, la t e l e v i s i ó n y los j u e g o s m e c á n i c o s . En el autobús a L o g r o ñ o sólo una m o n j a iba c o n él. L l o v í a . En Nuestro epónimo (pues d a nombre a esta columna) ratón es tan poco narcisista que nos ha suplicado que lo mencionemos aquí lo menos posible. Naturalmente no podemos hacerle mucho caso, porque sus actividades —y no sólo su i n f o r m a c i ó n nos parecen dignas de comentarios. Por ejemplo, tanto se ha civilizado y a el susodicho roedor que, a estas alturas, casi por completo hemos logrado que se abstenga de consumir literalmente los libros notables de nuestra (su) biblioteca y ha venido, por fortuna, acostumbrándose a no devorarlos sino con los ojos y el cerebro. A trueque de semejante sacrificio, esencial p a r a la subsistencia de nuestra institución, el público en general le trae pedacitos de queso y otros antojos de mejor sabor que los volúmenes importantes alojados en estas paredes. En v e r d a d , desde que vive en la Ciudadela, el ratón no ha sido culpable de ninguna destrucción considerable. Si acaso, roe los libros inútiles — p o r mutilados o arruinados— que los custodios le reservan. Pero el virtual ex roedor sí se indigna en cambio por algunas de sus lecturas. O p i na —con razón— que no todo lo que dicen los libros, por bellas que sean las encuademaciones, es cierto. Por ejemplo, después de leer el artículo " S o u r i s " en el Dictionnaire de la conversation (compilado p a r a el tipógrafo Firmin Didot en 1873, " p o r una sociedad de eruditos y firmin Didot. la frontera de las p r o v i n c i a s fue c o m o si viajaran a t r a v é s de la p r o p i a nube de la t o r m e n t a : p o r las ventanillas no se veía otra cosa q u e un v e l o gris. Entonces del radio del autobús salió Satisfaction, de los R o l l i n g Stones, una c a n c i ó n q u e expresaba, c o m o n i n g u n a otra, el "rugido de la rocola", una de las m u y p o c a s q u e había sobrevivido por décadas e n las r o c o l a s del m u n d o : "un standard", p e n s ó el pasajero, m i e n tras la otra, e n hábito n e g r o , a p r o v e c h a b a ese m o m e n t o satur a d o p o r el bajo d e Bill W y m a n para hablar c o n el c h o f e r de un a c c i d e n t e de c o n s t r u c c i ó n —dos m u e r t o s e n t r e la varilla y el cem e n t o fresco— o c u r r i d o e n una callejuela una hora antes, m i e n tras él almorzaba e n la serenidad del restaurante de trastienda. L u e g o el radio siguió c o n Ne me qwttes pas, de Jacques Brel, un canto de súplica a la amada, otra c a n c i ó n q u e p e r t e n e c í a a los clásicos d e la rocola, al m e n o s desd e su i n t r o d u c c i ó n e n los países d e habla francesa, y q u e p o r l o g e n e r a l se e n c u e n t r a a la d e r e cha del tablero, e n esa hilera de teclas casi i n a l c a n z a b l e , d o n d e las r o c o l a s austríacas s u e l e n c o - l o c a r la l l a m a d a "música p o p u lar" y las italianas arias y c o r o s d e óperas, sobre t o d o el aria Celeste Aída y el c o r o de l o s prision e r o s de Nabucco. D e c u a l q u i e r f o r m a , siguió p e n s a n d o el v i a j e r o , resultaba curioso q u e el s a l m o del cantante b e l g a surgiera casi d e s p r o v i s to d e v o z , sin el m e n o r t o n o personal ("¡esto l o d i g o y o , y sólo a t i ! " ) , acaso p o r q u e n o salía de un aparato p ú b l i c o a c t i v a d o c o n m o n e d a s , sino del autobús vacío, e n t r e las curvas d e un paso de m o n t a ñ a , a casi dos m i l m e t r o s d e altura, a t r a v e s a n d o a q u e l l a h ú m e d a , b r u m o s a , tierra d e nadie. P o r e x p e r i e n c i a propia, sabía q u e las r o c o l a s e r a n e s p e c i a l m e n t e populares en lugares de paso, d e m a s i a d o g r a n d e s para ser p u e b l o s , p e r o q u e aún n o tenían un casco urbano, p o b l a c i o nes alejadas del tráfico importante, e n m e s e t a s dilatadas, sin lagos e n l o s a l r e d e d o r e s (si había u n a r r o y o , se e n c o n t r a b a e n las afueras y p o r l o g e n e r a l estaba s e c o ) , habitadas p o r una inusual c a n t i d a d de i n m i g r a n t e s , trabajadores extranjeros y / o soldados: l u g a r e s d e cuartel. P e r o incluso e n estos sitios las r o c o l a s evitab a n el c e n t r o ( n o m a y o r q u e un c h a r c o de lluvia, p o r l o d e m á s ) y las orillas (ahí, o aun m á s l e jos, había cuando m u c h o una disc o t e c a ) ; se dejaban sentir e n las zonas intermedias, de preferencia c e r c a del cuartel, de la estación de trenes, e n el bar de la gasolinera, e n a l g ú n p u n t o solitar i o d e u n canal; b a r r i o s d e m a l a m u e r t e , p o r supuesto, "más allá d e l o s a n d e n e s d e carga", d e cara a esas a g l o m e r a c i o n e s aún sin cara. U n sitio q u e ofrecía este desp l i e g u e de rocolas, a d e m á s de su lugar de n a c i m i e n t o , era el v a l l e friulano de Casarsa. A h í e n t r ó a un l o c a l q u e debía su n o m b r e a los v i ñ e d o s q u e l o circundaban: della Delizia. L l e g ó una n o c h e de d o m i n g o , procedente de U d i n e —capital de p r o v i n c i a rica, sofisticada, sin rocolas—, a n i m a d o p o r seis palabras de un p o e m a de P a s o l i n i ( q u i e n pasó una parte d e su j u v e n t u d e n esa p e q u e ñ a ciudad, "tras el tagliamento", y m á s tarde criticaría las r o c o l a s y las m á q u i n a s t r a g a m o n e d a s de R o m a c o m o la p r o l o n g a c i ó n d e la g u e r r a p o r otros m e d i o s ) : " e n el desesperado vacío de Casarsa". D e s p u é s d e intentar un r e c o r r i d o p o r las afueras, i n t e r r u m p i d o p o r el intenso tráfico, había entrado, de un m o d o casi maquinal, e n los n u m e r o s o s bares: el r e s p l a n d o r de las rocolas llegaba hasta la calle —una, m u y distinguida, t e n í a un aparato d e v i d e o e n la cima, de d o n d e t a m b i é n salía el sonido. T o d o s aquellos m o d e l o s —antiguos, nuevos— estaban e n servicio, tocando una música q u e n o era d e f o n d o c o m o e n otros lugares; rugían, a t o d o volumen, en primer plano. Era n o c h e d e d o m i n g o y las despedidas abundaban e n los bares, sobre t o d o e n los m á s cercan o s a la estación de t r e n e s . L o s reclutas, e n su m a y o r í a c o n asp e c t o de regresar de unas b r e v e s v a c a c i o n e s , m a t a b a n las horas hasta el a c u a r t e l a m i e n t o obligat o r i o a la m e d i a n o c h e . A m e d i da q u e se hacía tarde, los parroq u i a n o s dejaban d e r e u n i r s e e n grupos; se acercaban, solitarios, a la W u r l i t z e r , una copia del clásico m o d e l o c o n l o s c o l o r e s del a r c o iris, p e r o n o d e ésas c o n las l u c e s transformadas e n burbujas d e aire: el aparato esparcía res- p l a n d o r e s sobre los cuerpos; l o s rostros y los c u e l l o s i n c l i n a d o s sobre el m a n d o de los discos, pasaban del azul al rojo, al a m a r i llo. D e t r á s de ellos, la c a l l e d e la estación describía una c u r v a y desaparecía e n la oscuridad. En el bar de e n f r e n t e se e m p e z a b a a hacer la l i m p i e z a , p e r o los m u chachos u n i f o r m a d o s e n gris y café seguían ahí, algunos y a c o n la m o c h i l a al h o m b r o , m u y cerca de la r o c o l a ( u n m o d e l o n u e vo, contundente, metálico, que hacía j u e g o c o n el n e ó n ) , cada q u i e n para sí. En a q u e l l o c a l casi desierto, las m e s a s orilladas a la pared, una silla aquí, otra allá, e n a q u e l piso de azulejos q u e l e c o n f e r í a un b r i l l o m á s i n t e n s o , la r o c o l a era perfecta. M i e n t r a s un soldado se retiraba a n t e el trapeador, l o s ojos m u y abiertos, c l a v a d o s e n la rocola, otro se a s o m a b a p o r el u m bral, el rostro e c h a d o hacia atrás, para v e r la luna llena. La p u e r t a de v i d r i o v i b r ó y p a l p i t ó durante l a r g o rato p o r un o s c u r o t r e n de carga q u e o c u l t ó los c a m p o s de m a í z allá al fondo. En el m o s trador, una m u j e r j o v e n , c o n un rostro de f a c c i o n e s r e g u l a r e s , al q u e l e faltaba un d i e n t e . Las c i u d a d e s e s p a ñ o l a s l e depararon algunas d e c e p c i o n e s . En ocasiones n o e n c o n t r ó rocolas ni e n los b a r e s d e arrabal, atrás d e m o n t o n e s de cascajo, al fondo de un c a l l e j ó n sin salida, r e c o n o c i b l e s p o r su m a l a i l u m i n a c i ó n . N i siquiera ahí e n c o n t r ó una fría huella d e l o b j e t o buscado, a l g o s e m e j a n t e a la m a n c h a de cal e n una pared descascarada. A u n q u e a v e c e s se confundía al escuchar d e s d e afuera, sabía q u e la música p r o v e n í a d e radios, casets y, e n los nichos m á s singulares, de tocadiscos. En esa ciudad e s p a ñ o l a había m á s bares q u e e n c u a l q u i e r otro l u g a r d e l m u n d o , sin e m b a r g o p a r e c í a n d e m a s i a d o n u e v o s para c o n t a r c o n un o b j e t o y a clásico ( y t a m b i é n p r e s c i n d í a n del o t r o cuarto, la trastienda para e s c u c h a r ) , o d e m a s i a d o viejos, apropiados para los ancianos q u e j u g a b a n c o n s e r i e d a d a las barajas (la r o c o l a p o d í a c o n v i v i r c o n el j u e g o , ¡ p e r o n o c o n esa seriedad!) o sostenían su c a b e z a entre las m a n o s , solitarios. Seguram e n t e c u a n d o el aparato alcanzaba su a p o g e o fue prohibido p o r la dictadura y l u e g o d e j ó d e ser surtido. D e c u a l q u i e r forma, durante su inútil búsqueda conoció, n o sin c i e r t o placer, pues y a se resignaba a n o l o g r a r nada, rinc o n e s peculiares, los m a t i c e s de dos ciudades a p a r e n t e m e n t e idénticas. * Estuvo e n un bar de crápulas, d o n d e una bala d e pistola se había incrustado e n el mostrador, y l u e g o e n un café de desempleados q u e r e s e r v a b a una m e s a para q u i e n e s p o d í a n salir del v e c i n o hospital psiquiátrico: rostros m u d o s , i m p á v i d o s , q u e sólo se m o v í a n para tragar tabletas c o n c e r v e z a . N a d i e l e hubiera c r e í d o q u e n o estaba ahí p o r el a m b i e n te, s i n o para v o l v e r a oír Hey Joe y Me and Bobby McGee. ¿ N o significaba eso q u e buscaba las rocolas para e v a d i r s e del presente, s e g ú n solía d e c i r s e ? T a l v e z . D e c u a l q u i e r forma, casi s i e m p r e l e pasaba l o c o n t r a r i o : a d e m á s d e la música, captaba el e n t o r n o , una f o r m a p e c u l i a r del p r e s e n te. D e preferencia, se sentaba e n un lugar q u e le p e r m i t i e s e v e r la sala e n t e r a y al m i s m o t i e m p o e c h a r un v i s t a z o hacia afuera. Así, m i e n t r a s fantaseaba a c e r c a de la rocola, casi sin q u e r e r l o , las otras cosas a d q u i r í a n r e l i e v e , se hacían presentes. Curiosamente, a q u e l l o q u e ganaba sustancia n o era l o particular o l o d e c o r a t i v o , sino l o m á s c o m ú n , las f o r m a s y los c o l o r e s d e c o s t u m b r e y, p o r alguna razón, ese presente acend r a d o l e p a r e c í a valioso; n o se trataba de a l g o sofisticado o dign o d e e x p o r t a c i ó n , c o m o la rocola misma, sino de una modalidad del p r e s e n t e sólo e n c o n t r a b l e e n un l i b r o e n c a n d i l a n t e . N o p o d í a evitar sentirse sugestionado cuando un h o m b r e c a m i n a b a , un arbusto se m o v í a , el trolebús era a m a r i l l o y daba v u e l t a e n la est a c i ó n d e trenes, el cruce d e calles formaba un triángulo, la m e sera se q u e d a b a i n m ó v i l e n la puerta, la tiza y a c í a e n la orilla de la m e s a de billar, c u a n d o l l o vía, cuando, cuando, c u a n d o . . . Sí, e s o era, ¡el p r e s e n t e adquiría bisagras!, y hasta los n i m i o s usos de nosotros, la g e n t e d e rocola, m e r e c í a n pasar p o r la m i r a . C u a n d o p r e s i o n a b a las teclas él t e n í a una m a n o e n la c a d e r a y se i n c l i n a b a hasta casi tocar el aparato, o t r o e s c o g í a su p i e z a a p o y a n d o las m a n o s e n el tablero, las p i e r n a s m u y separadas, los b r a z o s e x t e n d i d o s c o m o un técnico, un tercero pasaba los de- letrados") nos comentó: "Está muy bien que el señor Belfield-Lefébvre reconozca la antiquísima tradición literaria del Mus musculus L., que se remonta a esa admirable epopeya atribuida a Homero, La batracomiomaquia, (que no pocos prefieren aun a la llíada). Lo que no está bien es que se repitan las insensateces de Buffon, quien atribuye a toda la especie ratonil lindezas tales como la debilidad, la timidez miedosa, y el horror e incomodidad que causa a los demás. . . Menos mal que, hasta Buffon, admite que no somos feos, que tenemos viveza y f i nura . . . Pero ¿por qué diablos una obra que se ocupa de los ratones domésticos, de los campesinos que viven entre espigas de trigo, y de los del valle del A r n o , en Italia, que arrastran ruedas de piedra, por qué tan completa enciclopedia olvid a la existencia de los ratones de biblioteca, que poco nos parecemos a los demás y además favorecemos la difusión de la cultura?" Podemos sentirnos orgullosos de contar entre nuestros amigos a Jean Meyer. N o sólo por su labor cultural y editorial al frente del Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos sino, principalmente, por su fina sabiduría, su o b r a literaria y sus enormes aportaciones a la historia de este país nuestro, tan suyo. La Biblioteca de México ha recibido, para completar la Colección de documentos para la historia de Nayarit, cuatro nuevos títulos: De Cantón de Tepic a Estado de Nayarit, El Gran Nayar, Nuevas Mutaciones y Los albores de un nuevo mundo (este útlimo, obra de Thomas Calvo). Estos títulos se añaden al que y a teníamos, La tierra de Manuel Lozada, y completan la serie de una excelente investigación documental. Y, por si fuera poco, también nos envían un hermosísimo libro: La mitad del mundo (Cuerpo y cosmos en los rituales otomíes), de Jacques Galinier, coeditado p o r la U N A M , el CEMCA y el I N I . Por lo pronto, mientras esto se imprime, recibimos los primeros comentarios sobre las dos (sí: dos) obras de teatro que actualmente se presentan en esta Biblioteca. La primera, por antigüedad de estreno, es Estrategias Fatales, representada dos sobre las teclas a la m a n e r a de un pianista, l u e g o se retiraba e n forma i n t e m p e s t i v a , s e g u r o d e su d e c i s i ó n , o se q u e d a b a inm ó v i l , c o m o si aguardase el r e sultado de un e x p e r i m e n t o , y a p e n a s e m p e z a b a el s o n i d o desaparecía r u m b o a la calle, alg u i e n m á s p r o g r a m a b a sus canc i o n e s sin apartarse de la m e s a , a t r a v é s d e señas q u e o t r o c o n o cía d e m e m o r i a , p e r o l o q u e tod o s t e n í a n e n c o m ú n era la perc e p c i ó n d e la r o c o l a c o m o u n ser, una e s p e c i e d e a n i m a l d o méstico: "Desde ayer c o m o que n o está bien", " N o sé l o q u e le pasa h o y , anda m e d i o loca". ¿ R e a l m e n t e l e daba l o m i s m o u n aparato u o t r o ? N o . H a b í a m a r c a d a s d i f e r e n c i a s e n t r e el afecto tranquilo y la ternura, p o r n o hablar del r e s p e t o absoluto. ¿ P o r un p r o d u c t o fabricado e n s e r i e ? Q u i z á p o r las huellas q u e l e dejaban l o s h o m b r e s . C o n el t i e m p o , la f o r m a d e l aparato l e había l l e g a d o a p a r e c e r m e n o s i m p o r t a n t e . Si p o r él fuera, la rocola p o d r í a s e m e j a r un i m p l e m e n t o militar, ser d e m a d e r a y en v e z de Wurlitzer llamarse "Sinfonía" o "Fanfarria", y el c u e r p o p o d r í a incluir algún aparejo d e l m i l a g r o a l e m á n o incluso c a r e c e r d e luces: un b l o q u e de v i d r i o n e g r o , i m p e n e t r a b l e , sil e n c i o s o , c o n a s p e c t o refrigerado, q u e al r e c i b i r una m o n e d a e n c e n d i e r a el t a b l e r o y c o n la p r e s i ó n d e una tecla e x h a l a r a el s o n i d o y el b r i l l o d e un r e f l e c t o r e n su fachada negra. * L e disgustaban las rocolas dond e la lista d e c a n c i o n e s n o rev e l a b a una e l e c c i ó n i r r e p e t i b l e , "personal", h e c h a ahí m i s m o , sin o q u e r e s p o n d í a a un d i s e ñ o e n s e r i e , s i e m p r e i d é n t i c o , q u e se r e p e t í a d e l o c a l e n l o c a l p o r el país e n t e r o . A q u e l l o s sitios parec í a n al s e r v i c i o d e una i n e f a b l e casa m a t r i z q u e él i m a g i n a b a c o m o una e s p e c i e d e mafia, la mafia d e las rocolas. Para c o l m o , e n casi t o d o s los países y a s ó l o q u e daba una mafia: listas uniformes, sin m a t i c e s , una oferta l i m i t a d a a c a n c i o n e s r e l a t i v a m e n t e rec i e n t e s . Era fácil r e c o n o c e r l a s , i n c l u s o d e n t r o d e una añosa y noble Wurlitzer: en v e z de letreros q u e a l o m u c h o estaban escritos a m á q u i n a , a p a r e c í a un p r o g r a m a i m p r e s o , prefabricado, e x t e n d i d o a t o d o l o largo, sobre las casillas d o n d e d e b í a n ir l o s n o m b r e s de los cantantes y los títulos d e las c a n c i o n e s . C u r i o s a m e n t e t a m b i é n evitaba las rocolas c o n p r o g r a m a c i ó n escrita a m a n o p e r o a la m a n e r a d e l m e n ú d e un restaurante, d e arriba abajo, d e i z q u i e r d a a derecha, c o n una sola caligrafía, aun c u a n d o cada disco p a r e c i e ra e x p r e s a m e n t e e s c o g i d o para él: el p r o g r a m a n o debía r e v e l a r i n t e n c i ó n alguna —así fuese una tan n o b l e — , s i n o p r o p o n e r una m e z c l a , c o n su dosis d e m a t e r i a l d e s c o n o c i d o ( m á s y m á s abundante con los años), donde encontraban r e f u g i o c a n c i o n e s m u y v a r i a d a s y d o n d e las auténticas preseas eran aquellas q u e e x p r e saban ese instante; bastaba enc o n t r a r unas cuantas e n el c o m p l e j o tablero. Las r o c o l a s d e este t i p o se r e c o n o c í a n p o r su lista d e c a n c i o n e s , p o r el r e v o l t i j o d e caligrafía y m e c a n o g r a f í a , p e r o sobre t o d o p o r la f o r m a e n q u e las caligrafías v a r i a b a n d e un título al otro; una letra d e m o l d e , e n tinta, seguida d e una d e s e n fadada, casi taquigráfica; de cualq u i e r f o r m a , a pesar d e los distintos trazos y las variables inclin a c i o n e s de las letras, casi todas suscitaban una i m p r e s i ó n de cuid a d o e x t r e m o , d e e n o r m e seriedad, algunas s e m e j a b a n una l e tra infantil, casi pintada, las faltas de ortografía escritas c o n toda precisión (incluidos guiones y a c e n t o s ) p o r alguna m e s e r a a q u i e n los n o m b r e s de las canciones l e resultaban m u y , p e r o m u y e x t r a n j e r o s , el p a p e l y a a m a r i l l e a d o a q u í y allá, c i e r t o s n o m b r e s a g ó n i c o s , difíciles d e descifrar, a v e c e s c o n un n u e v o títul o p e g a d o e n c i m a q u e dejaba traslucir un garabato ilegible p e ro todavía presente. Poco a poco aprendió a no b u s c a r su gusto e n el t a b l e r o , sin o el de q u i e n e s escribían l o s n o m b r e s de las canciones. Cuand o s ó l o había un n o m b r e e s c r i t o a m a n o e s c o g í a ése, así se tratara d e a l g o extraño, d e s c o n o c i d o . U n a v e z , e n un b a r n o r a f r i c a n o d e París, descubrió e n la orilla de una r o c o l a —cuya p r o g r a m a c i ó n d e hits franceses la identificaba c o m o e n v í o d e la mafia— una e t i q u e t a escrita a m a n o , c o n l e tras g r a n d e s , i r r e g u l a r e s , cada una c o m o un s i g n o d e a d m i r a ción: escogió aquella canción árabe c o n t r a b a n d e a d a e n la r o cola, y hasta la fecha seguía a c o m p a ñ a d o d e l r e s o n a r d e SI- R I M A N S U R , q u e , s e g ú n l e dijo al barman al salir de su m u t i s m o , era e l n o m b r e d e "un sitio singular, fuera d e l o c o m ú n : ¡ahí n o se v a así nada más!" ¿Quería decir t o d o esto q u e lam e n t a b a la d e s a p a r i c i ó n d e sus r o c o l a s , a q u e l l o s objetos d e l pasado, q u e p r o b a b l e m e n t e n o tend r í a n u n s e g u n d o futuro? N o . T a n s o l o q u e r í a dar cuenta d e l o q u e una cosa significaba para alguien. A n t e s de q u e las rocolas t a m b i é n desaparecieran de su vista, deseaba expresar l o q u e p o d í a d e s p r e n d e r s e d e una simp l e cosa. P o r e j e m p l o : la cafetería d e un club d e p o r t i v o e n las afueras d e Salzburgo. E x t e r i o r . U n a clara n o c h e d e v e r a n o . L a rocola está a la i n t e m p e r i e , j u n t o a la puerta abierta. En la terraza, los comensales varían de mesa a mesa: holandeses, ingleses y e s p a ñ o l e s c o n v e r s a n e n sus resp e c t i v o s i d i o m a s ( e l l o c a l tamb i é n atiende al camping contiguo al a e r o p u e r t o ) . Es a principios de los a ñ o s ochenta, e l a e r o p u e r t o aún n o se llama Salzburg Airport. El ú l t i m o a v i ó n a t e r r i z ó c o n e l c r e p ú s c u l o . L o s á r b o l e s q u e sep a r a n la terraza d e l club d e p o r tivo son abedules y álamos; en el a i r e tibio, las hojas c e n t e l l e a n sin r e p o s o contra el c i e l o dorado. H a y una m e s a ocupada p o r gente de Salzburgo, m i e m b r o s del "Club D e p o r t i v o d e l o s Trabajad o r e s M a x g l a n " e n c o m p a ñ í a de sus m u j e r e s . E n t o n c e s el e q u i p o d e fútbol t o d a v í a estaba e n seg u n d a d i v i s i ó n ; esa tarde había v u e l t o a p e r d e r y se e n c a m i n a ba a un i r r e m e d i a b l e d e s c e n s o . Sin e m b a r g o , e n la n o c h e , e n t r e el c o n t i n u o ir y v e n i r d e l b a r a las t i e n d a s d e c a m p a ñ a , l o s p r o tagonistas d e r e p e n t e h a b l a n d e los árboles: ¡qué altos están y qué d e r e c h o han crecido, desde que ellos, l o s m i e m b r o s d e l club, a r r a n c a r o n las s i m i e n t e s d e la tierra m u s g o s a para trasplantarlas e n hileras, ahí, e n la arcilla! En las pausas d e la música, se escucha el r u m o r del follaje y el ton o m o n o c o r d e d e las v o c e s . Después, e n el paulatino a n o c h e c e r , v u e l v e a oírse una c a n c i ó n cantada p o r la v o z entusiasta d e H e l e n Schneider. Se l l a m a Hot Summer Nites. A t o d o esto, e n la parte i n t e r i o r d e l bar n o h a y n a d i e . Las v e n t a n a s están abiertas y las cortinas b l a n c a s v u e l a n hacia d e n t r o . D e s p u é s d e t o d o , sí h a y alguien en un rincón. U n a muj e r j o v e n llora en silencio RAFAEL TORRES S Á N C H E Z Carta de relación " E y , tú, te estoy hablando." En la bóveda de esta caverna en que nos devoramos se escucha el eco. ¿Quién pronuncia la frase? No lo sabemos. El/^tón por el grupo La Rendija. La crítica especializada se ha ocupado en subrayar el profesionalismo y la alta calidad dramática de esta o b r a . La segunda o b r a , Los arrieros con sus burros por la hermosa caiital, fue montada exclusivamente con ectores de esta Biblioteca, aficionados, no profesionales, convocados al taller de teatro por nuestra amiga —ella sí, absolutamente profesional— Sandra Félix, quien ha sido capaz de llevar a cabo una puesta en escena realmente notable. Í Tardía (somos bimestrales), pero sinceramente felicitamos a Fabio Morabito por la obtención del premio nacional de poesía Aguascalientes 1991 y a José Luis Rivas p o r la obtención del premio Villaurrutia. Fabio colaboró en nuestro número 1 y José Luis en nuestro número 2. Sobra decir que consideramos sus premios más que merecidos. ¡Felicidades! Nos escribe Federico Campbell: " M u y estimado Don Jaime: A c a b a de caer en mis manos un ejemplar de Biblioteca (núm. 2) y lo felicito. Ya Antonio Alatorre me había mostrado el número 0 y me encantó. Me parece un trabajo finísimo, elegantísimo y hecho con todo el amor a las letras. Un a b r a z o conmovido de Federico C a m p b e l l " Su muy gentil carta viene acompañad a de esta foto: Juntamos la hojarasca, barremos la basura y le prendemos fuego. i \\K¿ Cuando el suelo está limpio y tibio el lecho nos seguimos comiendo. En la bóveda sigue, Don Soliloquio, el eco. Se trata de nuestro amigo, con su esposa Carmen Gaytán, ¡unto a una reproducción exacta de la imprenta de Gutenberg, hecha por Francisco Manuel Acuña. Mil gracias, amigo Campbell. Leemos con regocijo, y esperaremos cada mes su aparición, La Tarántula, revista sin pelos en la lengua, publicada en a l gún rincón —al fondo de un barril desvencijado, quizás— de Xalapa. Nos complació leer, en su primera entrega, bue- ANUARIO DE LOS AUTORES AMERICANOS Su credo literario, sus ideales, sus proyectos ñas páginas dedicadas a las ratas y los ratones, de la pluma del Dr. Gustavo A . Rodríguez y Sáinz, quien copia fielmente de una zarzuela titulada Enseñanza Libre los siguientes versos: Era un ratoncito Retechiquitito Que con su colita Y su rabito, etc. Se metió a la alcoba De una Señorita Que era medio boba ¡ A y ! la pobrecita, etc., etc. En su octava entrega, La Tarántula envía a esta Biblioteca de México un saludo y una felicitación. Nos da gusto saber que El Ratón tiene una arácnida amiga que habita también cabe los tesoros de las bibliotecas. " A m i g a Tarántula, es- la TARÁNTULA añol Uesde su inicio, Biblioteca de México ha querido arrojar una mirada insólita sobre los archivos, los papeles dispersos, los textos nómadas que por obra del tiempo o del azar no alcanzaron el reposo del libro. Letras desconocidas de autores conocidos. En este verano abrimos la ventana a Carlos Pellicer. Nadie mejor que el poeta tabasqueño para celebrar al sol y sus dominios: En la lenta explosión del mediodía Xaiapa-Enríquez.Ver. mi 6 toy seguro de que cuando Paul Valéry escribió aquello de que 'los libros tienen los mismos enemigos que el hombre: el fuego, la humedad, las alimañas, el tiempo; y su propio contenido', al pasar por las alimañas, no se refería a ninguno de nosotros d o s . " Firma: El Ratón. Decía Séneca que las mejores ideas son propiedad de todos; pero ¿fue Séneca el primero en decirlo? ¿O simplemente transcribió la ¡dea, por ser propiedad de todos? la luz hace del trópico un Sebastián sangrante. Gracias a la generosidad de Carlos Pellicer López disponemos de los inéditos que presentamos a continuación: un soneto, las coplas con las que el poeta pensaba adornar los muros de su casa en Tepoztlán, una carta a sus sobrinos Juan y Carlos Pellicer López, fotografías, memorabilia. La visita a Pellicer se complementa con un poema de juventud y las reflexiones de Gabriel Zaid y Guillermo Sheridan: inmejorables parasoles de este mediodía. Nos preguntamos lo anterior porque, a propósito de que en nuestra primera entrega de El Ratón transcribimos un hermoso proverbio castellano ["Ratón que no sabe más de un horado, presto le caca el g a t o " ] , un amigo latinista nos ha referido a Plauto, en donde hallamos este elogio del roedor: " Q u é sagaz animal, el pequeño ratón, que no fía su vida a un solo a g u j e r o " , (Truculentus, acto IV). Y por nuestra parte hemos hallado estos versos de Alexander Pope, que no resistirían traducción: "The mouse that always trusts to one poor hole I can never be a mouse of any soul." GABRIEL Z ID Pe,llicer: desastre editorial Para q u i e n e s " e n t i e n d e n " a través d e c o m p a r a c i o n e s absurdas, d i g a m o s q u e la poesía d e P e l l i c e r es m e j o r , p o r e j e m p l o , q u e la de Borges. C o m p a r a c i ó n , c o n t o d o , nada absurda: h a y un p a r a l e l i s m o notable e n la obra p o é t i c a d e a m b o s , d e s d e su vanguardism o inicial ( m u y s u p e r i o r e n P e l l i c e r ) hasta sus últimos poemas, medidos y rimados (equiparables). N o hay, p o r supuesto, p a r a l e l o e n la gloria. Cosa, p o r lo d e m á s , sin i m p o r t a n c i a , para un b u e n l e c t o r d e poesía, p e r o q u e resulta d e c i s i v a para q u e existan o p o r t u n i d a d e s prácticas de l e e r una obra valiosa; y hasta para q u e la " a p r e c i e n " q u i e n e s t i e n e n m e j o r o í d o para el r e n o m b r e q u e para el v e r s o . El r e n o m b r e es difícil de e x p l i c a r y m á s aún de p r o m o v e r . A u n q u e h a y t o d o un r e c e t a r i o d e trucos m á s o m e n o s c o n o c i d o s para l l a m a r la a t e n c i ó n , y una suspicacia g e n e r a l sobre las m a l a s artes q u e seg u r a m e n t e e m p l e a n las p e r s o n a s m á s c o n o c i d a s , es d e c r e e r s e q u e una i n v e s t i g a c i ó n l l e v a r a a la siguiente paradoja: 1. P r á c t i c a m e n t e todos los g r a n d e s escritores, artistas y p e r s o n a s r e n o m b r a d a s se p r o m u e v e n . 2. P r á c t i c a m e n t e todas las p e r s o n a s q u e se prom u e v e n para l l e g a r a ser g r a n d e s escritores, artistas y p e r s o n a s r e n o m b r a d a s fracasan. Se dirá q u e , a d e m á s de p r o m o c i ó n , es n e c e s a r i o un v a l o r i n t r í n s e c o . P e r o t a m b i é n aquí la situación es paradójica: 3. H a y m u c h a s obras y p e r s o n a s m e d i o c r e s e n t r e los g r a n d e s n o m b r e s . 4. H a y muchas obras y personas desconocidas que v a l e n m á s q u e otras de r e n o m b r e . L o cual n o n e c e s a r i a m e n t e d e m u e s t r a b u e n a o m a l a p r o m o c i ó n . P u e d e reflejar, s i m p l e m e n t e , q u e el r e s p e t a b l e p ú b l i c o , m e n o s m a n i p u l a b l e de l o q u e se c r e e , es capaz de e q u i v o c a r s e p o r sí m i s m o . L o m e n o s q u e se p u e d e decir, si, c o m o p a r e c e , los cuatro e n u n c i a d o s son ciertos, es q u e el r e n o m b r e es un m i s t e r i o , y q u e las p e r s o n a s r e n o m b r a d a s deb e r í a n t e n e r un m í n i m o de m o d e s t i a y h u m o r sob r e su p r o p i a situación. A u n q u e , p o r ú l t i m o , t a m bién parece cierto que Con sus alumnos, en la ciudad de México. 5. P r á c t i c a m e n t e todas las personas r e n o m b r a d a s t u v i e r o n una fe casi i r r e s p o n s a b l e e n su obra y e n sí m i s m o s ( c o n dudas i g u a l m e n t e i r r e s p o n s a b l e s ) . 6. P r á c t i c a m e n t e todas las personas fracasadas e n su e m p e ñ o de adquirir r e n o m b r e , t u v i e r o n una fe casi i r r e s p o n s a b l e e n su obra y e n sí m i s m o s ( c o n dudas i g u a l m e n t e i r r e s p o n s a b l e s ) . C o n este p r e á m b u l o , q u e r e m o s p r e v e n i r al l e c t o r para q u e t o m e c a u t e l o s a m e n t e la s i g u i e n t e posible explicación de por qué Carlos Pellicer no ha sido m u y l e í d o : p o r q u e sus e d i c i o n e s fueron un desastre. A u n q u e su estilo editorial n o d e m u e s t r a s e n t i d o crítico, l o tenía: l o ejercía prefiriendo esto sobre aquello, a u n q u e s i e m p r e p r e n d i d o al esto y al a q u e l l o , d e l o s cuales n o p o d í a ( o n o quería, o n o l e gustaba) separarse, p o r un acto d e i m a g i n a c i ó n abstracta. Sab í a m u c h í s i m o d e poesía q u e n o sabía e x p l i c a r sino e j e r c e r , c o m o sabía mirar, m i l a g r o s a m e n t e , un ár- En el Parque de La Venta. Foto de Guillermo Ángulo. b o l m i l e n a r i o e n una r a m i t a caída, y así l o s v a r i o s materiales que recogía del c a m p o para sus N a c i m i e n tos. Era, e n t é r m i n o s j u n g u i a n o s , un e x t r o v e r t i d o sensorial: el p o l o o p u e s t o de los i n t r o v e r t i d o s m e n tales q u e s u e l e n ser los críticos. C a r e c í a de esa urg e n c i a d e o r g a n i z a c i ó n d e l y o q u e l l e v a a los c e r e b r a l e s a d e f e n d e r s e de la dispersión, a refugiarse e n r e p r e s e n t a c i o n e s habitables y e n f o r m a s d e organiz a c i ó n ( o p r e t e n d i d a s f o r m a s de o r g a n i z a c i ó n ) d e la propia vida ( c o m o puede verse, patéticamente, en los c u a d e r n o s í n t i m o s d e B a u d e l a i r e ) . N o sentía la n e c e s i d a d de organizarse e n la s u p r e m a unidad cont e m p l a b l e de g r a n d e s conjuntos de actos o d e ideas o d e i m á g e n e s . Sentía m á s v i v a m e n t e la a r m o n í a del m u n d o q u e la u n i d a d del y o . Su o r g a n i z a c i ó n n o era d e s d e a d e n t r o s i n o d e s d e afuera: m o v e r s e o m o v e r cosas hasta e n c o n t r a r esa a r m o n í a . F r e n t e a su p r o p i a obra, se m o v í a c o m o ante un m a t e r i a l e x t e r n o , m i l a g r o s a m e n t e dado p o r la naturaleza. U n m a t e r i a l p o é t i c o q u e trataba c o m o un follaje, m á s o m e n o s p r e f e r i b l e ; e n parte, c o n suerte, r e c o r t a b l e ; a c o m o d a b l e , sí, p e r o n o r e f u n d i b l e . P o cos d e sus p o e m a s están h e c h o s d e una sola p i e z a , c o n ese i n i n t e r r u m p i d o despliegue, cuya unidad hace feliz al y o lector. Sus p o e m a s son " N a c i m i e n t o s " : hal l a z g o s m i l a g r o s o s d e d i v e r s o s m a t e r i a l e s q u e Pellic e r e n c u e n t r a y respeta c o m o dados. P e l l i c e r es un m u s e ó g r a f o de sus h a l l a z g o s p o é t i cos, m á s que un "editor" ( e n el sentido inglés). N u n c a se h u b i e r a a t r e v i d o , c o m o Eliot, a una r e f u n d i c i ó n c o m p l e t a d e La tierra baldía. Y si un a m i g o , c o m o P o u n d , l e h u b i e r a d i c h o : "Mira, Carlos, t i e n e s q u e r e h a c e r estas hojas", s e g u r a m e n t e ni l e hubiera ent e n d i d o . ¿ Q u é significa r e h a c e r unas hojas, si esta- m o s frente a un árbol? ¿En q u é consiste refundir un ramaje? Su i n c o m p r e n s i ó n d e las n e c e s i d a d e s intelectuales del lector crítico, le estorbó para organizar la pres e n t a c i ó n de su obra. N o le faltaba el i m p u l s o a presentarse. D e s d e m u y j o v e n , l l a m ó la atención c o m o un poeta e x c e p c i o n a l . N o tan j o v e n c o m o nos h i z o creer, q u i t á n d o s e m u y p r o n t o , a los v e i n t i t a n t o s años, casi tres ( e n la m á s difundida de sus fechas de n a c i m i e n t o : 4 de n o v i e m bre de 1899); y hasta m e d i a d o c e n a , ú l t i m a m e n t e . N a c i ó el 16 de e n e r o de 1897. ( H a b í a c u m p l i d o o c h e n t a , p o c o a n t e s d e m o r i r , el 16 de f e b r e r o de 1977). Eso n o l e quita m u c h a p r e c o c i d a d a una presentación pública iniciada e n septiembre de 1910 con "Estrofas a H i d a l g o " , un p o e m a l e í d o e n las fiestas del C e n t e n a r i o . En 1914, 16 y 17, publica sus p r i m e r o s p o e m a s . En 1917, sale "casi e n h o m b r o s " ( N o v o ) de una lectura de p o e m a s e n el A n f i t e a t r o d e la Preparatoria. Entre 1918 y 20, se da a c o n o c e r e n el m u n d o hispan o a m e r i c a n o , p u b l i c a n d o y viajando c o m o d e l e g a do de la F e d e r a c i ó n de Estudiantes M e x i c a n o s . C o m o todo j o v e n brillante con paseos por el extranjero, consigue un b u e n e m p l e o e n el g o b i e r n o , nada m e n o s q u e c o n el S e c r e t a r i o de Educación, José V a s c o n c e los. En 1921, publica su p r i m e r l i b r o (Colores en el mar), ilustrado p o r R o b e r t o M o n t e n e g r o . En 1922, figura e n una a n t o l o g í a publicada e n París. En térm i n o s de r e n o m b r e , había alcanzado l o m á x i m o para un j o v e n p o e t a de v e i n t i c i n c o años. R a m ó n L ó p e z V e l a r d e , o t r o j o v e n p o e t a q u e estaba a b r i e n d o n u e v o s c a m i n o s p o r e n t o n c e s , iba m á s d e s p a c i o : el gran r e c o n o c i m i e n t o l e llega e n el m o - m e n t ó de la m u e r t e , en 1921. P e r o , a los v e i n t i c i n co años ( e n 1913), era un j u e z p u e b l e r i n o fracasado e n sus intentos de c o l o c a r s e con el p r e s i d e n t e M a d e r o y de o b t e n e r la diputación de su p u e b l o natal. P e l l i c e r , q u e era n u e v e años m á s j o v e n , lo había alc a n z a d o en r e n o m b r e , y hasta parecía que iba a d e j a r l o atrás, antes d e q u e "La suave Patria" se v o l v i e ra un best-seller de la cultura oficial. Resulta f r a n c a m e n t e a d m i r a b l e que, ante la apoteosis d e L ó p e z V e l a r d e , q u e tanta i n f l u e n c i a t u v o e n t r e l o s poetas j ó v e n e s ( c o m o V i l l a u r r u t i a ) y aun e n poetas d e m a y o r e d a d ( c o m o T a b l a d a y G o n z á l e z L e ó n ) , Pellicer, q u e tenía m á s v o c a c i ó n y antecedentes para la cultura oficial, continuara a l e g r e m e n t e p o r su propio c a m i n o y escribiera a continuación una p o e s í a vanguardista, nada l o p e z v e l a r d i a n a , que, si insistimos e n las c o m p a r a c