Las configuraciones escolares del aula de Teatro Bertoldi, María Marcela bertoldimarcela@gmail.com UNICEN Eje: Formatos escolares y enseñanza de Teatro. Introducción En la presente comunicación se intentará volver a colocar la reflexión sobre la dimensión espacial, considerando especialmente la forma escolar del aula de Teatro en la escuela. Para su abordaje se pretende problematizar el análisis pensando en algunos aspectos que resultan pertinentes de considerar en el marco de este encuentro. Uno de ellos está referido a la dimensión física del aula- espacio donde se desarrollan las clases de teatro- y otro, que busca pensar el aula como dispositivo de organización del trabajo de enseñanza y de aprendizaje. Estos aspectos nos permitirán deliberar sobre las condiciones en las que los profesores de Teatro desarrollan hoy su tarea y en su lucha constante por las particularidades, limitaciones que condicionan su tarea y también sobre las posibilidades de reconfigurar el espacio-aula para el desarrollo de la enseñanza de la asignatura. Nos preguntamos ¿con el formato convencional del aula, es posible efectivamente enseñar Teatro? La dimensión física del aula Pensar el aula desde su arquitectura, desde lo edilicio, no es una cuestión menor. Tendríamos que considerar que al decir de Teresa Chiurazzi (2013), no existe la arquitectura escolar como especialidad de la práctica profesional, pero nos advierte que repensar la arquitectura escolar se vuelve imperativo. Se reconoce desde la práctica profesional de los arquitectos locales que los edificios escolares de los que disponemos no se han ido adecuando a los requerimientos actuales, tanto en lo que hace a la incorporación de nuevas disciplinas en el currículum como tampoco en cuanto a los elementos materiales y tecnológicos que en las últimas décadas se van incluyendo en la escuela. En consecuencia, podemos interrogarnos: Si los Diseños Curriculares vigentes para la provincia de Buenos Aires proponen la enseñanza del lenguaje Teatral ¿Existe en las escuelas un espacio adecuado para su enseñanza? ¿Se ha pensado en la cuestión edilicia a la hora de proponer la enseñanza del Teatro en la escuela? ¿Las escuelas que enseñan Teatro, piensan en la cuestión del espacio como un factor vinculado con la enseñanza y el aprendizaje? ¿Cómo incide las condiciones arquitectónicas escolares en el aprendizaje de la materia? Pensar cómo se va configurando el aula de Teatro como espacio físico en relación al formato escolar originariamente moderno y considerar los obstáculos que ello produce para los profesores de teatro, es un aspecto más a revisar y pensar considerar desde la formación docente ya que al decir de Gloria Edelstein, “referirse a las prácticas de enseñanza resulta impensable sin aludir a su contexto de realización. Ello significa dirigir nuestra mirada al aula como espacio físico de potente valor simbólico que liga su génesis como construcción social a los procesos de escolarización del siglo XX" (Edelstein, 2011: 165). Es sabido, que los profesores de teatro luchan cotidianamente con la infraestructura escolar, con los espacios que en ella se les asignan para trabajar y con los demás actores instituciones sobre lo que implica el uso del espacio y cómo lo van adecuando a las distintas realidades escolares. Creemos oportuno y necesario profundizar en este aspecto de conflicto con el espacio físico para el desarrollo de la enseñanza del Teatro, ya que han transcurrido más de veinte años desde la incorporación de la disciplina al currículum de la escuela primaria. Para indagar sobre la cuestión tal como es vivida por los docentes realizamos una sencilla consulta a los Profesores de Teatro que se desempeñan actualmente en escuelas públicas y privadas del distrito Tandil, considerando las particularidades y posibilidades de la configuración del espacio-aula para el desarrollo de la enseñanza del lenguaje. Ello nos permitió observar la permanencia de la problemática en el tiempo y el escaso detenimiento sobre el tema que los funcionarios escolares mantienen al respecto. Por lo cotidiano de las situaciones escolares nos podemos preguntar ¿Ha dejado de problematizarse