p PARTIDOS POLÍTICOS: RESPONSABILI- reglas fijas, o la vigencia de los derechos fundaDAD EN LA ESTABILIDAD DEL RÉGIMEN mentales del hombre constituyen, entre otras, DEMOCRÁTICO* (t. XXI, pág. 571. Apéndi- notas características de la democracia es evidence III, pág. 703). No sin razón se ha advertido te que, en la actualidad; los partidos políticos sobre el éxito que, actual e innegablemente ha "han llegado a convertirse en verdaderos órgaalcanzado la palabra democracia en las socieda- nos de la democracia representativa y de lo que des modernas, a punto tal que todos se declaran ellos sean depende en gran medida lo que ha2 de partidarios de ella, por contradictorios que ser la democracia del país en que actúan". ( ) resulten los significados que le adjudican. Si- "sólo por ofuscación o dolo puede sos"Todos se califican como demócratas, tenerse la posibilidad de la democracia sin partanto quienes participan de los ideales expues- tidos políticos", al decir de Kelsen ( 3 ), que los tos por el constitucionalismo como aquellos requiere necesaria e inevitablemente, idéntique propician las llamadas democracias popula- camente trascendente ha de ser su responsabilires o se declaran partidarios de una forma de dad en la estabilidad del régimen democrático. vida democrática bajo los designios de un régiEsta grave responsabilidad de los partidos men paternalista". (*) políticos en la estabilidad del régimen democráSin embargo, y como quiera que sea que se tico correlativa de su carácter de órganos esenhaya arribado a esta actual polisemia del térmi- cialísimos del mismo, (que encuentra numerono democracia, a través de la cual la mayoría ejemplos históricos), adquiere decisiva sigexpresa muy distintos conceptos, no por ello sos nificación ante el monopolio exclusivo que la hay que buscar un sustitutivo de la misma ley les atribuye en la nominación de candida"porque la emplean quienes no la practican", al tos para cargos públicos electivos. ( 4 ) decir de Linares Quintana, sino que, por el conPor cierto, que esta decisiva función y caractrario, ello impone la necesidad de profundizar el análisis de los órganos que, en la actualidad terística de los partidos políticos de postular y desde el ángulo del constitucionalismo, a los candidatos á los cargos públicos electivos, se les reconozca o no en forma exclusise consideran indisolublemente ligados a ella, sea que 5 como asimismo la responsabilidad que a estos va ( ), se encuentra íntimamente vinculada órganos cabe en la estabilidad del régimen con la idoneidad que el art. 16 de nuestra Constitución Nacional exige para acceder a democrático. v Si la distribución y control recíproco del ios empleos públicos. "El origen de esta norma se halla en las Depoder entre varios detentadores, o el principio de legalidad que impone a detentadores y desti(2) "Partido Obrero" (Capital Federal; CSJ., natarios el acatamiento por igual de ciertas (1) Badeni, Gregorio; Presupuesto de la Democracia, Revista del Instituto de Derecho Político y Constitucional de la Facultad de Derecho Universidad de Bu«nos Aires, Nro. 2, pág. 40, julio 1979. ALBERTO JOSÉ EGUES. 27-Juni 0-1962). (3) Kelsen, Hans; Esencia y Valor de ¡a democracia, Ed. Sabie, Barcelona, pág. 30. (4) Art. 2o, Ley 22.627/22.737. (5) Padilla, Miguel M.; El Poder Legislativo del Futuro, Revista del Instituto cit. en nota (1), pág. 77 donde de lege ferenda propone "que la presentación de candidatos a cargos electivos deje de ser monopolio de los partidos políticos y se confiera igual posibilidad a un determinado número de electores. claraciones de Derecho de Virginia (1776) y Francia (1789) la cual establecía en su art. 6 que "la' ley es la expresión de la voluntad general . . . Todos los ciudadanos, siendo iguales a sus ojos, son igualmente admisibles a todas las dignidades, cargos y empleos públicos, según su capacidad y sin otra distinción que la de sus virtudes y talentos" By tiene, en el decir de Sánchez de Viamonte ( ), el mismo significado y alcance que nuestro art. 16 de la Constitución Nacional que, con mayor sobriedad y amplitud afirma que todos los habitantes son iguales ante la ley, y admisibles en los empleos sin otra condición que la "idoneidad". Cierto es, que esta condición de idoneidad para acceder a los empleos no se encontraba prevista en el proyecto de Alberdi, ni en la Constitución de los Estados Unidos de Norteamérica ( 7 ) como también que, con toda verosimilitud, el sentido de la norma no haya sido intentar limitar el acceso a los empleos públicos, sino, por el contrario, establecer enfáticamente la igualdad de posibilidades de todos los habitantes de acceder a ellos sin discriminaciones de ninguna naturaleza. Pero, ¿quiere ello decir que nuestros constituyentes de 1853-1860, o el revolucionario francés de 1789, tuvieron por ventura la peregrina idea, desmentida por la propia naturaleza, de que todos los habitantes o ciudadanos según el caso, eran tan iguales entre sí que nada los diferenciaba, ni los diferenciaría en el futuro, ni intelectual, ni moral, ni anatómicamente, siquiera? Es del todo evidente que ello no pudo ser así, y no lo fue, a punto tal, que el constituyente además de establecer ese caratabón de la ido- • neidad para acceder a los empleos públicos, no vaciló en exigir otros requisitos para ser electo diputado (art. 40) o senador (art. 47) o Presidente o Vicepresidente de la Nación (art. 76) entre los cuales, incluso se encuentra la exigencia de contar con cierto caudal económico, como lo es de "disfrutar de una renta anual de dos mil pesos fuertes". Quiere ello decir, que, como no podía ser de otra manera sin pretender alterar la naturaleza misma de la condición humana, el constituyente previo las diferencias que, por múltiples razones, congénitas o adquiridas, existen entre los seres humanos y, al par que proclamaba la más completa igualdad jurídica entre (6) Sánchez Viamonte, Carlos; Manual de Derecho Constitucional, 2° Edición pág. 138. (7) Rodríguez Galán, Alberto; El requisito de idoneidad para el ejercicio de la función pública representativa. Revista del Instituto de Derecho Político y Constitucional, Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, 1978, Nro. 1, pág. 46. Allí se advierte además sobre el curioso cambio que se habría operado en la Convención de 1860 de la palabra consideración fot I» actual condición del art. 16. todos ellos, y las iguales posibilidades que a todos asistía para erigirse en representantes de sus conciudadanos, también .establecía, los requisitos mínimos que, para cada cargo electivo en particular, debía reunir el candidato que pretendiera ocuparlo, el primero de los cuales y común a todos, electivos o no, era la idoneidad genérica que, como "capacidad, virtud y talento para desarrollar alguna tarea" constituye un término amplio que comprende por igual al agricultor, al futbolista, al legislador, al astronauta, y a todos, y cada uno de los habitantes para ejecutar las más disímiles tareas y funciones. Es por ello, que como con autoridad señalara Rodríguez Galán, puede afirmarse que "la idoneidad que requiere nuestra Constitución para la admisibilidad en los empleos es, ante todo, y sobre todo, moral", y ello por cuanto "la democracia representativa necesita para su clase gobernante, esa integridad que Aristóteles en su Moral a Nicómaco define como la virtud en el justo medio, porque la virtud moral es prenda de los actos y de las pasiones de los hombres, y cuando éstos son puestos a prueba por las circunstancias, las cosas o las personas, saber conservar en ellas la verdadera medida es el justo medio, vale decir, la perfección que sólo se encuentra en la virtud". ( 8 ) Esta idoneidad genérica, ante todo y sobre todo, moral, "es requerida por la ley suprema para toda clase de servicio u ocupación, ordinaria o extraordinaria, permanente o transitoria en la administración pública, desde la más modesta hasta el Presidente de la República. El requisito es genérico para todos los cargos y empleos, las distinciones se realizan exclusivamente con referencia a los medios para acreditar la idoneidad". ( 9 ) Ahora bien, es obvio que junto a esta idoneidad moral, genérica, común para todos los empleos, sean electivos o no, políticos o técnicos, se encuentra la idoneidad específica para cada cargo, empleo u ocupación en concreto dentro de la administración pública la cual, en lo que concierne a los cargos técnicos-administrativos, es juzgada y valorada a través de reglamentaciones que establecen los conocimientos, antecedentes, y hasta las condiciones físicas o psicológicas de los candidatos a desempeñar los mismos. Tampoco ofrece mayores dificultades la idoneidad específica que para muchos cargos políticos, pero no electivos, se requiere en cada caso en concreto, como para desempeñarse como Ministro o Secretario de Estado, etc., en cuyo caso la evaluación previa sobre la (8) Rodrigiez Galán, Alberto; opus. cit. (9) Linares Quintana, Segundo V.; Tratado de ¡a Ciencia del Derecho Constitucional Argentino y Comparado, T. VII. transformarse en arbitrariedad. (10) Sin embargo, distinto es el problema en nuestro entender, si se tratara de reglamentar esta idoneidad específica para los cargos políticos electivos en el orden nacional (Diputado y Senador, Presidente y Vicepresidente de la Nación) pues se trataría de imponer requisitos de elegibilidad que nuestra Constitución, desafortunadamente, no ha tenido en cuenta para tales cargos, como si lo han hecho varias constituciones provinciales que exigen para el ejercicio de algunas funciones públicas representativas el requisito elemental de saber leer y escribir (Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos, Jujuy o Chaco). En tales condiciones, una pretendida legislación reglamentaria del art. 16 que imponga mayores requisitos que los previstos en los arts. 40, 47, 76 y 81 de la Constitución Nacional para acceder a la función pública representativa, por sana y bien intencionada que fuera, no sólo parecería resultar violatoria de nuestra necesarios para su regular desempeño, pues, ley suprema, sino que, en los hechos, escasas en tal supuesto, por comprometida que resulte probabilidades tendría de ser sancionada la responsabilidad del designante, tanto o más como tal ante la norma atributiva de competenpueden quedar comprometidos los superiores cia del art. 56 de la Constitución Nacional intereses de la Nación, por breve que sea la ac- que dificilmente el órgano legislativo admitiría tuación del incapaz. ver limitado. (íl) idoneidad del candidato es facultad discrecional del órgano que lo designa, quien exigirá en el postulante los conocimientos técnicos, características psicológicas o aptitudes políticas que, razonablemente, considere más convenientes para el desempeño del cargo. Esta idoneidad específica, será entonces objeto de una valoración y delimitación discrecional del órgano que designe al candidato, quien, al hacerlo, asume la responsabilidad política por su eventualmente errada valoración, pudiendo incluso, removerlo de sus funciones sin necesidad de otro fundamento que la conveniencia política de la decisión. Sin embargo, esta facultad discrecional del órgano político de designar a los candidatos que considere más idóneos para Sos cargos igualmente políticos pero no electivos, no debería ser confundida con la irrazonabilidad manifiesta de tal decisión, por la cual se designase para cubrir alguno de estos cargos a individuos carentes de los mínimos conocimientos Es cierto, que, muchos de tales cargos polí- ticos-no electivos exigen del candidato a ocuparlos ciertas cualidades políticas no necesariamente vinculadas con el mayor grado de, instrucción o conocimientos, pero, no lo es menos, que en todos ellos se requiere cada vez en mayor medida un alto grado de capacitación técnica de donde parece clara la irrazonabilidad y no simple discrecionalidad, que se derivaría de seleccionarse para tales cargos, por caso, a quien, no hubiese siquiera completado la instrucción primaria obligatoria, o padeciera de dolencias físicas o psíquicas manifiestas incapacitantes para el ejercicio de la función, tales como la sordomudez, el alcoholismo o la paranoia. Es claro que, los sin duda excesivos ejemplos, (cualquiera sea su número) que nuestra historia nos brinda sobre el tema estarían aconsejando una sana reglamentación legislativa de esta facultad discrecional de designar candidatos a cargos políticos no electivos, que contemple los requisitos mínimos de conocimientos y aptitudes física o psíquica, que deberían reunir los mismos para ser designados como Ministros, Secretarios, Asesores, etc., sin que en ello pueda encontrarse obstáculo constitucional alguno, sino la sana reglamentación de la idoneidad específica que impida por caso designar a un analfabeto Ministro de Educación o a algún aprendiz de brujo Asesor Presidencial, evitándose así que la discrecionalidad pueda (10) Así enseñaba Joaquín V. González en su clásico Manual de la Constitución Argentina, Ed. Estrada 1983, apartado 575 que "ya sea por imprevisión o por delegar en el Congreso la facultad de •complementar sus clausulas, la Constitución nada ha establecido sobre las calidades y requisitos necesarios para ser nombrado ministro secretario. Los ensayos constituciones de 1815 y 1817 al omitir estas condiciones, hacen al Director del Estado "responsable de la mala elección'* de sus funcionarios. La constitución de 1819, da al Presidente la facultad de nombrarlos, dejando a la ley el fijar su responsabilidad; y la de 1826, que estatuye especialmente sobre ministerios, tampoco ha fijado las calidades de las personas que deben desempeñarlos aunque hubiese avanzado los principios vigentes. Luego, parece indudable que la Constitución ha entendido reunir en el Presidente la suma de la potestad electiva, con la responsabilidad anexa; pero no ha podido considerar sino, como una obligación implícita y lógica, el designarlos con los requisitos necesarios al ejercicio de los altos poderes políticos del Ejecutivo y su naturaleza constitucional. (11) Así desde sus albores la Corte Suprema de Justicia de la Nación tiene dicho "que los tribunales de Justicia no tienen jurisdicción para juzgar la legalidad o ilegalidad de la composición del Congreso, desde que por disposición expresa de la Constitución cada cámara es Juez único de las elecciones, derechos y títulos de sus miembros" (Fallos, 2° serie, T. 14, pág. 257). Criterio que si bien de lege ferenda resulta altamente opinable, de le ge data y a lo menos en lo que al título-derecho de IQS miembros de cada cámara parece incontrovertible, aún cuan- do con razón Montes de Oca en sus Lecciones de Derecho Constitucional T. 2, pág. 140 y 141, seña- ló al respecto que "las cámaras son los peores jueces. Generalmente irresponsables, se convierten en comités o camarillas, y no hay título o diploma de diputado o de senador que no esté sujeto a críticas, si así conviene al partido que priva; que no sea legal, si el elegido es miembro de la comunidad que domina". Son los diputados electos los que juzgan la validez de las elecciones de sus colegas. Su decisión será siempre interesada. Responderá, a las exigencias del partidismo, y ¿Quiere ello decir que la estabilidad misma del régimen democrático debe quedar librada a aquellos que en ausencia de otras virtudes y talentos apelan a los engaños, trampas, trompis, brujerías, demagogias o a sus mejores condiciones actorales, para convencer a los gobernados y no para gobernar?. ¿Quiere ello decir, que debemos dar la razón a las pesimistas previsiones de Fierre MendesFrances, citado por Duverger (12), "quien pretendía que la elección de presidente según el sufragio universal conduciría al éxito de un actor, naturalmente hábil en televisión" cualquiera sean sus condiciones de idoneidad?. No lo parece de modo alguno. "El sistema necesita dirigentes con un nivel de instrucción que les permita discernir con independencia las permanentes opciones que plantea la conducción política, pero ese nivel de instrucción, de ningún modo debe afectar la oportunidad de acceso a la función representativa. En una sociedad pluralista, en la que la libertad de opción está asegurada por la participación de dos o más partidos en su vida política, el nivel de instrucción de los candidatos puede diferir por múltiples razones, lo que no puede admitirse a esta altura del siglo en que vivimos, es que se postulen, como ha ocurrido, candidaturas a cargos electivos de personas que no reunían el mínimo de conocimientos para desempeñarse, y que así lo demostraron cuando fueron electos". (13) Lamentablemente, aún hoy parece tener actualidad las palabras de Bryce cuando al finalizar la primera guerra mundial decía: "El 'talento oratorio, el tono y las maneras han desaparecido y los ciudadanos más capaces se muestran cada vez menos dispuestos a formar parte de la legislatura: los periódicos acortan la relación de los debates parlamentarios, debates en los que el pueblo se interesa cada vez menos; la calidad de miembro del Parlamento no inspira ya ningún respeto y finalmente, por una razón u otra, las Cámaras no gozan ya de la consideración del público". ( 14 ) Sin embargo, es necesario distinguir las críticas que se formulan y los remedios que se pro-5 ponen, pues como ya señalara Padilla, (* ) "Quienes adhieren a formas totalitarias de poder se complacen en denunciar y magnificar los defectos de la institución parlamentaria, al mismo tiempo, a la utilidad personal, ya que el temor de un rechazo por el voto de quienes se encuentran en su situación, puede inspirarles una conducta acomodaticia y de circunstancias". (Conc. Vanossi Jorge Reinaldo; Teoría Constitucional, T. II, pág. 415 y sgtes.). (12) Duverger, Maurice; Jaque al Rey, Eudeba 1981, pág. 55. (13) Rodríguez Galán, Alberto; apus. cit. nota 7. (14) Bryce, James; Las democracias modernas, París, 1929, T. II, pág. 3 citado por Luis Federico Bolaert en La crisis de la representación. (15) Padilla, Miguel M; opus. cit. nota 5. porque de esa manera piensan justificar la supresión del parlamento o su transformación en un virtual sello de goma destinado a avalar las iniciativas impuestas por el .dictador o si callan, lo hacen con la intención de aprovechar para esos mismos repudiables fines el deterioro paulatino de la institución. Por su lado, aquellos que continúan creyendo en la indispensabilidad de un cuerpo legislativo dotado de reales poderes, tampoco titubean en hacer oir su voz apuntando las limitaciones, los errores y los abusos en que frecuentemente incurren los representantes de la comunidad en el Parlamento, tanto en su obra individual como en el conjunto. Pero en este último caso, las críticas a la institución parlamentaria no representan el hiriente ataque a un adversario que se busca eliminar, sino el afectuoso reproche a un- amigo cuyos errores es preciso ayudar a que enmiende". Es desde este último ángulo, de quienes anhelamos fervientemente la estabilidad del régimen democrático, y consideramos inescindibles del mismo un órgano paralamentario adulto en el cual las normas legislativas sean el fruto de su meditado análisis y ponderación que, se impone, llamar la atención sobre la necesaria idoneidad que deben reunir los candidatos a integrarlo, o a ejercer cualquier otra función pública representativa, como requisito imperativo para la estabilidad del régimen democrático. Idoneidad, por ante todo y por sobre todo moral, pero también idoneidad objetiva y específica para cada función pública representativa, desde Consejero Escolar hasta Presidente de la Nación, que si bien en este último caso es evaluada por el cuerpo electoral a través de las campañas proselitistas que se organizan tras su candidatura, lo contrario ocurre con los restantes postulantes, ya que "la realidad nos muestra, como regla, que el electorado en general e incluso los mismos simpatizantes de las agrupaciones políticas, desconocen por completo la personalidad, las virtudes y los defectos, y hasta los nombres de los candidatos: de este modo, su decisión es determinada según otros motivos, tanto racionales como irracionales. En estas condiciones, los elegidos no llegan a sus bancas en virtud de méritos propios —salvo muy excepcionalmente— sino por el hecho de su pertenencia a un partido". (16) Si esto es así, (y todo demuestra que es asO y paralelamente surge la imposibilidad (fáctica o legal) de reglamentar legislativamente las condiciones objetivas de idoneidad mínima que deben reunir los postulantes a cargos electivos, imperioso resulta concluir la responsabilidad ineludible que cabe a los partidos políticos de efec(16) Padilla, Miguel M.; opus. cit. nota 5. tuar tal evaluación a! proponer a sus candidatos, porque de ello se deriva, entre otras circunstancias, nada menos que la estabilidad del régimen democrático. "Son los partidos políticos, verdaderas escuelas de civismo, que preparan los hombres para el gobierno, los que abren al candidato el camino del poder y el liderazgo a quienes jamás habrían de obtener sin su concurso. Pero ei cumplimiento de esos fines, confiere a los partidos una alta responsabilidad política, ya que deben formar a! ciudadano, para que llegado el momento, esté en condiciones ocupar cargos electivos la unión de todas esas vitudes y no la posesión de sólo una u otra de ellas. En este juicio valorativo de la idoneidad moral, intelectual, y política de los candidatos que habrán de postularse ante el cuerpo electoral, es donde radica de modo principalísimo !a responsabilidad de los partidos políticos en ¡a estabilidad del régimen democrático, que así como los tiene por protagonistas necesarios del mismo, los hace directamente responsables de su mantenimiento. Por qué medios o formas los partidos políde sacrificar conscientemente sus intereses ticos deben cumplir con tal responsabilidad particulares en aras del bien común. Los par- esencial en la estabilidad del régimen democrátitidos que no apoyen su acción sobre las bases co de evaluar las condiciones de idoneidad de doctrinarias claras y precisas en la obtención los candidatos que postulan al cuerpo electoral, y defensa del bien común serán los responsables es materia propia de la organización interna de —como ha ocurrido entre nosotros— de la des- estos, pero así como el constitucionalismo les reconoce tan importante atribución, paralelacomposición y crisis del sistema". ( 1 7 ) Para evitarlo, y para que definitivamente mente" les exige el cabal cumplimiento de su establezcamos solidariamente el régimen demo- función como necesaria garantía de su estabicrático en nuestra sociedad, es que a los parti- lidad y mantenimiento. No hay Parlamento sin