i o n e s absurdas, es tan buena c o m o la de L ó p e z V e l a r d e . Y ahora v i e n e l o m á s difícil de creer: esa extraordinaria poesía apenas circuló, a pesar de que su autor t u v o p r o n t o r e n o m b r e y e s t u v o e n el c a n d e l e r a dos tercios de siglo. ¿Cuál era la situación editorial de P e l l i c e r a princ i p i o s de 1962, a los 65 años? Desastrosa. El f a m o s o p o e t a figuraba e n m u c h a s p u b l i c a c i o n e s , p e r o sólo unos cuantos c e n t e n a r e s de l e c t o r e s tenían sus libros principales. Según O t h ó n Lara Barba (Boletín del Instituto de Investigaciones Bibliográficas), de 1921 a 1961 la poesía de P e l l i c e r fue editada 72 v e c e s , o sea e n p r o m e d i o casi dos p o r año. El n o m b r e de Pellic e r t u v o una p r e s e n c i a constante, m á s aún si se sum a n los p r ó l o g o s y otros t e x t o s d e prosa q u e publicó, las m e n c i o n e s sobre él, etc. P e r o v e a m o s de q u é e d i c i o n e s se trata: a ) 34 e d i c i o n e s de p o e m a s e n revistas, d e las cuales 30 m e x i c a n a s . b ) 21 e d i c i o n e s de p o e m a s e n antologías, de las cuales 17 h e c h a s en M é x i c o o l i m i t a d a s a M é x i c o . c ) 8 folletos d e poesía, de 4 a 24 páginas, o sea n o m á s páginas q u e una e d i c i ó n en revista, p e r o con una c i r c u l a c i ó n i n c o m p a r a b l e m e n t e m e n o r . d ) 9 libros, todos en e d i c i o n e s a n o r m a l e s p o r l o q u e h a c e a p e r m i t i r q u e algunos m i l e s de l e c t o r e s ( n o e s t a m o s p i d i e n d o m á s ) p u d i e r a n f á c i l m e n t e adquirirlos. L o m á s p a r e c i d o a una e d i c i ó n n o r m a l fue Recinto ( 1 9 4 1 ) , y sin e m b a r g o el F o n d o de Cultura E c o n ó m i c a la sacó e n aquella c o l e c c i ó n T e z o n t l e , m á s o m e n o s v e r g o n z a n t e , m u c h o s d e c u y o s títulos, hasta la fecha, siguen e m b o d e g a d o s sin q u e se e n t e r e n sus posibles lectores, p o r q u e ni siquiera se anuncian e n los catálogos. L o s otros casos son p e o r e s : e d i c i o n e s d e c i e n t o s de e j e m p l a r e s , fuera de r u m b o o fuera de p r e c i o para el p ú b l i c o g e n e r a l . Fuera de r u m b o : dos de los m e j o r e s libros de Pel l i c e r : Hora y 20 ( 1 9 2 7 ) y Camino ( 1 9 2 9 ) , se editaron e n París con tirajes l i m i t a d o s . O t r o de sus g r a n d e s libros, Subordinaciones ( 1 9 4 9 ) , fue e d i t a d o e n M é x i co, p e r o p o r la Editorial Jus, q u e es c o m o p u b l i c a r l o e n París. P u e d e d e c i r s e l o m i s m o d e Piedra de sacrificios (1924), Seis, siete poemas (1924) y Hora de junio (1937). N i n g u n a e d i c i ó n de Pellicer ha resultado especialm e n t e bonita, c o n la e x c e p c i ó n d e Práctica de vuelo ( 1 9 5 6 ) , q u e el F o n d o p u b l i c ó a un p r e c i o de lujo y c o n un tiraje de apenas cientos de e j e m p l a r e s , cuand o y a el p o e t a iba a c u m p l i r sesenta años y era una g l o r i a nacional. Las otras, ni siquiera realizan ese ideal artístico de las e d i c i o n e s limitadas: t o d o su absurdo lujo es q u e son limitadas. En r e s u m e n : después de m e d i o siglo de present a c i o n e s públicas (1910-1962), a los sesenta y c i n c o años de edad, e n p l e n a gloria, ni u n o solo de sus lib r o s se había r e e d i t a d o , ni u n o sólo se había editado n o r m a l m e n t e , n o había n i n g u n o e n las librerías y s ó l o un c e n t e n a r de p e r s o n a s l o s t e n í a todos, no p o r las vías n o r m a l e s sino p o r cortesía del autor. Pel l i c e r era un n o m b r e i m p o r t a n t e , p e r o sólo un n o m bre, para algunas d e c e n a s d e m i l e s d e m e x i c a n o s ; un p o e t a l e í d o e n antologías o revistas p o r algunos m i l e s de lectores de habla española; el autor de unos libros de bibliófilo para a l g u n o s c i e n t o s d e c o l e c c i o nistas; el creador de una obra c o n o c i d a a fondo, para algunas d o c e n a s d e c o n o c e d o r e s . En p l e n a gloria. P e l l i c e r s i e m p r e e s t u v o cerca del poder, r o d e a d o de g e n t e que r e c o n o c í a su v a l o r o le debía favores ( e r a m u y g e n e r o s o ) . N o hay excusa posible: pudo hac e r e d i c i o n e s n o r m a l e s q u e l l e g a r a n a m i l e s de lectores. Si sus libros n o circularon fue porque casi siempre, al editar, t o m ó d e c i s i o n e s absurdas. N u n c a e n t e n d i ó el p r o c e s o editorial, ni supo dejarse guiar p o r q u i e n e s l o e n t e n d í a n . P r o c e d í a c o m o un pintor q u e considera n o r m a l ir dejando sus obras por el cam i n o , e n t r e unas cuantas personas, y p e r d e r l a s de vista, fuera de algunas e x p o s i c i o n e s . U n i n d i c i o de q u e v e í a sus e d i c i o n e s bajo un m o d e l o p i c t ó r i c o l o d i o al c o m p a r a r r e p e t i d a m e n t e el é x i t o de los p o e tas y el de los p i n t o r e s . C o n s i d e r a b a injusto, c o n raz ó n , q u e R i v e r a y S i q u e i r o s se hubieran h e c h o m i l l o n a r i o s c o n una obra n o m e j o r q u e la suya. N u n c a e n t e n d i ó la d i f e r e n c i a c o m e r c i a l e n t r e a m b o s tipos de c i r c u l a c i ó n . P r o c e d í a c o m o un pintor: o regalaba su obra a q u i e n se le p e g a b a la gana o p e d í a un ojo de la cara. T a n t a g e n t e m e d i o c r e r e c i b i ó manuscritos de su p u ñ o y letra ( o t r o i n d i c i o " p i c t ó r i c o " ) , p o e m a s dedicados, p o e m a s para editar, cartas elogiosas, r e c o m e n d a c i o n e s o p r ó l o g o s suyos, q u e se v o l v i ó un p e l i g r o recibir estas g e n e r o s i d a d e s de su parte. T a n tas v e c e s p i d i ó un ojo de la cara p o r una e d i c i ó n norm a l , q u e los e d i t o r e s n o r m a l e s l l e g a r o n a r e h u i r l o . L o q u e h i z o e n 1962 fue la c u l m i n a c i ó n de esa serie de e r r o r e s : se d e c i d i ó , p o r fin, a reeditar sus libros ¡y se los dio a la U n i v e r s i d a d N a c i o n a l ! Estaba o r g u l l o s í s i m o de que, p o r fin, le pagaran d e c e n t e m e n t e : c i n c u e n t a m i l pesos, q u e eran una fortuna. ¿Y q u é g a n ó ? Q u e le h i c i e r a n un m a m o t r e t o espantoso, i m p o s i b l e de manejar, fuera de r u m b o y fuera de precio, para el c o m ú n de los lectores. T o d a v í a hay e j e m p l a r e s e n b o d e g a (Material poético, 1962), si algún tenaz c o l e c c i o n i s t a q u i e r e e m p r e n d e r esa odisea q u e es c o n s e g u i r un l i b r o de la U n i v e r s i d a d . N o veía la d i f e r e n c i a . T o d a v í a hace unos m e s e s , la U n i v e r s i d a d Juárez de T a b a s c o se dio el lujo de i m p r i m i r ( p u b l i c a r sería m u c h o d e c i r ) doscientos e j e m p l a r e s charrísimos de una s e l e c c i ó n de sus poemas cívico-histórico-geográficos (Cuerdas, percusiones y alientos, 1976). Otra edición charra de Villahermosa: 50 años de quehacer poético, e d i c i ó n m i m e o g r á f i c a , 1969. L o m e n o s m a l o ha sido la Primera antología poética ( 1 9 6 9 ) , incluida a c e r t a d a m e n t e e n la C o l e c c i ó n P o p u l a r del F o n d o de Cultura E c o n ó m i c a . Es el prim e r libro de Pellicer q u e v e n d e varios m i l e s de ejemplares. P e r o si la e d i c i ó n física y c o m e r c i a l es un acierto, cuesta trabajo n o declararla charra t a m b i é n en t é r m i n o s de e d i c i ó n literaria. ¿ D ó n d e se ha visto una " a n t o l o g í a " d e casi cuatrocientas páginas de un solo poeta? ¡Y tres p r ó l o g o s ! Y una d e s o r i e n t a d o r a s e l e c c i ó n , si p u e d e así l l a m a r s e un a m o n t o n a d e r o de p o e m a s . . . Descanse e n paz, don Carlos Pellicer, e n t e r r a d o e n sus p é s i m a s e d i c i o n e s . La U n i v e r s i d a d N a c i o n a l , Bellas A r t e s , Sep Setentas, los i n n u m e r a b l e s departamentos editoriales de innumerables dependencias, los e d i t o r e s de p r o v i n c i a y tantas b u e n a s personas h e r o i c a m e n t e dedicadas a gastar toneladas de papel que no circula, tal v e z acaben de e n t e r r a r l o para s i e m p r e con g r a n d e s paletadas de celulosa. P e r o n o p o d e m o s sino desear que algún día, alguien que haya sido sacudido p o r el m i l a g r o oculto de su obra, sepa resucitar y difundir el c e n t e n a r de páginas q u e harán de P e l l i c e r a l g o m á s q u e un gran n o m b r e : una revelación. 1977 En Yoxchilón. Posdata, 1991: Gracias a Carlos P e l l i c e r L ó p e z , al F o n d o de Cultura E c o n ó m i c a y a la ventaja de q u e el p o e t a ya n o p u e d e i n t e r v e n i r , el cuadro e m p e z ó a c a m b i a r después de su m u e r t e . D e j ó unos 10 000 e j e m p l a r e s publicados a lo largo de 55 años (19211976). Las e d i c i o n e s postumas s u m a n unos 80 000. P e r o sospecho que todavía i n t e r v i e n e , y que bajó del cielo para sustraer el cuaderno de Esquemas para una oda tropical q u e faltó en sus Obras. Poesía. Y que sigue retrasando la c o m p i l a c i ó n de su prosa, ya n o se diga el a r r a n q u e de la industria pelliceriana, en los m o l i n o s a c a d é m i c o s . A j e n o a las p r e o c u p a c i o n e s críticas, se ríe de nosotros. A t e r r i z a y se e l e v a nuevam e n t e e n sus prácticas de v u e l o , m i e n t r a s Los molinos piensan académicamente. en la aviación Carlos Pellicer Soneto Octubre me ha dejado una ventana que entreabre un cielo de mirada hermosa. Si yo puedo pensar en cada cosa, si yo puedo decir que la mañana tiene sobre la mesa una manzana , que alude al paladar de cada cosa y encarna en su tibieza deliciosa \ un recuerdo soluble de campana es porque alzando la mirada al día como quien ha encontrado lo perdido la vida y yo decimos: tuyo y mía. Y el papelito de la mariposa que cayó en una rosa por descuido deja mi corazón en cada cosa. 13 de octubre de 1957 C A R L O S ,e\ de lib e Esta es casa para cuerpo y alma. Por esta puerta amor y paz sólo entran. Casa como poema: belleza, amor y paz por lema. Esta puerta se abre sólo para el que ame. Por aquí al paisaje se entra, y se va al viaje. . . Aquí la puerta es corazón: siempre abierta. Coplas, a la manera de Juan Ramón Jiménez, para adornar los muros de su casa en Tepoztlán. P E L L Esta carta se dirige a mi hermano Juan y a mí, que estudiábamos entonces en Londres. Su tono informal no impide hondos pensamientos. Como en otras, el poeta es siempre joven y siempre maestro. Hay un comentario a su participación en un mitin contra la invasión norteamericana a Santo Domingo. Después se refiere a la inminente inauguración del Museo Arqueológico de Tepoztlán, Morelos, al que donó su colección, que después él mismo organizó. Alfonso Ayala es un exdiscípulo suyo, uno de los paisajistas mexicanos contemporáneos más distinguidos, junto con Nicolás Moreno. Chabela —Isabel Peña— fue el ama de llaves que estuvo con él los últimos 16 años; murió en 1989. Merceditas —María Mercedes Gutiérrez— es una de nuestras "hermanas" colombianas; entonces también vivía en Londres. Óscar Brooks, mexicano, su mujer e hijo fueron nuestra segunda familia allá. Carlos Pellicer López M é x i c o , D.F., a 15 d e j u l i o d e 1965. Sres. Juan y C a r l o s P e l l i c e r e n L o n d r e s . J ó v e n e s sanforizados y fluorescentes: Gracias p o r las tarjetas q u e m e han e n v i a d o . Y o r u e g o a N u e s t r o S e ñ o r todos, t o d o s los días p o r U d s . q u e son el lujo d e m i vida. Estas casas sin uds. son nada más vistosas o q u e d a d e s . La e x t r a o r d i n a r i a persona q u e es el j u e z y l i c e n c i a d o , m e c o m u n i c a c o n f r e c u e n c i a las cartas d e uds. En l o escrito e n Espa- I C E R ña, resulta Juan un e s c r i t o r c o n c a m i n o a b i e r t o para ser ilustre. ¡Qué p r e c i o s o b i e n decir! ¡Qué sentim i e n t o e n el c o r a z ó n de las palabras! ¡Qué escritor admirable t e n e m o s "ad portas"! M i t o c a y o sigue const r u y e n d o su c e n t e l l a n t e sistema solar c o n las consabidas sonrisas e n t r e M a r t e y V e n u s . Esto t i e n e un e n o r m e v a l o r de a f i r m a c i ó n para Uds. Es un disparo e n p l e n o b o s q u e y t o d o q u e d ó alerta para s i e m p r e : l o m i s m o el j a g u a r q u e la ardilla y q u e la hoja q u e c a y ó . La v i d a t i e n e el s e n t i d o q u e n o s o t r o s le d a m o s . S i m p l e m e n t e p o r q u e son nuestros p r o p i o s s e n t i d o s —altos y n o tanto— los q u e la c o n s t r u y e n . N o h a y q u e o l v i d a r q u e fuera del p r o g r a m a cristian o l o d e m á s es i n t e l i g e n c i a y v o c a c i ó n . A p r o v e c h e n —sigan aprovechando— lo q u e N u e s tro Señor ha puesto tan h e r m o s a m e n t e e n Uds. y ador e n a sus padres q u e d e m u e s t r a n c o n o c e r la m a t e ria espiritual q u e h a y e n ustedes. I n t e l i g i r , e n t e n der "rara avis", Uds. ahora están h a c i e n d o c e r á m i c a . C u a n d o v u e l v a n a M é x i c o la m e t e r á n al h o r n o . Y cuidarán m u c h o el g r a d o d e c a l o r . . . Y l o sabrán h a c e r m u y b i e n . Estoy s e g u r o . C u i d e n su t i e m p o . El t i e m p o es cosa p e r s o n a l , c o m o una camisa. D e s c a m i s a r se o usar la d e fuerza, a m b a s cosas son saludables. Y s o m o s la H u m a n i d a d . P e r o s i r v i e n d o a M é x i c o y a N u e s t r a A m é r i c a , la s e r v i m o s . S e r v i r es t a m b i é n r e c r e a r n o s e n nosotros m i s m o s . El t i e m p o . N o s o t r o s s o m o s el t i e m p o . N o lo p e r d a m o s . N o nos p e r d a m o s ( D e l o t r o l a d o del canal a l g u i e n dijo: " I I faut se perd r e p o u r se r e t r o u v e r " . Con Juan Silveti y Pedro Vargas, en el callejón de la Plaza México. Bueno: A s y o u like it. P e r o ¿en d ó n d e está la chinga-musa? A p r o p ó s i t o : no se hagan bolas y vay a n c o n f r e c u e n c i a al M u s e o del r o b o . La música es d e n o c h e y la cosa esa es de día. Casi estoy s e g u r o q u e n o han i d o al Victoria a n d A l b e r t . H a g a n t i e m p o . M o n t e n una fabriquita de t i e m p o . Y o sé lo q u e les d i g o . Sí, salí a la calle y grité l o q u e quise. P e r o ahora con esto de Sto. D o m i n g o , ya e m p e z ó a c r e c e r la conc i e n c i a c o n t i n e n t a l . B o l í v a r está e n el h o r i z o n t e . Y o a p e n a s l e v e o . A Uds. les toca v e r l e bajar del Cabal l o . Y n o les m e n t é la m a d r e p o r q u e n o t i e n e n . Hasta esa ventaja t i e n e n estos jijue-putas! ( A d ogni m o d o ! ) ¡Qué falta m e h i c i e r o n U d s . ese día! Y a se repetirá. El m u s e í t o de T e p o z t l á n se inaugurará d e n t r o de 10 días. Es una j o y a v e r d a d e r a . T o d a una p r e c i o s i dad. En 60 vitrinas q u e d ó la flor y el canto de m i c o lección. L e p e d í a A l f o n s o A y a l a copias de 5 fragmentos de pinturas prehispánicas y las h i z o en plan —de magister—, n a t u r a l m e n t e . M i r e n U d s . j ó v e n e s águilas descalzas y otros e p i f o n e m a s ; el m u s e o de T e p o z t l á n es una p e q u e ñ a obra maestra. P e r o n u n c a digan q u e y o se los dije. N a d a de dije: es un m o n t ó n de j o y a s . Claro: ya dije l o q u e dije. Y así q u e d ó ! T r e s g r a n d e s e x p o s i c i o n e s , 4, M o n t e n e g r o , Ruelas, Nicolás M o r e n o y el famoso Portocarrero, el gran p i n t o r c u b a n o m o d e r n o q u e n o halla palabras para e l o g i a r a V e l a s c o . Se v e n d i ó de este p o b r e h o m b r e un cuadro, antier, e n d o s c i e n t o s m i l pesos. C h a b e l a les m a n d a recados. Juanito c u a n d o v u e l v a s a v e r un tigrito c o m o los que c o m p r a m o s , q u i e r o uno para mí, p u e s v o l ó el q u e traje. M e l o m a n d a s c o n tu papá e n S e p t i e m b r e . El tres de A g o s t o llega el cura Cá- mara. Pasará aquí t o d o el m e s . V a y a n al Británico y al otro. V e r de b u l t o es m e j o r q u e " L e e r l o s " . N o s c o n t a r o n q u e ustedes hablan i n g l é s c o n a c e n t o andaluz. ¡Y q u é ! T o c a y o hiciste b i e n e n paisajearte. T e n g o i n v i t a c i ó n f o r m a l para ir a Israel e n Octub r e . A c e p t é . La c o l u m n a va m e j o r y si m e j o r a m á s v o l v e r é S.D.Q. a Europa p e r o a fines de S e p t i e m b r e para r e g r e s a r e n D i c . y e n t o n c e s i r é a pasar una sem a n a c o n Uds. D e s p u é s de casi un a ñ o de no escrib i r h i c e el s o n e t o c o r t o q u e les m a n d o . M e l o pidió el m a g n í f i c o A r c i n i e g a s , para un l i b r o de él. Si n o les gusta h á g a n l o pasar p o r de S h a k e s p e a r e . ¡Y q u é ! Está l l o v i e n d o . L l u e v e c o n ese r u m o r de casimires e n una tienda b i e n cortada. A p a r e c i ó el p e n d e j i s m o . H a c e 6 m e s e s que no v o y a Villafea. El 28 deste iré p o r una s e m a n a . U s o un aparato a n t i c o l u m n i s t a q u e m e ha m e j o r a d o . A fines d e A g o s t o sabré si m e o p e r a n o no. V e a n la m a n e r a de visitar B u c k i n g h a m y W i n d s o r . Son casitas b i e n . Saludos a M e r c e d i t a s y a sus papas, papas de lujo, de gran lujo. J ó v e n e s arti-métricos m i c o r a z ó n es d e U d s . Carlos P e l l i c e r . U n gran abrazo a Óscar y a su esposa e hijo. L o s rec u e r d o c o n v e r d a d e r o afecto. C P . C h a b e l a a g r a d e c e y e n v í a c a r i ñ o s a m e n t e saludos. Cantos saluda a Pepe (Un poema inédito de Carlos Pellicer) C r e o que el s o n e t o p u e d e fecharse e n 1925. G o rostiza acaba de r e g r e s a r de N u e v a Y o r k , d o n d e ha pasado varios m e s e s trabajando para Ciro M é n dez. Es r e c i b i d o c o n una c o m i d a c a m p e s t r e , organizada por P e l l i c e r y Villaurrutia, a la q u e se invita a sus a m i g o s , q u e aún n o se l l a m a n los C o n t e m p o r á n e o s . P e l l i c e r , p o r su parte, p r e p a r a su viaje a Europa (1926-1929) d e s p u é s de haber publicado, e n un solo a ñ o ( 1 9 2 4 ) , Piedra de sacrificios y Seis, siete poemas. El " t i e m p o d e los d o b l e s a p e l l i d o s " se r e f i e r e a los años (1915-1918) e n q u e los m i e m b r o s de la p r i m e r a p r o m o c i ó n del g r u p o cursaban sus estudios en la Escuela N a c i o n a l Preparatoria. Era cost u m b r e e n t o n c e s identificar a los a l u m n o s c o n la doble n o m e n c l a t u r a i m p u e s t a p o r el m é t o d o d e pasar lista. Es interesante que Pellicer reserve, con estricto r i g o r d o c u m e n t a l , la p r i m e r a estrofa del soneto a los m i e m b r o s de esa p r o m o c i ó n y esa cost u m b r e ( T o r r e s Bodet, O r t i z de M o n t e l l a n o , G o n zález Rojo y G o r o s t i z a A l c a l á ) , y q u e traslade a la segunda a Villaurrutia q u e , n a c i d o unos años des- pués, p e r t e n e c i ó a la segunda p r o m o c i ó n y, c o n N o v o , O w e n y Cuesta, fue p o r tanto "más c o r t o de s o n i d o s . " Es curioso t a m b i é n q u e P e l l i c e r se incluya e n este sub-grupo, pues r e c i e n t e m e n t e ha dejado de e m p l e a r el C á m a r a q u e le h e r e d ó doña Deifilia, su m a d r e . N o v o propondría, años más tarde, q u e eso de los dobles a p e l l i d o s se debía al afán de i m i t a r e n t o d o a P e d r o H e n r í q u e z U r e ñ a q u e t e n í a n los m i e m b r o s de la p r i m e r a p r o m o c i ó n . La fiesta b u r l o n a y afectuosa q u e P e l l i c e r organiza para sus a m i g o s se contagia al soneto, c u y a p o b r e z a de rimas, su abundancia de "trasposición se llama esta figura" y el voluntarioso desacato n o sólo d e tumbarle el acento a "ágape" sino, a la v e z , de forzarle una sinalefa c o n "este", a m e r i t a n q u e el profesor de retórica le estreche también al autor la m a n o c o n m o v i d o . 1 Guillermo Sheridan 1 ("Mutilación y pequenez de los nombres seudónimos", Revista de Revistas, 16 de septiembre de 1928, p. 36). El tiempo de los dobles apellidos — ¡hace diez años ya!— fue la divisa que a Jaime y a Bernardo unió en la liza, y a Enriquito y a Pepe distinguidos. Xavier y yo, más cortos de sonidos, besados por el soplo de la brisa, hicimos este ágape con la prisa de saludar amigos tan queridos. Y que otra vez aquí, todos reunidos, a la mirada uniendo la sonrisa, añoremos los dulces años idos. En primer plano: Mérida, Rodríguez Lozano, Pellicer, Novo, Montenegro y Castellanos. En la cabecera: Gorostiza. Al fondo: Samuel Ramos, Florisel, Villaurrutia, González Ro|o, Cordoza y Aragón, Lazo y Luquín. Y comiendo productos de hortaliza, estrechemos la mano, conmovidos, pálida, de Pepito Gorostiza. A L E J A N D O Ú l t i m a m e n t e he recibido multitud de cartas escritas con procesadores de palabras. Todos mis corresponsales han pretendido justificarse aduciendo horrorosas caligrafías y detallando con prolijidad las ventajas que para mí, sacrificado lector de jeroglifos, tendría la lectura de esa sobria y clara letra impresa en una Epson LX810 o, llegado el caso, en una IBM Pageprinter Landscape. Mis puntuales respuestas no dejan de incluir el agradecimiento de rigor ante semejante cortesía. Un computador personal sigue siendo costoso, digan lo que digan los esforzados publicistas de las tecnologías masivas. Así que nada me cuesta imaginar los padecimientos que mis amigos —todos jóvenes, todos carentes de recursos— han debido soportar tan sólo para simplificarme las dificultades de la lectura. Pero a mí, debo confesarlo, me gustaban las cartas manuscritas. Había quienes escribían sobre delicados papeles de formatos pequeños y de color celeste, había otros que utilizaban gruesas hojas de cartulina, algunos más las rugosas servilletas de las confiterías. Recibía, en aquel entonces, cartas escritas con tintas de colores v a r i a d o s —verde y rojo y negro y, por supuesto, azul—, con plumas fuente y con bolígrafos y con lápices mecánicos de 0.5. Había caligrafías pequeñas y apretadas que ocupaban toda la superficie de la hoja; otras, más expansivas, trazadas con amplios dibujos que ocupaban únicamente el O K A T Z centro de la página. No faltaban breves ilustraciones, manchas, sobre todo tachones y enmiendas. ¡Ah, las correcciones! Cuánto extraño las correcciones de las viejas cartas manuscritas. En ellas podía yo rastrear el trayecto de un pensamiento que me tenía como interlocutor, la búsqueda de la expresión correcta, de la palabra justa, imprescindible para decirme algo. Aquellas eran las cartas de alguien: en los rasgos que las definían se presentaba ante mí una persona única —y querida justamente por eso. El papel, la tinta, la letra, las vacilaciones de la frase dibujaban el rostro del amigo distante. Las nuevas cartas son, diría, productos acabados, industriales, casi perfectos. Las computadoras personales no admiten fallas: ni errores de ortografía, ni dudas entre uno y otro término, ni repeticiones ni imperfecciones, en fin, de ningún tipo encuentra uno en las cartas actuales. Ya no hay en ellas señas particulares —a menos que se consideren tales la utilización de un Word Perfect 5.0 o de un M. S. Word 4.1, de una impresora Epson o de una Panasonic. . . Creo haberlo dicho: a mí me gustaban las cartas manuscritas. Intuyo ue a mis amigos no. ¿Cómo entener de otro modo esas veladas insinuaciones referidas a la desprolijidad de mi letra, a las dificultades que les causa la lectura de mis cartas, al tiempo que pierden —así lo han dicho— en descifrar cuanto escribo? No soy propenso a ofenderme con facilidad, pero creí llegada la 3 De la correspondencia personal hora de definir mi actitud: o interrumpía definitivamente mi correspondencia con esa canalla postindustrial, o me allegaba un computador. La decisión era casi evidente: ocos deseos tenía yo de disfrazar, ajo la sórdida excusa de la fácil legibilidad, el gesto vanidoso, groseramente pedante que hay detrás de quien escribe a sus amigos con un computador. ¿Acaso me contaba yo entre los advenedizos que desean ingresar en el primer mundo por la engañosa puerta de las nuevas tecnologías? Y puesto que siempre me sentí orgulloso de mi Parker 51, ¿qué necesidad podía tener de entrar en la modernidad de la mano de un computador cuando, por lo demás, todo el mundo anda y a jactándose de salir de la posmodernidad? Así pensé. Y pensé que nunca más le escribiría a nadie que expresara reparos ante los desaliños de mi caligrafía. " E s e soy yo —me dije—. Mi letra es en la distancia lo que mi vestimenta en la intimidad. Ningún amigo verdadero dejará de frecuentarme porque mi camisa no esté dentro del pantalón." Eso me dije, y supe que nunca tendría un computador personal. Me equivoqué. Lo tengo en casa. No podría decir cómo ocurrió, pero tiene 40 megas rom, un mega ram y doble disquetera. Mis amigos están de veras contentos. Yo, por supuesto, comienzo todas mis cartas presentando excusas por utilizar un procesador de palabras. Las razones caben en cinco líneas: "Espero, que- C rido, que sepas disculparme por la frialdad de esta horrorosa carta. No es mi deseo ofender tu espíritu sensible al utilizar este impersonal aparato. Como siempre lo he hecho, sólo pensé en ti al aventurarme en el infecto mundo de los chips: si vieras mi letra cuneiforme, de seguro me quedarías agradecido". Se trata, naturalmente, de cinco líneas siempre iguales, pues las he archivado en la memoria de mi computador. Gano con ello mucho tiempo. Por lo demás, las cartas —lo confieso— quedan preciosas, con cabezales y notas al pie, folios bien centraditos, impresas en letra de calidad con serifes. A pesar de todo, no estoy satisfecho. Me resisto a desaprovechar las maravillosas capacidades de mis 40 megas rom, me niego a convertir a mi computador en un calígrafo. Actualmente, estoy diseñando un programa que me permita generar todas las cartas posibles para todas las situaciones posibles. En poco tiempo y a no tendré la necesidad de escribirle a nadie: bastará con imprimir la carta correcta en el momento oportuno. Mis amigos, entonces, no deberán leer mis cartas para saber qué les digo. Igual que y o , ganarán mucho tiempo —de ése que antes perdían descifrando mi letra. Y cuando ello ocurra, suelo pensar mientras pongo a punto el program a , cuando ello ocurra vamos a estar tan, pero tan contentos, mis amigos y y o . . . CYRIL CONNOLLY La posición de Joyce J a m e s Joyce ha publicado un nuevo libro. Es un fragmento de otro más largo, y su título es Anna Livia Plurabelle. Estamos habituados a que la reputación de los escritores varíe año con año, pero la del señor Joyce también varía de lugar a lugar. Es visto con resentimiento en Irlanda, con poca atención en Inglaterra, con admiración por un grupo en Norteamérica, y con reverencia por otro en Francia. En todo país existe un público general y un público literario. En Irlanda el público general es provinciano y dominado por clérigos. No le perdona a Joyce su blasfemia ni sus desdeñosas parodias del jingoísmo irlandés. El otro, el público más reducido, ha preferido escapar a través de un romántico retorno al pasado, caracterizado por una especial nota lírica de fácil e indefinible melancolía nacida de la autoindulgencia. Joyce es un realista, y no tiene contactos intelectuales con esa generación. "Michael Roberts recuerda la belleza olvidada. Estrecha entre sus brazos la hermosura que hace mucho tiempo se ha desvanecido del mundo. Y o deseo estrechar en mis brazos la hermosura que aún no ha llegado al mundo." Así, los únicos discípulos de Joyce en Irlanda son los jóvenes realistas del periodo posterior a la rebelión. En Inglaterra el público literario está dominado por el buen gusto. Cautos como un cenotafio, los críticos deciden el valor de un libro en términos de "delicioso" y "encantador". El público general es igualmente conservador, y el destino de un libro como Ulysses (irremediablemente impresentable si se le somete al canon de Chelsea) es decidido por anticipado. Es en Norteamérica, donde existe un público general más amplio y menos refinado, y en París, donde hay un gran número de jóvenes escritores ansiosos por experimentar con las formas literarias, que se ha desarrollado una "generación Ulysses". En sus conferencias sobre la novela, fija perfectamente la actitud inglesa hacia Joyce, el malvado coco de las letras. "Ulysses —escribe Forster— es un terco intento por cubrir el universo con lodo, una suerte de victorianismo a la inversa, un intento por hacer que la suciedad y la vulgaridad triunfen donde la luz Óleo de Jacques-Emile Manche, 193S. y la dulzura fracasaron, una simplificación del carácter humano en favor del Infierno." Es también "una épica de la mugre y la desilusión. . . una superfetación de fantasías, un monstruoso acoplamiento de reminiscencias. . . en el cual pululan y hormiguean pequeñas mitologías, como gusanos entre las escamas de una serpiente venenosa." "En literatura —añade el señor Forster— la indignación nunca sale del todo bien", y el párrafo que he citado no hace casi más que expresar la actitud generalizada de la cultura inglesa hacia la novedad, y probar que el vocabulario de escandalizada vituperación deriva de la especie de los reptiles en todas las épocas. "La indignación" no es una cualidad de la obra de Joyce, pero "la rabia de Joyce parece esencialmente fantástica, y carece de la nota en pos de la cual pronto estaremos escuchando", continúa el señor Forster, quien procede a calificar Ulysses como una obra perteneciente al periodo de Zuleika Dobson.* Antes de evaluar la obra posterior de su autor, tratemos de hacernos una idea clara de lo que es Ulysses. Por temperamento, James Joyce es un medievalista. Siempre se ha rebelado contra sus dos más grandes limitaciones: su educación jesuíta y su romanticismo céltico. Cada uno de sus libros revela un creciente temor hacia la belleza; no porque la vida no sea hermosa, sino porque hay algo esencialmente falso y suntuoso en la manera "Crepúsculo céltico" de aproximarse a ella. Este elemento oropelesco es muy fuerte en los primeros poemas de Joyce, y está contrastado por una repulsión igualmente pronunciada hacia él en el Retrato del artista. En el Ulysses lo tenía controlado, y lo vemos experimentar con otras formas de aproximación a la belleza: la pagana simplicidad de la fantasía de la señora Bloom, la austeridad matemática del catecismo que la precede. Sólo Stephen Dedalus, el joven hamletiano, piensa automáticamente con la dicción del "Crepúsculo céltico"; pe* Zuleika Dobson, novela de Max Beerbohm publicada en 1911, es una mofa de la vida de Oxford. Zuleika es una hechicera por cuyo amor todos los estudiantes de Oxford sacrifican su vida (n. del t.). Biblioteca de 25 México ro en él el remordimiento, el culpable sentimiento de soledad que ataca a los hombres valerosos pero débiles que destruyen el marco religioso de su juventud, se ha fundido con su melancolía de poeta menor y brinda a su fantasía la cualidad de un coro griego. De hecho, Stephen Dedalus provee a la generación de Ulysses de un fatalisrrio, una dramatización de sus propios presentimientos, y de una cualidad muy rara entre los norteamericanos, muy reducida en Inglaterra, y muy corriente en Europa: el Sentido Trágico de la Vida. Este es el gran vínculo entre Joyce y Proust, tan equívocamente comparados en otros sentidos Tanto el irlandés como el judio poseen una inteligencia trágica, la idea de que la vida solo puede ser apreciada —e incluso solo puede ser vivida— si la inteligencia es empleada para registrar toda la belleza y toda la intimidad que existen en irónico contraste con la monótona tristeza de la mugre y el vacio, la mediocridad, la enfermedad y la muerte. Pues toda nuestra inteligencia y [lecturas no hicieron sino traernos un sentido mas [profundo de la tristeza. El climax entero del Ulysses es un singular momento de intimidad en el que Bloom, el personaje cómico, rescata a Stephen de un pleito de borrachos. Bloom tema un hijo que murió, Stephen un padre que esta vivo; pero por ese instante de paternidad espiritual todo el bochorno cié ese verano urbano, todos los recorridos de taberna en taberna de Bloom y Stephen, el "gusano" y las "escamas" y las "serpientes" quedan en su sitio. La emoción central del Ulysses no es la indignación, sino el remordimiento; y el remordimiento, aunque tal vez ocupe un lugar secundario en la vida, es una emoción que generalmente tiene éxito en la literatura. La expiación y el sentido de la fatalidad, que conforman la esencia de la tragedia griega, son solamente una variación de este sentimiento; y aunque entre la gente real el remordimiento parece tan débil y estático, su misma tranquilidad y distanciamiento de la acción le brindan una cristalina belle- za literaria. En Ulysses Stephen vive con la conciencia de haber precipitado la muerte de su madre por causa de su ateísmo, Bloom siente oscuramente el suicidio de su padre y la conflictiva historia de su pueblo, mientras toda Irlanda parece desganadamente consciente de su destino. Quizá la escena más representativa del Lílysses es aquella en la que Stephen, quien ha huido — Mis ojos dicen que ella tiene. ¿Me ven así los otros? Pronto, lejana y atrevida, sombras de mi mente. T o m ó de su mano el libro sin tapas. Cartilla de francés de Chardenal. — ¿Para qué compraste eso? —le preguntó—. ¿Para aprender francés? Ella dijo que sí con la cabeza, J o y c e sentado frente a la escuela e n Clongowes. de la suciedad de la casa de su padre, se topa con su hermana quien también trata de escapar de su ambiente sin la ayuda que él podría haberle brindado: Se dio vuelta y se detuvo al lado del carretón de libros inclinados. — Dos peniques cada uno —dijo el vendedor ambulante—. Cuatro por seis peniques. Páginas hechas jirones. El colmenero irlandés, Vida y milagros del cura de Ars, Guía de bolsillo de Killarney. "Podría encontrar aquí uno de mis premios escolares empeñados." — ¿Qué estás haciendo aquí, Stephen? Los altos hombros de Dilly y su vestido andrajoso. Cierra el libro enseguida. No dejes que lo vea. — ¿Qué haces tú?, dijo Stephen. Un rostro Stuart del sin par Carlos, largos cabellos lacios cayendo a sus costados. Brillaban cuando ella se agachaba para alimentar el fuego con las botas hechas pedazos. Le hablé de París. Perezosa para levantarse de la cama bajo una colcha de viejos cobertores, jugando con un brazalete de bisutería, recuerdo de Daniel Kelly. — ¿Qué tienes ahí?, preguntó Stephen. — Lo compré en el otro carretón por un penique —dijo Dilly riendo nerviosamente—. ¿Valdrá la pena? ruborizándose y apretando los labios. No demuestres asombro. Compórtate de manera natural. —Toma —dijo Stephen — . Está bien. T e n cuidado de que Maggy no te lo empeñe. Supongo que todos mis libros habrán desaparecido. — Algunos —dijo Dilly—. Tuvimos que hacerlo. Ella se está ahogando. Mordedura ancestral. Sálvala. Mordedura ancestral. Todos contra nosotros. Me ahogara con ella, ojos y cabellos. Lacias espirales de cabello de alga marina a mi alrededor, mi corazón, mi alma. Salada muerte verde. Nosotros. Mordedura ancestral de Inwit. Miseria."