T.S.J.MURCIA SALA 1 CON/ADMURCIA TRIBUNAL SUPERIOR DE JUSTICIA SALA DE LO CONTENCIOSO-ADMINISTRATIVO Sección: 001 MURCIA UNIDAD PROCESAL DE APOYO DIRECTO (UPAD-1) AUTO: 00246/2013 N35300 PALACIO DE JUSTICIA, RONDA DE GARAY, 5, 3ª PLANTA N.I.G: 30030 33 3 2013 0001348 Procedimiento: PIEZA SEPARADA DE ORDINARIO 0000601 /2013 Sobre: CONTRATOS ADMINISTRATIVOS MEDIDAS CAUTELARES 0000601 /2013 PROCEDIMIENTO De : SOCIEDAD CONCESIONARIA AEROPUERTO DE MURCIA, S.A. LETRADO D. JOSE MARIA FERNANDEZ-DAZA ALVEAR PROCURADOR Dª. AURELIA CANO PEÑALVER Contra : CONSEJERIA DE OBRAS PUBLICAS Y ORDENACION DEL TERRITORIO LETRADO LETRADO COMUNIDAD(SERVICIO PROVINCIAL) PROCURADOR D./Dª. A U T O ILMA. SRA. PRESIDENTA: Dª. MARIA CONSUELO URIS LLORET ILMOS. SRES. MAGISTRADOS: D. JOAQUIN MORENO GRAU D. MARIANO ESPINOSA DE RUEDA JOVER En MURCIA, a veintiuno de Octubre de dos mil trece. I.- ANTECEDENTES DE HECHO ÚNICO.- En el escrito de interposición del presente recurso contencioso administrativo la parte actora solicitó mediante otrosí la medida cautelar de suspensión de la ejecución del acto recurrido. Formada la presente pieza separada se dio traslado a la parte demandada, que se opuso a lo solicitado en los términos que constan en el escrito unido a las actuaciones. II.- FUNDAMENTOS DE DERECHO PRIMERO.- En nuestro ordenamiento jurídico rige la regla general de ejecutividad de los actos administrativos, pese a la impugnación tanto en vía administrativa como jurisdiccional, de forma que solo cabe acordar en vía jurisdiccional la suspensión en aquellos supuestos en que, previa valoración de todos los intereses en conflicto, se considere que la ejecución del acto pudiera hacer perder al recurso su finalidad legítima, según establece el artículo 130.1 de la Ley 29/98, reguladora de la Jurisdicción Contencioso Administrativa. En todo caso, dispone el número 2 del citado artículo que la medida cautelar podrá denegarse cuanto de esta pudiera seguirse perturbación grave de los intereses generales o de tercero, que el Juez o Tribunal ponderará de forma circunstanciada. SEGUNDO.- El recurso contencioso administrativo se interpone por la mercantil “Sociedad Concesionaria Aeropuerto de Murcia, S.A.” contra la Orden de 16 de septiembre pasado de la Consejería de Obras Públicas y Ordenación del Territorio de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia. Mediante este acto se resuelve el contrato de “Concesión administrativa para la Construcción y Explotación del Aeropuerto Internacional de la Región de Murcia” por las causas contempladas en el artículo 111 del Texto Refundido de la Ley de Contratos de las Administraciones Públicas, aprobado por el Real Decreto Legislativo 2/2000, concretamente por los apartados e) “demora en el cumplimiento de los plazos” y g “renuncia unilateral a la ejecución del contrato”. En la misma Orden se acuerda la incautación de la garantía definitiva constituida mediante siete Cartas de Pago a nombre de la concesionaria, más otra constituida a nombre de “Montoro e Hijos, S.A.” por un importe total de 7.407.190 euros, y la iniciación de expediente contradictorio para la liquidación total del contrato “en el que se contemple el resarcimiento de los daños y perjuicios ocasionados a la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, si se acreditase que se han producido los mismos en cuantía superior a la garantía definitiva”. La mercantil recurrente solicita en el escrito de interposición del recurso la medida cautelar de suspensión de la ejecución de la Orden impugnada, al amparo de lo dispuesto en el artículo 24 de la Constitución y en los artículos 129 y siguientes de la Ley reguladora de la Jurisdicción Contencioso- administrativa. Como fundamento de su pretensión alega distintos motivos, precedidos de una breve exposición de los antecedentes que considera más relevantes a los efectos de la tutela cautelar que interesa, y que concluye con la argumentación de que de las dos causas invocadas por la Consejería para abrir el procedimiento una de ellas fue rotundamente rechazada en el Dictamen emitido por el Consejo Jurídico de la Región de Murcia, concretamente la insuficiencia de garantía financiera, y la otra, falta de cumplimiento del plazo, matizada en tal manera que para darle virtualidad resolutoria se recurrió por dicho órgano consultivo a una tercera causa, esto es, la renuncia unilateral a la ejecución del contrato, introducida así de forma extemporánea. Y, según expresa la actora, la Consejería tiene “un plan preconcebido para llevar a cabo la modificación de la estructura inicialmente implantada para la construcción y explotación del AIRM, a través de la sustitución del explotador”, y en ejecución de ese “plan” se ha precipitado en el inicio del expediente de resolución, en su tramitación y en la ejecución de la Orden recurrida, y ello le ha llevado a omitir trámites esenciales del procedimiento con vulneración del derecho de defensa de la concesionaria. TERCERO.- Como ya se ha dicho, son diversos los argumentos que esgrime la recurrente para justificar la procedencia de la medida cautelar. Para centrar la cuestión conviene hacer una sucinta referencia a los antecedentes fácticos que resultan de las actuaciones. Así, cabe destacar lo siguiente: La Orden FOM 1252/2003, de 21 de mayo, dispuso, entre otros extremos, autorizar a la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia la construcción del “Aeropuerto de la Región de Murcia”, sobre terrenos de titularidad no estatal, que la titularidad del aeropuerto y la gestión de los servicios consignados en los apartados 4 y 5 del artículo 2º del Real Decreto 2858/1981, de 27 de noviembre, correspondía a la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia y declaró de interés general el Aeropuerto a los exclusivos efectos de reservar al Estado la gestión directa de los servicios aeronáuticos y aeroportuarios estatales enumerados en los apartados 1, 2 y 3 del artículo 2º del Real Decreto 2858/1981, que serían prestados, en todo caso, por el Estado, bien directamente o bien a través de la entidad pública empresarial “Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea” (AENA). Y a esos efectos la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia acordaría con la citada entidad pública empresarial las condiciones de provisión y pago de tales servicios, en función de las necesidades del aeropuerto, para que éste pudiera iniciar sus actividades. En virtud de anuncio de licitación publicado en el DOUE y en el BOE de 8 de junio de 2006, la Comunidad Autónoma convocó procedimiento para la contratación de la “Concesión Administrativa para la Construcción y Explotación del Aeropuerto Internacional de la Región de Murcia”, por procedimiento abierto, estableciendo el Pliego de Cláusulas Administrativas Particulares el régimen jurídico del contrato y la legislación aplicable. El contrato fue adjudicado por Orden del Consejero de Obras Públicas de 23 de abril de 2007, previa autorización concedida por acuerdo del Consejo de Gobierno de 26 de mayo de 2006, siendo el concesionario el Consorcio Aeromur, integrado por CajaMurcia, Caja de Ahorros del Mediterráneo, Cementos la Cruz, Grupo Fuertes, Grupo Monthisa, Inocsa y Sacyr, S.A. teniendo ésta mercantil la participación mayoritaria con un 60%, y cada uno de los demás integrantes del grupo un 6,66 %. El Consorcio se constituyó posteriormente en sociedad concesionaria y adoptó el nombre de “Sociedad Concesionaria Aeropuerto de Murcia, S.A.”, produciéndose algunas variaciones en las entidades integrantes por causas ajenas a las presentes actuaciones. Mediante resolución de la Dirección General de Aviación Civil de 3 de junio de 2008 se autorizó el Proyecto Constructivo del Aeropuerto de la Región de Murcia, que fue aprobado el día 24 de junio de 2008 por la Consejería de Obras Públicas y Ordenación del Territorio. El calendario para la construcción y puesta en funcionamiento del aeropuerto aportado por la concesionaria en su oferta contemplaba 21 meses de período de construcción y tres meses para la fase de pruebas, y a la conclusión de las mismas la puesta en marcha de las instalaciones. Habida cuenta que el Acta de Comprobación del Replanteo fue levantada el día 24 de julio de 2008, inicialmente el plazo de ejecución finalizaba el 24 de julio de 2010. Pero dado que la Administración aprobó el día 24 de junio de 2010, a petición de la concesionaria, un nuevo calendario de las obras, el plazo para su finalización quedó fijado para el día 28 de enero de 2012. El Acta de Comprobación de las obras fue levantada con fecha 28 de abril de 2012. A la vista de la misma la Dirección de Explotación requirió a la concesionaria en dos ocasiones. El día 7 de mayo de 2012, para que a no más tardar el día 28 de julio de 2012 el aeropuerto estuviera abierto al tráfico civil y en explotación. El día 4 de julio de 2012 para que intensificase las actuaciones necesarias para obtener la certificación del aeropuerto. El Acta de Comprobación de las obras no ha sido aprobada. En cuanto al aspecto económico o financiero de la concesión es de destacar que con fecha 18 de mayo de 2007 el consorcio adjudicatario