Boletín 25 - AVD · ZEA · Academia Vasca de Derecho

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Jado
Boletín de la Academia Vasca de Derecho
Zuzenbidearen Euskal Akademiaren Aldizkaria
XII. NÚMERO 25
XII. URTEA. 25. ZENBAKIA
AÑO
DICIEMBRE
/ ABENDUA
2013
ACADEMIA VASCA DE DERECHO
ZUZENBIDEAREN EUSKAL AKADEMIA
JADO es el boletín de la Academia
Vasca de Derecho/Zuzenbidearen
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carácter semestral, y recoge los trabajos y actividades de la Academia. La
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ISSN: 2173-9102
SUMARIO
D.L./L.G.: BI-1677-03
/ AURKIBIDEA / TABLE
OF CONTENTS
ESTUDIOS / AZTERLANAK / FIELD STUDIES
[7-112]
RENTERÍA AROCENA, Alfonso: El reconocimiento de decisiones extranjeras y
las sucesiones “mortis causa”. El certificado sucesorio europeo.
[113-142] IRIARTE ÁNGEL, Francisco de Borja: Deudas y Herencia. Planteamiento de
la cuestión y perspectiva judicial.
[143-261] FERNÁNDEZ DE BILBAO, Jesús: Responsabilidad de los sucesores en derecho
civil común y en derecho civil vasco. Estado de la cuestión.
[263-295] PARAMIO JUNQUERA, Nieves: Deudas y Herencia: soluciones y alternativas
desde el derecho.
[297-327] QUINTANA IBÁÑEZ, Ortzi de la: Euskal Autonomia Erkidegoko lurzoruari eta
hirigintzari buruzko ekainaren 30eko 2/2006 legeari jarraituz lehenengo erabilerarako lizentzia partziala emateari buruz irekitako aukeraren arauketa.
NOTAS / OHARRAK / EXPLANATORY NOTES
[331-342] MARTÍNEZ BUTRÓN, Mario: Deudas, herencia y fiscalidad. La labor notarial.
[343-355] MAGALLÓN ELÓSEGI, Nerea: El Reglamento de sucesiones y los sistemas plurilegislativos: el caso español.
[357-377] ATXABAL RADA, Alberto: El Reglamento Sucesorio europeo y sus implicaciones
fiscales.
[379-406] ARANBURU AGIRRE, Edriga: La estabilidad presupuestaria y el autogobierno
vasco en el marco estatal
[407-485] FERNÁNDEZ BILBAO, Jesús: De la prohibición de intervención judicial en herencias.
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Boletín JADO. Bilbao. Año XII. Nº 25. Diciembre 2013, pp. 3-4
JADO Aldizkaria. Bilbo. XII. urtea. 25 zk. 2013ko abendua, 3-4 or.
ISSN: 2173-9102
D.L./L.G.: BI-1677-03
BIBLIOGRAFÍA / BIBLIOGRAFIA / BIBLIOGRAPHY
[489-490] IRIARTE ÁNGEL, José Luis: V. Camarero Suárez, El velo integral y su respuesta jurídica en democracias avanzadas europeas, Tirant lo Blanch,Valencia, 2012.
NOTICIAS DE LA ACADEMIA / AKADEMIAREN ALBISTEAK
[493-504] ORIBE MENDIZABAL, Alkain: Duodécima jornada práctica sobre el Derecho civil foral del País Vasco: Deudas y herencia. Una perspectiva desde el País
Vasco
[505-518] NORMAS DE PUBLICACIÓN / ARGITALPENERAKO ARAUAK
/ PUBLICATION STANDARDS
[519-528] PUBLICACIONES DE LA ACADEMIA VASCA DE DERECHO /
ZUZENBIDEAREN EUSKAL AKADEMIAREN ARGITALPENAK /
PUBLICATIONS LIST OF THE BASQUE ACADEMY OF LAW
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Boletín JADO. Bilbao. Año XII. Nº 25. Diciembre 2013, pp. 3-4
JADO Aldizkaria. Bilbo. XII. urtea. 25 zk. 2013ko abendua, 3-4 or.
ESTUDIOS
AZTERLANAK
FIELD STUDIES
ISSN: 2173-9102
D.L./L.G.: BI-1677-03
El reconocimiento de decisiones
extranjeras y las sucesiones “mortis
causa”.
El certificado sucesorio europeo
ALFONSO RENTERÍA AROCENA
Registrador de la Propiedad. Notario. Vicepresidente del Instituto Europeo
de Estudios e Investigaciones Notariales (I.R.E.N.E)
FECHA DE RECEPCIÓN / SARRERA-DATA: 2013/07/15
FECHA DE ADMISIÓN / ONARTZE-DATA: 2014/01/15
Resumen: El análisis de la eficacia extraterritorial de resoluciones judiciales dictadas en procesos contenciosos, en procedimientos de jurisdicción voluntaria y medidas cautelares y provisionales, transacciones judiciales, laudos arbitrales y documentos públicos en el marco del Reglamento 650/2012 se analizan en este texto,
así como su inscripción en el Registro de la Propiedad español. Por último, se analiza dada su transcendencia el Certificado Sucesorio Europeo y sus características
como documento básico en la configuración de la materia de sucesiones en el ámbito europeo.
Palabras clave: Eficacia extraterritorial, Inscripción en el Registro de la Propiedad, Certificado Sucesorio Europeo.
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Boletín JADO. Bilbao. Año XII. Nº 25. Diciembre 2013, pp. 7-112
JADO Aldizkaria. Bilbo. XII. urtea. 25 zk. 2013ko abendua, 7-112 or.
ISSN: 2173-9102
D.L./L.G.: BI-1677-03
Atzerriko ebazpenen aitortza eta “mortis causa” oinordetzak. Europako oinordetzaziurtagiria.
Laburpena: Auzibidean emandako ebazpenen eragingarritasuna eta horien ondorioak, lurralde jakin batetik gaindikoak, aztertzen dira hemen, ebazpen horiek auzietan, jurisdikzio borondatezko, kautelazko eta behin behineko neurriak, judizio
bidezko transakzioak, arbitraje laudoak eta agiri publikoak izan, horiek guztiak
bar neraturik baidaude 650/2012 Araudiaren esparruan. Aldi berean, horien inskripzioa Espainiako Jabetza Erregistroan. Azkenean, Europako oinordetza ziurtagiriaren esanahia eta ezaugarriak azaltzen dira, hori baita gakoa Europa mailako
Oinordetza Zuzenbidearen moldatze bidean.
Gako-hitzak: Lurraldez kanpoko eragingarritasuna, Jabetza Erregistroan inskribatzea, Europako Oinordetza ziurtagiria.
The recognition of foreign decisions and succession “mortis causa”.The European Certificate of Succession.
Abstract: The analysis of the extraterritorial applicability of judgments handed
down in contentious civil action proceedings, non-contentious proceedings and
provisional and precautionary measures, court settlements, arbitration awards and
authentic instruments within the context and framework of Regulation 650/2012
are analysed and discussed in this text, as well as its registration in the Spanish
Property Register. Finally, given the relevance of the European Succession
Certificate and its characteristics as a basic document in respect of the disposition
of successions in Europe is analysed.
Key words: Extraterritorial applicability, Registration in the Property Register,
European Succession Certificate.
ALFONSO RENTERÍA AROCENA
El reconocimiento de decisiones extranjeras y las sucesiones “mortis causa”
El certificado sucesorio europeo
SUMARIO: INTRODUCCIÓN. 1. EFICACIA EXTRATERRITORIAL DE
RESOLUCIONES JUDICIALES DICTADAS EN PROCEDIMIENTOS
CONTENCIOSOS. 1.1 El reconocimiento. 1.1.1 El régimen vigente. 1.1.2 El reconocimiento en el Reglamento 650/2012. 1.2 El “exequatur”. 1.2.1 El régimen
vigente. 1.2.2 El “exequatur” en el Reglamento 650/2012. 2. EFICACIA EXTRATERRITORIAL DE RESOLUCIONES JUDICIALES DICTADAS EN
PROCEDIMIENTOS DE JURISDICCIÓN VOLUNTARIA. 2.1 El régimen
vigente. 2.2 Las resoluciones judiciales de jurisdicción voluntaria en el Reglamento
650/2012. 3. EFICACIA EXTRATERRITORIAL DE MEDIDAS CAUTELARES Y PROVISIONALES. 3.1 El régimen vigente. 3.2 Las medidas cautelares en
el Reglamento 650/2012. 4. EFICACIA EXTRATERRITORIAL DE
TRANSACCIONES JUDICIALES. 4.1 El régimen vigente. 4.2 La transacción
judicial en el Reglamento 650/2012. 5. EFICACIA EXTRATERRITORIAL
DE LAUDOS ARBITRALES. 5.1 El régimen vigente. 5.2 Los laudos arbitrales
en el Reglamento 650/2012. 6. EFICACIA EXTRATERRITORIAL DE DOCUMENTOS PÚBLICOS. 6.1 El régimen vigente. 6.2 Los documentos públicos en el Reglamento 650/2012. 7. LA INSCRIPCIÓN EN EL REGISTRO
DE LA PROPIEDAD ESPAÑOL DE DECISIONES EXTRANJERAS. 7.1 EL
RÉGIMEN VIGENTE. 7.2 El Reglamento 650/2012 y la inscripción en el Registro de la Propiedad español de decisiones extranjeras. 8. EL CERTIFICADO
SUCESORIO EUROPEO. 8.1 Concepto, naturaleza y finalidad. 8.2 Competencia para su expedición. 8.3 El procedimiento para su obtención. 8.4 Forma y contenido. 8.5 Eficacia del certificado sucesorio europeo. 8.6 El certificado como título inscribible en el Registro de la Propiedad. 8.7 Suspensión de los efectos del certificado sucesorio europeo. Anexo: Convenios bilaterales suscritos por España aplicables al reconocimiento de la eficacia extraterritorial de decisiones extranjeras en
materia de sucesiones “mortis causa”. 9. BIBLIOGRAFÍA.
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ALFONSO RENTERÍA AROCENA
El reconocimiento de decisiones extranjeras y las sucesiones “mortis causa”
El certificado sucesorio europeo
INTRODUCCIÓN
Comprende el Reglamento 650/2012, de 4 de julio, no sólo normas relativas a la competencia judicial y a la determinación de la ley aplicable a
las sucesiones “mortis causa” sino también reglas que tienen como último
objetivo favorecer la libre circulación intracomunitaria de decisiones extranjeras (excluyendo las que tengan por procedencia o destino el Reino
Unido, Irlanda y Dinamarca). A tal efecto, regula el reconocimiento, la
fuerza ejecutiva y la ejecución de las decisiones extranjeras; el Reglamento
650/2012 crea, además, el denominado “certificado sucesorio europeo”.
Como principio general, las disposiciones del Reglamento 650/2012
se aplicarán al reconocimiento de decisiones extranjeras y a los certificados sucesorios relativos a la sucesión de las personas que fallezcan el 17
de agosto de 2015 o después de esa fecha (art. 83.1).
España no ha firmado convenio multilateral alguno en materia de eficacia extraterritorial de decisiones en materia sucesoria; tampoco la
Unión Europea había legislado sobre esta materia con anterioridad al
Reglamento 650/2012.
Por el contrario, ciertos convenios bilaterales suscritos por España –incluso con países miembros de la Unión Europea– son aplicables a día de
hoy (algunos de ellos limitan su ámbito a las sentencias dictadas en procedimientos contenciosos; otros, por el contrario, se refieren a diferentes
documentos judiciales y extrajudiciales).
La mayoría de estos convenios bilaterales incorporan el control de la
competencia judicial (sólo el convenio firmado con Alemania permite el
control de la ley aplicable): teniendo en cuenta que los foros de competencia judicial internacional reconocidos en la mayoría de estos convenios
bilaterales parten de una escisión de la sucesión, distinguiendo entre bienes muebles y bienes inmuebles, la consecuencia práctica, en la mayoría de
los casos, es el reconocimiento en España de sentencias extranjeras que
aplican leyes que permiten un fraccionamiento de la ley sucesoria.
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Boletín JADO. Bilbao. Año XII. Nº 25. Diciembre 2013, pp. 7-112
JADO Aldizkaria. Bilbo. XII. urtea. 25 zk. 2013ko abendua, 7-112 or.
ALFONSO RENTERÍA AROCENA
El reconocimiento de decisiones extranjeras y las sucesiones “mortis causa”
El certificado sucesorio europeo
En relación con estos convenios (cuyo resumen se contiene en un
anexo que acompaño), el Reglamento 650/2012 dispone lo siguiente:
· Continúan en vigor los firmados por España con anterioridad a
4 de julio de 2012 con países no miembros de la Unión Europea
(art. 75.1) –es decir, los firmados con Suiza, Colombia, Uruguay,
URSS, China, Argelia y Mauritania–.
· El Reglamento 650/2012 prima sobre los convenios bilaterales de
cooperación en materia civil suscritos por España con otros países
miembros de la Unión Europea (art. 75.2) –es decir, los firmados
con Grecia, Francia, Italia, Alemania, Austria y Checoslovaquia–.
· A partir del día 4 de julio de 2012, España, al igual que los demás
Estados miembros de la Unión Europea –a excepción del Reino
Unido, Irlanda y Dinamarca– no podrá firmar convenios internacionales en materia de sucesiones “mortis causa”, correspondiendo dicha competencia a la Unión Europea.
El Reglamento 650/2012 no afectará a la aplicación del Reglamento
(CE) número 1346/2000 del Consejo, de 29 de mayo de 2000, sobre
procedimientos de insolvencia (art. 76).
Tampoco el Reglamento 650/2012 será óbice para la aplicación del
Convenio de 19 de noviembre de 1934, firmado entre Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia, que incluye disposiciones de derecho
internacional privado en materia de sucesiones, testamentos y administración de herencias, en su versión revisada por el acuerdo intergubernamental entre dichos Estados de 1 de junio de 2012, por parte de los Estados miembros de la Unión Europea que son partes en el mismo, en la
medida en que dicho convenio establece i) normas sobre los aspectos de
procedimiento de la administración de herencias a tenor de la definición
del convenio, así como asistencia a ese respecto por parte de las autoridades de los Estados que son partes contratantes en el convenio, y
ii) procedimientos simplificados y más rápidos para el reconocimiento
y la ejecución de resoluciones en materia de sucesiones (art. 75.3).
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Boletín JADO. Bilbao. Año XII. Nº 25. Diciembre 2013, pp. 7-112
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ALFONSO RENTERÍA AROCENA
El reconocimiento de decisiones extranjeras y las sucesiones “mortis causa”
El certificado sucesorio europeo
Una decisión extranjera es el acto de voluntad de una autoridad pública extranjera o asimilada, que resuelve una cuestión jurídica de derecho
privado y que produce efectos jurídicos en relación con las personas o en
relación con sus bienes, derechos y obligaciones (Corte de Casación de
Francia, 17 octubre 2000). Una resolución dictada por una autoridad extranjera que se limita, por ejemplo, a dar fe de una situación jurídica, no
es una decisión (por ejemplo, acta notarial de mera protocolización o de
presencia). Veremos cómo el Reglamento 650/2012 distingue, en materia de eficacia extraterritorial, entre el régimen de las resoluciones, el de
las transacciones judiciales y el de los documentos públicos.
Conviene subrayar que, conforme a lo prescrito en el artículo 74 del
Reglamento 650/2012, no se exigirá legalización ni formalidad análoga
alguna para los documentos expedidos en un Estado miembro en el
marco del Reglamento 650/2012.
De este modo, el Reglamento 650/2012 (al igual que otros instrumentos internacionales comunitarios) sintoniza con la idea motriz de la
Propuesta de Reglamento Europeo de 24 de abril de 2013, que suprime toda legalización o apostilla para documentos públicos en su circulación intracomunitaria y el cotejo de las copias auténticas o certificadas
con su original, sustituye la traducción oficial por una traducción privada y crea un conjunto de formularios multilingües. Conforme a esta
Propuesta de Reglamento, según lo declarado por portavoces de la Comisión Europea, doce categorías de documentos públicos quedarían automáticamente exentas de trámites como la apostilla y la legalización, actualmente exigidos para aproximadamente 1,4 millones de documentos
al año en la Unión Europea. La abolición de estos requisitos supondrá
para los ciudadanos y las empresas de la Unión Europea un ahorro de
hasta 330 millones de euros, sin contar el tiempo que se ganará y los trastornos que se evitarán con estas medidas.
Expongo a continuación el sistema previsto por el Reglamento
650/2012 para la eficacia intracomunitaria de las decisiones dictadas por
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ALFONSO RENTERÍA AROCENA
El reconocimiento de decisiones extranjeras y las sucesiones “mortis causa”
El certificado sucesorio europeo
autoridades de Estados miembros de la Unión Europea (exclusión hecha
de Dinamarca, Reino Unido e Irlanda). Esta exposición, ordenada en
función del tipo de decisión extranjera de que se trate, va precedida de
una referencia al régimen actualmente en vigor, régimen que también se
aplicará en el futuro para el reconocimiento en España de decisiones
procedentes de países no miembros de la Unión Europea así como de
Dinamarca, Reino Unido e Irlanda. Sólo abordaré algunos de los efectos que, en nuestro país, pueden producir las decisiones extranjeras: en
particular, limitaré mi exposición a aquellos que guardan una relación directa con las sucesiones “mortis causa” (razón por la cual no hago mención alguna a otras relevantes manifestaciones de eficacia extraterritorial
de estas decisiones, como su inscripción en el Registro Civil).
1. EFICACIA EXTRATERRITORIAL DE RESOLUCIONES JUDICIALES DICTADAS EN PROCEDIMIENTOS CONTENCIOSOS
1.1 El reconocimiento
Es mérito atribuible al legislador alemán (cfr. ZPO de 30 de enero de
1898) la distinción de dos tipos de eficacia extraterritorial de decisiones
judiciales: i) el reconocimiento (“Anerkennung”) y ii) la declaración de
ejecutividad o “exequatur” (“Vollstreckung”).
El reconocimiento permite que una resolución judicial extranjera
despliegue en España tres efectos: i) el efecto de cosa juzgada material
(positivo y negativo) que vinculará a los tribunales españoles, ii) el efecto constitutivo de un derecho o de una situación jurídica y iii) el efecto
de tipicidad, que permitirá subsumir una decisión extranjera en el concepto de sentencia o sentencia firme que en ocasiones emplea el legislador español.
Recuerda la jurisprudencia del Tribunal Supremo que no son posibles
en nuestro derecho ni el reconocimiento ni el “exequatur” de sentencias
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El reconocimiento de decisiones extranjeras y las sucesiones “mortis causa”
El certificado sucesorio europeo
recaídas en procedimientos de ejecución sustanciados en el extranjero
(ATS 6 febrero 2001, 6 octubre 2001 y 16 noviembre 2001).
1.1.1 El régimen vigente
La disposición derogatoria única, regla 3ª, de la LEC indica que siguen
en vigor los artículos 951 a 958 de la LEC de 1881, hasta la vigencia de
la ley sobre cooperación jurídica internacional en materia civil. Es verdad que la DF 20ª de la LEC previó que en el plazo de seis meses a contar desde la fecha de entrada en vigor de dicha ley, momento que se produjo el día 8 de enero de 2001, el Gobierno remitiría a las Cortes Generales un proyecto de ley sobre cooperación jurídica internacional en
materia civil, pero lo cierto es que a día de hoy todavía no se ha aprobado ni tan siquiera el proyecto de dicha ley.
En defecto de convenio bilateral aplicable, sólo cabe el reconocimiento por homologación de sentencias firmes extranjeras A estos efectos, el
Tribunal Supremo entiende por sentencia cualquier resolución judicial
extranjera firme, recaída en un procedimiento contencioso y que verse
sobre materias de derecho privado (ATS 16 octubre 1961).
Se entiende que la resolución judicial extranjera ha adquirido firmeza cuando no cabe ulterior recurso contra la misma ni ulterior modificación de la misma en el Estado de origen. Es decir, la firmeza de la resolución judicial extranjera se determina conforme a la legislación del Estado de origen. La parte interesada debe probar la firmeza de la sentencia extranjera y, en consecuencia, el derecho extranjero que determina
dicha firmeza (AAP Barcelona 7 mayo y 7 julio 2009, ATS 16 mayo
1947, 18 marzo 1985 y 8 febrero 1985).
El problema se plantea en relación con las resoluciones de autoridades
extranjeras competentes para resolver cuestiones de derecho privado que
son órganos no jurisdiccionales. Se trata de autoridades registrales, notariales, administrativas o incluso religiosas… Como indica el Tribunal Supremo, lo que importa para saber si una resolución extranjera puede acceder
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ALFONSO RENTERÍA AROCENA
El reconocimiento de decisiones extranjeras y las sucesiones “mortis causa”
El certificado sucesorio europeo
al procedimiento español de reconocimiento no es la naturaleza o carácter del órgano que dicta la resolución; lo relevante es, en primer lugar, el
objeto de la resolución y, en segundo lugar, el grado y carácter de la intervención de la autoridad extranjera (ATS 3 mayo 2007). En particular, sólo
cabe el reconocimiento en España de resoluciones dictadas por autoridades no judiciales cuando se trate i) de decisiones que, en España, corresponde dictar a los tribunales de justicia, ii) dictadas en el extranjero por
una autoridad pública o estatal y no una autoridad privada y iii) cuya intervención es de naturaleza similar a la que en España presenta la intervención de los órganos jurisdiccionales (es decir, la autoridad extranjera debe
desarrollar funciones constitutivas o funciones de comprobación de la legalidad del acto, en ejercicio de su potestad de “imperium” y no funciones de mero fedatario de la voluntad de las partes).
En principio, es necesario iniciar un procedimiento de reconocimiento/exequatur por cada sentencia extranjera. Sin embargo, cuando demandante y demandado coinciden, el Tribunal Supremo admite la solicitud, en el mismo procedimiento, del reconocimiento/ exequatur de varias sentencias extranjeras, incluso dictadas por tribunales de países distintos (ATS 22 febrero 2005).
La competencia funcional para otorgar el reconocimiento por homologación de sentencias firmes extranjeras dictadas en procesos contenciosos relativos a sucesiones “mortis causa” corresponde hoy (para reconocimientos instados a partir del día 15 de enero de 2004) a los Juzgados
de Primera Instancia (vid. artículo 85.5 LOPJ, en redacción dada al mismo por la Ley Orgánica 19/2003, de 23 de diciembre). Por lo que se refiere a la competencia territorial (cfr. artículo 955 LEC 1881, introducido por el artículo 136 de la Ley 62/2003, de 30 de diciembre, y reformado por la Ley 13/2009, de 3 de noviembre) en primer lugar y a elección
del actor, son territorialmente competentes i) los Juzgados de Primera
Instancia del domicilio o lugar de residencia de la parte frente a la que
se solicita el reconocimiento o ii) los del domicilio o lugar de residencia
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ALFONSO RENTERÍA AROCENA
El reconocimiento de decisiones extranjeras y las sucesiones “mortis causa”
El certificado sucesorio europeo
de la persona a quien se refieren sus efectos; en defecto de los foros anteriores, la competencia territorial se determinará por el lugar donde
aquellas sentencias y resoluciones extranjeras deban producir sus efectos
(por ejemplo, lugar donde radique el registro en el que deben ser inscritas). Alguna jurisprudencia admite, no obstante lo anterior, la sumisión
expresa o incluso tácita como foro de competencia territorial en materia de reconocimiento de resoluciones judiciales extranjeras.
Nada dispone la LEC sobre el régimen jurídico de las medidas cautelares que pueden solicitarse antes, durante o después del reconocimiento. Considera el Tribunal Supremo (ATS 27 noviembre 2001, 9 octubre
2001, 29 enero 2002 y 28 mayo 2002) que sólo son competentes para
adoptar tales medidas cautelares los órganos jurisdiccionales del lugar
donde la resolución extranjera debe ser ejecutada o, en su defecto, del lugar donde las medidas solicitadas deben producir su eficacia (de modo
que niega la competencia general del Juzgado de Primera Instancia que
debe librar el reconocimiento, porque este tribunal desarrolla únicamente una función estrictamente de homologación).
Los artículos 952-954 LEC 1881 contienen un solo y único procedimiento en cuya virtud se pueden obtener tanto el reconocimiento como
el “exequatur” de la sentencia extranjera.Y es que el legislador de 1881 no
tenía clara la distinción entre reconocimiento y “exequatur”; por esta razón estableció un solo procedimiento para ambas instituciones. Sin embargo hoy, tras la doble reforma procesal de 2003 (Ley 62/2003, de 20 de diciembre, y Ley 19/2003, de 23 de diciembre), es perfectamente posible solicitar bien el reconocimiento o bien el “exequatur” de una resolución judicial extranjera, por separado. Naturalmente, el solicitante puede instar
ambos pronunciamientos de modo conjunto (por ejemplo, si la sentencia
extranjera contiene pronunciamientos parcialmente declarativos junto a
otros de condena del demandado). Cabe también conceder, de oficio o a
instancia de parte, un reconocimiento parcial, esto es, que cubra sólo ciertos pronunciamientos contenidos en la sentencia extranjera.
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Boletín JADO. Bilbao. Año XII. Nº 25. Diciembre 2013, pp. 7-112
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ALFONSO RENTERÍA AROCENA
El reconocimiento de decisiones extranjeras y las sucesiones “mortis causa”
El certificado sucesorio europeo
El procedimiento de reconocimiento, que se inicia por demanda, finaliza con un auto, susceptible de apelación (desde la reforma del artículo
956 LEC 1881 por la Ley 13/2009, de 3 de noviembre) ante la Audiencia Provincial (que resolverá por sentencia, ex artículo 465.1 LEC).
Guarda silencio la LEC 1881 en cuanto a la posibilidad de recurrir en
casación la sentencia dictada por la Audiencia Provincial en apelación; el
Tribunal Supremo se muestra contrario a dicho recurso (ATS 24 febrero 2009, que no admite un recurso de queja). Algún sector doctrinal entiende, no obstante, que cabe un recurso de casación en los términos del
artículo 477 LEC (aproximando de este modo el régimen de producción interna al sistema previsto por el Reglamento 44/2001).
Como señalan CALVO CARAVACA y CARRASCOSA GONZÁLEZ, el plazo de prescripción de la acción para instar el reconocimiento/exequatur
en España de una sentencia extranjera se rige por el derecho español: se
trata de una cuestión procesal, regulada por el derecho procesal español
(art. 3 LEC). A falta de norma específica, dichos autores aplican el artículo 1964 Cc, que fija en quince años el plazo de prescripción de las
acciones personales que no tengan asignado un plazo concreto en las
leyes. Este plazo debe contarse a partir de la fecha de la sentencia extranjera. En todo caso, conviene subrayar que la prescripción de la acción de
reconocimiento/exequatur es totalmente diferente de la prescripción o
caducidad de la acción de fondo y de la prescripción o caducidad de la
acción ejecutiva de la sentencia extranjera que ha obtenido el reconocimiento/exequatur en España (ATS 17 mayo 2005).
En cuanto al control que debe efectuar el Juez de Primera Instancia
competente para el reconocimiento, la LEC 1881 no acoge el sistema francés de la revisión de fondo sino el sistema italiano de la regularidad internacional de la resolución judicial extranjera: es decir, la autoridad judicial
española encargada del reconocimiento no valora ni examina cómo ha
procedido el juez de origen para dictar sentencia. Esto es, no revisa ni la ley
que aplicó ni tampoco su apreciación de los hechos. A la hora de efectuar
este control, en defecto de reciprocidad, rige el sistema de condiciones.
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Si queda probada la reciprocidad negativa, es decir, que en el país de origen de la sentencia extranjera se rechaza el reconocimiento de las sentencias españolas, entonces se rechazará el reconocimiento (art. 952 LEC).
En defecto de tal prueba, el Juez de Primera Instancia debe comprobar para conceder el reconocimiento de la sentencia firme extranjera, de
oficio, que se cumplen todas y cada una de las siguientes condiciones
(art. 954 LEC 1881) –en caso contrario, denegará el reconocimiento–:
Respeto de las competencias judiciales exclusivas. No existen tales competencias exclusivas de las autoridades judiciales españolas en materia sucesoria, por lo que no puede producirse infracción de las mismas. Recordemos que las materias objeto de competencia judicial internacional exclusiva de los tribunales españoles se hallan relacionadas en el artículo 22
del Reglamento 44/2001 y, en la medida en que no haya sido desplazado por el anterior, en el artículo 22.1 LOPJ (ATS 30 noviembre 1978).
Son tales los derechos reales inmobiliarios, la validez, nulidad o disolución de sociedades y personas jurídicas con domicilio en España y decisiones de sus órganos, la validez de las inscripciones en los registros públicos sitos en España, las inscripciones o la validez de patentes, marcas,
diseños o dibujos y modelos y demás derechos análogos sometidos a depósito o registro en España, así como la ejecución de las resoluciones judiciales en España, reconocimiento y la ejecución de decisiones arbitrales dictadas en el extranjero.
Respeto a los derechos de defensa de la parte demandada. El artículo 954.2
LEC 1881 afirma que la sentencia extranjera sólo se reconocerá en España si no ha sido dictada en rebeldía. Como ponen de relieve CALVO
CARAVACA y CARRASCOSA GONZÁLEZ, es una dicción arcaica y desafortunada. Esta segunda condición se traduce, realmente, en dos exigencias:
i) no serán reconocidas en España las sentencias extranjeras dictadas en
un proceso desarrollado en el extranjero en el que se han infringido los
derechos de defensa del demandado (derecho a una citación y/o emplazamiento en tiempo y forma y veraz –no por edictos, sin haber intenta-
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do una notificación personal–, de forma tal que haya dispuesto el demandado de la posibilidad efectiva de articular su defensa jurídica, derecho a ser adecuadamente representado en juicio y derecho a una regularidad intrínseca de la sentencia –resolución motivada con apoyo en
pruebas lícitas en el Estado de origen–), infracción que provoca una vulneración de la tutela judicial efectiva, por haber quedado el demandado
en indefensión (ATS 29 marzo 1985, 8 noviembre 1985, 11 febrero
1981, 8 octubre 1981, 17 junio 1983, 10 febrero 1984, 1 marzo 1991, 2
julio 2002, entre otras resoluciones) y ii) tampoco se otorgará el reconocimiento a las sentencias extranjeras dictadas por jueces que carecen de
competencia internacional (por carecer de una vinculación insuficiente
con el litigio). No obstante lo anterior, el que fuera demandado en el
proceso de origen puede renunciar al control de sus derechos de defensa en el momento del reconocimiento (lo que se presumirá si es dicha
parte quien insta el reconocimiento (ATS 21 abril 1998).
· Respeto al orden público internacional. Dice el artículo 954.3 LEC
1881 que para proceder a aquél se exige que la obligación para
cumplimiento se haya procedido sea lícita en España. Muchos de los
principios fundamentales, básicos e irrenunciables, del derecho español se encuentran recogidos en la Constitución y en los instrumentos legales internacionales en vigor para España que recogen
derechos humanos y derechos fundamentales (como, por ejemplo,
el CEDH 1950 o la Carta de la Unión Europea). Son resoluciones
judiciales extranjeras contrarias al orden público internacional español, por citar algún ejemplo, las que resuelven litigios sucesorios
aplicando una legislación que discrimina a los herederos por razón
de su sexo o religión. La excepción de orden público debe ser siempre objeto de una interpretación restrictiva (no vulnera, por ejemplo, el orden público internacional una resolución judicial extranjera que aplique una legislación sucesoria que no reconozca derecho alguno a la legítima).
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· Autenticidad de la sentencia extranjera. Debe aportarse el original del
testimonio de la sentencia extranjera, convenientemente traducido
y legalizado o apostillado; además, deberá acreditarse el cumplimiento de las formalidades exigidas por la ley del Estado de origen.
· Inexistencia de cosa juzgada o litispendencia. La sentencia extranjera
no debe ser inconciliable con una sentencia anterior dictada o reconocida en España y no debe existir un proceso pendiente en España
que pudiera dar lugar a sentencia inconciliable con la sentencia extranjera. Aun cuando es un requisito no contemplado expresamente en el artículo 954 LEC 1881, el Tribunal Supremo lo ha exigido
siempre (a partir de 2004, como comprendido en el requisito del
respeto del orden público internacional) (ATS 15 junio 2004). No
obstante lo anterior, si el tribunal español que conoce del reconocimiento considera que el proceso en España se inició después de
la fecha de la sentencia o demanda extranjera con el único propósito de paralizar el reconocimiento en nuestro país de la sentencia extranjera, aplicará la excepción de fraude de ley procesal (art. 11.2
LOPJ) y concederá el reconocimiento de la sentencia extranjera sin
que sea impedimento para ello la pendencia en España de un proceso potencialmente inconciliable. En cualquier caso, hay que tener
en cuenta que si se ha solicitado el reconocimiento/exequatur de la
sentencia extranjera en nuestro país, quedará suspendido –a instancia de parte y previa audiencia de la parte contraria– el nuevo proceso iniciado en España (cfr. art. 43 LEC) hasta que finalice el proceso de reconocimiento/exequatur. Si se concede el reconocimiento, la resolución extranjera producirá efectos de cosa juzgada en
relación con el nuevo proceso español.
1.1.2 El reconocimiento en el Reglamento 650/2012
El Capítulo IV del Reglamento 650/2012 (artículos 39 y siguientes)
contiene las reglas relativas al reconocimiento y ejecución en un Estado
miembro (excluidos Dinamarca, Irlanda y Reino Unido) de resolucioAcademia Vasca de Derecho
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nes dictadas por los tribunales de otro Estado miembro (con las mismas
exclusiones).
Se entiende por resolución cualquier decisión en materia de sucesiones dictada por un tribunal de un Estado miembro, con independencia
de la denominación que reciba e incluidas aquellas decisiones en materia de costas u otros gastos emitidas por los funcionarios judiciales (artículo 3.1.g del Reglamento).
Se entenderá por «tribunal» (establece el apartado 2 del artículo 3 del
Reglamento) todo órgano judicial y todas las demás autoridades y profesionales del derecho con competencias en materia de sucesiones que
ejerzan funciones jurisdiccionales o que actúen por delegación de poderes de un órgano judicial, o actúen bajo su control, siempre que tales
autoridades y profesionales del derecho ofrezcan garantías en lo que respecta a su imparcialidad y al derecho de las partes a ser oídas, y que sus
resoluciones, dictadas con arreglo al derecho del Estado miembro en el
que actúan, a) puedan ser objeto de recurso o revisión ante un órgano
judicial, y b) tengan fuerza y efectos análogos a los de la resolución de
un órgano judicial sobre la misma materia.
El Reglamento 650/2012 respeta los distintos sistemas para sustanciar
sucesiones que se aplican en los Estados miembros. A estos efectos, su Considerando 20 indica que se debe dotar al término «tribunal» de un sentido
amplio de modo que abarque no solo a los órganos judiciales en sentido
propio, que ejercen funciones jurisdiccionales, sino también a los notarios
o a las oficinas del registro en algunos Estados miembros, que, en determinados supuestos, ejercen tal tipo de funciones, así como los notarios y los
profesionales del Derecho que, en algunos Estados miembros, ejercen asimismo tales funciones jurisdiccionales en una sucesión determinada, por
delegación de un tribunal. Todos los tribunales tal como se definen en el
presente Reglamento deben estar vinculados por las normas de competencia establecidas en el mismo. En cambio, el término «tribunal» no debe incluir a las autoridades no judiciales de un Estado miembro que, en virtud
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del derecho nacional, están facultadas para sustanciar sucesiones, como los
notarios en la mayoría de los Estados miembros, en aquellos casos en los
que, como ocurre habitualmente, no ejercen funciones jurisdiccionales.
Los Estados miembros notificarán a la Comisión Europea, antes del
día 16 de enero de 2014, las autoridades y los profesionales del derecho
a que se refiere el párrafo anterior; la Comisión, sobre la base de las comunicaciones de los Estados miembros, establecerá la lista de las demás
autoridades y los demás profesionales del Derecho a que se refiere este
artículo 3.2 (arts. 78.1 y 79.1). Los Estados miembros notificarán a la
Comisión toda modificación ulterior de la información contenida en esa
lista; la Comisión la modificará en consecuencia (art. 79.2). La Comisión
publicará la lista y toda modificación ulterior en el Diario Oficial de la
Unión Europea (art. 79.3). La Comisión hará pública toda esta información por cualquier medio adecuado, en particular a través de la Red Judicial Europea en materia civil y mercantil (art. 79.4).
La regla general es la siguiente: las resoluciones dictadas en un Estado
miembro serán reconocidas en los demás Estados miembros sin necesidad
de recurrir a procedimiento alguno (art. 39.1). Se instaura, por tanto, un
principio de reconocimiento automático o, si se prefiere, de “anti-reconocimiento”. Es decir, se suprime, con carácter general, el procedimiento de reconocimiento; de este modo, la resolución judicial procedente de
un país miembro de la Unión Europea (excluidos Dinamarca, Irlanda y
el Reino Unido) se podrá hacer valer en España, para sucesiones abiertas
a partir del día 17 de agosto de 2015, sin que sea necesario ningún procedimiento de control. Bastará con presentar la decisión extranjera ante la
autoridad competente, que tendrá en cuenta, directamente, todos los
efectos procesales derivados de la resolución extranjera. Los artículos 41
y 42 del Reglamento 2201/2003 acogen este sistema en relación con las
resoluciones de otros Estados miembros relativas al derecho de visita y para las que acuerdan la restitución de un menor; lo mismo hace el Reglamento 4/2009, en materia de obligaciones de alimentos.
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No obstante, se admite en el Reglamento 650/2012 la posibilidad de
que cualquier interesado solicite el reconocimiento de la resolución extranjera, bien a título principal (reconocimiento por homologación) bien
como cuestión incidental. En el primer caso, para el reconocimiento se seguirá íntegramente el procedimiento previsto en los artículos 45 a 58 (art.
39.2). Nos remitimos a cuanto luego diremos a propósito del “exequatur”.
Si el reconocimiento se invoca como cuestión incidental ante un tribunal de un Estado miembro, dicho tribunal será competente para conocer del mismo (art. 39.3).
Cuando deba reconocerse una resolución, a título principal o a título
incidental, podrá el solicitante instar la adopción de medidas provisionales o cautelares, de conformidad con la legislación del Estado miembro
en que dicho procedimiento se esté llevando a cabo, sin que resulte necesaria la declaración de fuerza ejecutiva (art. 54.1).
En cuanto a los motivos de denegación del reconocimiento, el artículo 40 del Reglamento 650/2012 –siguiendo la pauta marcada por los
artículos 34 y 35 del Reglamento 44/2001 y sin que quepa el control
de la competencia judicial internacional– establece que las resoluciones
extranjeras no se reconocerán en ninguno de los supuestos siguientes:
· Si el reconocimiento fuera manifiestamente contrario al orden
público del Estado miembro requerido.
· Si se dictasen en rebeldía del demandado sin que se le haya entregado a este la cédula de emplazamiento o documento equivalente, de forma tal y con tiempo suficiente para que pudiera defenderse, a menos que no hubiera recurrido contra dicha resolución cuando hubiera podido hacerlo.
· Si fueran inconciliables con una resolución dictada en una causa
entre las mismas partes en el Estado miembro requerido.
· Si fueran inconciliables con una resolución dictada con anterioridad en otro Estado miembro o un Estado tercero entre las mis-
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mas partes en un litigio que tenga el mismo objeto y la misma
causa, cuando esta última resolución reúna las condiciones necesarias para su reconocimiento en el Estado miembro requerido.
La resolución de un Estado miembro en ningún caso podrá ser objeto de una revisión en cuanto al fondo (art. 41).
El tribunal del Estado miembro ante el que se haya solicitado el reconocimiento de una resolución dictada en otro Estado miembro podrá
suspender el procedimiento si dicha resolución es objeto de un recurso
ordinario en el Estado miembro de origen (art. 42).
1.2 El “exequatur”
Es un procedimiento que convierte la decisión extranjera en un título
ejecutivo en el Estado requerido. Pueden acceder al “exequatur”, exclusivamente, las decisiones extranjeras que contengan pronunciamientos de
ejecución y que sean ejecutivas en el Estado de origen. El “exequatur” dota a la resolución extranjera del efecto ejecutivo en España. Podrá ser ésta
ejecutada en nuestro país como lo son los demás títulos ejecutivos españoles; sin embargo, el “exequatur” no prejuzga, en absoluto, la validez del negocio o acto jurídico que se contiene en el título extranjero.
Salvo que un instrumento internacional así lo disponga, una decisión
extranjera que no haya ganado el “exequatur” en España no podrá jamás
ser ejecutada en España (arts. 517.1 y 523 LEC y STS 13 diciembre 2006).
La sentencia extranjera sin “exequatur” no es un título apto para la ejecución material de la misma (recordemos que “nulla executio sine titulo”).
1.2.1 El régimen vigente
Este régimen se aplicará también en el futuro (en relación con sucesiones “mortis causa” posteriores al 17 de agosto de 2105) para el reconocimiento en España de resoluciones judiciales procedentes de países no
miembros de la Unión Europea y de Reino Unido, Irlanda y Dinamarca.
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Me remito a cuanto he expuesto anteriormente, en sede de reconocimiento de sentencias firmes extranjeras, por lo que se refiere a la competencia judicial, el procedimiento el y ámbito de la función de control
de la autoridad judicial española encargada de conceder el “exequatur”).
Obtenido el “exequatur”, la sentencia extranjera acompañada por el
auto expedido por el Juzgado de Primera Instancia, se convierte en un
título ejecutivo en España (arts. 517.1 y 523 LEC). Sobre este título doble puede solicitarse la ejecución material del fallo de la sentencia a través del artículo 545 LEC 2000 (ATS 21 abril 1998). Es decir, el proceso mediante el cual se convierte una decisión extranjera en título ejecutivo en España (art. 523.1 LEC) es diferente del proceso de ejecución en
España de la decisión extranjera que ya ha obtenido el “exequatur” (art.
523.2 LEC): sólo una vez obtenido el “exequatur” de la decisión extranjera en España será posible la ejecución material en España del fallo contenido en la decisión extranjera. Este proceso de ejecución se regirá en
todos sus aspectos procesales por la ley española (art. 3 LEC).
La regulación anterior (art. 958.II LEC 1881) resolvía quién era el
órgano jurisdiccional competente para ejecutar la sentencia extranjera
que ha obtenido el “exequatur” en España; la Ley Orgánica 19/2003 derogó expresamente dicho apartado. En la actualidad, el artículo 523 LEC
1/2000 no regula la cuestión. La doctrina entiende aplicable el artículo
545.3 LEC (ejecución de títulos distintos a resoluciones españolas). Es
decir, son competentes, alternativamente y a elección del actor:
· El Juzgado de Primera Instancia del domicilio en España del
demandado (se aplican los artículos 50 y 51 LEC).
· O el Juzgado de Primera Instancia del lugar de cumplimiento de
la obligación o el correspondiente al lugar donde se encuentren
bienes del ejecutado que puedan ser embargados.
La acción ejecutiva caduca tras cinco años contados desde la firmeza
de la resolución (art. 518 LEC). Se trata de una cuestión procesal y por
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tanto se rige por el derecho español (art. 3 LEC); no obstante, el plazo
de cinco años comienza a contarse tras la firmeza del auto de concesión
de “exequatur” en España.
La sentencia extranjera que ha obtenido el “exequatur”, se ejecutará
en España en sus propios términos (art. 18.2 LOPJ); es decir, sólo se puede ejecutar lo que se contiene en el fallo de la sentencia extranjera. Si
dicha sentencia nada dispone sobre los intereses, éstos no se podrán reclamar. Tampoco se podrán reclamar los intereses procesales o intereses
de la mora procesal (art. 576 LEC), aunque se trate de una cuestión procesal. La sentencia extranjera, aunque haya obtenido el “exequatur” en
España, sigue siendo una sentencia extranjera a la que no se aplica el artículo 576 LEC, previsto sólo para las sentencias españolas. No obstante, sí
parece posible reclamar e imputar intereses procesales (art. 576 LEC) a
partir del momento en el que se dicta el auto que concede el “exequatur” (AAP Zamora 27 noviembre 2009).
Cuando se ejecutan condenas pecuniarias, se practicará primero el embargo y posteriormente la realización forzosa de los bienes. La sentencia
extranjera debe contener una condena al pago de cantidad líquida o liquidable. Si la sentencia contiene los criterios para liquidar la deuda, se observarán tales criterios; si la condena es a pagar en moneda extranjera, así será,
aunque las costas procesales se pagarán en moneda española.
Para finalizar este apartado diré que, en defecto de instrumento internacional aplicable, el régimen de “exequatur” de las resoluciones sobre
condenas en costas es el contenido en los artículos 952 a 954 LEC 1881
(ATS 1 junio 1933).
1.2.2 El “exequatur” en el Reglamento 650/2012
Las resoluciones dictadas en un Estado miembro y que allí tengan fuerza
ejecutiva se ejecutarán en otro Estado miembro cuando, a instancia de
cualquier parte interesada, se declare que poseen fuerza ejecutiva en este
último de conformidad con el procedimiento previsto al respecto en los
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artículos 45 a 58 (art. 43). Se sigue, una vez más, la tesis de la “extensión
de los efectos” y se admite, en consecuencia, la declaración de ejecutividad
en el Estado requerido de resoluciones judiciales que tengan fuerza ejecutiva, con independencia de su firmeza, en el Estado de origen.
Para determinar, a los efectos del procedimiento previsto en los artículos 45 a 58, si una parte está domiciliada en el Estado miembro de ejecución, el tribunal que conozca del asunto aplicará la legislación interna
de dicho Estado miembro (art. 44).
Examinemos, a continuación, los trámites de este procedimiento de “exequatur” –cuyos trámites se aplican también al reconocimiento por homologación, cuando tal reconocimiento sea solicitado por algún interesado–.
1. Solicitud
La solicitud de declaración de fuerza ejecutiva se presentará ante el
tribunal o la autoridad competente del Estado miembro de ejecución
que haya sido comunicado a la Comisión por dicho Estado de confor midad con lo dispuesto en el artículo 78 (art. 45.1).
Las modalidades de presentación de la solicitud se determinarán con
arreglo a la ley del Estado miembro de ejecución (art. 46.1). El solicitante no estará obligado a tener dirección postal ni representante autorizado en el Estado miembro de ejecución (art. 46.2).
La solicitud deberá ir acompañada de los documentos siguientes (art.
46.3):
· Una copia de la resolución que reúna los requisitos necesarios
para ser considerada como auténtica.
· La certificación expedida por el tribunal o la autoridad competente del Estado miembro de origen mediante el formulario establecido de acuerdo con el procedimiento consultivo a que se refiere el artículo 81, apartado 2, sin perjuicio del artículo 47. De no
presentarse esta certificación, el tribunal o la autoridad compe-
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tente podrán fijar un plazo para su presentación, aceptar documentos equivalentes o dispensar de ellos si consideran que disponen de suficiente información (art. 47.1).
Si el tribunal o la autoridad competente lo exigen, se presentará una
traducción de los documentos. La traducción deberá ser realizada por
una persona cualificada para realizar traducciones en uno de los Estados
miembros (art. 47.2).
2. Competencia territorial
La competencia territorial se determinará por el domicilio de la parte
contra la que se solicite la ejecución o por el lugar de ejecución (art. 45.2).
3. La declaración de ejecutividad y su notificación
Se declarará inmediatamente la fuerza ejecutiva de la resolución una
vez cumplidas las formalidades previstas en el artículo 46, sin proceder a
ningún examen de lo dispuesto en el artículo 40; la parte contra la cual
se solicite la declaración de fuerza ejecutiva no podrá, en esta fase del
procedimiento, formular observaciones (art. 48).
La resolución dictada sobre la solicitud de declaración de fuerza ejecutiva se pondrá de inmediato en conocimiento del solicitante de confor midad con las modalidades determinadas por la ley del Estado miembro
de ejecución (art. 49.1). La declaración de fuerza ejecutiva se notificará
a la parte contra la que se haya solicitado, adjuntándose la resolución si
esta no hubiera sido ya notificada a dicha parte (art. 49.2).
4. Recursos
Cualquiera de las partes podrá recurrir contra la resolución sobre la
solicitud de declaración de fuerza ejecutiva (art. 50.1). El recurso se inter pondrá ante los tribunales que hayan sido comunicados a la Comisión
por el Estado miembro correspondiente de conformidad con lo dispuesto en el artículo 78 (art. 50.2). El recurso se sustanciará según las nor mas
que rigen el procedimiento contradictorio (art. 50.3). En caso de incom-
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parecencia de la parte contra la que se solicite la declaración de fuerza
ejecutiva ante el tribunal que conozca de un recurso interpuesto por el
solicitante, se aplicarán las disposiciones establecidas en el artículo 16,
aunque dicha parte no esté domiciliada en ninguno de los Estados
miembros (art. 50.4).
El recurso contra la declaración de fuerza ejecutiva se interpondrá
dentro del plazo de treinta días a partir de la fecha de notificación. Si la
parte contra la que se solicita la declaración de fuerza ejecutiva está domiciliada en un Estado miembro distinto de aquel en el que se hubiera
declarado, el plazo será de sesenta días y correrá a partir de la fecha de
notificación, tanto si esta se hizo en persona como en su domicilio. Dicho plazo no admitirá prórroga en razón de la distancia (art. 50.5).
La resolución que decida el recurso solo podrá ser objeto de los recursos que el Estado miembro correspondiente haya comunicado a la Comisión de conformidad con lo dispuesto en el artículo 78 (art. 51).
El tribunal ante el que se interponga un recurso con arreglo a los artículos 50 ó 51 solo podrá desestimar o revocar la declaración de fuerza
ejecutiva por uno de los motivos previstos en el artículo 40. Se pronunciará en breve plazo (art. 52).
El tribunal ante el que se interponga un recurso con arreglo a los
artículos 50 ó 51 suspenderá el procedimiento, a instancia de la parte
contra la que se solicite la declaración de fuerza ejecutiva, si la fuerza ejecutiva de la resolución se suspende en el Estado miembro de origen por
haberse interpuesto un recurso (art. 53).
5. Ejecución parcial
Cuando la resolución se pronuncie sobre varias pretensiones y no se
pueda declarar la fuerza ejecutiva de todas ellas, el tribunal o la autoridad competente declararán la fuerza ejecutiva de una o varias de ellas
(art. 55.1). El solicitante podrá instar una ejecución parcial (art. 55.2).
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6. Beneficio de justicia concreta
El solicitante que en el Estado miembro de origen haya obtenido total
o parcialmente el beneficio de justicia gratuita o una exención de las
costas y los gastos gozará, en el procedimiento de declaración de fuerza
ejecutiva, del beneficio de justicia gratuita más favorable o de la exención más amplia prevista por el ordenamiento del Estado miembro de
ejecución (art. 56).
7. Inexigencia de caución
A la parte que inste en un Estado miembro el reconocimiento, la declaración de fuerza ejecutiva o la ejecución de una resolución dictada en otro
Estado miembro no podrá exigírsele caución o depósito alguno, sea cual
fuere su denominación, por su condición de extranjero o por no estar domiciliado o no ser residente en el Estado miembro de ejecución (art. 57).
8. Inexistencia de tasas judiciales
El Estado miembro de ejecución no percibirá impuesto, derecho ni
tasa alguna, proporcional al valor del litigio, en los procedimientos relativos a la declaración de fuerza ejecutiva (art. 58).
9. Medidas cautelares
Nada impedirá al solicitante instar la adopción de medidas provisionales o cautelares, de conformidad con la legislación del Estado miembro
de ejecución, sin que resulte necesaria la declaración de fuerza ejecutiva
conforme al artículo 48 (art. 54.1).
La declaración de fuerza ejecutiva incluirá la autorización para adoptar cualesquiera medidas cautelares (art. 54.2).
Durante el plazo del recurso previsto en el artículo 50, apartado 5,
contra la declaración de fuerza ejecutiva y hasta que se resuelva sobre el
mismo, solamente se podrán adoptar medidas cautelares sobre los bienes
de la parte contra la que se haya solicitado la ejecución (art. 54.3).
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2. EFICACIA EXTRATERRITORIAL DE RESOLUCIONES JUDICIALES DICTADAS EN PROCEDIMIENTOS DE JURISDICCIÓN VOLUNTARIA
2.1 El régimen vigente
En defecto de instrumento internacional aplicable, el derecho internacional privado español carece de régimen jurídico específico para este
tipo de actos.
Coinciden la doctrina y la jurisprudencia en afirmar que los actos
extranjeros de jurisdicción voluntaria no pueden surtir efectos en España
a través del procedimiento de reconocimiento/exequatur regulado en
los artículos 951-958 LEC 1881, proceso reservado a las sentencias extranjeras dictadas en asuntos contenciosos (ATS 26 septiembre
2006 –relativo a una declaración de herederos abintestato procedente de
Venezuela– 8 febrero 1985, 29 septiembre 1998, 30 noviembre 1999, 20
noviembre 1999, 24 septiembre 2002 y 24 diciembre 2002 y RDGRN
29 octubre 1960, 18 enero 1964, 13 diciembre 1974, 28 junio 1996, 11
mayo 1999 y 23 febrero 2001, entre otras).
Se aplica a dichos actos, por analogía, el régimen de acceso a los registros públicos españoles de los documentos públicos extranjeros (arts. 8184 RRC y arts. 4 LH y 36 RH). En este sentido se han pronunciado reiteradamente tanto el Tribunal Supremo como la DGRN (ATS 7 febrero 1955, 8 febrero 1985, 30 noviembre 1999, 20 noviembre 1999, 25
enero 2000, 18 julio 2000, 24 septiembre 2002 y 31 julio 2003 y
RDGRN 7 abril 1952, 21 junio 1958, 5 octubre 1960, 29 octubre 1960
y 18 enero 1974).
En consecuencia, los actos extranjeros de jurisdicción voluntaria surtirán efectos en España mediante un control incidental que realiza el órgano ante el que se hacen valer los efectos del acto de jurisdicción voluntaria. Dicho órgano controlará que tales actos reúnan las siguientes
condiciones:
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· La autenticidad del documento en el que se contiene el acto extranjero de jurisdicción voluntaria. En concreto se exige a) legalización del documento (art. 323.2.2 LEC) u otro trámite que lo
sustituya, en particular la apostilla prevista en el Convenio de La
Haya de 5 de octubre de 1961, b) traducción al idioma oficial español del documento (art. 144 LEC) y c) observancia de la for ma
prevista en el país en el que se haya otorgado el documento para
que éste haga prueba plena (art. 323.2.1 LEC).
· Control de la validez sustancial del acto de jurisdicción voluntaria: cuando el acto extranjero incorpore declaraciones de voluntad,
la existencia de éstas se tendrá por probada, pero su eficacia será la
que determinen las normas españolas y extranjeras aplicables en
materia de capacidad, objeto y forma de los negocios jurídicos (cfr.
art. 323.3 LEC y art. 36 RH); es decir, la eficacia que determinen
las normas (españolas o extranjeras) designadas por las normas de
conflicto del derecho internacional privado español (art. 12.6 Cc).
Esta es la tesis aplicada por el Tribunal Supremo: el acto extranjero de
jurisdicción voluntaria debe haberse ajustado a las leyes designadas por
las nor mas españolas de conflicto (ATS 18 julio 2000, 24 septiembre
2002 –resolución judicial marroquí sobre declaración de herederos– y
24 diciembre 2002). Se exige un control de la ley aplicada (revisión que
no se produce en el reconocimiento/exequatur de las sentencias extranjeras dictadas en procedimientos contenciosos). Por tanto, a menos que
la ley aplicada al acto por la autoridad extranjera sea la misma que
hubiera aplicado al acto una autoridad española, el acto extranjero de
jurisdicción voluntaria tiene muchas posibilidades de no surtir efectos
legales en España.
Algunos autores abogan por otros sistemas, para evitar actos de jurisdicción voluntaria claudicantes (como el nuevo control del acto, ahora
por la autoridad española, pero con arreglo a la norma de conflicto del
país de la autoridad extranjera interviniente, con el límite del respeto al
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orden público internacional español, o como el nuevo control, por parte
de la autoridad española, pero limitado a la competencia internacional
de la autoridad extranjera, así como también al respeto de los derechos
de defensa y al orden público español internacional –sistema seguido,
por ejemplo, en el artículo 65 LDIP Italia 1995–).
En ciertos sectores, algunas normas específicas exigen controles adicionales para actos extranjeros de jurisdicción voluntaria (es el caso de la
adopción constituida por autoridad extranjera –art. 26 LAI–).
2.2 Las resoluciones judiciales en procedimientos de jurisdicción voluntaria en
el Reglamento 650/2012
Conforme a lo dispuesto en el Considerando 59 del Reglamento
650/2012, el término “resolución” comprende no sólo la que ha sido
dictada en un procedimiento contencioso sino también la obtenida en
un proceso de jurisdicción voluntaria. En consecuencia, es aplicable a estas decisiones judiciales el mismo régimen de eficacia extraterritorial
previsto en el Reglamento 650/2012 para las resoluciones dictadas en
procedimientos judiciales contenciosos.
No ha querido el Reglamento 650/2012 establecer una asimilación
entre la eficacia extraterritorial de las resoluciones judiciales dictadas en
procedimientos no contenciosos y la de los restantes documentos públicos procedentes de autoridades extranjeras; es decir, el término “resolución” –tal y como aparece definido por el artículo 3.1 del Reglamento–
abarca las decisiones dictadas por un tribunal incluso en procedimientos
de jurisdicción voluntaria (Cdo.59).Y ello a pesar de que el concepto de
función jurisdiccional (que no proporciona directamente el Reglamento
650/2012) parece implicar una pluralidad de partes y el respeto al principio de contradicción –cfr. art. 3.2 y art. 40, apartados letras b), c) y d)–.
No obstante la equivalencia establecida entre todas las resoluciones judiciales, habrá que reformular las posibles causas de denegación del reconocimiento de una resolución judicial obtenida en procedimiento de jurisdic-
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ción voluntaria: tan sólo la oposición por manifiesta vulneración del orden
público internacional parece posible en estos supuestos (cfr. art. 40).
Existe por tanto una dualidad de regímenes en cuanto a la eficacia
extraterritorial de los títulos sucesorios extranjeros establecidos por autoridades extranjeras, según el carácter de “resolución” (judicial) o de
“documento público” (extrajudicial) (atendiendo a las definiciones que
contiene el artículo 3 del Reglamento 650/2012). No obstante, las consecuencias prácticas de esta dualidad de regímenes no serán especialmente relevantes, habida cuenta i) de la unificación –para las sucesiones causadas a partir del día 17 de agosto de 2015– de las normas de conflicto
y ii) de la admisión del reconocimiento automático de las resoluciones
judiciales extranjeras en materia sucesoria, consecuencias ambas que resultan del Reglamento 650/2012.
3. EFICACIA EXTRATERRITORIAL DE MEDIDAS CAUTELARES O PROVISIONALES
3.1 El régimen vigente
A falta de instrumento internacional aplicable, no es posible lograr en
España el reconocimiento y “exequatur” de estas resoluciones extranjeras, ya que no son resoluciones firmes (artículos 951-958 LEC 1881).
Es clara la competencia internacional de las autoridades judiciales
españolas:
· Estas son competentes ex artículo 22.5 LOPJ (cuando se trata de
adoptar medidas provisionales o de aseguramiento respecto de
personas o bienes que se hallen en territorio español y deban
cumplirse en España).
· El artículo 722 LEC, reformado por la Ley 13/2009, de 3 de
noviembre de 2009, indica que, pendiente el proceso jurisdiccional o arbitral en el extranjero, pueden solicitarse medidas cautela-
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res ante los tribunales españoles. Para que los tribunales españoles
adopten medidas cautelares no es preciso, por tanto, que tal posibilidad venga recogida y prevista por convenios internacionales u
otras normas de derecho de la Unión Europea, como parecía
deducirse de la primitiva redacción del artículo 722 LEC.
El juez español territorialmente competente para adoptar tales medidas será el correspondiente al lugar en que la sentencia futura deba ser
ejecutada y, en su defecto, el juez del lugar donde las medidas deban producir su eficacia (artículos 722 y 724 LEC).
Por lo tanto, sin duda alguna, la parte a la que interese hacer efectiva en
España una medida cautelar o provisional –lo que sucederá de ordinario
porque los bienes sobre los que recae la medida se hallan situados en España– puede instar directamente su adopción ante los tribunales españoles.
No obstante, esta competencia internacional de los tribunales españoles no es exclusiva, por lo que en principio cabría pensar en la admisión
en nuestro país de una eficacia extraterritorial de medidas cautelares
adoptadas, en materia sucesoria, por autoridades extranjeras.
Sin embargo, la imposibilidad de reconocimiento o “exequatur” en
España de decisiones extranjeras que no sean resoluciones judiciales firmes (salvo excepciones previstas en tratados internacionales), así como la
competencia exclusiva de nuestra legislación para determinar la configuración de los derechos sobre los bienes sitos en nuestro país y su acceso
al Registro de la Propiedad español, hacen inviable esta posibilidad.
No cabe instar las medidas cautelares a través del auxilio judicial internacional (ATS 11 marzo 1987).
3.2 Las medidas cautelares en el Reglamento 650/2012
Podrán solicitarse a los tribunales de un Estado miembro medidas provisionales o cautelares previstas por la ley de dicho Estado, incluso si, en
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virtud del Reglamento 650/2012, un tribunal de otro Estado miembro
es competente para conocer sobre el fondo (art. 19).
La eficacia extraterritorial de las decisiones extranjeras en que se
acuerden medidas provisionales o cautelares dependerá del tipo de decisión: resolución, transacción judicial o documento público. Conviene
recordar que el Reglamento 650/2012 no exige, para su reconocimiento o “exequatur”, la firmeza de la resolución judicial extranjera.
El Reglamento 1215/2012 – que a partir del día 10 de enero de 2015
derogará el Reglamento 44/2001 - introduce en su Capítulo I un listado
de definiciones. En concreto, en su artículo 2 se definen ahora los términos: «resolución», «transacción judicial», «documento público», «Estado
miembro de origen», «Estado miembro requerido» y «órgano jurisdiccional de origen». Con respecto a la definición de resolución, previamente
recogida en el art. 32 Reglamento 44/2001, la aportación más destacada
del nuevo artículo 2 es que excluye ciertas medidas provisionales o cautelares de la posibilidad de reconocimiento y ejecución. En este sentido y, de
conformidad, con una interpretación ampliamente aceptada a la luz de la
jurisprudencia del Tribunal de Justicia, el segundo apartado del artículo
2.a) establece la distinción entre medidas provisionales o cautelares adoptadas i) por un tribunal competente sobre el fondo del asunto y ii) las
adoptadas por otros tribunales. Sólo las primeras son susceptibles de reconocimiento y ejecución en otros Estados miembros. Desde el punto de
vista práctico esta situación se corresponde con la circunstancia de que la
adopción de tales medidas por los tribunales sin competencia sobre el
fondo debe en principio limitarse a las referidas a personas o bienes que
se encuentren en su territorio, de modo que típicamente no requieren su
ejecución en el extranjero. Por otra parte, excluye del sistema de reconocimiento y ejecución del Reglamento a las medidas provisionales y cautelares acordadas sin que el demandado sea citado a comparecer y sin que la
resolución haya sido notificada al demandado (exclusión ya contemplada
por el Reglamento 44/2001 y que se vincula con la posición mantenida
por el Tribunal de Justicia en su jurisprudencia).
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Por el contrario, el Reglamento 650/2012 no ha establecido limitación alguna al reconocimiento y ejecución de medidas provisionales o
cautelares procedentes de un tribunal extranjero que no conoce del fondo del asunto; tampoco excluye el Reglamento 650/2012 del sistema de
reconocimiento y ejecución a las medidas cautelares adoptadas “inaudita pars” (si bien es cierto que tanto el reconocimiento como el “exequatur” podrán denegarse por vulneración de los derechos de defensa del
demandado).
4. EFICACIA EXTRATERRITORIAL DE TRANSACCIONES
JUDICIALES
La transacción judicial es un contrato, aprobado u homologado por la
autoridad judicial que conoce de un litigio, por el que las partes litigantes
ponen fin al proceso iniciado, dando, prometiendo o reteniendo cada una
de ellas alguna cosa (“aliquid datum, aliquid retentum”) (art. 1809 Cc).
La intervención judicial dota a la transacción de efecto ejecutivo y de
efecto vinculante entre las partes; pero, a diferencia de lo que sucede con
las sentencias, la transacción judicial puede ser invalidada por las mismas
causas que los contratos (art. 1817 Cc) (no puede hablarse, por lo tanto,
de firmeza de la transacción judicial).
4.1 El régimen vigente
En defecto de convenio bilateral aplicable, no existen normas internas
de derecho internacional privado sobre la eficacia extraterritorial de las
transacciones judiciales.
Coinciden la doctrina y la jurisprudencia en afirmar que no cabe recurrir al sistema de reconocimiento/exequatur previsto en la LEC 1881,
porque es éste un procedimiento reservado a sentencias firmes. La transacción judicial es atacable en juicio ordinario y, por lo tanto, no es firme.
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En ausencia de normas específicas, la doctrina exige estos requisitos pra la eficacia en España de las transacciones judiciales: a) el documento
debe presentarse con traducción a lengua oficial española (art. 144 LEC)
y con legalización o apostilla (art. 323.2.2 LEC), c) debe justificarse la
observancia de las formalidades previstas en el Estado de origen para que
el documento haga prueba plena (art. 323.2.1 LEC), d) si la transacción
incorpora declaraciones de voluntad, la existencia de éstas se tendrá por
probada, pero su eficacia será la que determinen las normas españolas o
extranjeras aplicables en materia de capacidad, objeto y forma de los negocios jurídicos designadas por las normas de conflicto del derecho inter nacional privado español (art. 12.6 Cc y art. 323.3 LEC) y e), si se
pretende la ejecución de la transacción judicial extranjera en nuestro
país, dicha transacción debe tener fuerza ejecutiva en el Estado de origen (lo que debe acreditarse), teniendo en cuenta además que esta ejecución sólo será posible si no produce efectos contrarios al orden público
internacional español.
4.2 La transacción judicial en el Reglamento 650/2012
La transacción judicial es definida de un modo autónomo en el Reglamento 650/2012. Conforme a lo dispuesto por su artículo tercero,
apartado primero, letra h) se entiende por transacción judicial una transacción en materia de sucesiones aprobada por un tribunal o celebrada en
el curso de un proceso judicial ante un tribunal.
Recordemos que, para el Reglamento 650/2012 (art. 3.2), se entiende por «tribunal» todo órgano judicial y todas las demás autoridades y
profesionales del derecho con competencias en materia de sucesiones
que ejerzan funciones jurisdiccionales o que actúen por delegación de
poderes de un órgano judicial, o actúen bajo su control, siempre que
tales autoridades y profesionales del derecho ofrezcan garantías en lo que
respecta a su imparcialidad y al derecho de las partes a ser oídas, y que
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sus resoluciones, dictadas con arreglo al derecho del Estado miembro en
el que actúan, a) puedan ser objeto de recurso o revisión ante un órgano judicial, y b) tengan fuerza y efectos análogos a los de la resolución
de un órgano judicial sobre la misma materia. Los Estados miembros notificarán a la Comisión, antes del día 16 de enero de 2014, las autoridades y los profesionales del derecho a que se refiere el párrafo anterior; y
la Comisión, sobre la base de las comunicaciones de los Estados miembros, establecerá la lista de las demás autoridades y los demás profesionales del Derecho a que se refiere este artículo 3.2 (arts. 78.1 y 79.1). Los
Estados miembros notificarán a la Comisión toda modificación ulterior
de la información contenida en esa lista; la Comisión la modificará en
consecuencia (art. 79.2). La Comisión publicará la lista y toda modificación ulterior en el Diario Oficial de la Unión Europea (art. 79.3). La
Comisión hará pública toda esta información por cualquier medio adecuado, en particular a través de la Red Judicial Europea en materia civil
y mercantil (art. 79.4).
El Reglamento 650/2012 respeta los distintos sistemas para sustanciar
sucesiones que se aplican en los Estados miembros. A estos efectos, se dota
al término «tribunal» de un sentido amplio de modo que abarque no solo
a los órganos judiciales en sentido propio, que ejercen funciones jurisdiccionales, sino también a los notarios o a las oficinas del registro en algunos Estados miembros, que, en determinados supuestos, ejercen tal tipo de
funciones, así como los notarios y los profesionales del Derecho que, en
algunos Estados miembros, ejercen asimismo tales funciones jurisdiccionales en una sucesión determinada, por delegación de un tribunal. Todos los
tribunales tal como se definen en el presente Reglamento deben estar vinculados por las normas de competencia establecidas en el mismo. En cambio, el término «tribunal» no debe incluir a las autoridades no judiciales de
un Estado miembro que, en virtud del Derecho nacional, están facultadas
para sustanciar sucesiones, como los notarios en la mayoría de los Estados
miembros, en aquellos casos en los que, como ocurre habitualmente, no
ejercen funciones jurisdiccionales (Cons. 20).
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a) El “exequatur” de las transacciones judiciales
El Reglamento 650/2012 regula tan sólo el “exequatur” de las
transacciones judiciales (Capítulo V, artículo 61).
A petición de cualquiera de las partes interesadas, se declarará que tienen fuerza ejecutiva en otro Estado miembro las transacciones judiciales
que posean fuerza ejecutiva en el Estado miembro de origen, de confor midad con el procedimiento previsto en los artículos 45 a 58 (art. 61.1).
A efectos de lo dispuesto en el artículo 46, apartado 3, letra b) del Reglamento 650/2012, el tribunal que haya aprobado la transacción o ante el
cual se haya concluido la misma librará, a instancia de cualquiera de las partes interesadas, una certificación, utilizando para ello el formulario establecido de acuerdo con el procedimiento consultivo a que se refiere el artículo 81, apartado 2 (art. 61.2). El tribunal ante el que se interponga un recurso al amparo de los artículos 50 o 51 solo desestimará o revocará la declaración de fuerza ejecutiva cuando esta sea manifiestamente contraria al
orden público del Estado miembro de ejecución (art. 61.3).
b) Otros efectos extraterritoriales de las transacciones judiciales
Guarda silencio el Reglamento 650/2012. No obstante, la ubicación
sistemática del régimen del “exequatur” de las transacciones judiciales hace
pensar que el legislador europeo se ha decidido por la aplicación a dichas
transacciones, en lo no previsto especialmente, del sistema de “general
aceptación internacional” que ha de regir la eficacia extraterritorial de los
documentos públicos extranjeros y que luego abordaré detenidamente.
Baste decir ahora que el régimen instaurado por el Reglamento
650/2012 en su capítulo V (artículo 59) parte del principio de la libre
circulación de tales documentos, siempre que vayan acompañados de
una certificación expedida por la autoridad extranjera que los expidió,
sin perjuicio de su impugnación judicial y a salvo el respeto al orden público internacional del Estado de recepción. La impugnación judicial del
documento público extranjero puede tener por objeto i) su autenticidad
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formal y material (impugnación que debe producirse ante las autoridades judiciales del Estado de origen, que aplicarán la “lex fori”) o bien ii)
los actos y negocios formalizados en aquél (en este supuesto, se observarán las reglas de competencia judicial internacional establecidas por el
Reglamento 650/2012, con aplicación de la ley designada por las normas de conflicto prevista en dicho instrumento internacional).
5. EFICACIA EXTRATERRITORIAL DE LAUDOS ARBITRALES
5.1 El régimen vigente
En defecto de convenio específico alguno en materia sucesoria, se aplica en nuestro país el Convenio de Nueva York de 10 de junio de 1958,
sobre reconocimiento y ejecución de las sentencias arbitrales extranjeras.
El Convenio de Nueva York (en lo sucesivo CNY) tiene para España
un carácter “erga omnes” (art. I.3 y art. X.1); es decir, se aplica al reconocimiento/exequatur de todo laudo arbitral no español, con independencia de la nacionalidad de las partes y del país de procedencia del laudo
(incluso aun cuando se trate de Estados no parte en el convenio) (ATS
6 octubre 1983 y 17 enero 1998). España no realizó en su momento la
llamada “reserva de reciprocidad”, reserva que hubiera convertido al
convenio en un instrumento aplicable sólo en relación a Estados partes
en el mismo (ATS 7 julio 1998).
En virtud de esta eficacia “erga omnes”, las normas de producción interna sobre validez extraterritorial de laudos extranjeros carecen de razón de ser, razón por la cual la Ley 60/2003 las ha suprimido.
No obstante lo anterior, con arreglo a la denominada “regla de la eficacia máxima”, el artículo VII CNY permite que las partes logren el reconocimiento/exequatur en España de un laudo arbitral extranjero a través de otros instrumentos internacionales que sean de aplicación en España y que regulen la cuestión.
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Aunque el Convenio de Nueva York nada dice al respecto, el Tribunal
Supremo lo ha aplicado, con carácter retroactivo, a los laudos dictados antes
de su entrada en vigor para España –vigencia que se produjo para nuestro
país el día 12 de mayo de 1977– (ATS 11 febrero 1981 y 13 octubre 1983).
Los aspectos procedimentales del reconocimiento/exequatur de los
laudos arbitrales extranjeros se rigen por el artículo IV CNY; sin embargo, en los aspectos no regulados por dicho precepto son de aplicación las
normas de procedimiento españolas (art. 46.2 in fine Ley Arbitraje). Se
entiende que, mientras no exista otra normativa, la remisión se hace a
favor de los artículos 955-958 LEC 1881 y artículo 85.5 LOPJ).
Al igual que sucede con relación al reconocimiento/exequatur de las
resoluciones judiciales, no es posible la revisión de fondo de la sentencia
arbitral (ATS 24 noviembre 1998, 8 septiembre 1988, 9 junio 1998, 5
mayo 1998 y 27 enero 1998): sólo cabe su denegación por ciertas causas que el Convenio de Nueva York enumera taxativamente (la mayoría
de las cuales sólo pueden examinarse, además, a instancia de parte).
Las causas de denegación del reconocimiento/exequatur de un laudo
arbitral extranjero son las siguientes:
a) Causas de denegación a instancia de parte
· Primera causa: incapacidad de alguna de las partes en el acuerdo arbitral.
Para determinar tal incapacidad se estará a la ley que regula la capacidad; ante el silencio del CNY, debe aplicarse la norma de conflicto del
país donde se solicita el reconocimiento/exequatur, lo que es contrario
al principio de seguridad jurídica (en el caso español, se aplicará la ley
nacional de la parte –art. 9.1 y 9.11 Cc– y las cuestiones de representación de las partes se solucionarán con arreglo al artículo 10.11 Cc).
· Segunda causa: inexistencia o invalidez del acuerdo arbitral
Debe existir una cláusula válida (tanto en cuanto al fondo como en
cuanto a la forma) de sumisión a arbitraje que vincule a las partes.
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La validez sustancial de la cláusula compromisoria habrá de determinarse con arreglo a la ley estatal elegida expresamente por las partes (artículo V.1.a CNY). En defecto de acuerdo de las partes sobre elección de
ley, la validez de fondo de la cláusula de arbitraje se regirá por la ley del
país donde se dictó el laudo (“ley de la sede del arbitraje”) (ATS 17 junio
1983 y 31 mayo 2005). Si este país no puede determinarse, la validez sustancial de la cláusula compromisoria de calificará de acuerdo con la ley
designada por las normas de conflicto del Estado en el que se solicita el
reconocimiento/exequatur del laudo.
Si la forma del convenio arbitral cumple las condiciones exigidas por
el artículo II CNY, aquél será plenamente válido en cuanto a la forma.
Estas condiciones son las siguientes: i) el convenio arbitral debe constar
por escrito y debe aparecer firmado por ambas partes, ii) el convenio arbitral puede también constar a través de un medio técnico que deje
constancia del acuerdo (canjes de cartas o telegramas, e-mail o las páginas web a través de las cuales las partes se someten a arbitraje mediante
un click en un botón “I agree” predispuesto al efecto) y iii) los convenios arbitrales contenidos en condiciones generales de la contratación
sólo serán válidos si el contrato firmado por ambas partes contiene una
remisión expresa a tales condiciones generales de la contratación y si tales condiciones generales de la contratación constan en soportes escritos,
legibles, fiables y duraderos (estas condiciones generales deben haber sido
redactadas en un idioma que las partes conocen o deban razonablemente conocer)
· Tercera causa: inobservancia de los derechos de defensa
Se vulneran los derechos de defensa cuando se produce la “rebeldía
forzosa del demandado”, porque éste desconoce el inicio del procedimiento arbitral ya que no se le ha notificado con tiempo suficiente y en
forma la demanda, la designación del árbitro o el procedimiento de arbitraje; la “rebeldía voluntaria” del demandado no detiene el reconocimiento/exequatur.
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· Cuarta causa: incongruencia del laudo arbitral
Se denegará el reconocimiento/exequatur del laudo arbitral si se aprecia la concurrencia de incongruencia, bien por falta de identidad (es decir, si el órgano arbitral falló sobre cuestiones no previstas en el compromiso arbitral) bien por exceso (es decir, si el órgano arbitral dictó un laudo en el que se contienen decisiones que exceden de los términos de la
cláusula compromisoria –aunque en este supuesto cabrá un reconocimiento/exequatur parcial del laudo arbitral–).
· Quinta causa: constitución irregular del tribunal arbitral o irregularidades del procedimiento arbitral
Dichas irregularidades deben valorarse con arreglo a lo dispuesto por
las partes en el convenio arbitral; si las partes nada hubieran dispuesto, el
procedimiento arbitral se regula por la ley del país donde se ha desarrollado el arbitraje. La incompetencia del tribunal arbitral no es una causa
de denegación del reconocimiento/exequatur: dicha incompetencia debe hacerse valer durante el procedimiento arbitral y no a la hora del reconocimiento/exequatur del laudo arbitral (ATS 14 enero 1983).
· Sexta causa: sentencia arbitral no obligatoria para las partes
El CNY parece referirse a borradores de laudos, laudos de futuro (anteriores al nacimiento del litigio) o a las propuestas de amigables componedores. Por el contrario, un laudo “interino” inglés, susceptible de recurso, es obligatorio para las partes (ATS 8 octubre 2002).
La no obligatoriedad del laudo, que será valorada según el derecho del
país conforme al cual se dictó el laudo, debe ser probada por la parte demandada en el procedimiento de reconocimiento/exequatur (ATS 4 octubre 1983, 13 octubre 1983 y 20 julio 2004).
· Séptima causa: sentencia arbitral que ha sido anulada o suspendida
por una autoridad competente del país en que, o conforme a cuya ley,
ha sido dictada esa sentencia arbitral.
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Esta causa de denegación, analizada con detalle por SABATER MARTIN,
suscita varias consideraciones (ATS 21 febrero 1989):
Denegar el reconocimiento/exequatur de un laudo extranjero porque
ha sido anulado por sentencia judicial extranjera supone dar efectos en
España, indirectamente, a dicha resolución judicial. Por eso, tal sentencia
judicial debe cumplir con los requisitos establecidos en el artículo 954
LEC 1881: el tribunal español que deniega el reconocimiento/exequatur al laudo arbitral extranjero anulado controlará también, de modo incidental, que la sentencia extranjera de anulación del laudo se ajusta al
artículo 954 LEC 1881 o a los instrumentos legales internacionales en
vigor para España.
Se puede denegar el reconocimiento/exequatur del laudo extranjero
anulado aunque las partes se hubieran comprometido previamente a no
impugnarlo: los efectos de dicho compromiso los debe apreciar el juez
extranjero ante el que se impugna la validez del laudo.
Si se otorga el reconocimiento/exequatur a un laudo extranjero nulo,
ello impedirá el ulterior reconocimiento/exequatur de la sentencia judicial extranjera que anule dicho laudo, siempre que tal sentencia sea posterior a la fecha del auto de reconocimiento/exequatur (se evita de este
modo la existencia en España de dos resoluciones contradictorias).
Si el recurso para la anulación del laudo en un país extranjero está aún
pendiente, el tribunal español puede aplazar el reconocimiento/exequatur.
A pesar de la anulación del laudo extranjero, el tribunal español no
está obligado a denegar el reconocimiento/exequatur (podrá denegarse).
Se otorga un margen de maniobra al juez del Estado requerido para
comprobar si la causa de anulación lesiona el orden público internacional. Es el caso de los laudos dictados en Arabia Saudí, que pueden ser
anulados si los árbitros no profesan la religión musulmana o si el presidente del colegio arbitral desconoce los preceptos de la ley musulmana
inspirada en el Corán (“Sahri’a”).
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b) Causas de denegación del reconocimiento/exequatur apreciables de oficio
(art. V.2 CNY)
· Primera causa apreciable de oficio: materia objeto de la diferencia
que no es susceptible de arbitraje
La controversia resuelta no puede versar sobre una materia cuyo sometimiento a arbitraje está prohibido por la ley material española.
· Segunda causa apreciable de oficio: vulneración del orden público
internacional del Estado requerido
Se denegará el reconocimiento/exequatur del laudo arbitral extranjero cuya ejecución vulnere los principios básicos del derecho de nuestro
país. Esta cláusula ha de interpretarse y aplicarse de modo restrictivo.
Así, por ejemplo, no debe activarse la cláusula del orden público internacional cuando la ley aplicable al procedimiento arbitral haya sido una
ley extranjera ni cuando la ley aplicada al fondo de la controversia sea diferente de la que, en el mismo caso, hubiera aplicado un tribunal español o unos árbitros que actuasen en España.
No obstante lo anterior, conviene destacar que aunque el CNY es un
convenio con carácter “erga omnes”, su artículo VII.1 permite que las
partes intenten el reconocimiento/exequatur del laudo arbitral mediante lo previsto en cualquier otro convenio internacional o mediante lo
previsto en las normas de producción interna del Estado requerido (ATS
20 julio 2004). Es decir, las partes pueden solicitar el reconocimiento/exequatur de laudos extranjeros con arreglo al instrumento legal que
en mayor medida garantice o facilite aquél: es la regla de la “eficacia máxima” (artículo 46.2 Ley Arbitraje). España carece de un régimen legal
interno de reconocimiento/exequatur de laudos arbitrales extranjeros. El
artículo 46.1 Ley Arbitraje considera como laudo extranjero el pronunciado fuera del territorio español; y el apartado segundo del mismo artículo precisa que el “exequatur” de laudos extranjeros se regirá por el
Convenio de Nueva York de 1958, sin perjuicio de lo dispuesto en otros
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convenios internacionales más favorables a su concesión, y que se sustanciará según el procedimiento establecido en el ordenamiento procesal civil para las sentencias dictadas por tribunales extranjeros.
Es decir, el demandante de reconocimiento/exequatur del laudo extranjero en España elegirá el convenio internacional con arreglo al cual
solicita dicho reconocimiento/exequatur. A falta de elección por el demandante del instrumento legal aplicable, el tribunal español aplicará el
Convenio de Nueva York. Así se deduce del artículo I.1 CNY. Lo que
no cabe es otorgar el reconocimiento/exequatur de un laudo extranjero por el hecho de que éste cumpla parcialmente con los requisitos exigidos por varias normativas globalmente consideradas como un todo; es
decir no procede construir una mezcla de condiciones más favorables
procedentes de distintos convenios o normativas en conflicto. Tampoco
es correcto acudir, para otorgar el reconocimiento/exequatur de un laudo extranjero, a la normativa de producción interna prevista para las sentencias dictadas por tribunales extranjeros.
5.2 Los laudos arbitrales en el Reglamento 650/2012
No contiene el Reglamento 650/2012 ninguna previsión expresa en
relación con los laudos arbitrales dictados en materia de sucesión “mortis causa”. Por lo tanto, sigue vigente el sistema de reconocimiento/exequatur anteriormente expuesto.
6. EFICACIA EXTRATERRITORIAL DE DOCUMENTOS PÚBLICOS
Sólo pueden surtir efectos en España las decisiones extranjeras que resuelven cuestiones jurídicas entre particulares. No supone obstáculo, en
principio, que las decisiones hayan sido dictadas por autoridades no jurisdiccionales, tales como autoridades administrativas o gubernamentales.
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El criterio básico es siempre el carácter privado –civil, mercantil o laboral– de la materia sobre la que recae la decisión extranjera. Las decisiones
extranjeras que resuelven cuestiones de derecho público, a salvo lo dispuesto en convenios internacionales, no producen efectos jurídicos en España.
Por esta razón las decisiones extranjeras que otorgan el “exequatur” a una
sentencia de otro país no tienen eficacia en España, dado que esta resolución extranjera de “exequatur” produce efectos de derecho público y no se
pronuncia sobre el fondo de la cuestión (es decir, no cabe otorgar en España
el “exequatur” a un “exequatur” concedido por otro Estado).
Mención especial merece la eficacia extraterritorial de los documentos autorizados por notarios que dependen de un Estado extranjero (“libre circulación del documento notarial”). Aun cuando ni los textos normativos ni la doctrina internacionalista han prestado, hasta fechas recientes, una especial atención a la libre circulación de los documentos notariales, hay que afirmar que sin duda alguna es ésta una cuestión de derecho internacional privado: en particular, se trata de determinar no la ley
aplicable a la forma de un acto o negocio jurídico concluido en el extranjero sino la eficacia extraterritorial de una decisión pública extranjera. Veamos algunas causas que han contribuido a este generalizado descuido legislativo y doctrinal.
En primer lugar, el documento notarial no es considerado por muchos autores como una decisión pública extranjera.Y, en parte, tienen razón. Es claro que un documento notarial que se limita a dejar constancia escrita o telemática de lo que el notario ve, oye o, en general, percibe por sus sentidos no contiene decisión alguna, no resuelve una cuestión de derecho privado y, por tanto, tiene tan sólo un alcance meramente fedatario: se trata de un medio de prueba documental, cuya admisibilidad y valoración quedarán siempre relegadas a una futura decisión judicial adoptada en el correspondiente proceso tramitado conforme a la
“lex fori” (cfr. art. 3 LEC). El documento notarial es entonces una especie de acto de trámite de un procedimiento que culminará –una vez examinadas las diferentes pruebas propuestas– con una decisión final, la re-
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solución judicial, que tendrá por emitida o no emitida la declaración de
voluntad de las partes: sólo la sentencia, en estos supuestos, es una decisión. Este sistema notarial, que configura al notario como una especie de
“testigo” privilegiado de la realidad –incluso aun cuando esta realidad
contemplada por el notario sean declaraciones de voluntad de terceros,
es decir, actos o negocios jurídicos de particulares– es el propio de los
países anglosajones y otros Estados comprendidos en su área de influencia. Por lo tanto, es verdad que respecto de documentos notariales procedentes de Estados donde el notario nada decide, no tiene sentido hablar de eficacia extraterritorial de decisiones extranjeras.
Por el contrario, en otros ordenamientos, el notario sí toma decisiones que inciden en la persona, sus bienes, derechos u obligaciones. En los
Estados que han adoptado el sistema notarial denominado “latino-germánico” (hoy agrupados en la Unión Internacional del Notariado, organización no gubernamental de la que España es país fundador y que
reúne entre sus miembros a casi la mitad de los Estados internacionalmente reconocidos por la ONU) el notario, sin perjuicio y además de
funciones meramente fedatarias, realiza también una actividad de adecuación de la voluntad de las partes a la legalidad, que se traduce en una
serie de decisiones parciales en relación con el acto o negocio jurídico
(por ejemplo, la identificación de las partes, el juicio de su capacidad
natural y jurídica, el juicio de legitimación en los supuestos de representación, el examen de la causa, la comprobación del objeto y de las cargas del acto o contrato así como de la libre prestación de un consentimiento previamente informado por él mismo, etc…) Cuando todas estas
decisiones notariales parciales sean positivas –sólo entonces– el notario
decidirá finalmente convertirse en autor (que esto significa autorizar) el
documento. En caso contrario, conforme a lo establecido en la legislación notarial interna, deberá denegar su intervención.
No obstante, sucede que en estos Estados de sistema notarial “latinoger mánico” el instrumento público notarial es, junto a una decisión o a
una suma de decisiones notariales, la forma del acto o negocio jurídico
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de los particulares. Es decir, la escritura pública no es sólo una decisión
del notario que la autoriza sino también el elemento formal del testamento o de la compraventa, por poner algunos ejemplos.Y la doctrina y
los instrumentos legales internacionales se han centrado tradicionalmente en el análisis de la forma (notarial o no notarial) del acto o negocio
jurídico, para decidir cuál debiera ser la ley aplicable a dicho elemento
formal: y, como es sabido, es generalmente admitida la remisión a la ley
del lugar de otorgamiento (“lex loci”), salvo la llamada, en determinados
supuestos, a la ley rectora del fondo del acto o negocio (“lex causae”).
Pero la determinación de cuál sea la ley rectora de la forma de un acto
o negocio jurídico otorgado en el extranjero no implica forzosamente
que dicha forma constituya una decisión extranjera (pensemos en la admisibilidad de una forma no escrita o de un documento privado), ni tan
siquiera cuando la ley rectora de la forma exija el otorgamiento de un
documento notarial (me remito a cuanto he dicho anteriormente a propósito de los diferentes sistemas notariales).
Por las razones expuestas, los documentos notariales son denominadas
por algún sector doctrinal como “decisiones híbridas”, ya que asocian un
elemento privado –un negocio jurídico entre sujetos privados– a un elemento público –la intervención de una autoridad pública, que no se limita a ejercer funciones meramente fedatarias sino que asegura, mediante la decisión de autorizar el documento notarial, la adecuación del acto
o negocio jurídico a derecho–).
Como consecuencia de la activa participación del notario en la conformación del acto o negocio jurídico, los ordenamientos que cuentan
con un notariado “latino-germánico” anudan determinados efectos al
documento notarial. Cabe citar, por ejemplo, su eficacia probatoria no
sólo en el proceso judicial sino también en el tráfico jurídico (en particular como título inscribible en registros públicos), su eficacia como título ejecutivo, su eficacia como tipo de “traditio” o como fuente de créditos privilegiados.
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Sin embargo, no existe ningún mecanismo internacional que asegure
que los actos y negocios formalizados en documentos autorizados por
notarios de un Estado deban ser consideradas también como situaciones
jurídicas “probadas” en los demás Estados.
Además, cada Estado dispone de sus propios filtros legales para admitir o rechazar la “regularidad” de los actos o negocios formalizados en
documentos notariales extranjeros. Estos filtros legales nacionales se han
construido tradicionalmente sobre un mecanismo técnico jurídico: el
control de la ley aplicada por la autoridad extranjera. Ello significa que
la situación jurídica creada legalmente en un país extranjero sólo será
considerada existente y válida en el Estado de recepción si la autoridad
extranjera aplicó la ley (nacional o extranjera) que hubiera aplicado una
autoridad del Estado de recepción a la que se le hubiera planteado el
mismo supuesto. Es decir, en la mayoría de los casos, teniendo en cuenta la diversidad de sistemas nacionales de derecho internacional privado,
las decisiones notariales extranjeras serán “decisiones claudicantes”, cuya
eficacia no será reconocida más allá de los límites naturales de las fronteras del Estado de origen.
El Reglamento 650/2012, consciente de la relevante intervención
notarial en materia sucesoria, aborda este problema. Pero antes de examinar cómo intenta solucionarlo, conviene repasar siquiera brevemente
la regulación que ofrece nuestro ordenamiento.
6.1 El régimen vigente
Es verdad que algunos convenios bilaterales (Alemania, Austria, Argelia,
Brasil, Francia, Italia, Marruecos y Mauritania) y algunos otros instrumentos legales internacionales (Reglamento 44/2001, Convenio de Lugano II
y Reglamento 805/2004) permiten en nuestro país un “exequatur”, ordinario o simplificado (con “inversión del contencioso”), o incluso la ejecución directa, en el caso del título ejecutivo europeo, de documentos nota-
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riales extranjeros, siempre que éstos lleven aparejada ejecución en su país
de origen y, excepto en el supuesto del título ejecutivo europeo, salvo vulneración del orden público internacional español; pero también es cierto
que ni el Convenio de Lugano II ni los reglamentos comunitarios se aplican a las sucesiones “mortis causa” y que, además, nada disponen estos convenios ni instrumentos internacionales sobre el reconocimiento de los
demás efectos de los documentos públicos extranjeros.
En defecto de convenio o instrumento legal internacional aplicable, el
sistema seguido por el derecho internacional privado español, en defecto
de disposición interna especial (cfr. Ley 53/2002, de 30 de diciembre, en
materia de prescripción tributaria), es el siguiente. Los documentos públicos extranjeros –recordemos que no son tales los documentos públicos
autorizados por cónsules españoles en el extranjero– surtirán efectos en
nuestro país mediante un control incidental que realizará el órgano ante el
que se pretenden hacer valer los efectos de dicha decisión. Dicho órgano
controlará que tales actos reúnan las siguientes condiciones:
· La autenticidad, material y formal, del documento en el que se
contiene el documento público extranjero. En concreto se exige a)
legalización del documento (art. 323.2.2 LEC) u otro trámite que
lo sustituya, en particular la apostilla prevista en el Convenio de La
Haya de 5 de octubre de 1961 –autenticidad formal–, b) traducción al idioma oficial español del documento (art. 144 LEC) y c)
justificación de la observancia de los requisitos formales legalmente previstos en el país de origen para que éste haga prueba plena
en juicio (art. 323.2.1 LEC) –autenticidad material–.
· Control de la validez sustancial del acto: cuando el documento
público extranjero incorpore declaraciones de voluntad, la existencia de éstas se tendrá por probada (por ejemplo, a efectos de su
posible inscripción en el Registro de la Propiedad –cfr. STS 19
junio 2012–, en el Registro Mercantil, en el Registro de Bienes
Muebles, en el Registro Civil), pero su eficacia será la que deter-
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minen las normas españolas y extranjeras aplicables en materia de
capacidad, objeto y forma de los negocios jurídicos (cfr. art. 323.3
LEC); es decir, la eficacia que determinen las normas materiales
(españolas o extranjeras) designadas por las normas de conflicto
del derecho internacional privado español (art. 12.6 Cc).
Algunos autores estiman que la ejecución en España de documentos
públicos extranjeros requiere, además de su autenticidad formal y material,
que éstos sean títulos ejecutivos en su país de origen y que no se vulnere,
con dicha ejecución, el orden público internacional español. Otro sector
doctrinal, por el contrario, interpreta que el carácter ejecutivo del documento notarial extranjero sólo puede derivar de lo establecido expresamente en un convenio o instrumento legal internacional o en una ley
especial (art. 523.1 LEC): en defecto de tal regulación, nos dicen, no será
posible la ejecución en España de tales títulos extrajudiciales.
Como hemos visto, la regularidad del acto o negocio formalizado en
el documento público extranjero habrá de valorarse por los autoridades
españolas conforme a las leyes designadas por las normas españolas de
conflicto (ATS 18 julio 2000, 24 septiembre 2002 –resolución judicial
marroquí sobre declaración de herederos– y 24 diciembre 2002). Se
exige un control de la ley aplicada (revisión que, como sabemos, no se
produce en el reconocimiento/exequatur de las sentencias extranjeras
dictadas en procedimientos contenciosos). Por tanto, a menos que la ley
aplicada al acto por la autoridad extranjera sea la misma que hubiera
aplicado al acto una autoridad española, el documento público extranjero tiene muchas posibilidades de no surtir efectos legales en España.
Esta situación puede desincentivar la libre circulación de las personas,
libertad protegida por algunos ordenamientos internacionales (como el
ordenamiento europeo). Es conocido el supuesto de un ciudadano español que otorga testamento ante notario extranjero, que aplicará, para autorizar el testamento, el derecho sucesorio designado por las normas de
conflicto del Estado extranjero del que depende, normas que raramente
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coincidirán con las normas que han de regir la sucesión “mortis causa”
de una persona de nacionalidad española.
Para evitar estos inconvenientes, se han propuesto dos soluciones:
· Mantener un sistema de control de eficacia de los documentos
públicos extranjeros a través de la revisión de la ley aplicada, pero
acompañado por una unificación o armonización de las normas
de conflicto de leyes, a través de instrumentos legales internacionales. Esta es la solución que adopta el Reglamento 650/2012).
· Reconocer la situación jurídica creada por la autoridad notarial
de un Estado extranjero como existente y válida en los demás
Estados (a salvo el respeto al orden público internacional del
Estado requerido y siempre que no se aprecie fraude de ley de los
particulares, que pueden crear una falsa vinculación con el Estado
de origen). Es una solución limitada a un ámbito restringido de
Estados (ya que se basa en la idea de confianza mutua y recíproca
entre ellos, lo que exige una armonización de las funciones notariales en dichos países) Ante la pasividad del legislador comunitario, esta tesis había sido potenciada por el Tribunal de Justicia de
la Unión Europea en algunos ámbitos (muy limitados, por cierto):
nombre de las personas físicas (STJUE 14 octubre 2008, GrunkinPaul, STJCE 2 octubre 2003, García Avello, y STJCE 30 marzo
1993, Kontantinidis) y constitución de sociedades (STJCE 12 septiembre 2006, Cadbury Schweppes, STJCE 30 septiembre 2003,
Inspire Art, STJCE 5 noviembre 2002, Überseering, y STJCE 9
marzo 1999, Centros).
6.2 Los documentos públicos en el Reglamento 650/2012
El Reglamento 650/2012 define un concepto autónomo de “documento público”: su interpretación última corresponde, por tanto, al Tribunal de Justicia de la Unión Europea.
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Conforme a lo establecido en su artículo 3.1.j) es considerado como
documento público a los efectos del Reglamento 650/2012 un documento en materia de sucesiones formalizado o registrado en tal concepto en
un Estado miembro y cuya autenticidad: i) se refiera a la firma y al contenido del documento, y ii) haya sido establecida por un poder público u
otra autoridad autorizada a tal efecto por el Estado miembro de origen.
El Reglamento 650/2012 respeta los distintos sistemas para sustanciar
sucesiones que se aplican en los Estados miembros. A estos efectos, dota
al término «tribunal» de un sentido amplio de modo que abarca no solo
a los órganos judiciales en sentido propio, que ejercen funciones jurisdiccionales, sino también a los notarios o a las oficinas del registro en
algunos Estados miembros, que, en determinados supuestos, ejercen tal
tipo de funciones, así como los notarios y los profesionales del derecho
que, en algunos Estados miembros, ejercen asimismo tales funciones jurisdiccionales en una sucesión determinada, por delegación de un tribunal. Todos los tribunales tal como se definen en el Reglamento deben
estar vinculados por las normas de competencia establecidas en el mismo. En cambio, el término «tribunal» no debe incluir a las autoridades
no judiciales de un Estado miembro que, en virtud del derecho nacional, están facultadas para sustanciar sucesiones, como los notarios en la
mayoría de los Estados miembros, en aquellos casos en los que, como
ocurre habitualmente, no ejercen funciones jurisdiccionales (Cons. 20).
El Reglamento 650/2012 no afecta a las competencias que los Estados miembros atribuyan a los notarios en materia de sucesiones: la vinculación de los notarios de un Estado miembro a las normas de competencia establecidas en dicho Reglamento depende de si están incluidos
en la definición de «tribunal» contenida en el mismo (Cons. 21).
a) Regla general: la libre circulación del documento público extranjero
El artículo 59, que encabeza el capítulo V del Reglamento 650/2012,
regula el reconocimiento (“aceptación”) del efecto probatorio de los documentos públicos en materia sucesoria y, en consecuencia, deroga –para
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sucesiones “mortis-causa” abiertas a partir del día 17 de agosto de 2015–
al régimen de producción interna antes expuesto (art. 323 LEC), lo que
incide también en la eficacia extraterritorial.
Con el fin de tener en cuenta los distintos sistemas para sustanciar sucesiones en los Estados miembros, el Reglamento 650/2012 garantiza la
aceptación y la fuerza ejecutiva en todos los Estados miembros de los documentos públicos en materia de sucesiones (Cons. 60).
Para lograr este objetivo, los documentos públicos deben tener en otro
Estado miembro el mismo valor probatorio que en su país de origen o
el efecto más próximo comparable. La determinación del valor probatorio de un determinado documento público en otro Estado miembro o
del efecto más próximo comparable debe hacerse por referencia a la
naturaleza y al alcance del valor probatorio del documento público en el
Estado miembro de origen. Por lo tanto, el valor probatorio que un
determinado documento público tenga en otro Estado miembro depende del derecho del Estado miembro de origen (Cons. 61): es decir, el
Reglamento 650/2012 consagra explícitamente la teoría de la extensión
de los efectos (y no la tesis de la denominada “equiparación de efectos”).
En particular, los actos expedidos por notarios en materia de sucesiones
en los Estados miembros deben circular de acuerdo con el Reglamento
650/2012. No obstante, cuando los notarios ejercen funciones jurisdiccionales, están vinculados por las normas de competencia, y las resoluciones
que dicten deben circular de acuerdo con las disposiciones sobre reconocimiento, fuerza ejecutiva y ejecución de resoluciones. Cuando los notarios
no ejercen funciones jurisdiccionales, no están vinculados por las normas
de competencia, y los documentos públicos que expidan deben circular de
acuerdo con las disposiciones sobre éstos (Cons. 22).
El apartado 1 de su artículo 59 enuncia la regla general: los documentos públicos expedidos en un Estado miembro tendrán en otro Estado
miembro el mismo valor probatorio que en el Estado miembro de origen (“tesis de extensión de los efectos”), o el efecto más parecido posi-
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ble, siempre que ello no sea manifiestamente contrario al orden público
del Estado miembro requerido; aquellas personas que deseen utilizar un
documento público en otro Estado miembro podrán solicitar a la autoridad que lo expidió en el Estado miembro de origen que cumplimente
el formulario establecido de acuerdo con el procedimiento consultivo a
que se refiere el artículo 81, apartado 2 (en dicho formulario se detallará
el valor probatorio que el documento público tenga en el Estado miembro de origen).
La «autenticidad» de un documento público es un concepto autónomo del Reglamento 650/2012 (es decir, que debe ser interpretado con
arreglo a los principios rectores del mismo, sin recurrir a los derivados
de los distintos derechos nacionales) que incluye aspectos como su veracidad, sus requisitos formales previos, las facultades de la autoridad que
formaliza el acto y el procedimiento por el cual se formaliza este. También ha de abarcar los hechos oficialmente consignados por la autoridad
competente en el documento público, como que las partes indicadas han
comparecido ante la autoridad en la fecha señalada y que han formulado las declaraciones que en él se expresan (Cons. 62).
Los términos «los actos jurídicos o las relaciones jurídicas consignados
en un documento público» deben interpretarse como una referencia al
contenido material registrado en el documento público. Los actos jurídicos consignados en un documento público podrían ser, por ejemplo, el
acuerdo entre las partes sobre la partición o distribución de la herencia, un
testamento, un pacto sucesorio u otra declaración de voluntad. Las relaciones jurídicas podrían ser, por ejemplo, la determinación de los herederos y
demás beneficiarios establecidos en virtud de la ley aplicable a la sucesión,
sus partes alícuotas respectivas y la existencia de legítima o cualquier otro
elemento establecido en virtud de la ley aplicable a la sucesión (Cons. 63).
b) Documentos públicos extranjeros incompatibles entre sí
El considerando 66 del Reglamento 650/2012 contiene las siguientes
indicaciones:
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La autoridad a la que, en el contexto de la aplicación del Reglamento
650/2012, se le presenten dos documentos públicos incompatibles debe
evaluar a qué documento público ha de dar prioridad, si ha de dar prioridad a alguno, teniendo en cuenta las circunstancias del caso concreto.
En caso de que de esas circunstancias no se desprenda de manera clara
a qué documento público se ha de dar prioridad, si se ha de dar prioridad a alguno, la cuestión debe ser resuelta por los tribunales que sean
competentes en virtud del Reglamento 650/2012, o, en caso de que la
cuestión se plantee como cuestión incidental en el transcurso del procedimiento, por el tribunal ante el que se haya iniciado el procedimiento.
En el supuesto de incompatibilidad entre un documento público y
una resolución (cfr. art. 3.1), deben tomarse en consideración los motivos para denegar el reconocimiento de resoluciones en virtud del Reglamento 650/2012 (cfr. art. 40).
c) La impugnación de la autenticidad formal o material del documento público extranjero
Distingue el Reglamento 650/2012 dos tipos de impugnaciones del
documento público extranjero:
· Las que tienen por objeto su autenticidad formal o material (por
ejemplo, las que sostengan que se trata de una falsificación o cuando se discuta la competencia de la autoridad que expidió el documento, el cumplimiento de las formalidades del mismo o los efectos que debe producir).
· Y las que tienen por objeto los actos o negocios contenidos en
el documento público extranjero.
La parte que desee recurrir contra la autenticidad formal o material
de un documento público debe hacerlo ante el tribunal competente en
el Estado miembro de origen del documento público y en virtud de la
ley de ese Estado miembro (Cons. 62). Por esta razón, todo recurso relativo a la autenticidad de un documento público se interpondrá ante los
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tribunales del Estado miembro de origen y se resolverá de acuerdo con
el derecho de este. Los documentos públicos recurridos carecerán de valor probatorio en otro Estado miembro mientras el recurso penda ante
el tribunal competente (cons. 65 y art. 59.2).
Por el contrario, la parte que desee recurrir contra los actos jurídicos
o las relaciones jurídicas consignados en un documento público debe hacerlo ante los tribunales que sean competentes en virtud del presente
Reglamento, que deben pronunciarse sobre el recurso de acuerdo con la
ley aplicable a la sucesión (Cons. 63). Así lo establece el apartado tercero del artículo 59 del Reglamento 650/2012: el recurso se interpondrá,
en estos supuestos, ante los tribunales que resulten competentes en virtud con las reglas contenidas en el propio Reglamento 650/2012 y se
resolverá de acuerdo con el derecho material designado por las normas
de conflicto previstas en este instrumento internacional. No obstante,
como excepción, si el resultado de un procedimiento ante el tribunal de
un Estado miembro depende de la resolución de una cuestión incidental relativa a los actos jurídicos o las relaciones jurídicas consignados en
un documento público en materia de sucesiones, dicho tribunal será
competente al respecto (cons. 64 y art. 59.4). Los documentos públicos
recurridos carecerán de valor probatorio en un Estado miembro distinto del Estado miembro de origen en cuanto al objeto del recurso mientras este penda ante el tribunal competente (cons. 65 y art. 59.3).
En uno y en otro caso, un documento público que haya sido declarado
inválido a raíz de un recurso debe dejar de tener valor probatorio (Cons.
65).
d) La ejecución de documentos públicos extranjeros
Los documentos públicos que tengan fuerza ejecutiva en el Estado
miembro de origen serán declarados, a petición de cualquiera de las partes interesadas, documentos con fuerza ejecutiva en otro Estado miembro de conformidad con el procedimiento previsto en los artículos 45 a
58 –antes expuesto– (art. 60.1).
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A efectos de lo dispuesto en el artículo 46, apartado 3, letra b), la autoridad que haya expedido el documento público librará, a instancia de
cualquiera de las partes interesadas, una certificación, utilizando para ello
el formulario establecido de acuerdo con el procedimiento consultivo a
que se refiere el artículo 81, apartado 2 (art. 60.2).
La declaración de ejecutividad se dictará de modo automático por el
Juez de Primera Instancia; sólo en fase de recurso (“inversión del contencioso”) cabe la oposición al “exequatur”. Por lo que se refiere a los
motivos de oposición, el tribunal ante el que se interponga un recurso
al amparo de los artículos 50 ó 51 solo desestimará o revocará la declaración de fuerza ejecutiva cuando ésta sea manifiestamente contraria al
orden público del Estado miembro de ejecución (art. 60.3).
7. LA INSCRIPCIÓN EN EL REGISTRO DE LA PROPIEDAD
ESPAÑOL DE DECISIONES EXTRANJERAS
7.1 El régimen vigente
Con carácter general, sólo los documentos públicos (judiciales, notariales o administrativos) pueden ser inscritos en el Registro de la Propiedad español. No impide, sin embargo, la legislación de nuestro país la inscripción de decisiones procedentes de autoridades públicas dependientes de un Estado extranjero.
En efecto, conforme a lo dispuesto en el artículo 4 LH, también se
inscribirán en el Registro de la Propiedad español los títulos otorgados
“en país extranjero” por los que se constituya, modifique o extinga un
derecho real sobre inmuebles sitos en nuestro país, que tengan fuerza en
España con arreglo a las leyes y las ejecutorias pronunciadas por tribunales extranjeros a que deba darse cumplimiento en España, con arreglo
a la Ley de Enjuiciamiento Civil. Este artículo se aplica también a la inscripción de documentos autorizados por autoridades públicas extranje-
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ras en el Registro Mercantil y en el Registro de Bienes Muebles (cfr. art.
5.3 RRM, disposición adicional única, apartado 6, del Reglamento del
Registro de Condiciones Generales de la Contratación, disposición adicional 3ª de la Ley de Hipoteca Mobiliaria y Prenda sin Desplazamiento
y disposición final del Reglamento de dicha ley).
El artículo 36 RH establece que los documentos otorgados en territorio extranjero (mejor, ante autoridad pública extranjera) podrán ser
inscritos si reúnen los requisitos exigidos por las normas de derecho inter nacional privado, siempre que contengan la legalización (o apostilla)
y demás requisitos necesarios para su autenticidad en España.
La traducción a idioma oficial español es, en principio, obligatoria
(art. 144 LEC): deberá ser hecha i) por la Oficina de Interpretación de
Lenguas del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación (vid. Real
Decreto 2555/1977, de 27 de agosto, según redacción dada al mismo por
Real Decreto 79/1996, de 26 de enero), ii) por funcionarios competentes autorizados en virtud de leyes o convenios internacionales o iii) por
un notario, quien responderá de la traducción (artículo 37.I RH). El
apartado tercero de este último artículo 37 RH faculta, no obstante, al
registrador para prescindir de la traducción, bajo su responsabilidad,
cuando conociere el idioma extranjero de que se trate (circunstancia de
la que debe quedar constancia en el asiento).
La legalización es siempre necesaria para los documentos públicos
extranjeros (STS 29 diciembre 2003). La legalización es una certificación
de un funcionario público en cuya virtud se acredita no sólo la autenticidad de la firma que consta en el documento (es una legitimación de firmas, por presencia o, normalmente, por cotejo) sino también la cualidad de
autoridad pública de la persona que firma el documento y, en su caso, la
veracidad del sello o timbre que el documento tiene. Su finalidad es evitar
que los documentos públicos falsificados surtan efectos en otros países.
No obstante, existen dos excepciones a la regla general de obligatoria
legalización: i) un instrumento legal (nacional o internacional) específi-
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co puede eximir de tal legalización y ii) en muchos casos el trámite de
la legalización puede ser sustituido por el trámite de la apostilla previsto
en el Convenio de La Haya de 5 de octubre de 1961.
El procedimiento de legalización no está regulado en ninguna norma
de derecho positivo español. La práctica diplomática internacional que
se sigue en España (como en la mayor parte de los países del mundo) distingue dos fases en toda legalización (Cons. RDGRN 25 febrero 2004,
Instrucción DGRN 20 marzo 2006 y 26 julio 2007):
· La primera fase o fase extranjera se integra por las siguientes etapas: i) las firmas del documento público extranjero serán objeto de
legalización por autoridades del país de origen, conforme a las
leyes de dicho país y ii) esta legalización deberá ser luego legalizada por autoridades dependientes del Ministerio de Asuntos Exteriores de dicho país.
· La segunda fase o fase española exige que el documento extranjero se presente ante el cónsul español en el país de origen, para
legalización de las firmas de las autoridades extranjeras dependientes del Ministerio de Asuntos Exteriores de dicho país (ya que
los cónsules españoles tienen un registro de firmas de dichos funcionarios dependientes del citado Ministerio extranjero); en algunas ocasiones, se exige que el documento extranjero se presente
ante el Ministerio de Asuntos Exteriores español, que legaliza la
firma del cónsul español acreditado en el extranjero.
Para evitar los inconvenientes burocráticos del sistema de legalización
internacional, el Convenio de La Haya de 25 de octubre de 1961 creó
el régimen de la apostilla. Este convenio está en vigor en muchos Estados. La apostilla, que debe constar en el mismo documento o sobre una
prolongación del mismo, es un timbre o sello que se añade al documento (el modelo de apostilla lo recoge el citado convenio): en virtud de la
apostilla, una autoridad del Estado de origen del documento público extranjero certifica que las firmas son auténticas y que las personas que lo
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han firmado están, efectivamente, revestidas de autoridad pública. La
apostilla está exenta de toda legalización ulterior.