* Esta cita revela muchos otros aspectos del libro; el viejo término empleado para hablar del remordimiento, por ejemplo, se convierte en una de esas frases como bolas de nieve de las que está llena la novela. Al manifestarse continuamente en los sueños despiertos de los personajes, cobra ímpetu tras cada asociación, resonando a través de los capítulos hasta que al final están cargados de tanta fuerza y personalidad como los propios pensadores. Luego lo deslustrado de la escena, el diálogo titubeante y trivial, ilus* Las citas de Ulysses provienen de la versión en español de Salas Subirat, editada por Santiago Rueda. tran la otra cara del Ulysses: el esfuerzo por crear belleza a partir de la vida de la ciudad, y un estilo a partir del inglés demótico que en ella se habla. Cada año más personas viven sus vidas en las ciudades y menos viven en el campo; pero mientras que existe un acabado vocabulario de belleza rural, hasta ahora sólo existe una débil estética de las ciudades y una burda técnica para apreciarlas. Joyce ha hecho por Dublín lo que Baudelaire y Laforgue hicieron por París, o lo que el señor T.S. Eliot hizo por Londres; y en una época en que Yeats y Synge habían monopolizado el lado gaélico del irlandés, fue capaz de crear un lenguaje con el habla comercial de los anglicanizados burgueses de la propia ciudad de Dublín. El inglés literario se ha vuelto muy trillado, como lo puede probar inmediatamente un vistazo a cualquier libro de ensayos o los prefacios a las antologías, y en Ulysses Joyce se afanó por revivirlo al introducir el habla coloquial y popular de su propia ciudad, al formar nuevas palabras —al estilo griego— con adjetivos compuestos, al comprimir la gramática, al emplear el fresco vocabulario de los manuales de ciencia, de las cantinas o la jerga isabelina. T e n e m o s aquí, por ejemplo, dos citas, una para ilustrar la estética de la ciudad, la nota de melancolía céltica implícita en las descripciones de una veraniega puesta de sol urbana cerca de la colina de Howth, donde Bloom hizo el amor por primera vez; la otra, es un ejemplo del inglés marcadamente latinizado de Joyce, el cual da una impresión de una retórica austera a la vez que produce un ritmo original. "A long-lost candle wandered up the sky from Myrus' bazaar in search of funds for Mercer's hospital and broke, drooping, and shed a cluster of violet but one white stars. They floated, fell: they faded. The shepherd's hour: the hour of holding: hour oftryst. From house to house, giving his everwelcome double knock, went the nine o'clock postman, the glow-wom's lamp at his belt gleaming here and there through the laurel hedges. And among the fine young trees a hoisted linstock lit the lamp at Leahy's Terrace. By screens oflighted Windows, by equal gardens, a shrill voice went crying, wailmg, ü v e ning Telegraph—stop press ediñon! Result of the Gold Cup races!' And from the door of Dignam's house a boy ran out and callea. Twittering the bat flew here, flew there. Far out over the sanas the coming surf crept, gray. Howth settled for slumber, tired oflong days, of yumyum rhododendrons (he was oíd) and felt gladly the night breeze lift, ruffle his fell offerns. He lay but opened a red eye unsleeping, deep and slowly breathing, slumberous but awake. And jar on Kish barik the anchored lightship twinkled, winked, at Mr. Bloom. Whatplay offorces, inducing inertia, rendered departure undesirable? The lateness ofthe hour, rendering procrastinatory: the obscurity ofthe night, rendering invisible: the uncertainty ofThoroughfares, rendering perilous: the necessityfor repose, obviating movement: the proximity of an occupied bed, obviating research: the anticipation of warmth [human] tempered with coolness [Unen], obviating desire and rendering desirable: the statue ofNarcissus, sound without echo, desired desire. "* Además de esto, dirigió una campaña de parodias contra las extravagancias y los arcaísmos latentes en el estilo prosístico inglés. Es en ver- * Una larga candela perdida vagaba cielo arriba desde la kermesse de Miras, en busca de fondos para el hospital Mercer y se rompió, inclinándose; y derramó un racimo de estrellas violáceas a excepción de una blanca. Flotaron, cayeron: desvaneciéndose. La hora del pastor: la hora de la posesión, hora de la cita. De casa en casa, dando su doble golpe siempre bien recibido, iba el voceador de las nueve, brillando la lámpara luciérnaga en su cinturón aquí y allá a través de los cercos de laurel. Y entre los cinco árboles jóvenes un encendedor izado encendía la lámpara en la terraza de Leahy. Por las persianas iluminadas de las ventanas, por los jardines iguales, una voz chillona gritaba, perdiéndose: \El Telégrafo vespertino, edición extraordinaria! ¡Resultados de la Carrera por la Copa de Oro! y de la puerta de la casa de Dignam salió un muchacho corriendo y llamó. Inquietando la noche, de un lado al otro, volaba el murciélago. Lejos sobre las arenas la marea trepaba creciente, gris. El Howth se disponía al sueño, cansado de largos días, de rododendros yumyum (envejecía) y sentía complacido la caricia de la naciente brisa nocturna, que venía a rizar el vello de los heléchos. Reposaba sin dormir, abierto un ojo profundamente rojo, respirando lentamente, pero despierto. Y allá lejos, sobre el banco de Kisch el faro flotante titilaba, enviando guiños al señor Bloom. • ¿Qué juego de fuerzas inducidoras a la inercia, convertían la partida en algo indeseable? Lo avanzado de la hora, que invitaba a la postergación; la oscuridad de la noche, que la volvía invisible; la inseguridad de las vías públicas, que la hacía peligrosa; la necesidad de reposo, que se oponía al movimiento; la anticipación del calor (humano), temperado con la frescura (lino) obviando el deseo y haciéndolo deseable; la estatua de Narciso, sonido sin eco, deseo deseado. dad como un enemigo de la "literatura" que Joyce puede parecerle al señor Forster, trabajando "en favor del infierno". Aunque Joyce no inventó el "flujo de la conciencia" como una forma de escritura, se dio cuenta de que al registrar los pensamientos de cada personaje se podía tomar algunas libertades estenográficas en cuanto a su sintaxis a la vez que de esta manera se adentraba más en el "yo" de cada uno de ellos. También es el único, entre quienes han empleado este método, que ha comprendido que la gente, además de pensar de manera diferente, piensa a ritmo diferente. La señora Woolf, cuyo Mrs. Dalloway es en más de un sentido una adaptación femenina para el gusto inglés de una idea del Ulysses, tiende a hacer que todos sus personajes piensen en el mismo tempo. Nos da rebanadas anatómicas; no seres humanos, sino secciones de ellos, que presentan las dudas, las ternuras, las esperanzas a medias y los temores a medias de la mente humana, concebidos todos en el mismo ánimo de discreta desesperación. En cambio, Bloom, la señora Bloom, Stephen, y los cíclopes sin nombre son dueños de procesos mentales incomparables entre sí. La retorcida y cordial curiosidad científica de segunda mano de Bloom le brinda un singular colorido a todas sus meditaciones. La amargura, la imaginación y la petulancia intelectual de Stephen apuran febrilmente el pulso de su pensamiento. El animoso, cínico y desvergonzado gusto del Innominado transforma su relato en el remolino de los vientos de Eolo que intenta simbolizar, en tanto que el elaborado estilo periodístico retarda la velocidad del libro hasta llegar a aquellos capítulos en que la acción llega a un punto muerto. Por último, la apacible respiración de la señora Bloom se acompasa con su ininterrumpida fantasía física, sus meditaciones paganas tan exentas de la angustia medieval de Stephen, del escepticismo de Bloom o de los problemas que uno enfrenta por la mañana, el otro por la tarde y todos por la noche. El vínculo entre el nuevo trabajo de Joyce y el Ulysses es principalmente un vínculo de lenguaje, aunque ambos están unidos por la misma preocupación, por la estética de las ciudades, por el carácter absurdo de la democracia judeo-norteamericana, y por la capacidad de belleza que aún conserva esta democracia. Aquí tenemos dos citas. En una aparece otra vez la colina de Howth, tratada de manera simbólica; la otra es un elogio de Dublín, retórico como las ciudades mismas — Earwicker (el castillo danés) está riñendo a su esposa, Liffey, por todo lo que él ha hecho por ella. He trans- crito el texto con anotaciones, de manera que pueda medirse la complejidad del lenguaje compuesto: "Oíd Whitehowth is speaking again. Pity poor Whiteoath! Deargone mummeries, goby. Tell the woyld I have lived true thousand hells. Pity please, lady, for poor O. W. in this profoundest snobbing I have caught. Nine dirty years mine age, hairs white, mummery failing, deaf as Adder. I askt you, dear lady, to judge on my tree by our fruits. I gave of the tree. I gave two smells, two eats: my happy blossoms, my all failing fruits of my boom. Pity poor Haveth Children Everywhere with Mudder. That was Communicator a former Colonel." ". . . And I built in Urbs in Rure foi mine elskede, my shiny brows, at earth closet wherewithin to be qui in most convenience from her sabbath needs: did not I festfix my unniverseries, Wholly rational and got alike, was not I rosetted on two stelas oflittle Egypt, had not rockcut readers, hieros, gregos, anddemocriticos, and by my syvendialed changing charties Hibernska ulitzas made not I to pass through 12 Threadneedles and Newgade and Vicus Veneris to cooinsight. Oi polled ye many, but my fews were chosen: and I ser up twin-minsters, the pro and the con woven of peeled wands and attachattouchy floodmud arched for the convenanters and shinner's rifuge; all truant trulls made I comepull, all rubbeling gnomes I pushed, go go, and thirly for ewigs I did reform and restore for my smuggy piggiesknees her paddy palace on the cross-knoll and added there unto a shallow laver to put out her hell fire and posied Windows for her oriel house and she sass her nach, chillybombom and 40 bonnets, upon the áltarstane, may all have mossyhofiours! "I hung up at the Yule my pigmy suns helphelped ofKettil Frashnose for the supper hour ofmy frigid one, coulomba mea, frimosa mia, through all Livania's voltea ampire from anods to cathods, and from the topazolites ofMoume bay Arcglow's sapphire seamanslure and Waterford's hook and crook lights to the polders of Hy Kinsella." Cuando el hombre de letras ordinario se enfrenta con la civilización moderna, juega al avestruz hundiendo la cabeza en la arena. Sin duda un avestruz muy caprichosa, socarrona, falsamente apologética y bien subsidiada. De hecho, ellos son los payasos a sueldo de la democracia, los bufones a quienes se les concede la licencia de lamentar el traqueteo de los cabriolé, y de comen- zar cada frase con "Debo reconocer que nunca me he encontrado cara a cara con aquellos que", y finalizan diciendo "no obstante, desde mi punto de vista, cuando todo se ha dicho y hecho. . .". Desde luego, no existe ninguna ley que exija a nadie pertenecer a su periodo; pero no pertencer a él es refugiarse, arrastrar una existencia extravagante y un estilo arcaico en una semiboscosa Utopía, visitada, como un salón de té isabelino, por el público más insípido, aquel que uno quisiera evitar. Si el Ulysses es fundamentalmente una parodia de las buenas maneras literarias, una muestra de insatisfacción con el estilo, la nueva obra de Joyce es una parodia del lenguaje, un intento de crear un nuevo vocabulario para la literatura misma. Y ambas, aunque los lectores no estén dispuestos a verlo, fueron hechas para divertir. Después de todo, la balada del Jabberwock se ha convertido en uno de los tesoros admirados del idioma inglés, sin embargo, cuando quiere aplicarse en la prosa contemporánea el método que usó Carroll para revigorizar las palabras dotándolas de un doble sentido —cosa que sin duda alguna necesita— el resultado es que le colgamos al inventor el sambenito de loco. El lenguaje literario en Inglaterra se ha apartado mucho de la conversación y no es capaz de sacar provecho, como en Norteamérica, de un rico sustrato de jerga políglota. Por lo demás, hubo una tendencia a emplear todos los términos literarios — especialmente entre los poetas georgianos— sin una debida convicción respecto a su significado, y esto depreció tanto esas palabras que se convirtieron en teclas muertas de un piano viejo, que producen un leve sonido cuando se les toca, pero nunca resuenan con brillantez. El mejor ejemplo de esto es el penúltimo párrafo de The Oxford Book of English Prose. El nuevo lenguaje de Joyce es como la afinación de un piano, mediante la cual tensa ciertas palabras injertándoles equivalentes extranjeros más frescos, aproximándolas a otras palabras que les ayudan a recuperar su vigor, jugando con ellas muy libremente, y confiriendo a las palabras un significado sintético, con el cual pueden o bien expresar vida, o simplemente hacer una serie de bromas académicas. El experimento puede ser un fracaso, al igual que el esperanto o la pronunciación fonética, pero la idea misma en ningún momento es contraria a la razón. El principal defecto del nuevo lenguaje del señor Joyce es que, hasta ahora, ha ocultado la calidad lírica de sus otros escritos en prosa; no es tanto que haya tratado de zurcirlos como de hacer imitaciones retóricas de ellos. He aquí el final de una fábula llamada "The Mookse and the Gripes", que puede compararse con el crepúsculo citadino del señor Bloom citado líneas arriba: The shades began to glidder along the banks, dusk unto dusk, and it was as glooming as gloaming could be in the waste of all peaceable wolds. The mookse had a sound eyes right but he could not all hear. The Gripes had light ears left yet he could but ill see. He ceased. And he ceased and it was so dusk of both of them. But still one thought of the deeps he would profound on the morrow and still the other thought of the scrapes he would escape if he had luck enough. El nuevo libro está lleno de fábulas, porque toda la primera parte es en realidad una aproximación surréaliste a la prehistoria de Dublín, a los mitos y las leyendas de su origen, Duke Humphrey y Anna Livia, la montaña y el río, de uno de cuyos trechos tomó su nombre la ciudad. Las palabras iniciales "riverrun bnngs us back to Howth Castle and Environs" (la música del río nos devuelve a Howth Castle y sus Inmediaciones) sugiere las melodías que seguirán. Toda la cultura urbana de Irlanda es de origen escandinavo; y, para subrayarlo, al describirla Joyce ha dado cabida a la mayor cantidad posible de palabras nórdicas. El libro se divide en cuatro partes: la primera es una especie de fotografía aérea de la historia irlandesa, una celebración del opaco pasado de Dublín, así como el Ulysses lo es de su sombrío presente; la segunda es un interludio en un granero cerca de Chapelizod: en ella unos niños están jugando, e inconscientemente reaccionan a los viejos relatos que se cuentan en la primera parte (Isolda, princesa de Irlanda, se liga con el nombre del suburbio); en la tercera parte, de "los acontecimientos del pasado que dejan sus sombras atrás" en la primera parte, saltamos a "los acontecimientos por venir que proyectan sus sombras hacia adelante"; en ella se trata, en cuatro secciones, las cuatro vigilias de una noche. Como esto es una crítica literaria, no puedo entrar en el contenido metafísico que hay en el nuevo libro de Joyce, basado en la visión de la historia de Vico y en una nueva filosofía del T i e m p o y del Espacio; pero hay otras dos cosas que destacan: la misma preocupación del autor por su ciudad natal, su deseo de ver todo el universo a través de esa pequeña lente, y su sentido poético para captar las fases del anochecer, para percibir ese crepúsculo al cual debe su renombre el renacimiento céltico. El libro se inicia en un museo con una momificada descripción de la batalla de Waterloo: "This the way to the museyroom. Mind your hats goan in! Now yiz are in the Willingdone museyroom. This is a Prooshious gun. This is a ffnnch. Tip. This is the flag ofthe Prooshious, the Cap and Soracer. This is the bullet, that byng the flag ofthe Prooshious. This the ffnnch that fvre on the Bull that bang the flag of the Prooshious. Salóos the crossgun! up with your pike and fork! Tip. (Bullsfoot! Fine ) This is the triple-won hat ofLipoleum. Tip. Lipoleumhat. This is the Willingdone on his same white harse, the Cokenhape." 1 Monótonos como el golpeteo de la vara de un conferencista, anticuados, arcaicos, los viejos artificios de la historia se revelan, el pasado cobra existencia lenta y penosamente bajo el toque del vivaz y animado guía. La sala de exhibición, los visitantes —moviéndose confusamente entre los vestigios de la olvidada batalla—, ocupan su sitio en el tosco lenguaje; estamos mirando la tierra desde una distancia muy remota, como tal vez la veríamos si sus imágenes viajaran a través de los rayos de la luz, enfocando un telescopio sobre la Edad Media desde algún planeta tan distante que aún podría observarse su transcurso. "Only a fadograph ofa yestem scene." So, now idler's winds tuming pages onpages, annals ofthemselves timing, the cycles bring fassilwise to pass. how. 1132 A D Men like to ants or emmets wondem upon a groot hwide Whallfisk which lay in a Runnel. Blubby wares up at Ublamum. Ciertas figuras emergen de la crónica: en ese antiguo Dublín, un irlandés se encuentra con un noruego, en una situación típica de todo malentendido desde los días de Babel. El irlandés comienza: "Hop! In the ñame of Anem this cari on the kopje a parth alone who the Joebiggar be he? Forshapen his pigmaid hoagshead, shroonk his plodsfoot, me seemeth a dragón man.... He is almonthst on the kiep fieg by here, is Comestipple Sacksounn, be itjumpery or febrewery, marracks or alebill, or the ramping nots of prouriose andfroriose. What a quhare soort ofa mahan. It is evident the minchmdaddy. He can prapsposterous the pillowy way to Hirculos pillar. Scuse us, chorley guy! You tollerday donsk N. You tolkatiff scowegian~> Nn. You spigotty anglese? Nnn You phomo Saxo? Nnnn. Clear all so! Tis a Jute. Let us swop hats and excheck a few strong verbs weak oach eather yapyazzard abast the blooty creeks." > y Jute. Yutah' Mutt: Mukk's pleasurad. /ufe: Are you jeff? Mutt: Somehards. Jute: But you are not jeffmute? Mutt: Noho. Only an utterer. fute: Whoa! Whoat is the matter with you? Mutt: I became a stun a stunner. Poco a poco aparecen otros héroes, Shaun, el cartero rabelesiano, el marrullero Shem, su hermano escritor H.C. Earwicker (here comes everybody —aquí vienen todos) (apodado la Colina de Howth), el típico gran hombre de la nueva democracia, y su novia, la adorable Anna Livia. Los escritores pisan un suelo más firme cuando se ciñen a lo que les interesa, y la clave para este libro, oscuro y difícil, es la pietas que el autor siente por su ciudad natal. La vida de Joyce ha estado más cerca de la tradición clásica de los grandes escritores que de la comodidad victoriana de los hombres de letras de hoy día. Su existencia es parecida a la de los antiguos poetas griegos: una juventud transcurrida entre la política citadina y las parrandas domésticas; luego, el destierro en el extranjero, la publicación de una obra maestra diez años después hecha, según la promesa de Déda- lo, con las armas del "silencio, el exilio y el ingenio". Ahora dedica todo su arte a celebrar su pueblo nativo, aunque sus sentimientos por Dublín, sus plazas y calles olorosas a guisos y cerveza, sus colinas y litorales, las riberas del Liffey y la verdura de Dodder, sean muy diferentes del provincianismo del patriotismo irlandés y más afines al sentimiento pagano de amor por el suelo natal. No hay nada ostentoso en su tierna actitud hacia la "pobrecita y quebradiza nación llena de magia, más bien corta de luces". Anna Livia es un episodio de este libro en el que se describe la leyenda del Liffey. Dos viejas lavanderas se paran a cada lado del joven río y chismorrean mientras friegan la ropa. ("Oh, cuéntame todo sobre Ana Livia.") Hablan de la aventura que Earwicker sostuvo con ella baj o su otra identidad, la de Duke Humphrey, y gradualmente su habla se convierte en una melodía de música acuática, una especie de pean, como el elogio del arroyo Kishon, en el cual se vierten los nombres de todo río concebible como una larga cadena onomatopéyica. y zarlió por un boquete en el despilfaradero de Devil's Glen mientras Sally, su nodriza, dormía y mitadmitad, caryó en un canal de Con un grupo d a estudiantes y p r o f e s o r e s , 1 9 0 0 . desagüe antes de encontrar su tranco y yaciera y meneárase en todas las estancantadas aguas negras de la lluvia bajo un barbecho vac y ella rióse inosfría con sus brazos y un hato de doncellas de Hawthorne se avergonzaba al contemplarla. Y luego tejió una guirnalda para sus cabellos. La plegó. La pligó. De hierba de los prados y de espadañas de los ríos, de juncos y hierbajos acuáticos y de dolorosas caídas de sauces llorones. De vez en cuando, las criadas hablan de sus propios problemas: ¡Oh, mi espalda, mi espaldra, mi escalda! Quisiera ir a Aix-les-Pies. ¡Pingpong! Ahí está la Campaña para Sexoloitz! ¡Y Concepta de Ven-ora! ¡Pang! ¡Escurre la ropa! ¡Escurre el rocío! ¡Manten el aguacero, Godavari! ¡Y vierte tu gracia! ¡Aman! ¿Las extendemos ahora? Ay, lo haremos. ¡Flip! Extiéndelas en tu orilla, y extenderé la mía. ¡Flep! Es lo que hago. ¡La extiendo! Está enfriando. Se leva el viento. Paulatinamente el río se ensancha y las hace apartarse mientras cae la noche, pues se encuentran paradas en las dos orillas del río como sobre una escalera móvil, y el trecho entre ellas se ha ensanchado conforme el Liffey salta —según las palabras de su canción— "con los limones de la Tolka o de la playa de Clontarf para sentir el jocundo aire de la bahía salada de Trublín y la carrera del viento en lo alto de mi desembocadura". Cuando la noche cae, las viejas, gritándose en la oscuridad, ya no pueden entenderse; aún chismorreando, se han transformado en un olmo y una piedra, la extraña oscuridad de la cual han emergido los antiguos mitos se ciñe en torno a ellas, y el motif del pasado de Irlanda encuentra resonancia en su torpe y tosco lenguaje; pues el Mookse y el Gripes han sufrido el mismo destino, ser mortales junto al río inmortal: ". . and it ivas never so thoughtfull of either of them. And there were left now only an elm tree and bút a stone. O! Yes! and Nuvoletta, a lass." El final de Anna Lwia es otra de las extraordinarias descripciones que hace Joyce del anochecer: ¿Por qué? No escucho con las ondas de. Las cantarínas ondas de. Volantes murciélagos, ratones charlanchillan. ¡Ei! ¿No fuiste a tu casa? ¿Que no viste a Toma- sa? N o escucho con los chillidos de los murciélagos, todas las liffeyantes ondas de. Ei, ¡sálvanos ruido! Mis pies no se mueven. M e siento tan vieja como aquel olmo. ¿Un cuento contado de Shaum o Shem? Todos los hijohijas de Anna Livia. Oscuros halcones nos oyen. ¡Noche! ¡Noche! Mi tonta tabeza tae. Me siento tan pesada como esa piedra. Cuéntame de John o Shaum. ¿Quiénes fueron Shem y Shaum, los vivientes hijo-hijas de? ¡Noche ya! ¡Dímelo, dímelo olmo! ¡Noche! ¡Noche! Cuéntamecuento de tronco o piedra. Al lado de las rientes ondas de, de las golpeantes y lejanas ondas allende de. ¡Noche! La mejor manera de leer el nuevo libro de Joyce, aparte de esta rara reimpresión de Anna Livia, es en una revista trimestral llamada Transition, publicada por norteamericanos que viven en París. Con frecuencia, sus contenidos son tan grotescos como loable es su esfuerzo, pero en Inglaterra carecemos de una revista dedicada a la experimentación literaria y la literatura es, después de todo, un negocio tan técnico como la medicina o la ingeniería. A veces Transition es una revista boba, y a veces es intensamente divertida pues, como la mayoría de las publicaciones rebeldes, su sátira es mejor que su originalidad, pero es la única que publica las honestas, a veces fascinantes, con frecuencia incoherentes, investigaciones de aquellos que, en los diversos países, toman seriamente la literatura. Desde luego, es imposible dar un veredicto sobre la nueva obra de Joyce mientras tenga un carácter fragmentario. Acaso lo mejor que puede brindar este artículo es decir que el nuevo libro de Joyce es legible y sumamente respetable. La concepción de la obra nada tiene de insensato ni su ejecución es espuria. Aunque para muchas solteronas caprichosas probablemente le seguirá faltando "la nota en pos de la cual pronto estaremos escuchando", para otros será una promesa de diversión y uno de los más extraños e interesantes enfoques sobre la vida y la belleza. En suma, es un experimento. Estamos contentos con otorgar la más amplia tolerancia al reciente panfleto de Einstein —ilegible e incluso no comercial. ¿No podríamos conceder un poquito de la misma tolerancia a una obra de la escritura que no comprendemos? Debe recordarse que Joyce, además de ser un amante de las palabras, es un irlandés que no tiene por qué sentirse obligado a conformarse con el idioma inglés, y también que, mientras nuestra literatura —inconsciente de la decadencia de Occidente, o de su defensa— se vuelve cada día más bucólica y conservadora, la literatura europea se alimenta de un vigorizante sentido de incertidumbre en cuanto al futuro que vuelve permisibles las libertades de quienes habitan en un volcán, y de las cuales carecemos por completo. En esencia, la literatura es una serie de nuevos universos impuestos por sus creadores a un público moroso. Tal vez éste sea una tomadura de pelo, pero no proviene de un autor que nos haya defraudado antes; tal vez sea un fracaso, pero sin duda es cautivante, y más importante que muchos éxitos contemporáneos. En lo personal, como crítico siento especial inclinación por las obras de mi nacionalidad, y tengo el mismo sentimiento en cuanto a Dublín, pero aún más por el entusiasmo que todos sienten al descubrirse a sí mismos a través de un libro —un servicio que, por lo general, Joyce, Proust y Gide han brindado a todas las personas pensantes de nuestra generación. Para mí, cualquier crítica hacia el Ulysses se verá afectada por una mañana húmeda en Florencia cuando, en la biblioteca vacía de una villa, con el olor de la madera en la chimenea, las gotas escurriendo en el alerón de la casa, abrí el volumen intonso sentado en el cómodo sillón: Narciso se asomaba al estanque. Abril de 1929 Traducción de R.V. RICARDO SILVA-SANTISTEBAN Finnegans Wake: La nueva dimensión del verbo Como Homero, Dante o Shakespeare, como Goethe o Mallarmé, Joyce es ahora uno de los monstruos s a grados de la literatura universal. Este escritor obstinado, como buen irlandés, orgulloso de su misión literaria, ha logrado lo que sólo los profetas y los fanáticos obtienen: una muchedumbre de seguidores pues sus escritos no son para ser discutidos sino artículo de fe; son para ser estudiados, interpretados, venerados. Los comentarios a su obra llenan bibliotecas y Joyce, en vida tan absurdamente combatido y desairado, lleno de confianza en sí mismo, sabía que esto iba a ser así en un futuro no muy lejano a él. No necesitaba esperar un siglo, como Stendhal, o cuarenta años, como Nietzsche, para ser reconocido, famoso y valorado. Me pregunto si realmente le importaba a Joyce el desprecio de sus contemporáneos cuando era dueño absoluto del inmenso futuro. Me pregunto si le importaba el reconocimiento, en detrimento suyo, de los filisteos a los escritores coetáneos, famosos y reinantes en la escena literaria del momento, escritores de los que ahora sólo conocemos el nombre. Combatido, prohibido, plagiado y pirateado, además de pobre y ciego, Joyce comenzó a escribir Finnegans Wake, su última obra, en marzo de 1923; terminaría en 1939 en que, por vez primera, no tendría demoras ni problemas editoriales ni tampoco las prohibiciones absurdas que habían rondado a sus libros anteriores. Y a es sabido que Ulysses sólo pudo aparecer en París en 1922 porque no había editores ingleses o norteamericanos que se atreviesen a publicarlo y que hasta 1933 estaría prohibido en los Estados Unidos acusado de obscenidad. Además de seguir siendo Ulysses incomprensible para muchos, más lo eran los diferentes capítulos de Finnegans Wake que se habían ido editando por separado, pero Joyce contaba ya con un grupo de admiradores y el reconocimiento de grandes críticos como Edmund Wilson, T.S. Eliot, Ernst Robert Curtius y Valéry Larbaud, y de algunos discípulos a cuya ayuda física se debe en gran parte la escritura de este libro. Con mucho, Finnegans Wake es la obra más difícil de Joyce y casi tan extensa como Ulysses. ¿Qué sucede cuando intentamos penetrar su, al principio, tan densa y casi impenetrable maraña? De entrada los murmullos nos aturden, reconocemos una especie de inglés en un lenguaje babélico en que se mezclan desesperadamente multitud de otras lenguas que, al igual que las del mismo inglés, se desparraman no sólo en su escritura natural sino también deformadas; pero no sólo son otras lenguas (se han estudiado y ubicado usos y vestigios de alrededor de sesenticinco idiomas en el F.W.) sino también insólitas invenciones lingüísticas (acoplamientos, deformaciones, onomatopeyas, neologismos, paronomasias, idiotismos, aliteraciones, etc.) que, en una primera lectura, apenas se vislumbran por el impacto de su totalidad, así como fusiones de palabras que, en su manejo, añaden al idioma, aglutinado de diferentes lenguas, una nueva dimensión pues las fusiones permiten lograr múltiples significados y alusiones. T.S. Eliot ha manifestado que en la obra de juventud de Joyce, y en arte de Ulysses, existía una notailísima imaginación visual. Sin embargo, en sus últimos años, a causa de su ceguera, la provisión de imágenes visuales había sido insuficiente y en Finnegans Wake encontraba una imaginación auditiva anormalmente agudizada a expensas de la visual. De ahí que Finnegans Wake pueda leerse como una especie de poema en prosa. Esta imaginación auditiva explica los procedimientos y recursos de F.W. y el que la obra sea pródiga en fragmentos con procedimientos musicales, y a sea que utilice palabras que se repiten como notas dentro del acorde, o ecos recurrentes a manera de leitmotiv, onomatopeyas o palabras que sólo tienen funciones acústicas. Y a se supondrá por eso la inmensa cantidad de neologismos existentes en el Finnegans Wake. Pero no sólo es el lenguaje la única dificultad con que nos encontramos frente a este monumento apocalíptico, hay cientos de referencias geográficas, míticas e históricas al igual que alusiones literarias y a personajes creados por el propio Joyce que, además, se transforman continuamente en otros nuevos. En Finnegans Wake tenemos la epopeya de la humanidad a través del funcionamiento del sueño en una obra que relata una noche de la vida del hombre. " S e trata —escribía Joyce— de los pensamientos de un hombre que está por despertar. En tales momentos sus ideas son turbias y, para expresarlas,- me parece necesario usar palabras imprecisas a las que C 1 afecte la confusión de las ideas y la interrelación que tienen unas con las otras sin estar sometidas al autocriterio del soñador". Como el lenguaje común le era insuficiente, y a hemos mencionado que Joyce utilizó varios idiomas, combinó palabras con el objeto de lograr múltiples significados, onomatopeyas y sonidos, sin ningún significado, a efectos-de obtener un valor musical en la frase. Esto, en esencia, constituía un remontarse a los orígenes caóticos de la formación del lenguaje. Según Joyce ésta era la única forma de traducir el lenguaje del sueño, de ese mundo que despierta cuando dormimos, que se abre sin barreras o límites de ninguna clase, que puede tomar los más diversos colores y cambiar fácilmente de vastos espacios. Un mundo inexplorado poblado de símbolos y terrores ancestrales, de luces y de sombras desconocidas. Así, tenemos el monólogo interior de Ulysses llevado a una nueva dimensión: de la vigilia, al sueño donde todo se confunde: el espacio, los personajes, el tiempo, el idioma que y a no nos pertenece. Pero todo esto podría hacer pensar al desprevenido lector que es el caos lo que prima en el F.W. cuando, precisamente, es todo lo contrario. La obra tiene como sólida estructura (alrededor de la cual convergen o divergen las historias de Humphrey Chimpden Earwicker, su esposa Anna Livia y sus hijos), la teoría de la historia del filósofo italiano Giambattista Vico (16681744) desarrollada en Principi de Seienza Nova (Principios de la nueva ciencia) que considera el desenvolvimiento de la historia universal en tres ciclos: la edad de los dioses, la de los héroes y la del pueblo (tipificada cada una por instituciones como el nacimiento, el matrimonio y la muerte) pero seguidas de una resurrección que encadena nuevamente con el primer ciclo. Así, Finnegans Wake es un cosmos que enlaza su fin: Un camino uno solo al final amado a lo largo de con su principio, anunciando y denotando el flujo circular del tiempo de acuerdo a la teoría del filósofo italiano: la corriente del río, pasados Adán y Eva, que del desvio de la playa a la curva de la bahía, nos lleva de regreso por una comodius vieus de recirculación hacia Howth, su Castillo y sus Elrededores. A través de diecisiete capítulos, divididos en cuatro partes, se irá desarrollando el libro hasta llegar al ricorso y empezar nuevamente en su infinito devenir. Desde que se publicó en revistas y en volúmenes separados a fines de la década de los veinte, Anna Livia Plurabelle, el capítulo con que concluye la primera parte del F.W., fue reconocida como una indiscutible obra maestra. Al terminarlo y enviarle una copia, Joyce explicaba a Harriet Shaw Weaver: ''Es el chismorreo, de una a la otra orilla del río, entre dos lavanderas quienes, al caer la noche, se transforman en un árbol y en una piedra". El principio femenino de eternidad subyace en la persona y el símbolo de Anna Livia, la mujer, la madre, emblema de la naturaleza encarnada en el río. Detrás del chismorreo de las lavanderas se enmarca la ciudad de Dublín atravesada por el río Liffey, llamado en los antiguos mapas Anna Liffey. La conversación de las lavanderas auna consigo el murmullo de las aguas y el ruido de un laborioso trabajo. Comentan acerca de las faltas de Earwicker, el marido de Anna Livia, al lavar sus calzoncillos. Sus chismes recorren las relaciones de Anna Livia y de H.C.E. y recorren también la ciudad cuyos trapos sucios, en última instancia, son los que están lavando. Los nombres de cientos de ríos, cuyo principio de movimiento es esencial al texto, se enlazan al infinito diálogo de las dos mujeres. El ruido de las aguas del río va en aumento cuando todo en derredor comienza a detenerse. Las sombras se adensan y, gradualmente, las lavanderas, en una transformación mítica, se convierten en un olmo y en una piedra; y a casi no escuchan entre si sus murientes voces y el sentido de sus palabras se confunde. El sonido de la corriente del río se hace cada vez más fuerte y todo se vuelve música y murmullo. Ahí, en la oscuridad de la noche, percibimos las dos riberas del río, una, con un olmo; la otra, con una piedra y la música en aumento de las aguas danzarinas. Como con la música o con la gran poesía, la manera de leer Anna Livia Plurabelle, o cualquier página del Finnegans Wake, es dejarse llevar 2 por el fluir de las ondas de esta pros a , al comienzo incomprensible pero rápidamente inconfundible. Llevados por sus ondas, una y otra vez, se nos d a r á , como la música que se desenvuelve en el tiempo, una certeza y una realidad más allá de lo puramente racional, el conocimiento que nutren sangre y sensación. * Sabido es que la traducción es una ilusión, pero el mundo que nos rodea está hecho de ilusiones. Para mí, que siempre he gustado de recomponer en castellano poemas de otras lenguas, la fascinación de intentar verter a la nuestra algunos fragmentos de Finnegans Wake fue simplemente inevitable. Puede afirmarse, sin lugar a dudas, que toda tentativa de traducción del Finnegans Wake está condenada de antemano al fracaso y el traductor debe ser el primero en reconocerlo con toda honestidad; sus páginas pueden, más bien, recrearse por fragmentos. Joyce, en esta obra, intentó lo imposible y, por cierto, creó un lenguaje que no puede traducirse sino a riesgo de ser definitivamente tradittore. El traductor se encuentra ante el dilema del apego al sentido del texto original y la barrera, casi siempre infranqueable, por su tramado indisoluble de acoplamientos y de equívocos, de trasladar estos juegos de palabras y fusiones tridimensionales, con su consecuente pérdida de sentido en el idioma al que se traduce: ser fiel al sentido es no serlo a la esencia de su creación verbal. Sin embargo, siguiendo el camino de aquellos dos preciosos ejemplos realizados por el propio Joyce de fragmentos de Anna Livia Plurabelle, al francés y al italiano, que muestran un ingenioso proceso de transvase y, con un mucho de trabajo, un otro de inspiración y un último de atrevimiento, presentamos la versión de estos fragmentos de Finnegans Wake. Quizá excuse mi intento el interés que he visto producían en Latinoamérica los primeros fragmentos que vertí hace quince años, y luego en el centenario del nacimiento de Joyce, reproducidos varias veces, con o sin mi consentimiento, en diversas publicaciones. Ahora, sólo debo confesar que, aunque sé que mi tentativa puede ser con razón recusada, nunca llegaré a arrepentirme de ella. El lector juzgará. 3 NOTAS 1 El lector actual cuenta con la a y u d a de una serie de libros notables p a r a los conocimientos enciclopédicos del Finnegans Wake, desde el a u r o r a l A Skeleton Key to 'Finnegans Wake' (New Y o r k , Harcourt, Brace & W o r l d , 1944) e s crito por Joseph C a m p b e l l , autor de e x c e l e n t e s obras sobre mitología, y el novelista Henry Morrón Robinson, que contiene una e x c e l e n t e introducción y una v a l i o s a sinopsis de la o b r a a l igual q u e , en el cuerpo principal del v o l u m e n , un Finnegans Wake a b r e v i a d o y a n o t a d o ; luego, los censos de p e r s o n a j e s establecidos por Adeline G l u s h e e n , c u y a última acumulación se h a publicado en Third Census of 'Finnegans Wake' (Berk e l e y and Los A n g e l e s , University of California Press, 1977); los estudios específicos dedicados a a l g u n a s lenguas utilizadas en la o b r a : Dounia Christiani: Scandinavian Elements of 'Finnegans Wake' (Evanston, Northwestern University Press, 1965); B.O. Hehir: A Gaelie Lexicón for 'Finnegans Wake' (Berkeley a n d Los A n g e l e s , University of California P r e s s , 1967); H. Bonheim: A Lexicón ofthe Germán in 'Finnegans Wake' (Berk e l e y a n d Los A n g e l e s , University of California Press, 1967); B.O. Hehir a n d J . D. Dillon: A Classical Lexicón for 'Finnegans Wake' (Berkeley a n d Los A n g e l e s , University of California P r e s s , 1977); libros tan útiles como la s e g u n d a edición de A Concordance to 'Finnegans Wake' (New Y o r k , Paul P. A p p e l , 1974) p r e p a r a d a por Clive Hart; el de W a l t o n Litz: The Art of James Joyce (London, O x f o r d University P r e s s , 1961) y el de William Y o r k Tindall: A Reader's Cuide to 'Finnegans Wake' (London, Thames a n d Hudson, 1969); las alusiones literarias se estudian en J . S . Atherton: The Books at the Wake (New Y o r k , Paul P. A p p e l , 1974), las g e o g r á f i c a s en A 'Finnegans Wake' Gazeteer (Bloomington, Indiana University P r e s s , 1978); h a y innumerables glosas en libros y publicaciones periódicas, la revista A Wake Newslitter d e d i c a d a íntegramente a l estudio de Finnegans Wake, de aparición bimest r a l , hasta llegar, por el momento, a l libro de Ronald Me Hugh, Annotations to 'Finnegans Wake' (London and Henley, Roudledge and K e g a n P a u l , 1980), escrito p a r a a c o m p a ñ a r con c o m o d i d a d , página por p á g i n a , el libro de J o y c e que condens a y o r d e n a mucho m a t e r i a l e s p a r c i d o en publicaciones anteriores. Así, las f r a s e s , las alusiones, los juegos, la multiplicidad idiomática v a n ced i e n d o , posibilitando la l e c t u r a , interpretación y secretos de este libro singular, v e r d a d e r a sumiría d e la literatura de nuestro tiempo. 