MASCULINO Y FEMENINO EN LOS TIEMPOS DEL CYBORG EL IMAGINARIO CULTURISTA EN LA ÉPOCA DE LA SUBLIMACIÓN DEPORTIVA V Las gramáticas del cuerpo Resumen Si en las dos últimas décadas los gimnasios han ido proliferando y llenando poco a poco sus salas, el culto al cuerpo se ha vuelto obsesivo en el último lustro. ¿Por qué este interés por la práctica deportiva?, ¿qué fuerza lleva a coincidir a la alta ejecutiva y la dependienta del supermercado en la clase de spinning, fit-ball o body-pump?, ¿por qué el héroe de la cinta hollywoodiense de acción ya no es concebible sin músculo? La cultura popular provee siempre a la teoría de modelos de reflexión que, como síntomas de un complejo itinerario identitario, suscitan un desafío. Las imágenes que ésta suministra suelen estar plagadas de contradicciones: aquellas que hablan de modelos cambiantes, de identidades en tránsito. La cultura popular es el termómetro de lo por venir. El objetivo de las páginas siguientes será detallar el interés que para la teoría feminista, pero también para el estudio de la corporalidad, tiene el imaginario culturista como lugar donde convergen muchas inquietudes de la identidad contemporánea en tanto identidad-cyborg, tal y como fue predicha por Donna Haraway, 2 pero a la vez como un nuevo ejemplo de cuerpo artificial, de constructo identitario que revisa los modelos de masculinidad y femineidad, proveyéndolos de unas posibilidades de lectura ambivalentes, que no sólo atiende a los «puntos de vista contradictorios» que Haraway propone para el cyborg, sino también a la ambigüedad que las prácticas tecnológicas posmodernas tienen respecto al poder, tal y como señala Anne Balsamo. El material con el que ejemplificaremos nuestra reflexión, textos e imágenes, está extraído de tres revistas muy conocidas de culturismo que cualquiera puede encontrar Fe r r ú s , B e a t r i z , « M a c u l i n o y f e m e n i n o e n l o s t i e m p o s d e l c y b o r g » . E n M e r i To r ra s (e d . ) , C u e r p o e i d e n t i d a d I . B a r c e l o n a : E d i c i o n s U A B , 2 0 0 7. 219 Prácticas de disciplinamiento corporal 220 La mujer como depositaria del cuerpo 222 Referente corporal del siglo XXI: el cuerpo deportivo 224 Los tiempos del cyborg 235 Ejercicios 237 Bibliografía 239 2 Donna Haraway es autora del texto «Manifiesto para cyborgs», editado en español como capítulo del libro Ciencia, cyborgs y mujeres. Este ensayo se ha convertido en una de las referencias indispensables para el estudio de la identidad posmoderna y de sus contradicciones a comienzos del siglo XXI ; supone, asimismo, una revisión de los feminismos tradicionales. Haraway define cyborg como: «un organismo cibernético, un híbrido de máquina y de organismo, una criatura de realidad social y también de ficción. Un mundo cyborg podría tratarse de realidades sociales y corporales vividas en las que la gente no tiene miedo de su parentesco con los animales y máquinas ni de realidades permanentemente parciales, ni de puntos de vista contradictorios» (253263). en su quiosco: Musclemag, BodyFitness y Flex. Por tanto, esta reflexión no deja de ser una práctica de estudios culturales. Asimismo, gran parte de la conclusiones que van a ser expuestas son comunes al conjunto de las prácticas deportivas. Por otro lado, para poder comprender en toda su complejidad el imaginario propuesto, va a ser necesario remontarse en la historia de Occidente para rastrear el origen de muchos de sus significados. PRÁCTICAS DE DISCIPLINAMIENTO CORPORAL La metafísica de Occidente viene marcada por la estructura dual de la realidad, trazada por Platón: el mundo de las ideas vs. el mundo sensible, donde el cuerpo es la cárcel del alma, instancia que debe ser trascendida y de la que el yo debe liberarse. El pensamiento católico relee a Platón y encuentra en la ascesis el camino a través del cual desprenderse del cuerpo. Por eso la historia de Occidente es la de una dualidad: carne vs. espíritu, donde el primer elemento del binomio es marcado como negativo. A esta realidad se suma un segundo binomio, aquel que separa a hombre y mujer, sancionando negativamente a la segunda, al tiempo que justifica esta sanción a través del mito del paraíso perdido y del pecado de Eva. La clave de su lectura se encuentra en la maldición bíblica «parirás con dolor», que hace girar el relato encubridor hacia el punto de conflicto: el miedo hacia un cuerpo que procrea y sangra. Desde aquí, el cristianismo habría de convertirse en la gran religión del cuerpo y de su disciplinamiento. El Verbo hecho carne inaugura toda una pastoral corporal, donde hay un cuerpo encarnado, resucitado, pero también la posibilidad de ascender a los cielos en cuerpo y alma, de ingerir el cuerpo de Cristo en la Eucaristía, o de asistir a la Pasión. Sin embargo, otra presencia corporal va a ser importante para la Iglesia, sobre todo a partir de la Contrarreforma, la del cuerpo del hombre pecador que debe liberarse de ese «vestido del alma», imitando a 220 B E AT R I Z F E R R Ú S Cristo y utilizando el dolor como camino. Simone Weil se asombra ante la capacidad del cristianismo para usar el dolor de manera sobrenatural. De esta forma, como dice Le Breton en Antropología del dolor, el dolor se presenta en el mundo cristiano como «punción de lo sacro», «sacralidad salvaje», que arrebata al hombre de sí mismo y lo enfrenta a sus límites, forma caprichosa y arbitraria que hiere con inaudita crueldad, hasta llegar a quebrar los lindes de la identidad. El dolor es la consecuencia del