parlamentarios y dos políticos incumbe la responsabilidad ineludible de evaluar cuidadosamente la idonei- no habrá parlamentarios ni régimen democrádad de los candidatos que postulará ante e! tico posible si los candidatos que los partidos cuerpo electoral, como asimismo, brindar a políticos proponen al cuerpo electoral, carecen éste toda la información necesaria sobre los mis- de las condiciones de idoneidad necesarias mos para que pueda formar su propia convic- para el eficaz cumplimiento de la alta misión que se les encomienda. ción. Por cierto, tal criterio comporta igualmente la necesidad de revalorizar y jerarquizar el alto honor y resonsabilidad que significa el ejercicio PATRONATO DE MENORES - PATROde la función parlamentaria, como de todo NATO DEL ESTADO*. otro cargo electivo, sustrayéndola del mero I sumar votos, proferir exabruptos, pronunciar SUMARIO: I. Definición. II. El Patronato de discursos homenajeantes o agraviantes, según Menores en ¡a legislación ibero y anglo norteamericana. III. Dogmática y metodología el caso, o dormitar.reparadoras siestas. ( 18 ) del Patronato del Estado sobre Menores • Por el contrario, el altó honor propio de la A. Patronato Administrativo de Menores. función parlamentaria exige la presencia de parB. Patronato Judicial de Menores. C. Sistelamentarios idóneos y capaces para el análima mixto. Patronato judicial administratisis exhaustivo de los cada vez más graves vo de menores - IV. Legislación nacional. y complejos problemas de nuestra sociedad Doctrina y Jurisprudencia sobre Patronato altamente tecnificada en que las solas buenas inde Menores - A. Desarrollo histórico. B. Estenciones no bastan si no están acompañadas tado actual de la legislación. C. Legislación del necesario conocimiento. provincial. D. Jurisprudencia. E. DoctrinaV. Epítome. Es que, si bien es cierto que un determinado nivel de instrucción o conocimiento por elevado I. Definición. El Instituto Interamericano de! y objetivo que éste sea, no garantiza al propio tiempo la idoneidad moral del candidato, Niño, Organismo Especializado de la OEA, en ni sus aptitudes políticas, no lo es menos que la su "Vocabulario Multilingüe, Polivalente y Rafunción pública representativa, con ser la más zonado de la Terminología Usual en la Protecalta responsabilidad, exige de quienes aspiren a ción de la Infancia" (*) define al "Patronato":, Organización de carácter asistencial destinada a (17) Rodríguez Galán, Alberto; opus cit. nota 7. (18) No se trata, claro de la absurda pretensión de un órgano parlamentario integrado por miembros ajenos a las naturales pasiones políticas y al disenso propio de las mismas, sino de un accionar sistemático en tal sentido revelador de la falta de idoneidad mínima exigible en quienes desempeñan la función, que sustrae del régimen democrático nada menos que su actividad legislativa. in, (iVi Saí<??' ^afael; Achard, José Pedro; Cálvenlo, Ubaldino, Vocabulario Multilingüe, Polivalente y Razonado de la Terminología Usual en la Protección de la Infancia, (IIN-OEA), Montevideo, Uruguay 1972, »• III» P. 234/35. * RAFAEL SAJÓN la protección de los desamparados; y "Patronato de Menores": Organización asistencial destinada a la protección de los menores desamparados. Etimología: del Latín, patronatusy niñez. Es la institución jurídica de carácter protector que subsidiariamente, complementariamente o concurrentemente ejerce el Estado para asegurar a todo menor el goce de sus necesidades subjetivas, previniendo en especial los riesgos que para el menor y para la sociedad se derivan directa o indirectamente de la falta de satisfacción de sus derechos y de la situación desvalida y marginada en que se encuentra. El Patronato del Estado y el Patronato de Menores aparecen un tanto confundidos semántica y conceptualmente en la teoría de los autores, especialmente en Derecho de Menores y Familia, lingüísticamente tienen distinta significación valorativa en cuanto a la amplitud de su contenido. Se denomina Patronato del Estado de la función social que el Estado asume y ejercita en cumplimiento de su deber de protección de los sectores más débiles incluyendo la tutela de los menores de edad, a través de los organismos y funcionarios designados a tal fin. Puede alcanzar no solamente a los menores sino a otros incapaces (discapacitados, interdictos, etc.). El Patronato de Menores se refiere al cuidado de la persona y bienes de los menores, ejercido por el Ministerio Público o por otro órgano estatal, conforme a las facultades atribuidas por la ley y en algunos países a los menores en situación irregular o menores de conducta irregular. El Dr. José Ignacio Cafferata caracteriza al Patronato de Menores diciendo que "es la función proteccional que asume el Estado respecto de los menores que no reciben la educación y cuidado a que ellos tienen derecho para lograr el desarrollo integral de su persona, ya sea porque carecen de padre o tutores, o porque éstos se encuentran imposibilitados de cumplir con su trascendente misión, o porque los han abandonado, puesto en situación de peligro material o moral, u observan una conducta que, lejos de favorecer su formación, la ponen en peligro. Esa función proteccional abarca también el cuidado de la salud e integridad física del menor,2 y de sus bienes, cuando ellos los poseyeran ( ). Es en ejercicio de este derecho que "el Estado asiste y tutela a los menores a través de los organismos jurisdiccionales comunes o especiales y de los organismos administrativos de protección de menores. ( 3 ) (2) Sajón, Rafael, Curso Intensivo sobre Menores, Córdoba, 1967, T, 1, pág. 19. (3) Universidad Nacional de Córdoba, José I., Protección Jurídica del niño y la familia en el Derecho Civil Argentino. Dirección General de Publicaciones, Córdoba, República Argentina, 1980, pág. 126. II. El Patronato de Menores en la legislación íbero y anglo norteamericana. El Patronato de Menores tiene su razón de ser en la ratio juris que la fundamenta y que está referida a la situación de incapacidad e inimputabilidad que por su minoría de edad ostenta el ser humano durante las primeras etapas de su existencia y que comportan la necesidad por parte del Estado de su protección jurídica. Es interesante observar en el devenir histórico la protección jurídica que el Estado otorga a través de sus órganos públicos —y que adquiere su máximo desarrollo en el Siglo XX— legislativo, administrativo y judicial, organismos jurisdiccionales: Tribunales de Menores, Cortes Juveniles o Jueces de Menores, Ministerio Público, Asesores, Defensores de Menores, Consejos Tutelares de Menores; y a nivel puramente administrativo: Consejos, Fundaciones, Secretarías de Estado, Subsecretarías y en algún país, como en el Uruguay, casi paralelamente al proyectarse el Código del Niño, un Ministerio del Niño, que duró muy poco tiempo. La tutela del Estado resulta o de la Constitución o de ordenamientos generales especiales normativos jurídicos y a nivel nacional, estadual, provincial o municipal, según la forma de gobierno, federal o unitario. Se determinan las funciones y los funcionarios encargados del ejercicio del Patronato de Menores por ley. Es sugestivo señalar el extraordinario desarrollo del Derecho de Patronato de Menores en la vieja legislación española, que quedó olvidada pero tenida en cuenta al sancionarse los Códigos Civiles en América (Andrés Bello, Vélez Sarsfield y Freytas) y en especial en la República Argentina (ver art. 59 del Código Civil y concordantes) y al sancionar este país la ley 1.893 (Ley Orgánica de los Tribunales de la Capital Federal); Ley 10.903 de 1919 sobre Patronatos de Menores, Decreto Ley 5286/57 y leyes 22278 y su modificatoria 22803/83 y la reciente ley 23264/85, de reforma de la patria potestad y filiación. Prescindiendo de los escasos antecedentes relativos a la edad antigua y baja edad media —en la que se armonizan o superponen las instituciones romanas y germánicas— será e! año 1337 el que marcará un hito importante, cuando el rey don Pedro IV de Aragón y II de Valencia, el día 4 de marzo, expediría una orden útilísima, mandando a los jurados de Valencia, que a los niños pobres y huérfanos les nombrasen un curador vecino de la ciudad, procurando fuese menester que tomase a ¡os niños de aprendices, para evitar la vagancia y la pobreza; haciéndolo de modo que el niño que no trabajase no comiese, qui non laboraveritnon manducent. Los jurados valencianos cualificaron la figura de dicho curador denominándolo Pére d' Orfens, revestido de autoridad y con jurisdicción propia, vino a ejercer una doble misión: una positiva, la de atender a los huérfanos buscándolos acomodo para que tuvieran honrosa ocupación u oficio; otra, de signo negativo, reprimir las situaciones de vagabundos, incluso, hechos delictivos cometidos por los niños, adoptando, al efecto, las previsiones necesarias en cada caso. Su misión consistía en transitar por las calles, con una vara en la mano, que simbolizaba su autoridad. Esta situación, con la denominación de Padre General de Menores, se extendería a diversas ciudades y villas de los reinos de Navarra y de Castilla. (*) Subsistirá hasta las postrimerías del siglo XVIII, coexistiendo, en su lánguida extinción, con otra de carácter privado que surgiría, en la ciudad de Sevilla, a iniciativa de Toribio Velasco Alonso. El Hermano Toribio Velasco, profeso de la Venarable Orden Tercera de San Francisco en la Orden Secular del Convento Sevillano de Nuestra Señora de la Consolación, afronta la arriesgada tarea de recoger muchachos traviesos, díscolos, ladronzuelos, holgazanes, de padres desconocidos o abandonados por éstos, para reformarlos. En tal empeño pone en juego su vida y hacienda, legando en su testamento sus bienes a la obra por él instituida. Tras su muerte, acaecida el 23 de agosto de 1730, con su sucesor, que era uno de los que acogiera y reformara, el Hermano Antonio Manuel Rodríguez, fue perdiendo el primitivo carácter reeducador, se adecuó a la formación profesional y artesana, para terminar en un simple Hospicio de la Beneficencia. ( 5 ) En 1837 no quedaba nada de labor reformadora. Vemos, sin lugar a la menor duda, que como ya olvidadas instituciones creadas para proteger a los menores, serían reverdecidas durante la segunda mitad del siglo XIX por juristas, sociólogos, abogados y médicos extranjeros, a través de Asociaciones Benéficas en que se organiza el Patronato del Estado y el Patronato de Menores, concretándose en Norteamérica con el establecimiento del primer Tribunal para niños de aquel país; el 1° de junio de 1899 Europa descubre como necesario lo que también España y América Latina habrían de imitar. ( 6 ) (4) Amallo Marichalar y Cayetano Manrique: Historia de la Legislación y Recitaciones del Derecho Civil de España, Torno VII, Madrid, 1863, pág. 433; José Guallar y López de Goicochea: El Derecho Penal de Menores, pág. 86. (5) Fray Gabriel Baca: Los Toribios de Sevilla, Madrid, 1880; Domingo de Casso Romero: El primer Re- vaiencia, j.»«». (6) En este punto la doctrina es unánime: Luis Jiménez Asúa: La delincuencia juvenil y los tribunales para niños, Montevideo, 1929; Eugenio Cuello Calón: Tribunales para niños, Madrid, 1917, y tantos otros posteriores que su enumeración se haría interminable. Surge, de este modo, un sistema más bien imperfecto desde el punto de vista metodológico; pero que no obstante y con las naturales deficiencias va a comportar un régimen legal de tutela de protección del menor que se va perfeccionando, asumiendo el Estado una intervención subsidiaria, concurrente y complementaria en la defensa de la persona y los intereses del menor huérfano, abandonado, infractor, a tal punto que en el ejercicio del derecho de patronato, el Estado a través de los tribunales judiciales, de los jueces de menores, en concurrencia con los organismos administrativos y los procedimientos necesarios intitula el Patronato de Menores y es así como en los países latinoamericanos se sancionan leyes denominadas de "Patronato Nacional de Menores", verbigratia: República Argentina ( 7 ). Los textos constitucionales de Bolivia, Brasil, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela, recogen principios programáticos referidos a la protección de los menores. La Constitución argentina se refiere a la protección integral de la familia, incluyendo sin lugar a dudas a sus miembros incapaces, los menores, en la reforma al art. 14. En los Códigos de Menores y en las leyes tutelares de menores de Latinoamérica, se organizan los institutos jurídicos a través de los cuales el Estado ejerce su patronato sobre los menores, los tribunales y jueces de menores, Verbigratia: Los Tribunales de Menores de Venezuela, organizados en dos instancias: Juzgados de Primera Instancia y Juzgados Superiores de Menores; Consejos tutelares de menores (México, en el que aparece como un organismo administrativo con atribuciones jurisdiccionales, aunque dependiente del Órgano Administrativo Federal). Se debe señalar que en algunos Estados funcionan Tribunales de Menores y los organismos puramente administrativos proteccionales no dependientes del Poder Judicial. Verbigratia: Argentina (Dirección Nacional de Protección del Menor y la Familia, dependiente de la Secretaría de Desarrollo Humano y Familia, Ministerio de Salud y Acción Social); FUNABEM (Brasil);DIF, Sistema Nacional de Desarrollo Integral de la Familia (México, Distrito Federal, Procuraduría General de la República); Consejo del Niño (Uruguay); Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Colombia, Ley 75 de 1968); Instituto Nacional del Menor (28 de agosto de 1978 y su adscripción al Ministerio de la Juventud, Ley por el Fiscal General de la República de una tet(7) República Argentina, Ley 10903 de 1919. na que le presenta el Instituto Nacional de Menores - Venezuela). En el derecho inglés aparece al principio, después de la conquista normanda y frente a la pugna que origina el sistema feudal, trasladado de Francia por la monarquía instalada por la Dinastía de los Plantagenet, la concepción del "Parents Patriaes" y de los Tribunales de Equidad de la Corona Inglesa en su lucha con los señores feudales, para salvaguardar primero los intereses de los menores huérfanos con bienes, luego se extiende a los menores abandonados, el "Chancer of Court", basado en el principio de equidad aplicado y se transvasa institutos jurídicos de la patria potestad, de la autoridad parental (ver voz Patria Potestad), privando, suspendiendo su ejercicio a sus padres, corrigiéndolos. Se puede caracterizar el Patronato Administrativo y Judicial en la legislación americana y europea, y un sistema mixto puro o impuro, según se ejerza conjuntamente o concurrente- mente pero prevaleciendo el organismo jurisdiccional sobre el administrativo o viceversa. El actual desarrollo del Derecho de Menores, del Derecho de Familia, como disciplina jurídicas autónomas y encaradas como la ne- el derecho de los EE.UU. culminando con la cesidad de un nuevo orden normativo jurídico a nivel constitucional en la legislación interna instalación actualizada del Tribunal de Menores del Condado de Cook, en Illinois, Estados Unidos, en el año 1899 y su posterior difusión internacional de los tribunales de menores como órgano jurisdiccional especializado en Suiza, 9 de mayo de 1903; Inglaterra con las características actuales en Birmingham, 13 de abril de 1905; Francia, en París, 1906; Alemania, en Colonia, 1907; en Austria-Hungría, agosto de 1908; Rusia, en San Petersburgo, 1910; Portu- de los países, con proyecciones internacionales en virtud de los convenios multilaterales y bilaterales, que al ser ratificados se incorporan como legislación interna uniforme para los países que los suscriben, plantea una actitud jurídica ambivalente en la legislación universal sobre la mejor manera de que el Estado proteja a los menores y que no queden con relación a la comunidad de menores, resabios del Derecho Penal o del Derecho Procesal de Menores, ni de gal, 1911; Bélgica, 1912; Austria, 1919; España, Bilbao, mayo de 1920; Holanda, 1921; y en Italia, 1934. En América Latina se crea en Perú en 1926 (Cód. Penal); en México 1926 y 1928; en Brasil, Código de Menores (Mello Mattos, oc- tubre de 1927); Chile, Ley 4447, octubre 1928; República Oriental del Uruguay (Código del Niño, abril de 1934); Guatemala, octubre de 1937; Ecuador, agosto de 1938; Solivia, 1965 (figura en el Código del Menor); Paraguay, 1983; Argentina Ley 4664, 1938 sobre Tribunales de Menores (Provincia de Buenos Aires). III. Dogmática y Metodología del Patronato del Estado sobre Menores. Con la regulación y vigencia del patronato es como se cumplimenta la función más trascendente y delicada en mate- ria de minoridad, pues la actividad estatal se encuentra dirigida al resguardo de la comunidad de menores, poniendo énfasis en los menores abandonados y los que se ha dado en denominar, en muchos Códigos de Menores, latinoamericanos, encasillados en la concepción amplia de menores en situación irregular (Códigos del Menor de Brasil, Paraguay y Ley Tutelar de Menores de Venezuela). Asume el Estado la indeclina- ble misión de superar los estados de orfandad, de abandono y de toda situación de peligro en que se encuentre la persona y sus intereses, autoritarismo, ni asomos de despotismo en la estructura y funcionamiento de la familia, no solamente en perjuicio de la mujer, de la madre, sino especialmente del niño, del hijo menor. A. Patronato Administrativo deMenores. Singularmente y con respecto a los menores abandonados, víctimas de delitos o autores de he- chos calificados por la ley penal como delitos si fueran cometidos por mayores o por perso- nas imputables y punibles, se ha optado por el sistema administrativo. Es decir, el derecho de patronato de menores se ejerce por órganos administrativos u organismos descentralizados de la administración y que no están adscriptos al Poder Judicial. Estos actúan mediante Comités, Consejos, Patronatos de Menores, con el fin de no utilizar criterios de corte judicial convencional. Cabe señalar a este respecto: Dinamarca, en los que intervienen comités de bienestar de me- nores integrados por miembros nombrados por Consejos Municipales; Suecia, Noruega, Finlandia, que siguen sistemas de corte administrativo. No hay, prácticamente, procedimientos tal como se entiende en el lenguaje jurídico. Son oficinas, agencias, con misión ejecutiva donde se estudia al menor y se determina su situación con el único objetivo de protegerlo, defender atendiendo en forma subsidiaria, complementaria o directa, las necesidades subjetivas de los su porvenir, evitando cualquier tipo de estigma- menores en caso de falta de los padres, incuria, penales. Este tipo de patronato administrativo es propio de Escandinavia, no del resto de los países europeos en que intervienen los organismos jurisdiccionales y dependientes del Poder Judicial, sin perjuicio de la concurrencia de los organis- negligencia o acción de éstos que atenten contra su salud física, mental, emotiva. Se desarrolla la contemporánea teoría del Estado, del Patronato, la intervención estatal, para realizar los derechos del niño, de los menores en relación a los tización a través del empleo de procedimientos mos administrativos en forma conjunta o auxiEl orden general normativo jurídico, la liar. Constitución, y el orden especial normativo B. Patronato Judicial de Menores, Es jurídico, establece que el Estado ejerce el pacuando se ejerce a través de los organismos jurisdiccionales, de los jueces, de ios tribunales especiales de menores. Es decir e! control, el patronato, la intervención del Estado en materia de menores. Se realiza eminentemente por los órganos jurisdiccionales dependientes del Poder Judicial. tronato de menores por organismos jurisdiccionales dependientes del Poder Judicial. Casi todos los Estados Latinoamericanos han sancionado Códigos de Menores y/o leyes tutelares de menores, que organizan la jurisdicción y competencia de los Tribunales de Menores o Tribunales similares y canalizan a través de éstos el ejercicio del derecho de Patronato, que puede ser o no con concurrencia del organismo proteccional administrativo y el ministerio público. Los fundamentos que se dan, es que solamente dentro de la esfera del Poder Judicial, Etimológicamente la palabra jurisdicción proviene de la voz latina "jurisductum", que significa "declaración de derecho". Modernamente la jurisdicción es la potestad de que se hallan investidos los jueces para administrar justicia conforme a la ley. Una definición legal de ella la encontramos en la mayoría de las leyes apartando a toda presión política y administrade organización de los Tribunales de Justicia: tiva, puede reposar con suficiente responsabili"La jurisdicción es la potestad de administrar dad el ejercicio del patronato, que de por sí imjusticia por medio de los Tribunales y jueces de plica la limitación de los derechos individuales la República, de acuerdo a la Constitución Polí- y familiares cuando la protección del menor, tica y a las leyes". ( 8 ) En igual sentido expresa su desarrollo y adaptación social así lo exigen. el Dr. Luis Mendizábal Oses: "El término jurisPor otra parte esta tesis se ajusta en los paídicción en su sentido más amplio, derivado de ses que han adoptado la forma de gobierno Resu etimología —de juris y dictio— significa de- publicana, Representativa y Federal, de princicir o declarar el Derecho". "Podemos definir pio de la separación de poderes —siguiendo a a esta última desde el prisma jurídico-político, Montesquieu, Poder Administrador, Poder Lecomo aquella función del Estado que se ejerce gislativo y Poder Judicial. Al primero corresponpor los Tribunales de Justicia, a través de unos de la ejecución de las leyes, al segundo la sancauces procedimentales con la finalidad de de- ción y al tercero su aplicación e interpretación. clarar, aplicar y ejecutar el derecho objetivo de El Poder Judicial es el poder de estado encargaforma individualizada, en cada caso concreto en do de la aplicación e interpretación. Los Tribuel que el Derecho sea discutido o vulnerado". ( 9 ) nales de Menores y de Familia, son los organisHasta hace poco, se consideraba que "no mos jurisdiccionales que ejercen el patronato de existía función jurisdiccional sino allí donde menores y cuando no existen estos organismos había definición de controversia. El carácter jurisdiccionales especiales, los que se asimilan a contencioso del proceso era, pues, el criterio estos en el ejercicio del patronato de menores. que servía para diferenciar la llamada "jurisdicción verdadera o propia" y la "jurisdicción voluntaria". Más, en la actualidad, dicha