8 7 - 1 0 2 . La versión italiana, también d e d o s fragmentos, a p a r e c i ó en 1940 en la revista Prospectiva el primero, bajo el título de Anna Livia Plurabelle, en el número correspondiente a l 15 de f e b r e r o , traducido por J a m e s J o y c e y Ettore Sett a n i ; el segundo, bajo el título I Fiumi Scorrono, en el número correspondiente al 15 de diciemb r e , traducido por J a m e s J o y c e , Niño Frank y Ettore Settani: James Joyce e la prima versione italiana del Finnegan's (sic) Wake (Venezia, Edizioni del C a v a l l i n o , 1955) y en Te) Quel No. 55 ( P a r i s , Automne, 1 9 7 3 , pp. 59-62). Existen tres versiones a l a l e m á n completas recogidas en el libro: J a m e s Joyce: Anna Livia Plurabelle (Frankfurt a m M a i n , S u r h k a m p V e r l a g , 1970) r e a l i z a d a s por W o l f g a n g Hildesheimer, Hans Wollsc h l a g e r y G e o r g G o y e r t , esta última b a s a d a en la edición de Faber a n d Faber de 1930. La única versión completa del Finnegans Wake que conozco es la de Philippe L a v e r g n e (Paris, G a l l i m a r d , 1982). Rodolfo J . Wilcock tradujo f r a g mentos bajo el título Frammenti scelti da 'La Veglia di Finnegan' en Tutte le opere di James Joyce (Milano, Mondadori, 1961), III, pp. 11251174; una n u e v a edición en m a r c h a es J a m e s J o y c e , Finnegans Wake: H.C.E. Traducción de Luigi Schenoni, Introducción de Giorgio Melchiori (Milano, Mondadori, 1982), que contiene los cuatro primeros capítulos íntegros. En portugués el libro Panorama do Finnegans Wake (Sao P a u l o , Conselho Estadual de Cultura, 1962), contiene la v e r s i ó n de once breves fragmentos del libro de J o y c e . A g r e g u e m o s , f i n a l m e n t e , las g r a b a c i o n e s ; en primer lugar la r e a l i z a d a por el propio J o y c e p a r a el Orthological Institute, por invitación del lingüista C . K . O g d e n , de las p á g i n a s fin a l e s de Anna Livia Plurabelle que se encuentra reproducida en Meeting of James Joyce Society on October 23, 1951-Finnegans Wake (Folkway Records & Service Corp. N Y FP 9 3 / 9 4 ) y en James Joyce reads James Joyce (Caedmon Records TC 1340); en el C a e d m o n cassete CDL 5 1 8 0 8 6 se e n cuentran e s t u p e n d a s lecturas de Shem The Penman por Cyril Cusack y de Anna Livia Plurabelle por Siobhan Me K e n n a . 2 V e r s i o n e s iniciales d e Anna Livia Plurabelle se publicaron en Le Nuit d'Argent (octubre de 1925, pp. 61-74); Transítion (noviembre de 1926, pp. 17-35). Como v o l u m e n s e p a r a d o , en las ediciones bajo los sellos C r o s b y G a i g e (New Y o r k , 1928) y Faber a n d F a b e r (London, 1930). La última versión se e n c u e n t r a en l a p r i m e r a edición de Finnegans Wake en 1 9 3 9 pp. 1 9 6 - 2 1 6 . Los distintos manuscritos y p r i m e r a s v e r s i o n e s h a s ta llegar a la edición de F a b e r a n d F a b e r se e n cuentran transcritas en el libro de Fred Higginson: Anna Livia Plurabelle: The Making of a Chapter (Minneapolis, The University of Minnesota Press). 3 La traducción f r a n c e s a de dos f r a g m e n t o s de Anna Livia Plurabelle r e a l i z a d a por S a m u e l Beckett, Alf red P e r r o n , I v a n G o l l , Eugéne J o l a s , Paul León, Adrienne Monnier y Philippe Soupault, en colaboración con J o y c e a p a r e c i ó en el v o l . X I X , N o . 2 1 2 , correspondiente a m a y o d e 1931 d e La Nouvelle Revue Francaise; posteriormente se h a reproducido en el libro de Philippe Soupault: Souvenir de James Joyce (Argel, Fontain e , 1943) y en J a m e s J o y c e : Finnegans Wake, fragmentos traducidos por A n d r é s du Bouchet, Introducción de Michel Butor, Suivls d'Anna Livia Plurabelle ( P a r í s , Editions G a l l i m a r d , 1962) p p . J o y c o en Trloite. A M E S ¡Oh, cuéntame todo sobre Anna Livia! Quiero oír todo sobre Anna Livia. Bien, ¿tú conoces a Anna Livia? Por supuesto, todo el mundo la conoce. Dímelo todo. Dímelo ya. Es el acabóse. Bien, ya sabes, cuando el viejo hizo futt e hizo lo que sabes. Sí, lo sé, continúa. Lava tranquila la ropa y no salpiques tanto. Remángate y desembucha lo que sabes. ¡Cuidado! Casi me golpeas la mitra al agacharte. Triataba de hacer no sé qué cosa en el Infémix Park. Asqueroso. ¡Mira su camisa! ¡Mira qué sucia! Ha dejado negra el agua. La he fregado y refregado no sé cuántas veces la última sumana. ¡De memoria me sé los sitios que le encanta ensuciar al malmaldito! Chachamuscando mis manos y hambreando mi hambre para lavar sus calzoncillos en público. Dale duro con tu raqueta y déjala limpia. Mis muñe- y mesones y casasdelocos y el resto de incurables y los últimos inmudables, la pantavelnosa vía para traspiés. ¿Quién te vendió esta historia tabalámpara? ¡Puro paté de Pemmican! Ni una hierba para anillarla, ni un gramno de oro. Se embarcó en-una gabarra, la barca de la vida, desde el inseguro Océano Ivérnico, hasta que él espió el telar de su última tierra y arrojó dos refunfuñadores de debajo de su toldo, el gran filibustero fenicio. Por el aromo de su algas construyeron una casa de palomas. ¡Cuánto se disvirtieron! Pero, ¿dónde estaba, Elmismo, el timonel? Aquel mercader siguió a sus escoceses por el camino del lavado, soplando sobre él sus camellados albornoces, hasta que con su bauprés fugitivo guió y reventó su barra. ¡Pilcomayo! ¡Sakatahuán! Y la ballena se fue con el cáliz. ¡Modula tu zampona y zarpa el zumbido, naciste ijipcia, y no eres poca cosa! Bien, tolomía, cuéntame pronto y reprime cas están entumecidas de tanto fregar y refregar las manchadas moulduras. ¡Qué dniepers de humedad y gangres pecadores! Pero, ¿quién no hizo cola en absoluto del Animal Sendai? ¿Cuánto estuvo bojo elojo y el ni? Estaba en las notisas que hizo, nisas y frisas, el fierrorrey Humphrey, con iluces ilícitas, despojos y todo. Poro el trompo lo dirá. El no domado tiompo que nadie escucha. Flujo y reflujo. ¡Oh, viejo cerdo insolente! Martirmonio mixto o placer el amor. ¡Divo Gacho estaba derecho y Divo Diestro a la siniestro! ¡Y qué elegante! ¡Y qué fatuo! Cómo alzaba la cabeza cual un Howth, el fasmoso y enxtraño duque, con una inmensa giba sobre sí como una rata caminadora. Y su voz arrarrastraba cada frase y su hinchada marrana doblinizando cuando ando y me desbando. Pregunta a Líctor Hackett o a Lector Rector o a Gérard de Normal o a Boy, apodado Browning. ¿Cómo se flama? Hughes Caput Embozado. ¿Dónde nació o dónde lo abandonaron? ¿Urgotolandia, Tfisburgo sobre el Kattekat? ¿Nueva Extraña, Concordia sobre el Marrymake? ¿Quién herredó su duro yunque o aulló sobre su balde? ¿Nunca anunciaron sus bandos en Adán y Eva o fueron arrunzados por el capitán? Con mis alas etéreas te veo, ánade mío, con mi salvaje mirada de grulla salvaje. Flujo y Monte, en la orilla del tiempo, desear felices pizcas y próspero ano nuevo. Ella puede mostrar todas sus líneas, con amor, con licencia para jugar. ¡Y si no se casan de nuevo, el gancho y ojimayo! ¡Oh, pasamás y lotra menos! ¡Don Dom Dombdomb y pequeño folio! ¿Asegurda su ayurda en la Cigüeña y el Pelícano contra los búlpedes, la gripe y el tercer riesgo de las partes? Oí quizo sus buenos cobres con su muñeca, primero delván y luego duvlín, cuando raptó a su casa, Sabrina samorosa, en una jaula de papagallo, por tierras traicioneras y deltas desviados, jugando ergido y mitiado con el resplandor en su shadda, (¡si un policía estuvo allí para alzarlo y condimentarlo!) después gente tu esquimo. Cuando ellos lo vieron dispararle raudo en la vaguina, saba, saba, como un jocundo señor salomono, sus toros ruriaban cubiertos con rocío. ¡Boyarka buah! ¡Boyanabueh! Pagó caro su sustonto, su pan duro, el comerciante. Por cierto, mira aquí. En el psudor de su frente. ¿Sabías que lo nohombraban descendiente de los salmares? ¿Nacedeagua el niñodeagua? ¡Ave marea! ¡Lo era! H.C.E. de ojos de vacalao. ¿Ella? Ella misma, sire, es como un bláder. ¿Quién? ¿Anna Livia? Sí, Anna Livia. ¿Sabes que llevabua arguas de donde fuerua, niumba nu, chamba chu, para hacerse entender, su errante chef, para hacerle cosquillas a ese pontífice así oíse? ¿De veras? ¡Dios manto! ¡Es inaguantable! Como El Negro reculó cuando se vio en Mar del Plata. ¡Oh, cuéntame, quiero oírlo todo, cómo dejó una escala diextra! Un guiño de conejo luego de arriar la bandera. ¡Vamos, no tuvo cuidado, sina feza, me absentí, su hombre en pasesión, el proxeneta! ¿Proxeneta? ¿Quis iso? ¡Eme por tu jerga rusohindú! Dilo en cristiano y llama al pan, pan y al vino, vino. ¿No te enseñaron el hebro en la escola, tu antiabecedario? Es lo mismo que si, por etemplo, yo conservara ahora la causa de telekinesis y te proxenetizara. Por amor a coexistir, ¿eso es lo que es ella? Blotetel, creí que ella actuó en esa loa. ¿No la viste en su ventaano, balanzándose en su mecedora de hueso, con una miúsica frente a sus letras cuneiformes, pretehendiendo deseentrañar el enigma del violín en que tañía? ¿Seguro ella no puede abtener un do, con el arco de abandoono? ¡Seguro que no puede! Por cierto. ¡Bien, hasta ahora nunca oí el queso de eso! Cuéntame muás. Dime muás. Bien, el viejo Humber era liento como una garpa, con sus taras en la puerta y sus bubones seculares y ni el arquero con su dardo ni el mosquetero con su plomo, tiraban en los riscos y la ñera lámparas en la cocina o en la iglesia y las cavernas de los gigantes en el camino real de Grafton y los champiñones venenosos en J O derredor del pulcro sepulcro de Fingías y del túmulo del gran tribuno cúmulo de odarnell, cayendo las sombras en su trono, soñaando y soñolando, preguntaando al cabahierro de la trriste figúrate, dejando a sus hijos incitar sus obsequios donde él verificó sus deudas en el Támesis mormón de la mañana, averiguaando y cedendo, jop, paso y hondofín, con sus nacimientos en su diaria labor, su tragona golondrina abierta de docce a cuactro y las gallinas de agua de las acequias picoteando sus croes, golpeados por el hambre todos solos y sosteniendo sobre sí mismo el juicio final, aceptando su destino, con su periglo y su cerquillo peinado sobre sus hojos y durmiyendo en el suelo hasta ver que se acercan las estrellas, depués de las negras causas y malas hierbas y los tics de Buddha y los despojos de pest y para ver si valía una meisa indagar por Parish. Tú habrás creído que todo era de él mientras en el en- Y 9 • Versión de Ricardo Silva-Santisteban tretanto dormía. Él estuvo vomitando siete años. Y allá estaba Anna Livia, quien no osaba ni pestañear a pausa del sueño, susurraando en derredor como el gemido de un niño, Wendawanda, un tosco dedo en una falda de verano y mejillas de amazonas, para desearle bonzur a su querido y sucio doblión. Con néufatres y sal de sus magias y en un momento singular ella le cocinó blumas de bescado y buso a los pies de su corazón la espurma de sus ojos y tocino danés con tostadas y una copanjaiba muy de té de Groelandia o una zungaria de Kaffué de moca, una cebellina negra o azúcar Sikiang o su cerveza de heléchos en tú eres pedro y en un pan negro (¿con un jamón, buana?) para aparciguar el estómago de aquel hombre cuelgado hasta que su paar de rodillas se encogieron mientras sus dobles articulaciones remecidas con guusto y tan bruuscamente como ella se lanzaba con su cima de vivas sobre su tamiz (su tempestuósica cólera se consume y se agiganta) mi volcán jarda de él mismo se lo lanzó con una fuerte meirada de desprecio, tanto como dices que viste y viste, y si él no aseguró la bandeja en su casco, créeme, por los clavos, ella estaba muy segura. Y luego ella pidió silbar un himno, El corazón agobiado o Los libertinos de Mallow o La calumnia e un uermicelli de Chelli Michele o un trozo construido de La vieja Jo Robídson. Flauteando y fustando "¡podría dividirte en dos!" Ella remojó la gallina que canta en la terraza de Babel. ¡Qué daño si ella sabía cómo quiquiriquear con su boca! Y no un lardar de Hum no mucho más que afuera de la planchadora. ¿Es la fe? Es un fecho. Luego, montando en la litera y la gotera romanceada, Annona, nacida Nivia aroostocráticamente, doctora de Siensia y Arte, con centellas pirriflegetónicas chispichillando su abanico, con sus trenzas en torbepollinos de mariposas, — ¡mientras que las bellas novias se puavoniaban bajo sus pieles de oso! — en una túnica de estilo de jade cambiante que podría cubrir dos asientos de cardenales y destro- C E en esa kirkeguarda. Ella no puede recordar ni la mitad de los nombres de cuna que saboreó en ellos por la gracia de su infalible pantufla de arzoabispa, la caña para Kund y los juncos para Eyolf y tal vez nada para Yacov Yea. ¿Un ciento y cómo? Pues, bien hicieron en rebautizarla Pluhurabella. ¡Oh Lorelei! ¡Qué acequia es Loddon! ¡Ei, ei! Pero es mucho lo que ella tiró en los naipes: doblió, truplicó, cuadruplicuó, quintuplicuó, jugó, arriesgó tanto al norte como al sur, al este y al noeste, todo en una carta. Al Rey, a la Reina, a la Sota de todas las sotas y al Joker. ¡Jijau! Ella debe haber sido una vagabunda en sus buenos tiempos, por cierto que sí, más que las demás. Fue fenomenal. Una fuera de serie. Pero llegó una sacudida que estremeció a la pequeña, así te amo amor mío, el agapo. Dime, dime, ¿cómo vino, cómo es que vino entre sus semejantes, ella era un neckar, la divalínea? Lanzando sus peligros ante nuestros aldeanos desde Fonte-en-Monte hasta Tidingtown y desde Tidingtown hasta llegar al mar. Atarando a uno y gorolpeando al siguiente, horadeando un flanco y golpetereando un saledizo y saciando y despareciendo y claideando hacia el poniente. ¿Quién fue el primero en comérsela? Alguien fue, quienquiera que fuese, en táctico ataque o en singular combate. Calderero, sastre, soldeado, marigüero, ricachón o polistamano. Eso es lo que y o siempre quise saber. ¡Alza y alza más juerte y ven al cuartel en la cima de la colina! ¿Era el año de waterclose, después de Grattan o del Diluvio, o cuando estaban las doncellas de Arco o cuando tres permanecieron hospedando! Fidaris hallará cuando insurja la Duda como Nieman, el de Nirgendes, encontró el Nihil. Cuídate de suspiros, Albern, ¿oh Respuesta? Desata los enmarañados nudos por los puños con gemelos. ¡Qvic y Nuances! Por el momento ella no puso su mano en él. ¡Tez thelon el anglo, caminando con cansancio! ¡Tal bobo remontando la senda! Ella misma dijo que apenas sabía por qué anal la embara¿Y cuál fue la canción de ruina rima que compuso? zó su enterrador, alguien de la dinastía Leinster, un lo¡Odet! ¡Odet! Dime el hilo mientras lavo los calzonci- bo de mar, o qué hizo o cuál gozo desempeñó o cómo llos de Denis Florence MacCarthy. Levántalo, flut, pian, la hizo huir. Ella era precisamente una pálida joven dulpiane. ¡Me muero en mis sucios pies si noigo ahonra ce púdica esbelta, algo de entonces discurriendo por lhistobarda de Anna Livia, que fue escriuta por alguien, un argénteo lago de luna y él era un penoso caminanleída por dos y hallada por una gallina en el parco! Puete balanceándose fuera de la tierra de un hombre de do verlo, sí. ¿Cómo regresó? Óyelo. ¿Me escuchas? ¡Sí, Curragh, poniendo su trampa para quienes brilla el sol, sí! ¡Por supuesto! ¡Torna tu torno! ¡Escruta la canción! fuerte y obstinado como los robles (¡estás con ellos turba!) utilizados para susurrar aquel tiempo abajo por los ¡Por la tierra y las nubes, pero apenas quiero un nuevo diques del mortífero Kildare, para las caídas de agua tizón en la orilla, maldita que yo lo hago, y en un gordo ahí! con un charco cruzándola. ¡Pensó ella hundirse bajo Porque el putifar que tengo está malogrado, así es, sen- el piso, con vergüenza de insecto, cuando le dio a él una mirada de tigris! ¡Oh, dichoso pecado! ¡Él era mi tado, ladrando y esperando por mi viejo Danés con guandeseo! ¡Estás mal ahí, requetemal! ¡No sólo en esta note ododorante, mi compañero de vida en muerte, mi llave che que estás anaqueronística! Fue hace muchas épofrugal de nuestra despensa, mi muy sedienta joroba de cacas atrásgo cuando los nulas no eran nadie, en el conmello, mi compadreladrón, mi miel de luna de mayo, mi dado de Wickenlow, jardín de Erin, antes que ella soloco del último día de diciembre, para despertar de su sueño ñase siempre dejió Kilbride y fue volcando su espurma de invierno y aburrirme como él solía hacerlo. Me pregunto, ¿hay ahí algún señor del feudo o un pa- bajo el puente de Horsepass, su huella con la gran tormentada del sudeste y el medio granowaster buscaranladín del condado descabalgado, aquel que me dio una modo su huella, andando ahora sus caminos, robecca o neda o dos para lavar y zurcir sus honorables calcetines, peor, para hiler y moler, para trocar y trillar, por todo ahora que estamos ayunos de leche y cabalones~ su áureo liffey entre los campos de cebada y callejas Solamente por mi camita de Brittas tan abrigada como del pueblo de Ford de los Hurdles en Humphrey y folhuele, me gustaría brincar con los limones de la Tolka o go con un brincatierras, willingtonosaurio. ¡Ay, lagos de la playa de Clontarf para sentir el jocundo aire de la de jusventud! ¡Por la paloma de las dunas! ¿Erella? ¿Lobahía salada de trublín y la carrera del viento en lo alto sé? ¿Ciortamente erestú? ¿Dónde el Finn no se conde mi desembocadura. funde con el Mourne, dónde el Nore no dieja al Bloem, dónde el Yo no muda su curso entre Cullin y Conn en¡Onón! ¡Onón! Cuéntame más. Hasta el más pequetre Cunn y Collin? ¿O donde Neptuno cingló y Tritónño detalle. Quiero conocer todos los ángulos. Hasta el burgo bogó y tres leandros preñaron dos heroínas? ¡Nevolar de los alfareros en la cuevadora. ¿Y por qué éramos los gordos vesles? Todas las lomas conducen a Ro- ya, narev, nen, nonni, nos! Luego, ¿hacia qué sitio en Ow y Ohvoca? ¿Era al iste o al ueste del Lucano Yuma. ¡Si el hombre de casza me lastrimara! Sería un bunkón o donde la mano del hombre no había pisado nundukiboi con un askarigal. Bien, ahora vienen las nueca? ¡Diume dónde, la primemera vez! ¡Lo haré si escuces duras de pelargo. Luego de Clondalkin, el mesón chas! ¿Conoces el valle, la cañada de Lugglelaw? Bien, del Rey. Bien, pronto estará en el fresco riachuelo. allí una vez vivió un eremita local, Michael Arklow era ¿Cuántos alevinos tuvo ella en tutal? No podría decírsu riverendioso nombre, (¡con muchos suspiros aspersé telo con ceorteza. Solo Cióse lo sabe. Dicen que ella sus lavabos!). Y un vierndnes de juniojulio, osó, tan dultenía tres cifras para llenar y confinarse a sí misma en ce y tan frígida y tan blanda lucía, Nonce la Ondina, ciento once, guno por guno, haciendo nimacuminoyas. ¿Aleph, lamedh y todo aquel peh? N o tenemos posada zando la infame Cullen y al lisonjero MacCabe. ¡Oh, truenos! ¡Sus púrpurhablantes! Y bramines para abajar el caído alimento, con sus bondades femtífijas de agradables finales, del polvo caído de su nariz: ¡Niñocu. a de Errwickero! ¡Hola, patito mío, por favor, no te mueras! ¿No sabes que ella comenzó a piar después, con una estudiada voiz como de aguaglucks o de Madame Dekba a Romeores? No lo adivinarías. Dime. Dime. Dímelo, querida Febe, oh, dímelo y te querré como jamás supiste. Sigamos. Era como si ella muriese por las canciones zuzuherradas a todos los hombreos: Así amo a las damitas bellitas y pequemtas. y así y así, y así primero y así después en un tono sonoro y Unn Bothar bajo como Bheri-Bheri en su túnica de arena, tan umvolosy, tan sordo como un bostezo, el imbécil. ¡Fuera! ¡Pobre viejo zafio! ¡Solo, ligero y jorobando! ¿Anna Liv? ¡Como tiza es mi sentencia! ¿Y no se alzó ella en sorgues y fue y trotó dum y se irguió en su douro, soplando su vieja pipa, y cada tonta niña sirvienta o atractiva labriega andando los caminos de Sawy, Fundally, Daery o Maery, Milucre, A w n y o Graw, no solía ella mostrarles una sonrisa o signo para arrojarlo al solipuerto? ¿No querrás decir la tonta posta? ¡Pues sí que sí! ¡Llamándolos a ellos, uno a uno (¡a Blockbeddum aquí! ¡a Shoebancaddie allá) y bailoteando una jiga o algo así para mostrarles cómo mover sus corcovas y el manjar, cómo recordar los más alegres atavíos fuera de la vista y todo el camino de una doncella con un hombre y hacer una suerte de ruidoso cloqueo por un penique o dos por media corona sosteniendo una moneda de plata. Soñor, soñor, ¿lo hizo así? ¡Bien, lo mejor que sí! ¡Arrojando todas las neisias putillas del mundo! A cualquiera de sus apresadas mozuelas que desees de no importa qué sexo de sendas de placer dos adda tammar un lisio lucio para fov y fav abrigo en el mandil de Humpy. > Joyce en Zurlch. Nanón L'Escóut, en el silencio, de los sicómoros, todos oían, las suaves cururvas que tú, simplemente, no puedes dejar de sentir, él hundió ambas de sus nuevamente untadas manos, el coorazón de sus puulsos, en sus singinaris moños de vellos azafrán, partiéndolos y calmándola y mezclando, en la gamplia y hondascuridad como este rojo pantano a la caída del sol. Cabe el Valle de Voclose, el de Lícidas, los siete arcos del cielo, los marcoíris, larrancaron lanaranjaron. Amarillus afrodisíacos, sus esmaltarados ojos lo indigoamaron hasta el virgen violeta. ¡Anhela un anhelo! ¿Por qué un porqué? ¡Mavro! El reír diáfano de Letty Lerek arrojó ahora esos laurales en su canción dáfnica de petrock. ¡Miiisa! Pero la ondha mághica hizo mallas pronto. Y Simba el Homicida fue muerto por su Oga. No pudió ayudarse a sí mismo, sed dábale el calor, no habría olvidado el monje en el hombre y así, refregándola y suavizándola, el bespó sus lapios sonriendo, besa abesa después de besakús (cuando le advirtió su nevar, nevar, nivar) en Anna-na-Poghue de frente pecosa. Mientras tú profanaste sequeresa, ella se mantuvo a sí miasma. Pero ella se elevó dos pies más altho en su prropia estiuma. Y andezancos desdentonces. ¡Eso era un sanibesa con bantús como bálsamo! Oh, ¿él no era el párroco disidiente? ¿Y ella no era la inicua Livvy? Náutica Naama lleva ahora por nombre. Dos muchachos en pantalones escoceses la atravesaron antes, Robar Burns y Wallowne Wade, la nobleza de los pikos de Lugnaquilia, antes que ella tuviese alguna idea de cabellos en su gracia para esconder o un pecho para tentar un abedul canoero para no mencionar una bharca haciendo guagua. Y hete aquí nuevamente, leda, leda, todo sin terminarr, muy laánguido para flotoar al más vello jinete, muy débil para retozar con una pluma de ciesne, un sabueso la lamió, Chirripa Chirruta, mientras le picaba el po, pura y sencillamente, sobre el aguijón de la colina del viejo Kippure, al cantar de los pájaros y al son de la esquila, pero, antes que nada, lo más peor, la tibia livia tomó partido y zarlió por un boque- te en el despilfaradcro de Devil's Glen mientras Salí y, su nodriza, dormía y mitadmitad, caryó en un canal de desagüe antes de encontrar su tranco y yaciera y meneárase en todas las estancantadas aguas negras de la lluvia bajo un barbecho vac y ella rióse inosfría con sus brazos y un hato de doncellas de Hawthorne se avergonzaba al contemplarla. Désjamc oírr el clangorr de las trrompetas, Mtu o Mti, como alghunho testimoniaba. Y drime por qué como la Flanders, Molí, tenía miodo. Lánzameagua y dime si era una marondeada o si era sobrenatural lo que usaba. Y, ¿aquélardo inclinaron ellos sus brasardores en su apuro, abajando su vehemencia o afrontoneando al mar? ¿Por el temor agresor del amor de tanto dulzor o por desear el mar y embarcar al azar ¿Estás en dentro o en fuera del baile? ¡Oh, anda, onda, enda! Quiero decir, sobre lo que sabes. Sé muy bien lo que quieres decir. ¡Rother! T e gustarían las cofias y las tocas, hocicuda, y a mi hacer la grasienta tarea con los estropajos de la vieja Verónica. ¿Vale la pene o es un surplicio? Aarran, ¿dóndestá tu nariz? ¿Y dónde el almidón? Ése no es el vestuario de olor a bendecion. De aquí que pueda decir por su mu de Coló y el perfume de su aroma que es de la señora Magrath. Y tu debes cuidarlos. Viernen de ella. Son de seda crisada, no del prado de crampton. ¡Absuélveme, padre, porque ella ha pescado! Con su anillo de bodlas los liberró fácilmente, con sus jip jip ra ra ratas por sus lazos en las rodillas. El único paar con adémanos afectados en el viego llano. ¡Los declaro: así son! ¡Bien, bien, bien! Si mañana too va bien, ¿quién viendrá a veer? ¿Cómo? ¡Pídeme lo que sigue, pues! Los exhibicionistas Belvedereanos. Con sus gorras navegantes y remotes colores. ¡Que quien son banda! ¡Y qué, basta, ellos lavan! Y aquí en sus nubiles cartas también. Ellis en qué con ropas escarlata. Unido al mundo en un campo fluyicaliente. Annan la ondina, luergo de mostrar que ellos no eran de Laura Recríe. ¡Oh, quiera el diáblolo torcere su seguro alfilero! ¡Tú, hija de Mammón, Lilith de 7 Kinsella! Ahora, ¿quién rasgó en ella la pierna de sus. gavetas? ¿Qué pierna? La de las campanas. ¡Lárvalas y guaárdalas contigo! ¿Dónde me detengo? ¡Nunca! ¡Continuarración! ¡No estás allí todavía! Aún espero. ¡Garonne, garonne! Bien, después que fue colocrado en el hebdomadario de los Mercenarios Cordiales Mendicantes-DomgoLun-es Wakeschrift (por una vez mancharon sus blancos ahguantes, rumiando después de comer poli y tocín, con su mostrarnos aquí y allá su mente errando de esto y aquello cuando hayas acabado con el mataría] de lectura) aun la nieve que nevó su cavello canoso tuvo un disguusto contra él! ¡Deshiela, deshiela, sava, savutto! ¡Marca su Haro Chuff Exsquire! Todo el mundo siempgre donde fuiste y cada tapón con que siempre tapaste, en ciudá o suburbio o en áreas estériles, la Rosa y la Botella o la Tabierna del Fénix o la Posada de Power o el Hotel de Judas o dondequiera que tú fregases la campiña de Nannywater a Vartryburgo o de la Porta Latina al Barrio Latino encontraste su icono graabando arrhiba y abhajo chiquirincones burlándose de Guy y de Morris el Hombre, en el papel de un Rolls Royce en su turco el terrible, (¡elgante cheekme, Ahdáhn hizo esta ruta, Fátima, de media vuelta!) encarrujando e injurielando rieles alredodor del local como las zamponas y banjos tañían agudos con los impares de su triple tiara rotundraspando alrededor de su cuero cabealludo. Como Paté-cabe-el-Neva o Pestesobre-el-Maar. Estés el Hausman pavimentado y empedrado, que enjauló la Cabina que nunca se tuvo y que cocinó su pierna y condimentó su Entremés. Y la gentuza mandarina alrededor de él en el areópago, fracasando un grande grancañón con sus tambores. ¡Preocúpate de tu Abuelo! ¡Piensa en tu Maa! ¡King Hong es su apodo! ¡Canta un bolero, torea una ley! Ella jurió sobre los cruciestigios hasta por nuevo veces que ella igualaría aun todos los nudos de ellos. ¡ Por la Vulnerable Virgen María del Dame! Así se dijo ella a sí misma que había forjado un plan para matar un afecto, el causagravios, como nunca oíste. ¿Qué plan? ¡Cuéntame rápido un don tan cruel! ¿Qué muerte provocó? Bien, ella purso un sakco, un vergonpozo y malhadado-saco de cartas, con la abstinencia de un empréstito de la luz de su lámpara, de sus suijos gemelos, Shaum el Cartero, y luego ella fue y consultó sus libelos, el viejo Mot Moore, el Euclides de Casey y el Despliegue de Modas y ella misma hizo la marea para unirse a la mascarada. Oh, tú parlas y charlas de darlas. ¡No puedo decirte cómo! ¡Hay demasiada bulla para recirlo, no peo seguir! ¡Minneha, minnehi minaaehe, minneho! ¡Oh, pero tienes que hacerlo, tienes que hacerlo! ¡Déjamelo oír, desembúchalo, como el más lejano desembuchar en el fosco hosco tosco! ¡Por el sagrado manantial de Mulhuddart, juro que empeñé mi chanza al mostrarla al cielo a través de los montes de impiedad de Tirry y Killy para oírlo todo, todapalabra! ¡Oh, déjame mis facultades, mujer, por un momento! Si no te gusta mi historria, podes irte. Bien, haz como quieras. Siéntatate aquí y haz como te digo. T o m a mi golpe y entiéndete. ¡Adelántate y jala las pesas de tu balandra! Tartamudea tu slaney y créspalo con dulzura. Dilme suavemente. Tómate tu tiempo. Respira hondo. Toma el canalizo. Prontamente lento y anda al scheldt. Préstanos aquí sus sagradas cenizas, hasta que refriegue los cañones de estos pantalones. Sigue con tu historia. No te detengas. Pero lenta, lentamente. Ante todo ella dejó caer sus cabellos esparciendo a sus pies teviotes en torbellinos. Luego, maternalmente, se bañó en leche y en fragante lodo de pistania, arroba y abajo, de la cabeza a los pies. Después untó la estela de su quilla, verrugas y lunares y sarnas con mantequilla antioxidante y azúcar rubia y trementina y serpentina y con moldedehoja introdujo alrededor de las prunelas islas e islotes altos, al tresbolillo, por toda su pequeña mar-ía. Áurea película de figuras de cera y su panza gelatinosa y sus granos de incienso de bronce anguila. Y luego tejió una guirnalda para sus cabe- llos. La plegó. La pligó. De hierba de los prados y de espadañas de los ríos, de juncos y hierbajos acuáticos y de dolorosas caídas de sauces llorones. Entonces ella hiza sus pulceras y sus ajorcas y sus brazales y un amuleto de azabache como collar de sonorosos guijarros y golpetereantes guijas y rumomorosos ripios, richmond y rehr, de rúnicas piedrras irrlandesas y brazaletes de concheperla. Hecho eso, una impresión de tizne en sus altaneros párpados, Annushka Lutetiavich Pufflovah, y el labiosa colorete para sus labiosos y el pico de la cajapintada para sus pómulos, del rojo fresa hasta el ultravioleta, y ella envió sus docellas de buduloir a Su Afluencia, Ciliega Grande y Kirschie Real, los dos primos, con respectos de sus misios, colador y cosedor, y ella podría pasar de él un pedido para un alfilercito. Una llamada para pagar y encender una bujía, en Brieon-Arrosa, de un aspersor. ¡El gallo se sacudió nueve, las estrelas brillian su signo, hay un Zambosi esperándome! Ella dijo que sólo iría la mitad del camino. Entonces, entonces, tan pronto como volteó la joroba de su espalda, con su mochila de cartas sobre sus hombros, Anna Livia, caradeostra, vino avanzando desde su bajuseno. ¡Descríbela! Rápido, ¿por qué no puedes? Escupe sobre la tierra mientros está caliente. N o para el lucro de Lombard Street. ¡Oséanos de Gozo, debo oír de la demosela aquella! ¡Oh, anda presta! ¡Rápido, antes que Julia la veya! ¿Ishikari y enmascarada, la cara catimana? ¿Cuál bella dama? ¿Dodecamerón? ¿Bon a ventura? ¿Malagassy? ¿Qué tenía encima la vieja y singular Liddel? ¿Cuánto festoneó ella, pesos y jaeces? ¡Hela aquí, Ann Amnistía! Llámala calamidad que electriza al hombreee. N o electrisa sino a la vieja Moppa Necesidad, pues que es madre del injonio. T e diré una posa. Pero estáte quieta. Escúchame bien con sosiego lo que voy ahora a decirte. Podrían haber sido diez o veinte a uno de la Noche de Todos los Sántganos o la siguiente de abril cuando el flip de su horrible atuendo hizo flap y siguió de puntillas una matorrosa mujer, la más querida moma que jamás viste, cabeceando alrededor de ella, toda sonrisas, con humos de vergüenza y ohs de asombro, entre dos hedades, una judireina, no hasta tu cudo. Ei, mira su atractivo y cógele su barriga que por su miga vive el pillo que alimenta. ¡Sálvanos y tómanos! ¿Nada más? ¿Tú verrás en qué tierra cogiste siempre un Lambay de ternero tan grande como un cordero? A y , tienes razón. Apta estoy para olvidare Como A m n a m e Poco A m n a m e Mucho. ¡Como el lino de mi jarretera, diría! Ella usó zuecos tachonados de clavos de un playboy, un par de playfilos en sí mismos: un sombrero de pan de azúcar con su pico de gualdaquiviro y una venda de tojo como hornamento y un ciento de barcos danzando y un áureo alfiler para atravesarlos: antojos bifocales protergen sus ojos: y un pescadeojo para el sol no para destruir las arrugas de su hidaspecto: las papaístas rizaban los lóbulos de las orejas de sus sonoros cepos: sus medias de cubataina salpicadas de escamas de salmón: ella retozó un gálligo baile del atufrado tinto que nunca fue tan rápido como cuando llovió en el lavado: por decir, los rivales, cubriundo su longura: sus sanglotantes pantalones cortos, ambos dos de doble uso, monstruo sus naturales pantaanos negros, fantistástico, fáciles de sacar: su tánagra de rayas negras estaba senacocida y osipelucheada, con charreteras de ondulantes juncos verdes y un descender aquí y allá de collar de cisne real: un broche de cigarrillos pegado a sus charreteras: su maanta estaba bordada alrededor con un doble cinturón tonelero: una pequeña moneda de cuatro peniques en cada bolsillo para precaverlos de un gran ventarrón; ella usaba un portamantos impermeable montrado en su nariz y mascaba algo extraño en su boca y el rreke de su fluvia de la cola de su vestrido de su residuo de tabaco falda llevada cincuerenta millas irlandesas detrás de sus bargas. ¡Voto al infierno, siento haberla perdido! ¡Dulce co- nocimiento y nadie despareció! Pero, ¿en cuál de sus labios? ¿Briliaba su narez? T o d o el que la vio dijo que la duulce pequeñuela delia lucía un poco rara. ¡Lotsaní ya te advertí, por el poddle! ¡Misús, sé buena y no mires a quiún! Ella trabajó por el fénix. ¡El Chiuste de Kickham que jamás viste! Haciendo pudín los ojos a sus muchachos dobelón. Y sus doncellas la coronaron con caricicias de reina. ¿Qué peina? ¡No digas! Bien, porque no pudo verse a sí misma. Comprendí por qué la sinvergüenza se miraba en el espejo. ¿Lo hizo? ¡Apiadte de mí! Habrá un coro de gotereteante sequía en la faz de los hombres, ruidosa jererga y mastificación de tabaco, frutojo y aliméntatefior, en la contemplación de la fluctuación y la undificación de su Alimentación, acunando y alquilando North Lazar Wall toda la llama infernal de la semana junto al Jukar Yoick y tan pronto como vieron su meandro por aquella ruta marrítima en su hierbajos de la hierba de invierno y consiguió aquel que estaba bajo su bonete de archidiácono, pez de Avondale, y pescado de Clarence, ambos juncos. Wit-upon-Crutches a Mastur Bates: ¡Entre suelo o un escarnio cada vez que ella olisqueaba con su cul de sac hasta las wabas llaneó y llagó de su mercadería espumosa, pobre recuerdo, para ricordar y todo por una dolorídica remembranza, apestosos y secuaces, hidalgos y holgazanes, sus hijos primogénitos y sus babeantes hijas, los mi! y una noches, y el volapuk para cada uno de ellos. Por siempre jamal. Y besa el librro. Maldición de calderero y un lechón para hornear su cachiporra para Gipsy Lee; un cartucho de sopa de gallina con puerros para Chummy el Guardián; para el terco y ácido sobrino de Pandora gotas de ácido deltoico; una tos y sonrorosadas mejillas para la pobre Piecolina Petite MacFarlene; un rompecabezas de agujas y alfileres y sábanas y espinillas entre ellos para Isabel, Jezabel y Llewelyn Mmarriage; una bronceada nariz y mitones de paloma para Johnny Walker Beg; una bandera pápale de los santos y rayas para Kevineen O'Dea; un resosoplido para Pudge Craig y una liebre con pesaguilla para Techertim Tombegby; un aguapiernas y chanclos para Bully Hayes y Huracán Hartigan; un corazón pródigo y gordas mollejas para Buck Jones, nuestros dos sursaciados y el granito que ellos calientan, en su rostro se ha alzado o la Alp se ha dopado! Pero, ¿cuál fue el juego en su mezclado bacarato? ¿Precisamente el tembo de su tumbo o el pichimento de su pimiento? Peripecias, especias y alopecias. ¿Y bajo qué trueno despojó ella? ¿Antes del fraile o después del baile? Quiero beber un refresco de la fuente. ¡Partir mi bearb es importante mientras embolso! ¡Sacude hacia arriba, hazlo, hazlo! ¡Aquél es un buen hijoviejo de una zorra! T e prometo que lo cuidaré bien. Y no quiero decir quizás. Ni siquiera para convencerte. Dime la vergad y te diré la vergad. Bien alrededorio de una ondoneada línea del arundo ella hizo ruiditos y se bamboleó y se echó a un lado, goteando de su peña a través de sus estrechos muisés, el disgusto en nuestro desecado lardo y el valle de abundantes viñedos frente a nosotros, curará aquí, correrá allá, sin saber cuál medway o quizá para golpearlo, edereirer, charlaparlando a sus hijius, como Papá Noel en la ruta del palor y lo enfermizo, oyendo palpitar sus corazoncitos, abrazando a Isolabella, luego corriendo con reconciliados. Romas y Reimus, como una sanguijueala sacada como un venablo, luego lavando las salpicaduras de Manos Sucias