CAPITULO II LAS NORMAS AMBIENTALES INTERNACIONALES Constituyen el Derecho Internacional, es decir, “el orden jurídico de la comunidad de los Estados” .Se hará una breve referencia a ciertas nociones del Derecho de los Tratados, para analizar luego los acuerdos cuyo contenido interesa al tema de la investigación. La norma internacional no puede ser otra cosa que un tratado entre iguales (Estados), con una particularidad, que carece del mecanismo coercitivo para que se cumpla la norma y la realización forzosa de las pretensiones jurídicas contra el sujeto que las desconoce. Se confía su ejecución al mismo sujeto interesado, confiriéndole así una auto tutela. No obstante, en la actualidad, el reconocimiento de la intervención de los Tribunales Internacionales ha permitido avanzar en el cumplimiento del derecho. La declaración explícita de la voluntad coincidente de dos o más Estados, debe observar una forma determinada de conducta, con respecto unos de otros y toma el nombre de Tratado Internacional. El orden jurídico internacional se establece por medio de tratados y de la costumbre. La gestión internacional se concreta en instrumentos jurídicos (los tratados), pero no se agota en ellos. No hay coincidencia entre la categoría jurídica de los tratados y la realidad de la gestión internacional, que excede ese marco normativo. Hoy casi el 60% de esa gestión se realiza a través de acuerdos ejecutivos, acuerdos en forma simplificada, protocolos, cambio de notas reversales, memorandum de acuerdo, declaraciones, convenios, pactos, actas finales. No importan tanto los aspectos formales para otorgarles obligatoriedad como la intención de las partes. El protagonismo del Poder Ejecutivo en la conducción de las relaciones exteriores se ha acentuado no sólo en nuestro país, sino que puede observarse un desarrollo similar en otros sistemas presidencialistas como el de los Estados Unidos. La celeridad de los cambios, obligan a tomar rápidas decisiones y la complejidad de los temas que se resuelven, exige un conocimiento específico. Estas, entre otras razones, han conducido a introducir procedimientos no previstos en la Constitución o a sortear los existentes, planteando problemas de legitimidad de las decisiones. La diversidad y multitud de instrumentos convierte la tarea de su conocimiento en dificultosa. Debido a esa dificultad, nos referiremos a los tratados tomando en cuenta la definición de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados de 1969, aprobada en nuestro país por la ley Nº 23.782, del 10-5-1990, que considera como tales, todo acuerdo entre Estados realizado en forma escrita, regulado por el derecho internacional, sea que esté contenido en uno o varios instrumentos y cualquiera sea su denominación. A los efectos de la realización de la investigación se los ha clasificado como tratados bilaterales y multilaterales de acuerdo al número de partes que intervienen, aunque existen otros modos de clasificarlos. a) Por ejemplo, el Estatuto de la Corte Internacional de Justicia (artículo 38), categoriza las convenciones como generales o particulares. Considera el Estatuto, que todos los tratados bilaterales son particulares; en cambio, los multilaterales pueden ser en ocasiones generales o particulares, de acuerdo a la materia regulada, es decir, son tratados multilaterales aquéllos que resultan de interés general para toda la comunidad internacional o aquéllos en que son parte el mayor número posible de Estados. b) Desde otro punto de vista, según que permitan o no la incorporación de otros Estados, los tratados pueden ser abiertos (los que admiten la adhesión de otros Estados en forma amplia o restringida) o cerrados (los que se celebran exclusivamente entre los contratantes originarios y que no admiten la adhesión de otros Estados). c) Se entiende en general por convenciones, los tratados que se refieren a puntos especiales o a cuestiones de suma importancia y por declaraciones, los tratados producidos en diversas formas, como resultado de las decisiones de un congreso o como acto de un Estado el cual es aceptado o contestado con una contra -declaración por otro Estado. d) El término protocolo se aplica a diversos actos diplomáticos, por ejemplo a las actas que se labran durante las negociaciones de un