Poder Judicial de la Nación Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional =Causa n° 34.370 “Demichele, Ariel Norberto s/Estafa...” Juzgado de Instrucción n° 6, Secretaría n° 118 (causa n° 43.545/1997). Sala IV ///nos Aires, 6 de junio 2008. AUTOS Y VISTOS: Interviene la Sala con motivo del recurso de apelación deducido a fs. 1261/1263 por los Dres. Adolfo Casabal Elía y Sofía Bouquet Roldán contra la resolución de fs. 1251/1254vta. en cuanto no hizo lugar a la suspensión del proceso a prueba solicitado en relación con Ariel Norberto Demichele. Que a fs. 1280 se mantuvo el recurso, a fs. 1288/vta. se USO OFICIAL expresaron los agravios y a fs. 1282, 1283/1284 y 1285/1287vta. emitieron sus opiniones el Sr. fiscal general, Sergio del Carmen Leiva Godoy y Andrea Sandra Rodríguez. Y CONSIDERANDO: I. El instituto de la suspensión del procedimiento a prueba, previsto por los artículos 76 bis del Código Penal y 293 del Código Procesal Penal de la Nación, prevé distintos supuestos que deben presentarse en el caso concreto para que resulte procedente su aplicación. II. En cuanto a la oportunidad procesal en que puede formularse el planteo, tiene dicho este Tribunal, aunque con distinta integración, que “las normativas que regulan el instituto analizado –arts. 76 bis y ss., Código Penal, y 293, Código Procesal Penal- no hacen ningún tipo de mención al estadio procesal a partir del cual la suspensión del juicio a prueba puede ser evaluada, pero lo cierto es que en autos, habiéndose declarado el cierre de la instrucción y formulado requerimiento de elevación a juicio, nada obsta a que sea el juez de la causa quien de trámite a la solicitud efectuada” (in re, causa n° 34.306 “López González, Santiago Ezequiel”, rta. 8/5/2008). En conclusión, puede sostenerse que resulta admisible la suspensión del juicio a prueba tras la formulación del requerimiento de elevación a juicio pues con tal acto procesal ha quedado concluida la etapa investigativa, en tanto que un eventual incumplimiento de las pautas de conducta establecidas en el marco del instituto de la “probation”, a resultas del cual se decida la reanudación del juicio, no obstaría de modo alguno a su progreso, en la medida en que la prueba inicial en punto a la existencia del hecho y a la responsabilidad del imputado ya fue colectada en una etapa anterior. De tal modo, al haberse concretado el requerimiento fiscal de elevación a juicio (fs. 1161/1167vta.), parece viable su admisión. III. En orden al ámbito de aplicación, si bien el plenario “Kosuta” optaba por una interpretación “restringida” de la norma en función de la cual era admisible su aplicación para aquellos delitos (o concurso de delitos) conminados en abstracto con una pena privativa de libertad que no excediera de los tres años de prisión (CNCP, en pleno, Plenario n° 5 “Kosuta, Teresa R.”, rta. 17/8/1999), el reciente fallo “Acosta, Alejandro Esteban” dictado el 23 de abril de 2008 por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, adoptó, contrariamente, la “tesis amplia”. En tal caso, se ha ponderado que “para determinar la validez de una interpretación debe tenerse en cuenta que la primera fuente de exégesis de la ley es su letra, a la que no se le debe dar un sentido que ponga en pugna sus disposiciones, sino que las concilie y conduzca a una integral armonización de sus preceptos. Este propósito no puede ser obviado por los jueces con motivo de las posibles imperfecciones técnicas de la redacción del texto legal, las que deben ser superadas en procura de una aplicación racional, cuidando que la inteligencia que se le asigne no puede llevar a la pérdida de un derecho. Pero la observancia de estas reglas generales no agota la tarea de interpretación de las normas penales, puesto que el principio de legalidad exige priorizar una exégesis restrictiva dentro del límite semántico del texto legal, en consonancia con el principio político criminal que caracteriza al derecho como la última ratio del ordenamiento jurídico, y con el principio pro homine que impone privilegiar la interpreta- Poder Judicial de la Nación Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional =Causa n° 34.370 “Demichele, Ariel Norberto s/Estafa...” Juzgado de Instrucción n° 6, Secretaría n° 118 (causa n° 43.545/1997). Sala IV ción legal