con escupitajos, con regalos para caduno de sus hijius, sus regalos de cumpleaños que soñaaron garle a ella, ¡y todos los desperdicios que dejó en nuestra puerta! En la superficie, junto al pórtico y bajo el sótano. Los riachuelos corrieron para ver a los chicos. De guatemala a guatepeor. Y todos en torno a ella, juveniles e ingenuinas, del eslimo de sus sububurbios y herramientas de antesanos, raquíticos y sediciosos, como los muchachos de Smyly en el levantamiento de su vicereina. ¡Viví vienne, pequeña Annchen! ¡Vielo Anna, larga vida! ¿Nos cantan un solo, oh, susurrio! ¡Ausonia tandulce! ¿No tiene ella el tiimbre! Quebrándose y alzando un poquito de con- el orgullo de Clonliffe; una hogaza de pan y un temprano deseo paterno para Val de Skibereen; un ostentoso carro para Larry Doolin, el huevón de Ballyclee; un viaje con náuseas en un buque del gobierno para Teague O'Flanagan; un ratongo con su trampongo para Jerry Coyle; una grasa ligera para Andy Mackenzie; una horquilla para el cabello y una crujiente bandeja para Penceless Peter; aquel libro dodecafónico para G.V. Brooke; una ahogada muñeca, con la cara hacia abajo para la modesta Hermana Anne Mortimer; cartaractas para el lecho de Blanchisse; los calzones de Wildair para Magpeg Woppington; un gran ojo para Sue Dot; un paso falso para Sam Dash; serpientes en abundancia, picadas y cortadas, y una víbora vaticanizada cazando una visa para Patsy Prebys; una carrera cada mañana para Standfast Dick y una gota cada minuto para Stumblestone Davy; un rosario de olmoachaparrado para la beatificada Biddy; dos escabeles de lana de manzana para Eva Mobboly; para Saara Philpot, un té de urna del valle del Jordán; una hermosa caja de Polvos Pattyfib para Eileen Aruna para blanquear sus dientes y sobrepasar los de Helen Arhone; una picota para Eddy Lawless; para Kitty Coleraine de Butterman's Lañe, ahorrar peniques para derrochargos; una pala de arcilla para Terry el Duende; una máscara de pótamo para Dunne el Promotor; un huevo pascual con una concha de doble flecha y un derecho dinamítico para Pablo el Beneficiado; una cólera morbo para Mann, el hombre de la Cloapa; una estrrella y una jarretera para Draper y para Deane; para Willy-But-Lleits y Bernar Show dos premios noveles para suecindulzar sus amarguras; para Oliver Bound un camino de innesfrío; para Seumas, piensapoco, una corona que le quede grande; un montón tibertino con una cruz de maldelcongo en su detrás para Sunny Twimjim; sean una alabanza y ahórrame días para Brian el Bravo; muchopen- te de piedad con ligaduras de lujuria para Olona Lena Magdalena; para Camila, Dromila, Ludmila, Mamila, una lejía, un paquete, un libro y una almohada; para Nancy Shannon un broche de Tuami; para Dora Riparia Hopeandwater una ducha fresca y un calentador; un par de jactancias de Blarney par Wally Magro; una horquilla de lápiz de pizarra para el cabello para Elsie Oram para que se rasque las nalgas, haciendo lo mejor que pueda con sus fracciones vulgares; una pensión de jubilación para Betty Belleza; un saquito de azul para lavar ropa para Funny Fitz; una Missa pro Messa para Taff de Taff; para Jill, la cuchara de una niña, para Jack, el caldo de un niño; un rápido Viernes de Rogerson Crusoe para Caducus Ángelus Rubiconstein; trescientas sesentiséis popelinas de tyne para envolver con el tejido de su urdimbre a Victor Hugonote; un firme y duro rastrillo y buenas variedades de estiércol para Kate la Limpiadora; un hueco en la balada para Hosty; dos docenas de cunas para J.F.X.P. Coppinger; diezlibrasdiez sobre el chasquido de los delfines nacidos con cinco desperdicios de cohetes para una Infanta; una carta que dure toda la vida para Maggi más allá de la axila; el más pesado trozo de carne congelada de mujer de Lusk a Livienbad para Felim de Ferry; un manantial de agua mineral y esperanza y néctar del banquete para el minusválido, ciego y gotoso Gough; un cambio de nombre y gozos y dolores para Armórico Tristán Amur San Lorenzo; una camisaguillotina para Reuben Redbreast y tirantes de cáñamo para Brennan on the Moor; un angolmo para Conditor Sawyer y picaduras de mosquito para el Gran Tropical Scott; un pedúnculo C 3 para Karmalite Kane; un mapa sin sol del mes, incluyendo una espada y estampillas, para Shemus O'Shaun el Cartero, un chacal con piel para Browne que no es Nolan; un hombro de piedrahelada para Donn Joe Vanee; todas las cerraduras y ningún establo para Honorbright Merretrizas; un gran tambor para Billy Dunbayne; un áureo fuelle culpable, sóplame abajo, para Ida Ida y una mecedora para dormir, Elletrouvetout, para Quién-es-la-Platuda —¿Dóndeestá-él?; cualquier cosa que te guste para verter y lavar, para Yuinnes o Yennesay, Laagen o Niger, para Festus King y Roaring Peter y Frisky Shorty y Treacle T o m y O.B. Beham y Sully el Thug y Master Magrath y Peter Cloran y O'Delawarr Rossa y Nerón MacPacem y cualquiera que tengas la oportunidad de ver por ahí cerca; y un gran globo de goma para Selina Susquehanna Stakelum. Pero, ¿qué les dio a Pruda Ward y a Katty Kanel y a Peggy Quilty y a Briery Brosna y a Teasy Keran y a Ena Lappin y a Muriel Maasy y a Zusan Camac y a Melissa Bradogue y a Flora Ferns y a Fauna FoxGoodman y a Grettna Greaney y a Penélope Inglesante, y a Roxane Rohan con Simpática Sohan y a Una Bina Laterza y a Trina La Mesme y a Filomena O'Farrell y a Irmak Elly y a Josephine Foyle y a Snakeshead Lily y a Fountainoy Laura y a Marie Xavier Agnes Daysy Francés de Sales Macleay? Les dio a cada una de las hijas de ultramadre una flor de luna y una mestruación; pero las uvas que maduraron antes de tiempo, a las que sólo pisaron el lagar. Siguió Izzy, su doncella, el amor brillaba allende de sus lágrimas como de Shem, su pluma, la vida pascó antes de tiempo. ¡Dios móo, hablas de un saco postal! Una doucena de trece con pequeños diezmos de zapatos. ¡Eso es lo que puede llamarse el cuento del tonel! ¡Y un mercado Hibernoniano! Todo eso y más, bajo una envoltura de crinolina, si te atreves a romper el sello de tocino salado. No maravilla que huyan de su plaga venenosa. ¡Lánzanos tu jabón, Hudson, por amor al Clan! El escaso gusto que deja el agua. T e lo devolveré, al rayar el alba. ¡Apiádense de mí! A y , y no olvides los relatos que te empresté. Tienes todos los remolinos al dado de tu orilla. Bien, ¿me avergonzaré si los tengo? Estars en el lugar angosto de la corriente. Y o , en el ancho. Sólo las despalidoras trompetas pasan a mi lado y los crujidos divinos cloquean de sus sotanas, con su pantano del año pesado, narciso para hacerlo recontar su feria de vanidades. He de leer sucias tiras de su biblia en chino, saborearé bien solo chicles con pepinillos en los títulos descupiertos en la portada. Sénior ga dito: Faciasi Orno! E Orno fu fó. ¡Jo! ¡Jo! Sénior ga dito: Faciasi Hidamo! Hidamo se ga faccessá. ¡Ja! ¡Ja! Y Die Windermere Dichter y Lefanu (de nombre Sheridan) La vieja caja junto al cementerio y Mili (J.) La mujer con El mulito junto al Floss. ¡Ja, un pantana para Altmuehler y una piedra para sus flosis. ¡Sé cómo mueve las ruedas en su carrera! Mis manos erstán azules de frío entre isker y suda como esa pieza de tela china de ahí. Oh, ¿dónde está? La vi juncio a las juncias. ¡Hoango, mi sudor, la he perdigo! ¡Aimijí! Con esa agua turbia, ¿quién puede ver? ¡Tan cerca y, sin embargo, tan lejos! ¡Pero, oh, continúa! Me encantran tus burlas. Podré oír de huevo mars y mars. Llueve bajo el río. Desaparece en tus ondas. Guersta es la vida para mí. Bien, ¿lo sabes o no lo sabes? N o te dije que cualquier historia tiene un Finn que es un él o un ella. ¡Mira, mira, cómo se adensan las sombras! Mis hojas señeras se enraizan. Y mi fría silla se enceniza. ¿Fieluhr? ¿Filú? ¿Qué edad es? Se asa tarde. Cuan lejos parece mi ojo o el cualcojo último en ver el relojo de Waterhouse. Oí que lo hicieron pedacitos. ¿Cuándo volverán a unirlos? ¡Oh, mi espalda, mi espaldra, mi escalda! Quisiera ir a Aix-les-Pies. ¡Pingpong! ¡Ahí está la Campaña para Sexoloitz! ¡Y Concepta de Ven-ora! ¡Pang! ¡Escurre la ropa! ¡Escurre el rocío! ¡Manten el aguacero, Godavari! ¡Y vierte tu gracia! ¡Aman! ¿Las extendemos ahora? Ay, lo haremos. ¡Flip! Extiéndelas en tu orilla, y extenderé la mía. ¡Flep! Es lo que hago. ¡La extiendo! Está enfriando. Se leva el viento. Pondré unas piedras en las sabanas de la hostal. Un hombre con su novia abrazados entre ellas. Además, solo las derramé y las doblé. Ataré aquí mi mandil de cortar carne. Está seboso aún. Pasarán los ladrones. Seis fustanes, diez pañuelos, nueve para el fuego y este para el frío, las doce servilletas del convento, una manta para bebes. Ella dijo: lo sabe la buena madre Yossip. ¿La cabeza de quién? ¿Orto qué? ¡A dios grasas! Di, ¿dónde fueron sus hijos? ¿En el reino que fue, en el poder por venir o en la gloria que será para siempre jamaica? ¡Alosvivos, alalluvia! Algunos aquí, más no más, de nuevo más en tierra entraña. Oí que la muchacha de los Shannon se desposó en privado en España. Y todos los Dunses de Dunnes en Viñalandia de Marklandia allende el Ozóano toma el número nueve de los sombreros de los yanksis. Y una de las bolitas de Biddy salsaltando hasta que dio vuelta con una caléndula y un cirio derretido en un lado extendido de la principal derivación de los manzanares del Bachellor's Walk. Pero todo se dejó para el último de los Meaghers en el cursio de los años prefijados entre los que hay una hebilla para la rodilla y dos cuernos en la fruente. ¿Has dicho ahora lo que oí? De veredas lo dije. ¡Orará por el Orbe y pobre Las Ánimas! ¡Ussa, Ulla, sumus sumbras! Pues qué, ¿no oíste un diluvio de veces y veces, responde al espondeo? ¡Lo hiciste, lo hiciste! ¡Lo necesité, lo necesité! Es ese acolchado que abrigó mis oullidos. Apaaciguó todo sonido. ¡Oronoko! ¿Cuáls tu problema? ¿Es aquel gran Finnlíder mismo en yokimono sobre su estatua montando el gran bridón antes de Hengist! ¡Padre de las guaguas, es él mismo! ¡Ahí! ¿Es aquél? ¿Sobre el Fallareen Common? Piensa en el Anfiteatro de Astley donde la policía te contuvo de hacer lápiz de azúcar para labios para el blanco baballo fantasma de los Peppers. ¡Limpia, mujer, las telarañas de tus ojos y extiende tu limpio lavado! Quiero conocer tu tipo de mugre. ¡Flap! La yerma Irlanda es la Irlanda estable. ¡El Señor te proteja, María, llena de grasas, el pesor está conmigo! Tus plegarias. ¡Me parce así! ¡Madammangó! ¿Estabas empinando el codo, dímelo, mejillas lustrosas, en la cantina de Conway en Carrigura? ¿Quién era yo, cocojeando? ¡Flop! Tu cólera es grecorumana, mas con tus hordas discordas. Nostuve de pie desde la húmeda aurora, martaririzada maría alaloca, con el pulso de Corrigan y mis venas variecosas, mi cuerda destrozada, Alice Ja- ne en su oscaso y mi ojituerto dos veces vaciado, mojando y blanqueando ollas lavandrajos, y sudando frío, una viuda como yo, para ataviar a mi hijo campeón de tenis, ¿el lavandero con la lavandiera en pantalones? Tomaste tu limpio limpopo de los híspidos húsares del duque Collares y Puñetes que huyó del pueblo y tu reparo dio el hedor a Carlow. ¡Veo de nuevo al sagrado Escamandro! ¡Junto a las áureas cataratas! ¡Isis aquí! ¡Forrmas de luz! ¡Ve las velas! ¡Subyuga tu ruido, hamilde creatura! Sólo es una crecida zarzamora o el asno griso de los cuatro avarientos. ¿Te refieres a Tarpey, a Lyons y a Gregory? Lo digo aura, gracias a todos, a los cuatro, y el rugido de ellos, que condruce ese descarriado en la neblina y el viejo Johnny MacDougal entrellos. Ése es el faro Poolberg, allende, lejos, lejos, o una lanchencedida costeando cerrca a Kishtna, o un resplandor que vi dentro de un seto, o mi Garry que vuelve de las Indias. ¡Espera, amor mío, hasta la miel de la luna! ¡Muere evra, pequeña evra, muere! Vemos el prodigio en tu ojo. Hasta pronto, partiremos de nuevo. El sitio que brusco si encuentras la hora. Mi mapa relumbra en lo alto donde zozobra la leche azul. ¡Perdóname pronto! ¡Voy! ¡Muucho? Y tú, hala tu reloj, nomeolvides. Vespérame. ¡Asegura el fin del viaje! Mis vistas nadan gruesas sobre mí por las sombras hasta aquí. Voo el hogar lentamente ahora por mí misma en camino hacia mivalle. Y yo misma al lado de minórete. ¡Ah, pero, de cualquier modo ella era la extraña vieja, Anna Livia trinkepié! Y seguro él era el extraño viejo también, Doloroso y Desaucio Dublín, padremadre de hijosdalgos e hijasdalgas. Hembras y hombros, somos de la misma pandilla. ¿No tuvo siete mujeres para sa- Saúl Villa, Retrato de James Joyce (detalle), 1985 marlo? Y cada una tenía siete muletas. Y cada muleta, siete colores. Y cada color, un grito distinto. Espuma para mí y sopa para ti y la cuenta del médico para Joe John. ¡Auntes! ¡Noantes! Desposó sus mercados, lo barato con lo sucio, lo sé, como un Etrusco Católico Herético, en sus rosados naranjados cremados azulados y sus turquesas índigos púrpuras. Pero en la miasamada, quién era la esposa? Entonces todo era hermoso. ¡El País-de-nunca-jamás! Tiempos mejores y feliz retorno. Paralelamente. Ordovico o vincordo. Anna fue, Livia es, Plurabelle será. La Thing de los nórdicos cerca a sudfolk, pero, ¿cuántos incestros para hacer cada una de nosotras? ¡Ponió en latín, mi preciucita erudita, de tu sánscristo a nuestro aramemeo! ¡Hircus Cwis Eblanensis! Él tenía una tetas de cabra, suave leche para huérfanos. ¡Oh, Soñor! Mellizos en su pecho. ¡Sálvanos, Soñor! ¡Ei! ¿ Q u é ¿Cuáles, todos los hombres? ¿Gua? Hijas sonririentes de. ¿Por quié? 9 No escucho con las ondas de. La cantarínas ondas de. Volantes murciélagos, ratones charlanchillan. ¡Ei! ¿No fuiste a tu casa? ¿Qué no viste a Tomasa? No escucho con los chillidos de los murciélagos, todas las liffeyantes ondas de. Ei, ¡sálvanos ruido! Mis pies no se mueven. Me siento tan vieja como aquel olmo. ¿Un cuento contado de Shaum o Shem? Todos los hijo-hijas de Anna Livia. Oscuros halcones nos oyen. ¡Noche! ¡Noche! Mi tonta tabeza tae. Me siento tan pesada como esa piedra. Cuéntame de John o Shaum. ¿Quiénes fueron Shem y Shaum, los vivientes hijo-hijas de? ¡Noche ya! ¡Dímelo, dímelo olmo! ¡Noche! ¡Noche! Cuéntamecuento de tronco o piedra. Al lado de las rientes ondas de, de las galopantes y lejanas ondas allende de. ¡Noche! • Tres canclones Ι Hace frίο en 1a vasta Υ desabrigada carnίcerίa de1 cie10, un sufrimiento ausente Υ desprotegido, e1 peso enorme de nubes Υ de rafagas, hecho jirones e1 paisaje aso1ado, hecho jirones, a campotraviesa. Por 10s desabrigados campos, e1 baile todo de sargazos Υ voces exc1uidas, ahogos Υ murmullos del ahogo. Εη e1 pantano negro Υ estancado que nο refleja nada, desierto Υ aterido como palido piso que nadie viera, que nadie recorriera paso a paso, en un des1iz sobre ese marmo1 negro, sin una voz, sin una condo1encia, pasa 1a 1una, inquieta. Como una incandescencia 1a 1una mira, como un encantamiento la 1una manda, como una inusitada cenicienta huye la 1una. Ronda e1 viento, ronda e1 hado. La noche fija sus atόnίtοs ojos azu1ados en tanto cie10 extenso. Alla, .tan 1ejos, 1a 1una vaga en brama, a 1a deriva. Α su merced 1as aguas Bibl io recα Υ 1a vida. de M exico lunáticas II A los lunáticos h a y que e n c e r r a r l o s s i e m p r e e n estos días, los c a n d a d o s que p e s e n y ni u n solo visillo p a r a la luz l u n a r [alucinante, a los lunáticos, que el c o r a z ó n les c o m e el a l m a e n estas n o c h e s , a u n q u e h a y a nubes, a u n q u e h a y a cielo bajo y e n t e r r a d o , e n c a p o t a d o e n sí, a los lunáticos h a y que v a c i a r l e s ojos y l e n g u a p a r a que n o se a h o g u e n y se hundan, para que n o se v a y a n c o m o u n a l á c t e a vía que fuera luz y huella, c o m o si la saliva les h u y e r a , c o m o si ellos e n ella fueran y e n e s a vista despavorida, a los lunáticos, ay, habría que a c o m p a ñ a r l o s de la m a n o p a r a que n o se p i e r d a n y se ofusquen, ay, a los lunáticos. III La l u n a v a t a n ella consigo m i s m a que no se a c u e r d a . La l u n a v a r e d o n d a , sería u n a s u e r t e que no se h u n d a . La l u n a se h a soltado, baila la l u n a sola e n el p r a d o . FABIENNE BRADU Antonieta en Nueva York octubre de 1929 Su encuentro con Federico García horca El Fondo de Cultura Económica publicará, en breve, la biografía de Antonieta Rivas Mercado que ha escrito Fabienne Bradu. El fragmento que publicamos tiene como antecedente la huida de Antonieta a Nueva York después de la muerte de Germán de Campo por los ortizrubistas, a menos de dos meses de las elecciones presidenciales de 1929. En N u e v a Y o r k José C l e m e n t e O r o z c o se ganaba una fama que su país l e había r e g a t e a d o . A n t o n i e t a lo había c o n o c i d o t i e m p o atrás, e n M é x i c o , p o r m e dio de M a n u e l . Fue el p r i m e r o a q u i e n buscó el mism o día d e su l l e g a d a y t a m b i é n el p r i m e r o de una larga lista de m e x i c a n o s r e s i d e n t e s e n los Estados U n i d o s c o n los que acabó peleándose, repugnada por v e r l o s h a c e r l o m i s m o q u e ella: buscar una carrera artística e n c o m p l e t o d e s i n t e r é s p o r l o q u e estaba s u c e d i e n d o e n M é x i c o . En sus cartas a R o d r í g u e z L o zano, Antonieta sentenciaba i m p l a c a b l e m e n t e a A l m a R e e d , q u e se d e s v i v í a p o r l l e v a r al é x i t o n e o y o r q u i n o a O r o z c o . Según A n t o n i e t a , el " m a n c o " y a sólo pintaba cuadros c o n d i m e n s i o n e s de departam e n t o para las e x p o s i c i o n e s q u e A l m a R e e d l e org a n i z a b a a diestra y siniestra. A n t o n i e t a d e c i d i ó ent o n c e s entrar al m u n d o de los art dealers e n n o m b r e d e la justicia artística ( e s decir, para p r o m o v e r a Rod r í g u e z L o z a n o y a sus p r o t e g i d o s ) y para demostrarle a los a m e r i c a n o s q u i é n e s eran l o s v e r d a d e r o s tal e n t o s de M é x i c o . M á s q u e contra O r o z c o , la n u e v a batalla iba dirigida contra A l m a R e e d que, según ella, "era una A n t o n i e t a q u e n o hubiera c o n o c i d o a Rod r í g u e z L o z a n o , toda b u e n a v o l u n t a d y desorientación." L u e g o de O r o z c o , su r e p u d i o c a y ó sobre José Juan T a b l a d a , a q u i e n A n t o n i e t a acusaba de estar "enferm í s i m o de la m a n í a de ser el d e c a n o de la cultura h i s p a n o a m e r i c a n a e n N u e v a Y o r k " . Esta o p i n i ó n la c o m p a r t í a c o n m u c h o s de los artistas m e x i c a n o s que estaban ahí o n o tardarían e n llegar, c o m o Rufino T a m a y o . D e s p u é s atacó a Jean Charlot, que se creía "el pintor m e x i c a n o por excelencia", y prácticamente a todos los representantes del g o b i e r n o m e x i c a n o que o r g a n i z a b a n c e n a s e n las q u e recitaban v e r s o s de A m a d o Ñ e r v o y se r e g o d e a b a n e n el folklor d e un M é x i c o de e x p o r t a c i ó n . L e bastaron unos días para r e ñ i r c o n todos ellos, lo q u e n o i m p i d i ó q u e aceptara la ayuda de A l m a R e e d para e n c o n t r a r un a l o j a m i e n t o m e j o r . Se instaló e n el piso d i e c i n u e v e de un rascacielos cerca d e H u d s o n . Era el edificio d e la A m e r i c a n W o m e n ' s A s sociation, construido gracias a la hija del tycoon Francis P. Morgan. Se trataba de una especie de hotel para distinguidas pensionadas q u e contaba con un teatro, s a l o n e s de r e u n i ó n , g i m n a s i o y t a n q u e de natación. A n t o n i e t a se disponía a v i v i r a una altura aceptable, e n un cuarto " e n v u e l t o e n un sudario de s i l e n c i o t r a n s p a r e n t e c o m o el aire. I n v i t a a trabajar, es p e queño y acogedor." A n t o n i e t a r e a n u d ó el trato con otros c o n o c i d o s de M é x i c o . A l c a n z ó a v e r a G i l b e r t o O w e n que, a los cuantos días, se m a r c h a r í a a D e t r o i t d o n d e l o m a n daba un n u e v o n o m b r a m i e n t o d i p l o m á t i c o . Casi n o había c a m b i a d o e n p o c o m á s d e un año. O w e n se m o s t r ó m á s q u e r e s e r v a d o sobre su a m o r p o r C l e m e n t i n a O t e r o a q u i e n escribía cartas desesperanzadas, l o q u e n o i m p i d i ó q u e le platicara a A n t o n i e ta de las muchachitas, muchachas y damas a q u i e n e s había conquistado desde su llegada a los Estados Uni- dos. A algunas de ellas ( c o n un n e o l o g i s m o q u e solía e m p l e a r e n las cartas a sus a m i g o s de Contemporáneos) p r e t e n d í a " r o d r i g u e z l o z a n e a r l a s " , es decir, sacarles d i n e r o para p r o y e c t o s d e revistas y publicaciones. El p i n t o r e s p a ñ o l García M a r o t o fue o t r o de los gratos r e e n c u e n t r o s . Había sido u n o de los admiradores más f e r v i e n t e s del T e a t r o de Ulises y ahora colaboraba e n Contemporáneos, la n u e v a revista del g r u p o . García M a r o t o puso a A n t o n i e t a en contacto con el pianista y crítico musical Francisco Agea, a m i g o de Carlos C h á v e z , y c o n el p i n t o r y fotógrafo m e x i c a n o Emilio A m e r o . Pronto, alrededor de la persona de A n t o n i e t a , se c o m e n z ó a f o r m a r un g r u p o del q u e A g e a y A m e r o eran los m á s constantes, j u n to a F e r n a n d o d e l o s Ríos, F e d e r i c o de O n í s y Dámaso Alonso, españoles residentes en N u e v a York. A estos hay que añadir la presencia decisiva para A n tonieta de F e d e r i c o García Lorca. fundía con una bizarra repugnancia. Era el ocaso del l l a m a d o " R e n a c i m i e n t o n e g r o " , durante el cual los b l a n c o s se habían dejado conquistar por los r i t m o s y la estética de la negritud. Para A n t o n i e t a , esa noche, el j a z z fue un delirio: las parejas f o r m a b a n un "grupo espeso que se m o v í a en un recipiente", el aire estaba saturado de h u m o y placer que parecían "una b o c a n a d a de savia directa, sin elaborar". A l l í e n t e n dió que, en el baile de los n e g r o s , en el sentido relig i o s o del r i t m o , "ser m a c h o q u e busca a su h e m b r a es un destino, no un placer ocasional". Antonieta e v o co el Salón M é x i c o , los d a n z o n e s , los " p e l a d o s " lúb r i c o s y e n g o m i n a d o s y a R o d r í g u e z L o z a n o , q u e le había d e s c u b i e r t o ese m u n d o . Esta nostálgica de un p l a c e r q u e nunca había t e n i d o y, en la s e m i o s c u r i dad escandalosa del club, incitada por la sensualidad a m b i e n t e , i m a g i n a b a el c u e r p o de M a n u e l y se perdía en la i n v e n c i ó n de caricias y cópulas absoluta- El m e s de octubre, su p r i m e r o e n la ciudad de N u e va Y o r k , fue m á s feliz de l o q u e A n t o n i e t a se hubiera i m a g i n a d o . Gracias a A g e a , a García M a r o t o y sob r e t o d o a E m i l i o A m e r o , q u e la escoltaba c o m o un caballero a su d a m a de c o r a z o n e s , A n t o n i e t a dio sus p r i m e r o s pasos p o r la e s t r u e n d o s a ciudad q u e trepidaba al ritmo del shimmy y se emborrachaba c o n cerv e z a falsificada a causa d e la p r o h i b i c i ó n . D e s c u b r i ó e n una m i s m a n o c h e la plasticidad fría y casi perfecta d e las m u j e r e s de los Ziegfeld Folhes y la pegajosa sensualidad de los cabarets n e g r o s de B r o a d w a y . Las p r i m e r a s l e p a r e c i e r o n " p r e c i o s a s m u ñ e c a s humanas" p e r o n o la c o n m o v i e r o n m a y o r cosa. En cambio, la fiesta orgiástica del j a z z , los c u e r p o s ondulantes de los n e g r o s , las v o c e s r o n c a s y p l a ñ i d e r a s d e las mujeres, la h u n d i e r o n e n un éxtasis q u e se le con- m e n t e ajenas a su habitual r o m a n t i c i s m o . Se sentía ávida de placer, sin la m e n o r sombra de culpabilidad. S i e m p r e a c o m p a ñ a d a de A g e a y de A m e r o , A n t o nieta v i o algunas m u e s t r a s del teatro n e o y o r q u i n o . En el P r i n c e t o w n Player's v i o Fiesta, una obra en boga y a c e r c a de la cual e s c r i b i ó una r e s e ñ a q u e h i z o llegar a X a v i e r Villaurrutia para su e v e n t u a l publicac i ó n e n Contemporáneos. C o m o nunca se publicó, se d e s c o n o c e la o p i n i ó n de A n t o n i e t a al respecto. T a m b i é n fue a c o n o c e r el G u i l d T h e a t e r , u n o de los m u c h o s teatros i n d e p e n d i e n t e s q u e surgían e n N u e v a Y o r k c o m o una alternativa a las g r a n d e s p r o d u c c i o n e s del teatro c o m e r c i a l . O b s e r v ó r á p i d a m e n t e q u e el T e a t r o de U l i s e s nada tenía q u e e n v i d i a r l e al teatro m a r g i n a l d e N u e v a Y o r k , l o cual l e p r o d u j o desilusión y orgullo. El e n e ".entro con García Lorca, a la semana de hab e r llegado, fue un oasis e n la aridez de los m e x i c a nos. Se lo presentó García M a r o t o y de i n m e d i a t o nació e n t r e ellos un a p r e c i o y un afecto basado, según A n t o n i e t a , en la fina y callada c o m u n i c a c i ó n de las almas. El retrato q u e hizo A n t o n i e t a para M a n u e l de su n u e v o a m i g o , denota habilidad para capturar e n unos cuantos trazos una p e r s o n a l i d a d tan extrañam e n t e c o m p u e s t a de s e n c i l l e z y de hondura: " U n e x t r a ñ o m u c h a c h o de andar pesado y suelto, c o m o si le pesaran las piernas de la rodilla abajo —de cara de niño, redonda, rosada, de ojos oscuros, de v o z grata. S e n c i l l o de trato, sin llaneza. H o n d o , se le siente v i v o , p r e o c u p a d o de las m i s m a s preocupac i o n e s nuestras. Es n i ñ o , p e r o un n i ñ o sin agilidad, el c u e r p o c o m o si se l e escapara, le pesa. Culto, de añeja cultura espiritual, estudioso, atormentado —sensible. T o d a una tarde en que perdimos a Maroto rumbo al c e n t r o e n el subway, a n d u v i m o s j u n t o s diciéndonos cosas, pocas, p e r o reales. Parecen las cosas que se d i c e n los q u e se r e c o n o c e n , las palabras rituales de una c o m u n i ó n profunda. De la gente que está aquí es el único q u e siento cerca de m í . Su última obra es 'Una oda al Sagrado Sacramento'. A t o r m e n t a d o de Dios —querría l e v a n t a r cosecha de i n q u i e t u d e s " . Más q u e intereses c o n c r e t o s c o m o el teatro, c o m partían una disposición mental, una manera de sentir el m u n d o y de q u e r e r r e v e l a r l a p o r el arte, q u e n o estaba e x e n t a del m i s t i c i s m o q u e A n t o n i e t a anhelaba. García Lorca maduraba e n esa é p o c a su teoría del "duende", e s p e c i e de d e m o n i o y de ángel con el q u e el c r e a d o r c o m b a t e para dar n a c i m i e n t o y m u e r t e a su creación. Había en su lenguaje una fuerte carga de religiosidad que, pagana y referida al arte, c o i n c i d í a c o n las m á s profundas c r e e n c i a s de A n t o nieta. El andaluz se aureolaba t a m b i é n de d o l o r y muerte, fatales compañías de todo creador, y que uno y otra v i v í a n en carne propia. Para A n t o n i e t a , el dolor y la m u e r t e eran p r e s e n c i a s m á s tangibles, manos susceptibles de trascenderse e n una obra artística. P e r o su lenguaje l e s hablaba a los dos, c o n i m á g e n e s que d i f í c i l m e n t e se articulan en palabras o e n teorías. García Lorca poseía, además, lo que para Antonieta era l o más preciado en un artista: una sensibilidad q u e era casi un estado n e r v i o s o y q u e distinguía a los v e r d a d e r o s c r e a d o r e s . D e s p u é s de un b r e v e t i e m p o de tratarlo, Antonieta escribe a Manuel: "Su presencia aquí m e ha salvado de tener consciencia constante de una d e s e s p e r a c i ó n q u e n o acabo de c o m p r e n d e r , de un n o q u e r e r estar, de un desear irme que m e c o m e viva." A n t o n i e t a disfrazaba su malestar en la d i v e r s i ó n . Se lograba sentir bien y recordaba los p r i m e r o s tiempos del "cacharro", es decir, los días felices. El peq u e ñ o grupo se reunía en el estudio de A m e r o a leer, a tocar el piano, retratarse, v e r p e l í c u l a s c o n un peq u e ñ o p r o y e c t o r y o r g a n i z a r las e x p e d i c i o n e s a los cabarets. " H e m o s charlado, discutido, i d o d e s p u é s a las revistas negras, m a r a v i l l o s a s revistas negras, d o n d e t o d o es pureza, la p u r e z a de los v e g e t a l e s , a los cabarets negros, i n c o m p r e n s i b l e s para m í sin m i i n i c i a c i ó n del M é x i c o y el I m p e r i o ; al c i n e , al teatro, a cenar, al restorán m e x i c a n o un día y al siguiente al italiano y l u e g o al español. Y m u c h a s n o c h e s nos dan las dos y las tres de la m a ñ a n a c u a n d o v o l v e m o s e n el subway y nos v a m o s d e s p i d i e n d o a la luz de la m a d r u g a d a . " García L o r c a era fascinante c u a n d o se sentaba al p i a n o . Hacía viajar a sus a m i g o s p o r toda España, cantándola. La risa l e ganaba al g r u p o cuando adoptaba los acentos y las poses de las d i f e r e n t e s r e g i o nes d e su país; su r e p e r t o r i o era, a d e m á s , inagotab l e . Leía a sus a m i g o s r e u n i d o s e n el estudio de A m e r o sus últimos p o e m a s , sus r o m a n c e s que l o habían h e c h o f a m o s o e n toda la l e n g u a española, y sus p i e z a s d e teatro: Los títeres de Cachiporra, El amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín, la Aleluya erótica. Hacia el final de la n o c h e , e v o c a b a a su familia, a A n d a l u c í a , a sus a m i g o s de la R e s i d e n c i a e n M a d r i d , sus e n c e n d i d a s discusiones c o n Dalí acerca del surrealismo. Hablaba de poesía y de teatro c o m o de la vida m i s m a . F e d e r i c o era, para A n t o n i e t a , un don, un m i l a g r o , una v e n t a n a al c i e l o azul q u e de c u a n d o e n c u a n d o se abría e n la grisura otoñal de Nueva York. A su v e z , A n t o n i e t a l e hablaba de su M é x i c o glorioso y h e r i d o . L e c o n t ó c o n toda clase de p o r m e n o res la e x p e r i e n c i a del T e a t r o de Ulises, d e los p o e tas q u e se habían v u e l t o actores p o r n e c e s i d a d , de las revistas de M é x i c o , su literatura y su música, sus fiestas y sus l e y e n d a s . L o m a r a v i l l ó c o n la historia de A b r a h a m Á n g e l , y F e d e r i c o insistía e n q u e se escribiera la b r e v e vida d e este á n g e l de las tinieblas. Se dejó ganar p o r el e n t u s i a s m o de A n t o n i e t a todas las v e c e s —y n o fueron pocas— e n q u e le habló del talento y de la p u r e z a de un p i n t o r l l a m a d o M a n u e l R o d r í g u e z L o z a n o . Y F e d e r i c o acabó p o r declararse su a m i g o y le m a n d ó un e j e m p l a r dedicado de su Romancero. F e d e r i c o , p o r su parte, escribe a su familia q u e se había h e c h o " a m i g o de una millonaria m e x i c a n a " q u e p e r t e n e c í a a la categoría dariana de los "raros". En b o c a del poeta andaluz, era una sorpresa y una alegría e n c o n t r a r s e c o n esos "raros" a m e ricanos, definitivamente más chispeantes y v i v o s que los dinosaurios andaluces. Entre los hispánicos de la U n i v e r s i d a d de C o l u m bia, d o n d e residía García Lorca, se decía q u e A n t o nieta se había e n a m o r a d o p e r d i d a m e n t e del poeta e s p a ñ o l y q u e había sufrido una terrible desilusión al e n t e r a r s e de su h o m o s e x u a l i d a d . Es p o c o probab l e q u e A n t o n i e t a , y a s u f i c i e n t e m e n t e alertada p o r su e x p e r i e n c i a con Rodríguez Lozano, no hubiera adv e r t i d o la naturaleza d e las i n c l i n a c i o n e s del poeta. Quizá, m á s allá de las e x c e p c i o n a l e s p e r s o n a l i d a d e s de sus a m i g o s h o m o s e x u a l e s , A n t o n i e t a se sentía cóm o d a e n su trato con h o m b r e s q u e n o representaban p e l i g r o para ella. A s í podía abandonarse, ser ella m i s m a , estar segura de q u e la apreciaban por su inteligencia, sin t e m e r q u e el interés p o r su c o n v e r s a ción escondiera i n t e n c i o n e s p u r a m e n t e sexuales. Su amistad con García Lorca fue b r e v e , sincera y corresp o n d i d a . Sinceridad q u e atestiguaría Salvador N o v o e n 1933, cuando García L o r c a l e p r e g u n t ó c o n "legítima furia" si era cierto q u e V a s c o n c e l o s había tenido la culpa del suicidio: " ¡ D í m e l o , d í m e l o —cuenta N o v o , p a r o d i a n d o el a c e n t o del poeta—: si e z azi y o le d i g o h o r r o r e a e z e v i e j o ! " BERNARDO RUIZ La casa de las grullas ihí termina la carretera, acaba el mundo. La selva y la montaña se funden en la niebla, como envueltas en la sustancia de los sueños. Cuetzalan emerge húmeda, blanca, entre los jirones de nube, como escapada de una fantasmagoría propia de la vigilia de los muertos. El mundo terminó hace un instante. El auto queda abandonado en el extremo de la plaza, semeja —dice Marcia— el monumento de una estirpe extinta millones de años atrás, en el sistema de una consumida estrella. Nos estremecen los pasos de los indios, sus miradas furtivas, la inexpresividad de los rostros adultos. Los tocados de las mujeres muestran su condición de etnia. Nahuas y zacapoaxtlas. Los resabios de un grandioso imperio. Aunque se llaman hoteles en su razón social, los cuartos de los albergues son de una sencillez cartuja. Lo indispensable. Marcia me mira con cara de esto no es la Costa Azul, sin saber qué actitud tomar. El cuarto es limpio y mira hacia la plaza, una plaza en declive, que termina Fotografíos de Cuetzalan de Pilar Goniáleí y Tetley. en una serie de plataformas escalonadas. La parroquia, una farmacia, una baranda de piedra y la bruma. El vestíbulo del hotel es alto, adornado con máscaras de madera polícroma, escudos para danzas rituales, y toda jardinera y espacio está protegido por lo que parece ser el dios lar del sitio: garzas negras de fibra vegetal, de pico y patas de madera rojas, con una infinita variante de proporciones, como la escenografía de una pesadilla surrealista. Mas el conjunto no choca ni desagrada. Cosas peores se ven en el Galeón o en el Teatro del Bosque. Y como en una puesta en escena, el local es sala de televisión (sólo se recibe el dos), comedor, bar, cafetería y sala de descanso. "Una fantástica economía de espacio", le comento a Marcia. Y ella me sonríe. Nos sentamos a una mesa con mantel de plástico, y una intimidada niña de unos siete años nos pregunta qué deseamos comer. "Caviar, salmón y champaña", pido. En un español silabeado, como si estuviera traduciendo difícilmente y de memoria una canción bantú del siglo doce, en suave tono, sin mirarme, la niña afirma que hay arroz, mole, bisteces, frijoles y mangos. Marcia, extasiada, le acaricia el cabello negro y le pregunta cómo se llama. "Kabah", dice la niña y Marcia le pide un poco de cada platillo, agua mineral y limón para ella y una cerveza para mí. Ya que Kabah se ha ido, Marcia me dice que me quiere, y que la niña es bellísima. Seguramente en connivencia con el presidente municipal y la liga de la decencia, la dueña del hotel, que debe tener los sesenta y cinco años que ahora tendría mi padre, se acerca a nosotros para ver si nos atienden bien y averiguar nuestros generales y particulares. Mientras, intercala comentarios de su viudez y de su cariño a Cuetzalan y cómo ha ido coleccionando sus garzas, que vende para ayudar a los artesanos indígenas, junto con cestas y máscaras —y el hotel, si se deja, pienso para mis adentros. Con toda paciencia, le explico a esta colega de los Balsa y de las Ro- bles que soy historiador, que admiro a Plutarco, y que mis investigaciones respecto a la comunión de vida inimitable, modus vivendi instaurado por uno de los más gloriosos milites del apogeo del imperio, Antonio, así, sin apellido, me han traído hasta Cuetzalan junto con Marcia East, letrada de noble origen, que, como la emperatriz de Egipto que fascinó con su belleza e inteligencia al romano, posee la gracia y el atractivo necesarios para conmover los más inexpugnables bastiones y doblegar por igual a macedonios, sirios, medos, partos, trogloditas, hebreos, árabes y etíopes, para no mencionar a propios, tracios y patricios. La hotelera, que me parece una mente el sol, la lluvia y el viento gobernaban la ciudad. Hombres y dioses habían partido siglos atrás. Ellas charlan mientras me pierdo entre edificaciones y lodazales. El barro está resbaloso. Invado marcas de los arqueólogos y adivino su afán de encontrar restos humanos. Violamos tumbas para recuperar nuestra perdida alma. Mas a doscientos kilómetros del mar, el agua y los caracoles de las inscripciones preservan la revelación. De regreso a Cuetzalan, Kabah duerme, Marcia calla. Aunque me duele un poco la cabeza, conduzco. Me concentro adivinando cada hondanada que atascaría el auto. Juego con la idea de que el silencio de Marcia y el sueño de la niña son el ne anuncia una de Pedro Infante, Marcia me pide regresar donde las garzas. — Hace unos años mataron a unos estudiantes al pie de la Malinche. Era un pueblo como éste. Con párroco, altavoces