Prescripción de enfermería: la reforma parcial de un problema global

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TRIBUNA ABIERTA Y ANÁLISIS
Prescripción de enfermería: la reforma parcial
de un problema global
Javier Moreno Alemán
Socio-director de Asjusa Letramed. Despacho de abogados especializados en Derecho Sanitario
Madrid (21-5-09).- Nadie duda de las profundas transformaciones que se han operado en las
profesiones sanitarias en los últimos años, a ello han contribuido diversos factores, tales como los
avances científicos, con la consiguiente proliferación de especialidades médicas, y la creciente
socialización de la medicina, con la universalización de la asistencia.
Si hay una profesión sanitaria que encarna esta auténtica metamorfosis en la definición de sus
funciones es la enfermería que, sobre la base de una mejor cualificación profesional, ha pasado en
pocos años de ser una profesión centrada en el médico, como personal auxiliar del mismo, a
convertirse en una profesión centrada en el paciente. Como prueba de ello, el Real Decreto
43/2005, de 22 de abril, sobre especialidades de enfermería, regula la figura del Enfermero
Especialista, estableciendo un sistema de formación de residencia en unidades docentes
acreditadas, similar al conocido sistema MIR.
Estos cambios exigen una organización razonable de la asistencia, integrando a los diversos
profesionales sanitarios en equipos asistenciales; de la regulación de estos equipos se ocupan, la
Ley 44/2003, de 21 de noviembre, de Ordenación de las Profesiones Sanitarias (en adelante,
LOPS) y la Ley 55/2003, de 16 de diciembre, del Estatuto Marco del Personal Estatutario de los
Servicios de Salud (en adelante, Estatuto Marco). Estas normas clasifican las profesiones sanitarias
y establecen cuáles son sus respectivas competencias, fundamentalmente, atendiendo a la
titulación académica, así como a las regulaciones interprofesionales que se puedan aprobar en el
futuro. Así pues, se establecen las bases para fijar las competencias y funciones de las diferentes
profesiones sanitarias, pero no de forma cerrada, sino que se remiten a los planes de estudios de
las correspondientes titulaciones académicas.
El sistema genérico de definición de cuáles son las funciones concretas de los diversos
profesionales sanitarios constituye un riesgo legal evidente para los profesionales e incide
negativamente en la seguridad de los pacientes; tal es el caso en el que se encuentra la enfermería
en relación con la prescripción de medicamentos y productos sanitarios, en la medida en que la
misma queda limitada por el artículo 77 de la Ley 29/2006, de 26 de julio, de garantías y uso
racional de medicamentos y productos sanitarios (en adelante Ley del Medicamento) a los médicos
y odontólogos.
Si la enfermería, tal y como se ha afirmado (vid. Informe del Consejo General de Enfermería de
2007), viene prescribiendo de forma autónoma diversos medicamentos y productos sanitarios, es
evidente que con dicha práctica se está incurriendo en una situación de doble riesgo: riesgo
profesional para la enfermería, que estaría infringiendo la lex artis en cada prescripción, bordeando
incluso el ilícito penal y riesgo para la salud de los pacientes, al no estar fijados los límites de la
prescripción que de facto se viene haciendo en nuestros centros sanitarios.
De lo expuesto hasta el momento, si bien podemos valorar positivamente la iniciativa del Ministerio
de Sanidad de enfrentarse a la regulación de una realidad no contemplada en la normativa, no
podemos hacer lo mismo con el procedimiento elegido para llevarlo a cabo.
El Consejo de Estado, en su dictamen de 22 de mayo de 2008, declaró que, vigente el mencionado
artículo 77 de la Ley del Medicamento, el proyecto de Orden del Ministerio de Sanidad y Consumo
era contrario a Derecho. Dicho proyecto se había remitido al órgano consultivo de forma
precipitada, a solo dos días de las últimas elecciones generales, y ello pese a haberse puesto de
manifiesto que la disposición adicional 12.ª de la Ley del Medicamento publicada por el BOE, en la
que se basaba el referido proyecto, no era la que realmente se había aprobado en la tramitación
parlamentaria de la Ley, lo que obligó a la oportuna rectificación de errores en el BOE.
Ahora bien, el dictamen del Consejo de Estado, lejos de cerrar el debate, lo abría aún más,
apuntando un auténtico mapa de ruta de cuáles eran los posibles itinerarios para reconocer
facultades de prescripción a enfermeros y podólogos, si el Ministerio de Sanidad y Consumo
entendía que las competencias actuales eran insuficientes con el actual modelo de gestión
sanitaria.