tratado o al registro en que los actos se asientan. En otro sentido a veces se da el nombre de protocolo al convenio mismo, no ya a las actas. En el Mercosur hay varios ejemplos: Protocolo de Ouro Preto, que modifica el Tratado de Asunción, constitutivo del mercado común o el Protocolo de Brasilia, o el de Olivos firmado en el 2002 o los Protocolos sobre procedimientos judiciales. e) Se da el nombre de acta a los convenios internacionales cuando se celebran especialmente en un congreso o conferencia. Ciertas condiciones intrínsecas deben darse para que los tratados tengan validez: a) la capacidad de las partes. Es importante verificar la representación que ejerce quien firma el tratado. De acuerdo al artículo 27 de la Convención de Viena mencionada, no puede invocarse el derecho interno de cada país para fundar el incumplimiento de las disposiciones del tratado, por lo cual si se ha excedido en sus atribuciones, igualmente se genera la responsabilidad internacional para el Estado al que pertenece. b) libertad de consentimiento y d) causa lícita. En la República Argentina, para que un tratado sea válido, requiere la aprobación del Congreso de la Nación. La Constitución Nacional, en el artículo 75 inciso 22, dispone que corresponde al Congreso: “ Aprobar o desechar tratados concluidos con las demás naciones y con las organizaciones internacionales y los concordatos con la Santa Sede. Los tratados y concordatos tienen jerarquía superior a las leyes.” Existe la posibilidad de que estos tratados no sean ratificados por el Congreso de la Nación, ya que no necesariamente el Congreso sostiene la misma postura que el Poder Ejecutivo. Para Germán Bidart Campos, los tratados no aprobados por el Congreso no se incorporan al ordenamiento interno. No se aplicarían si contradicen un principio constitucional por ejemplo, atento lo que dispone el artículo 27 de nuestra Carta Magna: “El Gobierno federal está obligado a afianzar sus relaciones de paz y comercio con las potencias extranjeras por medio de tratados que estén en conformidad con los principios de derecho público establecidos en esta Constitución.” Cuando el tratado es ratificado, se opera el canje entre los negociadores en el lugar y fecha establecida y el tratado tiene completa validez; comienza a regir desde la fecha del canje o bien desde la fecha que se haya acordado en el mismo, y en el caso de los tratados multilaterales, desde que se haya logrado la adhesión del número mínimo de Estados que se haya establecido. Los tratados obligan a las partes contratantes, pero esto no impide que otros países puedan adherirse. Por la accesión el Estado no contratante se convierte en contratante. Los tratados pueden concluir por expiración del plazo, por cláusula resolutoria, por denuncia o por incumplimiento de una de las partes ante el cual la otra se considere desligada. ¿Puede el tratado ser modificado por el Congreso? Joaquín V. González defendía la facultad parlamentaria de introducir modificaciones en los tratados sobre la base de que éstos no son simples actos diplomáticos, sino leyes permanentes que integran el orden jurídico de la Nación, como ley suprema del país. En nuestro país, el Congreso Nacional recibe el tratado sin haber tenido ocasión de intervenir y es su potestad modificarlos o no, aunque la Constitución Nacional no resuelve expresamente este punto. Sin embargo, desde entonces ese dualismo sostenido como principio indiscutible, se ha ido modificando, incluso por la incorporación de Argentina al proceso de integración regional. La modificación del tratado por el Congreso contradice principios del Derecho Internacional, toda vez que el mismo surge de un acuerdo de voluntades. EL DERECHO AMBIENTAL INTERNACIONAL La consecuencia del crecimiento demográfico se ha traducido en una creciente demanda de bienes y servicios y en el aumento de la industrialización, con el aporte de la ciencia y la técnica. Pero ese progreso ha producido también un deterioro en las condiciones del medio ambiente. Dicho proceso debe racionalizarse y compensarse los desequilibrios ecológicos que el mismo ocasiona, asumiendo los Estados la responsabilidad de cooperar para lograrlo. El derecho internacional ha dado respuestas, creando un ordenamiento jurídico poco formal, práctico y