Ciertos convenios bilaterales e instrumentos legales internacionales
eximen a los documentos públicos extranjeros de legalización y/o apostilla. Entre los últimos cabe destacar los siguientes:
· Convenio europeo sobre supresión de la legalización de documentos extendidos por agentes diplomáticos o consulares de 7 de
junio de 1968.
· Convenio CIEC sobre dispensa de legalización de ciertos documentos, firmado en Atenas el 15 de septiembre de 1977 (exime de
toda formalidad, incluso de apostilla, a los documentos incluidos en
su ámbito de aplicación –cfr. Instrucción DGRN 20 marzo 2006 y
Recomendación CIEC 9 de 17 de marzo de 2005–).
· Convenio CIEC de 8 de septiembre de 1976 sobre expedición
de certificaciones plurilingües de las actas del Registro Civil.
En cuanto a la consideración de los documentos extranjeros como
“título inscribible” en el Registro de la Propiedad español, habrá que estar, en primer lugar, a lo dispuesto por los convenios o instrumentos legales internacionales (art. 323.1 LEC).
En su defecto, se aplicarán las siguientes reglas:
a) Resoluciones judiciales extranjeras dictadas en procedimientos contenciosos
Sólo serán inscribibles previo su reconocimiento por el tribunal o autoridad pública española competente (artículo 38 RH). En materia sucesoria, salvo convenio internacional aplicable, la resolución judicial extranjera firme, dictada en procedimiento contencioso (debidamente traducida y legalizada o apostillada ex artículos 144 y 323 LEC 2000), deberá haber obtenido su reconocimiento ante el Juez de Primera Instancia español, de acuerdo con el procedimiento previsto en los artículos
951 a 958 LEC 1881.
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b) Resoluciones judiciales extranjeras dictadas en procedimientos no contenciosos
La resolución judicial extranjera (debidamente traducida y legalizada
o apostillada) sólo será inscribible si se acredita que en su otorgamiento
o confección se han observado los requisitos que se exijan en el país de
origen para que tenga el carácter de documento auténtico (documento
que hace prueba plena) (artículo 1218 Cc y artículos 319 y 323.2.1
LEC). Además, si la resolución extranjera incorpora declaraciones de voluntad, su eficacia deberá ser calificada por el registrador español de
acuerdo con el derecho material nacional o extranjero (este último deberá ser objeto de prueba) designado por las normas de conflicto del derecho internacional privado español (artículo 12.6 Cc, artículo 36.I RH
y artículo 323.3 LEC).
c) Resoluciones judiciales extranjeras que acuerdan medidas cautelares o provisionales
A falta de instrumento internacional aplicable, no es posible su acceso al Registro de la Propiedad español. La competencia para adoptar medidas provisionales o de aseguramiento respecto de bienes que se hallen
en territorio español corresponde a las autoridades judiciales españolas
(me remito a las consideraciones antes hechas a propósito de la interpretación del artículo 22.5 LOPJ).
d) Transacciones judiciales
A pesar del carácter ejecutivo de la transacción judicial y aunque la
DGRN ha admitido la inscripción del testimonio de la resolución judicial que aprueba u homologa la misma (cfr. RDGRN 7 enero 2005 y
artículos 19.2 y 415 LEC), la transacción judicial no es una sentencia fir me que pueda obtener su reconocimiento en España.
La resolución judicial extranjera que homologa una transacción (debidamente traducida y legalizada o apostillada) sólo será inscribible si se
acredita que en su otorgamiento o confección se han observado los requisitos que se exijan en el país de origen para que tenga el carácter de
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documento auténtico (documento que hace prueba plena) (artículos
1218 Cc y artículos 319 y 323.2.1 LEC). Además, si la transacción extranjera incorpora declaraciones de voluntad, su eficacia deberá ser calificada por el registrador español de acuerdo con el derecho material nacional o extranjero (este último deberá ser objeto de prueba) designado
por las normas de conflicto del derecho internacional privado español
(artículo 12.6 Cc, artículo 36.I RH y artículo 323.3 LEC).
e) Laudos arbitrales extranjeros
Sólo serán inscribibles previo su reconocimiento por el tribunal o
autoridad pública española competente (artículo 38 RH). En materia sucesoria, salvo convenio internacional aplicable, el laudo arbitral extranjero (debidamente traducido y legalizado o apostillado ex artículos 144 y
323 LEC 2000), deberá haber obtenido su previo reconocimiento ante
el Juez de Primera Instancia español, de acuerdo con el procedimiento
previsto en la Convención de Nueva York de 10 de junio de 1958 (cuyas
lagunas suple la LEC 1881).
No obstante lo anterior, conviene destacar que aunque el CNY es un
convenio con carácter “erga omnes”, su artículo VII.1 permite que las
partes intenten el reconocimiento/exequatur del laudo arbitral mediante lo previsto en cualquier otro convenio internacional o mediante lo
previsto en las normas de producción interna del Estado requerido (ATS
20 julio 2004). Teniendo en cuenta que España carece de un régimen
legal interno de reconocimiento/exequatur de laudos arbitrales extranjeros, el demandante de reconocimiento/exequatur del laudo extranjero
en España elegirá el convenio internacional con arreglo al cual solicita
dicho reconocimiento/exequatur. A falta de elección por el demandante del instrumento legal aplicable, el tribunal español aplicará el Convenio de Nueva York. Así se deduce del artículo I.1 CNY. Lo que no cabe
es otorgar el reconocimiento/exequatur de un laudo extranjero por el
hecho de que éste cumpla parcialmente con los requisitos exigidos por
varias normativas globalmente consideradas como un todo; es decir no
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procede construir una mezcla de condiciones más favorables procedentes de distintos convenios o normativas en conflicto. Tampoco es correcto acudir, para otorgar el reconocimiento/exequatur de un laudo extranjero, a la normativa de producción interna prevista para las sentencias
dictadas por tribunales extranjeros.
f) Documentos notariales extranjeros
El documento notarial extranjero (a condición de que tenga la cualidad
de documento público en su país de origen), debidamente traducido y
legalizado o apostillado) sólo será inscribible en el Registro de la Propiedad español si se acredita que en su otorgamiento se han observado los requisitos que se exijan en el país de origen para que tenga el carácter de
documento auténtico (documento que hace prueba plena) (artículos 1218
Cc y artículos 319 y 323.2.1 LEC). Además, si el documento notarial extranjero incorpora declaraciones de voluntad, su eficacia deberá ser calificada por el registrador español de acuerdo con el derecho material nacional o extranjero (este último deberá ser objeto de prueba) designado por
las normas de conflicto del derecho internacional privado español (artículo 12.6 Cc, artículo 36.I RH y artículo 323.3 LEC). La STS de 19 de
junio de 2012 confirma la posibilidad de inscribir en el Registro de la Propiedad español una escritura pública, otorgada ante notario alemán, de
transmisión de cuota indivisa de inmueble sito en España. La RDGRN de
22 de febrero de 2012 subraya la necesidad de acreditar el hecho de que
el documento inscribible, otorgado ante notario extranjero, tenga la consideración de documento auténtico o público en el país de su otorgamiento, según la ley del país de otorgamiento.
Conviene tener muy presente que en la mayor parte de los casos, en
materia sucesoria, el título inscribible en el Registro de la Propiedad español es doble. En efecto, establece el artículo 14 LH que dicho título es
siempre el testamento, el contrato sucesorio o la declaración judicial o
notarial de herederos abintestato; pero para inscribir bienes y adjudicaciones concretas deberá determinarse en otro documento público, judicial o
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extrajudicial, los bienes que correspondan a cada heredero o legatario (con
la sola excepción del heredero único, en los casos previstos por la ley) (cfr.
artículos 76 y siguientes del Reglamento Hipotecario). La posibilidad de
inscribir ambos títulos en el Registro de la Propiedad español se regirá por
las normas antes expuestas, atendiendo a la respectiva naturaleza y al Estado de procedencia de cada uno de aquellos títulos.
Recuerdan las RDGRN de 28 de julio de 2011 y 14 de noviembre de
2012 que será necesario acreditar el contenido y vigencia del derecho
extranjero aplicable a la sucesión “mortis causa”, por designación de las
nor mas de conflicto de DIP español (art. 12. 6 Cc), para determinar i) cuál
es el título formal de la sucesión –título en el que funda inmediatamente
su derecho la persona a favor de la cual se pide la inscripción– (cfr. art. 14
LH) y ii) cuáles son los posibles derechos a la herencia de los eventuales
legitimarios o herederos forzosos del causante, en caso de existir.
La Dirección General de los Registros y del Notariado ha establecido que no cabe la inscripción en el Registro de la Propiedad español de
derechos desconocidos por el ordenamiento español (ni tan siquiera como consecuencia del reconocimiento de decisiones judiciales o administrativas extranjeras) (cfr. RDGRN de 12 de mayo de 1992 - hipoteca judicial provisoria constituida por juez francés –y de 23 de febrero de
2004– hipoteca asegurativa constituida por tribunal alemán -). Esta afirmación es válida incluso para los Estados miembros de la Unión Europea, ya que artículo 345 TFUE (antiguo 295 TCE) indica que los tratados de dicha Unión en nada afectan ni prejuzgan el régimen de la propiedad en los Estados miembros.Veremos que el Reglamento 650/2012
no altera esta situación.
Cuando resulte de aplicación un derecho extranjero, podrá eximirse
su prueba si el registrador decide prescindir de ella, bajo su responsabilidad, por conocimiento directo, circunstancia que deberá reflejar en el
asiento (art. 36.III RH y RDGRN 12 febrero 2004 y 1 de marzo de
2005, AAP Baleares 28 diciembre 2007). En otro caso, el derecho extran-
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jero debe ser objeto de prueba por las partes interesadas (RDGRN 17
enero 1955, 14 julio 1965, 27 abril 1999, 19 febrero 2004 y otras posteriores); en caso contrario, se suspenderá la práctica del asiento registral.
A tal fin, las partes podrán emplear “entre otros medios” una aseveración o informe de notario o cónsul español o de diplomático, cónsul o
funcionario competente del país cuya legislación sea aplicable (art. 36.II
RH). La práctica registral presenta una gran variedad de medios de averiguación del derecho extranjero utilizados por las autoridades españolas, con un talante más participativo y activo, con el fin de obtener información acerca del derecho extranjero. Entre ellos destaca la utilización
de comisiones rogatorias (RDGRN 13 julio 1956), comunicaciones telefónicas (RDGRN 13 octubre 1976), dictámenes del Consejo de
Estado (Orden de 1 de febrero de 1979) o de las Cámaras de Comercio
(RDGRN 14 agosto 1971), sin olvidar la posibilidad de recurrir a resoluciones anteriores que contengan el derecho extranjero aplicable.
En particular, en materia de prueba del derecho extranjero, la DGRN
ha establecido la siguiente doctrina (resoluciones de 17 de enero de
1955, 14 de julio de 1965, 14 de diciembre de 1981, 27 de abril de 1999,
1 de marzo de 2005, 20 de enero de 2011, 7, 15, 22 y 28 de julio de
2011, 2 de agosto de 2011, 22 de febrero de 2012, 2 de marzo de 2012,
26 de junio de 2012 y 14 de noviembre de 2012, entre otras):
· El derecho extranjero ha de ser objeto de acreditación, no sólo
en el ámbito judicial (artículo 281.2 LEC) sino también en el ámbito notarial y registral.
· La aplicación del derecho extranjero por autoridad pública española que desarrolla funciones no jurisdiccionales se sujeta a reglas
especiales que se apartan de la solución contemplada en el artículo 281.2 LEC y que se adaptan a las particularidades inherentes al
ámbito extrajudicial; en consecuencia, las reglas de la LEC quedan
como subsidiarias para el caso de que las normas especiales sobre
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aplicación extrajudicial del derecho extranjero no proporcionen
una solución.
· Una de las consecuencias de este tratamiento especial es que si
al registrador no le quedase acreditado de forma adecuada el contenido y vigencia del derecho extranjero en que se fundamenta el
acto cuya inscripción se solicita, debe suspender ésta. No cabe, en
consecuencia, someter la validez del acto a lo dispuesto en el
ordenamiento español.
· La normativa aplicable a la acreditación en sede registral del
ordenamiento extranjero debe buscarse, en primer término, en el
artículo 36 del Reglamento Hipotecario, norma que regula los
medios de prueba del derecho extranjero en relación con la
observancia de las formas y solemnidades extranjeras y la aptitud
y capacidad legal necesarias para el acto y que, tal como señala la
RDGRN de 1 de marzo de 2005, resulta también extensible a la
acreditación de la validez del acto realizado según la ley que resulte aplicable.
· Según el artículo 36 RH, los medios de prueba del derecho
extranjero son la aseveración o informe de un notario o cónsul
español o de diplomático, cónsul o funcionario competente del
país de la legislación que sea aplicable; el precepto señala además
que por los mismos medios podrá acreditarse la capacidad civil de
los extranjeros que otorguen en territorio español documentos
inscribibles. La enumeración expuesta no contiene un “numerus
clausus” de medios de prueba. La RDGRN de 26 de junio de
2012 cuestiona que el propio notario español autorizante de la
escritura pública cuya inscripción se solicita pueda realizar la aseveración o el informe a que se refiere el artículo 36 RH, cuando
hay en dicho informe más que una simple cita de textos legales y
lo que se contienen son juicios u opiniones, así como interpretaciones.
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· En el caso particular de los informes elaborados por cónsules, diplomáticos o funcionarios extranjeros, estos documentos deberán
ser considerados como documentos extranjeros, si bien no les serán
exigibles los requisitos de legalización y traducción impuestos por
los artículos 4 LH y 36 RH para que el registrador pueda hacer uso
de ellos en su calificación, ya que tales preceptos se refieren únicamente a los documentos que hayan de ser inscritos. Cuestión distinta será el valor que confiera el registrador en su tarea calificadora a los documentos que no cumplan tales requisitos.
· Al igual que en sede judicial, se mantiene la exigencia contenida en el artículo 281.2 LEC, según el cual no sólo es necesario
acreditar el contenido del derecho extranjero sino también su vigencia (SSTS 11 de mayo de 1989, 7 de septiembre de 1990 y 25
de enero de 1999). Es decir, no basta la cita aislada de textos legales extranjeros sino que, por el contrario, debe probarse el sentido, alcance e interpretación actuales atribuidos por la jurisprudencia del respectivo país.
· Asimismo, las autoridades públicas que desarrollan funciones no
jurisdiccionales pueden realizar bajo su responsabilidad un juicio de
suficiencia respecto de la alegación de la ley extranjera aunque no
resulte probada por las partes, siempre que posea conocimiento de
la misma. La indagación sobre el contenido del derecho extranjero
no constituye en absoluto una obligación del registrador ni del resto
de autoridades no judiciales ante las que se inste la aplicación de un
ordenamiento extranjero, sino una mera facultad, que podrá ejercerse incluso aunque aquél no sea invocado por las partes. En consecuencia, el registrador, pese a que quien insta la inscripción no
acredite el contenido del ordenamiento extranjero, podrá aplicar un
derecho extranjero si tiene conocimiento de él o indaga su contenido y vigencia; en caso contrario, deberá suspender la inscripción.
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· No obstante lo anterior, si el notario español autorizante de la
escritura pública con elemento extranjero afirma expresamente
bajo su responsabilidad (él, no los comparecientes) que conoce
suficientemente la legislación extranjera aplicable al acto o contrato y que el mismo es conforme a dicha legislación, debe prevalecer esta afirmación salvo que el registrador disienta y afirme expresamente, también bajo su responsabilidad, que conoce la legislación extranjera aplicable.
7.2 El Reglamento 650/2012 y la inscripción de decisiones extranjeras en el
Registro de la Propiedad español
Por lo que se refiere a la autenticidad formal, tanto las resoluciones judiciales como los documentos públicos en materia sucesoria procedentes de
cualquier Estado de la Unión Europea (excluidos Dinamarca, Irlanda y
Reino Unido) están exentos de cualquier requisito de legalización, si se refieren a sucesiones abiertas a partir del día 17 de agosto de 2015 (art. 74).
Se mantiene, por el contrario, en el Reglamento 650/2012 el requisito de
la traducción al idioma oficial español, salvo que el registrador prescinda
de ella por conocimiento del idioma en el que está redactado el documento (circunstancia que debe constar en el asiento).
El Reglamento 650/2012 no regula la naturaleza de los derechos reales (art. 1.2.k). El Reglamento permite la creación o la transmisión mediante sucesión de un derecho sobre bienes muebles e inmuebles tal como prevea la ley aplicable a la sucesión. No obstante, no debe afectar al
número limitado (“numerus clausus”) de derechos reales reconocidos en
el ordenamiento jurídico de algunos Estados miembros. No se debe exigir a un Estado miembro que reconozca un derecho real relativo a bienes ubicados en ese Estado miembro si su ordenamiento jurídico desconoce ese derecho (Cons. 15).
Y es que la ley rectora de los derechos reales puede no coincidir con
la ley sucesoria. No obstante, para permitir que los beneficiarios disfru-
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ten en otro Estado miembro de los derechos que hayan sido creados o
les hayan sido transmitidos mediante sucesión, el Reglamento prevé la
adaptación de un derecho real desconocido al derecho real equivalente
más cercano del derecho de ese otro Estado miembro (art. 31). En el
contexto de esa adaptación, se deben tener en cuenta los objetivos y los
intereses que persiga el derecho real de que se trate y sus efectos. A fin
de determinar el derecho real equivalente más cercano del derecho
nacional, se podrá entrar en contacto con las autoridades o personas
competentes del Estado cuya ley se haya aplicado a la sucesión para obtener más información sobre la naturaleza y los efectos de ese derecho. A
estos efectos, podría recurrirse a las redes existentes en el ámbito de la
cooperación judicial en materia civil y mercantil, así como a cualesquiera otros medios disponibles que faciliten la comprensión de la ley extranjera (Cons. 16). La adaptación de derechos reales desconocidos explícitamente contemplada en el Reglamento no debe excluir otras formas de
adaptación en el contexto de la aplicación del Reglamento (Cons. 17).
Quedan igualmente fuera del ámbito de aplicación del Reglamento
650/2012 las inscripciones de derechos sobre bienes muebles o inmuebles
en un registro, incluidos los requisitos legales para la práctica de los asientos, y los efectos de la inscripción o de la omisión de inscripción de tales
derechos en el mismo (art. 1.2.l). Los requisitos de la inscripción en un registro de un derecho sobre bienes muebles o inmuebles se excluyen del ámbito de aplicación del Reglamento. Por consiguiente, debe ser el derecho
del Estado miembro en que esté situado el registro (para los bienes inmuebles, la lex rei sitae) el que determine en qué condiciones legales y de qué
manera se realiza la inscripción, así como qué autoridades, como registradores de la propiedad o notarios, se ocupan de verificar que se reúnen todos
los requisitos y que la documentación presentada es suficiente o contiene
la información necesaria. En particular, las autoridades podrán comprobar
que el derecho del causante sobre los bienes sucesorios mencionados en el
documento presentado para su inscripción es un derecho inscrito como tal
en el registro o un derecho que de otro modo se haya probado que es con-
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forme con el ordenamiento jurídico del Estado miembro en que esté situado el registro. Para evitar la duplicidad de documentos, las autoridades del
registro deben aceptar los documentos expedidos por las autoridades competentes de otro Estado miembro cuya circulación se contempla en el presente Reglamento. En particular, el certificado sucesorio europeo expedido en virtud del presente Reglamento constituye un documento válido para inscribir los bienes sucesorios en el registro de un Estado miembro. Ello
no debe impedir que las autoridades que tramiten la inscripción puedan
pedir a la persona que la solicita que presente la información o los documentos adicionales requeridos en virtud de la ley del Estado miembro en
el que esté situado el registro, por ejemplo información o documentos relativos al pago de impuestos. La autoridad competente puede indicar a la persona que solicita la práctica del asiento cómo puede proporcionar la información o los documentos que falten (Cons. 18). Se deben excluir también
del ámbito de aplicación del Reglamento 650/2012 los efectos de la inscripción de los derechos en el registro. En consecuencia, corresponde al derecho del Estado miembro en que esté situado el registro determinar si la
inscripción tiene, por ejemplo, efecto declarativo o constitutivo. Así pues, en
caso de que, por ejemplo, la adquisición de un derecho sobre un bien
inmueble deba ser inscrita con arreglo al derecho del Estado miembro en
que esté situado el registro para producir efectos “erga omnes” o para la protección legal del negocio jurídico, el momento de dicha adquisición deberá regirse por el derecho de ese Estado miembro (Cons. 19).
Hecha esta breve introducción, examinemos ahora cuáles serán los requisitos de los títulos inscribibles extranjeros, respecto de sucesiones causadas a partir del día 17 de agosto de 2015.
a) Resoluciones judiciales extranjeras dictadas en procedimientos contenciosos
No es necesario el previo reconocimiento, para su inscripción en el
Registro de la Propiedad español. La resolución judicial en materia sucesoria, procedente de algún Estado miembro de la Unión Europea (excepción hecha de Dinamarca, Irlanda y Reino Unido), debidamente tra-
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ducida, será objeto de calificación e inscripción por el registrador de la
propiedad español conforme a las normas generales y, en particular, las
aplicables a los documentos judiciales (cfr. art. 100 RH) – es decir, no
cabe la calificación registral del fondo del litigio ni de las normas de derecho material aplicadas por la autoridad judicial extranjera -. En aplicación de dichas reglas generales, sólo será posible la inscripción en el Registro de la Propiedad español de sentencias firmes (sin perjuicio de la
posibilidad practicar anotación preventiva en los supuestos legalmente
previstos– cfr. artículo 524.4 LEC y artículos 3, 82 y 83 LH).
No obstante, si alguna parte interesada lo solicita expresamente, el
registrador deberá proceder también, en ejercicio de su función calificadora, al reconocimiento incidental de la resolución judicial extranjera
(cfr. art. 39.3 Reglamento 650/2012). En cuanto a los motivos de denegación de este reconocimiento incidental facultativo, el artículo 40 del
Reglamento 650/2012 establece que las resoluciones extranjeras no se
reconocerán en ninguno de los supuestos siguientes:
· Si el reconocimiento fuera manifiestamente contrario al orden
público del Estado miembro requerido.
· Si se dictasen en rebeldía del demandado sin que se le haya entregado a este la cédula de emplazamiento o documento equivalente, de forma tal y con tiempo suficiente para que pudiera defenderse, a menos que no hubiera recurrido contra dicha resolución cuando hubiera podido hacerlo.
· Si fueran inconciliables con una resolución dictada en una causa
entre las mismas partes en el Estado miembro requerido.
· Si fueran inconciliables con una resolución dictada con anterioridad en otro Estado miembro o un Estado tercero entre las mismas partes en un litigio que tenga el mismo objeto y la misma
causa, cuando esta última resolución reúna las condiciones necesarias para su reconocimiento en el Estado miembro requerido.
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Conviene recordar que este reconocimiento incidental, la resolución
judicial extranjera tampoco podrá ser objeto por el registrador de una
revisión en cuanto al fondo (art. 41).
El registrador ante el que se haya solicitado el reconocimiento de una
resolución dictada en otro Estado miembro podrá suspender la inscripción si dicha resolución es objeto de un recurso ordinario en el Estado
miembro de origen (cfr. art. 42 Reglamento 650/2012).
La resolución judicial extranjera puede venir acompañada de un reconocimiento por homologación; en este supuesto, el registrador deberá
calificar también el cumplimiento de los requisitos de competencia y
procedimiento que para tal homologación establece el Reglamento
650/2012.
b) Resoluciones judiciales extranjeras dictadas en procedimientos no contenciosos
Ya que dichas decisiones judiciales extranjeras están comprendidas en
el concepto de “resolución” que brinda el Reglamento 650/2012, será
aplicable el régimen antes examinado para la inscripción de resoluciones
judiciales dictadas en procedimientos contenciosos.
c) Resoluciones judiciales extranjeras que acuerdan medidas cautelares o provisionales
Aun cuando el Reglamento 650/2012 no resuelve específicamente
esta cuestión, me inclino a pensar que su artículo 19 consagra la competencia internacional de la autoridad judicial de un Estado miembro de la
Unión Europea (exclusión hecha de Dinamarca, Irlanda y Reino
Unido), siempre que conozca del fondo del litigio sucesorio, para la
adopción de medidas cautelares o provisionales en otro Estado miembro.
En consecuencia, tendrán acceso al Registro de la Propiedad español
las medidas cautelares o provisionales adoptadas (incluso “inaudita parte”) por un tribunal de un Estado miembro de la Unión Europea (exclusión hecha de los tribunales de Dinamarca, Irlanda y Reino Unido),
competente para conocer del fondo del asunto conforme a las reglas es-
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tablecidas por el Reglamento 650/2012, siempre y cuando se trate de
medidas previstas por nuestra legislación procesal (que parte de un amplio criterio en los artículos 726 y 727 LEC) y cuya publicidad registral
sea también posible conforme a la legislación hipotecaria española (cfr.
artículo 42 LH).
No será necesario, aunque es posible conforme a las reglas antes expuestas, el reconocimiento (ni incidental ni por homologación) de la resolución judicial extranjera que acuerde las medidas cautelares.
d) Transacciones judiciales
La resolución judicial extranjera que homologa la transacción será inscribible en el Registro de la Propiedad español, acompañada de la certificación expedida por la autoridad judicial que la expidió en el Estado
miembro de origen (extendida en el formulario establecido de acuerdo con
el procedimiento consultivo a que se refiere el artículo 81, apartado 2 del
Reglamento 650/2012, formulario en el que se detallará el valor probatorio que el documento público tenga en el Estado miembro de origen).
El registrador calificará la validez del contenido de dicho título conforme a las normas materiales designadas por las normas de conflicto españolas (art. 12.6 Cc); es decir, respecto de las sucesiones “mortis-causa”
causadas a partir del día 17 de agosto de 2015, aplicará el derecho material designado por las normas de conflicto del Reglamento 650/2012.
Cuando este derecho material sea un derecho extranjero, su contenido y vigencia deberá ser acreditado al registrador conforme a las reglas
antes expuestas.
e) Laudos arbitrales extranjeros
Sólo serán inscribibles previo su reconocimiento por el tribunal o
autoridad pública española competente (artículo 38 RH); es decir, el
laudo arbitral extranjero, deberá haber obtenido su previo reconocimiento ante el Juez de Primera Instancia español, de acuerdo con el procedimiento previsto en la Convención de Nueva York de 10 de junio de
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El certificado sucesorio europeo
1958 (cuyas lagunas suple la LEC 1881) o en otra convención internacional que el actor del reconocimiento/exequatur considere más favorable a sus intereses.
Conviene recordar que la Resolución de la Dirección General de los
Registros y del Notariado de 20 de febrero de 2006 ha establecido que si
bien el árbitro puede adoptar medidas cautelares (por ejemplo, una prohibición de disponer), la ejecución así como también la anotación de dichas
medidas en el Registro de la Propiedad requiere el auxilio judicial.
f) Documentos notariales extranjeros
La resolución judicial extranjera será inscribible en el Registro de la
Propiedad español acompañada de la certificación expedida por la autoridad judicial que la expidió en el Estado miembro de origen (extendida en el formulario establecido de acuerdo con el procedimiento consultivo a que se refiere el artículo 81, apartado 2 del Reglamento
650/2012, formulario en el que se detallará el valor probatorio que el
documento público tenga en el Estado miembro de origen).
Teniendo en cuenta que, como regla general, sólo los documentos
públicos tienen acceso al Registro de la Propiedad español (cfr. artículo
3 LH), los documentos notariales que no sean públicos en su país de origen, por ejemplo, por limitar su eficacia probatoria a la autenticidad de
la firma de las partes –circunstancia que se produce en los países miembros de la Unión Europea que cuentan con un notariado de tipo anglosajón–, no podrán ser objeto de inscripción en España. Me remito a
cuanto he expuesto anteriormente acerca del concepto autónomo de
documento público en el Reglamento 650/2012.
El registrador calificará la validez del contenido de dicho título conforme a las normas materiales designadas por las normas de conflicto
españolas (artículo 12.6 Cc, artículo 323.3 LEC y artículo 36.I RH); es
decir, respecto de las sucesiones “mortis-causa” causadas a partir del día
17 de agosto de 2015, comprobará que el derecho material aplicado por
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el notario extranjero que expidió el documento es el designado por las
normas de conflicto contenidas en el Reglamento 650/2012.
Cuando este derecho material sea un derecho extranjero, su contenido y vigencia deberá ser acreditado al registrador conforme a las reglas
antes expuestas.
8. EL CERTIFICADO SUCESORIO EUROPEO
8.1 Concepto, naturaleza y finalidad
El certificado sucesorio europeo es un medio de prueba documental,
en particular, un documento público, judicial o extrajudicial, que acredita: i) la cualidad y los derechos de herederos o legatarios, ii) la atribución
de bienes concretos de la herencia a los mismos y iii) las facultades de los
administradores y ejecutores de la herencia.
Es un documento que puede ser expedido por ciertas autoridades
públicas de los países miembros de la Unión Europea (exclusión hecha
de Dinamarca, Irlanda y Reino Unido) y cuya eficacia extraterritorial es
reconocida automáticamente, sin necesidad de procedimiento alguno, en
dichos países.
Se presume en todos los Estados parte del Reglamento 650/2012 que
el certificado sucesorio europeo demuestra de manera fidedigna elementos que han quedado acreditados de conformidad con la ley aplicable a la
sucesión o con cualquier otra ley aplicable a elementos específicos, tales
como la validez material de las disposiciones “mortis causa” (Cons. 71).
Constituye también el certificado sucesorio europeo un título inscribible en el Registro de la Propiedad, como expondré ulteriormente.
Una vez definido el certificado sucesorio europeo, conviene precisar
que este documento:
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· No es un título sucesorio: esto es, no derivan directamente del
mismo los derechos de los herederos, legatarios, administradores o
ejecutores de la herencia. Es la ley sucesoria la que establece cuáles
son los títulos sucesorios (tanto en sentido material como en sentido formal). En nuestro derecho, sólo el testamento, el contrato sucesorio o la declaración de herederos abintestato constituyen títulos
sucesorios en sentido formal; en una acepción material, lo son la ley
o la voluntad del testador o del disponente.
· No es el certificado sucesorio el título de nombramiento de los
administradores o ejecutores dativos de la herencia: la designación
de estos últimos proviene, en su caso, de una decisión judicial,
notarial o administrativa, cuya manifestación documental es otra
que el certificado sucesorio regulado por el Reglamento
650/2012.
· En caso de pluralidad de herederos, el certificado sucesorio
europeo no es un título particional: la partición, judicial o extrajudicial, no se formaliza, en ningún caso, mediante la expedición
del certificado sucesorio.
· Tampoco es el certificado sucesorio europeo un título ejecutivo,
como recuerda el considerando 71 del Reglamento 650/2012.
· Finalmente, el certificado sucesorio europeo no es un título de
legitimación para el tráfico, en el sentido de que es incapaz de
provocar, por sí mismo y sin auxilio del derecho interno aplicable
al supuesto, ni un efecto liberatorio del pago o la entrega de bienes hereditarios, ni una adquisición “a non domino” de los mismos,
cuando la persona que recibe el pago o la entrega no es el acreedor o cuando quien transmite los bienes no es el “verus dominus”
sino un aparente heredero o legatario. Pero dejemos para más adelante el análisis de esta relevante cuestión.
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A pesar de la limitación de los efectos del certificado sucesorio europeo, es indiscutible que la tramitación rápida, ágil y eficiente de las sucesiones con repercusión transfronteriza en la Unión Europea requiere que
los herederos, legatarios, ejecutores testamentarios o administradores de
la herencia puedan probar fácilmente su cualidad como tales o sus derechos o facultades en otro Estado miembro, por ejemplo en el Estado
miembro en que estén situados los bienes sucesorios. Para que lo puedan hacer, el Reglamento 650/2012 prevé la creación de un certificado
uniforme, el certificado sucesorio europeo (en lo sucesivo denominado
«certificado») que se expedirá para su uso en otro Estado miembro. Conforme al principio de subsidiariedad, el certificado no sustituye a los documentos que puedan existir con efectos similares en los Estados miembros (Cons. 67) –es el caso de Alemania, Austria, Países Bajos, Grecia y
los países nórdicos, por citar algunos ejemplos–.
En efecto, el Reglamento crea en su artículo 62.1 el certificado sucesorio europeo (en lo sucesivo denominado «certificado») que se expedirá
para ser utilizado en otro Estado miembro – aunque, como veremos,
tiene también una eficacia interna - y que producirá los efectos enumerados en el artículo 69 (luego examinados).
La utilización del certificado no es, sin embargo, obligatoria (art.
62.2). El carácter facultativo del certificado sucesorio causa dos consecuencias:
· El certificado no sustituye a los documentos internos empleados
en los Estados miembros para fines similares. No obstante, una vez
expedido para ser utilizado en otro Estado miembro, el certificado producirá igualmente los efectos enumerados en el artículo 69
en el Estado miembro cuyas autoridades lo hayan expedido con
arreglo a lo dispuesto en el presente capítulo (art. 62.3).
· El carácter facultativo del certificado supone, además, que las
personas con derecho a solicitarlo no están obligadas a ello, sino
que tienen libertad para recurrir a los demás instrumentos que el
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Reglamento 650/2012 pone a su disposición (resoluciones, documentos públicos o transacciones judiciales) (Cons. 69).
Pero, a pesar de su carácter facultativo, ninguna autoridad o persona
ante la que se presente un certificado expedido en otro Estado miembro
está facultada para requerir del interesado, en lugar del certificado, la presentación de otra resolución, documento público o transacción judicial
(Cons. 69).
El certificado se expedirá para ser utilizado por los herederos, legatarios que tengan derechos directos en la herencia y ejecutores testamentarios o administradores de la herencia que necesiten invocar, en otro Estado miembro, su cualidad de tales o ejercer sus derechos como herederos o legatarios, o bien sus facultades como ejecutores testamentarios o
administradores de la herencia (art. 63.1).
El certificado podrá utilizarse, en particular, como prueba de uno o
varios de los siguientes elementos (art. 63.2):
· La cualidad y/o los derechos de cada heredero o, en su caso, de
cada legatario mencionado en el certificado y sus respectivas cuotas hereditarias.
· La atribución de uno o varios bienes concretos que formen
parte de la herencia al heredero o a los herederos o, en su caso, al
legatario o a los legatarios mencionados en el certificado.
· Las facultades de la persona mencionada en el certificado para
ejecutar el testamento o administrar la herencia.
8.2 Competencia para su expedición
El certificado se debe expedir en el Estado miembro cuyos tribunales
sean competentes en virtud del Reglamento (Cons.70). Conforme a lo
dispuesto en el artículo 64 del Reglamento 650/2012, el certificado será
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expedido en el Estado miembro cuyos tribunales sean competentes en
virtud de los artículos 4, 7, 10 y 11.
Corresponde a cada Estado miembro determinar en su legislación inter na qué autoridades serán competentes para expedir el certificado, ya
sean tribunales –tal como se definen éstos a efectos del Reglamento
650/2012–, ya sean otras autoridades con competencias en asuntos sucesorios como, por ejemplo, los notarios. También debe corresponder a cada Estado miembro determinar en su legislación interna si la autoridad
de expedición puede recabar la participación de otros organismos competentes en el proceso de expedición, por ejemplo la participación de
organismos competentes para recibir declaraciones en lugar de un juramento. Los Estados miembros deben comunicar a la Comisión la información pertinente relativa a sus autoridades de expedición a fin de que
se dé publicidad a esta información (Cons. 70 y art. 64).
8.3 El procedimiento para su obtención
La autoridad competente debe expedir el certificado no de oficio sino
a instancia de parte, cuando así se le solicite (Cons. 72). El certificado se
expedirá a instancia de cualquiera de las personas mencionadas en el artículo 63, apartado 1 (denominada en lo sucesivo «solicitante») –es decir, a
instancia de herederos, legatarios que tengan “derechos directos” en la herencia y ejecutores testamentarios o administradores de la herencia– (art.
65.1). El tenor literal del Reglamento 650/2012 parece excluir de la legitimación activa a los legatarios que, según la legislación sucesoria aplicable,
no tengan sino un mero derecho de crédito frente a los herederos.
Para presentar una solicitud, el solicitante podrá utilizar el formulario
establecido de acuerdo con el procedimiento consultivo a que se refiere
el artículo 81, apartado 2 (art. 65.2).
En la solicitud constará la información enumerada en el apartado 3
del artículo 65 del Reglamento 650/2012 (en la medida en que la mis-
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ma obre en poder del solicitante y sea necesaria para que la autoridad
expedidora acredite los elementos que el solicitante desea que le sean
certificados, acompañada de todos los documentos pertinentes, en original o copias que reúnan las condiciones necesarias para considerarlas como auténticas, sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 66, apartado
2). Esta información es la siguiente:
· Datos del causante: apellidos (si procede, apellidos de soltera);
nombre; sexo; fecha y lugar de nacimiento; estado civil; nacionalidad; número de identificación (si procede); dirección en el momento del fallecimiento; fecha y lugar del fallecimiento.
· Datos del solicitante: apellidos (si procede, apellidos de soltera);
nombre; sexo; fecha y lugar de nacimiento; estado civil; nacionalidad; número de identificación (si procede); dirección y, en su caso,
relación con el causante.
· En su caso, datos del representante del solicitante: apellidos (si
procede, apellidos de soltera); nombre; dirección y clase de representación.
· Datos del cónyuge o de la pareja del causante y, si procede, de su
excónyuge o sus ex cónyuges o de su ex pareja o sus ex parejas:
apellidos (si procede, apellidos de soltera); nombre; sexo; fecha y
lugar de nacimiento; estado civil; nacionalidad; número de identificación (si procede) y dirección.
· Datos de otros posibles beneficiarios en virtud de una disposición mortis causa o de la ley: nombre y apellidos o razón social;
número de identificación (si procede) y dirección.
· El fin para el cual se solicita el certificado de conformidad con
el artículo 63.
· Los datos de contacto del tribunal u otra autoridad competente
que sustancie o haya sustanciado la sucesión, si procede.
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· Los extremos en los que el solicitante fundamente, según el caso,
su derecho sobre bienes hereditarios en calidad de beneficiario
y/o el derecho a ejecutar el testamento del causante y/o a administrar su herencia.
· Una indicación de si el causante había otorgado una disposición
mortis causa; si no se adjunta ni el original ni una copia, indicación del lugar en que se encuentra el original.
· Una indicación de si el causante había celebrado capitulaciones
matrimoniales o un contrato relativo a una relación que pueda
surtir efectos análogos al matrimonio; si no se adjunta ni el original ni una copia, una indicación del lugar en que se encuentra el
original.
· Una indicación de si alguno de los beneficiarios ha declarado
que acepta la herencia o renuncia a ella.
· Una declaración de que, al leal saber y entender del solicitante,
no existe ningún litigio pendiente relativo a los extremos que vayan a ser certificados.
· Y cualquier otra información que el solicitante considere útil a
los efectos de la expedición del certificado.
Al recibir la solicitud, la autoridad emisora verificará la información y
las declaraciones así como los documentos y demás pruebas presentados
por el solicitante. Realizará de oficio las averiguaciones necesarias para
efectuar esta verificación, cuando así lo disponga o autorice su propia legislación, o instará al solicitante a presentar cualesquiera otras pruebas
que considere necesarias (art. 66.1).
Si el solicitante no puede presentar copias de los documentos pertinentes, que reúnan las condiciones necesarias para considerarlas como
auténticas, la autoridad emisora podrá decidir aceptar otros medios de
prueba (art. 66.2).
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Si así lo dispone su ordenamiento jurídico, y en las condiciones que
se establezcan en el mismo, la autoridad emisora podrá pedir que las declaraciones se hagan bajo juramento o, en su lugar, mediante declaración
responsable (art. 66.3).
A los efectos del presente artículo, las autoridades competentes de los
Estados miembros facilitarán a la autoridad emisora del certificado de
otro Estado miembro, cuando esta lo solicite, la información contenida,
en particular, en los registros de la propiedad inmobiliaria, en los registros civiles y en los registros de últimas voluntades o de otros hechos
relevantes para la sucesión o para el régimen económico matrimonial o
equivalente del causante, cuando dichas autoridades competentes estén
autorizadas en virtud de su legislación nacional a facilitar dicha información a otras autoridades nacionales (art. 66.5).
La autoridad emisora tomará todas las medidas necesarias para informar a los beneficiarios de la solicitud de certificado. De ser necesario
para acreditar los extremos que deban certificarse, oirá a cualquier persona interesada y a cualquier ejecutor o administrador y publicará anuncios para que otros posibles beneficiarios tengan la oportunidad de alegar sus derechos (art. 66.4).
La autoridad emisora expedirá sin demora el certificado de acuerdo
con el procedimiento establecido una vez que los extremos que vayan a
ser certificados hayan sido acreditados con arreglo a la ley aplicable a la
sucesión o en virtud de cualquier otra ley aplicable a extremos concretos de la herencia (art. 67.1). Precisa el mismo apartado del artículo 67
del Reglamento 650/2012, que la autoridad emisora no expedirá el certificado, en particular, i) si los extremos que se han de certificar son objeto de un recurso, o ii) si el certificado no fuera conforme con una resolución que afectara a esos mismos extremos.
La autoridad emisora adoptará todas las medidas que sean necesarias para
informar a los beneficiarios de la expedición del certificado (art. 67.2).
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El certificado sucesorio europeo
El original del certificado debe permanecer en poder de la autoridad
de expedición, que debe expedir una o más copias auténticas del certificado al solicitante y a cualquier otra persona que demuestre tener un
interés legítimo. Esto no debe ser óbice para que los Estados miembros,
de conformidad con sus normas nacionales sobre acceso del público a
los documentos, permitan que se difundan al público copias del certificado (Cons.72). En efecto, la autoridad emisora conservará el original
del certificado y entregará una o varias copias auténticas al solicitante y
a cualquier persona que demuestre un interés legítimo (art. 70.1).
Las copias auténticas tendrán un plazo de validez limitado a seis meses
(plazo que se hará constar en dichas copias, especificando su fecha de
expiración). En casos excepcionales debidamente justificados, la autoridad emisora podrá decidir ampliar el plazo de validez. Transcurrido ese
plazo, cualquier persona en posesión de una copia auténtica deberá solicitar a la autoridad emisora, para poder utilizar el certificado a los efectos indicados en el artículo 63, una prórroga de su plazo de validez o una
nueva copia (art. 70.3).
La autoridad emisora deberá rectificar el certificado, de oficio o a petición de cualquier persona que demuestre tener un interés legítimo, en
caso de error material (art. 71.1). La autoridad emisora deberá modificar
o anular el certificado, a petición de toda persona que demuestre tener
un interés legítimo o, si ello es posible en virtud del derecho nacional,
de oficio, cuando se haya acreditado que el certificado o extremos concretos del mismo no responden a la realidad (art. 70.2).
En caso de que se rectifique, modifique o retire el certificado, la autoridad de expedición debe informar a las personas a las que se hayan
expedido copias auténticas con objeto de evitar un uso indebido de esas
copias (Cons. 72 y art. 70.3).
A los efectos anteriores, la autoridad emisora conservará una lista de
las personas a quienes se entregaron copias auténticas en virtud del apartado 1 (art. 70.2).
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El Reglamento 650/2012 prevé la posibilidad de recurso contra las
decisiones de la autoridad de expedición, incluidas las decisiones de denegar la expedición de un certificado; el recurso se interpondrá ante un
órgano judicial del Estado miembro de la autoridad emisora, de conformidad con la ley de dicho Estado (Cons. 72 y art. 72.1).
Regula el apartado dos del artículo 72 las consecuencias de estos recursos:
· Si resulta acreditado que el certificado expedido no responde a
la realidad, el órgano judicial competente rectificará, modificará o
anulará el certificado, o garantizará que la autoridad emisora lo
rectifique, modifique o anule.
· Y si resultare acreditado que la negativa a expedir el certificado
era injustificada, el órgano judicial competente expedirá el certificado o garantizará que la autoridad emisora vuelva a examinar el
caso y tome una nueva decisión.
8.4 Forma y contenido
El tribunal o la autoridad competente expedirán el certificado utilizando el formulario establecido de acuerdo con el procedimiento consultivo a que se refiere el artículo 81, apartado 2, del Reglamento
650/2012 (art. 67.1).
El certificado contendrá diferente información, en función del fin
para el cual se expide (art. 68). Esto es:
· Nombre y dirección de la autoridad emisora.
· Número de referencia del expediente.
· Los extremos que fundamentan la competencia de la autoridad
emisora para expedir el certificado.
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· Fecha de expedición.
· Datos del solicitante: apellidos (si procede, apellidos de soltera);
nombre; sexo; fecha y lugar de nacimiento; estado civil; nacionalidad; número de identificación (si procede); dirección y, en su
caso, relación con el causante.
· Datos del causante: apellidos (si procede, apellidos de soltera);
nombre; sexo; fecha y lugar de nacimiento; estado civil; nacionalidad; número de identificación (si procede); dirección en el
momento del fallecimiento; fecha y lugar del fallecimiento.
· Datos de los beneficiarios: apellidos (si procede, apellidos de soltera); nombre y número de identificación (si procede).
· Información relativa a las capitulaciones matrimoniales celebradas por el causante o, en su caso, al contrato celebrado por el causante en el contexto de una relación que conforme a la ley aplicable surta efectos similares al matrimonio e información relativa
al régimen económico matrimonial o equivalente.
· La ley aplicable a la sucesión y los extremos sobre cuya base se
ha determinado dicha ley.
· La información relativa a si la sucesión es testada o intestada,
incluyendo la información sobre los extremos de los que se derivan los derechos o facultades de los herederos, legatarios, ejecutores testamentarios o administradores de la herencia.
· Cuando proceda, información sobre la naturaleza de la aceptación o renuncia de la herencia de cada beneficiario.
· La parte alícuota correspondiente a cada heredero y, cuando proceda, el inventario de los derechos y/o bienes que corresponden
a cada heredero determinado.
· El inventario de los derechos y/o bienes que corresponden a cada legatario determinado.
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· Las limitaciones de los derechos del heredero o los herederos y,
en su caso, del legatario o los legatarios en virtud de la ley aplicable a la sucesión o de una disposición mortis causa.
·Y las facultades del ejecutor testamentario o del administrador de
la herencia y sus limitaciones en virtud de la ley aplicable a la sucesión o de una disposición mortis causa.
8.5 Eficacia del certificado sucesorio europeo
La finalidad del certificado sucesorio europeo es facilitar la prueba
extraterritorial de determinados extremos que afectan a una sucesión
“mortis causa”. No obstante, una vez expedido para ser utilizado en otro
Estado miembro, el certificado producirá igualmente los efectos que a
continuación expongo en el Estado miembro cuyas autoridades lo hayan
expedido (art. 62.3).
El certificado surtirá sus efectos en todos los Estados miembros sin
necesidad de ningún procedimiento especial (art. 69.1 y Cons. 71).
Dichos efectos son los siguientes:
· Autenticidad material. Como todo documento público, el certificado sucesorio europeo hace fe –salvo tacha de de falsedad– de
su fecha y del “hecho que motiva su otorgamiento” (por utilizar
la misma expresión que el artículo 1218 del Código Civil español). Una consecuencia específica de su carácter de documento
público es la consideración del certificado sucesorio europeo como título inscribible en el Registro de la Propiedad.
· Presunción de veracidad del contenido del certificado. Se trata
de una doble presunción, ya que se presumirá i) que el certificado prueba –no sólo en el ámbito judicial sino también en el ámbito extrajudicial– los extremos que han sido acreditados, de conformidad con la ley aplicable a la sucesión o con cualquier otra ley
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aplicable a extremos concretos de la herencia; ii) también se presumirá que la persona que figura en el certificado como heredero, legatario, ejecutor testamentario o administrador de la herencia tiene la cualidad indicada en él o es titular de los derechos o de las
facultades que se expresen sin más condiciones o limitaciones que
las mencionadas en aquél (art. 69.2). Se trata, obviamente, de una
doble presunción “iuris tantum”: es decir, aunque esta presunción
invierte la carga de la prueba, admite prueba en contrario –conviene no olvidar que la propia autoridad emisora deberá rectificar,
modificar o anular el certificado, de oficio o a petición de parte interesada, según los casos, tal y como resulta de lo dispuesto en los
artículos 70.2 y 71.1 del Reglamento 650/2012).
· Protección de las personas que confían en el contenido del certificado sucesorio. El grado de protección que el Reglamento
650/2012 dispensa a quienes actúan en el tráfico jurídico confiados en la veracidad (legalmente presumida, como hemos visto) de
los pronunciamientos del certificado sucesorio europeo es concretado en los apartados números 3 y 4 del artículo 69, que merecen un detenido análisis.
En efecto, es fundamental acometer este pormenorizado estudio por
dos razones:
· En primer lugar, el valor probatorio y protector del certificado
sucesorio europeo no debe afectar a materias que no se rigen por
el Reglamento 650/2012, por ejemplo, la determinación de si un
bien pertenecía al causante o no (Cons. 71).
· Y tampoco compete a la Unión Europea establecer el régimen
de propiedad de los Estados miembros (cfr. artículo 222, después
artículo 295 TCE, hoy artículo 345 TFUE); por esta razón, el
legislador comunitario no regula los efectos de las inscripciones
practicadas en un Registro de la Propiedad nacional (cfr. Cons. 19
del Reglamento 650/2012).
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Estos razonamientos llevan al legislador europeo a afirmar, en el Considerando 71 del Reglamento 650/2012 que no corresponde a dicho
instrumento legal determinar si la adquisición de bienes hereditarios por
un tercero es efectiva o no.
Distinguiré los dos supuestos de protección de terceros a que alude el
artículo 69 del Reglamento 650/2012: i) la protección de quien efectúa
el pago o la entrega de bienes hereditarios a persona autorizada, según el
certificado, para recibir el pago o la entrega y ii) la protección dispensada a quien adquiere bienes hereditarios de persona facultada, siempre
según el certificado, para transmitirlos.
1. El pago o la entrega de bienes a favor de “accipiens” facultado para recibir
el pago o los bienes según el certificado
Establece el artículo 69.3 del Reglamento 650/2012 que “se considerará que cualquier persona que, en virtud de la información contenida en un certificado, efectúe pagos o entregue bienes a una persona que figure facultada en el certificado para recibir tales pagos o bienes ha tratado con una persona autorizada para ello,
a menos que tenga conocimiento de que el contenido del certificado no responde a la
realidad o no tenga conocimiento de ello por negligencia grave.” El considerando
71 del Reglamento precisa que la protección que se dispensa tiene por objeto el pago o la entrega de bienes de la herencia, precisión que tiene relevancia cuando se trata del pago de indemnizaciones por seguros de vida
para el caso de muerte, indemnizaciones que, en muchos de los Estados
miembros de la Unión Europea, no son consideradas, al menos desde un
punto de vista civil, como bienes integrantes de la herencia del causante –cfr. la Ley 50/1980, del Contrato de Seguro, en virtud de la cual la
prestación del asegurador se entrega al beneficiario en cumplimiento del
contrato incluso en contra de las reclamaciones de los legitimarios y acreedores del difunto, aun cuando unos y otros pueden exigir al beneficiario
el reembolso de las primas abonadas por el contratante en fraude de sus
derechos, regla consagrada en su artículo 88 y también en la STS 14 marzo
2003, la SAP Alava 1 febrero 2008 y SAP Toledo 31 julio 2012–.
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El Reglamento 650/2012 presume en estos supuestos, salvo prueba del
dolo o de la negligencia grave, la buena fe del deudor (pensemos en un
banco que restituye los depósitos efectuados por el causante a los herederos, legatarios o administradores designados por el certificado sucesorio o
en un heredero, administrador o ejecutor de la herencia que hace entrega
de los bienes legados por el testador a un legatario que figura como tal en
dicho certificado); ese es el sentido que, a mi juicio, debe darse a la críptica expresión “se considerará que… ha tratado con …” utilizada por la versión
definitiva de este apartado tercero del artículo 69 del Reglamento.
Conviene recordar que el texto de la propuesta inicial indicaba, en el
apartado tercero de su artículo 42, en una dicción inspirada en el Convenio de La Haya de 2 de octubre de 1973 (no ratificado por España), sobre
la administración internacional de las sucesiones, lo siguiente:
«…3. Cualquier persona que pague o entregue bienes al titular de un
certificado habilitado para realizar tales actos en virtud del certificado quedará liberado, a menos que tenga constancia de que el contenido del certificado no responde a la realidad».
Como digo, creo que el Reglamento 650/2012 presume la buena fe
del “solvens”; pero compete a la legislación estatal que rige la sucesión
“mortis causa” determinar los efectos liberatorios o extintivos del pago
o la entrega de bienes hereditarios hechos de buena fe.
Cuando la legislación aplicable a la sucesión “mortis causa” sea el
derecho material español, el pago o la entrega solutoria de bienes hereditarios, hechos de buena fe, liberarán al deudor (cfr. art. 1164 Cc). Este
efecto liberatorio no se producirá, sin embargo, respecto de la entrega de
legados cuyo objeto sea una cosa específica y determinada, propia del
testador, porque en este último supuesto el legatario habrá adquirido la
propiedad del bien legado, así como también la de sus frutos o rentas
posteriores, desde la muerte del causante (artículos 609 y 882 Cc).
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2. La disposición de bienes hereditarios por un “tradens” con facultades suficientes según el certificado
El artículo 69.4 indica que “cuando una persona que figure facultada
en el certificado para disponer de bienes de la herencia disponga de los
mismos en favor de otra persona, se considerará que ésta, si actúa en virtud de la información contenida en el certificado, ha tratado con una
persona facultada para disponer de los bienes en cuestión, a menos que
tenga conocimiento de que el contenido del certificado no responde a
la realidad o no tenga conocimiento de ello por negligencia grave.”
Reitero la interpretación que, a mi juicio, debe darse a la expresión “…
se considerará que … ha tratado con …”; estamos en presencia de una presunción “iuris tantum” de la buena fe del adquirente de bienes hereditarios
que confía en la legitimación del “tradens” designado por el certificado –
salvo prueba del dolo o negligencia grave de dicho adquirente -.
Conviene recordar que el texto de la propuesta inicial establecía, en el
apartado cuarto de su artículo 42, en una dicción inspirada en el Convenio de La Haya de 2 de octubre de 1973 (no ratificado por España),
sobre la administración internacional de las sucesiones, lo siguiente:
«…4. Se considerará que cualquier persona que hubiera adquirido
bienes sucesorios del titular de un certificado habilitado para disponer del
bien en virtud de la lista anexa al certificado, los ha adquirido de una
persona que tiene poder para disponer de ellos, a menos que tenga constancia de que el contenido del certificado no responde a la realidad».
El sistema acogido por la Propuesta de Reglamento parecía adaptarse
sin estridencias a los ordenamientos internos de países de influencia germánica. En efecto, y por citar tan sólo algunos ejemplos, en Alemania, el
heredero puede acreditar su condición mediante un certificado que se
denomina “Erbschein”, documento que prueba también la parte que al
heredero corresponde en la herencia (parágrafo 2353 BGB). Para obtener el certificado, el heredero ha de presentar la documentación en la
que funde su derecho y prestar juramento ante tribunal o ante notario
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(parágrafos 2354 a 2356 BGB). El contenido del certificado se presume
válido: se presume que el heredero aparente es el heredero real (de acuerdo con los parágrafos 2365 y 2366 BGB), de modo que quien adquiere,
de buena fe, de la persona designada como heredero por aquel documento, queda protegido de las reclamaciones del heredero real (este último sólo podrá ejercitar una acción personal de enriquecimiento injusto
contra el causante del daño). Recordemos que “Erbe” significa heredero
y que el sustantivo “Schein” no sólo puede traducirse como “certificado”,
sino también como “apariencia” (del verbo “scheinen”: parecer, tener aspecto de…) Similares certificados existen, por ejemplo, en otros países
miembros de la Unión Europea como Austria, Estonia, Finlandia, Holanda, Grecia o en la región francesa de Alsacia-Lorena.
Por el contrario, la Propuesta de Reglamento casaba mal con otros ordenamientos –entre los que se cuenta la legislación española– que son de
inspiración romanista y se basan en dos reglas básicas: i) nadie puede
transmitir a otro más derechos de los que él mismo tiene (“nemo plus iura
in alium transferre potest quam ipse habet”) y ii) todo propietario puede
ejercitar una acción reivindicatoria contra cualquier poseedor que tenga
en su poder la cosa (“ubi rem mea invenio ibi vindico”).
El grado de protección que es consecuencia del principio general de
“seguridad del tráfico”, esto es, la protección que debe dispensarse a
quienes adquieren bienes y derechos de quien no es su verdadero titular, es una cuestión de política legislativa. Corresponde al legislador decidir qué signos crean apariencia de buen derecho y cuáles no (la posesión, la inscripción en un registro público, la designación de un titular en
un documento, etc…) y, sobre todo, determinar qué consecuencias jurídicas deben anudarse a la protección de la apariencia surgida de tales signos (la usucapión, las presunciones, el régimen procesal de excepciones
y carga de la prueba, etc…).
La consecuencia jurídica más extrema de la protección de esta apariencia puede llevar a privar al “verus dominus” de su derecho y a confir-
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mar una adquisición “a non domino”, derivada directamente de la ley a
favor de quien, de buena fe, adquiere del titular aparente, reservando a
aquél un mero derecho de crédito para obtener, del causante de su pérdida, la satisfacción pecuniaria de la expropiación padecida.
Una regulación como la proyectada en la Propuesta de Reglamento
invadía claramente no sólo la exclusiva competencia del legislador nacional en materia de derechos de propiedad (éste tendría forzosamente que
respetar, incluso en contra de los principios generales de su propio ordenamiento y aunque no hubiera adoptado previsión alguna sobre la expedición de certificados de heredero, la protección dominical atribuida por
el legislador comunitario al adquirente de buena fe de persona que aparezca designado como heredero en un certificado expedido en el extranjero) sino también la exclusiva competencia del legislador nacional en
materia de efectos de las inscripciones practicadas en un Registro de la
Propiedad (ya que esta adquisición dominical “a non domino” podría
resultar contraria a las disposiciones nacionales sobre protección de los
titulares registrales de bienes inmuebles).
Es decir, por poner un ejemplo, el legislador español, de haber sido
aprobada definitivamente la Propuesta de Reglamento, debería haber
considerado propietario de un bien situado en España (mueble o inmueble) a quien lo hubiera adquirido de buena fe de un heredero o legatario aparente (designado como tal en un certificado sucesorio), con
expropiación del derecho del verdadero heredero o legatario. Regulaba,
en definitiva, la Propuesta de Reglamento un nuevo título (eso sí, legal)
de adquisición del dominio.
Las consideraciones anteriores cobran particular relevancia en el ámbito registral inmobiliario español. Conviene no olvidar que el principio
que rige nuestro ordenamiento es radicalmente contrario a favorecer este
tipo de adquisiciones. La consagración de una adquisición inmobiliaria “a
non domino” derivada de una sucesión “mortis-causa” es posible en España,
pero el legislador impone para su consumación aun mayores cautelas que
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las previstas en el supuesto general –ya bastante restrictivo– del artículo
34 de la Ley Hipotecaria. Recordemos que conforme a lo dispuesto en
el artículo 28 de nuestra vigente Ley Hipotecaria, las inscripciones de fincas o derechos reales adquiridos por herencia o legado no surtirán efecto
en cuanto a tercero hasta transcurridos dos años desde la fecha de la
muerte del causante (se exceptúan las inscripciones por título de herencia testada o intestada, mejora o legado a favor de herederos forzosos).
De haberse aprobado la Propuesta de Reglamento en los términos expuestos, sin distinción alguna entre bienes muebles y bienes inmuebles, ni
entre bienes inscritos o no inscritos, el artículo 28 de la Ley Hipotecaria
hubiera visto limitada su vigencia a los supuestos de adquisiciones de bienes hereditarios no legitimadas por un título sucesorio europeo.
En definitiva, la Propuesta de Reglamento, en la regulación que contenía acerca de la protección que debía dispensarse al “accipiens” de buena fe del heredero aparente (art. 42.4), introducía para algunos Estados
miembros un nuevo título de adquisición del dominio respecto de bienes situados en su territorio y, además, derogaba parcialmente la legislación
de dichos Estados en materia de publicidad registral inmobiliaria.
Para evitar las fundadas críticas antes expuestas, el Reglamento
650/2012 se limita ahora a presumir la buena fe del “accipiens” de bienes
hereditarios que adquiere de una persona facultada por el certificado para
disponer de los mismos. Establecida por el Reglamento la presunción de
buena fe del adquirente del derecho real o personal, corresponde a la legislación interna que rige la sucesión “mortis causa” determinar si la adquisición “a non domino” se ha consumado o si, por el contrario, el “accipiens” tiene tan sólo derecho a la restitución pecuniaria de lo pagado por
él y, en su caso, a una indemnización de los daños y perjuicios sufridos.
Cuando resulte aplicable el derecho español, habrá que tener en cuenta, por lo general, que nuestro ordenamiento protege al “verus dominus”,
quien retendrá la propiedad de la cosa, siendo excepcional la consumación
de una adquisición “a non domino” (cfr. en materia mobiliaria el artículo
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464 Cc –al menos en interpretación de la jurisprudencia mayoritaria, no
exenta de críticas– y la excepción de la compra de mercancías a que alude
el artículo 85 Ccom y, en materia inmobiliaria, los artículos 28 y 34 de la
Ley Hipotecaria), todo ello sin perjuicio de las acciones personales que el
adquirente de buena fe podrá ejercitar contra el “tradens” designado en el
certificado sucesorio, y que a la postre resultó no ser el verdadero propietario o no estar legitimado para el acto de disposición.
8.6 El certificado como título inscribible en el Registro de la Propiedad
El certificado sucesorio europeo es un documento público, judicial o
extrajudicial; en consecuencia, es un título inscribible, circunstancia que
el Reglamento 650/2012 confirma expresamente en su artículo 69.5.
No se precisa legalización alguna (art. 74).
Como título inscribible, la autoridad que expida el certificado debe
tener en cuenta las formalidades que se exigen para la inscripción de bienes inmuebles en el Estado miembro en que esté situado el competente
registro público inmobiliario. A este fin, el Reglamento 650/2012 prevé
el intercambio de información sobre tales formalidades entre los Estados
miembros (Cons. 68).
No obstante el carácter facultativo del certificado sucesorio europeo,
conviene recordar que ninguna autoridad o persona ante la que se presente dicho documento está facultada para requerir del interesado, en
lugar del certificado, la presentación de otra resolución, documento público o transacción judicial (Cons. 69); parece que dicha interdicción
afecta también a los registradores de la propiedad, al menos en cuanto a
los extremos acreditados en el certificado sucesorio europeo, no en
cuanto a documentos complementarios (como los que justifican el pago
de impuestos) (cfr. Cdo. 18).
Aun cuando el Reglamento 650/2012 somete al ámbito de la ley
sucesoria la transmisión de la propiedad, derechos y obligaciones heredi-
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tarios (Cdo. 42 y art. 23.2.e), deja sin embargo a la regulación de cada
Estado, como hemos visto ya, la naturaleza de los derechos reales (no
obstante su posible adaptación a la “lex rei sitae”) y el régimen de su publicidad registral (Cdos. 15, 18 y 19 y arts. 1.2.k y 1.2.l).
El control del registrador de la propiedad español tendrá diferente alcance según se trate de un certificado sucesorio judicial o extrajudicial
(cfr. art. 18 LH y arts. 98 y 100 RH).
En la mayor parte de los casos, en materia sucesoria, el título inscribible en el Registro de la Propiedad español es doble. En efecto, establece
el artículo 14 LH que dicho título es siempre el testamento, el contrato
sucesorio o la declaración judicial o notarial de herederos abintestato;
pero para inscribir bienes y adjudicaciones concretas deberá determinarse en otro documento público, judicial o extrajudicial, además de la
aceptación de los herederos –en su caso–, los bienes que correspondan a
cada heredero o legatario (con la sola excepción del heredero único, en
los supuestos previstos por la ley) (cfr. artículos 76 y siguientes del Reglamento Hipotecario).
Teniendo en cuenta lo anterior y sabiendo que el certificado sucesorio carece de carácter particional, la eficacia de éste como título inscribible en el Registro de la Propiedad español quedará, en la práctica, circunscrita a los supuestos de heredero único, institución “ex re certa” o
legatario de inmueble determinado y propio del testador; cabrá, asimismo, practicar en virtud del certificado sucesorio europeo la anotación
preventiva del derecho hereditario y la anotación del derecho del legatario (arts. 42.6 y 42.7 LH y concordantes).
No es precisa, en nuestro ordenamiento, la previa inscripción o anotación a favor de los administradores o ejecutores de la herencia (art. 20
LH, párrafo cuarto).
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8.7 Suspensión de los efectos del certificado sucesorio europeo
Conforme a lo establecido en el apartado 1 del artículo 73 del
Reglamento 650/2012, los efectos del certificado podrán ser suspendidos por:
· La autoridad emisora, a instancia de cualquier persona que demuestre tener un interés legítimo, en tanto se procede a modificar o anular el certificado en virtud del artículo 71.
· O por el órgano judicial, a instancia de cualquier persona que
tenga derecho a recurrir la decisión adoptada por la autoridad
emisora en virtud del artículo 72, en tanto se sustancia dicho
recurso.
La autoridad emisora o, en su caso, el órgano judicial comunicará sin
demora a todas las personas a las que se entregaron copias auténticas del
certificado en virtud del artículo 70, apartado 1, cualquier suspensión de
sus efectos. En tanto dure tal suspensión no podrán expedirse otras copias
auténticas del certificado (art. 73.2). Recordemos que a estos efectos, la
autoridad emisora del certificado debe conservar una lista de las personas
a quienes se entregaron copias auténticas del mismo (art. 70.2).
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El reconocimiento de decisiones extranjeras y las sucesiones “mortis causa”
El certificado sucesorio europeo
ANEXO
Convenios bilaterales firmados por España
aplicables a la eficacia extraterritorial
de decisiones extranjeras en materia
de sucesión “mortis causa”
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El reconocimiento de decisiones extranjeras y las sucesiones “mortis causa”
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A) CONVENIOS FIRMADOS CON ESTADOS MIEMBROS DE
LA UNIÓN EUROPEA (EL REGLAMENTO 650/2012 PRIMARÁ
SOBRE LO DISPUESTO EN LOS MISMOS EN CUANTO A LAS
SUCESIONES CAUSADAS A PARTIR DEL DÍA 17 DE AGOSTO
DE 2015).
Convenio con Grecia de 6 de mayo de 1919
El artículo 15 de este convenio (publicado en la Gaceta de Madrid de
3 de diciembre de 1920) elimina la revisión de fondo en el reconocimiento y ejecución de sentencias relativas a sucesiones sobre bienes muebles.
Conviene recordar que en el sistema español de producción interna sobre
reconocimiento/exequatur de sentencias extranjeras no se lleva a cabo por
la autoridad judicial española ningún control de la ley aplicada ni una revisión de fondo de la sentencia extranjera. Por esta razón, el citado convenio no ha sido aplicado en los últimos noventa años.
Convenio con Francia de 28 de mayo de 1969 y Canje de Notas de 1 de
abril de 1974
Se aplica en materia civil o mercantil, tanto contenciosa como voluntaria. Cubre resoluciones judiciales, decisiones arbitrales y documentos
públicos. Por aplicación del Reglamento 44/2001 (cfr. art. 69), en la actualidad este convenio sólo se aplica a persona, familia y sucesiones - excluyendo las resoluciones sobre disolución matrimonial, hoy regidas por el
Reglamento 2201/2003 -. El convenio establece un reconocimiento por
homologación, ante autoridad judicial, antes por el Tribunal Supremo hoy
por los Juzgados de Primera Instancia (art. 85.5 LOPJ y art. 955 LEC
1881). Para la obtención del reconocimiento/exequatur, la autoridad judicial española debe controlar los siguientes extremos: i) la competencia
judicial internacional (según los criterios que resultan del artículo 7), ii) el
ajuste al orden público del Estado requerido, iii) el respeto a los derechos
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El reconocimiento de decisiones extranjeras y las sucesiones “mortis causa”
El certificado sucesorio europeo
de defensa del demandado, iv) la no concurrencia de cosa juzgada ni de
litispendencia y v) la autenticidad de la decisión extranjera. Además se
exige, sólo en materia de estado o capacidad de las personas –no en materia sucesoria–, que el juez del país que haya dictado la resolución haya aplicado la misma ley que hubiera aplicado el juez español, salvo equivalencia
de resultados. El convenio distingue las dos nociones de reconocimiento y
“exequatur”, pero regula un procedimiento común para obtener uno u
otro (art. 11). Cabe el “exequatur” parcial (art. 13).
Convenio con Italia de 22 de mayo de 1973
Este convenio sustituye al Convenio de 30 de junio 1851, celebrado
entre España y el Reino de Cerdeña (art. 26). El convenio hispano-sardo
fue el primer convenio de “exequatur” firmado por España. El vigente
convenio hispano-italiano se aplica a decisiones judiciales, laudos arbitrales y documentos con fuerza ejecutiva, en materia civil o mercantil, contenciosa o voluntaria, definitiva o cautelar. Este convenio está afectado
por el artículo 69 del Reglamento 44/2001; por esta razón, sólo se aplica en materias de derecho de la persona, familia y sucesiones, excluyendo las resoluciones sobre disolución matrimonial, hoy regidas por el
Reglamento 2201/2003. Ante el silencio del convenio, era competente
el Tribunal Supremo; hoy lo es el Juzgado de Primera Instancia (art. 85.5
LOPJ y art. 955.1 LEC 1881). Aunque el convenio diferencia las nociones de reconocimiento y de “exequatur”, regula solamente un procedimiento común para obtener ambos pronunciamientos. El procedimiento se rige por la ley del Estado requerido. Cabe un reconocimiento/exequatur parcial (art. 21). Las causas de denegación se recogen en los artículos 13, 14 y 17: control de la competencia del tribunal de origen, no
firmeza de la sentencia, contrariedad al orden público del Estado requerido, desconocimiento de los derechos de defensa, litispendencia o cosa
juzgada. Además, se prevé un control de la ley aplicada en materias de
estado y la capacidad de las personas, salvo equivalencia de resultados.
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El certificado sucesorio europeo
Convenio con Alemania de 14 de noviembre de 1983 y Canje de Notas de
25 de septiembre de 1989 y 9 de mayo de 1990
El reconocimiento cubre el reconocimiento y el “exequatur” de las
resoluciones judiciales en materia civil o mercantil, ya en procedimiento contencioso o voluntario (art. 1). Regula también las transacciones judiciales, documentos públicos con fuerza ejecutiva y resoluciones en materia civil o mercantil recaídas en un procedimiento penal. Este convenio se encuentra afectado por el artículo 69 del Reglamento 44/2001.
Su aplicación actual queda circunscrita, básicamente, a cuestiones de derecho de la persona, familia y sucesiones –excluyendo las resoluciones
sobre disolución matrimonial, hoy regidas por el Reglamento
2201/2003–. El convenio distingue las nociones de reconocimiento y de
“exequatur”, sujetas a regímenes jurídicos diferentes. El reconocimiento
se regula en el capítulo II del convenio. Las condiciones que permiten
rechazar el reconocimiento se contienen en los artículos 4 y 5. El convenio exige el control de la ley aplicada en varias materias: las relativas a
situación matrimonial, régimen económico-matrimonial, relaciones familiares, capacidad, representación legal, derechos sucesorios y declaración de ausencia o de fallecimiento de un nacional del Estado requerido, salvo equivalencia de resultados. Se controla también la regularidad
de la notificación de la demanda. El convenio acoge un reconocimiento
incidental. El “exequatur” se regula en el capítulo III del convenio, si
bien tanto el procedimiento para la admisión de la ejecución de resoluciones judiciales como la posterior ejecución se regirán por la ley del
Estado requerido (art. 12). Cabe un “exequatur” parcial (art. 18). Hoy es
competente para la obtención del “exequatur” el Juzgado de Primera
Instancia. Aunque el convenio exige un severo control de la competencia del juez de origen; no obstante, en la práctica, incluso si no se han
respetado los foros de competencia previstos en el convenio, el “exequatur” se libra sin problemas cuando el que fuera demandado en el proceso extranjero es demandante en España del “exequatur”, pues se entiende que esta exigencia opera en garantía del demandado. La DGRN
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El certificado sucesorio europeo
entiende que cuando se trata de instar la inscripción de una sentencia
alemana en un registro público español, en materias cubiertas por el convenio, el “exequatur” no es necesario: el encargado del Registro valorará, incidentalmente, la regularidad de la decisión germana (RDGRN 2
julio 1990, 12 mayo 1993, 23 octubre 1993 y 22 enero 1996), a pesar de
la doctrina opuesta del ATS 8 abril 1992.
Convenio con Austria de 17 de febrero de 1984
El convenio cubre resoluciones judiciales en materia civil o mercantil,
en un procedimiento contencioso o voluntario, y comprende las resoluciones en materia civil o mercantil acordadas en un procedimiento penal
(art. 1). Este convenio está afectado por el artículo 69 del Reglamento
44/2001, por lo que se aplica en la actualidad, básicamente, a resoluciones en materia de persona, familia y sucesiones –excluyendo las resoluciones sobre disolución matrimonial, hoy regidas por el Reglamento
2201/2003–. El convenio distingue las nociones de reconocimiento y
“exequatur” y los sujeta a regímenes diferentes. El artículo 12 parece acoger un sistema de reconocimiento incidental. Pero lo cierto es que el artículo 13 alude a un procedimiento rápido y sencillo de “exequatur”, que
no ha sido desarrollado en España, de modo que el Tribunal Supremo
aplicaba el artículo 954 LEC 1881 (ATS 25 mayo 2004). Hoy día son
competentes los Juzgados de Primera Instancia para otorgar tanto el reconocimiento como el “exequatur” (art. 85.5 LOPJ y 955 LEC 1881). En
la práctica, se sigue un procedimiento de reconocimiento/exequatur por
homologación y no incidental (SAP Las Palmas 4 junio 2008, que se
refiere a una sentencia austríaca de filiación necesaria para acreditar la
condición de heredera). Se revisa el ajuste al orden público del Estado requerido, la litispendencia y la cosa juzgada, el respeto a los derechos de
defensa, la competencia del juez de origen y se realiza un control de la
ley aplicada en materias de derecho de la persona y familia –no en materia sucesoria– (art. 6), salvo equivalencia de resultados.
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Convenio con Checoslovaquia de 4 de mayo de 1987
Este convenio sustituye a dos precedentes acuerdos entre Checoslovaquia y España de 26 de noviembre de 1927. Tras la división de la República Checoslovaca en dos Estados, este convenio está afectado por un
problema de sucesión de Estados en materia de tratados internacionales.
En virtud del principio de continuidad de los tratados, el Tribunal Supremo lo ha aplicado tanto a sentencias procedentes de la República
Checa (ATS 12 mayo 1998 y 4 marzo 2003) como a sentencias procedentes de Eslovaquia (ATS 10 diciembre 1996). El convenio se aplica a
las sentencias en materia civil, incluida la responsabilidad civil derivada
de asuntos penales. Se aplica también a los laudos arbitrales (arts. 16 y
21). Este convenio está afectado por el artículo 69 del Reglamento
44/2001, por lo que se aplica en la actualidad, básicamente, a resoluciones en materia de persona, familia y sucesiones –excluyendo las resoluciones sobre disolución matrimonial, hoy regidas por el Reglamento
2201/2003–. Ante el silencio del convenio, era competente el Tribunal
Supremo; hoy día son competentes los Juzgados de Primera Instancia
(art. 85.5 LOPJ y 955 LEC 1881). Tanto el reconocimiento como el
“exequatur” se obtienen conjuntamente en un solo pronunciamiento. El
artículo 20 se refiere a las condiciones que deben ser observadas: competencia del juez de origen, firmeza de la sentencia, respeto de los derechos de defensa, no concurrencia de litispendencia o cosa juzgada, ajuste al orden público del Estado requerido y control de la ley aplicada en
cuestiones de estado o capacidad de las partes –no en materia sucesoria–,
salvo equivalencia de resultados (art. 22). Cabe un reconocimiento/exequatur parcial (art. 25.2).
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El certificado sucesorio europeo
B) CONVENIOS FIRMADOS CON ESTADOS NO MIEMBROS
DE LA UNIÓN EUROPEA (NO AFECTADOS POR LA ENTRADA EN VIGOR DEL REGLAMENTO 650/2012)
Convenio con Suiza de 19 de noviembre de 1896
Se aplica con relación a sentencias o fallos definitivos en materia civil
o comercial dictados en uno de los países contratantes (artículo 1). Recordemos que el Convenio de Lugano II no cubre la materia sucesoria.
Sólo se contempla un reconocimiento por homologación –es decir, previo el oportuno proceso– (no cabe el incidental). Reconocimiento y
“exequatur” se obtienen inseparablemente (la documentación a presentar se enumera en el artículo 2.II). En España, la competencia funcional
corresponde a los Juzgados de Primera Instancia. Las condiciones para
obtener el reconocimiento/exequatur resultan del artículo 6. Es un sistema de revisión formal y no sustancial; no cabe la revisión del fondo del
asunto ni se controla la ley aplicada al fondo del asunto. La decisión que
concede o deniega el reconocimiento/exequatur no es susceptible de recurso en España, ya que la legislación de producción interna, a la que remite el artículo 5 del Convenio, no lo prevé.
Convenio con Colombia de 30 de mayo de 1908
Se aplica a las sentencias civiles (artículo 1), pronunciadas por los tribunales de cada Estado contratante. Reconocimiento y “exequatur” se
obtienen en un mismo procedimiento, de modo inseparable, en el que
es preceptiva la intervención del Ministerio Fiscal. En España, la competencia funcional corresponde a los Juzgados de Primera Instancia. Las
únicas condiciones para el reconocimiento/exequatur es que las sentencias sean ejecutivas y no sean contrarias al orden público internacional
del Estado requerido. El auto que resuelve sobre el reconocimiento/exequatur es irrecurrible (artículo 3).
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Convenio con Uruguay de 4 de noviembre de 1987
Cubre las decisiones judiciales, en general, medidas cautelares, actos de
jurisdicción voluntaria, transacciones judiciales y laudos arbitrales con excepción de las siguientes materias: estado y capacidad de las personas y derecho de familia (sentencias constitutivas o declarativas), alimentos a favor
de menores, quiebras y procedimientos análogos, Seguridad Social y daños
nucleares. En particular, el convenio no cubre las sentencias uruguayas de
divorcio. El convenio se aplica también a resoluciones de tribunales administrativos y contencioso-administrativos a ciertos efectos. También cubre
el convenio las sentencias penales, en cuanto a la responsabilidad civil por
perjuicios derivados del delito. El reconocimiento es incidental, aunque su
regulación es muy defectuosa (art. 3), ya que para surtir efectos de cosa juzgada debe instarse un “exequatur”. Los requisitos del reconocimiento se
recogen en el artículo 4, no existiendo control de la ley aplicada. Cabe un
reconocimiento parcial. Para el reconocimiento y el “exequatur” son competentes los Juzgados de Primera Instancia. El procedimiento de reconocimiento y “exequatur” se rigen por la ley del Estado requerido. El título
III extiende el sistema de reconocimiento y “exequatur” a los laudos arbitrales. El convenio entró en vigor el día 30 de abril de 1998.
Convenio con la Unión Soviética de 26 de octubre de 1990
Se refiere a resoluciones y transacciones judiciales. Quedan cubiertas
(art. 17): resoluciones en materia civil y mercantil, transacciones judiciales, sentencias penales en lo relativo a la indemnización del daño causado por delito. Quedan fuera del convenio las resoluciones del Registro
Civil y las resoluciones arbitrales. Las condiciones para el reconocimiento/exequatur resultan del artículo 18 (no es necesario el control de la ley
aplicada): firmeza de la sentencia, respeto de los derechos de defensa,
inexistencia de cosa juzgada y de litispendencia, respeto a las competencias exclusivas del Estado requerido y ajuste al orden público de dicho
Estado. El convenio acoge un sistema de reconocimiento incidental (art.
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22 a 24). Para librar el “exequatur” es competente el Juzgado de Primera
Instancia; cabe el “exequatur” parcial. El procedimiento de ejecución se
regula por la ley del Estado requerido, lo que incluye las notificaciones
del auto por el que se despacha ejecución. El convenio entró en vigor el
día 22 de julio de 1997 y está afectado por un problema de sucesión de
Estados en materia de tratados internacionales. El convenio se aplica hoy
a las resoluciones procedentes de la Federación Rusa y de Ucrania; no
se aplica, por el contrario, a Moldavia (ATS 18 abril 2006). El convenio
es irretroactivo (ATS 8 febrero 2005).
Convenio con China de 2 de mayo de 1992
Se refiere a decisiones judiciales y laudos arbitrales en materia civil y
mercantil. Cubre decisiones civiles derivadas de hechos penales y transacciones judiciales. Son competentes los Juzgados de Primera Instancia (art.
18). Cabe instar por separado el reconocimiento y el “exequatur” (arts. 18
a 20). El procedimiento para obtenerlos se rige por la ley del Estado requerido (art. 23.1). El reconocimiento es por homologación; no cabe el reconocimiento incidental. Las condiciones para el reconocimiento/exequatur
resultan del artículo 22: competencia del juez de origen, firmeza de la sentencia, respeto del derecho de defensa, inexistencia de cosa juzgada ni de
litispendencia. En ciertas materias – no en materia sucesoria -, existe también un control de la ley aplicada, salvo equivalencia de resultados. El artículo 24.2 remite, en cuanto al reconocimiento/exequatur de laudos arbitrales, al Convenio de Nueva York de 10 de junio de 1958. Se aplica también el convenio a decisiones de autoridades de Hong-Kong, tras su peculiar incorporación a la República Popular China.
Convenio con Argelia de 24 de febrero de 2005
El título II de este convenio regula el reconocimiento y ejecución de
resoluciones judiciales. El convenio cubre las decisiones dictadas en
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materia civil y mercantil, con ciertas excepciones (art. 16). Las condiciones para proceder al reconocimiento y/o exequatur son las siguientes:
competencia del tribunal de origen (competencia determinada según el
artículo 17 del convenio), que las partes hayan sido legalmente citadas,
representadas o declaradas en rebeldía, según la ley del Estado de origen,
que la resolución posea fuerza de cosa juzgada según la ley del Estado de
origen, que la resolución no sea contraria a una resolución judicial dictada en el Estado requerido, que no se halle pendiente ninguna demanda en
el Estado requerido entre las mismas partes y sobre el mismo objeto, antes
de la presentación de la solicitud de reconocimiento y/o exequatur y que
la resolución no sea contraria al orden público del Estado requerido.
Además, en materia de estado y capacidad de las personas, podrá denegarse el reconocimiento y/o exequatur si el tribunal de origen aplicó una ley
distinta a la que hubiera resultado aplicable conforme a las normas de DIP
del Estado requerido, salvo que se hubiera llegado a un resultado equivalente mediante la aplicación de dichas normas. La documentación a presentar, junto a la solicitud de reconocimiento y/o exequatur es: copia oficial y auténtica de la resolución, certificado del Secretario Judicial competente que acredite que la decisión es definitiva, original de la cédula de
notificación de la resolución y copia auténtica de la citación a la parte que
no compareció en el procedimiento. Cabe ejecutar documentos públicos,
siempre que sean ejecutorios y auténticos y no vulneren el orden público
del Estado requerido. El procedimiento de reconocimiento y “exequatur”
se rige por la ley del Estado requerido. Por lo tanto, no cabe el reconocimiento incidental y el Juzgado de Primera Instancia será competente para
librar tanto el reconocimiento como el “exequatur”.
Convenio con Mauritania de 12 de septiembre de 2006
Se trata de un convenio clónico respecto al convenio con Argelia de
2005. Cubre las decisiones dictadas en materia civil y mercantil. Se exigen las siguientes condiciones: decisión dictada por autoridad compe-
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tente, de acuerdo con el artículo 17 del convenio, que contiene reglas indirectas de competencia, citación legal de las partes, según la ley del Estado en el que la resolución haya sido dictada, resolución con fuerza de
cosa juzgada según la ley del Estado donde ha sido pronunciada, resolución no contraria a otra resolución judicial dictada por el Estado requerido, que no exista litispendencia en el Estado requerido y no contrariedad de la resolución con el orden público del Estado requerido. En
materia de estado y capacidad de las personas, podrá denegarse el reconocimiento y/o exequatur si el tribunal de origen aplicó una ley distinta a la que hubiera resultado aplicable conforme a las normas de DIP del
Estado requerido, salvo resultado equivalente. La documentación a presentar para el reconocimiento y/o exequatur se recoge en el artículo 18.
También cabe el reconocimiento y exequatur de documentos públicos.
BIBLIOGRAFÍA
“Derecho internacional privado”, José Carlos Fernández Rozas y Sixto Sánchez
Lorenzo, 7ª edición, Cizur Menor (Navarra), Civitas-Thomson-Reuters, 2013
(en prensa).
“Derecho internacional privado” obra colectiva dirigida por Alfonso-Luis Calvo
Caravaca y Javier Carrascosa González, 13ª edición, Granada, Comares, 2012.
“La eficacia en España de los laudos arbitrales extranjeros”, A. Sabater Martín, Madrid, Tecnos, 2002.
“La ley aplicable a la sucesión “mortis causa” en la Unión Europea y la creación del certificado sucesorio europeo”, Lorenzo Prats Albentosa, Diario La Ley, número 7929,
24 de septiembre de 2012.
“Sucesión hereditaria”, Esperanza Castellanos Ruiz en la obra colectiva “Derecho
internacional privado” dirigida por Alfonso-Luis Calvo Caravaca y Javier Carrascosa González, 13ª edición, Granada, Comares, 2013.
“Una introducción al Reglamento de Sucesiones de la Unión Europea –desde la perspectiva de los derechos reales sobre bienes inmuebles y el Registro de la Propiedad en Espa-
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ña–”, José Simeón Rodríguez Sánchez, Cuadernos de Derecho Registral, Fundación Registral, Madrid, Colegio de Registradores de la Propiedad y Mercantiles de España, 2013.
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ISSN: 2173-9102
D.L./L.G.: BI-1677-03
Deudas y Herencia. Planteamiento
de la cuestión y perspectiva judicial1
FRANCISCO DE BORJA IRIARTE ÁNGEL
Magistrado - Sala de lo Civil y Penal del TSJ del País Vasco
FECHA DE RECEPCIÓN / SARRERA-DATA: 2013/12/10
FECHA DE ADMISIÓN / ONARTZE-DATA: 2014/01/15
Resumen: La situación económica ha vuelto a plantear el problema de las herencias endeudadas y su problemática para los herederos, por lo que se hace un repaso general a las soluciones recogidas en los diferentes ordenamientos vigentes en
el Estado; especialmente se incide en el beneficio de inventario y la revocación de
la aceptación de la herencia.
Palabras clave: Deudas herencia, Beneficio de inventario, Revocación de la aceptación.
Zorrak eta jarauntsia. Gaiaren azalpena eta auzitegietako ikuspegia.
Laburpena: Egiera ekonomikoak berriro ekarri du argira jarauntsien zorrak eta
horien ondorioak jaraunsleentzat. Horrexegatik egiten zaie birpasa orokorra Estatuan indarrean dauden antolakuntza juridiko guztiei, batez ere inbentarioaren
onuraren araberako eta jarauntsiaren onarpena ezeztatzeko gaietan.
Gako-hitzak: Jarauntsiaren zorrak, Inbentarioaren onura, Onarpenaren ezeztapena.
1 El presente artículo recoge y amplía la ponencia de igual título presentada el 27 de noviembre de 2013 dentro de la Jornada “Deudas y herencia. Una perspectiva desde el País Vasco” organizada por la Academia Vasca de Derecho y el Ilustre Colegio de Abogados del
Señorío de Vizcaya.
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ISSN: 2173-9102
D.L./L.G.: BI-1677-03
Debts and Inheritance. Conceptualisation of the issue and judicial perspective.
Abstract: The economic situation has again raised the issue of indebted inheritances
and its problems for heirs, reason why a general overview of the solutions found in
the different legal systems in force in the State is made; in particular those affecting
the benefit of inventory and revocation of the acceptance of an inheritance.
Key words: Inherited debts, Benefit of inventory, Revocation of acceptance.
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FRANCISCO DE BORJA IRIARTE ÁNGEL
Deudas y herencia. Planteamiento de la cuestión y perspectiva judicial
SUMARIO: 1. INTRODUCCIÓN A LA CUESTIÓN. 2. EL CÓDIGO CIVIL. 2.1. Principio general de sucesión en las obligaciones. 2.2. El beneficio de
inventario. 2.3. La revocación de la aceptación de la herencia. 3. LA LEY DE
DERECHO CIVIL FORAL DEL PAIS VASCO Y EL BORRADOR DE
PROYECTO. 4. OTROS DERECHOS FORALES. 4.1. Aragón. 4.2. Navarra.
4.3. Cataluña. 4.4. Galicia e Islas Baleares. 5. CONCLUSIONES.
I. INTRODUCCIÓN A LA CUESTIÓN
La crisis económica en la que nos encontramos ha vuelto a traer a la
práctica forense, e incluso a los medios de comunicación, el problema de
la transmisión de las deudas del causante a los herederos; deudas en
muchos casos desconocidas –incluso contigentes en el momento del
fallecimiento- que pueden suponer un gravísimo quebranto económico
para el heredero. Porque, tal y como veremos, la realidad jurídica española es que en la mayoría de los supuestos –a salvo de algunos regímenes forales- la transmisión de las deudas al heredero es automática e ilimitada –de tal forma que responderá de las deudas del causante no sólo
con lo heredado sino con el resto de su patrimonio personal-, existiendo mecanismos de protección frente a la misma, que en general son de
escasa aplicación en la vida diaria.
En los últimos tiempos de bonanza económica el citado régimen no
era muy problemático, ya que la mayoría de las herencias tenían un valor
neto positivo, por lo que su adquisición en ningún caso comprometía la
situación patrimonial del heredero; hoy esto ya no es tan claro, incluso
en patrimonios más o menos significativos pero complejos, en los que
incluso puede ser difícil saber si tienen en este momento un valor económico positivo o negativo, como pueden ser los patrimonios inmobiliarios significativamente endeudados.
Pero además hoy la generalidad de las personas una situación financiera mucho más compleja de la habitual hace unos años, y no me refie-
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ro sólo a los que se endeudaron en importes altos para adquirir sus viviendas –no diré que por encima de sus posibilidades, no voy a abrir ese
melón–, o han comprado activos más o menos “tóxicos”, sino también a
otras personas –bastantes- que han adquirido obligaciones financieras sin
obtener activo de valor económico alguno a cambio. Así, es relativamente común que una persona haya avalado el crédito concertado por alguno de sus hijos con una entidad financiera para la adquisición de su
vivienda; si el avalista fallece, sus herederos distintos del avalado –habitualmente otros hijos– pueden convertirse en avalistas -de sus hermanos
normalmente– durante un período dilatado de tiempo, y en muchos
casos sin saberlo. ¿Qué ocurre si varios años después del fallecimiento el
avalado falla en su préstamo y la entidad financiera se dirige contra los
avalistas? Que probablemente un hermano sea embargado por la entidad
financiera acreedora del otro, no solo hasta el importe de lo heredado,
sino de todo su patrimonio. También se han planteado cuestiones derivadas de responsabilidades profesionales desconocidas por los herederos
o incluso por el propio causante.
Pero es que incluso hay situaciones más sangrantes, como el que se
planteó ante el Juzgado de 1ª Instancia nº 1 de Jaén –que trascendió a la
prensa2–, y que podría resumirse de la siguiente manera:
Juana Vacas Pancorbo, mujer de 74 años de Torredelcampo (Jaén),
analfabeta, aceptó pura y simplemente ante notario la herencia de su hija, asesinada por su ex marido con el que había estado casada en gananciales, comunidad que aún no se había liquidado; esto supuso heredar el
50% de las deudas del ex yerno, que superaban ampliamente el valor del
activo hereditario, lo que “contaminaba” su exiguo patrimonio personal.
Tras el revuelo acaecido al aparecer los acreedores del ex yerno a reclamar sus deudas, la aceptante entabló acción para revocar la aceptación
por considerar que se encontraba ante uno de los supuestos del artículo
2 El Ideal, 31 de julio de 2013. Lexdiario.es 27 de septiembre de 2012.
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997 del Código civil, en relación con los artículos 1.265 y 1.266 al estimar que se había producido un error en el momento del otorgamiento
de la escritura; esta acción que fue estimada en sentencia de 24 de julio
de 2013 del citado Juzgado, que anuló la escritura de aceptación por
considerar que existía error por parte de la aceptante.
Todo ello hace que hoy aceptar pura y simplemente una herencia sea
una cuestión que requiera un cierto sosiego, al menos ante situaciones
patrimoniales o personales más o menos complejas.
Sin embargo, no es común acudir a los mecanismos de protección de
los herederos –básicamente el derecho a deliberar y la aceptación a beneficio de inventario– o al menos no lo ha sido hasta tiempos recientes; en
mi experiencia profesional como abogado –que es significativamente
más dilatada que como magistrado– me he enfrentado a dos aceptaciones a beneficio de inventario –una sometida a derecho común y otra al
balear– y en general daba la sensación de que todos –abogados de herederos y acreedores, juez, secretario judicial, procuradores- nos movíamos
en un mundo del que conocíamos la teoría pero al que no nos habíamos
enfrentado en la práctica, y del que salimos airosamente, máxime partiendo de la falta de precedentes que nos orientasen a unos u otros. Sirva
como ejemplo de la falta de concreción práctica de la figura que no he
conseguido por parte de nadie una respuesta clara a la pregunta de si
puede realizarse el inventario ante notario si ante él se realiza la aceptación en virtud del artículo 1.011 del Código civil, teniendo en cuenta
que para su ejecución el Código se refiere continuamente al Juzgado.
Por estos ejemplos, y viendo la situación actual de la economía creo
que nos encontramos ante una materia que traerá cola –y trabajo a los
Tribunales– porque la situación económica parece que seguirá siendo
complicada una temporada.
Dicho esto, haremos un repaso a las diferentes normativas existentes
sobre la materia.
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2. EL CÓDIGO CIVIL
Empezaremos el análisis por el Código civil, ya que dado su carácter
general y supletorio nos dará los criterios generales en relación con la
cuestión.
2.1. Principio general de sucesión en las obligaciones
El principio general de sucesión en las deudas es el contenido en el artículo 661 del Código civil por el que “Los herederos suceden al difunto por
el hecho sólo de su muerte en todos sus derechos y obligaciones”; este principio,
conjugado con el establecido en el artículo 657 “Los derechos a la sucesión
de una persona se transmiten desde el momento de su muerte.” nos lleva a que
indefectiblemente desde el momento del fallecimiento del causante sus
herederos –quienes quiera que sean3– sean responsables de sus deudas.
Pero el llamado puede en virtud del artículo 988 del Código civil
aceptar o repudiar la herencia, cuyos efectos se retrotraerán al momento
del fallecimiento; la aceptación podrá ser expresa o tácita, pero la renuncia deberá ser siempre expresa, bien ante notario, bien ante el Juez, de
acuerdo con la regla contenida en el artículo 1.008, de forma que la voluntad sea clara y la expresión de la misma contrastada ante un tercero
de especial relevancia.
Es decir, que el heredero tiene en primer lugar la opción de aceptar
o repudiar la herencia; con carácter previo a esta decisión podrá acudir
al derecho de deliberar de acuerdo con las reglas contenidas en el artículo 1.019 del Código civil:
«El heredero que se hubiese reservado el derecho de deliberar, deberá
manifestar al Juzgado, dentro de treinta días, contados desde el siguiente al
en que se hubiese concluido el inventario, si acepta o repudia la herencia.
3 No voy a entrar en la discusión doctrinal sobre si la delación convierte al llamado en
heredero o no, centrándome en que alguien será el heredero, y ese heredero responde,
en principio, de las deudas del causante.
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Pasados los treinta días sin hacer dicha manifestación, se entenderá
que la acepta pura y simplemente».
En la práctica el derecho de deliberar es aún menos común que el beneficio de inventario, por lo que no nos detendremos más en el mismo4.
Si el heredero repudia la herencia, nada más nos queda aquí por comentar sobre las deudas del causante, que por definición no afectarán al heredero, y seguirán su propia vida hasta su pago o extinción en sede del siguiente llamado o en el eventual concurso de la herencia. Sí me voy a permitir hacer un pequeño inciso sobre las deudas del heredero, y la tentación
de renunciar5 a la herencia a la que ha sido llamado como medio para evitar el pago a sus propios acreedores; pues bien, ante esta tentación debo
recordar que el artículo 1.001 del Código civil tiene una regla clara:
4 A salvo de mejor doctrina, entiendo que solo sería útil el derecho a deliberar en los supuestos en que sea inminente el ejercicio por algún acreedor la acción contenida en el
artículo 1.005 del Código civil para que acepte o repudie la herencia, como forma de
“ganar tiempo”.
5 El Código –y la normativa tributaria– tiende a tratar la renuncia a la herencia como
una forma de deshacerse de las deudas, pero la realidad es que, además, puede ser una
forma de trasladar patrimonios dentro de la familia –en tanto el renunciante conoce perfectamente quien será el beneficiario de su renuncia en aplicación de la normativa sucesoria- que en determinados supuestos se ha utilizado para suavizar el efecto del Impuesto
sobre Sucesiones o para intentar defraudar a los acreedores, ya que siempre será más complicado detectar la renuncia a una herencia que la existencia de un bien.
En este sentido, parece que la moda ha alcanzado tal desarrollo que la Resolución
6/2013, de 2 de febrero, de la Dirección General de Hacienda, por la que se hacen públicos los criterios generales que informan el Plan de Lucha contra el Fraude de la Hacienda Foral de Bizkaia para el año 2013 expresamente incluye entre las actuaciones de
regularización y cobro a seguir:
“22. Control de las renuncias a herencias realizadas por obligados tributarios que sean deudores a
esta Hacienda Foral, por si pudieran perjudicar los intereses de cobro de ésta y con el fin de iniciar
en ese caso las actuaciones necesarias en la vía civil o penal..”
Es decir, que probablemente la Administración recurrirá al mencionado precepto –así
como a los eventuales tipos penales– para los casos de renuncia a herencias en perjuicio
de sus derechos, lo que parece que está sucediendo recientemente.
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«Si el heredero repudia la herencia en perjuicio de sus propios acreedores, podrán éstos pedir al Juez que los autorice para aceptarla en nombre de aquél.
La aceptación sólo aprovechará a los acreedores en cuanto baste a cubrir
el importe de sus créditos. El exceso, si lo hubiere, no pertenecerá en ningún caso al renunciante, sino que se adjudicará a las personas a quienes
corresponda según las reglas establecidas en este Código».
Es decir, que expresamente la norma recoge la posibilidad para los
acreedores de anular la renuncia a una herencia hecha en fraude de sus
derechos.
Antes de dejar las deudas del heredero y volver a las del causante, planteo solamente el supuesto aún más complejo de que ambos tienen deudas, y la prelación para el cobro de unos y otros acreedores respecto de
unos u otros bienes; en relación con esta cuestión, la doctrina ha planteado la existencia de un derecho de separación de patrimonios mientras
la herencia no ha sido partida, tomando como fundamento legal lo establecido en el artículo 1.082 del Código civil:
«Los acreedores reconocidos como tales podrán oponerse a que se lleve
a efecto la partición de la herencia hasta que se les pague o afiance el
importe de sus créditos».
De ahí se ha querido extraer que nos encontramos hasta la partición
ante dos patrimonios separados aunque tengan el mismo titular; así los
acreedores del causante –solo ellos, no los del heredero6– impedirían la
partición hasta que no cobrasen, de forma que solo ellos podrían resarcirse con los bienes hereditarios; en todo caso, esta es una cuestión compleja que escapa con mucho el alcance de este trabajo y su autor.
6 Conclusión una interpretación sistemática del Código civil, ya que el artículo 1.082 se
encuentra dentro de la sección dedicada al pago de las deudas hereditarias. Por el contrario, el artículo 461-23 del Código Civil de Cataluña otorga este derecho tanto a los
acreedores del causante como del heredero, lo que parece más razonable.
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Pero volvamos a nuestro heredero que ha decidido no repudiar la herencia; si la acepta sin más habrá adquirido los activos y pasivos del causante sin
limitación alguna tal y como establece el artículo 1.003 del Código civil:
«Por la aceptación pura y simple, o sin beneficio de inventario, quedará el heredero responsable de todas las cargas de la herencia, no sólo con
los bienes de ésta, sino también con los suyos propios».
Poco cabe interpretar este precepto, porque es bastante claro, pero vamos a traer aquí alguna jurisprudencia que pueda ilustrar la interpretación del mismo por los Tribunales; así la sentencia del Tribunal Supremo
de 26 de septiembre de 1989 ratifica que procede reclamar al heredero
del avalista el cumplimiento del aval, sin que sea necesario demandarle
en su calidad de heredero, bastando que lo sea como avalista.
Anteriormente la sentencia del Tribunal Supremo de 30 de junio de
1961 estableció la transmisión al heredero de la obligación de indemnizar que había nacido por una actuación ilícita del causante:
«Que la falta de fundamentación de este motivo del recurso, se deduce claramente de los razonamientos que se han expuesto, para desestimar
el primero, razonamientos que implican la existencia de responsabilidad
en el usufructuario, por haber dispuesto de la cosa usufructuada sin autorización de los nudos propietarios con lo cual hizo imposible el cumplimiento de la obligación esencial del usufructuario –de devolver la cosa–,
y la transformó en obligación de indemnizar su valor, obligación, que, por
estar en la herencia de don José L. G., pasó, por imperio de lo dispuesto
en el artículo 1003 del Código Civil, a quien le heredó pura y simplemente, por lo que hay que concluir afirmando que la sentencia recurrida,
hace debida aplicación de ese precepto».
Por último da una definición muy clara de la posición del heredero
que ha aceptado pura y simplemente la sentencia del Tribunal Supremo
de 21 de abril de 1997
«…por la aceptación pura y simple, el heredero asume la representación de la personalidad jurídica de su causante, sin limitaciones y debe
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pechar con las cargas que aquél consintió en vida, con lo que viene a ser
tanto sujeto activo, como pasivo de sus relaciones jurídicas patrimoniales
no debidamente extinguidas, accediendo de esta manera a una responsabilidad ilimitada e indiferenciada, de la que responden no sólo los bienes
hereditarios, sino también los propios».
Meridianamente claro: una responsabilidad ilimitada e indiferenciada,
de la que responden no sólo los bienes hereditarios, sino también los
propios.
2.2. El beneficio de inventario
Una vez aclarada esta responsabilidad, se nos plantea: ¿qué hacer cuando no tenemos claro si la herencia tiene un valor positivo o negativo, de
forma que se limite nuestra responsabilidad frente a los acreedores?
La respuesta nos la dan los artículos 1.010 y siguientes del Código
civil, relativos a la aceptación de la herencia a beneficio de inventario,
que tendrá para el heredero los efectos contenidos en el artículo 1.023
del Código civil:
«1º El heredero no queda obligado a pagar las deudas y demás cargas de
la herencia sino hasta donde alcancen los bienes de la misma.
2º Conserva contra el caudal hereditario todos los derechos y acciones que
tuviera contra el difunto.
3º No se confunden para ningún efecto, en daño del heredero, sus bienes
particulares con los que pertenezcan a la herencia».
Es decir, que no responderá con su patrimonio personal de las deudas
de la herencia, y además por virtud de la no confusión de patrimonios
conservará frente a la herencia todos los derechos y acciones que tuviera frente al difunto, como cualquier otro acreedor. Pero es heredero
aceptante, y podrá ejercitar todos los derechos del heredero; de igual manera, una vez liquidada la herencia mantendrá el remanente que pudie-
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se existir tal y como establece el artículo 1.032 del Código civil; aspectos ambos que ya dejó claros la sentencia del Tribunal Supremo de 1 de
mayo de 1930:
«Que la aceptación de la herencia a beneficio de inventario, en el supuesto de que se haya hecho con las formalidades que la ley exige, no produce más consecuencias que las que determina el artículo 1032 del Código Civil, que pueden concretarse en la exención por parte del heredero
de pagar con sus propios bienes las deudas y cargas que sobre aquélla pesen, ya que los de una y otro no pueden confundirse, y conservar cual si
fuera extraño cuantos derechos y acciones tuviera contra el difunto, pero
no por eso deja el sucesor de mantener los suyos como tal, para percibir el
sobrante que hubiera de la herencia, y tal aceptación no puede equipararse a la renuncia, que por modo absoluto separa las personalidades de causante y del heredero, de tal manera que en este último caso no tiene facultad para ejercitar acciones ni derechos correspondientes a la herencia que
voluntariamente repudió, pues con la aceptación, aunque limitada, continúa el interés propio personal íntimamente ligado con el de la herencia,
cuyos derechos de esta entidad abstracta alcanzan a los interesados en
ella, lo que impide la separación de personalidades al efecto de eximirse
cuando ejercitan acciones o se defienden de las entabladas contra aquélla
de la obligación que tienen de justificar, no sólo la pobreza legal de la entidad, sino la de los herederos en ella interesados, y en este sentido está
orientada la jurisprudencia, como se deriva de la doctrina sustentada en
las Sentencias, entre otras de 12 de abril y 19 de junio de 1902, 21 de
febrero de 1908, 17 de diciembre de 1913, 30 de abril y 13 de diciembre de 1929, estas dos últimas referentes a la misma parte recurrente».
Para poder disfrutar de esta limitación de responsabilidad el heredero
deberá cumplir los siguientes requisitos:
· Aceptar la herencia expresamente a beneficio de inventario ante
notario o ante el Juez (art. 1.011 del Código civil).
· Realizar un inventario fiel de los bienes de la herencia, que se
iniciará dentro de los treinta días siguientes a la citación de los
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acreedores y legatarios, y concluirá dentro de otros sesenta, salvo
que mediando causa justa el Juez prorrogue este término por el
tiempo que estime necesario, sin que pueda exceder de un año
(arts. 1.013 y 1.017 del Código civil).
En relación con esta materia debe destacarse que el Código no
exige que se haga una relación de las deudas conocidas en el momento de la formación del inventario, pero en mi opinión es altamente recomendable para aclarar la situación, especialmente si los
acreedores –obviamente los conocidos- son convocados al acto
formal de inventario; en esta fase no parece tan importante valorar
activos y pasivos como identificarlos.
· Hasta que se paguen las deudas conocidas y legados la herencia
se entiende en administración, función que puede ser ejercitada
por el heredero (arts. 1.020 y 1.026 del Código civil).
· Si fuese necesario vender bienes hereditarios para el pago de las
deudas, el artículo 1.030 del Código civil nos remite a las reglas
de la Ley de Enjuiciamiento Civil para las testamentarías, salvo
que todas las partes implicadas acuerden otra cosa.
Cuestión compleja es la del plazo para la solicitud del beneficio de
inventario; en principio, el heredero podrá formularla mientras no prescriban sus derechos o se produzca la “interpellatio in iure” del artículo
1.005 del Código civil; sim embargo el artículo 1.014 del mismo establece la siguiente regla especial:
«El heredero que tenga en su poder los bienes de la herencia o parte
de ellos y quiera utilizar el beneficio de inventario o el derecho de deliberar, deberá manifestarlo al Juez competente para conocer de la testamentaría, o del abintestato, dentro de diez días siguientes al en que supiere
ser tal heredero, si reside en el lugar donde hubiese fallecido el causante de
la herencia. Si residiere fuera, el plazo será de treinta días.
…».
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Este precepto y la brevedad del plazo han dado lugar a muchos problemas, sobre todo para determinar los supuestos en los que el heredero
tiene en su poder los bienes de la herencia, siendo cuestión difícil de
concretar con carácter general. Como curiosidad práctica, en un supuesto al que nos enfrentamos profesionalmente en mi anterior despacho y
en el que había serias dudas sobre la aplicación del mencionado precepto, optamos por hacer la aceptación a beneficio de inventario al día
siguiente de haber obtenido del notario la copia auténtica del testamento, bajo la asunción de que hasta ese momento el heredero no es formalmente conocedor de la delación; como nadie discutió el cumplimiento
de los plazos no sé si la solución es válida o no, aunque me parece una
postura defendible para lidiar con éxito tan breves plazos.
El procedimiento de formación del inventario no queda claro en el
Código civil, por lo que parece razonable acudir a lo establecido en los
artículos 790 y siguientes de la Ley de Enjuiciamiento Civil relativos a
la intervención del caudal hereditario, siendo fundamental la participación del Secretario judicial en todo el proceso; si hubiese dudas sobre la
inclusión o no de bienes en el inventario se resolverá en juicio verbal
(art. 794.4 de la Ley de Enjuiciamiento Civil).
Este régimen privilegiado requiere una actuación absolutamente honrada del heredero, por lo que el Código civil tiene las siguientes normas
penalizadoras:
· Si por culpa o negligencia del heredero no se principiare o no
se concluyere el inventario en los plazos y con las solemnidades
prescritas en los artículos anteriores, se entenderá que acepta la
herencia pura y simplemente (art. 1.018 del Código civil).
· El heredero perderá el beneficio de inventario: (i) si a sabiendas
dejare de incluir en el inventario alguno de los bienes, derechos o
acciones de la herencia y (ii) si antes de completar el pago de las
deudas y legados enajenase bienes de la herencia sin autorización
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judicial o la de todos los interesados, o no diese al precio de lo
vendido la aplicación determinada al concederle la autorización
(art. 1.024 del Código civil).
Como podemos ver de todo lo expuesto, el heredero que tenga la sospecha de que la herencia a la que ha sido llamado puede tener un valor
negativo dispone de un medio de limitar los riesgos mediante la aceptación de la herencia a beneficio de inventario. Esto le supondrá enfrascarse en un proceso probablemente largo y costoso pero que le evitará casi
con total seguridad otros quebraderos de cabeza y otros perjuicios patrimoniales quizás mayores.
Finalmente, debemos recordar que existen supuestos de beneficio de
inventario concedido “ex lege”:
· La herencia dejada a los pobres (art. 992 del Código civil).
· La herencia expresa a favor del Estado o cualquier otra corporación pública conforme a la Ley de Patrimonio de las Administraciones públicas (art. 20.1º de la Ley 33/2003 de 3 de noviembre).
· La herencia en favor de fundaciones (art. 22.1º de la Ley
50/2002 de 26 de diciembre de Fundaciones).
· El que venciera en la acción judicial reclamando una herencia
de la que otro se encuentra en posesión más de un año (art. 1.021
del Código civil).
· En el supuesto de concurso de la herencia (art. 3.4 de la Ley
Concursal).
Adicionalmente se plantea una duda con los incapacitados y los menores:
· El artículo 271.4º del Código dice que el tutor puede aceptar a
beneficio de inventario sin autorización judicial la herencia a la
que ha sido llamado el tutelado, por lo que es discutido si cual-
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quier aceptación que haga sin concurso judicial no lo es automáticamente a beneficio de inventario, sin necesidad de formular inventario formal.
· Más complicada es la cuestión de los menores sometidos a patria
potestad, ya que el art 166 del Código civil se limita a exigir autorización judicial para renunciar la herencia y señala que si ésta se
le negara se entenderá aceptada a beneficio de inventario.
De ese precepto, parte de la doctrina entiende que la aceptación en
nombre del hijo es siempre a beneficio de inventario, mientras que otros
autores entienden que los padres pueden aceptar a beneficio de inventario o pura y simplemente sin necesidad de autorización judicial.
En ambos casos la doctrina mayoritaria y la Dirección General de los
Registros y del Notariado tienden a considerar que en cualquier caso la
aceptación por padres y tutores es a beneficio de inventario y que la falta
de realización formal de éste no supone la pérdida del beneficio, aunque
ya digo que no es cuestión totalmente pacífica.
Finalmente en este apartado debemos mencionar la Disposición Final
Primera del Anteproyecto de Ley de Jurisdicción Voluntaria da nueva
redacción a los artículos 1.014, 1.017 y 1.020 del Código civil; si la
misma es finalmente aprobada por las Cortes Generales será posible realizar todo el procedimiento ante el Juez o ante notario, interviniendo
solo el Secretario del Juzgado si fuese necesario nombrar administrador.