concepción, sostenida entre otros por Carnelutti y Massari, ya ha sido superada". "Considerar hoy la jurisdicción —dice Calamandrei— como una simple definición de controversias, me parece que es empequeñecer su finalidad. La función jurisdiccional, en efecto, es una integración y una prosecución de la función legislativa", función en la que el Estado expresa su voluntad en forma abstracta y general, correspondiendo a los jueces y magistrados, aplicarla a casos concretos, no por la voluntad de las partes, sino por la voluntad de un ente colectivo que está por encima de gobernantes y gobernados. No es otra la esencia del Estado de Derecho. (10) Este es concebido corno potestad que el Estado ejerce en todas sus diversas manifestaciones, to- mando como base la particular calidad de sus destinatarios, incapaces destinados a ser capaces y tendiendo a que la instrumentación posibilite su formación integral. La legislación autónoma que regula todo lo atinente a la persona e intereses del menor instituye el patronato de menores, integrados por los jueces nacionales, estaduales, provinciales, departamentales o distritales, según se trate de países de régimen federal o unitario de gobierno y singularmente en Latinoamérica y en los EE.UU. de Norteamérica. El patronato judicial de menores en s u ; acepción semántico y conceptual, se refiere al: ejercicio de éste por los jueces, con intervención del Ministerio Público, para atender l a j (8) Ley de Organización Judicial de la República de Bolivia, art. 21. Ver Bluske de Ayala, Gloria, Derecho de Menores, La Paz, Bolivia, 1975, pág. 56. (9) Ley Orgánica del Estado, España, art. 31. Ver Mendizábal Oses, Luis, Introducción al Derecho Procesal de Menores, Madrid, 1973, págs. 15 y 17. (10) Sajón, Rafael: Nuevo Derecho de Menores, Editorial Humanitas, 1967; Introducción al Derectt Procesal de Menores y Nueva Teoría del Derecho ProJ ceso! de Menores, Montevideo, Uruguay, 1972. Confir ma: Bluske de Ayala, Gloria, Derecho de Menores, F Paz, Bolivia, 1975. salud, la educación, la protección integral del menor y en las situaciones de orfandad, de abandono, de privación, de suspensión de la patria potestad. C. Sistema mixto. Patronato Judicial Administrativo de Menores. Hemos señalado que en el ejercicio del Derecho de Patronato de Menores, el Estado asiste y tutela a los menores a través de los organismos jurisdiccionales comunes o especiales y de los organismos administrativos de protección de meno- res. (u) 02) En algunos países el derecho de patronato de menores se ejerce a través de organismos administrativos de protección de menores en concurrencia con los organismos jurisdiccionales de naturaleza judicial. Verbigracia: En el Distrito Federal de México, el Consejo Tutelar de Menores dependientes del Ministerio de Gobierno asume concurrentemente con el DIF y los organismos judiciales competentes, el Patronato de Estado de Menores. En muchos Estados de México se ejerce el patronato de menores confor- me a Códigos de Menores y a su propia organización judicial y administrativa, por los Tribunales de Menores, el Ministerio Público y los organismos administrativos de protección de menores. Se debe señalar el sistema que seguía Bolivia, en que el Estado ejercía el Derecho de Patronato de Menores a través de organismos administrativos, la Junta Nacional de Desarrollo Social, por intermedio de la Dirección Nacional Ejecutiva del Menor (DÍÑAME), que dependía directamente de la Presidencia de la República y como organismo jurisdiccional el Tribunal Tutelar de Menores, de carácter colegiado (integrado por un Presidente abogado y los vocales: médico, psiquiatra, pedagogo o trabajador social). Este sistema se caracteriza por la primacía de lo administrativo sobre lo jurisdiccional, porque además de ser designados sus miembros por la Presidencia de la Junta y en caso de conflicto jurisdiccional entre dos o más Tribunales Tutelares de Menores, debía consultarse al DÍÑAME, a los efectos de resolver el conflicto jurisdiccional. Los Tribunales tenían amplia competencia de índole familiar, civil, penal y laboral, relacionada con la minoridad. Se debe señalar que en la Argentina el Patronato de Menores a nivel nacional, se ejerce por los jueces nacionales, con la concurrencia del Ministerio Público de Menores (art. 59 C.C.) y las leyes 23264/85 que modifica el régimen sobre patria potestad, 22278/80 y 22803/83 sobre menores incursos en hechos delictuosos. (11) Sajón, Rafael, op. cit.. Curso Intensivo sobre Menores, Córdoba, 1967, T. 1, pág. 19. (12) Córdoba, Eduardo R., Derecho de Menores, Marcos Lcrner Edit. Córdoba, Prov. de Córdoba, pág. 85. Existe doctrina contradictoria sobre la concurrencia de la Secretaría de Desarrollo Humano y Familia a través de la Dirección Nacional de Protección de Menores y la Familia. En cambio, a nivel provincial, Buenos Aires, Córdoba, la ley 4873 y sus reformas establece: "Que el Patronato será ejercido por el Juez de Menores, teniendo como órgano de colaboración y ejecución al Consejo de Protección al Menor" (arts. 1,18, 23, 24). Sin perjuicio de analizar más adelante el desarrollo histórico del Derecho de Patronato de menores en la legislación argentina positiva y vigente y la jurisprudencia a su respecto, debemos resaltar que a nivel latinoamericano y europeo, los organismos que constituyen el Patronato de Menores se encuentran legalmente integrados por organismos jurisdiccionales o por organismos administrativos o por concurrencia de ambos y atento la Constitución Política y los ordenamientos especiales normativos jurídicos sobre la materia que determinen cómo se realiza la actividad de patronato, tutela, desde la más importante hasta la de menor significación aparente y debiendo reiterar que el Patronato de Estado importa la satisfacción por la autoridad estatal de su deber de protección de los sectores más débiles de la sociedad y que la tutela al menor abandonado, incurso en hechos delictuosos, en situación de peligro, víctima de delitos, privación y suspensión de la patria potestad o autori- dad parenta!, es misión irrenunciable del Estado, en cuyo ejercicio deben implementarse los medios necesarios para integrar al menor carenciado en un ordenamiento social más justo (i3). Un autor venezolano tituló a su obra, desde esta perspectiva: "El Menor en el Mundo de su Ley". (14) IV. Legislación nacional, doctrina y jurisprudencia sobre Patronato de Menores. A. Desarrollo Histórico. En nuestro país, la República Argentina, se deben distinguir con relación a este instituto jurídico, el Patronato de Estado de Menores, ler. Período Histórico Colonial, en que el Patronato lo. ejerce el Virrey, la audiencia, y especialmente el Cabildo a través de un funcionario que defiende a los incapaces, niños huérfanos, viudas e indigentes y las órdenes religiosas que constituyen patronatos de naturaleza muy especial, el Asilo de Huérfanos, y otros, sin perjuicio del amplísimo derecho que tenían los padres sobre sus hijos y su mujer y con grandes poderes de co- rrección sobre éstos; 2do. Período Intermedio, que comienza con las leyes de Martín Rodríguez, Gobernador de Buenos Aires y su Minis(13) D'Antonio, Daniel H., Derecho de Menores, 2da. Edición, Rubinzal-Culzon Editores, Santa Fe, República Argentina, 15/12/80, pág. 182. (14) Abouhamad Hobaica, Chibly, El Menor en el Mundo de su Ley, Gaceta Legal, Ramírez y Gara y S.A., Caracas, Venezuela, diciembre 1970. tro de Gobierno, Bernardino Rivadavia, que suprime los cabildos, y en alguna medida estos poderes de patronado se trasladan a un organismo que hoy caracterizaríamos como de naturaleza mixta, la Sociedad de Damas de Beneficencia, fundada por Rivadavia, era una institución de esta naturaleza y que es la que se hace cargo de los establecimientos que asilan menores, ancianos y desvalidos. Se ha sostenido que la Sociedad de Beneficencia, era una institución de carácter público y que en alguna medida ejercía el derecho de patronato sobre menores. Se ha debatido ampliamente en la doctrina y jurisprudencia argentina sobre la naturaleza jurídica de esta entidad y sobre su carácter público o privado. Nuestra opinión es que era un organismo mixto, al igual que las Fundaciones de Bienestar Social, de origen público, tienen mucha semejanza con la FUNABEM (Fundación Nacional de Bienestar del Menor, Brasil), que concurre en una acción conjunta con el Ministerio de Previsión Social del Gobierno Federal del Brasil, en señalar la política de protección de menores a nivel nacional y realiza también funciones de patronato de menores como auxiliar de los Tribunales de Menores, que tienen el ejercicio eminente del Patronato del Estado sobre Menores. La ley de creación y modificaciones de la FUNABEM y de los distintos FEBEM (Fundaciones Estaduales de Bienestar de Menores) y actual Código de Menores del Brasil (diciembre de 1979), confirman esta tesis. ( 15 ) Sin embargo la doctrina prevaleciente en nuestro país sustentada por las autoridades administrativas y judiciales es de que la Sociedad de Beneficencia era una entidad de carácter público. El carácter público de dicha entidad fue sostenido por el Procurador General Dr. Julio Boteten un dictamen del 21 de diciembre de 1908, donde dice, entre otros conceptos: "La Sociedad de Beneficencia es una repartición de la administración pública, instituida y consagrada a llenar dos objetos primordiales, que la tradición ha confirmado y que la ley ha puesto bajo la éjida de V.E. (inc. 16 del art. 9 de la Ley 3727). Administra con toda autonomía, aún cuando dentro de las reglas de contabilidad que gobiernan la inversión de los dineros públicos, los fondos del tesoro de la Nación que la ley destina a los fines de la beneficencia pública" (Dictámenes en lo administrativo de los Procuradores Generales de la Nación Argentina, Buenos Aires, 1948, T. IX, p. 549. Tal interpretación fue pacíficamente aceptada, a tal punto, que la Sociedad de Beneficencia reproducía alguno de sus párrafos en las memorias anuales. Más adelante, la ley 13341 del año 1948, dio (15) Cavalieri, Alyrio, Direito do Menor, Biblioteca Jurídica Freitas Bastos S.A., Río de Janeiro, 1976. por terminada esa administración (16) de los establecimientos estaduales y creó la Dirección Nacional de Asistencia Social a la que pasaron sus institutos. La Dirección de Menores integró dicha Dirección Nacional. Como sostienen algunos autores, la historia moderna del organismo proteccional nace recién con el decreto-ley 5285/57 que crea el Consejo Nacional de Meno- res, el que conforme al decreto-ley 5286/57 concurrirá con los jueces criminales en el ejercicio del Patronato del Estado Nacional. En el período intermedio aparece desfigurada la figura del Defensor de Menores y Asesor de Menores durante el Gobierno del Gral. Viamonte, que desaparece durante el Gobierno de Rosas. Ser. Período Constitucional, se sanciona la Constitución de 1853, se adhieren en 1860 el Gobierno de Buenos Aires y comienza el proceso institucional que culmina con la sanción del Código Civil en 1871, donde se regula a nivel nacional el papel del Asesor de Menores y del Ministerio Público Pupilar (art. 59 y concordantes) y se dicta la ley 1893 del año 1886 (Ley de Organización de los Tribunales de la Capital Federal. De los Defensores y Asesores de Menores e Incapaces. El art. 128 de dicha ley establece: "La guardia y protección oficial de las personas e intereses de los menores e incapaces, en los casos previstos por las leyes, estarán a cargo de los defensores y asesores letrados que en esta ley se establecen". El art. 128 de esta ley establece: La guardia y protección oficial de las personas e intereses de los menores e incapaces, en los casos previstos por las leyes estarán a cargo de los defensores y asesores letrados que en esta ley se establecen. El art. 129 dice: Los defensores tendrán las siguientes atribuciones: 1°) Cuidar de los menores huérfanos o abandonados por los padres, tutores o encargados, tratar de colocarlos convenientemente de modo que sean educados o se les dé algún oficio o profesión que les proporcione medios de vivir. 2°) En caso de tener bienes, tomarán las medidas necesarias para su seguridad y para que se les provea de tutores. 3°) Atender las quejas que se les llevasen por malos tratamientos a menores, dados por los padres, parientes o encargados, y dar cuenta a los asesores letrados para que, en el caso que corresponda, elevar la queja a los jueces del poder en que se encuentren cuando no estén en el de los padres para colocarlos en mejores condiciones, o procediendo como se considere más prudente. (16) Borzone, Graciela y Lomuto, Alfredo, Manual de Asistencia y Legislación de Menores, Editorial Eudeba, Set. 1983, pág. 16. 4°) Imponer penas de reclusión condicional con intervención judicial en las casas destinadas al objeto, a los menores que observasen mala conducta. Esas reclusiones no podrán exceder de un mes. 5°) Inspeccionar los establecimientos de beneficencia y caridad e imponerse del tratamiento y educación que se les da a los menores dando cuenta a quien corresponda de los abusos o defectos que notaren. 6°) Hacer arreglos extrajudiciales con los padres sobre prestación de alimentos a sus hijos naturales, y. con los tutores y curadores sobre las personas y derechos de los incapaces. 7°) Ejercer todos los demás actos que fueren del caso para la protección de los menores, como lo haría un buen padre de familia. Esta ley 1893/86 reviste singular valor, no sólo histórico, sino como antecedente legal, para los que sostienen la vigencia de las atribuciones que confería ésta a los Defensores de Meno- res, que son absorbidas de acuerdo a lo dispuesto en la ley 15.244 por el Consejo Nacional de Protección de Menores, el Servicio Nacional del Menor (ley 18120) y luego por la Subsecretaría del Menor (ley 20419) dependiente primero del Ministerio de Bienestar Social, posteriormente del Ministerio de Acción Social y actualmente por la Secretaría de Desarrollo Humano y Familia, dependiente del Ministerio de Salud y Acción Social, a partir de noviembre de 1983 y conforme a las leyes de Ministerios. Esta doctrina no es aceptada pacíficamente, pues se sostiene que el Decreto-Ley 5286/57 derogó los arts. 128,129 y subsiguientes. Orgánica y sistemáticamente el Patronato de Estado se regula por la ley 10903 del Patronato de Menores, siendo su autor el Dr. Luis Agote y sancionada el 21 de octubre de 1919. Es interesante señalar la opinión del miembro informante en la Cámara de Senadores, Sr. Roca, que es de palpitante actualidad, para justificar la institución del Patronato del Estado Nacional o Provincial y su ejercicio, cuando expresa: " . . . Basta enunciar, señor Presidente, que la cifra de 15.000 niños que acusan las estadísticas, abandonados por sus padres y explotados por ellos o víctimas de la lacra de la criminalidad precoz, para darse cuenta de la importancia, de la urgencia, del problema que tiene que resolver el Congreso de la Nación. Y añado estos dos conceptos de especial trascendencia. Para sustituir la autoridad de los padres en los casos que la pierden, se estatuye en esta ley el Patronato del Estado Nacional o Provincial, según los casos y su ejercicio . . ." ( 17 ) El art. 14 de la ley 10903 establece: "El Pa- tronato del Estado Nacional se ejercerá por mecí 7) Anales de Legislación Argentina, Complemento Años 1889/1919, Editorial La Ley, Buenos Aires, 1954, pág. 1095. dio de los jueces nacionales o provinciales, con la concurrencia del ministerio público de meno- res. Ese patronato se ejercerá atendiendo a la salud, seguridad, educación moral e intelectual del menor, proveyendo a su tutela sin perjuicio de lo prescripto en los arts. 390 y 391 del Código Civil". Las características preponderantes de esta ley es de que la misma, 1° institucionaliza el patronato del Estado; 2° lo reconoce como propio del Estado Nacional y los Estados Provinciales; 3° establece sus fines: atender la salud, seguri- dad, educación moral e intelectual de los menores; 4° establece su ejercicio por medio de los jueces nacionales o provinciales, con concurrencia del Ministerio Público. Esta ley hasta su reforma en el año 1957estatuye un Patronato de Menores Judicial a nivel nacional. B. Estado actual de la legislación. El Decre- to-Ley 5286 del 20 de mayo de 1957, modifica disposiciones legales sobre menores: defensoría, patronato, adopción, régimen penal (Leyes 1893,10903,13252 y 14394). Modifica la ley 1893, derogando los arts. 128, 129, 130,131,132,133 y 135, referente a los Defensores de Menores que desaparecen de nuestro régimen legal nacional. Sin embargo es aún motivo de discusiones doctrinarias, como se ha señalado ut-supra, si las funciones que éstos desempeñaban fueron absorbidas, primero por el Consejo Nacional de Menores, Decrero Ley 5285/57, y luego por el Consejo Nacional de Protección de Menores, Ley 15244/59, y posteriormente por el Ministerio de Bienestar Social, Ministerio de Acción Social, hoy Ministerio de Salud y Acción Social y a través de la Secretaría de Desarrollo Humano y Familia, Dirección Nacional del Menores y la Familia, por imperio de las leyes- modificatorias 15244, 18120, 20419 y las respectivas leyes de Organización de Ministerios. Lo más importante de la ley 5286/57, es que modifica el art. 4 de la ley 10903, al establecer en el art. 3 "El Patronato del Estado Nacional o Provincial se ejercerá por medio de los jueces nacionales o provinciales con concurrencia del Consejo Nacional del Menor y del Ministerio Público de Menores, en jurisdicción nacional y de este último en jurisdicción provincial o de ambos, en las provincias que se acojan a los beneficios del Decreto-Ley". "Ese Patronato, se ejercerá atendiendo a la salud, seguridad, educación moral e intelectual del menor proveyendo a su tutela sin perjuicio de los arts. 390 y 391 del Código Civil". Este Decreto-Ley modifica igualmente los arts. 136, 137 y 139, correspondientes a los Asesores de Menores, quedando redactado el Art. 137: "Corresponde a los asesores de menores e incapaces intervenir en todo asunto judicial que intereses a la persona o bienes de los menores de edad, dementes y demás incapaces y entablar en su defensa las acciones y recursos necesarios, sea directa o juntamente con los representantes de los incapaces". La ley recientemente sancionada, 23264; 85, que modifica la Patria Potestad y suprime instrumentalmente (art. 241) las diferencias entre hijos matrimoniales, extramatrimoniales y adoptados plenos y trata de enrolarse confusamente en la tendencia legislativa más avanzada de la filiación única (art. 3593 C. Civil), no altera el sistema del Patronato del Estado que será ejercido por los órganos del Estado Nacional y Provincial eminentemente por los jueces nacionales o provinciales. Con referencia a la filiación, la ley 23264, sancionada el 25 de setiembre de 1985, dice: Art. 240. La filiación puede tener lugar por naturaleza o por adopción. La filiación por naturaleza puede ser matrimonial o extramatrimonial y la extramatrimonial, así como la adoptiva plena, surten los mismos efectos conforme a las disposiciones de este código. Art. 241: El Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas expedirá únicamente certificados de nacimiento que sean redactados en forma que no resulte de ellos si la persona ha sido concebida durante el matrimonio o ha sido adoptada plenamente. Consideramos que los arts. 240 y 241 de la ley 23264 adolecen de graves defectos de técnica jurídica y lingüística y desfigura el instituto de la filiación única. Se han transcripto sin mayores comentarios, porque rebasan los límites trazados en el desarrollo del Patronato. A nivel nacional debemos armonizar la legislación civil con la legislación especial de protección de menores, leyes 22278 y modificatoria, ley 22803/83, y en todo lo referente al Derecho de Patronato de Menores. Cabría una distinción con referencia a menores de 16 años, 18 años y a los menores adultos de 18 a 21 años. Con referencia a los menores incursos en" hechos delictuosos en el organismo jurisdiccional, los jueces de instrucción, de sentencia, en lo correccional de menores, y en grado de apelaciones la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional en lo Nacional, son los que ejercen el Patronato de Menores, que es esencialmente judicial. El Reglamento para la Jurisdicción en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal en su Capítulo VIII, que regula la aplicación de las leyes de menores, establece en el art. 170 que "Los tribunales para el Juzgamiento y el Patronato de los Menores comprendido en las leyes 10903, 14394 y 22803, estarán integrados por los siguientes organismos judiciales y asistenciales: 1) La Cámara, en su carácter de Tribunal de Alzada y de Superintendencia. 2) El Presidente de la Cámara con las facultades acordadas por el art. 5. 3) La Secretaría de Superintendencia con las funciones pertinentes. 4) Los Juzgados de Primera Instancia que designe el Tribunal para que entiendan exclusivamente en sus respectivas jurisdicciones, en los procesos en que se acusen de delitos a menores de 18 años de edad, o a menores que no hayan cumplido 18 años. 5) Las Fiscalías de Primera Instancia y las Defensorías de 'Pobres, Incapaces y Ausentes de los Criminal y Correccional que con sujeción a las reglas de turnos generales, deberán actuar ante los juzgados especializados en la aplicación de las leyes de menores. 6) Un cuerpo de Delegados de Inspectores para la vigilancia de los menores de cuya tenencia hubieran dispuesto los jueces, dejándolos en poder de sus padres o guardadores; cada juzgado tendrá como adscriptos a un número mínimo de delegados inspectores que fijará el Presidente del Tribunal. 