presentó en concepto de Garantía Definitiva un total de siete Cartas de Pago, por importe de 7.407.190,06 euros, acompañadas del respectivo aval entregado en la Caja General de Depósitos. Con fecha 22 de octubre de 2010 la sociedad concesionaria presentó siete Cartas de Pago a nombre de la misma, dos de ellas por un importe de 2.222.171,84 euros cada una de ellas, y las otras cinco por un importe individual cada una de 493.807,73 euros, con una suma total de 6.913.382,33 euros, quedando pendiente de regularización la garantía presentada a nombre de “Montoro e Hijos, S.A.” por importe de 493.807,73 euros. Con fecha 28 de enero de 2010 se celebró contrato de préstamo por importe de 200.000.000 euros entre varias entidades financieras (el “Agente”) y la concesionaria, para financiar parcialmente la construcción del Aeropuerto Internacional de Murcia. La Ley de Presupuestos de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia para 2010 incluyó una Disposición Adicional Decimoctava que autorizaba al Consejo de Gobierno a conceder un aval de hasta 200.000.000 euros a la sociedad concesionaria. El aval fue otorgado con fecha 24 de junio de 2010, previa Decisión de la Comisión Europea de 9 de junio de 2010, que acordó no presentar objeciones al aval. El contrato de aval fue firmado por la Comunidad Autónoma y por la concesionaria en la fecha antes citada. Por Orden de la Consejería de 20 de mayo de 2013 se inició el procedimiento para la resolución del contrato de concesión, por considerar la Administración que se habían producido determinados incumplimientos por la concesionaria. El procedimiento finalizó con la Orden aquí impugnada. En fecha 20 de septiembre de 2013 el Agente comunicó a la concesionaria la resolución y vencimiento anticipado del contrato de préstamo y le requirió de pago de las cantidades debidas. No habiendo sido atendido el requerimiento se procedió a la ejecución del aval prestado por la Comunidad Autónoma, a cuyo efecto ha sido requerida en fecha 4 de octubre de 2013 para el pago en el plazo de veinte días de la cantidad de 180.852.837,07 euros, correspondiendo de esa cantidad 180.497.103,34 euros a principal y 355.729,73 euros a intereses de demora. Según alega el Letrado de la Comunidad Autónoma para su abono se está tramitando en la Asamblea Regional el correspondiente Proyecto de Ley para dotación de un crédito por el importe de 200.000.000 euros. CUARTO.- En primer lugar invoca la recurrente el principio fumus bonis iuris pues entiende que la Orden impugnada es inválida tanto por concurrir en el procedimiento defectos formales determinantes de nulidad de pleno derecho o de anulabilidad, como por razones de fondo. Así, alega: 1) Falta de puesta de manifiesto del expediente, pues únicamente se le facilitó copia de la Orden de inicio y de los Informes de la Dirección de Proyecto de 20 de mayo de 2013 y de la Dirección de Explotación de fechas 19 de abril y 15 de mayo de 2013. Sin embargo, hay otra serie de documentos que no le han sido trasladados y que considera esenciales para entender la posición de la Administración concedente, y en definitiva para ejercer su derecho de defensa. 2) Realización de trámites esenciales de los que no se le ha dado traslado como son los que se plasman en los documentos antes referidos y que resultan esenciales en el contenido final de la Orden impugnada, por lo que su omisión es determinante de una nulidad de pleno derecho. 3) Denegación de la práctica de pruebas, concretamente la aportación de determinados documentos. 4) Introducción extemporánea, y, por tanto causante de indefensión, de una nueva causa a la que se otorga virtualidad resolutoria y que resulta decisiva según el Dictamen del Consejo Jurídico: la supuesta renuncia unilateral de la concesionaria. 5) Caducidad del procedimiento. Considera la recurrente que el Dictamen del Consejo Jurídico no suspende el plazo máximo de resolución y notificación del procedimiento, pues dicho dictamen es preceptivo pero no determinante por lo que no concurre el supuesto previsto en el artículo 42.5 de la Ley 30/1992. Y como según la recurrente ese plazo máximo sería de tres meses de conformidad con el artículo 42.3 de la citada Ley, y su cómputo se inicia el día 20 de mayo de 2013 con la Orden de inicio, cuando se dictó la Orden de resolución el día 16 de septiembre el procedimiento ya había caducado. 6) Inexistencia de las causas de resolución invocadas en la Orden recurrida. En el Dictamen del Consejo Jurídico se niega virtualidad a una de las causas enunciadas, el incumplimiento de la obligación de constituir la garantía definitiva. Y se modula la segunda, el incumplimiento de la obligación de poner el Aeropuerto Internacional de la Región de Murcia en funcionamiento abriéndolo al tráfico dentro de los plazos marcados por el Pliego de Cláusulas Administrativas Particulares. Y esta causa se reconduce a una “renuncia unilateral a la ejecución del contrato”. Pero no existe esa renuncia unilateral, y así lo manifestó la concesionaria en su escrito de alegaciones. Además, la renuncia como causa de resolución exige que la contraparte cumpla por su lado con las obligaciones que para ella derivan del contrato, y reequilibrar sus condiciones es una de las principales. Por tanto, sería de aplicación la excepción contrato no cumplido. Y la concesionaria ha solicitado la prórroga de los plazos para el cumplimiento de su obligación, expresando con ello su voluntad de cumplir y de extender unos plazos que eran ya de imposible cumplimiento, y además cualquier renuncia, y máxime la relativa a un contrato de la entidad del Contrato de Concesión, ha de ser expresa sin que quepan presunciones en tal sentido. Insiste la actora en que ha habido incumplimientos por parte de la Comunidad Autónoma, y hace referencia a un informe emitido por la entidad pública AENA respecto a la inviabilidad del Contrato de Concesión en los términos vigentes en el momento de su emisión. Y añade que ya expuso que la viabilidad de la concesión pasaba por el cierre al tráfico civil del aeródromo de San Javier, habida cuenta de la caída de la demanda de tráfico aéreo en la Región en la que también había que considerar el Aeropuerto de Alicante, gestionado por AENA y expuesto a la competencia del Aeropuerto de Murcia. Por ello se firmó un protocolo por las autoridades competentes obligándose al cierre de aquél aeropuerto. Y ahora, producida la resolución, se anuncia un acuerdo para su cierre, lo que supone que la Comunidad Autónoma ha reconocido la inviabilidad de la concesión en los términos en que se concibió inicialmente, y la necesidad de proceder a su modificación en la forma en que se menciona en los medios de comunicación. 7) La resolución del Contrato de Concesión no procede cuando no es la alternativa más adecuada para el interés público, y así lo ha puesto de manifiesto la doctrina jurisprudencial. Señala la actora que en sus alegaciones ya demostró de forma concluyente que era quién más rápidamente podía poner el Aeropuerto Internacional de la Región de Murcia en servicio. Además, la resolución del Contrato de Concesión provoca unos efectos colaterales entre los que se encuentra el de constituir causa de resolución anticipada del contrato de financiación por lo que resulta exigible el pago del principal dispuesto, aproximadamente 197 millones de euros, exigencia ante la que no puede responder la sociedad concesionaria que ha cumplido hasta el momento sus obligaciones de pago frente a las entidades financieras. Por tanto, la Comunidad va a ver ejecutado su aval y a endeudarse por tal motivo, con lo que empeora su situación de déficit estructural y de deuda pública, incumpliendo los objetivos fijados por el Gobierno de España para 2013, y no va a poder repercutir la deuda al contratista con el que se propone explotar el aeropuerto pues la asunción de esa deuda no la permite legalmente la figura contractual diseñada y además no habría contratista interesado y las entidades financieras querrían contar con la Comunidad Autónoma como deudor. Reitera la recurrente que se ha utilizado la facultad resolutoria por la Administración no tanto por la existencia de un incumplimiento contractual, pues no concurre, sino con la finalidad de alterar la estructura inicialmente aprobada para la construcción y explotación del aeropuerto, sin expresarlo, lo que se ha hecho de la forma más gravosa para la Comunidad Autónoma y sus ciudadanos. Se denuncia, pues, desviación de poder en la actuación administrativa. Por último, señala la recurrente que la entrega y toma de posesión de la infraestructura tiene que hacerse como último trámite asociado a la extinción del Contrato de Concesión, es decir, tras la liquidación del mismo y no antes, y las actuaciones tendentes a inventariar y a efectuar la medición, comprobación y valoración de las obras, de las instalaciones y de los equipos no pueden producirse inmediatamente, ya que llevarlas a cabo requiere bastante tiempo, máxime cuando no todo lo ejecutado estaba proyectado y presupuestado inicialmente. Considera la actora que lo contrario constituiría una vía de hecho, y relata las distintas