que más derechos acuerde al ser humano frente al poder estatal”. Se añadió que “el criterio que limita el alcance del beneficio previsto en el art. 76 bis a los delitos que tienen prevista una pena de reclusión o prisión cuyo máximo no supere los tres años se funda en una exégesis irrazonable de la norma que no armoniza con los principios enumerados, toda vez que consagra una interpretación extensiva de la punibilidad que niega un derecho que la propia ley reconoce, otorgando una indebida preeminencia a sus dos primeros párrafos sobre el cuarto al que USO OFICIAL deja totalmente inoperante”. Como se advierte, ha quedado zanjado, a partir del reciente pronunciamiento de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, el debate que el instituto generaba en punto al ámbito de su aplicación, al optarse por la denominada “tesis amplia” en virtud de la cual la suspensión del juicio a prueba también resulta viable respecto de aquellos delitos cuyo máximo de la escala penal supera los tres años de prisión o reclusión, si es procedente la condena de ejecución condicional. Aún cuando el plenario “Kosuta” continúa vigente, no puede obviarse la jurisprudencia de la misma Corte en punto a que “carecen de fundamento las sentencias de los tribunales inferiores que se apartan de los precedentes de la Corte Suprema sin aportar nuevos argumentos que justifiquen modificar las posiciones sustentadas en ellos, ya que aquella reviste el carácter de intérprete supremo de la Constitución Nacional y de las leyes dictadas en su consecuencia” (CSJN, Fallos 311:1644, LL, 1986E,151). Desde esa perspectiva, en razón de que el carácter vinculante del acuerdo plenario “Kosuta” (conforme la ley 24.050) debe necesariamente ceder ante la doctrina que sienta el fallo “Acosta”, habrá de adoptarse la “tesis amplia”, a partir de la cual, pese a que la pena máxima que en abstracto podría corresponderle a Ariel Norberto Demichele en orden a los delitos de estafa -cuatro hechos- y de falsificación de instrumen- to público –un hecho que concurre idealmente con uno de los de estafa(artículos 54, 55, 172 y 292 del CP) que se le reprochan, supera los tres años de prisión, el instituto sería igualmente procedente siempre que, de recaer condena en la causa, ella pudiera ser dejada en suspenso. En un primer análisis de esta cuestión, a la luz del artículo 26 del Código Penal, corresponde recordar que Demichele soporta imputación penal en orden a los siguientes hechos: el cometido el 11 de septiembre de 1999 que damnificó a Carmelo Alberto Cocimano y fue calificado como constitutivo del delito de estafa, el de fecha 18 de octubre de 2001 del cual sería particular ofendido Sergio del Carmen Leiva Godoy al que se le asignó igual significación jurídica, el ocurrido entre el 13 y el 20 de mayo de 2002 que damnificó a I Sun Chien y fue calificado como estafa y el cometido el 21 de mayo de 2002 del que serían damnificados Juana Josefina Pizzagalli y Raquel Josefa Matilde Crippa que se estimó constitutivo del delito de estafa en concurso ideal con el de falsificación de documento público (ver requerimiento fiscal de fs. 1161/1167vta.). De otro lado, conforme surge del informe emitido por el Registro Nacional de Reincidencia de fs. 1094 y de la última certificación de antecedentes penales del procesado que luce a fs. 1101, el 19 de julio de 2002 fue condenado a la pena de seis meses de prisión en suspenso por el Tribunal Oral en lo Criminal n° 11 en orden al delito de estafa. Tal condena se dictó en relación a un hecho cometido el 5 de agosto de 1998. Si bien el primer requisito previsto por el artículo 26 del ordenamiento sustantivo para la procedencia de la ejecución condicional de la condena a pena de prisión es que se trate de la primera, existen ciertos casos en que, aún cuando no sea estrictamente la primera, es posible de todos modos suspender su cumplimiento. Así “puede aplicarse una condena de ejecución condicional en el supuesto en que deba dictarse sentencia respecto de un delito cometido antes de la primer condena, siempre –claro está- que las re- Poder Judicial de la Nación Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional =Causa n° 34.370 “Demichele, Ariel Norberto s/Estafa...” Juzgado de Instrucción n° 6, Secretaría n° 118 (causa n° 43.545/1997). Sala IV glas