2.3. La revocación de la aceptación de la herencia
Todo lo que hemos relatado anteriormente es de utilidad en los
supuestos de las deudas conocidas o al menos esperadas; pero ¿las desconocidas? ¿El aval prestado por el padre del que no hubo tiempo nunca
de hablar? ¿La deuda ganancial del yerno tarambana? ¿El atropello con
el coche del que no se dijo nada a la mujer? ¿Qué podemos hacer si
hemos aceptado pura y simplemente y luego viene la sorpresa?
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Para resolver esta cuestión debemos analizar con detenimiento el antes citado artículo 997 del Código civil, que establece el principio general de irrevocabilidad de la aceptación y sus excepciones:
«La aceptación y la repudiación de la herencia, una vez hechas, son
irrevocables, y no podrán ser impugnadas sino cuando adoleciesen de algunos de los vicios que anulan el consentimiento, o apareciese un testamento desconocido».
Es decir, que con carácter general la aceptación de la herencia es una
declaración de voluntad unilateral, no recepticia e irrevocable, de acuerdo con el principio “semel heres, semper heres” tal y como se desarrolla en
la sentencia del Tribunal Supremo de 28 de marzo de 2003:
«Dice la sentencia de esta Sala de 17 de octubre de 1975 que «los
ordenamientos legislativos y la doctrina científica de nuestra Patria, admiten varios casos de obligaciones creadas por la voluntad unilateral, (…), a
los que podemos añadir la aceptación y repudiación de herencia, que la doctrina califica como declaraciones de voluntad no recepticia, y cuya eficacia
obligacional proclama nuestro Código en el art. 997, y han sancionado la
jurisprudencia en multitud de sentencias entre las cuales cabe citar las de 25
de abril de 1928, 6 de marzo de 1944 , 23 de mayo de 1955 y 18 de
septiembre de 1975»; y, de acuerdo con el citado art. 997, «la aceptación y
la repudiación de la herencia, una vez hechas, son irrevocables, y no podrán
ser impugnadas sino cuando adoleciesen de alguno de los vicios que anulan
el consentimiento, o apareciese un testamento desconocido»; impugnación
que, en el presente caso, no se ha llevado a cabo por la heredera repudiante.
La jurisprudencia de esta Sala, en doctrina inveterada y aplicable por igual
a la aceptación y a la repudiación de la herencia, ha destacado el carácter
irrevocable de estos negocios jurídicos; refiriéndose a la aceptación de la
herencia (pero su doctrina es aplicable, se repite, a la repudiación) dice la sentencia de 23 de mayo de 1955 que «el art. 997, inspirado en la máxima
de Derecho romano “semel heres”, “semper heres”, mantenida en nuestro
Derecho tradicional por la Ley 18 en relación con la 11, título 6º, de la
Partida, declara irrevocable la aceptación de la herencia, de tal suerte que
una vez realizado el acto de la aceptación en alguna de las formas autori-
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zadas por los arts. 998 y 999, será ineficaz la posterior renuncia, y esto es
así porque la Ley no consiente que de modo temporal se asuma la cualidad
de heredero», y la sentencia de 15 de noviembre de 1985 afirma, con rotundidad, que «la aceptación de la herencia, al igual que ocurre con la repudiación, una vez realizada es irrevocable», y a la finalidad de evitar situaciones de temporalidad en los herederos que inspira el art. 997 se refiere
la sentencia de 4 de febrero de 1994.
La norma de irrevocabilidad de la aceptación y de la repudiación de la
herencia, es una norma imperativa cuya aplicación no puede ser eludida por
la parte una vez emitida la declaración de voluntad en que consiste, ni puede
ser dejada sin efecto por actos o declaraciones de voluntad en contrario, cualquiera que sea la proximidad en el tiempo entre estos actos o declaraciones
de voluntad y la repudiación de la herencia, y que el art. 997 no establece
distinción alguna a este respecto; de acuerdo con el texto legal, la eficacia de
la repudiación de la herencia sólo se ve alterada por la impugnación fundada en la existencia de algún vicio del consentimiento o en la aparición de un
testamento desconocido, ineficacia que ha de hacerse valer mediante el ejercicio de la correspondiente acción que aquí no ha sido utilizada».
Por tanto, solo en determinados supuestos extremos el heredero aceptante podrá impugnar su aceptación pura y simple –o su renuncia-; dejando de lado la aparición de un nuevo testamento, cuestión que se resuelve por sí sola, debemos recordar en primer lugar que de acuerdo con
el artículo 1.265, “Será nulo el consentimiento prestado por error, violencia, intimidación o dolo”; vicios del consentimiento que son definidos en los artículos 1.266 a 1.270 del Código civil. En lo que aquí nos atañe, esto es,
el error7 en la aceptación de la herencia debemos recordar que el artículo 1.266 dice:
7 La violencia, la intimidación o el dolo parecen más claramente vicios del consentimiento, o al menos parecen más fáciles de probar, con lo que nos centraremos en el análisis del error, vicio más complejo puesto que puede depender de la voluntad del propio
sujeto, o al menos de su actuación (o falta de actuación).
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«Para que el error invalide el consentimiento, deberá recaer sobre la sustancia de la cosa que fuere objeto del contrato, o sobre aquellas condiciones de la misma que principalmente hubiesen dado motivo a celebrarlo.
El error sobre la persona sólo invalidará el contrato cuando la consideración a ella hubiese sido la causa principal del mismo.
El simple error de cuenta sólo dará lugar a su corrección».
Sobre esta materia –supuesto complejo pero poco habitual- se ha venido produciendo escasa jurisprudencia; así la comentada en la introducción
sentencia de 24 de julio de 2013 del Juzgado de 1ª Instancia nº 1 de Jaén,
que según la información disponible no ha sido objeto de recurso y es por
tanto firme, o la sentencia de la Audiencia Provincial de Valencia de 23 de
octubre de 2006, que hace un repaso pormenorizado de la cuestión y a
pesar de su extensión reproducimos por ser clarificadora:
«La norma de irrevocabilidad de la aceptación de la herencia, es una
norma imperativa cuya aplicación no puede ser eludida por la parte una vez
emitida la declaración de voluntad en que consiste, ni puede ser dejada sin
efecto por actos o declaraciones de voluntad en contrario, cualquiera que sea
la proximidad en el tiempo entre estos actos o declaraciones de voluntad y
la repudiación de la herencia, y que el articulo 997 no establece distinción
alguna a este respecto. Por lo que se refiere al error como vicio del consentimiento dice la sentencia del TS 24 de enero de 2003 que “de acuerdo con
la doctrina de esta Sala, para que el error invalide el consentimiento, se ha
de tratar de error excusable, es decir, aquel que no se pueda atribuir a negligencia de la parte que lo alega, ya que el error inexcusable no es susceptible
de dar lugar a la nulidad solicitada por no afectar el consentimiento, señalándose que la doctrina y la jurisprudencia viene reiteradamente exigiendo
que el error alegado no sea inexcusable, habiéndose pronunciamiento por su
inadmisión, si este recae sobre las condiciones jurídicas de la cosa y en el
contrato intervino un letrado, o se hubiera podido evitar el error con una normal diligencia”; con cita de otras varias, la sentencia de 12 de julio de 2002
recoge la doctrina de esta Sala respecto al error en el objeto al que se refiere el párrafo 1º del art. 1265 del Código Civil y establece que “será determinante de la invalidación del contrato únicamente si reúne dos fundamen-
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tales requisitos: a) Ser esencial porque la cosa carezca de alguna de las condiciones que se le atribuyen, y precisamente de la que de manera primordial
y básica motivó la celebración del negocio atendida la finalidad de éste. b)
Que no sea imputable a quien lo padece y no haya podido ser evitado
mediante el empleo, por parte de quien lo ha sufrido, de una diligencia
media o regular teniendo en cuenta la condición de las personas, pues de
acuerdo con los postulados de la buena fe el requisito de la excusabilidad
tiene por función básica impedir que el ordenamiento proteja a quien ha
padecido el error cuando éste no merece esa protección por su conducta negligente ya que en tal caso ha de establecerse esa protección a la otra parte contratante que la merece por la confianza infundida por la declaración . En el
presente supuesto se alega por los demandantes apelantes que la sentencia
se basa en meras suposiciones sin embargo olvidan los recurrentes que invocado por ellos el error en el consentimiento, nada se ha probado por la actora, a quien le incumbe por alegarlo y esa falta de prueba a ella le perjudica
conforme a lo dispuesto en el articulo 217 de la Ley de Enjuiciamiento
Civil . Entiende la Sala en consonancia con el juzgador de instancia que
al afectar la responsabilidad civil exigida al causante de los demandantes al
propio edificio de los recurrentes , esa situación de deficiencias y vicios ruinógenos afectaban a la vida cotidiana y por lo tanto no quedaban limitados
al ámbito de la esfera profesional del causante , máxime cuando desde el
inicio han tenido su domicilio en el edificio en cuestión , por lo que antes
de proceder necesariamente tuvieron que haber juntas de propietarios de la
que formaban parte los recurrentes en consecuencia entiende la Sala que no
sólo no se ha acreditado ese error de forma fehaciente , prueba que incumbía a la parte actora sino que en caso de existir ese error , según la jurisprudencia dicha, no es inexcusable si no imputable a quien lo padece y hubiera ser podido ser evitado mediante el empleo, por parte de quien lo ha sufrido, de una diligencia media o regular, máxime cuando pudo y debió tener
conocimiento de lo acontecido en su Comunidad y si no asistió a ninguna
Junta ese desconocimiento a ella le es imputable . En definitiva, no siendo
este error invalidante del consentimiento al no ser inexcusable único supuesto en el que el articulo 997 del Código Civil admite, se ha de concluir con
la desestimación del recurso y, por tanto, con la confirmación de la sentencia
de instancia».
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Ante la falta de jurisprudencia expresa sobre esta materia podemos acudir a la jurisprudencia general en materia de error como vicio del consentimiento, de la que extraeremos criterios interpretativos plenamente aplicables, tal y como ha hecho la Audiencia en la sentencia anterior.
La doctrina8 ha mantenido reiteradas veces que deberá ser el heredero el que pruebe la existencia del error, con los problemas que eso supone; una parte de esta doctrina parece inclinarse con que no es suficiente un error genérico referente a que no existían deudas o a la existencia
de otros activos, sino que hace falta un error más profundo; así existiría
error en el supuesto de un causante médico que con posterioridad a su
fallecimiento es demandado por una mala práctica profesional. Otros
autores tienen una interpretación menos restrictiva del error en el aceptante, diciendo que basta el error en la composición de la herencia –desconocimiento de la existencia de pasivos o pérdida de pasivos que se
reputaban del causante- pero no en su valoración.
En conclusión, es posible revocar una aceptación de herencia basándose en el error del aceptante, pero este error debe ser esencial y además
excusable en quién lo padece, requisitos que en nuestra opinión –coincidente con la doctrina mayoritaria– deben ser interpretados restrictivamente, siendo solo aceptados en casos extremos en los que los hechos
dejen clara la situación de indefensión del aceptante que incurrió en
error; una interpretación distinta supondría un nivel de inseguridad jurídica intolerable para el tráfico económico.
La acción –o más probablemente, la excepción vía reconvención– debe ejercitarse dentro del plazo de caducidad de cuatro años a que se refiere el artículo 1.301 del Código civil; razonablemente el plazo debería
empezar a computarse desde que el heredero conoce la existencia del
error sufrido, ya que no tiene sentido aquí hablar de consumación del
8 Las diferentes posiciones doctrinales se recogen en la obra del profesor de Ángel Yagüez
citada en la bibliografía, a la que nos remitimos para un análisis más detallado.
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contrato, aunque una interpretación restrictiva nos podría llevar a considerar que el plazo se inicia en el momento de la aceptación, cuya consecuencia sería la irrevocabilidad de la aceptación cuando el error se
“detecte” pasados cuatro años desde la aceptación.
Finalmente, queda determinar las consecuencias de la revocación de
la aceptación; la doctrina mayoritaria considera que el heredero vuelve a
la posición original de deliberación, pudiendo optar por repudiar, o
aceptar, sea pura y simplemente o a beneficio de inventario, mientras que
para otros la impugnación de la aceptación supone la renuncia a la herencia. En mi opinión es correcta la posición mayoritaria, y el heredero
podrá, por ejemplo, aceptar a beneficio de inventario.
3. LA LEY DE DERECHO CIVIL FORAL DEL PAIS VASCO Y EL
BORRADOR DE PROYECTO
A pesar de que es el derecho que más nos afecta y el que centra estas
jornadas, poco me voy a extender sobre esta materia que será desarrollada de forma profunda y meritoria por el letrado que realizará la siguiente ponencia –Jesús Fernández Bilbao–, limitándome a transmitir unas
pinceladas y una opinión personal.
Las pinceladas –o más bien los brochazos– son que no es cuestión
pacífica la de la responsabilidad del heredero en el derecho de Bizkaia, y
que existen dos posiciones doctrinales contrapuestas, sin que exista jurisprudencia que las dirima:
Por un lado, se ha considerado que a falta de mención expresa en la
Ley 3/1992, de 1 de julio, del Derecho Civil Foral del País Vasco a la
cuestión de la responsabilidad del heredero, es de aplicación el régimen
general del Código civil por su carácter supletorio (art. 3.1 Ley 3/1992
y 4.3 del Código civil).
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Por el otro se ha considerado que la responsabilidad del heredero es
“intra vires” sobre la base de los antecedentes legislativos e históricos –especialmente en los supuestos en los que sólo había bienes troncales– y la
redacción del artículo 63 de la Ley 3/1992:
«Las deudas del causante se pagarán con el importe de los bienes muebles y de los bienes inmuebles no troncales, y sólo en defecto de unos y
otros responderán los bienes raíces troncales de cada línea, en proporción
a su cuantía».
Esto parecería dar pie a que no haya responsabilidad más allá de los
bienes de la herencia, en el orden establecido, aunque también puede inter pretarse simplemente como un orden de prelación en el pago de las
deudas.
Como decía dos posiciones doctrinales contrapuestas que no han sido
objeto de pronunciamiento jurisprudencial.
En cuanto a mi opinión personal –que no de la sala en la que me integro y que no ha tenido hasta la fecha oportunidad de pronunciarse sobre
el asunto–, y que gustosamente someto a cualquier otra mejor fundada en
Derecho, es que no existiendo precepto en la Ley 3/1992 que expresamente limite la responsabilidad del heredero a los bienes recibidos del causante, –y creo que no existe– nos encontramos ante una laguna que debe
ser completada a la luz del sistema de fuentes del derecho civil vasco.
Así, en primer lugar, deberemos acudir a “la costumbre y los principios
generales del derecho que lo inspiran, de acuerdo con su tradición”, en especial a
la costumbre, que deberá ser probada, tal y como dice el siguiente inciso del artículo 1 la Ley 3/1992; a falta de costumbre, regiría el Código
civil, declarado supletorio por el artículo 3.1 de la misma.
Es supone que con el texto vigente, aplica en esta materia –responsabilidad universal e ilimitada, beneficio de inventario, revocación de la
aceptación-, el Código civil salvo que, como hemos dicho, se probase la
existencia en Bizkaia de una costumbre contraria.
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No quiero hacer con esta opinión una profesión de fe antiforalista que
lleve las manos a la cabeza a los foralistas ante el peligro de una nueva y
agresiva línea jurisprudencial, pero entiendo que la ley dice lo que dice, y
eso es lo que quiere el legislador; está claro que la cuestión no es pacífica,
y puede que la sala –o yo mismo- diga otra cosa una vez leídos los argumentos jurídicos de las partes, pero con lo que he visto, es lo que pienso.
Dicho todo esto, el consejo práctico es –en caso de duda- aceptar expresamente a beneficio de inventario y proceder a su formalización, no
nos encontremos con un disgusto cuando la cuestión se dirima ante los
Tribunales.
La buena noticia –a mí personalmente el régimen de responsabilidad del
heredero en el Código civil no me gusta, y creo que puede dar lugar a
situaciones injustas- es que si la “Propuesta de ley civil vasca” que tratamos
en esta jornada sale adelante en sus términos actuales esta cuestión quedará
resuelta, ya que su artículo 21 dice expresamente en su apartado 2:
«El heredero responde de las obligaciones del causante, de los legados
y de las cargas hereditarias hasta el valor de los bienes heredados en el
momento de la delación».
Es decir, que la responsabilidad del heredero en el nuevo régimen será
“intra vires”, lo que me parece más justo, y además se hace referencia
expresa al valor de lo heredado, de tal forma que será posible pagar las
deudas de la herencia con bienes ajenos al caudal relicto, conservando los
adquiridos en su virtud; obviamente tendremos el problema de su valoración, pero ya no es una cuestión de derecho sino de hecho.
Echo de menos en el borrador un derecho de separación de patrimonios –unido a una obligación de formar inventario a instancia de los
acreedores- para salvaguardar los derechos de éstos, similar al contenido
en el artículo 461-23 del Código civil de Cataluña, que creo simplificaría la aplicación práctica del supuesto.
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4. OTROS DERECHOS FORALES
Los restantes derechos civiles forales o especiales mantienen posiciones diversas en materia de transmisión de las deudas a los herederos,
desde la limitación absoluta en su trasmisión –el llamado beneficio legal
de inventario9- hasta un régimen de transmisión idéntico al del Código
civil, que iremos viendo someramente a continuación:
I4.1 Aragón
El artículo 355 del Decreto Legislativo 1/2011, de 22 de marzo, del
Gobierno de Aragón, por el que se aprueba, con el título de «Código del
Derecho Foral de Aragón», el Texto Refundido de las Leyes civiles aragonesas tiene la siguiente redacción:
«1. El heredero, incluido el troncal, responde de las obligaciones
del causante y de los legados y demás cargas hereditarias exclusivamente con los bienes que reciba del caudal relicto, aunque no se
haga inventario.
2. Sin embargo, cuando los bienes heredados existentes no sean
suficientes, el heredero responderá con su propio patrimonio del
valor de lo heredado que enajene, consuma o emplee en el pago de
créditos hereditarios no vencidos; así como del valor de la pérdida o
deterioro que, por su culpa o negligencia, se produzca en los bienes heredados».
Es decir, que en los supuestos sometidos a la normativa aragonesa el
heredero solo responderá de las deudas del causante con los bienes adquiridos en virtud de la herencia –a salvo de la cláusula antiabuso contenida
en el párrafo segundo– pero en ningún caso con su propio patrimonio.
9 Esta expresión –aceptación de la herencia a beneficio legal de inventario- es el aplicado
en la práctica notarial a la hora de recoger las aceptaciones de herencias sometidas a derecho aragonés, como forma de recalcar lo que el derecho positivo en todo caso reconoce.
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Pero es que además el artículo 357 del Código del Derecho Foral de
Aragón expresamente establece que no habrá confusión de patrimonios ni
en daño del heredero ni de quienes tengan derechos sobre el caudal relicto,
sin que la aceptación de la herencia produzca la extinción de los derechos
y créditos del heredero contra la herencia, ni de los de esta contra aquél.
Por tanto, nos encontramos ante dos patrimonios distintos, aunque
tengan un mismo titular, al menos hasta que se salden las deudas de la
herencia.
Para el pago de las deudas el heredero puede utilizar tanto los bienes
de la herencia como su propio patrimonio, pero teniendo en cuenta que
si se excediere del valor de lo heredado en el pago a los acreedores, éstos
no estarán obligados a restituir, en aplicación de lo establecido en el artículo 361 del Código del Derecho Foral de Aragón.
Esta medida parece acertada, ya que permitirá a los herederos mantener la propiedad de bienes familiares –por ejemplo inmuebles- sin perjudicar los derechos de los acreedores, aunque siempre planteará problemas de valoración si con los bienes de la herencia no alcanza para pagar
todas las deudas y el heredero quiere mantener elementos del caudal
relicto pagando a los acreedores con sus propios bienes o derechos.
En resumen, que este mecanismo parece más que razonable para salvar los intereses de los acreedores del causante –que no nos olvidemos,
no deben tener expectativas sobre los bienes de sus herederos- y sobre
todo del heredero que actuando de buena fe, pero con desconocimiento de la situación real, no podrá encontrarse como responsable de las
deudas de su causante.
Como punto final, el artículo 343 del Código del Derecho Foral de
Aragón dice:
«1. La aceptación y la repudiación son actos unilaterales e irrevocables
del llamado a la herencia y sus efectos se retrotraen al momento del fallecimiento del causante».
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Es decir, que a diferencia del Código civil, no cabe impugnar la aceptación, lo que puede tener sentido en tanto que el régimen de responsabilidad “intra vires” limita los riesgos para el aceptante.
4.2 Navarra
La Ley 318 de la Ley 1/1973, de 1 de marzo, por la que se aprueba la
Compilación del Derecho Civil Foral de Navarra establece igualmente
una responsabilidad “intra vires” del heredero, al disponer:
«El heredero responderá frente a los acreedores hereditarios y legatarios con el valor de los bienes de la herencia exclusivamente; pero si se
excediere en el pago a los acreedores, éstos no estarán obligados a restituir.
Se considerarán también acreedores de la herencia los que lo sean por gastos de última enfermedad, entierro y funerales».
Como complemento al mismo, el siguiente precepto regula un beneficio de separación en virtud del cual los acreedores hereditarios podrán
solicitar del Juez la formación del inventario y la separación de los bienes de la herencia, con el fin de satisfacer con los mismos sus propios créditos, según su respectivo rango, excluyendo a los acreedores particulares
del heredero hasta la total satisfacción de aquellos créditos; momento
hasta el cual no se confundirán las deudas y créditos existentes entre el
heredero y el causante, ni se extinguirán las correspondientes garantías.
Esto supone que con una regulación más parca –por ejemplo no deja
claro si el heredero puede pagar las deudas de la herencia con bienes propios- la normativa navarra mantiene, al igual que la aragonesa, una limitación en la transmisión de deudas al heredero incorporando mecanismos de protección del acreedor del causante.
En materia de revocación de la aceptación o renuncia la Ley 315 establece un régimen similar al aragonés.
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4.3 Cataluña
El artículo 461-18 del Código civil de Cataluña establece un régimen
de responsabilidad del heredero similar al de territorio común:
«Por la aceptación de la herencia pura y simple, el heredero responde
de las obligaciones del causante y de las cargas hereditarias, no solo con
los bienes relictos, sino también con los bienes propios, indistintamente».
Adicionalmente el artículo 461-10 establece los supuestos en los que
la aceptación debe reputarse nula:
«1. Son nulas la aceptación y la repudiación hechas sin cumplir los
requisitos legales de capacidad o con la voluntad viciada por error, violencia,
intimidación o dolo. El error solo determina la nulidad de la aceptación o
repudiación si era excusable y fue determinante de la prestación del consentimiento. Se entiende que existe error si, con posterioridad, aparecen otras
disposiciones de última voluntad que eran desconocidas y que alteran sustancialmente el contenido del título sucesorio aceptado o repudiado».
Por su parte los artículos 461-14 y siguientes del Código civil de
Cataluña regulan el procedimiento de aceptación de la herencia a beneficio de inventario, con formalidades distintas a las de territorio común
pero con similares consecuencias.
Adicionalmente, deben tenerse en cuenta dos reglas especiales:
El artículo 461-16 establece un beneficio legal de inventario expreso
para
«los herederos menores de edad, tanto si están emancipados como si no
lo están, las personas puestas en tutela o curaduría, los herederos de confianza, las personas jurídicas de derecho público, y las fundaciones y asociaciones declaradas de utilidad pública o de interés social.También disfrutan del mismo las herencias destinadas a finalidades de interés general».
En aplicación del artículo 461-23
«Los acreedores por deudas del causante y los legatarios pueden solicitar al juez competente, en procedimiento de jurisdicción voluntaria, que
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el patrimonio hereditario sea considerado separado del privativo del heredero, para salvaguardar su derecho ante los acreedores particulares del
heredero. También pueden solicitarlo los acreedores del heredero, para salvaguardar su derecho ante los acreedores por deudas del causante».
Como se puede ver, Cataluña tiene un régimen similar al del Código civil pero dotado de mayor claridad en algunos casos, al tratarse de legislación
mucho más moderna, lo que ha permitido aclarar las dudas existentes.
4.4 Galicia e Islas Baleares.
Ni la Ley 2/2006, de 14 de junio, de Derecho civil de Galicia, ni el
Decreto Legislativo 79/1990, de 6 de septiembre, por el que se aprueba
el Texto Refundido de la Compilación del Derecho Civil de las Islas
Baleares contienen precepto alguno relativo a la responsabilidad del
heredero por las deudas del causante; esto supone que será de aplicación
en ambos territorios la normativa recogida en el Código civil de acuerdo con lo establecido en el artículo 1.3 de la Ley 2/2006 y el párrafo
tercero del artículo 1 del Texto Refundido.
5. CONCLUSIONES
La conclusión que debemos sacar de todo lo anterior es que nos encontramos ante una cuestión compleja a la que probablemente nos enfrentaremos los operadores jurídicos en múltiples ocasiones a partir de
ahora.
El consejo creo que debe ser acudir al farragoso inventario salvo que
sea meridianamente claro el valor positivo o negativo de la herencia
tanto en los supuestos sometidos al Código civil como en los sometidos
a la vigente normativa vasca; otra opción puede suponer cargar con las
deudas del causante, ya que la acción del 997 del Código civil es compleja y debe intentar evitarse.
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Me parece acertado que la nueva normativa vasca establezca una responsabilidad “intra vires” para las deudas de la herencia; como decía la
acompañaría de un derecho de separación de patrimonios para los acreedores tanto del causante como del heredero.
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Editorial Bosch, Barcelona, 2006.
Academia Vasca de Derecho
Boletín JADO. Bilbao. Año XII. Nº 25. Diciembre 2013, pp. 113-142
Zuzenbidearen Euskal Akademia JADO Aldizkaria. Bilbo. XII. urtea. 25 zk. 2013ko abendua, 113-142 or.
ISSN: 2173-9102
D.L./L.G.: BI-1677-03
Responsabilidad de los sucesores en
derecho civil común y en derecho
civil vasco. Estado de la cuestión
JESÚS FERNÁNDEZ DE BILBAO
Abogado y Miembro de la Junta Directiva de la AVD/ZEA
Grupo de Estudios de Derecho Civil Foral del Colegio de Abogados de Bizkaia
FECHA DE RECEPCIÓN / SARRERA-DATA: 2013/12/09
FECHA DE ADMISIÓN / ONARTZE-DATA: 2014/01/15
Resumen: La responsabilidad de los sucesores se traza de forma comparativa en el
Derecho civil común y en el Derecho civil vasco a través de los diferentes institutos sucesorios tales como el poder testatorio o la sucesión contractual y las diferentes figuras de la sucesión mortis causa. Se incluye una referencia a las acciones
para hacer efectiva la responsabilidad, a la normativa tributaria, de Seguridad Social
y Laboral, y a la Propuesta de Ley de Derecho civil vasco.
Palabras clave: Responsabilidad sucesores, Derecho civil común, Derecho civil
vasco, Acciones para exigir la responsabilidad, Propuesta de Ley de Derecho civil
vasco.
Oinordekoen erantzukizuna zuzenbide zibil erkidean eta euskal zuzenbide zibilean.
Gaiaren egoera.
Laburpena: Oinordekoen erantzukizuna azaltzen da erkaketaren bidez, dela zuzenbide zibil erkidean, dela euskal zuzenbide zibilean. Horretarako erakunde juridiko batzuk erabiltzen dira: testamentu bidezko ahalordea, oinordetza-itunak, eta
mortis causa oinordetzaren mota desberdinak.. Aldi berean, erantzukizuna gauzatzeko akzioei buruzko aipamena egiten da, zerga, Gizarte Segurantza, Lan Zuzenbidea eta Euskal Zuzenbide Zibilaren Legearen Proposamenaren aldetik.
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Gako-hitzak: Oinordekoen erantzukizuna, Zuzenbide zibil erkidea, Euskal zuzenbide zibila, erantzukizuna eskatzeko akzioak, Euskal zuzenbide zibilaren Legearen Proposamena.
Successor liability in Basque civil law and Spanish common law. Current status.
Abstract: Successor liability is scaled comparatively in Basque civil and common
law through the various succession options such as a testamentary power or contractual succession and different aspects of a succession mortis causa. A reference
to the actions so as to enforce the liability, tax, social security and industrial relations legislation, and the Draft Bill on Basque civil law is included.
Key words: Successor liability, Spanish common law, Basque civil law, Actions to
enforce liability, Draft Bill on Basque civil law.
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Responsabilidad de los sucesores en derecho civil común y en derecho civil vasco.
Estado de la cuestión
SUMARIO: 1. INTRODUCCIÓN. 2. LA RESPONSABILIDAD DEL SUCESOR: SISTEMAS COMPARADOS Y SISTEMA DEL C.C. 3. DIFERENTES LLAMAMIENTOS Y RESPONSABILIDAD RESPECTIVA EN
DERECHO COMÚN ESPAÑOL. 4. SISTEMA DE DERECHO CIVIL
VASCO, ESQUEMA GENERAL. 5. SUCESORES CONTRACTUALES Y
RESPONSABILIDAD. 6. PODER TESTATORIO Y RESPONSABILIDAD.
7. RESPONSABILIDAD DE LEGITIMARIOS, PARIENTES TRONQUEROS, DEL CÓNYUGE VIUDO, RESERVATARIOS Y REVERSIONISTAS. 8. ACCIONES PARA HACER EFECTIVA LA RESPONSABILIDAD. 9. REFERENCIA A LA NORMATIVA TRIBUTARIA, DE LA SEGURIDAD SOCIAL Y LABORAL. 10.-LA PROPUESTA DE LA LEY DE
DERECHO CIVIL VASCO. 11. BIBLIOGRAFÍA.
1. INTRODUCCIÓN
“La muerte no es el final…”. Desde luego no lo es en el mundo del Derecho, donde no es causa de extinción de las obligaciones (art. 1156 del
Código civil –C.c., en lo sucesivo–), como lo demuestra la conversión
del concurso de la persona física en concurso de su herencia por la
muerte de la primera (art. 3.4 y 182.1 de la Ley Concursal).
Por tanto, el principio general según el cuál el deudor responde de sus
obligaciones con todos sus bienes presentes y futuros (art. 1911 del C.c.),
no se excepciona por su óbito, pues su patrimonio sigue afecto al pago
de sus deudas (art. 6.4 de la LEC) aunque se haya extinguido la personalidad de aquél (art. 32 del C.c.)1.
1 Tampoco la extinción de la sociedad con cierre de su hoja registral extingue las deudas pues el art. 399 del T.R. de la Ley de Sociedades de Capital que establece que (disuelta, liquidada una sociedad y cancelada su hoja registral) “1. Los antiguos socios responderán
solidariamente de las deudas sociales no satisfechas hasta el límite de lo que hubieran recibido como
cuota de liquidación. 2. La responsabilidad de los socios se entiende sin perjuicio de la responsabilidad de los liquidadores”. Ni siquiera tras la extinción de la personalidad jurídica de la sociedad por liquidación en sede del Concurso de Acreedores (art. 35 del C.c. y 178.3 de la
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Tanto el Derecho común como el Derecho Civil Vasco admiten dos
for mas básicas de suceder: la voluntaria y la legal. Esta última, en Derecho Civil Vasco, puede ser abintestato, sucesión forzosa o legítima, la
troncalidad, las reservas y las reversiones. Queremos decir que la Ley
3/1992, de 1 de julio, del Derecho Civil Foral del País Vasco (LDCFV,
en adelante) no se aparta sino se entronca con los modos de adquirir del
art. 609 del C.c. cuyo párrafo 2º dice que “La propiedad y los demás derechos sobre los bienes se adquieren y transmiten por la ley, por donación, por sucesión testada e intestada, y por consecuencia de ciertos contratos mediante la tradición”. El hecho de que, dentro de la variedad de medios que este precepto establece para el tránsito de la propiedad de una persona a otra, el Derecho Foral Vasco arbitre alguno más que en Derecho común no supone derogación alguna de que la muerte no extingue las obligaciones (art.
1156 del C.c. y 182 de la Ley Concursal), como hemos dicho y que los
sucesores deban estar “a las duras y a las maduras”, sin que sea posible arbitrar “terceras vías”, “motores de agua” que permitan a dichos sucesores quedarse con el activo del difunto y dejarles a los acreedores de éste, o de la
herencia, “con un palmo de narices”. Hablamos del universal principio de
“antes es pagar que heredar”.
En última instancia el sentido profundo del art. 609 del C.c. es que
cualquier movimiento patrimonial debe acogerse a dicho precepto, por
respeto obligado al art. 10.1 de la Constitución, que proclama el respeto
a la ley y a los derechos de los demás como fundamento del orden político y de la paz social y así la STS, Sala 1ª, de 12-02-1993 cita la precedente STS, Sala 1ª, de 05-05-1958 al invocar como principio ético el de
Ley Concursal) extingue las deudas. Bien al contrario, conforme al art. 178.2 de dicho
texto legal en los casos de conclusión del concurso por liquidación o insuficiencia de masa
activa, el deudor quedará responsable del pago de los créditos restantes y los acreedores
podrán iniciar ejecuciones singulares, en tanto no se acuerde la reapertura del concurso o
no se declare nuevo concurso. Es más el siguiente art. 179.2 de la Ley Concursal ordena
que la reapertura del concurso de deudor persona jurídica concluido por liquidación o
insuficiencia de masa será declarada por el mismo juzgado que conoció de éste, y se limitará a la fase de liquidación de los bienes y derechos aparecidos con posterioridad.
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que “nadie puede desposeer a otro sin la voluntad del despojado y por su propia
decisión, cualquiera que sea el medio aparente empleado”. Creemos que el art.
609 del C.c. es de relevancia cuasi constitucional junto con el art. 1911
del C.c., como base del derecho a la propiedad privada y a la herencia
(art. 33 de la Constitución). En ningún apartado de la LDCFV se excluye la aplicación de estos artículos, bien al contrario, dentro de la sabia línea iniciada por el Fuero de 1506 (ley 3ª del Título XXXVI) el Derecho
Común es supletorio en defecto de las leyes del Fuero2, lo mismo que
en la Compilación de 1959.
A mayor abundamiento, la LDCFV no pretende ser exhaustiva sino
que, acertadamente, regula sólo ciertas especialidades: A) la Troncalidad,
art. 17 y ss. de la LDCFV; B) el testamento “hil buruko”; C) el testamento por comisario (art. 32 y ss. y 164 y ss.); D) el testamento mancomunado (art. 49 y ss. y 172 y ss.); E) los pactos sucesorios (art. 74 y ss. y 179
y ss.); F) la sucesión forzosa o legítima (art. 53 y ss. y 153 y ss.) y G) los
derechos del cónyuge viudo en Bizkaia (art. 58).
Por lo demás, se apoya en el Derecho común español (art. 3) de ahí
que: 1.- la apertura de la sucesión (art. 40 de la LDCFV, salvo el poder
sucesorio); 2.- las distintas formas de suceder (heredero, legatario, legatario en parte alícuota, art. 46 y 74); 3.- el objeto de la sucesión; la capacidad, prohibiciones y dignidad para suceder; 4.- las formas testamentarias
del derecho común; 5.- las diferentes fases del fenómeno sucesorio en
tor no a la adquisición de la herencia (pendencia, nacencia, aceptación/repudiación, indivisión) y, en consecuencia, 6.- la aceptación, la repudiación, el beneficio de inventario y derecho de deliberar y la confu2 Y los pactos no pueden ir contra las normas imperativas, cuál es obviamente la de pagar
a los terceros, “antes es pagar que heredar”, pues las Partidas, Derecho supletorio del Fuero
de 1506 (ley 3ª del Título XXXVI) establecieron no sólo el equivalente al actual art.
1911 del C.c. (Ley 1ª del Título XV de la Partida 5ª), sino igualmente la responsabilidad
por deudas del heredero, salvo aceptación a Beneficio de Inventario (Ley 1 y 5, Título
VI, Partida 6ª) y muy específicamente los antecedentes de los actuales art. 642 y 643 del
C.c. (Leyes 1 y 2 del Título IV de la Partida 5ª ), como luego veremos.
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sión o separación de patrimonios con el causante; 7.- la posición de los
acreedores frente a la herencia y los herederos y 8.- la comunidad hereditaria y su partición, se suplan con el Código civil.
En el párrafo anterior ya hemos adelantado alguna de las conclusiones que luego asentaremos –a modo de opinión, nadie es jurisconsulto,
ahí están el art. 1.7 del C.c. y el art. 2 de la LDCFV– en el propio texto
de la última norma citada.
II. LA RESPONSABILIDAD DEL SUCESOR: SISTEMAS COMPARADOS Y SISTEMA DEL C.C.
Los hechos o actos o negocios jurídicos a los cuales el ordenamiento
les atribuye el poder o la virtud de hacer nacer o traspasar el dominio y
demás derechos son en sentido amplio sucesión pues sucesión de titularidades hay. Su tipificación legal de los modos de adquirir la contiene el
art. 609 del C.c. (Ocupación, sucesión por causa de muerte, tradición
aneja a ciertos contratos, usucapión) y por mor de los art. 353 y ss. del
mismo texto legal, la accesión.
2.1. Concepto
En sentido amplio, sucesión, frente a los modos originarios de adquirir (ocupación, accesión y usucapión), hace referencia a los derivativos,
es decir, la transferencia de derechos ya detentados previamente por alguien, cuyo principio de cabecera es “Nadie puede transferir ni transmitir
más derechos de los que tiene”.
2.2 Clases
Dicha adquisición derivativa puede ser a título universal y singular y
por actos entre vivos o por causa de muerte. En sentido más restringido,
la sucesión generalmente entendida es a título universal. La adquisición
bien a bien se denomina sucesión a título singular, aunque es equívoco
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usar el término “sucesión”, puesto que, en principio, su esencia es precisamente que no hay subrogación en la posición jurídica del transmitente,
como en la sucesión universal, sino adquisición de bienes y derechos
concretos por actos inter vivos o mortis causa, eso sí con un status muy
diferente a la transmisión entre vivos, específicamente cara a la responsabilidad, como veremos.
El fenómeno de la sucesión universal se da en el Derecho civil y en
el mercantil3. En el ámbito del Derecho Civil se da en el caso de la herencia (artículo 661 del C.c. “Los herederos suceden al difunto por el hecho
sólo de su muerte en todos sus derechos y obligaciones”). En el ámbito del Derecho Mercantil son la escisión –STS, Sala 1ª, de 27-01-2006-, fusión
–STS, Sala 1ª, de 12-01-2006-y cesión global del activo y pasivo de las
sociedades -STS, Sala 1ª, de 29-11-1999– (art. 22 y ss., 68 y ss. y 81 y ss.
de la Ley 3/2009, de 3 de abril, sobre modificaciones estructurales de las
sociedades mercantiles) los supuestos de sucesión universal. El traer a
colación esta normativa mercantil no es por prurito sino porque, entendemos, ha de interpretarse ésta por aquélla no sólo por la remisión de los
art. 1708 del C.c. y 50 del C.d.c. al C.c., sino por su elemental analogía
para lo que basta comparar los art. 227 y ss. del C.d.c. (liquidación de
compañías mercantiles, colectiva y comanditaria) y los 1010 y ss. del C.c.
(liquidación hereditaria, a la que se remite la liquidación de la sociedad
civil, por cierto, ex art. 1708 del C.c.).
Pero cuando se habla de la sucesión se suele tratar de la sucesión universal por causa de muerte, generalmente y, de modo incidental la sucesión
mortis causa a título singular, cuya oposición maniquea describe la STS,
Sala 1ª, de 22-01-1963: “la sucesión por razón de sus efectos puede ser a título
3 En otras partes del Ordenamiento Jurídico, la sucesión es en general limitada a una
“explotación, industria o negocio”. Así, el art. 127 del Real Decreto Legislativo 1/1994, de
20 de junio, por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley General de la Seguridad
Social; art. 44 del Real Decreto Legislativo 1/1995, de 24 de marzo, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley del Estatuto de los Trabajadores y art. 42.1.c) de la Ley
58/2003, de 17 de diciembre, General Tributaria.
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universal o particular, según que el patrimonio del “decuius” pase como un todo a
los herederos, constituyendo una adquisición colectiva, simultánea, unitaria,“per universitatem”; o sea separados de esta masa bienes singulares y atribuidos individualmente a ciertas personas”, caracterizándose “la sucesión a título universal equivale
a herencia en sentido subjetivo, “quam sucesorio in universum jus quod defunctus
habuerit”, ocupando el heredero en la sucesión universal la misma posición jurídica
que tendría el causante con respecto a las relaciones todas, que no son inherentes a
la personalidad de éste y que no son atribuidas como bienes independientes, aislados, a un determinado sujeto, mientras en la sucesión a título particular la transmisión se opera para uno o más derechos singulares del causante…”.
2.3 Sistemas de sucesión desde el punto de vista de la responsabilidad
a) Sistema anglosajón: Se desconoce la subrogación del heredero en la
persona del causante para lo que es imprescindible la figura de una
previa liquidación, tras la cuál se entrega el patrimonio remanente
a los sucesores.
b) Sistema romano: En los sistemas fuertemente romanizados (p.ej.
Alemania, Italia, Baleares y Cataluña) hay una total incompatibilidad entre la sucesión testada y la intestada pues siempre es precisa
la figura de un heredero (testamentario o abintestato) como sucesor legal universal, si bien matizada la extensión de la responsabilidad por deudas del causante y de la herencia a través del beneficio
de inventario.
c) Sistema germánico: Los germanos decían que la sucesión era una
suerte de coposesión y condominio que a la muerte del jefe de familia
era continuada por sus herederos de sangre. El heredero adquiría los
bienes en mérito a esa copropiedad preexistente es que éste resultaba
un sucesor en los bienes, sin necesidad de acudir al artificio de la continuación de la persona. El patrimonio transmitido no se confunde
con los bienes personales del heredero y, por tanto, él no está obligado
personalmente por el pasivo hereditario: su responsabilidad se reduce
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a responder exclusivamente con lo que ha recibido. Este punto de vista
es sugestivo históricamente porque el causante vizcaíno no podía disponer de una fracción mínima de sus bienes (1/5 del común y nada
de los troncales). Sin embargo, no casa porque hablamos de la legítima
de 4/5, la castellana de las Partidas, la transmisión provenía vía testamentaria o donación universal, precisamente para elegir a un sucesor,
apartando a los demás, y requería por tanto aceptación y la norma
sobre responsabilidades, pues ordenaba el Fuero de 1526 (Ley XIV del
Título XX) “Con que si deudas oviere, y bienes muebles el que tal raíz
tuviere; de lo mueble se paguen las deudas, y no de la raíz”. Ello contrasta notablemente con que la Ley 454 de las Leyes de Toro de 1505
(veintiún años anterior al Fuero Nuevo y sin duda se tuvo presente en
su redacción) sí que establecía el sistema de sucesión automática en
bienes de mayorazgo, notablemente similar a los troncales. Por el contrario el sistema vizcaíno de siempre ha establecido el sistema de sucesión voluntaria sujeta a la restricción de dejar los bienes troncales o
finca a ciertos parientes (que llama profincos, de finca). Efectivamente, la Ley V del Título XXI del Fuero de Vizcaya de 1526 establecía la
intangibilidad de la legítima y de los bienes Troncales y la Ley VIII del
mismo Título regulaba el abintestato sobre los bienes troncales. Es decir, permitía al testador elegir entre sus parientes de línea y grado preferente a quién dejaba los bienes troncales. Esta distinción es de la máxima importancia para comprender el sistema sucesorio vizcaíno,
como veremos en el capítulo correspondiente.
d) Sistema de Derecho común español: Se ha calificado de como fuertemente patrimonialista más que personalista, o sea, no es tan importante la existencia de un subrogado o continuador (el heredero) en la
4 “Mandamos que las cosas que son de mayoradgo agora sean villas ó fortalezas ó de cualquier calidad que sean, muerto el tenedor del mayoradgo, luego sin otro acto de aprehension de posesion, se transpase la posesion civil é natural en el siguiente én grado, que segun la disposicion del mayoradgo debiese subceder en él, aunque haya otro tomado la posesion dellas en vida del tenedor del mayoradgo, ó
el muerto, ó dicho tenedor la haya dado la posesión dellas”
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personalidad jurídica del causante como la afectación de todos los
bienes de la herencia al pago de las deudas de ésta y del causante, un
sistema “fuertemente patrimonialista”5.Vamos a sus caracteres, algo más
útil que hallar su enclavamiento en un estereotipo:
1. La sucesión parte de que la muerte no determina la vacancia de
derechos y obligaciones (art. 440 y 657 del C.c.6), sino el llamamiento a que alguien se coloque en ellos (art. 659 del C.c.7), en
principio de manera voluntaria y supletoriamente por Ley (art.
658 del C.c.), de hecho en último lugar sucede el Estado (art.
913 del C.c.). En el período que media entre la apertura de la
sucesión y su consumación por la aceptación la herencia yacente es un patrimonio autónomo al que le son imputables responsabilidades (art. 1026 del C.c., art. 6.4 de la LEC y art. 1.2, 3.4,
40.5 y 182 de la Ley Concursal).
2. Que es necesario dicho sucesor pero que no es preciso que sea un
sucesor universal lo aclaran el art. 912.2 del C.c. (que abre la sucesión intestada cuando el testamento no contiene institución de
heredero en todo o en parte de los bienes, o no dispone de todos
5 STS, Sala 1ª, de 5-11-2012: “En otras palabras, la sucesión mortis causa no es otra cosa que subentrar una persona en la universalidad de relaciones jurídicas (el heredero) o en una o varias concretas (el
legatario o heredero ex re certa) de la persona que era titular de las mismas, por causa de la muerte de
ésta. Es un concepto jurídico –nomen iuris– no económico, viene referido a unidad de patrimonio, no a
bienes concretos; así, procedente del Derecho romano, no se produce la transmisión de cada una de las
relaciones jurídicas, sino del conjunto –conjunto como tal– de las del causante. Las relaciones económicas forman el concepto de patrimonio. Lo que no se acepta es la doctrina, que había sido mantenida en
tiempos pretéritos, de que el heredero continúa la personalidad del causante; no es así: la personalidad
se extingue por la muerte (artículo 32 del Código civil y lo dice expresamente la sentencia de 2 junio
2004) y el artículo 657, así como el 659, no se refieren a la personalidad, sino a los derechos (…) De
todo lo anterior se desprende una conclusión muy clara. Los herederos defienden los derechos, no ya del
causante, sino los propios, que han heredado –transmisión mortis causa– del causante”.
6 Art. 657 del C.c. “Los derechos a la sucesión de una persona se transmiten desde el momento
de su muerte”.
7 Art. 659 del C.c. “La herencia comprende todos los bienes, derechos y obligaciones de una persona, que no se extingan por su muerte”.
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los que corresponden al testado, en cuyo caso, la sucesión abintestato tendrá lugar solamente respecto de los bienes de que no
hubiese dispuesto) y el art. 891 del C.c. (“Si toda la herencia se distribuye en legados, se prorratearán las deudas y gravámenes de ella entre
los legatarios a proporción de sus cuotas, a no ser que el testador hubiera dispuesto otra cosa”)8.
Efectivamente, “En nuestro derecho ni es obligatoria la institución de
heredero, ni ésta ha de recaer necesariamente a favor de heredero forzoso,
pues estos sólo tienen derecho a la legítima” (STS, Sala 1ª, de 17-071996) y hay una perfecta compatibilidad entre la institución de
heredero y el nombramiento de legatarios “y en una situación de
prelegado, en tradición de Derecho Romano, estimante de compatibilidad
entre las cualidades de heredero y de legatario, al no considerarse en la
doctrina moderna que frente al legatario exista una persona distinta que,
como heredera, haga entrega del legado, de tal manera que el prelegado
no difiera en definitiva, del legado común, y el heredero lo percibe con entera independencia de lo que le corresponde a titulo de herencia” (STS,
Sala 1ª, de 14-02-1989), de modo que en el legado de cosa especifica (art. 882 del C.c.) el legatario adquiere su propiedad desde
que muere el testador, lo que implica como declara la sentencia
del STS de 25-05-1992, que tales bienes no entran a formar
parte del caudal hereditario sobre el que ha de versar las operaciones particionales (SAP de Sevilla, Sec. 2ª, de 2-06-2003).
3. Nuestro Código civil ahorma a sólo dos “vías” el llamamiento
para que alguien puede suceder a otro “mortis causa”, la institución
de heredero, el legado y poco más9. El primero es un sucesor uni8 El artículo 891 del Código civil: La distribución de toda la herencia en legados. Evelia
Muñoz Sánchez-Reyes. Tirant lo Blanch, Valencia, 1996.
9 Luego bosquejaremos las instituciones intermedias entre estas estándares de legatario y
heredero: Heredero en cosa cierta, legatario de parte alícuota. Asimismo veremos otras
atribuciones: Derechos viudales, legítima, reservas y reversiones.
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versal, sucede en todas sus relaciones jurídicas activas y pasivas
(transmisibles por su muerte10), mientras que el segundo sólo sucede en relaciones jurídicas activas concretas y determinadas y sólo
puede ser gravado hasta el límite de lo legado (art. 858 del C.c.).
En consecuencia, la responsabilidad del sucesor habrá de dilucidarse ahormando a una de esas dos vías los casos que nos encontremos. Así, la antes citada STS, Sala 1ª, del 22-01-1963, distingue:
“... para que pueda ser calificado de heredero el llamado a una sucesión,
ha de reunir un doble requisito: a) Carácter universal del llamamiento;
y b) Que tenga lugar el mismo a título de herencia y no de legado, es
decir, voluntad evidente de asignar al sucesor nombre y carácter de heredero (artículo 668), de tal forma que si el primer requisito no mediare,
y en lugar de atribución universal el llamamiento se limita a circunscribirse a cosa cierta y determinada, no habría heredero sino legatario (artí10 El objeto de la sucesión. La herencia (art. 659 del C.c.) comprende todos los bienes,
derechos y obligaciones de una persona, que no se extingan por su muerte. Diferentes son:
a) La sucesión en bienes vinculados (mayorazgos, títulos nobiliarios, capellanías), por
excepcionales. b) En los patrimonios y bienes familiares (Estatuto de la Explotación Familiar Agraria, Ley de Reforma y Desarrollo Agrario..., c) No comprende los bienes y
derechos que se extinguen por la muerte (plaza de funcionario, puesto de trabajo), los de
carácter familiar o de relaciones personalísimas. d) No comprende los bienes derechos que
no integran el caudal por tener un destino predeterminado por el título adquisitivo o por
la ley o que están desvinculados de la sucesión (art. 1.321 del C.c.; los arrendaticios,
L.A.U. y L.A.R.; los bienes donados con cláusula de reversión a favor de tercero, art. 641
del C.c.; el supuesto del art. 812 o el capital de un seguro de vida con tercero beneficiario, arts. 82, 85 y 88 Ley del contrato de seguro de 1980 y las indemnizaciones a causa de
muerte, por ejemplo), pues para que haya transmisión es menester que el difunto haya sido
propietario del bien o titular del derecho; el sucesor ocupa entonces el lugar del difunto
en la relación jurídica preexistente al deceso. Por lo contrario, no hay transmisión hereditaria cuando el bien queda adquirido para el heredero el día del deceso, sin haber figurado nunca en el patrimonio del de cujus. En ese caso, el heredero tiene un derecho propio y no un derecho transmitido. Así es el caso de los bienes y derechos, como los provenientes del Contrato de Seguro de Vida, cuya adquisición está subordinada al deceso del
testador. Los bienes y derechos provenientes del Contrato de Seguro de Vida no son bienes materia de Sucesión (STS de 22-10-1927, 24-01-1928 y 22-12-1944).
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culo 768), y si falta el “nomen heredis”, es decir, la expresión formal en
el testamento de asignar este carácter de universalidad al sucesor, se estará en presencia de un legado, que si estriba en una cuota, será el legado
de parte alícuota, de tradición en nuestro Derecho…”.
4. En teoría, en Derecho común, la transmisión por actos a título
oneroso no supone la de deudas sino sólo el bien de que se trate11
(art. 609, 1445, 1462 del C.c. y art. 34 de la Ley Hipotecaria), más
lo cierto es que ello sólo es predicable respecto de los actos y negocios a título singular, no de las sucesiones universales (cfr. Ley sobre modificaciones estructurales de las sociedades mercantiles, art.
149 de la Ley Concursal, art. 127.2 de la LGSS, art. 44 del Estatuto
de los Trabajadores y art. 42 de la Ley General Tributaria). Igualmente, la transmisión de bienes concretos a título gratuito inter
vivos tampoco supone per se transferencia de deudas (art. 609, 618
y 642 del C.c.) pero ello no supone que no esté afectada por la
existencia de deudas, como se demuestra por la rescisión en beneficio de los acreedores de las donaciones (art. 643, 1291.3, 1297 del
C.c., art. 71 de la Ley Concursal y art. 37 de la Ley Hipotecaria),
reducción de su protección registral (art. 34 in fine de la Ley
Hipotecaria) y que la transmisión por actos a título singular mortis causa, como el legado, también está afectada por las deudas del
causante y de la herencia (art. 858, 891 y 1029 del C.c. y art. 42 y
ss. de la Ley Hipotecaria y art. 3.4 y 182 de la Ley Concursal).
11 STS, Sala 4ª, de 15-07-2003 “lo que está haciendo es equiparar esta modalidad de sucesión
a lo que ya está previsto en el Código Civil para la sucesión “mortis causa”, pues la responsabilidad de los herederos en caso de transmisiones por causa de muerte ya está garantizada por las normas generales en materia de sucesión a salvo la aceptación de la herencia “a beneficio de inventario” –arts. 659 y sgs del Código Civil–, y si contiene aquella concreción es porque en nuestro Código Civil no existe esa misma previsión de responsabilidad por transmisiones derivadas de actos
“inter vivos”, como sin embargo sí que existe en el Código de Comercio alemán o en el Código
Civil italiano, a los que el art. 44 ET se acomodaría en esta interpretación que defendemos”.
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5. No obstante, podemos concluir que el sistema parte de la necesidad de pagar las deudas del causante y de la herencia (art.
1911 del C.c. y Ley Concursal), hasta el punto que se establece
una preferencia al pago: 1º.- Acreedores del causante y de la herencia (art. 1027 del C.c. y 782.4 y 782.4 y 786.2.3º de la LEC);
2º.- Legitimarios (art. 813 del C.c.); 3º.- Legatarios (art. 1026 del
C.c.), 4º.- Herederos voluntarios (art. 1026 del C.c.) y 5º.Acreedores particulares de los herederos (art. 1034 y 1083 del
C.c. y art. 782.5 de la LEC).
6. Salvo GARCÍA VALDECASAS12, entiende la mayor parte de la Doctrina, que la delación o llamamiento no convierte al llamado en
heredero, sino que para ello hace falta un acto de aceptación expresa o tácita, incluso automática, sin perjuicio de la repudiación
con efectos retroactivos, como si no hubiera adquirido nunca, como el legado de cosa propia específica y determinada del testador
(art. 882 del C.c.) que permita entender que se ha producido en
forma tácita, mecanismo jurídico que podemos extender a todos
los llamamientos sucesorios (herederos, legatarios, legitimarios,
derechos viudales, reservas y reversiones) y que produce efectos
retroactivos a la apertura de la sucesión (art. 440, 661 y 989 del
C.c.). Repudiar el llamamiento hecho al sucesor es pues, principio de autorresponsabilidad (art. 888 y ss. y 988 del C.c.), pues la
aceptación y repudiación de la herencia son actos enteramente
voluntarios y libres, sin que (art. 990 del C.c.) la aceptación o la
repudiación de la herencia pueda hacerse en parte, a plazo, ni
condicionalmente y desde luego nadie se puede echar atrás, es
irrevocable (art. 997 del C.c.) y, al efecto (art. 6.1 del C.c.), la ignorancia de las Leyes no excusa de su cumplimiento.
12 GARCÍA VALDECASAS, Guillermo. “La adquisición de la herencia en Derecho español”. Revista de Derecho Privado. Madrid. 1.944.
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7. La responsabilidad inherente a dicha aceptación varía desde la fusión de patrimonios (en perjuicio del heredero, no de los acreedores de éste, art. 1003 del C.c.) por la aceptación de la herencia
sin beneficio de inventario, aceptación a beneficio de inventario
(no confusión de patrimonio y responsabilidad de las deudas del
causante y la herencia con los bienes de ésta, art. 1023 del C.c.)
y la de los legatarios (art. 858 del C.c.) con los bienes legados o
hasta el valor de dichos bienes.
8. Propiamente la Ley no contempla un derecho de los acreedores
a la liquidación (art. 781 de la LEC13), sólo a intervenir en ella (art.
1083 del C.c. y art. 782.5 de la LEC); lo que hace es prohibir el
reparto del haber social entre los herederos y legatarios mientras
no hayan sido satisfechos todos los acreedores (art. 1026 y 1084 del
C.c. y 782.4 de la LEC). Efectivamente, el sistema no releva al sucesor en bienes de la responsabilidad por deudas porque le da plena libertad, pero una libertad responsable cara a liquidar la herencia. El principio general es que los sucesores mortis causa están
afectos al pago de las deudas del causante y de ésta, y sólo estarán
a las “maduras” de recibir si extreman su celo “con luz y taquígrafos”
cumpliendo cabalmente un inventario y liquidación “legales”, estando a las “duras” de responder por deudas, en caso contrario. Si
han liquidado bien, no responderán sino hasta donde alcance el
valor de lo recibido, o sea, “pena de banquillo” aparte, en el peor de
los supuestos se quedarán como estaban antes de aceptar la sucesión, como se demuestra con el juego de los art. 858, pfo. 2º, 1029
del C.c. (los legatarios “…no estarán obligados a responder del gravamen sino hasta donde alcance el valor del legado”; “Si después de pagados los legados aparecieren otros acreedores, éstos sólo podrán reclamar contra los legatarios en el caso de no quedar en la herencia bienes suficientes
13 El art. 782.3 de la LEC permite o les remite a los acreedores de la herencia o de los
coherederos ejecutar las acciones que les asistan, en el juicio declarativo que corresponda,
herencia que tiene legitimación pasiva (art. 6, 795.2 y 798 de la LEC y art. 1026 del C.c.).
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para pagarles”) y art. 1032 del mismo texto legal que ha de entenderse como “el quedará heredero en el pleno goce del remanente de la herencia sólo después de pagados los acreedores y legatarios” y aunque aparezcan tardíamente habrá de pagárseles pues la muerte no es causa
de extinción de las obligaciones (art. 1156 del C.c.)14.
3. DIFERENTES LLAMAMIENTOS Y RESPONSABILIDAD RESPECTIVA EN DERECHO COMÚN ESPAÑOL
A. La responsabilidad del heredero: El mecanismo actúa a modo de
pruebas sucesivas que el sucesor ha de superar para quedarse con
los activos de la herencia a la vez que limitando su responsabilidad
por el pasivo de la misma, siempre que no quiera asumir dicho pasivo mediante la aceptación pura y simple (art. 1003 del C.c.).
Repudiar la herencia o el llamamiento es pues, principio de autorresponsabilidad (art. 988 del C.c.), la aceptación y repudiación de
la herencia son actos enteramente voluntarios y libres, sin que (art.
990) la aceptación o la repudiación de la herencia pueda hacerse en
parte, a plazo, ni condicionalmente y desde luego nadie se puede
echar atrás, es irrevocable (art. 997) y (art. 6.1) la ignorancia de las
Leyes no excusa de su cumplimiento.
No valen trampas a la hora de tal repudiación, de modo que la aceptación a beneficio de inventario ha de ser formal (art. 1011 del C.c.)
y, caso contrario, es pura y simple (art. 998). En beneficio de los
acreedores se establece que si bien la repudiación ha de ser expresa y
14 STS, Sala 1ª, de 14-04-1992: “… es bien sabido, que, tanto en las particiones hereditarias ,
de sociedad de gananciales, comunidad de bienes y en general cuanto se refiere a liquidación de una
“universitas bonorum” la falta de consignación en el correspondiente inventario no comporta ni su
inexistencia ni su renuncia, toda vez que pueden en el decurso del tiempo y de la dinámica empresarial aparecer nuevos derechos o bienes que están sujetos a la responsabilidad inherente a lo dispuesto en los artículos 1.911 y 1.111 del Código Civil…”.
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en documento público (art. 1008 del C.c.) y entonces “allá se las vean
los acreedores”15, o sea, se libera el sucesor, por el contrario, la aceptación puede ser expresa o tácita (art. 999 del C.c.). Esta última excluye el beneficio de inventario (art. 1011 del C.c.), por tanto, puede
deducirse dicha aceptación tácita, pura y simple, de “actos que suponen
necesariamente la voluntad de aceptar, o que no habría derecho a ejecutar sino
con la cualidad de heredero” (entre ellos los del art. 1000 del C.c., que
da algunos casos no exhaustivos). De hecho hay acción de los acreedores para exigir que el sucesor acepte o renuncie (art. 1005 del
C.c.), declarar la ineficacia de la renuncia (art. 1001 del C.c.) e incluso que se declare ineficaz la renuncia una vez hecha la aceptación tácita de los dichos actos deducida (STS de 15-11-1985)16.
Para liberarse (en la medida de lo posible) de la extensión de la responsabilidad por las deudas del causante y de la herencia, el sistema
ofrece, pero no impone, procedimientos judiciales y extrajudiciales
15 En ese caso (art. 6, 795 y 798 de la LEC y art. 3.4 y 182.1 de la Ley Concursal, Auto
de la AP de Bizkaia, sec. 4ª, de 28-6-2011) la herencia será la responsable de las deudas
de esta entidad y de las del causante, siendo posible que sea demandada. Explica la Dice
la SAP de Bizkaia, sec. 5ª, de 21-4-2004 que “La apertura de la sucesión de una persona tiene
lugar en el momento de su muerte (artículo 657 del Código Civil), transmutándose su patrimonio
en herencia yacente mientras se mantiene interinamente sin titular, esto es, hasta tanto pasan los
bienes a la titularidad de los herederos, carente de personalidad jurídica no obstante lo cual la doctrina jurisprudencial venía admitiendo la posibilidad de que para determinados fines se le otorgara
una consideración unitaria, atribuyéndosele capacidad para ser parte activa y pasiva en el proceso
(SSTS de 21 de junio de 1943; 8 de marzo de 1953; 14 de mayo de 1979; 16 de septiembre
de 1985, entre otras); siendo que la Ley de Enjuiciamiento Civil de 2000 ha previsto de manera
específica la capacidad para ser parte de ciertos entes sin personalidad jurídica, y concretamente de
las masas patrimoniales y de los patrimonios separados (artículo 6.1.4º)”.
16 La Doctrina entiende que los apartados 2º y 3º del art, 1000 del Cc no contienen
una renuncia, si no una auténtica transmisión de derecho hereditario (O Callaghan,
comentario del Cc, comentario al artículo 1000, pag.2369, Ministerio de Justicia,
Madrid 1991, citando en su apoyo Lacruz, Derecho de Sucesiones, p. 293, Puig Brutau,
Fundamentos V-1, p. 214 ), pues es que no existe en definitiva mejor forma de manifestar que se acepta un derecho que mediante su cesión a un tercero (SAP de Álava, Sec.
1ª, de 27-02-2009).
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que garanticen dicho fin solutorio, siempre en torno a la formación
de un inventario con citación de acreedores: 1º.- Liquidación a través de contador partidor voluntario o dativo (art. 1057 y 1058 del
C.c.); 2º.- Liquidación por los herederos (art. 1059 y 1010 y ss. del
C.c.); 3º.- Liquidación judicial (art. 782 y ss. de la LEC y 1059 del
C.c. y art. 3.4 y 142 y ss. de la Ley Concursal) o 4º.- Arbitral (art.
10 de la Ley 60/2003, de 23 de diciembre, de Arbitraje). Los sucesores son libres de recurrir a estos mecanismos o no, para reducir su
responsabilidad, pero no de eludir, de ninguna manera, la sujeción
al principio de “antes es pagar que heredar”.
La omisión, dolosa o culposa, de un inventario cabal puede dar lugar a la claudicación de la limitación de la responsabilidad, ora en
el caso del heredero, quien perderá el beneficio de inventario (STS
de 29-11-1907, por las causas taxativas del art 1024 del C.c. y “con
la concurrencia de dolo o malicia”) ora por aplicación de los art. 1101
y 1902 del C.c.17 a todos los sucesores bajo la premisa que disponiendo de los medios conocidos de liquidar la herencia y siendo
conocida la norma de antes es “pagar que heredar”, dolosa o culposamente hayan roto la prelación al pago antedicha. Supuestos:
1. Por la aceptación pura y simple o sin beneficio de inventario: La
responsabilidad “ultra vires” y solidaria18 es el efecto primordial
de la aceptación pura y simple de la herencia por el heredero, o
sea, tal como establece el art. 1003 del C.c. queda el mismo responsable de todas las cargas y deudas de la misma, no sólo con
17 “El artículo 891 del Código civil…”. Obra citada.
18 STS, Sala 1ª, de 25-06-1990: “Es principio reconocido, tanto en el ámbito del Derecho Foral
Navarro como en el Derecho Común, el crédito prioritario que ostentan los acreedores para cobrar
las deudas hereditarias, así como la solidaridad de los herederos para satisfacerlas, por derivarse la
preferencia y la solidaridad de la propia naturaleza de la obligación (Ley 319 del Fuero y artículos 661, 1.082 y 1.084 del Código Civil)”, “sin perjuicio de la posibilidad de “llamada en garantía” o litis denuntiato que autoriza el párrafo segundo del citado precepto”. En el mismo sentido, la STS, Sala 1ª, de 8-11-1993.
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los bienes de ésta, sino con los suyos propios. Una responsabilidad ilimitada (STS de 21-04-1997) “por la aceptación pura y simple, el heredero (…) debe pechar con las cargas que aquél (el causante)
consintió en vida, con lo que viene a ser tanto sujeto activo, como pasivo, de sus relaciones jurídicas patrimoniales no debidamente extinguidas,
accediendo de esta manera a una responsabilidad ilimitada e indiferenciada, de la que responden no sólo los bienes hereditarios, sino también
los propios”. En el mismo sentido, la RDGRN de 1-09-1976: la
responsabilidad “ultra vires” (fusión de patrimonios del causante y
el heredero) es el efecto primordial de la aceptación pura y simple de la herencia, para optar por la separación de patrimonios,
(art. 1023. 3º del C.c.) éste no puede operar en daño a terceros
como son acreedores y legatarios, para los cuales el patrimonio
hereditario debe permanecer inalterado, es decir, la confusión
sólo opera en perjuicio del heredero, no de los acreedores.
2. Aceptación a beneficio de inventario. El heredero (art. 1023 del
C.c.) limita su responsabilidad como tal, “intra vires” y “cum viribus”, sólo con los propios bienes de la herencia, sin que tal responsabilidad afecte a sus bienes propios, dada la separación de
patrimonios del apartado 3 de dicho precepto. Esta separación
no es excepcional, sino que se ve igualmente en el concurso de
la herencia (si el heredero lo pide su aceptación es a beneficio
de inventario, art. 5.1 de la Ley Concursal) y en el procedimiento de liquidación de patrimonios (art. 781 y ss. de la LEC), en
todos los cuáles hay un patrimonio separado con responsabilidad separada y administrador propio (a cargo del heredero, albacea o contador-partidor dativo, judicial o arbitral o administrador concursal).
Podemos distinguir tres grados de responsabilidad del heredero
que acepta a beneficio de inventario, a tenor de la SAP de Madrid, Sec. 21ª, de 2-02-2010 que distingue entre las consecuen-
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cias: a) no iniciar el inventario tempestivamente, que está sancionado con la pérdida del mismo en el art 1013 del C.c.19.
b) la no conclusión del inventario a tiempo está penada por el
art. 1018 del C.c. con la pérdida de dicho beneficio, ahora bien,
sigue la sentencia, si una vez iniciado no se concluye será de aplicación no el art 1013 sino el 1018, precepto que exige culpa o
negligencia en el heredero para la pérdida del beneficio de inventario y c) las deudas que surjan tras la conclusión del inventario. Por ello estima dicha Sentencia que el heredero tiene la
obligación, sin necesidad de los acreedores o legatarios lo soliciten, de iniciar el inventario ya que la aceptación a Beneficio de
Inventario no tiene valor si no va seguida de aquél.
19 La aceptación de la herencia a beneficio de inventario ha de ser expresa y formal, y
ello en interés de los acreedores y legatarios, a quienes les interesa saber cuál es la determinación del heredero; acreedores, dice MANRESA Y NAVARRO, J.Mª (Comentarios al
Código civil español, Hijos de Reus, Editores-Impresores-Libreros. 1914), al que se refiere el apelante, que tienen derecho a exigir que dicha aceptación sea “indudable y que los
bienes se determinen con toda exactitud, para que el heredero no pueda distraerlos o darles distinta
aplicación de la que legalmente corresponde”; y esa determinación exacta de los bienes la exige
la ley sin necesidad de que el legatario o el acreedor la solicite, así lo dispuesto en el artículo 1013 del C.c., por tanto la aceptación a beneficio de inventario no podrá ser solo
una declaración formal sin más, porque ello dejaría sin contenido los límites o exigencia
contenidos en la Ley, por tanto es preciso que vaya precedida o seguida de un “inventario fiel y exacto de todos los bienes de la herencia, hecho con las formalidades y dentro
de los plazos que se expresan” en los artículos siguientes.
Dicha exigencia tiene su razón de ser, porque mediante esta aceptación a beneficio de
inventario, el heredero se convierte, decía MANRESA (obra citada), en “un intermediario
que representa limitadamente la personalidad del difunto, para cumplir en nombre de éste cuantas
obligaciones contrajo durante su vida o se impuso en su testamento; pero destinando solamente
para ese fin los bienes que el causante dejó al tiempo de su muerte”.Y el heredero tiene igualmente interés en que sus bienes no se confundan con los de su causante, por tanto el
inventario es una relación descriptiva de objetos y en relación a la herencia, que para
ser completa debe comprender todos los bienes, derechos y cargas, es decir, ha de tener
un activo y pasivo de la sucesión.
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a) Pérdida Total del Beneficio de Inventario: Pese a que la STS
de 29-11-1907 dijo ser causas taxativas las del art 1024 del
C.c.20, más “con la concurrencia de dolo o malicia”, lo cierto es que
hay más, como no iniciar el inventario tempestivamente, que
está sancionado con la pérdida del mismo (art 1013 del C.c.).
La STS, Sala 1ª, de 20-10-2011, aun reconociendo que el art.
1002 del C.c. no puede ser aplicado analógicamente a otros supuestos similares dado su carácter sancionador, resalta que su inter pretación no puede restringirse tanto que no pueda alcanzar
otros supuestos idénticos a los contemplados en el precepto,
siempre que se trate de disminuir el activo hereditario, aumentar el pasivo o defraudar a otros herederos, legatarios o acreedores hereditarios. La misma Doctrina entiende que la sustracción
u ocultación puede tener por objeto tanto bienes inmuebles
como muebles, aunque es más probable que se refiera a estos
últimos por su facilidad para ser sustraídos o escondidos. Presupuestos semejantes prevén los art. 164, 172 y 172bis de la Ley
concursal, si bien la declaración de culpabilidad del concurso y
de las personas a quien afecta supone una condena a pagar el
déficit concursal, las deudas que la propia herencia concursada
no puede satisfacer, en línea con lo que veremos después sobre
la responsabilidad general de los administradores.
Es más, en el inventario y liquidación de la herencia se habrá
tenido en cuenta la prelación antedicha: 1º.- Acreedores del
causante y de la herencia (art. 1027 del C.c.); 2º.- Legitimarios
(art. 813 del C.c.); 3º.- Legatarios (art. 1026 del C.c.), 4º.- He20 Si el heredero es el administrador ex art. 1024 del C.c. perderá el beneficio de inventario si a sabiendas dejare de incluir en el inventario alguno de los bienes, derechos o
acciones de la herencia o si antes de completar el pago de las deudas y legados enajenase bienes de la herencia sin autorización judicial o la de todos los interesados, o no diese
al precio de lo vendido la aplicación determinada al concederle la autorización, lo cuál
podrá enervar anticipando su importe, consignándolo o garantizándolo.
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rederos voluntarios (art. 1026 del C.c.) y 5º.- Acreedores particulares de los herederos (art. 1034 y 1083 del C.c.). En caso de
concurso, cónyuge, ascendientes y descendientes son personas
especialmente relacionadas con el deudor luego su crédito será
subordinado (art. 84 y ss. y 92.5 de la Ley Concursal). El romper dicha prelación puede dar lugar a la responsabilidad (del
que lo haya hecho, ora el contador que puede ser, no sólo el
contador partidor voluntario, dativo o arbitral sino el propio
heredero o los legatarios cuando toda la herencia se haya distribuido en legados, lo que puede sustentarse en los art. 1031,
1101 y 1902 del C.c. y 35 y 36 de la Ley Concursal).
Efectivamente, aparte de los supuestos de declaración de Concurso de la Herencia, que siempre lleva a la formación de Inventario de Bienes y Derechos y Lista de Acreedores (art. 3,
6.2 y 75 de la Ley Concursal), viudo, legitimarios, herederos,
legatarios de parte alícuota y acreedores del causante y de la
herencia pueden (y deben si dudan de la solvencia de la
herencia) demandar de los Tribunales su judicial intervención
y la judicial formación de inventario una vez conste el fallecimiento del causante, conforme a los art. 791 y ss. de la LEC,
ora porque no conste la existencia de testamento ni de parientes llamados a la sucesión legítima (art. 791 de la LEC),
ora durante la tramitación de la declaración de herederos o de
la división judicial de la herencia (art. 792 de la LEC). Algún
sector doctrinal21 incluye a los legatarios como legitimados
activos para el juicio de división judicial de herencias cuando
toda la misma ha sido distribuida en legados (estoy de acuerdo en que así debería ser, especialmente los prelegatarios22, mas
21 “El beneficio de inventario notarial. (Otras formas de limitación de la responsabilidad
“mortis causa“)”. Antonio Botía Valverde. www.notariosyregistradores.com.
22 Pues pueden ocupar por su propia autoridad la cosa legada (STS, Sala 1ª, de 14-021989).
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tal posición sólo es de lege ferenda) pero la Jurisprudencia23 opina lo contrario24.
b) Responsabilidad de administradores: Si el administrador es otra
persona distinta del heredero, será de ella la responsabilidad y
el heredero no perderá tal beneficio ex art. 1031 del C.c. (“No
alcanzando los bienes hereditarios para el pago de las deudas y legados, el administrador dará cuenta de su administración a los acreedores
y legatarios que no hubiesen cobrado por completo, y será responsable
23 En contra la Jurisprudencia clásica, de la que es exponente la SAP Las Palmas, sec. 4ª,
de 8-7-2004.Y así, Auto de la AP Sevilla, sec. 6ª, de 24-11-2010,“Como expresaba el auto
recurrido, el legatario de cosa determinada carece de legitimación para intervenir activamente en la
división de la herencia (puesto que no es titular de una cuota abstracta en la herencia, de necesaria
individualización), pero tiene derecho a solicitar la entrega y posesión de la cosa legada al heredero
o al albacea autorizado para darla (art. 885 del Código Civil), a ejercitar al respecto las correspondientes acciones judiciales, concretamente la acción “ex testamento” (Sentencias de la Sala Primera
del Tribunal Supremo de 4 de octubre de 1927, 3 de junio de 1947, y 29 de septiembre de 1979,
e incluso la anotación preventiva de su derecho al amparo de los arts. 42.7 y 45 y siguientes de la
Ley Hipotecaria. Será al ejercitar su derecho a la entrega de la cosa legada cuando habrán de discutirse y decidirse las cuestiones atinentes a los arts. 813 y 817 del Código Civil, esto es, si se supera o no el límite del tercio de libre disposición de la herencia y si existe exceso en lo legado respecto del tercio de libre disposición que hubiera de ser entregado por la legataria a los herederos en metálico, como se preveía en el testamento para tal supuesto, y es claro que frente a esta legataria de cosa
determinada, que carece de derecho a participar activamente en la división judicial de herencia, no
surte efectos el inventario que se haya realizado en tal procedimiento (tanto en cuanto a la relación
de bienes hereditarios como en cuanto a su valoración), que desplegará eficacia “ad intra”, en la concreción de las cuotas hereditarias de cada heredero y legatario de parte alícuota, pero no podrá ser
opuesta frente a quien no ha podido intervenir en su formación ni impugnar el inventario en el procedimiento judicial de división de herencia”.
24 La doctrina jurisprudencial ha señalado que para promover el juicio voluntario de testamentaría son parte legítima los herederos, pero no los que se crean con derecho a serlo (STS
de 15-03-1897), pues dicho juicio no se halla establecido para que dentro de él pueda discutirse y declararse el carácter que pretenda ostentar quien se conceptúe con el derecho para
ello, que debe quedar reservado para el juicio declarativo correspondiente, no pudiéndose dar
entrada en el juicio voluntario de testamentaría sino a los interesados a que se refiere el artículo 1038 de la LEC de 1881 (STS de 30-06- 1905), por lo que al privado del carácter de
heredero le falta la condición esencial para prevenir este juicio (STS de 11-12-1912), no bastando alegar esta cualidad, sino que necesario acreditarla (STS de 27-02-1912).
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de los perjuicios causados a la herencia por culpa o negligencia suya”)
y art. 1032 del mismo cuerpo legal (“Pagados los acreedores y legatarios, quedará el heredero en el pleno goce del remanente de la
herencia” y “Si la herencia hubiese sido administrada por otra persona, ésta rendirá al heredero la cuenta de su administración, bajo la responsabilidad que impone el artículo anterior”), responsabilidad del
administrador que (art. 1106 y 1107 del C.c. y por analogía
con la normativa mercantil conforme a la STS de 18-04-2011
“los perjuicios que derivan de la liquidación no pueden ser superiores
al patrimonio de la sociedad liquidada”) no podrá exceder del
valor neto de lo administrado. Pero que el heredero no pierda
dicho beneficio de inventario no quiere decir que no pague,
limitadamente eso sí, las deudas del causante y de la herencia,
conforme al art. 1.032 del C.c. que ha de entenderse como “el
quedará heredero en el pleno goce del remanente de la herencia sólo
después de pagados los acreedores y legatarios”.
Judicialmente tenemos tres tipos de administradores, el Administrador concursal (art. 36 de la Ley Concursal), el contadorpartidor cuyo cometido es pagar las deudas antes de repartir
(art. 786 de la LEC), precisamente porque su presupuesto es la
concurrencia de varios llamados a la herencia (art. 782 de la
LEC) y el administrador judicial de la herencia (art. 801 y ss.
de la LEC cuyo presupuesto es la existencia de cierta interinidad ex art. 790 y ss. del mismo texto legal y que también paga
las deudas ex art. 803 de la LEC).
c) Perfección y conclusión del inventario: La masa hereditaria en
for mación de inventario, autónoma en su ser (art. 1023.1 del
C.c., 6 de la LEC y 1.2 y 3.4 de la LEC) y administración (art.
1026 del C.c., 40.5 de la Ley Concursal y 795 y 798 de la
LEC), se va liquidando para el pago de las deudas (art. 1030 del
C.c., 786.2.3 de la LEC y 142 y ss. de la Ley Concursal) hasta
la satisfacción de los acreedores y, en caso de que no sea posi-
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ble esto último, el administrador debe pedir la declaración de
Concurso de la herencia (art. 3.4 y 5 de la Ley Concursal). 1.Como veremos este de la liquidación de activos para pago de
deudas es propiamente la responsabilidad “cum viribus”. Los
otros supuestos propiamente de la responsabilidad “cum viribus”
será 2.- la retroacción de actuaciones a tal inventario, 3.- por
la declaración judicial de ineficacia de la partición por nulidad,
anulación o rescisión del inventario y partición por fraude o la
reintegración a la masa del Concurso y 4.- la declaración judicial del carácter de deuda imputable al causante o a su herencia y del derecho a hacer efectivo el pago de la misma contra
los bienes que fueron pertenecientes a la herencia.
d) Responsabilidad del heredero por deudas posteriores a la conclusión del inventario: En los “ingenuos” Código civil y Ley de
Enjuiciamiento Civil, en su “mundo perfecto”, los herederos o
administradores extreman su diligencia de modo que se sigue
a rajatabla la preferencia y prelación al pago de acreedores (art.
1027 del C.c.) y luego legatarios (art. 1032 del C.c.). Sin
embargo, aun habiéndose extremado el celo, quedando remanente activo que se adjudique, es obligado pagar su crédito a
los acreedores rezagados a cargo a dicho sobrante o a su valor
(art. 1.032 del C.c. que ha de entenderse como “el quedará heredero en el pleno goce del remanente de la herencia sólo después de
pagados los acreedores y legatarios”, lo que confirma el art. 1084
del C.c.), aunque, no vendrá obligado a pagar ni responder sino
hasta donde alcance el valor de los bienes que recibió como
remanente (art. 1023.1 del C.c., por su valor actual si subsisten
en el patrimonio del sucesor, o el actualizado de cuando éste
los enajenó25), solución idéntica a la del art. 1029 del C.c. (“Si
25 La cuestión relativa a la sustitución por equivalencia por no poder hacerse “in natura” ha
sido resuelta por el la Juriprudencia y así la STS 11-12-2003, con cita de la STS 06-06-
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después de pagados los legados aparecieren otros acreedores, éstos sólo
podrán reclamar contra los legatarios en el caso de no quedar en la
herencia bienes suficientes para pagarles”).
Esta solución para nada es anómala, sino común, como lo demuestra el art. 399 del T.R. de la Ley de Sociedades de Capital
que establece que (disuelta, liquidada una sociedad y cancelada
su hoja registral) “1. Los antiguos socios responderán solidariamente
de las deudas sociales no satisfechas hasta el límite de lo que hubieran
recibido como cuota de liquidación. 2. La responsabilidad de los socios
se entiende sin perjuicio de la responsabilidad de los liquidadores”.
Interpretando los preceptos de la herencia por los societarios
podemos colegir ciertos caracteres comunes26:
1. Se trata de una responsabilidad “ex lege” por la deuda (social/hereditaria) no satisfecha, anterior o posterior a la liqui-
1997, establece que para el “reintegro sustitutivo habrá de estarse al valor de la cosa en el momento de su disponibilidad, el momento es aquel en que por su enajenación a terceros de buena fe la cosa
vendida se hizo irreivindicable” y en su caso actualizado al tiempo de la valoración ex art.
1035 y 1045 del C.c. por analogía.
26 Ello es lógico pues (STS, Sala 1ª, de 14-04-1992) “… es bien sabido, que, tanto en las
particiones hereditarias, de sociedad de gananciales, comunidad de bienes y en general cuanto se refiere a liquidación de una “universitas bonorum” la falta de consignación en el correspondiente inventario no comporta ni su inexistencia ni su renuncia, toda vez que pueden en el decurso del tiempo
y de la dinámica empresarial aparecer nuevos derechos o bienes que están sujetos a la responsabilidad inherente a lo dispuesto en los artículos 1.911 y 1.111 del Código Civil…”, Sentencia que
invoca las STS, Sala 1ª, de 10-3-2001 cara a la liquidación de Sociedades Anónimas, pues
STS, Sala 1ª, de 22-09-2003, “la disolución de una sociedad y la cancelación de su inscripción en
el Registro Mercantil no le priva de legitimación, pues tal como indican las Resoluciones de la Dirección de los Registros y del Notariado de 13 y 20 de mayo de 1992 en rigor, aun después de la
cancelación persiste todavía la sociedad como centro de residual de imputación en tanto no se agoten totalmente las relaciones jurídicas de la que es titular…”. Igualmente la RDGRN de 1809-1996 y la STS de 6-07-1961 señalan que la disolución no supone la extinción de la
sociedad, cuya vida se prolonga hasta liquidar completamente las relaciones sociales pendientes y las que exige el destino de los fondos sociales, doctrina que es seguida por las
STS de 23-02-1988, 12-06-1989 y 14-03-1998, entre otras.
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dación de la sociedad, no requiere de culpa o negligencia
(Auto de la AP de Barcelona, Sec. 15ª, de 28-10-2009 y art.
1084 del C.c.).
2. Una responsabilidad limitada al resultado positivo de la liquidación percibido por cada antiguo socio/heredero que se
activa por la acreditación por el acreedor de la existencia de
la deuda (art. 399.1 del T.R. de la Ley de Sociedades de Capital, art. 1084 del C.c. y SAP de Cáceres, Sec. 2ª, de 31-051999). Es una responsabilidad limitada igualmente la del administrador/liquidador (STS de 18-04-2011 “los perjuicios que
derivan de la liquidación no pueden ser superiores al patrimonio de
la sociedad liquidada” y art. 1106 y 1107 del C.c.).
3. Responsabilidad solidaria (art. 1084 del C.c. y STS, Sala 1ª,
de 22-03-1990) por las deudas de la sociedad/herencia extinguida tutelando de esta manera el interés del acreedor social insatisfecho, porque deviene imposible para la sociedad/herencia extinguida el pago de la deuda social/hereditaria que se ha omitido en el balance final de liquidación/inventario, sin perjuicio de la culpa o dolo en que haya
incurrido el liquidador que, en su caso, daría lugar a su responsabilidad (art. 399.2 del T.R. de la Ley de Sociedades de
Capital y art. 1031 y 1034 del C.c.).
4. Los sujetos activos de la responsabilidad son los acreedores y
los pasivos los herederos, legitimación pasiva (art. 10 de la
LEC, “Serán considerados partes legítimas quienes comparezcan y
actúen en juicio como titulares de la relación jurídica u objeto litigioso”) que podrán ostentar originaria o derivadamente (art.
16, 538 y 540 de la LEC), no sólo porque se les demande
como sucesores o adquieran esta calidad durante el juicio
declarativo, sino, inclusive, durante el juicio ejecutivo, sólo
que de existir en su patrimonio bienes heredados sólo éstos
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quedarán sujetos a la ejecución. Luego lo veremos más en
profundidad al hablar de los legatarios.
5. La prescripción de la acción del art. 132 de la Ley de Sociedades de Responsabilidad Limitada (actualmente art. 399
del texto refundido de la Ley de Sociedades de Capital) por
los acreedores contra los socios tras la liquidación de la
compañía es de quince años “Sobre el fundamento del precepto
(que se recoge en los sistemas latinos, y no en el alemán) existen diversas posturas, con variadas perspectivas jurídicas. Se habla de
asunción por los socios de la posición de la sociedad, asunción de garantía de las deudas sociales pendientes, sucesión del socio en la sociedad extinguida (de modo similar a lo que sucede con las sucesiones hereditarias a beneficio de inventario), subrogación “ex lege”,
enriquecimiento sin causa, y de afectación preferente del patrimonio
social al pago de las deudas sociales (que constituye un principio general del régimen de las sociedades mercantiles: arts. 235 C.Com.,
277.2 LSA, 120 LSRL). En cualquier caso es una obligación
legal para cuya efectividad no hay un plazo especial de prescripción
extintiva, por lo que, la acción, como personal, queda sujeta al plazo
general de quince años del art. 1964 del Código Civil”. (STS,
Sala 1ª, de 22-12-2011).
A diferencia de las anteriores, esta última característica no es
extensible a las reclamaciones contra los herederos, pues (art.
1934 del C.c.), la deuda tiene su propio plazo de prescripción,
por lo que si ésta expira antes, no por el hecho de la muerte
del causante se interrumpe ni se alarga el plazo de prescripción y sólo la declaración de Concurso de la herencia o de la
compañía lo interrumpe ex lege (art. 60 de la Ley Concursal).
6. Por último se ha de señalar que es pacífica la doctrina que
posibilita la reapertura de la liquidación mediante la rescisión por fraude en los supuestos en que el mismo concurra,
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debiéndose pedir en tal caso, además, la nulidad del asiento
de cancelación para destruir la apariencia (art. 20 del C.d.c.)
de extinción de la sociedad de la liquidación (SAP de
Castellón, Sec. 3ª, de 10-03-2006, SAP de Barcelona, Sec.
15ª, de 9-01-2004 y SAP de Tarragona de 18-03-2002 y art.
1073 y 1291 y ss. del C.c.).
B. Responsabilidad del Legatario: Como sucesor a título singular,
ocupa la posición diametralmente opuesta al heredero, que es el
sucesor universal, pues no sucede, en principio o con carácter
general27, en las obligaciones del causante (deudas y cargas de la
herencia), y sólo cabe que el testador le imponga alguna obligación que no exceda del valor que le atribuya (art. 858 del C.c.).
Es decir, el legatario tiene un “techo de responsabilidad”. Prescindiendo por el momento del análisis de cuándo un legatario sea
realmente un heredero y cuándo verdadero legatario, por ahora
centrémonos en este último supuesto: El art. 858 del C.c. limita la
responsabilidad del legatario “hasta donde alcance el valor del legado”,
en consonancia con el art. 1029 del C.c. Así es. Resulta de la máxima importancia para el estudio que nos ocupa el análisis conjunto
de los art. 858, 859 y 891 del C.c. que respectivamente establecen
que: “El testador podrá gravar con mandas y legados, no sólo a su heredero, sino también a los legatarios. Estos no estarán obligados a responder
del gravamen sino hasta donde alcance el valor del legado”; “Cuando el
testador grave con un legado a uno de los herederos, él sólo quedará obligado a su cumplimiento. Si no gravare a ninguno en particular, quedarán
obligados todos en la misma proporción en que sean herederos” y “Si toda
la herencia se distribuye en legados, se prorratearán las deudas y gravámenes de ella entre los legatarios a proporción de sus cuotas, a no ser que el
testador hubiera dispuesto otra cosa”. De ello podemos deducir:
27 Las deudas de la herencia son exigibles a los herederos pero, en principio, no gravan
los legados (STS de 25-06-1990 y 13-06-1994).
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1. Establece una responsabilidad “ex lege“ de los legatarios por las
deudas del causante (o de la herencia) no satisfechas (art. 1027
del C.c.) que no requiere de culpa o negligencia. Pero por aplicación de los art. 1101 y 1902 del C.c.28, disponiendo los legatarios de medios de liquidar la herencia y siendo conocida la
nor ma de antes es “pagar que heredar”, dolosa o culposamente
hayan roto la prelación al pago antedicha, que será matizada según el dolo o culpa (art. 1106 y 1107 del C.c., GITRAMA29 y
MUÑOZ SÁNCHEZ-REYES30.
2. Se trata de una responsabilidad limitada al resultado positivo de
lo percibido por cada legatario que se activa por la acreditación
por el acreedor de la existencia de la deuda. Ha habido cuatro
posiciones, nada menos, al respecto:
a) Las dos clásicas citadas por RIVAS31, que no tienen en cuen
ta el aspecto cronológico de la cuestión y son por ello insuficientes: “El único problema planteado en la doctrina es el de determinar si el legatario gravado responde como respondería si fuese un
heredero aceptante a beneficio de inventario (articulo 1.023, apartado
1º) o «hasta donde alcancen los bienes» que recibe; o responde, como
literalmente dice el articulo 858, “hasta donde alcance el valor del legado…” Se trata, pues, de si la responsabilidad es con los bienes o «hasta
el valor de los bienes», o utilizando la clásica terminología que se aplica desde el Derecho romano, cum viribus legati32 o pro viribus legati.
28 “El artículo 891 del Código civil…”. Obra citada.
29 GITRAMA GONZÁLEZ, Manuel. Comentarios al Código civil y a las Compilaciones
Forales. EDERSA.
30 El artículo 891 del Código civil: La distribución de toda la herencia en legados. Evelia
Muñoz Sánchez-Reyes. Tirant lo Blanch, Valencia, 1996.
31 Derecho de Sucesiones Común y Foral. Juan-José Rivas Martínez, Dykinson 1992.
32 Es constante, antigua y pacífica, la doctrina emanada de nuestro Tribunal Supremo en
base al art. 1023 del C.c. que “el heredero que acepta la herencia a beneficio de inventario deter-
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Literalmente interpretado el artículo 858, párrafo 2º (al decir, hasta
donde alcance el valor…), sus palabras expresan responsabilidad pro
viribus.VALLET sigue esta interpretación al decir que del texto de este
articulo resulta claramente que el legatario responde intra vires y pro
viribus (hasta donde alcance el valor del legado) del pago de sublevados
y demás cargas impuestas por el causante” ALBADALEJO considera que
desde un punto de vista puramente racional, parece que, puesto que la
razón es la misma, a la responsabilidad del legatario por el legado con
el que se le grave, habría que aplicarle el mismo criterio que a la del
caso que el gravado con el legado fuese heredero aceptante a beneficio
de inventario, es decir, que su responsabilidad seria cum viribus (C.
civil, artículos 1.003 y 1.023, apartado 1º).Y aun estimado que fuese
pro viribus, cuando se discuta si el valor de lo legado es mayor o menor,
habrá que aceptar que al legatario le sea posible ofrecer el bien legado,
y solamente él, para el pago del legado con el que se le gravó, y que
únicamente cuando hubiese sido enajenado o se hubiese perdido o
menoscabado por su culpa, quepa exigir la satisfacción del sublegado con
cargo al valor de aquél, valor que lo más justo seria apreciarlo en el
momento de cumplir el sublegado”.
b) LACRUZ33, piensa, más acertadamente, en mi opinión, que la
responsabilidad de los legatarios estará limitada “cum viribus
hereditatis” hasta la liquidación del patrimonio hereditario y
que, tras ella, la limitación de la responsabilidad será “pro viribus”. Como hemos comentado antes también podemos asimilar a esta responsabilidad “cum viribus” la retroacción de actuaciones a tal inventario, la declaración judicial de ineficacia de la partición y la declaración judicial del carácter de
deuda imputable al causante/herencia y del derecho a hacer
mina que queda sólo obligado “intra vires”, o sea, hasta donde alcanzan los bienes recibidos por él
en sucesión, respondiendo, por tanto, sólo “cum viribus hereditatis”, es decir, con los mismos bienes de
la herencia; y no secundum viribus o “pro viribus “, esto es, con los bienes propios” de la herencia.
33 Elementos de Derecho civil. Barcelona, 1988. pág. 112.
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efectivo el pago de la misma contra los bienes que fueron
pertenecientes a la herencia.
La posición de LACRUZ (y la siguiente de GARCÍA RUBIO) tiene todo el sentido pues, señalan la STS de 21-04-2003 y 306-1947 que el legatario tiene derecho a la cosa legada desde
el fallecimiento del testador (art. 881 del C.c.), pero le falta la
posesión para lo que es precisa la entrega (art. 885 del C.c.)34,
que no es posible solicitar su entrega hasta la partición hereditaria previa liquidación del haber (así, art. 1025 y 1027 del C.c.
y STS de 4-11-1961, 25-05-1992, 21-04-2003, 31-12-2003)
de modo que mientras no se liquide la herencia y se sepa si
hay bienes suficientes para aplicar al pago de los legados y su
aceptación por el heredero no se puede asegurar que no sea
necesaria la reducción o hasta la insuficiencia de los mismos
(STS 24- 1-1963 y 11-1-1950), cuyo objeto se vende para pagar las deudas del causante y de la herencia, que en eso consiste liquidar, y por lo tanto la herencia responde con sus propias fuerzas, que eso quiere decir “cum viribus”. Lo que pague
el heredero o el legatario tras la liquidación de la herencia (art.
1029 y 1032 del C.c.) es “pro viribus” o “secuncum viribus”, pues
él responde personalmente con el límite de lo adquirido.
c) GARCÍA RUBIO35 defiende que, mientras los bienes hereditarios permanezcan individualizados, éstos están afectos al pago de las deudas y cargas y, sólo cuando los objetos legados
hayan perdido su identidad, los legatarios devendrán responsables directos y personales “pro viribus hereditatis” (añado yo,
sin perjuicio de la retroacción de actuaciones en el inventa34 Con excepciones: reparto de toda la herencia en legados, prelegado, etc. Luego lo
vemos.
35 La distribución de toda la herencia en legados. Un supuesto de hecho sin herederos.
Civitas, Madrid 1989, págs. 387 y ss.
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rio antes citada, la cuál por cierto es similar ex art. 643 del
C.c. a la rescisión de donaciones en fraude de acreedores,
quienes, por lo demás, prácticamente sólo disponen de esta
última acción contra los donatarios, mientras que contra los
legatarios tienen las de condena directa, como veremos).
Ésta parece ser la opción de legislador pues, al contario de lo
manifestado por ALBADALEJO, lo cierto es que, demandado
en juicio, no hay excepción para que el legatario obligue a
los acreedores a esa dación en pago o para pago de deudas
pero el art. 538.2 de la LEC, sobre sucesión procesal36 en el
proceso de ejecución, así como sobre la ejecución a los bienes especialmente afectos, da luz respecto de los debates acerca de la forma de hacer efectiva la responsabilidad de los herederos a beneficio de inventario y de los legatarios37 y superar en la práctica el debate “cum viribus” vs. “pro viribus” al
aclarar el art. 538.2 de la LEC que la responsabilidad es personal del legatario si bien limitada la ejecución, sólo a los
bienes afectos a deudas que no eran del ejecutado38.
36 Auto de la AP de Girona, sec. 1ª, de 22-12-2011: “El artículo 16 de la LEC regula la
sucesión procesal. Por sucesión hay que entender el cambio o sustitución de un sujeto por otro en la
titularidad de una relación jurídica (…) La sucesión procesal tiene el mismo fundamento que la
sucesión hereditaria: la necesaria continuidad de las relaciones jurídicas que no se extinguen con la
muerte. Ello no significa que ambas instituciones se superpongan…”.
37 Auto de la AP Baleares, sec. 4ª, de 24-5-2011, Auto de la AP de Santa Cruz de Tenerife, sec. 3ª, de 4-11-2011, con cita del Auto de 27-10-2006 de esta última “… la misma
previsión que hace el artículo 538.2.2º cuando dice que solo podrá despacharse ejecución frente a
(...)”quien sin figurar como deudor en el título ejecutivo responda personalmente de la deuda por
disposición legal (...)” induce a pensar que el artículo 538 se reserva para los casos en los que la
ejecución se despacha directamente contra la persona del heredero, y el artículo 540 para los casos
en los que la intervención del heredero se produce o se constata a posteriori. Por todo ello la sucesión procesal debe producirse sin retrotraer las actuaciones el momento inicial de la ejecución”. La
STS, Sala 1ª, de 21-05-1991 también en cuanto a irretroacción de actuaciones.
38 “2. Sin perjuicio de lo dispuesto en los artículos 540 a 544, a instancia de quien aparezca como
acreedor en el título ejecutivo, sólo podrá despacharse ejecución frente a los siguientes sujetos:
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3. Establece una responsabilidad subsidiaria, previa excusión de la
herencia, pero directa frente a los acreedores: Dispone el art.
1029 del C.c. que “Si después de pagados los legados aparecieren
otros acreedores, éstos sólo podrán reclamar contra los legatarios en el caso de no quedar en la herencia bienes suficientes para pagarles”39.
4. Responsabilidad solidaria o mancomunada de los colegatarios:
La SAP de Murcia, sec. 2ª, de 22-5-2006 ex art, 858 del C.c. y
DIEZ PICAZO y GULLÓN40 consideran mancomunada la deuda
2. Quien, sin figurar como deudor en el título ejecutivo, responda personalmente de la deuda por
disposición legal o en virtud de afianzamiento acreditado mediante documento público.
3. Quien, sin figurar como deudor en el título ejecutivo, resulte ser propietario de los bienes especialmente afectos al pago de la deuda en cuya virtud se procede, siempre que tal afección derive de
la Ley o se acredite mediante documento fehaciente. La ejecución se concretará, respecto de estas personas, a los bienes especialmente afectos”.
En la misma línea se manifiesta el art. 9.1 del Real Decreto 1629/1991, de 8 de noviembre, por el que se aprueba el Reglamento del Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones
establece que “Los bienes y derechos transmitidos quedarán afectos a la responsabilidad del pago del
impuesto, liquidado o no, que grave su adquisición, cualquiera que sea su poseedor, salvo que éste resulte ser un tercero protegido por la fe pública registral o se justifique la adquisición de los bienes con buena
fe y justo título en establecimientos abiertos al público, en el caso de bienes muebles no inscribibles”, a
cuyo efecto el siguiente art. 100.3 ordena “3. Cuando se encontrare pendiente de liquidación,
provisional o definitiva, el documento o la declaración presentada en la oficina competente y en los casos
de autoliquidación, el Registrador hará constar, mediante nota al margen de la inscripción, que el bien
o derecho transmitido queda afecto al pago de la liquidación o liquidaciones que proceda practicar”.
39 Se ha sostenido el carácter de acción subsidiaria y por tanto rescisoria la del art. 1029
del C.c. (Manuel Gitrama González. Comentarios al Código civil y a las Compilaciones
Forales. EDERSA), pero cabe oponer que: 1.- Los efectos del art. 1029 del C.c., responsabilidad “podrán reclamar”, son contrapuestos a la restitución propia de la rescisión (art. 1295
del C.c.); 2.- por la misma razón supone una ilógica diversidad de solución con el art. 891
del C.c.; 3.- confunde la limitación de responsabilidad del legatario del art. 858 del C.c.
que se manifiesta en el art. 1029 del C.c., con la subsidiariedad propia de la acción pauliana (art. 1294 del C.c.), 4.- porque el fundamento de la acción rescisioria es un negocio
válido pero en fraude de terceros, rescisión del inventario y liquidación igualmente posible, mientras que aquí no es necesario fraude y 5.- probablemente de una solución analógica al art. 643 del C.c. respecto a las donaciones, que aplica mutatis mutandi a los legados.
40 DIEZ PICAZO y GULLON BALLESTEROS (“Sistema de Derecho Civil”. Civitas. Madrid.
1988).
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en dicho supuesto. La mayoría de la Doctrina (PUIG BRUTAU y
ALBADALEJO y especialmente VALLET41) la consideran solidaria.
Señala este autor que la posibilidad de que el testador ordene otra
cosa que lo que recoge la norma debe referirse al ámbito interno de los legatarios pero nunca a los acreedores cuya posición no
puede afectar ni alterar. La mayoría de la Doctrina entiende solidaria la responsabilidad de los legatarios resulta, tanto del art.
1084 del C.c., de modo que los acreedores no pueden adquirir
peor posición por la mera muerte del causante, tutelando de esta
manera el interés del acreedor insatisfecho, como porque deviene imposible para la herencia extinguida el pago de la deuda
hereditaria (art. 1029 del C.c.) si se ha omitido en el balance final
de liquidación/inventario, todo ello sin perjuicio de la culpa o
dolo en que haya incurrido el liquidador que, en su caso, daría
lugar a su responsabilidad (art. 1031 y 1034 del C.c.).
Ahora bien, si toda le herencia se distribuye en legados42 (art.
891 del C.c.) los administradores son los propios legatarios43
(art. 392 y ss. del C.c., de aplicación supletoria, art. 81 del Reglamento Hipotecario y la SAP de La Coruña, Sec. 1ª, de 1203-200244) y por tanto sujetos a tal responsabilidad solidaria,
41 Citados en “Derecho de Sucesiones Común y Foral”. Juan-José Rivas Martínez, Dykinson 1992.
42 El hecho de que los legados que hizo el causante absorban por completo la totalidad del haber hereditario, debe de ser probado, según se desprende de la RDGRN de
19-05-1947.
43 El artículo 891 del Código civil… Obra citada. PUIG BRUTAU y ALBADALEJO en el
mismo sentido, como hemos visto en nota anterior.
44“… la doctrina es unánime a la hora de considerar que el artículo 891 es excepción a la regla
general contenida en el artículo 885. Así, y a título de ejemplo,Vallet de Goytisolo recuerda que no
es característica esencial de la naturaleza del legado la entrega de su posesión por el heredero al legatario, ya que es posible que éstos en ciertos casos la reciban igualmente ipso iure y puedan tomarla
materialmente por sí, citando entre los supuestos en que el legatario puede ocupar por sí la cosa legada la hipótesis del artículo 891 del Código Civil , de herencia distribuida en legados, y colacionando,
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responsabilidad solidaria implícita en la SAP de Cádiz, Sec. 2ª,
de 27-05-2008, que cita la RDGRN de 27-02-1982 cuando
admite que en la misma escritura de partición se efectúe la entrega de legados, no solo por respeto a las legítimas sino también porque entonces ya es factible saber si estos últimos pueden entregarse íntegros o si por estar la herencia cargada de
deudas es preciso reducir o anular legados.
5. Los sujetos activos de la responsabilidad son los acreedores y los
pasivos los legatarios, legitimación pasiva (art. 10 de la LEC,
“Serán considerados partes legítimas quienes comparezcan y actúen en
juicio como titulares de la relación jurídica u objeto litigioso”) que
podrán ostentar originaria o derivadamente (art. 16 de la LEC),
no sólo porque se les demande como sucesores o adquieran esta
calidad durante el juicio declarativo, sino, inclusive, durante el
juicio ejecutivo (art. 538.2 y 540 de la LEC).
6. Establece una responsabilidad modificable por el causante:
Con el límite absoluto del valor de lo adjudicado como legado,
el testador puede liberar del pago a uno o a otro, si bien, como
quiera que “antes es pagar que heredar” (art. 1027 del C.c.), la limicomo los demás autores, las sentencias de 30 de diciembre de 1916 y 19 de mayo de 1947. Al no
existir, pues, personas facultadas por el testador para verificar la entrega, y determinando el artículo
892 una sucesión particular del causante al legatario, también opina Sánchez Calero que es excepción al artículo 885 el caso de que toda la herencia se distribuya en legados, en que al no haber herederos y ser los propios legatarios los encargados de efectuar la liquidación de la herencia, éstos están
autorizados para ocupar por si mismos los bienes legados. En idéntico sentido se pronuncia Puig
Brutau, al reseñar que el caso del artículo 891 es excepción a la regla del artículo 885, y también lo
es (Roca Sastre) cuando la posesión ha sido obtenida judicialmente, lo que, por cierto, y a mayor abundamiento, acontece en el hecho enjuiciado. Por fin, De la Cámara Álvarez, en esta línea afirma que
el legatario podría tomar posesión de la cosa legada por si mismo cuando toda la herencia se distribuya en legados. De esta manera, es indiscutible que a quien se atribuyó la propiedad del piso litigioso
desde el fallecimiento de Dª María del Carmen no tenía ni a quien ni porqué pedir la entrega y posesión de la finca. La tesis acerca de la que se insiste en sede de recurso está legalmente desprovista de
cobertura habilitante, por más que se la enmascare dialécticamente con instituciones varias absolutamente extrañas al núcleo del debate...”. SAP de La Coruña, Sec. 1ª, de 12-03-2002.
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tación de la deuda oponible por los legatarios a los acreedores es
la prorrata del art. 891 del C.c., siendo la distribución de la deuda
dispuesta por el causante sólo oponible entre los colegatarios45.
7. La acción de los acreedores, rezagados o no respecto de la práctica del inventario, es personal contra los legatarios, conforme
al criterio del art. 538.2 de la LEC antes visto y con el plazo
general de prescripción de acciones de 15 años (art. 1934 y
1964 del C.c.).
C. Legatario de parte alícuota y distribución de toda la herencia en
legados de parte alícuota: Aparentemente, la distinción entre heredero y legatario es simple, pues el heredero es sucesor mortis
causa a título universal y legatario el sucesor mortis causa a título
particular (art. 660 del C.c.) y en consecuencia sólo el heredero
responde personalmente de las deudas de la herencia, aunque el
legado pueda en ocasiones resultar afectado por ellas, como
hemos visto y el legatario no puede adquirir por su propia autoridad la cosa legada (art. 885 del C.c.), entre otras cosas porque
el administrador de la herencia, heredero o no, ha de pagar primero a los acreedores (art. 885 del C.c. y STS de 29-05-1963 y
25-05-1992).
Ahora bien, podemos encontrar excepciones a la regla general y
así tendremos que no cabrá la entrega por el heredero cuando:
1.- no haya legitimarios y así lo autorice el testador (STS de 2712-1987); 2.- cuando toda la herencia se distribuya en legados
(art. 891 del C.c. y art. 81 del Reglamento Hipotecario); 3.cuando se trate de un prelegado (STS, Sala 1ª, de 14-02-1989);
4.- cuando se trate de la constitución a favor del legatario de la
hipoteca testamentaria del artículo 248.2 del Reglamento Hipotecario pues en este caso el legado no es susceptible de posesión,
45 DIEZ PICAZO y GULLÓN. Sistema de Derecho Civil. Obra citada.
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5.- cuando el heredero es instituido como legatario de cosa cierta y determinada (art. 882 del C.c.); 6.- cuando el legado es en
pago de legítima; 7.- cuando el legatario es usufructuario universal de la herencia (art. 508 del C.c.) o cuando se está ante un
legado de parte alícuota pues en este caso la condición se integra por la previa liquidación (STS, Sala 1ª, de 22-01-1963) y, 8.finalmente, cuando el legatario ya tenga la posesión de la cosa
legada (art. 885 del C.c., a sensu contrario).
Esta diferencia teórica quiebra en el supuesto de división de toda
la herencia en legados (art. 891 del C.c.). También quiebra a la
hora de determinar cuando el llamado a la herencia es efectivamente heredero. Esto no representa ningún problema en la sucesión intestada pues serán los llamados por la Ley para recibir la
herencia. Pero sí plantea dificultades en la sucesión testamentaria. En ella puede resultar que el testador instituya heredero a una
persona aunque no le deje más que una o varias cosas determinadas y cabe por el contrario que el testador deje a alguien y a
título de legado una parte alícuota de su herencia.
Cara a la responsabilidad ello es muy importante pues el legitimario que sea pagado como donatario (que no sea de cuota hereditaria), legatario (que no sea de parte alícuota), y el heredero en
cosa cierta y determinada ex art. 768 del C.c. no pueden pedir la
partición de herencia, sólo pueden pedir su entrega al heredero o
al albacea autorizado para darlos y para promover la anotación
preventiva de su derecho (SAP de Toledo, sec. 2ª, 7-6-2011).
Así, surgen dos posibles figuras: la institución de heredero “ex re
certa” (art. 768 del C.c.) y el legado de parte alícuota46, que aun46 Los art. 467 a 469 del Decreto Legislativo 1/2011, de 22 de marzo, del Gobierno de
Aragón, por el que se aprueba, con el título de “Código del Derecho Foral de Aragón”,
el Texto Refundido de las Leyes civiles aragonesas. Art. 423-3 y 427-36 de la Ley
10/2008, de 10 de julio, del libro cuarto del Código civil de Cataluña, relativo a las suce-
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que parecen figuras contradictorias, ni histórica ni doctrinalmente, puede negarse la viabilidad de las mismas, acerca de los
cuáles ha habido tres criterios (SAP de Madrid, Sec. 13ª, de 2209-2010): 1.- El literalista, que sólo se fija en el “nomen iuris” utilizado. 2.- El objetivista, de manera que prevalece el contenido
de la disposición sobre las palabras. Así, el instituido en cosa cierta debe reputarse legatario y sólo ha de recibir la cosa legada, y
el legatario de parte alícuota será heredero, con todas las prerrogativas y cargas que ello conlleva (así art. 768 del C.c.: “El heredero instituido en una cosa cierta y determinada será considerado como
legatario”). 3.- Criterio subjetivista, donde ha de estarse a la verdadera voluntad del testador (art. 66847 y 675 del C.c.48). Es el
seguido por la mayoría de la Doctrina y la Jurisprudencia (STS,
1ª, de 16-10-1940, 11-01-1950 y 30-06-1956) que entiende que
si bien el criterio interpretativo preferente en materia testamentaria es el literal, cuando aparezca claramente que su voluntad fue
otra, puede prescindirse del sentido literal y atribuir a la disposición testamentaria un alcance distinto (STS de 9-06-1962 y 2309-1971, 18-07-1991, 18-07-1998, 23-02-2002), en aras a buscar (STS de 19-12-2006, 23-01-2001 y 29-12-1997) la averiguación de la voluntad real del testador manifestada en el momento en que realizó el acto de disposición, razón por la que los
elementos de prueba extrínsecos al testamento, sí son admitidos
siones. Art. 10 y 15 del Decreto Legislativo 79/1990, de 6 de septiembre, por el que se
aprueba el texto refundido de la Compilación del Derecho Civil de las Islas Baleares. Ley
243 de la Ley 1/1973, de 1 de marzo, por la que se aprueba la Compilación del Derecho
Civil Foral de Navarra.