advenimiento de la conciencia. Cuando el hombre se separa de Dios al comer del árbol del bien y del mal, se vuelve responsable de su destino, accede a la dimensión simbólica y se transforma presa del dolor, la enfermedad y la muerte. Asimismo, no debe olvidarse que el pecado fundante se asocia a la comida, a la ingesta que contamina el cuerpo. Así, las primeras prácticas de disciplinamiento corporal proceden del Occidente religioso, donde el creyente ofrece su dolor y las privaciones corporales (con singular importancia para las alimentarias) a modo de restitución del pecado cometido. El asceta que se autotortura es el gran modelo. «Tres días en la semana tenía disciplina, salvo en los advientos y cuaresmas, que estos tiempos las doblaba y también en otros tiempos que tenía señalados. El tiempo que duraba la disciplina era tanto como tenía para dar» (María de San José: 117), aunque la Iglesia diseña todo un programa de control corporal regido por el calendario y el simbolismo de la Pasión, que ha de llegar a todos los fieles, sean o no ascetas. Además, entre las grandes privaciones corporales, la contención sexual, a través de la práctica del celibato, o en su defecto del débito conyugal, se convierte en una de las principales medidas represivas, que tiene en la profesión religiosa y en el voto de castidad su máxima expresión. Desde aquí, aunque el «ojo que todo lo ve» del dios cristiano, simbolizado en el confesionario, habría de perder importancia en el Occidente moderno, las prácticas de control y disciplinamiento corporal habrían de persistir de manera sutil. Michel Foucault, a través de sus MASCULINO Y FEMENINO EN LOS TIEMPOS DEL CYBORG 221 2 Michel Foucault, en su libro Tecnologías del yo, habla de cuatro tipos fundamentales de tecnologías: 1) tecnologías de la producción, que nos permiten producir, transformar o manipular cosas; 2) tecnologías de sistemas de signos, que nos permiten utilizar signos, sentidos, símbolos o significaciones; 3) tecnologías de poder, que determinan la conducta de los individuos, los someten a cierto tipo de fines o dominación, y consisten en una objetivación del sujeto; 4) tecnologías del yo, que permiten a los individuos efectuar, por cuenta propia o con la ayuda de otros, cierto número de operaciones sobre su cuerpo y su alma, pensamientos, conducta o cualquier forma de ser, obteniendo así una transformación de sí mismos con el fin de alcanzar cierto estado de felicidad, pureza sabiduría o inmortalidad. textos Historia de la sexualidad, Historia de la locura, El nacimiento de la clínica, Vigiliar y castigar o Tecnologías del yo2 iba a convertirse en el gran historiador y crítico de estas prácticas en la modernidad: [Foucault] habla de un proceso más sibilino: el de un cuerpo concebido como objeto de poder, como un objeto tan profundamente investido y moldeado por el poder que segrega una visión del mundo y de lo social. El cuerpo regido por las normas es un cuerpo «corregido», y el sometimiento físico produce en él una conciencia sometida también. De ahí la historia de las disciplinas desarrolladas en el transcurso de los siglos para hacer a los individuos cada vez más «dóciles y útiles», esa lenta construcción de férulas físicas cada vez más insinuantes, para reemplazar la toma casi violenta de los cuerpos en los albores de la modernidad por un juego más discreto e ininterrumpido de miradas calculadas. Un proceso sibilino, una vez más, que obliga a pensar en profundidad la oposición entre constricción y libertad; y a medir el papel central que desempeña el cuerpo en esa oposición (48). La medicina, la escuela, la moda, la nutrición, la economía, los mass media... sustituyen al confesionario en la vigilancia corporal, dispersando el centro de su mandato, en un afán de invisibilizarse que, no obstante, la reflexión feminista, los estudios poscoloniales, la deconstrucción, etc., han conseguido hacer visible, mientras tratan de jugar con sus efectos, de desplazarlos, en un juego que supone medirse con los discursos hegemónicos. La distancia entre un confesionario y el ojo del Gran Hermano es menor de lo que se nos quiere hacer pensar y el análisis de una práctica tan contemporánea como la del culturismo puede ayudarnos a completar los huecos de la historia. LA MUJER COMO DEPOSITARIA DEL CUERPO La inversión de Eva en Ave ha determinado la posición del cuerpo femenino en el imaginario de Occidente. El 222 B E AT R I Z F E R R Ú S cuerpo femenino pecador, pero también el modelo imposible de una madre-virgen, son los estigmas con los que cargan las mujeres de todas las épocas, como bien habría de explicarlo Julia Kristeva2 en su trabajo «Stabat mater», incluido en el libro Historias de amor. Como «útero andante» o «lasciva tentación de Satanás», la mujer se convierte en la responsable del «pecado de la carne», en aquella que debe castigar doblemente su cuerpo, pues su falta es doble; al tiempo que, no debe olvidarse, los tratadistas y moralistas del medievo dudaron de la existencia del alma de las mujeres, por lo que la relevancia del cuerpo en la tradición femenina se va a ver incrementada. Sin embargo, mientras las mujeres tratan de borrar su cuerpo por medio de la ascesis, la profesión conventual o diversas formas de control y punición, es tanto su esfuerzo de borrado, que terminan por subrayarlo, por convertirlo en el protagonista de su discurso, por encontrar en él el lenguaje del que son privadas en los discursos públicos. De este modo, aunque tanto los hombres como las mujeres de la Edad