del concurso de delitos permitan una pena no superior a los tres años. En tal supuesto corresponderá –en todo caso- disponer la unificación de ambas penas (Cód. Penal, art. 58) en una única que podrá ser de ejecución condicional, si la sumatoria de ambas no excede el límite máximo de tres años” (D´Alessio, Andrés José y Divito, Mauro A., “Código Penal comentado y anotado”, Ed. La Ley, 2005, to. I, pág. 162). Del mismo, se ha dicho que “Se sostiene así que como en el concurso real de los arts. 55, 56 y 57 hay una única condenación cuando USO OFICIAL los hechos fueron juzgados en un mismo proceso, también la debe haber en los casos en que hayan sido dos o más las sentencias condenatorias recaídas todas sobre delitos cometidos antes de la primera. Es decir que se trata de casos de concurso real en los que, de no mediar una imposibilidad procesal o de otra índole, los diversos hechos delictivos independientes debieron ser objeto de juzgamiento en el mismo proceso y de una única sentencia condenatoria que impusiera una pena total (única), determinada conforme a las reglas de los arts. 55 a 57” (D´Alessio-Divito, ob. cit., pág. 625). De tal suerte, en la medida en que los hechos que aquí se investigan fueron cometidos luego de aquel que motivó la condena aunque con anterioridad a su dictado, podría ser de aplicación a este caso una eventual unificación de condenas y, por ende, la imposición de una nueva de ejecución condicional. Tal panorama avizora, pues, la procedencia de la suspensión de la realización del juicio (artículo 76 bis cuarto párrafo del CP). IV. Cabe ahora considerar el ofrecimiento de reparación del daño realizado por Demichele en oportunidad de cumplirse con la audiencia plasmada en el acta de fs. 1247/1249vta. Allí el procesado ofreció pagar la suma de $ 500 mensuales y otros $ 4.000 anuales durante el plazo de tres a cuatro años. En cuanto a sus posibilidades económicas, en esa misma ocasión al igual que en el informe socioambiental incorporado a fs. 22/26 del legajo para el estudio de la personalidad dijo percibir un ingreso mensual promedio de entre $ 1.700 y 2.500, que su cónyuge cobraba otros $ 3.000 y que debía abonar $ 400 a su ex esposa en concepto de alimentos y no poseía bienes registrables a su nombre. Al prestar declaración en la causa el damnificado Cocimano dijo haber entregado al imputado la suma de U$S 1.000 más otros $ 120 al suscribir la reserva por el departamento por el que estaba interesado y otros $ 310 en concepto de gastos de certificados (fs. 320/321), I Sun Chien manifestó haberle hecho entrega del importe de $ 800 (fs. 264/265vta.), Leiva Godoy del monto de U$S 750 (fs. 655/vta.) mientras que Pizzagalli dijo haberle entregado inicialmente la suma de $ 1.000 y luego U$S 19.000 y $ 7.700 –de los que fueron descontadas las deudas del inmueble y los honorarios de la escribana cuyos montos no precisó- (fs. 231/232). A la audiencia fueron convocados todos ellos, al igual que Crippa y la escribana que intervino en la operación relativa a Pizzagalli, Andrea Sandra Rodríguez, quien en tal ocasión dijo enfrentar una demanda por daños y perjuicios con motivo de su intervención en la que se le reclama el pago de la suma de $ 208.132 más intereses y costas. Todos los presentes –no concurrió Pizzagalli- se opusieron a la oferta realizada por Demichele. También la Sra. fiscal Ana Cristina Yacobucci se opuso a la concesión del instituto en razón de que “los damnificados no están de acuerdo con el ofrecimiento de la reparación ofrecida” (fs. 1247/1249vta.). Al respecto, no puede soslayarse que la ley exige el ofrecimiento de reparación del daño causado “en la medida de lo posible”, esto es, acorde a la situación económica del imputado. No se apunta entonces a la reparación integral del daño emergente del delito pues, en definitiva, queda expedita a la víctima la vía civil. Véase que el mismo texto del tercer párrafo del artículo 76 bis del Código Penal prevé que “La parte damnificada podrá aceptar o no la reparación ofrecida, y en este últi- Poder Judicial de la Nación Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional =Causa n° 34.370 “Demichele, Ariel Norberto s/Estafa...” Juzgado de Instrucción n° 6, Secretaría n° 118 (causa n° 43.545/1997). Sala IV mo caso, si la realización del juicio se suspendiere, tendrá