HOBBES (1588 − 1679)

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HOBBES (1588 − 1679)
Es el miedo el sentimiento dominante en Hobbes. Vivió en una época de la historia inglesa poco propicia para
un amador de la paz y de la tranquilidad. El Leviatán es la síntesis del hobbismo. Su punto de partida lo
deduce del ser humano, tomado individualmente, va desde el hombre natural al hombre artificial: el Estado −
o Leviatán.
El fondo de la naturaleza humana es el egoísmo. Cuando el hombre busca la comunidad lo hace con miras a
su propio interés. La sociedad nace del temor de unos hombres hacia los otros. Porque el estado de naturaleza
en que los hombres se encontraban antes de unirse mutuamente por contrato, es un estado esencialmente
peligroso. Los hombres en estado de naturaleza se encuentran siempre en guerra. Hay guerra de todos
contra todos. Tienen igual derecho a todas las cosas, todos codician lo mismo, tienen idéntica propensión a
dañarse y constituyen una fuente de peligro. La ley de la naturaleza se basa en la conservación de sí misma.
La naturaleza ha hecho a los hombres tan iguales en sus facultades corporales y mentales que aún el más débil
tiene fuerza suficiente para matar al más fuerte, ya sea por maquinación secreta o por federación con otros.
Visto lo anterior, no es de extrañar que el estado natural del hombre sea la guerra de todos contra todos
para imponer el dominio de unos contra otros. El hombre es un lobo para el hombre.
En el estado natural la vida del hombre es solitaria, embrutecedora, en constante temor ante los demás.
Su prescripción es la búsqueda de la seguridad, y para eso hay que salir del estado de naturaleza, pasando al
estado civil. Para asegurar la paz y la seguridad, los hombres no disponen de procedimiento mejor que
establecer entre ellos un contrato y transferir al Estado todos los derechos que, de ser conservados,
obstaculizarían la paz de la humanidad. El contrato social para la constitución del Estado y de la sociedad
civil. Sólo cuando los hombres abandonaron el estado de naturaleza, apareció el Derecho. El traspaso del
derecho natural que cada uno posee sobre toda cosa a un tercero, mediante un contrato social, es el artificio
que constituye a los hombres naturales en sociedad civil. El motivo de la renuncia y transferencia de sus
derechos es la seguridad de su propia persona.
Un poder ilimitado y absoluto es el resultado de la unión de las voluntades humanas. La doctrina del Estado
de Hobbes es una teoría del Estado totalitario.
Cuando el representante es un hombre, el Estado será una Monarquía. Cuando es una asamblea de todos los
que se unen, e una democracia. Cuando es una asamblea solo de una parte de los que se unen, es aristocracia.
Hobbes prefiere a la Monarquía, porque el interés personal del soberano coincide con el interés público.
Todos han abandonado, a favor del soberano, su derecho natural absoluto sobre todas las cosas. La
transmisión ha sido total. De lo contrario el estado de guerra natural continuaría. Por muy represivo que sea
"el poder soberano es menos dañino que la ausencia de tal poder".
El derecho del soberano se funda en el contrato entre los súbditos. El Estado es el resultado de la puesta en
común de los intereses de sus componentes. Es este un supuesto lógico, no histórico.
Son necesarias algunas observaciones:
a) Hobbes considera que la sociedad política no es un hecho natural; la considera como el resultado de una
convención necesaria para la supervivencia. Es el resultado de un cálculo interesado.
b) La soberanía está fundada en un contrato; sin embargo, no se trata de un contrato entre el soberano y los
súbditos, sino entre individuos que deciden darse un soberano. El contrato, lejos de limitar la soberanía, la
funda.
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c) En el origen del contrato se encuentra la preocupación por la paz, preocupación fundamental en
Hobbes:"Finalmente, el motivo y el fin del que renuncia a su derecho o lo transfiere, no son otros que la
seguridad de su propia persona en su vida y en los medios de preservarla."