adaptable a los cambios, identificando esa especialización como Derecho del Medio Ambiente. El principio según el cual un Estado debe respetar los derechos de los Estados vecinos, es antiguo en el derecho internacional, pero en la actualidad se ha profundizado y ya no es posible invocar la tesis de la soberanía absoluta para fundar comportamientos que desconozcan las normas de control del medio ambiente. La soberanía debe ser ejercida racionalmente y condicionada a las exigencias que los Estados deben observar en su comportamiento con los demás. Ese principio quedó plasmado en el artículo 74 de la Carta de las Naciones Unidas El profesor Schwarzenberger sostiene que el orden público internacional consensual contiene principios como el de buena vecindad ambiental que constituyen reglas obligatorias que no pueden ser dejadas de lado por otros Estados ni por acuerdo entre partes individuales. El artículo 103 de la Carta de las Naciones Unidas al estipular la prioridad de las disposiciones de la misma sobre disposiciones de los Estados miembros ha avanzado con respecto al orden público internacional. También están vigentes los principios del derecho internacional referentes a las relaciones de amistad y cooperación entre los Estados, establecido en la Resolución 2625 de la Asamblea General de las Naciones Unidas y los deberes respecto a la comunidad que figuran en la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, que tiene jerarquía constitucional, por disposición del artículo 75, inciso 22. Asimismo, el daño que causa un país a otro viola el principio de integridad del territorio al que tiene derecho el país perjudicado. Ningún Estado tiene derecho a utilizar el ambiente de su territorio en forma tal que ello cause a otro Estado, un daño sustancial o „sensible‟ como se esboza en la teoría más moderna. Los Estados al disponer del ambiente no están disponiendo de algo propio y exclusivo. Lo que deben procurar es un beneficio que trascienda sus intereses particulares y permita alcanzar el bien común. ¿Cómo evoluciona el Derecho Ambiental Internacional? Puede afirmarse que suele tener nacimiento en una resolución de un organismo internacional, fundada en algún informe técnico. El paso posterior es una declaración que se adopta en un órgano de nivel superior, como la conferencia general de un organismo especializado o la Asamblea de las Naciones Unidas o en una conferencia especialmente convocada para tratar el tema. El tercer paso es la codificación, que puede encomendarse a una conferencia diplomática o a un comité de negociación que en primer lugar da como resultado un acuerdo llamado marco, que establece las normas generales, crea mecanismos y da la posibilidad de que posteriormente se sancionen normas más severas. Las convenciones sobre “Cambio Climático y Biodiversidad” y “El Convenio de Basilea” sobre tráfico internacional de residuos peligrosos han seguido este camino. Parte de la doctrina ha reconocido en el Derecho Internacional un “derecho blando o Soft Law”. En materia ambiental se han sancionado resoluciones y declaraciones en este sentido en la Conferencia de Naciones Unidas Sobre Medio Ambiente y Desarrollo del año 1992. El Derecho Internacional consuetudinario, proporciona también orientación general sobre las repercusiones jurídicas del cambio climático. Una norma jurídica internacional no escrita pasa a ser parte del derecho consuetudinario si es aplicada durante un largo período de tiempo por un número significativo de países, que la aceptan como una obligación jurídica. Recién en 1992, el Derecho Internacional abordó directamente la cuestión del cambio climático. Dado que el “cambio climático“ constituye un fenómeno de magnitud y carácter sin precedentes, los conceptos jurídicos tradicionales y los mecanismos estipulados en los tratados y el derecho consuetudinario no son de gran ayuda. El Comité Intergubernamental de Negociación para la Convención Marco sobre el Cambio Climático encargado de su redacción se inspiró en las declaraciones no vinculantes formuladas en las conferencias internacionales sobre el tema. Los redactores del tratado se apoyaron en las mismas para evaluar las preocupaciones y propuestas de diversos países y regiones. De ese modo, se reafirmaron y subrayaron nuevos conceptos