habilitada la acción civil correspondiente”. Así también, “si se trata de una suma de dinero, el alcance de la obligación no puede exceder la cantidad que el imputado pueda abonar, realizando un esfuerzo significativo pero que, al mismo tiempo, resulte acorde a su capacidad económica personal. En síntesis, se trata de comprobar que el imputado realiza un esfuerzo sincero para reparar el daño, que no implica exigencias desproporcionadas respecto de su capacidad USO OFICIAL personal para afrontar la obligación” (Bovino, Alberto, “La suspensión del procedimiento penal a prueba en el Código Penal argentino”, Ed. Del Puerto, 2001, pág. 134). En igual sentido se ha dicho que “El juicio de razonabilidad no ha de atender solo a la existencia y extensión del supuesto daño, sino también a las reales posibilidades de pago del imputado” (García, Luis M. “La suspensión del juicio a prueba según la doctrina y la jurisprudencia (un ejercicio dialéctico a poco más de entrada en vigencia la ley 24.316)” en “Cuadernos de Doctrina y Jurisprudencia Penal”, Ed. Adhoc, 1996, pág. 354). En punto a los daños que deben considerarse comprendidos en la reparación económica ofrecida por el imputado, es claro que ellos son únicamente los emergentes del delito, los que sean su consecuencia directa. Tales serían, en principio, los sufridos por Cocimano, Chen, Leiva Godoy y Pizzagalli que fueron quienes entregaron al imputado sumas de dinero a partir del engaño del que fueron víctimas. Sin embargo, no es tal el que eventualmente podría sufrir la escribana Rodríguez, de resultar vencida en el juicio civil que enfrenta en calidad de demandada, ni Crippa, quien habría sufrido un perjuicio indirecto con motivo de la escrituración del inmueble del que es titular mediante la falsificación de su firma y el empleo de un título que le fuera previamente sustraído. Llamado el Tribunal a efectuar un juicio de razonabilidad, entonces, sobre el ofrecimiento reparatorio de Demichele, al que nos encontramos obligados ante el rechazo de las víctimas por considerarlo reducido, corresponde evaluar, primero, los daños causados y luego, las posibilidades económicas del imputado para afrontar su pago. Si se tiene en cuenta entonces que la sumatoria de los montos de perjuicio denunciados por las víctimas arroja un total cercano a los $ 30.680 –si se considera la paridad cambiaria dólar-peso que regía al menos hasta fin del año 2001-, que el imputado ofreció un pago que oscila entre los $ 18.000 y $ 24.000, que parece proporcionado a su situación económica, y que la ley, como ya se ha dicho, no exige la obtención de la satisfacción económica integral del damnificado pues, para ese objetivo precisamente conserva habilitado el ejercicio de la acción civil, se exhibe viable la concesión del instituto de la suspensión del juicio a prueba por razonabilidad de la suma ofertada a la luz de las posibilidades de quien soporta imputación. V. Sin embargo, pese a la concurrencia de los distintos requisitos que se han ido ponderando y que habilitarían la suspensión del juicio, podría erigirse un obstáculo para su otorgamiento. Tal sería la oposición de la Sra. fiscal de grado al igual que la del Sr. fiscal general (fs. 1247/1249vta. y 1282) pues la redacción del mismo párrafo cuarto del artículo 76 bis del Código Penal pareciera condicionar su concesión al consentimiento del Ministerio Público Fiscal. Existen diversas opiniones en punto al carácter vinculante de la opinión fiscal. Así “Hay quienes afirman que, si el fiscal no otorga su consentimiento, cualquiera sean los motivos de su decisión, el tribunal no puede suspender el procedimiento, esto es, que la ausencia de consentimiento del ministerio público impide toda posibilidad de acceder a la solicitud del imputado” (Bovino, ob. cit., pág. 155). Poder Judicial de la Nación Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional =Causa n° 34.370 “Demichele, Ariel Norberto s/Estafa...” Juzgado de Instrucción n° 6, Secretaría n° 118 (causa n° 43.545/1997). Sala IV Otros creen que “la intervención del ministerio público –el consentimiento del fiscal- consiste en la comprobación acerca de si se verifican todos los presupuestos establecidos por la ley para la procedencia de la suspensión del juicio a prueba… En pocas palabras, el fiscal sólo