esta dimensión? ¿Se ha naturalizado la carencia?. A fin de rescatar algunas imágenes con respecto al aula de Teatro en la escuela podemos señalar las particularidades que los docentes manifiestan en relación al espacio que les otorga la institución escolar para el desarrollo de sus clases. Señalan que en la mayoría de las instituciones donde se enseña Teatro "el espacio debe ser adaptado, se corre el mobiliario", "se usa el salón donde se desarrollan las demás áreas curriculares" o, en algunas ocasiones "la clase se puede desarrollar en el salón de actos, pero es un espacio muy grande y con mala acústica". Una de las profesoras, que además se desempeña en escuelas rurales, nos dice que dispone de dos aulas amplias: una de ellas es el aula donde tienen clase con la maestra de grado; la otra tiene una puerta corrediza y se une a la galería."Habitualmente utilizo el aula en la que tienen clase con la maestra por los siguientes motivos: - Hay calefacción. - Es muy luminosa (la otra es muy oscura) -Tiene un buen tamaño de acuerdo a la cantidad de alumnos -17 niños- de 1° a 6° año integrados. - Tiene mesas y sillas más livianas que la otra aula (que tiene pupitres). - El aula siempre está limpia. - Al llegar al aula las mesas y sillas ya están dispuestas contra las paredes.” Este último señalamiento es importante ya que en esa institución pareciera reconocerse la clase de Teatro y sus requerimientos de distribución del mobiliario para poder llevar adelante la misma. Debemos reconocer que buena parte de las escuelas rurales posee edificios, clásicos en su ordenamiento espacial, y aptos para el trabajo con un número reducido de alumnos. Otra profesora da cuenta de que en una de las instituciones en las que se desempeña hay un espacio físico destinado al dictado de los lenguajes artísticos que, a su criterio "posee mala acústica, ventanas sin cortinas, pisos fríos, corriente de aire, entre otros." En este caso, podemos señalar que si bien hay un espacio físico para el área de artística, no pareciera ser el adecuado para el desarrollo de las clases de Teatro. Contrariamente, otra profesora manifiesta que en la institución privada donde se desempeña posee un espacio apropiado ya que allí "entienden al Teatro como una disciplina generadora de diversas posibilidades expresivas y cognitivas; entonces puedo desarrollar mi trabajo con gran respaldo y comodidad." Como puede verse, aún hoy subsisten los obstáculos espaciales para desarrollar adecuadamente las clases de una disciplina que, por su propia naturaleza, necesita de ambientes amplios y aptos para el desarrollo de sus contenidos de enseñanza. Para seguir pensando sobre el tema resulta provechoso volver al concepto de micropolítica que Stephen Ball (1989) desarrolla en relación las relaciones de poder que se despliegan dentro de las instituciones, para pensar en el modo como la escuela funciona cotidianamente, donde se disputan aspectos que parecen mínimos pero que hacen al lugar que cada uno ocupa al interior de las ellas. El autor recupera los aportes de Hoyle quien definió la micropolítica como “las estrategias con las cuales los individuos y grupos que se hallan en contextos educativos tratan de usar sus recursos de poder e influencia a fin de promover sus intereses (1982: 88)” (Ball, 1989:35), considerando las distintas tensiones que el uso del espacio genera al interior de las instituciones y las concepciones que sostienen los usos alternativos o contrapuestos de los escasos espacios escolares que podrían facilitar una adecuada enseñanza. Este aspecto de la práctica de enseñanza, referido a la dimensión física del espacio pero pensado en términos de estrategias didácticas posibles de utilizar en distintos ámbitos de acción docente, es algo que preocupa tanto para quienes se desempeñaran como enseñantes como para quienes actuamos desde los ámbitos de formación. Hacer explícita esta cuestión es relevante ya que los profesores deberán en la dimensión física del aula como una de las variables intervinientes en las estrategias que elegirán para desplegar los conocimientos específicos y, en pos de ello, para que se continúe en la lucha por el reconocimiento