Teoría de la Justicia; Brian Barry

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TEORÍA DE LA JUSTICIA
La lectura del libro Teorías de la Justicia, de Brian Barry, me ha defraudado doblemente.
Por un lado, pensaba erróneamente de que se trataría de un análisis de las distintas teorías sobre Justicia que
pudieran haberse dado a través de la Historia, desde los primeros filósofos, hasta los más actuales. Nada más
lejos. Ya de la lectura de la contraportada pude comprender que la intención de Brian, en este libro, no era la
que yo me había imaginado, sino otra distinta: el analizar dos teorías contrapuestas que toman en
consideración aspectos distintos del concepto de Justicia.
Pero claro, ya era tarde para poder rectificar, puesto que ya había hecho mi elección sobre la lectura que debía
leer. En cierto modo pienso que la elección debería poder realizarse sin hacerse depender si otro alumno ya
hubiera decidido leer también un determinado libro o no, es decir, permitiendo que los diferentes títulos de la
lista propuesta por el profesor pudieran ser elegidos sin límite.
Por otro lado, la lectura del libro elegido me ha causado bastante desazón, pues me resulta francamente difícil
de comprender, teniendo que releer continuamente los párrafos, para terminar pasando al siguiente teniendo la
absoluta certeza de no haber comprendido apenas nada. Simplemente diría que para la lectura y estudio de
este libro no estamos capacitados todavía pues tampoco hemos recibido una preparación adecuada, ya que la
filosofía es una disciplina a la que no se le presta demasiada atención en el sistema educativo actual y, por lo
tanto, no estamos muy preparados para enfrentarnos a ella (al menos a estos niveles).
Empecé mi lectura por la Parte II, en la que analiza las teorías de Hume y Rawls acerca de la justicia en la
sociedad.
Por lo visto, el tema central de la justicia es la distribución de las cosas de las que tenemos una provisión
limitada, es decir, la justicia, más que un fin por sí misma es una herramienta para poder convivir. Según el
libro, bajo condiciones extremas, los seres humanos están impulsados a perseguir su autopreservación a toda
costa. Según Hume, la justicia se aplica sólo en situaciones donde resulta mutuamente ventajosa. Y, por
supuesto, cualquier sistema de racionamiento automáticamente produce una controversia pública, en la que el
concepto de justicia y equidad entran en juego.
Hume sugiere que la virtud de la justicia puede surgir sólo si los extremos están ausentes. La justicia se funda
en el autointerés. Los seres humanos dan prioridad más alta al proyecto de ganar seguridad personal (lo que
conlleva restricciones sobre su capacidad de atacar a los demás) que al proyecto de ser capaces de atacar a los
otros a voluntad. Así, para Hume, cuanto más igual es el poder de las partes, mayor es el incentivo por llegar a
reglas de justicia y más fácil es adherirse a ellas. Pero bajo circunstancias de la extrema desigualdad en el
poder, la justicia se tornaría innecesaria innecesaria porque el que ostentara el poder sencillamente se
apropiaría de lo que deseara. En este sentido, Hobbes dice que un ser de infinito poder no tendría necesidad de
celebrar convenios porque no podría esperar ganar nada con ellos.
Llegados a este punto se plantea si realmente la teoría de la justicia como ventaja mutua es una teoría de la
justicia, puesto que la justicia normalmente es pensada no como algo que deja de ser relevante en condiciones
de extrema desigualdad en el poder sino, antes bien, como especialmente relevante en tales condiciones. Estoy
de acuerdo en este punto, pero también pienso que la institución encargada de impartir o asegurar la Justicia,
debe tener autoridad para conseguir sus fines, autoridad que sin el acuerdo de todas las partes será imposible
llegar a tener. Como ejemplo de más o menos bien intencionados intentos de justicia que resultan ser
ineficaces se me ocurre pensar en los Tratados Internacionales de Sudamérica que tratan de llevar a cabo una
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especie de Tribunal a semejanza del existente en la Unión Europea, pero que no tiene ninguna fuerza fáctica.
