La importancia que tiene el sector agropecuario en la

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Sustentabilidad de las políticas
públicas con sectores altamente
protegidos y otros desprotegidos.
El caso del agro
Aunque el conflicto con el Gobierno puso a la agroindustria en la portada de los
diarios, la mayoría de la gente no conoce acerca del sector. A ello se suma la
desprotección en que lo deja el Estado, pese a que genera más de la mitad de las
exportaciones del país y el 30% del producto. Sobre esto y las chances de revertirlo
disertaron el ex secretario de Agricultura Marcelo Regúnaga, y el ex subsecretario
de Economía Agropecuaria y Regional Eduardo Manciana, en una mesa redonda
organizada por el Centro de Estudios para la Dirigencia Agroindustrial, de la SRA
El sector agroindustrial genera el 40%
de los ingresos fiscales del país; más de
la mitad de las exportaciones; más de
la tercera parte del empleo si se toman
todas las cadenas; el 18% del producto
o el 30% si se incluyen los servicios
asociados, e involucra una estructura
social
dispersa
geográficamente,
compuesta esencialmente por pymes.
Desde
esa
enumeración,
el
ex
secretario
de
Agricultura
Marcelo
Regúnaga afirmó que “la importancia
que tiene el sector en la Argentina es
muy grande como para que no se le
preste atención”. En la misma línea,
Eduardo Manciana, ex subsecretario de
Economía Agropecuaria y Regional,
sostuvo que el agro “es estratégico
para la Argentina, como para Venezuela
el petróleo, para Bolivia el gas y para
Chile el cobre”. Pese a ello, el sector
no goza de buena imagen en la
sociedad ni de protección por parte del
Gobierno. Tal fue el eje de la mesa
redonda organizada por el CEIDA, que
los convocó a ambos, el pasado marzo.
Si bien todas las sociedades tienen
distintos niveles de tratamiento para
cada sector en función de sus
realidades, a través de una serie de
instrumentos (básicamente, derechos
de
exportación,
barreras
no
arancelarias,
prohibiciones
de
exportación, intervenciones directas en
el mercado, aranceles de importación),
el sector agropecuario argentino recibe
un tratamiento muy distinto al de los
demás,
afirmó
Regúnaga:
“Está
demasiado desprotegido”.
Exigencia excesiva
A nivel nominal, que es lo que ve el
consumidor, un producto agropecuario
vale hoy en la Argentina mucho menos
que en el mercado internacional, sólo
por las retenciones; cuarenta y pico por
ciento menos en el caso de la soja. Pero
además de estos efectos de las
intervenciones sobre los precios, hay
otros —relativos a cómo se gravan los
insumos y los productos, por ejemplo—
que muestran la protección efectiva de
un sector. En este sentido, citando un
trabajo del Foro de la Cadena
Agroindustrial, Regúnaga señaló que
“hay sectores de la economía que
tienen un 25% o más de protección,
mientras que el agropecuario tiene más
de -25%. En otras palabras, al agro se
le está pidiendo un 50% más de
competitividad que a los demás
sectores de la economía”.
“¿Es viable una economía que tiene un
nivel
tal
de
desprotección para
“Si se mide no
un sector respecto
la protección
de
otros?”,
se
preguntó
el
ex
efectiva, a la
funcionario.
“Mi
agroindustria
respuesta es no,
se le está
por la participación
pidiendo un
que tiene el sector
50% más de
en el producto y
en el empleo”.
competitividad
que a los demás
sectores de la
economía”, dijo
Regúnaga
Por caso, citó un
trabajo
propio
sobre el sector
pecuario, según el
cual
el
empleo
directo que éste
genera es mayor que todo el empleo de
la industria siderúrgica, la textil y la del
acero sumadas. “Es decir que a la
sociedad debería preocuparle parecido
que le vaya mal al sector pecuario que
a alguna de esas industrias. Sin
embargo, llega a haber un problema de
importaciones que puede afectar al
sector textil, y toda la sociedad y los
medios argentinos le prestan enorme
atención; cierran frigoríficos, y no pasa
nada”.