47 Art. 668 del C.c.: “El testador puede disponer de sus bienes a título de herencia o de legado.
En la duda, aunque el testador no haya usado materialmente la palabra heredero, si su voluntad
está clara acerca de este concepto, valdrá la disposición como hecha a título universal o de herencia”.
48 Art. 675 del C.c.: “Toda disposición testamentaria deberá entenderse en el sentido literal de sus palabras, a no ser que aparezca claramente que fue otra la voluntad del testador. En caso de duda se observará lo que aparezca más conforme a la intención del testador según el tenor del mismo testamento”.
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por las doctrinas científica y jurisprudencial (STS de 29-121997, 18-07-1998, 24-05-2002 y 21-01-2003), como pueden ser
los actos coetáneos, previos o posteriores al acto testamentario.
Pese a la falta de regulación legal, la Doctrina y la propia Jurisprudencia han ido puntualizando los efectos propios del legado
de parte alícuota en nuestro Derecho, son: 1.-El legatario de
parte alícuota no puede hacer efectivo su derecho hasta que se
liquide la herencia del testador (STS, 1ª, de 22-01-1963, 16-101940 y 22-06-200649) pues 2.- está afectado por el pasivo hereditario aunque no es responsable frente a los acreedores hereditarios (STS de 16-10-1940 y SAP de Madrid, Sec. 13ª, de 2209-2010)50. 3.- De ahí que esté legitimado para interponer el
juicio de testamentaría STS de 21-06-1993, 22-02-1997 y art.
782.1 de la LEC y a obtener anotación preventiva en el Registro
de la Propiedad (art. 42 y ss. de la Ley Hipotecaria); 5.- se le reconoce el derecho a intervenir en la partición51, no sólo para fiscalizar las operaciones particionales, sino también a efectos de la deter minación y composición de los lotes (SAP de Madrid, Sec. 11ª,
de 3-07-2012 y STS de 22-06-2006); 6.- Puede exigir que se le
entregue lo que le corresponda en bienes de la herencia (“pars
bonorum”, SAP de Madrid, Sec. 21ª, de 26-09-2012)52 y 7.- hasta
49 Art. 468 del Código del Derecho Foral de Aragón Artículo 427-36. del Código civil de
Cataluña y Ley 243 de la Compilación Navarra. La redacción del art. 39 de la Ley General
Tributaria es sólo aparentemente contraria, como veremos en el epígrafe correspondiente.
¡50 Art. 468 del Código del Derecho Foral de Aragón, art. 427.36-3 del Código de
Sucesiones de Cataluña, Ley 219, 244 y 318 de la Compilación de Navarra, salvo que
toda la herencia se divida en legados de parte alícuota. No obstante la responsabilidad es
intravires (Ley 318). En contra, el art. 39 de la Ley General Tributaria (art. 38 de la Nor ma Foral General Tributaria de Bizkaia).
51 Ley 337 de la Compilación Navarra.
52 En contra, Ley 219 de la Compilación de Navarra y art. 427-36.1 del Código de Sucesiones de Cataluña.
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que se produzca la liquidación de la herencia, se le considerará cotitular del activo, miembro de la comunidad hereditaria (STS de
14-07-2008), y por consiguiente, no pueden enajenarse sin su
consentimiento bienes de la herencia (art. 398 del C.c., STS de
27-12-1957 y 12-02-1904).
Si existe un legado universal de parte alícuota o toda la herencia
se ha dividido en legados parciarios, se diferenciará del heredero
en que éste sucede al causante en todos sus derechos y obligaciones, aparece como titular de sus relaciones activas y pasivas
transmisibles antes de la efectiva liquidación de la herencia,
mientras que los legatarios sólo tras la liquidación adquieren los
bienes legados, como hemos visto.
En tal sentido, afirma PUIG BRUTAU53 que el legatario al que se
refiere el art. 891 del C.c. recibe una fracción del activo hereditario en lugar de subrogarse, como los herederos, en el total de
la herencia. La cuota líquida que recibirán será la resultante de
restar al activo las deudas y gravámenes existentes, y su responsabilidad seguirá siendo limitada al valor de lo legado por lo que,
como señala el profesor LACRUZ54 parece que se hubiese concedido una especie de beneficio de inventario ope legis.
Sin embargo, como hemos visto, como en el resto de los legados55, “siguiendo las tesis más modernas, no siendo precisa la existencia
de heredero ni administrador para la herencia, los legatarios del cien por cien
de la herencia son los únicos titulares del patrimonio hereditario y por ello
no compartimos el siguiente paso en la tesis de PUIG BRUTAU y VALLET
que entienden que los acreedores no pueden demandar a los legatarios parciarios a los deudores del causante ni ser demandados al no suceder en las
53 PUIG BRUTAU, J., Fundamentos de Derecho Civil, vol. II, Editorial Bosch.
54 LACRUZ BERDEJO, J. L., Derecho de sucesiones. Tomo I, Editorial Bosch.
55 El beneficio de inventario notarial. (Otras formas de limitación de la responsabilidad
“mortis causa“). Antonio Botía Valverde. www.notariosyregistradores.com.
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relaciones jurídicas activas y pasivas del mismo. Esa afirmación, que ya es
discutible en el caso de concurrir herederos con legatarios de parte alícuota
creemos que es totalmente improcedente en el caso de distribución de toda
la herencia en legados. Los legatarios son titulares del patrimonio hereditario y como titulares únicos de dicha posición “activa” son los únicos legitimados para accionar y además como responsables de las deudas, que afectan
a sus bienes, más cuando no existe heredero que sea deudor personal, están
legitimados para comparecer en las acciones contra la herencia. Tener que
recurrir a nombrar un administrador, como señala ÁLVAREZ VIGARAY es
seguir aplicando unos patrones de hace más de dos mil años a un fenómeno, la sucesión “mortis causa“ y a la figura del heredero que han sufrido
una radical transformación en ese tiempo, sobre todo con el Ordenamiento
de Alcalá en su día y posteriormente con los arts 764 y 891 CC”.
Entendemos que dichas “tesis modernas” han tenido su plasmación en la vigente Ley 1/2000 de Enjuiciamiento Civil56, de
modo que el legatario de parte alícuota está afectado por el pasi56 El Auto de TS, Sala 1ª, de 7-11-2006, con cita del Auto del Tribunal Constitucional, de
18-10-2004 exige junto con ciertos requisitos formales (litispendencia, petición expresa y
acreditación del título justificativo de la sucesión) que la sucesión procesal tenga viabilidad
jurídica, por tratarse de acciones o pretensiones transmisibles, o lo que es lo mismo, que el
derecho controvertido... y más concretamente la acción ya emprendida para su reconocimiento y protección, sea susceptible de ser ejercitada por persona diversa a la de su originario titular, requisito que se desprende del tenor del art. 16 y que ha llevado a la doctrina a pronunciarse negando la sucesión cuando la acción ejercitada tenía carácter personalísimo. Así, aclara la AP Alicante, sec. 5ª, Auto de 18-9-2006 que la sucesión procesal no
depende tanto de la condición de heredero o legatario, cuanto de la transmisión del derecho litigioso y así el artículo 16.1 LEC determina el presupuesto para la sucesión procesal
mortis causa no tanto por el fallecimiento cuanto por la transmisión por causa de muerte
de lo que sea objeto del pleito, de ahí que el Auto de la AP de Barcelona, Sec. 17ª de 2811-2006, reconozca legitimación respecto del bien legado, careciendo de legitimación en
general, sin posibilidad de sucesión procesal general dicho legatario (Auto de la Audiencia
Provincial de Álava, Sec. 1ª, de 7-06-2005, AP Barcelona, sec. 18ª, Auto de 28-2-2006, SAP
de la Coruña, Sec. 5ª, de 2-09-2008 y sec. 4ª, de 31-3-2008, Auto de la AP de La Rioja,
Sec. 1ª, de 19-9-2008, Auto de la AP de Guipúzcoa, Sec. 2ª, de 30-09-2009 y Auto del TS,
Sala 1ª, de 15-07-2004) o el usufructuario universal (SAP Alicante, sec. 9ª, de 5-2-2009).
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vo hereditario, que puede reducir a la nada su derecho. Y no es
responsable frente a los acreedores hereditarios con su propio patrimonio sino subsidiaria, mancomunada y limitadamente, hasta
que se ejecuten los bienes recibidos por sucesión o el valor de
los mismos cuando pasaron a terceros57, salvo que por dividirse
toda la herencia en legados o ser por otra causa administrador de
la misma cometiere dolo o culpa en su inventario o liquidación.
D. Responsabilidad de los donatarios58: Seguiremos la clara exposición de la SAP de Alicante, Sec. 6ª, de 19-2-1999: “El artículo 642
57 La cuestión relativa a la sustitución por equivalencia por no poder hacerse “in natura” ha
sido resuelta por el la Juriprudencia y así la STS, Sala 1ª, de 11-12-2003, con cita de la
STS, Sala 1ª, de 06-06-1997, establece que para el “reintegro sustitutivo habrá de estarse al
valor de la cosa en el momento de su disponibilidad, el momento es aquel en que por su enajenación a terceros de buena fe la cosa vendida se hizo irreivindicable” y en su caso actualizado al
tiempo de la valoración ex art. 1035 y 1045 del C.c. por analogía.
58 STS, Sala 1ª, de 26-02-2002, 15-6-1995: existe la donación desde el momento en que
aparece la transmisión de un bien gratuitamente, sin ánimo de lucro por parte del donante (que, STS, Sala 1ª, de 24-06-1988, se empobrece), y es correspondido por el ánimo de
aceptarlo a título de liberalidad por el donatario, que es lo que constituye el imprescindible “animus donandi” exigido como necesario en esta clase de contratos. La doctrina
científica y la jurisprudencia, (STS, Sala 1ª, de 16-12-1992, 24-12-1993, 17-7-1995 y 287-1997) distinguen, por sus efectos, las donaciones en: 1.- puras, que son las que la liberalidad no tiene otro propósito que el de favorecer al donatario; 2.- condicionales, que
son aquéllas en las que la existencia de la relación jurídica depende de un acontecimiento futuro o incierto, y conforman efectivas obligaciones para el donatario, a las que se
equiparan las donaciones con cláusula de reversión (pudiendo establecerse la reversión
tanto en favor del donante como del tercero), que necesariamente hay que incluirlas en
la modalidad de donaciones condicionales, o, en su caso a plazo; entendiéndose que la
reversión acordada en favor del donante, supone la conservación de su calidad de titular
de los bienes donados, si bien bajo la amenaza de perderlos si acontece el hecho reversional, y gozando tal hecho de la naturaleza propia de una condición o término resolutorios; 3.- modales, que son las que se expresa un motivo, finalidad, deseo o recomendación, sin que tal carga cambie su naturaleza, al no ser la contraprestación que ha de satisfacer para lograr su enriquecimiento, al modo del sinalagma en los contratos sinalagmáticos, sino una determinación accesoria de la voluntad del donante por la que quiere
lograr, además, otra finalidad, pero sin que desaparezca o queda subordinada la del enriquecimiento del donatario; y finalmente 4.- las onerosas, que son aquellas en las que se
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del referido texto legal dispone que si la donación se hubiere hecho imponiendo al donatario la obligación de pagar las deudas del donante, como la
cláusula no contenga otra declaración, sólo se entenderá aquél obligado a
pagar las que apareciesen contraídas antes. Y el artículo 643, que no
mediando estipulación respecto al pago de deudas, sólo responderá de ellas
el donatario cuando la donación se haya hecho en fraude de los acreedores.
Y en su párrafo segundo. Que se presumirá siempre hecha la donación en
fraude de los acreedores, cuando al hacerla no se haya reservado el donante bienes bastantes para pagar las deudas anteriores a ella” y continúa “Es
perfectamente válido que rara persona asuma la obligación de pagar nuestras deudas a cambio de algo; pero también cabe que se esté en el caso en
que donándose algo, se imponga al donatario la obligación de pagar las
deudas del donante, o algunas de ellas. Se trataría de una donación, si bien
el donatario quedaría obligado, como donación modal, a cumplir la prestación que asumió al recibir la liberalidad. Por ello, esquemático los dos preceptos que se han señalado en el fundamento anterior, puede decirse que
encierran estas cuatro ideas:
lº.- Que el donatario, si no se le impuso como carga, no tiene obligación
de pagar ni las deudas del donante en general, ni ninguna de ellas en
particular.
impone al donatario un gravamen inferior al valor de lo que es objeto de la donación,
a las que se equiparan las donaciones con carga modal del art. 647 del C.c. , pues el termino de condiciones que usa éste, no se debe enfocar en el sentido técnico-jurídico, sino
como un modo o gravamen que se añade al contrato de donación, y que el donante ha
exigido al donatario, modo, finalidad, carga, motivo o recomendación, cuyo incumplimiento puede dar lugar a la revocación o resolución de un contrato que en principio
nació irrevocable por la sola voluntad del donante, pudiendo quedar sin efecto después,
por la existencia de tales incumplimientos, y provocando un juego semejante al del art.
1124 del C.c., con la notable diferencia de que los efectos no se producen “ipso iure”, y
con igual posibilidad, de que el éxito de la pretensión revocatoria del donante, al ser también la donación modal un negocio jurídico del cual se derivan obligaciones recíprocas,
exige como condición “sine qua non”,el incumplimiento por parte, en este caso, del
donatario del gravamen al que estaba comprometido, cuya prueba incumbe al primero.
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2º.- El donatario, si se le impuso tal carga, tiene la obligación de pagar
las deudas del donante que se hubieran acordado59.
59 Decía ya la STS, Sala 1ª, de 5-05-1896 que si el acto no es gratuito en beneficio del
donatario, si el interés de las partes y no la liberalidad de una de ellas lo determina, carece de uno de los requisitos necesarios para que pueda tenérsele y reputársele como donación. La STS, Sala 1ª, de 23-10-1995 continúa ”...no es posible excluir, en puridad técnica, de
la donación tanto remuneratoria como la de con causa onerosa, al ánimo de liberalidad que como elemento común priva en el concepto genérico del art. 618 C.c., cuando define la donación como un acto
de liberalidad, por el cual, una persona dispone gratuitamente de una cosa, en favor de otra que la
acepta; y ello es así, porque el art. 619 viene también a configurar como donación las otras dos modalidades, la llamada remuneratoria y la de causa onerosa, pues en rigor, aunque una y otra no respondan prístinamente, como la donación pura, a esa transferencia de una persona a otra, cuya causa responde en exclusiva a un ánimo de favorecer con una ventaja a quien como beneficiado no le unen
con el beneficiante otros lazos salvo los internos del recóndito mundo de los sentimientos o de mera
afectividad, o, por razones altruistas, no hay que olvidar que asimismo en la donación llamada remuneratoria, esa causa subsumible en la preexistencia de unos méritos del predonatario por servicios prestados al luego donante, en todo caso, también se gestan en una presuposición causal anidada en la
propia intencionalidad del donante, sin trascendencia o relevancia jurídica al exterior, de tal forma que
sea exigible la observancia de esa mera intencionalidad o sensación anímica con el nudo de su sujeción formal y por ello, el propio donante cuando la instituye como tal donación remuneratoria jurídicamente no está obligado a hacerlo, sino que, se reitera, puede que con tal “donatum” en el fondo está
también impregnado de dicha finalidad de liberalidad o de favorecimiento; razón igualmente aplicable a las llamadas donaciones con causa onerosa…”. También la STS de 26-02-2002.
En dicha línea, ha prevalecido la opinión de DÍEZ PICAZO y GULLÓN de que la donación por causa onerosa sólo es la donación con carga, siendo mero lapsus la mención a
las donaciones remuneratorias, pues lo contrario es una contradicción con la esencia de
la donación, de ahí que la STS, Sala 1ª, de 27-07-1994 declara: “A las donaciones onerosas
o modales, en las condiciones como la de autos, se les aplica el régimen unitario propio de las donaciones, no obstante el confusionismo que parece crear el artículo 622 del código Civil y que ha sido superado jurisprudencialmente, al relacionarse dicho precepto con el 619, que determina para su
validez y eficacia el necesario otorgamiento de escritura pública, conforme al articulo 633 “ (STS,
Sala 1ª, de 24-09-1991, 26-05-1993 y 25-10-1993)”. P. ej., la SAP de Asturias, sec. 1ª, de
18-12-2009 aplica la reversión de donaciones del art. 812 del C.c. indistintamente a las
puras y onerosas. También las STS, Sala 1ª, de 22-12-1986, 10-12-1987, 24-06-1988, 312-1988, 16-02-1990 y 24-09-1991 parten de que “... es evidente que tal contraprestación
está muy lejos de absolver el valor de la liberalidad que se hace, por lo que no puede entenderse que
tal pequeña contraprestación libere de la exigencia del requisito formal impuesto por el art. 633, ello
sólo sería admisible en el supuesto de que la contraprestación onerosa superase el valor de lo donado o absorbiese el todo o gran parte del mismo quedando entonces sujeto el contrato al principio de
libertad de forma que recoge el art. 1278 CC…”.
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3º.- Si se le impuso al donatario, en general, sin más precisiones, la obligación de pagar las deudas del donante, vendrá obligado al pago de las
anteriores a la donación.
4º.- Si el donante mermó por la donación su patrimonio hasta dejarlo
insuficiente para pagar sus deudas, el donatario no es que responda de éstas,
aunque ciertamente los acreedores, ejercitando la acción pauliana, pueden
impugnar la donación y conseguir cobrar sus créditos sobre los bienes que
recibió el donatario. En este último apartado, no es que el donatario responda ni de una obligación que no contrajo, ni de una deuda que debía y
sigue debiendo otro, y que el donatario no se obligó a pagar, sino que los
bienes que recibió, que ciertamente son ahora suyos, resultarán afectos al
pago de tales deudas a través de la impugnación de la donación mediante
la acción pauliana que, prosperando, hará ineficaz frente al acreedor del
donante que la interpone, la donación atacada, de modo que con los bienes que hizo salir del patrimonio del donante y que ahora están en el del
donatario , puede el acreedor de aquél satisfacer su crédito. La doctrina ha
venido a manifestar que el artículo 643 del Código Civil, para expresar
mejor el espíritu que encierra, hubiera debido decir: No mediando estipulación sobre el pago de deudas, el donatario no responderá personalmente
de ellas. Pero si a causa de la donación, los bienes propios del donante
hubieren quedado insuficientes para atenderlas, el acreedor podrá obtener la
ineficacia frente a él de la donación, y así cobrarse sobre los bienes donados.
Aunque naturalmente, siempre que estos sigan en poder del donatario”.
Ello da lugar materialmente a una reducción de la donación (art.
643 y 1295 del C.c.) en línea con la teórica que los legados deben
experimentar en la liquidación cuando su objeto se aplica al pago
de deudas (art. 1030 del C.c.)
En el mismo sentido, debemos añadir la acción de reintegración
a la masa del Concurso (art. 71 de la Ley Concursal), teniendo
en cuenta que en este caso y en el de la rescisión ordinaria, conforme a las STS, Sala 1ª, de 1-10-2012 y 07-09-2012 cuando la
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restitución in natura no sea posible, ha de aplicarse, incluso de
oficio el artículo 1307 Código Civil como “efecto ex lege”, ya que
se trata de una indemnización sustitutoria o cumplimiento por
equivalente.
Ahora bien, lo dicho es aplicable a las donaciones entre vivos, no
mortis causa, como veremos de seguido. Al efecto es de interés
precisar la linde entre los modos de adquirir entre vivos y aquéllos por causa de muerte, es decir, aquéllos no se otorgan en consideración, como los segundos, a la muerte del transmitente para
producir sus efectos, si bien, dentro del principio espiritualista
propio del mismo (art. 675, 1258 y 1281 y ss. del C.c.) las cosas
son como son y no como los interesados en las mismas nos las
presenten60 y así reza el art. 620 del C.c. (“Las donaciones que
hayan de producir sus efectos por muerte del donante participan de la
naturaleza de las disposiciones de última voluntad, y se regirán por las
reglas establecidas en el capítulo de la sucesión testamentaria”).
Señalan las STS, Sala 1ª, de 19-06-1956, 29-10-1956, 27-031957, 07-01-1975, 24-02-1986 y 9-06-1995 que lo que caracteriza definitivamente las donaciones con finalidad “mortis causa” es
la permanencia en el dominio y libre disposición del donante de
la cosa donada y su falta de intención de perderla en caso de vivir,
de ahí que sean esencialmente revocables. En cambio, hay verdadera y propia donación entre vivos y se produce, en beneficio del
favorecido, una situación de pendencia o una situación temporalmente limitada, si la muerte, en la intención del donante, sólo significa condicionamiento del derecho transmitido, o dilación o término de pago (RDGRN de 21-01-1991 y STS, Sala 1ª, de 1911-2007), con la particularidad de que en tal caso la donación sería
60 STS, Sala 1ª, de 20-07-1992: “la naturaleza de un negocio jurídico depende de la intención
y declaraciones de voluntad que lo integran y no de la denominación que le hayan atribuido las partes, siendo el contenido real del contrato el que determina la calificación del contrato”.
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irrevocable61. Así la Jurisprudencia ha sido contante en exigir las
formas y solemnidades testamentarias para la validez y eficacia de
las donaciones mortis causa, así como para su revocación (STS, Sala 1ª, de 20-11-2007, 25-07-1996 y 12-03-2004 y las que en ellas
se citan), lo cuál es lógico por la prohibición de ordenar la sucesión por pacto (art. 669, 816, 991 y pfo. 2º del art. 1271 del C.c.),
concluyendo las STS, Sala 1ª, de 28-07-2003 y 20-11-2007 que
no se diferencian, por tanto, del legado.
E. Responsabilidad de los legitimarios (como tales)62: En la actualidad, la opinión mayoritaria (DAVILA, ROCA SASTRE,VALLET, LACRUZ, ALBADALEJO, DÍEZ PICAZO Y GULLÓN, PUIG BRUTAU, DE
LA CÁMARA) rechaza para los legitimarios la cualidad de heredero. La Jurisprudencia mantiene también que los conceptos jurídicos de heredero y legitimario, son distintos, ya que el legitimario, al contrario de lo que pasa con el heredero, no ha de experimentar, por la sola calidad de tal, la confusión de su personalidad con la del causante; por consiguiente, la legítima no provoca la subrogación del legitimario en la titularidad activa y pasiva
de los derechos y obligaciones del decuius. (STS, Sala 1ª, de 1403-1916). El legitimario adquiere normalmente un valor patrimonial, pero no se convierte, por el solo hecho de serlo, en sujeto personalmente obligado por razón de las deudas del causante,
pues no hay ningún precepto del Código civil que obligue al
legitimario como tal, al pago de las deudas (STS, Sala 1ª, de 2661 Ley 165 de la Compilación del Derecho Civil Foral de Navarra. Concepto. Son donaciones mortis causa las que se hacen en consideración a la muerte del donante. En el
mismo sentido el art. 432-1.1 del Código civil de Cataluña y el art. 316 del Código del
Derecho Foral de Aragón, implícitamente.
62 En cuanto a la posibilidad de que los acreedores del legitimario puedan impugnar la
desheredación practicada, el Tribunal Supremo así lo ha admitido STS de 3-10-1979 en
los casos de desheredación de hecho consentida por el legitimario en perjuicio de los
acreedores (SAP de León, sec. 1ª, de 15-7-2004).
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10-1904, 4-07-1906, 25-01-1911, 14-03-1916 y 10-01-1920).
Más recientemente, STS, Sala 1ª, de 29-06-2006, SAP de Madrid, sec. 18ª, de 23-1-2012 y el Auto de la AP de Albacete, sec.
1ª, de 13-1-2011.
En consecuencia (STS, Sala 1ª, de 26-04-1997), la legitima es “pars
hereditatis” (un derecho contra la herencia y ha de ser abonada con
bienes de ésta. La STS, Sala 1ª, de 18-07-2012 en cuanto a excepciones posibles) y no de “pars valoris” (derecho a una cantidad
líquida, un mero crédito pecuniario calculado sobre el valor de la
herencia), porque los legitimarios son cotitulares directos del activo hereditario y no se les puede excluir de los bienes hereditarios,
salvo en hipótesis excepcionales (arts. 829, 838, 840 y pfo. 2º del
art. 1056 del C.c.). Es decir, la llamada “herencia forzosa” es generalmente entendida, según la posición doctrinal más ampliamente
compartida, como un derecho a percibir por cualquier título una
cierta cuantía del patrimonio del causante (STS, Sala 1ª, de 28-092005, 29-06-2006 ó 07-11-2007) o su valor y, en cierta medida, a
ser mencionado en el testamento, quedando entonces a elección
del testador el título por el que la percepción va a tener lugar o ya
ha sido realizada, si bien, por lo aunque el C.c. hable de “herederos
forzosos” (art. 806 y 807) ex STS, Sala 1ª, de 29-06-2006 la legítima no es por sí misma, y salvo que se haya deferido a título de
heredero, una sucesión universal (art. 659,660 y 661 del C.c.).
En consecuencia habrá de verse el título por el que se le pague
la legítima al sucesor forzoso para determinar su responsabilidad.
Sólo queda analizar los supuestos en que el legitimario no es pagado voluntariamente, en cuyo caso ha de ejercer las acciones de
preterición (art. 814 del C.c.) o de suplemento de la legítima
(art. 815 y 817 del C.c.). Son un gravamen que actúa, no como
sucesión abintestato, sino como legado de parte alícuota en
cuanto que supone un llamamiento ex lege declarable judicialmente a una cuota del activo neto de la herencia (STS, Sala 1ª,
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de 9-7-2002) cuota que, en ejecución de sentencia, se especificará materialmente sobre ciertos bienes, ejecución que será a través de la división de herencia (art. 781 y ss. de la LEC y Auto de
la AP de Bizkaia, Sec. 4ª, de 11-04-2006).
F. Responsabilidad del cónyuge viudo (como tal): STS, Sala 1ª, de
29-06-2006 y art. 834 del C.c.: El viudo que no es propiamente
legitimario, pues no colaciona (STS, Sala 1ª, de 25-10-2000) y no
responde de las deudas hereditarias: STS de 26-10-1904, 4-071906, 25-01-1911, 10-01-1920, 9-06-1949, 11-01-1950, 28-101970, 28-10-1979, 9-01-1974, 20-09-1982. Las diferencias entre
heredero y sucesor usufructuario se subrayan en las STS de 24-011963 y 20-10-1987: “Existen sustanciales diferencias entre el sucesor
como usufructuario universal y el heredero, en cuanto la herencia implica
una adquisición traslativa de dominio, en tanto que el usufructo, aunque
también adquisitivo, es constitutivo de un derecho real en cosa ajena, en
cuanto el usufructuario a diferencia del heredero no entra directamente en la
posesión y disfrute de los bienes hereditarios, sino que ha de recibirla del
heredero o albacea y en cuanto el heredero responde de las deudas hereditarias con los bienes de la herencia y con los suyos propios, salvo beneficio
de inventario, mientras que el usufructuario no soporta tal responsabilidad,
salvo casos excepcionales (arts. 506, 508 y 891 del Código Civil), y si
además no se olvida que es el nudo propietario el sucesor en la universalidad de las relaciones jurídicas activas y pasivas de la herencia, no siendo el
usufructuario, aunque lo sea universal, más que un sucesor de sus bienes, es
decir, en la parte activa del patrimonio”, si bien la STS, Sala 1ª, de 2009-1982 determina que ha de ser citado “al litigio en que se reclamen
deudas contra el haber hereditario de su consorte, por tener interés directo en
el mismo, al poder ser mermado el contenido de su cuota usufructuaria”. En
consecuencia habrá de estarse a la atribución que haga se haga al
cónyuge viudo, de la que dependerá –por su aceptación– la responsabilidad, pero su derecho como tal no genera dicha su responsabilidad por deudas frente a los acreedores hereditarios con su
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propio patrimonio sino subsidiaria, mancomunada y limitadamente, hasta que se ejecuten los bienes recibidos por sucesión o el valor
de los mismos cuando pasaron a terceros, salvo que por dividirse
toda la herencia en legados o ser por otra causa administrador de
la misma cometiere dolo o culpa en su inventario o liquidación.
G. Responsabilidad de los reservatarios (como tales): Hablamos de
los casos de los art. 811 y 968 del C.c., sobre los cuáles se han
vertido diferentes teorías distintas posturas que se mantienen en
orden a la naturaleza jurídica de esta modalidad de reserva (usufructo legal especialísimo, sustitución fideicomisaria, derecho
condicional, expectativa jurídica, sucesión legítima a favor de los
reservatarios, limitación en la sucesión de los ascendientes, sucesión troncal o pseudo-troncal etc.). La Jurisprudencia ha asumido la de VALLET y así la STS, Sala 1ª, de 13-03-2008 afirma que
“la obligación de reservar constituye una mera limitación en cuanto a la
disposición de sus bienes por “el ascendiente que heredare de su descendiente”, la cual queda cumplida por el hecho de su atribución a quien
ostenta la condición de reservista o, por el contrario, da lugar a la imposición de una especie de sucesión forzosa e igualitaria para los reservatarios similar a la sucesión intestada, en cuya virtud aquéllos volverían a
suceder en cierto modo al primero de los ascendientes a que la norma se
refiere en cuanto a determinados bienes”. En consecuencia habrá de
estarse a la atribución que haga el reservista al reservatario, si
bien, dado su tratamiento de transmisión a título singular, bien
por bien, siempre será asimilado al legatario aunque sea el único
bien de la herencia incluso adquirida “abintestato” contra la voluntad del reservista (art. 768 del C.c.).
H. Responsabilidad de los reversionistas (como tales, art. 812 del
C.c.): A tenor de la SAP de Madrid, Sec. 11ª, de 27-4-2007, la
SAP de Cáceres, sec. 2ª, de 16-6-2000 y la SAP de Salamanca
de 17-10-1998, tanto la doctrina como la jurisprudencia es unánime al considerar que: 1.- El fallecimiento del donatario pro-
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duce la apertura de dos sucesiones paralelas e independientes entre sí: la sucesión ordinaria, respecto de la masa hereditaria; y la
sucesión especial, respecto de los bienes donados, que constituyen –a estos efectos– un patrimonio separado cuyos destinatarios
están predeterminados por la Ley donde los bienes donados/revertidos quedan fuera de la masa hereditaria y en consecuencia
no se computan para el cálculo de las legítimas y, los legitimarios, carecen de cualquier derecho o cotitularidad sobre dichos
bienes. 2.- El derecho de reversión opera de forma automática,
sin tener que ser invocado en ningún procedimiento judicial
para poder ejercitarlo, porque el reversionario es el único titular
de unos derechos sucesorios especiales que están fuera de la masa
hereditaria, al modo de un patrimonio separado y, como titular
de tal derecho, puede formalizar por si solo la correspondiente
escritura de reversión legal de los bienes donados y adjudicárselos en propiedad, dando forma legal y traslado a escritura pública de una situación real, especialmente regulada y amparada en
derecho (art. ) y 3.- requiere y produce la entrega de bienes individualizados (RDGRN de 18-05-1955) que LACRUZ califica
como “legado legal” y DÍEZ-PICAZO como “derecho sucesorio legal”.
Concluye VALLET63 “al no estar limitada la libre disponibilidad inter
vivos del descendiente sobre los bienes donados, es consecuente que, a la reversión, no retornen al donante sino los remanentes y en el estado, cualquiera que sea, en que se hallen jurídica y materialmente (incluyendo según la Doctrina los bienes subrogados en el lugar de los donados).
Según el espíritu de la norma es preferido el donante a los herederos del
donatario, pero sin que por ello quede limitada la solvencia patrimonial de
éste; para lo cual es preciso que no se limiten los derechos de sus acreedores. Por eso la amenaza de la reversión, para no producir efecto perjudicial
para el descendiente donatario, debe subordinarse al respeto no só1o de los
63 Comentarios al Código civil y las Compilaciones Forales. EDERSA.
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adquirentes de bienes donados al descendiente que éste hubiere enajenado,
sino también de los acreedores de éste. Puesto que la reversión legal del artículo 812 no tiene alcance ni valor alguno contra la eficacia de los actos realizados y las obligaciones contraídas por el descendiente donatario durante
su vida, ya que podía enajenarlos por cualquier título inter vivos y quedaron afectos a sus obligaciones, por consiguiente la consumación de dicha
reversión no puede perjudicar ni siquiera a los acreedores del descendiente
donatario. Por eso el juego de la reversión opera en la herencia líquida, de
modo tal que las deudas deberán hacerse efectivas en primer lugar en bienes no sujetos a reversión, pero subsidiariamente con éstos en cuanto aquéllos no basten. El ascendente reversionario no se halla personalmente obligado al pago de las deudas del descendiente, sufre sólo la afección ob rem
y cum viribus a su pago, sin perjuicio de su derecho a repercutir contra los
herederos del descendiente por las deudas de éste –incluso hipotecarias– que
en virtud de esa afección satisfaga el reversionario”.Ya hemos visto como
se concreta la afección “cum viribus” ex art. 538.2.3º de la LEC:
Demanda como derecho de crédito personal y limitación en
cuanto a los bienes ejecutados.
4. SISTEMA DE DERECHO CIVIL VASCO, ESQUEMA GENERAL
La subsidiaria aplicación del Código civil lo impone (art. 3 de la
LDCFV) y el principio de unidad formal del ordenamiento jurídico, incluido dentro del más amplio principio de legalidad (art. 9.3 de la Constitución) supone que aunque alguna ley concreta tenga lagunas, el ordenamiento jurídico no lo tiene y por ello, el art. 7.1 del C.c. obliga a los jueces a resolver en todo caso con arreglo al sistema de fuentes establecido.
Como hemos dicho, nuestro derecho foral no regula de ninguno de los
modos de adquirir antedichos (art. 609 del C.c.) salvo uno, “la sucesión”.
Por lo demás hemos de acudir al Código civil español, común, que, como
veremos, no rompe con los principios propios vascos (art. 3.2 de la
LDCFV).
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4.1 Concepto
La sucesión por causa de muerte en Derecho Civil Vasco tiene el mismo alcance que en Derecho común. Así la SAP de Bizkaia, Sec. 4ª, de 2101-2008 relativa a una sucesión sujeta a nuestro derecho foral declaró que
“De conformidad con el art. 659 del propio texto, la herencia comprende todos los
bienes, derechos y obligaciones de una persona que no se extingan por su muerte”.
Por el contrario, MONASTERIO entiende que hay dos tipos de masas
sucesorias, una sobre bienes del común y otra sobre los bienes troncales64, pues los art. 27, 74 y 75 de la LDCFV hablan de “designación de sucesor en bienes…”, al modo germánico, de lo que deducirá, como posteriormente veremos, una responsabilidad “cum viribus” de todo sucesor en Derecho Civil Vasco. En contra se sitúan IMAZ65 y ASÚA66 para quienes ni
64 MONASTERIO ASPIRI, I.: Los pactos sucesorios en el Derecho vizcaíno. Bilbao: Colección
de Textos Forales. Diputación Foral de Bizkaia / Universidad de Deusto, 1994 “El sistema
germánico, principalmente en la construcción técnica forjada por la doctrina alemana contemporánea para
encuadrar los datos ofrecidos por la historia, otorga al adjetivo “universal” el sentido puramente modal
o técnico, de universitas iuris, con lo que no hay inconveniente en admitir varias sucesiones “universales” respecto a una persona. Para el pensamiento germánico puede haber respecto a una misma persona
tantas universitates iuris, y, por consiguiente, tantas herencias, incluso con llamamientos a favor de personas distintas, cuantas categorías de bienes o acervos patrimoniales pudieren forjarse atendiendo a la
procedencia, al modo de adquisición o al destino de las titularidades jurídicas en ellos clasificables. La
única exigencia es que entre todas las universatates iuris que en cada caso se distingan, puedan quedar
clasificadas todas las titularidades activas y pasivas del causante. Desde el punto de vista conceptual son
perfectamente distinguibles, sin contradicción, sucesiones múltiples de una persona “a titulo universal”
todas ellas.Y es posible contraponer la sucesión general frente a una o varias sucesiones especiales, todas
ellas a “título universal” (…) En las escrituras examinadas se recogen distintos títulos sucesorios de
carácter universal correspondientes a un causante, respondiendo el título empleado en cada una de ellas
a la naturaleza de los bienes que constituyen su objeto y así, analizaremos el titulo universal de sucesor tronquero, como sucesión especial, junto al título de heredero universal, como sucesión general”.
65 IMAZ ZUBIAUR, Leire. “La sucesión paccionada en el derecho civil vasco”. Colegio Notarial
de Cataluña. Marcial Pons, Ediciones Jurídicas y Sociales, S. A. 2006 Barcelona: “cualquiera que sea el instrumento que el instituido escoja para llevar a cabo su designación (incluso si decide encomendársela a varios comisarios, ex art. 32 LDCF), se estará, en todo caso, ante un acto de
ordenación sucesoria: un acto mortis causa...”.
66 «Las formas de designar sucesor en bienes. El artículo 27 de la Ley de Derecho civil foral del País
Vasco». Obra citada: “Ahora bien, tanto se piense en clave de pacto con doble efecto o de donación
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hay un sistema de sucesión en bienes, ni cabe entender el pacto sucesorio como título (material) sucesorio autónomo e independiente de la
institución de heredero o nombramiento de legatario.
Esta opinión de MONASTERIO es aislada y cabe oponer que la sucesión de cada persona sólo sea una, al menos hoy en día, por los siguientes motivos:
A. Dicha Doctrina de diferentes sucesiones o diferentes masas sucesorias ha sido expresamente negada por la Jurisprudencia menor, concretamente por la SAP de Bizkaia, Sec. 4ª, de 4-02-200967 e implícitamente por la mayor, STSJ del País Vasco, Sala de lo Civil y
Penal, de 3-02-2011 y 02-05-200268.
coligada con pacto sucesorio, el adquirente de presente no es un sucesor en vida porque el fenómeno
sucesorio se produce por el hecho de la muerte y después de la muerte. Por eso, aunque se hablara de
una eventual donación, la misma nunca sería una forma de designar sucesor en bienes (…) La consideración de la donación universal como pacto sucesorio –en realidad, y tal y como acabamos de ver, no
sólo entraña una designación sucesoria– determina que aunque no se verifique expresamente tal designación, el «donatario» queda instituido como un sucesor universal mortis causa; e implica también que
la titularidad derivada de la transmisión actual de los bienes existentes en ese momento en el patrimonio del «donante» –se habla de donación inter vivos–, viene sujeta al régimen del artículo 77 y
podrá decaer en caso de revocación (art. 79) o de resolución (art. 80) de la designación. En cuanto a
la donación mortis causa de bienes singulares, su caracterización como pacto le coloca, a diferencia de lo
que ocurre en otros ordenamientos, en un plano netamente sucesorio, entre cuyas consecuencias cabe
remarcar aquí la de la irrevocabilidad (o, mejor dicho, la revocabilidad propia del pacto sucesorio)”.
67 “Para resolver la opción que se nos plantea hemos de acudir al principio general de que la Ley
de la herencia es la voluntad del testador, si bien constreñida por las disposiciones imperativas como
en este caso es la legislación civil vasca y su regulación de las legítimas de los descendientes y los
bienes troncales; ahora bien, una cosa es entender que la troncalidad entraña una serie de límites y
otorga determinados derechos a ciertas personas y otra muy distinta es por esta vía reducir la capacidad de disposición del testador del modo y manera en que pretende la parte demandante, estableciendo dos regímenes sucesorios: uno el de los bienes troncales que quedaría extramuros de la herencia y otro el de los bienes no troncales, de suerte que los parientes tronqueros podrían percibir más
de las cuatro quintas partes de la herencia pues percibirían los bienes troncales sin computarlos en
la legitima más su parte de legítima íntegramente en los bienes no troncales”.
68 “A este respecto, resulta elocuente lo expresado por el Tribunal Supremo en Sentencia de 27
May. 1961, cuando al explicar el concepto y contenido de la legítima foral vizcaína, dice que la
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B. La inexistencia de masas patrimoniales separadas fue buscada, como
se deduce del apunte de ARRIOLA69 sobre los debates en la Comisión de juristas que gestó la LDCFV.
C. Lo mismo se infiere con una interpretación sistemática de la
LDCFV: 1.- Su exposición de motivos ya advierte que se fundamenta en varios principios, entre ellos “d) Se mantiene la posibilidad de que
la sucesión hereditaria se realice de modo razonable y reflexivo mediante el
testamento adecuado al momento oportuno, evitando sucesiones intestadas
motivadas muchas veces por falta de previsión” y 2.-“e) Se evitan desmembraciones y divisiones irracionales y antieconómicas del patrimonio, reforzando así las modernas disposiciones administrativas que se dictan últimamente”.
3.- En el poder testatorio se habla de patrimonio, caudal o bienes en
conjunto (art. 32, distribución de la masa; 36, inventario único; 40
representación legal de la herencia yacente durante la pendencia del
poder testatorio; 41 y 66 de la LDCFV, alimentos con cargo a los
bienes hereditarios y responsabilidad ultra vires por los mismos de los
sucesores); 4.- revocación de testamento (y sus disposiciones en globo ex art. 75 de la LDCFV) por el otorgamiento de todo pacto sucesorio; 5.- Habiendo hijos comunes, la comunicación se consolida
(art. 104 de la LDCFV) y se establece una comunidad hereditaria
entre el viudo y los sucesores del premuerto hasta la división y adjudicación de los bienes70; 6.- Se presupone generalmente la disposimisma está constituida por la integridad de la herencia, salvo el quinto de que puede disponer el
testador en ciertas condiciones, pero con la facultad de designar heredero a uno o varios de los hijos
o descendientes apartando a los demás”
69 ARRIOLA ARANA, J.M.: «La sucesión forzosa en la Ley 3/1992, de 1 de julio, del Derecho civil foral del País Vasco». El Derecho foral vasco tras la reforma de 1992. Pamplona: Aranzadi, 1994 aclara que en la Comisión de la Ley 3/1992 se optó por el sistema
contrario de unidad de sucesión, con limitaciones troncales, lo que es evidente a la vista
de los art. 40, 62 y 63 de dicho texto legal.
70 La comunidad postcomunicación foral por consolidación es, tanto conforme a la ley
19 del Título XX del Fuero, como al art. 47 de la Compilación y al art. 104 de la LDCF
y la jurisprudencia (STS de 10-10-1977) de una titularidad abstracta de los partícipes so-
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ción integral del patrimonio (el art. 74 de la LDCFV diferencia entre
la esencial “ordenación en bienes”, que es de la herencia, pese a la mala
gramática, por contraposición a la accesoria “ordenar la transmisión
actual de todos los bienes presentes, o parte de ellos, o bien diferirla al momento de la muerte”). 7.- El cálculo único del valor de la herencia, que (art.
62 de la LDCFV) se integra por el relictum y el donatum y restan las
deudas, como en Derecho común (art. 818 del C.c.) “al tiempo en que
se perfeccione la delación sucesoria”, específicamente computando los
bienes troncales para el pago de la legítima y 8.- la aplicación de bienes troncales al pago de deudas (art. 63 de la LDCFV).
D. La consecuencia de una sucesión autónoma o separada de los bienes
troncales supondría la apertura de la sucesión abintestato respecto de
los mismos cuando se declarase la nulidad de las disposiciones sucesorias que vulnerasen la troncalidad (art. 24 de la LDCFV), en pura lógica. Sin embargo la fusión o masa única se ve en que los supuestos de
nulidad de pactos sucesorios y testamento, a lo único que facultan al
que obtiene tal declaración es, no a adjudicarse como heredero los
bienes, sino a instar la partición de la herencia “sin que sea dable a la
parte (…) su postura caprichosa de pretender extraer determinados bienes y
derechos de la relación de bienes que debe realizarse” (Auto de la AP de
Bizkaia, Sec. 4ª, de 11-04-2006).
E. Precisamente, VALLET71 y la SAP de Bizkaia, Sec. 4ª, de 4-02-2009
entienden la sucesión troncal como una mera obligación de reservar
los bienes troncales la cual queda cumplida por el hecho de su atribución a quien ostenta la condición de reservista o, por el contrario,
da lugar a la imposición de una especie de sucesión forzosa e igualibre el conjunto (SAP de Bizkaia, Sec. 4ª, de de 10-02-1999) y (SAP de Bizkaia, Sec. 4ª,
de 26-09-2007) a falta de división, liquidación y adjudicación de sus bienes no se puede
disponer de los mismos ni cuotas ideales sobre ellos por legado salvo que al otorgar el
legado estuviera haciendo uso del poder testatorio otorgado.
71 Esquema de una conferencia de 1992 facilitado al autor por D. Andrés Urrutia Badiola.
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taria para los parientes tronqueros similar a la sucesión intestada y, en
consecuencia habrá de estarse a la atribución que haga el causante al
pariente tronquero, que aun siendo nominalmente heredero, si su llamamiento comprende sólo bienes troncales será un heredero instituido en cosa cierta y determinada, o sea legatario (art. 768 del C.c.).
4.2 Clases de sucesión mortis causa
A título universal o singular (heredero, legatario, legatario en parte alícuota, etc.). No hay terceras vías (desde luego no desde el punto de vista
de la responsabilidad del sucesor), es decir no hay sucesión directa de los
bienes troncales ni existe un título de sucesor paccionado diferente de
aquéllos dos títulos universales o singulares72.
Efectivamente, el pacto sucesorio no tiene por objeto aislado la transmisión de la titularidad de la propiedad y demás derechos subjetivos
(“sucesión en bienes”, sistema germánico73), sino la sucesión por causa de
muerte, cuyas consecuencia habrán de ser las propias del heredero o del
legatario, a título universal o singular, como reza el art. 74 de la LDCFV
72 La variedad es grande desde el momento en que en el Fuero de Bizkaia, se puede disponer con las modalidades, reservas, sustituciones, cláusulas de reversión, cargas y obligaciones que se acuerden. En general se distingue: 1.- por razón del causante pactos dispositivos sobre la propia sucesión y pactos sobre la sucesión de un tercero (usualmente considerados nulos de pleno derecho), 2.- por razón del beneficiario pactos sucesorios que
benefician a una o a varias de las partes contratantes o que, por el contrario, benefician
a un tercero; 3.- por su contenido, pactos sucesorios positivos o adquisitivos (pactos de
succedendo) que, a su vez, pueden ser de ordenación o institución de heredero (pactos
institutivos) o de ordenación de legado o atribución particular (pactos de designación)
o, por el contrario pactos sucesorios abdicativos o de renuncia (pactos de non succedendo, perfectamente válidos, piénsese en el apartamiento) y 4.- por la apertura de su eficacia, con transmisión actual de todos los bienes presentes, o parte de ellos, o bien diferidos al momento de la muerte. Hablamos, claro está de los pactos in sucedendo. Los sucesores serán responsables de las deudas del causante y por eso ponemos el foco en ellos.
73 Los germanos decían que la sucesión era una suerte de coposesión y condominio que a
la muerte del jefe de familia era continuada por sus herederos de sangre. El heredero adquiría los bienes en mérito a esa copropiedad preexistente es que éste resultaba un sucesor en
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y cuyas consecuencias en Derecho común español, como hemos visto,
no son las romanistas pura de continuar la personalidad jurídica del causante sino subentrar una persona en la universalidad de relaciones jurídicas o patrimonio (STS, Sala 1ª, de 5-11-2012) y ello es aplicable igualmente a la especialidad vasca.
Es decir, el pacto sucesorio no es un mero título formal (art. 1214 y
ss. del C.c. y ss. y Ley del Notariado), es un verdadero título material de
suceder de igual manera que la sucesión testada e intestada en derecho
común (art. 609 del C.c. y art. 27 de la LDCFV) “como consecuencia de
determinados contratos”. Ahora bien, que sea “iusta causa traditionibus” no
quiere decir que lo que se transmita sea un “tertium genus”, o ni la calidad de “sucesor en bienes”, como adquisición automática que repudia precisamente al pacto74. O sea, el contenido esencial del pacto sucesorio será,
una de dos, o llamamiento con vocación universal75/institución de heredero o llamamiento singular/nombramiento como legatario (art. 74 de
los bienes, si necesidad de acudir al artificio de la continuación de la persona. El patrimonio transmitido no se confunde con los bienes personales del heredero y, por tanto, él no
está obligado personalmente por el pasivo hereditario: su responsabilidad se reduce responder exclusivamente con lo que ha recibido. Este punto de vista es sugestivo históricamente
porque el causante vizcaíno no podía disponer de una fracción mínima de sus bienes (1/5
del común y nada de los troncales). Sin embargo no casa porque hablamos de la legítima de
4/5, la castellana de las Partidas, la transmisión provenía vía testamentaria o donación universal, precisamente para elegir a un sucesor, apartando a los demás, y requería por tanto
aceptación y la norma sobre responsabilidades, pues ordenaba el Fuero de 1526 (Ley XIV
del Título XX) “Con que si deudas oviere, y bienes muebles el que tal raíz tuviere; de lo mueble se
paguen las deudas, y no de la raíz”. Quizás apuntalando la construcción germanista del derecho civil foral vizcaíno la Propuesta de la AVD/ZEA hable (art.5) de “propiedad familiar”,
lo que evoca el condominio como “... hoy en día se ha impuesto la tesis de la PROPIEDAD
PLURIMA TOTAL... en los casos de cotitularidad o comunidad, el derecho de cada uno de los titulares debe entenderse como un derecho pleno, autónomo, cualitativamente idéntico al derecho de propiedad en cuanto a su extensión, pero que en cuanto a su ejercicio se ve limitado por la coexistencia de
los derechos de los demás comuneros...” (Beltrán de Heredia y Castaño, José. “La comunidad de
bienes en derecho español”. Editorial Revista Española de Derecho Privado. Madrid, 1954).
74 El pacto puede ser ejecutado vía nuevo testamento que no es per se ineficaz si se ajusta a aquél y si no se ajusta será ineficaz sólo en la medida en que se contradigan (STSJ
del País Vasco, Sala 1ª, de 15-05-2007).
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la LDCFV), con las consecuencias en orden a la adquisición de derechos
y responsabilidad por deudas que a tales figuras correspondan (ya veremos
luego que la donación propiamente no es pacto sucesorio). Igualmente,
el contenido derecho de propiedad (art. 348 del C.c.) se transfiere por
muchos títulos (compraventa, permuta, mutuo…) y otra cosa son el resto
de la maraña de derechos subjetivos y deberes jurídicos que tal transferencia o ingreso en el patrimonio del instituido ello genere.
A. Argumentos históricos76: El bien principal de la familia era el Caserío. El sucesor en éste era el heredero, propiamente como afirman
75 STS, Sala 1ª, de 5-11-2012: “En otras palabras, la sucesión mortis causa no es otra cosa que
subentrar una persona en la universalidad de relaciones jurídicas (el heredero) o en una o varias concretas (el legatario o heredero ex re certa) de la persona que era titular de las mismas, por causa de
la muerte de ésta. Es un concepto jurídico -nomen iuris- no económico, viene referido a unidad de
patrimonio, no a bienes concretos; así, procedente del Derecho romano, no se produce la transmisión
de cada una de las relaciones jurídicas, sino del conjunto -conjunto como tal- de las del causante.
Las relaciones económicas forman el concepto de patrimonio. Lo que no se acepta es la doctrina,
que había sido mantenida en tiempos pretéritos, de que el heredero continúa la personalidad del causante; no es así: la personalidad se extingue por la muerte (artículo 32 del Código civil y lo dice
expresamente la sentencia de 2 junio 2004) y el artículo 657, así como el 659, no se refieren a la
personalidad, sino a los derechos (…) De todo lo anterior se desprende una conclusión muy clara.
Los herederos defienden los derechos, no ya del causante, sino los propios, que han heredado -transmisión mortis causa- del causante”.
76 Ley XIII del Título XX: “Cómo se han de entender las donaciones que se hacen generalmente. Otrosí, dixeron: Que havian de Fuero, y establecian por Ley, que por quanto acaece que alguno
dá á su Hijo, ó otro heredero su casa, y Casería, con todos sus pertenecidos’, y con todos los bienes muebles, y rayzes:Y ponen duda si tal donacion general de los bienes muebles vale, ó debe valer,
y á qué bienes muebles se ha de estender. Por ende por evitar toda duda, é inconveniente, dixeron:
Que ordenaban, que el tal contrato valga, y sea valido: Con que intervenga apartamiento de los
bienes rayzes con tierra á los otros profincos, como arriba está declarado.Y en quanto á la donacion
de los bienes muebles, que el que dá, y dona, pueda reservar lo que quisiere, y lo reservado sea para
quien él quisiere: Y no reservando cosa alguna, la tal generalidad de bienes á él pertenecientes, se
entienda solamente todo el aderezo, y alhajas necessarias para regir la tal Casería que oviere, y las
cubas, y arcas, y camas que oviere en la tal Casa, que dona, eceto lo reservado”.
Igualmente, la Ley XXII del Título XXXIV equipara sucesor por pacto sucesorio/donación universal/heredero al hablar de la privación de tales derechos, unificando desheredación y revocación por ingratitud: “Pena de los donatarios ingratos. Otrosí, dixeron: Que
habian de Fuero, y establecían por Ley que si cualquier Hijo, ó descendiente, o pariente, ó estraño,
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CELAYA77, GALICIA78; la SAP de Bizkaia, Sec. 3ª, de 11-05-200179,
que identifica donación inter vivos del caserío con pacto sucesorio,
á quien Padre o Madre ‘o alguno le haya hecho heredero, ó donado todos sus bienes, ó la mayor
parte de ellos, pusiere manos ayradas en el Padre, o en la Madre ó otro alguno le haya hecho heredero ó donado todos sus bienes, ó la mayor parte de ellos, pusiere manos ayradas en el Padre, ó en
la Madre, ó en aquel quien le donó, ó dotó lo suyo, ó cometiere otras causas de ingratitud, por las
quales el Derecho manda desheredar, ó denegar alimentos, ó revocar la tal dote, ó donacion; que constando de esto, y quejandose de ello el tal injuriado, y ofendido, dentro de año, y dia, pierda el tal
Fijo, ó descendiente, pariente, ó donatario la tal herencia, ó bienes, que así le fueron dotados y donados: Con que el tal ofendido no le haya remitido, ó perdonado la tal ofensa, ó injuria al injuriador,
assi como comiendo, y bebiendo con él en una mesa, ó hablando amigablemente, ó por otros semejantes actos, que inducen remission, y perdon, ó disimulación: Y que los tales bienes se vuelvan al
tal donador, ofendido, ó injuriado”.
Como hoy en día, el legislador tenía en mente, el Derecho común español, entonces las
Partidas las cuáles (Partida V, Título XI, Ley 33), y con las atenuaciones de Las Leyes de
Toro (17 y 22, promesas de mejorar y no mejorar), prohíbe, con carácter general, los pactos sobre la herencia futura, y la Ley 69 de Toro, de prohibición absoluta de la donación
universal de bienes entre vivos. Y con dicha prohibición en mente, establece la norma
propia y contraria a la común. Establecían los glosadores que la prohibición de pactos
sólo era, en consecuencia, de la universalidad, no de bienes concretos, criterio que sigue
hoy en día también el Derecho común (p.ej. RDGRN de 25-07-2012).
77 Comentarios al Código civil y a las Compilaciones Forales, EDERSA 1997, pág. 148 y
149 equipara al sucesor paccionado como “heredero en vida”, por lo que implícitamente establece una responsabilidad “ultra vires” y, de hecho cita que “El Fuero permitía disponer de los
bienes «así en vida como en el artículo de la muerte. (Ley 6 del Título XXI). Del que ha dispuesto en
vida de sus bienes por donación mortis causa se dice que ha sido heredado en vida, según JADO…”.
78 Galicia Aizpurua, G.H.: Legítima y troncalidad. La sucesión forzosa en el Derecho de
Bizkaia. Madrid-Barcelona: Marcial Pons, Ediciones Jurídicas y Sociales, S.A., 2002. “todo el
sistema sucesorio foral gira, en los siglos XV y XVI; en torno a un mismo principio inspirador: la
transmisión íntegra de la explotación familiar, de la casería. La “raíz” era la “heredad” o “herencia”;
ella constituía la esencia del conjunto patrimonial dejado por el difunto (…) a ese sucesor sí había de
considerársele verdadero heredero, en el sentido de “subentrar el nombrado en la titularidad del activo,
del pasivo y del papel que al fallecido correspondía en el gobierno y atenciones de la casa…”.
79 “TERCERO. La sucesión contractual en el derecho civil del País Vasco. Sorprende a la Sala la
omisión a cualquier referencia a lo que en realidad es el derecho propio pues la Ley 3/1992, de 1
Jul., sobre derecho civil foral del País Vasco, establece con claridad en su artículo 1 que «constituye el
derecho civil foral de los Territorios Históricos del País Vasco las disposiciones de esta Ley.». En este
sentido la situación que analizamos producto de las escrituras públicas de constitución de usufructo y
donación no son ajenas a nuestra realidad, a la realidad de los territorios históricos, pues la existencia
y admisión de la sucesión contractual era objeto de amplio reconocimiento en las Leyes 13 y 14, títu-
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aquélla como antecedente de éste; y el Proyecto de Apéndice Foral,
año 1900 cuyo art. 14 estableció que “La institución de heredero o sucesor en todos los bienes troncales o parte de ellos podrá (no dice podrán)
hacerse por testamento, manda, legado o donación mortis causa”. La propia E.d.M. de la LDCFV afirma que “En el Capítulo IV, y bajo el epígrafe “de los pactos sucesorios”, se regulan diversas formas de sucesión contractual, de gran arraigo en la vida vizcaína, que solamente aparecen aludidas en el art. 11 de la Compilación actual, sin hacer ningún desarrollo de
esta materia. No solamente la doctrina se muestra cada día más abierta a
los pactos sucesorios, sino que el propio Código Civil, en las sucesivas reformas, tiende a suavizar su rígido criterio prohibitivo inicial.
B. Argumento lógico: También puede alegarse que “para este viaje no necesitábamos alforjas” forales, pues la sucesión paccionada en bienes sí
está permitida con carácter general en el Derecho común y no me
refiero a los preceptos anteriormente citados (art. 826 y 827 y art.
lo 20, 24 y 31; título 23, 8A y 91; título 17 y 22; título 34 del Fuero tal y como pone de manifiesto la ya lejana STS de 25 Abr. 1868 y la RDGRN de 3 Ago. 1944. Efectivamente, y en contra del principio histórico de claro precedente romano, el Corpus mantenía la posición negativa a todo
contrato sucesorio no permitiendo los pactos «succedendo», tanto a título de heredero como de legatario, como la ineficacia de los pactos «non succedendo» o de renuncia a herencia futura y, además, la
nulidad de pactos de «hereditata tertii», lo cierto es, reiteramos, que la Ley 13, título 20 (…)
Observando lo anterior no parece extraño que fuera una «communis opinio» (JADO y VENTADES) entender que era común que los padres no esperaran a que llegara al final de su vida para disponer de los bienes de sus hijos, sino que cuando ya llegan a determinada edad (edad avanzada) y no
podían valerse por sí solos para la casería produzca los debidos rendimientos, hicieran uso del medio
que concedía el Fuero para conservar a su lado a sus hijos y crear una nueva familia para que venga
a sustituirles en el manejo y labranza de aquella sin que se vean en la indigencia para lo que realizaban una donación de la casería con reserva del derecho de alimentos o usufructo (como es caso que nos
ocupa). Además, se tenía previsto la necesidad de proteger al resto de los hijos pues si bien entre el
donatario y sus padres (usufructuarios) se establecía una clara comunidad, el resto de los hijos quedaban desprotegidos pues normalmente se imponía al donatario la obligación de entregar a sus hermanos, hijos del donante, el deber de entregar cantidades en metálico.
Esta posibilidad que venimos recogiendo en líneas anteriores, es decir, la transmisión por donación
del caserío con sus pertenecidos, no fue objeto de modificación sino de expreso reconocimiento por la
Ley 3/1992, de 1 Jul., que en su artículo 26 establece que «La transmisión a título gratuito de
un caserío con sus pertenecidos comprenderá, salvo disposición en contrario».
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1341 del C.c.), sino que, conforme a reiterada Jurisprudencia (STS,
Sala 1ª, de 22-07-1997, 3-3-1964, 2-10-1926, 16-5-1940 y 25-41951 y las RDGRN de 21-01-1991 y 25-07-2012) sí son válidos los
pactos sucesorios sobre bienes concretos y determinados “habiendo
declarado esta Sala en sus sentencias de 8 de octubre de 1915, 26 de octubre
de 1926 y 16 de mayo de 1940, que la prohibición establecida en el artículo 1.271 se refiere única y exclusivamente a los pactos sobre la universalidad
de una herencia, que según el artículo 659, se determina a la muerte del causante, constituyéndola todos los bienes, derechos y obligaciones que por ella no
se hayan extinguido, pero no cuando el pacto –de entrega de bienes determinados”. O sea, el Derecho Civil Vasco debe referirse a otro tipo de figura jurídica distinta de este pacto de transmisión de bienes, concretos, específicamente permitiendo que se pacte la universalidad de la
sucesión y también lo menos, sucesiones concretas.
C. La Jurisprudencia: La STSJ del País Vasco, Sec. 1ª, de 07-01-200580
ya haya establecido la carencia de antecedentes legislativos de dicha
80 “El argumento de corte conceptualista que utiliza la parte recurrente no tiene mucho valor en este
caso. Es cierto que el artículo 54 LDCF no se refiere a los legatarios. Pero también lo es, si nos atenemos a la terminología, que tampoco se refiere a los herederos. El precepto el término que utiliza es el de
“sucesores” en su párrafo primero, el de “sucesores forzosos” en su párrafo segundo, y el de “sucesor” en
su párrafo tercero.Y lo verdaderamente destacable no es la terminología, a la que puede resultar inconveniente atribuir un significado conceptual y técnicamente preciso, atendida su carencia en los precedentes
legislativos, sino la circunstancia, ésta sí relevante y ciertamente significativa, de no exigir la norma de
referencia, ni ninguna otra de las de la LDCF, que la atribución de los bienes o la elección del sucesor
haya de hacerse necesariamente a título de heredero. Es más, del artículo 74 LDCF resulta con toda
claridad como la disposición en la sucesión de los bienes puede ser hecha a título universal o particular,
refiriéndose a continuación la ley a la “designación de sucesor” en el artículo 75 o la “designación sucesoria” en el 77, en el 78, en el 80 y en el 83.Y es que, como destaca la mejor doctrina, la función de
designar sucesor o sucesores no la realiza el derecho vizcaíno con normas imperativas, sino con la libertad de testar circunscrita dentro de cada grupo familiar, y confiando en el buen criterio del padre o madre
de familia, rectamente formado por costumbres sanamente vividas y tradiciones familiares inmemoriales.
No existiendo inconveniente, dada esa libertad de testar, básica en el derecho foral, para que el causante distribuya en legados toda la legítima foral o una parte de ella. A lo que aún se añade, desde la perspectiva del derecho común, la posibilidad, dado lo establecido por el artículo 815 CC al hacer uso de la
expresión “por cualquier título”, de atribuir la legítima a título de legado. Lo que, por otro lado, ha sido
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expresión “sucesor en bienes”, su significado técnicamente poco preciso
y su equivalencia con las formas tradicionales de heredero y legatario.
D. Argumentos sistemáticos:
1. Los art. 46, 74, 76 de la LDCFV (incluido Ayala, art. 134) siempre se mantienen en la dualidad de disposición por actos a título universal o singular, sin terceras vías. Es más, el art. 76 de la
LDCFV establece una interpretación que supone el reenvío automático a dichos títulos sucesorios universales o singulares según
el título traslativo (donación, pacto sucesorio) que se utilice.
2. Dicho efecto esencial sucesorio se deduce del alcance revocatorio de los testamentos sobre “cualquier disposición testamentaria anterior” (art. 75 de la LDCFV), o sea, los legados y la institución de
heredero como disposiciones propias del testamento (art. 667 y
672 del C.c.) devienen ineficaces. Por lo tanto, se novan extintivamente (art. 739 y 1204 del C.c.) porque se sustituyen, o sea, no se
invalida el testamento como instrumento o título formal (p.ej. nulidad total del testamento por causas extrínsecas como formas
esenciales, violencia, dolo o fraude ex SAP de Bizkaia, Sec. 4ª, de
24-07-2006 vs. nulidad de llamamientos o instituciones concretas
ex SAP de Bizkaia, Sec. 4ª, de 30-4-2003 y de 11-05-1999), en
cuyo caso se abriría la sucesión intestada (art. 912 del C.c. y 67 y
ss. de la LDCFV) sino que se revocan total o parcialmente, por sustitución, las típicas disposiciones testamentarias anteriores.
3. Los pactos sucesorios (art. 74 de la LDCFV) presentan, como
contenido natural (no esencial), las típicas figuras jurídicas de la
sucesión mortis causa (aparte de “con las modalidades”, clases), están
las “reservas” (llamamiento sucesorio típico, pues el supuesto del art.
639 del C.c., en que el donante/instituyente no transmita todas las
facultades no hubiera precisado regulación, ya está el art. 1255 del
reconocido por reiterada y pacífica jurisprudencia (por todas STS de 17 de julio de 1996, que hace cita
a su vez de las de 21 de febrero de 1900, 25 de mayo de 1917 y 23 de abril de 1932)”.
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C.c.), “sustituciones” (llamamiento sucesorio típico art. 641 y 774
del C.c.), “cláusulas de reversión” (llamamiento sucesorio típico, máxime a la vista del art. 641 del C.c.), “cargas y obligaciones” (típico de
la sucesión ex art. 659 y 858 del C.c., que prevén su imposición, limitada, por el instituyente al instituido) que se acuerden”.
E. Argumento comparativo: Asimismo, la LDCFV adopta una regulación prácticamente idéntica a la Compilación Navarra cuya Ley 172
es muy clara “Concepto. Por pacto sucesorio se puede establecer, modificar, extinguir o renunciar derechos de sucesión mortis causa de una herencia o parte
de ella, en vida del causante de la misma. Cuando estos actos impliquen cesión
de tales derechos a un tercero será necesario el consentimiento del causante”. La
siguiente Ley 177, muy parecida al art. 74 de la LDCFV dispone “Los
pactos sucesorios pueden contener cualesquiera disposiciones mortis causa a favor de los contratantes, de uno de ellos o de tercero, a título universal o singular, con las sustituciones, modalidades, reservas, cláusulas de reversión, cargas y
obligaciones que los otorgantes establezcan. La institución podrá hacerse determinando en el propio pacto las personas llamadas a la herencia o estableciendo las reglas conforme a las cuales debe ésta deferirse en lo futuro o delegando
en una o más personas la facultad de ordenar la sucesión. Los pactos de institución pueden asimismo implicar simples llamamientos a la sucesión o contener
también transmisión actual de todos o parte de los bienes”.Y la Ley 179 es
en todo similar al art. 78 de la LDCFV y especifica que “Los pactos sucesorios sin transmisión actual de bienes confieren únicamente la cualidad de
heredero contractual, que será inalienable e inembargable”. Y también es similar al art. 381.1 del Código del Derecho Foral de Aragón “Contenido.1. Los pactos sucesorios pueden contener cualesquiera estipulaciones mortis
causa a favor de los contratantes, de uno de ellos o de tercero, a título universal
o singular, con las sustituciones, reservas, fiducias, modalidades, cargas y obligaciones que se convengan” y especialmente el siguiente art. 385 “En la
institución a favor de contratante, el consentimiento de éste implica la aceptación de la herencia o legado. En consecuencia, fallecido el instituyente, el instituido heredero o legatario no podrá repudiar la herencia o renunciar al legado”.
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F. Argumentos teleológicos: Si el pacto sucesorio (que no puede ser
donación entre vivos singular per se, es otra cosa81) no confiera la
cualidad de heredero o legatario, o sea, si se limitara a ser una mera
“iusta causa traditionibus” ajena a las instituciones de la herencia y el
legado, no tendría las siguientes características:
1. La extrema dificultad de sinalagma o reciprocidad de las prestaciones entre las partes, hasta el punto de que cada una de ellas es
acreedora y deudora a la vez, existiendo entre las prestaciones
condicionalidad mutua (STS, Sala 1ª, de 7-06-1983 y 1-072005). Por el contrario, el testamento y el pacto sucesorio son
esencialmente unívocos, o sea suponen fundamentalmente ordenar la sucesión mortis causa de una persona a favor de otra u
otras (esto es lo esencial), con transmisión de bienes ciertos o no
(algo accesorio o prescindible para el pacto y el testamento e
imprescindible en la donación), quienes se obligarán a favor de
los primeros o no (igualmente accesorio o prescindible) y su
demostración como se deduce del art. 74 de la LDCFV establece lo principal “se puede disponer la sucesión en bienes de los otorgantes”, frente a lo accesorio “Los otorgantes podrán, asimismo, ordenar
la transmisión actual de todos los bienes presentes, o parte de ellos, o bien
diferirla al momento de la muerte”.
2. La libre transmisión de los créditos nacidos de un contrato (STS,
Sala 1ª, de 15-07-2002) frente a las restricciones impuestas por
los art. 77 y 78 de la LDCFV, claramente participativas del carácter “intuitus personae” del nombramiento de heredero o legatario,
como se deduce de: A) El art. 77 de la LDCFV, pues transferida
81 Las únicas donaciones propiamente serán las inter vivos sobre cosa determinada o parte de la misma. Adrián CELAYA IBARRA. Curso de Derecho Civil Vasco. Universidad de
Deusto, 1998. Como veremos después, ASÚA, GIMENO, explícitamente la RDGRN de
01-07-1920 e implícitamente la SAP de Bizkaia, Sec, 3ª, de 11-05-2001 participan de la
misma opinión.
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una masa patrimonial (flujo) con efectos “de presente” o “desde luego” (art. 1113 del C.c.) la misma se desvincula, rompe el sinalagma
con el reflujo, de existir, de dicha transferencia, de modo que
“todo acto de disposición o gravamen requerirá para su validez el consentimiento conjunto del instituyente e instituido”. B) Igualmente en el
art. 78 de la misma norma se ve que: 1.- hay una institución/designación inalienable, inembargable e irrevocable, por lo tanto
personalísima, con independencia de que haya o no contraprestación (Univocidad); 2.- dicha institución/designación puede ser
objeto de nueva sucesión, ésta sólo a título gratuito y a favor de
descendientes del instituido (univocidad sobre univocidad) y 3.como se atiende sólo a la sucesión sólo se veta la revocación de
ésta (univocidad), no la propiedad de los bienes, de modo que “Si
bien los instituyentes conservan la propiedad de los bienes, sólo podrán
disponer de los mismos a título oneroso”. C) La LDCFV establece
una retransmisión ex lege de los derechos adquiridos por pacto
sucesorio, ora disponibles (art. 82), ora indisponibles como los
del art. 83 o la reversión del párrafo segundo de este art. 83.
3. El pacto a favor de tercero. El tercero no puede adquirir a título
contractual pues no es parte en el pacto, ni puede ser gravado,
con las modalidades y cargas que procedan, si no acepta su llamamiento, que por lo tanto, éste, posterior al pacto y externo a
éste no se diferencia del llamamiento como heredero o legatario, que ha de aceptar el beneficiario. Igualmente, la designación
a favor de casaderos, con posibilidad de la retransmisión de derechos del instituido (art. 78 y 83), supone per se ceder la posición
jurídica en el contrato a un tercero, quienes no quedan obligados por el mismo salvo que fueran precisamente herederos o legatarios (art. 1257 del C.c.). Además las reservas legales de la facultad de disponer (art. 77 y 78 de la LDCFV), recuerdan a las
donaciones con reserva de la facultad de disponer, donaciones
mortis causa según la Doctrina y la Jurisprudencia82. Además di-
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chos trasmisarios del art. 83 por antonomasia, como ajenos al
pacto sucesorio.
4. El pacto abdicativo o de renuncia como quiera que no supone
aceptación por cesión del derecho hereditario (cfr. art. 1000 y
1023 del C.c.) carece de biunivocidad, pero es una institución
sucesoria típica, el instituto del apartamiento (art. 54 y ss. de la
LDCFV). Y este pacto abdicativo no es a “suceder en bienes” sino
a su derecho hereditario o sucesorio, de vocación expansiva, a no
suceder en toda la masa del causante.
5. Si se sucediere por contrato, el incumplimiento de las prestaciones sería causa de resolución contractual (art. 1124 del C.c.). Sin
embargo, la LDCFV permuta los supuestos generales de resolución
contractual –incumplimiento- por los de revocación de los instituyentes por sí y ante sí (art. 80, apartados 1 y 2), de modo asimilado
a la revocación de las donaciones por causa de ingratitud (art. 648
y 649 del C.c. vs. aptdo. 2, 3 y 4 del art. 79 de la LDCFV)83.Y, en
consecuencia y con absoluta lógica, mientras la SAP de Bizkaia,
82 Las reservas de la facultad de disponer (art. 639 del C.c.) se consideran para parte la
Jurisprudencia (STS, Sala 1ª, de 19-06-1956 y 9-6-1995) como una donación mortis
causa pues sólo hay plena voluntad de disponer al fallecer el donante que se reserva dicha
facultad personal mientras viva (art. 639 del C.c.). La otra tesis doctrinal y Jurisprudencial, o sea, que la donación con reserva de la facultad de disponer carece del carácter de
donación por faltar la voluntad de desprenderse del bien (STS, Sala 1ª, de 22-03-1993,
RDGRN de 23-10-1980), aún cuando no puede ni gravarlo ni enajenarlo el donatario
de no contar con el consentimiento del donante ello no impida que, entre tanto, no sea
único y verdadero titular o propietario del bien (STS, Sala 1ª, de 14-05-2007). Luego si
es propietario es porque ha adquirido no como donatario, y si el pacto sucesorio se
caracteriza por transmitir el bien habiendo voluntad al efecto, la adquisición no puede
ser sino por otro título, o sea, el de heredero o legatario.
83 Efectivamente, en las donaciones con carga modal del art. 647 del C.c., el término de
condiciones que usa éste, no se debe enfocar en el sentido técnico-jurídico, sino como
un modo o gravamen, cuyo incumplimiento puede dar lugar a su exigencia e indemnización de daños o perjuicios (STS, Sala 1ª, de 6-4-1999) o bien a la revocación por la
sola voluntad del donante, provocando un juego semejante al del art. 1124 del C.c., con
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Sec. 4ª, de 2-12-2004 trata de la liquidación, entre vivos, del contrato sucesorio resuelto con restitución de prestaciones84 por haber
existido contraprestaciones, el Auto de la AP de Bizkaia, Sec. 4ª, de
11-04-2006, por el contrario, remite la liquidación mortis causa a
las reglas sobre particiones de herencia.
4.3. Sistema de sucesión vizcaíno desde el punto de vista de la responsabilidad
Rechazado como hemos visto, el sistema germanista de sucesión en
bienes, que parcela la sucesión en diferentes masas, tampoco procede clasificarlo como sistema liquidativo anglosajón pues no hay especialidad
alguna de derecho procesal al efecto y la aplicación del Derecho común,
la Ley de Enjuiciamiento Civil (art. 149.1.8ª de nuestra Constitución)
pone a las claras que el mecanismo de liquidación no se impone, como
vimos al hablar del Derecho común. El debate actual es si la responsabilidad de los sucesores es cum viribus o no.
A favor de la aplicación del régimen de responsabilidad del Derecho
común se postulan ASÚA85 e IMAZ86, pues entienden no regulada la cuestión en la LDCFV y procede la aplicación supletoria de aquél.
notables diferencias: a) los efectos no se producen “ipso iure” (la resolución contractual se
produce extrajudicialmente y al incumplidor incumbe impugnarla si no la considera
justa, STS, Sala 1ª, de 09-06-1997) sino que es necesaria su declaración judicial (STS, Sala
1ª, de 26-05-1988). b) La legitimación para revocación, al contrario que la resolución,
no se da a ambas partes sino al donante/instituyente (art. 647 del C.c. y 79, aptdos. 3, 4
y 5 de la LDCFV explícitamente y el aptdo. 2 implícitamente a la vista de los art. 74 y
77 del mismo texto legal); c) es personalísima e instransmisible (art. 653 del c.c.) aunque
se ha venido admitiendo por el Tribunal Supremo la continuidad de tal acción por los
herederos (STS, Sala 1ª, de 3-12-1928, 11-05-1975 28-7-1997, 25-6-1990) cuando se
hubiese interpuesto en vida por el donante.
84 Véanse los art. 645, 647, 651, 1295 y 1303 del C.c.
85 ASÚA GONZÁLEZ, C.I.:“Las formas de designar sucesor en bienes…”, obra citada, p. 210.
86 Obra citada.
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A favor de la responsabilidad “cum viribus” se postula MONASTERIO87
quien la sostiene en base a la forma en que históricamente se pactaba el
pago por las mismas entre instituyentes e instituidos y en la división de
responsabilidad de deudas dentro de cada una de las supuestas masas hereditarias88. A partir de ahí dicha autora subsume de una pluralidad de
escrituras por ella estudiadas que el sistema tradicional de responsabilidad en el Derecho Civil Vasco, ojo, pactado entre instituyentes e instituidos, sin consentimiento de los acreedores, es “cum viribus”89, opinión que
posteriormente entiende es el sistema jurídico erigido por la LDCFV90.
Revisión de los argumentos:
A. El argumento fundamental de la responsabilidad “cum viribus” o “intra vires” es el art. 63 de la LDCFV en que MONASTERIO respalda
asimismo la responsabilidad “cum viribus” es una mera trasposición
del art. 28, pfo. 2ª de la Compilación (“Las deudas del causante se pagarán con el importe de los bienes muebles y con los raíces no troncales, y
sólo en defecto de unos y otros responderán los bienes y raíces troncales de
cada línea, en proporción a su cuantía”) que a su vez proviene del Fuero
de 1526 (Ley XIV del Título XX), el cuál, después de establecer la
prelación de sucesores forzosos en bienes no troncales dice “Con
87 Los pactos sucesorios en el Derecho vizcaíno, pág. 633. “Como ya ha quedado dicho, la
existencia de varias masas patrimoniales en la herencia de Bizkaia y, en consecuencia, la posibilidad de que existan varios herederos universales, determina el que sea necesario establecer un criterio en la asignación de las deudas del instituyente al tiempo de su muerte y fijar quién se hace cargo
del pago de las deudas personales (…) El precepto del Fuero establecía que las deudas deberán
pagarse con los bienes muebles y no con la raíz y éste es el criterio que sigue el texto foral vigente
en su Art. 63, completado con el criterio de la distribución proporcional a la cuantía, cuando en
defecto de bienes muebles y raíces no troncales, haya que acudir a los troncales…”.
88 Solución finalmente adoptada por la Propuesta de Ley Civil Vasca de la Academia
Vasca del Derecho en su art. 21.2.
89 MONASTERIO AZPIRI, I.: Los pactos sucesorios en el Derecho vizcaíno. Obra citada.
90 MONASTERIO ASPIRI, I.: «Los pactos sucesorios en la Ley del Parlamento Vasco 9/1992,
de 1 de julio». Derecho civil foral vasco.Vitoria-Gasteiz: Consejo General del Poder Judicial
y Departamento de Justicia, Economía, Trabajo y Seguridad Social, 1995, pág. 200.
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que si deudas oviere, y bienes muebles el que tal raíz tuviere; de lo mueble
se paguen las deudas, y no de la raíz”. Sin embargo para VALLET91 dicho precepto “No dice nada más: ni si la responsabilidad es ultra vires o
intra vires”. Nuestro punto de vista:
1. Una norma interna: Este precepto ha de interpretarse conjuntamente con el anterior art. 62 de la LDCFV como normas de aplicación de bienes troncales en pago de los derechos contra la herencia: Así las legítimas se pagan preferentemente con bienes
troncales (art. 62) y al revés, las deudas del causante se pagarán
preferentemente con bienes no troncales (art. 63). La propia literalidad “se pagarán” (cfr. art. 1088 vs. 1157 del C.c. y 1094, 1154
y 1158 del C.c.) induce a pensar en un mandato que no puede ir
dirigido a los acreedores, pues diría “se cobrarán” a los sucesores.
2. Literalmente leído el precepto es absurdo, pues las deudas no se
pagan con adjudicaciones de bienes en pago, que es lo que literalmente dice, y vetan su imposición a los acreedores los art.
1166 y 1175 del C.c. El precepto se entiende por la última proposición (“sólo en defecto de unos y otros responderán los bienes y raíces troncales”), que tampoco es exacta pues los objetos de derecho
no tienen responsabilidad. O sea, se ha evitado una mera redundancia sintáctica (“se pagarán con”/”responderán”) en un lenguaje
llano y expresivo pero impreciso técnicamente que establece:
3. Una norma de prelación subsidiaria al pago de los bienes troncales oponible a terceros: Es una primera línea de defensa para la
conservación del patrimonio troncal en la familia (la segunda
línea de protección vendrá vía el derecho de adquisición preferente ex art. 112 y 124 de la LDCFV a favor de parientes tronqueros en caso de ejecución judicial o extrajudicial), de manera
91 Esquema de una conferencia de 1992 facilitado al autor por D. Andrés Urrutia
Badiola.
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que se impone a los acreedores hacer una excusión de bienes no
troncales92 antes de ejecutar éstos (“sólo en defecto de unos y otros responderán”). Pero esa mera prelación de bienes afectos al pago no es
extraño al sistema patrimonialista de Derecho común en el que
también existe una sola masa de bienes (reversión aparte), y a modo de ejemplo (art. 1921 y ss. del C.c., sustituidos por la Ley Concursal, art. 84 y ss., el art. 592 de la LEC (criterio de la menor onerosidad y mayor liquidez y supletoria prelación tipificada), etc. Y
ello se remacha con el último aserto del art. 63 de la LDCFV, que
en vez de establecer una afección solidaria de los bienes troncales,
divide la responsabilidad (“de cada línea, en proporción a su cuantía”).
4. Cuando el legislador ha querido limitar la responsabilidad lo ha
hecho. Así la responsabilidad “intra vires” del art. 102 de la
LDCFV, de modo que de las deudas de un cónyuge en comunicación foral no responden, con excepciones, ni los bienes privativos ni la parte ganada del no deudor. Por analogía, tanto la Ley
318 de Navarra como el art. 335 del Código de sucesiones de
Aragón explicitan la limitación.
5. Es dudosa la subsidiaria afección de bienes troncales en vía judicial y administrativa: Los art. 148 y ss. de la Ley Concursal, que
parten de establecer un plan de liquidación para pagar a los acreedores, nada prevén nada más que el intento en el mismo de preservar las unidades de explotación, dentro de lo cuál cabría el Caserío ex art. 26 de la LDCFV. Ni la Ley General Tributaria (art.
169), ni el art. 91 del Real Decreto 1415/2004, de 11 de junio,
92 Entiendo que, por analogía con la acción pauliana “No cabe imponer en el acreedor una
carga extraordinaria de investigación y persecución de los bienes de su deudor, justificándose la insolvencia por el propio impago ordinario de sus obligaciones, si no existen bienes notoriamente conocidos en el patrimonio del deudor bastantes para atender a la deuda impagada (STS, Sala 1ª, de 3112-1907, 31-03-1965, STS, Sala 1ª, de 19-06-2007 y 12-11-2008). El art. 217.6 de la
LEC, facilidad probatoria, igualmente facilita la labor del ejecutante, lo mismo que la averiguación judicial de bienes del art.590 de la LEC.
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por el que se aprueba el Reglamento General de Recaudación de
la Seguridad Social establecen en su respectiva prelación de bienes a embargar dicha subsidiariedad troncal.Tampoco la Ley de Enjuiciamiento Civil (art. 592) parece imponer esta carga a los acreedores. Por lo tanto, es más una norma dirigida a los sucesores y
administradores de la herencia. Igualmente, los saldos negativos
por cargas y deberes urbanísticos o la situación del deudor-propietario (art. 44 de la LSyU, art. 126 y 127 del Reglamento de Gestión Urbanística y art. 19 del R.D. 1093/1997) suponen que las
fincas resultantes de la reparcelación quedarán afectadas, con carácter real, al pago del saldo de la cuenta de liquidación del proyecto
de reparcelación aprobado que a cada una se le asigne, lo cuál se
hace constar en el Registro de la Propiedad. Los saldos provisionales y definitivos son deudas líquidas y exigibles que median entre cada uno de los interesados y la Administración actuante. En
caso de impago procederá la vía de apremio. Dichas cargas son
deudas del causante (cfr. art. 62 de la LDCFV) y por lo tanto se
computan en todo caso para el cálculo de la legítima (SAP de Vizcaya, Sección 4ª, de 4-04-2009). Dichas cargas afectan directamente a los bienes troncales, luego enervan el principio del art. 63 de
la LDCFV (“Las deudas del causante se pagarán con el importe de los
bienes muebles y de los bienes inmuebles no troncales, y sólo en defecto de
unos y otros responderán los bienes raíces troncales de cada línea, en proporción a su cuantía”), de modo que se limita a mera norma de
liquidación entre causahabientes y, más concretamente entre causahabientes y herederos troncales, de modo similar al art. 867 del
C.c. (“Cuando el testador legare una cosa empeñada o hipotecada para la
seguridad de alguna deuda exigible, el pago de ésta quedará a cargo del heredero. Si por no pagar el heredero lo hiciere el legatario, quedará éste subrogado en el lugar y derechos del acreedor para reclamar contra el heredero”).
El párrafo 3º de dicho precepto (“Cualquiera otra carga, perpetua o
temporal, a que se halle afecta la cosa legada, pasa con ésta al legatario;
pero en ambos casos las rentas y los intereses o réditos devengados hasta la
muerte del testador son carga de la herencia”).
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6. La LDCFV como quiera que obvia toda referencia a como se adquieren los bienes hereditarios y las consiguientes fases sucesorias, las mismas son idénticas a las del Derecho común93 no sólo
93 Las etapas en la adquisición de la herencia son las mismas que en el Derecho común, con
matices: a) la apertura de la sucesión tiene lugar, ora en el momento de fallecer el causante
(art. 657 del C.c.) ora, antes por pacto sucesorio con eficacia de presente (art. 77 de la
LDCFV), ora después por poder sucesorio (art. 32 y 40 de la LDCFV). El momento de la
apertura de la sucesión determina la capacidad y divinidad para suceder. b) vocación o llamamiento a todos los sucesores para que entre ellos, a través de los mecanismos del acrecimiento, sustitución, transmisión, representación, impugnaciones, etc. queden los finalistas; es
decir, todo sucesor eventual o posible (expectativa), que se concretará cuando conste quién
es o quienes son los llamados que tienen el derecho (derecho subjetivo, ius delationis) a aceptar y con la aceptación, adquirir la herencia (STS, Sala 1ª, de 04-05-2005); que pueden ir a
la c) delación o llamamiento concreto al sucesor que puede, por la aceptación suceder. La
delación termina con la aceptación, pero ya antes el llamado es titular del ius delationis, derecho a aceptar o repudiar que en caso de muerte se transmite por ministerio de la ley a sus
herederos (art. 1006 del C.c.). Esta diferencia entre vocación a un grupo genérico o meros
titulares de expectativas y delación o derecho a aceptar se ve perfectamente en el poder sucesorio, antes o después de ser ejercitado a favor de personas concretas (véase la STS, Sala 1ª,
de 17-4-1990 sobre la fiducia sucesoria catalana). d) la adquisición se articula mediante la
aceptación y, como en el Código civil, se prevén dos sistemas diferentes de adquisición de las
atribuciones deferidas, a título singular y a título universal. En la sucesión paccionada estas
fases de vocación, delación y aceptación se comprimen en el mismo acto a los concretamente instituidos (IMAZ). La sucesión paccionada supone una aceptación anticipada y sin posibilidad de renuncia, pero con la opción por el beneficio de inventario en la sucesión universal y la responsabilidad reducida del legatario (art. 858 del C.c.) al valor de lo recibido. Por
lo demás, el legatario o el sucesor a título particular (art. 54 y 60 de la LDCFV y 660 del
C.c.) por disposición legal adquiere su derecho desde el momento de la delación, sin necesidad de aceptación aunque sin perjuicio de la posibilidad de optar por la repudiación, en
cuyo caso se considera que no ha tenido lugar la delación a su favor (art. 881 del C.c.); la
aceptación consolida la adquisición ya producida y representa una renuncia al derecho a
repudiar. El llamado a título de heredero (art. 660 del C.c., 40, 89, 103, 107 y 110 de la
LDCFV) sólo adquiere la herencia deferida mediante la aceptación; hasta que no acepta no
se convierte en heredero (art. 988 y ss. del C.c. y art. 40, 103 y 107 de la LDCFV). e) la
herencia yacente, desde la apertura de la sucesión hasta la aceptación del llamado la herencia
carece de titular (art. 6 de la LEC). Podemos distinguir una nacencia voluntaria cuando los
llamados pudiendo aceptar, no lo han hecho todavía, y de yacencia forzosa cuando no hay
llamados no pueden aún aceptar la herencia (nasciturus, condiciones…) y, sobre todo (art. 40
de la LDCFV), pendiente el ejercicio del poder testatorio. f) herencia indivisa cuando siendo varios los herederos llamados, todavía no la han partido (art. 1051 y ss. del C.c.).
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por su remisión supletoria, sino porque sea asume implícitamente. Lo fundamental es que (art. 609, 1029 y 1032 del C.c. y STS,
Sala 1ª, de 29-6-1996) no constituyen títulos de dominio ni los
testamentos ni las declaraciones de herederos abintestato, ni tan
siquiera la propia escritura de partición sino que se requiere que
se haya procedido a la liquidación de la herencia con la consiguiente partición y adjudicación a cada heredero; porque se considera que mientras no se haga la liquidación y adjudicación a
cada heredero de lo que le corresponde, carece cada uno de éstos
de verdadero título que sirva para reivindicar fincas determinadas, lo que parece deducirse también de la partición judicial de
herencias (art. 786 de la LEC) o el régimen de la Ley Concursal
(art. 1, 6 y 182 y, especialmente los art. 82 y 184 sobre masa activa ), de las que no escapa el Derecho Civil Vasco.
B. ¿Instituye el art. 66 de la LDCFV la responsabilidad “cum viribus”?
El párrafo último del art. 66 (“Los sucesores prestarán alimentos en proporción a los bienes que cada uno hubiere recibido, y no vendrán obligados más
allá de lo que alcance su valor”) pudiera ser un argumento a favor de la
responsabilidad “pro viribus”, si no fuera porque es una regla de “colación” de pago de la única legítima individual (meramente residual en
los sentidos histórico y económico del término), entre legitimarios,
pese a su tenor literal. Efectivamente, está situado dentro del Capítulo
II (de la sucesión forzosa) del Título III del Libro de Bizkaia y, además, dice que los descendientes pueden reclamar los alimentos del
sucesor, a no haber otra persona de quien pueda pedirlos. Por tanto,
dicho sucesor o sucesores son legitimarios (regla de colación, en cuyo
caso no difiere del art. 1045 del C.c. pues conforme a las atribuciones hechas se imputa y colaciona esa legítima residual) o, por el contrario es un sucesor-no-forzoso (sic., por evitar erratas) en compañía
de otros legitimarios que, estos últimos como llamados legales, sucesores forzosos, también habrían de colacionar o, si dicho no-legitimario está solo, o, caso contrario, por la parte que le corresponda, sólo
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podría responder como heredero y aun así, quedaría el beneficio de
inventario (limitación de responsabilidad) o una confusión de patrimonios (de acuerdo). Pero en tal caso el derecho de alimentos se
devengará como obligación nacida no sólo en el momento de abrirse la sucesión (como el pago de legítimas o troncalidades, p.ej.), sino
con posterioridad (o incluso anterioridad a la delación ex art. 41 de
la LDCFV) a la misma, de ahí que se limite dicha responsabilidad,
con carácter subsidiario (lo que per se es contrario al carácter de heredero) y limitado (lo mismo). Razones todas ellas que pueden y deben dar lugar a limitar los derechos de los acreedores a cobrarse “cum
viribus” de dichos sucesores del causante.
4.4 Caracteres del Derecho Vizcaíno desde el punto de vista de la responsabilidad
Si la teoría de la responsabilidad “cum viribus” en el Derecho Foral de
Bizkaia parte de la supuesta sucesión diferente y paralela de varios patrimonios, si no hay tal, como hemos defendido (al igual que en Derecho
común sólo hay sucesión separada en la reversión –art. 83 de la LDCFV),
cabe preguntarse qué sistema rige y debemos concluir que es el mismo
que en este último. O sea, también podemos calificar el Derecho Civil
Vasco como fuertemente patrimonialista más que personalista, o sea, no es
tan importante la existencia de un subrogado o continuador (el heredero)
en la personalidad jurídica del causante como la afectación de todos los
bienes de la herencia al pago de las deudas de ésta y del “decuius”.
“Nuestro Ordenamiento94 fundamentalmente se asienta en tres ideas cardinales: Primera: sucesión hereditaria es básicamente sucesión en el patrimonio al cual
afectan las deudas (Véanse los art. 36, 40, 62, 63, 102, 103, 107 y 109 de la
LDCFV). Segunda: la responsabilidad del heredero, institucionalmente ordinaria, es intra vires cum viribus; la responsabilidad ultra vires hereditatis es inde94 PEÑA BERNALDO DE QUIRÓS, M., “La herencia y las deudas del causante”, Instituto Nacional de Estudios Jurídicos, Madrid, 1967. Cita de Evelia Muñoz Sánchez-Reyes en “La
distribución de toda la herencia en legados”. Obra citada.
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pendiente del fenómeno sucesorio y viene a ser una incidencia liquidatoria (Vide.
art. 103 y 107 de la LDCFV). Tercera: el patrimonio hereditario persiste siempre individualizado por razón de su afectación al pago de las deudas y cargas
hereditarias, a pesar de la muerte de su titular y sean cuales fueren las vicisitudes por las que atraviese la titularidad del patrimonio hereditario (herencia yacente (Vide. art. 40 de la LDCFV), herencia aceptada con o sin beneficio de inventario (Vide. art. 103 y 107 de la LDCFV), herencia partida (Vide. art. 104
de la LDCFV)). Así, el heredero no tiene facultad alguna para modificar la
garantía que el patrimonio del difunto ofrecía a los acreedores hereditarios con la
realización de actos voluntarios como pueden ser la aceptación (a beneficio de
inventario o pura y simple) o la partición. En su consecuencia, la confusión de
patrimonios operada tras la aceptación pura y simple se produce sólo en daño del
heredero, pero en ningún caso en daño de terceros95, esto es: no ha de perjudicar
ni a los acreedores hereditarios ni a los legatarios (Art. 1.023.3º C.c. a contrario
sensu). Esta idea de herencia como patrimonio que constituye un ámbito independiente de responsabilidad y un centro autónomo de imputación de derechos y obligaciones queda confirmada por el régimen que, a este respecto, prevén el Código
civil, la Ley de enjuiciamiento civil y la Legislación hipotecaria”. Todo ello lo
constatamos en el Derecho Civil Vasco, como hemos visto.
Igualmente detectamos sus caracteres, idénticos al Derecho común:
A. La sucesión parte de que la muerte no determina la vacancia de derechos y obligaciones sino que abre la sucesión (art. 440 y 65796 del
C.c. y art. 40, 103, 105, 107, 168 de la LDCFV), sino el llamamiento a que alguien se coloque en ellos (art. 659 del C.c.97 y la exposición de motivos de la LDCFV: “d) Se mantiene la posibilidad de que
la sucesión hereditaria se realice de modo razonable y reflexivo mediante el
testamento adecuado al momento oportuno, evitando sucesiones intestadas
95 Ya hemos citado antes al efecto la RDGRN de 1-09-1976.
96 Auto de la AP de Bizkaia, Sec. 4ª, de 29-10-2004.
97 Art. 659 del C.c. “La herencia comprende todos los bienes, derechos y obligaciones de una persona, que no se extingan por su muerte”.
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motivadas muchas veces por falta de previsión”), en principio de manera voluntaria y supletoriamente por Ley (art. 658 del C.c. y 67 de
la LDCFV), de hecho en último lugar sucede la Diputación Foral
(art. 913 del C.c. y art. 73 de la LDCFV).
B. Que es necesario dicho sucesor pero que no es preciso un sucesor
niversal lo aclaran el art. 912.298 del C.c. y art. 46, 60, 61, 67 y 74
de la LDCFV y STSJ del País Vasco, Sec. 1ª, de 07-01-2005. En
dichos preceptos se alude a ciertos legados (de usufructo universal
a favor del viudo) pero no su regulación general, que se remite al
Derecho común (art. 3.1 de la LDCFV y la admisión explícita de
la figura en los preceptos antes señalados).
C. La LDCFV ahorma a sólo dos “vías” el llamamiento para que alguien puede suceder a otro “mortis causa” como son la institución
de heredero y el legado y poco más, como hemos visto al hablar de
los pactos sucesorios, máxime cuando éstos (art. 76 de la LDCFV)
se reconducen las donaciones inter vivos universales y las mortis
causa (ergo son revocables ambas no como testamento sino como
pacto, art. 79 de la LDCFV) y sólo las donaciones entre vivos de
bienes concretos o parte de ellos son donaciones y no título sucesorio a modo de legado. ASÚA99 afirma que “Sin embargo, la Compilación de 1959 universaliza las expresiones (el art. 11 hablaba de «designación de sucesor en bienes sean o no troncales») y las convierte en sinónimos de sucesión y sucesor mortis causa, línea que persiste en la actualidad…”. Igualmente VALLET100 distingue los supuestos en que el
causante instituye heredero en bienes raíces o legatario de los no
troncales, que serían respectivamente considerados como legatario
(art. 768 del C.c.) y heredero, aunque el primero responde cum
98 Auto de la AP de Bizkaia, Sec. 4ª, de 4-03-2004 y SAP de Bizkaia, sec. 4ª, de 27-4-2011.
99 Obra citada, pag. 209.
100 Esquema de una conferencia de 1992 facilitado al autor por D. Andrés Urrutia
Badiola.
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viribus y el segundo ultra vires, siempre con posibilidad de aceptar
la herencia a beneficio de inventario.
D. En Derecho común, la transmisión de bienes a título gratuito inter
vivos tampoco supone per se transferencia de deudas (art. 609, 618 y
642 del C.c. y art. 76 de la LDCFV) pero ello no supone que dicha
transmisión no esté afectada por la existencia deudas (art. 643, 1291.3,
1297 del C.c. vs. art. 36, 40 y 63 de la LDCFV, art. 71 de la Ley Concursal y art. 37 de la Ley Hipotecaria), reducción de la protección
registral (art. 34 in fine de la Ley Hipotecaria) y la transmisión por
actos a título singular mortis causa, por legado (no necesariamente un
título gratuito), también está afectada por las deudas del causante y de
la herencia (art. 858, 891 y 1029 del C.c. vs. art. 63 de la LDCFV art.
42 y ss. de la Ley Hipotecaria y art. 3.4 y 182 de la Ley Concursal).
E. Podemos concluir que el sistema parte de la necesidad de pagar las
deudas del causante y de la herencia, hasta el punto que se establece una preferencia al pago: 1º.- Pagar deudas (art. 36 y 63 y 782.4
y 786.2.3º de la LEC vs. art. 1027 del C.c.); 2º.- Parientes tronqueros (art. 24, 55 y 62 de la LDCFV); 3º.- Legitimarios (art. 55 y 60
de la LDCFV vs. art. 813 del C.c.); 4º.- Legatarios (art. 60 de la
LDCFV vs. art. 1026 del C.c.), 5º.- Herederos voluntarios (art.
1026 del C.c.) y 6º.- Acreedores particulares de los herederos (art.
1034 y 1083 del C.c. y art. 782.5 de la LEC).
F. La delación o llamamiento no convierte al llamado en heredero, sino que para ello hace falta un acto de aceptación expresa o tácita
(art. 40, 103, 105, 107, 168 de la LDCFV), incluso automática como
el legado de cosa propia específica y determinada del testador (por
remisión al régimen de los legados del C.c. y el art. 61 de la
LDCFV) que podemos extender a todos los llamamientos sucesorios (herederos, legatarios, legitimarios, derechos viudales, reservas y
reversiones). Por lo demás es de aplicación el Derecho común.
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G. La responsabilidad inherente a dicha aceptación varía desde la fusión de patrimonios (en perjuicio del heredero, no de los acreedores
de éste, art. 1003 del C.c.) por la aceptación de la herencia sin beneficio de inventario (art. 103 y 107 de la LDCFV), aceptación a beneficio de inventario (no confusión de patrimonio y responsabilidad de
las deudas del causante y la herencia con los bienes de ésta, art. 1023
del C.c.) y la de los legatarios (art. 858 del C.c., art. 74 de la LDCFV)
con los bienes legados o hasta el valor de dichos bienes.
H. Propiamente la Ley no contempla un derecho de los acreedores a
la liquidación101 (art. 781 de la LEC102, art. 36, 64 y 102.2ª.2 de la
LDCFV), sólo a intervenir en ella (art. 1083 del C.c. y art. 782.5 de la
LEC); lo que hace es prohibir el reparto del haber social entre los herederos y legatarios mientras no hayan sido satisfechos todos los acreedores (art. 1026 y 1084 del C.c. y 782.4 de la LEC y 63 de la LDCFV).
Efectivamente, el sistema no releva al sucesor en bienes de la responsabilidad por deudas porque le da plena libertad, pero una libertad responsable cara a liquidar la herencia. Si lo hace correctamente limitará
su responsabilidad como heredero aceptante a beneficio de inventario
cum viribus o pro viribus si aparecen después acreedores tardíos.VALLET103 entiende que el art. 28.2 de la Compilación (actual art. 63 de
la LDCFV) prevalece de modo que los bienes troncales deben en todo
caso quedar afectados en último lugar por las deudas de la herencia y
considera muy conveniente para el sucesor troncal el beneficio de
inventario para en él hacer valer dicha afección supletoria.
Para finalizar, como quiera que las instituciones en testamento no tiene especialidad en Derecho Civil Vasco (SAP de Bizkaia, Sec. 4ª, de 7-
101 SAP de Bizkaia, Sec. 4ª, de 15-03-2005.
102 El art. 782.3 de la LEC permite a los acreedores de la herencia o de los coherederos ejecutar las acciones que les asistan, en el juicio declarativo que corresponda.
103 Esquema de una conferencia de 1992 facilitado al autor por D. Andrés Urrutia Badiola.
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09-2005) sino en cuanto a las formas (“hil buruko” y mancomunado) nada trataremos sobre esta forma de disponer la sucesión, por remisión a lo
arriba expuesto sobre Derecho común acerca de herederos, legatarios,
legatarios en parte alícuota y herederos en cosa cierta.
5. SUCESORES CONTRACTUALES Y RESPONSABILIDAD
A tenor de sus efectos, conforme a los art. 77 y 78 de la LDCFV, hemos de distinguir entre los pactos con transmisión de presente de bienes
y pactos con eficacia diferida a la muerte del instituyente.
A. Pactos con eficacia diferida a la muerte del instituyente: Pendiente
la muerte del instituyente o causante estos tipos de pacto tienen algunos efectos jurídicos (art. 78 de la LDCFV) como institución perfecta pero no consumada: 1.- pendencia del cumplimiento de la condición y también de la ineficacia del pacto; 2.- ordenar la sucesión de
lo pactado, con libertad de ordenar la sucesión en bienes no comprendidos en el mismo (igualmente por pacto, testamento o abintestato), irrevocablemente en cuanto a los sí comprendidos o limitada la
revocación a los supuestos del art. 79 de la LDCFV; 3.- el instituido
es sucesor con carácter inalienable e inembargable aunque transmisible a título gratuito a los descendientes del hijo instituido a casarse
(con igual carácter inembargable e inalienable, nadie puede dar más
de lo que tiene); pero 4.- sin contenido económico, que adquirirá
automáticamente por el cumplimiento de la condición legal suspensiva (art. 1114 y 1120 del C.c.), 5.- de modo que no podrá repudiar
la herencia ni usar el derecho a deliberar pero se plantea la posibilidad de aceptar la herencia a beneficio de inventario104, o sea, la cuestión de la limitación de la responsabilidad de este sucesor tras la
muerte del causante. Dos posturas hay al efecto:
104 ROCA SASTRE, Leire IMAZ, Marta MOLINA PORCEL y art. 431-26 del Código civil
de Cataluña.
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B. Responsabilidad “cum virubus” del sucesor. Es la postura de MONAS
TERIO AZPIRI105: “2. En Bizkaia no tiene trascendencia práctica el problema que plantea la doctrina sobre si cabe la aceptación a beneficio de inventario, puesto que la responsabilidad en nuestro sistema sucesorio es cum viribus”.
Ya hemos manifestado nuestra discrepancia con esta percepción.
C. Responsabilidad del sucesor conforme a su llamamiento y consecuente aceptación: Así, la Doctrina106 y la legislación regional comparada107 entienden que puede el sucesor convencional limitar su
responsabilidad acogiéndose al beneficio de inventario, pues, como
1.- no sabe la composición del patrimonio del causante, no debe
sufrir las consecuencias de la fusión de patrimonios. Nosotros añadimos otros argumentos: 2.- la literalidad el art. 1010 del C.c.
extiende este derecho a “todo heredero”, aunque el testador se lo haya
prohibido, siendo por tanto, de aplicación a los casos (excepcionales108) de sucesión contractual en Derecho común. 3.- el propio tenor del art. 657 del C.c., de modo que la sucesión (en bienes y obligaciones, art. 661 del C.c.) no puede tener lugar físicamente en
ningún momento anterior a la muerte del causante, aunque la ordenación voluntaria de ésta siempre tenga lugar antes, claro; 4.- en
consecuencia, el beneficio de inventario (art. 1010 del C.c.) se ejercita, realmente, no desde que el heredero conoce tal carácter, sino
105 MONASTERIO ASPIRI, I.: «Los pactos sucesorios en la Ley del Parlamento Vasco
9/1992, de 1 de julio». Derecho civil foral vasco. Obra citada.
106 ROCA SASTRE, Leire Imaz, Marta MOLINA PORCEL.
107 Art. 431-26 del Código civil de Cataluña. Implícitamente, la ley 179 de la Compilación de Navarra, donde el pacto de presente atribuye el carácter de “heredero contractual”, conforme a la ley 115 el donatario universal propter nupcias es heredero del
donante y en general (ley 150) todo donatario universal.
108 P.ej. art. 826 y 827 del C.c., promesa de mejorar o de no mejorar en capitulaciones
matrimoniales o por contrato oneroso celebrado con un tercero y art. 1341, que permite a los futuros esposos donarse antes del matrimonio en capitulaciones bienes futuros,
sólo para el caso de muerte y en la medida marcada por las disposiciones referentes a la
sucesión testada.
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desde que entra en la posesión de los bienes hereditarios (art. 1014
y 1015 del C.c.), por lo tanto no desde la posesión física, ficticia y
retroactiva (art. 440 del C.c.). Es más (art. 1016 del C.c.) si no se
hubiere presentado ninguna demanda contra el heredero, podrá éste aceptar a beneficio de inventario, o con el derecho de deliberar,
mientras no prescriba la acción para reclamar la herencia (30 años,
STS de 10-04-1990, 27-11-1992 y 02-12-1996); 5.- la revocación
y resolución de la institución de heredero (art. 79 y 80 de la
LDCFV) no puede conocerse hasta (igual que en el caso del testamento o sucesión abintestato) hasta pasados 15 días de la muerte
del causante ex Registro Central de Actos de Última Voluntad.
Efectivamente (STS, Sala 1ª, de 09-06-1997) mientras que en los
contratos el acreedor ante el incumplimiento del deudor ha de notificar su voluntad de resolver la obligación, notificación que debe
hacerse de un modo fehaciente para que no existan después dudas
sobre esta voluntad, y el deudor pueda o no aceptar esta decisión
reconociendo sus infracción o admitiéndola implícitamente, al no
impugnarla, la LDCFV remite los supuestos generales de resolución
contractual a la revocación (art. 80, apartados 1 y 2) por el instituyente por sí y ante sí. Dicha revocación podrá ser no sólo judicial,
sino fundamentalmente (art. 27 de la LDCFV) por testamento,
nuevo pacto sucesorio, donación o capitulaciones matrimoniales
del que sólo conocerá a través de dicho Registro, y sin perjuicio de
la impugnación de estos últimos instrumentos sucesorios, y; 6.hasta su muerte, el instituyente conserva su patrimonio bajo su poder de disposición (art. 322 del C.c.) y afecto al cumplimiento de
sus obligaciones (art. 1911 del C.c.) y ya hemos dicho que el principio general del Derecho común y el vasco (la regulación de Gipuzkoa es fiel reflejo de la vizcaína) es que ni bienes ni deudas se
adquieren sin consentimiento del adquirente.
B. Pactos sucesorios con eficacia de presente: (art. 77 de la LDCFV).
Estaríamos ante una institución perfecta y consumada pero sujeta a
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una condición legal resolutoria (art. 1114 y 1123 del C.c.) de que
el pacto sucesorio no haya devenido ineficaz por la razón que sea
(no sólo la revocación y resolución de los art. 79 y 80 de la
LDCFV), en consecuencia, sus efectos generales son: 1.- pendencia
de la ineficacia del pacto; 2.- ordenar la sucesión de lo pactado, con
libertad del instituyente de ordenar lo sucesión en bienes no comprendidos en el mismo (igualmente por pacto, testamento o abintestato); 3.- el instituido adquiere la propiedad de bienes concretos
(art. 609 del C.c. y 77 de la LDCFV); 4.- con contenido económico, que adquirirá desde luego, a salvo del cumplimiento de la
ineficacia del pacto. Y 5.- como ha adquirido del instituyente, de
sus obligaciones debe responder el instituido, aunque aquél conserve su propio patrimonio afecto al cumplimiento de sus obligaciones (art. 1911 del C.c.), de la siguiente manera109:
1. En vida del causante éste debe responder en todo caso con sus
bienes de sus deudas (art. 1911 del C.c.), de eso no hay duda. En
cuanto a las deudas del causante posteriores al acto, se aplica lo
visto respecto de los efectos post mortem, como luego veremos.
Respecto de las deudas anteriores al pacto sucesorio, nuevamente la Doctrina difiere:
109 El Auto de la AP Bizkaia, sec. 5ª, de 31-3-2011, rec. 20/2011 tuvo la oportunidad
de pronunciarse sobre el particular y aunque no se pronunció dio pistas sobre la opinión
de la Sala “y sin olvidar el debate doctrinal a cerca de si los bienes así transmitidos en vida como
libre de cargas responden de las deudas del instituyente anteriores a la transmisión, lo cierto es que
considera esta Sala que desconocemos si hay o no otros herederos, si los bienes donados lo eran todos
los del causante o no (y por tanto con efectos de pacto sucesorio (art. 76 LDCFPV), a lo que se une
que lo pretendido implicaría dejar sin efecto en un proceso de ejecución un acto inicialmente válido
mientras no se declare lo contrario, cual es la renuncia manifestada en escritura pública de fecha 1 de
julio de 2009 (f. 399 y ss), lo cual es propio de un proceso declarativo al exceder de las posibilidades que nos confiere el art. 540 num. 3 LECn., de igual modo que las demás cuestiones que como
antecedente necesario privan de eficacia a juicio del ejecutante a esa renuncia, por lo que, y sin perjuicio su derecho a defenderse de lo que considera la realización de una serie de actuaciones tendentes a eludir su derecho a obtener la ejecución de la sentencia dictada a su favor, procede la desestimación del recurso de apelación y la confirmación de la resolución recurrida”.
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a) MONASTERIO110 afirma que (al menos históricamente) el sucesor no responde en absoluto, ni siquiera responde con los
bienes recibidos de las deudas del causante anteriores a la celebración del pacto. Cabe oponer que 1º.- los pactos internos
entre instituyente e instituido no pueden ser en perjuicio de los
terceros acreedores y 2º.- la costumbre contra ley no podría
haberse instituido así111, máxime cuando las Partidas, Derecho
supletorio del Fuero de 1526 (ley 3ª del Título XXXVI) establecieron no sólo el equivalente al actual art. 1911 del C.c. (Ley
110 MONASTERIO ASPIRI, I.: «Los pactos sucesorios en la Ley del Parlamento Vasco
9/1992, de 1 de julio». Derecho civil foral vasco. Obra citada, pág. 204 y 205: “La situación difiere de la expuesta tratándose del pacto sucesorio con eficacia de presente. En esta modalidad de pacto ha tenido lugar la transmisión de los bienes y cabe plantearse la responsabilidad que
asume el instituido en relación a las deudas del instituyente, en vida de éste. ¿Responde con los
bienes recibidos de las deudas anteriores a la celebración del pacto? Siguiendo el criterio mantenido
en nuestro Derecho histórico la respuesta sería negativa. Era costumbre que los bienes se transmitieran libres de deudas y gravámenes. Esta regla regía salvo pacto; siendo frecuente que se pactara
que corrían a cargo del instituido las deudas existentes por la presencia de cargas reales sobre los
bienes transmitidos. Sirve para ratificar esta respuesta la información que nos facilitan las escrituras.