puede opinar sobre los requisitos legales” (Bovino, ob. cit. pág. 156). Están quienes consideran que “La opinión del fiscal –su consentimiento- se debe limitar a la formulación de un juicio de conveniencia y oportunidad político-criminal, en un caso concreto, acerca USO OFICIAL de la continuación o la suspensión de la persecución penal. Este juicio no debe estar fundado en los mismos requisitos legales establecidos para la suspensión del procedimiento… Otorgar valor vinculante al consentimiento del fiscal respecto de los requisitos legales de procedencia de la suspensión del procedimiento, cuya verificación y definición corresponde obligatoria y exclusivamente al tribunal implica, al mismo tiempo, desconocer el valor de la decisión del tribunal en cuanto a la verificación del cumplimiento de las exigencias establecidas como presupuestos legales de la aplicación del instituto. Ello significa, entonces, que el consentimiento del fiscal, para no usurpar la función de control de legalidad, atribución propia de la función jurisdiccional, debe tener por objeto, necesariamente, algo distinto a las exigencias legales, cuya verificación exige el control judicial”. Y se agrega “El sentido de la exigencia del consentimiento fiscal, acusador estatal, como titular de la acción penal, en el marco de un sistema de justicia penal mínimamente orientado hacia un modelo acusatorio formal sólo puede consistir en un juicio de oportunidad político-criminal respecto de la persecución penal de un caso particular” (Bovino, ob. cit. pág. 158/159). También se ha dicho que “Si bien es condición de la ley, para la concesión de la suspensión del proceso a prueba, la existencia de dictamen fiscal, el órgano jurisdiccional no se encuentra constreñido a resolver en el mismo sentido de su contenido, por la simple razón de que no existe posibilidad legal alguna de desplazar la potestad jurisdiccional a las partes ya que, de lo contrario, se abriría las puertas a la consagración de dictámenes caprichosos o arbitrarios, inspirados en meras razones de política criminal de una de las partes o en la exacerbación de la persecución punitiva, antes los cuales deberían abdicar los tribunales de justicia” (Tribunal Oral en lo Criminal n° 1 de Necochea, LLBA 2003, 219, “Larrea, Cristian M.”, rta. 10/9/2002). En otro grupo se ubican los que sostienen que “el contenido de la opinión del fiscal que debe dar sustento al consentimiento requerido por el art. 76 bis párr. IV CP se vincula con los criterios establecidos para la aplicación de la condenación condicional. Así, Magariños, ha dicho: “De tales consideraciones se desprende con meridiana claridad que lo decisivo para la operatividad del instituto, en su función de mecanismo realizador de prevención especial positiva, consiste en determinar si a la luz del hecho atribuido y las características personales del imputado, en la hipótesis de imponerse una condena, su ejecución será o no de carácter condicional, resultando ésta, por así decirlo, la única medida de gravedad del hecho a los efectos de decidir la procedencia o no de la suspensión del juicio” (Bovino, ob. cit. pág. 162). En una posición intermedia, aún que asigna al dictamen fiscal carácter vinculante, la Cámara Nacional de Casación Penal en el plenario “Kosuta” ha sujetado su otorgamiento al “control de logicidad y fundamentación por parte del órgano jurisdiccional”. En esa misma línea de pensamiento se ha dicho que “Si la opinión adversa del fiscal en cuanto a la suspensión del juicio a prueba, apareciera infundada o errónea no resulta vinculante para el juez” (CCC, Sala VI, “Loiácono, Rubén A.”, rta. 20/12/1996, LL 1997 D-626-DJ1997-3,286). Finalmente, desde otro ángulo, se ha declarado de oficio la inconstitucionalidad del cuarto párrafo del artículo 76 bis del Código Penal “en cuanto prevé el consentimiento del fiscal como requisito indispensable para que el juez pueda otorgar la suspensión del juicio a prue- Poder Judicial de la Nación Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional =Causa n° 34.370 “Demichele, Ariel Norberto s/Estafa...” Juzgado de Instrucción n° 6, Secretaría n° 118 (causa n° 43.545/1997). Sala IV ba, ya que el asignarle carácter vinculante al dictamen del fiscal referido a la concesión de tal beneficio importa colocar un impedimento