Media, el Renacimiento y el Barroco tratan sus cuerpos mediante la flagelación y otras formas de sufrimiento autoinfligido, los casos de manipulación psicosomática son casi exclusivamente femeninos. De 1200 a 1600 la espiritualidad de la mujer va a ser fundamentalmente somática. La aparición de estigmas, la lactancia milagrosa, la exudación de aceite dulce o el «embarazo místico» serán las manifestaciones de una espiritualidad y una corporalidad totalmente femeninas. También serán las mujeres quienes convierten el dolor y la enfermedad constantes en ofrendas a Dios, mientras que las reliquias de santas van a proveer de un mayor número de curaciones que las de los varones. Así, determinadas metáforas corporales como la leche, la sangre o las lágrimas han sido reivindicadas por la tradición cultural femenina y sus representaciones artísticas. Desde las ilusas, mujeres iletradas que exhibían sus cuerpos en éxtasis, jugando con la sangre menstrual, mostrando sus pechos preparados para la lactancia, etc., MASCULINO Y FEMENINO EN LOS TIEMPOS DEL CYBORG 223 2 Julia Kristeva completa la reflexión sobre el modelo virginal en Al comienzo era el amor. Psicoanálisis y fe (98): «La desean virgen para amarla mejor o para dejarse amar por ella sin rival. La afirmación sin precedentes de la paternidad simbólica que va hasta la homologación del hijo a la sustancia del padre, se pudo operar tan sólo –al parecer– mediante la aligeración de un peso demasiado pesado para el imaginario que habría hecho de esa autoridad simbólica un fardo absoluto y aplastante: el peso de la sexualidad procreadora». hasta Sylvia Plath que afirma en su poema «Kindness»: «El chorro de sangre es la poesía/ no hay cómo pararlo» [«The blood jet is poetry,/ There is no stopping it.»], la mujer se reapropia de su cuerpo para escribirse desde él y escribir su deseo. Sin embargo, aunque no podemos dejar de subrayar la importancia transgresora de este intento que, además, aumenta su valor en tanto provee a las mujeres de una tradición propia que puede ser reclamada, no debemos olvidar que éste funciona como reivindicación de un cuerpo censurado, pero no pone en cuestión el deber ser, que para el cuerpo femenino se dibuja desde el espacio de la Ley, como sí hará la práctica culturista. El modelo que vamos a proponer vuelve a demostrar que la mujer continúa siendo la «depositaria del cuerpo», pero no se limita a recuperar como positivo este legado, sino a distorsionarlo, tratando de perforar la barra que separa el binomio hombre/mujer. REFERENTE CORPORAL DEL SIGLO XXI: EL CUERPO DEPORTIVO Si hay un lugar donde el elaborado pensamiento sobre el cuerpo y el género en el presente son puestos a prueba en nuestra sociedad contemporánea es el mundo deportivo. El deporte, y en menor medida los discursos de la moda y de la belleza, han sustituido a las religiones en tanto espacio de exhibición y dedicación a lo corporal. La multitud se reúne en grandes estadios, a modo de templo, para asistir a un espectáculo que pulsa sus almas y provee de modelos de regulación corporal. Como el asceta, el deportista disciplina su cuerpo y logra a través de esta praxis una transformación. Asimismo, si hay una práctica donde las contradicciones y complejidades del modelo deportivo son apreciadas con mayor facilidad, ésta es el culturismo, pues la hipérbole que rige su discurso evidencia sus efectos, al tiempo que el sentido de religio, que puede llegar a alcanzar la praxis deportiva, se hace, asimismo, altamente patente. El deporte supera sus comienzos higienistas para convertir- 224 B E AT R I Z F E R R Ú S se en una búsqueda de modelación identitaria. Analicemos a continuación los distintos ejes que la guían. EL IMAGINARIO CULTURISTA Prácticas de metamorfosis corporal «Los culturistas son los magos de las transformaciones, siempre lo han sido», «Básicamente cuando alguien decide entrenar la fuerza que lo mueve no es ni más ni menos que el sueño de ser mejor de lo que es. El hecho de querer mejorarse físicamente no es sólo legítimo, sino que debería ser un deber de todos».2 El primer sentido del culturismo es el de transformación, el mejoramiento físico: un cuerpo en tanto masa informe pasará a ser esculpido, tallado, en un acto de modelar que persigue la belleza. De esta forma, el culturismo es una de las muchas prácticas que a comienzos del siglo XXI han proliferado dedicadas a la transformación corporal. El culturismo, como la cirugía estética, es un proceso de metamorfosis corporal, que elude la diferencia, que busca conseguir un cuerpo «igual que», parecerse a un ideal de reconocido prestigio estético y económico. Es frecuente que en una intervención de cirugía estética se demande una nariz o unos labios como los de algún miembro del star system, al igual que lo es que un culturista quiera diseñar sus bíceps de manera parecida a alguno de los campeones de Mister Olimpia. Mientras, las muchachas anoréxicas 5 persiguen un ideal de delgadez semejante a las modelos de pasarela. Desde aquí, no deja de resultar alarmante cómo la subjetividad de Occidente está virando desde una política de la diferencia a una política de la imitatio, volviendo hacia el tiempo de Lo Mismo del que habló Michel Foucault. La imitatio Christi, o la imitación de los santos que guió a Occidente en épocas pasadas, es relevada ahora por otras prácticas imitativas.22 Por eso, como si se tratara de montar un puzzle, las revistas de culturismo proponen rutinas de entrena- MASCULINO Y FEMENINO EN LOS TIEMPOS DEL CYBORG 225 Anorexia. Trastorno de la conducta caracterizado por la búsqueda de un ideal de delgadez extrema y de restricción alimentaria que nunca se alcanza. La vigorexia, la anorexia y la megarexia han sido relacionadas por el psicoanálisis con carencias de deseo asociadas a la relación maternofilial. 