1.5.4 la filosofía política

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Originario de Florencia, Italia, Nicolás Maquiavelo (1469-1521) es uno de los escritores más
representativos del Renacimiento, y se le considera como uno de los iniciadores de la ciencia
política moderna. El deseo más ferviente de este político e historiador era resucitar la
República romana de la antigüedad y reunificar a Italia que en ese momento se encontraba
dividida. Fue uno de los más genuinos portavoces de la modernidad:
Era imprescindible eliminar la prudencia, la Ética, la Metafísica y la Teología del
mundo de la política, y postular la doctrina de la fuerza. Esa fuerza que era necesaria
para establecer, consolidar y sostener la dictadura del gobernante, del poder del gigante
estatal o Leviatan.
Tales tesis son expuestas principalmente en sus dos obras más conocidas : El príncipe y
Los discursos sobre la primera década de Tito Livio , esta última de carácter histórico,
por la cual se le atribuye a Maquiavelo la función de la historiografía moderna.
Añoraba ese gran modelo de buen gobierno que fue la República romana, su maravilloso
sistema de frenos y contrapesos, la concertación, colaboración y alianza de los tres principios
de gobierno: la monarquía representada por el consulado, la aristocracia por el Senado y la
democracia por los tribunos.
La recíproca independencia y dinámica confrontación de estos poderes serían una garantía
para los ciudadanos. Maquiavelo creía que éstos eran los ingredientes que habían hecho
grande y potente a la República romana. Pero aunque para Maquiavelo la tesis ideal era la
República, se decidió por la hipótesis desesperada y pesimista del principado despótico y
tiránico
En su obra más famosa, El Príncipe , abordó la cuestión de “cómo obtener y conservar el
poder” -que en el fondo es el problema de la reconstrucción del nuevo Estado italianoocupándose además de la soberanía del “Estado”.
A Maquiavelo se le atribuye la fundación de la Ciencia Política empírica moderna. La política se
desarrolla con leyes propias ante las cuales es en vano revelarse; el objeto específico de
estudio de la Ciencia Política moderna es precisamente el “Estado”. Afirma en El Príncipe que
él se ocupará de lo que en realidad es la política mas no de lo que debe ser.
no puede decirse que su obra haya sido propiamente científica, a lo sumo se puede señalar
que fue uno de los precursores de la Ciencia Política positivista moderna.
Maquiavelo trata de estudiar al Estado como lo había un biólogo, buscando descubrir las leyes
que rigen su nacimiento, su desarrollo y su muerte. La Ciencia Política estudiará el mejor de los
regímenes políticos, su proceso legal, cómo se produce, se conserva y mantiene por la fuerza.
El método que utilizó para ello es una especie de empirismo y racionalismo práctico que
consistía en la observación directa, guiada por el sentido común y la astucia. Maquiavelo cree
que la vida humana está determinada por dos factores: La virtud y la fortuna.
¿Cómo debe actuar el gobernante para obtener y conservar el poder? Según
Maquiavelo, el gobernante debe ser más temido que amado, porque los hombres son
ingratos, simuladores, cobardes e interesados; los hombres son siempre malos por
naturaleza, por eso hay que ganárselos o suprimirlos. Debe ser como la fiera más
dañina, ya que vive entre lobos. Igual que Plauto, cree que el hombre es lobo del
hombre, igual que Calicles, cree en la ley del más fuerte.
El príncipe debe gobernar con la potencia de la bestia y la inteligencia del hombre.
Fuerte y pérfido, debe ser mitad hombre y mitad bestia, como el centauro que es la
mezcla de hombre y caballo, debe tener la fuerza del león y la perfidia de la zorra:
Siendo, pues, necesario que un príncipe sepa servirse bien de la bestia, debe, entre las
bestias, escoger al zorro y al león, porque ni el león puede defenderse de las trampas, ni
el zorro de los lobos. Zorro hay que ser, por tanto, para conocer las trampas y león para
amedrentar a los lobos.
El príncipe debe sacar ventaja del lobo, de la violación de los tratados, de la traición, del
crimen, de la mentira, del engaño y de la adulación
Maquiavelo concibe a la política como un arte y, aunque en lo individual mantiene
intacta la ética cristiana, en el terreno de la política propone: un “arte” que necesita
hacer uso del mal para contrarrestar el mal, es un arte cuya obra es el Estado, el artista
es el gobernante, el príncipe o el político.
La política considerada como una técnica o arte pertenece al dominio del producir, más
que del hacer. Es un arte liberado de la ética, en oposición a la filosofía aristotélica, para
la cual la política era esencialmente una conducta ética. Así como el escultor modela el
mármol, así el político modela el poder o el Estado. La moralidad está en el pueblo,
pero no en el príncipe. Su visión es contradictoria e inmoral. Asimismo, como los
valores morales no pueden aplicarse en política, se extirpan por completo. El artista de
la política debe aprender a ser malo, a estar por encima de la moral, su arte es
supramoral
Maquiavelo afirma que es el “bien lo que hace grandes a las ciudades”, lo que importa
es la prosperidad y grandeza del Estado. La moralidad es inmolada a favor del bien
político
La inmoralidad política es un hecho normal porque lo político es esencialmente amoral.
He aquí una de las más graves contradicciones latentes en su pensamiento, en el cual se
percibe un desgarramiento interior: una ética cristiana en lo individual y un arte político
en lo social, arte en el que lo importante es la eficacia “racionalmente calculada”. Con
tal de que no se hunda el barco y siga navegando, tira todo por la borda y afirma que por
su propia naturaleza la política es inmoral, amoral o supramoral
Sin embargo, antes de Maquiavelo el crimen no se había elevado a nivel de norma, y los
gobernantes por lo menos tenían razones para sentirse culpables y con remordimientos
de conciencia. A partir del florentino estas razones parecen desaparecer, al menos
teóricamente. Después de él los malos políticos podrán suponer que cumplen con su
deber como artífices y dirigentes políticos y harán a un lado o pondrán entre paréntesis
sus convicciones morales importando sólo el engrandecimiento del Estado.
Las tesis de Maquiavelo, que implicaban esencialmente el uso “racional y artístico” del
mal, serán sustituidas por el uso del mal y la fuerza, de modo altamente “irracional” de
inteligencias vulgares, brutales, salvajes y nada “artísticas”. Gobernantes y gobernados
se hundirán en una “ética putrefacta, que llama bien al mal y mal al bien, y que
constituye el maquiavelismo común de nuestros días”.
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