7) Los servicios que presten gratuita u onerosamente las instituciones públicas o privadas dedicadas a la protección o educación de los menores. C. Legislación Provincial. No existe mayor discrepancia sobre el Derecho de Patronato de Menores en las Provincias que han sancionado una legislación especial sobre menores y en cuanto a la organización judicial y administrativa que canaliza el ejercicio del Derecho de Patronato de Menores, Leyes 4664, 4547, 6661 y leyes de Organización de Ministerios, Provincia de Buenos Aires; Leyes 2842, 3460 y 3461, Código de Defensa del Niño, Santa Fe; ley 2902, Corrientes; ley 1156, San Juan; ley 399, Formosa. La Ley 4873 y sus reformas, de Córdoba, establece: que el Patronato será ejercido por el Juez de Menores, teniendo como órgano de colaboración y ejecución al Consejo de Protección al Menor (arts. 1, 18, 23 y 24). Es decir que el Juez de Menores es el único titular del Patronato. El Consejo actúa bajo la jurisdicción del Juez de Menores, siempre que no se trate de actos de simple policía y asistencia y le corresponde la organización y ejecución de la política proteccional de la minoridad, conforme a las disposiciones legales vigentes y principios generales del Derecho de Menores (art. 19 y concordantes). Confirma el Dr. Eduardo R. Córdoba (18). Ver también opiniones similares de los Dres. José I. Cafferata, Pedro León j Feit, y Roberto Boque Miró, siguiendo el criterio doctrinario del Dr. Belluscio, cuando analizan el alcance de la legislación nacional (ley 5285/57). (18) Córdoba, Eduardo R., Derecho de Menores,', : ob. cit., pág. 88. La ley 1304 de Mendoza, intitulada "Patronato de Menores y Tribunal para Menores", establece los órganos y procedimientos necesarios para ejercer el citado patronato confiado al Estado Provincial. El Derecho de Patronato de las Provincias, emana de la Constitución Nacional (art. 67 inc. 11 y 11 bis, 104 y 105) y de las propias Constituciones Provinciales, y la potestad que éstas tienen de determinar quién ejerce el Patronato de Menores en territorios de sus respectivas provincias. D. Jurisprudencia. 1. Patronato de menores. La ley 1304 de Mendoza, intitulada "Patronato de menores y tribunal para menores", no tiene otra finalidad que la de establecer los órganos y procedimientos necesarios para ejercer el citado patronato que confía al Estado Provincia SC Mendoza, Sala I, abril 6-965. La Ley, 1191002(12455-8). Santa Fe, Ley 2804. El Asesor de Menores no puede actuar al mismo tiempo como fiscal y como defensor, no sólo porque el ejercicio simultáneo e indiferenciado de ambas funciones vulnera la garantía constitucional de la defensa en juicio, sino además porque el sistema legal que lo permitía quedó derogado, precisamente, al crearse el cargo de Asesor de Menores (CCiv. Santa Fe, Sala I, febrero 16-976. La Ley 1977 1-689(34-357-8). La internación de menores es el último de los recursos judiciales y debe evitarse mientras exista otra solución aceptable. (CNCiv., Sala B, diciembre 19-967. La ley 129-989 (16-426S) - Ver Digesto Jurídico I, p. 727. El órgano administrativo, a quien está encomendado el ejercicio del patronato de la minoridad, puede tomar medidas cautelares disponiendo la colocación de un menor en lugar adecuado, aun contra la voluntad de los padres si median indicios vehementes de grave peligro moral. (CNCrim. y Correcc., noviembre 20-964. La Ley 117402; J.A.,^65-1-155). 2. Naturaleza jurídica del Patronato del Estado. La Patria Potestad tiene el carácter de derecho natural. El patronato del Estado sobre los menores es siempre supletorio para afianzar y no para suplantar los vínculos de la naturaleza (C. Penal, Santa Fe, Sala III, octubre 29-982, ED 104463). 3. Patronato de Menores. Poderes del Estado y la Patria Potestad. La Corte Suprema de la Nación ha establecido que: "Todo padre y toda madre tienen deber y derecho de velar por sus hijos menores, si no han sido inhabilitados a ese efecto, y desconocerlo podría configurar un grave factor de perturbación moral y social, con riesgo de que una eventual concepción totalitaria asignara al Estado la función que la naturaleza ha conferido a los progenitores". "La cuestión planteada en la causa donde se ha denegado la entrega de los hijos menores a su padre, radicado en el extranjero, involucra a la garantía constitucional de la protección a la familia, de la cual forman parte aquellos, y a la cual cual se los priva de integrarse, aparte de estar en juego el derecho paterno de crianza y educación de los hijos, que goza de raigambre en la ley natural y debe reputarse reconocido y garantizado implícitamente en el art. 33 de la Constitución". "Los derechos paternos que tienen fundamento constitucional, bien que no son absolutos, han de resguardarse celosamente en su vigencia real y efectiva y limitarse en su ejercicio únicamente sí hay causales acreditadas, sin someterse al riesgo de un cercenamiento sobre la base de motivaciones subjetivas de las autoridades o extrañas a la normativa pertinente, porque de ocurrir ésto se suscitarían inhabilitaciones o penas sin previa probanza de causas jurídicamente justificadas, con violación de principios consagrados en el art. 18 y la 2da. parte del art. 19 de la Constitución". "Es descalificable como acto jurisdiccional válido el fallo denegatorio de la entrega de los hijos menores a su padre radicado en el exterior, si el a-quo no ha sostenido que en la especie se haya tipificado ninguna de las causales de pérdida de la patria potestad, ni de su ejercicio, ni de la suspensión de éste conforme a los arts. 307 a 309 del Código Civil, y tampoco ha dado por acreditado alguna de las hipótesis, o aplicado sanciones al progenitor de las previstas en la ley 4664 (arts. 8 y 24) de la Provincia de Buenos Aires". (El Derecho, T. 106, págs. 662/ 863). 4. Ministerio de Menores e Incapaces. La intervención procesal del Ministerio Público pu- pilar en el marco del art. 59 del Código Civil, es integrativo y no sustitutiva de los padres o tutores especiales, este último supuesto en caso de colisión de intereses con aquellos (conf. art. 61 Cod. citado). (CNCiv., Sala F, noviembre 22982, ED 104-582). De ningún modo puede sostenerse que la actuación del asesor de menores en ambas instancias suple la de! representante necesario que para cada incapaz tiene previsto la ley, toda vez que no se trata de una actuación sucesiva o indistinta sino conjunta de ambos (CNCiv., Sala F, noviembre 22-982, ED 104-527). 5. Investigación. Ni el usufructo legal ni la facultad de administrar que los arts. 287 y 293 del Cód. Civil acuerdan a los padres, excluyen la intervención del ministerio de menores y el contralor de los jueces, cuando se trata de disponer d¿ ¡os fondos de propiedad de los hijos (Cámaras Civiles en Pleno, octubre 9-983, Barlet, Esteban; L.L' 14-1080; J.A., 43-1141, Rev. El Dere- cho, Rep. General 52-57, p. 769 in fine). 6. Recurso de apelación. El asesor de meno- res de Cámara está habilitado para desistir —expresa o tácitamente— de los recursos interpuestos por los asesores de menores que actúan ante los jueces de primera instancia (CNCiv, en pleno, setiembre 3-951, Casa Escasani S.A. c. Escasany, Manuel, Suc. L.L. 64433; J,A. 1951IV-97; GF, 203-216; Rev. El Derecho, Repertorio 52-57, pág. 770. Recurso de Apelación). 7. Tutela del Estado. La tutela que el art. 8 de la ley 10903 atribuye a la Dirección General de la Minoridad y la Familia, se adquiere por ese organismo de pleno derecho, sin necesidad de previa designación judicial ni discernimiento de la tutela por el juez (CNCiv., Sala D, setiembre 24-1971; ED 40454). No es menester una sentencia judicial para que la Dirección General de la Minoridad y la familia ejerza la tutela de los menores confiados a establecimientos de beneficencia. Tal tutela- le es atribuida por ministerio de la ley (art. 8, ley 10903) en forma imperativa y se produce, ipso jure, sin necesidad de convalidación judicial (CNCiv., Sala D, setiembre 241971), ED 40454), La atribución automática de la tutela a la Dirección General de la Minoridad y la Familia, sin intervención judicial (art. 8 ley 10903), no vulnera principios legales o constitucionales (CNCiv., Sala D, setiembre 24-971, ED 40-454). E. Doctrina. La discusión doctrinal, tanto a nivel nacional como provincial, radica en que pudiendo el ejercicio del Derecho de Patronato de Menores afectar principios, derechos y garantías que consagra la Constitución Nacional con respecto a las personas y la familia, los órganos públicos encargados de su ejercicio, no pueden ser otros que los que resultan explícitamente de la ley, en la esfera del Poder Judicial a nivel nacional como provincial, organismos jurisdiccionales, jueces, tribunales de menores, de familia, en concurrencia o no de los organismos administrativos competentes, que podrán limitarse a realizar funciones de cooperación auxiliares y de ejecución de las decisiones emanadas del juez. La fórmula adoptada en las IV Jornadas Científicas de la Magistratura Argentina, celebradas en Mar del Plata del 11 al 13 de setiembre de 1980, la Comisión sobre el tema "Minoridad" llegó a la siguiente conclusión en materia de Patronato: "El Patronato de Menores deberá ser concebido como potestad que el Estado ejercerá en todas sus diversas manifestaciones, tomando como base la particularidad de sus destinatarios, incapaces destinados a ser capaces, y tendiendo a que la instrumentación posibilite su formación integral. La legislación autónoma que deberá dictarse como consecuencia del ejercicio del Patronato de Menores, será formulada a partir de la finalidad tutelar prevalente respecto de menores. (19) Se debe señalar que la ley 23264/85 modifica el Código Civil y el art. 13 de la ley 10903 y lo más significativo es que el título III introduce una denominación genérica "De la autoridad de los padres", recogiendo semántica y con- ceptualmente la acepción francesa de la autoridad parental, que supera la locución "Patria Potestad" (Puisance Paternelle), la que es más limitativa y potestativa. Conforme a ello el art. 310 del Código Civil y 13 de la ley 10903 quedan modificados en la forma que se transcribe: Art. 310 - C.C.: Perdida la autoridad por uno de los progenitores, o suspendido uno de ellos en su ejercicio, continuará ejerciéndola el otro. En su defecto, y no dándose el caso de tutela legal por pariente consanguíneo idóneo, en orden de grado excluyente, tos menores quedarán bajo el patronato del Estado Nacional o Provincial. Art. 13 ley 10903: La privación de la autoridad o la suspensión de su ejercicio, no importan liberar a los padres de las obligaciones impuestas por los arts. 265, 267 y 268 si no fueran indigentes. La novedad de la ley 23264/85 reside en que elimina la clasificación establecida por la ley 10903, que importó en su época, año 1919, el mayor avance en la legislación americana y europea, extendiendo el Patronato del Estado, en materia de menores, y a través del organismo jurisdiccional competente, los jueces en el orden nacional y provincial con la concurrencia del Ministerio Público de Menores, de sancionar con la pérdida de la patria potestad, del ejercicio o ia suspensión, a los padres y por las causales establecidas en la propia ley. Lo fundamental es que la pérdida de la patria potestad era irrevocable (art. 12 ley 10903). Conforme a la ley 23264/85, arts. 307/310, se reestructúrala clasificación anterior y sus efectos jurídicos, se elimina la pérdida de la patria potestad y se utiliza la palabra "privación" (art. 307), pero la "privación de la autoridad de los padres" es revocable por los jueces (art. 308). En igual sentido la ley 23264 sustituye el art. 7 de la ley 22278 por el siguiente: "Respecto de los padres, tutores o guardadores de los menores a que se refieren los arts. 1° y 2° el juez podrá declarar la privación de la patria potestad o la suspensión o la privación de la tutela o guarda, según correspondiere". Opino que habrán de armonizarse las disposiciones de la ley 10903 modificada por el Decreto Ley 5286/57, ley 17711, ley 22278, ley 22803 y en lo que no han sido derogadas expresamente por la ley 23264/85 y en todo lo que se refiere al ejercicio del Dqrecho de Patronato (19) D'Antonio, Daniel H., Derecho de Menores, op. cit., pág. 181. de Menores, especialmente con referencia a los arts. 4 y concordantes de la ley 10903 modificado por Decreto. Ley 5286/57, art. 309 in fine yart. 310 ley 23264/85. Deberá ser revisada la jurisprudencia en cuanto al ejercicio del Derecho de Patronato y atento las nuevas disposiciones legales contenidas en la ley 23264/85, señalando la mayor o menor amplitud de acción de los organismos administrativos a nivel nacional y provincial y conforme a los poderes y atribuiciones del Estado Federal y las Provincias dentro del orden general normativo-jurídico-constitucional y las leyes nacionales y provinciales a su respecto. Deberá primar en esta materia un criterio que mantenga "el equilibrio de poderes", impidiendo una invasión total del Poder Judicial en el ejercicio del patronato de Menores y sobre todo en aspectos propios del Poder Administrador (el Poder Ejecutivo), a través de sus organismos específicos de protección de menores, pero con el alcance señalado por el Dr. Belluscio y otros distinguidos juristas al interpretar el art. 4 del Decreto Ley 5286/57, para sumar esfuerzos en la noble tarea de la protección integral de la minoridad. V. Epítome. Pareciera ser opinión preponderante que con el régimen actual el Patronato de Estado de Menores a nivel nacional, lo ejercen los jueces, es decir, el organismo jurisdiccional. A éstos corresponde, la privación, la suspensión de la patria potestad, resolver sobre la tenencia de los hijos cuando se suscitan conflictos entre los padres y en caso de abandono, por poner en peligro la seguridad, la salud física o psíquica o en otra situación de las contempladas en la ley 23264/85 y con respecto a menores incursos en hechos delictuosos, leyes 22278 y su modificatoria, 22803/83, en concurrencia con el Ministerio Público de Menores, y actuando como auxiliares y colaboradores los organismos administrativos en funciones de cooperación; cuando el organismo jurisdiccional dispone del menor y ordena su internación da intervención: a la Dirección Nacional de Protección del Menor y la familia, dependiente de la Secretaría de Desarrollo Humano y la Familia, Ministerio de Salud Pública y Acción Social, para la internación u otra medida cautelar; a organismos dependientes de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires —Secretaría de Gobierno— Subsecretaría de Acción Social (jardines maternales —CAÍ), o a organismos dependientes del Ministerio del Interior: Policía Federal (Comisaría de Menores, Cuerpo Judicial) y Penitenciaría Nacional (establecimientos especiales o secciones especiales del establecimiento para adultos), sin perjuicio de las funciones asignadas por leyes generales o especiales. Fallos de la Cámara Nacional en lo Civil de la Capital Federal se han pronunciado sobre la doctrina del ejercicio de la tutela del Estado, en favor del organismo administrativo de protección de menores, sin necesidad de intervención judicial (ver fallo registrado en Repertorio El Derecho N° 6, T. 4045, pág. 824, ED 40453. Sin embargo esta doctrina no se compadece con la actual ley 23264/85 en su art. 9 in fine, que dice " . . . la suspensión será resuelta con audiencia de los padres, de acuerdo a las circunstancias del caso ..." La ley ajustadamente no ha definido el Patronato de Estado, el Patronato de Menores, y se refiere a sus caracteres y aspectos funcionales, quiénes ejercen el Patronato del Estado, por lo que es necesario hacer concordar e integrar las disposiciones de la Ley 10903, Decreto-Ley 5286/57, con las leyes 22278 y su modificatoria, 22803 y la reciente ley 23264/85. Se concilian las actividades propias del Patronato de Estado en materia de minoridad y las funciones que a cada organismo de Estado le corresponde realizar. Es que resulta esencial, como expresa el Dr. D'Antonio, que los componentes de cada uno de los sectores integrantes del Patronato de Menores tenga plena conciencia de lo que representa su actividad y de que con ella suma esfuerzos a la tarea de protección integral a la minoridad. ( 20 ) Expresan certeramente Pedro León Feit, Roberto Boque Miró y Eduardo R. Córdoba, citan- do a Belluscio, analizando el art. 4 de la ley 10903, modificado por el Decreto Ley 5286/ 57 que "concurrencia" significa, entre otras cosas, "cooperación", "colaboración" o "ayuda", etc. Así, por ejemplo, hay autores que hablan de los "organismos administrativos que cooperan en el 'ejercicio del patronato' ". Y para no dejar lugar a dudas sostienen que en una búsqueda realizada en los diversos repertorios de jurisprudencia, no han encontrado "ningún pronuncimiento que contradiga lo que se viene desarrollando". (21) ( 22 ) Esta afirmación se ha hecho antes de la sanción de la ley 23264/85. La Corte Suprema de Justicia de la Nación ha declarado "Es regla en la interpretación de las leyes dar pleno efecto a la intención del legislador, computando la totalidad de sus preceptos de manera que se compadezcan con el ordenamiento jurídico restante y con los principios y garantías de la Constitución Nacional, propósito que no puede ser obviado por los jueces con motivo de las posibles imperfecciones técnicas de su instrumentación legal, toda (20) D'Antonio, Daniel H., Derecho de Menores, op. cit., pág. 182. (21) Feit, Pedro L. y Boque Miró, Roberto, Obser- vaciones Generales al Anteproyecto de Reformas de la Ley 4873, Dictamen año 1972, Prov. de Córdoba. (22) Córdoba, Eduardo R., Derecho de Menores, op. cit., pág. 86. vez que ellos, como servidores del derecho para la realización de la justicia, no deben prescindir de la ratio legis". (Com. 167, junio 4-1985, Ei Derecho, Buenos Aires, 6-9-85). PLAN AUSTRAL*. 1. Introducción. El 14 de junio de 1985 el Poder Ejecutivo Nacional dictó el Decreto 1096 que ha dado lugar a encontronadas interpretaciones. Dicha norma se integra con los Dtos. 1309, 1566, 1567, 1568 y 1725 y demás resoluciones de organismos públicos. Debemos ubicar el Decreto 1096 en el cua- dro de una estrategia antiinflacionaria, singularmente frontal, que se inserta en una profunda reforma económica que aspira a revertir una tendencia declinante que, con altibajos, atormenta » nuestro país desde hace medio siglo. En los considerandos del D. 1096/85 se indica la interrelación existente entre un contenido y dos determinaciones coetáneas: el congelamiento de precios y salarios, y la adopción de drásticas medidas ordenadas a la eliminación del déficit fiscal. Una reforma tributaria de significación, oí fomento de las inversiones externas y el establecimiento de un régimen de ahorro forzoso integran, junto a la privatización de em- presas en manos del Estado y demás temperamentos, la reforma económica en la que cabe emplazar a la monetaria, instrumentada mediante el Decreto en estudio. Si bien es cierto que algún iniciado en los secretos de palacio podía intuirla posibilidad de que el Gobierno Nacional implementara una política de shock en la lucha contra la inflación (a pesar de que lo contrario se manifiesta en un considerando del Decreto 1096) abandonando el tratamiento gradualista, que tan magros resultados había demostrado, no puede negarse que el sinceramiento fue de tal envergadura, que, si bien provocó de inicio una acogida francamente favorable, a poco de su dictado se han presentado dificultades que entorpecen la marcha del programa de reforma económica. Resulta previsible que nuestro país no saldrá de su estancamiento económico sin pasar por un programa de severa austeridad, en el cual todos los sectores sociales, en la medida de sus posibilidades, deberán contribuir. Y los argentinos si bien hemos sufrido, y muchas veces, privaciones, no ha sido porque las hayamos asumido voluntariamente en procura del crecimiento de la riqueza colectiva, sino que nos alcanzaron sin desearlo y sin que tales sacrificios redundaran en provecho de la Nación en su conjunto. De ahí, que no resulte fácil conMANUEL I. ABROGUE. citar una adhesión que, además de genera!, sea constante, si permanece en nosotros la actitud colectiva ciertamente ciclotímica que nos ha caracterizado, que nos hace pasar de la euforia a la depresión sin solución de continuidad. Por otra parte, el esfuerzo, además de duro, será de largo aliento. Téngase en cuenta que nuestro país está descapitalizado siendo muy limitada la inversión en la generalidad de las áreas de la producción, y el nivel de endeudamiento, especialmente externo, es de tal entidad que su carga es difícil de sobrellevar. No se nos oculta que mucho de objetable tiene la composición y magnitud de la deuda externa, pero si, en lugar de asumir nuestra realidad, continuamos este debate sin fin en el que algunos ponen gran empeño, la posibilidad de una disgregación nacional puede convertirse en el fatal desenlace de nuestra afligente situación. Pensamos que contribuyó a cimentar el desencuentro argentino, la generalizada actitud de búsqueda del debate ideológico, con la resultante natural de los enfrentara lentos consiguientes y la individualización periódica de éste o aquél chivo expiatorio, responsable de todos nuestros males. El estado de insatisfacción colectiva ante la impotencia para atender elementales exigencias —vivienda, salud, educación, etc.—, exacerbado por la tendencia a vivir por encima de nuestras posibilidades, y combinado con la actitud discursiva de que hablamos, nos llevó a que inconscientemente fuéramos sustituyendo ideas por bienes, como si la pobreza pudiera ser vencida por la ideología. Ello conduce a una radicalización de posiciones que pueden comprometer la paz social. Sabido es que la tasa de inflación prevista para el mes de Junio de 1985 rondaba el 40 °/o, es decir bordeando la hiperinflación, y por tal motivo, su abrupta reducción, a consecuencia de las medidas adoptadas, no indica otra cosa sino que la inflación se encuentra reprimida, pero no que ha desaparecido. El congelamiento de precios y salarios, impuesto coercitivamente, constituye una medida efímera pues ya se sabe que a la inflación no se la combate a largo plazo con este tipo de políticas dirigistas, sino que la estabilidad de precios se constituirá disminuyendo drásticamente los costos, cuyo incesante aumento parece ser la causa principal de la inflación argentina. Cuando el Gobierno Nacional está articulando las medidas destinadas a provocar la reactivación económica anhelada, recreando la confianza en la estabilidad institucional y la seguridad jurídica, parece una ironía cuestionar la constitucionalidad del Decreto 1096, en un país en que inmotivadamente fueron dejadas de lado las instituciones republicanas (1930, 1966 y 1976). También hay quienes no parecen comprender que la única forma de revertir la difícil situación económica nacional, es con un régimen de austeridad en el cual —en forma transitoria— la rentabilidad de las empresas y la plena ocupación de los sectores del trabajo queden comprometidos. 2. El Decreto N° 1096/85. 