2 Frases aparecidas en sendos artículos de la revista Musclemag, número 185. El primero, titulado «Definirse con sensatez»; el segundo, «Que Dios nos libre de los gurús». 22 Michel Foucault, en Las palabras y las cosas, propone como objetivo de su trabajo el estudio de la «episteme», en tanto a priori histórico que en un período determinado delimita la experiencia de un campo de conocimiento, define el modo de ser de los objetos que aparecen en ese campo, dota de capacidad teórica a la percepción corriente del hombre y define las condiciones en que éste puede sostener un discurso sobre cosas que es reconocido como verdadero. Distingue cuatro epistemes: la preclásica, la clásica, la moderna y la contemporánea. El hecho de que éstas sean subyacentes e inconscientes habla de la necesidad del recurso a la arqueología como método de trabajo: «no es el hombre extravagante, sino más bien el peregrino meticulo- so que se detiene en todas las marcas de la similitud. Es el héroe de lo Mismo. Así como de su estrecha provincia, no logra alejarse de la planicie familiar que se extiende en torno a lo Análogo. La recorre indefinidamente, sin traspasar jamás las claras fronteras de la diferencia, ni reunirse con el corazón de la identidad... El libro es menos su existencia que su deber. Ha de consultarlo sin cesar a fin de saber qué hacer y qué decir y qué signos darse a sí mismo y a los otros para demostrar que tiene la misma naturaleza que el texto del que ha surgido» (53). Panóptico. Estructura creada por Jeremy Bentham como modelo penitenciario, donde todas las celdas pueden verse al mismo tiempo desde un punto de control. Foucault utiliza esta estructura como metáfora del hombre sometido a la vigilancia continua del poder. miento dirigidas por campeones y enfocadas a modelar aquella parte del cuerpo que los ha hecho famosos: «Bíceps como», «Espalda con», «Gemelos a lo», son muy frecuentes entre sus páginas. Sin embargo, mientras prácticas como la cirugía estética buscan una transformación instantánea, mediada por el dinero, el culturista encuentra goce en la dilación, en la observación minuciosa de un proceso que puede no acabar nunca: «El culturismo engancha», dirán los adeptos a esta práctica, que trabajan de forma persistente para lograr la transformación. Por eso las paredes de los gimnasios están llenas de espejos: para que ni un mínimo cambio se escape, para que el escultor-esculpido se abisme en la contemplación de una obra que es él mismo. El gesto narcisista es doble y absoluto: Narciso no sólo se ha enamorado de su imagen, sino que la ha producido, al tiempo que necesita exhibirla. Por eso los concursos culturistas se articulan desde la composición de poses, que permiten lucir el cuerpo, pero también que recuerdan el gesto de los atletas de la Grecia Clásica en la palestra. El origen del deporte se asocia a la exhibición de la belleza masculina. En los últimos tiempos hemos asistido a una redefinición de la masculinidad y de su representación, así como del canon de belleza que la rige. El metrosexual es una muestra de ello. No obstante, en el mundo del culturismo se sigue esgrimiendo una noción de belleza masculina que procede del clasicismo, al tiempo que los rasgos que se atribuyen a «lo masculino» constituyen la hipérbole de la masculinidad clásica. El tamaño y la fuerza se convierten, junto con el modelado de la silueta, en otros de los componentes de la transformación. Pero, aunque la identidad culturista se centra en el trabajo sobre el propio cuerpo, no debe olvidarse el carácter comunitario que la práctica puede llegar a alcanzar. Los culturistas intercambian dietas, consejos de entrenamiento, y contemplan otros cuerpos como medida del propio. Algo hay en este gesto de panóptico:5 las paredes de los gimnasios recubiertas de espejos sirven para 226 B E AT R I Z F E R R Ú S contemplar la propia anatomía, pero también para vigilar la ajena. Esto no debe resultarnos extraño en una sociedad donde los programas del corazón acceden con su cámara a cualquier espacio, donde las anoréxicas hacen concursos de pérdida de peso en la red o donde los reality shows triunfan a cada instante con una nueva variante, una nueva forma del ojo-confesionario. La combinación de ambos factores: el reality dedicado a transformar a los concursantes que se someten a operaciones de cirugía estética es una de las prácticas más completas de esta tendencia. Desde aquí, si la primera de las inquietudes culturistas es el moldeado de la silueta, la segunda, y no menos significativa, tiene que ver con el aumento de tamaño. «Las reglas de crecimiento» o «Cómo ponerse grande de forma natural», son algunos de los titulares con los que las revistas de culturismo anuncian los consejos de entrenamiento y alimentación para alcanzar un estado de enormidad física. «Si buscas desesperadamente ganar masa entonces MWG es la respuesta», «La vida es demasiado corta para ser delgado... ¡Ya es hora de cambiar!», proclama el eslogan de Turbo Mass Gainer. Si la anoréxica aspira a la desaparición, a la volatilización del más y más delgada, el culturista demanda más y más espacio. Para la primera, «alimentarse de nada» es una manera de evitar la extinción del deseo; para el segundo, «alimentarse de masa» es