actuaciones que tuvieron lugar el pasado mes de septiembre y que dieron lugar a la interposición del recurso contencioso administrativo tramitado ante esta Sala con el nº 588/2013. El segundo bloque de alegaciones hace referencia a la valoración de los intereses en conflicto, considerando la parte demandante que la medida cautelar no produce una perturbación grave de los intereses generales o de tercero, que de ejecutarse la Orden los daños serían irreparables para la sociedad recurrente y que resulta más conveniente para el interés general que ésta lleve a cabo la conservación de la infraestructura. Empezando por el primer elemento de valoración, señala la demandante que los intereses generales que podrían potencialmente verse afectados por la adopción de la medida cautelar son los de la Región de Murcia y los del conjunto de ciudadanos y visitantes de la Región. Y de la suspensión de la ejecución de la resolución no se produce perturbación grave de los intereses generales o de terceros pues la situación seguirá siendo la misma que hasta ahora, ya que estamos ante una infraestructura nueva y por ello su explotación puede esperar sin que se altere gravemente la situación actual. Además, la base aérea de San Javier sigue abierta al tráfico civil, y sus instalaciones resultan aprovechables en el caso de que se acuerde la suspensión mientras dura la tramitación del presente recurso. Por otra parte, durante la suspensión la concesionaria seguirá asumiendo la responsabilidad del mantenimiento de la obra civil y de las instalaciones con todos sus elementos, siendo conservada por quién mejor puede llevar a cabo tales actuaciones, lo que es fundamental teniendo en cuenta que se trata de una infraestructura técnicamente compleja. Por último, si la voluntad de la Comunidad Autónoma es celebrar un nuevo contrato con un tercero, nada obsta a que durante la tramitación del recurso se desarrollen las actuaciones preparatorias, se licite y adjudique el nuevo contrato, todo lo cual tomará el tiempo de tramitación del recurso y puede producirse condicionado a una sentencia desestimatoria. A continuación expone la actora los perjuicios que a su juicio se producirían para el interés general en caso de ejecución inmediata del acto impugnado. En primer lugar, desde que se produzca la entrega de la infraestructura hasta que se adjudique el nuevo contrato, es decir, durante el tiempo que dure la fase de licitación, la conservación y mantenimiento de la infraestructura quedaría en manos de la Administración con el riesgo de que no pueda hacerlo en óptimas condiciones por carecer de personal cualificado y medios técnicos para hacerse cargo de dicha conservación y mantenimiento y garantizar su estado idóneo para un correcto funcionamiento. Y en última instancia serían los ciudadanos de la Región de Murcia los que habrían de soportar los graves e irreparables perjuicios que puedan derivarse del deterioro o eventual pérdida o destrucción de obras, instalaciones, instrumentos, elementos o equipos de la infraestructura. Hace también referencia la parte actora a las condiciones de un posible nuevo contrato, entre las que incluye los derechos que le correspondan por razón de los daños y perjuicios que, según entiende, se han ocasionado tanto a la sociedad como a los accionistas. Por todo ello, concluye que presumiblemente el nuevo concurso quede desierto, dada la inviabilidad del proyecto, salvo que se introduzcan modificaciones contractuales, es decir, condiciones distintas a las que se contienen en el Contrato de Concesión ahora resuelto, lo que supondría una vulneración de los principios que presiden la contratación pública. Reitera la demandante que se evidencia el objetivo de adjudicar directamente el contrato a la Sociedad Estatal AENA. Pero aún cuando ese fuera el interés de la Administración procede la medida cautelar pues supondría únicamente un retraso en esos planes, y en ningún caso el deterioro de la infraestructura que es lo que debe primar. En definitiva, no existe interés público que justifique la inmediata ejecución de la Orden impugnada, sino todo lo contrario. La suspensión cautelar mantendría el status quo existente en la actualidad hasta que el tribunal enjuicie la legalidad del acto recurrido. En cuanto a los intereses privados, alega la recurrente que el único que puede concurrir, aparte del suyo propio y de aquéllos con quienes ha celebrado contratos, es el de los potenciales interesados en licitar en un nuevo concurso, pero a la vista de la inviabilidad del proyecto no es muy probable que los haya. Por último, alega la demandante que los daños que la inmediata ejecución del acto recurrido puede ocasionarle son irreversibles. Así, se producirían perjuicios económicos gravísimos e irreversibles por su elevada cuantía, y no sólo para la concesionaria sino también para todas aquellas empresas y proveedores con quienes ha celebrado contratos al quedar éstos resueltos con todos los perjuicios económicos que ello supone. Además, la inmediata ejecución de la resolución daría lugar a una pérdida sustancial de puestos de trabajo, los de los empleados de la concesionaria y presumiblemente muchos de los existentes en las empresas con las que ha celebrado contratos. Y se podría producir una situación irreversible, pues en caso de celebrarse una nueva licitación y contratación una eventual sentencia estimatoria del recurso daría lugar a la resolución del nuevo contrato, así como la de todos los celebrados por el adjudicatario. No obstante, manifiesta la actora su convicción de que el proceso termine con sentencia estimatoria, y se pueda reponer la situación jurídica individualizada en que se encontraba con anterioridad al acto impugnado, lo que conduciría a continuar como sociedad concesionaria con los trámites en los que actualmente está inmersa para obtener la autorización que debe dictar el Ministerio de Fomento o los organismos dependientes de él que permitan la puesta en servicio del Aeropuerto Internacional de la Región de Murcia, y posteriormente la explotación por parte de la sociedad concesionaria por el tiempo de duración del contrato. Por el contrario, si se produce la adjudicación del nuevo contrato el contratista adjudicatario habrá de realizar las actuaciones necesarias para poner en marcha el aeropuerto definitivamente en servicio y proceder a su explotación por el tiempo contemplado en el contrato que se le adjudique, lo que resulta de todo punto incompatible con la ejecución de una predecible sentencia estimatoria del presente recurso. Por tanto, la ejecución del acto impugnado privaría de finalidad legítima al recurso. QUINTO.- El Letrado de la Comunidad Autónoma se opone a la medida cautelar solicitada. Considera que la suspensión de la eficacia de la resolución contractual equivale a declarar vigente la concesión, reponiendo a la mercantil reclamante en la posición de Concesionaria durante toda la tramitación del presente recurso contencioso administrativo, y por tanto, mantener el régimen jurídico contractual establecido en el pliego de cláusulas administrativas particulares que estipula los derechos y obligaciones de las partes. En consecuencia, la recurrente vendría obligada a poner en explotación el Aeropuerto Internacional de la Región de Murcia, lo que no ha hecho hasta este momento ni resulta previsible que vaya a hacer en un futuro inmediato. Y ello podría ocasionar un enorme perjuicio a la Comunidad Autónoma pues quedaría inerme, de tal modo que la medida más poderosa que podría adoptar, la resolución, estaría suspendida. Además, no podría tramitar una nueva licitación de la concesión, con lo que la paralización de la puesta en servicio del aeropuerto sería total y absoluta, siendo éste el objetivo perseguido por la recurrente. Y al no haber comenzado la explotación de la infraestructura la suspensión instada conllevaría el retraso sine die de su puesta en servicio. Por otra parte, aún cuando la medida se pretende también respecto de “cualquier acto que traiga causa de aquélla o se haga derivar de la misma”, no cabe la suspensión de actos administrativos hipotéticos o futuros. Continúa la parte demandada contestando a cada uno de los motivos invocados por la actora. Entiende que ésta realiza una interpretación interesada del dictamen emitido por el Consejo Jurídico de la Región de Murcia, pues existe una coincidencia sustancial entre dicho dictamen y la Orden objeto de recurso, que elimina cualquier sospecha de que ésta última no hubiera seguido los pronunciamientos de aquel. Y en cuanto al escrito en que la recurrente fundamenta la inexistencia de renuncia unilateral a la ejecución, es posterior al Dictamen del Consejo Jurídico y se redacta a la vista del mismo con la intención de negar la concurrencia de dicha causa de resolución. Y frente a la alegación de la recurrente de que la Administración “tiene un plan preconcebido para llevar a cabo la modificación de la estructura inicialmente implantada para la construcción y explotación del AIRM, a través de la sustitución del explotador”, afirma el Letrado de la Comunidad que ha sido la actitud de la concesionaria, representada en su