2.1. Antecedentes. El Presidente de la República anunció, por los medios masivos de comunicación, hacia las 21 horas del 14 de junio de 1985, los lincamientos generales de la reforma económica y monetaria. Seguidamente el Ministro de Economía expuso más detalladamente, sobre sus aspectos técnicos. Posiblemente el antecedente inmediato de mayor significación fue el discurso pronunciado desde los balcones de la Casa de Gobierno por el Dr. Raúl Alfonsín, en ocasión de una concentración popular en apoyo a la democracia en el cual, sin que aparentemente guardara demasiada relación con el motivo de la convocatoria, el Presidente aludió a la necesidad de un programa de gran austeridad en el marco de lo que denominó una "economía de guerra". A partir de ese momento, si bien se generalizó la expresión "economía de guerra", a punto tal que pintadas callejeras la manifestaban, lo cierto es que no faltaron opiniones en el sentido que era una expresión retórica o un exceso verbal del señor Presidente. Los hechos demostraron que no era, ni lo uno ni lo otro. Las restricciones en el gasto público se hicieron notar más acentuadamente, y la opinión pública iba en forma progresiva creando expectativas de que un cambio de significación debería sobrevenir. El Decreto 1096 fue dictado por el Poder Ejecutivo Nacional, en Acuerdo General de Ministros, y entró en vigencia al día siguiente, es decir el 15 de junio. La trascendencia institucional del decreto es señalada mediante la concurrencia de la totalidad de los Ministros a su rúbrica, lo cual pone de manifiesto la adhesión de todas las carteras o secretarías, y compromete al Gobierno Nacional en plenitud a la ejecución de políticas coherentes, para hacer posible el saneamiento de nuestro signo monetario. 2.2 El Poder Ejecutivo. El Poder Ejecutivo es, en nuestro país, unipersonal, según reza el art. 74 de la Constitución Nacional: será desempeñado por un ciudadano con el título de "Presidente de la Nación Argentina". Los Ministros del Poder Ejecutivo no integran dicho poder. Constituyen los ministros secretarios que tienen a su cargo el despacho de los negocios de la Nación y, de conformidad con el art. 87 de la C.N.: "refrendarán y legaliza- rán los actos del Presidente por medio de su firma, sin cuyo requisito carecen de validez". Nuestra sabia Constitución Nacional en su Segunda Parte trata sobre las Autoridades de la Nación, y en el Título Primero con la leyenda "Gobierno Nacional" se emplazan tres secciones que sucesivamente tratan "Del Poder Legislativo", "Del Poder Ejecutivo" y "Del Poder Judicial". Queda fuera de toda duda que el equilibrio de los tres poderes consolida la forma Representativa, Republicana y Federal que la Constitución de la Nación Argentina adopta para su gobierno (art. 1°). Pero el equilibrio no significa igualdad por cuanto son diversas sus funciones. En esa inteligencia veremos la posición del Poder Ejecutivo de la Nación. Nos parece importante reparar que la Segunda Parte de la Constitución Nacional trata de las "Autoridades de la Nación", la que se subdivide en dos títulos: el Primero se refiere al "Gobierno Federal" y el Segundo a los "Gobiernos de Provincia". Es decir que las Autoridades de la Nación se componen por el Gobierno Federal y los Gobiernos de Provincia. Los Gobernadores de Provincia son agentes del Gobierno Federal para hacer cumplir la Constitución y las leyes de la Nación (art. 110), y, conforme al art. 86 de la Constitución Nacional, el Poder Ejecutivo: "Es el jefe supremo de la Nación, y tiene a su cargo la administración general del país". Entonces la autoridad del Poder Ejecutivo de la Nación desborda al Gobierno Federal y se proyecta, en función del art. 86 inc. 1°, a la Nación toda. No es nuestro propósito analizar el contenido de las atribuciones del Poder Ejecutivo pero nos resulta claro que, en nuestro régimen institucional, el equilibrio de poderes significa, entre otras cosas, que existen resortes que impiden que se concentre en el Poder Ejecutivo la "suma del poder público" o "facultades extraordinarias" o "sumisiones o supremacías" por las que la vida, el honor o la fortuna de los argentinos queden a su merced (art. 29), lo que no empece a que ocupe una posición institucional de significación sin par entre las autoridades de la Nación Argentina. Esto no legitima cualquier acto del Poder Ejecutivo, porque sus atribuciones emanen de la Constitución Nacional y, llegado el caso, podrá el Poder Judicial, declarar inconstitucional un decreto en una causa sometida a su jurisdicción. El Congreso de la Nación puede también derogar un decreto con fundamento en el inciso 28 del art. 67 de la Constitución Nacional. En última instancia, el juicio político es el recurso extremo que puede alcanzar al Poder Ejecutivo de la Nación. 2.3. Constitucionalidad del Reglamento Monetario. A primera vista parecería que el Decreto 1096 del 14-VI-85no se conformara con lo dispuesto por el art. 67 de la Constitución Nacional, según el cual el establecimiento y reglamentación de un Banco Nacional, con asiento en la Capital y Sucursales en las provincias, con facultad de emitir billetes (inc. 5°), el sellado de la moneda y la fijación de su valor (inc. 10°) y la aprobación del presupuesto de administración y de la cuenta de inversión (inc. 7) son atribuciones del Congreso de la Nación. Sin embargo, no lo creemos así. Nos importa destacar que se trata de un reglamento monetario de necesidad y urgencia para cuyo dictado el Poder Ejecutivo de la Nación ha tenido suficientes atribuciones, por' cuanto: 1) Es un reglamento monetario que deja sin curso legal a una moneda a la que reemplaza por otra, fija el valor de la nueva en su dimensión temporal (tabla de conversión) proyectándose sobre las obligaciones monetarias pendientes de cumplimiento, y absteniéndose de regular los restantes efectos jurídicos que permanecen sometidos a las normas propias de los ordenamientos respectivos (civil, laboral, fiscal, etc). 2) El objeto del Decreto 1096/85 no es modificar el régimen de las obligaciones, (civiles, laborales, fiscales, etc.) que en el campo del Derecho Privado le estaría vedado por el art. 67, inc. 11 de la Constitución Nacional. La referencia que hace a las de dar sumas de dinero nacidas antes de la reforma y pendientes de pago, no tiene otro propósito que establecer el valor de la nueva moneda en relación con la anterior, para lo cual distingue según que existan o no cláusulas de indexación. Habremos de ver que entre las funciones de la moneda está la relativa a que sea patrón de pagos futuros o diferidos, aspecto que ha sido objeto de especial regulación en el decreto de marras. Cierto es que pueden ser distintas las normas que regulen el valor de la nueva moneda (en un solo instante) y las que impongan de revalorización de obligaciones pendientes de pago (como ocurrió en Alemania) pero ello lejos de ser conveniente presenta dificultades. 3) Si bien el art. 67, inc. 10° de la Constitución Nacional dispone que es atribución del Congreso fijar el valor de la moneda, en esa época no se había generalizado curso forzoso (inconvertibilidad de la moneda), no existía el dinero fiduciario (sin otro respaldo que la economía nacional) ni creado el Banco Central con atribuciones para emitir moneda (según lo autoriza su Carta Orgánica). Ello nos hace pensar que si el valor de la moneda se manifiesta en su poder de compra que se modifica a diario a través de la actividad del Banco Central, parece difícil de cuestionar la atribución del Poder Ejecutivo pues a pesar de darle instrucciones a través del Ministerio de Economía tendría menos facultades que el Banco Central —inclusive en una situación de emergencia nacional—, no obstante ser el jefe supremo de la Nación (art. 86, inc. 1° de la Constitución Nacional). 4) El Reglamento Monetario (dec. 1096/85) es de necesidad y urgencia. En su fundamentación se destaca que: a) La gravísima situación económica por la que atraviesa la República exige la adopción de medidas urgentes y extremas a los fines de mantener la vigencia de las instituciones; b) El proceso inflacionario amenaza las bases de la convivencia social e institucional; c) Se trata de medidas de autodefensa de la comunidad. El reglamento de necesidad y urgencia se apoya en instituciones jurídicas de arraigada y permanente vigencia: el estado de necesidad y la legítima defensa. Tanto una como otra se manifiestan en el Derecho Público y en el Derecho Privado. No se trata de que la Constitución Nacional en estado de necesidad o en situación de legítima defensa, pueda ser violada. Ocurre que cuando se amenaza "las bases de la convivencia social e institucional" (primer apartado de los considerandos) se deben adoptar "medidas urgentes y extremas" (expresión contenida en el visto) "como autodefensa de la comunidad" (último apartado de los considerandos), en cuyo caso el jefe supremo de la Nación (art. 86, inc. 1°, de la Constitución Nacional) puede y debe dictar y ejecutar los actos de Gobierno pertinentes, y con ello, lejos de violar la Constitución Nacional, ejerce en plenitud sus atribuciones. Pensamos que el carácter del reglamento "monetario" surge con evidencia de su articulado y del décimo considerando que dice: "Que las medidas dispuestas sólo atienden al importe nominal de las prestaciones expresadas en la vieja moneda, convirtiéndolas a la nueva moneda de manera tal que mantengan el valor real que hubiera correspondido y respetando las demás condiciones que se haya previsto." 2.4. Atribuciones del Poder Legislativo y del Poder Judicial. Frente a la realidad de un reglamento monetario de necesidad y urgencia recibido con general aceptación en el medio social que, a través de las encuestas de opinión, revela un naciente optimismo sobre el futuro de la Nación, cabe atender a las prerrogativas de los restantes poderes de Gobierno en lo que concierne al tema que nos ocupa. Una de las expresiones institucionales más genuinas de "principio de la soberanía del pueblo" (art. 33 de la Constitución Nacional) lo constituye el Poder Legislativo de la Nación. A ello se vincula la cuestión de las atribuciones implícitas que corresponden al Congreso, según lo establece el inc. 28° del art. 67 de la Constitución Nacional. Nosotros no dudamos que el Congreso de la Nación tenga facultades para modificar o, incluso, derogar un reglamento de necesidad y urgencia. Acontece que el pueblo delibera y gobierna por medio de sus representantes y autoridades (art. 22 de la Constitución Nacional) y si aunamos la atribución expresa del Congreso de fijar el valor de la moneda, establecer y reglamentar el Banco Nacional de emisión dé billetes, y de aprobar el presupuesto de administración (art. 67 incs. 10°, 5° y 7°), al conjunto de facultades implícitas a que se refiere el inc. 28° del mismo artículo 67 de la Constitución Nacional, podemos concluir afirmando que es atribución del Congreso de la Nación modificar o derogar al dec. 1096/85. Cuanto tenemos dicho significa que no es necesario que el Congreso ratifique el Dec. 1096/85, por cuanto siendo competente el Poder Ejecutivo, dada la materia y la necesidad y urgencia de su dictado, resulta procedente la mera comunicación efectuada al Honorable Congreso de la Nación. Respecto del Poder Judicial, diremos que su cabeza, es decir, la Corte Suprema de Justicia (art. 94 de la Const.), es la intérprete final de la Constitución Nacional (art. 100 de la Const. Nac.) por lo que cabe referirse a la eventual declaración de inconstitucionalidad del Dec. 1096/85. Nos parece que el control judicial por exceso de poder en el dictado del Decreto 1096/85, del que resulte la declaración de inconstitucionalidad no resultará viable por la circunstancia de que si la evaluación de la oportunidad de la medida escapa a la jurisdicción judicial, con mayor razón, la urgencia y la necesidad le impedirá pronunciarse adversamente. De ahí que, en nuestra opinión, la virtualidad normativa (en general) del Decreto 1096 no resulta comprometida en el plano jurídico. Distinta puede ser la eficacia de la reforma monetaria como palanca de transformación de la estructura productiva del país si se siguen alzando voces críticas que frustren el clima de optimismo y confianza colectiva que constituye la condición sine qua non para el éxito del desafío a que hemos sido convocados. 2.5. Publicación del Decreto 1096/85. Derogación de normas. La vigencia del Decreto 1096/85 es a partir del día 15 de junio de 1985 según lo dispone el artículo 14. Su difusión en el Boletín Oficial se hizo los días 17 y 24 del mismo mes de junio. La segunda publicación -~Ia del 24— se debió a errores incurridos en la primera (del 17). Es un principio republicano que las leyes no sean obligatorias sino desde su publicación, y a esto se refiere el art. 2° del Código Civil, que por cierto no impone un órgano específico de divulgación. De ahí que la difusión del decreto dispuesto por el Poder Ejecutivo, a través de los medios masivos de comunicación en todo el territorio de la República según ordena el art. 14, no presenta dificultad tratándose de un reglamento de necesidad y urgencia. El Dec. 1096/85 al disponer el cese del curso legal del peso (ley 18188) y del peso argentino, procedió a derogar la norma que creó al primero y la ley que hizo lo propio con el segundo (Ley Nro. 22.077). En realidad la primera ya estaba derogada por la segunda (art. 5, Ley 22.077). Puede sorprender que mediante un decreto (Nro. 1096/85) se deroguen leyes (18.188 y 22.077), pero ¡a circunstancia de haber emanado de gobiernos de facto; hace caer la objeción. Nos parece que así como en circunstancias normales, una reforma monetaria que comprendiera la substitución de una moneda por otra, requiere la iey (formal) emanada del Congreso de la Nación (por aplicación del art. 67, inc. 10 de la Constitución Nacional), el estado de necesidad y la situación de legítima defensa ha dado justificación constitucional suficiente al dictado del reglamento monetario (Dec. 1096/85) al margen de una ley emanada del Poder Legislativo. Y si el Poder Ejecutivo pudo declarar el curso' legal del austral también ha podido dejar sin efecto el de la moneda que sustituía, 2.6. Derecho Publico y Derecho Privado. Los Arts. 9° y 12° del Dec. 1096/85. Convendría analizar el Dec. 1096/85 en relación con la clasificación del Derecho Público y Privado. No ignoramos las discusiones que existen sobre el concepto, y la validez del distingo. Nosotros la tenemos por cierta, y desde esta perspectiva haremos una aproximación a nuestra temática. Las normas que crea la moneda son, sin duda, de Derecho Público y exteriorizan la supremacía del poder que las impera. Una de las más claras manifestaciones de la soberanía del Estado es la facultad de establecer una moneda de curso legal en un territorio. Por lo demás, un reglamento de necesidad y urgencia puede concebirse en el campo del Derecho Público —no del Derecho Privado— donde las reglas de coordinación que le son propias determinarían la incompetencia del Poder Ejecutivo para dictarlo (art. 67, inc. 11 de la C.N.). Debemos. tener en cuenta que la moneda exhibe una situación paradoja!, pues si bien su regulación es obra del Estado mediante normas del Derecho Público, su régimen incide directamente sobre patrimonio de quienes la poseen, motivo por el cual las tenencias monetarias de los particulares están ampliamente expuestas —en su poder de adquisición— a la política monetaria de la autoridad de aplicación (Banco Central de la República Argentina). Debemos reparar en la naturaleza del decreto 1096/85 para la adecuada inteligencia de su normativa. Se trata de un reglamento monetario de necesidad y urgencia cuyo cometido específico es el cambio de una moneda envilecida por una moneda sana, y que si bien afecta relaciones patrimoniales de Derecho Privado y de Derecho Público, no constituye un catálogo de normas del Derecho de las Obligaciones en cuyos regímenes particulares (civil, laboral, fiscal, etc.) procura interferir lo menos posible. Esta circunstancia no obsta a que el Reglamento Monetario formule distinciones con el propósito de esclarecer el régimen que impera, particularmente, en lo que atañe a la conversión de la moneda en las obligaciones con pagos diferidos. No escapa a esta limitación el Decreto 1567/85 que, con fines aclaratorios, fija el criterio interpretativo del Dec. 1096/85, en lo que respecta a las locaciones sujetas a ajuste. Comprenderemos todo mejor, partiendo de la convicción que así como el Estado puede fijar el valor de la nueva moneda (austral) a una cierta fecha (15 de junio de 1985), también puede hacerlo respecto de algún tiempo ulterior, de manera que en los pagos diferidos el valor de conversión de la nueva moneda respecto de la anterior sea diverso, según un cronograma progresivo aplicado a las obligaciones diñeranas pendientes de pago al día de la reforma monetaria. Así se explica que como anexo del art. 4° del Dec. 1096/85 se incluya una tabla de conversión que llegó hasta el 31 de julio y que mediante otro decreto (el N° 1309) se impuso una nueva tabla comprensiva del período que corre entre el 1° y el 31 de agosto. La escala de paridad del mes de septiembre está contenida en el Dec. 1566/85, y a no dudar, que seguirán nuevas tablas de conversión. A partir del 15 de junio de 1985 la única moneda que tiene curso legal es el "austral", cuyo valor en relación a la moneda anterior (peso argentino) varía según una escala de paridad, que expresa una de las funciones, de la moneda: la de servir de patrón de pagos diferidos. El peso argentino ha dejado de tener curso legal, pero sigue constituyendo una suerte de moneda de cuenta a los fines de la conversión en australes en las obligaciones dineradas de pago diferido. No obstante lo dicho, pensamos que hay dos artículos del Decreto 1096/85 (9° y. 12°) que exceden el contenido de un reglamento monetario de necesidad y urgencia regulando cuestiones de Derecho Privado, por lo que invaden la esfera de la legislación reservada al Congreso de la Nación en función de lo dispuesto por el art. 67, inc. 11 de la Constitución Nacional. El art. 9° (al que remite el art. 6o del Dto. 1567/85), trata de los intereses punitorios es decir, de los monetarios preestablecidos, y el art. 12° regula la forma de los recibos y cartas de pago, predicando efectos de Derecho Privado para el caso de incumplimiento de ciertos recaudos que la norma describe. El análisis de ambos artículos se efectuará a su turno. Nosotros creemos que estas dos normas (arts. 9° y 12° del Dec. 1096/85) podrán ser declaradas inconstitucionales por los jueces, cuando una parte pretenda su aplicación y la otra lo resista, con fundamento en su falta de conformidad con la Constitución Nacional. 2.7. El Orden Público Monetario. Con exclusión de las dos normas indicadas en el apartado anterior (arts. 9° y 12°) el D. 1096/85 constituye un sistema normativo de Derecho Público que, además, es de orden público monetario. La circunstancia de integrarse al decreto con normas de orden público monetario, se corresponde con un reglamento de necesidad y urgencia dictado por el Poder Ejecutivo de la Nación, y tiene señaladas consecuencias prácticas en lo concerniente a la función monetaria de servir de patrón de pagos diferidos (tabla de conversión del art. 4°). Tenemos visto que, no por aludir el D. 1096 a ciertas relaciones jurídicas del derecho patrimonial (obligaciones dinerarias pendientes de satisfacción con o sin cláusulas de ajuste), ello compromete su identidad como reglamento monetario, por cuanto la discriminación de las distintas situaciones tiene el sólo propósito de precisar el alcance de un régimen pautado y progresivo de conversión de la moneda, en las obligaciones de pago diferido. El Dec. 1567/85, aclaratorio del D. 1096/85, fija el criterio interpretativo en los casos de locaciones con ajuste o indexación y el D. 1568/85 lo hizo, respecto de los contratos con el sector público. Cuando se plantea el problema de elucidar qué valor de la moneda debe tomarse en consideración —dado un cambio en el mismo— si el correspondiente al tiempo en que se contrajo la obligación o el del momento de pago, discriminación correlativa al distingo a las obligaciones del valor y las de valuta (de valor o dinerarias, en nuestra terminología usual), la cuestión de si el D. 1096/85 es o no de orden público monetario reviste singular trascendencia. Nos parece que el D. 1096/85 es expresión del orden público monetario por lo que, no siendo norma supletoria, corresponde aplicar la tabla de conversión anexa al art. 4, sea que la obligación estuviere o no sujeta a cláusula de indexación, sea dineraria o de valor, en tanto que su prestación sea de dar sumas de dinero expresadas en pesos argentinos. De ahí que si bien en las llamadas obligaciones de valor se tiende a preservar la incolu- midad del contenido patrimonial de la obligación de manera que a la fecha de pago se refleje el valor de origen, tales discriminaciones pueden ser parcialmente alcanzadas por normas de orden público monetario, como las contenidas en el Reglamento Monetario. 2.8. Reglamento Monetario de Función Dual. El D. 1096/85 es, por lo visto, un reglamento monetario de necesidad y urgencia, que dispone, mediante normas de Derecho Público, la creación de una nueva moneda y el cese del curso legal de la anterior, manteniendo, como una especie de moneda de cuenta, el signo monetario abrogado a efectos de hacer posible la conversión a la nueva moneda cuando se trate de obligaciones pendientes de pago al día de la reforma. El D. 1096/85 establece un sistema dual de valores del nuevo signo, según se trate del de la oferta monetaria a la fecha inicial de vigencia de la nueva moneda o de la conversión de la moneda en las obligaciones pendientes de satisfacción, ésto es, nacidas antes y pagaderas después. Así el reglamento monetario fija un patrón variable, pautado y progresivo del valor para los pagos (art. 5°), ajuste (art. 6°) y limitaciones (art. 10°) diferidos, en los que, con el correr del tiempo, se debilita la moneda anterior frente a la nueva. Esta técnica legislativa del D. 1096/85 la consideramos acertada, pues de haberse desdoblado el régimen de modo que el reglamento monetario sólo contuviera la relación de paridad al 15 de junio de 1985, dejando que las normas de Derecho Civil, Laboral, Fiscal, Administrativo, etc. (intervención del Poder Legislativo mediante) regularan los sistemas de conversión de las obligaciones pendientes de cumplimiento, se plantearían problemas de Derecho Internacional Privado que, en función del Reglamento Monetario aprobado, no deberían existir. Ello, sin perjuicio, de que el trámite parlamentario hubiera demorado la articulación de las reglas jurídicas pertinentes, haciendo inviable la reforma monetaria aprobada. Por eso tanto el dinero (billetes y monedas) y ¡os saldos en cuenta de caja de ahorro y corriente bancaria, como las obligaciones expresadas en pesos argentinos de cumplimiento diferido, estén sujetas al reglamento Monetario de que 15 de junio de 1985, a esa misma fecha tuvo una cantidad de australes igual a la milésima parte de aquellos. Y si mediante normas de Derecho Privado se hubiera regulado la conversión de las obligaciones pendientes de pago al momento del cambio de la moneda, para esclarecer en cada caso, si la tabla de conversión de una moneda a la otra que fija la ley argentina es o no aplicable en la hipótesis singular de que se trate, habrá que recurrir a las normas de Derecho Internacional Privado, de modo tal que si fuera el lugar de pago el determinante de la ley aplicable —y el caso se rigiera (v.g.) por la ley de Italia-— tratándose de una obligación de valor, es probable que no se aceptara la aplicación de la tabla de conversión, declarándose procedente la relación de un austral por cada mil pesos argentinos, pues el orden público monetario argentino no se proyectaría sobre una relación jurídica de Derecho Privado con emplazamiento en otro país (Italia es nuestro ejemplo). 