una manera de generar deseo: a más masa, más deseo. Algo semejante ocurre con la megarexia,5 aunque ésta renuncia al ideal estético. Pero, además, el tamaño queda asociado a la fuerza; «Colossus» es el nombre de una famosa marca de alimento para culturistas, porque un coloso es aquello que se busca ser: un ser enorme de inconmensurable fuerza, de fuerza inhumana o superhumana, fuerza de máquina. Así, V12 Turbo presenta sus suplementos alimentarios en botes gigantescos que asemejan un motor, pero es Cell-Tech quien convierte la técnica publicitaria en un homenaje a la fuerza bruta. Bajo el epígrafe «True Confessions. Of Real Bodybuilders», la página del anuncio MASCULINO Y FEMENINO EN LOS TIEMPOS DEL CYBORG 227 Megarexia. Trastorno de la conducta que hace del «alimentarse bien» su programa, llegando a producir sujetos de peso excesivo que no perciben su obesidad. reproduce un retrato en blanco y negro de Branch Warren, reconocido campeón culturista. Superpuesto a éste, el siguiente testimonio: La sesión más dura que nunca he tenido fue un día de piernas. Sin lugar a dudas fue el entrenamiento más brutal que nunca he realizado en toda mi vida. Empezamos con 100 repeticiones en 4 series de extensiones de piernas. Después de eso hicimos sentadillas. Llegamos hasta los 225 kilos y luego acabamos con una serie descendente empezando con 5 discos de 20 kilos por cada lado, luego 4, 3 hasta acabar con un solo disco. Para acabar, pasamos a la sentadilla hack donde pasamos a OTRO NIVEL, comenzamos con un disco a cada lado y diez repeticiones, luego 2 discos y 20 repeticiones, 3 discos y 30, 4 y 40 y de alguna forma se suponía que teníamos que acabar haciendo repeticiones con 5 discos a cada lado. No sé cómo, pero con mucha ayuda, fui capaz de acabarla. Fue la primera vez en mi vida que NO PUDE ponerme en pie. Lo intenté, pero me derrumbé. 228 B E AT R I Z F E R R Ú S En la esquina de la página, el único elemento en color destaca un bote de Cell-Tech y la leyenda «Esta historia fue alimentada por Cell-Tech», mientras en el margen opuesto un logo de advertencia a la manera de los que aparecen en los envases de productos peligrosos explica que Brach Warren es un culturista de gran nivel y que nadie debe tratar de repetir esa rutina de entrenamiento. Por último, un apunte, pues la fuerza culturista no sólo es la de la máquina, sino también la del animal. De hecho, «Animal» es el nombre de otra de las marcas de alimento para culturistas, que se dirige así a sus clientes: «No estás aquí para hacer amigos. No eres un niño bonito. No te van a “hacer la pelota”. Ya sabes para qué estás aquí. Y si no lo sabes, vete al infierno, nos estás quitando el sitio. Esto es un trabajo duro. Es Animal. ¿Puedes soportarlo?». Un cuerpo delineado hasta la minucia, inmensamente grande, de funcionamiento mecánico y de fuerza inhumana, que mezcla el ideal maquinista2 con la animalidad es aquello que persigue el culturista. En su búsqueda se intenta escapar del hombre para ser un SuperHombre o un HiperHombre. Científicamente avalado Pero no basta con alimentarse de masa, con crecer y transformarse por medio del alimento. El cuerpo culturista es un cuerpo que se quiere bello, fuerte y grande, pero también sano, y para conseguirlo necesita el aval de la ciencia, ser un cuerpo «científicamente probado». Al menos un 30% de las páginas de las revistas de culturismo están dedicadas a publicidad sobre complejos alimentarios y vitamínicos que ayudan a conseguir la figura perfecta. El ideal culturista es un ideal disciplinario, donde la disciplina alimentaria se vuelve decisiva. (No debe olvidarse que el primer pecado estuvo relacionado con el alimento y sus propiedades abyectas.) Si la sustancia prohibida que ayuda a conseguir el cuerpo perfecto sin pasar por la rutina representa el fantasma que persigue todo «buen culturista», la MASCULINO Y FEMENINO EN LOS TIEMPOS DEL CYBORG 229 2 Yves Michaud explica el origen del maquinismo corporal (Corbin et al.: 402): «La imagen del cuerpo mecanizado refleja en la cultura del deporte y de la gimnasia, la racionalización del trabajo a finales del siglo XIX , las políticas de higiene de la población, y la política sin más, con sus muchedumbres organizadas y sus desfiles. A pesar de la violencia de la Primera Guerra Mundial, esta imagen sigue dominando durante los años treinta, como si en algún momento se hubiera cuestionado el asunto. El cuerpo mecanizado reaparece durante los últimos veinte años del siglo XX, en una versión imaginaria, la de las prótesis técnicas y biotecnológicas». exactitud de cómputo necesaria para que el entrenamiento consiga el efecto pretendido no descarta el apoyo de la ciencia «sana». De esta forma, los productos MRM (Metabolic Response Modifiers) se presentan bajo el eslogan: «La ciencia al servicio del culturista», mientras la marca «Future Concepts» tiene como logo un microscopio y suele reproducir en el fondo de sus anuncios la imagen de un laboratorio con personal ataviado con aséptica bata blanca. En ASN (Advanced Sciences of Nutrition), una probeta se muestra como imagen de la firma. Pero todavía más, pues el avance científico puede llegar a paliar el mal sabor de «la medicina». Whey Gourmet de Olympus Sport Nutrition se presenta diciendo: «Maltrata tus músculos, pero no tus papilas gustativas». Asimismo, son cada vez más frecuentes los artículos y apartados donde un culturista-médico valora productos y rutinas de trabajo. El imaginario culturista se encuentra muy cercano al higienismo (el ser masa y