y principios. LAS NORMAS INTERNACIONALES EN PARTICULAR PRINCIPIOS CONSUETUDINARIOS DEL DERECHO INTERNACIONAL SOBRE MEDIO AMBIENTE Los recursos naturales son objeto de regulación jurídica tanto por el derecho interno como por el Derecho Internacional. En cuanto al régimen jurídico de los recursos naturales compartidos, el derecho internacional ha ido estableciendo separadamente y en distintos momentos las normas que regulan cada recurso en particular. Son relevantes en materia de Derecho Internacional los principios de la Declaración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano, celebrada en Estocolmo en Junio de 1972 reafirmados por las resoluciones 2995 (XXVII), 2996 (XXVII), 3129 (XXVIII) y 3281 (XXIX) de la Asamblea General de las Naciones Unidas, consideradas fuente de derecho, dada su importancia en la formación de normas consuetudinarias que regulan la utilización de los recursos naturales compartidos en general. Obligación de no causar un perjuicio sensible. Es una norma general, que establece que todo Estado se halla obligado a actuar de modo tal de no provocar un perjuicio sensible más allá del límite de su territorio. El Principio 21 de la Declaración de la Conferencia de Estocolmo dispone: "De conformidad con la Carta de las Naciones Unidas y con los principios del derecho internacional, los Estados tienen el derecho soberano de explotar sus propios recursos en aplicación de su propia política ambiental y la obligación de asegurar que las actividades que se lleven a cabo dentro de su jurisdicción o bajo su control no perjudiquen al medio de otros Estados o de zonas situadas fuera de toda jurisdicción nacional." Tempranamente la República Argentina (12-7-71), perfeccionando los principios contenidos en la Declaración de los Estados de la Cuenca del Plata, firmada en Asunción (Resolución 25) estuvo de acuerdo en aprobar una convención que reglamentara en forma plena y detallada la utilización de los recursos hídricos de las cuencas comunes, elaborada sobre determinadas reglas que declararon inmediatamente aplicables y que incorporaron esos principios enunciados, los que enumeramos: 1- La utilización equitativa y razonable de las aguas fluviales. 2- La prevención de la contaminación y la preservación ecológica 3- El derecho de cada país al uso dentro de su territorio, de las aguas de los ríos de curso sucesivo en razón de sus necesidades y sin causar perjuicio sensible a otro. Respecto de la responsabilidad de los Estados frente a los daños ocasionados a terceros, el principio 22 de la Declaración de la Conferencia de Estocolmo recomienda a los Estados "cooperar para continuar desarrollando el derecho internacional en lo que se refiere a la responsabilidad y a la indemnización a las víctimas de la contaminación y otros daños ambientales que las actividades realizadas dentro de la jurisdicción o bajo el control de tales Estados causen a zonas situadas fuera de su jurisdicción". El aprovechamiento equitativo y razonable Esta norma consuetudinaria se encuentra contemplada en los Principios 2, 3, 4 y 5 de la Declaración de la Conferencia de Estocolmo. El Principio 2 contiene la regla general al establecer: "Los recursos naturales de la Tierra, incluidos el aire, el agua, la tierra, la flora y la fauna y especialmente muestras representativas de los ecosistemas naturales, deben preservarse en beneficio de las generaciones presentes y futuras mediante una cuidadosa planificación u ordenación, según convenga". En los Principios 3 y 5 se distinguen los recursos renovables de los no renovables, debiendo en los Países "mantenerse y, siempre que sea posible, restaurarse o mejorarse la capacidad de la Tierra para producir recursos vitales renovables". Asimismo el Principio 5 dispone que "los recursos no renovables de la Tierra deben emplearse de forma que se evite el peligro de su futuro agotamiento y se asegure que toda la humanidad comparta los beneficios de tal empleo". Respecto del aprovechamiento equitativo y razonable de la fauna y flora, el Principio 4 dispone lo siguiente: "El hombre tiene la responsabilidad especial de preservar y administrar juiciosamente el patrimonio de la flora y fauna silvestres y su hábitat, que se encuentran actualmente en grave peligro por una combinación de factores