reclamación de recibir nuevas ayudas financieras de la Comunidad en contradicción con su propia oferta así como con lo estipulado en el contrato, y su reiterado incumplimiento de las obligaciones contractuales ante el rechazo de dicha petición lo que ha llevado a la Administración a adoptar la única medida posible para conseguir el objetivo final de puesta en servicio del aeropuerto, es decir, la resolución. En cuanto al fumus bonis iuris alega la parte demandada que el enjuiciamiento de la legalidad de la Orden impugnada, tanto por razones procedimentales como de fondo, constituyen cuestiones que han de ser dirimidas en el recurso y, por tanto, no procede su examen en sede de medidas cautelares. Además, no pueden imputarse defectos de forma cuando el acto administrativo ha sido dictado tras un procedimiento contradictorio, en el que los interesados han tenido ocasión de formular alegaciones y en cuyo transcurso han emitido sendos informes el Servicio Jurídico de la Consejería de Obras Públicas y Ordenación del Territorio, la Dirección de los Servicios Jurídicos y el Consejo Jurídico de la Región de Murcia, todos ellos favorables a la resolución de la concesión. Y, frente a lo que alega la recurrente, no puede hablarse de “prisa” de la Administración en resolver la relación contractual pues ésta se ha producido como culminación de un largo proceso en el que la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia ha tenido una “enorme paciencia” ante la actitud de la concesionaria de reiterados incumplimientos y exigencias injustificadas. Añade la parte demandada que la tramitación del procedimiento para la resolución ha sido correcta, encontrándose regulado en el artículo 109 del Reglamento General de la Ley de Contratos de las Administraciones Públicas, sin que proceda acudir a la Ley 30/1992 con carácter supletorio. Y no puede alegarse válidamente indefensión cuando se han podido formular alegaciones, cabe interponer recurso de reposición contra la Orden de resolución, y recurso contencioso administrativo. Tampoco es cierto que no se haya dado traslado a la recurrente de trámites esenciales, remitiéndose nuevamente la parte demandada al precepto antes citado. Y añade que no es cierto que se introduzca una causa de resolución nueva, puesto que la renuncia unilateral no es sino una modulación o consecuencia del incumplimiento de los plazos contractuales y la propia concesionaria reconoce que se le dio traslado del dictamen del Consejo Jurídico que aludía a esta circunstancia, que en todo caso debe plantearse como cuestión de fondo. En definitiva, ningún documento esencial ha sido hurtado al conocimiento de la actora. Y en cuanto a la denegación de la prueba propuesta, la propia Orden recurrida en su fundamento de derecho undécimo da cumplida y extensa justificación de la misma. A continuación niega el Letrado de la Comunidad Autónoma que se haya producido la caducidad del procedimiento, y utiliza diversos argumentos para rebatir el de la actora de inexistencia de suspensión del plazo máximo de resolución y notificación por recabarse dictamen del Consejo Jurídico. En lo que se refiere a la no concurrencia de causas de resolución del contrato, alegada por la demandante, también entiende la parte demandada que se introduce en este incidente cautelar una cuestión de fondo pues es propiamente lo que constituye el objeto del recurso contencioso administrativo. No obstante, argumenta el Letrado de la Comunidad Autónoma que se realiza una lectura parcial y sesgada del Dictamen del Consejo Jurídico, a cuyas consideraciones se remite. Y añade que a lo anterior se une una serie de circunstancias como no abono por la concesionaria del IVA del contrato correspondiente al ejercicio 2012 por valor de 1.214.844,75 euros, carencia de financiación por la misma, impago de la comisión del aval, requerimiento de garantías adicionales y, en general, apelaciones de la concesionaria a hipotéticos incumplimientos de la Administración como son el no haberse producido el cierre del aeropuerto de San Javier o la incorporación de la Comunidad Autónoma al capital de la concesionaria. Entiende también el Letrado de la Comunidad Autónoma que no procede el reequilibrio de la concesión, y desde el día 28 de enero de 2012 en que tenía que entrar en funcionamiento el aeropuerto la concesionaria está incumpliendo sus compromisos, y además ha ligado la continuidad del contrato a la estimación de su petición de reequilibrio que ya fue denegada constituyendo dicha cuestión el objeto del recurso contencioso administrativo tramitado ante esta Sala con el número 230/2013. No obstante, precisa el Letrado de la Administración que no existía esa pretendida obligación de acceder a la solicitud de reequilibrio, pues la oferta realizada en su día por la concesionaria renunciaba expresamente a cualquier tipo de ayuda prevista en el Pliego de Cláusulas, dicha oferta contenía un Plan de Explotación en el que las proyecciones de tráfico estaban elaboradas con la hipótesis del Aeropuerto de San Javier abierto al tráfico civil, el Pliego preveía igualmente que tanto la construcción como la explotación de las instalaciones se efectuaría a riesgo y ventura del concesionario, y la Comunidad Autónoma se vio en la necesidad de avalar a la recurrente en el contrato de préstamo suscrito con diversas entidades financieras. Por último, nunca se ha iniciado la explotación del aeropuerto por lo que las hipotéticas pérdidas en que se fundamenta la petición de reequilibrio no han llegado a producirse. En cuanto al interés público, y frente a lo que manifiesta la recurrente, alega la parte demandada que no exige la continuidad del contrato sino su resolución, pues esa continuidad en los términos pretendidos por aquélla es contraria a los más elementales principios de la contratación administrativa. Realiza además la mercantil una serie de consideraciones de índole financiera que se niegan por la parte demandada. Así, y en relación con la afirmación de que ha cumplido hasta el momento con sus obligaciones de pago frente a las entidades financieras consta que dejó de pagar las mensualidades correspondientes a intereses el 25 de septiembre de 2012, de forma que tales cantidades han tenido que ser cargadas por el Agente del contrato de préstamo al Fondo de Reserva del Servicio de la Deuda. Y la Consejería denegó la solicitud de la recurrente de aplazamiento de la comisión que se devenga en virtud del contrato de aval, ascendiendo el importe impagado correspondiente a 2013 a 2.000.000 euros. Y no pueden atenderse sus alegaciones de que la Comunidad Autónoma no podrá repercutir la deuda al futuro contratista. Niega también el Letrado de la Comunidad que la entrega y toma de posesión sólo pueda producirse tras la liquidación del contrato y que lo contrario suponga una vía de hecho, pues el artículo 261.2 de la Ley de Contratos de las Administraciones Públicas establece que extinguida la concesión revertirá a la Administración la obra pública concedida, las zonas complementarias anexas y los bienes e instalaciones incluidos en las zonas de explotación comercial. En definitiva, la concesionaria confunde el momento de extinción de la concesión con los efectos subsiguientes a la misma (liquidación del contrato). Y diferir la entrega a la finalización de la liquidación es un intento más de alargar artificiosamente el proceso. Hace referencia también el Letrado de la Comunidad Autónoma a las actuaciones que dieron lugar al recurso contencioso administrativo nº 588/2013. En relación con el periculum in mora invocado por la recurrente alega el Letrado de la Comunidad Autónoma que no concurre pues el interés que pueda ostentar aquélla es de índole económica o patrimonial, y por tanto indemnizable por su propia naturaleza, como ha declarado reiterada jurisprudencia. De modo que aún cuando la concesionaria pretenda la continuidad de la concesión, esa pretensión es evaluable y concretable en una cifra que, en el hipotético caso de que la sentencia fuera estimatoria, habría de ser satisfecha por la Comunidad Autónoma. En todo caso la propia concesionaria considera inviable económicamente la explotación del aeropuerto, por lo que no cabe hablar de perjuicio económico derivado de la resolución de la concesión. Además, no sólo no existen esas supuestas situaciones jurídicas irreversibles, sino que la actora ni siquiera las concreta, limitándose a realizar una alegación genérica carente del más mínimo sustrato real. En este sentido no cabe tomar en consideración la alusión a pérdida de puestos de trabajo ya que ésta sería una decisión de política empresarial de la concesionaria que no puede condicionar la actuación administrativa. Tampoco garantiza la recurrente el mantenimiento de dichos puestos de trabajo aún cuando se adopte la medida cautelar. Y en cuanto a las pérdidas económicas para terceros no pueden ser tenidas en cuenta para el otorgamiento de tal medida, pues ni son parte del proceso ni han formulado alegación alguna. En todo caso, el artículo 265.5 de la Ley de Contratos de las Administraciones Públicas permite la subrogación del órgano de contratación en los