De todas las opciones que el Consejo de Estado ofrece, resulta clara la voluntad política del
Ministerio de Sanidad y Políticas Sociales de elegir la más directa, esto es, la modificación del
artículo 77 del Ley del Medicamento; si bien, en vez de que el Gobierno presente un proyecto de
ley, se ha acudido a la fórmula de presentar por el Grupo Parlamentario Socialista en el Pleno del
Congreso de los Diputados, el pasado 28 de abril de 2009, la toma en consideración de una
Proposición de Ley de modificación de la Ley 29/2006, de 26 de julio, de garantías y uso racional
de medicamentos y productos sanitarios, que ha recibido el apoyo de todos los grupos
parlamentarios, y que abre ahora un periodo de enmiendas, hasta que el proyecto sea remitido al
Senado, y devuelto, y sea definitivamente aprobado en el Congreso de los Diputados.
En el momento actual es preciso que todos los grupos parlamentarios y colectivos profesionales se
liberen de prejuicios y analicen la cuestión con profundidad, tomando en consideración varias
cuestiones:
• Es necesario definir con claridad qué se entiende por prescripción, porque muchos de los
conflictos pueden estar en cuestiones terminológicas, tal y como puso de manifiesto el Consejo de
Estado en su dictamen.
• Regulando la facultad de prescripción de enfermeros y podólogos, en efecto, se ofrece seguridad
jurídica a estos colectivos y a los pacientes, dando solución a un problema concreto, pero sin
redefinir las funciones de estos profesionales sanitarios en nuestro actual modelo de gestión
sanitaria y olvidándose de otros profesionales (por ejemplo, los fisioterapeutas) que pudieran tener
idénticas aspiraciones.
• La facultad de prescripción, en su caso, debería ser una consecuencia de las nuevas funciones
que la enfermería y los podólogos tengan que asumir en el conjunto de las profesiones sanitarias,
lo que exige la previa reforma de la LOPS y del Estatuto Marco, máxime si tenemos en cuenta que
estamos en pleno proceso de reforma de los estudios universitarios, con el conocido Plan Bolonia,
en el que la enfermería pasa de ser una diplomatura de tres años a una carrera de grado, con
máster y doctorado.
• Analizar si la facultad de prescribir será genérica para todos los enfermeros y podólogos, con
independencia del plan de estudios cursado, o si se someterá a formación y habilitación
complementaria. No debe olvidarse que puede que parte de estos colectivos no estén dispuestos a
asumir el incremento de responsabilidad profesional que estas nuevas funciones, sin duda, llevarán
aparejado.
• La referencia a que esta facultad está regulada en países como Reino Unido, Canadá, Estados
Unidos y Sudáfrica no es válida si no se analizan las profundas diferencias que existen en los
modelos sanitarios comparados y el nuestro, del que tan orgullosos estamos.
• Finalmente, todas las iniciativas que ha habido en la materia adolecen de un estudio serio sobre
los efectos que la prescripción de enfermeros y podólogos tendrían en materia de seguridad de los
pacientes, aspecto éste que entendemos debe ser la llave que abra o cierre la reforma: si es bueno
para la seguridad de los pacientes, debe llevarse a cabo y, de lo contrario, debe paralizarse,
explicándose en todo caso a los profesionales y a la sociedad.
La prescripción es, en efecto, una parte del complejo proceso asistencial, en el que intervienen
múltiples profesionales sanitarios, ya sea de forma simultánea o de forma sucesiva, y en el que
prima ante todo la seguridad del paciente; así pues, carece de sentido regular aisladamente sobre
una función concreta y sólo en relación a unos determinados profesionales. La prescripción de
medicamentos y productos sanitarios no debe ser un fin en sí mismo para enfermeros y podólogos,
sino, en su caso, la consecuencia de una redefinición de las funciones de todos los profesionales
sanitarios que integran el equipo asistencial, lo que exige tener una perspectiva global del proceso
asistencial, de todos los profesionales que participan en él y de cuáles deben ser, razonablemente,
las funciones encomendadas a cada uno de ellos. Esto es, si cabe, mucho más importante en el
momento actual de transición en el modelo de estudios universitarios en virtud del Plan Bolonia.
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