AGRUPACIÓN ARCIPRESTAL DE COFRADÍAS DE ÚBEDA PARA LA ORACIÓN Y LA REFLEXIÓN EN LAS REUNIONES DEL MES DE ABRIL SEGUIR A JESÚS, EL CRISTO El criterio primero y la clave decisiva para entender y vivir la fe cristiana es seguir a Jesucristo. Quien lo sigue va descubriendo el misterio que se encierra en él, se coloca en la perspectiva correcta para entender su mensaje y va aprendiendo a trabajar hoy desde su Iglesia al servicio del reino de Dios. Seguir a Jesucristo constituye el núcleo, el eje y la fuerza que permite a una comunidad cristiana desplegar su fe en Jesucristo. Por eso, seguir a Jesús es la opción primera que ha de hacer un cristiano. Esta decisión lo cambia todo. Es comenzar a vivir de manera nueva la adhesión a Jesús y la pertenencia a la Iglesia. Encontrar, por fin, el camino, la verdad, el sentido, la razón del vivir diario. Poder vivir dando un contenido concreto a nuestra fe, pues seguir a Jesús es creer en lo que él creyó, dar importancia a lo que se la daba él, interesarnos por lo que él se interesó, defender la causa que él defendió, mirar a las personas como las miraba él, acercarnos a los que sufren como él se acercaba, sufrir por lo que él sufrió, confiar en el Padre como confiaba él, enfrentarnos a la vida y a la muerte con la esperanza con la que él se enfrentó. Dinámica del seguimiento a Jesús Lo decisivo para seguir a Jesús es escuchar su llamada. Los relatos evangélicos lo dejan muy claro. Nadie se pone en marcha tras los pasos de Jesús siguiendo su propia intuición o sus deseos de vivir un ideal. Es Jesús quien toma siempre la iniciativa. El seguimiento comienza cuando alguien se siente llamado personalmente por él y acoge su llamada. Por eso, la fe cristiana no consiste primordialmente en creer algo, sino en creer a Alguien por quien nos sentimos atraídos y llamados: «Ven y sígueme». Este encuentro personal es absolutamente necesario para hacer la experiencia cristiana. Cuando falta esta adhesión personal viva, interiorizada, cuidada y reafirmada continuamente en el propio corazón y en la comunidad creyente, la fe corre el riesgo de empobrecerse, reduciéndose a aceptación doctrinal, a práctica de obligaciones religiosas y a obediencia a una disciplina. Hemos de revisar el riesgo de entender y vivir la fe de forma pasiva y estática. La fe no es «algo» que se tiene: unos la poseen y otros no. La fe es una vida que se despierta, crece, se despliega... Según Pablo de Tarso, el que cree en Jesucristo «se va renovando de día en día» (2 Cor 4,16). Los signos de una fe inmóvil pueden ser diversos. Algunos se instalan interiormente: ya no crecen; no se dejan cuestionar por el Evangelio; no creen en su propia conversión; no se arriesgan a acercarse a Jesús. Otros viven la fe de manera rutinaria y repetitiva: la oración se hace fórmula; el evangelio resulta algo sabido; el pecado se convierte en costumbre; la fe viva se va apagando. Otros buscan más una religión que da seguridad que un Evangelio que inquieta y desinstala. Algunos rasgos de los seguidores de Jesús No todos seguimos a Jesús de la misma manera. Francisco de Asís, Teresa de Ávila y Francisco Javier siguen los tres a Jesús, pero lo hacen acentuando aspectos diferentes de su persona. Hay, sin embargo, algunos rasgos que no pueden faltar en un seguidor fiel que camina tras sus pasos. En primer lugar, Jesús es para sus seguidores el camino concreto que nos lleva al Padre. Nadie ha visto a Dios. El Hijo unigénito, que está en el seno del Padre y que se ha encarnado en Jesús, es quien «nos lo ha contado» (Jn 1,18). Esta es nuestra fe: Dios no es una palabra vacía, una idea abstracta, una definición admirable; para nosotros, Jesús es el «Rostro humano de Dios». Viendo a Jesús estamos viendo al Padre (Jn 14,9). Conociéndole a él vamos conociendo cómo se preocupa de nosotros, cómo nos busca cuando andamos perdidos, cómo nos acoge cuando nos sentimos desvalidos, cómo nos perdona y levanta cuando nos ve