contratos suscritos por el concesionario con terceros. Por último, se rechazan las alegaciones sobre la falta de medios de la Administración para el mantenimiento y conservación de las instalaciones, cuyos contratos también serían subrogables. El Letrado de la Comunidad Autónoma considera por todo lo expuesto que la no suspensión no representa un peligro de inefectividad de una eventual sentencia estimatoria, ni tampoco causa perjuicios irreparables para terceros. Por el contrario, entiende que la medida cautelar ocasionaría una gravísima perturbación de los intereses generales. Así, y en virtud del contrato de aval, el desembolso que supondría su ejecución se vería compensado con las instalaciones aeroportuarias de modo que la nueva licitación de la concesión permitiría recuperar la carga financiera que la ejecución de ese aval supone. Por otra parte, el objetivo inmediato de la Comunidad Autónoma es conseguir la más pronta puesta en servicio del Aeropuerto Internacional de la Región de Murcia, sin que baste para satisfacer la demanda de todos los sectores sociales y económicos con el funcionamiento del Aeropuerto de San Javier durante el tiempo de tramitación del recurso, pues precisamente la insuficiencia de dicho aeródromo para satisfacer tales demandas fue la causa del proyecto y del contrato ahora resuelto. Además, pretender que se pueda licitar una nueva concesión sin tener la disponibilidad de la infraestructura es irreal, hasta el punto que la actora se contradice en cuanto a este extremo. En definitiva, la Administración ha de estar en condiciones de procurar una pacífica posesión al nuevo adjudicatario. En suma, lo que pretende la recurrente es que la Administración regional no licite una nueva concesión, o que esa nueva licitación establezca unas condiciones económico-financieras equivalentes a las de la contratación resuelta, olvidando que esas condiciones son las que ella misma presentó en su oferta y que le sirvieron para ser adjudicataria. Para concluir, reitera el Letrado de la Comunidad que de suspenderse la ejecución de la Orden recurrida la concesión continuaría vigente y la Administración se vería privada de mecanismos jurídicos para enfrentarse a los reiterados incumplimientos de la concesionaria, ya que ésta previsiblemente continuaría en su actitud pasiva respecto a la puesta en servicio del aeropuerto. Por último, alega el Letrado de la parte demanda que en caso de adopción de la medida la complejidad de las variables que expone en relación con los perjuicios que pudieran derivarse de la misma, unida a la indefinición de la posible duración del presente procedimiento, imposibilitan establecer cautelas eficaces para evitarlos o paliarlos, pero en todo caso su cuantificación no sería inferior a tres mil millones de euros. SEXTO.- El Tribunal Supremo ha declarado en sentencia de su Sala Tercera de 14 de noviembre de 2011 lo siguiente: <<Las medidas cautelares, con carácter general, están concebidas para asegurar la eficacia de la resolución que ponga fin al proceso, evitando que el transcurso del tiempo ponga en peligro el cumplimiento de la resolución de terminación del mismo. Dicho en términos legales, éstas medidas pretenden “asegurar la efectividad de la sentencia” (artículo 129 de la LJCA). Con tal propósito, el riesgo derivado de la duración del proceso, el “periculum in mora”", se erige, en el artículo 130 de la citada Ley Jurisdiccional, como uno de los presupuestos esenciales para la adopción de la medida cautelar, al tener que tomar en consideración, en la decisión cautelar, que “la ejecución del acto o la aplicación de la disposición pudieran hacer perder su finalidad legítima al recurso”. La medida cautelar, por tanto, intenta salvaguardar que la futura sentencia pueda ser cumplida, y que su pronunciamiento tenga un efecto útil, soslayando que se produzcan situaciones irreversibles. El criterio de la valoración circunstanciada de los intereses en conflicto, por su parte, es, en este sentido, adicional o suplementario al de la pérdida de la finalidad legítima del recurso, como señala la Sentencia de esta Sala de 10 de noviembre de 2003 (recurso de casación nº 5648/2000) destacando que «El criterio de ponderación de los intereses concurrentes es complementario del de la pérdida de la finalidad legítima del recurso y ha sido destacado frecuentemente por la jurisprudencia: “al juzgar sobre la procedencia (de la suspensión), se debe ponderar, ante todo, la medida en que el interés público exija la ejecución, para otorgar la suspensión, con mayor o menor amplitud, según el grado en que el interés público esté en juego”>> Y en sentencia de la misma Sala de 9 de julio de 2009, ha declarado: <<En este sentido, cabe recordar que la razón de ser de la justicia cautelar, en el proceso en general, según se refiere en la doctrina de este Tribunal Supremo, expuesta en la sentencia de 22 de julio de 2002 (RC 3507/1998), y que se transcribe en el auto de 16 de julio de 2004 (R 46/2004), se encuentra en la necesidad de evitar que el lapso de tiempo que transcurre hasta que recae un pronunciamiento judicial firme suponga la pérdida de la finalidad del proceso. Con las medidas cautelares se trata de asegurar la eficacia de la resolución que ponga fin al proceso, evitando la producción de un perjuicio de imposible o difícil reparación, como señalaba el artículo 122 LJ -o, como dice expresivamente el artículo 129 de la actual Ley de la Jurisdicción Contencioso -administrativa (Ley 29/1998, de 13 de julio), asegurando la efectividad de la sentencia-. Por ello el periculum in mora forma parte de la esencia de la medida cautelar, pues, en definitiva, con ella se intenta asegurar que la futura sentencia pueda llevarse a la práctica de modo útil. La decisión sobre medidas cautelares debe adoptarse ponderando las circunstancias del caso, según la justificación ofrecida en el momento de solicitar la medida cautelar, en relación con los distintos criterios que deben ser tomados en consideración según la LJ y teniendo en cuenta la finalidad de la medida cautelar y su fundamento constitucional, que, según nuestra jurisprudencia, puede resumirse en los siguiente puntos: « a) Necesidad de justificación o prueba, aun incompleta o por indicios de aquellas circunstancias que puedan permitir al Tribunal efectuar la valoración de la procedencia de la medida cautelar. Como señala un ATS de 3 de junio de 1997: “la mera alegación, sin prueba alguna, no permite estimar como probado, que la ejecución del acto impugnado (o la vigencia de la disposición impugnada) le pueda ocasionar perjuicios, ni menos que éstos sean de difícil o imposible reparación”. El interesado en obtener la suspensión tiene la carga de probar adecuadamente qué daños y perjuicios de reparación imposible o difícil concurren en el caso para acordar la suspensión, sin que baste una mera invocación genérica. b) Imposibilidad de prejuzgar el fondo del asunto. Las medidas cautelares tienen como finalidad que no resulten irreparables las consecuencias derivadas de la duración del proceso. De modo que la adopción de tales medidas no puede confundirse con un enjuiciamiento sobre el fondo del proceso. Como señala la STC 148/1993 “el incidente cautelar entraña un juicio de cognición limitada en el que el órgano judicial no debe pronunciarse sobre las cuestiones que corresponde resolver en el proceso principal” (Cfr. ATS de 20 de mayo de 1993). c) El periculum in mora, constituye el primer criterio a considerar para la adopción de la medida cautelar. Si bien, ha de tenerse en cuenta que el aseguramiento del proceso, no se agota, en la fórmula clásica de la irreparabilidad del perjuicio, sino que su justificación puede presentarse, con abstracción de eventuales perjuicios, siempre que se advierta que, de modo inmediato, puede producirse una situación que haga ineficaz el proceso. Si bien se debe tener en cuenta que la finalidad asegurable a través de las medidas cautelares es la finalidad legítima que se deriva de la pretensión formulada ante los Tribunales. d) El criterio de ponderación de los intereses concurrentes es complementario del de la pérdida de la finalidad legítima del recurso y ha sido destacado frecuentemente por la jurisprudencia: “al juzgar sobre la procedencia (de la suspensión) se debe ponderar, ante todo, la medida en que el interés público exija la ejecución, para otorgar la suspensión, con mayor o menor amplitud, según el grado en que el interés público esté en juego”. Por consiguiente, en la pieza de medidas cautelares deben ponderarse las circunstancias que concurren en cada caso y los intereses en juego, tanto los públicos como los particulares en forma circunstanciada. Como reitera hasta la saciedad la jurisprudencia “cuando las exigencias de ejecución que el interés público presenta son tenues bastarán perjuicios de escasa entidad para provocar la suspensión; por el contrario, cuando aquella exigencia es de gran intensidad, sólo perjuicios de elevada consideración podrán determinar la suspensión de la ejecución del acto” (ATS 3 de junio de 1997, entre otros muchos). e) La apariencia de buen derecho (fumus bonis