Hobbes dice que dividir el poder es disolverlo. Que los fragmentos del poder se destruyen mutuamente. La
soberanía es absoluta e indivisible.
El soberano debe procurar a sus súbditos aquello para lo cual fue creado: la seguridad. El súbdito es libre de
realizar todos los actos que la ley no impide. No son buenas leyes más que las leyes necesarias para el bien del
pueblo.
Si el Estado se debilita al punto de no poder asegurar a los súbditos la protección, ellos quedan desligados de
toda obligación.
LOCKE (1632 − 1704)
Es considerado el padre del liberalismo político. Hace pasar el derecho natural del lado de la libertad
individual. En el segundo tratado sobre el gobierno civil, Locke expone su teoría del Estado, buscando los
fundamentos de la asociación política, delimitando su dominio. Hobbes hablaba de la autoridad absoluta que
elimina todo riesgo de anarquía, aún exponiéndose a sacrificar la libertad. Por el contrario, Locke es partidario
del antiabsolutismo, el deseo de la autoridad contenida, limitada, a fin de eliminar el riesgo de arbitrariedad.
Locke va a partir, como Hobbes, del estado de naturaleza y del contrato originario; pero dará de ellos una
versión nueva, que le permitirá distinguir entre el poder legislativo y el poder ejecutivo, para llegar a una
limitación humana del poder.
El estado de naturaleza es un estado de paz, de perfecta libertad y de igualdad. Los hombres poseen la
razón, que les permite discernir la ley natural y comportarse de conformidad a ella. La familia existe con el
poder paterno, que es distinto al poder político. También existe la propiedad privada.
Pero en el estado de naturaleza las violaciones al derecho natural son sancionadas por iniciativa de las
víctimas. Esta falta de organización de una sanción y de una salvaguarda de las personas y de los bienes es lo
que va a terminar con el estado de naturaleza. En el estado de naturaleza cada uno es juez de su propia causa.
El hombre en ese estado carece de leyes, y de un tercero imparcial que resuelva todas las diferencias conforme
a esas leyes establecidas. Entonces para estar mejor los hombres cambiaron.
Este cambio de estado fue hecho con consentimiento de todos, los hombres se unieron en sociedad para su
conservación, para escapar al riesgo de inseguridad. Cada hombre renuncia al derecho de reprimir por sí
mismo las infracciones y reconocen un poder de coacción independiente de ellos y superior a ellos, encargado
de reprimir las violaciones de la ley. Ceden el derecho de legislar la reglamentación del ejercicio de los
derechos naturales. Pero los derechos naturales de los hombres subsisten para limitar el poder político y
fundar la libertad.
El hombre en su estado de naturaleza tiene el poder de hacer todo lo que juzgue conveniente para su
conservación, y también tiene el poder de castigar los crímenes cometidos contra las leyes naturales. Estos
derechos se los cede al Estado, que hereda dos poderes esenciales: Uno es el legislativo, que regula cómo las
fuerzas de un Estado deben ser empleadas para la conservación de la sociedad. El otro es el ejecutivo, que
asegura la ejecución de las leyes. El poder legislativo y el poder ejecutivo deben estar en diferentes manos.
Un tercer poder sería el poder federativo, el de las relaciones internacionales. Es el poder que trata con las
potencias extranjeras, el que declara la guerra, hace la paz, etc.
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ROUSSEAU (1712 − 1778)
En 1761, Rousseau publica el Contrato Social, que presenta como un mero fragmento de las instituciones
políticas. Todos los escritores políticos, de los que Hobbes y Locke solo eran los más relevantes, habían
propuesto una explicación contractual del paso del estado natural al estado social.
Para Rousseau el estado de naturaleza es puro y verdadero, en el cual han sido creados los hombres y han
vivido durante miles de años. El hombre en estado de naturaleza es robusto, sano y ágil. El hombre que nace
en estado de naturaleza es un buen salvaje, tiene la libertad de consentir o de resistir, y la facultad de
perfeccionarse. El hombre entabla relaciones con sus semejantes, conservando su plena independencia.