caídos, cómo nos alienta y sostiene cuando nos ve pequeños y frágiles. En segundo lugar, Jesús enseña a quienes lo siguen a ser hijos e hijas de Dios, viviendo dos actitudes fundamentales. Primero la confianza plena. La vida entera de Jesús transpira una confianza total en su Padre. Se entrega a él sin cálculos, recelos ni estrategias. Por eso le apena tanto «la fe pequeña» de sus discípulos. Segundo, esa confianza en el Padre le hace vivir en una actitud de docilidad incondicional. Para él, lo primero es buscar y hacer la voluntad del Padre de manera creativa, libre y audaz. Nadie lo apartará de ese camino. Así vivirán también sus seguidores. Siguiendo una corriente que se venía gestando en el judaísmo, también Jesús establece una estrecha conexión entre el amor a Dios y el amor al prójimo. Son inseparables. No es posible amar al Padre y desentenderse del hermano. Lo que va contra el ser humano va contra Dios. Pero en las comunidades cristianas se recordaba el modo peculiar de amar, propio de Jesús. En el evangelio de Juan se recoge así su herencia: «Este es mi mandato: que os améis unos a otros como yo os he amado» (Jn 15,12). Por eso, los seguidores de Jesús se esfuerzan por amar a su estilo: ofreciendo el perdón a quienes nos han ofendido, practicando la compasión solidaria con los más necesitados, dando prioridad a lo más pobres y desvalidos. En tercer lugar, no hemos de olvidar que seguir a Jesús es vivir al servicio del proyecto del reino de Dios inaugurado por él. Los evangelios recogen esta misión confiada a Jesús por los suyos con diferentes lenguajes ": han de sentirse enviados por él como él es enviado por el Padre (Juan); han de ser en todas partes «testigos de Jesús» (Lucas); han de «hacer discípulos de Jesús» bautizando y enseñando a las gentes a vivir como él (Mateo). Construir la Iglesia de Jesús Los seguidores de Jesús anunciamos y promovemos el reino de Dios desde su Iglesia. Por eso, una de nuestras tareas más importantes es contribuir a hacer entre todos una Iglesia más fiel a Jesús y a su proyecto del reino de Dios. Todos podemos contribuir a que en la Iglesia y en la cofradía se sienta y se viva a Jesús de manera nueva. Podemos hacer que su rostro sea más parecido al de su Señor. Podemos trabajar por una Iglesia y una cofradía que la gente sienta como «amiga de pecadores». Una Iglesia y una cofradía que salga al encuentro de los perdidos. Una Iglesia y una cofradía preocupada por la dignidad y la felicidad de las personas. Una Iglesia y una cofradía que acoge, escucha y acompaña a cuantos sufren. Una Iglesia y una cofradía de corazón grande en la que, cada mañana, nos pongamos a trabajar por el reino, sabiendo que Dios ha hecho salir su sol sobre buenos y malos. PARA LA REFLEXIÓN EN COMÚN Y EL DIÁLOGO 1. Muchos cristianos y muchos cofrades viven su religión sin haber tomado en ningún momento una decisión consciente y responsable de vivir siguiendo a Jesús. ¿Te parece normal? ¿A qué se debe? ¿Qué consecuencias tiene para su vida cristiana? 2. Según tu manera de entender la fe, ¿cuáles son los rasgos más importantes de un seguidor de Jesús? ¿Qué es lo que nos falta a los cristianos de hoy para seguir a Jesús con más verdad y fidelidad? 3. ¿Dónde y cómo podemos aprender a vivir el estilo de vida de Jesús? ¿Qué pasos podemos dar en nuestra cofradía para cuidar mejor el seguimiento a Jesús? 4. ¿Cómo podemos contribuir desde nuestra cofradía a crear un clima de conversión a Jesucristo? ¿Cómo hacer, entre todos, una Iglesia más humana y evangélica? CONCLUIMOS REZANDO JUNTOS EL CREDO Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén. Extractado y adaptado de D. A LEIXAN D RE - J. M AR TÍN V ELASC O - J. A. P AG O LA , Fijos los ojos en Jesús. En los umbrales de la fe, PPC, Madrid 2012 2, 170-176. Puedes descargarte esta hoja para la oración y reflexión y tam bién las de los otros m eses en la web de las Escuelas Cristianas del Arciprestazgo: www.arciubeda.es/ECU