no grasa no deja de encubrir un ideal de pureza) y la pauta médica; pero, ante todo, entiende de bioquímica y de genética. Es sorprendente la gran cantidad de metalenguaje que de estas disciplinas ha pasado a las revistas de culturismo: ectomorfo, aminoácido, óxido nítrico, degeneración proteínica…, son términos con los que el lector se encuentra en un solo párrafo de una de las páginas de la publicación abierta al azar. Si «hacer dieta» es un gesto popular y ampliamente extendido, la dieta del culturista no sólo se halla basada en un ideal estético, sino que persigue el cuerpo-máquina, cuerpo cyborg, en tanto ser genéticamente mejorado, del que hemos anticipado algunos aspectos. El alimento, entendido como alteridad amenazante y transformadora, se evita: nada de dulces, nada de grasas; pero se potencia como brebaje científicamente probado que ayuda a transformar el cuerpo en máquina. La transformación del culturista en el interior atañe a los genes, a diferencia del cambio quirúrgico. ¿Por qué el paso de la estética a la genética? Porque la transformación del culturista no es sólo exterior, sino también interior; de esto hablaremos a continuación. 230 B E AT R I Z F E R R Ú S No obstante, resulta interesante pararse un momento a reflexionar sobre la importancia que tanto la dieta como la ciencia tienen en nuestro presente, donde la alimentación ha alcanzado una relevancia inusitada en comparación con otras épocas, bien como privación asociada a lo estético, bien como norma para lograr una mejor salud, bien como experiencia de goce a través de una práctica culinaria que se dice arte, pero que tiene en el minimalismo una de sus constantes, o incluso como militancia política: veganos, vegetarianos, frutarianos, etc., escogen una opción alimentaria como representación ideológica. Asimismo, las diferentes formas de restricción alimentarias son hoy una de las formas más vigentes de ascesis. De igual manera, la ciencia, en un sentido genérico y absolutamente impreciso (nadie sabe muy bien qué cosa sea), ayuda a «eternizar la juventud» al ponerse al servicio de la industria cosmética. La sublimación Joe Weider, «entrenador de campeones», aconseja en el número 85 de la revista Flex: «Intenta conseguir la perfección, superarte, ser fiel a tus amigos, decir la verdad y honrar a tus padres. Estos principios te ayudarán a conocerte, a fortalecerte y a darte esperanza», al tiempo que Cándido Moro escribe para Musclemag que el cuerpo es «el único vehículo en el que podemos desarrollar nuestro “yo” como personalidad», o que «lo primero que hay que inculcar a nuestros jóvenes es el amor por el trabajo duro y personal, así como el equipo, la camaradería, el afán de superación, pero al mismo tiempo a dosificar su paciencia». Él mismo, en BodyFitness, titula uno de sus artículos «La grandeza del progreso natural». La grandeza, la fuerza, «otro nivel»... el culturismo no sólo busca transformar el cuerpo, sino sublimarse en el proceso. Está modernizando la práctica ascética, sólo que el dolor y la privación que en la Edad Media se ofrecían a Dios, tienen aquí al yo-mismo, o al otro como yo, como centro de la ofrenda religiosa. MASCULINO Y FEMENINO EN LOS TIEMPOS DEL CYBORG 231 Por eso el culturismo se profesa como se profesa una religión. Tras la caída de los metarrelatos religiosos, el hombre busca la trascendencia por los más inescrutables caminos. Así, el culturista se dice «iniciado». La soledad de un mundo sin dioses se salva al concentrarse en un cuerpo en perpetua génesis. En el gimnasio, el grito del hombre cargado de pesas sustituye al lamento de aquel que se azotaba en la Edad Media, a quien buscaba desprenderse del cuerpo para mejorar; ahora, es el cuerpo quien provee el mejoramiento. CULTURISMO Y MUJER Si el culturismo condensa los ideales ético-estéticos de la más rancia representación de la masculinidad, ¿pueden las mujeres ser culturistas? Ésta sería la versión moderna de la pregunta medieval: ¿pueden las mujeres imitar a Cristo? Aunque la mayor parte de las revistas culturistas de gran tirada presentan en sus portadas siempre una pareja mixta de culturistas en un ejercicio de igualación de sexos, el número de páginas interiores que se dedica a hombres y mujeres sigue inclinando la balanza destacadamente del lado masculino. Asimismo, todavía son muchas las muestras que revelan el malestar y la difícil conciliación que provoca el bino- 232 B E AT R I Z F E R R Ú S mio culturismo-cuerpo femenino. La explicación más explícita del conflicto aparece en la revista Flex (85: 48), en el artículo «El problema femenino»: En algún punto, el culturismo femenino no sólo parece violar los imperativos darwinianos de nuestros estrictos roles sexuales, sino que también permite que la evolución del animal humano trascienda los destinos preordenados definidos culturalmente. El culturismo femenino es un movimiento cultural progresivo que desafía las convenciones y tradiciones largamente arraigadas... una mujer hiperdesarrollada muscularmente todavía puede conjurar temor, intimidación, resentimiento, miedo y envidia, así como complicadas y poderosas respuestas sexuales en los hombres. Por lo tanto, el culturismo femenino carece de apoyo económico y provoca la repulsa social, salvo «en ese extraño mundo underground, centrado en gran parte de internet, donde los hombres tratan a las mujeres musculares como a diosas míticas». Para paliar el problema, la más importante competición de culturismo femenino se hizo coincidir a partir del año 2000 con su correspondiente