iuris) supuso una gran innovación respecto a los criterios tradicionales utilizados para la adopción de las medidas cautelares. Dicha doctrina permite valorar con carácter provisional, dentro del limitado ámbito que incumbe a los incidentes de esta naturaleza y sin prejuzgar lo que en su día declare la sentencia definitiva, los fundamentos jurídicos de la pretensión deducida a los meros fines de la tutela cautelar » . La LJ no hace expresa referencia al criterio del fumus bonis iuris (tampoco la LJCA), cuya aplicación queda confiada a la jurisprudencia y al efecto reflejo de la LEC/2000 que sí alude a este criterio en el art. 728. No obstante, debe tenerse en cuenta que la más reciente jurisprudencia hace una aplicación mucho más matizada de la doctrina de la apariencia del buen derecho, utilizándola en determinados supuestos (de nulidad de pleno derecho, siempre que sea manifiesta, ATS 14 de abril de 1997, de actos dictados en cumplimiento o ejecución de una disposición general declarada nula, de existencia de una sentencia que anula el acto en una instancia anterior aunque no sea firme; y de existencia de un criterio reiterado de la jurisprudencia frente al que la Administración opone una resistencia contumaz), pero advirtiendo, al mismo tiempo, de los riesgos de la doctrina al señalar que “la doctrina de la apariencia de buen derecho, tan difundida, cuan necesitada de prudente aplicación, debe ser tenida en cuenta al solicitarse la nulidad de un acto dictado en cumplimiento o ejecución de una norma o disposición general declarada previamente nula de pleno derecho o bien cuando se impugna un acto idéntico a otro ya anulado jurisdiccionalmente, pero no (…) al predicarse la nulidad de un acto, en virtud de causas que han de ser, por primera vez, objeto de valoración y decisión, pues de lo contrario se prejuzgaría la cuestión de fondo, de manera que por amparar el derecho a la efectiva tutela judicial, se vulneraría otro derecho, también fundamental y recogido en el propio artículo 24 de la Constitución, cual es el derecho al proceso con las garantías debidas de contradicción y prueba, porque el incidente de suspensión no es trámite idóneo para decidir la cuestión objeto del pleito (AATS 22 de noviembre de 1993 y 7 de noviembre de 1995 y STS de 14 de enero de 1997, entre otros).>> SÉPTIMO.- Se han expuesto detalladamente todos los motivos y circunstancias que, a juicio de la demandante, determinarían la adopción de la medida cautelar interesada con fundamento en una apariencia de buen derecho en su pretensión. Esos motivos se refieren a defectos de forma en el procedimiento para la resolución del contrato de concesión y a la inexistencia de causas de resolución, alegando por último desviación de poder en la actuación administrativa. Es evidente que el examen de la concurrencia o no de las causas por las que la Administración ha resuelto la concesión constituyen el fondo del presente contencioso, de tal manera que un pronunciamiento en este incidente cautelar sobre esa cuestión anticiparía el fallo de la sentencia. Ligado a lo anterior se encuentra la denunciada desviación de poder. Ciertamente una actuación administrativa arbitraria o apartada de la finalidad legalmente atribuida a la potestad ejercitada podrían justificar una medida cautelar, pero tal vicio o defecto, determinante de nulidad absoluta, habría de aparecer de forma patente y grosera, poniéndose de manifiesto con el mero examen del acto impugnado. Eso no sucede en el caso que nos ocupa. Por el contrario, la resolución del contrato de concesión y el examen de los incumplimientos que se imputan a la recurrente suscita gran complejidad dada la magnitud del objeto del contrato y las distintas vicisitudes que en la trayectoria de la concesión se han producido, por lo que la suspensión de la ejecución del acto impugnado con apoyo en la inexistencia de las causas de resolución que en el mismo se recogen o en una supuesta desviación de poder supondría no sólo una anticipación del fallo, sino además una probabilidad de error en la solución adoptada. La propia parte actora reconoce que el examen de dichos motivos corresponde al fondo de la cuestión. Por tanto, no procede acogerlos como fundamento para la adopción de la medida cautelar. A la misma conclusión cabe llegar respecto de los defectos formales que se alegan. Ninguno de ellos evidencia una omisión total y absoluta del procedimiento legalmente establecido, es decir, una absoluta falta de procedimiento determinante de una vía de hecho, ni tampoco consta la omisión de un trámite esencial y preceptivo como es el Dictamen del Consejo Jurídico o la audiencia de la concesionaria. Por el contrario, los defectos de forma invocados por la actora exigen un estudio detallado de las actuaciones y del procedimiento que debe seguirse para la resolución del contrato, y si en el mismo se ha incurrido o no en tales defectos y, en su caso, si se ha ocasionado efectiva indefensión a la recurrente. Como fácilmente puede deducirse, ese estudio forma parte de la decisión de fondo, es decir, es una de las cuestiones a resolver en sentencia y por tanto se estaría anticipando el fallo si en este incidente cautelar se entrara a examinar cada uno de los vicios de forma denunciados. Lo mismo cabe decir respecto de la caducidad. La extensa argumentación de las partes sobre si el Dictamen del Consejo Jurídico suspende o no el plazo para resolver el procedimiento confirma que se trata de una cuestión que ha de ser resuelta mediante un estudio de las normas aplicables y de la jurisprudencia que las interpreta, lo que no es posible en una pieza separada de medidas cautelares. En definitiva, el criterio del fumus bonis iuris no resulta de aplicación en el caso que nos ocupa. OCTAVO.- Como ya se ha expuesto, la medida cautelar resulta procedente a juicio de la demandante por la pérdida de la finalidad legítima del recurso al causarle tanto a ella como a terceros perjuicios irreparables la inmediata ejecución del acto impugnado, y no producirse, por el contrario, perturbación grave de los intereses generales o de terceros con su suspensión. Toda vez que lo solicitado es la suspensión de la ejecución de la Orden recurrida hemos de ver cuáles son los efectos que produce lo acordado por la Administración, es decir, que consecuencias tiene la resolución del contrato de concesión y si las mismas han de demorarse hasta que se dicte sentencia en el presente recurso por producirse en caso contrario perjuicios irreparables. Habrán de confrontarse también esos posibles perjuicios con la exigencia de ejecución que demanda el interés general. En todo caso, y como acertadamente alega la parte demandada, únicamente cabe la medida cautelar respecto del acto recurrido sin que pueda extenderse a otros hipotéticos o futuros. Ha de partirse de la improcedencia de la concesión de una medida cautelar que ampare situaciones que no concurrían con anterioridad a la resolución contractual. Es decir, la suspensión de la ejecución ha de limitarse, en su caso, a que no se produzcan esos efectos que legalmente están previstos cuando se resuelve el contrato pero no puede habilitar a la recurrente para realizar una actividad que no estaba ejecutando, lo que por otra parte tampoco ha sido solicitado. Concretamente, nos referimos a la puesta en funcionamiento del aeropuerto, pues de tener tal alcance la medida la Sala estaría otorgando una autorización de la que la demandante carece, según ha sido pacíficamente admitido por ambas partes. Ahora bien, también es un hecho admitido que la infraestructura del aeropuerto está terminada, o al menos en todo lo necesario para esa puesta en funcionamiento. Así, según se recoge en la Orden recurrida la Dirección de Explotación remitió a la sociedad concesionaria requerimiento para que como máximo el día 28 de julio de 2012 procediera a la apertura al tráfico y puesta en funcionamiento del Aeropuerto, sin que a la fecha de la resolución la concesionaria hubiera obtenido las autorizaciones necesarias para su apertura al tráfico civil. En consecuencia, cualquier medida cautelar que se adopte ha de de tener por objeto únicamente la infraestructura ejecutada, no pudiendo extenderse a la totalidad del contrato de concesión pues es indiscutido que una parte de éste como es la explotación de las instalaciones aeroportuaria no ha podido iniciarse por no estar autorizada la apertura al tráfico civil por causas que aquí no pueden ser objeto de estudio. Vamos a examinar, por tanto, cuáles son los efectos que sobre la infraestructura se producen una vez acordada la resolución. Ambas partes hacen referencia a las mismas normas, los artículos 261 y 262 de la Ley de Contratos de las Administraciones Públicas, texto refundido aprobado por Real Decreto Legislativo 2/2000, de 16 de junio y el artículo 272 de la vigente Ley de Contratos del Sector Público, texto refundido aprobado Real Decreto Legislativo 3/2011, de 14 de noviembre. Pues bien, en la redacción vigente de aquélla Ley en la fecha de celebración del contrato de concesión su artículo 261 disponía: “Modos de extinción 1. Las concesiones de obra pública se extinguirán por cumplimiento o por resolución. 