Según consta en las capitulaciones matrimoniales la dote vizcaína a comienzos del siglo era en dinero, la recibía el padre instituyente y tenía la función, entre otras, de atender al pago de sus deudas”.
111 La STS, Sala 1ª, de 19-05-1960, criticada por CELAYA (Comentarios…, obra citada,
pág. 190) afirma “Considerando con independencia del defecto procesal anotado, que en Bizkaia
el derecho consuetudinario no tiene la prevalencia que en otras regiones forales, y no podrá ser invocado como texto vivo en que puedan fundarse las resoluciones judiciales, a lo que se oponen las
mismas leves del Fuero, que en la trece del título VII dispone que los Jueces que han de aplicar sus
leves lo hagan al pie de la letra, en el Condado y Señorío sin atenerse a cualquier Ley del Fuero,
uso y costumbre y ceremonia que anteriormente se haya guardado...”.
Y los pactos no pueden ir contra las normas imperativas, cuál es obviamente la de pagar
a los terceros, “antes es pagar que heredar”, pues Partidas, Derecho supletorio del Fuero de
1506 (ley 3ª del Título XXXVI) establecieron no sólo el equivalente al actual art. 1911
del C.c. (Ley 1ª del Título XV de la Partida 5ª), sino igualmente la responsabilidad por
deudas del heredero, salvo aceptación a Beneficio de Inventario (Ley 1 y 5, Título VI,
Partida 6ª) y muy específicamente los antecedentes de los actuales art. 642 y 643 del C.c.
(Leyes 1 y 2 del Título IV de la Partida 5ª ), como luego veremos. Efectivamente, en la
interpretación del Fuero de 1506, la STSJ del País Vasco, Sala 1ª, de 23-01-2001 permite la costumbre extra o “praeter legem”, es decir, que resultaba operante en un terreno no
regulado legalmente pero no la “contra legem”.
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1ª del Título XV de la Partida 5ª), sino igualmente la responsabilidad por deudas del heredero, salvo aceptación a Beneficio de
Inventario (Ley 1 y 5, Título VI, Partida 6ª) y muy específicamente los antecedentes de los actuales art. 642 y 643 del C.c.
(Leyes 1 y 2 del Título IV de la Partida 5ª112).
b) IMAZ, concluye que el sucesor responde con los bienes recibidos previa excusión en los bienes del causante ex art. 1830 y
ss. del C.c. a) por analogía113 con el art. 86 del Código de Sucesiones de Cataluña, actualmente Libro Cuarto del Código Civil
de Cataluña, art. 431-26114. Analógicamente, se puede invocar
112 Ley 1: …Pero si el que hace la donación es loco o desmemoriado o gastador de sus bienes, de
manera que les es prohibido por el juez del lugar que use de ellos, no valdría la donación que ninguno de estos hiciese, aunque valdría la que hiciesen a ellos.
Ley 2: Siendo sabido que algún hombre procurase muerte del rey o lesión de su cuerpo o pérdida de
su reino o de alguna partida de él, no puede hacer donación de lo suyo ni de alguna partida de ello
desde el día en que se movió a hacer o a aconsejar esta maldad, si la hiciere, no vale. Otro tal decimos que sería de los que trabajan por la muerte o lesión de aquellos a los que el rey hubiese escogido señaladamente por sus consejeros honrados, Y aun decimos que si algún hombre es juzgado por
hereje por juicio de la santa iglesia, la donación que hiciese después no valdría en ninguna manera.
Mas si alguno fuese acusado de otro yerro, aunque fuese tal que, siéndole probado, debe morir por ello
o ser desterrado para siempre, decimos que la donación que hiciese desde el día en que fuese acusado
hasta el día en que diesen la sentencia contra él, que valdría, aunque la que fuese hecha después de
la sentencia no sería valedera. Otrosí decimos que si hiciese la donación antes que hubiese hecho el
yerro, que aunque lo acusasen después y diesen juicio contra él, que valdría la donación”.
113 Argumento insuficiente pues por la aplicación supletoria o subsidiaria, la ley que no
regula un supuesto específico llama a otra para que con su mismo valor y eficacia regule la cuestión, frente a la aplicación de la ley mediante su aplicación analógica, que en el
caso citado es analogía iuris (de lo particular a lo particular), mera interpretación (art. 3
del C.c.) frente a la analogía legis (de donde se pueden inferir principios generales del
derecho, fuentes del mismo ex art. 1.1 y 3 del C.c.).Y la analogía iuris tiene claros límites según el art.4 del C.c., apartados 1 y 2 “procederá la aplicación analógica de las normas
cuando estas no contemplen un supuesto específico, pero regulen otro semejante entre los que se aprecie identidad de razón. Las leyes penales, las excepcionales y las de ámbito temporal no se aplicaran a supuestos ni en momentos distintos de los comprendidos expresamente en ellas”.
114 art. 431-26: “1. El heredero instituido en heredamiento solo responde de las deudas del heredante anteriores al heredamiento con los bienes transmitidos de presente y tan pronto como esté
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igualmente la ley 115 de la Compilación de Navarra de manera
que el donatario universal propter nupcias “sucede como heredero;
pero no responderá de las deudas que los donantes contrajeren con posterioridad a la donación, salvo si fueren en beneficio de la Casa”.
Modestamente, un servidor llega a la misma conclusión con
adicionales argumentos: b) gramatical: la transmisión de presente dentro del pacto sucesorio no es sino parte de la sucesión mortis causa (art. 609 del C.c.) no donación (en el art. 74
de la LDCFV el adverbio “asimismo” contrapone los efectos de
presente como algo anecdótico frente a la sucesión mortis
causa, lo esencial115); como tampoco es donación propiamente dicha la donación universal, que es pacto sucesorio (art. 76
de la LDCFV) y sólo hay que leer los art. 634 y 643 del C.c.
para ver que la donación universal no puede ser una donación
exhaustiva, que agote todo el patrimonio del donante, sino de
mera tendencia a lo integral, como en la sucesión; en consecuencia sólo una donación de verdad (lo mismo que los pactos sucesorios sobre cosas concretas que admite el Derecho común) acarreará el limitado régimen de responsabilidad arriba
visto en Derecho común “A estos efectos, con respecto a las donaciones singulares que constituyen pacto sucesorio, la doctrina -Adrián
Celaya, en su Manual de Derecho Civil Vasco- indica que: “Si la donación es con efectos inter vivos será normalmente una donación pura
y simple, conforme al Código Civil, pero si está incorporada a un pacto
hecha la excusión de los bienes y derechos que el heredante se haya reservado. Los acreedores por
estas deudas son preferentes a los acreedores del heredero. 2. Respecto a las deudas posteriores al
heredamiento, el heredero no responde, en vida del heredante, con los bienes adquiridos de presente
en virtud del propio heredamiento, ni con sus bienes propios. Una vez muerto el heredante, el heredero puede excluir de responsabilidad dichos bienes si se acoge al beneficio de inventario en el tiempo y la forma establecidos por el artículo 461-15”.
115 En la Doctrina PUIG FERRIOL y ROCA SASTRE citados por Monasterio Azpiri. «Los
pactos sucesorios en la Ley del Parlamento Vasco 9/1992, de 1 de julio». Derecho civil
foral vasco. Obra citada, pág. 200.
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sucesorio participará de la naturaleza de éste”116, c) teleológico, dado que (art. 74 de la LDCFV) la sucesión está sujeta a instituciones típicas mortis causa (aparte de “con las modalidades”, clases), están las “reservas” (llamamiento sucesorio típico, pues el
supuesto del art. 639 del C.c., en que el donante/instituyente
no transmita todas las facultades no hubiera precisado regulación, ya está el art. 1255 del C.c.), “sustituciones” (llamamiento
sucesorio típico), “cláusulas de reversión” (llamamiento sucesorio típico, máxime a la vista del art. 641 del C.c.), “cargas y obligaciones” (típico de la sucesión ex art. 659 y 858 del C.c., que
prevén su imposición, limitada, por el instituyente al instituido) que se acuerden”; d) lógico la transmisión de presente (art.
74 de la LDCFV) se configura entonces como un anticipo a
cuenta de la sucesión por causa de muerte, luego debe de participar de la naturaleza de ésta; e) histórico: Como han defendido IMAZ, ASÚA117 y GALICIA, la donación de presente sólo ha
sido el armazón formal del pacto sucesorio: la donación en el
Caserío supone una sucesión en la explotación y núcleo familiar, luego el mero armazón formal no debe despistarnos del
alcance sucesorio; f) sistemático: en consecuencia a los pactos
sucesorios con transmisión de presente se les ha de aplicar un
régimen diferente del de las donaciones entre vivos (art. 76 de
la LDCFV). Aquéllos, como disposiciones de última voluntad
(art. 74 de la LDCFV), equivalen a la donación mortis causa
(art. 76 de la LDCFV) y en todo caso es una sucesión a título
116 Resolución del Tribunal Económico-Administrativo Foral de Bizkaia de 27-09-2012.
117 Igualmente, Clara Asúa, obra citada: “las capitulaciones y la donación, en el sentido en el
que son traídos a estos preceptos de la ley, no son algo que merezca mención diferenciada respecto
del pacto sucesorio (…) lo que ocurre con las «donaciones» a las que se alude en la ley es que éstas
son un pacto sucesorio; de ahí el sentido del artículo 76, recogiendo una norma legal de interpretación, reflejo de una tradicional relación entre fórmulas donacionales y sucesión paccionada: «La
donación ‘mortis causa’ de bienes singulares se considera pacto sucesorio y también lo será la donación universal ‘inter vivos’, salvo estipulación en contrario».
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particular equivalente a legado (art. 660 y 768 del C.c.), pues
efectivamente, buscando la aplicación supletoria del Derecho
común español (art. 3 de la LDCFV) y el Derecho regional español antes visto, podemos concluir que lo decisivo del pacto
sucesorio (art. 74 de la LDCFV, “asimismo”) no es que hayan
de producir sus efectos por o tras la muerte del donante (art.
620 del C.c., literalmente) sino en consideración a la misma
(art. 620 del C.c., conforme a la Jurisprudencia), o sea son genuinamente “mortis causa”, lo que equivale a atribución a título de legado, lo que nos lleva a la responsabilidad limitada de
los art. 858 y 891 del C.c. y subsidiaria conforme al art. 1029
del C.c. y 538.2 de la LEC arriba estudiados. Efectivamente,
existe la responsabilidad del sucesor118, en defecto de bienes
del causante, sin necesidad de acudir supletoria o analógicamente a la acción recisoria (art. 643, 1291.3º y 1297 del C.c. y
art. 71 de la Ley Concursal), dado el carácter de contrato a título gratuito de lo cuál, como defendemos desde el principio,
en un sistema fuertemente patrimonializado es consecuencia
directa del art. 1911 del C.c., se deduce la afección universal
del patrimonio al pago de las deudas y no por una analogía
dudosa con el fiador como sostiene IMAZ.
2. Fallecido el causante: La responsabilidad del sucesor será la propia de la institución en que suceda en los bienes, o heredero, o
legatario o legatario en parte alícuota, puesto que el art. 74 de la
LDCFV no permite terceras vías (o hay institución/título universal o legado/particular), con expresa remisión a lo visto en cada
caso en Derecho común, sin posibilidad de repudiación o derecho
de deliberar pero con posibilidad de aceptar a beneficio de inven118 Traemos a colación la Jurisprudencia sobre que la donación, aun con cargas, es un
acto a título gratuito y sin duda lo es el pacto sucesorio con transmisión de presente de
bienes, pues su causa no es onerosa en ningún caso y es, por lo demás, equivalente a las
donaciones (art. 76 y 83 de la LDCFV).
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tario el llamamiento, como hemos visto. En consecuencia, fallecido el causante, el heredero responderá de las deudas del instituyente anteriores y posteriores a la institución, con fusión o separación
de su propio patrimonio con el causante según acepte (no puede
repudiar) pura y simplemente o a beneficio de inventario119.
En cuanto a los bienes recibidos de presente, entendemos que, si
el instituido lo es en ambos llamamientos, le surgen responsabilidades separadas y correlativas a cada uno de dichos llamamientos
pues a) por analogía al modo del llamado a varios legados o del
heredero que igualmente es legatario (art. 890 del C.c.), b) tienen,
en principio, el mismo momento de perfección, pero distinto de
consumación (art. 74, 77 y 78 de la LDCFV), c) el antecedente
legislativo del pacto sucesorio de presente es la donación.
6. PODER TESTATORIO Y RESPONSABILIDAD
El poder testatorio o sucesión por comisario (art. 32 y ss. de la
LDCFV) supone una institución bajo condición legal suspensiva, de modo que, a semejanza del régimen de éstas en los art. 1120 y ss. del C.c.,
podemos diferenciar la situación de los sucesores, pendiente condición y
cumplida esta condición de la designación por el comisario de los sucesores del causante.
A. Pendiente el ejercicio del poder sucesorio:
1. No podemos hablar sino de “presuntos sucesores” (mera expectativa120) que nada han adquirido fallecido el causante (salvo dere119 La ley 318 de la Compilación de Navarra y los art. 355 y 357 del Código de Derecho Foral de Aragón establece la Responsabilidad “intra vires”, de modo que el heredero responderá frente a los acreedores hereditarios y legatarios con el valor de los bienes
de la herencia exclusivamente, lo que es garantía frente a lo que acontezca entre la perfección y consumación por muerte del pacto sucesorio.
120 SAP de Bizkaia, Sec. 5ª, de 7-04-2004 habla de “herederos en expectativa, que no se sabe
quienes van a ser al estar pendiente el uso del poder testatorio” y el Auto de la AP de Bizkaia,
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cho, personalísimo, de alimentos, art. 41 de la LDCFV), por lo
que de ninguna deuda del causante responden, y en consecuencia la herencia será la responsable de las deudas de esta entidad y
de las del causante, siendo posible ser demandada (art. 6 de la
LEC, 40 de la LDCFV y art. 3.4 y 182.1 de la Ley Concursal)121.
2. El inventario de bienes y obligaciones del causante es imperativo: (art. 36 de la LDCFV) a tenor de las expresiones “En todo
caso”, “deberá realizar”, “de cuyo contenido deberá dar cuenta a los presuntos sucesores”. Este inventario ha de ponerse en relación con el
de los art. 1010 y ss. del C.c. y 781 de la LEC y que (art. 6.1 del
C.c.) la ignorancia de las Leyes no excusa de su cumplimiento.
Es decir, con independencia de la responsabilidad en que incurra el comisario para con terceros o los propios sucesores por la
infidelidad en dicho inventario122, responsabilidad que puede
diluir (art. 32, 39 y 64 de la LDCFV) si concurre con albaceas o
contadores-partidores; los sucesores presuntos, llamados por los
títulos que después veremos, variarán su responsabilidad según el
nivel de diligencia que los mismos hayan desempeñado, exigiendo, dispensando o sobreseyendo dicha obligación del comisario,
sec. 4ª, de 28-6-2011: No genera legitimación activa la mera expectativa de la actora de ser heredera, toda vez que en la cláusula segunda del testamento de su padre el poder testatorio a favor del
cónyuge viudo se hace en favor de su hija y de los descendientes que ésta pudiera tener, y ello con
prórroga del plazo legal por todos los años que viviera su cónyuge…”.
121 Véase el Auto de la AP de Bizkaia, sec. 4ª, de 28-6-2011 y la SAP de Bizkaia, Sec.
5ª, de 21-4-2004.
122 CELAYA IBARRA. Comentarios…, obra citada, pág. 179 dice que “La ley no impone al
comisario la obligación de rendir cuentas, lo que sigue siendo cuestión discutida. La Sentencia de 9
enero 1959, del Tribunal Supremo, parece imponer esta obligación al viudo comisario, pero en realidad no la impone por razón del poder testatorio, sino por haber tenido la administración y dirección
de la comunidad hereditaria, por lo que, como todo gestor, venía obligado a rendir cuentas. Entiendo
que el hecho de no rendir cuentas no puede suponer la irresponsabilidad del comisario, a quien los
herederos y sucesores podrán reclamar los perjuicios que se les sigan, aunque, dada la amplia libertad de elección que concede la Ley vizcaína, y sin una legítima estricta, es difícil pensar en que reclame el sucesor designado; y el no designado carecerá de interés”.
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de igual manera que los herederos y legatarios en derecho común, tal y como hemos visto arriba.
3. La responsabilidad del comisario/sucesor: Dispone el art. 38 de
la LDCFV que “El comisario podrá adjudicarse a sí mismo los bienes que
le pudiese haber atribuido por testamento el causante, así como aquellos que
le corresponderían en el caso de sucesión intestada o a falta de ejercicio del
poder testatorio. Dichas adjudicaciones habrán de realizarse con sujeción a
lo establecido en los arts. 62 y 64”. Procede traer a colación lo antes
visto sobre que la omisión, dolosa o culposa, de un inventario cabal
puede dar lugar a la claudicación de la limitación de la responsabilidad, ora en el caso del heredero, quien perderá el beneficio de
inventario (STS de 29-11-1907, por las causas taxativas del art 1024
del C.c. y “con la concurrencia de dolo o malicia”), ora en el caso del
comisario quien igualmente responderá frente a los acreedores por
aplicación de los art. 1101 y 1902 del C.c. a todos los sucesores bajo
la premisa que disponiendo de los medios conocidos de liquidar la
herencia y siendo conocida la norma de antes es “pagar que heredar”,
dolosa o culposamente hayan roto la prelación al pago antedicha.
B. Ejercicio del poder sucesorio: Lo característico de esta figura es que
el comisario (art. 45 de la LDCFV) efectúa uno o varios actos de
institución o llamamientos a título universal o singular, por actos
inter vivos o mortis causa, por lo que los efectos de la institución
de heredero o de nombramientos de legatarios o de legatarios en
parte alícuota están sujetos a sus respectivas reglas. Tampoco el pacto sucesorio tendrá mayores especialidades. ¿Es posible que el comisario haga uso de la donación “strictu sensu” y ello conlleve la correspondiente responsabilidad?
1. Lo niega ASÚA123 por plausibles argumentos: a) tanto porque
entiende que la donación a que refiere el art. 27 de la Ley 3/1992
123 ASÚA GONZÁLEZ, C.I.: «Las formas de designar sucesor en bienes”, obra citada pág.
218 y ss.
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incluye sólo los casos en que ésta es pacto sucesorio; b) cuanto
porque no resulta adecuado canalizar la ordenación por el comisario –unilateral–, a través de un acto bilateral como la donación
(concurrencia de consentimiento especial, con “animus donandi”,
con aceptación), de modo que basta la aceptación como heredero, no un consentimiento contractual, y así la RDGRN de 0107-1920124 lo equipara a la aceptación hereditaria.
2. También lo niega GIMENO125 quien abierta y directamente se
pregunta “si el hecho de utilizar el poder en una u otra forma hará participar el acto de la naturaleza elegida” y por lo tanto el uso de un
poder testatorio mediante donación implica que ésta es el título
de adquisición del donatario, que no sería sucesor. Concluye
también este autor que no hay propia donación, pues, tras citar
la misma resolución de la Dirección General de Registros y del
Notariado, añade: “En el supuesto planteado compareció un menor de
diez años a aceptar la donación realizada por el comisario en ejercicio del
poder. Creía el Registrador de la Propiedad que el menor no emancipado no tenía capacidad para contratar, en base al artículo 1263 del CC.
Y la Dirección General entiende que el comisario no es un donante, pues
los bienes objeto de la donación no han entrado en su patrimonio. Y al
ser el acto unilateral, no se rige por las reglas de los contratos, ni requie124 Considerando que por ser de naturaleza unilateral el acto en cuya virtud el Comisario manifiesta la voluntad delegada del causante no se rige por las reglas particulares de los contratos ni
requiere la conformidad de otra parte concurrente, bastándole el natural complemento de la aceptación general de la herencia que puede ser anterior, simultánea o posterior al acto o a la inscripción
particional, y siempre independiente de ambos, en cuanto a la forma jurídica; Considerando que,
por las razones expuestas, la concurrencia del indicado menor don José Uribe, si tiene por objeto
aceptar una donación, es improcedente, y si en el fondo el consentimiento que ha otorgado implica
la aceptación de la herencia o la renuncia a las acciones que pudieran corresponderle para impugnar
la distribución hecha por Comisario, pone en evidencia la incapacidad de un niño de diez años para
realizar declaraciones de tal trascendencia y de tanta responsabilidad…”.
125 GIMENO GÓMEZ-LAFUENTE, M.J.: «Especialidades testamentarias: el poder testatorio» en “El Derecho Foral vasco tras la reforma de 1992”, Aranzadi. Bilbao, 1994.
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re la conformidad de la otra parte, bastando la aceptación de la herencia.
La doctrina de esta resolución parece que hoy sigue siendo aplicable…”.
3. La SAP de Bizkaia, Sec, 3ª, de 11-05-2001 identifica donación
inter vivos del caserío con pacto sucesorio, aquélla como antecedente de éste, como hemos visto.
4. El carácter unilateral, no de donación, de tal ejercicio del poder
testatorio también se ven en el Derecho interregional comparado:
El fiduciario-comisario del Derecho navarro (Ley 286 de la Compilación del Derecho Civil Foral de Navarra); la fiducia sucesoria
aragonesa (arts. 456 Código del Derecho Foral de Aragón (art.
424-6 del Código civil de Cataluña) y en Baleares (art. 18 Decreto
de la Compilación del Derecho Civil de las Islas Baleares para Mallorca y Menorca y art. 71 para Ibiza y Formentera y, por supuesto, el art. 140 de LDCFV respecto del usufructo poderoso ayalés.
5. Dentro de un principio espiritualista, la Jurisprudencia rechaza
que la mera denominación que las partes den a un negocio, califique el mismo como tal, pues ha de estarse a su verdadera naturaleza, y así afirma la STS, Sala 1ª, de 20-07-1992, “la naturaleza
de un negocio jurídico depende de la intención y declaraciones de voluntad que lo integran y no de la denominación que le hayan atribuido las
partes, siendo el contenido real del contrato el que determina la calificación
del contrato” (Línea jurisprudencial constante STS, Sala 1ª, de 6 y
8-02-1960, 12 julio y 30-10-1952, 18-6-1963, 14-2-1954, 29-91955, 2-7-1964, 23-6-1983, 8-10-1985, todas citadas en la STS,
Sala 1ª, de 20-12-1986. Igualmente, la SAP de Bizkaia, sec. 3ª, de
03-04-1999). En la misma tónica, la STS, Sala 1ª, de 24-09-1987,
respondiendo a la eventual trascendencia que tiene la no designación expresa del contrato como de cuentas en participación, señala que “es un hecho intrascendente, dado que los contratos han de calificarse atendiendo al contenido de sus estipulaciones y no al nombre que
los contratantes puedan darles”.
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6. Por fin recordemos, estrictamente hablando desde el punto de
vista de la responsabilidad del sucesor (sucesión de empresas y levantamiento del velo), la STS, Sala 1ª, de 12-02-1993, que cita la
precedente STS, Sala 1ª, de 05-05-1958 al invocar como principio ético el de que “nadie puede desposeer a otro sin la voluntad del
despojado y por su propia decisión, cualquiera que sea el medio aparente
empleado”.
En conclusión, materialmente estamos en presencia de un pacto sucesorio (art. 76 de LDCFV), que en Derecho Foral Vizcaíno no precisa la
for malidad testamentaria ni el especial “animus donandi” (art. 27, 65 y 74
de la de LDCFV) pero sí puede revestir la forma de donación (art. 46 de
LDCFV), algo enormemente útil porque la de inmuebles (art. 633 del
C.c.) ha de darse en escritura pública, algo en lo que tampoco se diferencia del pacto sucesorio (art. 74 de LDCFV).
Aun aceptando, hipotéticamente, las reglas de la costra jurídica de la
denominación como donación inter vivos, no es tal, estamos en presencia de una donación “mortis causa” sin duda, pues, como hemos visto en
Derecho común y regional español, pretenden la permanencia en el dominio y libre disposición del donante de la cosa donada y su falta de intención de perderla en caso de vivir. Pero es que en este caso concreto,
es obvio que si el donante/transmitente no es el comisario, sino el causante (SAP de Bizkaia, Sec. 5ª, de 7-04-2004: “…usando para ello del poder testatorio, lo que está haciendo es ejercitar la confianza que en ella para distribuir sus bienes le confirió su esposo, como si de él mismo se tratara”), quien,
por tanto, sólo se desprende de sus bienes (delegando ampliamente en
el comisario) en consideración a su muerte (art. 620 del C.c.), estamos
en presencia de una donación mortis causa, cuya tipificación o equivalencia substantiva es por tanto (art. 76 de la Ley 3/1992) de pacto sucesorio aunque formalmente la escritura pública se denomine de otra
manera.
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Explícitamente, CELAYA126 afirma, como hemos visto, que las únicas
donaciones propiamente serán las inter vivos sobre cosa determinada o
parte de la misma.
C. Frustración del poder sucesorio: No hay especialidades que reseñar,
pues dará lugar a la aplicación del testamento preventivo o la apertura de la sucesión abintestato.
7. RESPONSABILIDAD DE LEGITIMARIOS, PARIENTES TRONQUEROS, DEL CÓNYUGE VIUDO, RESERVATARIOS Y REVERSIONISTAS
Sentamos las mismas premisas que en Derecho común:
A Los legitimarios, descendientes y ascendientes y los tronqueros (art.
53 de la LDCFV): La naturaleza de la sucesión forzosa es la misma
que en Derecho común, mero límite a la libertad de disposición del
causante, legítima que puede atribuirse por cualquier título (STSJde País Vasco, Sec. 1ª, de 07-01-2005) y, en consecuencia son aplicables las reglas vistas en Derecho común.
Ahora bien, mientras en Derecho común existe la posibilidad de
que los acreedores del legitimario puedan impugnar la desheredación practicada en perjuicio de sus derechos (STS, Sala 1ª, de 3-101979), tal posibilidad no se da en relación con el apartamiento pues
(SAP de Bizkaia, Sec. 4ª, de 2-04-2001 y 01-02-2008 (“la exclusión
de alguno de los herederos sin especificar el motivo está permitida, y eso es
lo que efectúa la causante con independencia de cómo lo denomine”) o la
STSJ del País Vasco, Sec. 1ª, de 07-01-2005: “Y es que, como destaca
la mejor doctrina, la función de designar sucesor o sucesores no la realiza el
derecho vizcaíno con normas imperativas, sino con la libertad de testar circunscrita dentro de cada grupo familiar”.
126 Curso de Derecho Civil Vasco. Adrián Celaya Ibarra. Universidad de Deusto, 1998.
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B. El cónyuge viudo no responde como tal sucesor forzoso de las deudas hereditarias sin perjuicio del vaciamiento de su derecho consecuencia del pago de las mismas. Primero por no ser legitimario (SAP
de Bizkaia, Sec. 4ª, de 24-12-1998) y segundo, por ser usufructuario
(art. 58 de la LDCFV), en la línea marcada para el Derecho común.
C. Parientes tronqueros: VALLET127 en su estudio sobre la responsabilidad del sucesor troncal entiende la troncalidad como una reserva, como hemos transcrito antes sobre la misma “una mera limitación en cuanto a la disposición de sus bienes la cual queda cumplida por el hecho de su atribución a quien ostenta la condición de reservista o, por el contrario, da lugar a
la imposición de una especie de sucesión forzosa e igualitaria para los reservatarios similar a la sucesión intestada”. En consecuencia habrá de estarse a
la atribución que se haga al pariente tronquero, si bien, dado su tratamiento de transmisión a título singular, bien por bien, siempre será asimilado al legatario aunque sea el único bien de la herencia incluso adquirida “abintestato” contra la voluntad del reservista (art. 768 de la
LEC). Concluye VALLET que esto es así cualquiera que sea la ley personal que rija la sucesión, siempre que haya bienes tronqueros, a quienes interesará el beneficio de inventario para hacer más eficaz la afección subsidiaria de los bienes troncales al pago de las deudas del causante y de la herencia, como hemos visto.
D. Reservatarios y reversionistas: La naturaleza jurídica de estas instituciones no difieren de la del Derecho común como se deduce de
los trabajos de Andrés URRUTIA128, GOMEZA VILLA129 y Tatiana
GONZÁLEZ SAN SEBASTIÁN130.
127 Esquema de una conferencia de 1992 facilitado al autor por D. Andrés Urrutia Badiola.
128 URRUTIA BADIOLA, A.: «Reservas y reversiones en el Derecho foral vasco». Derecho
civil foral vasco.Vitoria-Gasteiz: Consejo General del Poder Judicial y Departamento de
Justicia, Economía, Trabajo y Seguridad Social, 1995, pp. 342-352.
129 El Derecho Foral vasco tras la reforma de 1992, Aranzadi, Bilbao 1994.
130 GONZÁLEZ SAN SEBASTIÁN, T.: «La reversión legal de los bienes no troncales en la
Ley 3/1992». Jornada el proyecto de Ley civil vasca: cuestiones prácticas. Academia Vasca
de Derecho/Zuzenbidearen Euskal Akademia, 2007, núm. extraordinario 5, pp. 27-37.
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8. ACCIONES PARA HACER EFECTIVA LA RESPONSABILIDAD
A. Acciones declarativas y de condena: Como hemos visto, la cuestión
de la responsabilidad de los sucesores no goza de la unanimidad en la
doctrina y los órganos jurisdiccionales en el País Vasco nada han aclarado específicamente. Habida cuenta que el Poder Judicial suele rechazar como cuestión compleja las extensiones de responsabilidad en
el proceso ejecutivo cuando el título sucesorio no está claro (SAP de
Santa Cruz de Tenerife, Sec. 3ª, de 7-10-2005 y Auto de la AP Bizkaia, sec. 5ª, de 31-3-2011)131, lo más indicado es instar una especie
de retroacción de actuaciones al hipotético inventario, o sea, la declaración judicial del carácter de deuda imputable al causante/herencia y del derecho a hacer efectivo el pago de la misma contra los bienes que fueron pertenecientes a la herencia, ejemplo de lo cuál tenemos específicamente en la SAP de Bizkaia, Sec. 3ª, de 11-11-2010,
Auto de la AP de Bizkaia, Sec. 3ª, de 18-11-2011 y en relación a la
responsabilidad por deudas de los cónyuges (que es lo mismo ex art.
1410 del C.c.) la STSJ del País Vasco, Sala 1ª, de 4-04-2005, que
recuerda que tanto el art. 1317 del C.c. como el art. 93 de la LDCFV
no permiten en ningún caso las modificaciones en el régimen económico matrimonial puedan perjudicar los derechos adquiridos por
terceros, ni los derivados de la troncalidad, sin que (STS, Sala 1ª, de
30-1-1986, 10-9-1987, 18-7-1991, 13-10-1994 o 25-09-1999) para
la subsistencia y efectividad de dicha garantía legal sea necesario acudir a la nulidad o rescisión de las capitulaciones (o testamento o pacto
131 Lógico, pues conforme a la citada STS, Sala 1ª, de 3-10-1979 ”todo negocio jurídico
que aparezca debidamente formalizado lleva ínsito en la expresión del consentimiento un principio
de prueba sobre su realidad y obligatoriedad (sentencias de 26 de febrero de 1975, 27 de, enero de
1976, 19 de mayo de 1977, 24 de marzo de 1979 y 11 de octubre de 1972) simplemente establece que “un vínculo de derecho contractual, cualesquiera que sean los vicios de su- inicial formación, debe respetarse y estimarse válido hasta que se resuelva por los Tribunales su nulidad y SAP
de Bizkaia, sec. 3ª, de 11-03-1999 “en base al principio de conservación del negocio jurídico, se
presume que la declaración de las partes coincide con lo verdaderamente querido en tanto quien quiere afirmar lo contrario no lo pruebe”.
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sucesorio) en las que la modificación se instrumenta y sin tener que
demostrar que no se pueden cobrar de otro modo los créditos de los
terceros acreedores. Tendremos las ventajas de ser una acción declarativa, o sea, de plenitud de jurisdicción, sujeta al plazo de prescripción
de la acción originaria contra el causante o la herencia y que permite reincorporar a la masa pasiva, a la ejecución o al concurso, de los
bienes objeto de sucesión. Inconveniente: Duración y tasas judiciales.
B. Acción de simulación o de impugnación del título: La simulación
negocial es la situación anómala contractual que se produce cuando se oculta bajo la apariencia de un negocio jurídico normal otro
propósito negocial; ya sea éste contrario a la existencia misma del
vínculo convencional (simulación absoluta), ya sea del propio de
otro tipo de negocio (simulación relativa), todo ello conforme al
art. 1276 del C.c. En definitiva, la simulación vendría a suponer una
divergencia o contradicción consistente entre la declaración y la
voluntad que supone la existencia de un “cosilium simulationis” o
acuerdo de simular, sin que (STS, Sala 1ª, de 15-3-1995) sea necesario probar una finalidad defraudatoria. La nulidad de un acto, es
la consecuencia de la simulación absoluta, en cuyo caso conlleva la
restitución in natura de los bienes a la masa hereditaria y cuando
no sea posible, una indemnización sustitutoria o cumplimiento por
equivalente (art. 1303 del C.c. y STS, Sala 1ª, de 1-10-2012 y 0709-2012) que se llevaría a la masa hereditaria para el cobro de los
acreedores. Si es de simulación relativa, habrá de estarse a las consecuencias del acto declarado sí existente o disimulado. Sin embargo (STS, Sala 1ª, de 1-4-2000) para que pueda hablarse de simulación relativa es requisito indispensable que el contrato disimulado
(el verdaderamente querido celebrar bajo la apariencia de otro) sea
plenamente válido, lo que no suele suceder en las donaciones disimuladas de inmuebles ex art. 633 del C.c. y STS, Sala 1ª, de 31-71999, por lo que, no cumpliendo este requisito no puede admitirse la validez de la pretendida donación disimulada, entre otras tam-
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bién STS, Sala 1ª, de 6-4-2000, 14.12-1999 y 19-6-1999. A mayor
abundamiento, la STS, Sala 1ª, de 14-12-1999 recuerda la doctrina
jurisprudencial contenida en diversas Sentencias, particularmente
en la de STS, Sala 1ª, de 24-10-1995, de modo que si se invocase la
simulación relativa, y se mantuviese en su virtud la validez del negocio jurídico disimulado, la donación, como acto de liberalidad no
puede impugnarse por el heredero no forzoso; pero sí tiene legitimación para impugnar por simulación absoluta, con tal que el
accionante se apoye en un interés que sea legítimo y tenga expectativas de obtener alguna ventaja lícita del resultado favorable de su
ejercicio a la jurisdicción. Otro obstáculo (STS, Sala 1ª, de 29-041997) el art. 1277 del C.c. establece una presunción en pro de la
existencia y licitud de la causa, aunque se admite la posibilidad de
acreditar o justificar lo contrario por cualquier medio probatorio
(STS, Sala 1ª, de 25-6-1969, 12-12-1983, 2-2-1984 y 26-2-1987).
C. Acción de rescisión o pauliana: Con fundamento en la rescisión en
fraude de acreedores (art. 1293.3º y 1297 del C.c.) y específicamente el art. 643 del C.c. Nuevamente pretenden una “retroacción” al
debido inventario o “reintegración” a la masa hereditaria ex art. 1295
y 1307 del C.c., y, al contrario (STS, Sala 1ª, de 1-10-2012), cuando la restitución in natura a raíz de la nulidad de un acto transmisivo no sea posible como “efecto ex lege”, sin que ello suponga alteración de lo pretendido ni sustitución de las cuestiones debatidas,
procede una indemnización sustitutoria, que habrá de valorarse
STS, Sala 1ª, de 11-12-2003 y 06-06-1997 “en el momento de su disponibilidad («el momento es aquel en que por su enajenación a terceros de
buena fe la cosa vendida se hizo irreivindicable»)”. El problema (art.
1294 del C.c. y STS, Sala 1ª, de 27-05-1997) es que estamos en presencia de una acción absolutamente subsidiaria con requisitos muy
restringidos, a saber (STS, Sala 1ª, de 19-06-2007 y 12-11-2008):
1.- La existencia de un crédito anterior en favor del accionante y
en contra del que enajena la cosa. Para la Jurisprudencia (STS, Sala
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1ª, de 22-03-1981, 17-02-1986, 28-03-1988 y 5-05-1997), el éxito
de la acción rescisoria no exige que el crédito del actor sea exigible, bastando con que exista, o pueda preverse racionalmente su existencia al tiempo de efectuar la actuación fraudulenta. 2.- La realización de un acto en virtud del cual salga el bien del patrimonio del
que lo enajena. 3.- El propósito defraudatorio en perjuicio del acreedor, que goza de la presunción legal establecida en los art. 643.2º y
1297-I,del C.c., propósito que no requiere malicia en el transmitente, ni intención de causar perjuicio en el adquirente, bastando la conciencia de que se puede ocasionar dicho perjuicio a los intereses económicos de la parte acreedora (STS, Sala 1ª, de 25-03-2009), o sea,
la “conciencia en el deudor del empobrecimiento real o fingido que causa al
acreedor” (STS, Sala 1ª, de 19-11-2007). Es suficiente que el deudor/enajenante- haya conocido o debido conocer la eventualidad
del perjuicio (STS, Sala 1ª, de 19-11-2007) y la complicidad o el conocimiento de la persona con quien se contrata (STS, Sala 1ª, de 2010-2005). Y si es cierto que alguna sentencia con posterioridad al
Código Civil afirmó que era necesaria la prueba de la connivencia
defraudatoria para la rescisión de los actos a título lucrativo, si el deudor no se reservaba bienes bastantes para atender a las deudas contraídas con anterioridad (STS, Sala 1ª, de 29-10-1891 y 14-01-1935),
es más cierto que la STS, Sala 1ª, de 9-11-1966 expresamente establece que “si el donante, cuando lleva a cabo los actos dispositivos y especialmente en la donación en pro de sus hijos, no dejó en su patrimonio bienes suficientes para responder de las deudas anteriores a ella, es obligada la
aplicación de la presunción de fraude con respecto a dicho contrato de donación”. Igualmente la STS, Sala 1ª, de 18-01-1991 califica de “iuris et
de iure” la presunción de fraude en las enajenaciones a título gratuito. Sosteniendo incidentalmente la misma doctrina las STS, Sala 1ª,
de 28-03-1989 y 6-03-1995, al no admitir el recurso de casación por
declarar el carácter gratuito de actos en apariencia onerosos que
encubrían donaciones. 4.- La ausencia de todo otro medio que no
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sea la rescisión de la enajenación para obtener la reparación del perjuicio inferido al acreedor. En consecuencia la salida del bien del patrimonio del demandado ha de producir como resultado el perjuicio del “crédito” del actor en cuanto a la posibilidad de ejecución sobre dicho bien. No obstante, no cabe imponer en el acreedor una
carga extraordinaria de investigación y persecución de los bienes de
su deudor, “una persecución real de todos y cada uno de ellos con resultado
infructuoso”, justificándose la insolvencia por el propio impago ordinario de sus obligaciones, si no existen bienes notoriamente conocidos en el patrimonio del deudor bastantes para atender a la deuda
impagada (STS, Sala 1ª, de 31-12-1907 y 31-03-1965 y 17-07-2000)
y 5.- Ejercicio en el plazo de cuatro (4) años: La Jurisprudencia ha
ido atrasando el inicio del cómputo del plazo, desde la STS, Sala 1ª,
de 8-05-1903, que declaró que el plazo para la prescripción de las
acciones rescisorias se cuenta desde el otorgamiento de la escritura,
y no desde la inscripción en el Registro de la Propiedad. Y aunque
la STS, Sala 1ª, de 26-06-1946 rechazó la tesis de inicio del cómputo en el momento en que el acreedor conoció la inexistencia de
bienes bastantes para atender al pago del crédito, la aislada STS de
29-10-1990, la acogió. Pero la mayoría de la Jurisprudencia computa el plazo desde la inscripción (STS, Sala 1ª, de 16-02-1993, 4-091995, 1-12-1997, 17-07-2000, de 12 y 13-02-2002, 27-05-2002 y
16-02-2003) “como fecha que legalmente, publica el acto fraudulento y vincula a la víctima acreedora, salvo que se acredite que la expresada víctima
conoció con anterioridad de modo cabal y completo el acto impugnable”.
D. Acción de reintegración a la masa activa en el Concurso de acreedores del causante o de la herencia (art. 71 de la Ley Concursal). Se
trata de una acción rescisoria, por lo tanto que reintegra a la masa
activa del concurso los bienes enajenados (en virtud de actos del
deudor dentro de los dos años anteriores a la fecha de la declaración
de concurso, “acto de disposición” debe entenderse en un sentido
amplio: 1.- abarca tanto los contratos y negocios (unilaterales o bila-
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terales, gratuitos u onerosos), como los pagos (también por compensación) y las declaraciones unilaterales de voluntad que comportan un sacrificio patrimonial, como es el reconocimiento de derechos a favor de terceros, (SAP de Barcelona, Sec. 15ª, de 15-122011), bastando que sean “lesivos para la masa activa, aunque no redunden en daño del patrimonio de la concursada, con independencia de si han
sido realizados de buena fe. Por el contrario, no lo son los que no son lesivos
para la masa activa, incluso si fueron ejecutados de mala fe“ (STS, Sala 1ª,
de 28-03-2012, SAP de Álava, Secc. 1ª de 09-02-2012…), 2.- aunque no es subsidiaria (SAP de Murcia, Sec. 4ª, de 23-05-2008), 3.pesa sobre los actos anteriores a la declaración del concurso, no los
posteriores, en cuyo caso procede la acción de anulación (art. 40.7
de la Ley Concursal y SAP de Barcelona, Sec. 15ª, de 13-01-2010),
si bien se juzgan ex post pues no está llamada a sancionar lo injusto
o antijurídico sino a hacer ineficaces, en provecho de la masa pasiva, actos que, de no ser porque finalmente se declara el concurso (de
ahí la necesidad de que el examen se realice “ex post”), serían –o
podrían perfectamente ser– jurídicamente irreprochables.” (SAP de
Madrid, Secc. 28ª, de 20-04-2012). 4.- Pero aquí se acaba la felicidad pues la legitimación para el ejercicio de las acciones rescisorias
es dada, principalmente, a la administración concursal (art. 71.6 y
72.1 de la Ley Concursal) podrá ejercitar dichas acciones de rescisión o de impugnación dirigiéndolas contra el deudor, contra quienes hayan sido parte en el acto impugnado y contra el subadquirente del bien o derecho cuando este haya sido transmitido. El acreedor sólo está legitimado para ejercitar la acción con carácter subsidiario. 5.- Y lo mismo que en el caso anterior, los bienes reintegrados van a la masa activa, a repartir entre la generalidad de acreedores, conforme al orden concursal de éstos, no a la ejecución particularmente instada por el acreedor como en las acciones anteriores. 6.Igualmente tiene la ventaja de que (STS, Sala 1ª, de 12-03-1993,
STS Sala 1ª de 28-10-1996 y 14-06-2000) las presunciones de frau-
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de que establece la Ley Concursal rompe la buena fe que exigen
para evitar la restitución los art. 34 de la Ley Hipotecaria, 464 del
C.c. y 85 del C.d.c.
E. Sucesión procesal y sucesión en la ejecución: Conforme al Auto
de la AP Girona, sec. 1ª, de 22-12-2011 el art. 16 de la LEC regula
la sucesión procesal como cambio o sustitución de un sujeto por
otro en la titularidad de una relación jurídica, que tiene el mismo
fundamento que la sucesión hereditaria: la necesaria continuidad de
las relaciones jurídicas que no se extinguen con la muerte. Ello no
significa que ambas instituciones se superpongan. Se trata, por tanto,
de que mediante la mera acreditación fehaciente de que alguien es
sucesor del deudor, pueda seguirse o despacharse ejecución contra
el primero (art. 16, 17, 538 y 540 de la LEC). En general, como
hemos avanzado arriba, la Jurisprudencia rechaza recurrir a este trámite, procedimiento o expediente cuando se discutan cuestiones
complejas, como las que nos ocupa, sin perjuicio de las partes de
acudir al juicio declarativo que corresponda (SAP de Santa Cruz de
Tenerife, Sec. 3ª, de 7-10-2005, Auto de AP Pontevedra, sec. 1ª, de
10-01-2008, Auto de la AP Valencia, sec. 7ª, de 24-2-2010 y, muy
específicamente, el Auto de la AP de Barcelona, sec. 4ª, de 13-122007 sobre legados y el citado Auto de la AP Bizkaia, sec. 5ª, de 313-2011 sobre donaciones).
1. Sucesión inter vivos: Admitido en derecho sustantivo (art. 1112
del C.c.) la transmisión de derechos, también se puede provocar
una sucesión procesal en sede de ejecución (STS, Sala 1ª, de 112-2003), lo que es útil desde el punto de vista del actor. Mas
desde el del deudor, señalan el Auto de la AP Valencia, sec. 7ª, de
24-2-2010 y el Auto de AP Pontevedra, sec. 1ª, de 10-01-2008 y
los que éste cita: “SEGUNDO.- Con carácter general señalar que el
art. 540 LEC prevé la sucesión en la ejecución, pudiendo despacharse
ésta a favor de quien acredite ser sucesor del que figure como ejecutante
en el título ejecutivo y frente al que se acredite que es el sucesor de quien
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en dicho título aparezca como ejecutado. Precepto que debe ponerse en
relación con los arts. 16 y 17 LEC que recogen los supuestos de sucesión procesal. El primero regula la sucesión procesal por causa de muerte y el segundo la sucesión por transmisión del objeto litigioso. Debe
matizarse que la sucesión en la ejecución a que se refiere el art. 540
LEC se refiere a la que se produce entre el momento en que se origina
el título ejecutivo y el inicio de la fase de ejecución, si bien la jurisprudencia menor se ha mostrado favorable a aplicar los arts. 16 y 17 LEC
si la ejecución ya se ha iniciado (AAP de Granada de 17 de junio de
2003, o AAP de Málaga de 24 de abril de 2003132). En una interpretación amplia y flexible pudiera incardinarse el supuesto que se pretende en el supuesto regulado en el art. 17 LEC al considerar que, de
existir una sucesión entre empresas, esta implica la transmisión de las
relaciones jurídicas, y entre ellas, la que sea objeto del proceso en cuestión
en que se pretende la ejecución…”. Sigue dicha Sentencia recordando la inspiración del art. 540 de la LEC en la doctrina que ha
emanado de la Sala 4ª del TS al interpretar los arts. 235, 236 y
238 de la Ley de Procedimiento Laboral, que solo permite la
ampliación de la ejecución a un tercero como sucesor del ejecutado en el caso de que la ejecución se base en hechos posteriores a la constitución del título ejecutivo, pero no en hechos anteriores (STS, Sala 4ª, de 24-02-1997) y que a la vez rechaza la
mera extensión de la responsabilidad, en dicho caso por el “levantamiento del velo de la personalidad”. Recordemos que el sucesor
inter vivos sólo puede ser hecho responsable vía la acción pauliana (antes vista), luego no parece que el trámite procedimental
de la sucesión en la ejecución sea práctico ni factible.
2. Sucesión de partes mortis causa: Al efecto (Auto de TS, Sala 1ª,
de 7-11-2006, con cita del Auto del Tribunal Constitucional, de
18-10-2004) se exige junto con ciertos requisitos formales (litis132 Asimismo, Auto de la AP Valencia, sec. 7ª, de 24-2-2010.
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pendencia, petición expresa y acreditación del título justificativo
de la sucesión) que la sucesión procesal tenga viabilidad jurídica,
por tratarse de acciones o pretensiones transmisibles, o lo que es
lo mismo, que el derecho controvertido y más concretamente la
acción ya emprendida para su reconocimiento y protección, sea
susceptible de ser ejercitada por persona diversa a la de su originario titular. Conforme al Auto de la AP Alicante, Sec. 5ª, de 189-2006 la sucesión procesal no depende tanto de la condición de
heredero o legatario, cuanto de la transmisión del derecho litigioso, el presupuesto para la sucesión procesal mortis causa no tanto
por el fallecimiento cuanto por la transmisión por causa de muerte de lo que sea objeto del pleito. La condición de sucesor a título particular, en la medida que atribuye automáticamente la propiedad de los bienes al legatario desde la muerte del causante –aún debiendo reclamar su entrega al heredero– le hace ya desde entonces acreedor de un interés legítimo para suceder al causahabiente, sin que a ello obste el que el pago de tales derechos
hereditarios o la disponibilidad de los mismos, o la concreción, en
suma, de esos derechos, deba esperar a la liquidación (Auto de TS,
Sala 1ª, de 7-11-2006, con cita del Auto del Tribunal Constitucional, de 18-10-2004). Así el Auto de la AP de Barcelona, Sec.
17ª de 28-11-2006 y, Sec. 18ª, de 28-2-2006, Auto de la AP de
Guipúzcoa, Sec. 2ª, de 30-09-2009 y Auto del TS, Sala 1ª, de 1507-2004 o SAP de la Coruña, Sec. 4ª, de 31-3-2008, niegan legitimación en general, sin posibilidad de sucesión procesal al legatario, más allá de la que corresponda sobre la cosa legada. Igualmente, la SAP de Alicante, Sec. 9ª, de 5-2-2009 niega legitimación al cónyuge viudo como legitimario o usufructuario.
La legitimación pasiva y la sucesión depende de los tiempos: a)
Si se demanda al fallecido, procede la nulidad de actuaciones
(Auto AP de Santa Cruz de Tenerife, Sec. 3ª, de 4-11-2011), lo
mismo (Auto de la AP de León, Sec. 2ª, de 4-5-2009) que si éste
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no llega a recibir la citación. b) Si el causante es demandado y
fallece antes de la ejecución (Auto de la de AP León, Sec. 2ª, de
4-5-2009), sus herederos le suceden, por el mero hecho de la
muerte, en todos sus derechos y obligaciones art. 661 del C.c., y
si el heredero acepta la herencia a beneficio de inventario, el administrador es el que debe comparecer, al encontrarse yacente la
herencia por imperativo legal, art. 1026 del C.c., o bien que el
objeto litigioso haya sido transmitido a otra persona por medio
de un legado de cosa especifica art. 822 del C.c., en cuyo caso
será el legatario quien haya de suceder al causante. c) Conocido
fallecimiento del deudor antes de iniciar la ejecución debe instarse sucesión procesal por los herederos de forma simultánea a
la solicitud del despacho de ejecución (Auto de la AP de Salamanca de 22-04-02002). d) Mientras la herencia no sea aceptada es necesaria la aceptación de la herencia por parte de los llamados a ella para que la ejecución pueda dirigirse contra los mismos en caso de fallecimiento del causante deudor, no suponiendo el hecho de personarse y oponerse a la ejecución aceptación
tácita de la misma (Auto de la AP de Salamanca, Sec. 1ª, de 271-2009 y Auto de la AP de Málaga, Sec. 6ª, de 24 de abril de
2003), pues mientras no se haya liquidado definitivamente con
asignación de cuotas (art. 1068 del C.c. y 788 de la LEC), la herencia es yacente y carente de personalidad jurídica.- art. 6.1.4º
de la LEC. Sería aplicable su siguiente art. 798, que otorga al administrador de bienes representación de la herencia, y el artículo 795.2 añade que será administrador el viudo o viuda o quien
a juicio del Tribunal tuviese capacidad necesaria (Auto de la AP
de Burgos, Sec. 3ª, de 02-02-2007, AP Valencia, sec. 11ª, A 24-52007 y Auto de la AP de Bizkaia, sec. 5ª, de 15-10-2010).
F. Nulidad de inventario y partición: La nulidad de la partición no está
regulada orgánicamente en el Código Civil sino que se aplica la
nor mativa general de la invalidez del negocio jurídico, y principal-
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mente de los intervivos contractuales, teniendo muy presente la
consecuencia de que sólo se originará esa nulidad si existe carencia
o vicio sustancial de los requisitos esenciales del acto (STS de 1704-1943, 13-10-1960, 25-02-1966 y 7-01-1975). Se producirá, por
tanto, cuando falta un elemento esencial, cuando se contravenga
una norma imperativa o prohibitiva o cuando concurra con vicio
del consentimiento o un defecto de capacidad (STS de 13-06-1992
y 1-10-2002), la falta de consentimiento de la persona designada
para practicar la división (STS de 8-03-1956 y 13-10-1960), la
inclusión en la masa partible de bienes no pertenecientes al causante (STS de 30-01-1951); la ilicitud de la causa por deliberada ocultación de componentes del caudal (STS de 22-06-1948 y 25-021966); la invalidez del testamento (STS de 11-02-1952); haber
omitido cosas importantes y no computar determinados inmuebles
objeto de donación (STS de 7-01-1975). En supuestos en los que
en el inventario de bienes se han omitido los elementos principales del caudal hereditario se ha entendido que se trata de un
supuesto de nulidad radical al no existir una verdadera partición
(SAP de Córdoba de 20-10-2003, SAP de Cantabria de 27-041999: “si bien la nulidad parcial no ha de afectar necesariamente a todo el
negocio, es inevitable cuando afecta a una parte importante del mismo o a
ella se suman otros vicios de suerte que en su conjunto al resultado de aquel
negocio resulta insostenible (...) La sola consideración de estos defectos de la
partición justifica ya de por si la declaración de nulidad por recaer sobre el
objeto mismo del negocio; sin perjuicio de que en otro caso hubiera procedido la anulación por error en el consentimiento, pues dada la trascendencia
de esos bienes para el resultado final respecto de la adjudicataria habría de
reputarse esencial conforme al artículo 1266 del Civil invocado; o incluso
la rescisión por lesión –también pedida”. Nuevamente pretenden una
“retroacción” al debido inventario o “reintegración” a la masa hereditaria ex art. 1295 y 1307 del C.c., de modo que (STS, Sala 1ª, de 110-2012) cuando la restitución in natura a raíz de la nulidad de un
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acto transmisivo no sea posible como “efecto ex lege”, sin que ello
suponga alteración de lo pretendido ni sustitución de las cuestiones
debatidas, procede una indemnización sustitutoria, que habrá de
valorarse STS de 11-12-2003 y 06-06-1997 “en el momento de su
disponibilidad («el momento es aquel en que por su enajenación a terceros
de buena fe la cosa vendida se hizo irreivindicable”.
G. Las limitaciones de los juicios de división de herencia:Ya hemos di
cho que este tipo de juicios carecen de fuerza de cosa juzgada material (art. 787.5, segundo párrafo, de la LEC) o sea le queda reservada las partes a instar su derecho por el juicio declarativo que corresponda133, necesariamente el medio a que han de recurrir los
acreedores del causante y de los herederos, que no pueden instar
este procedimiento (art. 782.4 y 5 de la LEC). Dicha privación de
efectos de cosa juzgada es igualmente aplicable también a la sentencia que determina el inventario de los bienes relictos (SAP de
Bizkaia, sec. 4ª, de 25-2-2008), razón por la que a los solos efectos
del procedimiento de partición de herencia, debe primar la apariencia de los títulos que se exhiban, lo que declara específicamente la SAP de Madrid, Sec. 10ª, de 7-10-2010 (“la formación de inventario ha de limitarse a resolver si hay titulación o prueba suficiente para
decidir la inclusión o no de un determinado bien en la masa hereditaria,
pero lo que no puede plantearse ni decidirse en el incidente es la validez o
nulidad y eficacia del título o del negocio jurídico por el que ese bien se inte133 La atribución del dominio a los herederos por mor del artículo 1068 del C.c., se
halla condicionada a que los derechos adjudicados estén verdaderamente contenidos en
el caudal relicto y por lo tanto presupuesta su real pertenencia al haber hereditario, pues
mal podría operarse el fenómeno sucesorio cuando el bien concreto no forma parte del
acervo transmitido (artículos 659 y 661 del C.c.), y es por ello, que consolidada doctrina señala que, para acreditar el dominio, no le basta al coheredero con basarse en la partición, sino que es precisa la cumplida prueba de que el bien en cuestión, pertenecía al
causante -STS de 17-12-1956 , 2-02-1959, 6-07-1959, 31-01-1963, 15-02-1968, 25-031975, 3-02-1982; 3-06-1989 y 5-03-1991 entre otras, citadas por la SAP de La Coruña,
Sec. 4ª, de 24-03-2006.
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gró o salió del patrimonio del causante, para lo cual habrá que acudir al proceso declarativo que proceda”, añadiendo que “Este cauce procesal en el que
nos hallamos, de un incidente de inclusión de bienes en el inventario de la
masa hereditaria, no es el idóneo para resolver cuestiones tales como la simulación contractual, la nulidad de un contrato, la ineficacia de una donación
o si deben colacionarse determinados bienes”).
9. REFERENCIA A LA NORMATIVA FISCAL Y DE LA SEGURIDAD SOCIAL Y LABORAL
Con el fin de garantizar, asegurar, reforzar, en suma, conseguir que las
obligaciones tributarias o de la Seguridad Social sean cumplidas, nuestro
Ordenamiento Jurídico público regula diversas instituciones que se pueden sistematizar del siguiente modo:
A. Utilización de obligados tributarios que no son necesariamente los
principales, sino sujetos pasivos peculiares, que no necesariamente
existen en el Derecho privado, como son los sujetos sustitutos, con
retención o sin ella, y los sujetos retenedores, sin sustitución, además del sujeto contribuyente que es el que ha realizado el hecho
imponible (art. 36 y ss. de la Ley 58/2003, de 17 de diciembre,
General Tributaria –LGT- y art. 104 del Real Decreto Legislativo
1/1994, de 20 de junio, por el que se aprueba el Texto Refundido
de la Ley General de la Seguridad Social –LGSS-) contribuyente,
sustituto, obligado a realizar pagos a cuenta y sucesores, cuya existencia jurídica es puramente funcional y pragmática.
B. Declaración legal de sujetos responsables solidarios o subsidiarios,
que a pesar de no realizar el hecho imponible, y no ser, por tanto,
sujetos pasivos, se les obliga junto a estos a pagar solidaria o subsidiariamente las deudas tributarias (art. 41 y ss. de la Ley General
Tributaria y art. 15 y 104 de la LGSS) cuya justificación se halla en
la participación dolosa o en la colaboración en la comisión, junto
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con el sujeto pasivo, de infracciones tributarias o por la negligencia
en las gestiones fiscales, de determinadas personas (liquidadores,
síndicos, etc.), y, por último en la cotitularidad existente en la realización del hecho imponible.
C. Incorporación de diversas garantías, como son la prelación de cré
ditos (art. 77 de la LGT, art. 22 de la LGSS), hipoteca legal tácita
(art. 78 de la LGT), afección real (verdadero derecho real de garantía de naturaleza administrativa, arts. 79 de la LGT, derecho de retención de las mercancías respecto de los impuestos que gravan su
tráfico (art. 80 de la LGT) y, por último, avales bancarios, hipotecas
o prenda sin desplazamiento en los supuestos de suspensión, fraccionamiento o aplazamiento de deudas tributarias, líquidas, exigibles y vencidas (art. 82 de la LGT y art. 34 de la LGT). La justificación de estas garantías es la de vigorizar el crédito tributario, utilizando a tal efecto instituciones traídas del Derecho de Obligaciones general.
D. Existencia de un orden de prelación de bienes sobre los que hacer
efectiva la deuda. Estas Administraciones no pueden acudir indistintamente a cualesquiera normas. Como hemos apuntado arriba,
ni la Ley de Enjuiciamiento Civil (art. 592), ni la Ley General Tributaria (art. 169), ni el art. 91 del Reglamento General de Recaudación de la Seguridad Social establecen en su respectiva prelación
de bienes a embargar dicha subsidiariedad troncal. Por lo que no
creo que les sea oponible la responsabilidad subsidiaria de los bienes troncales ex art. 63 de la LDCFV. Entiendo que el legislador es
consciente de ello y por eso el actual art. 124 de la LDCFV se apartó del art. 58 de la Compilación, de modo que cabe “la repesca” de
bienes troncales en ejecución judicial o extrajudicial ora por el precio de adjudicación, ora por el justo precio, con lo que se cumpliría una de las premisas para hacer de facto subsidiaria la ejecución
de dichos bienes troncales: La mayor dificultad de la misma.
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Sin embargo dicha normativa, en cuanto a los sucesores de las personas
físicas refiere, no rompe el esquema general que acabamos de exponer.
A. En cuanto a la Seguridad Social: El art. 127.2 de la LGSS establece que “En los casos de sucesión en la titularidad de la explotación, industria o negocio, el adquirente responderá solidariamente con el anterior o con
sus herederos del pago de las prestaciones causadas antes de dicha sucesión.
La misma responsabilidad se establece entre el empresario cedente y cesionario en los casos de cesión temporal de mano de obra, aunque sea a título
amistoso o no lucrativo”. En relación a la responsabilidad de los herederos la Jurisprudencia, así, la STSJ Canarias, Las Palmas, Sala de lo
Social, sec. 1ª, de 4-2-2005 admite la responsabilidad intra vires y
cum viribus (art. 1023.1º del C.c.) de los herederos aceptantes a
beneficio de inventario. El propio tenor del art. 127.2 de la LGSS
y lo que hemos visto sobre los legatarios deben llevarnos a no variar
la responsabilidad general de éstos que hemos visto, tampoco en
cuanto a las deudas de la Seguridad Social.
B. En cuanto a Hacienda: La nueva Ley General Tributaria, de forma
acertada, ha incluido el supuesto de sucesión en la titularidad o
ejercicio de explotaciones o actividades económicas, como un caso
de responsabilidad solidaria (artículo 42.1.c), y por tanto de sucesión singular, aclarando que no “será aplicable a los supuestos de sucesión por causa de muerte, que se regirán por lo establecido en el artículo 39
de la Ley”, supuesto por tanto de sucesión universal. Dispone que
“1. A la muerte de los obligados tributarios, las obligaciones tributarias
pendientes se transmitirán a los herederos sin perjuicio de lo que establece
la legislación civil en cuanto a la adquisición de la herencia. Las referidas
obligaciones tributarias se transmitirán a los legatarios en las mismas condiciones que las establecidas para los herederos, cuando la herencia se distribuya a través de legados y en los supuestos en que se instituyan legados de
parte alícuota. En ningún caso se transmitirán las sanciones. Tampoco se
transmitirá la obligación del responsable salvo que se hubiera notificado el
acuerdo de derivación de responsabilidad antes del fallecimiento”.
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Aparte de la no transmisión de las sanciones expresamente declarada, como antes estableció la Jurisprudencia (STS, Sala 3ª, de 23-041997, TEAC de 8-5-1996, STC 146 /1994), de modo que en función del principio de personalidad de las penas, no se admite la responsabilidad cuando de materia sancionadora se trata.
La Jurisprudencia (STSJ de Madrid, Sala de lo ContenciosoAdministrativo, sec. 4ª, de 19-06-2009 y, Sec. 5ª, de 26-03-2007 y
SAN, Sec. 3ª, de 24-10-2003) con base en los antecedentes, el art.
89.3 de la LGT de 1963, el art. 104 del anterior Reglamento
General de Recaudación, aprobado por Real Decreto 1684/1990,
de 20 de diciembre, el actual art. 127 del Real Decreto 939/2005,
de 29 de julio, por el que se aprueba el Reglamento General de
Recaudación y el Código civil concluye que no procede una interpretación puramente literal de citado art. 39 de la LGT de 2003
como no procedía respecto del art. 89.3 de la LGT de 1963, que
no haga distinción entre las dos figuras, al heredero y al legatario y
les considere igualmente partícipes de la misma obligación. Por el
contrario, la Sala considera que la obligación tributaria transmisible
“mortis causa” no deja de ser una deuda de la herencia para cuya
traslación se hace preciso acudir a las categorías y efectos propios de
la norma civil, pues no resulta aceptable que la condición de legatario venga determinada, en determinados efectos, por la ley tributaria, entre otras razones porque las definiciones y categorías propias del Derecho privado se incorporan como tales al Derecho tributario, de suerte que sólo es obligado por sucesión “mortis causa”
quien lo fuera en función de su propio carácter, establecido y regulado en la ley civil. En otras palabras, la norma tributaria no es sino
la concreción y especificación, en el campo tributario, de la sucesión mortis causa de una categoría o clase de deudas, las tributarias,
pero no altera, sin habilitación legal para ello, la condición en virtud de la cual se asume o no, y con qué alcance, una deuda tributaria más allá de lo que permite el Código civil. En suma, salvo en
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circunstancias especiales, aquí no concurrentes, el legatario no sucede al causante en sus derechos y obligaciones o en una parte alícuota de ellos, sino en bienes o derechos determinados, respondiendo sólo de las cargas inherentes al legado que aceptan, pero no
de las deudas del causante transmisibles “mortis causa”.
C. En cuanto a la sucesión en materia laboral y las deudas: Dispone el
art. 44 del Real Decreto Legislativo 1/1995, de 24 de marzo, por el
que se aprueba el texto refundido de la Ley del Estatuto de los
Trabajadores –ET– la sucesión de empresa:
“1. El cambio de titularidad de una empresa, de un centro de trabajo o de
una unidad productiva autónoma no extinguirá por sí mismo la relación
laboral, quedando el nuevo empresario subrogado en los derechos y obligaciones laborales y de Seguridad Social del anterior, incluyendo los compromisos de pensiones, en los términos previstos en su normativa específica, y,
en general, cuantas obligaciones en materia de protección social complementaria hubiere adquirido el cedente.
2. A los efectos de lo previsto en el presente artículo, se considerará que existe sucesión de empresa cuando la transmisión afecte a una entidad económica que mantenga su identidad, entendida como un conjunto de medios organizados a fin de llevar a cabo una actividad económica, esencial o accesoria.
3. Sin perjuicio de lo establecido en la legislación de Seguridad Social, el cedente y el cesionario, en las transmisiones que tengan lugar por actos intervivos, responderán solidariamente durante tres años de las obligaciones laborales
nacidas con anterioridad a la transmisión y que no hubieran sido satisfechas”La interpretación de tal precepto ha dado lugar a un gran número
de pronunciamientos jurisprudenciales entre los que destacan la
STS, Sala 4ª, de 3-10-1998, 23-09-1997 y 6-02-1998 que en interpretación conjunta y armónica de los distintos preceptos que integran la norma sobre sucesión de empresa art. 44, 49.1.g y 51.11 del
ET y la Directiva comunitaria 77/87 requiere que la sucesión
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supone dos requisitos constitutivos. El primero de ellos es el cambio de titularidad de la empresa o al menos de elementos significativos del activo de la misma (un centro de trabajo o una unidad
productiva autónoma, en la dicción del art. 44 del ET). Este cambio de titularidad puede haberse producido en virtud de un acto
“inter vivos” de cesión o transmisión entre el empresario anterior,
(cedente) y el empresario nuevo (cesionario), o puede haberse producido por la transmisión “mortis causa” de la empresa o de parte
significativa de la misma. El segundo requisito del supuesto legal de
sucesión de empresa, es que los elementos cedidos o transmitidos
del activo de la empresa constituyan una unidad de producción susceptible de explotación o gestión separada. No basta la simple
transmisión de bienes o elementos patrimoniales, sino que estos
han de constituir un soporte económico bastante para mantener en
vida la actividad empresarial procedente.
Aclara la STS, Sala 4ª, de 15-07-2003 que hay no solo la garantía
de la subrogación, sino también la garantía de la responsabilidad
solidaria de ambos empresarios sobre deudas laborales del cedente
sin distinguir entre anteriores y posteriores y que el apartado final
del art. 44 del ET, al referirse sólo a las transmisiones “inter vivos”,
lo que está haciendo es equiparar esta modalidad de sucesión a lo
que ya está previsto en el Código Civil para la sucesión “mortis causa”, pues la responsabilidad de los herederos en caso de transmisiones por causa de muerte ya está garantizada por las normas generales en materia de sucesión a salvo la aceptación de la herencia “a beneficio de inventario y si contiene aquella concreción es porque en
nuestro Código Civil no existe esa misma previsión de responsabilidad por transmisiones derivadas de actos “inter vivos”, como sin
embargo sí que existe en el Código de Comercio alemán o en el
Código Civil italiano.
Es decir tampoco por las deudas laborales hay substanciales diferencias con lo que hemos visto con carácter general.
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10. LA PROPUESTA DE LA LEY DE DERECHO CIVIL VASCO
La Sec. 1ª, “Disposiciones Generales”, del Título I, “De la sucesión testada”
aborda, de “lege ferenda”, eso sí, por primera vez en nuestro Derecho la
cuestión de la responsabilidad de los sucesores, con tres preceptos, los
cuáles entroncan todos con el Derecho común, salvo el último, en suma
se dan los cuatro principios de PEÑA BERNALDO DE QUIRÓS antedichos:
A. Primera: sucesión hereditaria es básicamente sucesión en el patrimonio al
cual afectan las deudas: Reza la memoria explicativa de la Propuesta:
“6.3. El establecimiento igualmente del estatus jurídico del designado a
título universal (heredero) y el que lo ha sido a título particular (legatario),
con presunción del instituido a título particular como heredero universal
cuando se le designa como sucesor de un patrimonio familiar o profesional,
cuyo valor sea superior a las tres cuartas partes de la herencia, todo ello de
conformidad con lo establecido en los artículos 19 y 20 de la propuesta”.
1. En cuanto a la sucesión en el patrimonio: Efectivamente, el art. 19
de la Propuesta es más maniqueo que el Derecho Común
(aptdo. 1) al eliminar las figuras intermedias entre la sucesión a
título universal o particular, pues el apartado 2 enerva la figura
del legatario de parte alícuota que equipara al heredero, cuya
diferencia básica es que puede ocupar por su propia autoridad la
cosa dejada, algo obvio que el mismo apartado 2 explicita (“adquiere los bienes y derechos del causante, continúa su posesión” frente a
los legatarios, que no pueden, apartado 3). Queda la cuestión del
heredero instituido en cosa cierta que el Código civil equipara a
legatario (art. 768) y que el art. 20 de la Propuesta tipifica desde
un punto de vista más económico que jurídico cuando dice:
“Salvo disposición en contrario del testador, el instituido a título particular como sucesor en un patrimonio familiar o profesional, cuyo valor sea
superior a las tres cuartas partes de la herencia, será tenido, a todos los
efectos, como heredero universal. Si fuera heredero forzoso, la institución
se imputará a la legítima, si el testador no ha dispuesto lo contrario”.
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Ello nos lleva a un principio espiritualista de la institución/llamamiento en línea con la libertad civil (art. 4 de la Propuesta),
de modo que dicho art. 19 de la Propuesta es dispositivo. Por eso,
el art. 20 de la Propuesta no establece una sucesión en diferentes patrimonios, sino una regla de interpretación de la sucesión
universal cuyo centro de gravedad es el valor económico y no la
expresión “un patrimonio familiar o profesional”, más bien considerado como institución ex re certa equivalente al heredero, por lo
que acabamos de decir.
2. Afección del patrimonio a deudas: Como dice la Memoria de la
Propuesta, se incluye por primera vez “6.4. Una definición de las
deudas de la herencia, incluyendo los alimentos debidos a los hijos y descendientes del causante y formulando de forma clara un sistema ex lege
de responsabilidad por las deudas de la herencia intra vires, limitado al
valor de los bienes heredados en el momento de la delación (art. 21)”.
B. Segunda: la responsabilidad del heredero, institucionalmente ordinaria, es
intra vires cum viribus: La proclama general está en el art. 21.2 de la
Propuesta: “El heredero responde de las obligaciones del causante, de los
legados y de las cargas hereditarias hasta el valor de los bienes heredados en
el momento de la delación”. Efectivamente esta es una proclamación
de responsabilidad intra vires, pro viribus, no cum viribus. Sin embargo
la regla del art. 21.2 es residual. La primera, de primero liquidar la
herencia y con el producto de la misma satisfacer a los acreedores
se ve en el art. 104.2 de la Propuesta: “Los acreedores del instituyente
tienen preferencia sobre los bienes transmitidos de presente por las deudas
contraídas por el instituyente con anterioridad al pacto sucesorio”, lo que
es extensible al ejercicio del poder testatorio por donación, que es
pacto sucesorio ex art. 43, apartados 1 y 2 y art. 44 de la Propuesta)
y en el art. 105.3 de ésta (“Los bienes objeto de la institución sucesoria
con eficacia post mortem responden de las deudas contraídas por el instituyente”), así como en el art. 19.2 de la misma (del que se deduce el
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deber al efecto de los herederos, funcionando por lo demás el beneficio de inventario, art. 117 de la Propuesta), o el art. 43.3 de ésta,
imponiendo al viudo-comisario tal deber de previa liquidación. Y
concluimos como en Derecho común, que
C. Tercera: el patrimonio hereditario persiste siempre individualizado por razón de su afectación al pago de las deudas y cargas hereditarias, a pesar de la
muerte de su titular y sean cuales fueren las vicisitudes por las que atraviese
la titularidad del patrimonio hereditario (herencia yacente, herencia aceptada
con o sin beneficio de inventario, herencia partida): Efectivamente, se va
más allá de los escuetos (y capicúas entre sí) art. 36 y 63 de la LDCFV
(ahora art. 34.1 y 70.8 de la Propuesta) para declarar la específica
afección del patrimonio (art. 104.2 y 105.3 de la Propuesta).
Y por eso se prevé la previa liquidación de la herencia. No obstante, pese a la fusión de patrimonios (no se excluye la aceptación sin
beneficio de inventario, art. 117 de la Propuesta) por la aceptación
pura y simple, más la responsabilidad del heredero es sólo “hasta el
valor de los bienes heredados en el momento de la delación”, de modo similar a los art. 858, 891 y 1023.1º y 1029 del C.c., lo cuál actúa como límite máximo de dicha responsabilidad pues (art. 1101, 1106
y 1107 del C.c.) si nada más tenían los acreedores al alcance de su
ejecución contra el causante (art. 1911 del C.c.) ningún daño por
tal mero motivo de la muerte se les ha causado. Con independencia de que los sucesores respondan con todos sus bienes por los daños que causen a los acreedores del causante y de la herencia, pero
dicha responsabilidad nace del art. 1101 del C.c. por actos propios
de aquéllos, no del art. 1911 del C.c., por deudas del causante.
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ISSN: 2173-9102
D.L./L.G.: BI-1677-03
Deudas y Herencia: soluciones
y alternativas desde el derecho
NIEVES PARAMIO JUNQUERA
Letrada y miembro del Grupo de Estudios de Derecho Civil Foral del Colegio de
Abogados de Bizkaia
FECHA DE RECEPCIÓN / SARRERA-DATA: 2013/12/10
FECHA DE ADMISIÓN / ONARTZE-DATA: 2014/01/15
Resumen: La muerte de un ser querido, además del consabido dolor para familiares y amigos, puede conllevar también ciertas complicaciones patrimoniales
como consecuencia de sus deudas, máxime en una situación económica ciertamente difícil como la actual. Las deudas de la persona que fallece no se extinguen,
sino que se transmiten a sus herederos, por aplicación del principio general de
sucesión en las obligaciones. Sin embargo, el ordenamiento jurídico ofrece diferentes alternativas para evitar el endeudamiento indeseado del heredero, que analizaremos en el presente artículo, con un enfoque eminentemente práctico.
Palabras clave: Deudas, Herencia, Aceptación, Repudiación, Beneficio de inventario.
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Zorrak eta Jarauntsia; irtenbideak eta aukerak zuzenbidearen aldetik.
Laburpena: Norbaiten heriotzak, senide eta lagunen sufrimendua ez ezik, bestelako ondorioak ere ekar ditzake, hala nola, zorren ondoriozko ondare-arazoak,
batik bat egungoa bezalako egoera ekonomiko konplexuetan. Hildakoaren zorrak
ez dira azkentzen heriotzaren ondorioz; aitzitik, jaraunsleei eskualdatzen zaizkie
zor horiek, betebeharretan oinordeko bihurtzeko printzipioa aplikatzeagatik. Zer nahi gisaz, antolamendu juridikoak hainbat aukera eskaintzen ditu jaraunslea zorpekoan gera ez dadin, eta artikulu honetan halakoak jorratuko ditugu, ikuspegi
praktiko batetik abiatuta.
Gako-hitzak: Zorrak, Jarauntsia, Onartzea, Arbuiatzea, Inbentario-onura.
Debts and Inheritance: solutions and alternatives in law.
Abstract: The death of a loved one, in addition to the usual and ubiquitous pain
for family and friends, may also entail certain inheritance complications due to the
debts of the deceased, all the more so in certainly difficult economic situations
such as the current situation. The debts of the person who dies are not extinguished, but rather are conveyed or passed on to their heirs, by the application of
the general principle of succession as regards obligations. However, the legal system provides alternatives so as to avoid unwanted debt of the heir, which is
analysed and discussed in this article, using mainly a practical approach.
Key words: Debts, Inheritance, Acceptance, Waiver, Benefit of inventory.
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Deudas y herencia: soluciones y alternativas dede el derecho
1. INTRODUCCIÓN. 2. LA RENUNCIA A LA HERENCIA. 3. FORMA
DE LA REPUDIACION. 4. EFECTOS DE LA REPUDIACION. 5. SUPUESTO ESPECIAL: REPUDIACION EN PERJUICIO DE LOS ACREEDORES. 6. EL BENEFICIO DE INVENTARIO. 7. EL DERECHO DE DELIBERAR. 8. BREVÍSIMA REFERENCIA A EL CONCURSO DE LA
HERENCIA
1. INTRODUCCIÓN
Nos encontramos con este supuesto de hecho: tenemos un cliente
que ha sido llamado a una herencia que sabe que tiene deudas e incluso intuye que aparte de las que conoce puede haber más, pero en este
momento las ignora, por ejemplo:
· fianzas prestadas por el causante a terceros que los herederos
ignoraban
· deudas fiscales de una actividad inspectora posterior al fallecimiento
· supuestos de responsabilidad de un profesional liberal por
una actuación incorrecta que se pone de manifiesto después
de su fallecimiento (por ejemplo, un arquitecto).
Sea como sea el cliente viene con un objetivo claro que será el nuestro: no quiere que su patrimonio actual, sea mucho o poco se vea afectado por las deudas de la herencia a la que ha sido llamado.
¿Qué le aconsejamos al cliente que nos hace este planteamiento?
Nuestro ordenamiento jurídico ofrece estas opciones:
· renunciar a esa herencia; con lo cual el llamado desaparece
de la escena, no se convierte en heredero a ningún efecto.
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Deudas y herencia: soluciones y alternativas dede el derecho
· aceptarla a beneficio de inventario, con lo cual el llamado sí es heredero pero su responsabilidad por las deudas de la
herencia es limitada.
· o puede hacer uso del derecho de deliberar, que no es una
verdadera opción en este sentido, porque pasado el plazo para
“deliberar” tiene que pronunciarse: o acepta o renuncia.
Se puede añadir a estas opciones fuera de lo que es el Código Civil la
posibilidad también de solicitar el concurso de la herencia.
Preguntas básicas:
· ¿Puede alguien OBLIGARME a aceptar una herencia?
No.
· ¿Qué plazo tengo para aceptar, renunciar o hacer uso del derecho de deliberar?
En general, el del artículo 1016 Cc: mientras no prescriba la
acción para reclamar la herencia (que tiene el plazo de las
acciones reales, 30 años).
Todo ello fuera de los casos de los dos artículos anteriores
(1014 y 1015 Cc) que se refieren a la aceptación a beneficio de
inventario y al derecho de deliberar y siempre que no se hubiese presentado ninguna demanda contra el heredero.
· ¿Puede alguien pedirme que me decida, que diga algo?
Sí.
Es lo que se llama la interpelatio in iure que recoge el artículo
1005 del Cc: “instando en juicio un tercer interesado para que el heredero acepte o repudie, deberá el Juez señalar a éste un término, que no
pase de 30 días para que haga su declaración, apercibido de que, si no
la hace, se tendrá la herencia por aceptada”.
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Para saber qué vamos a recomendar a nuestros clientes hay que ver,
aunque sea de forma resumida concepto, características y efectos de estas
opciones y al hilo de ellas supuestos prácticos y matices.
2. LA RENUNCIA A LA HERENCIA
Está regulada en Código Civil junto con la aceptación de la herencia
en los artículos 988 al 1009.
2.1 Concepto
Es aquella declaración de voluntad en virtud de la cual el llamado a la
sucesión rehúsa formalmente la herencia deferida a su favor.
La renuncia puede ser pura, simple y gratuita o “a favor de”. Me voy
a centrar en esta exposición en la primera porque la segunda carece de
sentido en el contexto de esta jornada “deudas y herencia”
Además de que si renuncio a favor de uno o más coherederos, aunque sea gratuitamente, se entiende aceptada la herencia, y si renuncio a
favor de TODOS los coherederos por precio, lo mismo. Tenemos recogidos estos supuestos en el art. 1000 Cc.
2.2 Caracteres
Los comparte con la aceptación de la herencia y son:
1.- Ser un negocio jurídico unilateral, no recepticio, intervivos y
enteramente voluntario y libre.
2.- Irrevocable.
3.- Puro e indivisible.
4.- Que sólo se puede ejercitar teniendo la certeza de la delación.
5.- Y que tiene efectos retroactivos.
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1º Ser un negocio jurídico unilateral no recepticio, inter vivos, y enteramente
voluntario y libre.
Esto significa en suma, que la voluntad del repudiante no se une a
ninguna otra, ni para su perfección necesita ponerse en conocimiento de nadie.
En el caso de existir pluralidad de herederos la decisión de aceptar
o repudiar incumbe a cada uno de los llamados.
Inter vivos pues lo que se establece no es para cuando el declarante muera.
Y enteramente voluntario y libre. Así lo establece el artículo 988 Cc
cuando dice con toda claridad que “la aceptación y la repudiación de
la herencia son actos enteramente voluntarios y libres”
Por lo tanto, la eficacia de estas declaraciones de voluntad desaparece si padecen vicios del consentimiento. Así lo entiende nuestro
Código Civil al decir en el último inciso del art 997 que tanto la
aceptación como la repudiación “… no podrán ser impugnadas sino
cuando adoleciesen de algunos de los vicios que anulan el consentimiento o
apareciese un testamento desconocido”.
Por lo tanto serán impugnables tanto la aceptación como la repudiación cuanto adoleciesen según el art. 1.265 Cc de “error, violencia, intimidación o dolo”
Estaremos así ante un caso de anulabilidad, aplicamos la normativa
general del negocio jurídico y por lo tanto, el plazo de prescripción
para el ejercicio de la acción será de 4 años vía art. 1.301 Cc.
Apunta Albadalejo que en el caso de que aparezca un testamento
desconocido no estamos ante una verdadera impugnación, porque
no se trata de atacar un acto perfecto en sí, sino de hacer constar que
aquel acto no vale porque la delación a la que responde no existe
realmente por haber un testamento que contiene la verdadera. El
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testamento que aparezca obviamente tiene que afectar al vigor de la
delación que se aceptó o repudió o al contenido de la misma.
SUPUESTO PRÁCTICO: Es interesante en este sentido la sentencia recaída en el caso de la señora de Jaén, Juana Vacas que acepta la herencia de su hija, muerta a manos de su exmarido y con ello, las
deudas de éste. Se declaró nula la escritura.
Se ejercita la acción de nulidad del acto del otorgamiento de la escritura pública de aceptación y adjudicación de herencia alegando
que la sra. incurrió en error como vicio del consentimiento: alegaban que se había producido el otorgamiento de forma apresurada
para evitar ser sancionada por la Agencia Tributaria; la afectación
psicológica por las circunstancias trágicas en las que se había producido; que oía mal, que no sabía leer y escribir, y que no fue informada de las consecuencias del acto que estaba llevando a cabo
Atención porque el juzgado acoge para su fallo la alegación de falta
de información a la sra. por parte de la Notaria, quien no le dijo
que tenía la posibilidad de aceptar la herencia a beneficio de inventario y hablan también de “ausencia de datos en la escritura pública de
herencia que permitan constatar que fue informada de las consecuencias de
la aceptación pura y simple”, además de sus circunstancias personales,
destacando que no sabía leer y escribir.
Es una sentencia en 1ª instancia y además no se ha recurrido porque han llegado a un acuerdo ambas partes del que desconozco los
términos pero fijaros en las puertas que abre…
2º Es un negocio jurídico irrevocable
Volvemos al artículo 997 Cc que en su primer inciso dice que “La
aceptación y la repudiación de la herencia, una vez hechas son irrevocables...”.
El Tribunal Supremo, (SS de 16 de junio de 1961 y 30 de septiembre de 1975) ha venido a rechazar la repudiación cuando ya se pro-
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Deudas y herencia: soluciones y alternativas dede el derecho
dujo antes la aceptación, aunque fuese tácita. Después de aceptada
la herencia, la renuncia es un acto SIN EFECTO.
Por lo tanto, mucho cuidado con las aceptaciones tácitas de herencia. Si llevamos a cabo un acto que supone la aceptación tácita de
una herencia, nos hemos cerrado el paso a la posibilidad de renunciar a la misma.
Aceptación Tácita de la herencia: concepto y supuestos prácticos
El artículo 999 del Cc nos dice que la aceptación puede ser expresa
o tácita y que tácita es la que se hace por actos que suponen necesariamente la voluntad de aceptar, o que no habría derecho a ejecutar sino con la cualidad de heredero.
Estos actos deben de ser positivos e inequívocos. Positivos porque el
silencio, la inacción y el no mostrarse parte en un asunto nada prejuzgan e inequívocos en el sentido de no poder realizarse en otra
calidad que la de heredero ni por otras razones.
Los actos de mera conservación o administración provisional, (que
no tengan trascendencia patrimonial), no implican la aceptación de
la herencia.
Muy bien, esta es la teoría.
Pero es muy difícil dar una pauta segura en este tema porque va a
depender de la solución que la jurisprudencia haya dado a cada caso
concreto.
La doctrina jurisprudencial dispone que la aceptación tácita de la herencia es una cuestión de hecho que queda sujeta a la apreciación de
los tribunales de 1ª instancia y que no se puede discutir en casación.
Así que entramos en el mundo de la casuística y el matiz, pero vamos
a ver unos cuantos supuestos de mucha trascendencia práctica:
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Deudas y herencia: soluciones y alternativas dede el derecho
1º Solicitar la declaración de herederos abintestato: el TS se ha
decantado por estimar que implica aceptación tácita en alguna
sentencia, pero matizando que “fuere seguida por el ejercicio de
acciones relativas a los bienes”. Otras sentencias se decantan por
estimar que no implica aceptación tácita la solicitud de Declaración de Herederos como una de 20 de enero de 1998 y
otra de 26 de junio de 2002.
Humildemente opino que este no debería ser un supuesto de
aceptación tácita. La Declaración de Herederos es un documento en el que se acredita por notoriedad que son herederos llamados los que la Ley determina. Luego podrán aceptar o repudiar exactamente igual que los llamados por testamento.
2º El pago de los gastos funerarios por el heredero llamado: hay
una sentencia muy interesante de la AP de Madrid de 5 de
abril de 2011 que considera que es una CARGA DE LA HERENCIA (arts. 902 y 903 Cc) siendo el deudor no el finado
ni el heredero sino que como tal carga de la misma “sólo se responde con los bienes de la herencia”. En ausencia de bienes responden aquellas personas que en vida del difunto habrán tenido obligación de alimentarle y que conforme a los arts. 143 y
144 Cc son por este orden el cónyuge, los descendientes los
ascendientes y los hermanos.
3º La personación en juicio entablado por el causante asumiendo su posición procesal sí implica aceptación tácita (S de la AP
de Baleares de 22 de enero de 2008, AP de Madrid de 23 de
diciembre de 2009, TS de 27 de junio de 2000)
4º El ejercicio de acciones relativas a los bienes relictos (SS del TS
de 14 de marzo de 1978 y 15 de junio de 1982)
STS de 27 de marzo de 2008. Se considera que por la interposición de la demanda en el pleito de desahucio que se diri-
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mía, realizada por los herederos de la causante, se produjo la
aceptación tácita de la herencia. La reivindicación de bienes
que pertenecen a la masa hereditaria es considerada como un
acto de aceptación tácita.
5º Concurrir al embargo de bienes de la herencia y solicitar su
aceptación a beneficio de inventario y después desistir. STS de
12 de mayo de 1981: se considera que aceptó tácitamente la
herencia una hija en la herencia de su padre que concurre al
embargo de bienes de la herencia y solicita su aceptación a beneficio de inventario. Desiste de esta solicitud, es condenada
como simple heredera en el juicio ejecutivo seguido y sólo
transcurrido más de un año desde el fallecimiento de su padre
otorgó escritura de repudiación de su herencia que obviamente no tiene efecto alguno.
6º Impugnar la validez de un testamento en el que se le excluye
de la herencia también implica aceptación tácita (S del TS de
24 de noviembre de 1992)
7º También implica aceptación el cobro de créditos hereditarios
(S del TS de 15 de junio de 1982) o el pagar deudas hereditarias así como el cierre de la empresa del causante (S del TS de
12 de julio de 1996).
8º El cobro de un seguro y la liquidación del impuesto NO IMPLICA ACEPTACIÓN, ya que aunque lo cobren como herederos, lo son como beneficiarios, (s de la AP de La Coruña de
12 de julio de 1999)
9º El reintegro de dinero realizado de una cuenta corriente indistinta del causante y del heredero no implica aceptación tácita:
STS de 26 de julio de 2002 consideró que el reintegro por la
viuda del saldo de una cuenta corriente, de la que era cotitular junto con su esposo fallecido, no implica la aceptación táci-
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ta de la herencia a nombre de sus hijas menores de edad de las
que era representante legal. El Supremo entiende que el reintegro lo obtuvo en consideración a la cotitularidad que ostentaba y a la facultad de disponer de los fondos en su propio
nombre y no como representante legal de sus hijas herederas
de los bienes de su padre.
10º Por último comentar la S de la AP de Soria de 16 de febrero
de 2007 que considera aceptación tácita solicitar de los bancos
y cajas certificados de los préstamos y c/c y sus saldos diciendo que el que lo hizo lo hizo en su calidad de heredero, sino
no se le hubiese dado esa información lo cual supone “un acto
propio de quien desea hacer suya la herencia”
Los actos de mera conservación o administración provisional no implican
la aceptación de la herencia.
Y aquí me voy a referir al caso estrella: ¿implica aceptación tácita el
hecho de solicitar la liquidación y realizar el pago del impuesto de
sucesiones?
La respuesta es no.
La jurisprudencia ha sido variada a lo largo del tiempo en este sentido pero actualmente las resoluciones judiciales se inclinan por esta
respuesta negativa. En resumen puedo decir que del mero hecho de
pagar los tributos y sólo eso, no se puede decir que se desprenda
con carácter inequívoco la voluntad de aceptar.
En cuanto a la doctrina moderna, no hay ni un autor que mantenga que la petición de liquidación y el pago del impuesto sucesorio
signifique por sí mismo una aceptación tácita de la herencia.
Otra cosa es que este pago vaya unido a otros hechos que hayan sido
básicos para la consideración de la aceptación tácita: ejemplo: Otorgamiento por el interesado de escritura de arrendamiento de bie-
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nes hereditarios (S 23 abril de 1928); intervención en la adjudicación de bienes, percepción de alquileres, celebración de contratos…
El pago del impuesto es un deber jurídico que impone la ley fiscal
y por lo tanto, no puede entenderse que sea un acto libre sino que
es por definición un acto debido, que se lleva a cabo para evitar una
sanción en su caso. Y lo primero que dice el Código Civil cuando
empieza la sección dedicada a la aceptación y la repudiación de la
herencia en el artículo 988, es que estos son actos enteramente
voluntarios y libres.
La Ley Tributaria no puede imponer una adquisición de la herencia
contraria a los principios del Código Civil que derivan directamente del Derecho Romano: la adquisición por aceptación voluntaria,
no por cumplimiento de un deber fiscal (si éste se asimilara a la
aceptación tácita).
Concluir diciendo que todo esto supone un verdadero campo de
minas. La facilidad con la que el heredero puede aceptar pura y
simplemente la herencia de manera tácita junto con el carácter irrevocable de la aceptación le pueden colocar en una situación patrimonial realmente peligrosa ya que le va a cerrar el paso tanto a la
renuncia como a la solicitud del beneficio de inventario si se le pasan los plazos.
3º Es un negocio jurídico puro e indivisible
Tal y como reza el artículo 990 Cc: “ La aceptación o la repudiación de la herencia no podrá hacerse en parte, a plazo ni condicionalmente”.
Nuestra doctrina se inclina por considerar las renuncias (o aceptaciones) en contra de lo dicho como NULAS directamente porque
quien quiere parcialmente cuando la ley dice que no hay que querer
de ese modo, expresa una voluntad inidónea para conseguir el fin al
que se dirige.
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La aceptación o la repudiación son totales para cada delación, pero
esto no significa que el heredero que haya sido instituido como tal
en más de una porción de la herencia si el testador dejó varias separadamente a la misma persona, podrá aceptar una y repudiar otra o
el que sea al mismo tiempo sustituto vulgar de otro heredero podrá
aceptar la herencia y no la sustitución o al revés; o el heredero que
sea al mismo tiempo legatario podrá renunciar a la herencia y aceptar el legado (si bien en cuanto al legado no hay propiamente delación sino adquisición) o a renunciar a éste y aceptar aquella (art.
890-2 Cc)
4º Es un negocio jurídico que sólo se puede ejercitar en el supuesto de certeza de la delación.
Así nos lo indica el art. 991 Cc: “Nadie podrá aceptar ni repudiar sin
estar cierto de la muerte de la persona a quien haya de heredar y de su derecho a la herencia”
PRACTICA: A la Notaría nos tenemos que ir, sólo, con el Certificado
de Defunción del causante. Podemos pedir también que se adjunte Certificado de Ultimas Voluntades y copia del testamento, pero
no es necesario.
Por ello señala Rivas Martínez que en el caso de sucesión intestada no hace falta que la certeza del llamado haya sido corroborada
por la declaración judicial o notarial de herederos abintestato: si el
fallecido es el padre, se es hijo y no hay testamento, es obvio el llamamiento y el derecho a renunciarlo.
Por último, 5º Es un negocio que produce efectos retroactivos
Los efectos de la aceptación y de la repudiación se retrotraen siempre al momento de la muerte de la persona a quien se hereda (art.
989 Cc). Pudiéndolo deducir también del párrafo 2 del art. 440 del
Cc: “ El que válidamente repudia la herencia se entiende que no ha poseído en ningún momento”.
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Capacidad para aceptar y repudiar
Artículos 992 a 996 Cc.
Artículo 992 Cc: “Pueden aceptar o repudiar una herencia todos
los que tienen la libre disposición de sus bienes”.
· Regla general: Será necesaria por lo tanto la mayoría de edad y la
plena capacidad de obrar debido a las múltiples repercusiones económicas y jurídicas a las que pueden dar lugar ambos actos.
· Reglas especiales:
1º Menores emancipados (16 años):
Repudiación: ¿pueden repudiar la herencia por sí sólos? La doctrina es dubitativa:
a) Unos se inclinan por entender que será necesaria la actuación
de los padres o tutor para la repudiación ya que el menor no
dispone de la plena capacidad de obrar y no tiene la libre disposición de sus bienes.
b) Otros se inclinan por entender que no es necesaria esta intervención de los padres o tutor prestando consentimiento a la
vista del artículo 323 Cc y al no encontrarse dentro de este precepto la repudiación y poderse deducir que aunque puede
suponer una pérdida, sin embargo, no implica un daño en su
patrimonio actual.
SUPUESTO PRÁCTICO: En
estos casos, la mayoría de los Notarios, ante
un menor emancipado que quiere otorgar una escritura de repudiación de herencia, pide que la otorguen también los padres.
2º Menores no emancipados sujetos a patria potestad
En este caso la intervención de los padres es inexcusable: tanto la
aceptación como la repudiación debe ser acordada por ambos (o
por quien ostente la patria potestad si es uno sólo de ellos).
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Vale tanto para la aceptación pura y simple como a beneficio de
inventario.
En cuanto a la repudiación de herencias o legados el art. 166.2 del
Cc es claro al requerir autorización judicial para que los padres
repudien la herencia o legado deferidos al hijo. Si el juez denegase la autorización, la herencia sólo podrá ser aceptada a beneficio
de inventario.
Ahora, si el menor hubiera cumplido 16 años y consiente en
documento público, no será necesaria la autorización judicial (art.
166.3 Cc).
· Menores o incapacitados sometidos a tutela
Art 271 Cc. El tutor necesita autorización judicial 4º. Para aceptar sin beneficio de inventario cualquier herencia o para repudiar
ésta o sus liberalidades”
· Concursados
El concursado no tiene la libre disposición de sus bienes, por lo
tanto, la aceptación o repudiación de una herencia hecha por sí
sólo deber considerarse NULA.
Así se establece en el art. 43.2 de la Ley Concursal 23/2003 de 9
de julio conforme al cual la falta de autorización del Juez invalida los actos dispositivos que afectan a la masa activa del concurso.
Como consecuencia de esto, la aceptación o repudiación deberá
realizarse por la administración concursal.Y esto tanto si el concursado está sujeto a intervención en el ejercicio de las facultades de
administración y disposición sobre su patrimonio, caso en el cual
necesita la autorización o conformidad de dicha administración concursal, como si está suspendido en el ejercicio de dichas facultades,
caso en el cual será sustituido por aquella.
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· Herencia dejada a los pobres
Sólo se contempla la posibilidad de que sea aceptada y que esta
aceptación lo será por las personas designadas en el testamento o
por las que señala el art. 749 Cc (albacea si lo hubiere, o si no por
el Párroco, Alcalde o Juez Municipal) y a beneficio de inventario.
No hay facultad para repudiar.
· Herencia dejada a asociaciones, corporaciones y fundaciones.
Art. 993 Cc. “Los legítimos representantes de las asociaciones, corporaciones y fundaciones capaces de adquirir podrán aceptar la
herencia que a las mismas se dejare, más para repudiarla necesitan
aprobación judicial con audiencia del Ministerio público.”
Tenemos que entender que este artículo se refiere a asociaciones
de interés público, no es lógico aplicar este régimen de la repudiación a las sociedades civiles o mercantiles.
Fundaciones: tener en cuenta lo dispuesto respecto de las mismas
en la Ley de 50/2002 de 26 de diciembre de fundaciones en su
artículo 22:
La aceptación se entenderá siempre hecha a beneficio de inventario.
La aceptación de legados con cargas o donaciones onerosas o
remuneratorias y la repudiación de herencias, donaciones o legados sin cargas será comunicada por el Patronato al Protectorado
en el plazo máximo de 10 días siguientes pudiendo éste ejercer las
acciones de responsabilidad que correspondan contra los patronos
si estos actos fueran lesivos para la fundación, en los términos previstos en la Ley.
Es decir, que la repudiación se hace por los patronos.
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· Establecimientos públicos
Art. 994 Cc. “Los establecimientos públicos oficiales no podrán
aceptar ni repudiar la herencia sin la aprobación del Gobierno”
Relacionarlo con el art. 748 Cc: “La institución hecha a favor de
un establecimiento público bajo condición o imponiéndole un
gravamen sólo será válida si el Gobierno la aprueba.”
Establecimiento público oficial hay que entenderlo como suena,
como dependencias administrativas del Estado, Comunidades Autónomas, provincias o municipios.
· Personas casadas
Art. 995 Cc “Cuando la herencia sea aceptada sin beneficio de inventario por persona casada y no concurra el otro cónyuge a prestar su consentimiento a la aceptación, no responderán de las deudas hereditarias los bienes de la sociedad conyugal.”
Señala Rivas Martínez que este artículo parece hoy innecesario
debido a la nueva regulación sobre los bienes gananciales según la
cual éstos sólo responden de las deudas comunes y ésta no lo es.
No obstante hay que tener en cuenta el artículo 1373 Cc.
· Personas sujetas a curatela.
Art. 996 Cc “Si la sentencia de incapacitación por enfermedad o
deficiencias físicas o psíquicas no dispusiere otra cosa, el sometido
a curatela podrá, asistido del curador, aceptar la herencia pura y
simplemente o a beneficio de inventario.”
En principio, hay que atender a lo que disponga la sentencia en la
que se haya establecido (art. 289 Cc) y si ésta no especifica los
actos en que deba ser necesaria la intervención del curador, se
entenderá que ésta se extiende a los mismos actos en que los tutores necesitan autorización judicial (art. 290 Cc), es decir, para
aceptar sin beneficio de inventario y para repudiar (art. 272 Cc).
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3. FORMA DE LA REPUDIACIÓN
3.1 Plazo
En el caso de que el instituido no hubiera sido interpelado judicialmente para aceptar la herencia, se entenderá que ésta puede aceptarse o
repudiarse mientras no prescriba la acción para reclamar la herencia (art.
1016 Cc y la jurisprudencia entiende que el plazo de ésta es el de las
acciones reales: 30 años a partir de la muerte del causante.
3.2 Forma
Art 1008 Cc: “La repudiación de la herencia deberá hacerse en instrumento público o auténtico o por escrito presentado ante el juez competente para conocer de la testamentaría o del abintestato”
El artículo 1280.4 Cc también dice que “…deberán constar en documento público… la cesión, repudiación y renuncia de los derechos hereditarios o de los
de la sociedad conyugal”Tenemos por lo tanto dos formas de llevar a cabo
la renuncia: una forma instrumental y otra judicial.
a) En cuanto a la primera, la doctrina mayoritaria considera que
instrumento público se refiere a instrumento notarial y documento auténtico significa documento indubitado, que no tiene que ser
necesariamente notarial. O sea, aquel en el cual autor aparente y
real coínciden (Lacruz). El Tribunal Supremo en S de 11 de junio
de 1955 resuelve en este sentido: se trataba de un documento privado que obraba en autos por testimonio traído de otros autos y en
el que concurrían viuda renunciante, herederos y albaceas. Tal documento dice la sentencia, merece la condición de auténtico y reviste las condiciones del art. 1008 Cc.
b) Forma judicial: habrá que presentar un escrito suscrito por el
propio heredero ante el juez competente para conocer de la testamentaría o abintestato. El juez deberá acordar que el interesado se
ratifique y luego resolverá teniéndolo por ratificado y repudiante.
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Personalmente pienso que entre ir a la Notaría y hacerlo y presentar
un escrito en el Juzgado que luego se tenga que ratificar el heredero…
es más cómodo y práctico ir a la Notaría.
Lo esencial de lo dicho es que la repudiación es un acto EXPRESO
y expresamente otorgado. No cabe hablar aquí de renuncia tácita ni de
la realizada mediante manifestaciones no formales.
SUPUESTO PRÁCTICO: Cliente que renunció en Notaría para hacer valer esa renuncia en un procedimiento judicial de división de herencia ya
en marcha. En la práctica, tuvo que presentar la escritura en el juzgado,
acompañada de un escrito encabezado por ella, y en Decanato.
Es decir, del “envíalo por correo y ya está” que le indicaron al hermano
de esta señora que también renunciaba, y el “lo entrego en el mostrador y
punto” que entiendo que debería valer, a presentarlo acompañado de un
escrito en Decanato: ahora esto último pasa por llamar para preguntar, claro.
4. EFECTOS DE LA REPUDIACION
Realizada válidamente la repudiación, ésta lleva consigo la desaparición
de la delación que existía a favor del renunciante y sus efectos “se retrotraen
siempre al momento de la muerte de la persona a quien se hereda” art. 989 Cc.
Esto significa que el renunciante jamás ha sido ni ha de ser considerado como heredero aunque haya llevado a cabo actos posesorios, es decir, detentatorios, de conservación o administración provisional respecto
a los que se habrá comportado como mero gestor oficioso con la legitimación prevista al efecto por la propia ley (art. 999.4 Cc).
Por ello el art. 440 Cc dice que el que válidamente repudia una herencia, se entiende que no la ha poseído en ningún momento.
EFECTOS: Se da así una nueva delación a favor de nuevos receptores de
la misma que serán según los casos los sustitutos vulgares (art. 774 Cc);
los titulares del derecho de acrecer (art. 981 Cc) y en defecto de ambos,
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los herederos intestados (art. 912 Cc) quienes reciben la herencia con las
mismas cargas y obligaciones (986 Cc).
Hay que tener en cuenta por último el supuesto recogido en el art.
1009 Cc: “El que es llamado a una misma herencia por testamento y abintestato y la repudia por el primer título, se entiende haberla repudiado por los dos.
Repudiándola como heredero abintestato y sin noticia de su título testamentario,
podrá todavía aceptarla por éste”.
SUPUESTO PRÁCTICO: Lo
que abunda no daña. Mejor hacer constar en
la escritura de renuncia que esta se hace a todos los derechos que se puedan tener en la herencia testada o intestada del causante. A los supuestos
de que se tenga que abrir la sucesión intestada se llega a veces después de
varias renuncias de unos y otros y de que no quepa la sustitución y/o el
derecho de acrecer. Una vez que explicas a los clientes esto en el despacho, cuando van a renunciar les gusta ver en la escritura que se hace referencia a los dos casos.
ADVERTENCIA PARA LA PRÁCTICA: cuando nos venga un cliente que
quiere hacer testamento, no olvidar para el caso de que queramos establecer la sustitución, hacerlo para el caso de premoriencia e incapacidad, no
para el caso de renuncia. Si no decimos nada, la sustitución vulgar comprende los tres casos (art. 774 Cc), la premoriencia, la incapacidad y la
renuncia, con lo cual: “…instituyo herederos a mis hijos sustituidos por
sus descencientes...”. Es para los tres casos. Parece más prudente cerrar el
paso de la sustitución a los casos de renuncia, que generalmente se hace
por algo, y con la actual coyuntura económica más.
5. SUPUESTO ESPECIAL: REPUDIACION EN PERJUICIO DE
LOS ACREEDORES
Artículo 1001 Cc: “Si el heredero repudia la herencia en perjuicio de SUS
PROPIOS acreedores, podrán estos pedir al juez que los autorice para aceptarla
en nombre de aquel.
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La aceptación sólo aprovechará a los acreedores en cuanto baste para cubrir el
importe de sus créditos. El exceso, si lo hubiere, no pertenecerá en ningún caso al
renunciante, sino que se adjudicará a las personas a quien corresponda según las
reglas establecidas en este Código”.
Esta acción es específica y distinta de la subrogatoria (supone quietud
del deudor y aquí no la hay) y la revocatoria porque no hay una verdadera revocación de la renuncia por el llamado a la herencia, quien ya no
podrá ser heredero.
Condiciones para su ejercicio:
1. Una renuncia válida habiéndose observado los requisitos vistos del
art. 1008 y hecha por alguien con capacidad. Legitimado pasivamente será el llamado a la sucesión que ha renunciado válidamente.
Si el heredero se mantiene inactivo los acreedores tienen el recurso de la interpelatio del art. 1005 Cc.
2. Tiene que haber un perjuicio, siendo la doctrina unánime en que
no es necesaria la intención de defraudar. Basta la existencia objetiva
de ese perjuicio que los acreedores deberán probar. El juez sólo autorizará a los acreedores el ejercicio de esta acción cuando el patrimonio del deudor sea insuficiente para la satisfacción de sus créditos sin la adición de bienes de la herencia repudiada.
3. El crédito del acreedor debe existir actualmente. No hace falta que
sea vencido, líquido y exigible ni que se ostente título ejecutivo,
sino que se requiere que sea de fecha anterior a la repudiación. Los
créditos nacidos posteriormente lo han hecho con el respaldo
menor de un patrimonio, el del deudor, que cuando surgieron ya
había perdido el derecho a la herencia.
4. Juez competente: el que deba conocer del procedimiento de división de herencia (arts. 782 a 885 de la LEC) pudiéndose obtener
–si no surge oposición– en acto de jurisdicción voluntaria.
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5. Plazo de ejercicio: nada dice el Cc, por lo que el autor Rivas Martínez entiende que por aplicación del 1299Cc (el de la acción de
rescisión) el plazo será de 4 años y de prescripción contados desde
la repudiación.
6. Los acreedores actúan en virtud de un derecho que les concede directamente la ley: no representan al deudor ni gestionan sus negocios.
7. Los efectos del ejercicio de esta acción es que los acreedores obtienen la rescisión del acto de renuncia en cuanto les perjudique por
eso se la llama también por algunos “rescisión parcial”. Se produce
una doble adquisición de los bienes hereditarios: adquiere el deudor llamado que renunció la parte necesaria para cubrir los créditos de sus acreedores y el exceso, si lo hubiera, lo adquieren los
coherederos sucesivamente llamados.
Esta acción puede ser paralizada si el heredero que recibe la herencia en
defecto del renunciante, satisface sus créditos a los acreedores reclamantes.
Así, como dice la STS de 30 de mayo de 2003: dado el carácter voluntario y libre de la aceptación y la repudiación de la herencia que hace que
los acreedores no puedan obligar o compeler a un heredero a aceptarla, si
estos se ven perjudicados objetivamente, la única forma que tienen estos de
evitar este perjuicio es acudir a la acción que les otorga el art. 1001 Cc.
SUPUESTO PRÁCTICO:
Hay una Resolución de la Dirección General
de Hacienda, publicada en el Boletín del 4 de marzo de este año, por la
que se hacen públicos los criterios generales del Plan de Lucha contra el
Fraude de la Hacienda Foral de Bizkaia para el año 2013 entre los que
se encuentra como apartado de especial actuación:
22. Control de renuncias a herencias realizadas por obligados tributarios que sean deudores a esta Hacienda Foral, por si pudieran perjudicar
los intereses de cobro de ésta y con el fin de iniciar en ese caso las actuaciones necesarias en la via civil o penal.
Entiendo que la via civil en el este caso sería la acción de este art. 1001 Cc.
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6. EL BENEFICIO DE INVENTARIO
Regulado en los artículos 1010 al 1034 del Código Civil.
6.1 Concepto
La definición más acabada nos la da PUIG BRUTAO que dice que
en términos generales puede considerarse el beneficio de inventario
como aquel que la ley pone a disposición del llamado a una herencia
para que pueda aceptarla manteniéndola separada de sus propios bienes,
a todos los efectos legales, hasta que se hayan pagado a todos los acreedores conocidos y los legatarios, y para que, incluso en el caso de aparecer otros acreedores después de haberse confundido ambos patrimonios,
sólo responda personalmente en la medida en que haya experimentado
un enriquecimiento a consecuencia de la sucesión.
6.2 Efectos
Determinados en el art. 1023 Cc:
1º El heredero no queda obligado a pagar las deudas y demás cargas
de la herencia sino hasta donde alcancen los bienes de la misma.
2º Conserva contra el caudal hereditario todos los derechos y acciones que tuviera contra el difunto.
3º No se confunden para ningún efecto en daño del heredero sus bienes particulares con los que pertenecen a la herencia.
Es decir, la responsabilidad del heredero por las deudas y cargas de la
herencia es LIMITADA, o intra vires y no se produce confusión de
patrimonios entre el del heredero y el del causante.
Parece una solución perfecta ¿no? Entonces, ¿por qué se ve tan poco
en la práctica?
Es curioso que la única institución que limita la responsabilidad del
heredero sea tan infrecuente en la práctica. Señala Puig Brutao al respecto que esto denota por parte de los operadores jurídicos inseguridad en
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Deudas y herencia: soluciones y alternativas dede el derecho
su funcionamiento y lo achaca a la deficiente y defectuosa regulación
que se hace en el Código Civil de la misma.
Otra razón es que resulta caro y complicado.
Adelantando conclusiones se puede decir que si la herencia es claramente deficitaria lo aconsejable es renunciar a ella (o bien solicitar el
concurso de acreedores).
Si el activo es superior al pasivo pero se desconoce si existen más deudas o responsabilidades por fianzas que pudieran aparecer a posteriori
entonces sí es aconsejable aceptar a beneficio de inventario porque el heredero queda protegido de este tipo de sorpresas y heredará el remanente.
Pero tiene que ser un remanente que merezca la pena.