masculina, para así «evitar que quede olvidada», y se introdujeron «nuevas directrices sobre la presentación de atletas, incluida una atención al maquillaje, al peinado y otras consideraciones estéticas que han sido conside radas tradicionalmente como femeninas». La asociación mujer-cuerpo, como reivindicación de una identidad y un deseo específicos sólo es permisible si se respetan los límites que permiten distinguir el cuerpo femenino del masculino. El cuerpo femenino, recubierto de músculo, atenta contra el «deber ser mujer», que en tanto apariencia se genera desde el espacio de la Ley. Caderas, pechos, cintura... marcan la silueta de una «mujer normal». Nada más y nada menos que de «imperativo darwiniano» habla la revista. Así, los cuerpos de las mujeres culturistas, en tanto que atentan contra el «deber ser» que sirve para reparar estéticamente los sexos, van a ser tachachos de an- MASCULINO Y FEMENINO EN LOS TIEMPOS DEL CYBORG 233 tinaturales, anormales o aberrantes. Mientras la mujer culturista provoca repugnancia el hombre hipervoluminizado deslumbra por un atractivo que nadie se atrevería a tachar de antinatural. De ahí la insistencia en nuevas normativas de competición femenina que contemplan el maquillaje y el peinado, o que obligan a la mujer culturista a lucir elevados tacones; ya que sus cuerpos han dejado de ser femeninos será necesario maquillarlos, disfrazarlos de mujer, pues en la lógica occidental la mujer se define como exceso cosmético. Así, el número 185 (13) de Musclemag anuncia cambios en la normativa de los concursos de culturismo femenino: «La IFBB ha difundido una nota en la que informa a las atletas de culturismo, de fitness y de figura de que deben reducir su musculatura en un 20%. Las razones esgrimidas son la salud y la estética» (el subrayado es nuestro), mientras en un apartado breve dedicado a la entrenadora personal Karen Geninatti se le describe de la siguiente forma: «La entrenadora personal de 1,50 metros de altura y 50 kilos es una madre de 47 años que está estupenda» (el subrayado es de nuevo nuestro); junto a la foto hay una exclamación en letra destacada «¡Menuda madre!». El encabezado del reportaje de Elaine Goodlad dirá de ella que comenzó en el culturismo para superar un amor desgraciado que la llevó a experimentar sobrepeso, hoy está «felizmente casada». En el mismo número de la revista Flex, que se llama «defensora del culturismo femenino» (aunque reconoce dedicarle poco espacio, ya que «Como empresa comercial que somos, debemos responder a las demandas del mercado, principalmente de hombres jóvenes, de los que sabemos mediante cartas y encuestas que están interesados únicamente en información de culturistas masculinos, que son con quienes ellos se identifican y a los que admiran», entonces sus páginas sobre «El problema femenino» deben interpretarse como un «acto de caridad» o una concesión a lo «políticamente correcto»), el fotorreportaje central titulado «Sirenas» recoge fotografías de mujeres semidesnudas en posiciones sugerentes a las que se califica como «Atletas además de seductoras» y 234 B E AT R I Z F E R R Ú S que se proponen como la «Tentación para distraerte del entrenamiento pesado y de la dieta estricta que predicamos por doquier». Curiosamente estas mujeres cuentan con el músculo justo para no perder su «silueta» y lucen una estética sustancialmente alejada de la de Lenda Murria, poseedora actual del codiciadísimo título de Ms. Olimpia. Las atletas-sirenas recuperan el lugar de la mujer como objeto y satisfacen con su estética del «justo músculo» al comprador que responde a la encuesta de venta, conjura de los miedos. De nuevo, nos topamos con un cuerpo artificializado, al modo que explica Isabel Clúa, sólo que éste se escenifica desde un «deber ser». Mientras las mujeres culturistas dicen haber escogido este deporte porque «deseaban controlar su cuerpo», en un gesto de autoafirmación que anula la mirada deseante del patriarcado para inscribir el cuerpo femenino en otra lógica, en otro orden de deseo, la barra que separa Hombre/Mujer es en el culturismo tan fuerte y tan pesada como los músculos que la levantan. El miedo a la amazona y la «posición cosmética» en la que la historia ha colocado a la mujer siguen existiendo. El feminismo poco o nada ha calado en el campo del culturismo. LOS TIEMPOS DEL CYBORG ¿Qué valor puede tener todo lo hasta aquí expuesto como reflexión general sobre nuestro presente?, ¿cómo afecta lo hasta aquí analizado a todos aquellos que no se dedican al culturismo ni profesional ni oficiosamente? Si hemos escogido este ejemplo es por su valor como encrucijada de sentidos, en tanto que representa un modelo corporal e identitario que está en permanente diálogo con otros modelos, al tiempo que aúna e hiperboliza muchas de las inquietudes del presente, lo que nos permite observarlas con mayor claridad. Un mundo en el que se borran los límites entre el cuerpo y la máquina, entre el hombre y el animal, entre el yo y el cuerpo, entre lo natural y lo científico se desprende de la descripción del imaginario culturista que hemos MASCULINO Y FEMENINO EN LOS TIEMPOS DEL CYBORG 235 desarrollado en páginas anteriores, un imaginario plagado de contradicciones y de límites imprecisos, pero asumido en una amplio colectivo que no rechaza la acción política (no en vano Arnold Schwarzenegger, gobernador de California y ex Terminator es su máximo icono). El culturismo, pese a su rancia ideología y sus múltiples y controvertidas caras, es una de las formas