Dentro del apartado El legado de Hume como un problema de división justa, se destaca que la propiedad
depende de un sentido de ventaja mutua en comparación con la depredación universal. Se invoca al Estado
para proporcionar un seguro de la estabilidad. El sistema de propiedad suscrito por el Estado se justifica en la
utilidad de respetar la propiedad. Cualquier cambio ulterior en las reglas de propiedad debe surgir por
consentimiento unánime (primera teoría de la justicia). La segunda teoría, puesta de manifiesto por los
economistas utilitaristas (Bentham, siguiendo a Hume) dice que el autointerés individual debe reconciliarse
con la utilidad a través de incentivos. Hume y Bentham rechazaron una distribución igual sobre la base de que
sería malo cuando lo consideramos dinámicamente. Para estimular la producción tenemos que suscribir la
desigualdad. Entiendo que para estos autores, no todos tienen derecho por igual los diferentes bienes, sino que
éstos deberían ser repartidos proporcionalmente, pues así se lograría incentivar a la población para que se
esforzase en mejorar su situación. De otro modo se eliminaría el interés por mejorar puesto que se obtendrían
los mismos resultados. Quizá sea como la diferencia entre el sistema capitalista y el comunista.
Es decir, Hume tiene dos teorías de la justicia. Una, que hace descansar a la justicia sobre la ventaja que
reviste para todos el haber establecido reglas en vez de vivir en libertad absoluta. La otra presenta a la justicia
como la materia del juicio desde una perspectiva imparcial. Estas dos teorías también se encuentran en Rawls.
Para Rawls, se puede garantizar una elección imparcial de principios preguntando qué elegiría la gente si se le
negara la clase de conocimiento que les permitiría manipular los principios en su propio favor. Los principios
justos son aquellos que surgen de una situación de elección equitativa Por lo tanto el eslogan es: justicia como
equidad. Las partes serían personas en la vida real con información completa acerca de ellas mismas y de su
sociedad. Pero en contra de Rawls se puede decir que la justicia puede ser ejercitada sólo por gente que es
totalmente indiferente a los intereses de otro. Todo esto me parece muy teórico, pero poco práctico. Y las
circunstancias de la justicia pueden ser descriptas como las condiciones normales bajo las cuales la
cooperación humana es posible y necesaria
Tanto las relaciones entre los países como las relaciones entre las generaciones plantean agudos desafíos al
proyecto rawlsiano de reconciliar la ventaja mutua y la imparcialidad como bases de la justicia.
De acuerdo con Rawls, la justicia proporcionaría a la sociedad derechos civiles y políticos iguales: nadie
tendría ninguna razón para contentarse con menos. Así, las partes tienen sólo el conocimiento suficiente como
para realizar una elección racional que proteja sus intereses, pero no tanto que el más afortunado entre ellos
pueda tomar ventaja de su situación especial. Esta posición original es justa entre las naciones y torna nulas
las contingencias. El principio básico del derecho de las naciones es un principio de igualdad. Y una
consecuencia de esta igualdad de las naciones sería el principio de autodeterminación. La igualdad normativa
de los estados no es suscrita por la igualdad de ipso de los estados. Todos los estados son iguales en teoría,
pero en la práctica los estados poderosos pueden violar las reglas sin recibir sanciones. De acuerdo con Rawls,
los representantes de los diversos países elegirán principios que harán todo lo que sea posible a favor de sus
propios países en términos de las libertades básicas y el ingreso. Los bienes primarios son concebidos por
Rawls como valiosos para los individuos en la persecución de sus planes de vida, mientras que aquí estamos
hablando de los principios que gobiernan las relaciones de los países. Los representantes de los países han de
elegir principios bajo la suposición de que cada país ha de ser justo internamente. Los principios que Rawls
propone como principios de justicia internacional son un compromiso difícil entre la justicia como ventaja
mutua y la justicia como acuerdo imparcial.
