El acero: más que diseño, alta protección contra el fuego Tuvieron que pasar muchos siglos para que ingenieros, arquitectos y diseñadores lograran descubrir que a la versatilidad que ofrece el acero en cualquier tipo de obra, se suma un beneficio adicional y de gran valor que permitió dar un giro a la industria de la construcción en el mundo: su alta resistencia al fuego. Pero para llegar a esta relevante conclusión, la humanidad tuvo que ser testigo de devastadores incendios que destruyeron buena parte de ciudades emblemáticas como Nueva York (1835), Londres (1861) Chicago (1871), Boston (1872) y San Francisco (1906), o más recientemente edificaciones como el hotel y casino MGM, en Las Vegas, EE.UU., o el Dupont Plaza en Puerto Rico. El hecho de que al acero no se le hubiera reconocido su gran resistencia al fuego se debió a que, por muchos años, las normas que regían los procesos en la construcción se definían más por la capacidad de quienes tenían que lidiar con ese tipo de problemas, como los bomberos, por ejemplo, más que con base en el conocimiento, la ciencia o la investigación juiciosa. Esta fue una de las más importantes conclusiones que se derivan de la conferencia que dictó el experto peruano reconocido internacionalmente, José Luis Torero,* durante su intervención en el último Congreso Latinoamericano de Siderurgia, Ilafa-50, que tuvo lugar en Quito, Ecuador. Según el investigador, en el siglo XX se dio un vuelco a la reglamentación existente y se abrieron las puertas para que la ingeniería estructural pudiera transformar las ciudades con nuevas edificaciones, lo cual se fue perfeccionando a medida que pasaban los años. Pese a ello y en medio de un notorio crecimiento de la economía, se siguieron cometiendo errores relacionados con aspectos como la introducción de plásticos en la construcción, la generación de una arquitectura nueva que alteraba el manejo del humo, la errada utilización de hormigones de alta resistencia o de aceros nuevos, entre otros, que atentaban de manera contundente contra la seguridad de las personas. Fue sólo hasta en la década de los 70´s que los gobiernos comenzaron a reconocer el problema de los incendios, dando paso a millonarias inversiones para entenderlos, de tal manera que la ingeniería de protección contra incendios se convirtió en toda una disciplina. Surgió entonces un icono de la ingeniería en la protección de incendios, correspondiente a una estructura de acero: el Centro Pompidou en Beaubourg, en París, Francia, al tiempo que empezaron a tomar fuerza conceptos sobre cálculos reales por parte de ingenieros reconocidos como Ove Arup, quien creó la empresa de ingeniería civil y de construcción metálica más importante y famosa del mundo, con sede en el Reino Unido. Esta nueva corriente dio pie para comenzar a formular estructuras metálicas sin protección pasiva, partiendo de que lo esencial no es el material sino que lo importante es el diseño, proceso que condujo a la conclusión de que el acero tiene más capacidad frente al fuego de lo que se creía. Ante la pregunta sobre la utilización del acero versus el hormigón, se obtuvo que aunque este último ofrece resistencia, no se puede diseñar con él y más bien se le puede sacar provecho para que “proteja” al acero, material que sí permite diseñar y calcular las conexiones para evitar deformaciones, para darle resistencia a las estructuras y para sacarle provecho a todas las posibilidades que se le quiera dar. A juicio de Torero, los profesionales se han convertido en víctimas de quienes promocionan falsos productos de protección, pensando en que la normativa es más favorable a la hora de reducir costos, pero lo cierto es que solo una buena labor de ingeniería puede lograrlo. La evidencia hoy es que si en esta gestión se involucra el acero, los resultados son inmejorables. Solo hay que observar ejemplos como el aeropuerto Internacional de Barajas, en la ciudad de Madrid o el Metro de Bilbao, España; el London Eye, en la capital inglesa; el estadio nacional de Pekín, China, conocido como el “Nido del pájaro”, o para no ir tan lejos, los coliseos para los pasados Juegos Suramericanos de Medellín, las estaciones de Transmetro en Barranquilla o la nueva sede social de Colsubsidio en Bogotá. Estas obras no solo constituyen un deleite para la vista, sino que garantizan un alto nivel de seguridad frente a eventualidades tan críticas como los incendios, gracias a que en su construcción predomina un material altamente resistente al fuego: el acero.