para el ejercicio de la jurisdicción derivada del art. 116 de la Constitución Nacional, vulnerándose así la garantía del debido proceso” (Cámara Federal de Apelaciones de General Roca, “Outes, Eduardo”, rta. 17/6/2003). Mencionadas ya las distintas posturas que existen en punto al carácter vinculante de la opinión fiscal para la concesión del instituto, estima la Sala que, en el caso, las consideraciones efectuadas por USO OFICIAL la Sra. fiscal de grado y por el Sr. fiscal general no inhabilitan el otorgamiento del beneficio pretendido. Es que la oposición formulada por la Dra. Yacobucci se funda tan solo en el rechazo de las víctimas al ofrecimiento reparatorio realizado, por considerarlo insuficiente. Como ya se ha dicho, la razonabilidad del ofrecimiento de reparación económica es una cuestión que debe ser evaluada por el Tribunal y, por ende, no puede resultarle vinculante en tal aspecto la opinión fiscal en contrario (CCCMDP, Sala II, c. 45.029 “Di Palma, O.”, rta. 11/9/1997). De otro lado, al emitir su opinión, la Sra. fiscal no explicó el motivo por el cual consideraba que tal ofrecimiento no era suficiente, en la medida de las posibilidades económicas concretas del imputado, lo que impide ahora al Tribunal analizar tal tópico. Por otra parte, el Dr. Fabián Céliz, consideró óbice para la concesión de la suspensión requerida la existencia de una condena. Sin embargo, ya se ha dicho también que por resultar ella posterior a los hechos aquí investigados y dictada en relación con un evento anterior a ellos, resultaría procedente la condicionalidad de la eventual nueva condena que pudiera corresponder, por ser de aplicación el artículo 58 del Código Penal. VI. En consecuencia, se verifican en el caso los distintos requisitos exigidos por los artículos 76 bis del Código Penal y 293 del Código Procesal Penal de la Nación. Ellos son: 1) la oportunidad procesal en que se formuló la solicitud, 2) los delitos que se le reprochan al imputado admiten la condicionalidad de la eventual condena que pudiera corresponderle, 3) el ofrecimiento de reparación del daño realizado parece razonable acorde a los perjuicios causados y a las posibilidades económicas del procesado y 4) los oposiciones fiscales carecen de fundamentación adecuada al caso y no son, por ello, vinculantes para el Tribunal. En función de ello, la decisión adoptada por el Sr. juez de grado ha de ser revocada y concedida, por ende, la suspensión del juicio a prueba pretendida. En orden a la fijación de las pautas previstas por el artículo 76 ter del Código Penal, se dispondrá que el término de duración de la suspensión sea de tres años, se lo obligará a fijar residencia y a someterse al cuidado del Patronato de Liberados y a realizar trabajos no remunerados en aquellos horarios e institución pública que el Sr. juez de grado determine (artículo 27 bis incisos 1 y 8 del CP). Por ello, se RESUELVE: I. REVOCAR la resolución de fs. 1251/1254vta. en cuanto fue materia de recurso y SUSPENDER EL JUICIO A PRUEBA en relación con Ariel Norberto Demichele por el término de tres años (artículos 76 bis y ter del CP y 293 del CPPN). II. ADMITIR la propuesta de reparación económica realizada por el procesado (artículo 76 bis tercer párrafo del CP). III. ESTABLECER que Demichele cumpla con las siguientes condiciones: 1) fijar residencia y someterse al cuidado del Patronato de Liberados que corresponda a su domicilio y 2) realizar tareas no remuneradas en aquellos horarios e institución pública que el Sr. juez de grado determine (artículo 27 bis incisos 1 y 8 del CP). Notifíquese al Sr. fiscal general. Poder Judicial de la Nación Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional =Causa n° 34.370 “Demichele, Ariel Norberto s/Estafa...” Juzgado de Instrucción n° 6, Secretaría n° 118 (causa n° 43.545/1997). Sala IV Practíquense en el juzgado de origen las notificaciones a las partes. Se deja constancia de que el Dr. Julio Marcelo Lucini integra esta Sala por resolución de la Presidencia de esta Cámara del 17 de abril de 2008. Se deja así también constancia de que el Dr. Carlos Alberto González no suscribe la presente por encontrarse en uso de licencia. USO OFICIAL Sirva lo proveído de muy atenta nota de envío. ALBERTO SEIJAS JULIO MARCELO LUCINI Ante mí: PAULA FUERTES Prosecretaria de Cámara