Para valorar si compensa o no aconsejar esta opción a nuestros clientes tenemos que tener en cuenta que nos metemos en un procedimiento de jurisdicción voluntaria que es complejo y que precisa la intervención de abogado (nosotros), que se va proceder a elaborar un inventario
y que hay que citar personalmente a los acreedores conocidos (mínimo
por burofax); que debido al plus de diligencia que se exige al heredero
es recomendable y prudente citar a los acreedores desconocidos por
edicto/s (y digo prudente porque la ley no especifica ni cuantos ni
donde hay que publicarlos, pero así evitamos que surja con posterioridad a todo el procedimiento alguien que inste su nulidad por no haber
sido notificado) y que si se solicita la administración de la herencia, al
administrador habrá que pagarle (a no ser que sea alguno de los herederos o todos ellos que también es posible).
Sin embargo si renuncio; salgo de la escena, no soy ni he sido heredero y me ha costado muchos menos quebraderos de cabeza y dinero.
Tener en cuenta en relación con los gastos de esta opción el art 1033
Cc: los gastos del inventario y demás gastos a que de lugar la administración de la herencia aceptada a beneficio de inventario y la defensa de sus
derechos, serán a cargo de la misma herencia.
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Deudas y herencia: soluciones y alternativas dede el derecho
Se exceptúan la costas en las que el heredero hubiese sido condenado
por dolo o mala fe.
Lo mismo se entenderá respecto a los gastos causados por el derecho
de deliberar si el heredero repudia la herencia.
Además, cuando se ha solicitado la administración de la herencia, que
es lo normal, tener en cuenta el art. 804 LEC que habla de la retribución del administrador: se establecen unos tantos por ciento e incluso la
posibilidad de que se acuerde por decreto del Secretario el pago de los
viajes que tenga necesidad de hacer para el desempeño de su cargo.
Habiendo varios herederos, unos podrán aceptar pura y simplemente
y otros a beneficio de inventario, pero el régimen de administración y
liquidación afectará a toda la herencia.
6.3 Requisitos para acogerse al beneficio de inventario
Son dos:
1. Manifestar expresamente su decisión (notarial o judicialmente
art. 1011 Cc) en los plazos que señala la ley (arts 1014, 1015 y 1016
del Cc).
Art. 1014 Cc: El heredero que tenga en su poder los bienes de la herencia o parte de ellos y quiera utilizar el beneficio de inventario o
el derecho de deliberar, deberá manifestarlo al Juez competente para
conocer de la testamentaría o el abintestato, dentro de 10 días
siguientes al en que se supiera ser tal heredero (dies quo), si reside en el
lugar donde hubiese fallecido el causante de la herencia. Si reside
fuera, el plazo será de 30 días.
En uno y otro caso el heredero deberá pedir a la vez la formación de
inventario y la citación a los acreedores y legatarios para que acudan a
presenciarlo si les conviene.
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Deudas y herencia: soluciones y alternativas dede el derecho
IMPORTANTE: ¿Qué
significa que el heredero “tenga en su poder los
bienes de la herencia”? Porque esto hace que tenga un plazo breve
para solicitar el BI…
Lacruz opina que la posesión debe ser real, consciente y a título de
heredero. Pero hay sentencias que estiman que este caso se da en el
caso de la viuda que es heredera y que es dueña por mitad y proindiviso con el causante de una finca rústica, o si la heredera conviviera con la causante en la vivienda de esta….
Y una familia donde conviven ambos progenitores con hijos mayores de edad? Fallecido uno de los progenitores tendrán que ir deprisa y corriendo al Notario o al Juzgado para solicitar el BI? La AP
Madrid en S de 1 de junio de 2010 falló en este sentido porque el
único bien inmueble de la herencia era el piso donde convivían.
Pero ¿y si hay más bienes? ¿cuántos más tiene que haber?
Si la finalidad de la norma es que el heredero no oculte bienes o
los distraiga, esto se debería referir a los bienes muebles y de cierto
valor en términos absolutos (intrínseco) y relativos (en relación con
el caudal hereditario). Porque… ¿si el hijo utiliza el coche del finado? ¿Debería tenerse en cuenta? Opino que no.
Art. 1015 Cc: Cuando el heredero no tenga en su poder la herencia
o parte de ella, ni haya practicado gestión alguna como tal heredero,
los plazos expresados en el artículo anterior se contarán desde el día
siguiente al en que expire el plazo que el juez le hubiese fijado para
aceptar o repudiar la herencia conforme al artículo 1005, o desde el
día en que la hubiese aceptado o hubiera gestionado como heredero.
Atención a esto último porque hay que concluir que el heredero
puede solicitar el BI aunque haya aceptado la herencia, siempre que
tenga plazo. Si no, no tiene sentido este último inciso.
Art. 1016 Cc: Fuera de los casos a que se refieren los dos anteriores
artículos, si no se hubiese presentado ninguna demanda contra el here-
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dero, podrá éste aceptar a beneficio de inventario o con el derecho de
deliberar, mientras no prescriba la acción para reclamar la herencia.
La mayoría de los casos que llegan a los juzgados tienen como base
la “extemporaneidad” de la aceptación del BI, bien por haberse
aceptado previamente de manera tácita, bien por tener el heredero
en su poder los bienes de la herencia.
2. Formalizar un inventario fiel y exacto (art. 1013 Cc).
El inventario no ha de ser necesariamente judicial, se admite el
inventario notarial. Esto ya, tal y como lo he expuesto significa que
el tema no está meridianamente claro en el Cc.
IMPORTANTE: La posibilidad de intervención del Notario en la
aceptación a BI está clara para ese preciso momento, el de la aceptación (art. 1011 Cc). Pero ¿se puede tramitar el inventario ante el
Notario o hay que recurrir necesariamente al Juez?
La postura de los tribunales es favorable posibilitar la vía Notarial,
no hay sentencias que basadas exclusivamente en la no utilización
de la vía judicial declaren nula la aceptación a BI. Pero como el Cc
no es muy claro en este sentido, podría entenderse que es siempre
necesario el inventario judicial… en cualquier caso, en la práctica,
como la intervención judicial va a ser más que probable en uno u
otro momento, la prudencia aconseja acudir directamente a esta vía.
La Disposición Final 1ª del Proyecto de Ley de Jurisdicción Voluntaria (texto del BO de las Cortes Generales de 29 de junio de
2007, modifica los artículos 1014 y 1017 Cc en este sentido y hace
referencia directamente al Notario junto con el Juzgado: art. 1017
“el inventario se principiará bien por el Juzgado, bien por el Notario….”
Art. 1014: “ el heredero que tenga en su poder los bienes de la herencia o
parte de ellos y quiera utilizar el BI o el derecho a deliberar, deberá manifestarlo al Juzgado competente o al Notario donde el finado hubiese tenido
su último domicilio…”.
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Deudas y herencia: soluciones y alternativas dede el derecho
El inventario deberá contener una relación tanto del activo como
del pasivo de la herencia.
Se principiará dentro de los 30 días siguientes a la citación de acreedores y legatarios y concluirá dentro otros 60 (art. 1017.1 Cc).
Excepcionalmente el juez (o el Notario- Proyecto Ley Jurisdicción
Voluntaria) pueden prorrogar estos plazos por causa justa hasta un
año (art. 1017.2).
IMPORTANTE: La jurisprudencia que hay sobre estos plazos suele ser
rigurosa respecto del plazo de inicio y mucho más benigna respecto del plazo de conclusión.
6.4 Pérdida del beneficio de inventario
1. Si por culpa o negligencia del heredero no se comienza o finaliza el inventario en los plazos y con las solemnidades prescritas
en los artículos anteriores, se entenderá la herencia aceptada pura y
simplemente (art. 1018 Cc)
Pero esto sucederá si el heredero incurre en culpa o negligencia
que debe probarse (STS 7/06/ 1922).
Enlazándolo con lo dicho más arriba en cuanto a lo riguroso de la
jurisprudencia en este sentido, podernos deducir que el heredero
debe iniciar el inventario con toda prontitud y si no lo hace pierde directamente el BI, pero si lo inicia y no lo concluye, es precisa
una sentencia que determine que ha concurrido en culpa o negligencia conforme al art. 1018. Incluso algunas sentencias van más
allá y exigen dolo…
2. Supuestos del art. 1024 Cc:
a) si a sabiendas dejare de incluir en el inventario alguno de los bienes, derechos o acciones de la herencia.
La omisión “ha de ser dolosa” (STS 10/06/1911).
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c) Si antes de completar el pago de deudas y legados enajenase bienes de la herencia sin autorización judicial o la de todos los interesados o no diese al precio de lo vendido la aplicación determinada al concederle la autorización.
Consideraciones especiales en relación a la formación del inventario.
1º Tener en cuenta que (art.1020 Cc) el Juez (Secretario Judicial en
Proyecto de Ley de Jurisdicción Voluntaria BO Cortes Generales 29
de junio de 2007) podrá proveer, a instancia de parte interesada, a la
administración y custodia de los bienes hereditarios.
Será con arreglo a lo que se prescriba para el juicio de testamentaría (hoy procedimiento de división de herencia) en la Ley de Enjuiciamiento Civil.
Todo lo referente a la administración del caudal hereditario está
recogido en los artículos 797 a 805 de la LEC.
6.5 Preferencia de Cobro
Artículos 1027, 1028 y 1029 Cc.
Serán pagados en primer lugar, los acreedores del causante y después
los legados.
Si hay juicio pendiente entre los acreedores por la preferencia de sus
créditos, se estará a lo que señale la sentencia.
Si no hay juicio pendiente se pagará primero a los que primero se presenten, pero constando que alguno de los créditos conocidos es preferente; no se hará el pago sino prestando caución al acreedor de mejor
derecho.
Si después de pagados los legados aparecen otros acreedores, éstos sólo
podrán reclamar contra los legatarios si no quedaran en la herencia bienes suficientes para pagarles.
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Deudas y herencia: soluciones y alternativas dede el derecho
Satisfacción de créditos de acreedores desconocidos: Una vez concluida la administración de los bienes hereditarios, y pagados los acreedores
y legatarios, se produce la confusión de patrimonios de la herencia y el
heredero. Este responderá con sus bienes propios así como con aquellos
que tras la liquidación hubiesen quedado, aunque sólo hasta el límite del
valor del sobrante.
En cuanto a los acreedores particulares del heredero, no podrán mezclarse en las operaciones de la herencia aceptada por éste a beneficio de
inventario, pero podrán pedir la retención o el embargo del remanente
que pueda resultar a favor del heredero (art. 1034 Cc).
6.6 La figura del administrador
El administrador será: el propio heredero, o aquel que hubiera sido
designado por el testador o aquel que haya nombrado el juez.
Si hubiera varios herederos, éstos podrán proceder al nombramiento
de uno de mutuo acuerdo o ser varios de forma solidaria.
Art. 1026.2 Cc, el administrador ostentará la representación de la
herencia para ejercitar las acciones que a ésta competan y contestar a las
demandas que se interpongan contra la misma.
6.7 Más conclusiones sobre el beneficio de inventario
Después de ver, aunque sea de modo muy somero lo referente al beneficio de inventario, lo que es cierto, es que el alivio que se siente después
de ver el concepto y los efectos que produce a favor del heredero, dura
bien poco en cuanto se entra a estudiar los requisitos para acogerte al
mismo. Estos son muy exigentes y parecen partir de una desconfianza
total hacia el heredero: se diría que más que de otorgar un “beneficio” al
heredero de lo que se trata realmente es de que éste no sustraiga u oculte bienes y de que se cumpla el objetivo principal, que sería que se
paguen o afiancen las deudas del causante y se satisfagan los legados.
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Para que el beneficio de inventario fuera una herramienta verdaderamente útil en la práctica, su regulación debería ser más clara de forma
que no causase inseguridad al operador jurídico a la hora de aplicarlo y
sus requisitos no tan rigurosos en relación al heredero.
Ya que nuestro sistema no decreta la responsabilidad limitada del heredero, al menos debería recoger mecanismos que eviten por ejemplo que
éste caiga sorpresivamente en una aceptación tácita de la herencia que le
haga perder la posibilidad de solicitar el BI pasado un breve plazo de
tiempo y que posibilitara que tras citar a acreedores conocidos y desconocidos y transcurrido un breve periodo de tiempo éste pueda disponer
libremente de lo recibido sin caer en una responsabilidad ilimitada.
7. EL DERECHO DE DELIBERAR
Se refiere a él el art. 1010.2 Cc: todo heredero podrá pedir la formación de inventario antes de aceptar o repudiar la herencia para deliberar
sobre este punto.
Empezar diciendo que parte de la doctrina entiende que el derecho
de deliberar no tiene empleo ni aplicación alguna existiendo como existe la aceptación a beneficio de inventario.
Plazo: En general, decir que el heredero podrá pedir el derecho a deliberar según el art.1016 Cc mientras no prescriba la acción para reclamar
la herencia (30 años).
Pero es complementario el art. 1014 Cc: : El heredero que tenga en
su poder los bienes de la herencia o parte de ellos y quiera utilizar el
beneficio de inventario o el derecho de deliberar, deberá manifestarlo al
Juez competente para conocer de la testamentaría o el abintestato, dentro de 10 días siguientes al en que se supiera ser tal heredero, si reside en
el lugar donde hubiese fallecido el causante de la herencia. Si reside
fuera, el plazo será de 30 días.
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En uno y otro caso el heredero deberá pedir a la vez la formación de
inventario y la citación a los acreedores y legatarios para que acudan a presenciarlo si les conviene.
En cuanto al principio y fin del inventario y las sanciones por no
otorgarlo en los plazos y con los requisitos precisos, son de aplicación
los art. 1017 y 1018 Cc. La sanción será que se entenderá la herencia
aceptada pura y simplemente.
Art. 1019 Cc: Concluido el inventario, el llamado dispondrá del plazo de 30 días para aceptar o repudiar la herencia. Si pasan estos 30 días
y no hay manifestación sobre la aceptación o repudiación, se entenderá
aceptada pura y simplemente.
Art.1020 Cc: el Juez podrá proveer, a instancia de parte interesada,
durante la formación del inventario y hasta la aceptación de la herencia
la administración y custodia de los bienes hereditarios con arreglo a lo
que se prescriba para el juicio de testamentaría ( hoy procedimiento de
división de herencia) en la Ley de Enjuiciamiento Civil.
Estas disposiciones quedan complementadas con lo que dispone el art.
1022 Cc.
Art. 1022 Cc: El inventario hecho por el heredero que después repudie la herencia, aprovechará a los sustitutos y a los herederos abintestato, respecto de los cuales los 30 días para deliberar y para realizar la manifestación que previene el art. 1019 se contarán desde el siguiente al en
que tuvieren conocimiento de la repudiación.
8. BREVÍSIMA REFERENCIA A EL CONCURSO DE LA HERENCIA
Art. 1.2 de la Ley Concursal 23/2003 de 9 de julio : “El concurso de
la herencia podrá declararse en tanto no haya sido aceptada pura y simplemente”.
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Deudas y herencia: soluciones y alternativas dede el derecho
Así que se puede solicitar de una herencia aceptada a beneficio de inventario y de la herencia yacente.
En el primero de los casos, si concluido el inventario se ve claramente una situación de insolvencia los herederos podrán solicitar el concurso de la herencia.
En el caso de la herencia yacente el art. 3.4 de la LC se refiere a quienes pueden solicitar el concurso: acreedores del deudor fallecido, herederos de éste y el administrador de la herencia.
Solicitada por un heredero tendrá el efecto de la aceptación a beneficio de inventario.
Se seguirán todos los trámites de la Ley Concursal en cuanto a su tramitación.
Art. 40.5 LC, la administración y disposición del caudal relicto se hará
por la administración concursal.
Concluido el concurso por pago, consignación o satisfacción de todos
los acreedores el heredero recibirá el remanente si lo hay.
Si no hay bienes ni derechos con los que satisfacer a los acreedores, la
norma general del concurso es que “el deudor quedará responsable de
los créditos restantes” art. 176-1p 4 LC, PERO esta norma no es aplicable en ningún caso al heredero, pues permanecen los efectos de la aceptación a beneficio de inventario y su patrimonio no se verá afectado.
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Boletín JADO. Bilbao. Año XII. Nº 25. Diciembre 2013, pp. 263-295
Zuzenbidearen Euskal Akademia JADO Aldizkaria. Bilbo. XII. urtea. 25 zk. 2013ko abendua, 263-295 or.
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ISSN: 2173-9102
D.L./L.G.: BI-1677-03
Euskal Autonomia Erkidegoko lurzoruari
eta hirigintzari buruzko ekainaren 30eko
2/2006 legeari jarraituz lehenengo
erabilerarako lizentzia partziala emateari
buruz irekitako aukeraren arauketa
ORTZI DE LA QUINTANA IBÁÑEZ
Udal Administrazioko Administrazio Orokorreko Teknikaria, Abokatua eta
Deustuko Unibertsitateko irakaslea
FECHA DE RECEPCIÓN / SARRERA-DATA: 2013/12/10
FECHA DE ADMISIÓN / ONARTZE-DATA: 2014/01/15
Laburpena: Gaur egun bizi dugun krisialdiak eragin handia dauka hirigintzan.
Udal Administrazioan, arrazoi ekonomikoengatik, bukatu ezin daitezkeen obrak,
urbanizazio gastuei aurre egin ezinik dabiltzan eraikuntzaren menpeko exekuzio
unitateak, eraikinen erritmoan urbanizatzen diren orubeak, etab… gero eta ugariagoak dira. Honek guztiak eragin handia dauka udal erakundeetan, erakunde horiek direlako euren udalerrietako lurzoruaren kudeatzaileak eta betearazleak.
Egoera hori ezaguturik, gure buruari hurrengo galdera egiten diogu: Zer gertatzen da hasi nituen eraikitze obrak ezin baditut osorik bukatu, baina horien zati
bat erabili badezaket? Obra bat lizentziari egokituta amaitzen denean lehenengo
erabilerarako baimena ematen da, baina promotore pribatuek gero eta gehiagotan
eskatzen dute obraren amaiera partziala baimentzea. Artikulu honen helburua da
gai horren inguruan argi pixka bat ematea eta EAEko legeriak lehenengo erabilerarako lizentzia partzialak emateko ireki duen aukera komentatzea.
Gako-hitzak: Lizentzia, lehenengo erabilera, obra amaiera, izaera eratorria, lizentzia partziala.
Academia Vasca de Derecho
Boletín JADO. Bilbao. Año XII. Nº 25. Diciembre 2013, pp. 297-327
Zuzenbidearen Euskal Akademia JADO Aldizkaria. Bilbo. XII. urtea. 25 zk. 2013ko abendua, 297-327 or.
ISSN: 2173-9102
D.L./L.G.: BI-1677-03
La regulación de la opción abierta por la Ley 2/2006, de 30 de junio, de la Comunidad
Autónoma Vasca, de Suelo y Urbanismo, para la concesión de licencia parcial de primera utilización.
Resumen: La actual crisis está teniendo una especial incidencia en el sector urbanístico. En la Administración Local estamos viendo continuamente obras que no
pueden finalizarse por razones económicas, unidades de ejecución dependientes
de su edificación que no pueden hacer frente a los gastos de urbanización, urbanizaciones de solares a ritmo de las edificaciones, etc… y todo esto tiene una especial relevancia en las Entidades Locales, en la medida que son los gestores y ejecutores del suelo de su término municipal.
Conociendo esta realidad, la pregunta que nos formulamos es la siguiente: ¿qué
pasa si no se puede finalizar completamente las obras de edificación que inicié, pero puedo utilizar parte de ellas? Cuando una obra finaliza conforme a licencia se
otorga licencia de primera utilización, pero cada vez se solicita más por los promotores privados la finalización parcial de la obra. En este artículo se pretende arrojar un poco de luz sobre la normativa existente en dicho caso y comentar la posibilidad que abre la legislación vasca para la concesión de la licencia parcial de primera utilización.
Palabras clave: Licencia, primera utilización, fin de obra, carácter derivado, licencia parcial.
Euskal Autonomia Erkidegoko lurzoruari eta hirigintzari buruzko ekainaren 30eko
2/2006 legeari jarraituz lehenengo erabilerarako lizentzia partziala emateari buruz
irekitako aukeraren arauketa. (Possibility of partial license)
Abstract: The current crisis is having a particular impact on the urban planning
sector. On a Local Government level it can be continuously seen that works that
cannot be completed due to economic reasons, implementation units dependent
on their construction and cannot meet the site development costs, development
of building plots to the pace of construction etc ... and all this assumes particular
significance for local authorities, to the extent that they are the managers and
implementers of soil in their municipalities.
Aware of this situation, the question one asks oneself is the following: what would
happen if the construction work commenced cannot be fully completed, but can
certain use be made out of some of them? When works under license are completed, a first occupancy license is granted, but is increasingly more licenses are
being sought by private developers under a partial completion of the work license.
This article seeks to shed some light on the existing regulations in this regard and
discuss the possibility that the Basque legislation opens for the granting partial
license of first occupancy.
Key words: License, first occupancy, completion of work, derivative character,
partial license.
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Boletín JADO. Bilbao. Año XII. Nº 25. Diciembre 2013, pp. 297-327
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ORTZI DE LA QUINTANA IBÁÑEZ
Euskal Autonomia Erkidegoko lurzoruari eta hirigintzari buruzko ekainaren 30eko 2/2006 legeari
jarraituz lehenengo erabilerarako lizentzia partziala emateari buruz irekitako aukeraren arauketa
1. SARRERA: ARAZOAREN PLANTEAMENDUA. 2. LEHENENGO
ERABILERARAKO LIZENTZIAREN KONTZEPTUA. 3. LEHENENGO
ERABILERARAKO ZATIKAKO LIZENTZIAK.- LURZORUARI BURUZKO EUSKAL LEGEAREN AIPAMEN BEREZIA. 4. LEHENENGO
ERABILERARAKO ZATIKAKO BAIMENEN BITARTEZ ERAIKITAKO
ONDASUN HIGIEZINAK JABETZA ERREGISTROAN INSKRIBATZEKO AUKERA. 5. ONDORIOAK
1. SARRERA: ARAZOAREN PLANTEAMENDUA
Gaur egun bizi dugun egoera ekonomikoak, hasiera batean adreiluaren
krisialdia deitu zenak, eragin handia eduki du gure udalen hirigintza kudeaketa eta betearazpenean, udalak direlako euren herri mugarteko hirigintza planeamendua kudeatu eta betearazi behar dutenak1; eta horrez
gain, lurzoruaren erabilera egokia eta zuzena bermatu behar dutenak ere
badira. Krisialdiak gure udaletara ekartzen duen arazoen artean, batek zuzenean eraikuntza jarduera kaltetu egiten du: udal baimenaren menpe hasi diren obrak amaitzerik ez daudenean sortzen den arazoa.
Asko dira krisialdiaren barnean udal baimenaren menpe eraikuntzak
hasi zituzten promotore pribatuak eta arrazoi ezberdinengatik (ekonomikoak batez ere) ezin dituztenak obra horiek amaitu edo zati baten
amaiturik dituztenak baina bere osotasunean amaitzeko aukerarik ez dutenak edota euren egoera larria pairatzeko amaitutako zatien lehenengo
erabilera baimenak behar dituztenak, finantziazioa lortzeko eta eraikina
bukatu ahal izateko. Eman dezagun, esate baterako, lau solairuko eraikin
bat eraikitzean beheko solairuko lonjak bukatu dituztenak eta eraikina
bukatu ahal izateko lonja horiek saldu eta martxan jarri behar dituztenak, horrela eraikin guztia bukatzeko finantziazio guztia lortuz.
1 Kasu honetan hirigintza planeamenduaren inguruan hitz egiten dugunean beren zentzurik zabalenean hartzen dugu, hau da, kontzeptu honen barruan sartu dugu Lurralde
Antolakuntza, Ingurumena eta hirigintzarekin harremana daukaten kontzeptu guztiak.
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Boletín JADO. Bilbao. Año XII. Nº 25. Diciembre 2013, pp. 297-327
Zuzenbidearen Euskal Akademia JADO Aldizkaria. Bilbo. XII. urtea. 25 zk. 2013ko abendua, 297-327 or.
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ORTZI DE LA QUINTANA IBÁÑEZ
Euskal Autonomia Erkidegoko lurzoruari eta hirigintzari buruzko ekainaren 30eko 2/2006 legeari
jarraituz lehenengo erabilerarako lizentzia partziala emateari buruz irekitako aukeraren arauketa
1955eko ekainaren 17ko Udal Korporazioen Zerbitzuei buruzko
Arauditik hasita eta 1976. urteko Lurzoruari buruzko Legearen Testu Bateratutik hona eman diren hirigintza arau guztietan, jatorrizko obra baimenari jarraituz amaitzen ziren obren aurretiazko kontrola aipatzen zen
eta hori lehenengo okupaziorako, obra amaierako edo lehenengo erabilerarako lizentziaren bitartez gauzatzen zen. Baimen horren helburu zehatza hurrengoa zen: errealitatean exekutatu diren lanak, obra baimena
emateko oinarri izan zen proiektuarekin bat datozela kontrolatzea. Gaur
egun Autonomien Estatuarekin batera eman diren Estatu eta Autonomi
Erkidegoetako hirigintza legeek aurretiazko kontrol horren beharra
adierazten eta arautzen dute.
Irizpide hori Euskal Autonomia Erkidegoko Lurzoruari eta Hirigintzari buruzko ekainaren 30eko 2/2006 Legeak aipatzen du eta lege horren 207.1.r) artikuluak lizentziaren bitartez aurretiazko kontrol hori egiteko beharra ezartzen du eta zehatz-mehatz hurrengoa adierazten du:
“Hirigintza baimena behar dute: (…) r).- Obren edo obren zatien lehenengo
erabilera, horien aldaketa eta eraikinen erabileraren aldaketa, osoa edo partziala”.
Artikulu horrek argi aipatzen du lehenengo erabileraren bitartez obren
exekuzio zuzenaren aurretiazko kontrola egin behar dela; baina, EAEko
legeak kasu honetan ñabardura “obren zatien” lehenengo erabilera baimena emateko aukeran egiten du.
Hau guztia ikusirik, badirudi ez dagoela inolako arazorik obren zati
baten lehenengo erabilerarako baimena emateko; baina, hau ez da hain
kategorikoa izango lehenengo erabilerarako baimenak duen izaera eta
helburua kontuan hartzen badugu. TORRES MARTÍNEZ jaunak esaten
duenari jarraituz lehenengo erabilerarako baimenek “tienen carácter reglado y su finalidad consiste fundamentalmente en comprobar objetivamente si la
construcción se ajusta a la licencia, concretamente al proyecto arquitectónico amparado por la licencia”2.
2 TORRES MARTÍNEZ, Jesus: Práctica Urbanística nº 4. ed. La Ley, Madrid, 2002.
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jarraituz lehenengo erabilerarako lizentzia partziala emateari buruz irekitako aukeraren arauketa
Beraz, gai honen inguruan kontraesana dagoela dirudi: lehenengo erabilerarako lizentziek jatorrizko obra lizentzietatik datozelako eta jatorrizko obra lizentzia horiek obrak euren osotasunean baimentzen dituztelako, ez zatika. Lehenengo erabilerarako lizentziek, aldiz, eratorritako
izaera dutela kontuan izanik, obrak modu egokian bete direla ber matzen
dute. Hau da, obra lizentzia ematen denean obra bere osotasunean baimentzen da eta obra bukatzean, modu eratorrian, lehenengo erabilerako
lizentziak egindako obra eta jatorrian onartutako obra bat datozela ber matuko du. Jatorrian proiektatu den obraren zati bat bakarrik egiten bada jatorrizko obra lizentzia ez dago beteta eta, beraz, ezin izango litzateke lehenengo erabilerarako lizentziarik eman, obra ez delako osatu edo
agindu bezala amaitu.
Baina, EAEk hartu duen bidea ezberdina da: izaera eratorria baztertu
egin du eta EAEko legeak obra lizentziaren eta lehenengo erabilerarako
lizentzien arteko independentzia aitortzen du 207. artikuluan eta kasu
horretan lehenengo erabilerarako lizentziak bestelako helburua eduki
dezake: obrak jatorrizko baimenaren proiektuarekin bat etortzea edo
proiektu horri jarraituz, nahiz eta bukatuta egon ez, erabilgarria den
obra zatia amaitutzat ematea.
Arazoa zein den planteatu eta gero asko dira etortzen zaizkigun galderak: Nola eman daiteke lehenengo erabilerarako baimena zati batean,
jatorrizko obra lizentzian proiektatutako obra ez bada egin? Baimendutako obrak ez badira amaitu, ez gaude obra lizentziaren baldintzen aurkako egoera baten? Eta kasu horretan, ez litzateke obraren iraungipena
kudeatu behar? Obra lizentzia eta lehenengo erabilerarako lizentzia eratorriak dira edo independenteak dira? Nola inskribatu daiteke amaitu
barik dagoen eraikin bat lehenengo erabilerarako lizentzia partzialarekin? Galdera hauen guztien erantzunaren inguruan dihardu lan honek
eta bertan aztertuko dugu lehenengo erabilerarako lizentzia zer den, nola
dagoen araututa estatuko legean eta beste autonomia erkidegoetako legeetan, eta azkenean EAEak horren inguruan arautu duena.
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2. LEHENENGO ERABILERARAKO LIZENTZIAREN KONTZEPTUA
2.1 Kontzeptua eta helburua
Lehen adierazi dugun bezala, lehenengo erabilerarako lizentzia da
Udal Administrazioek erabiltzen duten aurretiazko kontrolerako tresna
bat. Estatuko eta Autonomia Erkidegoetako arauek, doktrinak eta jurisprudentziak lehenengo erabilerarako lizentzia izenaz gain bestelako izenak ere erabili izan dituzte kontrol helburu berdinerako, horien artean
lehenengo okupaziorako lizentzia edo obra amaierako lizentzia esate baterako. Udal Administrazioek erabiltzen duten aurretiazko kontrolerako
tresna horren helburua hurrengoa da: errealitatean exekutatutako obra
jatorrizko lizentzia emateko erabili izan zen proiektuarekin bat datorrela
bermatzea edo kontrolatzea. Hau da, lehenengo erabilerarako lizentziaren helburua da exekutatutako obrak aurretiazko obra baimena emateko
bete behar zituen hirigintza irizpideak bete dituela konprobatzea eta horien artean aurkeztutako jatorrizko proiektuarekin bat datorrela adieraztea. Helburu zehatz horrek lizentziaren eraentza juridikoa ezarriko du
eta bere izaera ere baldintzatuko du.
Honen inguruan asko dira Auzitegi Gorenak ezarritako araubideak
eta irizpideak, baina horien artean badago aipatzekoa den epaia: 2000ko
apirilaren 3ko Auzitegi Gorenekoa. Epai horren bigarren oinarri juridikoak hurrengoa ezartzen du:
“…es en la licencia de obras, que debe preceder a ella, –lehenengo
erabilerarako lizentzia ulertu behar dugu– donde la Administración
debe realizar ese control de adecuación de la obra a la legalidad urbanística, de forma que una vez concedida la licencia de obras, en la de primera
ocupación habrá de limitarse a verificar si la obra se ajusta a la licencia
concedida…”.
Deigarria ere bada bere argitasunagatik Auzitegi Gorenaren 2002ko
maiatzaren 8ko epaiaren bigarren oinarri juridikoa. Horren arabera, au-
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rretiaz aipatutako epaia oroitu eta gero lehenengo erabilerarako edo
okupaziorako lizentziaren inguruan beren helburua hurrengoa dela aipatzen du: “…comprobar si las obras efectuadas se ajustan a la licencia de obras
concedida…”. CASTELAO RODRÍGUEZ jaunak definizio horrekin lan egiten du eta horren garapena egiten du, lehenengo erabilerarako baimena
modu honetan definitzen duelarik: “tienen como objeto el control administrativo del sometimiento de la edificación realizada al proyecto técnico que
sirvió de soporte a la licencia municipal de obras otorgada”3. Laburbilduz, lehenengo erabilerarako obra lizentziek errealitatean exekutatutakoa jatorrizko obra baimenarekin bat datozela eta ez jatorrizko baimena ondo
eman zen ala ez. Lehenengo erabilerarako lizentziaren helburua ez da jatorrizko proiektua hirigintza arauei egokitzen den ala ez konprobatzea,
hori hasierako obra lizentziaren helburua delako.
Lehenengo erabilerarako lizentzien inguruko eraentza juridikoa, sarreran adierazi dugunez, Udal Korporazioen Zerbitzuei buruzko
1955eko ekainaren 17ko Araudiaren 21. artikuluan ezartzen zen4. Artikulu horren arabera aurretiazko baimena beharko dute: “…eraikinen lehenengo erabilera…”. Araudi horretatik hasita eta Hirigintza Diziplinarako
Araudiarekin jarraituta, gaur eguneko EAEko Lurzoruari eta Hirigintzari
buruzko ekainaren 30eko Legera ere heldu arte lehenengo erabilerarako
lizentziaren beharra ikusi da eta horren bizi-iraupena bakarrik mehatxatuta izan da Europar Batasuneko Zerbitzu Zuzentarauaren ondorioz eratorritako legeri guztiagatik. Zerbitzu Zuzentarauaren ondorioz emandako arauketak lehenengo erabilerarako lizentziak ezabatu ez izana, haien
garrantziaren adierazle bihurtu da.
3 CASTELAO RODRÍGUEZ, Julio: Manual de Licencias Urbanísticas, Ed. WKE El Consultor, 1. edizioa, Las Rozas 2011, 246 orria.
4 Toki Korporazioen Zerbitzuei buruzko 1955eko ekaianren 17ko Araudiaren 21. artikuluak ezartzen du: “21. Artikulua.- Aurretiazko lizentziaren menpe egongo dira: hiri partzelazio eta birpartzelazioak, lur mugimenduak, eraikin berriko obrak, existitzen diren eraikinen estrukturaren edo kanpoko itxuraren aldaketak, eraikinen lehenengo erabilerak eta eraikin horien erabilera objektiboa aldatzea, eraikitakoaren eraizpenak eta planeamenduek ezartzen dituzten bestelako egintzak”.
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Definizio honetan askotan nahasten diren bi kontzeptuen arteko ezberdinketa egiteko betebeharra ikusten dugu: lehenengo erabilerarako
lizentzia eta bizigarritasun zedula kontzeptuena alegia. Kontzeptu ezberdinak dira eta horien arteko ezberdintasun kontzeptuala oso argi ikusten
da, nahiz eta askok hori nahastu. Bizigarritasun zedulak Bizigarritasun
Zedula emateko prozedurari buruzko 1972/469 Dekretuan arautzen
ziren kontzeptu zaharra da eta lehenengo okupaziorako lizentzia eman
eta geroko lortu behar zen zedula zen5. Dekretu horren arabera:
“…cuando se trate de primeras ocupaciones de edificios destinados o
alojamientos de carácter residencial, no acogidos al régimen de vivienda de
Protección Oficial, los promotores presentarán en la correspondiente
Delegación Provincial del Ministerio de la Vivienda, a la terminación de
la obra, los siguientes documentos: a).- (…).- c).- licencia municipal de
primera utilización o, en su defecto, licencia municipal de obras”.
Bizigarritasun zedula eta lehenengo erabilerarako lizentzia kontzeptu ezberdinak dira, biek eduki eta helburu ezberdinak dauzkate. Bizigarritasun
zedularen helburua osasun polizia jarduera gauzatzea da, eraikinen osasun
eta garbitasun baldintzak kontrolatuz. Kontzeptu hau garatzen du Eraikuntzaren Antolakuntzarako azaroaren 5eko 38/1999 Legearen 3. artikuluak6.
5 TORRES MARTÍNEZ, Jesús: Práctica Urbanística nº 4. La Ley editoriala, 2002, 41. orria.
Autoreak Bizigarritasun zedularen eta lehenengo erabilerarako lizentziaren arteko ezberdintasunaren inguruan hurrengoa adierazten zuen: “La cédula de habitabilidad era preceptiva no sólo para la primera ocupación de las viviendas sino incluso para las sucesivas y posteriores.
La licencia de primera ocupación se da una sola vez por la Administración Municipal, teniendo por
objeto el control del sometimiento de la edificación realizada al proyecto arquitectónico que obtuvo
la correspondiente licencia de obras. Es requisito previo para poder obtener la cédula de habitabilidad la obtención de la licencia de primera ocupación”.
6 Eraikuntzaren Antolaketarako, azaroaren 5eko 38/1999 Legearen 3. artikuluak hurrengoa xedatzen du:
“Eraikinen gutxieneko baldintzak.-.
1. Pertsonen segurtasuna, gizartearen ongizatea eta ingurumena babesteko helburuarekin, eraikinak proiektatzerakoan, eraikitzerakoan, mantentzerakoan eta artatzerakoan hurrengo oinarrizko
baldintza hauek bete behar dira:
a. Funtzionamenduari dagokionean: (…)
b. Segurtasunari dagokionean: (…)
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Artikulu horrek eraikinek bete behar dituzten gutxieneko edo oinarrizko
baldintzak ezartzen ditu eta horien artean bizigarritasuna aipatzen du. Beste
alde batetik, lehenengo erabilerarako lizentziek eraikitako obra eta jatorrizko obra lizentziaren oinarri izan zen proiektua bat datozela bermatzea
dauka helburu. Beraz, lehenengoak osasuna eta garbitasuna dauka hizpide;
eta bigarrenak, proiektatutako obrak modu egokian exekutatu direla kontrolatuko du. Beraz, nahastu behar ez diren kontzeptuak dira biak.
2.2 Lehenenego erabilerarako lizentziaren baldintzak7
Lehenengo eta behin, adierazi behar dugu lehenengo erabilerarako baimenek izaera prebentiboa dutela8. Edozein lizentziaren edo baimenen helbuc. Bizigarritasunari dagokionean:
1. Garbitasuna, Osasuna eta Ingurumenaren babesa, eraikinaren barnealdea osasungarri eta iraizgaizgarri baldintzetan gera dadin eta inguruan ingurumena apurtu ez
dezan, era guztietako hondakinen kudeaketa bermatuz.
2. Zarataren aurkako babesa, entzuten den zara pertsonen osasuna arriskuan jarri ez
dezan eta euren jarduerak behar bezala gauzatzea utzi dezan.
3. Energia aurreztea eta bero isolamendua, eraikinaren erabilera egokia bermatzeko
beharrezko energiaren erabilera arrazionala gauzatu dadin.
4. Eraikinaren erabilera egokia bermatuko duten bestelako obra elementu eta osagaiak.
7 Atal honetan adierazitakoa garatu ahal izateko hirigintza lizentzia eta baimenen inguruko liburu
ezberdinak erabili izan ditut, lehenengo erabilerarako lizentziak hirigintza lizentziak diren aldetik
horien betekizunak ikertu ahal izateko. Horrez gain, EAEko esparruan garrantzia duten gai ezberdinei jaramon egin zaie. Beraz erabili diren liburu eta aldizkarien artean hurrengoak ditugu:
CASTELAO RODRÍGUEZ, Julio: Manual de Licencias Urbanísticas, Ed.WKE El Consultor, ed 1ª,
Las Rozas 2011.
CASTELAO RODRÍGUEZ, Julio: Las licencias urbanísticas en la legislación estatal española y en la
legislación autonómica, en SÁNCHEZ GOYANES, Enrique y CASTELAO RODRÍGUEZ, Julio
(Coordinadores), monográfico dedicado al «Urbanismo», Revista de Estudios Locales (CUNAL),
número extraordinario, julio 1999.
SÁNCHEZ GOYANES, Enrique y ETXEZARRETA VILLALUENGA, Juan Carlos: Derecho Urbanístico del País Vasco, La Ley, ed. 1ª 2008 Madrid.
GARCÍA MAZA, Rosario Bárbaro y IZETA BERAETXE, Juan Ignacio: Manual Básico de Derecho
Urbanístico Vasco, IVAP ed. 1ª 2011 Oñati.
8MORENO OLMEDO, Alfonso: Las licencias urbanísticas: naturaleza, actos sujetos y procedimiento. El Consultor de los Ayuntamientos y de los Juzgados, Nº 17, Sección Colaboracio-
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jarraituz lehenengo erabilerarako lizentzia partziala emateari buruz irekitako aukeraren arauketa
rua (subjektuen berezko ahalgoen aurretiaz adierazteko tresna diren aldetik) poliziarena da (Jordana de Pozasek egindako administrazio jardueraren
zatiketa klasikoari jarraituz), hau da, kontrol eta polizia jarduera gauzatzen
da lizentzia edo baimenen bitartez, Toki Korporazioen Zerbitzuei buruzko
Araudiak adierazten duena kontuan izanik. Horrez gain, Toki Eraentzaren
Oinarriei buruzko apirilaren 2ko 7/1985 Legearen 84. artikuluari jarraituz,
Toki erakundeek partikularren jardueretan esku hartu dezakete lizentziaren
bitartez edo bestelako aurretiazko neurrien bitartez.
Beste alde batetik, lehenengo erabilerarako edo okupazioko lizentziek
derrigorrezko izaera dute eta horien gainean eman daitekeen edozein arauhauste hirigintzako izaeradun arau-haustea izango da. Euskal Autonomi
Erkidegoaren kasuan derrigorrezko izaera horren gainean eman daitezkeen arau-hausteak EAEko Lurzoruari eta hirigintzari buruzko ekainaren
30eko 2/2006 Legearen 225. artikuluan agertzen dira.
Horrez gain, lehenengo erabilerarako lizentziek araututako izaera daukate euren helburuaren arabera baimen horiek aurretiazko edo jatorrizko lizentziaren bitartez gauzatu diren obren kontrola eraman behar dutelako. Berdin dio aurretiazko edo jatorrizko baimen hori deuseztasun
kari baten gainean eman den ala ez, garrantzitsuena da kontrolatzea baimendutakoa eta egindakoa bat datozela.
Araututako izaera horrekin batera bestelako izaera aitortu behar zaie
lehenengo erabilerarako lizentziei, eratorritako izaera. Horren inguruan
oso aipagarria da Auzitegi gorenaren 1987ko uztailaren 25eko epaia,
nes, Quincena del 15 al 29 Sep. 2010, Ref. 2531/2010, pág. 2531, tomo 2, Editorial LA
LEY. Autore horren arabera: “El procedimiento administrativo para resolver una solicitud de licencia de obra, verifica la actividad proyectada al ordenamiento urbanístico vigente, si el Proyecto es compatible con el planeamiento urbanístico aplicable (STS 9-10-98). En este sentido, el nuevo Reglamento
de Disciplina Urbanística de la Comunidad Autónoma de Andalucía, en adelante RDUA, en vigor
desde el 7 de mayo de 2010 por aplicación de su Disposición final tercera, dispone en su Art. 6.1 que
el objeto de la licencia urbanística es la comprobación por la Administración municipal de que las actuaciones de los administrados sujetas a ella se adecuan a la ordenación territorial y urbanística vigente.
El Art. 4.1.a) del RDUA lo considera como una técnica de intervención preventiva”.
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bertan esaten delako: “la licencia de primera ocupación busca el comprobar si
en la ejecución y materialización de aquel proyecto se ha respetado lo que el mismo expresaba”. Bestela esanda, lehenengo erabilerarako lizentzia bakarrik
emango da jatorrizko obra baimenaren oinarria izan zen proiektua bete
bada (eta horrekin batera jatorrizko obra lizentziak adierazitako bestelako hirigintza baldintzak); beraz, jatorrizko obra lizentzia barik ezin
daiteke lehenengo erabilerarako baimenik eman.
Hau horrela, eta kontrara argudiatuz, Auzitegi Gorenak 1989ko urtarrilaren 30eko, 1998eko abenduaren 14ko eta 2003ko azaroaren 8ko
epaien bitartez sortutako doktrinaren arabera arrazoi bakarra dago lehenengo erabilerarako lizentzia bat ez emateko: exekutatutako obra jatorrizko obra lizentziaren proiektuarekin bat ez etortzea edo jatorrizko
obra lizentziaren irizpideekin bat ez etortzea.
Aipatu, arautu eta eratorri den izaerak dira lehenengo erabilerarako lizentzia ukatzeko ematen diguten kari bakarra: jatorrizko obra baimenaren
oinarri izan zen proiektua eta exekutatutakoa bat ez etortzea. Beraz, lehenengo erabilerarako lizentzia ematerako orduan ezin dira kontuan eduki
jatorrizko baimenean egon daitezkeen deuseztasun kariak, hau da, lehenengo erabilerarako lizentzia ikertzean eta izapidetzean ezin dira ikertu
jatorrizko obra lizentzia ematean egon daitezken deuseztasun akatsak. Lehenengo erabilerarako lizentzia ezin daiteke erabili jatorrizko obra baimena hirigintza arauei jarraituz eman den ala ez ikertzeko eta horren kontra
agertzeko. Horren inguruan oso argia da 1986ko abenduaren 6ko Auzitegi Gorenaren epaia: “no es función de la licencia de primera utilización la revisión de la actuación de la Administración concretada en el otorgamiento de la licencia de obras (…) revisión de esta, hecha sin ajustarse a las rigurosas exigencias formales establecidas al efecto”. Doktrina bera jarraitzen du 2000ko apirilaren
3ko Auzitegi Gorenaren epaiak.
Bestetik, isiltasunari aipamen berezi bat egin behar zaio, isiltasuna baita
udal administrazioetan beldurrik handienetariko bat. Toki Korporazioen
Zerbitzuei buruzko Araudiaren 21.2.d) artikuluak ezarritakoari jarraituz
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308Euskal Autonomi ErkidegokoORTZI
lurzoruari eta hirigintzari buruzko, ekainaren 30eko 2/2006 legeari
jarraituz lehenengo erabilerarako lizentzia partziala emateari buruz irekitako aukeraren arauketa
lehenengo erabilerarako lizentzia eskakizunen aurrean isiltasunak izaera
positiboa izango du eta horrela adierazi du bere aldetik Auzitegi Gorenaren 1992ko urriaren 6ko epaiak hurrengo esaten zuenean: “…las licencias
de primera ocupación, como derivadas de la licencia de obras, siguen el mismo régimen jurídico que éstas en cuanto a su obtención por silencio”.
Azkenik, beldur barik esan daiteke lehenengo erabilerarako lizentziek,
hirigintza baimenak diren aldetik, izaera mistoa dutela, pertsonala eta
erreala9. Lehenengo erabilera lizentzien helburua kontuan izanik, hau
da, euren helburua jatorrizko obra lizentziaren oinarri izan zen proiektuaren exekuzio zuzena dela kontuan izanik, horrek izaera erreala dauka
eta izaera horretatik Julio Castelao Rodriguez jaunari jarraituz hurrengoa ondorioztatu daiteke10:
- Lizentziek eragina daukate korporazioaren eta partikularraren artean, baina ezin dute dagoeneko existitzen diren egoera juridikoak
aldatu (titulartasunari, eskubide errealei, etab… dagokienean).
- Toki Korporazioen Zerbitzuei buruzko Araudiaren 12. artikuluan
eta EAEko Lurzoruari eta Hirigintzari buruzko ekainaren 30eko
2/2006 Legearen 211. artikuluan agertzen den Toki Kor porazio
guztiek jartzen duten azken aipamena: “Lizentziak ematen dira jabetza eskubidetik salbuetsirik eta hirugarrenei kalterik egin gabe”.
Horrez gain, Toki Korporazioen Zerbitzuei buruzko Araudiak eta
EAEko Lurzoruari eta Hirigintzari buruzko ekainaren 30eko 2/2006
Legeak hirigintza lizentziak eskualdatzeko aukera aitortzen dute (eta
hirigintza baimenen artean lehenengo erabilerarako lizentziak). Eskualdaketa gauzatzeko bakarrik jakinarazi behar zaio administrazioari eta
9 SÁNCHEZ GOYANES, Enrique y ETXEZARRETA VILLALUENGA, Juan Carlos: Derecho Urbanístico del País Vasco, La Ley, ed. 1ª 2008 Madrid. 969. orrialdean autoreak beren-beregi
PAREJO ALFONSO maisua aipatzen du eta bertan argi eta garbi esaten da lizentziaren objektuaren besteko garrantzia duela lizentziaren aprobetxamendua jasoko duen subjektuak.
10 Autore honen aurreko aipuan aipatutako eskuliburuaren XXII. kapituluan esaten
duena.
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Zuzenbidearen Euskal Akademia JADO Aldizkaria. Bilbo. XII. urtea. 25 zk. 2013ko abendua, 297-327 or.
ORTZI DE LA QUINTANA IBÁÑEZ
Euskal Autonomia Erkidegoko lurzoruari eta hirigintzari buruzko ekainaren 30eko 2/2006 legeari
jarraituz lehenengo erabilerarako lizentzia partziala emateari buruz irekitako aukeraren arauketa
horrela izaera pertsonala aitortzen zaie hirigintza baimenei. Hau da, lizentziak subjektu konkretu bati ematen zaizkio eta horrek lizentzia horren titulartasuna xeda dezake.
Honengatik guztiagatik Alfonso Parejo bezalako beste autore askok
aitortzen diete hirigintza lizentzia eta baimenei izaera mistoa, erreala eta
pertsonala.
2.3 Lehenengo erabilera lizentziaren araubide juridikoa EAEko Lurzoruari
eta Hirigintzari buruzko ekainaren 30eko Legearen arabera
EAEko Lurzoruari eta Hirigintzari buruzko ekainaren 30eko Legearen
207. artikuluak hirigintza lizentzia behar dituzten jarduera ezberdinak zerrendatzen ditu eta horien artean lehenengo paragrafoaren r) letran ezartzen du, sektorekako legeri aplikagarriak ezartzen dituen bestelako baimenei kalte egin barik, hirigintza lizentzia beharko dutela obren lehenengo
erabilera edota obra zatien lehenengo erabilera, baita eraikinen erabilera
aldaketa osoa edo zatikakoa ere. Hau da, lehenengo erabilera lizentzia beharko dute bukatuta dauden obrek, betiere jatorrizko obra baimenarekin
bat badatoz; eta baita baimendutako obren zatiek ere.
Zentzu honetan eta lizentzia emateari dagokionez aipatutako EAEko
Legearen 210. artikuluak ezartzen duen prozedurari jarraitu beharko
diogu. Nahiz eta ekainaren 30eko 2/2006 Legeak ezer ez ezarri, nor malean, lehenengo erabilerarako lizentzia izapidetu ahal izateko eta behar bezala emateko eskatzaileek/interesdunek udaletara gutxienez hurrengo dokumentazioa ekarri beharko dute: obra amaieraren ziurtagiria
eta amaitutako obra aurrekontuaren likidazioa. Lehenengo ziurtagiri horrek behar bezala bisaturik egon beharko du elkargo profesional ahaldunaren bitartez, obra behar bezala amaituta dagoela ziurtatzeko; eta aurrekontuaren likidazioa behar da jakiteko zehatz-mehatz zer egin den eta
behar diren zergak likidatu ahal izateko.
Jatorrian proiektatutako obra eta azkenean eraikitako obrak bat ez badatoz (modu ezberdinean eraiki delako), orduan EAEko Lurzoruari eta
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Hirigintzari buruzko ekainaren 30eko 2/2006 Legearen 225. artikuluak
ezartzen duen arau-hauste baten aurrean egongo gara eta zehapen prozedura eta legalizazio prozedurak ireki beharko dira.
EAEko Lurzoruari eta Hirigintzari buruzko ekainaren 30eko 2/2006
Legeak ez du bestelako zehaztapenik egiten lehenengo erabilerarako lizentzien inguruan eta horien araubide juridikoa hirigintza lizentziena
izango da. Beraz, ondorio nagusi bezala adierazi behar dugu lehenengo
erabilerarako lizentziek, lizentzia urbanistikoa diren aldetik, horien araubide juridikoa izango dutela.
3. LEHENENGO ERABILERARAKO ZATIKAKO LIZENTZIAK.- LURZORUARI BURUZKO EUSKAL LEGEAREN AIPAMEN BEREZIA
Lehenengo eta behin eta gai honekin hasi aurretik, zehaztu behar dugu zer den lehenengo erabilerarako zatikako baimena. Horren bitartez, lehenengo erabilerarako lizentzia ematen zaio aurretiaz obra lizentziaren bitartez baimendutako obra baten zati bati, nahiz eta obraren beste zati bat
bukatuta egon ez. Hau da, obra ez da bere osotasunean bukatu, baina lehenengo erabilerarako lizentzia eskatzen da “zatikako obra amaiera”
ziurtagiri baten bitartez, dagoeneko bukatuta dagoenari bakarrik emateko
lizentzia.
Zentzu horretan, hasieran doktrinaren sektorerik handiena horren
aurka agertu zen. Horren inguruan eta irizpide horren aitzindari bezala
aipatu behar da 1987ko irailaren 1eko Auzitegi Gorenaren Epaia11 beren-beregi aipatzen duelako ezin dela eraikin baten zati bakar bati lehe11 Auzitegi Gorenaren 1987ko irailaren 1eko epaian hurrengoa adierazten zen: “(...) la
cuestión a resolver se concreta en determinar si en los supuestos de primera ocupación puede o no
concederse licencia parcial limitada a la parte de la edificación que cumple la normativa urbanística
cuando otra parte de aquélla se aparta de dicha normativa. La Sala entiende que esta cuestión debe
resolverse en sentido negativo, esto es el de entender que no cabe la posibilidad referida a la licencia
parcial concretada a la parte del edificio que cumple con la normativa urbanística. (...) Cuando
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nengo okupaziorako lizentzia eman, nahiz eta amaitutako zatia jatorrizko baimenarekin bat etorri, obraren beste zatia jatorrizko lizentziarekin
bat ez badator edo bukatuta ez badago.
Baina, pixkanaka-pixkanaka doktrina beste bide batzuk ere jorratzen
joan da gutxieneko kaltea sortzen duen esku-hartzearen printzipioari jarraituz. Printzipio hori Toki Korporazioen Zerbitzuei buruzko 1955eko
Araudiaren 6. artikuluan eta Herri Administrazioaren Araubide Juridikoari eta Administrazio Prozedura Erkideari buruzko azaroaren 26ko
30/1992 Legearen 39bis artikuluan agertzen da (azkeneko artikulu horren
idazkera 25/2009 Legearen ondorioa da, 2006/123/CE zenbakidun
Zerbitzu Zuzentaraua Estatuan arautzen zuena). Printzipio hori oinarri
harturik, autore askok 1987ko irailaren 1eko epaia beste kasu batzuetatik
ezberdintzen dute eta babestu egiten dute berez obra batean amaitutako
zati autonomoek lehenengo erabilerarako lizentzia jaso ahal dutela izaera autonomoa duten eraikitako obraren zatiek.
Gaur egun, Autonomia Erkidego askok euren hirigintza legerietan (gai
honetan eskumena aitortua duten heinean) baimendu eta arautu egiten
dute lehenengo erabilerarako zatikako lizentziak emateko aukera. Autonomia Erkidegoen artean aukera hori arautzen lehenengoa Gaztela eta Leongo Autonomi Erkidegoa izan zen, urtarrilaren 29ko 22/2004 Dekretuaren
bitartez. Dekretu horren 312. artikuluak lehenengo erabilerarako zatikako
lizentziak ematea ahalbideratzen du hurrengo baldintzetan oinarriturik:
Lehenengo erabilerarako lizentzia behar duten zatiek, izaera tekniko
eta funtzional independentea izatea obra osoarekiko.
Geratzen den obraren exekuzioan aplikatu beharreko beste lege eta
baldintzak mantentzea.
Udalak egoki ikusten duenean obra behar bezala amaituko dela ziurtatzeko berme ekonomikoa jartzea.
se aprecien defectos en la inspección previa a la concesión de una licencia de primera ocupación, ésta
no puede ser concedida hasta que se subsanen aquéllos”.
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Lehenengo erabilerarako zatikako lizentziak baimentzen hurrengoa
Euskal Autonomia Erkidegoa izan zen eta EAEko Lurzoruari eta Hirigintzari buruzko ekainaren 30eko 2/2006 Legearen 207. artikuluko lehenengo paragrafoko r) hizkian aukera hori zabaltzen zuen hurrengo idazketaren menpe: “Obra edo obra-zatien lehenengo erabilpena eta obra horien aldaketa; baita eraikuntzen erabilera aldatzea ere osorik edo zati batean”. Egia da ez
duela gauza gehiagorik esaten eta, beraz, ez duela inolako baldintzarik
ezartzen lehenengo erabilerarako zatikako lizentziak ematearen inguruan.
Azkenik, Andaluziako Autonomia Erkidegoaren legeria izan da zatikako lizentzia hauen inguruko arauketa ezarri duena. Bada, martxoaren
16ko 60/2010 Dekretuaren 9.2 artikuluak hurrengoa dio:
“Pueden otorgarse licencias de ocupación o utilización limitadas a partes
de las construcciones e instalaciones ejecutadas conforme a una previa
licencia urbanística, siempre que se cumplan las siguientes condiciones:
a. Que las partes para cuya ocupación o utilización se solicite licencia,
resulten técnica y funcionalmente susceptibles de ser utilizadas de
forma independiente sin detrimento de las restantes.
b. Que en la ejecución del resto de las obras previamente autorizadas se
estén cumpliendo, en el momento de la solicitud de licencia parcial, los plazos y las demás determinaciones que imponga la normativa aplicable”.
Horiek ikusita, argi dago doktrinan eta legerian irizpide aldaketa bat
gertatzen ari dela lehenengo erabilerarako zatikako lizentziak ematearen
inguruan, baina horien guztien inguruan EAEkoa da (gure kasuan aplikagarriena) interpretagarriena, ez duelako inolako mugarik ez baldintzarik ezartzen zatikako lizentziak ematearen inguruan.
Autonomia erkidego guztien artean Andaluziako legeria ikusiko dugu
hurrengo lerroetan,Andaluzia izan delako ikertzen azkenengoa eta lehenengo erabilerarako zatikako lizentzien inguruan arauketa modernoena egiten
duena. Jarraian EAEko 207.1.r) artikuluari eta EAEko arauketari buruz egin
ahal den intepretazioaren inguruan hausnarketa egingo dugu.
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3.1 Lehenengo erabilerarako zatikako baimena Andaluziako Autonomia Erkidegoan: arauketa eta arazoak
Andaluziako hirigintza lizentzien arauketa Andaluziako Hirigintza
Antolamendurako, abenduaren 17ko 7/2002 Legearen 169. artikuluan
arautzen da eta artikulu horren e) hizkiak aipatzen ditu okupazioko eta
lehenengo erabilerarako lizentziak. Artikulu horren garapena Dekretu
bidez egin zuen Andaluziako Gobernuak eta okupazioko eta lehenengo
erabilerarako lizentzien arauketak Andaluziako Hirigintza Diziplinari
buruzko Araudia onartzen zuen, martxoaren 16ko 60/2010 Dekretuaren
7. artikuluaren eta hurrengoen bitartez egin da.
Andaluziako legeak okupaziorako eta lehenengo erabilerarako lizentzia modu bateratuan planteatzen ditu, baina Araudiak “lehenengo” hitza ez du aipatzen eta lizentzia izendatzean bakarrik aipatzen du okupaziorako eta erabilerarako lizentzia. Badirudi, araudiak lizentzia ezberdinak arautzen dituela eta Espainiako Konstituzioaren 9.3 artikuluaren
hierarkia printzipioa salto egiten duela; baina horrek konponbide erraza
du eta Araudian agertzen den izendapena eta legean aipatzen dena gauza
bera direla ulertu behar dugu12.
Andaluziako legea oso bitxia da, ikertzen ari garen hirigintza lizentzia
honen deituran bi kontzeptu aipatzen dituelako: okupazio eta lehenengo erabilerarako lizentzia. Badirudi bi kontzeptu ezberdin direla, baina
ikuspuntu tekniko batetik ez da horrela. Okupaziorako lizentzia eta lehenengo erabilerarako lizentzia baimen bera dira, baina okupaziorako lizentzia etxebizitzetarako aplikatzen dute eta lehenengo erabilerarako lizentzia bestelako erabilera duten higiezin eta eraikuntzetarako. Cano
Murciaren ustetan bereizketa hori oso egokia da13 eta autonomia er12 CANO MURCIA, Antonio: El nuevo régimen jurídico de la licencia de ocupación y de primera utilización en Andalucía. El caso de la comunidad auonoma de Canarias. El consultor de los Ayuntamientos y de los Juzgados, 20. zkia, Aktualitate atala, 2375. orrialdea, 2. liburukia, La Ley Ed.
13 Cano Murcia jaunak El nuevo régimen jurídico de la licencia de ocupación y de primera utilización en Andalucía. El caso de la comunidad auonoma de Canarias. Artikuluan hurrengoa
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kidego gutxi dira hori egiten dutenak; bereizketa egiten dutenen artean
ez dago gure autonomia erkidegoa, Nafarroako Foru Erkidegoan aldiz
bereizi egiten da.
Andaluziako araudiak aipamen berezi bat egiten du okupaziorako eta
lehenengo erabilerarako zatikako lizentziaren inguruan eta arauketa hori
garrantzi handikoa da bere argitasunagatik eta bere gaurkotasunagatik,
egoera ekonomikoari egokitutako araua delako. Araudiaren 9. artikuluak14 zehatz-mehatz zatikako lizentziak aipatzen ditu. Araudiak jatorrizko
obra lizentziara egokitzen ari den eraikuntza baten zati baten gaineko
lehenengo erabilerarako zatikako lizentzia emateko aukera zabaltzen du,
betiere, 2 baldintza hauek betetzen badira:
adierazten du: “Sobre ambos conceptos, en el derecho urbanístico de las comunidades autonomas,
podemos observar como se usa de forma indistinta uno u otro, no existiendo criterios claramente diferenciadores entre ambas, aunque si parece acertado la distinción que se hace en el RDUAn.”.
14 Andaluziako Hirigintza Diziplinari buruzko Araudia onartzen zuen, martxoaren 16ko
60/2010 Dekretuaren 9. artikulua:
“Artículo 9 Licencias por fases y parciales:
1. El Ayuntamiento podrá otorgar licencias de obras parciales que autoricen la realización de fases
concretas de un proyecto básico de edificación. Para ello será necesaria la presentación del proyecto de
ejecución de obras referido a la fase de que se trate.
2. Pueden otorgarse licencias de ocupación o utilización limitadas a partes de las construcciones e
instalaciones ejecutadas conforme a una previa licencia urbanística, siempre que se cumplan las
siguientes condiciones:
a) Que las partes para cuya ocupación o utilización se solicite licencia, resulten técnica y funcionalmente susceptibles de ser utilizadas de forma independiente sin detrimento de las restantes.
b) Que en la ejecución del resto de las obras previamente autorizadas se estén cumpliendo, en el
momento de la solicitud de licencia parcial, los plazos y las demás determinaciones que imponga la
normativa aplicable.
3. En los supuestos a que se refiere el apartado anterior, el Ayuntamiento podrá exigir mediante
acuerdo motivado que el solicitante constituya garantía para asegurar la correcta ejecución de las obras
restantes.
4. También pueden otorgarse licencias de ocupación o utilización limitadas a partes de las construcciones e instalaciones que cumplan la normativa urbanística, cuando existan otras partes que no se
ajusten a la misma en aspectos de detalle o escasa entidad, siempre que se cumpla lo previsto en el
apartado 2.a) y que se constituya garantía, sin perjuicio de ejercitar las potestades de disciplina urbanística que fueren procedentes.
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jarraituz lehenengo erabilerarako lizentzia partziala emateari buruz irekitako aukeraren arauketa
· Okupazioa edo erabilera eskatzen den obra zatiaren erabilera teknikoa eta funtzionala, beste obra zatiaren kalterik gabe, aprobetxamendu independentea eduki ahal izatea.
· Zatikako lizentzia eskatu den momentuan, jatorrizko obra lizentzian
ezarritako exekuzio baldintzak betetzea.
Kasu hauetaz gain, hau da erabilera independentea duten obra zatiez
gain, 9. artikuluaren 4. paragrafoak bestelako zatikako lizentziak emateko
aukera zabaltzen du obraren amaierarako eragin gutxiko alderen bat falta
denean.
Bi egoera horietan deigarria da bermearen beharra. Zatikako lizentziak
obra zati baten gainean bakarrik ematen dira eta ho-rrek beste obra zatia
bukatzeko betebeharrari eusten dio. Falta den obra zatia amaituko dela
ber matzeko berme ekonomiko bat ezartzea eskatzen zaio lehenengo
erabilerarako zatikako lizentzia eskatu duenari.
Andaluziako araudiak ere lehenengo erabilerarako lizentzia eskatzeko
aurkeztu beharreko dokumentazioa aipatzen du 13. artikuluan. Dokumentuak hurrengoak dira:
· Teknikari ahaldunak emandako/egindako obra amaieraren ziurtagiria.
· Eta teknikari ahaldun horrek exekutatutako obra eta proiektatutako
obra bat datozenaren adierazpena.
Zatikako lizentziek ere dokumentazio berdina eskatuko diete interesdunei, baina egoera bereziari egokituta eta berme ekonomikoa luzatuz15.
3.2 Euskal Autonomia Erkidegoan lehenengo erabilerarako zatikako lizentzien inguruko arauketaren ikerketa
EAEko Lurzoruari eta Hirigintzari buruzko Legeak lehenengo erabilerarako zatikako lizentziak aipatu ditu (zeharka bada ere), baina ez du
15 LAGO NÚÑEZ, Guillermo: De la actividad al uso. Las licencias urbanísticas en el Reglamento de
disciplina Urbanística de Andalucía. Práctica Urbanística 112. La Ley argitaletxea, 2012ko otsaila.
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jarraituz lehenengo erabilerarako lizentzia partziala emateari buruz irekitako aukeraren arauketa
lizentzia horien inolako arauketarik egiten. Lehen adierazi dugun bezala,
legearen 207. artikuluko lehenengo paragrafoko r) letrak aipatzen du
eraikitako obren edo obra-zatien inguruko aurretiazko kontrola hirigintza lizentziaren bitartez, baina adierazpen horrek ez dauka inolako garapenik ez legean ez legea garatzen duen 105/2008 Dekretuan.
Badirudi lehenengo erabilerarako lizentziek ez dutela garrantzi handia euskal legegilearentzat, egiten diren arauketa aipamen hutsean gelditzen delako eta aipamen horrek galdera asko airean uzten dituelako. Galdera horien artean, besteak beste, hurrengoak ditugu: Zein arrazoi egon
daitezke obra zati baten gaineko lehenengo erabilerarako lizentzia emateko, baimendutako obra bere osotasunean egin ez bada? Egoera ekonomikoa arrazoi nahikoa izan daiteke zatikako lizentzia eman ahal izateko?
Zatikako lizentzia eman ostean zer gertatzen eta nola arautzen da eraikitzeko geratzen den obra zatia?
Galdera hauek ez dira bat-batean egindakoak… gaur egun hirigintzaren ikuspuntutik lurzoruaren erabilera arrazionala, hirigintza jasangarritasunak eta ingurumenak garrantzia hartu dute eta zorakeria dirudi obra
lizentziaren oinarria izan den proiektuaren obren amaiera egokia ber matuta egon barik, zati baten gaineko lehenengo erabilerarako baimena
emateko aukera egotea. Baina gogorra dirudi edozein arrazoirengatik
ezin bukatu daitekeen obra bat edo eraikin bat eginkizun gabe uztea,
eraikina irtenbide zaila duen arautu gabeko egoera batean utzita. Orain
arte hau ez da arazo handia izan EAEn, Andaluziako edo Gaztela eta
Leongo bezalako beste autonomia erkidego batzuekin konparaturik. Baina krisialdi ekonomikoak gurean ere sortu ditu horrelako egoera asko.
Argi dago ekainaren 30eko 2/2006 Legeak lehenengo erabilerarako
zatikako lizentziak emateko aukera ematen duela, horren inguruan ez
dago dudarik, baina legeak harago joan ez denez zalantzak sortzen dira
kontzeptu juridiko hori garatu behar duen subjektuaren inguruan. Udal
Planeamenduak, lurzoruari helburuak eta erabilerak zehazten dizkion
tresna dela kontuan harturik, koherentzia eta kontzertazio printzipioei
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jarraituz, hirigintza lizentzien araubide juridiko bat ezartzeko ahalgoa
du, betiere 2/2006 Legeak ezarritakoarekin kontraesanik sortu barik.
EAEko legeriak ez duenez inolako arauketarik ezartzen, Udalek euren Planeamenduetan lehenengo erabilera lizentzien inguruko arauketa
egin dezakete (legearen hirigintza lizentzien arauketaren kontra ez doan
bitartean) eta egiten den arauketa horretan Toki Korporazioen Zerbitzuei buruzko 1955eko Araudiak ezartzen dituen mugak errespetatu behar dira edo horren inguruan diharduten bestelako estatu arauak (egia
esan arau gutxi dago honen inguruan), erkidegoko legeak bere arauketa
orokorrari bakarrik jarraitzea eskatzen duelako. Beraz, lehenengo erabilerarako zatikako lizentzien inguruan EAEn bakarrik bi muga baino ez
dira kontuan hartu behar:
· Toki Korporazioen Zerbitzuei buruzko Araudian eta horren antzeko
arauetan ezartzen direnak.
· EAEko Lurzoruari eta Hirigintzari buruzko ekainaren 30eko
2/2006 Legeak orokorrean hirigintza lizentzientzat ezartzen dituenak.
Dena den, aipatutako arauak kontuan izanik eta EAEko Lurzoruari
eta Hirigintzari buruzko Legearen irakurketa sakona egin ostean, badirudi legeak lehenengo erabilerarako zatikako lizentzien inguruan arauketa bat ezartzen duela, hirigintza lizentzien arauketa orokorrari kasu
eginez. Horretarako, hurrengoa aztertu dugu:
· Jatorrizko obra lizentzian obra exekutatzeko ezartzen den epea.
· Baimendutako obrak eduki beharreko erabileraren azterketa.
· Lehenengo erabilerarako lizentzia eskaerarekin batera aurkeztu beharreko dokumentazioaren azterketa.
Lehenengo eta behin, berriro ere zehaztu behar dugu zein den lehenengo erabilerarako lizentziaren helburua, horren arabera lizentzia horren helburua da jatorrizko obra lizentzian baimendutako eraikuntza eta
lizentziari egokituta errealitatean obra egin ostean exekutatu den erai-
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jarraituz lehenengo erabilerarako lizentzia partziala emateari buruz irekitako aukeraren arauketa
kuntza bat datozela kontrolatzea eta egiaztatzea. Baina EAEko Lurzoruari eta Hirigintzari buruzko ekainaren 30eko 2/2006 Legearen 215.
artikuluak esaten duenari jarraituz, jatorrizko obra lizentzia horretan obra
exekutatzeko epe bat ezarri behar da. Artikulu hori ez al da lehenengo erabilerarako zatikako lizentziekin kontraesanean sartzen?
Gure iritziz aipatutako artikuluak muga zehatz bat ezartzen die lehenengo erabilerarako zatikako lizentziei. Legearen 207. artikulua eta hurrengoak hirigintza lizentzia guztiei aplikatu behar zaizkie (eta baita lehenengo erabilerarako lizentziei ere) eta, horren ondorioz, 215. artikuluari16 ere. Artikulu horri jarraiturik eta horren interpretazio hertsi bat
eginik badirudi lehenengo erabilerarako zatikako baimena eman daitekeela, baina obra exekutatzeko jatorrizko lizentzian agertzen den epeak
errespetatu behar direla. Dena den, gu ez gaude horren alde, interpretazio hori sortu berri den errealitatearekin bat ez datorrelako. Inter pretazio zabalago bat eginez eta 2/2006 Legearen 7. artikuluak ezartzen duen
koherentzia printzipioari jarraituz, zuzenagotzat jotzen dugu lehenengo
erabilerarako zatikako lizentziak, obraren exekuzioan eman diren egoera
berriak azterturik, epe berriak ezarri beharko lituzkeela eta horrela obra
etenda geratuko den epe berri bat ezarri beharko luke (eskatzaileak behar izanez gero, bestela jatorrizko lizentzian ezarritako epea bete beharko litzateke) eta obrari behin betiko amaiera emateko epe berri bat ezarri beharko litzateke.
Logikoa dirudi lehenengo erabilerarako zatikako lizentziak obra bukatzeko epe bat ezarri behar izatea, bestela egoera bitxia emateko arriskua egongo litzateke: alde batetik obraren zati batek lehenengo erabilerarako lizentzia izatea (eta eraikitako zati horrek jarduera eta erabilera bat
16 215. artikulua: Lizentzien edukia.Hirigintzako lizentziek, gutxienez, honako zehaztapenak izango dituzte:
a).- Hasteko epea.
b).- Egikaritzeko gehienezko epea.
c).- Obrak, gehienez, zenbateko epean egon daitezkeen etenda, errua sustatzailearena denean.
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Euskal Autonomia Erkidegoko lurzoruari eta hirigintzari buruzko ekainaren 30eko 2/2006 legeari
jarraituz lehenengo erabilerarako lizentzia partziala emateari buruz irekitako aukeraren arauketa
izatea) eta bestetik jatorrian obra osoa jasotzen zuen obra lizentzia iraungita gelditzea17, eta beraz indarrik gabe gelditzea. Egoera horrek –edo
gerta daitezkeen antzeko bestelako egoerek– arazo larria ekarriko lizkiokete Udal Administrazio baimentzaileari: alde batetik, obra bat epe zehatz batean exekutatzeko agindua eman dutelako eta epe hori beteko ez
delako (lizentzia iraungitzeko prozedura hasteko betebeharra egonik);
eta bestetik, baimendutako obra errealitatean exekutatu barik geldituko
litzatekeelako, baina zati baten erabilera izanik. Hau da, hasieran jatorrizko obra lizentzia bere osotasunean exekutatzeko betebeharra dago eta
saiatu behar gara erabileradun exekutatu gabeko eraikinak gure lurzoruetan ez uzten (lurzoruaren erabilera irrazionala izango litzateke). Horregatik logikoa dirudi lehenengo erabilerarako zatikako lizentzien eskaera eta horiek ematea bi helburu izatea: alde batetik, obra zati baten
erabilera ahalbideratzea; eta bestetik, zatikako lizentziaren eskaria jatorrizko obra lizentziaren luzapen eskari bezala ulertzea eta obra guztiz
exekutatzeko epe berriak ezartzea, legearen 216.2. artikuluari jarraituz.
Bigarrenez, esan dugunez lehenengo erabilera lizentziaren helburua
da exekutatutako obra eta jatorrizko obra lizentzian baimendutako obra
proiektua bat datozela egiaztatzea da. Baina, lehenengo erabilera lizentzia
kontzeptu administratibotik aldendu beharko ginateke eta harago joan
beharko genuke kontzeptua ondo aztertuz. Azterketa horren jatorria18
1955ean onartutako Toki Korporazioen Zerbitzuei buruzko Araudiaren
21. artikulutik hasi beharko litzateke bere 2. paragrafoan hurrengoa ezartzen delako: “…puede destinarse a determinado uso, por estar en zona apro17 Ez dugu ahaztu behar inondik inora EAEko Lurzoruari eta Hirigintzari buruzko
ekainaren 30eko, 2/2006 Legearen 216. artikulua. Artikulu horren arabera Udalak behartuta daude iraungitasun prozedura bat irekitzera baimendutako obra ezarritako epean
hasi ez denean edota ezarritako epean exekutatu ez denean, edo etenda egotea promotoreari egotzi ahal zaion kariren bategatik. Baina artikulu horrek lizentzietan ezarritako
epeen luzapena ere baimentzen du, luzapen hori justifikaturik egonez gero eta luzapen
hori udalak baimendu beharko du.
18 TORRES MARTÍNEZ, Jesús: Práctica Urbanística nº 4. ed. La Ley, 2002, 41. or.
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piada y reunir condiciones técnicas de seguridad y salubridad…”. Hau da, lehenengo erabilerarako lizentziaren edo obra amaierako lizentziaren edo
lehenengo okupazio lizentziaren helburu bezala zehazten du baimendutako obra eta exekutatutakoa bat etortzea. Baina lehenengo erabilerarako
lizentzia ez da egiaztatze egintza sinple bat, exekutatutako obra beren
helbururako erabili daitekeela ere adierazten du. Are gehiago, badirudi
lehenengo erabilera hitzak eraikitako ondasuna lehenengoz erabiltzeko
aukera ematen duela.
Sortzen den arazoa orduan hurrengoa da: lehenengo erabilerarako
baimena eman dakioke, esate baterako, eraikin baten estrukturari bakarrik? Printzipioz badirudi ezin izango dela lehenengo erabilerarako baimenik eman berez erabili edo okupatu ezin daitekeen eraikuntzen gainean. Baimendutako obrak printzipioz helburu eta erabilera bat daukate
(lokal komertziala, etxebizitza…) eta erabilera hori ezin bada eman, badirudi ez dela logikoa lehenengo erabilerarik ematea.
Hau horrela, kontzeptu horretan oinarrituta lehenengo erabilera zatikako lizentzia eman ahal izateko, exekutatutako obra zatiaren erabilgarritasun
funtzionala independentea eduki beharko luke, hau da, exekutatutako
obraren zati horrek obra osotik aldendu eta erabilgarritasun independentea eduki beharko luke, obra zatia erabiltzeko moduan egonez gero. Erabilera hori eragingarria izan behar da eta eraikinak bere osotasunean duen
helburuari zerbitzua eman beharko lioke. Eraikitako obra zatiak helburu
zehatzik eta independenterik ez badauka, ez litzateke lehenengo erabilerarako zatikako lizentziarik eman behar eta interesdunek obra lizentziaren
luzapena eskatu beharko lukete, legearen 216. artikuluari jarraituz.
Hirugarrenez eta azkenez, lehenengo erabilerarako lizentzia eskaerarekin batera bi dira dokumentu garrantzitsuenak: obra amaitu denaren
ziurtagiria eta exekutatutako obraren behin betiko likidazio aurrekontua, ez bakarrik zerga ikuspuntutik ondorioak dituztelako, baizik eta horrek exekutatutako obra eta proiektatutakoa bat datozela bermatzeko. Ez
da logikoa obra amaitu ez bada amaitutako obraren ziurtagiria aurkeztea;
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jarraituz lehenengo erabilerarako lizentzia partziala emateari buruz irekitako aukeraren arauketa
eta obra zatiaren ziurtagiria ekarri beharko litzateke zatikako lizentziaren
eskariarekin eta ziurtagiri horretan azaldu beharko litzateke zenbat exekutatu den eta zenbat gelditzen den exekutatzeko, atzerapenaren justifikazioarekin batera. Horrela, bermatu beharko litzateke obra bukatzeko
aukera dagoela.
Beraz, badirudi lege eta kontzeptu ezberdinen interpretazioa eginez,
EAEko udal erakundeek muga batzuk dituztela lehenengo erabilerarako
zatikako lizentzia emateko orduan, nahiz eta muga horiek zehatz-mehatz
legean agertu ez. Gainera ikusten dugunez muga horiek dira bai Andaluziako eta Gaztela eta Leongo arauetan ere agertzen dena, laburbilduz:
· Zatikako lizentzia jaso ahal izateko, amaitutako obra zatia erabilera
funtzional independentea eduki beharko du.
· Mementora arte exekutatutako obraren egoera ikusirik, obra osoa
exekutatzen jarraitzeko aukera egotea eta horretarako epeak ezartzea.
· Obra bere osotasunean bukatuko dela bermatzeko aukera ematea.
4. LEHENENGO ERABILERARAKO ZATIKAKO BAIMENEN
BITARTEZ ERAIKITAKO ONDASUN HIGIEZINAK JABETZA
ERREGISTROAN INSKRIBATZEKO AUKERA
Udaletan lehenengo erabilerarako zatikako lizentziak eskatzen dituztenen ohiko galdera izaten da ea horren bidez ondasuna Jabetza Erregistroan inskribatzeko aukera dagoen ala ez. Kezka horren definizioa adieraztea erreza da: eraikin berri bat eraikitzeko edo eraikina handituz bitartez berreraikitzeko obra lizentzia eman da eta hori inskribatzea obra berriko eskrituraren bitartez egin nahi da, obra osotasunean bukatuta egon
barik.
Hipoteka Legearen exekuziorako Araudiaren Arau Osagarriak onartzen
dituen, uztailaren 4ko 1093/1997 Errege Dekretuaren 45. artikuluak hirigintza izaeradun egintzak Jabetza Erregistroan inskribatzeko aukerari buruz hurrengoa ezartzen du: “Akzesioaren bitartez finka batera batzen diren
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eraikin berriak edo eraikinen hobekuntzarako aldarazpenak, hirigintza antolamendu aplikagarriaren exekuzioarekin bat egiten dutenena, Hipoteka legeriak adierazten dituen tituluen bitartez Jabetza Erregistroan inskribagarriak izango dira”.
Galdera honen aurrean, gure lehenengo pentsamendua da ezin dela
lehenengo erabilerarako zatikako lizentziaren bidez Jabetza Erregistrora
joan, eraikina bukatu barik dagoelako. Eta horren arrazoia sinplea da:
obrak ez dira exekutatu hirigintza antolamenduaren arauei jarraituz;
exekutatzen ari dira, baina ez dira oraindik exekutatu. Hurrean ere, lehenengo erabilerarako zatikako baimena oraindik bukatu gabe dagoen
obra baten gainean ematen bada eta jatorrizko obra lizentziak ezartzen
duen arauketa osotasunean bete barik ematen bada, logikoa dirudi Jabetza Erregistroari sarrera ez izatea19 tresna horren bitartez.
Obra lizentziaren babespean egin diren eraikin berriek edo hobekuntzako biziberritutako obrek, Jabetza Erregistrora sarrera edukitzeko
tresna edo titulu zuzena, Hipoteka Legearen 208. artikuluari20 jarraituz
19 Kontzeptu honen inguruan José Luis Pérez López jaunak El Consultorren argitaratutako 51. zenbakidun Hirigintza Praktika Ikerketan adierazitakoari jarraituko diogu,
bertan obra berriko eskritura kontzeptua eta hirigintzaren arteko lotura argia definitzen
duelako: “Pues bien, ciñéndonos a la fase de edificación, la incorporación de lo edificado en una
parcela al patrimonio de su propietario tiene lugar por accesión, en los términos señalados en los
arts. 358 a 364 Código Civil, y la inscripción de lo edificado en el Registro de la Propiedad, para
que pueda beneficiarse de los efectos que la publicidad registral comporta, se lleva a cabo a través de
la declaración de obra nueva. Desde el punto de vista urbanístico, el control de la obra nueva se sitúa
en el campo de la protección de la legalidad urbanística. La obra nueva se incorpora a la finca sobre
la que se ha construido en todo caso, pero sólo puede inscribirse si la misma se ajusta a las determinaciones de la licencia que la ha servido de base y justificación, así como al planeamiento que ejecuta. Si no es así, si no se da ese ajuste entre obra nueva y licencia, entran en juego las técnicas para
el restablecimiento de la legalidad urbanística que tienden a que la obra ejecutada se acomode a la
licencia obtenida como paso previo a su inscripción, o, de no ser posible tal adecuación, a la desaparición física de lo edificado en contra del planeamiento y de la licencia otorgada.”.
20 Hipoteka Legearen 208. artikulu hau dio: “Landaketa berriak nahiz hiri-finka batean
eginiko eraikinak eta hobekuntzak Erregistroan inskriba daitezke, ondasun higiezinen gaineko tituluetan horiek deskribatuz. Halaber, inguruabar horien inskripzioa eskritura publiko bidez egin
daiteke, obrako kontratariak eskritura horretan adierazten badu jabeak ordaindu diola ordaindu
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jarraituz lehenengo erabilerarako lizentzia partziala emateari buruz irekitako aukeraren arauketa
obra berriko eskritura publikoa da. Honek ulertarazten du obra bat
amaitu barik badago ezin izango dela inskribatu, obra berria ez litzatekeelako egongo, obra oraindik ez delako bukatu.
Baina, Hipoteka Legearen exekuziorako Araudiaren Arau Osagarriak
onartzen dituen, uztailaren 4ko 1093/1997 Errege Dekretuaren 46. artikuluak eraikitze bidean dauden obren inskripzioa egiteko aukera zabaltzen du, eta kasu horretan lehenengo erabilerarako zatikako lizentziak
beraien ahalmena hartzen joango lirateke, lizentzia horrek hirigintza antolamenduaren irizpideei jarraituz exekutatzeko bidean dagoen obraren
egoera ziurtatuko duelako, nahiz eta obra guztiz exekutatuta egon ez. 46.
artikulu horren arabera obra berria inskribatu ahal izateko hurrengoa
behar da:
· Beharrezko jatorrizko lizentzia.
· Eraikina eraikitzeko badago, obraren teknikariak obra proiektuari
egokitzen dela ziurtatzea.
Beraz, 46. artikulu horren aipamenarekin Jabetza Erregistroan finka
baten gainean bukatu gabeko obren inskripzioa ahalbideratzen da. Lehenengo erabilerarako lizentzia (obra berriko eskrituran legitimaturik
agertuko dena) udalak exekutatutako obra jatorrizko obra lizentziaren
oinarria izan den proiektuarekin bat datorrela suposatzen du, eta horrek
ere suposatzen du udalean aurkeztu dela obra amaierako ziurtagiri bat
(erkidego eskudunak bisatutakoa) eta amaitutako obraren likidazio aurrekontua. Dokumentu horiek aurkezturik eta Udalak egindako obra
inspekzioarekin lehenengo erabilerarako lizentzia ematen da, eta Hipoteka Legearen exekuziorako Araudiaren Arau Osagarriak onartzen dituen, uztailaren 4ko 1093/1997 Errege Dekretuaren 46. artikuluak eskatutakoarekin bete egiten da.
beharrekoa, edota eskritura horretan jabeak eraikina deskribatzen badu, eskriturarekin batera
obrako arkitekto zuzendariaren zein udal arkitektoaren ziurtagiria aurkeztuz”.
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Baina lehenengo erabilerarako zatikako lizentziak ezin dezake ziurtatu
obra bukatu denik, ezta proiektatutakoarekin bat datorrenik ere ez, baina
ziurtatuko du exekutatzen ari den obra hori mementoz jatorrizko obra
lizentziarekin baimendutako proiekturekin bat datorrela eta hori nahikoa izan daiteke erregistrora joateko.
Amaitzeko, obra berriko eskriturak lizentziaren testimonio bat jaso
behar du21 eta eraikitzeko dagoen obra berriko eskrituran gehitu beharreko lizentzia izango da edo jatorrizko obra lizentzia edo lehenengo
erabilerarako zatikako lizentzia, egiten ari diren obrak jatorrizko obra lizentziaren proiektuarekin bat datozenaren tekniko eskudunaren ziurtagiriarekin batera.
Azkenengo galdera bat geratzen zaigu erantzuteko: Lehenengo erabilerarako zatikako lizentziaren bitartez inskribatutako obra berri bat, nola
inskribatzen da obra hori guztiz bukatzen denean? Esan dugunez obra
berriaren bitartez finkan inskribapen berri bat gertatuko da, baina inskribatutako hori bukatu gabeko eraikin batena da. Eraikina guztiz bukatu eta gero, nola egin daiteke horren jakinarazpena erregistro bidez?
Gogoratu behar dugu Jabetza Erregistroaren hipoteka-printzipioen artean publizitate printzipioa dagoela eta publizitate hori formala eta eratzailea dela. Hau horrela izanik, ondasun higiezinen informazio guztia
erregistroan jaso behar da baita inskribatutako obra berri horren ingurukoak ere. Obra bukatu barik inskribatu bada obra amaitzean egoeraren
berri emateko bazterreko idazkuna egitea aproposa ikusten dugu, horrela
finkan interesa duena babestuko da.
Baina, zer gertatzen da behin eraikina zatikako lizentzia baten bitartez
inskribatuta egon eta gero, obra ez bada bere osotasunean bukatzen,
lizentziak iraungitzen badira eta eraikina airean geratzen bada? Kasu honetan, obra berria inskribaturik dago zatikako lizentziaren bitartez, baina
obra ez da lehenengo erabilerarako zatikako lizentzia horretan zehaztu21 Uztailaren 4ko, 1093/1997 Errege Dekretuaren 18. artikuluak esaten duenari jarraituz.
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tako baldintzetan eta markatutako epeetan bukatzen, eta egindako guztia antolamenduz kanpo geldituko litzateke, edo behintzat EAEko Lurzoruari eta hirigintzari buruzko ekainaren 30eko 2/2006 Legearen 101.
artikuluak aipatzen duen “planeamenduarekin bat ez etortze egoeran”.
Gogoratu dezagun inskripzioa gauzatu ahal izateko obra hirigintza antolamenduarekin bat egin behar dela eta eraikina planeamenduarekin bat
ez badator baldintza hori betetzen ez dela. Are gehiago, argi daukagu
obra ez badator jatorrizko lizentziarekin edo ez badira lizentziaren baldintzak betetzen, errealitate urbanistikoa berrezartzeko prozedura hasi
behar dela eta azkeneko ondorioa obraren eraispena izan daitekeela.
Errealitate urbanistikoa berrezartzeko prozedura hasiz gero, horren berri jabetza erregistroari eman behar dio Udalak eta prozedura horren
amaieraren berri ere bai. Kasu horretan inskribatutakoaren eta errealitatearen artean kontraesana gerta ez dadin, hirigintza errealitatea berrezartzeko
prozedura amaitutakoan jabetza erregistroari jakinarazi beharko litzaioke,
erregistroan gertatutakoaren berri eman dezaten eta inskribatu dezaten.
5. ONDORIOAK
Argi dago estatuko legegileak eta jurisprudentziako doktrina tradizionalak historikoki lehenengo erabilerarako zatikako lizentziak ematearen
kontrakoak izan direla, betiere lizentzia horiek ematea ekarri ahal dituen
arriskuak kontuan izanik. Baina, gaur eguneko errealitateak gai honen
inguruko azterketa sakonagoa behar du eta lehenengo erabilerarako zatikako lizentziak emateko aukera zabaltzen duten arauketak hasi dira garatzen, jatorrizko erabilgarritasunari garrantzia emanez eta obra zatien
erabilera ahalbideratuz. Orokorrean, autonomia erkidegoetako arauek
(hirigintzan eskumena duten aldetik) lehenengo erabilerarako zatikako
lizentziak beren-beregi arautzen dituzte eta arauketa horren garapena
egiten dute, baina ez da hori EAEko Lurzoruari eta hirigintzari buruzko
ekainaren 30eko 2/2006 Legeak egindakoa 207.1.r) artikuluan.
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Baina euskal legegileak nahiz eta aukera horren aipamen hutsa egin,
argi dauka arauketa zehatz bat dagoela. Euskal legegileak argi du lehenengo erabilerarako lizentziak hirigintza lizentziak direla eta horren inguruko arauketa orokorra aplikatu behar zaiela eta arauketa horren ikerketa egiterakoan lehenengo erabilerarako zatikako lizentziek mugak dituztela. Muga horiek gainera bat datoz beste autonomia erkidegoetan
egindako arauketarekin.
Udalek ahalmena dute, 2/2006 Legearen arauketarekin kontraesanean
sartzen ez diren bitartean, euren Hirigintza Planeamenduaren bitartez lizentzien arauketa bat zehaztea eta horrekin batera lehenengo erabilerarako
osotasuneko edo zatikako lizentziak arautzeko. 2/2006 Legeak ezarritako
eta Toki Korporazioen Zerbitzuei buruzko Araudiak ezarritako mugak
baino ez dituzte errespetatu behar. Hona hemen muga horiek:
- Lehenengo erabilerarako zatikako baimenak adierazi behar du
zein epetan geratuko den jatorrizko obra baimena etenda, eta
obra hori bere osotasunean exekutatzeko epe berria ezarriko du.
- Lehenengo erabilerarako zatikako baimenak bakoiztutako erabilera eta aprobetxamendua duten obra zatien gainean eman beharko
da, jatorrizko obra lizentziak baimendutako helburuak bete ditzan.
- Lehenengo erabilerarako zatikako baimenaren espedientean obra
zein ehunekotan bete den adierazteko ziurtagiria behar du, amaitzeko falta dena zehaztuz.
Udalek lehenengo erabilerarako zatikako baimenekin hurrengoa ber matu behar dute: Alde batetik, lurzoruaren erabilera arrazionala; bestetik,
jatorrian baimendutako obra amaituko dela; eta azkenik, momentura arte
exekutatutako obra eraikinari aitortutako helburuaren erabilera eta aprobetxamendua gauzatu daitekeela. Modu horretara badirudi lehenengo
erabilerarako zatikako baimenak behin behineko izaera edo baldintzatutako izaera duela, beren indarra obra benetan jatorrizko obra lizentziaren
proiektuari egokituta bukatuko denari baldintzatuta dagoelako.
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jarraituz lehenengo erabilerarako lizentzia partziala emateari buruz irekitako aukeraren arauketa
Udalak bere eskumeneko lehenengo erabilerarako zatikako baimenari
buruzko gai guztiak argi dituenean, hipoteka legeriaren arabera eta konkretuki 1093/1997 Errege Dekretuari jarraituz, erregistroan inskribatzeko tresna izango da. Baina inskripzio hori lehenengo erabilerarako zatikako lizentziaren baldintzatutako izaeraren preso izango da, hirigintza
errealitatea berrezartzeko espedientearen ondorioz inskribatutakoa alda
daitekeelako.
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NOTAS
OHARRAK
EXPLANATORY
NOTES
ISSN: 2173-9102
D.L./L.G.: BI-1677-03
Deudas, herencia y fiscalidad
La labor notarial
MARIO MARTÍNEZ BUTRÓN
Decano del Ilustre Colegio Notarial del País Vasco y
Miembro de la Junta Directiva de la AVD/ZEA
ORIGEN NOTARIAL DE LA INFORMACION
Los procesos de renuncia de herencias se han disparado desde el inicio de la crisis. En concreto, a nivel nacional se han incrementado un
110% desde 2007, pasando de 11.047 actos a 23.228 en 2012, según el
Centro de Información Estadística del Consejo General del Notariado.
Esta tendencia se ha visto acentuada especialmente en el último año, con
un crecimiento del 23%.
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Boletín JADO. Bilbao. Año XII. Nº 25. Diciembre 2013, pp. 331-342
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RENUNCIA DE HERENCIAS
La Rioja
Murcia
Islas Baleares
Andalucía
Galicia
Cataluña
Comunidad Valenciana
Canarias
Castilla y León
Cantabria
Extremadura
Asturias
Aragón
Madrid
Castilla-La Mancha
País Vasco
Navarra
2007-2012
POR CC.AA.
2007
2012
103
208
335
1417
544
2487
851
338
784
151
218
497
363
1381
398
764
208
306
579
826
3447
1291
5845
1958
714
1578
296
401
896
635
2368
656
1120
299
%
197%
178%
147%
143%
137%
135%
130%
111%
101%
96%
84%
80%
75%
71%
65%
47%
44%
ORIGEN RENUNCIAS
· Motivos personales: Desacuerdos familiares.
· Motivos Fiscales: No porque resulte lesivo lo cual es muy difícil (salvo casos extremos herencias no liquidas con cuota elevada por parentesco lejano o extraños) sino por obtener beneficio al multiplicar bases exentas y disminuir tipos marginales cuando como resultado de la renuncia adquieren los descendientes del llamado.
· Motivos económicos: Los causantes del incremento en el número de
renuncias: La multiplicación de los parimonios negativos.
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Artículo 1003 CCv. En la aceptación pura y simple el heredero queda
responsable de todas las cargas de la herencia…incluso con bienes propios.
CONFUSION DE PATRIMONIOS HEREDERO Y CAUSANTE.
INTERVENCION NOTARIAL
Siempre es preciso el asesoramiento: Abogados, asesores de todo tipo
debidamente colegiado…y NOTARIOS.
Evitar
· Dejadez que avoca a la aceptación tácita: el carácter irrevocable de la
aceptación (art 997 CC) y la facilidad con la que el heredero puede
aceptar pura y simplemente de manera tácita ( art 999 CC) pueden
colocar a éste de manera no querida en una situación patrimonial
realmente peligrosa.
· y mal consejo caso extremo de los funerarios que obligan a los próximos al difunto a tomar decisiones por las cuales cobran cuando la
Ley marca plazos siempre muchos más largos: articulos 1004 y 1005
del CC.
Qué hacer
Podría decirse que si la herencia tiene un pasivo superior al activo lo
conveniente es que el llamado renuncie a la misma. Sin embargo el problema real surge por la aparición de deudas ignoradas que se ponen de
manifiesto después de aceptada la herencia. Pensemos por ejemplo en
fianzas prestadas por el causante que los herederos ignoraban, de deudas
fiscales resultantes de una actuación inspectora posterior al fallecimiento o en el supuesto de responsabilidad de un profesional liberal (vgr un
arquitecto) por una actuación incorrecta que se pone igualmente de manifiesto con posterioridad a su muerte.
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Tres puntos centrales en mi intervención porque las posibles consecuencias fiscales serán tratados por los siguientes participantes de la mesa redonda.
EFECTOS DE LA RENUNCIA
El efecto inmediato es la aplicación de las figuras de la sustitución, derecho de acrecer o apertura de la sucesión abintestatao que han sido explicados debidamente en las intervenciones matutinas. Así que resumiendo (y
sin olvidarnos del supuesto excepcionalmente usado del artículo 1.001
CC de la renuncia en perjuicio de AA que concede a éstos la posibilidad
pedir al juez autorización para aceptarla en nombre del heredero hasta
donde cubran sus créditos) distinguimos según la sucesión sea:
· Abintestada
921 y 922 del CC: si alguno no quiere suceder su parte acrecerá a
los del mismo grado salvo aplicación del derecho de representación
· Testada-sustitución-previsión testamentaria
Aplicación derecho de acrecer en las diversas sucesiones: forales o
comunes.
Problema con la sustitución vulgar: simple o sin/con indicación de
supuestos: art 774: premoriencia, no puedan o no quieran aceptar,
Intervención notarial para aconsejar al testador sobre la posible conveniencia de excluir la renuncia entre los supuestos de la sustitución
para así evitar que la renuncia del primer llamado tenga que ser reiterada por sus hijos y descendientes que en muchas ocasiones tendrán la dificultad añadida de ser menores de edad…pero hay que
tener en cuenta que en este supuesto se le quita al primer llamado
la posibilidad de renunciar “a favor” de sus hijos sin las consecuencias fiscales de la renuncia realmente a favor de determinadas personas (aplicación del Impuesto donaciones)... El Notario aconseja para
que así decida el testador.
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TRANSMISION DE AVALES
En el derecho histórico sistemas jurídicos diferentes.
Pero nosotros de inspiración romana:
659 Y 661 CCV. La herencia de una persona comprende todos los
derechos, bienes y obligaciones que no se extinguen por su muerte y los
herederos suceden al causante por el solo hecho de su muerte en todos
sus derechos y obligaciones.
La fianza (1822 CCv) es un debito consistente en cumplir (normalmente pagar) por otro.
Salvo aceptación a beneficio de inventario o pacto convencional o intuitae personae en el que el fallecimiento extingue la obligación o el
aval, en el resto de los supuestos nos encontramos ante una especie de
“zombie” que tras la muerte, vuelve a salir de la tumba para comerse la
herencia del fallecido.
Pero se trata de una deuda contingente, que todavía no existe al tiempo del fallecimiento del causante pero que puede en el futuro tener consecuencias importantes.
Consecuencias fiscales: limitación a la devolución de lo pagado de forma
indebida (plazo de tres años) y posible tratamiento como una disminución patrimonial en IRPF, Tema que supongo desarrollarán los compañeros de la mesa.
Problemas notariales:
· Al hacer el testamento: testador avalista.
Primero: conveniencia o no de manifestarlo para que se tenga en
cuenta en el momento de la partición
Segundo: Posibles previsiones testamentarias ante un posible incumplimiento del deudor, especialmente cuando éste es unos de los co-
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herederos. Nos encontramos con dos tipos de problemas: las légitimas que hemos de salvar y los puramente económicos
Posibles cláusulas para solucionar los problemas:
-Legados a favor de no deudor para evitar su responsabilidad
-Imponer garantías reales a las adjudicaciones a favor del deudor
para el supuesto de ejecución del aval
· Al hacer la partición:
Posible solución similar al aceptar el coheredero deudor principal
(que por lo tanto curiosamente no hereda el carácter de fiador).
Constitución de una garantía real sobre lo bienes o participaciones
que le han sido adjudicadas a favor del resto de coherederos (que
ahora son fiadores) para responder ante éstos de los pagos que pudieran realizar como consecuencia del aval.
ACEPTACIÓN A BENEFICIO DE INVENTARIO
Resulta curioso que la única institución que limita la responsabilidad
del heredero sea muy infrecuente en la práctica. Ello sólo denota por
parte de los operadores jurídicos inseguridad en su funcionamiento, lo
que tiene su origen en la deficiente y defectuosa regulación que nuestro
CC hace de la figura, figura en la que el Notario tiene una importante
participación
Pasando al estudio concreto de la misma, como sabemos implica la
limitación del responsabilidad del heredero por las deudas del causante
al patrimonio relicto (art 1023, 1º CC) y requiere, en línea de principio,
la formación de un “ inventario fiel y exacto de todos los bienes de la
herencia hecho con las formalidades y dentro de los plazos que se expresarán en los artículos siguientes “ (art 1013 CC).
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Problemas habituales
1. Aceptación en tiempo y forma
Requisitos de tiempo y forma especialmente rigurosos
En principio mientras no prescriba la accion de reclamar la herencia: 30 años
Pero las excepciones son más que la regla general y todas imponen
plazos breves de 10 ó 30 días que empezarán a contar desde las fechas que señalan los artículos 1014 y 1015 CC: desde que se está en
posesión de los bienes o desde que se ha aceptado o gestionado
como heredero
Es un régimen justificado en la necesidad de que el heredero no
pueda ocultar o distraer los bienes en perjuicio de los acreedores de
la herencia, pero que podemos calificar de excesivamente riguroso
para el heredero y en la práctica dificulta enormemente su utilización, expecialmente por la posible aceptación tácita conforme al art
999 CC o por la posibilidad de que el heredero, casi sin pretenderlo, tenga en su poder los bienes de la herencia.
a) Supuestos dudosos de aceptación tácita:
1) Formalización de la declaracion herederos… parece que no se
considera aceptación tácita.
2) Pagar Impuesto sucesiones…parece que tampoco incluso
cuando sea el correspondiente a pólizas de seguros contratadas por el causante.
3) Tampoco se considera como tal el pagar gastos entierro.
4) Sí se considera aceptación la personación en juicio asumiendo posición judicial del causante en ejercicio de acciones que
a éste correspondían.
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5) La retirada de depósitos bancarios: si.. salvo que se trate de
cuentas conjuntas del heredero y testador. Pero es todo tan discutible que encontramos una S AP Soria 2007 que considera
aceptada la herencia y en consecuencia perdido el derecho a
aceptar a BI por pedir certificado de saldos bancarios, alegando que no hay derecho a esa petición salvo para el que ya sea
considerado heredero
b) Supuestos dudoses de “tener en su poder los bienes de la herencia
o parte de ellos”
De igual forma existe jurisprudencia contradictoria según se aplique una interpretación literal de los textos legales o se atienda a su
finalidad que es la de evitar la sustracción de bienes por el heredero. Este parece ser el criterio predominante en la Jurisprudencia
para no considerar iniciado el plazo por la simple “tenencia” de
bienes inmuebles de imposible ocultación (bienes inmuebles) o de
bienes con un mínimo valor intrinseco o relativo respecto del total
hereditario: como podía ser el caso típico del hijo en posesión de
un coche viejo en el supuesto de una herencia importante.
En este punto podríamos aconsejar que preventivamente el testador podría en su testamento establecer para evitar la aceptación tácita mediante el nombramiento de uno o varios ADMINISTRADORES de la herencia relicta, que podrían ser los propios llamados a ella mientras no acepten la herencia de manera expresa.
2. Formación del inventario con necesaria citación a herederos, legatarios y acreedores¡
Surgen por la falta de regulación detallada de la figura algunas dudas:
· Primero sobre ante quien hacer el inventario
La pregunta es ¿Aunque se pueda aceptar ante notario se puede
tramitar el inventario ante el mismo o hay que recurrir para esto
necesariamente al Juez?
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El CC catalán permite expresamente que el inventario se formalice ante notario. ¿ Cuál es la postura jurisprudencial ? La postura
de nuestros tribunales suele ser favorable a posibilitar la vía notarial. Realmente la mayoría de los supuestos vistos por los Tribunales suelen tener por objeto bien la imposibilidad de utilizar el
BI por solicitarse fuera de plazo o después de haber aceptado a tácitamente, o bien supuestos de pérdida del BI por enajenación
fraudulenta (art 1024 CC). Por otro lado encontramos múltiples
sentencias de Audiencias que no ponen reparo a dicha formación
notarial del inventario. Así la S de la AP de Murcia de 25 de febrero de 2005 en un caso de aceptación e inventario ante notario no
se declara perdido el mismo por no haberse concluido el mismo
por estar pendiente de resolver un pleito sobre la herencia del padre del causante, no constando ocultación ni sustracción, ni culpa
o negligencia.
· Y segundo sobre a quien debe citarse y como hacer las citaciones
Los arts 1014 y 1017 hablan expresamente de la citación de acreedores y legatarios , siguiendo en este aspecto una postura mucho más
rigurosa de la que sigue el Derecho Catalán que en su art 461-15,5º
señala expresamente que no es preciso citar a ninguna persona, aunque pueden intervenir los acreedores del causante y demás interesados en la herencia. Es claro que habrá que citar a aquellos de cuya
existencia se sepa, pero es posible que haya otros acreedores cuya
existencia desconozca el heredero. Si como luego veremos la utilidad mayor del BI la encontramos en proteger al heredero frente a
deudas imprevistas más que frente a deudas conocidas creemos que
debe evitarse situaciones de indefensión para el acreedor desconocido que le permita exigir la nulidad del procedimiento, y en mi opinión sería conveniente procurar la notificación a los posibles acreedores desconocidos por ejemplo mediante la publicación de edictos,
al menos una vez, en alguno de los periódicos de mayor circulación
en el domicilio del causante.Y respecto de la formas de la notifica-
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ción es evidente que cabe utilizar la notificación por acta notarial.
No se prohíbe que pueda utilizar vías más informales como el fax o
el correo electrónico, pero la conveniencia para el heredero de tener
prueba de su actitud diligente hace desaconsejable dichos medios
aunque la utilización del burofax ha sido admitida por la DGRN en
una reciente resolución ante la calificación negativa del registrador
de la Propiedad correspondiente que en su labor calificadora pretendía además exigir la publicación de edictos para permitir la inscripción de la escritura de partición de herencia a beneficio de inventario, calificación que fue revocada por el Centro Directivo
3. El final del proceso: administración, liquidación y remanente
Si del inventario resultara que el pasivo de la herencia, excluidos los
legados, es superior al activo estaríamos ante un supuesto de concurso con los efectos y procedimientos previstos en la Ley especial
a la que me remito (entre ellos los efectos de responsabilidad limitada que se pretenden con la aceptación a beneficio de Inventario)
Si el activo es superior, el heredero a Beneficio de Inventario no tiene
la libre disposición de los bienes mientras no se pague a los acreedores
quedando la herencia en administración (art 1026) y debiendo aplicarse lo previsto en el artículo 1030 para la venta de los bienes para pagar
las deudas, la cual se realiza en la forma establecida en la LEC para los
abintestatos o testamentaría o con la conformidad de todos los acreedores y legatarios.
Si no se procediera así el art 1024,2º CC sanciona con la pérdida
del BI la enajenación de bienes sin autorización judicial o la de
todos los interesados.
Pero es pacífico en la doctrina y la jurisprudencia que el heredero no
tiene restringido el poder de disposición sobre los bienes de la herencia y por tanto si dispone lo hace correctamente y el adquirente
adquiere válidamente. La disposición antes del pago se sanciona con
la pérdida del BI no con la ineficacia civil del acto dispositivo.
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Deudas, herencia y fiscalidad. La labor notarial
Una vez pagados los acreedores, y en su caso afianzados suficientemente, si hubiera sobrante se procederá al pago de los legados . Respecto del orden creemos aplicable en todos los casos el orden del art
887 CC.
El pago final a los legados que siempre tiene que ser posterior al pago o afianzamiento a los acreedores como ordena el art 1027 C,,
culmina el proceso: deja de estar la herencia en administración y el
heredero puede disponer libremente de los bienes, sin perder por
ello el BI.
La aparición de cualquier deuda posterior no le hace perder el beneficio, siempre y cuando lo desconociera. En tales casos el art 1029 CC
señala que sólo podrán dirigirse contra los legatarios en el caso de no
quedar en la herencia bienes suficientes para pagarles, discutiéndose
en estos casos si la responsabilidad frente a dichos acreedores por parte
de los herederos es sólo cum viribus o pro viribus, posición ésta que
parece la más justa y evidente en el caso especial de que el heredero
ya hubiere dispuesto de todos los bienes de la herencia.
A modo de conclusión en mi opinión en muchos de los supuestos
que se nos presentan en nuestros despachos sería aconsejable la aceptación a beneficio de inventario que en los casos de ausencia de deudas conocidas o de pequeña cuantía solo supone un trámite, con
pocos gastos y que ralentizaría levemente la disposición de los bienes
por el heredero pero a cambio le aseguraría que NUNCA su patrimonio privativo, actual o futuro, se vería atacado por acreedores de su
causante que él podía desconocer en el momento de la aceptación.
Y como propuesta final me apunto a la lista de todos aquellos que
solicitan una modificación legal (de la legislación civil vasca o estatal) que sustituyera la desconfianza hacia el heredero por un sistema en el que o bien se decrete su responsabilidad limitada a los
bienes de la herencia o bien, de no ser así, que facilite la aplicación
beneficio de inventario por ejemplo limitando los supuestos en los
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Deudas, herencia y fiscalidad. La labor notarial
que de forma sorpresiva incurre el heredero en una aceptación tácita que le impide hacer uso de la institución y en general facilitando
al heredero a beneficio de inventario acceder a la libre disposición
de los bienes heredados mediante simple citación a los acreedores
conocidos y desconocidos más el transcurso de un breve periodo de
tiempo durante el cual éstos puedan pedir de los herederos el pago
o el afianzamiento de su derecho evitando la paralización del tráfico jurídico por la actitud totalmente pasiva del acreedor.
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El Reglamento de sucesiones y
los sistemas plurilegislativos: el caso español
NEREA MAGALLÓN ELÓSEGUI
Profesora de Derecho Internacional Privado
Universidad de Deusto
1. INTRODUCCIÓN
La entrada en vigor del Reglamento de Sucesiones europeo1 y su
aplicabilidad a partir del 17 de agosto de 2015 (art. 84) va a suponer una
transformación del sistema de resolución de conflictos en materia sucesoria a todos los niveles. Hasta el momento en el ordenamiento español
la resolución de conflictos de leyes en materia sucesoria, ya sea a nivel
internacional o estatal (interna), se conformaba en torno a un sistema
único que va a ser desplazado por el instrumento europeo. Ese desplazamiento comportará una serie de modificaciones de vital importancia especialmente para un sistema caracterizado por la pluralidad de sistemas
sucesorios a nivel interno como es el español.
Todavía está por determinar el grado de transformación ante el que
nos encontramos y cómo afectará al sistema de resolución de conflictos
español a este nivel. Del tenor de la norma se pueden extraer distintas
posibilidades a este respecto dependiendo de la interpretación que se haga de la cláusula de remisión a los ordenamientos plurilegislativos final1 Reglamento UE nº 650/2012 del Parlamento europeo y del Consejo de 4 de julio de
2012 relativo a la competencia, la ley aplicable, el reconocimiento y la ejecución de resoluciones, a la aceptación de y la ejecución de documentos públicos en materia de sucesiones mortis causa y la creación de un certificado europeo. DOUE 27/07/2012, L
201/107.
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NEREA MAGALLÓN ELÓSEGUI
El Reglamento de sucesiones y los sistemas plurilegislativos: el caso español
RENUNCIA DE HERENCIAS
2007-2012
POR CC.AA.
mente incorporada en el texto definitivo del Reglamento2. En este trabajo se mostraran cuáles son las distintas posibilidades y sus potenciales
consecuencias para nuestro sistema de Derecho Interregional.
Antes de empezar, es necesario introducir dos datos de vital importancia que si bien son conocidos por todos deben ser traídos a colación
en tanto suponen los cimientos de la construcción que se pretende
levantar: la competencia exclusiva del legislador estatal para resolver conflictos de leyes en el ordenamiento español y la unidad de sistemas para
resolver conflictos ya sean internacional o internos.