Para Regúnaga, las actuales políticas de
discriminación del sector agropecuario
se dieron también entre las décadas de
1940 y 1980, cuando creció a tasas
bajísimas. Según señaló, entonces fue
viable porque el país vivía ciclos de
crecimiento
económico
basados
esencialmente en el aumento o
recuperación del mercado interno, que
permite mantener cualquier nivel de
desprotección. “De hecho, cuanto más
protección asignamos a los sectores
poco competitivos del país, más
logramos que la industria eficiente o
ineficiente pueda crecer, y de esa
manera tener un tiempo de buenas
condiciones económicas, que es lo que
está viviendo la Argentina estos años”.
La pregunta es cuánto puede durar este
modelo:
“Hasta
que
necesitemos
exportar en serio porque el mercado
interno se agotó y hay que seguir
creciendo”, afirmó. De allí, dijo, lo
grave de las políticas cortoplacistas que
se están implementando.
Pensamiento urbano
En tal sentido, Manciana se preguntó
por qué un sector estratégico, que
debería tener la primera prioridad en
materia de diseño de políticas, no la
tiene. Para él, la respuesta es que
“estamos copados por un discurso y un
pensamiento urbano, arraigado hasta lo
más profundo, que nace con la
incorporación a la sociedad de los
programas
de
sustitución
de
importaciones”. En ese esquema, “el
sector agropecuario sirve sólo para tres
cosas: como proveedor de recursos
fiscales, como proveedor de recursos
genuinos
provenientes de la
“No existe
exportación
y
como
proveedor
ningún caso en el
de bienes salario,
mundo en que un
a bajo precio”.
país haya tenido
éxito con un
sector tan
desprotegido
frente a los otros
como lo está el
agropecuario en
la Argentina”,
aseguró
Según Manciana,
esa visión está tan
arraigada en los
formuladores
de
políticas, que no
importa
cuánto
empleo genere el
agro
o
qué
productividad
tenga por dólar
invertido.
“Grandes
profesores, como Lucio Reca, decían
que si uno le cambiaba el precio al
sector, seguía produciendo lo mismo.
Este
pensamiento
surgía
de
investigaciones en donde la tierra lo era
todo, porque había muy poca inversión
en maquinaria y en tecnología”, explicó.
Sin embargo, dijo, ese pensamiento
“sigue increíblemente vigente, aunque
hoy,
con
el crecimiento
de
la
tecnología, el impacto de la caída de los
precios sobre el nivel de inversión es
fabuloso”. Con las retenciones en 45%,
“el óptimo de producción se desplaza
33% para abajo, es lo que dejamos de
producir”. Una “locura” debida a que el
Gobierno necesita dinero “poder para
mantener los planes asistencialistas y
clientelistas y para tener todo el poder”.
Pero el esquema no es viable. Según
Regúnaga, “no hay ningún caso en el
mundo en que un país haya tenido
éxito con un sector que tiene una
desprotección de la magnitud que tiene
el sector agropecuario frente a los
otros”. Para él, se trata de “un mal
mensaje”
tanto
para los sectores
“Si el sector no
altamente
protegidos,
que
tiene prioridad
nunca
van
a
en el diseño de
poder
exportar
políticas, es
porque
se
le
porque estamos
definen reglas de
copados por un
juego
permanentes de
discurso y un
un
nivel
de
pensamiento
protección
muy
urbanos, que
alto, como para
nacen con la
los
sectores
sustitución de
altamente
competitivos, que
importaciones”,
podrían asegurar
dijo Manciana
una
parte
del
crecimiento
sostenido de la Argentina”.
Un futuro de seis meses
Un párrafo aparte mereció para
Regúnaga el plano institucional de las
retenciones, pues “violan el mandato
constitucional,
que
establece
que
políticas impositivas de semejante
magnitud debe definirlas el Congreso
sobre la base de discusiones. Para él, la
inestabilidad jurídica que implica que
las alícuotas de retenciones pueda
fijarlas un ministro de un día para el
otro es gravísima, porque desincentiva
las estrategias de crecimiento en el
largo plazo, independientemente de que
pueda ser eficiente para resolver los
problemas de caja del Gobierno.
Esa inestabilidad lleva a no tomar
decisiones de largo plazo, con lo que la
“Hoy nuestro
Argentina se ha
horizonte es de
convertido en un
cash
country:
seis meses. De los
“Tenemos
la
tres tipos de
tecnología más
incertidumbre
moderna
del
que tiene el
mundo
en
sector: climática,
aquellas
decisiones
que
de mercados y
podemos
tomar
macroeconómica,
este año en vez
esta última es
del
año
que
hoy la mayor”,
viene; la mayor
aseguró
parte
de
la
estructura
productiva que
se
ha
desarrollado en
la Argentina es la vinculada a los
cultivos agrícolas, que dejan entrar y
salir sin grandes problemas”, explicó.