de un espacio físico adecuado para el desarrollo de las clases. Sabemos de la lucha cotidiana que cada docente de Teatro realiza en las escuelas, que han ido logrando adecuaciones en sus propuestas pedagógicas que resultan coherentes con los propósitos educativos y la necesidad de cuidado de los alumnos, pero que reconocen las limitaciones impuestas por la carencia o el deterioro. Pero es oportuno volver a pensarlo e insistir en las demandas, no solo para que los profesores no naturalicen los déficits y las adecuaciones como lo que hay que hacer resignadamente, con una actitud conformista que se expresa en que “al menos los niños tienen Teatro…” sino también, como cuestión necesaria para ser tratada en el profesorado, por ser un tema de importancia ineludible en la definición de una perspectiva didáctica. El aula de Teatro como dispositivo de organización Desde la didáctica las reflexiones que ahora proponemos girarán en torno a la posibilidad de pensar el aula de Teatro como un espacio para "habitar", considerando el aula como lugar de producción y significación, escenario a su vez de luchas por la construcción de significados compartidos entre docente-alumnos y conocimiento. Es decir, como espacio en el que se llevarán a cabo las condiciones de producción de conocimiento, aún a sabiendas de que no es el único espacio posible ni el único legítimo para tal fin, ya que bien podría enseñarse teatro en un Teatro, como sabemos que se hace en otros contextos. Nos interesa reflexionar sobre el aula de teatro como dispositivo de organización de la enseñanza (Souto; 2003), caracterizado por la definición de un espacio común, de un tiempo en común y de ciertos criterios por los cuales se ha definido un cierto agrupamiento de personas, dimensiones que en su dinámica pautan o delimitan las condiciones de enseñanza, conjuntamente con otros aspectos o factores que confluyen en esa organización. Esta dimensión espacial puede entonces ser indagada desde otro lugar, en el sentido de pensar en algunos interrogantes que podemos dejar planteados ¿Qué significa usar el espacio desde lo didáctico?¿cómo podemos vincular el espacio con el tipo de aprendizaje teatral que se quiere lograr?¿qué implicancias tiene la dimensión espacial del aula con respecto a la cantidad de estudiantes que integran el aula y sus posibilidades de ejercitar los componentes específicos de la tarea? Pensar el aula de Teatro como espacio para "habitar", como lugar para integrar al sujeto de aprendizaje a otros mundos de experiencias y códigos diferentes, nos remite a considerarla como sistema complejo de construcción de conocimientos, mientras que solo “ocuparla” remite a la obediencia a ciertos rituales impuestos por la estructura escolar. Es pertinente aquí tomar en cuenta el planteo de Augustowsky quien realizó un estudio sobre las paredes del aula desde una perspectiva didáctica y donde considera que la instalación arquitectónica del aula “constituye el lugar donde se desarrollan todas las interacciones entre las personas, establece el espacio básico del entorno (...) representa el comienzo del ambiente de aprendizaje y forma el marco dentro del cual el docente establece el entorno dispuesto" (Augustowsky, 2005:28). Esta reflexión nos lleva a considerar el aula como materialidad, pero a la vez como soporte de la estructura de comunicación, donde materializarán ciertas jerarquías y relaciones de autoridad a modo de regulaciones que funcionan como marcas de las relaciones saber – poder. Al respecto, Inés Dussel y Marcelo Caruso (1999) señalan “que nosotros ocupemos un aula no significa que la "habitemos". Cuando uno solo "ocupa" un espacio, se trata de una estructura ya dada: muebles, costumbres, todo está ahí y nos espera" (Dussel y Caruso; 1999:20). En este sentido nos preguntamos ¿qué pasa cuando un profesor de Teatro entra al aula donde desarrollará sus clases? ¿Hay un sentido de identidad del espacio como propio, como espacio sentido/vivido? ¿O se convierte en un espacio neutro, anónimo? ¿Cómo se hará posible construir esa relación de identidad en espacios que no permiten ser habitados? No daremos una respuesta definitiva a estas preguntas