Para Rousseau existe un segundo período del estado de naturaleza en el que los hombres son todavía más
felices que en el primero. Nace la metalurgia y la agricultura, que le darán nacimiento a la propiedad
individual del suelo, a la desigualdad, a la riqueza y a la miseria. Los hombres se vuelven ambiciosos, avaros,
y malvados. Estallan las peleas y las riñas. La sociedad corrompe al hombre. Lo corrompe la propiedad
privada y la cultura.
Víctimas de la fatalidad que hace que una vez abandonada una situación primera no pueda recuperarse, en
adelante se ven obligados a asociarse en lugar de combatirse para escapar de la destrucción material.
Para Rousseau la sociedad civil es fruto de una evolución natural, es inevitable dada la irreversibilidad de las
transformaciones sociales. El problema de estado social reside en salvar la libertad primitiva. Renunciar a ella
sería renunciar a la cualidad del hombre.
Rousseau quiere la libertad, y para eliminar el absolutismo nos encontramos con dos caminos: el primero
consiste en dividir el poder; y el segundo es el que hace pasar el poder del príncipe al pueblo.
La cláusula fundamental del contrato social es una sociedad formada sobre la base de la alineación total de
cada asociado con todos sus derechos a favor de la comunidad. Dice que cada uno de nosotros pone en
común su persona y todo su poder bajo la dirección suprema de la voluntad general y recibimos
corporativamente a cada miembro como parte indivisible del todo.
La voluntad general se manifiesta por la voz de la mayoría. Cuando la mayoría se ha pronunciado, la minoría
debe inclinarse y aceptar que la verdad se encuentra en la voluntad determinada por aquélla. La voluntad
general no es la voluntad de todos, es lo que se llama el bien común.
Rousseau excluye a la representación, dice que la soberanía no puede ser representada porque consiste en la
voluntad general, y ésta no se representa. Toda ley que no haya sido ratificada personalmente por el pueblo,
no es ley. La ley es la expresión de la voluntad general.
El ejercicio de la soberanía debe permanecer en el pueblo. Es partidario de la democracia directa. Tiene que
haber una soberanía legítima: la soberanía democrática.
Admite que hay varias formas de gobierno, y marca una distinción entre el Estado y el gobierno. Llama
gobierno al ejercicio legítimo del poder ejecutivo, y príncipe o magistrado al cuerpo encargado de esa
administración.
Para ser legítimo, el gobierno debe obedecer al soberano del cual es ministro. El soberano es el pueblo como
cuerpo. El príncipe ejerce en su nombre el poder que el pueblo soberano le ha depositado y que puede limitar,
modificar o volver a tomar cuando le plazca. La tenencia de la soberanía es absoluta, pero la elección de la
forma de gobierno es relativa. Rousseau da la clasificación tradicional de Aristóteles, de los gobiernos
democrático, aristocrático o monárquico.
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MAQUIAVELO (1469 − 1527)
Maquiavelo evoca una época: el Renacimiento; una nación: Italia; una ciudad: Florencia.
La estabilidad medieval que reposaba en la doble autoridad, del Papa en lo espiritual, y del emperador en lo
temporal, se derrumba definitivamente. El orgullo humano estaba dispuesto a enfrentarse con lo divino. El
hombre va a liberarse poco a poco de esta larga disciplina católica de la Edad Media.
La situación política de Italia era propicia a este desencadenamiento de los individuos. En torno a cuatro ejes
fijos (Roma, Venecia, Milán y Florencia) había una multitud de Estados proliferando, pudriéndose,
haciéndose, deshaciéndose, rehaciéndose, con ayuda de los extranjeros franceses y españoles, que habían
invadido Italia. Esa era la Italia de fines del siglo XV.