2. LA PLURALIDAD DE SISTEMAS A NIVEL INTERNO Y EL
DERECHO INTERREGIONAL ESPAÑOL
El Reglamento en materia de sucesiones parte de una premisa: la pluralidad de sistemas sucesorios a nivel europeo origina una diversidad material en la regulación sustantiva del Derecho de sucesiones que puede ocasionar problemas a la hora de determinar bajo qué sistema va a resolverse
una situación conectada con más de un ordenamiento.Y lo mismo podría
decirse de la ordenación del Derecho de sucesiones en España, en tanto
presenta una diversidad de sistemas sucesorios derivado de la coexistencia
de legislaciones civiles autonómicas que conviven entre ellas y con el
Código Civil. Cuando en una relación jurídica se produce una confluencia de más de uno de estos ordenamientos españoles también surgen conflictos de leyes sólo que al producirse a nivel interno, dentro del marco
estatal, los denominamos conflictos de leyes internos o interregionales. Así
por ejemplo si una española de vecindad civil gallega, se casa con un espa2El artículo 28 contenido en la Propuesta de Reglamento ha cambiado notablemente,
se ha desarrollado y ampliado su contenido y se ha convertido en un Artículo 36 mucho
más completo.
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NEREA MAGALLÓN ELÓSEGUI
El Reglamento de sucesiones y los sistemas plurilegislativos: el caso español
ñol de vecindad civil vasca y establecen su residencia en Asturias a la hora
de ordenar su sucesión la pareja deberá saber cuál de los ordenamientos
con los que están conectados el gallego, el vasco o el Código Civil aplicable en Asturias, va a regir los derechos legitimarios que deben respetar en
esa ordenación, los instrumentos que pueden utilizar para manifestar sus
últimas voluntades, si pueden otorgar testamento conjunto o no, si pueden
realizar pactos sucesorios, o cuales serán los derechos sucesorios del cónyuge supersite si uno de ellos fallece. Y la contestación a esa pregunta
puede variar notablemente dependiendo del Derecho civil que se aplique:
el vasco, el gallego o el Código Civil.
La respuesta a los interrogantes derivados de la pluralidad y diversidad
sucesoria existente a nivel estatal se halla en manos del denominado tradicionalmente Derecho interregional. El Derecho interregional será el
encargado de resolver los conflictos de leyes interregionales -producidos
a nivel interno- y de indicar el Derecho aplicable cuando una sucesión
esté conectada con más de uno de los Derechos civiles coexistentes en
España. Al hablar de Derecho interregional debemos partir de dos circunstancias fundamentales:
1- En primer lugar, debemos tener en cuenta que si bien fue la
Constitución de 1978 (CE) la que reconoció y posibilitó la existencia de
pluralidad normativa en materia civil a nivel interno al otorgar a través
del artículo 149.1.8 CE potestad a algunas Comunidades Autónomas
para conservar modificar y desarrollar su Derecho civil foral o especial;
el mismo artículo se encarga de reservar la competencia para resolver los
conflictos de leyes internos al legislador estatal asentando la unidad y
uniformidad del sistema español de Derecho interregional y evitando
que existan tantos Derecho interregionales como ordenamientos civiles.
Por tanto, el sistema de Derecho interregional es único y su formulación
corresponde al legislador estatal.
2- El siguiente dato que debemos retener es que en el ordenamiento
español no existe un sistema especial de Derecho interregional y que los
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NEREA MAGALLÓN ELÓSEGUI
El Reglamento de sucesiones y los sistemas plurilegislativos: el caso español
conflictos de leyes internos se resuelven de la misma manera que los
conflictos de leyes internacionales, es decir mediante el sistema de Derecho internacional privado con alguna matización (según la remisión
del articulo 16 CC). Por tanto, si proyectamos estas premisas al Derecho
de sucesiones observamos que el artículo 9.8 CC (vigente en la actualidad) se encarga de resolver los conflictos de leyes que se produzcan a nivel internacional también se utilizará para resolver los conflictos de leyes
a nivel interno, con alguna matización.
La entrada en vigor del Reglamento de Sucesiones ha supuesto una
nueva incorporación al sistema existente de resolución de conflictos en
materia sucesoria. La introducción de un instrumento de origen europeo que dada su jerarquía normativa va a desplazar al sistema autónomo
con el que estamos acostumbrados a lidiar va a provocar una completa
metamorfosis de nuestro sistema.
3. INTERCONEXIÓN ENTRE EL SISTEMA DE DERECHO
INTERREGIONAL Y EL REGLAMENTO DE SUCESIONES
Al hablar de conflictos de leyes internacionales e internos en materia
sucesoria no podemos olvidar la posibilidad de que exista una interconexión o superposición entre unos y otros. Es decir, puede suceder que
ambas dimensiones de conflictos confluyan en una misma relación jurídica. En este caso, la pregunta que debemos hacernos es si ¿existe la posibilidad de que el Reglamento europeo en materia de sucesiones se aplique para resolver un conflicto de leyes interregional?
Para responder a esta pregunta lo primero que debemos hacer es diferenciar dos posibilidades de interconexión entre los conflictos de leyes
internos e internacionales3:
3 Dejamos aparte la posibilidad del reenvío del artículo 34 del Reglamento.
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El Reglamento de sucesiones y los sistemas plurilegislativos: el caso español
1. Remisión a un ordenamiento plurilegislativo o a un sistema no unificado
La primera posibilidad es que nos encontremos con que la resolución de un supuesto de conflictos de leyes internacional al que se va
a aplicar el Reglamento desemboque en la necesidad de solucionar
un supuesto de Derecho interregional. Es decir un supuesto en que
la norma de conflicto del Reglamento nos remita a un sistema plurilegislativo como el español. En ese caso una vez determinada la ley
aplicable habrá que especificar cuál de las leyes concurrentes en ese
ordenamiento plurilegislativo es la finalmente aplicable. Esto supone una superposición entre un conflicto interno e internacional que
surge en la medida que partiendo de un conflicto de leyes internacional se termina resolviendo un conflicto de leyes interno.
El Reglamento de sucesiones para solucionar los conflictos de leyes
establece la residencia habitual del causante en el momento del
fallecimiento como punto de conexión general (art. 21). Por tanto
si nos encontráramos con un supuesto de hecho de carácter internacional en el que la residencia habitual del causante se encuentra
en España en el momento del fallecimiento, el Reglamento nos
remitirá con carácter general a la ley española como ley aplicable
para ordenar la sucesión del causante. Pero si en España existe una
diversidad legislativa en materia de sucesiones ¿qué ley se aplicará de
las coexistentes en España? La gallega, la vasca, el Código civil; la de
la residencia habitual del causante según el Reglamento o la de la
vecindad civil del causante según establece el sistema de Derecho
interregional español en función de los artículos 14 y 9.8 CC.
Por ejemplo si nos encontramos con la sucesión de un nacional alemán residente en Mallorca con bienes en España, Alemania y
Francia según el Reglamento se ordenará conforme a la ley española ¿pero cuál de ellas la Balear porque reside en Mallorca?
La solución dependerá en primer lugar de la incursión en el Reglamento de una “cláusula de remisión a un ordenamiento plurilegisla-
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tivo”. Este tipo de cláusulas pueden solucionar el problema de dos
for mas: directa e indirecta. En el mecanismo denominado de “remisión directa” o “remisión en sentido amplio”4 la norma de conflicto designada servirá para señalar directamente el ordenamiento local
aplicable al supuesto en cuestión, y las conexiones que la formen
identificarán una ley en concreto dentro del propio territorio del
Estado5. En ese caso la sucesión de nuestro alemán se ordenará conforme al ordenamiento balear. Entre los Instrumentos europeos encontramos cláusulas de este tipo en el Convenio de Roma de 1980
y en el Reglamento Roma I y Roma II6.
En cambio, en una cláusulas de “remisión indirecta” la norma de
conflicto se limita a identificar el ordenamiento aplicable y cuando
éste sea plurilegislativo la legislación local, especial o particular que
dentro del territorio estatal vaya a solucionar el supuesto deberá ser
determinada por las propias normas previstas en dicho Estado para
solucionar sus conflictos internos. En nuestro caso por las normas de
Derecho interregional7.
¿Qué hace el Reglamento? El Reglamento en su artículo 36 para el
caso en que la norma de conflicto del artículo 21 se remita a un Estado con más de un sistema jurídico o, lo que es lo mismo, a un ordenamiento plurilegislativo, ha optado por introducir una cláusula de
4Cfr. SAÉNZ
DE SANTA MARÍA, Mª. P., “El artículo 12.5 del Código Civil y el problema
de la remisión a un sistema plurilegislativo”, RGLJ; 1978, pp. 59-75, p. 60.
5 Es una solución especialmente utilizada en los ordenamientos que equiparan los con-
flictos internacionales a los conflictos internos y tiene su origen en los sistemas de common law que asemejan las unidades territoriales particulares con los Estados.
6 Art 19 Roma, art 25, Roma II.
7 El Derecho autónomo español instaura un sistema de remisión indirecta en virtud del
art. 12.5 del CC. al señalar que:
“(...) cuando una norma de conflicto remita a la legislación de un Estado en el que coexistan diferentes sistemas legislativos, la determinación del que sea aplicable entre ellos se
hará conforme a la legislación de dicho Estado”.
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carácter indirecto. Ello ha supuesto un cambio de dirección respecto a la opción que se había tomado en la Propuesta que, por el contrario, optaba por una cláusula de remisión directa que presentaba
determinados problemas8. Finalmente el Reglamento dice así:
Art. 36 Reglamento. Estados con más de un sistema jurídico
En el caso de que la ley designada por el presente Reglamento fuera la
de un Estado que comprenda varias unidades territoriales con sus propias
normas jurídicas en materia de sucesiones, las normas internas sobre conflicto de leyes en dicho Estado determinarán la unidad territorial correspondiente cuyas normas jurídicas regularan la sucesión.
De esta forma el artículo 36 del Reglamento nos remite a las normas internas del Estado en cuestión como encargadas de solucionar
el problema de cuál de las potenciales leyes estatales será aplicable
para señalar la ley finalmente aplicable. Tal remisión a nuestro sistema nos lleva a aplicar el art. 9.8 CC y la utilización de la vecindad
civil (art. 14CC) como criterio para señalar qué ordenamiento entre
los coexistentes va a ser aplicable. De este modo en el caso de un
nacional residente en Palma de Mallorca se entenderá que la Ley española es la aplicable y para despejar la posibilidad de que se aplique la Ley balear o no, deberemos acudir al Sistema español de Derecho interregional que como sabemos utiliza la vecindad civil como conexión a los ordenamientos civiles, forales o especiales9.
Por el contrario la cláusula de remisión directa que contenía la Propuesta de Reglamento equiparaba cada unidad territorial a un Estado
con lo que cuando la norma de conflicto del Reglamento se refería a
la residencia se entendía que era la residencia en esa unidad territorial
8 Artículo 28 PRLVST: “Sistemas no unificados, En el caso de que un Estado comprenda varias unidades territoriales con sus propias normas jurídicas en materia de sucesión
por causa de muerte, cada unidad territorial se considerará un Estado a efectos de la
determinación de la ley aplicable en virtud del presente Reglamento”.
9 El problema estaría en el caso de los extranjeros que no poseen vecindad civil.
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en particular la que iba a determinar la ley finalmente aplicable. La diferencia no es baladí, en el caso anterior del nacional alemán residente en
Mallorca, en función de este tipo de cláusulas se señalaba a la ley de su
residencia como ley directamente aplicable para ordenar su sucesión, es
decir no cabrían dudas acerca de la aplicación de la Ley Balear.
La cláusula de remisión indirecta, sin embargo, no responderá eficazmente en el caso de que el Estado al que se refiere no posea un
sistema específico para resolver los conflictos de leyes internos o
cuando teniéndolo carezca de los mecanismos adecuados para
ello10. En este caso, tal y como hace el Reglamento, es importante
que la cláusula de remisión indirecta sea complementada:
Art. 36 Reglamento. Estados con más de un sistema jurídico
A falta de tales normas internas sobre conflicto de leyes.
Toda referencia a la ley del Estado a que hace referencia el apartado 1 se
entenderá, a efectos de determinar la ley aplicable con arreglo a las disposiciones relativas a la residencia habitual del causante, como una referencia a la ley de la unidad territorial en la que éste hubiera tenido su residencia habitual en el momento del fallecimiento.
Como podemos observar la cláusula de remisión indirecta ha sido
completada por un segundo apartado en el que se integra una cláusula de remisión directa. Lo malo de este sistema es que únicamente resulta operativo cuando la norma de conflicto contenga conexiones que sean capaces de enlazar directamente el supuesto con
uno de los ordenamientos locales (el lugar de situación del bien, el
lugar de comisión del hecho, la residencia o el domicilio). Pero no
será así cuando la norma de conflicto integre la nacionalidad como
punto de conexión, en cuyo caso sería más eficaz la implantación de
un sistema de remisión indirecta que se remita al sistema estatal de
resolución de conflictos internos.
10 Así sucederá en nuestro sistema de Derecho interregional en el caso de los nacionales extranjeros residentes en nuestro país que carecen de vecindad civil.
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De hecho, debemos recordar que el Reglamento introduce la posibilidad de que a través de la professio iuris se elija como ley aplicable
para ordenar la sucesión la ley de la nacionalidad del causante en vez
de la ley de la residencia.Y si así fuera, el sistema de remisión directa contenido en el segundo de los apartados no sería operativo. Si la
nacionalidad a la que nos remite la norma de conflicto que va a ordenar la sucesión del causante coincide con la de un Estado de carácter plurilegislativo como, por ejemplo, el español el sistema de remisión directa no resultará suficiente para señalar cuál de las leyes de
las coexistentes en España será la definitivamente aplicable.
En atención a esta posibilidad cabria introducir una conexión subsidiaria que en ese caso nos remitiera otra vez bien al ordenamiento de la residencia habitual del causante o a aquel con el que presente los vínculos más estrechos con su sucesión o que se considere más vinculada al difunto. El Reglamento ha optado por esta última posibilidad:
Art. 36 Reglamento. Estados con más de un sistema jurídico
Toda referencia a la ley del Estado a la que hacer referencia el apartado 1,
se entenderá, a efecto de determinar la legislación aplicable con arreglo a las
disposiciones relativas a la nacionalidad del causante, como una referencia a
la ley de la unidad territorial con la que el causante hubiera tenido una vinculación más estrecha;
En último lugar, para los casos en los que existieran otro tipo de conexiones se prevé que la ley aplicable se determinará en función de
la ley de la unidad territorial en la que esté ubicado el elemento
pertinente.
Como podemos observar la opción adoptada por el Reglamento
puede tener sus consecuencias para el sistema de Derecho interregional español. Hasta el momento, como ya hemos mencionado, ante la
ausencia de una norma de carácter institucional o convencional, un
supuesto de sucesiones de carácter internacional se va a resolver de
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acuerdo al artículo 9.8 del CC que establece la nacionalidad como
punto de conexión para señalar la ley aplicable.Y en el caso de un supuesto interregional la nacionalidad se sustituirá por la vecindad civil.
(art. 14 CC). Así si estuviéramos ante un español de vecindad civil navarra residente en Madrid casado con una francesa y con bienes inmuebles en Francia según el sistema actual de DIpr de acuerdo al art.
9.8 del CC su sucesión se regirá por la ley de su nacionalidad, es decir
por la ley española y de entre las leyes españolas de acuerdo con nuestro sistema de Derecho interregional (art. 12. 5 CC) por la ley navarra que es la ley que corresponde a su vecindad civil.
Conforme al texto del Reglamento de sucesiones se aplica la residencia habitual del causante para resolver la sucesión y en este caso
esta seria la española. Ahora bien, en función de la cláusula de remisión indirecta la solución señalaría en primer lugar a la ley española y el sistema de Derecho interregional nos remitiría a la ley navarra en virtud de su vecindad civil navarra. En este caso dado que la
ley de la nacionalidad y de la residencia habitual coincide y ambos
se remiten al ordenamiento español no creo que el causante eligiera la ley de su nacionalidad para ordenar su sucesión, pero si así fuera
deberíamos acudir al segundo apartado del Reglamento, en este
caso habría que identificar cuál es la unidad territorial con la que
presenta una vinculación más estrecha y decidir si es la de la vecindad civil o la de la residencia: la Ley foral navarra con su amplia
libertad de testar o el Código civil.
2. La aplicación del Reglamento a los conflictos de leyes internos
La segunda cuestión que se nos plantea al hablar de interconexión
entre un futuro Reglamento europeo en materia de sucesiones y el
Derecho interregional español gira en torno a la viabilidad de extender la aplicación de este instrumento para resolver conflictos de
leyes puramente internos con independencia de que presenten o no
un elemento de internacionalidad. De ser así el Reglamento altera-
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ría todavía en mayor medida el sistema de Derecho interregional
que quedaría desplazado y perdería toda su operatividad.
De hecho, la sucesión de una persona con vecindad civil vasca cuya
última residencia habitual fuera Cataluña, casada con una persona
con vecindad civil vasca, e hijos de vecindad civil vasca nacidos en
el País Vasco se podría llegar a regir por la Ley catalana en directa
aplicación del criterio de la residencia habitual contenido en el instrumento europeo si se aplicara a las situaciones interregionales, desplazando al artículo 9.8 CC. Sin embargo se resolverá por la ley
vasca si se excluyeran los conflictos de leyes internos de su ámbito
de aplicación. Como podemos observar la diferencia es notable.
Si el Reglamento de sucesiones se aplica o no a los conflictos de leyes internos es una cuestión difícil de responder en tanto parte de
debate inicial directamente conectado con la circunstancia de la que
partíamos al inicio de esta comunicación; y es que en el ordenamiento español no existe un sistema específico de Derecho interregional y se promulga la unidad de soluciones (16.1 del CC). Por
tanto el sistema de Derecho internacional privado también se aplica para resolver los conflictos de leyes interregionales, aunque con
algunas matizaciones.
Ahora bien ¿podríamos llegar a entender que la remisión del artículo 16 del CC a las normas de Derecho internacional privado para
resolver los conflictos interregionales incluye al Reglamento? es
decir ¿incluye esa remisión a las fuentes de origen europeo? o ¿únicamente se remite al viejo sistema y a las fuentes de origen interno?
O lo que es lo mismo, si el sistema de Derecho internacional privado de origen interno, es decir el art. 9.8 CC, es desplazado por la
normativa europea y éste es el que se aplica para resolver los conflictos de leyes interregionales, ¿qué aplicaremos para resolver los
conflictos internos? La respuesta dependerá de si se extiende o no
el Reglamento a la resolución de conflictos de leyes internos. Si así
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fuera, se aplicará directamente el Reglamento en tanto ha desplazado al sistema autónomo; por el contrario si no se aplicará seguiríamos remitiéndonos al artículo 9.8 del CC, que pasaría a utilizarse
para resolver únicamente los conflictos de leyes internos. Ello supondría que el artículo 9.8 del CC se terminará aplicando únicamente para resolver conflictos de leyes internos convirtiéndose en
una norma de especial de Derecho interregional cuando no fue
precisamente creada con esa intención.
En esta sentido no podemos olvidar que las medidas de origen europeo adoptadas en el ámbito de la cooperación judicial civil deben
tener “repercusión transfronteriza” (Art. 81 Tratado Lisboa) y ello en
principio desde el punto de vista normativo debería garantizar la
autonomía de los conflictos de leyes en los que no existe ningún
elemento de extranjería.
En un intento de aclarar el debate en torno a esta cuestión el Reglamento se ha encargado de integrar una cláusula de exclusión11 y en
el artículo 38 se refiere a esta contingencia al establecer que:
Art. 38 Reglamento
2. Un Estado miembro en el que las distintas unidades territoriales tengan sus propias normas jurídicas en materia de sucesiones no estará obligado a aplicar el presente Reglamento a los conflictos de leyes que se refieran únicamente a dichas unidades territoriales.
Ello implica que serán los Estados miembros los que decidan si
quieren o no aplicar directamente un futuro Reglamento para resolver los conflictos de leyes puramente internos. El Estado español
no se ha pronunciado al respecto, por lo que habrá que esperar a
despejar la cuestión a la práctica judicial.
11 Reglamento Roma II sobre ley aplicable a las obligaciones extracontractuales art. 25.
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4. CONCLUSIONES
En definitiva, para saber cómo va a afectar el Reglamento europeo en
materia de sucesiones y testamentos a nuestro sistema de Derecho
interregional debemos atender a la inclusión de la cláusula de remisión
a los ordenamientos plurilegislativos. El artículo 38 del Reglamento nos
permite dejar fuera de su ámbito de aplicación la resolución conflictos
de leyes interregioanales, lo que garantizara la autonomía de nuestro sistema de Derecho interregional que, en principio, podría seguir aplicándose para resolver los conflictos de leyes puramente internos o interregionales. A pesar de todo, seria deseable aprovechar la ocasión para elaborar un sistema propio de Derecho interregional que debería tener en
cuenta las nuevas soluciones que presenta el texto europeo.
Ahora bien, el Reglamento de sucesiones se va aplicar en todo caso a
los supuestos con carácter transfronterizo y ello ya supone un sustancial
cambio en el sistema actual de Derecho interregional y la potencial sustitución en determinados casos de interconexión de conflictos internacionales e internos de la vecindad civil por la residencia habitual. Al final
se plantea la convivencia de una diversidad de regimenes para regular
unos supuestos y otros, lo que por otro lado deja de comportar la deseada unidad de soluciones.
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ISSN: 2173-9102
D.L./L.G.: BI-1677-03
El Reglamento Sucesorio europeo
y sus implicaciones fiscales
ALBERTO ATXABAL RADA
Profesor Titular de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de
Deusto y Miembro de la Junta Directiva de la AVD/ZEA
Quisiera, en primer lugar, agradecer a la Academia Vasca de Derecho su
amabilidad al invitarme a esta jornada sobre el Reglamento Sucesorio
europeo, con el ánimo de abordar una norma que va a suponer un antes
y un después para las sucesiones en el ámbito intracomunitario europeo.
El honor de esta invitación es todavía mayor, si tomamos en consideración que, a su vez, se aprovecha este marco incomparable del Palacio Foral para celebrar el décimo aniversario de la Academia, institución a la
que me honro en pertenecer desde su constitución.Y desde aquí les deseo a todos los miembros de la Academia un venturoso futuro y que
vuelva a cumplir, cuando menos, otros diez años más.
1. INTRODUCCIÓN
Una vez finalizado el capítulo de salutación y agradecimientos, vayamos
entrando en materia. El sugerente tema que me propuso el Vicepresidente
de la Academia, D. Andrés Mª Urrutia Badiola, para mi intervención y que
trataré de exponer en las siguientes líneas versa sobre el Reglamento Sucesorio europeo y sus implicaciones fiscales. Como especialista en Derecho Financiero y Tributario, la primera duda que me surgió era qué nor mativa fiscal debía tener en cuenta. Las opciones eran múltiples: la nor mativa vizcaína, la alavesa, la guipuzcoana, la navarra, la estatal o de territorio
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común con todas sus variantes autonómicas, máxime si tenemos en cuenta
que la materia sucesoria se grava mediante el Impuesto sobre Sucesiones
y Donaciones y que este impuesto se encuentra cedido por el Estado a todas las Comunidades Autónomas de régimen común, y que cada una de
ellas han legislado sobre este impuesto lo que ha dado lugar a distintas regulaciones del Impuesto en todo el Estado.
Después de una mesurada valoración, mi elección recayó en la nor mativa fiscal vizcaína. Las razones de esta decisión son variadas. En primer
lugar, por una razón de cercanía. En segundo lugar, porque el Reglamento Sucesorio europeo hace referencia a distintas formas de disposición de la sucesión mortis causa, y entre ellas a los pactos sucesorios, a los
testamentos mancomunados, a figuras parecidas al comisario con poder
testatorio. En la actualidad es la normativa fiscal vizcaína la que tiene una
regulación fiscal más completa de todos estos supuestos, con independencia del juicio que nos merezca la concreta solución adoptada por la nor ma fiscal en cuestión. En la normativa fiscal de territorio común, sin embargo, no se tienen en cuenta los pactos sucesorios ni los testamentos
mancomunados, por poner dos ejemplos. Desde una perspectiva fiscal, es
como si no existieran, sin perjuicio de que haya alguna circular o alguna
contestación a consultas tributarias sobre estos extremos. Es por ello que
voy a analizar las implicaciones fiscales del Reglamento Sucesorio europeo en la normativa fiscal vizcaína.
Hay una circunstancia añadida que diferencia a los Reglamentos europeos de las leyes internas que estamos acostumbrados a interpretar. En
nuestro ámbito interno, a la hora de interpretar una norma jurídica diferenciamos claramente la voluntas legis que se deriva del texto articulado,
de la voluntas legislatoris que se suele recoger en las exposiciones de motivos, concediéndole a esta última un discreto segundo o tercer lugar como criterio de interpretación previsto en el artículo 3.1 del Código
civil, sin que en ningún caso constituya un criterio principal de inter pretación. Sin embargo, los considerandos del Reglamento Sucesorio
europeo, si bien no tendrán fuerza normativa, desarrollan y determinan
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el contenido de bastantes aspectos del texto articulado, como si de un
desarrollo reglamentario de la ley se tratase. Es evidente que estamos ante
una interpretación auténtica del mismo.
Y me refiero, por ejemplo, a un aspecto que tiene gran trascendencia
en el ámbito tributario. El texto articulado del Reglamento nos dice que
la ley aplicable a la sucesión será la de residencia habitual del causante, si
éste no elige expresamente que se aplique la ley correspondiente a su nacionalidad. El dilema se plantea en torno al concepto de residencia habitual. No se define en el Reglamento, o al menos, en su texto articulado
no hay mención alguna a qué se debe entender por residencia habitual
en el ámbito civil sucesorio. Si acudimos a los considerandos, encontramos una definición indeterminada de este concepto. Evidentemente, para mí como tributarista la definición es insuficiente tal y como expondré
en líneas posteriores. Tal vez para un civilista no sea necesario concretar
más, pero en Derecho Tributario estamos acostumbrados, se podría decir
que mal acostumbrados, a una definición mucho menos abierta de los
conceptos, es decir, que dejan un campo muy pequeño a la inter pretación, y no como hace el Reglamento con la residencia habitual. Es sólo
un ejemplo de la necesidad de acudir a los considerandos del Reglamento para tener un cabal conocimiento de su contenido y extensión. Es por
ello que en más de una ocasión, además de comentar el texto articulado,
acudiremos a los considerandos en busca de apoyo para una correcta
interpretación del Reglamento.
Pero vayamos por partes.
2. OBJETIVOS DEL REGLAMENTO SUCESORIO EUROPEO
En primer lugar, debemos hacer una valoración global muy favorable
de lo que va a suponer la introducción en el ordenamiento jurídico de
todos los Estados miembros de la Unión Europea la regulación prevista
en el Reglamento (UE) 650/2012, de 4 de julio de 2012. Baste la lectura
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del considerando 80º del mismo, para coincidir con los promotores del
Reglamento en la necesidad de la adopción de una norma de este tenor.
Considerando 80º: Dado que los objetivos del presente Reglamento,
a saber, la libre circulación de las personas, la organización por los ciudadanos europeos de su sucesión en el contexto de la Unión, y la protección
de los derechos de los herederos y legatarios y de las personas próximas
al causante, así como de los acreedores de la sucesión, no pueden ser alcanzados de manera suficiente por los Estados miembros y pueden, por consiguiente, lograrse mejor, debido a las dimensiones y los efectos del presente
Reglamento, a escala de la Unión, ésta puede adoptar medidas, de conformidad con el principio de subsidiariedad consagrado en el artículo 5 del
Tratado de la Unión Europea. De conformidad con el principio de proporcionalidad enunciado en dicho artículo, el presente Reglamento no excede de lo necesario para alcanzar esos objetivos.
Además, como indica el propio Reglamento en su considerando 27º,
esta regulación procura crear las mínimas distorsiones en la aplicación del
Derecho sucesorio por la autoridad competente. Cualquiera de nosotros
corroboraría la bondad de la aplicación de dichos objetivos con la mínima
injerencia de normativas extrañas, tal y como quiere el Reglamento.
Considerando 27º: Las normas del presente Reglamento están concebidas para garantizar que la autoridad que sustancie la sucesión aplique,
en la mayoría de los casos, su propio Derecho.
3. LA NO APLICACIÓN DEL REGLAMENTO AL ÁMBITO FISCAL
Centrándonos ya en lo que es el ámbito propiamente fiscal o tributario, después de leer un aviso en este sentido en el considerando 10ª,
nos topamos de bruces con la confirmación contenida en el artículo 1º,
donde se especifica el ámbito de aplicación del Reglamento, de que el
mismo no será aplicable a las cuestiones fiscales. Es una afirmación escueta pero contundente. Ciertamente, el considerando 10º es mucho
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más expresivo, y desarrolla la interpretación correcta de esta afirmación
del artículo 1º del Reglamento.
Artículo 1. Ámbito de aplicación
1. El presente Reglamento se aplicará a las sucesiones por causa de muerte. No será aplicable a las cuestiones fiscales, aduaneras y administrativas.
Considerando 10º: El presente Reglamento no se aplica a cuestiones fiscales ni a cuestiones administrativas de Derecho público. Por consiguiente,
debe corresponder al Derecho nacional determinar, por ejemplo, las modalidades de cálculo y pago de los tributos y otras prestaciones de Derecho público, ya se trate de tributos adeudados por el causante a fecha del fallecimiento, o de cualquier tipo de tributo relacionado con la sucesión que deba
ser abonado con cargo a la herencia o por los beneficiarios.También debe corresponder al Derecho nacional determinar si la entrega de bienes sucesorios
a los beneficiarios en virtud del presente Reglamento o la inscripción de los
bienes sucesorios en un registro pueden estar sujetas a tributación.
Esta última frase del considerando 10º, se concreta de manera indirecta en artículo 1.2.l) del Reglamento.
Artículo 1. Ámbito de aplicación
2. Quedarán excluidos del ámbito de aplicación del presente Reglamento: (…)
l) Cualquier inscripción de derechos sobre bienes muebles o inmuebles
en un registro, incluidos los requisitos legales para la práctica de los asientos, y los efectos de la inscripción o de la omisión de inscripción de tales
derechos en el mismo.
En el ámbito tributario, más que un requisito para la entrega de bienes
sucesorios o su inscripción en un registro, la necesidad de probar el pago
del impuesto, o al menos la presentación de la declaración correspondiente
en los casos de exención o prescripción del tributo, como decía más que
como un requisito de validez de la transmisión o la inscripción se configura como un impedimento, una prohibición, o un supuesto de responsabilidad subsidiaria del intermediario en la transmisión o en la inscripción
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El Reglamento Sucesorio europeo y sus implicaciones fiscales
que le convierten en deudor frente a la Hacienda Pública del pago del
tributo. La responsabilidad obliga al intermediario a verificar el previo
pago del impuesto por el contribuyente, antes de proceder a la transmisión
o inscripción de los bienes sucesorios, para evitar ser requerido por Hacienda al pago del tributo.
Pues bien, llegados a este punto, uno no sabe a qué carta quedarse y
reina la confusión. Resulta que el Vicepresidente de la Academia me propone un tema a desarrollar en una jornada y lo primero que dice el Reglamento nada más empezar, en su artículo 1º, es que mi intervención
ha quedado aparentemente vacía de contenido. Podría terminar aquí,
aseverando, tal y como hace el Reglamento Sucesorio europeo, que no
tiene implicaciones fiscales.
Sin embargo, si escarbamos un poco más en el articulado del Reglamento, observaremos que, a pesar de la dicción literal del citado artículo 1º,
en el mismo no se contiene toda la verdad. ¿Por qué? Porque el Derecho
tributario es un derecho adjetivo, no sustantivo, es decir, es un derecho que
se aplica sobre realidades o negocios jurídicos preexistentes.Y por tanto, en
la medida en que el Reglamento Sucesorio europeo incida en estas situaciones preexistentes estará afectando al Derecho tributario, aunque lo haga
de manera indirecta. Vamos a comprobarlo claramente con la deter minación de la ley civil aplicable a la sucesión que establece el Reglamento.
4. LA LEY CIVIL APLICABLE
El Reglamento, en sus artículos 21 y 22, prevé dos criterios principales para establecer la ley civil aplicable a una sucesión: la ley que corresponda con la residencia habitual del causante en el momento de su fallecimiento, o la ley de su nacionalidad, si difiere de la residencia habitual, siempre que la haya elegido expresamente. También se recoge algún
otro criterio subsidiario como el del especial vínculo con un territorio
distinto a la residencia habitual.
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Artículo 21. Regla general
1. Salvo disposición contraria del presente Reglamento, la ley aplicable
a la totalidad de la sucesión será la del Estado en el que el causante tuviera su residencia habitual en el momento del fallecimiento.
2. Si, de forma excepcional, resultase claramente de todas las circunstancias del caso que, en el momento del fallecimiento, el causante mantenía un vínculo manifiestamente más estrecho con un Estado distinto del
Estado cuya ley fuese aplicable de conformidad con el apartado 1, la ley
aplicable a la sucesión será la de ese otro Estado.
Artículo 22. Elección de la ley aplicable
1. Cualquier persona podrá designar la ley del Estado cuya nacionalidad posea en el momento de realizar la elección o en el momento del fallecimiento. (…)
4. Cualquier modificación o revocación de la elección de la ley deberá
cumplir los requisitos formales aplicables a la modificación o la revocación
de las disposiciones mortis causa.
Asimismo, el Reglamento prevé situaciones jurídicas como las que se
dan entre nosotros, con varias legislaciones civiles en materia sucesoria.
El artículo 36 del Reglamento hace prevalecer las normas internas sobre
conflicto de leyes contenidas en el Código civil, a la hora de determinar
la ley civil aplicable a la sucesión. Y solo en ausencia de dichas normas,
el Reglamento se aventura por conceptos que no casan con la vecindad
civil prevista en el Código civil, como puede ser la residencia habitual
del causante.
Artículo 36. Estados con más de un sistema jurídico – conflictos territoriales
de leyes
1. En el caso de que la ley designada por el presente Reglamento fuera
la de un Estado que comprenda varias unidades territoriales con sus propias normas jurídicas en materia de sucesiones, las normas internas sobre
conflicto de leyes de dicho Estado determinarán la unidad territorial correspondiente cuyas normas jurídicas regularán la sucesión.
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2. A falta de tales normas internas sobre conflicto de leyes:
a) toda referencia a la ley del Estado a que hace referencia el apartado
1 se entenderá, a efectos de determinar la ley aplicable con arreglo a las
disposiciones relativas a la residencia habitual del causante, como una referencia a la ley de la unidad territorial en la que este hubiera tenido su
residencia habitual en el momento del fallecimiento;
b) toda referencia a la ley del Estado a que hace referencia el apartado
1 se entenderá, a efectos de determinar la ley aplicable con arreglo a las
disposiciones relativas a la nacionalidad del causante, como una referencia
a la ley de la unidad territorial con la que el causante hubiera tenido una
vinculación más estrecha;
c) toda referencia a la ley del Estado a que hace referencia el apartado
1 se entenderá, a efectos de determinar la ley aplicable con arreglo a
cualesquiera otras disposiciones relativas a otros elementos que sean factores de vinculación, como una referencia a la ley de la unidad territorial en
la que esté ubicado el elemento pertinente
Eso sí, el considerando 37º del Reglamento nos aclara que a una sucesión sólo le resultará aplicable una ley civil, lo cual puede dar lugar a algún
conflicto en el ámbito civil si la sucesión no se produce en un solo acto y
se cambia la nacionalidad o la residencia habitual entre los distintos momentos en que se transmite la sucesión. No es mi intención entrar a debatir
cuestiones civiles por lo que simplemente dejo apuntada la situación.
Considerando 37º: Para que los ciudadanos puedan aprovechar, respetando en todo momento la seguridad jurídica, las ventajas que ofrece el
mercado interior, el presente Reglamento debe permitirles conocer cuál será
la legislación aplicable a su sucesión. Además, deben introducirse normas
armonizadas en materia de conflicto de leyes para evitar resultados contradictorios. La norma principal debe garantizar que la sucesión se rija por
una ley previsible, con la que guarde una estrecha vinculación. Por
motivos de seguridad jurídica y para evitar la fragmentación de la sucesión, es necesario que esta ley rija la totalidad de la sucesión, es decir, todos los bienes y derechos, con independencia de su naturaleza y de si es-
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tán ubicados en otro Estado miembro o en un tercer Estado, que formen
parte de la herencia.
Este es el campo de juego de la norma fiscal para su aplicación: una
ley civil que corresponde a la nacionalidad o a la residencia habitual del
causante. En la mayoría de los supuestos, la regulación material de la ley
civil no tiene mayores consecuencias en el ámbito fiscal. En otras palabras, que la ley civil regule una transmisión sucesoria por vía testamentaria, a través de sustituciones fideicomisarias, por vía legal, mediante
pacto sucesorio, etcétera, no afecta en principio al ámbito tributario. Lo
relevante a efectos tributarios será el momento en que se entienda producida la transmisión de los bienes sucesorios, o si se quiere seguir la definición del hecho imponible del Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones, el momento en que se entiende producida la adquisición de bienes y derechos por el heredero o legatario, independientemente de la figura sucesoria mediante la que se produzca esta transmisión.
Desde una perspectiva tributaria, uno de los mayores problemas es cómo entendemos el concepto de residencia habitual en el ámbito civil.
Existe un concepto fiscal de residencia habitual. No obstante, el Reglamento no utiliza este concepto. Tampoco define el concepto civil de residencia habitual en su articulado aunque lo menciona de forma indirecta
en su artículo 10, cuando está fijando la competencia de las autoridades
competentes para aplicar la ley sucesoria civil. El artículo 10.1.b) se refiere
al transcurso de un plazo de cinco años, sin que quede claro que dicho
plazo constituya un elemento temporal de la residencia habitual.
Para intentar aclarar el concepto civil de residencia habitual, según el
Reglamento Sucesorio europeo, debemos acudir a los considerandos
23º, 24º y 25º, respectivamente.
Considerando 23º: Habida cuenta de la creciente movilidad de los ciudadanos y con el fin de asegurar la correcta administración de justicia en
la Unión y de garantizar que exista un nexo real entre la sucesión y el
Estado miembro en que se ejerce la competencia, el presente Reglamento
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debe establecer como nexo general, a efectos de la determinación tanto de
la competencia como de la ley aplicable, la residencia habitual del causante
en el momento del fallecimiento. Con el fin de determinar la residencia
habitual, la autoridad que sustancie la sucesión debe proceder a una
evaluación general de las circunstancias de la vida del causante durante los
años precedentes a su fallecimiento y en el momento del mismo, tomando
en consideración todos los hechos pertinentes, en particular la duración y
la regularidad de la presencia del causante en el Estado de que se trate,
así como las condiciones y los motivos de dicha presencia. La residencia
habitual así determinada debería revelar un vínculo estrecho y estable con
el Estado de que se trate teniendo en cuenta los objetivos específicos del
presente Reglamento.
Considerando 24º: En algunos casos, determinar la residencia habitual
del causante puede revelarse complejo.Tal sería el caso, en particular, cuando por motivos profesionales o económicos el causante hubiese trasladado
su domicilio a otro país para trabajar en él, a veces por un período prolongado, pero hubiera mantenido un vínculo estrecho y estable con su Estado de origen. En tal caso, dependiendo de las circunstancias, podría considerarse que el causante tenía su residencia habitual en su Estado de origen, en el que estaba situado el centro de interés de su familia y su vida
social. También podrían suscitarse otras situaciones complejas cuando el
causante haya residido en diversos Estados alternativamente o viajado de
un Estado a otro sin residir permanentemente en ninguno de ellos. Si el
causante fuera nacional de uno de dichos Estados o tuviera sus principales
bienes en uno de ellos, la nacionalidad de aquel o la localización de dichos
bienes podrían constituir un factor especial en la evaluación general de todas las circunstancias objetivas.
Considerando 25º: Por lo que respecta a la determinación de la ley
aplicable a la sucesión, en casos excepcionales en los que, por ejemplo, el
causante se haya mudado al Estado de su residencia habitual poco tiempo
antes de su fallecimiento, y todas las circunstancias del caso indiquen que
aquel tenía un vínculo manifiestamente más estrecho con otro Estado, la
autoridad que sustancie la sucesión puede llegar a concluir que la ley
aplicable a la sucesión no sea la ley del Estado de residencia habitual del
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causante sino la ley del Estado con el que el causante tenía un vínculo
manifiestamente más estrecho. No obstante, la vinculación manifiestamente más estrecha no debe emplearse como nexo subsidiario cuando la
determinación de la residencia habitual del causante en el momento de su
fallecimiento resulte compleja.
Recapitulemos. Desde una perspectiva civil, por tanto, la residencia
habitual se deducirá de las circunstancias de la vida del causante durante
los años precedentes a su fallecimiento. ¿Cuántos años se deben tener en
cuenta? Evidentemente, el plural nos obliga a pensar que, como mínimo
serán dos, y el citado artículo 10.1.b) del Reglamento impedía considerar residente habitual en un territorio a quien no lo era desde hacía cinco años. Por tanto, un mínimo de dos años y un máximo de cinco años.
Las circunstancias de la vida a tener en cuenta son la duración y regularidad de la presencia del causante en el territorio. Por ejemplo, un jubilado alemán que está todos los años durante los meses de invierno en las
Islas Canarias, ¿sería residente a efectos de este Reglamento? El considerando 23º nos dice que valoremos las condiciones y los motivos de la
presencia en el territorio. Para que se establezca la residencia habitual,
asimismo, debe tratarse de un vínculo estrecho y estable. A pesar de todas
estas características del residente habitual, sigo sin saber si el jubilado alemán es o no residente a efectos civiles.
A continuación, se analizan otros supuestos problemáticos. Por ejemplo, cuando el causante trabaja en un Estado pero tiene su centro de interés en otro Estado. En el ámbito civil, a diferencia del tributario, el
centro de interés no hace referencia a la obtención de rentas sino a los
vínculos familiares y de vida social. U otro ejemplo, el causante que no
per manece en un Estado sino que se traslada continuamente de un Estado a otro; en este caso, nos olvidamos de la residencia habitual y acudimos a la nacionalidad o a la localización de sus principales bienes. Este
último criterio tiene cierto parecido con la determinación de la residencia habitual de las personas jurídicas a efectos fiscales; no obstante, en
el ámbito tributario se tienen en cuenta los bienes inmuebles, mientras
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que en el ámbito civil del Reglamento Sucesorio europeo no sabemos
cuáles son los principales bienes, si los inmuebles o los muebles, o depende de la composición del patrimonio de cada causante.
Por último, se fija una regla antifraude para evitar lo que podríamos
llamar el turismo jurídico-civil, de modo similar a las reglas que impiden
el “turismo fiscal”. Cuando el causante se muda poco tiempo antes de su
fallecimiento a un Estado, su residencia habitual será la del Estado de origen si allí tenía un vínculo manifiestamente más estrecho. ¿Cuánto es
“poco tiempo antes”?, ¿un mes?, ¿seis meses?, ¿un año? Para desesperación de los tributaristas, no se nos dice.
En el ámbito tributario, la residencia habitual es una situación de hecho
que se define por una delimitación temporal cierta. Así, en el Impuesto
sobre Sucesiones y Donaciones, las personas físicas tienen su residencia habitual en Bizkaia aplicando sucesivamente las siguientes reglas:
1.ª Cuando permaneciendo en el País Vasco un mayor número de
días del año inmediatamente anterior, contado de fecha a fecha, que finalice el día anterior al de devengo del Impuesto, el
período de permanencia en el Territorio Histórico de Bizkaia
sea mayor que en el de cada uno de los otros dos Territorios
Históricos.
Salvo prueba en contrario, se considerará que una persona física permanece en el territorio vizcaíno cuando radique en él
su vivienda habitual.
2.ª Cuando tenga en Bizkaia su principal centro de intereses.
3.ª Cuando sea Bizkaia el territorio de su última residencia declarada a efectos del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas.
Es decir, la permanencia durante más días del año anterior al devengo
del Impuesto en un territorio, o en su defecto, el principal centro de intereses, o por último, la última residencia declarada serán los criterios para
fijar la residencia habitual a efectos fiscales. Como vemos, el concepto ci-
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vil y el concepto fiscal de residencia habitual no coinciden. Fiscalmente
bastan seis meses de permanencia en un territorio mientras que civilmente hacen falta como mínimo dos años u otro tipo de vinculación personal.
Estas diferencias en los puntos de conexión de las normas civiles y las
fiscales provoca que pueda resultar aplicable a una sucesión regulada por
una ley civil de cualquier Estado miembro de la Unión Europea, la nor mativa fiscal vizcaína. Por esta vía, entra la normativa civil de toda Europa, ya no sólo la distintas legislaciones civiles vigentes en el Estado, como
sucedía hasta ahora. Evidentemente, esta circunstancia desborda por
completo mi intervención. Donde parecía de la lectura del artículo 1º
del Reglamento, que fiscalmente no había nada que decir, hemos pasado
a la situación contraria, deberíamos poder analizar la normativa sucesoria
de los por ahora 24 Estados miembros de la Unión (uno más cuando entre en vigor este Reglamento Sucesorio europeo), para ver cómo se cohonestan con la regulación fiscal prevista en Bizkaia en el Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones.
Y viceversa, por la misma vía, a nuestro querido Derecho civil foral se
le puede acabar aplicando la normativa fiscal de cualquier Estado miembro de la Unión Europea.
No es posible que la norma foral de Bizkaia prevea todas las figuras
sucesorias europeas. Evidentemente, esta labor exigirá la aplicación de la
analogía en aquellas figuras sucesorias que se asemejen a las previstas en
la normativa del Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones, eso sí, siempre dentro de los límites que se marca el artículo 13 de la Norma Foral
2/2005,de 10 de marzo, General Tributaria de Bizkaia para la aplicación
de la analogía. Es decir, que no se admitirá la analogía para extender más
allá de sus términos estrictos el ámbito del hecho imponible, de las exenciones y demás beneficios o incentivos fiscales.
Pongamos dos rápidos ejemplos de situaciones que se pueden llegar a
producir. Por ejemplo, una persona que ha vivido hasta hace ocho meses
en Finlandia y se ha trasladado a Bizkaia, donde fallece. Además, en este
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ejemplo la cosa se complica un poco más puesto que, como el causante
no ha adquirido su residencia habitual fiscal en Bizkaia con cinco años
de antelación a su fallecimiento no podrá aplicársele la normativa fiscal
vizcaina. En este supuesto, la ley civil aplicable será la finesa porque es
residente habitual en Finlandia a efectos civiles; la Hacienda competente
para exaccionar el Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones será la vizcaína porque es residente habitual en Bizkaia a efectos fiscales; y por último, la normativa fiscal aplicable será la de territorio común porque no
han pasado cinco años desde que adquirió la residencia habitual fiscal en
Bizkaia hasta que ha fallecido. Segundo ejemplo, un extranjero, un finés,
que ha elegido expresamente la ley civil de su nacionalidad para regular
su sucesión, y que reside fiscalmente en Bizkaia desde hace más de cinco
años. La ley civil sucesoria, la finesa; la Hacienda competente, la vizcaína;
y la normativa fiscal aplicable, también la vizcaina.
5. EL PACTO SUCESORIO CON EFICACIA DE PRESENTE
Como hemos adelantado en líneas precedentes, el ámbito sucesorio
que regula el Reglamento Sucesorio europeo se circunscribe a las sucesiones por causa de muerte. De ahí que tanto la definición de sucesión
como la definición de pacto sucesorio que realiza el artículo 3 del Reglamento limiten la aplicación de los conceptos de «sucesión» y «pacto
sucesorio» a las transmisiones mortis causa.
Artículo 3.Definiciones
1. A los efectos del presente Reglamento, se entenderá por:
a) «sucesión»: la sucesión por causa de muerte, abarcando cualquier
forma de transmisión mortis causa de bienes, derechos y obligaciones, ya
derive de un acto voluntario en virtud de una disposición mortis causa o
de una sucesión abintestato;
b) «pacto sucesorio»: todo acuerdo, incluido el resultante de testamentos
recíprocos, por el que se confieran, modifiquen o revoquen, con o sin con-
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traprestación, derechos relativos a la sucesión o las sucesiones futuras de
una o más personas que sean partes en dicho acuerdo;
Es más, el considerando 11º del Reglamento circunscribe su ámbito a
la sucesión, entendida en todo caso como sucesión mortis causa, tal y como se define en el artículo 3 del mismo.
Considerando 11º: El presente Reglamento no debe aplicarse a ámbitos del Derecho civil distintos de la sucesión.
De todo lo cual parecería deducirse que los pactos sucesorios con eficacia de presente que regula el Derecho civil foral vasco no son sucesiones. Desde luego que no lo son a efectos del Reglamento Sucesorio
europeo. Y, sin embargo, para nosotros tanto desde una perspectiva civil
como desde una perspectiva fiscal, los pactos sucesorios con eficacia de
presente sí son sucesiones, si bien en los últimos tiempos en el ámbito
fiscal se han limitado más los supuestos que se califican como pactos sucesorios de presente para diferenciarlos de las donaciones u otras transmisiones gratuitas e inter vivos.
El reglamento menciona de forma implícita a los pactos sucesorios
con eficacia de presente para someter a la ley civil de la sucesión las consecuencias de dichas transmisiones una vez fallecido el causante.
Considerando 14º: Los bienes, derechos y acciones creados o transmitidos por otros medios distintos de la sucesión, por ejemplo mediante liberalidades, también deben quedar fuera del ámbito de aplicación del presente
Reglamento. Con todo, debe ser la ley que el presente Reglamento considere
como la ley aplicable a la sucesión la que determine si las liberalidades o
cualquier otra forma de disposición inter vivos que tenga por efecto la adquisición de un derecho real con anterioridad al fallecimiento deben ser reintegrados o tenerse en cuenta a los efectos del cálculo de las cuotas hereditarias
de los beneficiarios según la ley aplicable a la sucesión.
Estas reglas, sin embargo, pueden provocar la aplicación de más de una
ley en la sucesión, cuestión civil que no me compete abordar, con las
consecuencias fiscales de haber considerado la transmisión en virtud del
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pacto sucesorio de presente como una forma de sucesión o una parte de
la sucesión del causante, por lo que podrían acabar aplicándose varias
normativas fiscales sobre una misma sucesión. Simplemente, dejo planteada la cuestión que requiere una reflexión con mayor profundidad que
supera los objetivos que persigue mi intervención.
Otra situación derivada de la existencia de los pactos sucesorios con
eficacia de presente es la posibilidad de que la transmisión sucesoria del
patrimonio se produzca en varios actos. Vamos a imaginar que la ley de
la sucesión, según el Reglamento prohíbe la celebración de pactos sucesorios con eficacia de presente, pero la ley civil aplicable cuando se hizo
el pacto de presente sí lo admitía. ¿Se debería anular el pacto sucesorio
con eficacia de presente que se hizo en su día? ¿Qué sucede con el impuesto que gravó el pacto sucesorio con eficacia de presente si se aplica
otra ley fiscal en la sucesión mortis causa?
6. DOCUMENTOS PÚBLICOS
La normativa fiscal vizcaína es parca en lo que se refiere a la documentación que pueda proceder del extranjero y que se deba presentar para la
correcta aplicación del Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones. En concreto, el artículo 24.2 del Decreto Foral Normativo 3/1993, de 22 de junio, por el que se aprueba el Texto Refundido de la Norma Foral 2/1989,
de 15 de febrero, del Impuesto sobre sucesiones y donaciones de Bizkaia,
se refiere a las escrituras autorizadas por funcionarios extranjeros, para las
que el plazo de prescripción se computará desde la fecha de su presentación ante cualquier Administración española, salvo que un Tratado, Convenio o Acuerdo Internacional, suscrito por España, fije otra fecha para el
inicio de dicho plazo.
El Reglamento Sucesorio europeo, sin embargo, da entrada con fuerza
vinculante a documentos públicos y resoluciones judiciales de otros Estados miembros de la Unión Europea. Es evidente que la normativa fiscal va
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a requerir de una adecuación a los nuevos tiempos. El Reglamento prevé
un procedimiento consultivo para que tengan valor probatorio los documentos públicos de un Estado miembro en otro Estado.
Articulo 59.1.in fine.
Aquellas personas que deseen utilizar un documento público en otro
Estado miembro podrán solicitar a la autoridad que lo expidió en el Estado miembro de origen que cumplimente el formulario establecido de
acuerdo con el procedimiento consultivo a que se refiere el artículo 81,
apartado 2. En dicho formulario se detallará el valor probatorio que el
documento público tenga en el Estado miembro de origen.
Considerando 60º: Con el fin de tener en cuenta los distintos sistemas
para sustanciar sucesiones en los Estados miembros, el presente Reglamento
debe garantizar la aceptación y la fuerza ejecutiva en todos los Estados
miembros de los documentos públicos en materia de sucesiones.
Y sin duda, la estrella entre los documentos públicos internacionales
es el certificado sucesorio europeo. Este certificado permite corroborar
los extremos de la sucesión, y en consecuencia, legitima la transmisión
de bienes y derechos que se lleven a cabo respetando las situaciones jurídicas recogidas en el certificado, pero se cuida muy mucho de que en
todo caso se paguen los pertinentes impuestos, por ejemplo en la inscripción de bienes en un registro público.
Artículo 69
5. El certificado será un título válido para la inscripción de la adquisición hereditaria en el registro competente de un Estado miembro, sin
perjuicio de lo dispuesto en el artículo 1, apartado 2, letras k) y l).
Considerando 18º: En particular, el certificado sucesorio europeo
expedido en virtud del presente Reglamento debe constituir un documento válido para inscribir los bienes sucesorios en el registro de un Estado
miembro. Ello no debe impedir que las autoridades que tramiten la inscripción puedan pedir a la persona que la solicita que presente la información o los documentos adicionales requeridos en virtud de la ley del
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Estado miembro en el que esté situado el registro, por ejemplo información
o documentos relativos al pago de impuestos.
7. TRONCALIDAD
El Reglamento Sucesorio europeo respeta, a grandes rasgos, la troncalidad vizcaína. Por tanto, las reglas fiscales relativas a la troncalidad,
como la inexistencia de excesos de adjudicación con ocasión de la transmisión de bienes troncales, serán también aplicables a los no residentes
que reciban bienes troncales, y en consecuencia, deban tributar en Bizkaia. El artículo 30 del Reglamento recoge esta previsión.
Artículo 30. Disposiciones especiales que imponen restricciones relativas o aplicables a la sucesión de determinados bienes
Cuando la ley del Estado donde se encuentren situados determinados
bienes inmuebles, empresas u otras categorías especiales de bienes contenga
disposiciones especiales que, por razones de índole económica, familiar o
social, afecten o impongan restricciones a la sucesión de dichos bienes, se
aplicarán a la sucesión tales disposiciones especiales en la medida en que,
en virtud del Derecho de dicho Estado, sean aplicables con independencia
de la ley que rija la sucesión.
Considerando 54º: Por consideraciones económicas, familiares o sociales, determinados bienes inmuebles, determinadas empresas y otras categorías especiales de bienes están sometidos a normas especiales en el Estado
miembro de ubicación que establecen restricciones sobre la sucesión respecto
de esos bienes o que afectan a la misma. Conviene que el presente Reglamento garantice la aplicación de esas normas especiales. No obstante,
para que pueda seguir siendo compatible con el objetivo general del presente Reglamento, esta excepción a la ley aplicable a la sucesión ha de interpretarse en sentido estricto. Por consiguiente, ni las normas de conflictos
de leyes que somete a muebles e inmuebles a leyes diferentes ni las disposiciones que prevén una legítima superior a la establecida en la ley aplicable a la sucesión en virtud del presente Reglamento pueden considerarse
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normas especiales que imponen restricciones sobre la sucesión respecto de
esos bienes o que afectan a la misma.
8. LOS ACREEDORES DEL CAUSANTE
El considerando 46º del Reglamento Sucesorio europeo establece unas
medidas cautelares para que los posibles acreedores del causante no vean
defraudados sus derechos por no haber tenido conocimiento de la existencia de bienes y derechos de la herencia contra los que poder acudir.
Considerando 46º: El presente Reglamento debe prever la facilitación de
información sobre la apertura de la sucesión a los posibles acreedores de Estados miembros distintos de aquel en el que se encuentren los bienes y
derechos de la herencia. Por consiguiente, en el contexto de la aplicación del
presente Reglamento se debe tener en cuenta la posibilidad de crear un
mecanismo, en su caso por medio del portal de justicia en red, que permita
a los posibles acreedores de otros Estados miembros acceder a la información
pertinente, de manera que puedan dar a conocer sus reclamaciones.
Esta salvaguarda de los derechos de los acreedores a través del portal
de justicia en red obligará a nuestras Haciendas públicas a modificar sus
hábitos de funcionamiento si quieren cobrar las deudas tributarias en
aquellos supuestos en que el causante sea deudor frente a la Hacienda
pública por cualquier tributo, más allá del ámbito del Impuesto sobre
Sucesiones y Donaciones donde generalmente los deudores son los herederos y no los causantes de la herencia.
9. SUCESIÓN VACANTE
Otra cuestión adicional, en este caso para regocijo de nuestras Diputaciones Forales, es que el artículo 33 del Reglamento respeta el derecho
que tienen a adquirir la herencia que ha quedado vacante, siempre que
acepten a beneficio de inventario. Si bien no estamos ante una cuestión
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tributaria propiamente dicha puesto que ese derecho no constituye un tributo, se trata de un ingreso patrimonial en los presupuestos de los entes
forales, materia ésta que sí regula el Derecho Financiero y Tributario y
cuyo comentario no he podido evitar. En concreto, es el artículo 73 de la
Ley 3/1992 el que establece este derecho de las Diputaciones Forales.
Artículo 33 del Reglamento Sucesorio europeo. Sucesión vacante
En la medida en que, conforme a la ley aplicable a la sucesión determinada por el presente Reglamento, no hubiera heredero ni legatario de ningún bien en virtud de una disposición mortis causa, ni ninguna persona física llamada por esa ley a la sucesión del causante, la aplicación de dicha
ley no será obstáculo para que un Estado miembro o una entidad designada
por dicho Estado miembro pueda tener el derecho de apropiarse, en virtud
de su propia ley, de los bienes hereditarios que se encuentren situados en su
territorio, siempre y cuando los acreedores puedan obtener satisfacción de sus
créditos con cargo a los bienes de la totalidad de la herencia.
Considerando 56º: En algunos casos, puede ocurrir que ninguna persona reclame una herencia. Los distintos ordenamientos jurídicos tienen
disposiciones distintas para esas situaciones. En algunos sistemas jurídicos,
por ejemplo, el Estado puede reclamar la herencia vacante como si fuera un
heredero con independencia de la ubicación de los bienes. En otros ordenamientos jurídicos, el Estado puede apropiarse solo de los bienes ubicados en
su territorio. Por consiguiente, el presente Reglamento debe establecer una
norma que disponga que la ley aplicable a la sucesión no debe obstar para
que un Estado miembro pueda apropiarse en virtud de su propia legislación de los bienes ubicados en su territorio. No obstante, para garantizar
que esta norma no perjudique a los acreedores de la herencia, se ha de añadir la condición de que los acreedores de la herencia deben poder procurar
la satisfacción de sus reclamaciones con cargo a los bienes y derechos de la
herencia con independencia de la ubicación de estos.
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ALBERTO ATXABAL RADA
El Reglamento Sucesorio europeo y sus implicaciones fiscales
10. EL PAGO DE TASAS JUDICIALES
Quisiera traer una última cuestión que me ha llamado la atención
porque está de actualidad permanente. Me refiero a la exención de las
tasas judiciales en los procedimientos relativos a la declaración de fuerza
ejecutiva de las resoluciones provenientes de otros Estados miembros de
la Unión Europea, tal y como establece el artículo 58 del Reglamento.
Artículo 58. Exención de impuestos, derechos y tasas
El Estado miembro de ejecución no percibirá impuesto, derecho ni tasa
alguna, proporcional al valor del litigio, en los procedimientos relativos a
la declaración de fuerza ejecutiva.
Esta ha querido ser una pequeña reflexión a vuela pluma de las implicaciones que el Reglamento Sucesorio europeo va a generar en el
ámbito tributario. No quiero aburrirles más. ¡Muchas gracias por la atención que me han prestado!
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ISSN: 2173-9102
D.L./L.G.: BI-1677-03
La estabilidad presupuestaria y
el autogobierno vasco en el marco estatal
EDRIGA ARANBURU AGIRRE
Licenciado en Derecho - Especialidad económica
Doctorando de la Universidad de Deusto y Abogado
INTRODUCCIÓN
En el verano de 2011 vivimos una reforma de la Constitución Española, hecho que no se veía desde el año en el que se modificó la Constitución para poder incorporar un precepto del Tratado de Maastricht.
Esta vez, como la anterior, dicho cambio obedeció a las directrices de la
Unión Europea teniendo como objetivo final salir de esta crisis económica y financiera que asola Europa, obligando a que todas las Administraciones Públicas adecuen sus actuaciones al principio de estabilidad
presupuestaria. Para ello, desde la Unión Europea se han creado distintos
mecanismos que tienen como finalidad exigir a los Estados miembros
que modifiquen sus respectivas constituciones para poder constitucionalizar las normas presupuestarias en materia de déficit y deuda pública.
En España dicha reforma constitucional modificó el contenido del
artículo 135 de la Carta Magna, introduciendo al máximo nivel normativo de nuestro ordenamiento jurídico una regla fiscal que limita el déficit público de carácter estructural y limita la deuda pública al valor de
referencia del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea. El contenido del nuevo artículo 135 fue desarrollado mediante la Ley Orgánica
2/2012 de estabilidad presupuestaria y sostenibilidad financiera dando
así cumplimiento al mandato constitucional. Tanto el precepto constitu-
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La estabilidad presupuestaria y el autogobierno vasco en el marco estatal
cional como la ley orgánica son de aplicación para todas las administraciones públicas del Estado, incluidas las de la Comunidad Autónoma del
País Vasco.
Este trabajo tiene como finalidad analizar el impacto de dichas normas en la Comunidad Autónoma del País Vasco, ya que, al tener el sistema fiscal propio del Concierto Económico, la aplicación de la estabilidad presupuestaria es distinta a la del resto del Estado Español, a excepción de la Comunidad Foral de Navarra. El trabajo pretende, asimismo,
dar solución a los problemas surgidos de la aplicación de la Ley dada la
singularidad existente.
El trabajo está dividido en cinco partes además de esta introducción. En
la primera parte, se analizan el principio de la estabilidad presupuestaria en
España con los cambios legislativos más importantes que ha habido durante los últimos años, con tal de entender el porqué de la modificación de la
Constitución Española. Además, se explica la reforma del artículo 135, así
como su desarrollo, analizando la mencionada Ley Orgánica y se analiza la
Sentencia 134/2011, de 20 de julio del Tribunal Constitucional que dictamina quién ostenta la competencia en la materia de estabilidad presupuestaria en España. En la tercera parte, se analiza la singularidad del País
Vasco y los problemas derivados de la aplicación de la Ley de estabilidad
presupuestaria y sostenibilidad financiera en dicho territorio, resaltando las
deficiencias encontradas. En la cuarta parte del trabajo, se exponen las conclusiones extraídas del análisis realizado previamente. Por último, se presenta la bibliografía, legislación y jurisprudencia utilizadas.
2. EL PRINCIPIO DE ESTABILIDAD PRESUPUESTARIA EN ESPAÑA
2.1. Antecedentes legislativos de la reforma de la CE
El equilibrio de las finanzas públicas, en torno a los conceptos de saldo
presupuestario y de deuda de las Administraciones Públicas, ha estado si-
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tuado en el eje de la doctrina hacendística desde sus orígenes, lo cual en
absoluto puede resultar sorprendente, dado su papel estratégico dentro
de la política de ingresos y gastos públicos1.
El principio de estabilidad presupuestaria en los últimos años, antes de
la reforma de la CE, se instrumentó en España merced a la Ley 18/2001,
de 12 de diciembre, General de Estabilidad Presupuestaria (en adelante,
LGEP), con el complemento de la Ley Orgánica 5/2001, de 13 de diciembre que fueron los encargados de regular la aplicación del PEC y
corresponsabilizar a todas las Administraciones Públicas en la consecución del objetivo de la estabilidad presupuestaria. La LGEP tenía como
objeto “el establecimiento de los principios rectores a los que deberá
adecuarse la política presupuestaria del sector público en orden a la consecución de la estabilidad y crecimiento económicos, en el marco de la
Unión Económica y Monetaria, así como la determinación de los procedimientos necesarios para la aplicación efectiva del principio de estabilidad presupuestaria, de acuerdo con los principios derivados del Pacto
de Estabilidad y Crecimiento...”2. Así, la Ley trasladaba a nuestro ordenamiento jurídico la aplicación del principio de estabilidad presupuestaria
al conjunto del sector público.
La eficacia de dichas leyes se hizo patente en la Administración General del Estado y del sector público estatal. Por el contario, en otras administraciones públicas la experiencia puso de manifiesto la insuficiencia de
la normativa en materia de estabilidad presupuestaria y puede que guarde relación con los diversos recursos de inconstitucionalidad interpuestos por varias Comunidades Autónomas como Castilla- La Mancha,
Cataluña, Aragón, Extremadura y el Principado de Asturias, además del
1 DOMÍNGUEZ MARTÍNEZ, J.M. y LÓPEZ JIMÉNEZ, J.M. “Estabilidad Presupuestaria y
reforma constitucional en España”. Diario La Ley, Sección Doctrina, Diciembre 2011,
Ref. D-474 nº7760. p. 1.
2 DOMÍNGUEZ MARTÍNEZ, J.M y LÓPEZ JIMÉNEZ, J.M “Estabilidad Presupuestaria… Op. cit.
p. 8.
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intento de recurso de varios municipios que finalmente no llegó a sustanciarse por la imposibilidad jurídica de su planteamiento3.
Con el objetivo de subsanar las deficiencias de dichas normas, en 2006
se aprobaron la Ley 15/2006, de 26 de mayo, de reforma de la Ley
18/2001, y la Ley Orgánica 3/2006, de 26 de mayo, complementaria de
aquella. Con dichas reformas se introdujeron elementos de flexibilidad en
la aplicación de la política de estabilidad presupuestaria. La novedad más
importante fue la adaptación de la política de estabilidad presupuestaria al
ciclo económico del momento lo que exigía obtener superávit en las situaciones en que la economía creciese por encima de su potencial, para destinarlo a compensar los déficits registrados cuando la economía se encontrase en situación recesiva4. Además preveía que el Gobierno fijara, para un
período de tres años, la tasa de variación del PIB real que determinase el
umbral de crecimiento económico por debajo del cual podía presentarse
excepcionalmente déficit, e igualmente el umbral para tener que presentar
superávit. Si la previsión del PIB se situaba entre ambas tasas, debería presentarse, al menos, equilibrio presupuestario5.
La crisis iniciada en 2008 se encargó de poner fin a la que puede considerarse una época dorada de las finanzas públicas españolas, que exhibieron
una situación de superávit en los ejercicios 2005, 2006 y 2007, gracias a los
saldos positivos de la Seguridad Social. En 2008 el saldo presupuestario
recuperó la senda del déficit, equivalente a un 3,8%, cifra que resultó sumamente modesta en comparación con la registrada en 2009, en la que se
situó en el 11% del PIB, marcando los peores registros de los últimos años6.
3 DOMÍNGUEZ MARTÍNEZ, J.M. y LÓPEZ JIMÉNEZ, J.M. “La Reforma de la política de estabilidad presupuestaria en España: análisis de la Ley Orgánica de Estabilidad…” Op.cit. p.26.
4 DOMÍNGUEZ MARTÍNEZ, J.M. y LÓPEZ JIMÉNEZ, J.M. “La Reforma de la política de estabilidad presupuestaria en España: análisis de la Ley Orgánica de Estabilidad…” Ibidem.
5 DOMÍNGUEZ MARTÍNEZ, J.M. y LÓPEZ JIMÉNEZ, J.M. “Estabilidad Presupuestaria… Op.
cit. p. 9.
6 DOMÍNGUEZ MARTÍNEZ, J.M. y LÓPEZ JIMÉNEZ, J.M. “Estabilidad Presupuestaria… Op.
cit. p.10.
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Además, en 2007 se aprobó el Texto Refundido de la Ley General de
Estabilidad Presupuestaria (Real Decreto Legislativo 2/2007, de 28 de
diciembre) y antes de la última reforma de la Constitución se efectuaron
dos modificaciones de la regulación de la estabilidad presupuestaria:
-Ley 39/2010, de 22 de diciembre, de Presupuestos Generales del
Estado de 2011 que modificó los artículos 12 y 16 del Real Decreto
Legislativo 2/2007. Modificaciones que tenían que ver con el crédito y el límite máximo anual del gasto. En el nuevo artículo 12 se
dice que “el límite máximo anual no se computará el gasto que corresponda a la aplicación de los sistemas de financiación de comunidades autónomas y entidades locales que habrá de consignarse en
una sección independiente del Presupuesto del Estado” y en el artículo 16 se dice que los créditos extraordinarios, suplementos de
crédito, ampliaciones e incorporaciones de crédito se financiarán
mediante recurso al Fondo de Contingencia de Ejecución Presupuestaria o mediante baja en otros créditos.
-Real Decreto-Ley 8/2011, de 1 de julio, por el que se modificaron determinados artículos y se añadieron otros al Real Decreto
Legislativo 2/2007. Se revisaron los artículos 7 y 9 referidos a la
instrumentación del principio de estabilidad presupuestaria y a los
informes sobre su cumplimiento. Se añadieron dos nuevos artículos: 8 bis y 10 bis, sobre reglas de gasto y consecuencias de su incumplimiento. Dicho texto normativo fue la última modificación
en lo referido al principio de estabilidad presupuestaria y ya se hacía notar un cambio en la política del principio de estabilidad presupuestaria. Es muy significativo el preámbulo de este Real Decreto-Ley: “el comportamiento de los mercados de deuda pública, y en especial en los países de la zona del euro, hace necesario
adoptar nuevas iniciativas que refuercen la confianza internacional
en la economía española y expresen con claridad el compromiso
de las instituciones españolas con las reformas acordadas en el seno
de la Unión Europea en materia de control de la evolución del
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gasto público y con el impulso de la actividad económica en España. Ambos elementos son fundamentales para mantener la capacidad de financiación de las administraciones y las empresas españolas en el mercado internacional”7.
Todos los sucesivos paquetes de medidas de política económica y de las
reformas estructurales puestas en marcha de manera acelerada en España
no fueron suficiente para atajar ni los objetivos de deuda ni de déficits
público y pese a contar con un nivel de deuda pública comparativamente reducido en torno al 60% del PIB en 2010, la deuda soberana española no pudo hacer frente a las presiones de los mercados financieros, con
el país al borde de la intervención y la descomunal “ofensiva”8 desencadenada en los primeros días de agosto de 2011 contra la deuda soberana
española, obligó a tomar medidas drásticas por parte del BCE que en su
reunión de 4 de agosto, decidió llevar a cabo una operación de financiación, con vencimiento de aproximadamente seis meses, con la finalidad
de aliviar las tensiones del mercado financiero español.
Días más tarde se comenzó a conjeturar una inminente reforma constitucional, que, efectivamente, se plasmó en la Proposición de reforma
del artículo 135 CE, presentada a la Mesa del Congreso de los Diputados
el 26 de agosto de 2011, para su tramitación por el procedimiento de
urgencia9.
7 España. Real Decreto-ley 8/2011, de 1 de julio, de medidas de apoyo a los deudores
hipotecarios, de control del gasto público y cancelación de deudas con empresas y autónomos contraídas por las entidades locales, de fomento de la actividad empresarial e impulso de la rehabilitación y de simplificación administrativa. Boletín Oficial del Estado.
7 de julio de 2011. Nº 161, p. 71548. Preámbulo.
8 DOMÍNGUEZ MARTÍNEZ, J.M. y LÓPEZ JIMÉNEZ, J.M.“Estabilidad Presupuestaria… Op.
cit. p.11.
9 Artículo 93 del Reglamento del Congreso de los Diputados: “A petición del Gobierno,
de dos Grupos Parlamentarios o de una quinta parte de los Diputados, la Mesa del Congreso podrá acordar que un asunto se tramite por procedimiento de urgencia”. Dicha
tramitación por vía de urgencia fue muy criticada por muchos grupos parlamentarios
como se puede ver en el Diario de Sesiones sobre la Reforma de la Constitución.
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2.2. La reforma de la CE
La reforma constitucional salió adelante por 216 votos a favor, 5 en
contra y la ausencia de la sesión de ciertos diputados de fuerzas políticas
minoritarias (BNG, Nafarroa-Bai, Esquerra Republicana e Izquierda
Unida). CIU y PNV estuvieron presentes en el hemiciclo pero no participaron en la votación. En el Grupo Socialista cuatro diputados rompieron la disciplina de voto (uno votando en contra y tres ausentándose). Al
superar la votación favorable los tres quintos del Congreso de los Diputados, la reforma fue aprobada y remitida al Senado. En el Senado, se
aprobó definitivamente sin modificaciones la reforma constitucional por
233 votos a favor y 3 en contra. Los tres representantes de ERC y del
BNG abandonaron el hemiciclo antes de empezar la votación. CIU,
PNV e ICV permanecieron en el hemiciclo pero no participaron en la
votación. Posteriormente se abrió el plazo de 15 días para que una décima parte de los miembros de cualquiera de los dos Cámaras pudieran solicitar el referéndum facultativo, transcurrido el cual la reforma entró en
vigor el 27 de septiembre de 201110.
Sobre la particularidad de los Territorios Históricos del País Vasco no
hay ninguna referencia en el nuevo artículo 135, aunque en el debate parlamentario se habló de ello. En el Congreso de los Diputados se presentaron dos enmiendas en las que se solicitaba la introducción de la singularidad del País Vasco explícitamente en la Carta Magna. La primera enmienda, fue presentada por el Grupo Mixto-Nafarroa Bai y la segunda por el
Grupo Parlamentario Vasco- de Eusko Alderdi Jeltzalea-Partido Nacionalista Vasco. Uxue Barkos en nombre de Nafarroa Bai, quiso que se incluyese una disposición adicional nueva en la que apareciera “Todo lo previsto en este artículo, sin perjuicio de las competencias que en esta materia
10 CANO BUESO, J. “Dudas y certezas de la Reforma Constitucional Española de 2011”.
En: ÁLVAREZ CONDE, E y SOUTO GALVÁN, C (Directores). La constitucionalización de la estabilidad presupuestaria. Madrid: Instituto de Derecho Público Y Departamento de Derecho Público I y Ciencia Política de la Universidad Rey Juan Carlos, 2012, pp. 193-194.
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corresponden a las Haciendes Forales de Navarra, Araba/Álava, Gipuzkoa
y Bizkaia”11. Dicha enmienda fue retirada por ella misma y no se voto en
solidaridad con sus compañeros del Grupo Mixto-BNG, ya que según
ellos “discrepamos profundamente con el método, con la inadmisión de
una serie de enmiendas y, por lo tanto, nos vamos a ausentar de las votaciones”12. Uxue Barkos también se ausentó de la votación. Por su parte,
la segunda enmienda presentada por Josu Erkoreka en nombre del Grupo
Parlamentario Vasco (EAJ-PNV) proponía lo siguiente13:
El primer párrafo del punto 2 del artículo 135 de la CE quedaría
redactado como sigue: “El Estado, las Comunidades Autónomas y los
Territorios Forales no podrán incurrir...” El resto del punto quedaría
igual y por otro lado, el punto 3 del artículo 135 de la CE quedaría de
la siguiente manera: “El Estado, las Comunidades Autónomas y los
Territorios Forales habrán de estar autorizados por Ley o Norma Foral
para emitir deuda pública o contraer crédito. Los créditos para satisfacer
los intereses y el capital...mientras se ajusten a las condiciones de Ley o
Norma de emisión.” Es decir, quiso que apareciese la mención de los
Territorios Forales y también el de la Norma foral, ya que como veremos más adelante, los Juntas Generales tienen potestad en materia tributaria pero no mediante ley, sino de norma foral.
La segunda enmienda, al final, fue rechazada con 337 votos emitidos;
18 a favor y 319 en contra en el Congreso de los Diputados. Por su lado,
el PNV intento la última vía que le quedaba para introducir la singularidad. Presentó una enmienda en el Senado con la argumentación parecida que alegó en el Congreso de los Diputados, aunque sin éxito.
11 Enmiendas. Proposición de Reforma del artículo 135 de la Constitución Española.
Boletín Oficial de las Cortes Generales. 5 de septiembre de 2011, nº329-3, p.3.
12 Sesión plenaria núm 256 celebrada el viernes 2 de septiembre de 2011. Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados. Cortes Generales. 2011, nº 270. p. 17.
13 Enmiendas. Proposición de Reforma del artículo 135 de la Constitución… Op. cit. p. 12.
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Por todo ello se omite la especificidad de los Territorios Históricos del
País Vasco en el nuevo artículo 135 de la CE.
2.3. La Ley Orgánica que desarrolla el artículo 135 de la CE
La Ley Orgánica a la que la propia Constitución se remite y que desarrolla el artículo 135 es la Ley Orgánica 2/2012, de 27 de abril de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera14 que no tardó mucho
en ser modificado por la Ley Orgánica 4/2012, de 28 de septiembre, por
la que se modifica la Ley Orgánica 2/2012 de 27 de abril, de Estabilidad
Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera15, a raíz de las medidas de apoyo de financiación que el Gobierno había puesto en marcha para las Comunidades Autónomas y Entidades Locales. La Ley Orgánica 2/2012 tiene por objeto corregir y perfeccionar los mecanismos de consolidación y
disciplina fiscal previstos en la anterior Ley de Estabilidad Presupuestaria,
ya que la misma disposición derogatoria única de la Ley Orgánica establece que “queda derogada la Ley orgánica 5/2001, de 13 de diciembre,
complementaria de la Ley General de Estabilidad Presupuestaria, así como el Texto Refundido de la Ley General de Estabilidad Presupuestaria,
aprobado por Real Decreto Legislativo 2/2007, de 28 de diciembre”.
La aprobación de esta Ley Orgánica, que en un principio fue consensuada por los dos grandes partidos16, no fue finalmente llevada a cabo, ya
que la Ley supuso la ruptura del “consenso” tal como el señor Saura García en la comisión de Hacienda y Administraciones Públicas dejo claro
14 España. Ley Orgánica 2/2012, de 27 de abril, Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera. Boletín Oficial del Estado, 30 de abril de 2012, nº. 103, p.32653.
15 España. Ley Orgánica 4/2012, de 28 de septiembre, por el que se modifica la Ley Orgánica 2/2012, de 27 de abril, Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera. Boletín Oficial del Estado, 29 de septiembre de 2012, nº. 235, p. 69140.
16 “Los dos partidos políticos mayoritarios en el Congreso de los Diputados hicieron público un acuerdo entre ellos sobre el contenido que tendrá la ley orgánica citada”. SAURA
QUILES, J.J “La reforma de la Estabilidad Presupuestaria en la Constitución Española”.
Diario La Ley, Sección Colaboraciones, Diciembre 2011, Ref.2755/2011, p. 2755, tomo 2.
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La estabilidad presupuestaria y el autogobierno vasco en el marco estatal
con un “no cumple el pacto político Partido Socialista-Partido Popular”17. Finalmente fue aprobada prácticamente con el apoyo del Partido
Popular (también votaron a favor CiU, UPyD, Foro y UPN), mientras
que el PSOE votó en contra y el PNV se abstuvo.
En primer lugar, sobre el déficit público establece que “ninguna
Administración Pública podrá incurrir en déficit estructural, definido
como déficit ajustado del ciclo, neto de medidas excepcionales y temporales”18. Para el cálculo del déficit estructural se aplicará la metodología
utilizada por la Comisión Europea en el marco de la normativa de estabilidad presupuestaria.
Existen dos excepciones a dicha exigencia de no incurrir en déficit
estructural. Por un lado, se permite déficit estructural para el Estado y las
Comunidades Autónomas en situaciones de catástrofe natural, recesión
económica grave o situaciones de emergencia extraordinaria que escapen al control de las Administraciones Públicas y cuando perjudiquen
considerablemente su situación financiera o su sostenibilidad económica o social, siempre y cuando tales circunstancias sean apreciadas por la
mayoría absoluta del Congreso y que se apruebe un plan de reequilibrio
que permita corregirlo. Por otro lado, sí se permite siendo del 0,4% del
PIB nacional cuando existan reformas estructurales. Esta segunda excepción, supera el límite impuesto por el artículo 135 de la CE, ya que
el nuevo artículo de la Carta Magna no menciona nada sobre dicha excepción y solo hace alusión a catástrofes naturales, recesión económica o
situaciones de emergencia extraordinaria.
En mi opinión, la aprobación para la primera excepción no solo debería aprobarse con el apoyo del Congreso de los Diputados. Quiero decir
que, si dicha situación excepcional ocurriese en algún alguna Comu17 Comisión de Hacienda y Administraciones Públicas celebrada el lunes 9 de abril de
2012. Diario de sesiones del Congreso de los diputados, Cortes Generales. 2012, nº 63, p. 8.
18 España. Ley Orgánica 2/2012, de 27 de abril, Estabilidad Presupuestaria…Op. cit.
Artículo 11.2.
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La estabilidad presupuestaria y el autogobierno vasco en el marco estatal
nidad Autónoma del Estado debería aprobarse mediante su respectivo
órgano legislativo dando así poder de participación y decisión a las
cámaras legislativas de dichas Comunidades Autónomas y no solo dejándolo a merced del Congreso de los Diputados, ya que una mayoría u otra
del Congreso puede hacer que no se perciba dicha excepcionalidad.
Cuando se habla de déficit público estructural, éste debe entenderse
como el saldo estructural que se deriva de no considerar los ingresos y
gastos públicos relacionados con las expansiones y recesiones normales
de los ciclos económicos. Es decir, cuando la Constitución o la ley orgánica hablen de déficit público, no se referirán al saldo que presenten las
cuentas públicas cada año. Tampoco harán referencia al límite del 3% del
PIB a partir del cual la Unión Europea entiende que se ha incurrido en
déficit excesivo19.
Por lo cual, entiendo que sí se permite un déficit de carácter coyuntural (no estructural) siempre y cuando éste no sea mayor que el 3% del PIB
y la estructural aunque sea inferior al 3% del PIB, nunca se permitirá.
En segundo lugar, sobre el límite de deuda que pueden incurrir las Administraciones Públicas, la Ley Orgánica establece que dicho límite no
puede ser superior al 60% del PIB nacional, siendo el 44% de dicho 60 %
para la Administración del Estado, el 13% para el conjunto de las Comunidades Autónomas y el 3% para el conjunto de las Entidades locales. Además
menciona que “a consecuencia de las obligaciones derivadas de la normativa europea, si resultase un límite de deuda distinto al 60 por ciento, el reparto del mismo entre Administración central, Comunidades Autónomas y
Corporaciones Locales respetará las proporciones anteriormente expuestas”20.También el límite de deuda pública de cada una de las Comunidades
Autónomas no podrá superar el 13 por ciento de su Producto Interior
19 SAURA QUILES, J.J. “La reforma de la Estabilidad Presupuestaria…” Op.cit.
20 España. Ley Orgánica 2/2012, de 27 de abril, Estabilidad Presupuestaria…Op. cit.
Artículo 13.1.
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La estabilidad presupuestaria y el autogobierno vasco en el marco estatal
Bruto, no mencionando nada respecto a las Corporaciones Locales. Se debe añadir que tanto el Estado y las Comunidades Autónomas habrán de estar autorizados por Ley para emitir deuda pública o contraer crédito21 y en
el caso de la deuda pública también existen las excepciones mencionados
para el déficit público en el artículo 11.3.
Opino que dicha armonización de que todas las Comunidades Autónomas no puedan superar el 13 por ciento de su Producto Interior Bruto
puede ser un problema ya que existen distintas necesidades de financiación en cada Comunidad Autónoma y el margen que se les deja con dicha obligación es limitada. Además la posibilidad de que las Corporaciones Locales puedan emitir deuda y en cambio deban mantener una posición de equilibrio presupuestario o superávit, no es muy lógico, ya que si
está obligado a no tener déficit, no veo claro que emita deuda, ya que creo
que son dos instrumentos financieros que van unidos.
La Ley Orgánica prevé un período transitorio hasta 2020 en su Disposición Transitoria Primera en la que explica cómo ha de llegarse a la senda
del déficit y deuda pública mencionados en los artículos 11 y 13.
Para finalizar el desarrollo de la Ley Orgánica, cabe mencionar que en
la Disposición final tercera, se hace la única alusión a los Territorios Históricos del País Vasco. “En virtud de su régimen foral, la aplicación a la
Comunidad Autónoma del País Vasco de lo dispuesto en esta Ley, se entenderá sin perjuicio de lo dispuesto en la Ley del Concierto Económico”. Dicha Disposición aparece gracias al Grupo Parlamentario Vasco y
el Grupo Parlamentario Socialista ya que mediante una enmienda lograron cambiar el texto propuesto por el Gobierno en el anteproyecto de
la Ley Orgánica que era: “Las referencias contenidas en la presente Ley
al Consejo de Política Fiscal y Financiera de las CCAA, se entenderán
21 El 21 de Junio el Consejo de Ministros autorizó al Gobierno Vasco a emitir deuda por
231,28 millones de euros para financiar el 0,35% de su PIB.
http://www.deia.com/2013/06/22/economia/luz-verde-a-la-cav-para-emitir-231-millones-de-euros (última consulta el 7 de marzo de 2014).
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realizadas a la Comisión Coordinadora establecida en la Ley 25/2003, de
15 de julio, por la que se aprueba la modificación del Convenio Económico entre el Estado y la Comunidad Foral de Navarra, respeto a esta
Comunidad, y a la Comisión Mixta del Concierto Económico, prevista
en la Ley 12/2002, de 23 de mayo, por la que se aprueba el Concierto
Económico con la Comunidad Autónoma del País Vasco, en cuanto a esta última Comunidad”.
2.4. La competencia en materia de estabilidad presupuestaria en España
El Tribunal Constitucional zanjó en 2011 mediante varias sentencias22
la cuestión de qué administración ostenta la competencia en materia de
estabilidad presupuestaria. Se trataba de saber si el Estado podía imponer
el principio de estabilidad a todas las administraciones, fuesen éstas dependientes de la Administración General del Estado o no, fuesen administraciones autonómicas, locales o administraciones forales de los Territorios Históricos del País Vasco.
La Ley Orgánica 5/200123 y la Ley 18/200124 en su momento fueron recurridos ante el Tribunal Constitucional por distintas Administraciones Públicas, porque en opinión de los recurrentes, suponía el incumplimiento de la Carta Magna y la vulneración de las competencias autonómicas. Las resoluciones de dichas impugnaciones se conocieron en
2011 un poco antes de la reforma de la Constitución y como conclusión final cabe apuntar que el Tribunal Constitucional no ha visto ningún indicio de inconstitucionalidad de las normas recurridas.
22 Ver el contenido de este apartado en la Sentencia del Tribunal Constitucional nº
134/2011, de 20 de julio de 2011, Ref. Boletín Oficial del Estado, nº 197. p. 131.
23 España. Ley Orgánica 5/2001, de 13 de diciembre, complementaria a la Ley General
de Estabilidad Presupuestaria. Boletín Oficial del Estado, 14 de diciembre de 2001, nº. 299,
p. 47153.
24 España. Ley 18/2001, de 12 de diciembre, General de Estabilidad Presupuestaria.
Boletín Oficial del Estado, 13 de diciembre de 2001, nº. 298, p.46819.
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La sentencia del Tribunal Constitucional 134/ 2011 de 20 de julio de
2011 fue la primera emitida sobre esta materia. Todas las sentencias posteriores a la STC 134/2011 constituyen un sintético extracto de la doctrina establecida en esta última y han sido utilizadas por el Tribunal para
resolver los recursos interpuestos posteriormente25.
3. LA SINGULARIDAD DE LA COMUNIDAD AUTÓNOMA DEL
PAÍS VASCO
Es conocida la peculiaridad de la CAPV en materia tributaria y financiera. Su marco legal y competencial en lo referido a fiscalidad y finanzas es el Concierto Económico, el cual es el instrumento constitucional,
estatutario y legal que regula las relaciones de orden tributario y financiero entre la CAPV y el Estado Español26. El Concierto Económico se
fundamenta en los Derechos Históricos, Derechos avalados por la Disposición Adicional Primera de la CE en el contexto de lo establecido
por el artículo 2 de la CE y el Título VIII de la misma.
Dicha Disposición establece que “La Constitución ampara y respeta
los derechos históricos de los Territorios Forales. La actualización gene25 Estas sentencias, relativas a las leyes de estabilidad presupuestaria de 2001 (tanto a la Ley
ordinaria como a la Ley Orgánica) han sido dictadas con posterioridad a la reforma constitucional. Son las Sentencias del Tribunal Constitucional 157/2011, de 18 de octubre y
185/2011, de 23 de noviembre (recursos promovidos por el Consejo de Gobierno del
Principado de Asturias); 186/2011, de 23 de noviembre y 195/2011, de 13 de diciembre
de 2011 (recursos promovidos por el Consejo Ejecutivo de la Generalitat de Cataluña);
187/2011, de 23 de noviembre, (recurso interpuesto por las Cortes de Castilla La Mancha);
188/2011, de 23 de noviembre y 196/2011, de 13 de diciembre (recursos promovidos por
el Gobierno de Aragón); 197/2011, de 13 de diciembre (recurso promovido por las Cortes
de Aragón); 189/2011, de 23 de noviembre y 199/2011, de 13 de diciembre (recursos promovidos por el Grupo Parlamentario socialista del Congreso de los Diputados); y
198/2011, de 13 de diciembre (recurso promovido por la Junta de Extremadura).
26 SERRANO-GAZTELUURRUTIA, S. El concierto económico vasco ante el juez comunitario.
Oñati: IVAP- Herri Arduralaritzaren Euskal Erakundea, 2012. p. 29.
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ral de dicho régimen foral se llevará a caso en el marco de la Constitución y de los Estatutos de Autonomía”. En el ámbito autonómico vasco,
el reconocimiento expreso del Concierto Económico se recoge en el artículo 41 del Estatuto de Autonomía para el País Vasco, dotando a los Territorios Históricos de Araba/Álava, Bizkaia y Gipuzkoa de capacidad financiera y tributaria y atribuyéndoles todas las competencias sobre los
tributos concertados.
El Concierto Económico se materializa mediante ley aprobada por las
Cortes Generales, habiéndose pactado previamente su contenido con representantes de las instituciones vascas y el Gobierno Español. El actual
Concierto Económico está regulado por la Ley 12/2002 de 23 de mayo27,
por la que se aprueba en artículo único del Concierto Económico con la
CAPV y que se divide en 3 capítulos, 6 Disposiciones Adicionales, 9 Disposiciones Transitorias y 1 Disposición Final, con un total de 67 artículos.
Dicha ley regula las relaciones financieras y tributarias con el Estado
Español. Es por ello que en el artículo 48 de la ley del Concierto Económico se establecen los principios generales del ámbito financiero que
deben tenerse en cuenta. Al respecto, dicho artículo establece que:
“Las relaciones financieras entre el Estado y el País Vasco se regirán
por los siguientes principios:
PRIMERO. Autonomía fiscal y financiera de las instituciones del
País Vasco para el desarrollo y ejecución de sus competencias.
SEGUNDO. Respeto de la solidaridad en los términos prevenidos
en la Constitución y en el Estatuto de Autonomía.
TERCERO. Coordinación y colaboración con el Estado en materia de estabilidad presupuestaria.
27 España. Ley 12/2002, de 23 de mayo, por la que se aprueba el Concierto Económico
con la Comunidad Autónoma del País Vasco. Boletín Oficial del Estado, 24 de mayo de
2002, nº. 124, p. 18617.
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CUARTO. Contribución del País Vasco a las cargas del Estado que
no asuma la Comunidad Autónoma, en la forma que se determina en el presente Concierto Económico.
QUINTO. Las facultades de tutela financiera que, en cada momento,
desempeñe el Estado en materia de Entidades locales, corresponderán a las instituciones competentes del País Vasco, sin que ello pueda
significar, en modo alguno, un nivel de autonomía de las Entidades
locales vascas inferior al que tengan las de régimen común”.
Vemos que el tercer principio es sobre la estabilidad presupuestaria.
Debe existir una coordinación y colaboración con el Estado en materia
de estabilidad presupuestaria y ello se debe hacer aplicando la Ley del
Concierto y mediante los órganos competentes para ello, como es la
Comisión Mixta del Concierto. Además el primer principio establece
que las instituciones del País Vasco tienen autonomía fiscal y financiera y
ello no se puede obviar.
La misma Ley del Concierto establece en sus artículos 61, y 62 que,
la Comisión Mixta del Concierto Económico es un órgano de composición bilateral y paritaria Estado-País Vasco a la cual se le encomiendan
las siguientes funciones:
-Acordar las modificaciones del Concierto Económico.
-Acordar los compromisos de colaboración y coordinación en
materia de estabilidad presupuestaria.
-Acordar la metodología para el señalamiento del cupo en cada
quinquenio.
-Acordar el nombramiento y régimen de los componentes de la
Junta Arbitral.
-Todos aquellos acuerdos que en materia tributaria y financiera
resulten necesarios en cada momento para la correcta aplicación
y desarrollo de lo previsto en el Concierto Económico.
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En cuanto a su composición, está constituida, de una parte, por un representante de cada Diputación Foral y otros tantos del Gobierno Vasco
y, de otra, por un número igual de representantes de la Administración
del Estado y los acuerdos de la Comisión Mixta del Concierto Económico deberán adoptarse por unanimidad de todos sus miembros integrantes. Así mismo y de acuerdo con lo dispuesto en la legislación de la
Comunidad Autónoma del País Vasco, corresponde al Consejo Vasco de
Finanzas Públicas acordar los objetivos de estabilidad presupuestaria de
las instituciones públicas del País Vasco, en el marco de los compromisos
que para la Comunidad Autónoma del País Vasco, se adoptan de acuerdo con lo señalado en el párrafo anterior28.
Por tanto, si se quiere que la Ley Orgánica se aplique correctamente
en La Comunidad Autónoma del País Vasco sin perjuicio del sistema del
Concierto Económico, lo lógico sería hacerlo mediante la adaptación de
la ley del Concierto a la Ley Orgánica de Estabilidad Presupuestaria y
Sostenibilidad Financiera.
Además hemos visto que la Ley Orgánica únicamente hace referencia
al Consejo de Política Fiscal y Financiera y por ello debería adaptarse todas sus referencias al sistema concertado vasco, pero no introduciéndolo
en la Ley Orgánica como se pretendía en su anteproyecto, sino mediante el mecanismo habitual de relación del Estado con las Comunidades de
régimen foral, mediante la Comisión Mixta del Concierto, pues es un
sistema bilateral y pactado como el del Concierto Económico Vasco29.
28 Gipuzkoa. Norma Foral 1/2013 de 8 de febrero, por la que se desarrolla la competencia de tutela financiera en materia de estabilidad presupuestaria y sostenibilidad financiera de las entidades locales de Gipuzkoa. Boletín Oficial de Gipuzkoa, 8 de febrero de
2013, nº. 29, p. 2.
29 PÉREZ DE LAS HERAS, B y LARRAZABAL BASAÑEZ, S. “Control Presupuestario en la
Unión Europea, reforma constitucional, ajuste de los presupuestos de las Administraciones Públicas y su impacto en el autogobierno vasco en el marco del Concierto Económico”. Revista Vasca de Administración Pública. Septiembre/diciembre 2012, nº 94.
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Otra singularidad que se obvia en la reforma de la CE y la Ley Orgánica es la situación de las instituciones de los Territorios Históricos del
País Vasco, ya sean las Diputaciones Forales o sean las Juntas Generales.
Hay abundante Jurisprudencia del Tribunal Supremo y del Tribunal
Constitucional en la que queda clara la no equiparación de dichas instituciones a las entidades locales. Ello es importante, ya que la no equiparación de los Territorios Históricos a las entidades locales hace que sea
discutible la aplicación a los mismos el artículo 11.4 de la Ley Orgánica
2/2012. Además se puede también deducir que los dos supuestos excepcionales, a saber, llegado el caso, que aparecen para que tanto el Estado y
las Comunidades Autónomas puedan incurrir en déficit estructural, es
extensible a los Territorios Históricos.
El Tribunal Supremo ha reconocido, perfilado y consagrado mediante su Jurisprudencia que las Juntas Generales son órgano normativo y las
Diputaciones Forales órganos ejecutivos o de gobierno de los territorios.
Las Juntas Generales son verdaderos órganos de representación política
cuya función principal es dictar Normas en sus Territorios y ejercer el
control sobre las Diputaciones Forales. En esa función son iguales a los
Parlamentos o Asambleas y no integran la administración pública ordinaria. Es por ello, que tienen una consideración especial por la cual no
se les puede equiparar a las Entidades Locales en materia de estabilidad
presupuestaria y sostenibilidad financiera.
En la Sentencia del Tribunal Supremo de 9 de diciembre de 200930,
en su tercer fundamento jurídico se establece que: “el apartado 1 de la
Disposición Adicional Primera de la ley de la Jurisdicción dice lo siguiente: En la Comunidad Autónoma del País Vasco, la referencia al apartado 2 del artículo 1 de esta Ley incluye las Diputaciones Forales y la Administración Institucional de ellas dependiente. Asimismo, la referencia
del apartado 3, letra a) del artículo 1 incluye los actos y disposiciones en
materia de personal y gestión patrimonial sujetos al derecho público
30 STS nº 4146/2004, de 9 de diciembre de 2009, Ref. Cendoj, 28079130022009101245.
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adoptados por órganos competes de las Juntas Generales de los Territorios Históricos”. El primer inciso añade así una Administración más al
elenco de Administraciones Públicas enumerado por el apartado 2 del
artículo 1 de la propia Ley Jurisdiccional, que literalmente reza así:
“Se entenderá a estos efectos por Administraciones públicas:
a) La Administración General del Estado.
b) Las Administraciones de las Comunidades Autónomas.
c) Las Entidades de integran la Administración Local.
d) Las Entidades de derecho público que sean dependientes o estén vinculadas al Estado, las Comunidades Autónomas o las Entidades Locales”.
El segundo inciso viene a equiparar a los efectos del apartado 3 letra
a) del Art. 1 las Juntas Generales de los Territorios Históricos a los órganos legislativos que en él se citan, en cuanto dicten actos y disposiciones
en materia de personal y gestión patrimonial sujetos al derecho público.
En sentido análogo se expresa la Disposición Adicional Decimosexta de
la Ley 30/92, de 26 de noviembre, del Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y Procedimiento Administrativo Común, en su redacción dada por la Ley 4 /1999 de 13 de enero titulada “la Administración
de los Territorios Históricos del País Vasco”, al establecer “en la Comunidad Autónoma del País Vasco, a efectos de lo dispuesto en el art. 2 (que se
refiere al ámbito de aplicación de la Ley) se entenderá por Administraciones Públicas las Diputaciones Forales y las Administraciones Institucionales de ellas dependientes así como las Juntas Generales de los Territorios
Históricos en cuanto dicten actos y disposiciones en materia de personal
y gestión patrimonial sujetos al derecho público”.
Además, sigue la sentencia diciendo: “La Constitución Española reconoce las peculiaridades históricas que por razón del territorio se dan en
ciertas áreas geográficas y así lo establece en su Disposición Adicional Pri-
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La estabilidad presupuestaria y el autogobierno vasco en el marco estatal
mera en relación a los Territorios Históricos del País Vasco y a Navarra, lo
que deriva en el establecimiento de un sistema de financiación peculiar
que los singulariza respecto al resto de Comunidades Autónomas. (…) El
Estatuto de Autonomía del País Vasco se refiere a los Territorios Históricos
como titulares del derecho a formar parte de la Comunidad Autónoma del
País Vasco, recogiendo el artículo 37 las competencias de los órganos forales, entre las que figuran las relativas al régimen tributario.” Por lo cual
vemos que los órganos forales tienen competencia en materia tributaria,
en lo que no se pueden equiparar a las entidades locales.
Los Territorios Históricos tienen competencia en materia tributaria y
por ello no son simples entidades locales tal como establece el fundamento jurídico undécimo de la STS de 3 de mayo de 200131: “ya hemos dejado sentado que el artículo 41.2.a) del Estatuto de 1979 determina que los
Territorios Históricos pueden mantener, establecer y regular, dentro de su
territorio, el régimen tributario, con los límites indicados en tal mismo
precepto; la citada LTH, 27/1983, tiene reconocido a los Territorios
Históricos, en las materias de su exclusiva competencia, como las de estos
autos, una llamada potestad normativa de nuevo cuño, que expresamente
se distingue de la mera potestad reglamentaria y que se expresa a través de
las ‘Normas Forales’ de las Juntas Generales (ocupando el primer puesto en
la jerarquía interna de cada ordenamiento foral), y, si bien dichas Normas
Forales tienen una naturaleza reglamentaria (pues las Leyes de la
Comunidad Autónoma Vasca emanan sólo de su Parlamento), su posición
en el ordenamiento general es singular, pues se ordenan directamente al
Estatuto de 1979 y a la Constitución sin inter medio de Ley alguna, ni estatal ni autonómica (dentro del respeto al régimen de concierto con el
Estado), que son insusceptibles de invadir el marco reservado con exclusividad a los ordenamientos forales por la Disposición Adicional Primera de
la Constitución y por el Estatuto de 1979, de modo que vienen a configurar unos “reglamentos autónomos en sentido propio”.
31 STS nº 273/1996, de 3 de mayo de 2001, Ref. Cendoj, 28079130022001100292.
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Además la STC 76/198832, de 26 de abril sobre el recurso de inconstitucionalidad planteado a la Ley 27/1983, de 25 de noviembre, del Parlamento Vasco, sobre «Relaciones entre las Instituciones comunes de la Comunidad Autónoma y los órganos forales de sus Territorios Históricos» ha
dejado sentado que la competencia tributaria ejercida en los indicados términos aparece configurada, en la doctrina constitucional, como “un
núcleo intangible, por prescripción estatutaria, del contenido del régimen
foral, y resulta ser, por tanto, el mínimo sin el que desaparecería la misma
imagen de la foralidad”, y, aunque tal regulación debe atenerse a la estructura general impositiva del Estado, respetando los principios generales y las
normas de armonización de los artículos 3 y 4 de la Ley del Concierto,
supone que las Juntas Generales disfrutan, a través de las Normas Forales,
de la plena capacidad para realizar lo mismo que la Ley tributaria estatal,
y, en tal sentido, al ser equiparable dicha capacidad normativa del Territorio
Histórico, en el ámbito de sus competencias, a la del legislador estatal, el
artículo 10.b) de la Norma Foral General Tributaria tiene el mismo tenor
que el artículo 10.b) de la LGT, si bien con la puntualización de que la
reserva de Ley en el ámbito estatal se convierte en reserva de Norma Foral
en el ámbito del Territorio Histórico.
La STS de 22 de mayo de 200133, en su fundamento jurídico quinto
también añade que “Las facultades de autoorganización que el artículo
37.3.c) del Estatuto de Autonomía para el País Vasco, el artículo 39 y la Disposición Adicional Segunda de la Ley 7/1985 (por no referirnos a la Ley
del Parlamento Vasco 27/1983) han reconocido a los Territorios Históricos
les permiten dotarse de una estructura propia que no tiene por qué coincidir con la existente en las Diputaciones Provinciales de régimen común”.
Además, esta singularidad de los Territorios Históricos se ve reflejada
en cualquier rama del derecho. Incluso en el Código Penal a la hora de
32 Sentencia del Tribunal Constitucional nº 76/1988, de 26 de abril de 1988, Ref.
Boletín Oficial del Estado, 25 de mayo de 1988 nº 125. p. 6 (suplemento).
33 STS nº 1873/1995, de 22 de mayo de 2001, Ref. Cendoj, 28079130032001100336.
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tipificar los delitos contra la Hacienda Pública y la Seguridad Social aparece explícitamente la mención de los territorios forales a la hora de referirse a la Hacienda. En el artículo 305.1 del Código Penal establece
una pena en la que se puede ver dicha diferenciación34.
Por último, cabe mencionar la situación especial de las entidades locales. Ya que a las entidades locales del País Vasco los criterios de estabilidad para las Corporaciones Locales ordinarias no les deberían ser sin más
aplicables porque tienen una singularidad propia, derivada de la Disposición Adicional Primera de la Constitución, del Estatuto de Autonomía
y del propio Concierto Económico. La Comunidad Autónoma del País
Vasco no ejerce la tutela financiera de los municipios vascos a raíz del
artículo 48 quinto en relación con la Disposición Adicional Tercera de la
ley del Concierto, ya que la ejercen los Territorios Históricos.
Es en este contexto que las Juntas Generales de Gipuzkoa, de Bizkaia
y de Álava han aprobado Normas Forales con tal de garantizar la estabilidad presupuestaria y la sostenibilidad financiera de las entidades locales
de sus territorios históricos. Las Normas Forales son en el caso de
Bizkala la 1/2013, 5/201335 en el caso de Gipuzkoa y 38/201336 en Ara34 Artículo 305.1 del Código Penal: El que, por acción u omisión, defraude a la
Hacienda Pública estatal, autonómica, foral o local, eludiendo el pago de tributos, cantidades retenidas o que se hubieran debido retener o ingresos a cuenta, obteniendo indebidamente devoluciones o disfrutando beneficios fiscales de la misma forma, siempre que
la cuantía de la cuota defraudada, el importe no ingresado de las retenciones o ingresos
a cuenta o de las devoluciones o beneficios fiscales indebidamente obtenidos o disfrutados exceda de ciento veinte mil euros será castigado con la pena de prisión de uno a
cinco años y multa del tanto al séxtuplo de la citada cuantía, salvo que hubiere regularizado su situación tributaria en los términos del apartado 4 del presente artículo.
35 Bizkaia. Norma Foral 5/2013, de 12 de junio de 2013, de estabilidad presupuestaria
y sostenibilidad financiera de las Entidades Locales de Bizkaia. Boletín Oficial de Bizkaia.
19 de junio de 2013, nº. 117, p. 14291.
36 Araba/Álava. Norma Foral 38/2013 de 13 de diciembre, de estabilidad presupuestaria
y sostenibilidad financiera de las entidades locales de Álava. Suplemento al Boletín
Oficial del Territorio Histórico de Álava, 27 de diciembre de 2013, nº. 148, p. 438.
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ba/Álava. En dichas Normas Forales se dice que el artículo 48 del
Concierto Económico dispone que las facultades de tutela financiera
que, en cada momento, desempeñe el Estado en materia de entidades locales, corresponderán a las instituciones competentes del País Vasco, sin
que ello pueda significar, en modo alguno, un nivel de autonomía de las
entidades locales vascas inferior al que tengan las de régimen común.
Por ello, Bizkaia justifica su capacidad para aprobar dicha norma mediante el artículo 7 de la Norma Foral 3/1987, de 13 de febrero, sobre elección, organización, régimen y funcionamiento de las instituciones forales del Territorio Histórico de Bizkaia que atribuye a las Juntas Generales
de Bizkaia la competencia para la aprobación del régimen general de tutela financiera de las entidades locales. Por su parte, Gipuzkoa también
hace lo mismo en virtud de los artículos 8 y 9 de la Norma Foral
6/2005, de 12 de julio, sobre Organización Institucional, Gobierno y
Administración del Territorio Histórico de Gipuzkoa, corresponde a las
Juntas Generales la regulación mediante Norma Foral del régimen de
tutela financiera de las entidades locales de Gipuzkoa.
4. CONCLUSIONES
PRIMERA.- En verano del 2011, mediante una reforma exprés, se
reformó el artículo 135 de la Constitución Española, por la que se constitucionalizaba el principio de estabilidad presupuestaria. Dicha reforma,
que para algunos no era necesaria, ha llevado al desarrollo de la Ley Orgánica 2/2012 de Estabilidad Presupuestaria y de Sostenibilidad en la
que se introducen los márgenes de deuda pública y de déficit en que
pueden incurrir todas las Administraciones del Estado, incluidos en los
Territorios Históricos del País Vasco.
SEGUNDA.- A raíz de la sentencia 134/2011 del Tribunal Constitucional ha quedado claro que la competencia exclusiva en materia de estabilidad presupuestaria es del Estado en virtud de los artículos 149.1.13 y
156. No obstante, la aplicación del principio se debe adecuar a las pecu-
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La estabilidad presupuestaria y el autogobierno vasco en el marco estatal
liaridades de los distintos sistemas de financiación de las Administraciones Públicas existentes en el Estado, teniendo en cuenta y respetando la
singularidad de todos ellos. Por ello, el sistema de financiación de la
CAPV presenta unas características especiales que se deben tomar en
consideración y que derivan de su peculiar sistema de financiación mediante su sistema del Concierto Económico.
TERCERA.- La singularidad de la CAPV solo se ha expresado mediante una disposición final en la Ley Orgánica 2/2012 de Estabilidad Presupuestaria y de Sostenibilidad que en vez de solucionar expresamente
los problemas derivados de la singularidad de la CAPV desarrollados mediante el Estatuto de Autonomía del País Vasco y la Ley del Concierto
Económico, remite al sistema del Concierto Económico de forma indeterminada, mediante la tradicional cláusula de “sin perjuicio del Concierto Económico…”. Ello obliga a la adecuación de la Ley 12/2002, de
23 de mayo, por la que se aprueba el Concierto Económico al nuevo escenario europeo, constitucional y legal de estabilidad presupuestaria,
siendo una buena oportunidad para su desarrollo del ámbito financiero
que a día de hoy es insuficiente.
CUARTA.- La singularidad de los Territorios Históricos y su diferencia
respecto a las entidades locales hace que Bizkaia, Gipuzkoa y Araba/Álava no deban mantener una posición de equilibrio o superávit presupuestario y por ello se les pueda aplicar las mismas normas que a las
Comunidades Autónomas y al Estado en dicho ámbito.
QUINTA.- El desarrollo de los principios a los que debe adecuarse la
política presupuestaria de las entidades locales y la incorporación de las
mismas a su marco jurídico deben realizarse mediante la participación de
las instituciones que ostentan la tutela financiera. Como los Territorios
Históricos tienen las potestades en materia de tutela financiera sobre las
entidades locales de la CAPV han desarrollado las Normas Forales
1/2013 en el caso de Bizkaia, 5/2013 en el caso de Gipuzkoa y 38/2013
en el caso de Araba/Álava en materia de estabilidad presupuestaria.
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Boletín JADO. Bilbao. Año XII. Nº 25. Diciembre 2013, pp. 379-406
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La estabilidad presupuestaria y el autogobierno vasco en el marco estatal
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La estabilidad presupuestaria y el autogobierno vasco en el marco estatal
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5.3. Jurisprudencia
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Sentencia del Tribunal Constitucional nº 197/2011, de 13 de diciembre de 2011,
Ref. Boletín Oficial del Estado, 11 de enero de 2011 nº 9. p. 99.
Sentencia del Tribunal Constitucional nº 198/2011, de 13 de diciembre de 2011,
Ref. Boletín Oficial del Estado, 11 de enero de 2011 nº 9. p. 118.
Sentencia del Tribunal Supremo nº 273/1996, de 3 de mayo de 2001, Ref. Cendoj,
28079130022001100292.
Sentencia del Tribunal Supremo nº 1873/1995, de 22 de mayo de 2001, Ref.
Cendoj, 28079130032001100336.
Sentencia del Tribunal Supremo nº 4146/2004, de 9 de diciembre de 2009, Ref.
Cendoj, 28079130022009101245
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ISSN: 2173-9102
D.L./L.G.: BI-1677-03
De la prohibición de intervención judicial
en herencias
JESÚS FERNÁNDEZ DE BILBAO
Abogado y Miembro de la Junta Directiva de la AVD/ZEA.
Grupo de Estudios de Derecho Civil Foral del Colegio de Abogados de Bizkaia
I. INTRODUCCIÓN
Resulta relativamente frecuente en la práctica jurídica encontrarse
con testamentos que contienen disposiciones del siguiente tenor: “Prohíbo la intervención judicial en mi testamentaría, y si alguno de mis herederos la
promoviese …”.