pero para profundizar la reflexión apelamos al aporte de Teresa Chiurazzi, quien manifiesta “para pensar la escuela debería incluirse también una variable vinculada con la identidad. El carácter de la arquitectura colabora de un modo u otro a construirla, tanto en la representación simbólica y social de lo escolar como en la construcción de pertenencia de sus protagonistas.” (Chiurazzi, 2013:56) En una reconocida publicación científica, María Elsa Chapato (1998) hace casi dos décadas ya anticipaba algunas consideraciones con respecto al aula de teatro, manifestando que "las condiciones materiales para la enseñanza de una disciplina responden a una determinada concepción didáctica, al modo en que se concibe la transmisión y apropiación del conocimiento" (Chapato, 1998: 160). Además, considera algunas cuestiones atinentes a la elección de un espacio adecuado para dictar clases de Teatro en la escuela que dependerá, no sólo de la infraestructura disponible por la unidad escolar, sino también de la concepción metodológica de cada maestro. A su vez, considera que las características del espacio físico previamente existente condicionan las posibilidades de trabajo, dando lugar a situaciones en que resulta necesario efectuar adaptaciones de los locales existentes, aprovechando lo disponible. En esta línea de análisis, es de considerar el planteo de Gloria Edelstein quien señala "que la disposición arquitectónica representa el comienzo del ambiente de aprendizaje y forma el marco"(Edelstein; 2011: 167). Con respecto a la materialidad del aula, los profesores consultados manifiestan que los recursos materiales que utilizan para el desarrollo de la clases son: "reproductor de sonido, (para generar clima) computadora (para ver video y reproductor de video"; otra profesora agrega, "colchonetas para hacer relajación, preparación vocal, expresión corporal y trucos físicos, reproductor de video para visionar ejemplos de estilos actorales y estéticas teatrales. La netbook para efectuar creaciones en distintos formatos"; "instrumentos musicales, pelotas, aros, sogas y cintas, revistas y diarios, muñecos, títeres, máscaras, libros, disfraces, telas. Su finalidad tienen que ver con el momento y la actividad concreta a desarrollar, algunos elementos son utilizados para favorecer el trabajo de percepción, otros para desarrollar la imaginación, otros los desplazamientos y la motricidad y otros el juego teatral concreto." Esto evidencia que la variedad de materiales que se despliegan para la enseñanza hacen que el espacio deba transformarse de acuerdo a las necesidades específicas del trabajo. Algunos señalan que, de acuerdo al objetivo de la clase un mismo recurso puede tener diferentes finalidades: "Elementos escenográficos, de ser necesarios, como sillas o mesas que enriquezcan las acciones." "Elementos de vestuario simples, que transformen o den una simbología sin necesidad del cambio total. Permite que el juego sea más comprometido y, muchas veces, dispara características para crear personajes". Es así como el espacio se dispone por sus usuarios de modos diferentes. Esta utilización de objetos de uso cotidiano, disfraces, materiales para jugar y dramatizar, da cuenta de las diferentes dinámicas que corresponden a distintos momentos de la clase y de la necesidad de contar con ciertas condiciones mínimas para hacer posible su uso apropiado. A partir de lo antes señalado, retomamos el trabajo de María Elsa Chapato (1998) quien proponía una serie de características a considerar para un espacio apto de enseñanza del Teatro en la escuela, señalando los siguientes rasgos: Amplio, seguro, íntimo y habitable. En relación a esto los profesores agregan algunos requisitos a considerar: un salón amplio, tipo SUM, sin tránsito de gente o aulas grandes con espacio semivacío, con piso de madera, con colchonetas, sin bancos, ni sillas, con buena ventilación y calefacción. Un espacio que permita "ser transformado y construido" y agregan otros requisitos al espacio: "donde poder colgar telas, dibujos, elementos. Con una instalación eléctrica apropiada como para poder utilizar equipos de sonido o luces. Y también un espacio de guardado