Florencia había sido devastada, hasta que los Médicis, se hicieron con el poder. Se había consumado la ruina
de las libertades públicas, tan queridas por los florentinos. Hasta que caen los Médicis en 1494. La República
se restablece en Florencia, pero cae en manos de Savonarola que funda allí una democracia teocrática y
puritana. Austeridad bajo pena de castigo. En 1498 Savonarola es ahorcado y quemado, y se restaura la
república en Florencia.
Pocos días después, el 15 de junio de 1498, es nombrado secretario de la segunda Cancillería de la República
Florentina. Se ocupa igualmente de otras Comisiones de la República. La carrera de secretario estaba en buen
camino, después de catorce años de servicios, cuando el régimen de Florencia cambió de nuevo en 1512. Los
Médicis son reestablecidos en el poder. Maquiavelo, funcionario de la república, fue despojado de todos sus
empleos y desterrado de Florencia. De sus diversas obras, la que le ha dado gloria es El Príncipe, donde
analiza la política tal como la ve. La escribió en su retiro forzoso, escribió cuál es la esencia de los
principados, de cuántas clases los hay, cómo se adquieren, cómo se mantienen, y por qué se pierden. Se lo
dedica a Lorenzo de Médicis y se lo envía para obtener empleo.
El objeto central de los estudios de Maquiavelo es el Estado. El es el creador del término en su sentido
moderno. Introduce una distinción fundamental entre los Estados: Repúblicas y Principados.
Los principados se oponen a las repúblicas. Hay principados hereditarios, y nuevos.
Principados Hereditarios: la facilidad de la tarea del príncipe es tal, que no concede interés a estos
regímenes, porque son demasiado estables, demasiado fáciles, que le basta al príncipe con no sobrepasar los
límites trazados por sus antepasados para mantenerse en el trono.
Las verdaderas dificultades, tanto para la adquisición como para la conservación, esta en los principados
nuevos. Pero cuando uno hereditario es agregado al nuevo, el principado nuevo y el Estado hereditario forman
entonces un cuerpo que se puede llamar mixto. Los principados eclesiásticos y los principados civiles,
forman igualmente una categoría aparte.
La cuestión de la legitimidad de la adquisición, se trata de un dominio de la fuerza. Porque el triunfo del más
fuerte es el hecho esencial de la historia humana. Los principados que estudia Maquiavelo son, en general,
creaciones de la fuerza.
Para todo Estado, las principales bases son buenas leyes y buenas armas; pero no puede haber buenas leyes
allí donde no hay buenas armas. Únicamente son buenas armas, buenas tropas, las que son allegadas al
príncipe, compuestas por sus ciudadanos, por sus súbditos. Únicamente son buenas tropas, las tropas
nacionales.
Maquiavelo dice que hay cuatro maneras de adquirir los principados, a las cuales podrán corresponder
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diferentes maneras de conservar o de perder. Se adquiere por la virtú (1), y por tanto por sus propias armas, o
se adquiere por la fortuna (2) y por las armas de otro. También están las adquisiciones por perfidia (3)
(maldad), y por el favor (4), el consentimiento de sus conciudadanos.
Maquiavelo se interesa sobre todo por los dos primeros modos: la fortuna y la virtú. Y dice que nadie,
cualquiera que sea su virtú, está completamente sustraído de esa fuerza ciega que es la fortuna.
(1) Los que llegan a príncipes por su propia virtú y por sus propias armas, tienen muchas dificultades para
conseguirlo, pero muchas facilidades después para conservarlo. La mayor de las dificultades consiste en el
establecimiento de instituciones nuevas. Que trae aparejado a que todos aquellos que se beneficiaban de las
instituciones antiguas pasen a ser enemigos.
El éxito exige que el príncipe tenga medios de coacción, que esté en situación de obligar por la fuerza. Es
necesario que las cosas estén dispuestas de tal manera que cuando los súbditos ya no crean, se les pueda hacer
creer por la fuerza.