que adopta el cyborg, pensémoslo cuando vayamos a la clase de fitness, compremos la revista o iniciemos nuestra dieta de aumento de masa: la cultura popular del gimnasio se encuentra enredada en las mallas de poder y es una de las claves más visibles de su hilado. De nuestra capacidad para desenredarla dependen muchas de las posibilidades de futuro. De igual forma, como práctica que pone en juego una serie de topoi corporales, pero también que visibiliza las relaciones entre los sexos, lanza este trabajo hacia un pensamiento de la corporalidad que tiene en la belleza, la salud (dieta) y la fuerza (sublimación a través de lo corporal) los tres pilares fundamentales de reflexión, al tiempo que demuestra que los tópicos que sustentan el binarismo corporal y sus representaciones siguen estando vigentes. Pero todavía más, pues en tanto praxis de disciplinamiento corporal que persigue la trascendencia, conecta con el ideal del asceta, reedita el modelo de panóptico en las paredes de los gimnasios recubiertos de espejos, demuestra que el fantasma del cuerpo dócil, del cuerpo disciplinado, sigue vigente, aunque amenazado y puesto a prueba por su misma hipérbole. Es el carácter indecidible y paradójico de este modelo aquello que lo vuelve más significativo, rasgo que comparte con los distintos modos de representación «post». Sólo asumiendo esta indecidibilidad podremos prever el futuro de las representaciones corporales y de género. 236 B E AT R I Z F E R R Ú S EJERCICIOS 1. A partir del modelo del imaginario culturista aquí expuesto, comenta en 500 palabras el siguiente texto: El cuerpo parece ofrecer, en esta condiciones, el último punto de anclaje al que agarrarse. Es este punto de anclaje al que nos referimos para aprehenderse como ser, organizarse, manipularse, transformarse, sobrepasarse como persona o individuo entre los demás, ya sea por medio de la cirugía, las terapias, las drogas o una fuerza estoica. También es el punto de anclaje, el testigo que permite constatar, grabar y medir con una objetividad desengañada, siniestra o indiferente, los cambios, las transformaciones y las tensiones que inducen a la reflexividad social, y el tiempo que sigue pasando en el eterno presente de lo actual. Pero no se trata ya de nuevas representaciones del cuerpo, con lo que la idea de representación supone de distanciamiento, por la simple razón de que no hay representación en absoluto. Las imágenes nos colocan brutalmente ante una realidad desnuda de la que no conseguimos apropiarnos, pues la representación simbólica y metafórica que permitía la representación se ha volatilizado. El cuerpo, en cierta forma, coincide consigo mismo sin que sea aún posible subjetivizarlo ni objetivarlo. Está ahí como un trozo de carne, un rostro gesticulante, una silueta colocada sin razón en el lugar en que está. De ahí procede también la extraña omnipresencia del sexo, pero sin deseo, fantasía ni pasión (Corbin et al., 2006: 418). 2. A partir del fragmento siguiente escribe una breve reflexión sobre el diferente sentido que la dieta tiene en la anorexia y en el culturismo. ¿Crees que anorexia y vigorexia5 son trastornos semejantes? ¿Es la dieta una forma de mortificación alimentaria en el mundo presente? «Alimentándose de nada» a través del objeto nada pone trabas a su dependencia, resiste a lo que puede experimentar como una «omnipotencia ávida de hacerla vivir»... Si el alimento no es un don, no se presenta claramente como un signo del amor materno, no surge del deseo de la madre de darle algo, entonces el reclamo se vuelve sobre nada. Alimentarse de nada se instaura como un síntoma, y come nada porque esta nada inicial es la única que puede devolver el carácter de señuelo que el objeto juega en la economía de la satisfacción. La anorexia puede situarse en estre- MASCULINO Y FEMENINO EN LOS TIEMPOS DEL CYBORG 237 Vigorexia. Trastorno de la conducta caracterizado por un exceso de práctica deportiva destinada al modelaje del cuerpo y al cultivo de la belleza y de la fuerza. Se asocia con la anorexia porque uno de sus ejes son las prácticas de control y privación alimentarias, pero también porque la meta deseada nunca se alcanza, con lo cual su persecución sólo acaba con el tratamiento o la muerte. cha conexión con un fallo en esta dialéctica de la demanda de amor; el objeto no ha funcionado como una metáfora del amor de la madre (Strada, 2002: 85). 3. Comenta en 500 palabras el diseño de las relaciones corporales que aparecen en esta portada de la revista Musclemag. 4. Piensa en otras representaciones corporales de la sociedad actual que respondan a la idea de cyborg de Donna Haraway. 5. ¿Crees que los discursos de la belleza sobre el cuerpo han sustituido en el presente a los discursos religiosos de control y privación corporal? 238 B E AT R I Z F E R R Ú S BIBLIOGRAFÍA BIBLIOGRAFÍA GENERAL, FUENTES TEÓRICAS PARA EL ESTUDIO DEL GÉNERO Y LA TEORÍA DE LA CORPORALIDAD BALSAMO, ANNE, Technologies of the Gendered Body: Reading Cyborg Women. Durham: Duke University Press, 1996. BARTHES, ROLAND, Sade, Fourier, Loyola. Madrid: Cátedra, 1997. BAUDRILLARD, JEAN, El intercambio simbólico y la muerte. Caracas: Monte Ávila, 1980. BORRÀS CASTANYER, LAURA (ed.), Escenografías del cuerpo. Madrid: Fundación del Autor, 2000. B UTLER , J UDITH , El género en disputa. México: Paidós, 2001. –––, El grito de Antígona. Barcelona: El Roure, 2001. –––, Mecanismos psíquicos del poder. Madrid: Cátedra, 2001. –––, Cuerpos que importan. 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