Por otro lado, siguiendo también a Rawls, las personas contemporáneas tienen obligaciones y deberes con
respecto a sus descendientes inmediatos. La buena voluntad de las partes se extiende por dos generaciones
puesto que desean que se extienda el bienestar hacia sus descendientes más próximos. No se trata de una
cuestión de justicia entre generaciones (las otras generaciones no son, después de todo, partes en el acuerdo).
Antes bien, es una cuestión de justicia respecto de las generaciones futuras. Las obligaciones de la generación
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presente hacia las generaciones futuras dependen exclusivamente de la buena voluntad efectiva de los
contemporáneos hacia sus descendientes. Rawls cree que los intereses de las generaciones más remotas serán
tomados en cuenta en la medida en que haya lazos sentimentales entre las generaciones sucesivas. Pues
entonces podrá decirse que los representantes de periodos contiguos en el tiempo poseen intereses que se
superponen.
Todos los comentaristas de Rawls han advertido que no tiene ninguna importancia cuántas personas haya en la
posición original. Todas tienen la misma información acerca de las cosas en general y acerca de ellas mismas
en particular y, por lo tanto, enfrenta exactamente el mismo problema de toma de decisiones.
Presumiblemente deben formular principios para gobernar las relaciones intergeneracionales atendiendo a la
posibilidad de que podrían ellas mismas aparecer en cualquier lugar del tiempo. Deben elegir un principio de
ahorro justo que asigne una proporción adecuada de acumulación a cada nivel del desarrollo. Para Rawls, cada
generación ahorra, al menos, hasta que cierto nivel de riqueza se haya logrado. Pero esto inevitablemente
significa que la gente pobre debe hacerse a sí misma más pobre para hacer que los demás sean más ricos, algo
que Rawls prohíbe entre contemporáneos. Rawls dice es que la tasa adecuada de acumulación cambia
dependiendo del estado de la sociedad y que todas las otras generaciones han de ahorrar en la misma
proporción. Así, las personas en la posición original tratan de establecer un programa de ahorro justo
estimando cuánto desearían ahorrar en cada estadio a favor de sus descendientes inmediatos, frente a lo que
ellos se sentirían autorizados a reclamar de sus predecesores inmediatos. hemos definido el principio de
ahorro justo. Cuando se acata este principio, las generaciones contiguas no pueden quejarse unas de otras, y de
hecho, ninguna generación puede censurar a otras, no importa cuán alejada esté en el tiempo. Con ello
obtenemos la idea de que la clave de la justicia es un deseo de reclamar y de que nos reclamen en virtud de un
principio dado. Así, la justicia debe ser justa por ambas partes.
Y extendiendo la Justicia a los animales, Peter Singer comenta que los principios morales de consideración,
igual de los intereses, se aplica a ellos tal como se aplica a los seres humanos. Es decir, podemos derivar la
protección a favor de los intereses de los animales.
Por otro lado, Rawls sí que incluye a seres humanos que carecen de personalidad moral temporalmente, ya
que la capacidad vale más que el hecho de que se dé efectivamente (como, por ejemplo, los niños).
Las personas en la posición original de Richards podrían decidir suscribir un cosmopolitarismo perfecto,
decretando que, los miembros de una sociedad no deberían hacer diferencias con respecto a las obligaciones
de cualquier persona. Es decir, los hechos particulares acerca de uno mismo son irrelevantes para el punto de
vista moral. La moralidad involucra tratar a las personas como personas, al margen de irrelevancias tales
como su clase o color. Y si todas las características de las personas que no conocen en la posición original son
irrelevancias, solo queda una cosa, el hecho de pertenecer a la raza humana, excluyendo aquí a los animales
no humanos de la posición original. Dado que las circunstancias de la justicia no se dan entre los seres
humanos y los animales, quedan automáticamente fuera del alcance de la justicia, ya que aquellos que pueden
dar justicia merecen justicia. No obstante, la capacidad para experimentar placer y de dolor imponen deberes
de compasión y humanidad en todos los casos. Estas creencias están fuera del alcance de la teoría de la
justicia y no parece posible extender la doctrina del contrato de manera de incluirlas de un modo natural.