(2) En cuanto a los principados nuevos adquiridos por las armas de otro, por la fortuna, la regla es inversa:
hay una facilidad para adquirirlo, pero dificultad para conservarlo. Las dificultades aparecen ya cuando el
príncipe ha llegado al poder; dificultades tales que estos príncipes acabarán por perder su Estado. Dependen
de la voluntad y de la fortuna de quienes los erigieron; no disponen de fuerzas que les sean fieles. A menos
que el príncipe servido por la fortuna sepa prepararse sobre la marcha a conservar lo que la fortuna puso en
sus manos. Da el ejemplo de César Borgia, a quien considera un príncipe excepcional y dotado, pero que
perdió su Estado y acabó lamentablemente porque le fallo la fortuna.
(3) Pero también se puede llegar a ser príncipe por perfidias. Esta tercera categoría, Maquiavelo la desprecia
un poco. El interés esencial del capítulo reside en la moral sobre el buen y el mal empleo de las maldades
para conservar un Estado usurpado. Hay crueldades bien practicadas y maldades mal practicadas.
Las maldades bien practicadas, son las cometidas de una vez al comienzo del reinado a fin de proveer a la
seguridad del príncipe nuevo. El príncipe nuevo debe determinar cuidadosamente todas las maldades que le es
útil cometer y ejecutarlas de golpe para no tener que volver a ellas todos los días; pues las maldades que pasan
rápido ofenden menos. Los beneficios, a la inversa, deben sucederse lentamente, para ser mejor saboreados.
Maldades mal practicadas son, por el contrario, las que se prolongan, se renuevan, y se multiplican con el
tiempo en lugar de cesar. Los súbditos pierden entonces todo sentimiento de seguridad; el príncipe no puede
contar con ellos, y se ve obligado a tener siempre el cuchillo en la mano, lo cual acaba por dar malos
resultados.
El nuevo príncipe debe cuidarse de no ofender sino a gentes impotentes. En cuanto a los hombres poderosos, o
no hay que tocarlos o cuando se los toca hay que matarlos. Los hombres deben ser acariciados o aplastados.
Se vengan de las injurias ligeras.
(4) La adquisición de un principado por el favor de sus conciudadanos (principado civil), exige alguna
fortuna y alguna virtú, una feliz habilidad. En toda ciudad ocurre que el pueblo no quiere ser mandado ni
oprimido por los grandes, mientras que los grandes desean mandar y oprimir al pueblo. De modo que el
pueblo hace un príncipe cuando, incapaz de resistir a los grandes, pone toda su esperanza en el poder de un
simple particular, que le defenderá. Igualmente, los grandes que se sienten incapaces de resistir al pueblo,
recurren a uno de ellos y le hacen príncipe para poder satisfacer sus deseos ambiciosos. El príncipe elevado
por los grandes encuentra mas dificultad para mantenerse que el príncipe elevado por el pueblo.
Este modo de adquisición que no se trata de una creación de la fuerza, en que el poder es obtenido por quien
no ha tenido que conquistarlo, no despierta interés en maquiavelo.
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Menos interés siente aún por los principados eclesiásticos. Estos principados se adquieren también por
fortuna o por virtú, pero para conservarlos no es necesario ni fortuna ni virtú; basta con el poder de las
antiguas instituciones religiosas. Es Dios quien los eleva y mantiene.
La República es un tipo de Estado difícil de mantener bajo el dominio de un príncipe nuevo. Los súbditos
están formados en la obediencia.
EL PRINCIPE
El príncipe nuevo vive en el seno del peligro, que dos temores le habitan: El interior de sus estados y la
conducta de sus súbditos; El exterior y las conductas de las potencias vecinas.
El príncipe que quiere mantenerse debe aprender a no ser siempre bueno, a serlo o a no serlo según la
necesidad. Todo príncipe debe desear ser reputado clemente y no cruel; pero guárdese de usar la clemencia
inoportunamente.