3. "La economía de guerra". La expresión "economía de guerra" pronunciada en su oportunidad por el Presidente de la Nación y que tanto eco ha tenido en la opinión pública, merece nuestro comentario. Ciertamente que no nos encontramos en guerra, en el sentido literal de la palabra, lo cual no implica que en expresión haya sido un exceso verbal o una modalidad retórica. Creemos que ciertas analogías entre una "economía de guerra" en sentido estricto y los contenidos de la reforma económica, actualmente en ejecución, serán una realidad insoslayable. En ellas nos detendremos. En una "economía de guerra", en su ordinaria significación, la moneda es desplazada del mercado interno como valor de cambio, porque se impone un régimen de racionamiento para impedir que las tendencias dinerarias puedan distraer los insumos que se requieren en el frente de batalla. En esto difiere ciertamente el contenido de nuestra "economía de guerra" con la homónima en el sentido más propio. La connotación de "economía de guerra", en el marco de la reforma económica emprendida por el Gobierno Nacional, constituye la instauración de un severo programa de austeridad con el propósito de restringir los consumos que estamos tratando. no sean de estricta necesidad, para derivar, en Si por el contrario, se hubieran seguido la mayor proporción que sea dable, recursos las aguas de la legislación alemana en la cual, que posibiliten la formación de capitales en lugar de fijar valores múltiples de la nueva cuya inversión en el país permita el crecimienmoneda —como se hizo entre nososíros— to global de la riqueza nacional. se desdoblara el régimen normativo, cabría Estamos convencidos que en un país profunseparar uno y otro caso para resolver cuál es damente descapitalizado como el nuestro, la ley aplicable. Así no se podrá dudar que el la austeridad que redama !a hora, para vencer valor del austral es el fijado por la legislación la estrechez de recursos que padecemos, será argentina, de manera que si alguien ha tenido severa y perdurable. No sea que nos ocurra en su poder en Francia pesos argentinos al día que nos engañemos, y sigamos hablando de la Argentina potencia, embriagándonos con la alegría pasajera de algún resultado efímero. Ciertamente sólo redoblando esfuerzos y siendo austeros, con gran espíritu solidario y disciplina social, será posible una mejora substancial de nuestra posición, que recree la confianza interna y externa de que somos un país llamado a un destino superior. 4. Funciones de la moneda. La moneda en la economía contemporánea, es de gran significación, habiendo caído en el olvido las opiniones que no le asignaban importancia alguna. La moneda hace posible la integración de los hombres y de los pueblos bajo el imperio de la regla de d,erecho en un mundo donde la escasez es una realidad. Más que detenernos en el concepto de la moneda preferimos señalar sus principales funciones. Son las siguientes: 1) Constituir unidad de valor; 2) Servir de valor de cambio; 3) Ser patrón de pagos diferidos; 4) Aprovechar como depósito de valores. Sintéticamente diremos que: 1} Como "unidad de valor" permite relacionar los diversos bienes y servicios entre sí, de manera que si (v.g.) un reloj vale 20 australes y un automóvil 8.000 australes, podemos concluir que se necesitan 400 relojes de este tipo para adquirir el automóvil de marras. 2) La moneda sirve como "valor de cambio" por cuanto el público la acepta en canje de otros bienes, de modo que expresa su fungibilidad absoluta. 3) La tercera función que indicamos es la de ser "patrón de pagos diferidos", por cuanto la moneda permite no sólo la satisfacción actual de necesidad por su "valor de cambio", sino que hace posible la adquisición de bienes futuros relacionando bienes y valores en razón del tiempo. 4) La moneda también aprovecha como "depósito de valores" por cuanto quien la conserva dispone de poder de compra en el momento que así lo determine. La tercera función de la moneda, que hemos indicado, es la que explica que la escala de paridad del art. 4° se halle incorporada al Reglamento Monetario. Con relación a la última función que señalamos, esto es la de aprovechar como depósito de valores, diremos que cuanto más estable sea una moneda, mejor la cumple. El peso argentino hacia junio de 1985 cumplía malamente esa función y había hecho decir al Poder Ejecutivo que carecíamos de moneda. Tan es así que su depreciación progresiva generaba un aumento de la velocidad de circulación pues tan pronto alguien tenía dinero expedido, en cantidad que excedía sus requerimientos inmediatos., se apre1 suraba a utilizar la moneda obteniendo bienes en su reemplazo como procedimiento de preservación de valores. El peso argentino no tenía aceptación como patrón de pagos diferidos, prueba de lo cual es que lo asociaba a mecanismos de actualización que eran, según los casos, ostensibles o encubiertos. 5. Inflación y deflación. Devaluación y revaluación. Tener presente los conceptos de inflación y deflación por una parte, y los de devaluación y revaluación por ¡a otra, nos permitirá adentrarnos en la reforma monetaria. La inflación es el crecimiento de los precios en una economía determinada, y constituye el principal problema económico de los tiempo modernos. La Argentina ha padecido una inflación galopante del orden del 40°/o hacia mediados del año 1985. Dos tipos básicos de inflación se perfilan: la denominada "inflación de demanda" y la llamada "inflación de costos". La primera, se configura básicamente porque existe demasiado dinero en busca de pocas mercaderías. La segunda, por cuanto la economía es de poca eficiencia es decir de limitado poder competitivo, entre otros motivos, por una restringida tasa de inversión, por la presión de los sindicatos sobre los salarios, y por la actitud de las empresas oligopólicas que defienden su parte en el mercado elevando los precios tan pronto aumentan sus costos. La deflación es, claro está, el fenómeno inverso a la inflación, es decir el decrecimiento de los precios en una determinada economía. La devaluación de una moneda constituye una pérdida de su valor, y la revaluación, por el contrario, es el aumento, comparando una moneda con cierta divisa. Si el poder de compra de la moneda aumenta porque puede adquirir con igual número dé unidades monetarias más divisas, habrá una revaluación; y, en caso contrario, se tratará de una devaluación. Establecidas estas elementales nociones cabe indagar qué ha acontecido a consecuencia del Reglamento Monetario de necesidad y urgencia de 1985. El D. 1096 ha fijado dos sistemas valorativos para el austral, según se trate de la oferta monetaria (billetes, monedas y saldos en cuentas corrientes bancarias y equivalentes) por una parte, y de las obligaciones de dar sumas de dinero pendientes de pago, por la otra. En este sentido, corresponde distinguir a los activos líquidos a la fecha de la reforma (15 de junio de 1985) para los que estableció una conversión vistualmente neutra, en cuya virtud mil pesos argentinos (vieja moneda) equivalen ¡ a un austral (nueva moneda), de las obligaciones \ dinerarias pendientes de cumplimiento, para las ' que impuso una tabla de conversión pautada, progresiva y de valor creciente, por la que e! austral con relación a la moneda anterior aumenta valor a medida que transcurren los días. Vale decir que se decretó una revaluación pautada y progresiva de la nueva moneda con relación a la anterior. O lo que e& lo mismo: los pesos argentinos adeudados antes de la reforma y de cumplimiento pendiente, por su debilidad como patrón de pagos diferidos padecen la confrontación con una moneda fuerte; por lo que los australes con los que se cumplirán las referidas obligaciones se revaluarán respecto de la moneda anterior en forma acentuada con el correr del tiempo. La revaluación que encierra el Reglamento Monetario es del austral con relación al peso argentino, pero no respecto de ¡as divisas y tiene por objeto evitar transferencias de ingresos o de riquezas, motivo por el cual, la tabla de conversión del art. 4° del D. 1096/85 denota una genuina equidad en el perfil de los planteos generales. La justificación de la revaluación progresiva del austral frente al peso argentino, en las obligaciones de dar sumas de dinero de ejecución pendiente a la fecha de reforma, tiene como presupuesto necesario que produzca efectivamente una deflación, es decir una disminución del crecimiento de los precios de los bienes y servicios, especialmente en las adquisiciones a crédito, por el establecimiento de una moneda que sirva como patrón de pagos futuros y como depósito de valores. 6. Estrategia sindical y empresario. Para que sea realidad la recuperación económica, en un país en el cual la inflación es efecto del "empujón" de los costos (inflación de costos), el papel que jueguen las fuerzas laborales y empresarias es de primera significación. No es fácil lograr la adhesión plena de las organizaciones del trabajo a una reforma económica como la nuestra que comporta lo que se ha dado en llamar una "economía de guerra". Igualmente difícil es lograr el apoyo de los sectores empresarios cuando se les requiere la reducción de los márgenes de ganancias. Es valor entendido que anima a todos el patriótico y desinteresado propósito de procurar el saneamiento de la economía nacional, y en esa persuasión, formularemos algunos comentarios sobre estos dos factores de la producción, en lo que concierne a la posición de los mismos, frente al programa antiinflacionario del Gobierno Nacional. Puede suponerse —en un plano teórico y si la dirigencia sindical pudiera sustraerse al influjo de cuestiones partidarias reverdecidas por las urgencias del calendario electoral— que las organizaciones del trabajo condicionen su apoyo al programa económico de recuperación nacional, a las siguientes premisas: 1) Mantenimiento del poder de compra de los trabajadores; y 2) Conservación de autonomía sindical en el planteamiento de sus reivindicaciones. De más está decir, que la defensa irrestricta de ambos postulados comprometería seriamente el éxito de la reforma económica emprendida. Pero nos parece evidente —dada la difícil situación socio-económica— que el reclamo más firme de las organizaciones sindicales será la preservación de las fuentes de empleo. La razón es que, una tasa alta de desocupación debilita a las organizaciones sindicales creándoles dificultades y contradicciones, y compromete la combatividad de los salarios en la realización de medidas de fuerza ante el temor que, lejos de obtener ventajas sectoriales, se genere un clima de indisciplina social que deteriore aún más las fuentes de trabajo. En lo concerniente al sector empresario, diremos que la presencia de mercados oligopólicos en importantes áreas de la producción, característica de países subdesarrollados y de alta inflación, determina a las empresas líderes a adscribirse a una política de precios a largo plazo, que evita el alza anticipada de los precios, de manera que siendo dóciles a los reclamos de aumentos salariales, tan pronto los han concedido, provocan un alza de precios con la justificación del aumento de los costos. La reforma económica puesta en marcha por el Gobierno Nacional necesita del apoyo de todos, especialmente de los sectores empresarios y laborales. Si no quedan de lado las actitudes propias de una economía desquiciada por la inflación, en la cual los distintos sectores pugnan por mejorar su posición relativa mediante el aumento de los precios y de los salarios, sin que en forma correlativa aumente la producción, será difícil salir de la espiral inflacionaria en que hemos estado envueltos. Felizmente se observan signos que evidencian que, corno comunidad, nos vamos reencontrando, y se avizora el umbral de un porvenir mejor, en el que cada cual ocupe su lugar. 7. El desagio. Una voz que no se encuentra en el Diccionario de la lengua Española, y que es de gran actualidad en nuestro medio, es "desagio". Se trata de un neologismo que une la preposición "des" al vocablo "agio". Dicha preposición denota negación o inversión del significado de la palabra que acompaña. Así "desagio" sería el perjuicio irrogado por el cambio de moneda. Además en italiano la palabra: "aggio" y "desaggio" significa precisamente el beneficio o perjuicio que se deriva del cambio de la moneda. La tabla, de conversión del art. 4° del D. 1096/85 establece una progresiva revaluación del austral frente al peso argentino, el cual sufre, en consecuencia, el pertinente desagio. Es decir que la vieja moneda es alcanzada por el desagio cuando se trata de obligaciones, nacidas antes de la reforma monetaria, pendientes de cumplimiento. Sin embargo en términos generales no hay una "pérdida" de valor por la aplicación de la escala de paridad, aunque sí una disminución en el número de unidades. El efectivo existente al 15 de junio de 1985 se convirtió de pleno derecho a razón de $a. 1.000 por cada austral, en tanto que, a partir de esa fecha, las obligaciones pendientes de cumplimiento tienen una relación de cambio que progresivamente es más desfavorable al peso argentino. En tanto que al 15 de junio de 1985 la relación era de $a. 1.000 por cada austral, al 30 de septiembre de 1985 la paridad fue de $a. 2.345,771 por un austral. Decimos que no hay propiamente una pérdida de valores en el desagio, porque la abrupta caída de la inflación operada a partir de la reforma monetaria, ha provocado un aumento del poder de compra de la nueva moneda, no ya en su forma de "valor de cambio", sino en función de "patrón de pagos diferidos". Antes del 15 de junio de 1985 la moneda se depreciaba en el orden del uno por ciento diario; después de la reforma la inflación ronda el 5°/o mensual. Por eso, para evitar transferencias de riqueza —entre acreedores y deudores— se impuso una tabla de desagio para que la moneda anterior, pudiera convertirse a la nueva en una relación de paridad de valores (no unidades). Así la escala de paridad del art. 4° del D. 1096/85 se justifica tanto en lo jurídico como en lo económico. Desde el punto de vista jurídico, si una obligación es contraída en época de moneda blanda (alto nivel de inflación), y a causa de un "hecho del príncipe" al momento de su pago la moneda es dura (bajo nivel de inflación), de no arbitrarse un mecanismo de adaptación de una situación a la otra, se produciría una transferencia de riqueza del la tasa de innación. 8. Nominalismo y valorismo. El Reglamento Monetario, instrumentado mediante el D. 1096/85, ha creado una nueva moneda a la que da curso legal, sirviendo de medio de pago por el monto que en la misma expresa. El nominalismo que impera en la economía contemporánea preside la reforma monetaria en lo que al austral concierne. Sin embargo, podría pensarse que se ha acogido la doctrina valorista a causa de la tabla de conversión del art. 4o. Ocurre que la norma (D. 1096/85) ha previsto una regla de tránsito, para el reemplazo de una moneda cuya función de patrón de pagos futuros o diferidos revelaba su inconsistencia, en medida tal, que clásusulas de estabilización monetaria acompañaban habitualmente a toda obligación, tanto de origen contractual como legal. En verdad la moneda anterior (el peso argentino) no cumplía dos de sus funciones: la de patrón de pagos diferidos y la de depósito de valores. Lo acontecido puede describirse así: la moneda antigua (el peso argentino) había perdido su significación como patrón de pagos futuros o diferidos, porque la depreciación de la moneda era del orden del uno por ciento diario. De ahí que la revalorización del austral frente al peso argentino a partir del día 15 de junio de 1985, no es sino el correlato cuantitativo de dicha situación. Dicho en otros términos: el revalúo de! austral frente al peso argentino, no es sino el desagio del peso argentino frente al austral. De ahí que la revaluación del austral de que hablamos es sólo relativa al peso argentino y deudor al acreedor, porque estaría pagando no respecto de los restantes valores. Es imporlas unidades monetarias comprometidas, pero tante reparar en ello, porque cuando se habla en lugar de hacerlo en moneda blanda paga habitualmente de una revaluación, se lo hace con moneda dura —de bajo y de alto poder por comparación entre la moneda de que se traadquisitivo, respectivamente—. Por eso, a un ta y las restantes monedas extranjeras (divicierto número de unidades monetarias blandas sas). Por eso la valorización del austral respecto (debilitado poder para pagos diferidos) al del peso argentino no es sino la manifestación tiempo de contraerse la obligación, debe seguir de la depreciación de éste frente a los restantes un número menor de unidades monetarias du- bienes, por cuanto el poder de compra del ras (poder adquisitivo estable), vale decir, peso argentino disminuía en un orden aproxique la relación entre el número de unidades mado a la medida del desagio que sufre por conmonetarias y el valor del dinero, debe ser in- versión a la nueva moneda. 9. Dirigismo y liberalismo. Se han alzado versamente proporcional: y a menor valor, mayor cantidad, y, a mayor valor, menor canti- voces atribuyéndole a la reforma económica dad. Y en el campo económico, si al cam- y monetaria ribetes liberales o dirigistas -sebio de la moneda no hubiere acompañado gún el enfoque del observador—, lo que nos inuna escala, de paridad, que significara el desa- duce a formular algunas precisiones. Nos parece gio de la moneda anterior, sobrevendría un pro- evidente que la intervención del Estado en gresivo envilecimiento del nuevo signo, con la economía es particularmente sentida a tralo cual, lo único que se hubiera logrado es un vés del programa de reforma económica lanzado cambio formal, esto es, la supresión de tres por el Gobierno Nacional. De ahí que el conceros ($ 1.000 por A 1) y la reforma en lugar gelamiento de precios y salarios, coercitivade ser económica, no sería ni monetaria, mente impuesto, es una medida de neto coi-i y, difícilmente se hubiera logrado, aun conge- te dirigista. Pero el Gobierno Nacional espera j lando precios y salarios, reducir drásticamente que dichas medidas de excepción sean efi meras, por cuanto sabe que a la inflación no se la domina, en forma permanente, con un sistema de controles sino con un drástico aumento de la producción. El Gobierno Nacional pretende promover, el crecimiento económico del país —y con él, de sus habitantes— alentando a la iniciativa privada para que la expansión de los recursos sea producto del esfuerzo y de la creatividad de los distintos sectores. De ahí que se fomente la inversión de capitales que contribuyan a obtener una mayor eficiencia. Pero es importante no caer en un economicismo como si todo debiera estar subordinado al logro del anhelado crecimiento. Para solucionar los graves problemas económicos del país, habrá de recurrirse a criterios de austeridad, como no conocimos antes, pero no debemos olvidar que la economía está al servicio del hombre y que el desarrollo debe estar enmarcado en el afianzamiento de la justicia social. Hemos dicho que la austeridad reclamada por el Gobierno Nacional, para el cumplimiento de su programa de reforma económica, supone una restricción del consumo que posibilite lograr capacidad de ahorro al servicio de los diversos planes de inversión. Se desea revertir la situación existente y lograr la capitalización del país. Pero ha de tenerse presente que para vencer a la inflación, con un programa de crecimiento que promueva la producción de bienes al servicio del pueblo argentino mediante la iniciativa privada, tales instrumentos de creación de riqueza deben cumplir con la función social que propiamente les corresponde. No dudamos que la propiedad privada es un derecho subjetivo pero ello no impide que tenga una función social la que, lejos de degradarla o desnaturalizarla, digniñca a la propiedad, por cuanto la proyecta a la dimensión social sin menoscabar las prerrogativas de su titular, en el cuadronormativo de la comunidad que las reconoce y ampara. La reforma monetaria instrumentada mediante el Decreto 1096/85 es de neto corte dirigista. De ahí que corresponda diferenciar la reforma económica de la monetaria por cuanto si bien la primera, lo es también en su primera etapa, la monetaria, a través del reglamento de necesidad y urgencia, lo es con toda intensidad, pues se impone mediante normas de orden público. Abstracción hecha de la reforma monetaria —centro de nuestro estudio—, la reforma económica se orienta hacia una progresiva liberalización de los mercados y a la segregación de la órbita estatal de un importante número de empresas, que poco o nada tienen que ver con sus funciones específicas. Se procurará, además, que el crecimiento sea —principalmente— obra de la actividad privada. 10. La nueva moneda: el austral. ,10.1. El peso argentino y el peso (Ley 18.188), El art. 1° del decreto 1096/85 declara el curso legal de los billetes y monedas que, a partir del 15 de junio, emitirá el Banco Central de la República Argentina, los cuales circularán con la denominación de "australes", siendo su paridad de mil pesos argentinos por austral. Debemos tener presente que si bien la ley 22.707, que creó el peso argentino derogó la 18.188 mantuvo el curso legal de los billetes y monedas (ley 18.188) en circulación, por el equivalente en "pesos argentinos" según la paridad de 10.000 por 1 (art. 1°). Por ese motivo, si bien la norma que crea el peso (ley 18.188) que se encontraba en circulación al tiempo de la creación del "peso argentino", mantuvieron su curso legal. El art. 2° del D. 1096/85 derogó la ley 22.707 (peso argentino) y manifestó la derogación de la norma que creó el peso (ley 18.188), la que se hallaba abrogada por el art. 5 de la ley 22.707. Sin embargo, mantuvo el curso legal de los billetes y monedas correspondientes al peso (Ley 18.188) y al peso argentino, que se encuentren en circulación al día 15 de junio de 1985, los que serán considerados de pleno derecho australes según la paridad que el Reglamento Monetario indica. La paridad del peso argentino frente al austral es de 1.000 a 1 (art. 1°, D. 1096/85) y la paridad del austral respecto del peso (ley 18.188) es de 1 a 10.000.000. También el art. 2» del D. 1096/85 dispuso el cese del curso legal del peso (Ley 18.188) y del peso argentino creado por Ley 22.707. De todo ello, se concluye que: 1) La única moneda que tiene curso legal es el austral, con prescindencia de que se trate de billetes y monedas emitidos directamente de ese signo monetario, o que resulten australes por considerarse tales de pleno derecho, aunque en origen esos billetes y monedas fueron pesos (ley 18.188) o pesos argentinos. 