El principio de Rawls a favor de la legitimidad de las desigualdades sociales y económicas dentro de una
sociedad se basa en el principio de diferencia. El principio de diferencia surge de la justicia como
imparcialidad, que en la medida en que intentemos alinearlo con la justicia como ventaja mutua, fracasa. Esto
enlaza con Adam Smith y su postura de que cualquier resultado distributivo es justo si se llega a él por
intercambio en un mercado libre. Existe una igualdad formal de oportunidades en que todos tienen al menos el
mismo derecho legal de acceder a todas las posiciones sociales. Esa igualdad de oportunidades no debería
depender de la posición de clase. La verdad es que esto no ha llegado nunca a darse en la práctica Rawls
reconoce que el principio de oportunidades justas se ve afectado por todos los tipos de condiciones sociales.
Es imposible en la practica asegurar iguales oportunidades de logros y de cultura para aquellos que están
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dotados similarmente. El ideal liberal de igualdad de oportunidades es aquel en que todas las diferencias
ambientales que afectan los logros ocupacionales deberían ser eliminadas. Pero este ideal no puede realizarse
sin intrusiones en la libertad personal.
De acuerdo con el concepto de Rawls, todas las diferencias en logros se basan en factores arbitrarios. Rawls
tiene dos principios de justicia. Según la primera, cada persona ha de tener un derecho igual a la libertad
básica más extensa compatible con una libertad similar de los demás. Y según la segunda, las desigualdades
sociales y económicas han de ser dispuestas de manera que ambas sean razonablemente esperadas para que
resulten ventajosas para todos y atribuidas a posiciones y oficios abiertos a todos. La injusticia, entonces, es
simplemente desigualdades que no son para beneficio de todos.
Para Rawls una sociedad es, en realidad, una aventura cooperativa a favor de la ventaja mutua. Los principios
de la justicia social proporcionan una manera de asignar derechos y deberes en las instituciones básicas de la
sociedad y determinan la distribución apropiada de los beneficios y de las cargas de la cooperación social. El
principio de diferencia diría que a los más productivos les va mejor que a los menos productivos, pero sus
ganancias están justificadas porque parte de su producción es absorbida en beneficio de los menos
productivos. El principio de diferencia operaría mediante un esquema de impuestos y transferencias con
respecto al cual los miembros de la sociedad adaptarían su comportamiento.
La justicia ha de limitarse a aquellos que están involucrados en relaciones cooperativas, es decir, que la fuerza
impulsora que está detrás es la idea de que todos debemos ganar con la justicia. Una relación de suma cero es
aquélla en la que todo lo que una parte gana lo pierde la otra, si la justicia obliga a una transferencia de una a
otra no puede ser ventajoso para ambas. La justicia debe ser productiva si ha de ser recíprocamente
beneficiosa. El bienestar de cada uno depende de un esquema de cooperación social.
En otro plano, para establecer las dudas que surgen de las incertidumbres, las personas reflexivas apelan a
reglas o fórmulas generales y es a tales fórmulas a las que los moralistas intuitivos atribuyen la última certeza
y validez. Las verdades éticas generales sólo pueden ser alcanzadas por inducción a partir de juicios o de
percepciones que se relacionan con la corrección o incorrección. Así, la definición de Justicia se obtendría
comparando diferentes acciones comúnmente juzgadas como justas, y enmarcando una propuesta general que
armonizara con éstos juicios particulares. Este modelo se parece a una imagen de la ciencia en la que se reúne
un conjunto de datos y luego se busca alguna generalización.
Una explicación alternativa comenzaría con algún principio que se supone correcto para una serie de casos y
luego se trataría con él otros casos más problemáticos. Si no gusta el principio original, se reformularía de
manera que se ajustara mejor. La idea es que a los principios se les da contenido en el proceso de su
aplicación a los casos particulares.
Asignatura Filosofía del Derecho
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