Esta frase, tal cuál, está copiada de la STS, Sala 1ª, de 12-12-1959, la
cuál, tiene tres “previos” del mayor interés para esta exposición: 1.- Que es
de las primeras que se pronuncian sobre el tema; 2.- que está aplicando la
Ley de Enjuiciamiento Civil (LEC) de 1881 y 3.- que es previa a la
Constitución española de 1978 y a la LEC de 2000.
Repudia, “prima facie”, que el universal control jurisdiccional, el contraste de los actos humanos con la justicia y la legalidad, “La jurisdicción
se extiende a todas las personas, a todas las materias y a todo el territorio español, en la forma establecida en la Constitución y en las Leyes” (art. 4 de la Ley
Orgánica del Poder Judicial), sea obviado, puenteado o cortocircuitado
por la mera voluntad de los particulares, por sí y ante sí.
No contiene el Código civil una disposición general sobre las prohibiciones de acciones judiciales de los herederos y su prohibición por el
causante. Sí lo incluye el Código de Sucesiones de Cataluña en su art.
423-18 (“Si el testador impone al condición de no impugnar el testamento o de
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De la prohibición de intervención judicial en herencias
no recurrir a los tribunales de justicia con relación a su sucesión, esta condición se
tiene por no formulada y no afecta en ningún caso a la eficacia del testamento ni
de la institución sometida a condición”).
El Código civil sólo tiene una serie de preceptos sueltos relativos a la
prohibición de impugnar judicialmente actos concretos que regulen la
sucesión del causante otorgados por éste, la genérica del art. 675, pfo. 2º
sobre la nulidad de las disposiciones testamentarias (“El testador no puede
prohibir que se impugne el testamento en los casos en que haya nulidad declarada por la Ley”), y luego disposiciones sueltas que luego veremos con mayor detalle: art. 816 (“Toda renuncia o transacción sobre la legítima futura entre el que la debe y sus herederos forzosos es nula, y éstos podrán
reclamarla cuando muera aquél; pero deberán traer a colación lo que hubiesen recibido por la renuncia o transacción”), art. 1051 (“Ningún coheredero podrá ser obligado a permanecer en la indivisión de la herencia, a menos
que el testador prohíba expresamente la división. Pero, aun cuando la prohíba, la
división tendrá siempre lugar mediante alguna de las causas por las cuales se
extingue la sociedad”) y art. 1075 (“La partición hecha por el difunto no puede
ser impugnada por causa de lesión, sino en el caso de que perjudique la legítima
de los herederos forzosos o de que aparezca, o racionalmente se presuma, que fue
otra la voluntad del testador”).
Por su parte, el art. 792.1.2 de la LEC trata una única prohibición, la
de la “Intervención judicial de la herencia durante la tramitación de la declaración de herederos o de la división judicial de la herencia”, mas dicha intervención no es en el más amplio sentido de “Tomar parte en un asunto” sino
en el más limitado de meras medidas de aseguramiento de la herencia.
En los epígrafes siguientes trataremos de la eficacia de las disposiciones de última voluntad en cuanto puedan cohibir, condicionar o restringir, en suma, el acceso a la jurisdicción por las personas favorecidas o presumiblemente favorecidas por la sucesión.
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De la prohibición de intervención judicial en herencias
II. NATURALEZA JURÍDICA
Se plantean en el presente estudio dos problemas paralelos o, si se
quiere, el mismo problema que, atravesando el mundo jurídico atañe a
dos ramas diferentes del mismo: El Derecho civil y el Derecho procesal,
incluso una tercera, insita en el anterior, el Derecho constitucional en su
faceta del derecho subjetivo a una tutela judicial efectiva (art. 24 de la
Constitución). Veámoslas:
A) La naturaleza jurídico-civil de las cláusulas de prohibición de intervención
judicial. La prohibición de intervención judicial como una prohibición de
disponer:
Siendo el ejercicio de los derechos o acciones una facultad propia de
los mismos, su prohibición lo es de un acto de disposición, pues la
LEC de 2000 exige para litigar (art. 6 a 9) la plena integración de la
capacidad jurídica y de la plena capacidad de obrar y disponibilidad
del objeto litigioso (art. 19). Lo mismo podemos concluir a la luz del
contrato de transacción (art. 1809 y ss. del C.c.) y la del de arbitraje
(Ley 60/2003, de 23 de diciembre de Arbitraje), que precisan facultades de disposición en sus otorgantes y sobre el objeto de los mismos.
Reconoce la STS, Sala 1ª, de 13-12-1991 que las llamadas “prohibiciones de disponer”, no han sido adecuadamente tratadas ni doctrinal ni jurisprudencialmente, acaso porque el Código Civil las
regula indirectamente, en sus art. 781 y 783 (sustituciones fideicomisarias), “criterio el de dichos preceptos, que no es el que apuntaba el
Proyecto de 1.851 que en su art. 635 incluía expresamente las prohibiciones de enajenar en las sustituciones fideicomisarias, declarando su nulidad, y en el 836 integró en las prohibiciones del precedente art. las disposiciones por las cuales se declarase inalienable toda o parte de la herencia”.
Fue la Ley Hipotecaria (art. 26 y 27) las que les reconoció carta de
naturaleza, si bien, como es natural sin regular su contenido, con
mera remisión a la normativa de aplicación (art. 26.3º) o protegiéndolas de manera indirecta (art. 27).
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De la prohibición de intervención judicial en herencias
Acerca de la de las prohibiciones de disponer de origen voluntario la Doctrina ha vertido diferentes opiniones, que podemos resumir en las siguientes1: a) La prohibición de disponer como un
supuesto de incapacidad. Esta postura supone que el poder de disposición emanaba de la capacidad de obrar del sujeto. b) La prohibición de disponer como la falta de legitimación. c) La prohibición
de disponer como derecho real. d) La prohibición de disponer
como condición resolutoria de un llamamiento y e) La prohibición de disponer como disposición modal.
Esta última es la que de más favor goza en la Doctrina y Jurisprudencia (tradicionales) pues analiza sus efectos, cuáles son en caso de
incumplimiento, concluyendo aquéllas que obliga al destinatario de
una atribución gratuita a cumplir una determinada prestación (dar,
hacer o, en este caso, no hacer) definida como una carga para el
titular del derecho subjetivo en cuestión. La diferencia fundamental con la condición es que el cumplimiento del modo es un deber
a posteriori que recae sobre la persona beneficiada, de modo que se
ha dicho que la condición suspende pero no obliga, y el modo obliga pero no suspende (STS, Sala 1ª, de 16-05-2011), consecuencia
clara a la vista del art. 797 del C.c. (“La expresión del objeto de la institución o legado, o la aplicación que haya de darse a lo dejado por el testador, o la carga que el mismo impusiere, no se entenderán como condición, a
no parecer que ésta era su voluntad. Lo dejado de esta manera puede pedirse desde luego, y es transmisible a los herederos que afiancen el cumplimiento de lo mandado por el testador, y la devolución de lo percibido con sus frutos e intereses, si faltaren a esta obligación”). Efectivamente (art. 1098 y
1099 del C.c.) “Si el obligado a hacer alguna cosa no la hiciere, se mandará ejecutar a su costa. Esto mismo se observará si la hiciere contraviniendo al tenor de la obligación. Además podrá decretarse que se deshaga lo mal
1 MARTÍN BRICEÑO, Mª Rosario: La prohibición testamentaria de dividir la herencia en el
Código civil. Dykinson, 2008.
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De la prohibición de intervención judicial en herencias
hecho; cosa que igualmente sucederá cuando la obligación consista en no
hacer y el deudor ejecutare lo que le había sido prohibido”.
Sin embargo, a la luz de la LEC de 2000, discrepo de que la prohibición de disponer sea un modo o carga, por tres motivos, ambos
prácticos: 1. La prohibición no puede operar como una excepción
procesal al ejercicio de la acción, sino fondo del asunto, como veremos. 2. Por otra parte el que se cumpla el modo, se haga lo ordenado o se deshaga lo mal hecho no puede ser sino vía de reconvención, otra demanda en contra del actor y acumulación de procesos, con los consiguientes problemas de litisconsorcio (necesaria
demanda a quien pueda verse afectado por la litis). Por el contrario si, como defendemos, puede plantearse vía excepción como
falta de legitimación “ad causam” se respeta la continencia de la
causa, sin tener que extender el proceso, precisamente lo que quiso
evitar el causante.
Entiendo más atinada la opinión de la prohibición de disponer como de una falta de legitimación porque, lisa y llanamente, el art.
10 de la LEC vincula legitimación y poder de disposición sobre el
objeto litigioso cuando dice que “Serán considerados partes legítimas
quienes comparezcan y actúen en juicio como titulares de la relación jurídica u objeto litigioso”. Y el art. 19.1 de la LEC faculta, precisamente, a dichos litigantes titulares de la relación jurídica para disponer
del objeto del juicio, de modo que podrán renunciar, desistir del
juicio, allanarse, someterse a mediación o a arbitraje y transigir sobre lo que sea objeto del mismo. En este sentido véanse el Auto de
la AP de Bizkaia, Sec. 4ª, de 28-06-de 2011 y la por él citada SAP
de Bizkaia, de 22-12-2010.
Y aunque se oponga que una prohibición de disponer no conllevará una falta de legitimación2 porque “la ausencia de legitimación tan
2 MARTÍN BRICEÑO, Mª Rosario, obra citada.
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sólo determinará que los efectos de un acto dispositivo no puedan ser opuestos en la esfera del titular del derecho subjetivo en cuestión, salvo ratificación del mismo”, mientras que “la restricción al ejercicio del ius disponendi afectará a la propia eficacia del acto dispositivo”, es decir, sedicentemente, oponibilidad intra partes vs. erga omnes; cabe refutar este
punto de vista pues: 1. Confunde el fenómeno de la legitimación
con el de la representación como se ve de la comparación del
argumento con el art. 1259 del C.c. y 2., precisamente, la carencia
de legitimación para interponer acciones, es para impetrar la acción de la justicia, lo que puede ser opuesto erga omnes, por cualquier demandado y, especialmente, el resto de los causahabientes
(art. 659, 661 y 1257 del C.c.), sin perjuicio de que el resto de las
facultades estén vigentes. P.ej. no podrá el sucesor ejercitar la acción de división judicial de herencia pero sí recurrir al contador
partidor testamentario.
En consecuencia, dicha Doctrina también afirma3 que la prohibición
de disponer como disposición modal actuaría como un gravamen o
carga límite extrínseco, y no intrínseco del derecho subjetivo, o sea,
no integraría el poder de disposición in abstracto sino que su existencia dependería de concretos supuestos impuestos por la ley, un acto judicial o administrativo, o la voluntad de los particulares. Actuaría
como una carga o gravamen que configuraría el contenido y el alcance de la eficacia del acto jurídico dispositivo en cuestión.
Pero la clave nen la práctica, no es esto, sino más simple: Si Vd. no
puede hacer esto que no está legitimado al efecto y no está legitimado porque no tiene Vd. ese concreta facultad de ir a juicio de
partición de herencia (art. 10 de la LEC) aunque sí otras como ir
a una partición extrajudicial (art. 38 y 348, 1057 y 1058 del C.c.).
Y así, conforme unánime Jurisprudencia, las prohibiciones de
intervención judicial y las consecuencias de vulneración se deba3 MARTÍN BRICEÑO, Mª Rosario, obra citada.
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De la prohibición de intervención judicial en herencias
ten como fondo del asunto. Así se reconoce “la legitimación de los
herederos forzosos” para solicitar la nulidad de los actos llevados a
cabo por su causante cuando pueden atacarse sus derechos legitimarios (STS, Sala 1ª, de 9-04-1970, 16-04-1973, 7-03-1980, 2410-1995, 2-04-2001, 12-07-2001, etc.) tanto (STS, Sala 1ª, de 0806-1999) cuando hay vicio, nulidad o lesionase derechos de los legitimarios, cuanto por conculcarse el ordenamiento sucesorio, pese
a la prohibición de dicho causante.
En suma, a la vista de la LEC sostenemos, como ya hemos avanzado, que la prohibición de intervención judicial falta de legitimación “ad causam”, o sea, fondo del asunto, que no radica en la mera
afirmación de un derecho sino, también, en la coherencia jurídica
entre la titularidad que se afirma y las consecuencias jurídicas que
se pretenden (STS, Sala 1ª, de 30-01-2002, 2-03-2011 y 16-052000). Y que la legitimación “ad causam” (otra cosa es “ad procesum”, tenencia de la capacidad y representación procesal o postulación) deriva de la titularidad civil, aptitud del sujeto para actuar
el contenido de su derecho (facultad de disposición) lo declara:
1. Con carácter general, el art. 10 de la LEC cuando dice que “Serán considerados partes legítimas quienes comparezcan y actúen en juicio como titulares de la relación jurídica u objeto litigioso”.
2. El art. 19.1 de la LEC habla de la capacidad de las partes para disponer sobre el objeto del proceso, (“Los litigantes están facultados
para disponer del objeto del juicio y podrán renunciar, desistir del juicio,
allanarse, someterse a mediación o a arbitraje y transigir sobre lo que sea
objeto del mismo, excepto cuando la ley lo prohíba o establezca limitaciones por razones de interés general o en beneficio de tercero”. De la
misma manera, el art. 25 de la LEC distingue entre el poder general (actos de administración, pues comprende todos los actos
procesales comprendidos, de ordinario, en la tramitación de los
pleitos) frente al poder especial preciso para disponer sobre el
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De la prohibición de intervención judicial en herencias
objeto del proceso:“Para la renuncia, la transacción, el desistimiento,
el allanamiento, el sometimiento a arbitraje y las manifestaciones que
puedan comportar sobreseimiento del proceso por satisfacción extraprocesal o carencia sobrevenida de objeto”. De manera similar a como, el
art. 1713 del C.c. distingue entre “El mandato, concebido en términos generales, no comprende más que los actos de administración”, y el
mandato expreso “Para transigir, enajenar, hipotecar o ejecutar cualquier otro acto de riguroso dominio, se necesita mandato expreso” y que
“La facultad de transigir no autoriza para comprometer en árbitros o
amigables componedores”.
3. También es precisa facultad de disposición para el contrato de
transacción (evitar un pleito o ponerle fin, art. 1809 y ss. del C.c.)
o para el arbitraje (Ley 60/2003, de 23 de diciembre de Arbitraje). Efectivamente, el art. 3 de la Ley de Arbitraje, dispone que el
objeto del arbitraje deben ser materias de libre disposición. Luego veremos qué se deja fuera de dicho poder de disposición.
4. El art. 816 del C.c.: “Toda renuncia o transacción sobre la legítima futura entre el que la debe y sus herederos forzosos es nula”, este precepto nos habla de un acto de disposición (renuncia). Pues la renuncia a pleitear (art. 20 de la LEC) o la transacción, como hemos visto, tienen el equivalente contenido de la prohibición de
litigar de enervar la acción de los Jueces y Tribunales.
5. A la misma conclusión llegamos cuando analizamos cuál es el
acomodo de la estimación de la prohibición en el proceso judicial. Efectivamente, el juzgador, ha de analizar de oficio los taxativos presupuestos procesales tales como la capacidad procesal o
capacidad jurídico-procesal y la comparecencia en juicio y representación o capacidad de obrar-procesal (art. 9 y 418 de la LEC);
postulación o representación y dirección en juicio (art. 416); su
propia competencia (cfr. art. 37 y 38) o del debido nacimiento del
procedimiento (cosa juzgada, litispendencia, falta del debido litis-
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consorcio o inadecuación del procedimiento, art. 416), siendo la
Sentencia, por el contrario, de un contenido residual donde el
juzgador decidirá sobre las pretensiones de las partes, fondo del
asunto (art. 216 y 218 de la LEC) y, por lo tanto, entre dicho
“cajón de sastre”, las prohibiciones que nos ocupa. Tampoco es la
prohibición de litigar testamentaria una cuestión de competencia
objetiva del Juzgador pues es de origen voluntario y (art. 44 de la
LEC) “Para que los tribunales civiles tengan competencia en cada caso se
requiere que el conocimiento del pleito les esté atribuido por normas con
rango de ley y anteriores a la incoación de las actuaciones de que se trate”.
Por lo tanto, “galgos o podencos”, desde el punto de vista substantivo,
disposiciones modales o falta de legitimación, las prohibiciones de
disponer suponen un acto de disposición del causante que afecta a
sus sucesores enervando, no los presupuestos del proceso, sino el
fondo del asunto, la facultad de disposición de las partes sobre el
proceso (cuya privación determina la falta de legitimación ad causam). Y esa prohibición, que deberá pasar un filtro de legalidad ius
civilista, también está sujeta a un filtro de legalidad ius procesalista.
B) La prohibición testamentaria de intervención en las testamentarías como
prohibición del derecho subjetivo a demandar del Estado una pretensión.
La prohibición de la acción:
Si la prohibición de intervención judicial se plantea como una
“cautela socini”, como quiera que no se excluye terminantemente
la acción de la Justicia, sino que ésta reducirá la participación del
impugnante, que el Juez no tiene (a pa ren te men te) un problema procesal sino un mero pronunciamiento en cuanto al fondo, es
decir si por haber impetrado la acción de la Justicia, el actor ve
reducida (o no) su parte en la herencia, siendo en apariencia una
cuestión meramente civil.
El problema procesal se ven claramente en el caso de la prohibición
pura de intervención judicial en la herencia. Las clásicas teorías ius
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De la prohibición de intervención judicial en herencias
civilistas se quedan cortas, pues aunque la falta de legitimación, sea
fondo del asunto, quizás la prohibición en torno a la misma sea contraria, no sólo a las normas prohibitivas o imperativas substantivas
(art. 6.3 del C.c.), sino a las normas procesales (art. 7 y 11 de la Ley
Orgánica del Poder Judicial).
El Juez, deberá valorar su propia prohibición de intervenir, por su
propia naturaleza de poder del estado prevalente a la voluntad del
causante (art. 4 de la Ley Orgánica del Poder Judicial) y enervar o no
la prohibición impuesta por el causante de la propia acción cuyo juicio se le somete.
La Doctrina clásica civilista pasa por alto lo más evidente, que el
causante trata de prohibir a alguien el ejercicio de un derecho subjetivo público, “a la acción”, no frente a sus coherederos y demás,
pares (Derecho privado), sino frente a uno de los tres Poderes del
Estado, los Juzgados y Tribunales (Derecho público), lo que da
lugar a que se planteen en el presente estudio dos problemas paralelos o, si se quiere, el mismo problema que, atravesando el mundo
jurídico atañe a dos ramas diferentes del mismo: El Derecho civil
y el Derecho procesal, incluso una tercera, insita en la segunda, el
Derecho constitucional en su faceta del derecho subjetivo a una
tutela judicial efectiva (art. 24 de la Constitución).
Y en la medida que la prohibición restringe el acceso a la jurisdicción, y la jurisdicción podrá resolver a instancia de las partes las
reclamaciones que éstas planteen (y, previsiblemente, a instancias
del demandado, como primera cuestión, la de la propia ineficacia
de las cláusulas de prohibición de recurso a la propia Jurisdicción),
entendemos prevalente el análisis jurídico-procesal como guía para
las soluciones jurídico sustantivas, pues corresponde a los jueces
resolver en todo caso (art. 1.7 del C.c. y 11.3 de la Ley Orgánica
del Poder Judicial) las pretensiones que se les planteen con arreglo
al sistema de fuentes del Derecho.
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Efectivamente, el Código civil aunque a veces parece identificar de
manera redundante los conceptos de derechos y de acciones (cfr. art.
638, 1023). Lo cierto es que los distingue netamente (art. 38). Así es.
Una cosa es el reconocimiento por el Ordenamiento jurídico de los
derechos subjetivos (bienes y derechos) y otro su ejercicio ante los
Tribunales de Justicia (acción, intervención judicial), diferente de
aquéllas porque se dirige y es un derecho reclamable a un tercero; el
recurso a la Administración de Justicia es una de las variadas facultades propias del dominio y demás derechos subjetivos4. El ejemplo
más claro de esto es que del derecho de dominio derivan varias
acciones básicas: Declarativa, reivindicatoria, negatoria de servidumbre, deslinde, etc., etc. (art. 348 y 384 del C.c.), de carácter principal
y varias de carácter accesorio alrededor: Diligencias preeliminares,
medidas cautelares, ejecución de resoluciones, acción de jactancia...
Esta distinción entre derecho subjetivo sustantivo y acción se recoge expresamente en la Ley de Enjuiciamiento Civil cuando en sus
art. 5, 10 y 19: El primero trata de las “Clases de tutela jurisdiccional”
y dice que “Se podrá pretender de los tribunales la condena a determinada prestación, la declaración de la existencia de derechos y de situaciones
jurídicas, la constitución, modificación o extinción de estas últimas, la ejecución, la adopción de medidas cautelares y cualquier otra clase de tutela
que esté expresamente prevista por la ley”. Por lo tanto si tenemos un
derecho subjetivo podremos hacerlo valer ante los Tribunales de
Justicia (art. 4 de la Ley Orgánica del Poder Judicial) y de esa acción, trata este pequeño trabajo.
La acción es un derecho subjetivo público (se tiene frente al Estado) de naturaleza procesal a obtener una tutela jurídica efectiva y
de contenido determinado (pretensiones, cfr. art. 5.1 de la LEC).
4 Facultades del dominio: Facultades de libre disposición –enajenar, gravar, limitar, transfor mar y destruir, de libre aprovechamiento –usar, disfrutar, consumir-, de accesión –discreta
y continua– y defensa en juicio (posesión excluyente, reivindicación y demás acciones).
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La “tutela” depende de la acción que se ejercite, pues es carga del
actor identificar con toda precisión cuál es el tipo de tutela que solicita y afirmar a limine que tiene derecho a ella (art. 524 de la
LEC de 1881 y art. 399 de la LEC 1/2000, “legitimación ad procesum”). Así entendida, la acción es: a) un derecho a obtener una deter minada tutela jurídica (no a pedirla); b) un derecho que el actor
posee o del que carece con anterioridad al proceso, pero cuya existencia afirma; y, c) es un derecho que, de existir realmente (y averiguarlo es el objeto y fin del proceso de declaración), los Jueces
–en este caso el Árbitro– están obligados a satisfacer.
Este derecho presupone la existencia del derecho a la sentencia de
fondo y está sometido, además de a los requisitos que condicionan
aquél, a las llamadas “condiciones de la acción” existencia de derecho
subjetivo material, legitimación, interés, y tipicidad de la acción. A
este derecho, denominándole “de acción” se refieren nuestras Leyes
materiales y procesales y en ella cabe entender incluido el derecho
a la ejecución de la sentencia se dicte.
El vínculo entre acción y pretensión lo resume la STS, Sala 1ª, de
19-2-1999, con cita de numerosos precedentes jurisprudenciales,
que afir ma que cuando la ley conceda acciones específicas en un
supuesto regulado por ella para evitarlo, son tales acciones las que
se deben ejercitar, y ni su fracaso ni su falta de ejercicio legitiman
para el de la acción otra diferente. Así “la acción no es sólo el resultado que el litigante pretende obtener –lo que pide al Tribunal– sino también
el fundamento jurídico en virtud del cual pide o causa petendi” (STS, Sala
1ª, de 28-06-2010)5.
5 La doctrina mayoritaria (individualización) considera que la causa de pedir está integrada por dos elementos: el elemento fáctico (o conjunto de hechos) y el elemento jurídico o normativo: el título o razón de pedir; la subsunción de los hechos en una norma
jurídica que le otorgue la eficacia que el actor pretende, es decir, la relación de esos
hechos con una determinada norma jurídica. Otro sector doctrinal, por el contrario (sus-
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Este último aserto, que comparto, no es para nada unánime en la
Jurisprudencia, sino minoritario frente a la teoría de la sustanciación.
Personalmente pienso que la causa de pedir está configurada por los
hechos y por el fundamento jurídico, pues los art. 399.1 y 456 de la
LEC exigen en la demanda y en la apelación concreción de hechos y
fundamentos de derecho y la prohibición, por indefensión, que las
partes planteen cuestiones nuevas con base “en afirmaciones diferentes de
aquellas de las que se parte en los escritos rectores de la litis, pues ello causaría
indefensión a la adversa, en cuanto no pudieron ser redargüidas por ésta” y “las
cuestiones nuevas chocan además contra los principios de audiencia bilateral y
congruencia”. El texto de los art. 216 y 218 de la LEC entiendo se reducen a aquellos supuestos en que Entre otras muchas, la (STS, Sala 1ª,
de 17-03-1998 y SAP de Bizkaia, Sec. 4ª, de 16-11-2011 “cuando el
Tribunal acude al principio “iura novit curia” y cambia la calificación de la relación jurídica litigiosa, respetando la causa de pedir”.
En esta línea de pensamiento, acerca del derecho a resolución judicial sobre el fondo del asunto, la Doctrina del Tribunal
Constitucional ha establecido que:
1. “...el art. 24.1 CE que reconoce el derecho a la tutela judicial efectiva,
comporta como primera garantía el acceso al correspondiente proceso
jurisdiccional...” (STC 100/1987), pero que no garantiza la obtención de ninguna tutela concreta. Se trata de la simple posibilidad de acudir a los órganos jurisdiccionales en demanda de
protección sin, al propio tiempo, hallarse garantizado que la petición se admita a trámite y se le de curso y, menos aún, de que
sea finalmente atendida, pues puede verse también satisfecho
tanciación), no se manifiesta resueltamente partidario de este doble elemento constitutivo e identificados de la causa de pedir, sino que reduce la “causa petendi” a la fundamentación fáctica: el conjunto de hechos, las circunstancias concretas o el relato histórico,
sobre los que el actor basa su petición,Y, consecuentemente, afirma que los posibles puntos de vista jurídicos del estado de hecho presentado por el actor son cuestiones que
compete al juez (“da mihi “factum” et dabo tibi ius”).
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De la prohibición de intervención judicial en herencias
mediante una resolución judicial de inadmisión o meramente
procesal fundada en una causa legalmente establecida (STC
115/1990), basta, pues, con una resolución fundada en derecho,
aunque sea de inadmisión (STC 267/1993). Podríamos hablar
del “Derecho a pedir al Juez”.
2. No obstante, no cabe desconocer que junto a –y no en lugar de–
el derecho a la sentencia de fondo, puede existir un derecho a la
obtención de la tutela que se pide. Es posición minoritaria (así
STC 177/1985) que el derecho constitucional a la tutela judicial
efectiva comprenda este “Derecho a pedir algo al Juez”. La opinión
mayoritaria (STC 73/1983, 131/1987, 39/1989) y el Tribunal
Supremo (STS, Sala 1ª, de 23-03-1988 y 24-05-1991) que dicho
derecho a pedir la acción concreta es sólo es un derecho de rango
legal, no constitucional, no forma parte del derecho “a obtener tutela efectiva de los Jueces y Tribunales” de que habla el art. 24.1 CE y,
por ende, su posible desconocimiento no puede motivar el acogimiento de un eventual recurso de amparo.
Y, por supuesto, ese Derecho a esa decisión de fondo no tiene
que ser necesariamente favorable a las pretensiones deducidas
STC 13/1981 y 189/1988 y STS, Sala 1ª, de 30-1-1990 y 9-091991).
3. Sin embargo el legislador no puede, fijar obstáculos o trabas arbitrarias o caprichosas que impidan la tutela judicial (STC
185/1987 y 174/95). Es el principio “pro accione”, que actúa con
toda su intensidad en la fase de admisión, por lo que las decisiones de inadmisión sólo serán conformes con el art. 24.1 de la
Constitución española cuando no eliminen u obstaculicen injustificadamente el derecho a que un órgano judicial conozca y
resuelva la pretensión formulada, y con mínima intensidad en
fase de recurso, pues el derecho al recurso no nace directamente de la Constitución sino de lo que hayan dispuesto las leyes
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De la prohibición de intervención judicial en herencias
procesales, correspondiendo al ámbito de la libertad del legislador, salvo en materia penal, el establecimiento y regulación de
los recursos procedentes en cada caso (STC 37/1995).
C) Conciliación del punto de vista civilista y del procesalista:
Pues bien, acabamos de llegar a una conexión entre la naturaleza o
aspecto procesal de las prohibiciones de intervención judicial en las
herencias y su lectura jurídico-civil, pues veremos que, en general, las
prohibiciones rechazadas son en la Jurisprudencia, tanto civil, como
procesal/constitucional, aquéllas que fijan “obstáculos o trabas arbitrarios
o caprichosos”. Es decir, el juzgador deberá ponderar si el la cláusula
prohibitiva del “Derecho a pedir al Juez” es per se contraria a normas
prohibitivas, imperativas o de orden público, cual es el acceso a la
Justicia para tener una resolución sobre el fondo del asunto.
Efectivamente las características de dichas prohibiciones son:
1. Siendo la prohibición de disponer un límite a una de las más
nor males y generalizadas facultades del dominus, la del ius disponendi, su interpretación ha de realizarse con criterio restrictivo
y teniendo en cuenta la finalidad perseguida por quien establece tal limitación, finalidad que puede ser de carácter social, familiar, etc. Ejemplo de lo indicado puede contemplarse en la STS
de 25-06-1945, en la cual y entre otros pronunciamientos se
declara la inadmisibilidad de los pactos de no enajenar, concebidos en términos absolutos, con base en el principio de que
pactum de non alienando res propria non valet, siendo preciso para
su eficacia que se inspiren en un interés digno de protección, a
salvo, claro es, de las taxativas prohibiciones legales, criterio que
puede también observarse en las RDGRN de 30-06-1913 y
21-04-1949, cuando establece que tales pactos han de entenderse en su sentido literal y no pueden ampliarse, los Tribunales
sólo admiten su validez cuando son temporales y están justificadas por una finalidad seria y legítima.
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2. En particular, cuando se estén ventilando derechos y obligaciones que dimanan directamente de la ley -v.gr. las legítimas- el texto constitucional se impone; pero en presencia de derechos contingentes, nacidos por imperio de la libre manifestación de la
voluntad del causante, no entra en juego el art. 24 de la Constitución, porque cuando los derechos se adquieren por voluntad del
testador vienen troquelados o nacen delimitados por esa misma
voluntad, y puede éste libremente impedir la judicialización de su
herencia, por el motivo que sea, desde el mantenimiento de la paz
familiar a la prohibición de que alguien reciba más de lo que se le
ha asignado (SAP de Barcelona, Sec. 13ª, de 30-06-2009).
Se deduce que la causa justa afectará a la validez de la prohibición,
pues estamos ante un elemento de justificación necesario. Por este
motivo, el Derecho Romano consideró que una prohibición de
disponer no fundamentada en una causa lícita se convertía en un
nudumpraeceptum.
III. CLASES
De la variedad de posibilidades de prohibición de impugnación de
disposiciones del causante para regir su sucesión ya advirtió la STS de
19-11-1901.
El Código civil contiene una serie de preceptos relativos a la prohibición de impugnar judicialmente actos que regulen la sucesión del causante otorgados por éste, la genérica del art. 675, pfo. 2º sobre la nulidad
de las disposiciones testamentarias (“El testador no puede prohibir que se
impugne el testamento en los casos en que haya nulidad declarada por la Ley”),
y luego disposiciones sueltas que luego veremos con mayor detalle: art.
816, art. 1051, art. 1075.
Por su parte, el art. 792.1.2 de la LEC trata la prohibición de la “Intervención judicial de la herencia durante la tramitación de la declaración de here-
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De la prohibición de intervención judicial en herencias
deros o de la división judicial de la herencia”, mas dicha intervención no es
en el más amplio sentido de “tomar parte en un asunto” sino en el más
limitado (art. 791.2 de la LEC) de ocupar los libros, papeles y correspondencia del difunto, inventariar y depositar los bienes y su administración,
es decir, meras medidas de aseguramiento de la herencia.
A falta de dicha regulación general de las prohibiciones de intervención
judicial en la herencia, siendo el principio general el de la libre voluntad
del causante (cfr. art. 658, 667, 675 del C.c.) cabe una amplia variedad de
posibilidades de prohibición de impugnación de disposiciones del causante para regir su sucesión, sin que este modesto trabajo pueda abarcar todas
las imaginables. Pretendemos dar sólo unas pautas generales.
Sin ánimo exhaustivo, podemos adelantar las principales acciones que
gravitan sobre el fenómeno sucesorio: A) Acción de petición de herencia (art. 659 y ss. del C.c.). B) Acciones contra los actos que infringen la
prohibición de renunciar la legítima (art. 813 del C.c.). C) Acciones procedentes, en caso de preterición de legitimarios (art. 814 del C.c.). D) La
acción de suplemento de legítima (art. 815 del C.c.). E) Impugnación de
la desheredación (art. 816 del C.c.). F) Acciones de impugnación contra
los actos inoficiosos realizados por el causante en perjuicio de la legítima (art. 636 y 817 del C.c.). G) Acciones de los legitimarios contra los
actos de simulación o fraude realizados por el causante. H) Partición de
herencia (art. 1051 y ss. del C.c.). I) Acción del coheredero que ha pagado a un acreedor de herencia más de lo correspondía a su participación
(art. 1085 del C.c.). J) Acción del coheredero acreedor del difunto para
reclamar de los otros el pago de su crédito (art. 1087 del C.c.). K) Acción
rescisoria de la partición (art. 1073 y ss. del C.c.). L) Acción de nulidad
de la partición hecha con uno a quien se creyó heredero sin serlo (art.
1081 del C.c.).
Adelantemos que la mayoría de la Jurisprudencia mayor y menor al
tratar las cláusulas de “prohibición de la intervención judicial de la testamentaría” está pensando en que sólo se alude a la prohibición de división judi-
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cial de la herencia, pues tal expresión “testamentaría” alude a un concreto contenido de la Ley de Enjuiciamiento Civil de 1881.
Efectivamente, vigente de 1-04-1881 a 7-01-2001, el Real Decreto de
3-02-1881, de promulgación de la Ley de Enjuiciamiento Civil, contenía
su Libro II “De la jurisdicción contenciosa”, que constaba de veintidós títulos, consagrado el Título II a “De los juicios declarativos”, Título IX a “De
los abintestatos” y el Título X a “De las testamentarías”. Así, se llamaba “juicio de testamentaría” al de división judicial de herencia (art. 1077) y distinguía en su art. 1036 entre el juicio de testamentaría voluntario o necesario, el primero promovido a instancia de parte y el segundo de oficio por
el Juez en ciertos supuestos. En ambos casos concluía por Sentencia tras
el correspondiente, y distinto, procedimiento ordinario, caso que no se
aquietasen las partes con el cuaderno particional (art. 1088 y 1091).
Igualmente, la Jurisprudencia ha distinguido de manera clara lo que es
la partición efectuada por el testador de la mera imposición por éste de
reglas para la partición hereditaria (STS, Sala 1ª, de 28-05-1958, 8-031989, 9-03-1961, 25-01-1971,15-02-1988 y 7-09-1998). Hoy en día la
posibilidad de que el testador imponga ciertas reglas para la partición
viene reconocida expresamente por el art. 786.1 de la LEC: “El contador
realizará las operaciones divisorias con arreglo a lo dispuesto en la ley aplicable a
la sucesión del causante; pero si el testador hubiere establecido reglas distintas para
el inventario, avalúo, liquidación y división de sus bienes, se atendrá a lo que resulte de ellas, siempre que no perjudiquen las legítimas de los herederos forzosos”.Y
entre dichas reglas, obviamente, puede encontrarse la prohibición de acudir a la vía judicial, cuestión que luego trataremos más en detalle.
En todo caso interesa destacar que de aquélla derogada regulación
(art. 1.039 y ss. de la LEC de 1881) surgieron ciertos límites a la prohibición de intervención judicial en herencias, ora legales, ora jurisprudenciales que hoy en día perduran, como igualmente veremos.
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IV. EL ARBITRAJE ¿UNA PISTA SOBRE LAS PROHIBICIONES
DE INTERVENCIÓN JUDICIAL EN LA TESTAMENTARÍA?:
Tal y como se definía en el art. 1 de la Ley 36/1988, de 5 de diciembre, de arbitraje (vigente hasta el 26-03-2004), “Mediante el arbitraje, las
personas naturales o jurídicas pueden someter, previo convenio, a la decisión de
uno o varios árbitros las cuestiones litigiosas, surgidas o que puedan surgir, en
materias de su libre disposición conforme a derecho”.
Eso sí (STS, Sala 1ª, de 17-09-1986 o 15-02-1996), los “árbitros o amigables componedores” (art. 402 del C.c.), en supuestos de comunidad de
bienes a liquidar, no han de regirse por la Ley de Arbitraje, sino por la
voluntad de los interesados, pues el cometido de esos árbitros es simple
trasunto del que está confiado a los contadores partidores en la herencia.
Queda claro en la Jurisprudencia citada que en el ámbito de la división
de los diversos tipos de comunidad, se tiende a utilizar el término “árbitro” en un sentido genérico, como sinónimo de “amigable componedor”, y
no en el sentido preciso y técnico contemplado en la Ley de Arbitraje6.
Y es que, al igual que sucede en el caso del albacea, el contador-partidor (testamentario o contador-partidor judicial) tiene una función
diversa de la del árbitro. Mientras el contador-partidor es el que tiene
encomendada la tarea de realizar la división de la herencia a través de
todas las operaciones que configuran el cuaderno particional (art. 786 de
la LEC), el árbitro tiene la función de dirimir las diferencias o conflictos
que se originen. Su función no es la de partir sino la de resolver mediante Laudo, con los efectos propios de una sentencia judicial, la controversia, sea la suscitada por la división de la herencia, sea la surgida por la
administración de la misma.
Ello es coherente con doctrina del Alto Tribunal la que declara que
para la validez de la partición hecha por el comisario no se exige la intervención de los herederos y que en las particiones hechas por aquél, éste
6 YÁÑEZ VIVERO, Mª Fátima, obra citada.
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goza de las mismas facultades que el testador, habiendo equiparado las
STS de 25-4-1963 y 17-6-1963 y 18-02-1987, las particiones realizadas
por el comisario, a las efectuadas por el mismo testador, al decir que la
partición hecha por el comisario nombrado por el testador, equivale a la
hecha por este y debe ser respetada, y que las operaciones así hechas, no
tienen carácter contractual y no precisan del consentimiento de todos los
interesados, por lo que la partición ha de ser mantenida. Sobre ello el
artículo 1.057 párrafo primero del C.c.
Tampoco tiene nada que ver el arbitraje (ni los arbitradores/contadores-partidores) con el arbitraje impropio o “arbitrador”, que carece de
efectos decisorios, STS, Sala 1ª, de 22-07-1995, es decir STS, Sala 1ª, de
29-11-2000, las personas, por antonomasia en el caso del el art. 1598,
párrafo 2º, del C.c., que solventan un extremo no jurídico de una relación jurídica, como es -como caso más típico- el señalamiento del precio. La doctrina ha señalado que ese arbitrador ocupa una posición intermedia entre el árbitro y el perito, pues, si como aquél decide, tal decisión versa no sobre una relación jurídica sino sobre un extremo de la
misma que se precisa para su plena efectividad, y, si como el perito efectúa una valoración, en cambio no se detiene en eso sólo sino que la
impone, por la fuerza de la norma, legal o convencional, que le ha llamado a intervenir
La regulación del arbitraje testamentario, propiamente dicho, no ha
variado mucho a lo largo de los años pues el art. 5 de la Ley de Arbitrajes
de Derecho Privado de 1953 permitía que se instituyera “por disposición
testamentaria para solucionar extrajudicialmente las diferencias que puedan surgir entre herederos no forzosos por cuestiones relativas a la distribución de la
herencia”. La Ley de Arbitraje de 1988 permitía en su art. 7 que
“Excepcionalmente, será valido el arbitraje instituido por la sola voluntad del testador que lo establezca para solucionar las diferencias que puedan surgir entre
herederos no forzosos o legatarios para cuestiones relativas a la distribución o
administración de la herencia” y el art. 10 de la Ley de Arbitraje de 2003
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afirma que “también será válido el arbitraje instituido por disposición testamentaria para solucionar diferencias entre herederos no forzosos o legatarios por cuestiones relativas a la distribución o administración de la herencia”.
Asimismo, el art. 464-7.1 de la Ley 10/2008, de 10 de julio, del libro
cuarto del Código civil de Cataluña, relativo a las sucesiones afirma: “El
causante, en previsión de que los herederos no lleguen a un acuerdo para hacer la
partición, puede instituir un arbitraje testamentario a tal efecto”. Por el contrario, añade: “Los herederos también pueden, de común acuerdo, someter a arbitraje la realización de la partición o las controversias que deriven de la misma, incluso las relativas a las legítimas”.
Como ha señalado alguna autora, el arbitraje testamentario es el único
caso en que se permite que, por una voluntad ajena a las partes, éstas
sometan la resolución de sus controversias a la decisión vinculante de un
tercero, con renuncia a la vía judicial ordinaria7.
Y aquí está la identidad de razón con las prohibiciones de intervención judicial en herencias puesto que en el arbitraje (en cuanto a negocio jurídico –causa- y en cuanto a institución extrajudicial de resolución
de conflictos –efecto-), como en las cláusulas prohibitivas de intervención judicial, el causante por su sola voluntad aparta a los sucesores de la
vía judicial.
La diferencia (menor, procedimental) entre el arbitraje y la prohibición de intervención judicial es que la en el primer caso da lugar a un
proceso por el que el Juez declina su competencia a instancia de parte
mediante un procedimiento contradictorio muy sencillo (art. 39 y 63 y
ss. de la LEC) y en el segundo es una cuestión de falta de legitimación,
como hemos visto.
7 GONZÁLEZ CARRASCO: «Comentario del art. 10 de la Ley de Arbitraje». En Comentarios a la Ley 60/2003 de 23 de diciembre, de Arbitraje. GARBERÍ LLOBREGAT
(Director). Barcelona: Bosch, 2004, p. 226, citada por Mª Fátima YÁÑEZ VIVERO en “Arbitraje y derecho de sucesiones: El arbitraje testamentario” (Academia.edu de la Uned).
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La Doctrina ha sentado los siguientes requisitos o premisas sobre el la
institución o imposición testamentaria del arbitraje8:
A) ¿A quién puede afectar el arbitraje testamentario? Mª Fátima Yáñez Vivero, obra citada entiende que pese a que si aplicamos literalmente el art. 10 de la Ley de Arbitraje serían susceptibles de arbitraje
los conflictos de los legitimarios que reciban su “herencia” a través
de un legado o de una donación, parece obvio que no quería ser
éste el espíritu del precepto sino el de la “protección” de los intereses de los legitimarios, independientemente del título por el cual
reciban la atribución, razón por la que con ALABADALEJO9 concluye, y estoy de acuerdo, que la expresión “sucesores voluntarios o no
legitimarios” eliminaría, muy probablemente, la mayor parte de los
problemas a los que estamos aludiendo.
B) La sumisión a arbitraje de los herederos forzosos respecto de la parte de libre
disposición. Son varios los autores que responden afirmativamente
a esta cuestión, entendiendo que lo que se excluye del ámbito del
arbitraje es cualquier cuestión litigiosa que afecte a la legítima de
los herederos forzosos (sea en cuanto a la legítima estricta o en
cuanto a la mejora según la Doctrina mayoritaria), pero no aquélla que afecte a los derechos e intereses más allá de la legítima10.
Igualmente afirma la Jurisprudencia que en Derecho de Sucesiones
es admisible el arbitraje testamentario en aquellas cuestiones relativas
a la distribución o administración de la herencia entre herederos no
forzosos o legatarios. Las legítimas no pueden someterse a arbitraje
8 Ídem.
9 ALBADALEJO GARCÍA. «El arbitraje testamentario». En Actualidad Civil, n.º 1, 1990, pp.
80 y ss.
10 DÍEZ-PICAZO, en la obra colectiva Comentarios a la nueva Ley de Arbitraje 60/2003
de 23 de diciembre, GONZÁLEZ SORIA (Coordinador). Navarra. Thomson-Aranzadi,
2004 y GARCÍA PÉREZ, «El arbitraje testamentario».Valencia:Tirant lo Blanch, 1999, citados por Mª Fátima YÁÑEZ VIVERO, obra aludida.
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(STS, Sala 1ª, de 28-10-1933). Tampoco es susceptible de arbitraje la
declaración de herederos ab intestato (STS, Sala 1ª, de 2 -10-1946) ni
las herencias futuras (STS, Sala 1ª, de 14-03-1974).
C) Los conflictos entre terceros y los herederos no forzosos: La doctrina está
dividida. Junto a aquellos autores que defienden la extensión del precepto a algunos sujetos que intervienen en la sucesión o tienen interés en la misma aunque no sean sucesores, se encuentra la opinión
de otros que consideran que dado que el arbitraje testamentario se
basa en las facultades dispositivas mortis causa, el causante carece de
ellas respecto a terceros como acreedores, albaceas o contadores-partidores11. Incluso los antiguos herederos, ahora copropietarios, no
están vinculados en las cuestiones litigiosas relativas a su condominio
por tal arbitraje (SAP de Valencia, sec. 6ª, de 29-7-2002).
D) Ámbito objetivo del arbitraje: Administración y distribución de la herencia:
La expresión “administración de la herencia” es clara –al menos en su
significado teórico (art. 902 del C.c. y 791.1.2 de la LEC)– y puede ser comprensiva tanto de la administración y gestión como de
la conservación del caudal hereditario. Distribuir equivale, pues, al
conjunto de operaciones divisorias o particionales (inventario, avalúo, liquidación y división de los bienes del causante) detalladas en
el art. 786 de la LEC. Asimismo, se ha entendido, que el término
“distribución” engloba aquellas cuestiones que surjan sobre el reparto de bienes hecho por el propio testador12.
En fin, en conclusiones perfectamente traspasables a las cláusulas de prohibición de intervención judicial (el arbitraje lo es implícitamente), el legislador nos dice que: 1. El arbitraje es una institución revisora de lo actuado,
como la judicial, que nada tiene que ver con figuras tales como el arbitrador, amigables componedores, contadores partidores o albaceas que son eje11 YÁÑEZ VIVERO, Mª Fátima, obra citada.
12 YÁÑEZ VIVERO, Mª Fátima, obra citada.
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cutores de la voluntad del causante. Aquéllas hablan de la tutela de derechos
de los sucesores, éstas de que se cumpla la voluntad del testador. Aquéllas
están estrictamente reguladas, las segundas parten de la más amplia voluntad
del causante (art. 675 del C.c.). 2. La sumisión a arbitraje es un acto de disposición. 3. Pero no todas las cuestiones de libre disposición caben ser solucionadas por el arbitraje mortis causa, pues hay aspectos prohibidos a dicha
disposición por el testador como las legítimas (y demás sucesión forzosa
podríamos decir: reservas, reversiones, troncalidad…). 4. El testador sólo
puede prohibir a los sucesores voluntarios acudir a la jurisdicción para dilucidar las cuestiones relativas a administración y partición de la herencia instituyendo el arbitraje. Pero este arbitraje es para dirimir controversias resultantes de dichas cuestiones, no para efectuar la propia partición. El legislador nos está diciendo que los sucesores forzosos siempre podrán impugnar
la partición y administración efectuada –y sus medidas de aseguramiento,sea en la vía jurisdiccional, sea en la vía arbitral, lo que coincide con la
Jurisprudencia (STS de 08-06-1999 y SAP de Bizkaia, sec. 4ª, de 25-12002). 5. El testador puede no sólo apartar a los sucesores voluntarios (no a
terceros ni legitimarios) de la potestad judicial, sino que incluso puede (arbitraje de equidad, reglas voluntarias de partición y administración, art. 786 de
la LEC) apartarlos del ordenamiento jurídico positivo.
Cabe que los sucesores pacten la cláusula de arbitraje, como hemos visto
en el Código de Sucesiones de Cataluña. Incluso cabe pactarlo antes de
que se produzca el fallecimiento del causante, sin que ello implique pacto
alguno sobre la herencia futura. La mayoría de la doctrina está de acuerdo
en que es válido el pacto entre los herederos futuros. Es decir, sobre una
herencia no causada todavía, porque la persona a la que se refiere aún vive
y que tal acuerdo no constituye un pacto sucesorio sobre la herencia de
un posible tercero, sino sólo una previsión a través de la cual en un futuro pueda resolverse una hipotética controversia sobre la herencia a partir
de la defunción13. Pero esto ya no es de lo que trata este trabajo.
13 GIL PECHARROMÁN, Xavier. El Economista, 25-05-2012.
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V. ¿ENERVA LA LEC DE 2000 LAS PROHIBICIONES DE PARTICIÓN JUDICIAL DE LA HERENCIA?
El juicio de testamentaría ha sido sustituido en la Ley 1/2000, de 7 de
enero, de Enjuiciamiento Civil, por el procedimiento judicial de división
de herencias (art. 782 y ss.).
A) La primera cuestión que se suscitaba bajo la vigencia de la LEC de 1881
es la interpretación de la voluntad del causante (art. 675 del C.c.) y ver
qué tipo de intervención judicial prohibió:
Los dos ejemplos extremos los tenemos en la SAP de Lugo, Sec.
1ª, de 19-09-2007, conforme a la cuál, con la Ley de Enjuiciamiento Civil vigente al momento de otorgarse el testamento (LEC
de l.88l), se aludía a una concreta prohibición del juicio de testamentaria regulada por los art. l.039 y l.044 de la LEC de 1881. Se
trataba de una prohibición limitada a dicho proceso específico, no
pudiendo el testador impedir el juicio declarativo ordinario, en la
línea de la ya citada STS, Sala 1ª, de 19-11-1901, que distinguió
netamente entre “el heredero que promoviere juicio de testamentaría” y
“el que suscite reclamación judicial de cualquier clase”.
En sentido contrario, la SAP de Madrid, Sec. 20ª, de 19-05-2008,
que parte de que el término “testamentaría” utilizado por la testadora interpretarse como una referencia al juicio universal de testamentaría de la LEC de 1881, sino que debe ser entendido en el sentido
común y más amplio de “ejecución de lo dispuesto en testamento”.
B) La segunda cuestión si la entrada en vigor de la LEC de 2000 ha
supuesto la enervación de las cláusulas de intervención judicial en
la testamentaría instituidas antes de la entrada en vigor (incluso de
la publicación, es decir cuál es la ley que contempló el causante al
trata de evitar según qué tipo de intervención judicial) de la misma, en el limitado sentido de que no son lícitas las cláusulas que
prohíban la partición judicial de herencias:
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1. Argumentos a favor:
a) Como quiera que el juicio de testamentaría de la LEC de
1881 ha sido sustituido por otro diferente, habrá que estarse
a la nueva regulación. La antigua permitía dicha prohibición
(art. 1039), condicionada a la ausencia de callejones sin salida, de modo que el causante debía nombrar las personas que
“practiquen extrajudicialmente todas las operaciones de la testamentaria”. Implícitamente, la citada SAP de Lugo, Sec. 1ª, de 1909-2007 parece apoyar este punto de vista.
b) El art. 782. 1 de la LEC vigente parece conceder rotundamente el derecho a instar la partición judicial, al afirmar que
“Cualquier coheredero o legatario de parte alícuota podrá reclamar
judicialmente la división de la herencia, siempre que ésta no deba
efectuarla un comisario o contador-partidor designado por el testador,
por acuerdo entre los coherederos o por resolución judicial”. Tiempo
verbal, futuro del indicativo, que nos dice que la norma es
imperativa.
c) El art. 792.1.2 de la LEC parece decir que sólo se permitiría
la prohibición testamentaria de la las medidas de aseguramiento de la herencia. Con lo que podría concluirse, a sensu
contrario, que sólo se puede instituir la prohibición respecto
de dicho contenido objetivo y limitada subjetivamente a los
herederos o legatarios de parte alícuota en cuanto llamamiento voluntario (no en cuanto legitimarios o viudo, pues éstos
pueden usar del art. 792.1.1 de la LEC para el aseguramiento de la herencia).
Como dice el Auto de la AP de Baleares, Sec. 5ª, de 23-022011 con cita de la SAP de Córdoba, Sec. 3ª, de 22-12-2006,
con la LEC de 1881 se consideraba el juicio de testamentaría
como un procedimiento de jurisdicción voluntaria, pudiendo
elegir las partes acudir directamente al juicio declarativo con-
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tencioso, el cuál (SAP de Lugo, Sec. 1ª, de 19-09-2007 y STS
de 19-11-1901 y 14-07-1994) no se incluía en la prohibición.
Por el contrario el actual proceso especial para la división (art.
782 y ss. de la LEC de 2000) es un auténtico caso de intervención judicial, no un mero expediente de jurisdicción voluntaria. En dicha hipótesis, la cláusula de prohibición tampoco puede ser impuesta hoy en día, pues cuando el único proceso de partición judicial es el expuesto, sin perjuicio de que
no tenga efectos de cosa juzgada, de ahí que los coherederos
disconformes puedan defender en juicio plenario los derechos
que crean corresponderles sobre los bienes adjudicados (art.
787.5 de la LEC).
d) En consecuencia las prohibiciones de partir judicialmente la
herencia s pñp podrán ser introducidas por el testador indirectamente (art. 782.1 de la LEC) 1. vía que la partición la
haya hecho en sentido propio el causante, 2. que éste haya
instituido un comisario o contador partidor testamentario
(art. 1056 y 1057 del C.c.) o 3. que el causante imponga ciertas reglas particionales o de administración (art. 786.1 y 791.2
de la LEC), sin perjuicio siempre de la siempre posible
impugnación judicial de dichas particiones, conforme constante Jurisprudencia.
2. Argumentos y resoluciones judiciales en contra:
a) La aplicación analógica de las disposición transitoria 2 del
C.c., nos lleva a negar la derogación o nulidad sobrevenida de
tal tipo de cláusulas (“Los actos y contratos celebrados bajo el régimen de la legislación anterior, y que sean válidos con arreglo a ella,
surtirán todos sus efectos según la misma, con las limitaciones establecidas en estas reglas. En su consecuencia serán válidos los testamentos aunque sean mancomunados, los poderes para testar y las
memorias testamentarias que se hubiesen otorgado o escrito antes de
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regir el Código, y producirán su efecto las cláusulas ad cautelam, los
fideicomisos para aplicar los bienes según instrucciones reservadas del
testador y cualesquiera otros actos permitidos por la legislación precedente; pero la revocación o modificación de estos actos o de cualquiera de las cláusulas contenidas en ellos no podrá verificarse, después de
regir el Código, sino testando con arreglo al mismo”).
b) Si se puede prohibir de facto la partición judicial de herencia como tal (art. 782.1 de la LEC) vía la creación de los supuestos de existencia de “un comisario o contador-partidor designado por el testador, por acuerdo entre los coherederos o por resolución judicial” e igualmente la prohibición de intervención judicial de
medidas aseguratorias de la herencia (es perfectamente extensible a los legitimarios, pese a la literalidad de la LEC, que las limita a herederos y legatarios de parte alícuota, pues con la mera
existencia del albacea se enervan dichas medidas pues las acciones que sobre la herencia penden (cfr. art. 892 y 902.4 del C.c.
y 6.1.4 y 7.5 de la LEC), así como su administración, inventario incluido, serán ejercidas por el mismo, quien también la
defenderá), no hay motivo para entender que no son lícitas las
cláusulas de prohibición de intervención judicial en la herencia, sin perjuicio de la impugnación, en su caso, de su resultado.
c) El art. 1051 del C.c. sigue vigente (“Ningún coheredero podrá
ser obligado a permanecer en la indivisión de la herencia, a menos
que el testador prohíba expresamente la división. Pero, aun cuando
la prohíba, la división tendrá siempre lugar mediante alguna de las
causas por las cuales se extingue la sociedad”). Pero está claro que
los sucesores no podrán ser obligados a permanecer en la indivisión, idea reforzada por el citado art. 782 de la LEC, pues
el causante debe haber dado salidas para la partición de la herencia, partición por él efectuada o contador partidor voluntaria, sin perjuicio de las legítimas, exactamente igual que en
la LEC de 1881. Luego volveremos sobre el particular.
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d) La Jurisprudencia mayor y menor es favorable a la admisión
de la prohibición de partición judicial de la herencia tras la
entrada en vigor de la LEC de 2000 (SAP de La Coruña, Sec.
3ª, de 6-05-2011 y, Sec. 5ª, de 6-11-2007, SAP de Barcelona,
Sec. 16ª, de 8-03-2012, SAP de Santa Cruz, Sec. 3ª, de 5-112010, SAP de Bizkaia, sec. 4ª, de 26-9-2007) siempre con
sujeción a ciertos límites, pues como dice el Auto de la AP de
Madrid, Sec. 10ª, de 16-10-2007: La validez de dichas cláusulas viene siendo reconocida en abstracto por la
Jurisprudencia, no pudiendo establecerse «a priori» su nulidad
o ineficacia, pues su validez dependerá de la licitud o ilicitud
de la cláusula o declaración principal a la cual sirven de sanción.
e) Si el arbitraje es una manera de prohibir acudir a la Jurisdicción, pues al poder extenderse a la división de la herencia,
enerva al Poder Judicial, en virtud de su Ley de 2003, por ésta
ha de interpretarse la LEC de 2000 en sentido favorable a la
prohibición de intervención judicial en la división de la
herencia, con los límites que de seguido pasamos a tratar, en
general y en particular.
VI. PROHIBICIONES DE INTERVENCIÓN JUDICIAL Y LAS
ACCIONES HEREDITARIAS CON CARÁCTER GENERAL
Para que esta prohibición de intervención judicial en la partición a
través del Expediente de Jurisdicción Voluntaria de “Testamentaría” produjera sus efectos, tanto la LEC de 1881 como la Jurisprudencia, las embridaron notablemente con ciertos caracteres que perdurarán bajo la
LEC de 2000 y serán extensibles con carácter general a las cláusulas de
intervención judicial en las herencias:
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A) Quedan fuera de la prohibición las acciones ad extra de los sucesores, es decir, cabe siempre la posibilidad de ejercitar acciones en beneficio de la masa
hereditaria. 1. La Jurisprudencia (STS, Sala 1ª, de 10-11-1929 y 306-1950) y la Doctrina tiene reconocido desde antiguo al viudo y
a los herederos dicha posibilidad de ejercitar acciones en beneficio
de la masa hereditaria. Y así, la prohibición de recurrir al auxilio
judicial al efecto de la división de la herencia o testamentaría no
quiere decir que los interesados no puedan promover un juicio no
universal reivindicando o pretendiendo la declaración de propiedad de un determinado bien en beneficio de la comunidad, o
pidiendo la declaración de la existencia de un determinado crédito también en beneficio de la comunidad, a sustanciar por los cauces del juicio ordinario que correspondiera (SAP de Huesca de
24-04-2002). 2. Como en el caso del arbitraje, el causante carece
de facultades dispositivas mortis causa en perjuicio de terceros como acreedores, albaceas o contadores-partidores.
B) Se aplica al actor, no al demandado. Es más se exige una actividad procesal efectiva, que puede ser la de parte demandante, o de tercera
interviniente (Auto de la AP de Madrid, Sec. 20ª, de 13-06-2008).
C) En general, a cláusula es inoperante cuando la intervención judicial ha sido
promovida para que se cumpla la voluntad del testador (STS, Sala 1ª, de
1-06-1946, 29-01-1955 y 25-04-1963) o, en general, cuando sean
impugnadas singulares disposiciones contrarias a las normas legales
(STS, Sala 1ª, de 3-03-1980), o sea, que se cumpla la voluntad de
la ley. En particular, quedan siempre a salvo las legítimas (art. 1046
del C.c.):
1. Ya sostenían las STS, Sala 1ª, de 1-12-1891, 17-10-1893, 1405-1895, 22-11-1910, 2-12-1929 y 8-06-1999 que lo dispuesto
en el art. 1039 de la LEC de 1881 no alcanza a los herederos forzosos, que tienen siempre derecho a la percepción de su legítima, con, sin y contra la voluntad del causante, sin ningún grava-
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men o condición, como prescribe el art. 813 del C.c., lo cual no
acontecería si se limitase por el testador el ejercicio legítimo que
el art. 1038 de la LEC de 1881 concede a los herederos forzosos
para promover el Juicio Voluntario de Testamentaria.
2. Como ya hemos dicho, existe siempre la legitimación de los herederos forzosos para solicitar la nulidad de los actos llevados a
cabo por su causante, por considerarlos simulados o cuando
pueden atacarse sus derechos legitimarios (STS, Sala 1ª, de 9-041970, 16-04-1973, 7-03-1980, 24-10-1995, 2-04-2001, 12-072001, etc.).
Específicamente, cuando la partición se realice bien por el propio testador, bien por contador-partidor testamentario, la prohibición se admite como válida en la doctrina científica, pero si la
partición adoleciera de algún vicio de nulidad o lesionase derechos de los legitimarios, puede ser impugnada, pues lo contrario
conculcaría el ordenamiento sucesorio (STS, Sala 1ª, de 8-061999 y art. 1056 del C.c. “Cuando el testador hiciere, por acto entre
vivos o por última voluntad, la partición de sus bienes, se pasará por ella,
en cuanto no perjudique a la legítima de los herederos forzosos”).
3. No pueden comprenderse las acciones instrumentales pues, por
ejemplo, hasta que no se haga el inventario y avalúo de los bienes hereditarios, no puede determinarse la validez de la cláusula
cuya nulidad se pretende en la demanda, luego siempre se podrán ejercitar las acciones precisas para el cálculo de las legítimas
(STS, Sala 1ª, de 21-11-2011, 19-11-1901, 8-11-1967 y 8-061999).
D) Se impone una interpretación teleológica, de los fines buscados por la cláusula y por los litigantes: De tal manera que (STS, Sala 1ª, de 12-121959, SAP de Córdoba de 2-04-1992 y SAP de Bizkaia, sec. 4ª, de
25-1-2002) “si toda condición es en definitiva, sólo medio para la consecución de un fin, necesariamente ha de verse influenciada, imprimiéndole ca-
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rácter, por una doble circunstancia, la de la licitud sustancial que el acto u
omisión de aquélla en sí consista, y por la del designio o propósito que con
su cumplimiento pretenda conseguir quien la impone, de tal suerte que tanto
si lo primero es contrario a derecho, como si la finalidad perseguida es hacer
posible lo que la Ley no permite realizar, es evidente que la condición que
se dirija a tan arbitrario fin habrá de reputarse contraria a derecho”.
La cláusula no puede tener por efecto impedir en absoluto a una
de las partes favorecidas en la herencia acudir a la vía judicial (STS,
Sala 1ª, de 2-11-2010, Auto de la AP de Cádiz, Sec. 8ª, de 14-022005 y SAP de Barcelona, Sec. 16ª, de 8-03-2012). El rechazo de
la prohibición como contraria a la tutela judicial tiene lugar cuando se ponen obstáculos o trabas arbitrarias o caprichosas que lo
dificulten, sin que tal dificultad esté en algún modo justificada por
el servicio a un fin constitucionalmente lícito. En particular, cuando se estén ventilando derechos y obligaciones que dimanan directamente de la ley –v.gr. las legítimas– el texto constitucional se impone; pero en presencia de derechos contingentes, nacidos por imperio de la libre manifestación de la voluntad del causante, no entra en juego el mencionado art. 24, porque cuando los derechos se
adquieren por voluntad del testador vienen troquelados o nacen
delimitados por esa misma voluntad, y puede éste libremente impedir la judicialización de su herencia, por el motivo que sea, desde
el mantenimiento de la paz familiar a la prohibición de que alguien reciba más de lo que se le ha asignado (SAP de Barcelona,
Sec. 13ª, de 30-06-2009).
1. El límite negativo de la prohibición de intervención judicial en la testamentaría: Sea vía cautela socini, sea de modo directo, la Jurisprudencia y la Doctrina han exigido una sujeción de la prohibición
a un plazo cierto o una finalidad legítima bajo el principio esencial, ya dicho, que las cláusulas vedadas son aquellas reclamaciones judiciales que tienden de una manera directa o indirecta a
obtener un lucro injusto del sucesor, sea por impugnar o a des-
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truir la voluntad del testador, sea por bloquear la partición en
busca de dicho lucro, por lo que no impiden que, ante la disconfor midad de los interesados con la interpretación que cada uno
de ellos sostenga sobre la voluntad del testador en cuanto a la
atribución de bienes o derechos, sean los tribunales los que decidan sobre ello. Así la STS, Sala 1ª, de 2-11-2010 se pronuncia
en contra de una cláusula absoluta del siguiente tenor literal
“Prohíbe el testador expresamente a los favorecidos en este testamento
todo tipo de intervención judicial, debiendo efectuarse el reparto del caudal, las adjudicaciones pertinentes y la entrega de los legados caso de
tener efectividad, de común acuerdo por todos ellos, quedando sancionado el contraventor de esta prohibición con la pérdida de todos los beneficios que a su favor pudieran resultar del presente testamento”.
2. El límite positivo de la prohibición. Debe tener un motivo razonable y
legítimo: Ya hemos hablado el maridaje entre el Derecho civil y
el procesal en este punto conforme declara la SAP de Barcelona, Sec. 13ª, de 30-06-2009, de modo que cuando se estén ventilando derechos y obligaciones que dimanan directamente de la
ley -v.gr. las legítimas- el derecho a la acción se impone; pero en
presencia de derechos contingentes, nacidos por imperio de la
libre manifestación de la voluntad del causante, puede éste libremente impedir la judicialización de su herencia, pero (entiendo
implícito en dicha sentencia) con un motivo justo, desde el
mantenimiento de la paz familiar a la prohibición de que
alguien reciba más de lo que se le ha asignado.
Como casos de dicho principio citamos la STS de 16-02-1977,
cuando “la voluntad del «de cuius» fue la de proteger a su cónyuge después de su muerte, de forma tal, que esta pudiera seguir disfrutando de
una saneada situación económica.” y la STS, Sala 1ª, de 21-12-2000
en que el causante decide imponer la indivisión de la herencia
“hasta que no se produjera el fatal hecho de la muerte de su esposa” y
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“la finalidad de tal decisión era permitir la realización de unas obras de
regadío en la finca en cuestión, que no podrían llevarse a cabo hasta que
no se consolidara la propiedad mediante la extinción del usufructo
correspondiente a la esposa del testador, y que serviría para dar un tanto
igualatorio en la distribución de los bienes hereditarios”.
E) Se admite la cautela socini como vía de introducir las prohibiciones.
Así las STS de 12-12-1958 y 08-06-1999 y SAP de Bizkaia, sec. 4ª,
de 25-1-2002. Luego lo trataremos en un epígrafe monográfico.
F) Pueden hacerse por tiempo determinado. Así, nuevamente la STS, Sala
1ª, de 21-12-2000 y los art. 400, 1051 y 1700.4º del C.c.
A modo de resumen entiendo que la cláusula no puede llegar al paroxismo o parálisis del fenómeno sucesorio en todas su fases (apertura de
la sucesión, vocación a la herencia, delación de la herencia, adquisición y
en su caso partición en su acepción más amplia). Tal y como declara la
SAP de Madrid, Sec. 12ª, de 8-02-2012 “Y como tal la prohibición, no puede
ser extendida a términos tales, que implique una indefensión absoluta para los
herederos y legitimarios, en la defensa de los bienes y derechos adquiridos por mor
de una herencia. De tal modo que si se vieren ignorados, o perturbados o agredidos en la titularidad de sus derechos, se verían constreñidos o a aquietarse a dichas
actuaciones cediendo involuntariamente en la defensa de sus intereses, o si ejercitaran acción en reivindicación de tales intereses, se verían sancionados igualmente
con la perdida de los mismos”.
Este criterio me parece definitivo, pues no puede aceptarse que ante
una situación de facto que objetivamente beneficia a alguien y que se
niega a alterar dicho status quo a consta de no acceder de buen grado
y extrajudialmente a aquello a que el reclamante tiene derecho. Piénsese
en un coheredero, usufructuario, cónyuge que disfruta u ocupa en exclusiva los bienes hereditarios y la indivisión le permite dicha situación,
donatarios disimulados por el causante bajo la forma de compradores,
etc.
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La consecuencia de que la cláusula de prohibición de intervención
judicial sea nula es el mero expurgo de la misma pues (STS, Sala 1ª, de
12-12-1959, SAP de Córdoba de 2-04-1992 y SAP de Bizkaia, sec. 4ª, de
25-1-2002) mientras que las condiciones imposibles, las contrarias a las
buenas costumbres y las prohibidas por la Ley, anulan la obligación en los
actos inter vivos (art. 1116 del C.c.), en los actos mortis causa la condición inadmisible no perjudica la disposición que mantiene toda su validez, respondiendo la diversa solución para la jurisprudencia (art. 790 del
C.c. y STS, Sala 1ª, de 17-11-1950) a la distinta regulación que merecen
los efectos de voluntades emitidas con distintos fines y en distintas circunstancias, como son las del contratante y las del testador.
VII. PROHIBICIONES DE INTERVENCIÓN JUDICIAL Y LAS
ACCIONES HEREDITARIAS CONCRETAS:
Si bien se mira, en todos y cada uno de los casos de prohibiciones que
hallemos, encontraremos con la cuestión de interpretar, caso por caso la
voluntad del causante (art. 675 del C.c.). Por ello entiendo que es más
fácil buscar a la luz de los límites generales antes expuestos las diferentes
posibilidades antes las cláusulas prohibitivas de intervención judicial que
nos encontremos, pues como dicen el Auto de la AP de Madrid, Sec. 10ª,
de 16-10-2007 y la SAP de Bizkaia, sec. 4ª, de 25-1-2002 si bien la validez de dichas cláusulas viene siendo reconocida en abstracto por la
Jurisprudencia, no se puede establecer a priori su nulidad o ineficacia,
pues su validez dependerá de la licitud o ilicitud de la cláusula o declaración principal a la cual sirven de sanción.
“Vamos a mojarnos” con nuestra opinión:
A) Fase de herencia futura: En vida del causante, su patrimonio no tiene cualidad de herencia y no es susceptible de negocio sucesorio
contractual (cfr. el art. 1.271.2 del C.c., salvo excepciones, entre
ellas los Derechos Forales).
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Tampoco cabe impugnación alguna pues el testamento carece de
eficacia (STS, Sala 1ª, de 23-02-2010, con cita de la STS de 07-041903) pues “las acciones presuponen siempre la violación de un derecho y
por ello, “como las disposiciones testamentarias, por ser esencialmente revocables y estar ordenadas para después de la muerte del testador, no pueden
producir efecto alguno hasta que el mismo testador fallezca, es obvio que
durante la vida del que ordenó el testamento no puede persona alguna
impugnar la eficacia de éste, mediante acción de carácter civil, ya que ningún perjuicio irroga ni puede irrogar al testador, mientras vive, la existencia de la disposición testamentaria que aquél puede derogar o ratificar sin
contención de ninguna clase”.
No obstante están las precauciones cuando la viuda queda encinta (art. 959 y ss. del C.c.). Las alusiones al juicio de testamentaría y
las precauciones de la LEC de 1881 deben ser hechas ahora a la
intervención del caudal hereditario (art. 790 y ss. de la LEC 2000),
como implícitamente reconoce el Auto de la AP de Sevilla, sec. 8ª,
de 31-1-2008. Obviamente dichas precauciones protegen los derechos del nasciturus, sea legitimario, sustituto, representante, etc. e la
herencia (art. 30 del C.c.), a la vista del citado art. 959 del C.c. Es
más, el tantas veces aludido art. 792.1.2 de la LEC parece amparar
en su literalidad al nasciturus pues su objeto es la intervención
judicial de la herencia durante la tramitación de la declaración de
herederos, al efecto del cuál están legitimados “cualquiera de los
parientes que se crea con derecho a la sucesión legítima”. Y conforme al
art. 29 del C.c.: “El nacimiento determina la personalidad; pero el concebido se tiene por nacido para todos los efectos que le sean favorables, siempre que nazca con las condiciones que expresa el art. siguiente”. En conclusión, no cabe prohibir las acciones impugnatorias pues son
complementarias de voluntad del testador o de la ley.
B) Fase de herencia yacente: Como hemos visto antes, el art. 792.1.2
de la LEC trata la prohibición de la “Intervención judicial de la herencia durante la tramitación de la declaración de herederos o de la división
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judicial de la herencia” para cualquier coheredero o legatario de parte
alícuota, mas dicha intervención no es en el más amplio sentido de
“Tomar parte en un asunto” sino en el más limitado (art. 791.2 de la
LEC) de ocupar los libros, papeles y correspondencia del difunto,
inventariar y depositar los bienes y su administración, prohibición
que a sensu contrario del citado art. 792 de la LEC no es extensible al cónyuge, parientes que se crean con derecho a la sucesión
legítima ni acreedores.
Nótese que mientras que los herederos o legatarios promueven el
aseguramiento en fase de herencia ya aceptada, porque adquieren
previo llamamiento más aceptación (art. 792.1.2º de la LEC y 440,
609 y 989 del C.c., STS, Sala 1ª, de 27-06-2000), el cónyuge y los
presuntos legitimarios pueden promoverlo en la fase de yacencia de
la herencia, antes incluso de ser llamados, puesto que la acción que
estos generalmente van a ejercitar es la del propio llamamiento (su
propia declaración de herederos, notarial o judicial) y estos herederos abintestato son los administradores de la herencia, sin que implique su aceptación la mera administración y conservación de la
misma, ex art. 999 del C.c.). En consecuencia, la medida accesoria
de aseguramiento se concede en los mismos presupuestos que la
principal correspondiente. Se concede la legitimación para instar la
medida accesoria del aseguramiento (art. 792.2 de la LEC) a los
acreedores “privilegiados”, o sea, los reconocidos como tales en el
testamento (o por los coherederos) y los que tengan su derecho
documentado en un título ejecutivo, durante la tramitación de la
declaración de herederos o de la división judicial de la herencia.
Aquí la prohibición de intervención judicial en pos de medidas
aseguratorias de la herencia es perfectamente posible, pese a la literalidad de la LEC, que las limita a herederos y legatarios de parte
alícuota, pues con la mera existencia del albacea se enervan dichas
medidas pues las acciones que sobre la herencia penden (cfr. art.
art. 892 y 902.4 del C.c. y 6.1.4 y 7.5 de la LEC), así como su
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De la prohibición de intervención judicial en herencias
administración, inventario incluido, serán ejercidas por el mismo,
quien también la defenderá.
También se puede prohibir la partición judicial de herencia como
tal (art. 782.1 de la LEC) vía la creación de los supuestos de existencia de “un comisario o contador-partidor designado por el testador, por
acuerdo entre los coherederos o por resolución judicial”.
Por lo tanto no se entiende que entonces, la prohibición de “intervención judicial del caudal” sólo se literalmente permitida respecto de
herederos o legatarios de parte alícuota en cuanto llamamiento
voluntario (no en cuanto legitimarios, pues pueden escudarse en
el art. 792.1.1 de la LEC para el aseguramiento de la herencia)
como medida accesoria de la partición judicial de la misma, cuando se puede prohibir la partición judicial en su conjunto.
Queremos decir que será extraño que el testador no instituya un
mecanismo de partición que evite el juicio de división judicial de
herencia y, sin embargo, se cuide de prohibir que los sucesores
pidan del Juez que asegure la herencia, sin nombrar un albacea.
Recordemos en este punto que el testador puede prohibir a los
sucesores voluntarios acudir a la jurisdicción para dilucidar las cuestiones relativas a administración y partición de la herencia instituyendo el arbitraje. Pero este arbitraje es para dirimir controversias
resultantes de dichas cuestiones, no para efectuar la propia partición.
De nuevo, en suma, el legislador nos está diciendo que los sucesores forzosos siempre podrán impugnar la partición y administración efectuadas –y sus medidas de aseguramiento- en la vía jurisdiccional, en línea con la Jurisprudencia (STS de 08-06-1999 y
SAP de Bizkaia, sec. 4ª, de 25-1-2002).
C) Fase de apertura de la sucesión:
1. Acción de nulidad de testamento: Conforme al art. 675, pfo. 2º
del C.c.: “El testador no puede prohibir que se impugne el testamento
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en los casos en que haya nulidad declarada por la ley”. Ello incluye
tanto la posibilidad de instar la nulidad del testamento (o cualquier otra disposición sucesoria) como a todas y cada una de las
disposiciones testamentarias, incluida la propia cláusula de prohibición de intervención judicial (SAP de Bizkaia, sec. 4ª, de 251-2002 y STS, Sala 1ª, de 8-06-1999). Si bien la impugnación
autónoma de dicha cláusula no tiene sentido pues sobre la
misma se dilucidará cara a la cuestión de legitimación de la
acción principal de que se trate.
2. Acción de petición de herencia: La acción de petición de herencia o
“actio petitio hereditatis”, a la que hacen referencia los arts. 192,
659, 1016 y 1021 del C.c., ha sido definida por la Jurisprudencia
(STS, Sala 1ª, de 18-05-1932, 12-11-1963 y 21-06-1993), como
“una acción universal dirigida primordialmente a obtener el reconocimiento o cualidad de heredero y, en su caso, a la restitución de todo o de
parte de los bienes que componen el caudal relicto del causante cuya
posición con título o sin él retenga el demandado”. Recordemos que
toda prohibición de intervención es inoperante cuando la intervención judicial ha sido promovida para que se cumpla la
voluntad del testador (STS, Sala 1ª, de 1-06-1946, 29-01-1955
y 25-04-1963) o (STS, Sala 1ª, de 3-03-1980) o para que se
cumpla la voluntad de la ley, particularmente las legítimas. Por
la misma razón el acrecimiento, la representación, sustitución,
etc. cumplimiento de legados, mandas, condiciones o modos, no
pueden ser enervadas como acciones. Luego veremos el
Expediente de Jurisdicción Voluntaria al efecto.
3. Las acciones contra los actos que infringen la legítima no pueden verse
enervadas por la prohibición de intervención judicial, como hemos
visto pues (art. 813 del C.c.) “El testador no podrá privar a los herederos de su legítima sino en los casos expresamente determinados por la
ley. Tampoco podrá imponer sobre ella gravamen, ni condición, ni susti-
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De la prohibición de intervención judicial en herencias
tución de ninguna especie…”, sean: 1. la prohibición de renunciar
la legítima (art. 813 del C.c.), 2. preterición de legitimarios (art.
814 del C.c.). 3. suplemento de legítima (art. 815 del C.c.). 4.
impugnación de la desheredación (art. 816 y 851 del C.c.). 5.
acciones de impugnación contra los actos inoficiosos realizados
por el causante en perjuicio de la legítima (art. 636 y 817 y ss.
del C.c.). 6. Acciones de los legitimarios contra los actos de
simulación o fraude realizados por el causante (STS, Sala 1ª, de
9-04-1970, 16-04-1973, 7-03-1980, 24-10-1995, 2-04-2001,
12-07-2001, etc.), 7. Computación (art. 818 del C.c.) y 8. colación (art. 1035 y ss. del C.c.).
Al efecto de la intangibilidad cuantitativa y cualitativa, recuerda la
STS, Sala 1ª, de 20-09-1999 que para el cálculo del importe de la
legítima habrá de estarse a los valores “reales”, sin que vinculen los
que atribuya a los bienes el testador, o el heredero o legatario gravado con su pago y aunque nada obsta a que los interesados (en el
caso, heredera testamentaria y legitimarios-legatarios) hubieran
podido convenir los valores que estimasen oportunos, fueren superiores o inferiores a los reales, porque aunque la legítima deferida
es de derecho dispositivo, no cabe atribuir tal efecto vinculante de convenio- a los valores que se hacen constar en la escritura de
manifestación y aceptación de herencia, pues su consignación
puede responder a otras finalidades (fiscales, administrativas, etc.), y
en sede de legítima es preciso que quede establecido de modo
incuestionable que se acepta dicha valoración para su cálculo.
Es más, aunque, como hemos visto (art. 786.1 de la LEC) el testador puede establecer reglas de inventario, avalúo y partición,
el mismo está restringido en cuanto a la legítima, tal y como
resume la STS, Sala 1ª, de 14-12-2005:
“hay que aceptar, como hace ahora el Código civil en preceptos como
los que ha invocado el recurrente (847, 1045-1º y 1074 CC), una
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De la prohibición de intervención judicial en herencias
cierta corrección del nominalismo, procediendo, de una parte, a aproximar el momento de valoración al de la liquidación y pago, para expresarlo en unidades monetarias de tal momento; y, por otra parte, estableciendo la regla de pago en la moneda corriente en el momento de la
liquidación, esto es, actualizando al valor actual de la moneda en el
momento del pago. La infracción de este principio, que puede resultar
inocua cuando redunda en una minusvaloración general y compensada
respecto de todos bienes de la herencia sin repercusiones desfavorables
para unos y otros herederos (SSTS de 21 de abril de 1966 y 7 de
enero de 1991), constituye, por el contrario, causa de nulidad de la partición en aquellos supuestos en los cuales se advierte que dicho criterio
valorativo produce una alteración del principio de equitativa distribución de los bienes de la herencia (pues, como dice la STS de 25
noviembre de 2004, la posición general entiende que cuando no se respeta el criterio igualitario concurre una causa de nulidad de la partición, debido a que supone la vulneración de lo preceptuado en la ley)”.
“Como esta Sala tiene declarado, las donaciones efectuadas por el
testador deben ser traídas a la partición al efecto de computar su valor
y determinar si son inoficiosas, con el fin de reducirlas cuando ello sea
preciso con arreglo a las disposiciones legales. Así, entre las más recientes, la sentencia de 11 de octubre de 2005 recuerda que “habrá de
traerse el valor de los bienes donados al tiempo en que se evalúen los
bienes hereditarios (art. 1045 CC) a fin de integrar la masa hereditaria con el relictum más el donatum a efectos de poder calcular las legítimas de los restantes herederos forzosos y comprobar si la donación las
ha perjudicado causando su minoración (sentencia de esta Sala de 21
de abril de 1997, entre otras)”.
Igualmente recuerda la Jurisprudencia (STS, Sala 1ª, de 14-122005) que por más que el donante hubiera dispensado al favorecido con la liberalidad de la obligación de aportar a la masa
hereditaria el valor que tuviera (art. 1036 del C.c.), la dispensa
de colación no exime del deber de respeto a la legítima, que
impone la computación (art. 818 del C.c.) y, en su caso, reducción de la liberalidades inoficiosas (art. 817) , dado que dicho
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De la prohibición de intervención judicial en herencias
deber subsiste aun cuando las donaciones no tengan en principio carácter colacionable.
4. Las reservas y reversiones (art. 811 y 968 y ss. y 812 del C.c.): Por
identidad de razón, al tratarse de imposiciones legales sobre la
voluntad del causante, no pueden enervarse vía la prohibición
de impugnación judicial.
D) Albaceazgo: Parecen indisponibles las acciones declarativas de nulidad de sus actos tanto en general cuando son contrarios a las normas prohibitivas o imperativas (art. 6.3 del C.c.), muy especialmente por la terminación del cargo (art. 910 del C.c.), especialmente
por el transcurso del tiempo. Igualmente, la prohibición no puede
impedir ni la rendición de cuentas (art. 907 del C.c.) ni toda revisión judicial de lo actuado por ese ejecutor privado (SAP de
Barcelona, Sec. 16ª, de 8-03-2012).
E) Concurso del causante y concurso de la herencia: Dispone el art. 1.2 de
la Ley 22/2003, de 9 de julio, Concursal que el concurso de la
herencia podrá declararse en tanto no haya sido aceptada pura y
simplemente. Igualmente conforme al art. 182, la muerte o declaración de fallecimiento del concursado no será causa de conclusión
del concurso, que continuará su tramitación como concurso de la
herencia. Corresponde a la administración concursal el ejercicio de
las facultades patrimoniales de administración y disposición del
caudal relicto, sin que pueda cambiarse esta situación (art. 40.5 y
182 de la Ley Concursal). Concluye el art. 182.3 que la herencia se
mantendrá indivisa durante la tramitación del concurso. Todas estas
normas son imperativas, luego no cabe prohibición al respecto.
F) Fase de aceptación o repudiación de la herencia:
1. Interpellatio in iure (art. 1004 y 1005 del C.c.). Permite a los interesados en la herencia obtener una declaración de voluntad
del llamado a la misma acerca de su aceptación o repudiación
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De la prohibición de intervención judicial en herencias
de ella, para arrojar seguridad jurídica en breve plazo respecto a
dicha sucesión, y evitar que el silencio del llamado pueda perjudicar a aquéllos. Entendemos que no puede prohibirse pues
delación y aceptación son esquemas imperativos legales de que
se produzca el fenómeno sucesorio (art. 440, 609 y 989 del C.c.)
y, por lo tanto, queridos por el causante y por la Ley.
2. Impugnación de la aceptación y repudiación de la herencia: El
art. 997 del C.c. sólo contempla como causas la concurrencia de
los vicios que anulan el consentimiento o la aparición de un testamento desconocido, así como (art. 1001 del C.c.) si el heredero repudia la herencia en perjuicio de sus propios acreedores,
podrán éstos pedir al Juez que los autorice para aceptarla en
nombre de aquél. No cabe la prohibición, pues estamos en presencia de derecho imperativo cuando la nulidad sea absoluta o
la renuncia sea en perjuicio de terceros (art. 6 del C.c.). Como
caso de laboratorio, podríamos plantearnos si puede prohibirse
interesar judicialmente la anulación de tales actos, particularmente por vicios del consentimiento, pues la anulabilidad no es
cuestión de orden público sino de interés de terceros quienes
sólo éstos podrán accionarla (art. 1301 y 1302 del C.c.). Entiendo que no pues la aceptación y repudiación “son actos enteramente voluntarios y libres” (art. 988 del C.c).
3. El beneficio de inventario y el derecho de deliberar (art. 1010 y ss. del
C.c.): Estamos en presencia de actos de Jurisdicción Voluntaria
(art. 1052 y ss. de la LEC de 1881) que se caracteriza por la
ausencia de contradicción y, por tanto, el carácter no litigioso de
los expedientes. Por ello, la resolución que se dicte no produce
los efectos de cosa juzgada. Puede hacerse indistintamente (art.
1011 y 1102 del C.c.) ante Notario o judicialmente e incluso el
cuerpo diplomático, por lo que se ve que propiamente no hay
intervención jurisdiccional. Además es un derecho enteramente
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libre del heredero (art. 988 del C.c. y STS, Sala 1ª, de 28-062000), siempre referido a la fecha de la muerte del causante (art.
999), normas imperativas.
G) Fase de partición y adjudicación: art. 1.051 a 1.087 del C.c.
1. En general:
a) En el antiguo juicio de testamentaría era necesario que el testador hubiese nombrado una o más personas, facultándolas
para que, con el carácter de albaceas, contadores o cualquier
otro, practiquen extrajudicialmente todas las operaciones de
la testamentaría (art. 1.045 de la LEC de 1881). Presupuesto
necesario que ha de darse en la práctica, de modo que (STS,
Sala 1ª, de 20-09-1994) para poder aplicar al infractor de la
prohibición antedicha las sanciones que prevea el testamento,
es necesario que haya acudido el heredero a la práctica de la
partición judicial durante la vigencia del albaceazgo o del
mandato conferido al contador, conforme precisa la Jurisprudencia. Si por el contrario terminó el período de nombramiento del albacea carece de sentido aplicar la reducción impuesta como sanción ya que, de lo contrario, bastaría la oposición de un coheredero a la partición para que los demás, al
serles extremadamente perjudicial promover el juicio de testamentaria y no poder efectuarse de otro modo la partición,
vieran obstaculizado indefinidamente el ejercicio de sus legítimos derechos, lo cual sí pugnaría con la voluntad manifestada por los testadores.
Implícitamente, la STS, Sala 1ª, de 8-03-1989 admite que la
renuncia o no aceptación de dichos cargos por los nombrados al efecto enerva la prohibición de intervención judicial
en la testamentaría. De la misma manera (Auto de la AP de
Cádiz, Sec. 8ª, de 14-02-2005, SAP de Bizkaia, sec. 4ª, de 269-2007 y SAP de Lugo, Sec. 1ª, de 19-09-2007) fallecido el
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contador-partidor designado por el testador no puede compelerse a dicha vía cegada o a la convencional a la sucesora,
pues supondría obligarla a seguir con la herencia sin dividir,
y quedaría por tanto a merced de los restantes interesados
para poder conseguir la división.
b) Se admite la cautela socini como vía de introducir las prohibiciones.
Así las STS, Sala 1ª, de 12-12-1958 que reconoció la validez
de una cláusula testamentaria en la que el causante “prohíbe que
se divida su caudal relicto mientras viva su mujer, estableciendo una
sanción para el que reclame la legítima –la de ser privado del tercio
destinado a mejora…”. Luego volveremos sobre ello.
c) Impugnación de la partición: Tanto la efectuada por el testador, contador partidor testamentario o contador partidor
dativo pueden ser impugnadas pues “… si la partición adoleciera de algún vicio de nulidad o lesionase derechos de los legitimarios,
puede ser impugnada, pues lo contrario conculcaría el ordenamiento
sucesorio, como ocurre en este caso, donde obra acreditado la falta de
la liquidación de la sociedad de gananciales habida entre don Félix
y Dª Dominga y, sin embargo, los bienes de la misma se han incorporado a la partición efectuada” (STS de 08-06-1999 y SAP de
Bizkaia, sec. 4ª, de 25-1-2002). Así están la acción de nulidad
de la partición, por causas generales o por lesión de los derechos de los legitimarios, (STS, Sala 1ª, de 8-06-1999 y art.
1056 del C.c.), lo que es extensible a la hecha por los contadores partidores (STS de 17-06-1963 y 18-02-1987) y la
específica por hecha con uno a quien se creyó heredero sin
serlo (art. 1081 del C.c.).Y en cuanto a la acción rescisoria de
la partición (art. 1073 y ss. del C.c.), cabe siempre la rescisión
de la hecha por el testador por lesión en más de la cuarta
parte de las legítimas (art. 1074 y 1075 del C.c.). Igualmente
la partición del contador partidor dirimente (terminología de
la STS de 24-02-2006) es igualmente impugnable (art. 787
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de la LEC), pues si no hay acuerdo de los herederos con aquél
la discrepancia será resuelta por el Juez aunque la sentencia
que recaiga se llevará a efecto con arreglo a lo dispuesto en el
artículo siguiente, pero no tendrá eficacia de cosa juzgada,
pudiendo los interesados hacer valer los derechos que crean
corresponderles sobre los bienes adjudicados en el juicio
ordinario que corresponda
d) Pueden hacerse por tiempo determinado. Así, nuevamente la STS,
Sala 1ª, de 21-12-2000: “no es un teoría arriesgada ni exagerada
el proclamar que dentro de las facultades dispositivas del testador, esté
el de prohibir la división de los bienes hereditarios, que podrá hacerla siempre por tiempo determinado”.
Así los art. 400, 1051 y 1700.4º del C.c. prevén la indivisión
de conjuntos patrimoniales, cuestión sobre la que luego volveremos.
El art. 365.2 del Código del Derecho Foral de Aragón permite que el disponente podrá ordenar que tanto respecto a la herencia como a bienes concretos de esta no se proceda a la partición durante un tiempo determinado, que no podrá exceder
de quince años a contar desde la apertura de la sucesión, o por
el tiempo en que los bienes estén sujetos al usufructo del
viudo. Aunque pese a que haya prohibición o pacto de indivisión, el Juez puede autorizar la partición a instancia de cualquier partícipe si concurre una justa causa sobrevenida.
La Ley 331 de la Compilación del Derecho Civil Foral de Navarra permite al causante prohibir la división de la herencia,
bien por todo el tiempo que dure el usufructo de fidelidad a
favor del cónyuge viudo, bien por el tiempo que falte para que
el heredero de menos edad tome estado o, aun sin contraerlo,
llegue a los veinticinco años, bien, en cualquier otro caso, por
un plazo máximo de diez años a contar del fallecimiento.
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El art. 463-2 del libro cuarto del Código civil de Cataluña,
relativo a las sucesiones permite que el causante puede ordenar que, tanto respecto a la herencia como a bienes concretos de esta, no se haga la partición durante un plazo que no
puede exceder de diez años a contar de la apertura de la sucesión, plazo de indivisión que puede llegar a los quince años
respecto al inmueble que sea residencia habitual de uno de
los coherederos si este es cónyuge, conviviente en pareja estable o hijo del causante. Como en Aragón, aunque exista una
prohibición o un pacto de indivisión, el juez, a instancia de
cualquier coheredero, puede autorizar la partición o un anticipo parcial en bienes de la herencia o en dinero aunque no
haya, si sobreviene una causa justa.
e) Las conmutaciones de legítimas (art. 840 y 841 y ss. del C.c.) no
pueden ver prohibida su impugnación, en primer lugar porque es preciso con carácter necesario mutuo consenso y en
su defecto, aprobación judicial, luego la prohibición sólo
alcanzaría al derecho al recurso, lo que es grotesco, pues como
veremos, el recurso, especialmente la apelación, es una reproducción en otra instancia de la demanda y de su contestación.
Esta acción puede ejercitarse previamente a la partición, pues
así lo admiten Jurisprudencia y Doctrina. Específicamente, en
cuanto a la conmutación del usufructo, debe concurrir el
mutuo acuerdo de los herederos con el cónyuge viudo (STS,
Sala 1ª, de 4-10-2001 y 28-6-1962) y, en caso de que éste no
lo preste, podrá sustituirse por mandato judicial (STS, Sala 1ª,
de 4-10-2001) siempre que, vistas las circunstancias del caso
concreto, lo entienda conveniente para “evitar los inconvenientes que pueden producirse en una situación de dominio compartido”
(SAP de Castellón de 12-03-2001).
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Ahora bien, como ya entendió VALLET, si el testador puede
imponer la conmutación al cónyuge viudo, así como la forma
de realizarla e imponerla también a los herederos, siempre
que haga recaer su atribución en la parte libre de la herencia
(SAP de Cantabria, Sec. 1ª, de 29-09-2004), también podrá
imponer prohibiciones al efecto, particularmente si establece
dicha conmutación, reglas al efecto o un contador partidor,
añado yo.
Además con carácter general tampoco comprende la Jurisprudencia menor la conmutación como acción cuyo ejercicio vulnere prohibición alguna del testador y así:“Hemos de recordar que
la cláusula testamentaria hace depender la aplicación de la reducción de
la legítima a la condición de que algún heredero “se opusiere” a los términos en que queda configurado el usufructo de la viuda como universal y vitalicio. Por el contrario la conmutación de la legítima del cónyuge viudo no constituye sino una operación particional, pues es en el seno
de esa partición y solo dentro de ella donde puede materializarse la
transformación del derecho usufructuario en sus diversas modalidades,
a saber, la asignación de una renta vitalicia, el producto de determinados bienes o un capital en efectivo. Siendo ello así en modo alguno
puede equipararse el ejercicio del derecho a la conmutación, para cuya
solicitud estarán legitimados tanto los herederos -en el supuesto del art.
839 C.Civil- como la propia viuda cuando, como en el caso presente,
concurre con hijos solo del causante -art. 840 C.Civil-, con una oposición a la institución del cónyuge viuda como heredero universal y vitalicio. No estamos en presencia de una impugnación de dicha cláusula
testamentaria ni del efecto jurídico que de ella se deriva, sino del ejercicio de una facultad que, respetando dicha institución, trata únicamente de evitar los inconvenientes tanto de orden económico como jurídico
que para todas las partes pueden derivarse de la disociación del patrimonio hereditario entre usufructuario y nudos propietarios, evitando
con ello una incómoda situación de comunidad que habría de perpe-
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tuarse durante la vida del cónyuge supérstite” (SAP de Asturias, Sec.
1ª, de 15-04-2010).
2. La partición de la herencia. El art. 1051 del C.c. impone, como ya
hemos visto, que “Ningún coheredero podrá ser obligado a permanecer
en la indivisión de la herencia, a menos que el testador prohíba expresamente la división. Pero, aun cuando la prohíba, la división tendrá siempre
lugar mediante alguna de las causas por las cuales se extingue la sociedad”.
Resumiremos en este punto a MARTÍN BRICEÑO14:
a) El art. 1051, párrafo 1º, del C.c., sólo faculta al testador para
suspender –no vetar- el ejercicio de la actio familiae erciscundae. No lo está el contador-partidor o comisario, como
persona delegada de aquél, porque carece de facultad dispositiva sobre el patrimonio del causante. Ni tampoco lo está el
albacea, cuya función reside en la gestión de los asuntos que
le encomendó el testador, razón por la cual sólo podría encargarse de velar por el cumplimiento de la voluntad testamentaria de mantener indivisa la herencia.
b) La doctrina (y la Jurisprudencia, como hemos analizado) ha
venido manteniendo mayoritariamente que la restricción testamentaria a la partición hereditaria no vincula a quienes son
herederos forzosos.
c) El testador podrá imponer la indivisión de lo legado, no en
virtud de lo dispuesto por el artículo 1051, párrafo 1º, C.c.,
sino a la luz de lo dispuesto por la regla 3ª del artículo 26 Ley
Hipotecaria (“Las prohibiciones de disponer o enajenar se harán
constar en el Registro de la Propiedad y producirán efecto con arreglo
a las siguientes normas: (…) 3.Las impuestas por el testador o donante en actos o disposiciones de última voluntad, capitulaciones matrimo14 MARTÍN BRICEÑO, Mª Rosario. La prohibición testamentaria de dividir la herencia en el
Código civil. Dykinson, 2008.
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niales, donaciones y demás actos a título gratuito, serán inscribibles
siempre que la legislación vigente reconozca su validez”), del mismo
modo que el donante impone la indivisión sobre una comunidad creada a raíz de la donación. La STS de 5-10-1961 (cdo.
1º) así lo ha reconocido, al manifestar que los comuneros pueden solicitar el cese de la comunidad a través de su división,
salvo que “el donante, el testador o los partícipes por un acto solemne, expresen su voluntad de que continúe la indivisión durante el tiempo permitido por la Ley”.Y dicho límite máximo es el del art. 781
del C.c., el de las sustituciones fideicomisarias.
d) Se puede prohibir la acción de división de herencia, pero no
la de la división de la cosa común de la misma resultante. En
consecuencia, si lo que pretende el causante es mantener
indiviso alguno de los bienes que conforma la herencia, a fin,
por ejemplo, de mantener su destino económico, deberá establecer unas reglas particionales en su testamento que los
herederos estarán obligados a tener presentes en el momento
de llevar a cabo la partición.
e) Ha de tenerse en cuenta el supuesto de indivisión en interés
a la preservación de una empresa (art. 1056, pfo. 2º del C.c.).
f) Las causas de disolución de la sociedad civil como fuente de
ineficacia de la disposición testamentaria que prohíbe dividir
la herencia (art. 1700 del C.c.): 1. Cuando expira el término
(cualquier límite temporal que superara lo dispuesto en el art.
781 del C.c. se tiene por no puesto). 2. Cuando se pierde la
cosa, o desaparición del patrimonio hereditario, en cuyo caso
ex art. 182.3 de la Ley Concursal, art. 182 de la LC la herencia se mantendrá indivisa durante la tramitación del concurso. 3. Por muerte, insolvencia, incapacitación o declaración de
prodigalidad de cualquiera de los socios, y embargo de derechos de éstos en la sociedad. Entiende la autora citada que,
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De la prohibición de intervención judicial en herencias
dado que la comunidad hereditaria no se rige por reglas de
confianza, tal y como sucede con la sociedad civil, carece de
lógico fundamento, acudir a la muerte, embargo o insolvencia del comunero como supuestos de la prohibición de dividir dispuesta por el causante, puesto que existen otras vías
tendentes a proteger el derecho del coheredero como la justa
causa, llegada del término y la también para la protección de
los terceros en la división (art. 403 y 405 del C.c.) y 4. Por la
voluntad de cualquiera de los socios. En este caso la autora,
como la legislación foral antes citada, entiende que el coheredero podrá solicitar la partición hereditaria no sólo cuando
la indivisión tiene plazo determinado, sino también cuando la
disposición testamentaria estableciera que el caudal relicto
debe permanecer indiviso durante un período de tiempo
determinado si, a juicio del juez, existen circunstancias sobrevenidas lo suficientemente relevantes como para permitir su
división antes del momento fijado por el testador.
3. Acción de reembolso entre coherederos cuando uno ha pagado a un acreedor de herencia más de lo correspondía a su participación (art. 1085 del
C.c.). En cuanto título sucesorio voluntario, entiendo que puede prohibirse.
4. Acción del coheredero acreedor del difunto para reclamar de los otros el
pago de su crédito (art. 1087 del C.c.). En cuanto título sucesorio
voluntario, entiendo que puede prohibirse.
5. Entrega de los bienes (art. 440, 885 y 1068 del C.c.): Siendo el
fenómeno sucesorio esencialmente traslativo del dominio (art.
609 del C.c.) va contra la voluntad de la ley y del testador, por
radicalmente opuesta, prohibir las acciones sean interdictales
(art. 441 del C.c.) u en juicio ordinario (art. 348 del C.c.) o
Expediente de Jurisdicción Voluntaria (art. 2056 de la LEC de
1881) para la entrada en la posesión de los bienes.
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6. Evicción y saneamiento de los bienes adjudicados (art. 860 y 1069 y
ss. del C.c.) En cuanto título sucesorio voluntario, entiendo que
puede prohibirse, máxime cuando el art. 1070.1º del C.c. expresamente lo permite.
VIII. PROHIBICIONES DE INTERVENCIÓN JUDICIAL Y LOS
DIFERENTES PROCESOS ACCESORIOS DE LA ACCIÓN
PRINCIPAL
Analizadas las acciones, fondo del asunto, veamos los procesos que
coadyuvan al auxilio judicial impetrado:
A) Expedientes de jurisdicción voluntaria: Conforme a la Disposición Derogatoria Única 1.1 de la LEC de 2000 está actualmente vigente
el Libro III de la LEC de 1881, relativo a los Expedientes de Jurisdicción Voluntaria.
Para MONTERO AROCA15 “En este sentido, la jurisdicción voluntaria es
una institución que debe pertenecer al Derecho Jurisdiccional, sin que esto
signifique que sea Jurisdicción o Poder judicial”, “los jueces que intervienen en los actos de jurisdicción voluntaria no ejercen jurisdicción, porque no
actúan irrevocablemente el derecho respondiendo a una pretensión, inexistente al faltar la controversia”, “El juez tutela y garantiza por su auctoritas derechos privados, o, como dicen nuestros textos legales máximos, ejerce
en este caso una función expresamente atribuida por la ley en garantía de
un derecho (arts. 117.4 CE y 22.2 de la LOPJ)”.
Conforme a la STS, Sala 1ª, de 13-05-1975, son actos de jurisdición voluntaria no solamente los específicamente tipificados, sino
(art. 1.811 de la LEC de 1881), “todos aquellos en que sea necesaria o
se solicite la intervención del Juez, sin estar empeñada, ni promoverse cuestión alguna entre partes conocidas y determinadas”. Cuando cualquier
norma de derecho material, exija o autorice a solicitar la inter15 Derecho jurisdiccional II. Tirant lo Blanch, 1997.
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vención judicial para que se declare, instituya, modifique o extinga
determinada situación o modificación jurídica, que no provoque
pretensión procesal contenciosa frente a parte conocida o determinada, habrá de calificarse de “acto de jurisdicción voluntaria” sujeto a
las normas de carácter general que en dicho Libro se establecen,
conjugadas con las que especifique y exija la norma material que
reclama, o autoriza a solicitar, aquella intervención judicial (STS,
Sala 1ª, de 24-10-1975).
Entendemos que dado su carácter de expedientes no jurisdiccionales, propiamente dichos, no violarían la prohibición de intervención jurisdiccional, sin perjuicio de que puedan prohibirse específicamente. Pero, siguiendo la clasificación de MONTERO AROCA16,
los Actos de Jurisdicción voluntaria relativos al derecho de sucesiones en nada se ve que contraríen la voluntad del testador o la de
la ley, sino que coadyuvan a la misma, a saber:
1. Elevación a escritura pública de testamento otorgado sin intervención de Notario (arts.1943 a 1955 de la LEC de 1881). Es
el acto de jurisdicción voluntaria previsto para elevar a escritura pública el testamento hecho de palabra, requisito necesario
para que goce de eficacia. Los testamentos abiertos de referencia son generalmente el otorgado en inminente peligro de
muerte, o en caso de epidemia.
2. Apertura de testamento cerrado y protocolización de memorias
testamentarias (arts. 1956 a 1979 de la LEC de 1881). Es el acto
previsto para la apertura y protocolización del testamento, en
poder de la persona que conoce al fallecimiento del testador.
3. Protocolización de testamento ológrafo (arts. 689 a 693 del
C.c.). Mediante este acto se dota de validez al testamento ológrafo, en poder de la persona que sabe de la muerte del testador.
16 Obra citada.
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4. Protocolización de testamentos otorgados conforme a las disposiciones de las legislaciones forales (art. 406 y ss. del Código del
Derecho Foral de Aragón, art. 421 del Código de Sucesiones
de Cataluña, Ley 191 de la Compilación navarra. y art. 31 de la
LDCFV).
5. Declaración de Herederos Abintestato: La LEC de 1881 lo regulaba,
y lo regula, pues están vigentes sus art. 980 y ss. conforme a la
Disposición Derogatoria 1.2ª de la Ley 1/2000, de 7 de enero
de Enjuiciamiento Civil. Para MONTERO AROCA17 nos encontramos ante unos procedimientos cuya finalidad fundamental no
es el logro de una decisión jurisdiccional sobre situaciones en
conflicto, sino de una resolución declarativa de derechos indiscutidos. Por lo mismo, cuando se plantea una auténtica controversia la ley remite, generalmente, al proceso ordinario que
corresponda. Además tiene la modalidad notarial y la judicial,
según que la solicitud la efectúen descendientes, ascendientes o
cónyuge supérstite, siguiéndose entonces expediente notarial
por la vía de las actas de notoriedad (art. 979 de la LEC de
1881); o que la posible declaración de derechos hereditarios hubiera de recaer en otras personas o el Estado, en su falta, para lo
que se previene expediente judicial (art. 980 de la LEC de 1881,
vid. tb. arts. 913,956 y 958 del C.c. y 990 y 1.000 de la LEC e
1881). Porque trata de cumplirse los llamamientos legales, voluntad de la ley, y porque no es propiamente un juicio, entiendo no pueden prohibirse.
6. Nombramiento de Contador Partidor Dativo (art. 1057 del C.c.): De
modo que no habiendo testamento, contador-partidor en él designado o vacante el cargo, el Juez, a petición de herederos y legatarios que representen, al menos, el 50 % del haber hereditario, y con citación de los demás interesados, si su domicilio fuere
17 Obra citada.
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De la prohibición de intervención judicial en herencias
conocido, podrá nombrar un contador-partidor dativo, según las
reglas que la Ley de Enjuiciamiento Civil establece para la designación de Peritos. La partición así realizada requerirá aprobación judicial, salvo confirmación expresa de todos los herederos
y legatarios. La partición del liquidador así realizada requerirá
aprobación judicial, salvo confirmación expresa de todos los
socios. Respecto de la aprobación de los socios, llegamos al
mismo punto de acuerdo unánime. La Resolución aprobatoria
en defecto de tal acuerdo es un Auto, no es Sentencia, la cuál no
produce efectos de cosa juzgada propiamente ni de “cosa juzgada atenuada” del art. 222.4 de la LEC pero es título inscribible y
su impugnación deberá llevarse por los trámites del juicio declarativo que corresponda (cfr. art. 5 de la LEC).
B) Diligencias preeliminares: Si a partir de la regulación de la LEC de
1881 podían encontrarse argumentos para sostener el carácter de
jurisdicción voluntaria, particularmente por la falta de instrumentos para hacer cumplir la resolución u orden dirigida al solicitado,
no ocurre así con la nueva regulación, en la que queda muy claro
que el solicitado está obligado a cumplir y puede hacer valer sus
razones, a través del incidente de oposición18.
No podemos ya excusarnos, pues en que las Diligencias preeliminares, al contrario que el Expediente de Jurisdicción Voluntaria no
es propiamente intervención jurisdiccional. Ahora bien, como
acciones instrumentales de la principal, el juicio de admisibilidad
de éstas determinará el de aquéllas, puesto que, precisamente (art.
256.1 de la LEC) son de preparación de todo juicio.
C) Medidas cautelares: La instrumentalidad que se predica de toda medida cautelar supone que ha de ser exclusivamente conducente a
18 Comentarios a la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil.Varios autores. Irgium editores,
2001.
Academia Vasca de Derecho
Boletín JADO. Bilbao. Año XII. Nº 25. Diciembre 2013, pp. 407-485
Zuzenbidearen Euskal Akademia JADO Aldizkaria. Bilbo. XII. urtea. 25 zk. 2013ko abendua, 407-485 or.
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De la prohibición de intervención judicial en herencias
hacer posible la efectividad de la tutela judicial que pudiere otorgarse en la eventual sentencia estimatoria (art. 726.1º de la LEC),
luego el juicio de admisibilidad de éstas determinará el de aquéllas, puesto que, aseguran el resultado de todo juicio.
D) Ejecución: Dada la naturaleza derivada de la acción principal, ésta
determina aquélla. No obstante, la ejecución de los derechos sucesorios, se dirime a través del juicio de división de patrimonios y no
mediante el proceso de ejecución estrictamente (SAP de Bizkaia,
Sección 4ª, de 4-05-2004 y Auto de la AP de Bizkaia, Sección 4ª,
de 11-04-2006).
E) Recursos contra resoluciones judiciales, particularmente apelación y casación: La Jurisprudencia sentada, entre otras por las STS, Sala 1ª, de 2403-1983, de 10-03-1992 y de 13-05-1992- afirma que el órgano de
apelación se encuentra por mor del principio “novum iudicium” frente a la pretensión en una situación similar al órgano de la primera
instancia al fallar, de modo que la apelación y la oposición a la misma
es una reproducción del esquema de ejercicio de acciones y oposición al mismo (o sea ejercicio de derecho y acciones y oposición al
mismo, respectivamente). Luego la prohibición de la acción principal determina la del recurso.
IX. LA PROHIBICIÓN DE INTERVENCIÓN JUDICIAL EN LA
HERENCIA BAJO LA FORMA DE CAUTELA SOCINI
La prohibición pura y simple es limitarse a ver sólo una de las posibles configuraciones que el causante puede dar a la enervación de la intervención judicial en el fenómeno sucesorio.
Pero como toda disposición sucesoria encuentra sus límites en la legítima, y no puede impedirse la reclamación judicial frente a una posible
lesión en los derechos legitimarios (STS, Sala 1ª, de 19-11-1901, 8-111967, 8-06-1999, 21-11-2011), el causante siempre puede recurrir a
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De la prohibición de intervención judicial en herencias
hacer efectiva su prohibición de modo que sucesor el que la contradiga
reduzca su derecho al estrictamente legitimario.
Estamos hablando de la comúnmente llamada cláusula o cautela Socini
así como Gualdense (por apoyarse en un dictamen emitido por el jurisconsulto italiano del siglo XVI Mariano Socini Gualdense) o cláusula angélica (por atribuirse dicha fórmula a Ángelo Ubaldi). Es la que puede emplear el testador para, dejando al legitimario una mayor parte de la que le
corresponde en la herencia por legítima estricta, gravar lo así dejado con
ciertas cargas o limitaciones, advirtiendo que si el legitimario no acepta
expresamente dichas cargas o limitaciones perderá lo que se le ha dejado
por encima de la legítima estricta. Ejemplo típico es la opción concedida
por el testador al legitimario para elegir entre dos alternativas, o tolerar el
usufructo universal del cónyuge viudo, o atribuirle el pleno dominio de
todo el tercio de la herencia denominado de libre disposición, a más de los
derechos que la ley concede al cónyuge supérstite como legitimario.
En este sentido se incorporó al Código Civil y así el apartado 3º de
su art. 820 dispone que “Si la manda consiste en un usufructo o renta vitalicia, cuyo valor se tenga por superior a la parte disponible, los herederos forzosos
podrán escoger entre cumplir la disposición testamentaria o entregar al legatario la
parte de la herencia de que podía disponer libremente el testador”, lo que supone la reducción de su porción hereditaria a la legítima.
Ciertamente, dicho precepto, el único que la contempla, se refiere sólo
al usufructo o renta vitalicia, pero doctrina y jurisprudencia la aplican a
toda carga o limitación que se establezca con tal previsión.
Aun cuando parte de la doctrina ha sostenido que esta cautela supone un artificio en fraude de
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