2) Se encuentran derogadas las normas que crearon el peso (ley 18.188) y el peso argentino, y los billetes y monedas correspondientes a esos signos monetarios han perdido curso legal; no obstante, transformados en australes de pleno derecho (según la paridad establecida), los que se encuentren en circulación mantienen su valor hasta que se decida su reemplazo, el que ya ha comenzado respecto de los pesos (ley 18.188). 3) En la víspera de la reforma monetaria (D. 1096/85) solamente el peso argentino tenía curso legal, pero continuaban circulando billetes y monedas emitidos en pesos (Ley 18.188) por su valor en pesos argentinos. 10.2. Emisión y sellado de moneda. El art. 1°. del D. 1096/85 ordena al Banco Central de la República Argentina que emita billetes y monedas del nuevo signo monetario denominado austral. También lo faculta para que selle ios billetes de pesos argentinos emitidos a la fecha del decreto, se encuentren o no en circulación, otorgándoles iguales efectos que a los que emita. Ello significa que la emisión será del nuevo signo monetario, esto es del austral, cuyos billetes y monedas tendrán curso legal desde el 15 de junio de 1985. La autorización para sellar se refiere exclusivamente a billetes que sean de pesos argentinos, emitidos con anterioridad, se encuentren o no en circulación. El motivo por el cual se sellan sólo los billetes de pesos argentinos y no los de pesos (Ley 18.188), es que el reemplazo de los primeros demorará más que el de los últimos. 10.3. Fracciones de austral. No resulta suficientemente claro el Reglamento Monetario en lo relativo a las fracciones de austral, pues si bien se refiere al centavo su art. 1°, la norma del art. 13° alude al medio centavo. A su vez, la circular Nro. 10 de la Contaduría General de la Nación, fechada el 28 de junio de 1985, dispuso que en la conversión de la moneda anterior a la nueva, se desestimen de sus registros —creándose una cuenta de ajuste por redondeo D. 1096/85—- las fracciones menores de un centavo de austral. Nos parece que es la norma del art. 1°, que crea la nueva moneda y le concede curso legal, la dominante de la configuración del nuevo signo monetario, por lo cual la emisión de fracciones debería llegar hasta el centavo. Cierto es que el art. 13° se refiere al medio centavo de austral, pero lo hace en una norma tangencial que alude al pago de obligaciones. De ahí se podría colegir que el medio centavo es más moneda transitoria que permanente y su finalidad sería no desestimar las fracciones de un centavo existentes a causa del cambio de la moneda, porque la paridad es de un austral por mil pesos argentinos o diez millones de pesos (Ley 18.188). Sin embargo, el Banco Central de la República Argentina hizo saber que habría monedas de medio centavo, lo cual si bien no tiene demasiada importancia, denota cierta incoherencia con e! D. 1096/85 y con la circular Nro. 10 de la Contaduría General de la Nación. En el anuncio a que nos referimos, el Banco Central comunicó oficialmente los billetes y monedas que emitiría y sus características. Indicó que en los billetes, los valores serían de 1, 5, 10, 50, y 100 australes, con las efigies de Bernardina Rivadavia, Justo José de ürquiza, Santiago Derqui, Bartolomé Mitre y Domingo Faustino Sarmiento. Tendrían tamaño uniforme, de 155 por 65 milímetros, y en sus reversos llevarían, en todos los casos, la "Figura del Progreso". Las monedas tendrían cinco valores: medio, uno, cinco, diez y cincuenta centavos. Serían de una aleación de cobre y aluminio, con los siguientes motivos en el adverso: hornero, ñandú, puma, Escudo Nacional y efigie de "La Libertad". El art. 13° del D. 1096/85 se refiere al medio centavo de austral, indicando que las fracciones menores, a partir del 15 de junio de 1985, no se tomarán en cuenta para su pago. En el segundo apartado de ese artículo, dispone que las fracciones de un cuarto (0,0025, veinticinco diez milésimas) o menos de austral —a los fines del pago— serán eliminadas, en tanto que las mayores se elevarán a medio centavo (0,005, cinco milésimas). La norma del art. 13° es ciertamente oscura, y además de la cuestión sobre el carácter transitorio o permanente del medio centavo de austral ya considerado, omite referirse a las fracciones mayores de medio centavo de austral. ' Una interpretación que consideramos plausible parte de esa norma, y de la idea que la informa, para esclarecer la situación de las fracciones de austral mayores del medio centavo, a los fines de su pago. Así, si hasta la mitad del centavo (hasta 0,005) la fracción que exceda el cuarto (de 0,0026) se eleva a medio centavo (0,005), en tanto que se desprecia una fracción menor; mutatis mutandi, cuando se rebasa la mitad del centavo (desde 0,0051 en adelante) la fracción que exceda de tres cuartos (de 0,0076) se eleva a un centavo (0,01) en tanto que una fracción menor se desprecia y queda en medio centavo. Dicho en otras palabras; hasta el cuarto de austral (0,0025) no hay deber de pagar ni derecho de cobrar; desde algo más de un cuarto (0,0026) hasta tres cuartos (0,0075) de centavo de austral, se debe cobrar y pagar medio centavo de austral (0,005); más allá de tres cuartos de centavo (0,0076) se cobra y se paga un centavo (0,01) de austral. 11. Los saldos en cuenta corriente y cuenta de ahorro, órdenes de pago y cheques. 11.] Los saldos en cuenta comente y en cuenta d caja de ahorro. El art. 3° del D. 1096/85 or dena a las entidades financieras que conviertan a australes los saldos en pesos argentinos re gistrados en las cuentas corrientes de sus clien tes, así como los saldos por capital en cuentas de caja de ahorro, en ambos casos, según la parí dad establecida en el art. 1°, es decir, a razón de un austral por cada mil pesos argentinos. A su vez, el último párrafo del art. 3°, autoriza al Banco Central de la República Argentina a disponer la capitalización de los intereses y ajustes devengados como paso previo a la inmediata conversión a australes, tratándose operaciones que involucren a las entidades financieras bajo su control. Se advierte que e! Reglamento Monetario ha dado a los saldos de que tratamos, no el tratamiento de créditos (obligaciones de las Entidades respecto de sus de su tenedor de no depositarlo o cobrarlo anclientes) sino el del dinero efectivo, lo que nos tes del día que se ha convenido. 2) Los cheques presentados al cobro en los dos primeros días parece plausible. De otro modo, en lugar de hábiles bancarios —emitidos en pesos argenla paridad del art. 1°, sería de aplicación la paridad emergente de la tabla de conversión tinos— cumplieron acabadamente la función de órdenes de pago, por lo que la sujeción del art. 4o. al principio de la paridad del art. 1° era de riDe ahí que la reforma monetaria, instrumentada mediante el D. 1096/85, corresponde tan- gor. 3) Los cheques que se presentaron al cobro (tanto en ¡a ventanilla del Banco pagador to a la oferta monetaria como al régimen de las obligaciones de dar sumas de dinero, como la puesta al cobro en otro Banco) después pero discriminando sus reglas. Es natural del segundo día hábil bandario posterior a la que los saldos acreedores en cuentas corrientes reforma, serán atendidos por el valor en austratengan igual régimen que la moneda (billetes y les según ia paridad de la tabla de conversión monedas) pues se trata de fondos líquidos, por del art. 4° correspondiente al día del pago. lo que las obligaciones de pago inmediato Estos cheques emitidos en pesos argentinos, en los países de moneda estable se atienden en por la evidencia de no haberse presentado mayor proporción mediante cheques que en di- al cobro en los dos primeros días hábiles bannero efectivo. La inclusión de los saldos en carios, más que instrumentos de pago inmediacuentas de caja de ahorro es una medida razo- to, eran medios de pago diferido de obligacionable, pues los saldos de capital están expedidos nes. De ahí que, exteriorizando una relación (en términos generales) a disposición del titular, básica de crédito, la situación de los cheques y, además, lo contrario, desalentaría el ahorro presentados al cobro después de ese período (particularmente del pequeño inversor) provo- inicial de dos días hábiles bancarios, debería cando una estampida de los ahorristas para es- seguir la regla de las restantes obligaciones capar a los efectos de la tabla de conversión dinerarias, esto es, quedar sujeta a la tabla de conversión del art. 4°. 4) El motivo por el cual del art. 4° (D. 1096/85). El art. 3° alude, según se dijo, a los saldos en lugar de exceptuarse de la paridad del art. registrados en las cuentas corrientes, por lo 1°, a los cheques presentados al cobro después que también los saldos deudores se convierten del primer día, se incluyó también los del en australes según la paridad establecida en el segundo día, es que resultaba previsible que art. 1°. Por tanto, el crédito que el Banco aun con una extensión del horario bancario, tiene contra su cliente, a causa del saldo deudor fueran necesarios dos dfas hábiles para poder de su cuenta corriente, queda establecido en atender la enorme cantidad de cheques de australes a la fecha de la reforma, por lo cual cobro inmediato que se habrían de presentar. Cabe preguntarse por qué motivo quien preescapa al régimen de la tabla de conversión del art. 4° (aplicable a las obligaciones de dar sente al cobro un cheque emitido en pesos arsumas de dinero expresadas en pesos argenti- gentinos después del segundo día hábil hancario (posterior al 15 de junio de 1985) debe sopornos). 11.2. Ordenes de pago y cheques. Las tar el desagio de la tabla de conversión del órdenes de pago —dispone el mismo art. So- art. 4°. Sin perjuicio de su asimilación al régiemitidas en pesos argentinos serán atendidas men de las obligaciones dinerarias de pago difepor el valor en australes según la paridad rido, diremos que quien consintió en presentar prevista en el artículo 1°. Son los giros y los al cobro un cheque un cierto tiempo después cheques, que no constituyen instrumentos de su entrega, sabía que cada día que demorase para diferir los pagos (operaciones de crédito) la cobranza del cheque significaba una pérdida sino para satisfacer de inmediato las obligacio- del poder adquisitivo del orden del uno por nes, por lo que resulta natural aplicar la paridad ciento (l°/o). De ahí que el desagio que sufre neutra de un austral cada mil pesos argentinos. el importe del cheque emitido en pesos argenSin embargo, y con relación a los cheques, el tinos por su conversión en australes (al día tercer apartado del mismo artículo, formula del pago o acreditamiento en cuenta corriente) un distingo según se presenten al cobro hasta el no resulte sino el correlato de la disminución segundo día hábil bancario posterior a la refor- del valor aludido. Vale decir que a mayor ma, o después de ese breve período. En el pri- valor, menor cantidad de unidades. Volveremos mer caso siguen el régimen general de las órde- sobre el tema al tratar de la tabla de conversión. La correlación entre la regla de conversión nes de pago (paridad del art. 1°); en el segundo resulta de aplicación la tabla de conversión del saldo acreedor de las cuentas corrientes del art. 4°. (según la paridad establecida en el art. 1°) y La razón de la diferencia es que: 1) El che- aquella según la cual los cheques presentados que si bien es instrumento de pago y no de cré- al cobro después del segundo día hábil bancadito, resulta en el comercio de estilo librar rio, están sujetos a la escala del art. 4°, detercheques "a fecha", es decir con el compromiso mina que el cuentacorrentista aproveche de la revaluación del austral respecto del peso argentino, cuando los cheques emitidos en la vieja moneda sean de presentación diferida). En definitiva, la ganancia del titular de la cuenta corriente bañe aria con saldo acreedor obedece a que el Reglamento Monetario (D. 1096/85) convirtió la cantidad de moneda antigua expresada en el cheque de pago diferido en un número menor de unidades de mayor valor. 12. Obligaciones de dar sumas de dinero. 12.1 El D, 1096/85 y la Ley 22.707. El primer apartado del art. 4° del D. 1096/85 dice así: "Las obligaciones de dar sumas de dinero expresadas en pesos 'Argentinos' deberán satisfacerse en Australes. El valor en 'Australes' de los importes en Pesos Argentinos se determinará según la Escala de conversión anexa a este artículo, según la paridad que corresponda a la fecha de pago". El primer período de este apartado se refiere a obligaciones nacidas antes del 15 de junio de 1985. Están expresadas en "pesos argentinos" que era la moneda de curso legal desde el año 1983 en el que por ley 22.707 se adoptó esa unidad monetaria en substitución de la anterior moneda que era el peso (Ley 18.188). Esas obligaciones de dar sumas de dinero, anteriores a la reforma monetaria, se hallaban pendientes de pago, porque, de otro modo, no correspondería "satisfacerlas". Son entonces, obligaciones nacidas antes del 15 de junio de 1985 que se encontraban pendientes de cumplimiento. La norma dice que: "deberán satisfacerse en Australes". Ello parece natural puesto que los "pesos argentinos" dejaron de tener curso legal y, en consecuencia, el pago se hará en moneda de curso legal, que no es otra que el "austral". Procede formular una comparación entre la norma en estudio y la manifestada en el art. 2° de la Ley 22.707, que dice así: "Las obligaciones que se constituyan a partir de la fecha a que se refiere el art. 1°, deberán ser expresadas en 'pesos Argentinos'. Las obligaciones expresadas en 'pesos' (ley 18.188), que se cumplan y/o devenguen exigióles a partir de la fecha que se fije en virtud del artículo anterior, serán convertidas de pleno derecho a pesos argentinos, sin tener en cuenta la fecha de su constitución". Las diferencias entre la ley 22.707 y el D. 1096/85, en lo que es motivo de cotejo, son las siguientes: 1) El Reglamento Monetario de 1985 omite el contenido del primer párrafo del art. 2° de la Ley 22.707, pero ello no significa diferencia alguna, como no sea que es mejor la técnica del D. 1096/85, porque siendo el austral la única moneda de curso legal, las obligaciones que se constituyen a partir de! 15 de junio de 1985 deberán naturalmente expresarse en "australes". 2) Las expresiones "que se cumplan y/o devenguen" aludidas en el art. 2° de la ley 22. 707 son sobreabundantes y tienden más a confundir que a aclarar. No se encuentran en él Reglamento Monetario de 1985. 3) La Ley 22.707, tratándose de las obligaciones nacidas con anterioridad al cambio de la moneda (en ese entonces, el peso ley 18.188), declaraba que siendo "exigióles" a partir de la vigencia de la nueva, se convertirían de pleno derecho en esta última (a la paridad del art. 1°), sin tener en cuenta la fecha de su constitución. El nuevo Reglamento Monetario no se refiere a que las obligaciones resulten "exigióles" después de la reforma; simplemente presupone que no fueron pagadas, con prescindencia de toda alusión a su exigibilidad. Ya volveremos sobre esta cuestión que ha dado lugar a tanta polémica. La Ley 22.707 impone en general la conversión de las obligaciones "de pleno derecho" en tanto que el D. 1096/85 sólo convierte "de pleno derecho" algunas obligaciones: las que tuvieron cláusulas de ajuste a partir del momento en que se aplique la variación de índices que incluya al 15 de junio de 1985 (art. 6°). Tampoco hace referencia el D. 1096/85 a que no se toma en cuenta la fecha de constitución de la obligación, aunque sin duda, a este respecto, su régimen es similar. Si bien el art. 10° del D. 1096/ 85 no alude a que la conversión que establece opere de "pleno derecho" pensamos que en esa forma actúa. 12.2. Las obligaciones "expresadas" en pesos argentinos. Corresponde detenernos en el período inicial del primer apartado del art. 4° del D. 1096/85 que textualmente dice: "Las obligaciones de dar sumas de dinero expresadas en Pesos Argentinos deberán satisfacerse en AUSTRALES". Debemos decir que con prescindencia de que estén o no "expresadas" en pesos argentinos, si las obligaciones de dar sumas de dinero se originaron con anterioridad a la reforma monetaria, y no se pagaron, deberán satisfacerse en australes. Cabría preguntarnos si tiene o no algún significado la palabra "expresadas" en pesos argentinos, o, si por el contrario, ninguna consecuencia debemos extraer de la misma en cuyo caso toda investigación al respecto sería estéril. Veamos. La palabra "expresadas" referida a las obligaciones de dar sumas de dinero nacidas antes de la reforma y por tanto en pesos argentinos, la encontramos en los arts. 4,5,6,9,10 y 12. La misma palabra ("expresadas") la encontramos también en el art. 2° de la Ley 22.707 y en la 18.188 (art. 2). Sin embargo, en los anteriores cambios de moneda, como se indica en las notas de elevación al Poder Ejecutivo que acompañan a ios respectivos proyectos, no había innovación en materia de régimen monetario, en tanto que el D. 1096/85 implementa una reforma monetaria de cuya profundidad habla a las claras la tabla de conversión anexada alart. 4°. Toda vez que la tabla de desagio (art. 4°) se aplica a las obligaciones de dar sumas de dinero, anteriores a la reforma, carezcan o cuenten con cláusulas de ajuste, el distingo entre las obligaciones de dinero y de valor se desdibu- • ja por cuanto no se atiende al valor (de la moneda) de origen sino al de la fecha de pago o de vencimiento —atrasada, en su caso—. De ahí que nos resulte de interés reparar en la significación de la palabra "expresadas" en pesos argentinos. Pensamos que las obligaciones de dar sumas de dinero, para estar "expresadas" en pesos argentinos, no basta que hayan nacido antes de la reforma: será necesario que su extensión haya sido cuantiñcada, o que las bases para efectuar esa cuantificación se hayan exteriorizado para hacer posible su liquidación aunque ésta se encuentre pendiente. De ahí que las obligaciones de valor (v.g.: reparación de daños y perjuicios, etc) nacidas antes de la reforma monetaria y cuya determinación —convencional o judicial— se encuentre pendiente, escapan a la tabla de conversión del art. 4° por la simple razón que no estuvieron "expresadas" en pesos argentinos. Ello no obsta, claro está, que todas las obligaciones de dar sumas de dinero anteriores al Reglamento Monetario deban ser pagadas en australes, siendo indiferente a este respecto que estén o no "expresadas" en pesos argentinos. 12. S'.'El desagio de la fecha del pago o ala del vencimiento (atrasada, en su caso). Del Reglamento Monetario surge que las obligaciones de dar sumas de dinero expresadas en pesos argentinos deberán satisfacerse en australes, y que sus importes, quedarán sujetos a la tabla de conversión según la paridad que corresponda a la fecha indicada por los arts. 5° y 6°. El D. 1096/85 no es un catálogo de disposiciones de derecho patrimonial sino un reglamento monetario de necesidad y urgencia que contiene normas de Derecho Público (y de orden público monetario) lo que no impide que se proyecte sobre la normativa de las obligaciones (civiles, comerciales, laborales, fiscales, etc) en lo que atañe al valor de la moneda. A manera de adelanto, y sin entrar en mayores detalles que luego serán expuestos, diremos que el desagio es: 1) Al día de pago: a) Cuando la obligación no está sujeta a ajuste. Y b) Cuando la obligación se ajusta por un índice que se refiere a un período anterior al 15 de junio de 1985. 