2. Extinguida la concesión revertirá a la Administración la obra pública concedida, las zonas complementarias anexas y los bienes e instalaciones incluidos en las zonas de explotación comercial si las hubiera, en los términos regulados en los artículos siguientes.” Y el artículo 262 establecía: “Extinción de la concesión por transcurso del plazo (…) 2. El concesionario quedará obligado a hacer entrega a la Administración concedente, en buen estado de conservación y uso, de las obras incluidas en la concesión, así como de los bienes e instalaciones necesarios para su explotación de acuerdo con lo establecido en el contrato, todo lo cual quedará reflejado en el acta de recepción. 3. Los bienes e instalaciones incluidos en la zona de explotación comercial, si la hubiera, se entregarán, igualmente, a la Administración concedente en las mismas condiciones y con las mismas formalidades previstas en el apartado anterior. 4. Quedarán igualmente extinguidos todos los contratos vinculados a la concesión y a la explotación de sus zonas comerciales.” Y el artículo 272 del Real Decreto Legislativo 3/2011, por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley de Contratos del Sector Público, establece: “Destino de las obras a la extinción de la concesión 1. El concesionario quedará obligado a hacer entrega a la Administración concedente, en buen estado de conservación y uso, de las obras incluidas en la concesión, así como de los bienes e instalaciones necesarios para su explotación y de los bienes e instalaciones incluidos en la zona de explotación comercial, si la hubiera, de acuerdo con lo establecido en el contrato, todo lo cual quedará reflejado en el acta de recepción.” Precisamente, y como ya antes se ha expuesto, en la solicitud de medida cautelar hace referencia la recurrente al proceso mediante el que se ha de llevar a cabo la entrega de las instalaciones y liquidación del contrato, considerando que de prescindirse de esos trámites incurriría por la Administración en vía de hecho. se NOVENO.- La entrega de las instalaciones es uno de los efectos inmediatos de la resolución del contrato. Así, se acuerda en la Orden recurrida iniciar procedimiento contradictorio para la liquidación total del contrato, lo que requiere previamente la entrega y puesta a disposición de la Administración de la infraestructura aeroportuaria. La parte actora centra todas sus argumentaciones en dicha consecuencia sin hacer referencia a otros aspectos como la incautación de la garantía, también acordada en la resolución impugnada. Además, como se ha argumentado con anterioridad, mediante la medida cautelar sólo puede suspenderse el efecto ya señalado que de la resolución se deriva, es decir, la entrega de las instalaciones y consecuente liquidación. Por ello, y acotados así los límites de la posible medida, han de analizarse cada uno de los elementos que conformarían en el caso que nos ocupa un periculum in mora. Es requisito imprescindible para la apreciación del riesgo de inefectividad de una eventual sentencia estimatoria que puedan producirse con la inmediata ejecución unos perjuicios cuya reparación sea imposible o muy difícil. Y por ello tiene que haber un interés en el que pide la medida cautelar, de tal modo que mediante ésta se garantice la efectividad de la tutela judicial que se invoca, en su caso. En el presente supuesto se observa que la actora incurre en cierta contradicción. Así, mantiene que la concesión es inviable en los términos en que se pactó inicialmente pero al mismo tiempo expresa su convicción de que la sentencia que se dicte en este proceso va a ser estimatoria de sus pretensiones y, por tanto, se le va a restituir en la situación jurídica individualizada que tenía antes de la resolución. En definitiva, se desprende de los propios alegatos de la parte que anuda el mantenimiento del contrato a su reequilibrio, petición ésta que ya se formuló ante la Administración y contra cuya denegación interpuso recurso contencioso administrativo que en la actualidad se encuentra en tramitación en esta Sección (nº 230/2013). Ahora bien, que la actora considere inviable la explotación del aeropuerto sin un reestablecimiento del equilibrio económico- financiero de la concesión no significa que la ejecución del acto, en los términos expuestos en el anterior fundamento de derecho, no pueda causarle determinados perjuicios. En primer lugar, en caso de una eventual sentencia estimatoria del presente recurso, y con independencia del fallo que recaiga en el procedimiento nº 230/2013, habría de reponerse la situación al estado anterior a la resolución, con entrega a la recurrente de las instalaciones aeroportuarias ejecutadas. Y de no ser ello posible por deterioro de la infraestructura o por cualquier otro motivo, debería indemnizársele pues aunque el aeropuerto no haya comenzado a funcionar las infraestructuras están ejecutadas según ya se ha señalado. Y sin perjuicio de las compensaciones económicas o ajustes que como consecuencia de la liquidación pudieran hacerse entre la Administración y la recurrente parece ser que ésta también ha aportado fondos propios, sin que pueda examinarse en este incidente cautelar de forma pormenorizada la inversión económica y el resultado de la misma o el destino de las cantidades aportadas, pues ello debe ser objeto de estudio en la sentencia que se dicte en el proceso. Pero además, si se ejecuta la Orden impugnada en el presente recurso también una sentencia estimatoria de la pretensión de reequilibrio económicofinanciero vería frustrada su finalidad, pudiendo derivarse de ello una adicional indemnización de perjuicios. Y aunque no puedan concretarse cifras ni por aproximación, es de todo punto evidente que las indemnizaciones alcanzarían sumas muy elevadas, lo que ante la situación económica por la que atraviesan en la actualidad las Administraciones públicas, y que indudablemente afecta también a la aquí demandada, podría dar lugar a una posible inefectividad de la sentencia, con vulneración del derecho a la tutela judicial efectiva. Unido a lo anterior, está el interés general, y evidentemente éste puede verse perjudicado por el abono de esas eventuales indemnizaciones. Por otra parte, la inmediata ejecución de la resolución no sólo puede causar perjuicios a la actora, en los términos ya antedichos, sino también a terceros. Y si bien la jurisprudencia ha declarado en alguna ocasión que no cabe alegar posibles perjuicios para terceros a fin de obtener una medida cautelar, en este caso esos terceros mantienen relaciones laborales o contractuales con la recurrente que implican para ésta unas obligaciones de cuyo incumplimiento debe responder, por lo que está legitimada para invocarlos. Y también afectaría al interés general una indemnización de los perjuicios que a esos terceros se causaran como consecuencia de la resolución, si ésta llega a ejecutarse y posteriormente se anula la decisión administrativa recurrida. Respecto del particular relativo a los contratos laborales y de otra índole suscritos por la concesionaria es de destacar que ésta no ha aportado prueba alguna de su existencia, número o modalidad, pero no parece posible el mantenimiento de unas instalaciones como las ejecutadas en Corvera sin la contratación de personal o sin la suscripción de determinados contratos, como pueden ser de asistencia técnica. Y aún cuando en la Orden recurrida se hace referencia a la delicada situación financiera de la recurrente, no consta que actualmente no pueda asumir el coste del mantenimiento de las instalaciones. La parte demandada alega que la Administración puede subrogarse en dicha contratación, pero no concreta en qué términos se produciría la subrogación, y, en todo caso, supondría un traspaso a la Comunidad Autónoma de esos costes de mantenimiento de las infraestructuras ejecutadas con clara afectación para el interés general. Por último, otra de las consecuencias de la ejecución de la resolución es que el mantenimiento de las instalaciones pasaría a ser una obligación de la Comunidad Autónoma, con la asunción de riesgo de pérdida o deterioro, y las consecuencias económicas que de ello derivarían tratándose de instalaciones de coste muy elevado y complejo mantenimiento. Por tanto, sí existe peligro de pérdida de la finalidad legítima del recurso con la inmediata ejecución del acto impugnado, que además puede causar perjuicios al interés general y a derechos o intereses de terceros. Sentado lo anterior, no puede ignorarse la difícil y peculiar situación que se ha producido en la Región de Murcia en relación con el aeropuerto internacional proyectado y ejecutado, pero que no ha entrado en funcionamiento por causas que ahora no procede analizar. Así, el interés general no demanda que la Administración asuma el mantenimiento de unas instalaciones de esa envergadura por lo ya razonado, pero sí existe un interés general en que el aeropuerto se ponga en funcionamiento y se abra al tráfico aéreo. Ese interés ha estado siempre, dio lugar al auto que dictó esta misma Sección ya en fecha 18 de marzo de 2004 en el recurso contencioso administrativo nº 