¿Vale mas ser amado que temido, o temido que amado? Lo mejor sería las dos cosas juntas, pero esto es
difícil. Entonces es mas seguro ser temido. Porque los hombres son ingratos, cobardes ante los peligros,
mientras se los favorece son fieles, en tanto el peligro se mantiene lejos, pero cuando se aproxima el peligro se
apartan rápidamente. Los hombres prefieren ofender al que se hace amar que al que se hace temer; el lazo de
amor lo rompen a medida de su interés, mientras que su temor permanece sostenido por un miedo al castigo
que no los abandona nunca. No depende del príncipe ser amado, pero depende de él ser temido. Un príncipe
prudente debe fundarse en lo que dependa de sí mismo.
Ser temido no significa ser odiado. El odio de los súbditos es cosa grave y no es necesario incurrir en él. La
receta para evitar este odio es no meterse con los bienes de los súbditos, ni con el honor de sus mujeres.
Al príncipe le es necesario obrar como animal en la misma medida que como hombre. Debe poseer esas dos
naturalezas, hombre y bestia. Entre los animales debe tratar de ser a la vez zorro y león; porque si es solo león
no advertirá las trampas; y si es solo zorro no se defenderá contra los lobos.
Tiene que tener astucia y fuerza. Es así como en materia de promesas, de compromisos, el príncipe debe ser
zorro. Como los hombres son malos, y ellos no mantendrán su palabra para contigo, tampoco tú tienes que
mantenerla para con ellos.
Los príncipes que mejor supieron obrar como zorros son los que más prosperaron. Disfrazaron bien esa
naturaleza de zorros, porque poseían el arte de simular y disimular. No es necesario que el príncipe posea
todas las cualidades, pero sí lo es que parezca poseerlas. Es necesario que no se aparte mientras pueda de la
vía del bien, pero que en caso de necesidad sepa entrar en la del mal. El príncipe debe parecer pero no ser.
Debe parecer religioso, sincero, justo, fiel y humano.
En cuanto a los consejeros y ministros, debe tomar siempre consejo, pero cuando él quiere, no cuando lo
quieren otros, y sin dejar jamás que los que le aconsejan ejerzan presión sobre él. Un buen ministro es aquel
que no piensa nunca en sí mismo, sino siempre en el príncipe. Pero es necesario que también el príncipe
piense en su ministro para que sepa que lo es todo por el apoyo del príncipe y nada sin él.
Maquiavelo había imaginado la realización de una República italiana, fomentando un ejército nacional. El
quería la unificación de Italia, creía que eso sería una gran obra de justicia, ya que la fuerza es justa cuando es
necesaria.
A partir de 1519 Maquiavelo recibe de los Médicis una pensión para escribir su Historia de Florencia,
después de 1525 le confían los Médicis tareas mas dignas de él, pero por esto queda comprometido con ellos,
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y cuando en 1527 los Médicis son nuevamente expulsados de Florencia y la República es restablecida, el autor
de El Príncipe no podría contar con el favor del régimen restaurado. Ese mismo año fallece.
TOCQUEVILLE (1805 − 1859)
En el siglo XIX avanzan las ideas sociales. Nace la idea de igualdad y de libertad. Tocqueville representa un
pensador típico del liberalismo a la defensiva. Su esperanza es salvar la idea de la libertad frente al
predominio inminente de la igualdad, que es el nuevo ideal de su tiempo.
Entre 1835 y 1840, Tocqueville viaja a EEUU para estudiar el sistema carcelario, y conoce la democracia.
Publica La democracia en América; en 1856 publica El antiguo régimen y la revolución. Forma parte de una
corriente política que trata de reproducir en Francia la conciliación entre la monarquía histórica y las nuevas
ideas liberales. Aspira para Francia un nuevo tipo de liberalismo moderado como el de Inglaterra que, sin
derrocar a la monarquía, la limita.
Cuando Tocqueville habla de democracia no se refiere a una forma de gobierno sino a la creciente igualación
de las condiciones. La democracia es un proceso social, en el que todos somos iguales ante la ley.
Detrás de esta gradual y creciente igualación de las condiciones está la idea rectora de la igualdad, valor−eje
de la democracia.