y fanatismo. Vi la película, todos los de Canoa, como Fuenteovejuna, lincharon a aquellos muchachos. Kabah nos despierta y nos promete el desayuno para cuando lleguemos a la mesa. Más tarde, nos lleva a un salto de agua a través de una brecha empedrada, dificilísima, donde una construcción entrevista en un recodo me sorprende. Pero Marcia quiere aprovechar el sol y el agua antes de la hora de la niebla. Llegamos hasta una cañada donde tras veinte buena mujer, alcanza con rapidez el aburrimiento que deseaba provocarle al principio del arroz. Para la primera papa frita de los bisteces, nos ha abandonado. Suspiramos tranquilos en nuestra reconquistada soledad y saboreo la comida en tanto Marcia evoca anécdotas de su viaje europeo. Aquí no fluye el tiempo con la rapidez con que sucede en otros sitios. Miro el reloj y son apenas las cuatro de la tarde, con una luminosidad imprecisa que bien pudiera definir el mediodía. Le pregunto a Kabah si sabe de las excavaciones y pirámides que están cerca de aquí. Se ofrece de guía y partimos tras el café. La brecha es lenta, lodosa, la vegetación exuberante. El centro ceremonial se ve abandonado. En días nadie ha hollado su silencio. Recorremos cada pirámide y hurgo en cada túmulo, me complazco pensando la actividad de este sitio hace seiscientos, setecientos años. Me gusta la coloración de las piedras, su secreta comunicación con Tajín, con los olmecas, reconozco el rasgo que identifica algún dios. Son bajas las pirámides porque tienen además la estatura de las montañas. Les comento a Kabah y a Marcia que una impresión semejante deben haber producido las pirámides de Teotihuacan en los conquistadores. Cuando ellos llegaron, única- producto de años de matrimonio. Y me doy cuenta de que hay una nostalgia de lo no vivido tanto o más atroz que la del pasado. Llegamos al anochecer, a la hora de la más densa bruma. Kabah se despide de Marcia, promete llevarla a nadar mañana. A mi me enseñará la iglesia de las ollitas. Caminamos hasta la farmacia, pido un analgésico; Marcia, unos tampax. El vendedor se escandaliza, llama a su mujer para que nos atienda. Cosas de mujeres. Espero afuera, en la plaza. A través de altavoces inmensos el cura proclama la hora de la próxima misa. Marcia viene furiosa con un paquete de algodón y un rosario de imprecaciones. Para callarla, entro en la iglesia; mujeres embozadas visten de Dolorosa una imagen de la Virgen y cantan el falsete con una tristeza que me enferma. En un ataúd de cristal y plata, un Cristo muerto espera la resurrección. resbalones y un sendero abrupto hay una señora que vende cervezas que saben mejor que las de cualquier anuncio, con un fondo natural más bello que el de muchos anuncios. Marcia se olvida de sus días, de mí, de Kabah, del mundo y no puedo evitar la tentación del lugar común y estremecerme ante su belleza e imagino que así imaginó el griego a las ninfas y náyades y que, como yo, casi lloraba de emoción y de tristeza por comprender que esos instantes sólo nos deslumhran y consuelan el resto de nuestras vidas, mas no son eternos. — Éste fue un convento que no se acabó de construir nunca —miente Kabah, con lentitud—. Los hombres que deseaban vivirlo eran perversos, y quiso Dios que nadie habitara esta montaña, porque había huellas del mal en cada una de las piedras, y que se quedara así el lugar para recuerdo de que los malvados mueren por serpiente o los destroza la barranca. Recorro lo que debió ser el proyecto de una hacienda cafetalera y textil. Una construcción bien pensada, fuerte que, en cualquier descuido del presidente municipal, un gobernador ambicioso convertirá en centro turístico para desarticular la vida de Cuetzalan y poner fin a la leyenda de las garzas. El camino al Calvario debió ser un ascenso tan Afuera es de noche. Le cuento a Marcia acerca de la complicidad de Cleopatra y Antonio, que disfrazados, en la oscuridad, se divertían adentrándose en los barrios y en las tabernas, escandalizaban y vivían como los más despreocupados y libertinos habitantes del imperio ptolomeico. Pero el pueblo no es Atenas ni Tebas, mucho menos Cartago o Babilonia. Fantasmal, discreto, un ci- indefinida luz del alba. Bajan entonces a la tierra: se deslizan por las pendientes del sol, se entremezclan con las gentes en los sitios públicos, en los mercados, en las hileras que aguardan su autobús en las esquinas, en los parques. A veces los he visto vender lágrimas de las mujeres de la luna, y estafar a los ambiciosos con los desechos del cielo. Se burlan de la humanidad y, sonrientes, regresan a reposar en las máscaras o en esos antiguos habitáculos, para contar sus aventuras. difícil como el camino a la iglesia de las ollitas, el cementerio de Cuetzalan, con la diferencia de la llovizna, las lajas resbalosas y la soledad de la calle durante la siesta vespertina. Agustín Yáñez se hubiera sentido en una orgía de tristeza arrebatadora en la blancura de estas calles de mujeres enlutadas. Pero Kabah afirma que éste es un pueblo donde también hay alegría. Asegura que de los otros poblados vienen cuando se festeja el café, y que rivalizan frente a la plaza diversos voladores de Papantla. Se goza durante los días de mercado, cuando las mujeres lucen sus más coloridos rebozos, según su etnia, condición y casta, y también los días cuando piden a una muchacha, y cuando hay bautizo o matrimonio; y cuando haga ella su primera comunión habrá fiesta, y podrá usar zapatos y los demás domingos también y Marcia le dice que si quiere que ella sea su madrina y Kabah dice que sí, que de libro y rosario, porque ya tiene madrina de vestido, y va a estrenarlo el día de su primera comunión. La avenida desde el portal hasta la iglesia la bordean las tumbas. Las hierbas son casi tan altas como Marcia y cubren casi totalmente algunos sepulcros. Hay muchas lápidas que hablan de niños muertos. Las capillas familiares compiten en tamaño y ostentación. Los apellidos se repiten, se cruzan, mantienen sus incestos seculares tras la muerte. Éste es Cuetzalan, aquí permanecen los dueños de la tierra, y aguardan a los que transitan por las calles prestadas, por las iglesias y mercados que hablan de efímeras glorias o por los hoteles que tienen puerta de salida. Éste no. Aquí gqbieman los Pedros Páramo y los mayores Sabines. Todos aquí, en medio de sus flores, parasitan el sueño de los vivos. Kabah reza. La torre de la iglesia de las ollitas, piramidal, funesta, tiene bordeada cada arista por cientos de jarros vueltos hacia la tierra. Las vidas pasadas son ollas vacías. — Éste es un viaje de placer—, le digo a Marcia. Ella me toma de la mano y seguidos por Kabah regresamos al hotel. Es hora de la cena. Marcia se ha bañado y trae húmedo el cabello. Se apena conmigo de la admiración de los rostros de los dos campesinos que observan a un muchacho que escribe en una hoja blanca. Lo interrumpen para preguntarle si no le importa que lo miren, porque — explican— se ve muy bonito que alguien pueda dibujar letras tan rápido y tan parejitas. Y le sonríen amigables. Él les invita una cerveza. La escena es hermosa, pero no deja de poseer un halo íntimo de tragedia. — Me hace falta la ciudad. La ciudad matiza los extremos. Fuera de ella, luces y sombras contrastan sin matices intermedios. — No puedes cambiar nada. — Lo tengo claro desde la mañana que mataron en El Hotel a Masiosare. — Patricio, eso tampoco tiene remedio. Pasó hace mucho. — Esas cosas no terminan de pasar nunca. Siempre las recuerdo. No hay más diferencia entre el pensamiento científico y el pensamiento de lo sagrado. Científicamente se actúa y vive de manera lineal; en el mundo sagrado, los ciclos y la eternidad están conjugados. Es la diferencia que hay entre el periódico y las revistas informativas con los libros de la revelación en las religiones, con sus mitos y sus ritos. En mi pensamiento, conservo los ritos de mi historia. — Eres tu propio mito. — ¡Claro! — Estás loco, loco, Robles—, me dice y me besa. — No, mujer, soy un chamán de los más efectivos que conoces. Ten paciencia y te explico la verdad de las cosas, aprovechando que estamos en el centro del universo. Y le expongo que quizá en este nudo, ónfalo del cosmos, como en el mito de Brandan, los actos son reflejo de la gesta que origina el mundo. Símbolo del primigenio paraíso, las garzas —trama de la hierba— nos contemplan múltiples, mientras los rostros de los demás dioses —débiles y poderoros— conjuran murmurantes tras las máscaras. Cantan por las noches, Marcia, y de jirones de nube fabrican sus vestimentas en la En días de tedio se embriagan, provocan pendencias entre los hombres, beben su sangre y desaparecen, sonrientes, maliciosos, en silencio. Secuestran a veces ángeles, extorsionan fantasmas, cuenta Burton, y en los atardeceres melancólicos venden figurillas del pasado y predicciones a quienes confían en la suerte. Si una hija de los hombres los seduce, buscan conquistarla, poseerla, arrebatárnosla: disfrázanse de gigantes y sitian las ciudades, pervierten el destino y a las furias para asegurar su triunfo. Y son ellos quienes rumoran acerca de demonios y de pestes para atemorizar al débil. Y observa: la rigidez de sus rostros, la madera, los colores deslumbrantes no impiden la percepción: tras semejantes rictus, sus gestos son más sublimes y terribles de contemplar que los de cualquier humano. Algo heredamos de su misericordia: si intentas develar el rostro, no encontrarás nada más del estremecimiento en los íntimos recodos de tu espíritu, donde sientes palpitar la vibración del eco de su carcajada: burla, advertencia, amenaza. Los infiernos y los altos cielos son nada más para la visión de los sueños. Y esa noche, tras la visita a la iglesia, perdido en el amor de Marcia, en el cansancio y el deseo, encontraba en sus lunares, en la secreta posición sobre su piel de cada una de sus tenues pecas, en la más leve huella de una cicatriz, o en los trigales de su vello y sus cabellos, la configuración verdadera de los caminos del cielo, la posición de estrellas y de constelaciones jamás vistas por mirada de hombre; la creación de quasares, novas y galaxias que únicamente se formaban para mi testimonio en inaccesibles espacios cósmicos. Y tuve su sabiduría secreta, ardiente, verdadera. Y como la voz complaciente de Minerva, entre el canto de los grillos y las cigarras, ululaba en la alta noche la lechuza, mientras a unos pasos conversaban los más antiguos dioses. F r a g m e n t o de la n o v e l a Los caminos del hotel que será publicada p r ó x i m a m e n t e por la editorial Joaquín Mortiz. LEONARDO SCIASCIA • En memorla Ει repentino Υ largo invierno se e xtenιia en el siroco de mayo: helada clara fabula que al concluir te trae la muerte -asi como las amapolas ahora se encienden en una f10racίόη de sangre . Υ las primeras rosas estan cerca de tus manos exangίies, las rosas que han brotado en este val1e de olivos Υ de azufre, a un 1ado de la muerta via del tren, jun to a las aguas amarillas Υ fangosas que 10s griegos llamaron de oro. Para nosotros de οτο fue tu vida, la nuestra que nos queda -mientras las g010ndrinas cruzan la noche con sus vue10s, mi triste noche que es la tuya. Υ L ο s muertos Los muertos van, en el carro negro incrustado de οτο fιinebre, al ritmo lento de 10s caballos: Υ la banda a menudo toca para ellos. Α su paso, 1as mujeres corren a cerrar 1as ventanas, se cierran 1as tiendas: sό10 un resquicio para observar el d010r de 10s parientes, 1a cantidad de 10s que forman e1 cortejo, la categoria de1 carro, las coronas. Asi se van 10s muertos en mi tierra; cerradas las ventanas Υ las puertas, como implorandoles que sigan, que 01viden a 1as mujeres atribu1adas, al vendedor que pesa Υ roba, a1 ηίfιo que juega Υ odia, 10s ojos vivos que pu1u1an detras de 1a sίmu1acίόη de 10s postigos que se cierran. de La Sicilia } ίΖ suo cuore Τraduccίόn de Fabio Μοrάbίto Bibl io teca de N:i ιixico S3 CARMEN LEÑERO Máscara de tres cabezas * lguna vez se creyó que los ojos emitían rayos de luz que al chocar con los objetos hacían posible la visión. No me parece extraño. Al mirar sentimos que algún tipo de energía sale de nosotros. Aunque para ver baste con abrir los ojos, asociamos la vista —más que el empleo de los otros sentidos— a un movimiento de la voluntad. La mayoría de los sonidos, olores, sabores, y muchas de las percepciones ligadas al tacto, como la de la temperatura, parecen llegar hasta nosotros sin que hayamos tenido que hacer ningún esfuerzo: creemos ser receptores pasivos de las sensaciones. Por el contrario, mirar nos lanza fuera de nuestra esfera corporal y nos involucra estrechamente con el entorno. La más insignificante de las pasiones es suficiente para convertir nuestra mirada en Acto (declaración, reto, súplica, anuncio, petición, pregunta), del que nos sentimos responsables aunque sea en secreto. En efecto, muchas veces resulta más comprometedor observar las cosas que extender la mano y tocarlas. Es por eso quizá que el acto de ver acentúa nuestra ilusión de ser sujetos originadores de la percepción. ¿Qué queda a la vista cuando levantamos los párpados? Lo más vulnerable del cuerpo exterior: dos esférulas húmedas con sus orificios y sus delicadísimas membranas, que a la luz despliegan un poder misterioso de atracción sobre el espacio circundante. Y pareciera que sí, los ojos abiertos "emiten" una fuerza que llama la atención e inquieta a otros seres, como un grito silencioso o una señal de alerta. No tan en vano, me parece, esconde la cabeza el avestruz. Abrir los ojos y mirar significa también "darse a ver", ofrecerse como espectáculo, y por eso es esencialmente un acto reflexivo. Cuando Narciso se inclina sobre el ojo del estanque, dice Bachelard, no es sólo Narciso quien se mira reflejado, sino el paisaje entero que "se" contempla sorprendido por sus ojos. Lo que ha quedado a la vista, además de ese paisaje en forma • Sobre E N R I Q U E I V de Pirandello ( e n la t r a d u c c i ó n de E d i c i o n e s G u e r n i ka, M é x i c o , 1 9 8 6 ) . de cono —ángulo tridimensional de nuestra visión, según explica Ruggero Pierantoni en El ojo y la ideaes un par de globos diminutos y gelatinosos, como dos animalillos, cuya cara anterior oscila de continuo, apuntando aquí o allá, presa de incesantes vibraciones. No se puede mirar a los ojos sin ser visto —a menos, claro, que la luz describiera de pronto trayectorias fantásticas. La mirada ajena descubre en principio nuestra intención de ver, y dado que esta intención, salvo en casos extraños de contemplación desinteresada, viene cargando siempre algún deseo, algún propósito, descubre también la carencia correspondiente, esa forma que adopta nuestra necesidad, ansiedad y estrategia. Nuestra mirada exhibe la ausencia del objeto que deseamos, la finalidad aún no cumplida a la que se orienta nuestra pasión, eso que nos falta, modalidad difícilmente camuflajeable de la intimidad. Y es ella, la intimidad que revela nuestra intención, la parte también más vulnerable, por expuesta, de nuestro espíritu. La ilusión de ser los sujetos primordiales de la visión hace que esta intimidad se confunda con una imagen más o menos vaga de lo que llamamos identidad. "Los ojos son las ventanas del alma", se dice. Y sin embargo no parece haber tras la mirada un alma única, un ser siempre idéntico a sí mismo, más allá de los estereotipos y variaciones de la personalidad. Esto resulta muy claro, por contraste, cuando miramos a los ojos de un débil mental, un paranoico o un esquizofrénico. ¿Quién se encuentra tras esos ojos? Los "filtros" de la personalidad se han enturbiado o desvanecido y sin ellos nuestra visión se abisma. Los ojos del ser que nos enfrenta se niegan a actuar directamente como espejo, y parecen más bien un pozo al fondo del cual está el ser agazapado, translúcido, como un fantasma desprovisto de atributos. Si el lector ha tenido oportunidad de mirar en los ojos de un loco se habrá hecho tal vez las mismas preguntas: ¿qué es este hombre?, ¿quién me mira?, ¿qué mira en mí? Confundimos la expresión de esos ojos con la mirada absorta de un insecto, la mirada intraspasable de un dios o la ceguera pétrea de una estatua que hubiera inesperadamente "despertado". Dice Enrique IV: "¿Verdad que sentís que ésta vuestra inquietud puede convertirse e n t e r r o r c o m o a n t e a l g o q u e os p u d i e r a q u i t a r la t i e r r a b a j o l o s p i e s , o el a i r e q u e r e s p i r á i s ? Sí, fat a l m e n t e . P o r q u e ¿ s a b é i s q u é sign i f i c a h a l l a r s e a n t e u n l o c o ? Significa hallarse a n t e u n o q u e sacud e d e s d e sus f u n d a m e n t o s todo cuanto habéis construido en vosotros, en d e r r e d o r d e v o s o t r o s " ( I I , P- 4 7 ) . Es difícil mirar a los ojos de un demente y conservar la ecuanimidad; difícil contemplarlos sin sentirse inquietantemente descubierto, pero ¿por quién? Ciertos insectos —como la araña— y ciertos reptiles —como la lagartija o la boa— atrapan a sus víctimas sometiéndolas a la fascinación de su mirada. Una vez hipnotizadas, quietas, saltan sobre ellas y las engullen. ¿De dónde proviene su poder hipnótico? Quizá de la esfericidad desnuda de sus ojos, de esa irritante redondez, ilimitada aunque finita; pero sobre todo, de una característica más difícil de nombrar pues se trata de una ausencia: lo aún no constituido en el ser del reptil o del insecto, carencia que lo emparenta con lo elemental de la roca, con el reino de lo estático y atemporal —¿será la falta de memoria, de autoconciencia? La huella de "lo que no es todavía" (o de "lo que ya no es", en el caso de la estatua) forma en el iris eso que atrae, un vacío que busca colmarse, misterioso sentido de su "hambre". Como si en verdad fueran dos animalitos amenazados, nuestros ojos rehuyen el encuentro frontal con una mirada igualmente voraz y "carente", por desposeída; es decir, de una mirada que por una u otra razón hubiera extraviado los revestimientos que ocultan la desnudez peligrosa del ser. Rehuyen mirar de frente el extravío, por no quedar cautivos, suspensos. Es difícil contemplar a los ojos de un desquiciado, pero también de cualquier otro ser que se halle en trance de despo- Altorrelieve pora la Puerta del Infierno, Augusto Rodin. sesión a fin de ser "ocupado" por alguna potencia sobrenatural, como sucede al médium, al místico, al poseso. Negarse a ver sería nuestra única defensa, ya que mirar nos coloca en la misma vulnerable situación de quien ataca. La peligrosidad más o menos resentida del acto de mirar se debe también a otra circunstancia: ver exige estar presente, hallarse frente al objeto que se observa, aunque sea sólo una imagen reproducida. Ver es estar ahí, presenciar. Quizá por eso nuestra cultura privilegia, entre las formas de contacto físico con el entorno, la vista. Ella nos coloca en un estado de máxima intimidad con el mundo que conocemos. Ni el tacto, ni el oído, ni el olfato, ni el gusto, ni la imaginación pueden proporcionar, salvo muy peculiares excepciones, una sensación tan abrumadora. Del mismo modo, no es igual conocer de oídas — o de leídas— que mirar con propios ojos. Es ésta precisamente la fuerza y la debilidad del teatro frente a la literatura. Orwell cuenta cómo un corresponsal belga que había cubierto toda la información sobre la segunda gran guerra sin haber tenido que presenciar, curiosamente, ni una sola batalla, cayó por primera vez en la desesperación, durante un paseo, al ver el cadáver de un soldado alemán tirado de espaldas sobre un puente semidestruido. Hasta ese momento la guerra había sido para él algo inmaterial, una realidad imaginada, físicamente ajena. La intensidad con que la visión se impone a nuestra conciencia es tal, que con frecuencia nos "separa" de nuestro mundo interior. T o da percepción visual parece ser capaz de "deslumhrarnos" al punto de anular nuestras visiones más íntimas, nuestras secretas certidumbres. Y este deslumbramiento se apodera de nosotros hasta que aparece alguien que desde afuera nos descubre: un espectador de nuestra mirada absorta. El tercer ojo de los Lamas es quizá ese ojo extranjero, fuera del terreno de la mismisidad corporal y anímica. El que clava en el vórtice del cono la frontalidad de otra mirada. Ya no se trata sólo de mí, que me miro hacer, sino de al- guien más que me percibe de un modo que desconozco. Y es que este tercer ojo, el Ajeno, no es directamente especular, no refleja nuestra faz inmediata —la de nuestra personalidad— sino que la ignora, atravesándonos. No sería el de la reflexión sino el de la refracción, pues al mirarnos desvía la luz que nos deslumhra. Es el ojo traslúcido y ciego que se la traga, dejando a la vista nuestra más impenetrable desnudez, nuestra desposesión de atributos. Y con esa especie de reflejo opaco nos fascina. Este tercer ojo, mirada de un espectador de cuerpo presente, traspasa el ámbito de la mimesis y con su sola presencia instaura la teatralidad —superación de lo icónico, según Ubersfeld. Cuando Pirandello lleva a escena los temas que ha desarrollado ya en su narrativa (la identidad rota, la subjetividad irreconciliable con el mundo, la imposible comunicación entre los hombres) introduce un nuevo jugador en el conflicto: el público, que al presenciarlos problematiza estos temas de nueva cuenta. El lector de sus novelas, situado en otro lugar y en el futuro, podrá evadirse, ver sólo las huellas gráficas de una evocación, aunque sus ojos recorran muchas veces las líneas que describen al personaje dividido, que reproducen las palabras del delirio, que aluden a la mirada del demente o de un muerto que resucita. En cambio, el espectador presencia el fulgor del extravío en los ojos del loco, oye los parlamentos del delirio, siente en el espacio los cuerpos en que se desdobla el protagonista. El lector se entera e imagina; el espectador v e y escucha, pero además, es visto. ¿A quién ve y escucha?, y ¿qué ve y escucha en lo que ve? En principio ve al actor, observa su actuación y escucha los parlamentos. Esto que ve y escucha ocurre en realidad pero es mero fingimiento de "otra cosa"; el espectador lo sabe y niega el sentido literal de lo que presencia (piensa por ejemplo: "ese hombre no está loco"). Luego responde a su manera: con ruidos y movimientos sobre su butaca, suspiros, atención, aplausos, reacciones químicas —en efecto perceptibles para el actor. Las cosas se complican porque el espectador no sólo mira al actor y a su actuación, sino a un personaje que en realidad no se está dirigiendo a él, sino sólo a los otros personajes. En este sentido, es simple testigo de lo que hacen y dicen ellos en el universo cerrado e "intocable" —corporalmente impenetrable— de la ficción. Aunque las acciones y los diálogos sean ficticios, el espectador sabe que no son "reales" en la medida en que puede identificarlos con su experiencia vital (y pensar: "ese loco podría ser un hombre real"). La identificación —consciente o no — con el loco ( " . . . un hombre tan real como yo mismo"), con su antagonista o con algún personaje del drama, ocurre en el secreto de su corazón: ni los otros espectadores, ni los actores son testigos de tal encuentro. Pese al secreto, se da durante la representación un fenómeno de intimidad compartida: lo que ocurre sobre el escenario —mentira por ser mimesis, pero verdad por ocurrir en el espacio y tiempo concretos— es percibido como ficción e interiorizado como verdadero en complicidad con los demás espectadores, y los actores se convierten en testigos indeseables de este invisible acuerdo. Relación silenciosa que va de espectador a espectador, y que se teje no sólo ante los ojos pretendidamente ciegos del actor, sino ante los ojos efectivamente ciegos del personaje. Ciegos, digo, porque esa mirada se despliega desde el ámbito de la ficción, ya que el personaje está, de [acto, ausente del lugar y del momento en que se encuentra el espectador. Observemos ahora: en el vórtice del cono que forman las miradas de los espectadores sobre la escena, están los ojos de un muerto: Enrique IV de Alemania. ¿Es este complicado juego de la teatralidad, basado en el viejo motivo del espejo y en el igualmente viejo ardid de la locura lo que contempla el público de Pirandello? Sufrimos la tentación de responder, junto con los sociólogos del teatro, que lo que Pirandello "da a ver" al espectador es el espectáculo de sí mismo, en tanto que el individuo moderno dividido, aislado de sus semejantes —los otros espectadores, los otros actores— allá en lo profundo de su confusa conciencia. Pero creo que no es sólo eso. Tampoco bastaría con decir que Pirandello quiere exhibir el inquietante rostro de la locura —que tuvo cotidianamente ante sus ojos durante años—, o complacerse con otra ingeniosa composición del tipo "teatro dentro de! teatro" — corno eñ Seis personajes. . . Ni filosofía recitada, ni literatura ilustrada hace Pirande11o. ¿Qué es entonces lo que pone ante nuestros ojos? En este punto me atengo a lo que dice Enrique IV cerca del final del acto segundo, como si se tratara de una clave: A y d e v o s o t r o s si o s s u m e r g i e r a i s c o m o y o para c o n s i d e r a r esta cosa h o r r i b l e q u e quece: que de verdad enlo- si e s t á i s j u n t o a al- g u i e n y lo miráis a los ojos —com o y o m i r é un día c i e r t o s o j o s podéis consideraros mendigos te u n a p u e r t a p o r la q u e an- nunca p o d r é i s entrar: el q u e entra nunc a s e r á u n o m i s m o c o n su propio m u n d o a d e n t r o , tal c o m o l o v e y lo toca; s i n o otro, e n su mundo impenetrable. . . ("Larga pausa, continúan las acotaciones de Pirandello. En la sala, las sombras comienzan a hacerse densas acreciendo la sensación de extravío y de profunda consternación [. . . ] El gran enmascarado se ha quedado absorto contemplando una espantable miseria que no es solamente suya, sino de todos. . . " ) . Si acaso durante esa pausa Enrique IV te mira ahí sentado en tu butaca, ¿quién te mira?, y ¿qué es lo que mira en ti? Tú podrías responder por eliminación: No me mira el verdadero e histórico Enrique IV, sencillamente porque está muerto. No me mira el marqués demente, porque el marqués vive encerrado en una villa solitaria de la Umbría. N o me mira el personaje teatral que inventó Pirandello — un loco que imita su locura—, porque ese personaje es de palabras y pertenece al mundo hermético de la ficción. No me mira el actor, porque supuestamente está actuando y debe fingir que ignora mi presencia. No me mira ese hombre de todos los días, contemporáneo mío que se dedica a ser actor, porque en estos momentos se encuentra ocupado en ser otro, se ha desposeído de su personalidad habitual para encarnar el espíritu de un muerto y no puede, por tanto, mirarme "a título personal". ¿Quién es entonces quien contempla "esa espantable miseria que no es solamente suya, sino de todos" y a la vez cruza su mirada extraviada con la suya, atenta y fija en él? En el teatro, área de excepción, donde sí es posible mirar a los ojos sin ser visto —en apariencia—, resulta que una mirada desde el escenario se ha topado contigo, ¿qué ha sucedido en ese instante hipotético? Mientras decides, y en el tiempo que dura la pausa indicada por Pirandello, contaré una historia de máscaras: Movido por su arrogancia, Perseo ofreció a Polidectes, rey de Sérifos, entregarle la cabeza de Medusa, una de las tres Gorgonas. Estos monstruos alados se encargaban de vigilar los límites entre el mundo de los vivos, el de los muertos y el de los inmortales; cruza de lo bestial y lo humano —como la esfinge — , de lo pétreo y lo divino, poseían cabellos y brazos de serpientes, cara enmascarada, boca abierta en una mueca aterradora, los carrillos inflamados, el cuello protegido por escamas de dragón, y colmillos de jabalí. Emitían ruidos inquietantes, como un crujir de mandíbulas, relinchos, bufidos demoníacos. Y sus ojos tenían el poder de convertir en piedra a quien las mirara. En una ocasión Atenea, que había inventado la flauta para imitar esos sonidos sobrecogedores, descubrió en el reflejo del agua la deformación de su rostro mientras tocaba — tan semejante en ese momento al de la Gorgona— y encolerizada arrojó lejos el humillante instrumento. La flauta, rival del dulce y civilizado canto de Apolo, provocadora del trance, el delirio y la posesión durante los ritos dionisíacos, quedó desde entonces asociada con Gorgo, y Gorgo a su vez con la locura. | Palos Atenea, Gustov Kliml. Las Ninfa brindaron a Perseo los avíos para derrotar a Medusa: unas sandalias voladoras para transitar entre el cielo, la tierra y el infierno, y el gorro de invisibilidad —el llamado casco de Hades—, que no era sino la máscara de un muerto. A estos talismanes se sumó el espejo que le dio Atenea —quizá su escudo—, gracias al cual Perseo logró ver a Medusa en el reflejo y decapitarla sin cruzarse con su mirada petrificadora. Del cuello sangrante de Medusa surgió Pegaso, quien por ser portador del rayo y el trueno, transitaba entre la zona ctónica y el éter como mensajero del reino sobrenatural que Gorgo vigilaba. Como él, Perseo viajó sobre sus sandalias aladas, con la cabeza del monstruo bajo su brazo. La cabeza conservó sus propiedades y Perseo, antes de dársela a Atenea —que la pegó en su escudo—, la usó para convertir a sus enemigos en estatuas. "Ver a la Gorgona, explica Vernant (La muerte en los ojos), es mirarla a los ojos y con ese cruce de miradas dejar de ser uno mismo, un ser vivo, para volverse como ella, potencia de muerte [ . . . ] significa perder la vista, transformarse en piedra ciega y opaca". Por efecto de la misma fascinación que ejercen ciertos reptiles sobre la presa, la máscara de Gorgo, si acaso nos topásemos con ella, nos absorbería la mirada, nos traspasaría —como la mirada de un loco—, devolviéndonos una imagen primaria de nuestro ser, una imagen revertida. La mirada sin fondo de lo sobrenatural que posee el monstruo nos "daría a ver" nuestro propio rostro de piedra, hueco, desposeído de emociones y cualidades, rostro de un desconocido: el muerto que seremos. Es imposible mirar de frente el rostro del enigma sin caer presa de la fascinación. Para vencer la mirada de Gorgo harían falta los talismanes de Perseo, al menos simbólicamente. Ya sea porque usa el casco de invisibilidad, ya porque porta la cabeza degollada de Medusa, el héroe se identifica con su antiguo nombre etrusco: Phersu, que significaba: "hombre enmascarado", "portador de la máscara", y que da origen a la palabra latina persona: rol teatral, personaje. Bien podría ser Enrique I V una reencarnación de Perseo en la escena moderna. La Locura es máscara cuya mirada lo fascina y petrifica, convirtiéndolo en Forma fija opuesta a la Vida —según la propia concepción de Pirandello sobre el arte. Recordemos que es la imagen de Enrique IV a caballo, fija en un grabado, la que inspira primero aquella farsa carnavalesca que nos relatarán los personajes, y después, la tragedia que sobre el escenario reviven. En el principio de la fabulación está pues la figura del Gran enmascarado como jinete, y ello re- cuerda también a Gorgo, enmascarada y equina. Pirandello emplea la locura no sólo como tema sino como metáfora del teatro, dice Bernard Dort en su artículo "Genet y Pirandello". Pero a la vez, el juego de miradas que instaura la teatralidad podría ser una metáfora de los procesos de la locura: desposesión, desdoblamiento, aislamiento en un mundo cerrado subjetivo, saltos de puntos de vista, ritualismo, etc. El demente tiende a ignorar las relaciones causales entre los hechos, o la relación de un fenómeno con su significación y contexto. T o do acto se vuelve autónomo, absoluto, sin un afuera, un detrás o un antes que lo explique. Dada esta unicidad hermética, el más mínimo gesto se convierte en enigma. La conciencia pretende entonces desgajar esa impenetrabilidad esférica, sin artistas ni agarraderas, romper o desdoblar toda voz, objeto o imagen, y poner los elementos desgajados a dialogar. El diálogo no es necesariamente verbal, ni se realiza a través de acciones contrapuestas; es un encuentro de miradas, un duelo. Cada elemento del desdoblamiento es un núcleo de conciencia, un ojo que mira otros ojos, y en ellos se reconoce y desconoce. El drama de Enrique IV se cumple en este encuentro. Y entonces, actos y palabras constituyen un rito sin finalidad aparente: gratuidad de lo teatral. El sentido del rito permanece encerrado, en una villa solitaria de la Umbría, hasta que se presenta una mirada ajena y rompe el cerco. En el teatro interior de la conciencia, el personaje de Pirandello — sujeto y objeto del enigma— se ha visto obligado a desdoblarse, ha adoptado la máscara de la locura y tras ella ha vertido su propia imagen de espectador. Pensémoslo así. . . El actor: un marqués de principios de siglo. El personaje: Enrique IV. El espectador: un loco. Resulta curioso que la Locura sea no sólo la máscara del actor sino sobre todo la del espectador. No hay simple desdoblamiento del individuo en tres caras "personas", ni simple reversión de roles (un actor-espectador, un espectador-personaje, un personaje-actor, etc.), sino inversión de funciones por obra de la locura: un actor que finge actuar de loco, un loco que finge ser actor. Su personaje, adoptando el disfraz de un muerto, se da a ver el espectáculo del desvarío. Y espectador de sí mismo descubrirá al final que su demencia — supuestamente ficticia— es definitiva e involuntaria, y en esa medida, real. Para que esto suceda ha sido necesaria la llegada de visitantes ajenos a la villa. El loco es sorpendido por la aparición de otro espectador de su locura, un espectador distinto de su ser desdoblado. Son ellos, sus amigos y enemigos, que conocen la vida del marqués pero también la historia de Enrique IV, los que "hacen" verdaderamente la escena teatral y abren la redondez invulnerable de su mundo subjetivo, de su autónoma ficción. Y aunque esa ficción se hubiera apropiado ya del tiempo y el espacio reales de la villa (con su mobiliario antiguo y sus sirvientes disfrazados durante años), no es sino hasta que llegan los intrusos cuando el drama de la subjetividad trasciende al ámbito craneal del Rey y alcanza las proporciones de un escenario. Voces e imágenes de la mente del loco se materializan y modifican ahora ante un público espectador. El teatro no es la mera puesta en marcha de un relato sino la metamorfosis continua de sus signos frente a una mirada extraña. La difracción del personaje no ha ocurrido sólo en el espacio —varios cuerpos, varias imágenes de Enrique IV— sino en el tiempo: vemos en escena al hombre viejo y al hombre joven, al hombre antiguo y al hombre moderno, al vivo y al muerto; todos bajo el signo de la misma Máscara indefinible. Esa indefinición es el secreto de la permanente transfiguración de sustancias en la obra. La imagen del personaje transita del estado etéreo del espectro al estado material de la estatua, del pétreo al carnal, del mortal al postrero, del real al ficticio. Y circula como Pegaso y como Perseo alado, entre la zona de lo visible y lo invisible. Tres instancias son las que recorre como ser: la imagen inasible, en el retrato; la máscara, en el cuerpo vivo; la del muerto, en la estatua ausente. Las leyes de la locura reinan en el mundo que ha inventado primero Enrique IV, y luego Pirandello, con su tiempo y espacio autónomos, aunque dolorosamente encajados en lo real. Las fases en que actúan estas leyes son también tres: el desdoblamiento, por el nombre; la reversión, por el relato —como el reflejo en el agua— y la inversión, por la mirada ajena —como un espejo falso. El afán recursivo de Pirandello parece ecuación vana hasta que entramos en la misma razón y comprendemos: el torbellino de desdo- La sangre de Medusa, Fernand Khnopff. blamientos, reversiones e inversiones que crea la locura hace el efecto de un cono cuyo vórtice es un gran ojo. Un ojo de tres caras (la del actor, la del personaje y la del espectador) enmascaradas, como las tres cabezas de las Gorgonas. En la locura, dice Foucault, se pierde la personalidad y queda el ser. Ese ser desnudo, sin rasgos fijos de carácter, presenta un rostro impersonal cuya frontalidad sobrecoge. No podemos afrontar la visión del ser desnudo sin sentir un terror pánico y convertirnos metafóricamente en estatuas de sal. Para mirar el enigma del ser, que es su propia desnudez inafrontable, es preciso el subterfugio del espejo, principio de lo teatral: "videmus nunc per speculum in aemginate", escribe San Pablo.