668/2004 en que se impugnaba el acuerdo del Consejo de Gobierno de la Región de Murcia de 18 de marzo de 2004 por el que se aprobó la declaración como Actuación de Interés Regional del aeropuerto de la Región de Murcia. Que duda cabe que a la sociedad murciana y a las personas que vienen a esta Región les produce un innegable beneficio contar con un aeropuerto internacional, pues como se razonaba en el citado auto, confirmado por sentencia de la Sala Tercera, Sección 5ª del Tribunal Supremo de 9 de diciembre de 2008, “no hay que esforzarse mucho para comprender la trascendencia que tiene la puesta en marcha de un aeropuerto para la Región de Murcia, y que no basta con decir que la región ya cuenta con el aeropuerto de San Javier.” Y el mismo criterio se mantuvo en al auto dictado en fecha 30 de enero de 2008 en la pieza separada de medidas cautelares nº 339/2007, en el que se argumentaba: “Y en el presente supuesto no parece necesario hacer mayores argumentaciones para concluir que una obra como es la construcción de un aeropuerto beneficia al interés general, lo que en el caso de Murcia adquiere una significación aún mayor teniendo en cuenta que carece de un aeropuerto internacional, y la existencia de tal aeropuerto tiene una evidente y positiva repercusión en el desarrollo de la Región en múltiples aspectos que por su notoriedad y evidencia no es necesario pormenorizar. Por tanto, no resulta admisible la alegación de la actora de que la suspensión, que conllevaría una demora en la construcción y explotación del aeropuerto durante varios años, no perjudica gravemente a los intereses generales.” El interés general en la puesta en marcha del aeropuerto no determina, sin embargo, la improcedencia de la suspensión de la ejecución del acto impugnado, es decir de los efectos de la resolución, pues ésta medida no produce una perturbación grave de ese interés general. Pese a las manifestaciones de la parte demandada es lo cierto que en la actualidad no consta que se hayan emprendido actuaciones para la adjudicación de la explotación del aeropuerto, o en definitiva, que con la suspensión se esté impidiendo de algún modo la explotación del mismo. No obstante, ese interés general en el funcionamiento del aeropuerto exige que por la Administración se pongan en marcha los mecanismos tendentes a posibilitar la explotación de las infraestructuras, de modo que la suspensión de la ejecución del contrato, en los términos que venimos señalando, no puede bloquear o paralizar en modo alguno los actos que la Administración tenga que llevar a cabo para satisfacer esa demanda, máxime cuando el aval para garantizar el cumplimiento del contrato de préstamo ha sido ejecutado. Manifiesta el Letrado de la Comunidad Autónoma que no puede procederse a una nueva adjudicación en tanto no se ejecute completamente la resolución, pero esta afirmación carece de apoyo legal alguno pues lo único que aquí se suspende es la liquidación del contrato, es decir, los efectos derivados de su resolución, como ya se ha razonado, y concretamente la entrega de las instalaciones. Por tanto, es compatible esa permanencia de la situación actual, tal y como está en este momento, con las gestiones y actuaciones administrativas necesarias para la adjudicación, en su caso, de la concesión a un nuevo contratista. Esta solución es además ofrecida por la propia demandante, pues si bien hace una breve referencia a eventuales perjuicios derivados de la resolución de una posible nueva concesión, en sus extensas alegaciones manifiesta lo siguiente: “Finalmente si la voluntad de la Consejería es celebrar un nuevo Contrato con un tercero, como se deduce de las manifestaciones en prensa que se acompañan como Documento número 2.5, nada obsta a que durante la tramitación del recurso se desarrollen las actuaciones preparatorias, se licite y se adjudique el nuevo contrato. Todo lo cual tomará el tiempo de tramitación del recurso y puede producirse condicionado a una sentencia desestimatoria.” DÉCIMO.- Recapitulando lo expuesto, procede acordar la suspensión de la ejecución del acto impugnado en el recurso en el sentido de que se mantenga la situación actual en relación con la infraestructura del Aeropuerto Internacional de la Región de Murcia, sin perjuicio de que la Administración demandada pueda iniciar las actuaciones que considere oportunas tendentes a la adjudicación de una concesión para su explotación. Entiende la parte demandada que la magnitud de los perjuicios que se pueden producir con la medida cautelar impiden establecer medidas eficaces para evitarlos o paliarlos, pero de forma aproximada estima que podrían cuantificarse aquellos en un importe no inferior a tres mil millones de euros. Estas alegaciones han de ser rechazadas por los razonamientos ya expuestos con anterioridad al valorar los distintos intereses en conflicto. Y no procede la prestación de garantía por la parte actora pues los eventuales perjuicios pueden ser evitados o paliados en caso de que se produzca una nueva adjudicación concesional, según las argumentaciones de la propia parte demandada. Por otra parte, el cuidado de las instalaciones corresponde a la concesionaria pues continúa en su posesión, pero teniendo en cuenta su titularidad pública la vigilancia y comprobación de su adecuada conservación y mantenimiento corresponde a la Comunidad Autónoma a través del control y supervisión que lleve a cabo el personal técnico que designe, con lo que también se evitan posibles perjuicios derivados del estado de las instalaciones ejecutadas. Ha de precisarse que la medida cautelar se adopta teniendo en cuenta la extraordinaria complejidad de la situación creada con el desarrollo de la concesión, la grave repercusión que en la Región ha tenido la falta de puesta en marcha del aeropuerto y ahora la ejecución del aval prestado por la Comunidad Autónoma, los diferentes intereses en juego y la pendencia de distintos procesos relacionados o no entre sí pero relativos al Aeropuerto Internacional de la Región de Murcia. Por tanto, se atiende con esta medida no sólo a asegurar la eficacia de una sentencia estimatoria, en su caso, sino también a procurar la menor afectación para el interés general derivada de la situación a la que nos hemos referido. Por último, el artículo 132 de la Ley Jurisdiccional dispone que las medidas cautelares estarán en vigor hasta que recaiga sentencia firme que ponga fin al procedimiento en el que se hayan acordado, o hasta que éste finalice por cualquiera de las causas previstas en la misma Ley, pero añade que “No obstante, podrán ser modificadas o revocadas durante el curso del procedimiento si cambiaran las circunstancias en virtud de las cuales se hubieran adoptado.” Aplicado dicho precepto a la medida cautelar que nos ocupa, conviene destacar que ésta es acordada teniendo en cuenta las circunstancias fácticas y la situación jurídica que ahora concurren, ya expuestas. Por tanto, de producirse una modificación en dichas circunstancias o situación la medida puede ser revocada o modificada, previa petición de parte. DECIMOPRIMERO.- No son de apreciar circunstancias especiales para una expresa imposición de costas (artículo 129.1 de la Ley Jurisdiccional). Vistos los preceptos citados y demás de procedente aplicación, y siendo Ponente la Magistrada Dña. María Consuelo Uris Lloret, LA SALA ACUERDA: Suspender la ejecución de la Orden impugnada en el presente recurso contencioso administrativo en los siguientes términos: 1) No procede la entrega inmediata de las instalaciones del Aeropuerto Internacional de la Región de Murcia, sin perjuicio de que por la Administración se lleven a cabo las actuaciones que estime pertinentes para la adjudicación del contrato para la explotación de dicho aeropuerto, y sin perjuicio también de lo que pueda acordarse por esta Sala si dichos trámites finalizan mediante la correspondiente adjudicación antes de dictarse sentencia firme o de que finalice el presente procedimiento por cualquier otra causa. 2) La medida cautelar se condiciona a que por la entidad mercantil recurrente se mantengan las instalaciones aeroportuarias existentes en debido estado de conservación y mantenimiento, a cuyo efecto se otorga facultad a la Administración demandada para llevar a cabo su inventario a través del personal técnico que designe así como el control y vigilancia periódica del estado de las instalaciones, debiendo programarse y planificarse dichas actuaciones de común acuerdo entre ambas partes y con intervención, asimismo, del personal técnico designado por la recurrente. No procede hacer especial pronunciamiento sobre las costas de este incidente. Notifíquese la presente resolución a las partes, haciéndoles saber que contra la misma pueden interponer recurso de reposición en el plazo de cinco días contados desde su notificación con consignación, en su caso, en la cuenta de Depósitos y Consignaciones de Banesto nº 3102 de la cantidad de 25 €, de conformidad con la Disposición Adicional Decimoquinta de la Ley Orgánica del Poder Judicial. Así por este su auto, lo pronuncian, mandan y firman los Ilmos. Sres. Magistrados anotados al margen; doy fe.