En tiempos de Tocqueville, la burguesía tenía en mente la idea de libertad, que implica la idea de la
competencia. Si hay libertad cada uno llega hasta donde puede y no hasta donde su nacimiento lo predestina.
Esa era una posición innovadora, en el siglo XVIII. Pero el liberalismo, después de haber dado ese salto hacia
la libertad, se encontró en el siglo XIX con que los perdedores de la competencia también entraban en el
sistema político. Nacen así dos actitudes básicas que perduran en nuestros días:
1. La opción por una sociedad de libre competencia donde a unos les va a ir mejor que a otros. La moral de
los ganadores es que el que gana, gana y el que pierde, pierde. Los ganadores prefieren a la libertad. Pueden
estar arriba o abajo en la escala social, pero no es cuestión de la situación objetiva en que hoy están, sino de
cuánta fe se tienen en dirección del horizonte.
2. La actitud de los perdedores, que no tienen fe en sí mismos aunque objetivamente sean riquísimos (gracias
a privilegios estatales, por ejemplo). Los perdedores compensan su frustración individual agremiándose o
requiriendo la protección del Estado. Prefieren la igualdad.
El liberalismo, en un primero momento, se ajustó a la moral de los ganadores. Combatió a los privilegiados.
Anunciaba ser un movimiento con futuro. Pero luego entró en el sistema político una oleada de perdedores
cuyo método principal no fue competir individualmente sino colectivamente para aunar sus respectivas
debilidades. Este, según Tocqueville, es el principio democrático: Yo no me tengo fe pero unido a mis
compañeros vamos a contrarrestar la derrota de cada uno de nosotros, de los perdedores.
La posición ideológica de Tocqueville es que frente al movimiento incontenible hacia la igualdad, hay que
salvar la libertad.
Tocqueville fue a Estados Unidos para racionalizar la Constitución norteamericana. EEUU es una sociedad
que está combinando con éxito la inevitable democracia con al libertad. En cambio, ve en Europa una notable
dificultad para combinarlas.
Lo que descubre en EEUU como nuevos apoyos de la libertad es el federalismo, la proliferación de
asociaciones voluntarias y la libertad de prensa. También le llama la atención cómo se han asociado el espíritu
religioso y el espíritu de la libertad.
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Las notas características de las democracias del futuro que Tocqueville enuncia en La democracia en América
son: la creencia en el progreso indefinido (la confianza en el progreso individual); la convicción de que en el
pasada se estaba peor, y que el mañana va a ser mejor que hoy; el amor por la igualdad y la libertad, pero con
una leve preferencia por la igualdad; la convicción de que todo trabajo honesto es honorable; la democracia es
una sociedad insatisfecha pero conservadora (la gente rezonga pero nadie haría demasiado para cambiarla).
Otras características de las sociedades democráticas es que son pacíficas a menos que se las amenace, y
entonces van a la guerra en forma total. El poder político es amplio pero débil; abarca mucho pero sin vigor.
En su libro El antiguo régimen y la revolución, Tocqueville conecta el antiguo régimen con la Revolución
Francesa. Sostiene que el espíritu democrático despótico empezó con la monarquía. Pues la monarquía
gobernaba en un espíritu de uniformidad. Señala Tocqueville, por otra parte, que las revoluciones no ocurren
cuando las cosas van mal sino cuando van bien. En definitiva, la revolución responde a un incremento en la
velocidad del crecimiento demográfico y económico que resulta incomparable con la rigidez del régimen que
lo ha producido. El antiguo régimen modernizante trae progreso económico a la sociedad pero sigue igual a sí
mismo. Se expande pero no cambia, y luego sobreviene la caída.
Hay ciertas naciones de Europa en las que el ciudadano se considera indiferente al lugar que habita. Los
mayores cambios sobrevienen en su país sin si concurso. Ni siquiera sabe lo que ha pasado. Piensa que todas
las cosas pertenecen a un extraño poder que se llama gobierno.
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