adversos. En consecuencia, al planificar el desarrollo económico debe atribuirse importancia a la conservación de la naturaleza, incluidas la flora y fauna silvestres". Asimismo, en el Principio 13 de la Declaración de la Conferencia de Estocolmo se obliga a los Estados, "a fin de lograr una más racional ordenación de los recursos y mejorar así las condiciones ambientales", a adoptar "un enfoque integrado y coordinado de la planificación de su desarrollo de modo que quede asegurada la compatibilidad del desarrollo con la necesidad de proteger y mejorar el medio humano en beneficio de su población". El intercambio de información. La consulta previa. Las dos reglas examinadas anteriormente - no causar un perjuicio sensible y el uso razonable y equitativo -, son completadas por la práctica que se ha ido consolidando a través de tratados, resoluciones y recomendaciones de los organismos internacionales para hacer conocer a los Estados interesados, el proyecto de aprovechamiento de un recurso compartido que un país se propone realizar en su territorio. El Principio 20 de la Declaración de la Conferencia de Estocolmo establece el libre intercambio de información científica actualizada con el fin de facilitar la solución de los problemas ambientales. Cabe señalar asimismo que el Plan de Acción de la citada Conferencia recomienda a los gobiernos "la necesidad de celebrar consultas bilaterales o regionales siempre que las condiciones del medio o los planes de desarrollo de un país puedan tener repercusiones en uno o más países vecinos" (Recomendación Nº 3), como así también que "consideren la posibilidad de tomar medidas de cooperación para emprender las investigaciones necesarias siempre que los problemas mencionados tengan repercusiones concretas en el ámbito regional. En tales casos, debe procederse al intercambio de información y de los resultados de los trabajos de investigación con los países de otras regiones geográficas en los que se planteen problemas análogos." La Resolución 3129 (XXVIII) sobre "Cooperación en el campo del medio ambiente en materia de recursos naturales compartidos por dos o más Estados", reafirmando los principios 21, 22 y 24 de la Declaración de la Conferencia de Estocolmo, estima "que la cooperación entre países que compartan dichos recursos naturales y estén interesados en su explotación debe desarrollarse sobre la base de un sistema de información y de consultas previas en el marco de las relaciones normales que existan entre ellos." Así mismo, en la "Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados" aprobada mediante Resolución 3281 (XXIX) por la Asamblea General, establece en su artículo 3: "En la explotación de los recursos naturales compartidos entre dos o más países, cada Estado debe cooperar sobre la base de un sistema de información y consulta previa con el objeto de obtener una óptima utilización de los mismos que no cause daños a los legítimos intereses de los otros." Las Resoluciones transcriptas conforman un considerable aporte para la consolidación del principio atinente a la necesidad de información y consultas previas entre los Estados que comparten un recurso natural. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD 92). La regionalización y la globalización han contribuído negativamente a la degradación del medio ambiente y el problema se ha incrementado en los últimos años, lo que condujo a la celebración de la CNUMAD 92. Allí se reafirmó la Declaración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano, aprobada en Estocolmo, con el objeto de crear nuevos niveles de cooperación entre los Estados, tanto de los países desarrollados como de los países en desarrollo; y procurando alcanzar acuerdos internacionales en los que se proteja efectivamente, la integridad del sistema ambiental y el desarrollo mundial. La Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo proclamó los principios que a continuación se enuncian: a) Los seres humanos constituyen el centro de las preocupaciones relacionadas con el desarrollo sostenible. Tienen derecho a una vida saludable y productiva en armonía con la naturaleza. La forma abstracta en que se formuló el principio no enerva su profundo sentido político. Reitera un principio similar emitido por la CNUMA en 1972 