* * ( I . Corintios, I I I , 12) citado por Borges (Obras completas, E m c c c , Buenos A i r e s , p. 720). El escenario íntimo de la locura, incomunicable para Pirandello, ha sido sin embargo trasladado al teatro: se han puesto en marcha los procesos de disgregación de la persona. Pero sobre todo, lo que Pirandello ha reelaborado es la magia de la Mediación. El loco, el médium, se sitúa justo en la línea que divide el mundo de lo mortal y de lo sobrenatural. Se identifica alternadamente con el actor que cree ser, con la máscara que presenta o con el espectador a quien re-presenta. Se encuentra en el titubeo entre ver y no ver, ver y no ser visto. En este guiño funciona la Mediación. Y es ese instante preciso del titubeo cuando Perseo logra cortar la cabeza de Gorgo. El filo de su hoz puede compararse con el de la espada que usa Enrique IV para desenmascarar en sí mismo a la máscara pura (alternativa entre ser el asesino o el muerto). Su ser de ficción, su personaje ha sido petrificado en ese instante, y no podrá nunca abandonarlo. La espiral de ambivalencias en la obra intenta engullirnos. Al fondo, el ojo fascinador suspende las posibles conclusiones: "El teatro es a fin de cuentas un diálogo con los muertos". "El teatro es la instancia mediadora con lo desconocido". "El ser de carne y hueso que actúa sobre el escenario es el instrumento de la mediación". "El loco absoluto es el actor que se vacía para ser poseído por la alteridad absoluta". El teatro de Pirandello y su transcurrir delirante transfigura la sustancia de sus signos, y como esos signos son hombres de carne y hueso, transfigura al hombre (única respuesta al enigma triádico de la Esfinge). Como Mediación —entre el hombre y su ser desconocido— la representación teatral es el espejo que permite ver a los ojos a Gorgo sin morir, es la máscara en el escudo de tal conocimiento. Volvamos a preguntar ahora sobre aquello que mira el personaje durante la larga pausa en que enfrenta "una espantable miseria que no es solamente suya. . .". Enrique IV no ve nada al cruzarse de improviso con nuestra mirada absorta. Y, sin que podamos detectar ningún cambio de luz sobre el foro, balbucea: "Se ha puesto oscuro. . . esto" (II, 4 7 ) . Edipo es ciego, porque ha sido espectador. Perseo es invisible porque ha sido actor. Enrique es la máscara mediadora, de tres rostros, como Gorgo. Máscara de tres cabezas, pregunta de la Esfinge: "la locura de ojos ardientes", como la llamaría Eurípides en el Heracles. ¿Quién nos mira desde el escenario? Enrique IV, el vidente. Un tercer ojo convertido en el más cruel espectador de nuestra mirada ingenua. LEONARDO SCIASCÍA ñrandello. Cervantes. Unamuno blicado en el periódico La Nación de Buenos Aires, en 1924; por nuestra parte, lo hemos leído en el apéndice de la segunda edición de Hacia Cervantes (Madrid, Taurus, 1960).** Es un descubrimento elemental: y justamente, Castro se extraña, dada la universal difusión del Quijote, que haya pasado inadvertido a los numerosísimos críticos de Pirandello. Esto no quiere decir —según Castro— que Pirandello haya imitado conscientemente a Cervantes: "luego que una forma de arte es lanzada genialmenhablar de Seis personajes te por su inventor, el medio se en busca de un autor y mencio- impregna de su virtud, y donnar que la obra retoma y desa- de menos se esperaría, surge rrolla un motivo atisbado ya en el reflejo eficaz del tema o del el relato La tragedia de un per- procedimiento. La literatura sonaje (más que atisbado diría moderna debe a Cervantes el yo), Tilgher* añade a modo de arte de establecer interferennota: "Un motivo análogo se cias entre lo real y lo quimériencuentra en el capítulo XXXI co, entre la representación de de la novela Niebla de Miguel 10 sólo posible y la de lo tangide Unamuno, anterior por mu- ble. Se halla en él por primera cho a Seis personajes, aunque vez el personaje que habla de posterior al relato La tragedia él como tal personaje, que rede un personaje." clama por sí existencia a la vez En realidad, el interés por real y literaria, y exhibe el deestablecer prioridades cronoló- recho a no ser tratado de cualgicas cae fuera de todo propó- quier manera. Y ése es el punsito: no solamente porque, to central de Seis personajes, cuando escribió Niebla, Una- del que todo lo restante es memuno desconocía el relato de ra consecuencia. Pirandello, mientras que Pi"Desde el final del capítulo randello no conocía la novela 11 de la Segunda Parte —conde Unamuno cuando escribió tinúa Castro—, los personajes Seis personajes; no solamente capitales del Quijote comienporque sabemos efectivamen- zan a mostrar ante nosotros su te cómo ciertas correspondencias y analogías son producto " E l título del ensayo es "Cerdel tiempo, más que de la co- vantes y Pirandello", pp. 477-485. municación efectiva; sino tam- ( T . ) bién porque —lo sabemos ahora gracias a un ensayo de AméPirandello nunca tuvo la m e rico Castro— Cervantes puede nor sospecha de esto; y en su enreclamarse como predecesor s a y o sobre El humorismo (Lanciano, Carabba, 1908, 2a. ed., aumende ambos. tada, Florencia, Battistelli, 1920; El ensayo de Castro fue pu- actualmente en Saggi, poesie, scritti Leonardo Sciascía recalcó en múltiples ocasiones la importancia que la obra de Luigi Pirandello tenía para la suya propia. En palabras de Mario Fusco, "sin duda, es su ensayo Pirandello e la Sicilia, de 1961, el testimonio más profundo de esta incansable confrontación". De este libro, desconocido para el público de lengua castellana, hemos extraído un breve capítulo hispanista. 1 1 • A d r i a n o T i l g h e r (1887-1941), f a m o s o crítico del teatro pirandelliano. ( T . ) vari, Milán, M o n d a d o r i , 1960), la interpretación q u e hace del Quijote demuestra lo poco que había penetrado en su espíritu doble personalidad de seres reales, que viven y andan de acá para allá, y de figuras literarias, a la merced de la 'segunda' existencia que a un escritor plugo concederles. 'Anoche, dice Sancho, llegó el hijo de Bartolomé Carrasco, que viene de estudiar de Salamanca, hecho bachiller, y yéndole yo a dar la bienvenida, me dijo que andaba ya en libros la historia de vuesa merced, con nombre de El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, y dice que mientan a mí en ella con mi mesmo nombre de Sancho Panza, y a la señora Dulcinea del Toboso, con otras cosas que pasamos nosotros a solas, que me hice cruces de espanto cómo las pudo saber el historiador que las escribió Henos pues con el teatro metido dentro del teatro, de manera tan sutil, que deja en el lector la inquietud de no saber hasta dónde llega uno y otro plano." El capítulo tercero de la segunda parte del Quijote se abre con la inquietud del protagonista: "Pensativo además quedó don Quijote, esperando al bachiller Carrasco, de quien esperaba oír las nuevas de sí mismo puestas en libro, como había dicho Sancho, y no se podría persuadir a que tal historia hubiese, pues aun no estaba enjuta en la cuchilla de una espada la sangre de los enemigos que había muerto, y ya querían que anduviesen en estampas sus altas caballerías. Con todo eso, imaginó que algún sabio, o ya amigo o enemigo, por arte de encantamiento las habría dado a la estampa, si amigo, para engrandecerlas y levantarlas sobre las más señaladas de caballero andante; si enemigo, para aniquilarlas y ponerlas debajo de las más viles que de algún vil escudero se hubiesen escrito, puesto do — respondió él—, si aún no está acabada mi vida?" Y para demostrar que el personaje pertenece a su imaginación, y que nadie más podría continuar la historia, Cervantes se desmiente a sí mismo: declara que aquel viaje de don Quijote a Zaragoza no ocurrió; tampoco las hazañas acaecidas en ese sitio. Una vez formulado el desmentido, hace a don Quijote encontrarse con un personaje del libro de Avellaneda, don Alvaro Tarfe, quien admite no haber conocido iamás, hasta ese momento, a don Quijote y a Sancho, y declara frente a un juez que el don Quijote aquí presente "no era aquél que andaba impreso en una historia intitulada: Segunda parte de don Quijote de la Mancha, compuesta por un tal Avellaneda, natural de Tordesillas". (decía entre sí) que nunca hazañas de escuderos se escribieron; y cuando fuese verdad que la tal historia hubiese, siendo de caballero andante, por fuerza había de ser grandílocua, alta, insigne, magnífica y verdadera. Con esto se consoló algún tanto; pero desconsolóle pensar que su autor era moro, según aquel nombre de Cide, y de los moros no se podía esperar verdad alguna porque todos son embelecadores, falsarios y quimeristas. Temíase no hubiese tratado sus amores con alguna indecencia, que redundase en menoscabo y perjuicio de la honestidad de su señora Dulcinea del Toboso; deseaba que hubiese declarado su fidelidad y el decoro que siempre la había, menospreciando reinas, emperatrices y doncellas de todas calidades, teniendo a raya los ímpetus de los naturales movimientos; y así, envuelto y revuelto en estas y otras muchas imaginaciones, le hallaron Sancho y Carrasco, a quien don Quijote recibió con mucha cortesía." Al conocer las noticias que le da el bachiller Carrasco acerca del libro que Cide Hamete (es decir, sobre la primera parte del Quijote de Cervantes), las inquietudes de don Quijote se aquietan. "Pero la desespera- ción de nuestros amigos [es decir de don Quijote y de Sancho] —dice Castro— es casi tan grande como la de los Seis personajes al verse metidos en el escenario del licenciado Alfonso Fernández de Avellaneda, que tuvo la sandia audacia de fraguar un complemento de las vidas suyas, impenetrables para un ingenio que no fuese el de Cervantes." Al término de la primera parte del Quijote, Cervantes decía: "Pero el autor desta historia, puesto que con curiosidad y diligencia ha buscado los hechos que don Quijote hizo en su tercera salida, no ha podido hallar noticia de ellos, a lo menos, por escrituras auténticas; sólo la fama ha guardado, en las memorias de la Mancha, que don Quijote la tercera vez que salió de su casa fue a Zaragoza, donde se halló en unas famosas justas que en aquella ciudad hicieron, y allí pasaron cosas dignas de su valor y buen entendimiento. . ." La vida de don Quijote no había terminado aún, ni sus hazañas: Cervantes proveía incluso algunos datos sobre los lugares y los hechos notables de don Quijote en el curso de su tercera salida, abandonándolo casi como a un personaje en busca de autor. Pero una vez que el li- cenciado Avellaneda quiso hacerse autor de las nuevas andanzas de don Quijote, Cervantes escribió la segunda parte. Pero no es por la sola satisfacción de infligir un desmentido a Avellaneda, como podría creerse a primera vista, que Cervantes confiere a don Quijote la doble naturaleza y la conciencia de personaje real y personaje literario: Cervantes sabía muy bien que el verdadero desmentido residía en la calidad de la imaginación y del estilo. Esta técnica está ya implícita —anota Castro con justeza— en la concepción misma del Quijote y en la invención de Cide Hamete Benengeli como autor del relato. Así encontramos, en el capítulo XXII de la primera parte, la entrevista con Ginés de Pasamonte, personaje que es a la vez real y literario: "Sepa que soy Ginés de Pasamonte, cuya vida está escrita por estos pulgares. — Dice verdad —dijo el comisario—: que él mismo ha escrito su historia. . . —Y ¿cómo se intitula el libro? —preguntó don Quijote. —La vida de Ginés de Pasamonte —respondió el mismo. —Y ¿está acabado? —preguntó don Quijote. —¿Cómo puede estar acaba- Hemos resumido el ensayo de Américo Castro, añadiendo algunas consideraciones de nuestra cosecha. Y deseamos agregar, brevemente unas cuantas más: para que ese "Cervantes y Pirandello", esa lejana y fortuita relación establecida por Castro se haga menos lejana y fortuita, la haremos pasar a través de Unamuno. Podríamos decir que lo que fue imaginación en Cervantes, se hizo problema en Pirandello, por las mismas razones que transformaron la inda de don Quijote en un problema para Unamuno. Don Quijote no experimenta dramáticamente el hecho de que un escritor de nombre Cide Hamete Benengeli haya producido el primer relato de sus hazañas; el personaje sale durante un lapso de tiempo del espejo de su imaginación para controlar su propia realidad; y después vuelve a entrar a aquélla tranquilamente. Es sólo eso. Pero para nosotros, esto quiere decir algo más: ese lapso en el que don Quijote sale del espejo de la imaginación de Cervantes (incluso si su salida es un juego de la imaginación en la imaginación), es para nosotros el tiempo del drama. El personaje entra en el juego dramático de refracciones, de perspectivas, de fugas: su existencia es interpretada e historizada, se convierte en problema. El encuentro efectivo de Pirandello con Cervantes se lleva a cabo en el terreno de Unamuno: ahí donde don Quijote cambia la realidad en ilusión y la ilusión en realidad, y él mismo es figura de la realidad y de la ilusión a un tiempo, figura de la agonía. Traducción de Jaime Moreno Villarreal La compra de libros El inglés Agustine Birrell (1850-1933) fue biógrafo de Charlotte Bronté y de William Hazlitt. El ensayo que presentamos fue tomado de su libro Obiter Dicta (1884). E l más distinguido entre los ingleses vivos —grande como es en tantos sentidos, también es, acaso y sobre todo, un hombre de letras mucho más que cualquier otra cosa— ha sido lamentablemente ignorado cuando afirma que, en su ciudad natal, hay hoy menos librerías de las que podían hallarse hace sesenta años, cuando era niño. Incluso hoy, aquel lugar, "con todo descaro", alardea el hecho de ser una ciudad deslibrada. Mr. Gladstone se refería, por supuesto, a las librerías de viejo o libertas de segunda mano. Ni él ni ninguna persona sensible puede emocionarse realmente con los libros nuevos. Cada vez que se publica un libro nuevo es hora de leer uno viejo, fue el consejo de algún severo crítico. Glorificar el término "viejo" o "de segunda mano" es uno de los logros de las letras, al contrario de otros oficios que consideran sus enseres de segunda mano como "sucios y absolutamente inútiles". Es obvio por qué todos los mejores libros son, necesariamente, de segunda mano. Los escritores actuales no tienen razón de hacer mohines. Dejémoslos que "esperen un rato". Si sus libros valen algo, también algún día serán de segunda mano. Si no valen nada, hay aún entre nosotros antiguos negocios que necesitan papel para operar: las panaderías y los fabricantes de cajas de cartón. Ahora bien, ¿hay motivo para la queja de que ya nadie compra libros, queriendo decir libros viejos? El viejo Mark Pattison, que tenía 16 000 volúmenes, y cuya más ligera palabra tenía, por tanto, su peso, comentó que alguna vez le habían informado, y él lo creyó, que varias personas de su propia Universidad de Oxford, a pesar de recibir ingresos anuales desgravados de no menos de £ 500, creían estar haciendo lo correcto al gastar sola- mente £ 50 en librerías. Aunque no estamos obligados a creer tal cosa, a menos que así lo queramos. Había un toque de morosidad en el último Rector de Lincoln que lo impelía a ver a los hombres, y particularmente a los de Oxford, con una visión abrumada. Sin duda, pueden fácilmente encontrarse argumentos a pnon para sustentar la afirmación de que la compra de libros está en declive. Confieso conocer uno o dos hombres, no de Oxford sino de Cambridge (y la pasión de Cambridge por la literatura es consabida) que, con la excusa de tener mucho trabajo, o porque iban a un funeral, pasaron de largo la librería de algún pueblo extraño sin detenerse "ni siquiera para ver si aquel amigo tenía algo". Pero, lastimosos como suelen ser estos asuntos, cualquier inferencia que nos sintiéramos impelidos a obtener se disiparía rápidamente con sólo comparar las listas de precios. Comparad el catálogo de un librero de viejo en 1882 con uno de este año, y el pesimismo se deslava con las lágrimas que irreprimiblemente fluyen al ver qué bonnes fortunes se han dejado ir. Un joven comprador de libros bien podría darse una vuelta por Primrose Hill y deplorar su juventud tras comparar los catálogos viejos con los nuevos. "Nada sino competencia al estilo americano", refunfuñan algunos veteranos. ¡Y bien!, ¿por qué no? Esta nueva batalla por los libros es una lucha libre, no privada, y las tierras de Colón "se han unido". Lo que se busca no son los precios bajos. El comprador de libros de 1900 estará contento de poder comprar a los precios actuales. A mí me deleita pensar, sin embargo, que no le será posible. Los buenos encuentros son cada vez más escasos. Es cierto que hace apenas unas semanas me topé (tal es la feliz frase, en verdad apta para describir lo que fue, de hecho, un "percance callejero") un ejemplar de la edición original de Endymwn (el poema de Keats — O subscnber to Mudie's —, no la novela de Lord Beaconsfield) por el cómodo precio de media corona —pero ese fue uno de mis días afortunados. El enorme incremento de los catálogos de libreros y su amplia circulación en el mercado ha producido una odiosa uniformidad de precios. Id a donde queráis y siempre es el mismo, aburrido precio. Tiempos hubo en que podía recorrerse el país con esperanzas de un buen botín. Distritos hubo en que los dramáticos isabelinos estaban apenas custodiados. Una incursión en el "alegre país del Norte" nos devolvía a casa animados 1 c o n p a q u e t e s d e l i b r o s lastra- e n estos casos son los catálo- Estar o r g u l l o s o d e d o s m i l v o - v i d u a l i d a d , su h i s t o r i a p r o p i a . dos, a d e m á s , c o n viejos panfle- g o s m i s m o s . A l m e n o s , se l e s l ú m e n e s sería absurdo. Podría S e r e c u e r d a d ó n d e fue tos i n t e r e s a n t e s y curiosos; y, c o n s i g u e gratis y no p u e d e ne- igualmente orgulloso r i d o y c u á n t o se p a g ó p o r él. al m i s m o t i e m p o , el O e s t e d e garse q u e constituyen una her- d e t e n e r d o s a b r i g o s . Es d e s - F á c i l m e n t e se c r e e r á l o p r i m e - Inglaterra m o s a lectura. L o s altos p r e c i o s pués de los dos mil ro, p e r o n o lo s e g u n d o . m e n t e en dar con el v a l o r de c u e n t a n sus p r o p i o s cuentos, e m p i e z a n las dificultades; p e - El h o m b r e q u e t i e n e u n a bi- unas cuantas novelas. Recuer- y n o s i n d u c e n a la c o n v i c c i ó n ro, hasta los d i e z m i l v o l ú m e - blioteca propia puede verse a do sí m i s m o c o n o b j e t i v i d a d y jus- fallaba frecuente- estarse cuando adqui- de que nunca c o m o hoy hubo n e s , l o m e n o s q u e se d i g a so- c o m p l e t o d e las p r i m e r a s e d i - tantas b r e la p r o p i a b i b l i o t e c a , m e j o r . t i f i c a r la c r e e n c i a e n su p r o p i a c i o n e s d e las B r o n t é , e n T o r - crecimiento. S ó l o entonces existencia. N i n g ú n otro hom- haber adquirido un lote q u a y , p o r casi n a d a . librerías privadas en L a s b i b l i o t e c a s n o se h a c e n : se p u e d e c o m e n - zar a hablar. bre podrá haber h e c h o preci- pa- crecen. Los p r i m e r o s dos mil Sin d u d a e s a g r a d a b l e p o d e r s a m e n t e esa c o m b i n a c i ó n . D e s a d o . El l i b r e r o d e la l o c a l i d a d v o l ú m e n e s n o r e p r e s e n t a n di- dejar una biblioteca. Q u i e n es- h a b e r sido distinto, e n lo más e s , d e h e c h o , m á s d a d o a la ficultad, to escribe no p u e d e presumir m í n i m o , su b i b l i o t e c a , tal c o - e x a g e r a c i ó n d e sus e j e m p l a r e s m e n t e p o c o . P o n g a m o s £ 400 haber recibido ese legado, pe- m o es, j a m á s hubiera existido. P e r o a q u e l l o s días han y cuestan asombrosa- — p o r l o s c u e n t o s s o b r e las su- y c i n c o a ñ o s y u n h o m b r e or- ro aquí y por esto dicho acep- Por tanto, c o n seguridad, m i e n - b a s t a s e n L o n d r e s , y l o s catá- dinario sin ta la t a r e a , p o r p o l v o r i e n t a q u e tras e n la b r u m a o b s e r v a l o s l o - logos que recibe por correo — q u e a la i d e a d e s e p a r a r s e d e su c a r g a , c o m o l o h a r í a u n lib r e r o c a m p i r a n o : "sólo para l i m p i a r m i s e s t a n t e s , u s t e d sab e , y h a c e r m e u n p o c o d e espacio". La única c o m p e n s a c i ó n p r i s a ni p r e s i ó n s o b r e sus g u s tos, d e u n n ú m e r o tal d e l i b r o s , t o d o s e n su l e n g u a ; d e a h í e n adelante tendrá, por lo m e n o s , un l u g a r e n el m u n d o d o n d e ser feliz. P e r o el o r g u l l o todavía n o está en posible j u e g o . resulte, b u e n o h e r e d a r una biblioteca, es aún m e j o r c o n f o r m a r l a . Cada v o l u m e n , sin i m p o r t a r c u a n l i g e r a m e n t e b r i n q u e n de estante a estante los ojos de un e x t r a ñ o , t i e n e su p r o p i a i n d i - m o s d e sus a m a d o s , p o d r á d e cir: " s o n m í o s c o m o y o s o y suyo". puede rodearse, de heredarla. Y si e s M a s la t r i s t e z a c o n su e t e r na nota hallará m o d o de entrar i n c l u s o p o r el ojo de la cerrad u r a d e la b i b l i o t e c a . P u e d e ser, al p a s a r a l g u n a c e r c a n a pág i n a d e S h a k e s p e a r e , c o n su " i n f i n i t a v a r i e d a d " , su " m e n t e multitudinaria" que surgieran n u e v o s p e n s a m i e n t o s ; y, m i e n tras se d i v a g a e n e l l o , c a e r e n L y c i d a s , el b u e n a m i g o , y p r o m e t e r s e u n o m i s m o el p l a c e r d e c o n s u l t a r su o p i n i ó n la p r ó x i m a v e z q u e , j u n t o al f u e g o , mutuamente nos "ayudemos a pasar un día p e s a d o " . O p u e d e ser, a c a s o , a l g u n a e x t r a ñ a y tierna fantasía q u e s e d u c e nuestra s o l i t a r i a a t e n c i ó n , a l g o e n Sir P h i l i p S y d n e y o e n H e n r y Vaughan, y entonces nos volv e m o s a buscar a Phyllis, siemp r e la m e j o r i n t é r p r e t e d e l a m o r h u m a n o o d i v i n o . Y , ¡oh, t r i s t e z a ! la p á g i n a i m p r e s a se e n s o m b r e c e bajo un ojo m e m b r a n o s o al r e c o r d a r , d e p r o n to, q u e L y c i d a s e s t á m u e r t o — "la m u e r t e a n t e c e d e a su o r i g e n " — y q u e la p á l i d a m e j i l l a d e P h y l l i s n u n c a m á s se r e i l u m i n a r á c o n la p u r a l u z d e su e n t u s i a s m o . Y e n t o n c e s se piensa e n l o i n e v i t a b l e y , p o s i b l e m e n t e , e n tal e s t a d o , e n la n o m a l v e n i d a h o r a , e n c u a n d o la " v i e j a p a z " d e sus v i e j o s a m i g o s se v e a turbada, e n c u a n t o unas m a n o s toscas los desaloj e n d e sus m o l d e a d o s rincones y q u i e b r e n su b o n d a d , su c o m pañía. 1 La muerte y ya por irrumpe medio entre ellos como valva pueblo los esparce. Formarán combinaciones n u e v a s , a l i g e r a r á n la c a r g a d e o t r o s h o m b r e s , a l i v i a r á n la p e n a d e a l g ú n o t r o . T o n t o al d e c i r q u e a l g o e r a mío. Traducción de Gabriela Galindo "Dead ere his p r i m e " . RICARDO PÉREZ MONTFOR Cuarenta años de reescñtura L a B. d e M . c u e n t a c o n u n a r a r a e d i c i ó n d e El fistol del diablo de ( e n la I m p r e n t a Ignacio Cumplido, 1859- 1860), que sirvió para este e x a m e n d e las e d i c i o n e s d e la c é l e b r e n o v e l a de M a n u e l P a y n o e n el siglo xix. iutor d e m á s d e cuarenta n o v e l a s cortas y d e o t r o s tantos relatos de viaje, ensayos, tratados históricos y escritos de temas financieros, Manuel P a y n o e s c r i b i ó t r e s n o v e l a s largas, d o s d e l a s c u a l e s s o n i m p r e s c i n d i b l e s e n la h i s t o r i a d e la l i t e r a t u r a mexicana: Los bandidos de Río Frío y El fistol del diablo. Si b i e n la p r i m e r a , publicada en España entre 1889 y 1 8 9 1 , e s su n o v e l a m á s c é l e b r e , la s e g u n d a e s la q u e más e d i c i o n e s c o n o c i ó durante e l s i g l o x i x . Este b r e v e e n s a y o v e r s a r á sobre las cuatro e d i c i o n e s q u e d e El fistol del diablo se h i c i e r o n d u r a n t e e l s i g l o p a s a d o , cad a u n a d i s t i n t a a su a n t e c e s o ra, p o r l o q u e p u e d e i n f e r i r s e q u e se trata d e u n a n o v e l a q u e P a y n o escribió y reescribió a lo largo de por lo m e n o s cuarenta a ñ o s . La p r i m e r a e d i c i ó n aparec i ó e n 1846 y la ú l t i m a e n 1887. E n t r e e s t a s f e c h a s se p u blicaron otras dos e d i c i o n e s , u n a e n 1859-1860 y o t r a e n 1871. L a s c u a t r o p a r t e n d e u n c u e r p o inicial semejante p e r o c a d a u n a t i e n e sus p a r t i c u l a r i d a d e s . M i e n t r a s q u e la p r i m e ra e d i c i ó n q u e d ó i n c o n c l u s a , l o s finales d e l a s o t r a s t r e s s o n m u y d i s t i n t o s e n t r e sí, p o r l o q u e e s fácil s u p o n e r q u e P a y n o fue a g r e g a n d o y m o d i f i c a n d o l a s c o n c l u s i o n e s d e su n o v e l a e n la m e d i d a e n q u e s e reeditaba, p e r m i t i e n d o que los turbulentos acontecimientos nacionales influyeran directam e n t e e n su c o n f e c c i ó n . La g u e r r a c o n Estados U n i dos — q u e a p a r e c e e n por lo m e n o s d o s v e r s i o n e s d e El fistol del diablo—, los conflictos s u s c i t a d o s p o r las L e y e s d e R e f o r m a , el I m p e r i o d e M a x i m i l i a n o , la R e p ú b l i c a R e s t a u r a d a y el inicio del P o r f i n a t o e n m a r c a r o n sus d i s t i n t a s e d i c i o n e s . Con frecuencia los personajes de P a y n o —y él m i s m o e n ésta y o t r a s n o v e l a s — r e f l e x i o - nan sobre dichos asuntos. De tal m a n e r a q u e b i e n se justifica l o e x p u e s t o e n el e p í l o g o d e la e d i c i ó n d e 1887, a u n c u a n d o e l l o n o fuera d e l t o d o c i e r to. D i c e : sicion una multitud de c o nocimientos, observaciones m u y prolijas y s i e m p r e una buena dosis de entusiasmo v pasión de parte del autor. . . " " . . . c o m o no es r e a l m e n t e una n o v e l a , sino una s e r i e de e s c e n a s reales y positivas entre personajes que han existido y aún existen, ha s i d o n e c e s a r i o s e g u i r e l h i l o n a t u r a l d e l o s sucesos. . ."' A s i , c o m o e n la m a y o r í a d e l a s n o v e l a s d e l s i g l o XIX y s o b r e t o d o e n las d e f o l l e t ó n , e n El fistol del diablo l o s a c o n t e c i m i e n t o s y l u g a r e s r e a l e s se e n t r e l a z a n c o n los p e r s o n a j e s y sucesos ficticios. Si b i e n m u c h o d e l o q u e P a y n o n a r r ó fue t o m a d o d e a q u e l l o s sucesos, situaciones y lugares reales, n o cabe duda de que otra gran parte también fue p r o d u c t o d e su i m a g i n a c i ó n . Él m i s m o e s c r i b i ó : La p r i m e r a e d i c i ó n d e El fistol del diablo a p a r e c i ó e n la Revista Científica y Literaria de Méjico e n t r e 1845 y 1846. A l par e c e r e s t a r e v i s t a fue la c o n t i n u a c i ó n d e otra, l l a m a d a M u seo Mejicano, q u e se e d i t a r a p o r p r i m e r a v e z e n 1842, la c u a l j u n t o c o n El Ateneo Mejicano d e l o s a ñ o s 1844-1845, a l b e r g a r a los p r i m e r o s e s c r i t o s d e M a n u e l P a y n o . El c a r á c t e r d e e s tas r e v i s t a s e r a s o b r e t o d o d e d i v u l g a c i ó n literaria, a u n q u e también contenían diversas notas de información general. " . . . La n o v e l a d e l a r g o aliento e s la a c c i ó n , la v i d a , la p i n t u r a , la f i l o s o f í a , la f o t o grafía, mejor dicho, todo j u n t o . E n t r a n e n su c o m p o - 1 Vid. Payno, Manuel, El fistol del diablo, Vol. 2, J. Parres y Compañía Editores, M é x i c o , 1887, p. 337. J P e r o v a y a m o s a las d i s t i n tas v e r s i o n e s d e e s t a n o v e l a . - Ibid, Vol. I, p. 16. Estaban dirigidas de la n o v e l a se e m p e z ó a p u b l i c a r El fistol del s e p t i e m b r e d e 1859, c o n la q u e e n a q u e l a ñ o d e 1859, c u a n d o n o p u d o realizarse en los abrían los editores el p r i m e r P a y n o l l e v a b a t r e s a ñ o s retira- volumen, explicaban: d o d e la a c t i v i d a d p o l í t i c a , d e - Si b i e n la c o n s u l t a d e l o s di- principal- m e n t e a los sectores pudientes versos capítulos de d e la s o c i e d a d m e x i c a n a , q u e diablo controlaban n o sólo los recur- n ú m e r o s sueltos de dicha re- " A d v e r t e n c i a " fechada el I o b i d o a sus d e s a v e n e n c i a s c o n sos e c o n ó m i c o s y políticos del vista, y a q u e ésta se e n c u e n t r a p a í s s i n o t a m b i é n sus c ó d i g o s agrupada en dos gruesos volú- " . . . Hace c o m o doce años los l i b e r a l e s juaristas. L o s tres m o r a l e s , tan c a r o s p a r a la c o n - m e n e s c o r r e s p o n d i e n t e s a los q u e e n el folletín d e un p e - primeros v i v e n c i a " o r d e n a d a " . La m o r a l a ñ o s d e 1845 y 1 8 4 6 , a j u z g a r riódico ponden 4 p o l í t i c o ( s i c ) se p u - volúmenes a ese año, corresmientras era particularmente estricta por la f e c h a d e v a r i o s a r t í c u - blicó con m u c h a irregulari- q u e l o s s i g u i e n t e s c u a t r o salie- con las m u j e r e s d e esa m i n o - los del es dad e interrupciones, parte r o n h a s t a 1860. ría dominante, fincaba p r o b a b l e q u e la n o v e l a d e P a y - de esta n o v e l a . P o r d i v e r s a s El t e x t o d e l o s c a p í t u l o s pu- g r a n p a r t e d e su h o n r a y sol- no apareciera en los n ú m e r o s p e r s o n a s se i n s t ó m u c h o al b l i c a d o s e n 1845-1846 e s p r á c - v e n c i a p ú b l i c a e n la v i r t u d d e correspondientes a los m e s e s a u t o r para q u e la c o n c l u y e s e t i c a m e n t e e l m i s m o q u e apa- sus de de y se h i c i e r a u n a e d i c i ó n p o r r e c e e n el p r i m e r t o m o d e es- 1845. En el p r i m e r t o m o se e n - separado. Ausencias largas ta c u e n t r a n l o s c a p í t u l o s I al X I I , de México, ocupaciones n o t e r m i n a c o n el capítulo llama- esto es: desde "La C o n f e r e n c i a " — q u e e s e l e q u i v a l e n t e al l l a m a d o "Visita misteriosa" e n l a s s i g u i e n t e s e d i c i o n e s — hasta " V i a j e e n D i l i g e n c i a " — q u e c o r r e s p o n d e al t i t u l a d o " V i a j e a V e r a c r u z " e n las o t r a s e d i c i o n e s . Y e n el s e g u n d o t o m o d e la r e v i s t a la n o v e l a i n i c i a c o n un " c a p í t u l o I " de una "Segunda p a r t e " q u e e n las s i g u i e n t e s e d i c i o n e s c o r r e s p o n d e al c a p í t u l o X I I I d e la p r i m e r a p a r t e , t i t u l a d o " E l v ó m i t o p r i e t o " . El ú l t i m o capítulo de este segund o t o m o l l e v a el n ú m e r o X I y se titula " F l o r i n d a " ; c o r r e s p o n de a una parte del capítulo X X I I I titulado "El f a m o s o A r g e n t ó n " y e s la p r i m e r a d e " L a s N o v e l a s de Rugiero", que en esta p r i m e r a e d i c i ó n queda, por cierto, inconclusa. i n t e r r u m p i d a s y otra multitud de circunstancias le i m pidieron concluirla. . . " do "El tinterillo" que corresp o n d e al V I I I d e l s e g u n d o to- Las preocupaciones por cuestiones morales también afectaron a estos editores puesto q u e e n la m i s m a a d v e r t e n c i a a f i r m a b a n q u e la o b r a d e Payno: c a p í t u l o X X tanto d e esta edic i ó n d e 1859 c o m o d e la d e 1887. El s e g u n d o t o m o d e 1859 i n c l u y e t r e s c a p í t u l o s d e la v e r s i ó n d e 1845-1846; e s t o e s : e m p i e z a c o n "El h o m b r e á n g e l " q u e c o r r e s p o n d e al c a p í t u l o X X I d e la e d i c i ó n d e 1887, tit u l a d o "El Á n g e l d e la G u a r d a " y sigue con "La vida del gran t o n o " q u e es el capítulo X X I I "Un jovencito del gran tono" e n la e d i c i ó n d e 1887; El tercer c a p í t u l o d e esta "segunda e d i c i ó n " e s e l ú l t i m o d e la d e 1845-1846, " F l o r i n d a " . Este seg u n d o t o m o continúa con lo q u e s e r í a n las s i g u i e n t e s " n o velas de Rugiero" (Elena y Margarita) para terminar con el c a p í t u l o l l a m a d o " S e g u n d a s e s i ó n " q u e sería el c a p í t u l o I V esposas, que madres e hijas. Revista Científica y Literaria, p o r l o Los editores de aquella tanto, estaban m u y c o n s c i e n tes d e q u e un a m p l i o p ú b l i c o femenino, posible consumidor de estas lecturas, debía e n c o n t r a r s e n e c e s a r i a m e n t e b a j o la p r o t e c c i ó n de aquella sólida m o r a l , a su v e z e j e r c i d a p o r quienes podían comprar y leer e s a s r e v i s t a s . En la i n t r o d u c c i ó n d e l p r i m e r n ú m e r o d e la Revista Científica y Literaria, por e j e m p l o , se decía: " . . . C o m o suponemos que el b e l l o s e x o , e s a h e r m o s a y e n c a n t a d o r a mitad del g é n e r o h u m a n o , podrá acaso dignarse pasar los ojos por las c o l u m n a s d e n u e s t r a revista, l o s m á s n ú m e r o s c o n tendrán una n o v e l a q u e podrá l e e r s e sin d e s c o n f i a n z a alguna, pues los editores p o r d e b e r y p o r sus p r o p i a s c o n v i c c i o n e s r e s p e t a r á n la m o r a l y la d e c e n c i a . Si e n este punto logran que los ojos d e las l e c t o r a s se h u m e d e z c a n c o n l á g r i m a s sin q u e su c o r a z ó n q u e d e l a s t i m a d o , se c o n s i d e r a r á n s u f i c i e n t e mente recompensados. . A d e m á s d e la c i t a d a n o v e la y o t r o s t e x t o s d e l m i s m o primer agosto y volumen, septiembre tífica y Literaria de Méjico y sus Prieto. L o s t e m a s q u e trataban iban d e s d e la c r ó n i c a d e e s p e c t á c u l o s hasta la d e s c r i p c i ó n d e l a s h a c i e n d a s m i n e r a s . N o fal- E s t e final tan a b r u p t o fue e x p l i c a d o e n la s i g u i e n t e e d i - t a b a n l o s p o e m a s ni las l i t o g r a fías. A l g u n a s p á g i n a s i n c l u s o se r e l l e n a b a n c o n s e n t e n c i a s tales c o m o "El a l m a y n o el c u e r p o hacen q u e el m a t r i m o nio sea durable"; y de v e z e n v e z s e i m p r i m í a n r e c e t a s d e la m á s diversa í n d o l e , c o m o el m o d o d e s o l d a r e l a c e r o al fier r o p o r m e d i o d e cal v i v a o la preparación de una p o m a d a p a r a e v i t a r la c a í d a d e l p e l o . c i ó n q u e r e s u l t ó , a fin d e c u e n tas, la p r i m e r a v e r s i ó n c o m p l e - bre cárceles norteamericanas y u n o q u e o t r o relato d e viaj e — , la r e v i s t a c o n t e n í a e s c r i tos d e v a r i o s a u t o r e s i m p o r t a n tes del m o m e n t o , c o m o Ignacio Ramírez, Salvador Díaz Mirón, José Joaquín Pesado, José María Esteva y G u i l l e r m o 3 Vid. Revista Científica y Literaria de Méjico, T . I, Imprenta de V i c e n t e G. T o r r e s , M é x i c o , 1845, p. 11. " o f r e c e una serie d e cuadros de nuestras costumb r e s n a c i o n a l e s y n a d a tien e q u e o f e n d a la m o r a l y la d e c e n c i a , p u e s aún los lances e n q u e i n t e r v i e n e esa terrible y misteriosa deidad q u e se l l a m a A m o r , están referidos con delicadeza y decencia. . ." 7 O r g a n i z a d a , así, e n 7 t o m o s , A s í , l a s e n t r e g a s d e El fistol del diablo r e a l i z a d a s p o r e l e n tonces j o v e n Manuel Payno en 1845-1846 se q u e d a r o n trunc a s . En e s t e ú l t i m o a ñ o e l a u t o r r e a l i z ó un l a r g o v i a j e p o r E u r o p a y el J a p ó n q u e no le p e r m i t i ó s e g u i r el h i l o d e su novela. Una comparación entre estos p r i m e r o s c a p í t u l o s p u b l i c a d o s e n la Revista Cienc o r r e s p o n d i e n t e s e n las o t r a s ediciones, permite establecer q u e h u b o a l g u n o s c a m b i o s int e r e s a n t e s . El m á s i m p o r t a n t e p a r e c e s e r el o b l i g a d o p o r la a u s e n c i a d e final — q u e p o r c i e r t o se p r o l o n g a r í a m u c h í s i m o e n las s i g u i e n t e s e d i c i o n e s y a q u e e n esta p r i m e r a e d i c i ó n la n o v e l a se i n t e r r u m p e a n t e s de q u e c o n c l u y a el capítulo X X I I I d e la p r i m e r a p a r t e . P a y n o — e n t r e l o s q u e se e n c o n t r a b a n v a r i o s r e p o r t a j e s so- 6 ta d e El fistol del diablo.^ En la * Estos t o m o s se encuentran en la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística y en la Biblioteca del Museo Nacional de Antropología e Historia. 1 Payno, Manuel, (ciudadano m e x i c a n o ) Eí fistol del diablo Vols. I-VII, Imprenta de Ignacio Cumplido, M é x i c o , 1859-1860. Seis t o m o s de los siete que corresponden a esta edición se encuentran en la Colección Basave de la Biblioteca M é xico. El t o m o III parece estar perdido. 