de materiales lúdicos como disfraces, aros, cintas, pelotas, objetos". Estas necesidades, manifestadas por los docentes de Teatro, parecieran estar rompiendo con el tradicional espacio escolar que se puede ver como uniforme, homogéneo, estático. Por lo que podemos observar, el aula de Teatro, al ir configurándose de maneras diversas, cumpliendo distintas funciones con múltiples significados, según lo que el docente proponga, ha promovido dentro de las instituciones actividades que fueron alterando la rutina de la escuela, incidiendo en la lógica escolar y en las prácticas escolares hegemónicas. Provisoriamente hablaremos de algunas “alteraciones” que introduce el teatro en la vida escolar, en el sentido de cambiar la forma o prácticas ya instauradas o naturalizadas, que no llegan a constituir rupturas sino, más humildemente, solo algunas modificaciones dentro de la lógica escolar habitual, encontrando así los docentes algunas maneras sencillas de superar las dificultades explicitadas para desarrollar su tarea. Reconocer estas cuestiones resulta imprescindible para entender la enseñanza del teatro en la escuela en su cotidianeidad. Algunas consideraciones para seguir pensando La práctica del docente de Teatro se desarrolla dentro una organización; su quehacer es una tarea colectivamente construida y regulada en el espacio de la escuela. El docente de Teatro entra en contacto con los saberes del oficio, las tradiciones, costumbres y reglas propias de la cultura escolar. Así, al referirnos a las prácticas de enseñanza es imprescindible pensar en el contexto de su realización, y ubicar allí al aula como espacio físico y como dispositivo de organización. Nuestra intención en esta presentación fue plantear cómo se va configurando el aula de Teatro según lo que el docente proponga, teniendo en cuenta las constricciones que le ofrece la escuela y su estructura edilicia. Podemos habitarlo desde las clases de Teatro, incorporando el concepto de Gabriela Augustowsky cuando señala que "habitar significa apropiarse reflexiva y emocionalmente de los espacios y convertir los escenarios que nos prestan las instituciones en "buenos" y ¿por qué no?-bellos lugares de trabajo, en sitios adecuados para enseñar y aprender" (Augustowsky; 2005:16). A partir del recorrido de este trabajo estamos en condiciones de señalar que los profesores de Teatro saben cuáles son los recursos y el espacio que harían óptimo su trabajo en el aula. También, que el Teatro se está difundiendo lentamente en las escuelas comunes, primarias y secundarias, pero que las condiciones institucionales aún no son las apropiadas para la práctica docente en Teatro. Conocer estas condiciones de trabajo en el aula para la enseñanza de Teatro, nos permiten - a quienes nos dedicamos a la formación de profesores de arte (en este caso Teatro), volver a pensar en el espacio escolar donde el aprender teatro sea posible, donde el docente pueda tomar decisiones estratégicas para la enseñanza del lenguaje, en términos de pensar la organización y el uso del espacio para cada aspecto de lo que hay que aprender en Teatro sin resignarse y sin dejar de luchar por su legitimidad. Bibliografía consultada Augustowsky, G. (2005) Las paredes del aula. Amorrourtu, Buenos Aires. Ball, S. (1989) La micro política de la escuela. Hacia una teoría de la organización escolar. Paidós, Buenos Aires. Chapato, M. E. (1998) "El lenguaje teatral en la escuela". En Akoschky y otros Artes y escuela. Aspectos curriculares y didácticos de la educación artística. Paidós, Buenos Aires. Chapato, M. E. y Dimatteo, M. C. (1997) "Representaciones sociales sobre el arte y el currículum en Educación Artística. Tensiones y alternativas de articulación". En: Revista La Escalera(N ° 7). Escuela Superior de Teatro. UNICEN. Chiurazzi, T. (2013) “Arquitectura para la educación. Educación para la arquitectura”. En Baquero, R.; Diker, G. y Frigerio, G. (Comp.) Las formas de lo escolar. Del estante, Paraná. Dussel, I. y Caruso, M. (1999) La invención del Aula. Una genealogía de las formas de enseñar. Santillana. Buenos Aires. Edelstein, G. (2011) Formar y Formarse en la enseñanza. Paidós, Buenos Aires.