con relación al ambiente y no al desarrollo sostenible, como es en este caso. Conviene que el principio se reitere en otras normas jurídicas, como ser los códigos y leyes ambientales. b) El derecho al desarrollo debe ejercerse en forma tal que responda equitativamente a las necesidades de preservación ambiental y desarrollo de las generaciones presentes y futuras. El sometimiento del desarrollo a esas necesidades, acogido como principio por la reforma constitucional de 1994 en el artículo 41, solo se limita a condicionar las actividades productivas que satisfagan las necesidades presentes prohibiendo las que comprometan las necesidades futuras. Con el objetivo de alcanzar el desarrollo sostenible, la protección del medio ambiente deberá constituir parte integrante del proceso de desarrollo y no podrá considerarse en forma aislada. El mejor modo de tratar las cuestiones ambientales es con la participación de todos los ciudadanos interesados, en el nivel que corresponda. En el plano nacional, toda persona deberá tener acceso adecuado a la información sobre el medio ambiente de que dispongan las autoridades públicas, incluida la información sobre los materiales y las actividades que encierran peligro en sus comunidades, así como la oportunidad de participar en los procesos de adopción de decisiones. Los Estados deberán facilitar y fomentar la sensibilización y la participación de la población poniendo la información a disposición de todos. Deberá proporcionarse acceso efectivo a los procedimientos judiciales y administrativos, entre éstos el resarcimiento de daños y los recursos pertinentes. El artículo 43 de la Constitución Nacional ha sido introducido en concordancia con este principio. Los Estados tienen el derecho soberano de aprovechar sus recursos según sus propias políticas ambientales y de desarrollo, pero tienen también la responsabilidad de velar por que las actividades realizadas dentro de su jurisdicción o bajo su control no causen daños al medio ambiente de otros Estados o de zonas que estén fuera de los límites de la jurisdicción nacional. Una de las formas para lograr el desarrollo sostenible y cooperar en el fortalecimiento de su propia capacidad es apoyar el saber científico mediante el intercambio de conocimientos e intensificando la adaptación, la difusión y la transferencia de tecnologías que tengan ese objetivo, con el apoyo de universidades y centros de estudio. Los Estados debieran también cooperar efectivamente para desalentar o evitar la re ubicación y la transferencia a otros Estados de cualesquiera actividades y sustancias que causen degradación ambiental grave o se consideren nocivas para la salud humana. c) Principio precautorio: a fin de proteger el medio ambiente, los Estados deberán aplicar ampliamente el criterio de precaución conforme a sus capacidades. Cuando haya peligro de daño grave o irreversible, la ausencia de certeza científica absoluta no deberá utilizarse como razón para postergar la adopción de medidas eficaces para impedir la degradación del medio ambiente en función de los costos. Deberá emprenderse una evaluación respecto de cualquier actividad propuesta que probablemente haya de producir un impacto negativo considerable en el medio ambiente y que esté sujeta a la decisión de una autoridad nacional competente. Es obligación de los Estados, notificar inmediatamente a otros Estados los desastres naturales u otras situaciones de emergencia que puedan producir efectos nocivos súbitos en el medio ambiente de esos Estados. La comunidad internacional tendrá que hacer todo lo posible por ayudar a los Estados que resulten afectados. Los Estados deberán proporcionar la información pertinente y notificar en forma previa y oportuna, a los Estados que posiblemente resulten afectados por actividades que puedan tener considerables efectos ambientales tras - fronterizos adversos, celebrando consultas con ellos en una fecha temprana y de buena fe. Las poblaciones indígenas y sus comunidades, así como otras comunidades locales, desempeñan un papel fundamental en la ordenación del medio ambiente y en el desarrollo debido a sus conocimientos y prácticas tradicionales. Su reconocimiento y el apoyo de su cultura e intereses, les permitira participar en el logro del desarrollo sostenible.