En este sentido, Manciana recordó la
actual propensión a alquilar, y calificó
de “locura” que un propietario de 150
hectáreas
prefiere
alquilarlas
que
trabajarlas. “La actividad agropecuaria
tiene una ligera propensión a la timba,
porque uno siempre es optimista
cuando siembra. Nuestro horizonte de
planificación hoy son seis meses, es un
chiste, y la única manera de cambiarlo
es bajar el nivel de incertidumbre a
niveles manejables por la economía y
por las decisiones empresariales”. Pues,
para el especialista, de los tres tipos de
incertidumbre que tiene la actividad: la
climática, la de mercados y la
macroeconómica, esta última es hoy la
más grande.
Mitos oficiales
Sin explicitarlo, Regúnaga desamó
algunos argumentos oficiales utilizados
para defender las retenciones. Por un
lado, para él, estas medidas tienden a
hacer desaparecer a las clases media y
de menores ingresos del campo, al
provocar “un proceso de concentración,
porque
hay
grandes empresas
“Las retenciones
que van a poder
no sirven para
seguir
siendo
evitar la
eficientes, lo que,
inflación, pues la entre otras cosas,
Argentina es uno implica la pérdida
del tejido social y
de los países con
la
vida
en
el
más inflación del Interior, cosas que
mundo, incluso
ustedes
conocen
mejor que yo”, le
que la de sus
dijo al auditorio
vecinos, que no
del CEIDA.
utilizan este
instrumento”,
dijo Regúnaga
Por
otro
lado,
desmintió que las
retenciones sirven
para
evitar
la
inflación: “La Argentina es uno de los
países con más inflación del mundo,
mucho mayor que la de sus vecinos
Uruguay, Brasil y Chile, que no aplican
retenciones”, comparó. Por último,
deshizo el mito de que sirven para
redistribuir el ingreso. No sólo porque
no
son
coparticipables
con
las
provincias, sino además porque, “en el
largo plazo, si uno quiere atender la
pobreza,
hay
instrumentos
más
eficientes para darle carne barata a la
gente que lo precisa. A mí me parece
injusto que sigamos comiendo carne
barata los de clase media urbana”.
Informar y proponer
Para los expertos, es imperioso sustituir
la protesta por dos líneas de acción:
sacar a la sociedad del desconocimiento
acerca del sector, para generar
consensos, y realizar propuestas a nivel
político. “La sociedad debería enterarse
un poco más de las contribuciones que
podría hacer el sector”, pues si bien
existen varios trabajos sobre él, “de allí
al lobby y al convencimiento de la
sociedad hay una gran distancia”, dijo
Regúnaga. Se trata de “crear una
estrategia a largo plazo en la que el
sector participe más activamente”.
Manciana coincidió: “Hay que informar,
pero también hay que proponer. El
‘Partido del Campo’ tiene que ganar
votos, tiene que captar a la clase media
urbana. Y dado que el Estado requiere
recursos para manejar una política
redistributiva, nosotros tenemos que
proponerle la manera más útil y
eficiente”.
En ese sentido, partiendo de que las
retenciones
fundamentalmente
perjudican “a aquel que quiere ser más
productivo, al que pretende invertir, al
emprendedor
capitalista”.
Este,
teóricamente, “está dispuesto a asumir
riesgos por la tasa de ganancia general
de la economía,
corregida por la
tasa
de
“El ‘Partido del
incertidumbre
Campo’ tiene
propia
de
la
que ganar votos,
actividad. Todo lo
tiene que captar
que
queda,
en
término
de
a la clase media
resultados, pasa al
urbana, y
precio
de
la
proponerle al
tierra”,
que
Estado la
capitaliza la sobremanera más útil
renta
producida
por el aumento del
y eficiente de
precio
de
los
conseguir
commoditties y el
recurso”, señaló
tipo
de
cambio
Manciana
alto. Desde allí,
propuso
cambiar
las retenciones por un costo fijo por
unidad de producción, a los efectos de
que, a mayor inversión, menor costo
medio. “Cuanto más produzca, el costo
fijo se irá reduciendo hasta niveles casi
imperceptibles”.
Marzo 2008
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