6 Ibid. 7 Ibid. "segunda edición". Este m o d e la Revista Científica y Literaria y q u e a su v e z e s e l d e la s e g u n d a p a r t e e n la e d i - "mexicanas". N u e s t r o idio- m á t i c o era c o m p a t i b l e con c i ó n d e 1887. m a s e c o m p o n e e n el d í a d e la m a r c h a d e la a c c i ó n , tra- 1871 — q u e e n e s t r i c t o s e n t i d o palabras latinas, té d e r e s o l v e r un p r o b l e m a , s e r í a la t e r c e r a — mente Los capítulos incluidos en francesas, d o s v o l ú m e n e s , la e d i c i ó n d e es práctica- los t o m o s I V , V , y V I c o r r e s - inglesas, árabes, y multitud el ponderían en cierta m e d i d a a d e las t o m a d a s del azteca, fortuna, la s e g u n d a y t e r c e r a p a r t e d e d e m a n e r a q u e e l e s t i l o fa- d e l d e s t i n o , d e la f a t a l i d a d , c i ó n e n v o l ú m e n e s c a m b i ó , sin la e d i c i ó n d e 1887, i n c l u y e n d o m i l i a r q u e se habla y se es- d e la P r o v i d e n c i a . . . e m b a r g o los capítulos son los casi v e i n t e c a p í t u l o s d e la cuar- cribe dista m u c h o de pare- ta p a r t e . El t o m o V I t e r m i n a cerse con Cervantes. . el capítulo titulado "Las al e s p a ñ o l puro de cuentas del gran Capitán" que correspondería al terrible p r o b l e m a d e la d e la casualidad, el m i s m o texto de edición anterior. La la distribu- m i s m o s y p o r l o p r o n t o las d i C o m o reflexiones posterio- f e r e n c i a s s a l t a n m á s a la v i s t a r e s a las i n t e n c i o n e s d e 1857- si s e c o m p a r a n 1860, el p á r r a f o a n t e r i o r p a r e - d e l a e d i c i ó n d e 1887, l a c u a l , con aquellos capítulo La c u e s t i ó n d e l l e n g u a j e pa- c i e r a c o n t r a d e c i r el final d e es- c o m o y a se h a v i s t o , e s la q u e X V I I I "Las cuentas de D o n Pe- rece preocupar tanto a P a y n o ta " s e g u n d a e d i c i ó n " . S i n e m - d i f i e r e e n m a y o r m e d i d a d e las dro" como que b a r g o si c o n s i d e r a m o s q u e s e d e m á s . C o m o n o se t u v o a c c e - s e r e f i e r e n al trata d e u n a n o v e l a e s c r i t a y s o al ú l t i m o v o l u m e n n o e s p o - uso d e estas palabras " m e x i c a - p e n s a d a d u r a n t e casi c u a r e n - s i b l e c o n s t a t a r si e s t a e d i c i ó n nas". ta a ñ o s tal i n c o n g r u e n c i a en- c o n t a b a c o n un final d i s t i n t o al justifi- d e la e d i c i ó n d e 1859-1860, tal c o m o lo afirma A l e j a n d r o Vil l a s e ñ o r y Villaseñor. "' D e todas m a n e r a s las s e m e j a n z a s son tantas e n t r e esta e d i c i ó n d e 1871 y la a n t e r i o r , q u e p u e d e p e n s a r s e q u e n o se trata d e una e d i c i ó n distinta, sino m á s b i e n d e u n a r e i m p r e s i ó n d e la segunda edición."' d e la c u a r t a p a r t e d e la e d i c i ó n d e 1887. editores ya constantemente El t o m o V I I q u e c o n s t a de d i e z c a p í t u l o s y c o n el c u a l term i n a la n o v e l a n o p a r e c e t e n e r m u c h a r e l a c i ó n c o n el final q u e P a y n o r e s c r i b i ó p a r a sus siguientes tratamientos. Desde el c a p í t u l o V I I I t i t u l a d o " C o r r e s p o n d e n c i a " el estilo d e P a y n o c a m b i a a una narrativa e p i s t o l a r e n la q u e s e m a n t i e ne durante tres largos capítulos. A b a s e d e cartas q u e se esc r i b e n Florinda y C e l e s t e , el autor cuenta c ó m o Arturo y C e l e s t e se e n c u e n t r a n e n E u r o pa y se casan, para v i v i r m u y f e l i c e s v i a j a n d o p o r Italia, l e j o s d e la g u e r r a q u e a z o t a al país e n d o n d e se c o n o c i e r o n . Este ú l t i m o v o l u m e n , p o r cierto, i n c l u y ó otras dos obras d e P a y n o , q u e al d e c i r d e sus editores fueron m u y solicitadas p o r los l e c t o r e s " . . . a p e sar d e l a s d i f i c u l t a d e s q u e s o n i n h e r e n t e s a las c i r c u n s t a n c i a s q u e g u a r d a el país. . . " . Esas o b r a s e r a n María Estuardo rei8 na de Escocia y El cura y la ópera. A m b a s f e c h a d a s e n a sus Como "novela de cos- t u m b r e s m e x i c a n a s " el a u t o r y sus e d i t o r e s i n s i s t e n e n n o hacer " . . . n i n g u n a corrección, p u e s . . . s e r í a q u i t a r l e el e s t i l o l o c a l q u e la c a r a c t e r i z a . . . " " Esta " s e g u n d a e d i c i ó n " d e también contó c o n un par d e g r a b a d o s . L o s ejemplares revisados estaban un tanto m a l t r a t a d o s y mutilados, y s ó l o c o n t e n í a n tres ilustraciones. D o s e n el t o m o II que representaban con trazos m u y finos e n b l a n c o y n e g r o , las d o s d i l i g e n c i a s e n l a s q u e A r t u r o y T e r e s a se e n c u e n t r a n c a m i n o a V e r a c r u z , y la m e s a d e j u e g o e n d o n d e el c a p i t á n M a n u e l se h a c e r i c o d e s p u é s d e r e c i b i r la n o t i c i a d e q u e T e resa está v i v a y ha v i a j a d o a La H a b a n a . El o t r o g r a b a d o se i n c l u y e c a s i al final d e l t o m o I V y m u e s t r a c o n l o s m i s m o s trazos a una m u j e r ( T e r e s a ) lanz á n d o s e al a g u a d e s d e u n b a r co ( L a Flor de M a y o ) . Elfistoldel diablo 1 2 1859. C o m o y a s e d i j o , e l final d e Esta " s e g u n d a e d i c i ó n " t a m bién incluye unos cuantos pies de página q u e e x p l i c a n algunas palabras de uso c o m ú n e n M é x i c o . P o r e j e m p l o , e n e l cap í t u l o I del t o m o I V un asterisc o l l a m a a la v o z d e " c o m p á s " afirmando que " . . . quiere decir c o m p a d r e , v a l e d o r , a m i g o . Esta p a l a b r a c o n las d e m á s q u e v a n s u b r a y a d a s s o n m u y usual e s e n t r e la g e n t e d e l p u e b l o y f o r m a n parte de lo que podría llamarse gemianía o caló. . . " Las p a l a b r a s q u e d e s p u é s apar e c e n subrayadas son muchas. A l g u n o s ejemplos c o m o chinguirito, pelarles, repela, puesteras, m o r r a l l a , ojos d e hacha, m a c u t e n o s , etc., p e r m i t e n asociarlas c o n otra p r e o c u p a c i ó n d e l o s e d i t o r e s . E n la a d v e r t e n cia inicial habían establecido que: esta " s e g u n d a e d i c i ó n " e s u n final f e l i z , q u e d i f i e r e m u c h o d e l 9 q u e P a y n o e s c r i b i e r a p a r a la e d i c i ó n d e 1887. El c a m b i o d e e s t i l o t a m b i é n l l a m a la a t e n c i ó n , y a q u e al r e s o l v e r l o s distintos e n r e d o s entre Celeste y Arturo, T e r e s a y M a n u e l , Florinda y C e l e s t e , e t c . , d e m a n e ra e p i s t o l a r , las r e f e r e n c i a s históricas —principalmente aquel l a s r e l a c i o n a d a s c o n la g u e r r a d e l 47— p i e r d e n f u e r z a . El fin a l f e l i z d i s t a n c i a al l e c t o r d e aquello que Payno confesó m á s t a r d e c o m o su p r i n c i p a l p r e o c u p a c i ó n , a la h o r a d e e s c r i b i r Elfistoldel diablo. E n e l p r ó l o g o d e la e d i c i ó n d e 1887 el e s c r i t o r c o n f e s ó : " . . . p o n i e n d o e n j u e g o una serie de personajes, que en parte representan tipos q u e se e n c u e n t r a n e n M é x i c o y " . . . U n purista podrá notar e n el curso d e esta c o m p o sición, m u c h a s palabras y aún frases q u e n o están rec i b i d a s p o r la A c a d e m i a Española; pero es menester advertir q u e ellas están cons a g r a d a s p o r el u s o f a m i l i a r y q u e las p o d r í a m o s l l a m a r 8 Vid. p. 141. 9 Tomo V I I , Ed. 1960, Vid. T o m o I V , Ed. 1860, p. 6. d á n d o l e c u a n t o i n t e r é s dra- 1 0 11 Vid. T o m o I, Ed. 1859, p. 2. ¡bid. Cabe advertir también q u e en el t o m o I de esta "segunda edición", en la portada, hay una nota manuscrita sin firma q u e dice: " R e c u e r d o de la Biblioteca de mi padre, después de 27 años de perdida, esta obra fue recuperada. . . C o m o una cuelga: recibí este día la sorpresa. M a r z o 1 de 1929. . . " 1 2 cuentra cación. más de una e d i c i ó n d e Elfistoldel diablo c o r r e s p o n d i e n t e al a ñ o d e 1871 f u e e n c a r g a d a a la I m p r e n t a d e F. D í a z d e L e ó n y S a n t i a g o W h i t e . A l p a r e c e r se trata d e una e d i c i ó n c o m p u e s ta d e c u a t r o v o l ú m e n e s , d e l o s c u a l e s s ó l o fue p o s i b l e e n c o n t r a r d o s : el I I y el I I I . E n la portada del t o m o I I , una nota e x p l i c a q u e s e t r a t a d e la "2a. Edición corregida por el autor". La 1 4 A j u z g a r p o r el capitulado y una r e v i s i ó n un tanto superficial d e los c o n t e n i d o s de estos 1 F i n a l m e n t e , la ú l t i m a e d i c i ó n d e Elfistoldel diablo e n e l s i g l o x i x f u e a q u e l l a q u e J. F. Parres y Cía. Editores publicara e n d o s g r u e s o s v o l ú m e n e s e n 1887 e n B a r c e l o n a , m i e n tras M a n u e l P a y n o fungía c o m o 1 5 1 3 Vid. Ed. 1887 p. 36. Estos dos v o l ú m e n e s se encuentran en la Biblioteca del Museo de A n t r o p o l o g í a e Historia, en un estado lamentable. 1 4 op Vid. Villaseñor y Villaseñor, al. p. 7. 1 6 En el estudio p r e l i m i n a r de la 5a. E d i c i ó n - ( P o r r ú a ) A n t o n i o Castro Leal ni siquiera consigna la existencia de esta edición de 1871. cónsul mexicano en esa ciudad. Esta edición sirvió como base para las siguientes dos ediciones que ya se realizaron en el siglo xx. Además de una gran cantidad de correcciones y cambios, tanto en el texto como en el orden de los acontecimientos 17 18 ' ' Esta edición puede consultarse en las bibliotecas del Instituto Mora, del M u s e o de A n t r o p o l o g í a e Historia y en la Biblioteca Nacional vida posterior de los personajes y escribiré y o m i s m o personajes, los a c o n t e c i m i e n - c i o n e s anteriores es definitiva- a muchos de ellos que vi- t o s h i s t ó r i c o s , las a n o t a c i o n e s m e n t e el final. E n e s t a e d i c i ó n v e n todavía, y t a m p o c o se- r e l i g i o s a s , e t c . , n o r e s u l t e n dis- P a y n o no sólo modificó aquel rá e x t r a ñ o q u e r e c i b a el d í a t i n t o s d e las e d i c i o n e s p r e v i a s . final m e n o s p e n s a d o la v i s i t a d e C o m o p u e d e verse e n una c i ó n , s i n o q u e l o a m p l i ó d e tal Rugiero y hablemos pida r e v i s i ó n d e los títulos de manera que hubo que f e l i z d e la s e g u n d a edi- muy rá- formar d e t e n i d a m e n t e s o b r e la par- los capítulos, P a y n o una quinta y última parte de te a c t i v a q u e t u v o s i n d u d a g r a n p a r t e d e la n o v e l a e n t r e la n o v e l a , i n c l u y e n d o u n e p í - en los acontecimientos logo que contenía cierta refle- la l a r g a g u e r r a x i ó n i r ó n i c a y un t a n t o pesi- forma . . . " mista, muy característica a q u e l l o s q u e t u v i e r o n q u e reconciliarse triunfantes.' con 9 los liberales Decía: " . . .Si D i o s l o p e r m i t e , d e s d e esta tierra de Europa pediré a M é x i c o los inform e s q u e n e c e s i t o s o b r e la de la R e - Vid. González, op cit., p. 20. 1859-1860 retrabajó y 1887. Es m á s , a j u z g a r p o r el largo texto introd u c t o r i o q u e a p a r e c e e n esta 2 0 última Una relación pormenorizada d e l o s c a m b i o s e n t r e esta e d i c i ó n y las a n t e r i o r e s sería edición, no sólo tuvo t i e m p o d e r e t r a b a j a r su n a r r a c i ó n s i n o q u e t a m b i é n p u d o ref l e x i o n a r s o b r e su q u e h a c e r li- s u m a m e n t e larga y pesada, ya terario. que no hay página en que ya sea el estilo, las r e f e r e n c i a s m o r a l e s , las a c l a r a c i o n e s , los q u e El fistol del diablo e s la "prim e r a n o v e l a larga" mexicana, a q u e es ante todo una " n o v e la n a c i o n a l " , c o m p a r a b l e c o n l o s t r a b a j o s d e Sir W a l t e r Scott, de Alejandro Dumas, de Víctor H u g o , etc., indican que Man u e l P a y n o y a se c o n s i d e r a b a un novelista c o n s u m a d o . 2 0 1 9 de de 1 8 Estas dos ediciones son la de Editora Nacional, S.A., en 5 volúm e n e s , de 1960, y la de Editorial Porrúa, cuya primera impresión se realizó en 1967. La correspondiente a 1960 es prácticamente un "fusil", de la de 1887, ya que tanto grabados c o m o erratas y ortografía antigua se repiten. l u g a r e s , la d e s c r i p c i ó n d e l o s n a r r a d o s , la d i f e r e n c i a q u e s o b r e s a l e c o n r e s p e c t o a las edi- 421. Vid. T o m o II, Ed. 1887, p Varias referencias a 2 1 P e r o además de esos camb i o s m u y e s p e c í f i c o s y e s a s reflexiones v a l e la p e n a d e s t a c a r q u e la e d i c i ó n d e 1887 e s u n a e d i c i ó n " d e l u j o " . C o n t i e n e 12 l i t o g r a f í a s , i n c l u y e n d o la p o r t a d a , a c o l o r , firmadas p o r u n tal J u l i á n , y su t i p o g r a f í a e s m u y cuidada y de b u e n tamañ o . A d e m á s d e la i n t r o d u c c i ó n titulada " N o v e l a s , l e y e n d a s y c u e n t o s " —por c i e r t o firmada bajo el s e u d ó n i m o de Pastor F i d o — , la n o v e l a v a a c o m p a ñ a da p o r u n g l o s a r i o e n el q u e se explican " . . .algunas palabras y a l o c u c i o n e s q u e n o han sido t o d a v í a a d o p t a d a s p o r la R e a l A c a d e m i a Española y que por ser c o n o c i d a s y de uso c o m ú n e n M é x i c o se e n c u e n t r a n e n esta obra. . , " . 2 2 La distancia e n t r e esta edic i ó n y las a n t e r i o r e s e s m u c h a . N o solamente en cuanto a tiempo y experiencias vividas y r e f e r i d a s p o r el autor, s i n o e n c u a n t o a la p e r s p e c t i v a y m e n saje q u e é l m i s m o se p r o p u s o e x p o n e r a sus l e c t o r e s e n t r e 1845 y 1887. U n análisis a fond o d e esta distancia, m á s q u e u n c a m b i o e n la p e r s p e c t i v a literaria, p r o b a b l e m e n t e redundaría e n u n m a y o r c o n o c i m i e n to d e las transformaciones i d e o l ó g i c a s d e un g r u p o d e c r e a d o r e s d e la n a c i o n a l i d a d mexicana. Aquellos que, c o m o Payno, s o b r e v i v i e r o n a los violentos acontecimientos que p o b l a r o n el siglo xix m e x i c a n o . E s e a n á l i s i s d e s d e la p e r s p e c t i v a histórica-literaria está por hacerse. 2 1 Vid. T o m o I, Ed. 1887, pp. 26-28. 2 2 Ibid., p. 3. GERARDO DENIZ Mester de maxmordonía II \ p r o b a b l e q u e el l e c t o r de Da la c a s u a l i d a d d e q u e tan- nuestro capítulo previo tenga • to " h o y d í a " c o m o " d e v e z e n acaso, m e escurrí a escondidas el hábito de poner "Estados des, muchísimas. . . Por si c u a n d o " figuran e n e l d i c c i o n a - h a c i a e l e t e r n o d i c c i o n a r i o aca- U n i d o s " a secas. N o será m e - rio démico. Oh asombro, encontré nos probable que acostumbre b i e n , r o g a m o s n o sacar de es- " p r i m e r a m e n t e " . P e r o "segun- escribir "los Estados U n i d o s " , to n i n g u n a c o n c l u s i ó n a c e r c a damente" con Seguramente, del v a l o r y a u t o r i d a d q u e ha d e mente. Cuartamente. argumentos, concederse a dicho mamotre- m e n t e " ya no. del g é n e r o d e l o s e x p u e s t o s e n to ( t a m b i é n d e é l h a b r á c o s a s el a n t e r i o r c a p í t u l o , e n p r o d e l q u e d e c i r ) . L o q u e pasa es q u e v a m o s a p r e t e n d e r aquí q u e dé da a s i m i s m o la c a s u a l i d a d artículo. además, aducirá de la Academia. Ahora también. Tercera"Quinta- T a m p o c o se s u p o n g a que de lo m i s m o e s c r i b i r c u a l q u i e r c o - suelen sa d e c u a l q u i e r m o d o . N i m u - — ni se a r m e — e l d i s c r e t o l e c - cultivar una v e n e r a c i ó n extre- cho m e n o s . Sólo que, primera- tor: esta c o l u m n a n o va a ser m a hacia e s e d i c c i o n a r i o , bas- m e n t e , la n o c i ó n d e " b i e n e s - un n u e v o rincón desde d o n d e t a n t e m a l o . D e ahí q u e sea u n a c r i t o " n o e s u n í v o c a . El m u n d o un s e ñ o r m á s o m e n o s c o m p e - e x p e r i e n c i a s i e m p r e satisfacto- — por tente d e f i e n d a a capa y espa- ria p r e s e n c i a r complicado. Lo que d a tal o c u a l m o d o d e e s c r i b i r m o r d ó n se q u i e b r a u n "bien" aquí, puede los n o m b r e s d e p a í s e s y m e n u - c o n t r a la p r o p i a b i b l i a . m o d o q u e p r e f i e r a usar. Ante todo, no se alarme q u e los m a x m o r d o n e s c ó m o el m a x diente fortuna a veces— es resulta no estar b i e n allá. A p a r t e , p o r supues- No. N o e s rara la s i t u a c i ó n . U n a to, d e i n f i n i t a s p o r q u e r í a s i r r e - Q u i e n e s t o e s c r i b e ha p a d e c i - v e z e s t á b a m o s c h a r l a n d o e n la dimibles. P o r otro lado, este gé- dencias por el estilo. d o d e s d e h a c e c u a r e n t a a ñ o s la editorial. maxmordonía; años.) evocar sólo aspira algunos episodios a de ( Y o aún tenía 23 — Primeramente. . . —em- s u s a m a r g u r a s al r e s p e c t o — y pezó d e sus d i v e r s i o n e s , q u e p o r for- Héctor. tuna n o escasean. Q u i e n esto nero de apreciaciones, mal que les pese a los m a x m o r d o - a decir el infortunado nes, sólo en m e d i d a quinal —¿Has d i c h o " p r i m e r a m e n - e s c r i b e s i n t i ó e n sí m i s m o , has- te"? ta l o s v e i n t i t r é s a ñ o s , p u j o s d e mordón, todavía en cierne pe- — interrumpió un max- limitada d e p e n d e d e la a p l i c a c i ó n m a de "reglas", m u c h o o p o c o a c a d é m i c a s . A p r e c i a r si determinada bien" —o escritura sea es "está atinada, ro q u e p r o g r e s a b a p o r ó p t i m o certera— d e p e n d e d e q u i é n sa- cumplió veinticuatro dándose camino— be cuántos factores i m p o n d e - cuenta de que j a m á s lo conse- "segundamente"? llegar a ser un maxmordón, guiría, y n o tuvo q u e alcanzar los v e i n t i c i n c o para c o m p r e n d e r q u e tal i n c a p a c i d a d r e p r e sentaba una gran suerte. En c u a n t o a esto, el l e c t o r habrá, ni se d i g a , d e j u z g a r p o r su cuenta. ¿irás a d e c i r l u e g o rables, p o r e n c i m a d e un El c o r o d e risas d e o t r o s m o n a g u i l l o s a c a b ó d e r e d u c i r a la n a d a al b a b i e c a d e l " p r i m e r a - es- queleto sintáctico aceptable. Quien emplee la palabra " c u a r t a m e n t e " e s t a r á p o r fuer- m e n t e " . Si y o n o m e b u r l é , f u e za b r o m e a n d o — a u n q u e p u e - por de la s e n c i l l a r a z ó n d e que c o m p r e n d í q u e p u d e h a b e r si- ser en varios sentidos— y, si p a s a a " q u i n t a m e n t e " , p o c o d o y o q u i e n u s a r a la v e r g o n z o - i m p o r t a q u e la A c a d e m i a a c o - sa p a l a b r a . Estaba c l a r o q u e m i j a o n o este v o c a b l o . P e r o ¡vá- g u i e n c o n m u c h a s ideas acer- p e r t e n e n c i a a a q u e l g r u p o se- y a l e u s t e d c o n s u t i l e z a s así a ca d e l u s o d e l i d i o m a . T a m p o - lecto era precaria. . . q u e de- un m a x m o r d ó n de hueso co- c o e s a l g u i e n q u e s i e n t a u n in- bía y o a f a n a r m e cuanto pudie- lorado! terés perfectamente respetable ra p o r a p r e n d e r m u c h a s v e r d a - Un por maxmordón n o e s al- estudiar y c o m e n t a r estas cuestiones. Si maxmordones bien algunos verdad sa- ben mucho, quienes más sa- ben no Pues son un en maxmordones. maxmordón maniático rígido, es un insufrible, que c o n v i e r t e en lances de honor y en monstruos infernales una serie d e t e m a s que, aunq u e l l e g u e n a interesar, reconocerse gran que no importancia. debe son Un de max- m o r d ó n es q u i e n p r o c l a m a a rajatabla q u e " h o y e n día" está b i e n , mal. p e r o " h o y día" cribe, e n un m a n u a l a está M a x m o r d ó n es q u i e n es- instruir a sus destinado semejantes, q u e "de cuando en cuando" es correcto, p e r o "de v e z e n cuando" es a b o m i n a b l e . E j e m p l o s de éstos los v e r e m o s a m o n t o nes más adelante. MANUEL PORRAS El Rincón del Bibliómano "Estos coronistas tenian cuenta de los días, m e s e s y años: y aunque no tenian escritura c o m o nosotros, tenian e m p e r o sus figuras y caracteres que todas las cosas que querían, significaban; y destas sus libros grandes, por tan agudo y sotil artificio que podríamos decir que nuestras letras en aquello no les hicieron mucha ventaja. Destos libros vieron algunos nuestros religiosos, y aun y o vide parte; los qualesse han quemado por parecer de los frailes, pareciendoles que por lo que tocava á la religión en este t i e m p o y principio d e su c o n v e r s i ó n , quiza no les hiciese d a ñ o . . . " Fray Bartolomé de las Casas ANTIGÜEDADES DE MÉXICO Qué próximos estamos de 1992, año en que habremos de celebrar, algunos, y de oponernos, otros, el descubrimiento o el encuentro de dos culturas: la hispánica y la indígena americana. Dejemos tal discusión a investigadores y estudiosos más compenetrados en el tema para señalar que el descubrimiento de América y la posterior guerra de conquista no son más que el primer momento de un largo proceso de aculturación y transculturación que requiere de muchos años para consolidarse. Lo que influye permanentemente es el contacto cultural posterior, tanto más vivificador, cuanto más variado es. Este contacto de tres siglos entre indígenas y europeos es el que constituyó la actual fisonomía del continente. De ahí que el estudio del período de conquista y colonia sea fundamentalmente el estudio del proceso del contacto cultural entre ambas razas, en todas sus fases y manifestaciones, muchas veces relegado a un segundo plano por el deslumbrante acaecer de los sucesos políticos. Las culturas mesoamericanas alcanzaron un esplendor cultural amplio y en algunas ocasiones distinto del alcanzado en Europa. Mientras en la Europa del siglo xv la imprenta hacía su aparición y con ello la conservación y transmisión Foto de Mórcela Flores. de las ideas se facilitaba, en América, ya con una añeja tradición, existían los códices (del lat. codex-código), que no eran sino los libros pintados en los que se conservaba y transmitía el pensamiento y acontecer mesoamericano. Sin embargo, bajo la óptica europea, estos libros pintados no representaban una forma de escritura, y aún más fueron vistos como productos de la idolatría y el paganismo indígena. Baste recordar la destrucción de estos documentos o libros pintados ordenada por los religiosos de la época, con objeto de destruir la memoria colectiva de una cultura y dar paso a la imposición de la cultura del conquistador. Desafortunadamente, de libros pintados prehispánicos se conservan contadas piezas. Sin embargo, después de la Conquista se siguieron realizando innumerables documentos de este tipo, bien como copias de libros pintados prehispánicos, que guardaban celosamente algunos grupos indígenas, o bien realizados bajo el patrocinio de los propios españoles, con fines religiosos, políticos, tributarios, territoriales, genealógicos, etc., y que presentan notable influencia europea. "Si acaece algunas v e c e s olvidarse algunos de algunas palabras ó particularidades de la doctrina christiana, y no sabiendo leer nuestra escritura, escriven toda la doctrina ellos por sus figuras y caracteres m u y ingeniosamente, p o n i e n d o la figura que correspondia en la v o z y sonido á nuestro v o cablo. Asi c o m o si dijésemos A m e n , ponian pintada una c o m o fuente, y l u e g o un m a g u e y , q u e en su lengua corresponde con A m e n , porque llamanlo A m e t l , y asi de todo lo demás. Y o he visto mucha parte de la doctrina christiana escrita por sus figuras é i m á g e n e s , que la leian por ellas, c o m o y o la leya por nuestra letra en una carta, y esto no es artificio de i n g e n i o p o c o admirable." Lo anterior, de Fray Bartolomé de las Casas, viene a confirmar la tradición continuada durante la colonia de elaborar libros pintados, dando origen Biblioteca de México a lo que los estudiosos han denominado "Códices Testerianos", nombre derivado del monje Testera de Bayona (antiguo chambelán del rey Francisco I), quien se sirvió de dibujos estilizados para enseñar el catecismo cristiano a los grupos étnicos dominados. Por fortuna algunos documentos prehispánicos y, en mayor cantidad, algunos documentos coloniales, fueron conservados. En los siglos XVIII y XIX estos documentos comienzan a ser revalorados por coleccionistas, viajeros y estudiosos, tanto nacionales como extranjeros, originando un fuerte mercado, con lo que se propicia la salida de la gran mayoría hacia Londres, París, Viena, Roma, etc. El primer trabajo —obra documental— de compilación y difusión de los documentos pictográficos que se encontraban el siglo pasado en museos y bibliotecas europeos fue realizado por el gran mexicanista, Sir Edward King, vizconde de Kingsborough, y pertenece al Fondo Reservado de las Colecciones Especiales de nuestra biblioteca. Kingsborough, Edward (17951837) Antiqmties of México junto con: The monuments of New Spain / Lord Kingsborough, A. Aglio; Dib., M . Dupaix — L o n d r e s : Robert H a v e l l : Colnaghi, Son, 1831. 9 vols.: Lams. Col.; 53 cm. Facsímil d e : A n c i e n t m e x i c a n paintings and hierogliphics, conservados en la Real Biblioteca de París, Berlín y Dresde; en la Biblioteca del Vaticano; en el M u s e o Borgia de Roma; en la Biblioteca del Instituto de Bolonia; y en la Biblioteca Bodleiana de Oxford. Sir Edward King nace y muere en Dublín, recibe su educación en el prestigiado Colegio de Exeter, Oxford, mostrando a temprana edad una especial inclinación por el estudio de las culturas del México antiguo. Principalmente a través de la colección Bodleiana de códices mexicanos, comenzó a entrar en contacto con las civilizaciones prehispánicas. Convertido en editor, se da a la tarea de compilar com espíritu sistemático y se vale de los mayores recursos gráficos entonces disponibles para publicar algunos de los más importantes códices indígenas en escritura jeroglífica, que se hallaban dispersos en diversos países. Con sus propios recursos económicos inicia la tarea de copiar los textos y pinturas indígenas para darlos a luz en su obra monumental. Los siete volúmenes iniciales de esta obra se imprimieron en 1831, contando con la colaboración del dibujante italiano Agostino Aglio, que copió los códices in situ. La Enciclopedia Británica pasa por alto el nombre de este emérito investigador. Ya Agustín Yáñez anotaba en el prólogo de la edición basada en la recopilación de Lord Kingsborough (Secretaría de Hacienda y Crédito Público, México, 1964) una suerte de destino trágico: falleció el 27 de febrero de 1837, a la edad de 42 años, a causa del tifo contraído en la prisión de Dublín, a la que ingresara por deudor insolvente, por no haber pagado parte del papel y los grabados de su obra, cuyo costo fue de 32,000 libras esterlinas. Los dos últimos volúmenes (1848) no fueron completados por Lord Kingsborough y se publicaron después de su muerte. A continuación, reproduzco sintéticamente el contenido de los nueve volúmenes de que consta la obra: 1. C ó d i c e M e n d o c i n o o C o lección Mendoza, conservado en la Biblioteca Bodleiana de Oxford (73 láminas); 2. C ó d i c e T e l l e r i a n o - R e mensis, conservado en la Biblioteca Nacional de París (93 láminas); 3. Códice Boturini o Tira de la P e r e g r i n a c i ó n , que en la é p o c a formaba parte de la C o l e c c i ó n Boturini y que, r e c u p e r a d o por el G o b i e r n o M e x i c a n o , se e n c u e n t r a ahora en el M u s e o Nacional d e A n tropología e Historia de la ciudad de M é x i c o (23 láminas); 4. Códice Bodley, conservad o en la Biblioteca Bodleiana de Oxford (40 láminas); 5. Rollo Selden o C ó d i c e Selden I, c o n s e r v a d o en la Biblioteca Bodleiana (20 l á m i n a s ) . 6. C ó d i c e Selden II, conserv a d o en el m i s m o sitio q u e el anterior (12 láminas). 7. C ó d i c e Vaticano 3738 o Códice Ríos o C ó d i c e Vaticano-Ríos, de la Bib l i o t e c a del V a t i c a n o (149 láminas); 8. Códice Laúd, de la Biblioteca Bodleiana (46 láminas); 9. C ó d i c e de Bolonia o Códice Cospi y C ó d i c e Cospiano, c o n s e r v a d o en la Biblioteca Universitaria de Bolonia (24 l á m i n a s ) ; 10. C ó d i c e Vindobonensis, de la Biblioteca I m p e rial, ahora Nacional de V i e n a (66 láminas); 11. Códice Humboldt, de la Biblioteca Real de Berlín (19 l á m i n a s ) . El segundo v o l u m e n está formado por los cinco anteriores códices. 12. C ó d i c e Borgia o Borgiano, conservado en la Biblioteca del Vaticano (76 láminas); 13. C ó d i c e de Dresde, de la Biblioteca Real de Dresde (74 láminas); 14. C ó d i c e Fejérváry Mayer, localizado por Kingsborough en Pest, Hungría, ahora c o n s e r v a d o en la Biblioteca Pública d e L i v e r p o o l (44 láminas); 15. C ó d i c e V a t i c a n o B, 3773, de la Biblioteca del V a t i c a n o (96 láminas). Los anteriores conform a n el v o l u m e n tercero de la obra El cuarto volumen se integra de los siguientes materiales gráficos: 1. M o n u m e n t o s de la N u e va España tomados de los dibujos origínales de M . Dupaix ejecutados por orden del Rey de España, en tres partes (119 láminas); 2. Muestras de escultura mexicana en poder de M . Latour Aliar, en París (11 láminas); 3. Muestras de escultura mexicana, del Museo Británico (5 l á m i n a s ) ; 4. L á m i n a s copiadas de II G i r o del M o n d o de G e m e l l i Carreri, con el grabado de un ciclo mexicano tomado de una pintura q u e se hallaba, anteriormente, en poder de Boturini (4 láminas); 5. Ejemplar de un quipo ruano y láminas que presentan una caja ruana grabada ( 7 minas). perepelá- En los cinco volúmenes restantes, Kingsborough compila materiales bibliográficos que sitúan y explican el acervo gráfico de los Códices Mendocino, Vaticano y Telleriano-Remensis y las láminas del cuarto volumen. Los autores: Humboldt, Torquemada, Sahagún, García, Acosta, Fernández de Echavarría y Veitia, Granganor, Hernán Cortés, Simón, Adair, Alvarado Tezozómoc, Alva Ixtlixóchitl, Fernández de Oviedo y notas del propio Kingsborough. La teoría perseguida por Kingsborough en su colosal obra era que los pueblos indígenas de América y sus formas culturales, descendían de las tribus de Israel. En el volumen octavo de la obra, donde se encuentran sus Notas, sustenta esta teoría, recurriendo a su libre y particular interpretación de las obras de los principales cronistas e historiadores de las Indias Occidentales. La obra tuvo errores, y grandes. Éstos son imputables más que a Kingsborough y sus colaboradores, al atraso de la época y a la ineficacia de los medios entonces empleados para la reproducción de los materiales. Dentro de estos defectos destaca la absoluta falta de concordancia entre los dibujos y colores del artista italiano y de los tlacuüos o escritores mesoamericanos. Sin embargo, los documentos originales han ido perdiendo claridad con el tiempo y el uso, especialmente en los márgenes, haciéndose necesario acudir a esta primera edición para reconstruir figuras y jeroglíficos. El principal mérito —de entre los muchos que tiene la obra— fue el de difundir un patrimonio que hasta antes de la edición había estado al alcance sólo de un grupo de privilegiados. Conviene mencionar que Lord Kingsborough regaló ejemplares de su obra a multitud de bibliotecas públicas. Los siete primeros tomos se vendían a su salida en 120 libras, y con láminas de color en 175 libras. Los nueve tomos de ocasión, 30 libras, según Quaritch en 1886. En México (1942), 3 000 pesos; en 1949, en Porrúa Hermanos, a 15 000 pesos, según apunta el investigador español Antonio Palau, quien señala también que se tiraron 2 ejemplares en gran papel y se conocen otros dos en vitela, uno en el Museo Británico y otro en la Biblioteca Bodleiana. El ejemplar que, de acuerdo con Palau pertenece a Porrúa Hermanos, en 1949, es el que posee la Biblioteca de México en sus Colecciones Especiales. Son de destacar, en la des- cripción física de la obra, el tamaño de los volúmenes (54 x 36 cm.), papel y pastas de gran peso, la encuademación a la holandesa, sobria, cantos dorados y el Ex-libns del gran bibliógrafo mexicano Joaquín García Icazbalceta. México ha rendido tributo constante al hombre y a la obra. Especial atención merecen las palabras con que el historiador Francisco del Paso y Troncoso inicia la Monona presentada al XVIII Congreso Internacional de Americanistas (1912), donde explica el códice por él descubierto y designado con el nombre de Kinsborough: "Espero se apruebe por los americanistas la dedicatoria que del M e m o r i a l de los Indios de T e p c t l a ó z t o c hice a uno de sus antiguos poseedores, el noble y malogrado Kingsborough, víctima de su altruismo, a quien no se había hecho, hasta hoy, el h o m e n a j e de un C ó d i c e que perpetuara su m e m o r i a entre los estudios a los que hizo él tanto bien, poniend o en circulación la p r i m e ra obra monumental en que las pinturas indianas tuvieron preferente lugar, quedaron coleccionadas for- m a n d o serie, y se pudo hac e r de ellas, por lo m i s m o , un estudio comparativo, q u e dio grande i m p u l s o a los estudios americanistas en general. . mientras que los c o e t á n e o s de Kingsborough vieron su obra con indiferencia y no estimaron el sacrificio que aquel procer había hecho en aras de la Ciencia, de la cual murió mártir, a raíz de haber agotado, con la inteligencia, su fortuna, y de haber perdido, con la libertad, su salud. Reciba pues, en desagravio, este p e q u e ñ o tributo que a su m e m o r i a dedico; y cuando los estudiosos hojeen este C ó d i c e q u e lleva su n o m bre, pongan el p e n s a m i e n to en aquel j o v e n malogrado, y consagren también a su m e m o r i a un recuerdo afectuoso, que bien lo m e rece de todos nosotros".' 1. A n a l e s del M u s e o N a c i o n a l de A r q u e o l o g í a , Historia y Etnología —Tom o I V - M é x i c o , 1912. p p . 483 y 484. El escritor público rá pagar un impuesto, es verdad, aunque poco oneroso, a la ciudad. Este oficio, del que hace cincuenta años se extraían considerables beneficios, aunque degenerado hoy día por motivo del desarrollo de la educación, es todavía de ésos con los que uno se gana mejor la vida. Las únicas adquisiciones indispensables son: una mesita corriente, un taburete, una silla o un sillón viejo para las labores, un tintero y unas cuantas plumas; la totalidad de estos objetos puede costar de doce a quince francos. El gasto más considerable es el del puesto, que puede reducirse, con el letrero incluido, a treinta francos si puede uno mismo m ida usted un permiso al construírselo. departamento de policía; escoAsí, incluidos todos los gasja un edificio donde se halle un local conveniente para estable- tos, con cincuenta francos puecerse; réntelo. Si no, para ma- de abrirse un puesto de escriyor economía, hágase cons- tor público. Durante las primeras sematruir, o construyase ud. mismo, con la ayuda de algunas nas, el escritor público no retablas, un puesto en el rincón cauda fuertes ingresos. Pero de una plaza pública cualquie- una vez que se le conoce un ra o en algún hueco de la ca- poco, no le faltan clientes, y se lle. En este último caso, debeAbusando de la literalidad traducimos este artículo, que debía llevar en M é x i c o el título de la n o v e l e t a de Gamboa, El evangelista, aunque hoy al oficio se le llama escuetamente "de mecanógrafo". Ha sido t o m a d o de un librito que conserva la B. de M . , publicado en París en 1855, c u y o título reza más o m e n o s : El libro de los oficios fáciles, u honestos medios de llegar en muy poco tiempo a ganarse la vida. Su autor es desconocido. Confiamos en que los escritores harán uso d e su b u e n consejo. D convierte en secretario de un gran número de empleados domésticos y obreros, como albañiles, empedradores, apisonadores, etc., que no saben escribir o no de modo suficiente como para hacer su correspondencia. En resumen, un escritor público se embolsa, en promedio, de cuatro a cinco francos por día. Una vez que abundan las actividades, el escritor público cambia su puesto por una accesoria. A partir de entonces, su ganancia puede ser muy considerable, sobre todo si sabe traducir alguna lengua extranjera. Debe tener un almanaque de direcciones, conocer las variadas fórmulas necesarias para redactar solicitudes. Si entiende un poco de negocios, si tiene algunas nociones claras de derecho civil y público, y sobre todo si tiene buen juicio, puede dar muy buen servicio y convertirse en el útil consejero de buen número de personas. BIBLIOTECA de ^léxico Números 1 al 4: José Gorostiza • Salvador Elizondo Umberto Eco • Gerardo Demz • León Trotsky Gabriel Zaid • Gustave Flaubert Alí Chumacero • James Joyce Fabio Morabito • Antonio Alatorre Leonardo Sciascía • Elíseo Diego Carlos Pellicer • Peter Handke José Balza • Ramón Xirau • Cynl Connolly José Luis Rivas • Virgilio Pinera Guillermo Sheñdan, entre otros. cp Fondo de Cultura Económica Economía - Sociología - Historia - Filosofía Política y Derecho - Antropología - Psicología y Psicoanálisis Ciencia y Tecnología - Lengua y Estudios Literarios Biblioteca Americana - Tierra Firme - Tezontle Vida y Pensamiento de México - Letras Mexicanas Breviarios - Colección Popular - Arte Universal Colección Puebla - Clásicos de la historia de México La Industria Paraestatal en México Revista Literarias Mexicanas - Modernas - Educación Río de Luz - Biblioteca Joven - Administración Pública Cuadernos de La Gaceta - La Ciencia desde México Biblioteca de la Salud - Entre la Guerra y la Paz La Gaceta del FCE - El Trimestre Económico Lecturas de El Trimestre Económico Sucursal Biblioteca de México Plaza de la Ciudadela 4 Centro Histórico de la Ciudad de México Estación metro Balderas Biblioteca de México Publicará en su próximo número: Salvador Novo Textos raros e inéditos Sven Birkerts Confesiones de un lector Poesía de Gabriel Zaid y Antonio Deltoro