2) Al día del vencimiento de la obligación, cuando se ajusta por un índice que comprenda la variación de precios del día 15 de junio de 1985. La paridad del día del vencimiento debe ser atrasada cuando el período del índice es posterior al 15 de junio de 1985, en cuyo caso el atraso se corresponderá con el tiempo que transcurra entre esas dos fechas (períodos del índice y fecha de la reforma). Son de aplicación el art. 6° del D. 1096/ 85 y art. 4° del D. 1567/85. El Reglamento Monetario se ocupa simplemente de convertir los pesos argentinos en australes teniendo en cuenta una fecha: la del día del pago o la del vencimiento (atrasada, si correspondiera). Ello no obsta, claro está, a que si el deudor estuviere en mora, adeude los pertinentes intereses por el retardo culpable en el cumplimiento de la obligación, pero esa cuestión no es de Derecho Monetario sino de Derecho Civil, Laboral, Financiero, etc. Lo único importante, es que sean obligaciones de dar sumas de dinero "expresadas" en pesos argentinos, nacidas antes de la reforma monetaria y que no hayan sido pagadas, siendo indiferente que sean exigibles antes o después del 15.6.85 o que el deudor estuviere en mora. El D. 1567/85 relativo a las locaciones con ajuste, pone de manifiesto la compatibilidad entre la mora del deudor (art. 3°) y el desagio al día del efectivo pago (art. 2°). También el D. 1568/85, atinente a los contratos con el sector público. Lo mismo ocurre cuando el desagio es a la fecha del vencimiento (atrasada, en su caso). Podría considerarse injusta la conversión a la fecha del pago (art. 4° y 5°, D. 1096/85) cuando el deudor estuviere en mora, y más aún si ésta precede a la reforma monetaria, porque parecería que cuanto más tarde cumpla, mejor será la situación del deudor desde que pagará menos. Sin embargo no es así. Si el deudor estuviere en mora deberá pagar los intereses moratorios, sea que estén predeterminados (punitorios) o no estén preestablecidos. Se comprende fácilmente que si el Reglamento Monetario entrara en toda suerte de distingos según que la obligación hubiere o no vencido antes de la reforma, o se encontrara o no en mora el deudor a la fecha de pago, más que un reglamento monetario sería un Código de Derecho de las Obligaciones, lo que por cierto no es. Si la mora en el cumplimiento de la obligación expresada en pesos argentinos ocurrió antes del 15 de junio de 1985, sin duda se aplicará lo establecido por las partes. Igual solución corresponde si la mora es posterior, pues el Reglamento Monetario no puede modificar ¡as reglas contractuales ajenas a la moneda, como es el régimen de la mora. La mora del art. 8° de! D. 1096/85 cubre ambas hipótesis, sin perjuicio de cuanto se dispone en el art. 9°, que en su oportunidad consideraremos. La segunda parte del primer apartado del art. 4° dispone que: "el valor en AUSTRALES de los importes en Pesos Argentinos se determinará según la Escala de Conversión anexa a este artículo, según la paridad que corresponde a la fecha de pago". Esta norma está limitada por el art. 6° (tercer y cuarto párrafo), pues si la obligación se ajusta con un índice que incluye el día 15/6/85, la paridad será la del vencimiento (no la del efectivo pago), atrasada en su caso. La conversión a australes de que traía la norma del art. 4° del D. 1096/85 es a los fines del pago, pues a diferencia de los cambios causados por las leyes 22.707 y 18.188 la moneda de obligación sigue siendo la anterior (pesos argentinos), en tanto que la moneda de pago es el austral (única que tiene curso legal). No ocurre así en las obligaciones de dar pesos argentinos con cláusula de estabilización a partir del primer ajuste que incluya un índice correspondiente a un período que comprenda el 15 de junio de 1985, pues operada la conversión de pleno derecho, la moneda de obligación es en adelante el austral (art. 6°, tercer apartado). Debemos tener presente que las obligaciones de dar pesos argentinos expresadas en órdenes de pago (giros y transferencias) escapan a la tabla de conversión del art. 4° y se someten a la del art. 1°, es decir a la paridad de un austral por mil pesos argentinos (art. 3°). Quedan exceptuados de la regla de las órdenes de pago, los cheques que se presenten al cobro después del segundo día hábil bancario, en cuyo caso se aplica la tabla de desagio del art. 4° a la fecha del pago o acreditamiento. Tampoco se comprenden en el régimen de desagio las obligaciones laborales de que trata ei art. 7°, a cuyo comentario formulamos remisión. En cambio la tabla del art. 4° se aplica también, a los casos a que se refiere el art. 10°, vale decir, cuando en los actos jurídicos se hubieren fijado autorizaciones o márgenes o límites para la utilización de fondos expresados en pesos argentinos. Volveremos sobre el particular. Antes de ahora, hemos tratado la cuestión de la equidad de la tabla de conversión, que conduce al desagio de la vieja moneda, cuando se produce un fortalecimiento súbito del signo monetario, con lo que se pagará la obligación contraída en tiempos de la moneda blanda. En las obligaciones dinerarias, en sentido estricto, la equidad de la tabla de conversión nos parece manifiesta. No compartimos la afirmación de quienes dicen que si no estaba incluida, en el importe de la obligación de dar pesos argentinos la expectativa inflacionaria corres- pondiente al período que corre entre el nacimiento de la obligación y su pago, resulta injusta la aplicación del désagio. Quienes así opinan no advierten que el gobierno de la moneda es una cuestión predominante de interés público, por lo que sus reglas deben ser generales. Además la introducción de esos matices de dudosa equidad realimenta la inflación, al sujetar a los dictados del interés privado los aspectos viscerales de la moneda. El Reglamento Monetario no debe formular semejante distingo que requeriría una investigación de hecho, que además de impracticable carece de sentido, pues nadie podía seriamente ignorar que todo cobro que se postergara causaba una pérdida diaria del orden del uno por ciento. De ahí que, habiéndose estabilizado el valor de la moneda, proceda descontar el número de unidades monetarias correspondientes al valor cuya pérdida se ha evitado. El Reglamento Monetario escogió para la conversión de los pesos argentinos en australes, tratándose de obligaciones pendientes de cumplimiento, la fecha de pago o la del vencimiento (atrasada, en su caso). No siguió el criterio de considerar la fecha de origen de la obligación. , Se trata de dos caminos que conducen a 3 resultados diversos. Nos parece que además de ser más propio de un reglamento monetario tomar en cuenta la fecha del pago (o de vencimiento, atrasada si correspondiera) omitiendo toda consideración a la de origen (con la limitación de que se trate de una obligación anterior a la reforma), es la que permite acentuar el desagio entre el día en que cae el índice de inflación, y aquél en el que se cumple la obligación. Cuando la conversión de una moneda a otra se hace mediante normas de Derecho Privado, puede ser razonable, también, según los casos, atender a la fecha de origen de la obligación. No ha sido este el curso seguido por la reforma monetaria de 1985. 12. 4. Análisis de la tabla de conversión. El decreto 1096/85 incorporó como anexo del art. 4° una tabla de conversión en la cual, en forma diaria, desde el día de la reforma hasta e! 31 de julio de 1985, se indica la relación entre una moneda y la otra. Por decreto Nro. 1309 fue fijada la escala de paridad del mes de agosto y mediante el D. Nro. 1556 se estableció la correspondiente a septiembre. La escala se presenta en dos columnas que tienen en común el día a que se refieren (v.g: 23 de junio) y que se diferencia en que una (la primera) indica la fracción de austral que constituye paridad con mil pesos argentinos —el 23 de junio por cada mil pesos argentinos adeudados se debería pagar 0,9345450 australes— y la otra (la segunda) expresa la cantidad (desagio) para hacer posible el pago en australes de obligaciones de dar pesos argentinos. La importancia de esa tabla irá decreciendo pues, en una economía de alta inflación, la mayoría de las obligaciones de pago diferido eran a corto término. Además la escala de paridad deja de ser aplicable después que se produce un ajuste que incorpore un índice que incluya a un período comprensivo del día 15 de junio de 1985. 13. Obligaciones que no sean de dar sumas de dinero. El Reglamento Monetario regula la paridad entre la moneda anterior (peso argentino y peso Ley 18.188) y la nueva moneda (austral), tanto en los activos monetarios como en las obligaciones de dar sumas de dineban esto es 100 (agregar tres ceros). También ro expresadas en pesos argentinos. Hemos dicho, que aunque la obligación sea se puede aprovechar la segunda columna para efectuar la liquidación de esa deuda de valor, en tanto que se haya "expresado" de la siguiente manera, los 100.000 pesos ar- en pesos argentinos, es alcanzada por la tabla gentinos (quitar tres ceros) los dividimos por de desagio por cuanto la ley no ha distinguido 1,070263 y logramos el adeudo en australes y además porque sujetó a las obligaciones que asciende a la cantidad de 93,435; y si a con cláusulas de estabilización al mismo sistema dicha cantidad de australes a su vez la dividimos de conversión (tabla del art. 4°). Por otra parte, el distingo entre las obligapor 0,934350 nos reencontraremos con la suma de 100.000 (ya agregamos tres ceros) pesos ar- ciones dinerarias y las obligaciones de valor nació en la doctrina alemana para combatir los gentinos que se adeudaban. Vale decir que partiendo de la cantidad de pesos argentinos estragos de la inflación en las relaciones credipara su conversión en australes el procedimien- torias pero el criterio de distinción no sólo to es el siguiente: se ubica el día del pago y no ha sido recogido por el Reglamento Monetase convierte a australes sea multiplicando por rio sino que parecería incompatible con el esel índice de la primera columna o dividiendo píritu que lo anima. En efecto, si las obligapor el índice de la segunda columna. En todos ciones sujetas a cláusulas de estabilización, culos cálculos que se efectúen deben tenerse en yo objeto no es otro que preservar el valor cuenta los tres ceros que deben correrse para la de origen de la prestación, están alcanzadas conversión de pesos argentinos a australes o por ¡a tabla de conversión del art. 4° (desagio), análogamente cualquier otra obligación que esté viceversa. Hemos ejemplificado con el caso en que se "expresada" en pesos argentinos quedará somedesagie al día del pago. Análogo es el procedi- tida a la aplicación de la escala de paridad. Decimos que distinguir a los fines del Reglamiento cuando corresponda aplicar la paridad al día del vencimiento de la obligación, debida- mento Monetario entre las obligaciones dineramente atrasada esa fecha, si correspondiere. rias y las obligaciones de valor en tanto unas Por decreto 1309 se fijó una nueva tabla y otras estén "expresadas" en pesos argentide conversión que comprende agosto, y median- nos, es contrario al espíritu de la reforma —que incluye a las obligaciones ajustables— y pretente el D. 1566 el mes de septiembre. El desagio del peso argentino frente al de erradicar a la inflación desde su raíz ideolóaustral por cada día es menor del l°/o pero gica que no es otra que el esquema conceptual es mayor el desagio de 30 días (v. g.) que el que en su discurso se alza contra la literalidad obtenido de multiplicar por 30 el desagio de la norma, que no alude al origen de la oblidiario. Nos explicamos: en la tabla anexa del gación sino al pago que, además, es de orden art. 4° correspondiente al período 15 de junio público y fue dictado en una situación de grave -31 de julio, el desagio diario es de 0,8524 °/o emergencia nacional. Pero las obligaciones que no sean de dar de manera que si multiplicamos ese índice por 30 obtendremos un resultado de 25,572°/o. sumas de dinero, como !as de dar cosas cierPero, según la escala hasta el 15 de julio el desa- tas (art. 574 y ss. C. Civil), cosas inciertas gio fue del 29°/o. La diferencia entre uno y (art. 601 y ss. C. Civil) y cantidades de cosas otro cálculo, por el carácter exponencial —y (art. 606 y ss. C. Civil) como así también las no lineal— del desagio, fue un mes del orden del obligaciones de hacer y de no hacer (art. 625 y ss. C. Civil) escapan, naturalmente, al régimen 3,5° I o aproximadamente. El Poder Ejecutivo continuará dictando del Reglamento Monetario de necesidad y decretos que fijen tablas de conversión urgencia. de pesos argentinos que resultan paridad con un austral (el 23 de junio 1.070,263 pesos argentinos equivalía a un austral). Las dos columnas expresan valores idénticos y sólo cambian por la perspectiva de la que parten. Así, para el caso que una persona adeude 100.000 pesos argentinos, y los pague el día 23 de junio de 1985 corresponde que haga efectivos la cantidad de 93,435 australes, es decir la resultante de multiplicar 100 (pues quitamos tres ceros) por 0,934350. La prueba de que la equivalencia o paridad está bien hecha la obtenemos utilizando la segunda columna, pues si el resultado de 93,435 australes lo multiplicamos por 1,070263 obtendremos la cantidad de pesos argentinos que se adeuda- Sin embargo si estas obligaciones no dinerarias, habiendo nacido antes de la reforma monetaria, por efecto de su incumplimiento --y a consecuencia del deber de resarcir— se hubieren convertido en obligaciones de dar sumas de dinero expresadas en pesos argentinos, quedarían sujetas a la tabla de conversión del art. 4° del D. 1096/85. Es verdad que en origen, no eran obligaciones dinerarias pero si antes del 15 de junio de 1985 se transformaron en tales, no dudamos de la aplicación de la regla de desagio. Lo contrario, en nuestra opinión, es no sólo escamotear el alcance de la reforma monetaria, sino dejar de lado lisa y llanamente la aplicación de la norma. La alusión del D. 1096/85 a las obligaciones de dar sumas de dinero expresadas en pesos argentinos es apropiada a un reglamento Monetario, el cual carece de incidencia directa sobre las obligaciones cuya prestación sea diversa (dar prestaciones no dinerarias, o de hacer, o no hacer). De ahí que las obligaciones de hacer, o no hacer, o de dar cosas que no sean sumas de dinero, o que siendo no estén expresadas en pesos argentinos, escapan a la regulación de la tabla de desagio. Entre ellas, las obligaciones de pagar moneda extranjera (cláusula de pago en efectivo en divisas) o con cláusula de pago en moneda argentina a la cotización del día del vencimiento. El origen contractual o extracontractual de la obligación no tiene incidencia en la cuestión, en tanto que se trate de obligaciones de dar sumas de dinero expresadas en pesos argentinos, por cuanto el Reglamento Monetario no distingue. 14. Obligaciones de Derecho Privado y de Derecho Público. En tanto se trate de obligaciones de dar sumas de dinero expresadas en pesos argentinos, es indiferente que sean obligaciones de Derecho Privado o de Derecho Público. El Reglamento Monetario no efectúa distinción alguna, por lo cual aunque la fuente de la obligación sea de Derecho público (v.g: normas impositivas, aduanas, tarifarias de contralor público, etc.) se encuentra alcanzada por la tabla de conversión del art. 4°. Se comprenden los intereses, recargos, multas, etc. de modo tal que si la obligación principal fue dar sumas de dinero expresadas en pesos argentinos la conversión se hará a australes a la fecha de! pago o a la del vencimiento, atrasada si fuere el caso (art. 5° y 6°). Se ha producido un cuestionamiento por parte de ¡os contratistas y proveedores del Estado, quienes interpretan que la reforma monetaria no puede hacerse en favor del sector público y aducen que con la demora en los pagos, el Estado se enriquece a expensas de los que contrataron con organismos oficiales. El D. 1568/85 estableció las normas a las que deberán adecuarse los organismos públicos respecto de las obligaciones emergentes de contratos de compraventa, suministros y servicios, con referencia a la aplicación del desagio, con el fin de dar uniformidad a la aplicación del D. 1096/85. Por nuestra parte pensamos que si la obligación es de dar sumas de dinero expresadas en pesos argentinos, aunque el Estado se demore en los pagos, corresponde igualmente el desagio en la forma establecida. Ello, claro está, sin perjuicio de la responsabilidad por la mora, asunto distinto que escapa a la previsión del Reglamento Monetario. Es el criterio interpretativo fijado por el D. 1567/85, referente a las locaciones con ajuste (arts. 2° y 3°) y por el art. 17 del D. 1568/85 regulador de las relaciones contractuales con el sector público. Sabido es que el pago es el cumplimiento de la prestación que hace el objeto de la obligación (art. 725, C. Civil) y que debe ser hecho el día del vencimiento de la obligación (art. 750 del C. Civil). Si el deudor incurre en mora es responsable por los daños e intereses (art. 508 C. CM1), sea que dichos intereses estuviesen convenidos o, en su efecto, que los jueces determinen (art. 622, C. Civil). De ahí que si la suma de dinero deba comprender intereses, a.causa de la mora del deudor, el pago no se estimará íntegro sino pagándose todos los intereses con el capital (art. 744 C. Civil). Pero si en definitiva el acreedor acepta el pago del capital —estando el deudor en mora— si bien es procedente el desagio del importe de pesos argentinos, debe cuidar de formular reserva sobre los intereses moratorios, porque en caso contrario el recibo del capital por el acreedor sin reserva alguna sobre intereses, extingue la obligación del deudor respecto de ellos (art. 624, C. Civil). Por todo cuanto antecede, pensamos que los proveedores y contratistas, como cualquier acreedor, podrán cobrar sus créditos de pesos argentinos según la conversión que sea pertinente, pero deberán expresar reserva del derecho que les asiste con relación a los intereses moratorios. Es de aplicación el D. 1568/85, aclaratorio del D. 1096/85. Las obligaciones tributarias expresadas en pesos argentinos, se trate de impuestos, tasas, contribuciones, anticipos, recargos, multas, etc. También están sujetas a la tabla de conversión. La Secretaría de Hacienda ha dictado normas e instrucciones al respecto, que trataremos en su oportunidad. 15. Obligaciones de dar sumas de dinero no sujetas a clausulas de estabilización. El teína está regulado en la norma del art. 5° del D. 1096/85, cuyo contenido difiere ligeramente del expresado en el art. 4°, porque la única novedad que presenta, respecto del anterior, es la relativa a la declaración de que estas obligaciones se mantendrán nominadas en pesos argentinos hasta la víspera de su pago. El art. 5° es particularmente redundante porque reitera que las obligaciones a que se refiere se cancelarán en australes, según la paridad fijada para el día del pago en la Escala de Conversión mencionada en el art. 4°, y resulta evidente que la omisión de esta regla no impediría idéntica conclusión, toda vez que la ausencia de cláusulas de ajuste o indexación permite que tales obligaciones conserven extrictamente su prístina naturaleza. Distinto es el caso de las obligaciones sujetas a cláusulas de estabilización, en las cuales, una norma que las incluya expresamente en el régimen general (como lo hace el art. 6°) tiene interés, pues descarta una hipótesis hermenéutica de exclusión que podría ser plausible en atención ai perfil valorista con que tales estipulaciones colorean a las obligaciones de dar sumas de dinero. La novedad del art. 5° es que las obligaciones de dar sumas de dinero expresadas en pesos argentinos permanecerán nominadas en esa moneda, esto es en pesos argentinos. Las normas que crearon los signos monetarios inmediatamente anteriores (leyes 18.188 y 22.707) como que no constituyeron reformas monetarias, sino que se limitaron a fijar nuevas paridades para facilitar los registros contables, dispusieron la conversión de pleno derecho de las obligaciones monetarias, del antiguo signo al nuevo, guardando la relación simplificadora que imponían. La regla del art. 5° del D. 1096/85 significa que el peso argentino si bien ha perdido curso legal, se mantiene como una suerte de moneda de cuenta hasta la víspera de su pago, en las obligaciones de dar sumas de dinero no sujetas a cláusulas de ajuste o indexación. Repárese que si bien los pesos (Ley 18.188) estaban en circulación en el momento en que sobreviene la reforma monetaria de 1985, carecían de curso legal, motivo por lo que no constituyen esa especie de moneda de cuenta, únicamente predicable respecto a los pesos argentinos. Luego veremos que cuando las obligaciones de dar sumas de dinero, expresadas en pesos argentinos, están sujetas a cláusulas de ajuste o indexación, la permanencia del peso argentino como si fuera una moneda de cuenta, cesa al tiempo que se produce el primer ajuste que incluya un índice comprensivo del instante en que tuvo efecto la reforma monetaria (15 de junio de 1985). La norma del art. 5° regula la hipótesis en que no se hubiera previsto cláusulas de ajuste o indexación, lo que nos obliga a interpretar el sentido de lo estatuido. Pensamos que siendo el D. 1096/85 un reglamento monetario de necesidad y urgencia, de Derecho Público y de orden público monetario dicha expresión debe atenderse como comprensiva de toda norma de ajuste monetario, sea de índole legal, contractual o judicial. Vale decir que si la obligación es de dar sumas de dinero expresadas en pesos argentinos, para el caso que una norma legal, contractual o judicial estableciera su ajuste o indexación monetaria, el régimen de esa obligación quedaría excluido del art. 5° del D. 1096/85. Pero ello no impide que si está sujeta a una cláusula de ajuste o indexación, aunque no resulte aplicable la norma del art. 5°, sea cual fuere la fuente normativa de la cláusula, pueda regirse por el artículo 6° del Reglamento Monetario. 16. Obligaciones de dar sumas de dinero sujetas a clausulas de estabilización. La materia de que tratamos en este apartado, está contenida en el art. 6° del Reglamento Monetario, y su interpretación ha generado dificultades que, inclusive, se han exteriorizado en los mensajes de la Secretaría de Información Pública, que ha incurrido en contradicciones. Ello ha provocado gran desorientación a la que ha puesto fin el D. 1567, que trata sobre las locaciones con ajustes, estableciendo criterios interpretativos a ser utilizados para otras formas de contratación, con la necesaria adaptación a las modalidades propias de cada caso. También han contribuido a esclarecer la cuestión el D. 1568 relativo a los contratos con el sector público. Cuando tratamos el art. 5° del D. 1096/85 dijimos que las obligaciones a que se refería no debían estar sujetas a cláusulas de ajuste (convencional, legal o judicial), por lo cual, y en forma correlativa, aquí decimos que la norma de que tratamos (art. 6° del Reglamento" Monetario) es aplicable en tanto que la obligación de dar sumas de dinero expresadas en pesos argentinos se encuentre sometida a cláusulas de estabilización de cualquier fuente (convencional, legal o judicial). Nosotros pensamos que el D. 1096/85 se proyecta sobre todos los regímenes indexatorios vigentes, inclusive los regulados por normas legislativas, de manera que en caso de incompatibilidad de las normas anteriores con las posteriores quedarán de lado aquellas. No se nos oculta que, siendo el D. 1096/85 un régimen general puede parecer discutible que deje sin efecto un régimen especial anterior, pero ese enfoque debe ceder ante la consideración de que el Reglamento Monetario es norma especial reguladora del valor de conversión de la moneda. Además, en tanto que el D. 1096/85 integra una estrategia antiinflacionaria, las normas indexatorias contenidas en leyes especiales buscaban preservar un valor de origen con lo cual, aun sin proponérselo, contribuían a fortalecer el flagelo de la inflación. Podría creerse que la proyección del Reglamento Monetario sobre los regímenes especiales de ajuste o indexación por leyes, planteara una nueva cuestión constitucional, por cuanto por decreto se estaría modificando a una ley. No lo entendemos así, pues si rescatamos la atribución presidencial para dictar el D. 1096/85, en atención a la materia de que trata, en las circunstancias de necesidad y urgencia que se presentaban, no habremos de admitir que la reforma monetaria se encuentre limitada por regímenes especiales de indexación, en ciertos aspectos absolutamente incompatibles con el espíritu que anima a toda la reforma económica. 16, 1. Permanencia transitoria de la moneda anterior. El primer apartado del art. 6°, a diferencia del art. 5°, dispone que las obligaciones de dar sumas de dinero se mantendrán transitoriamente en pesos argentinos. Cuando tratamos de las obligaciones no sujetas a ajuste, dijimos que se conservan en la moneda anterior hasta la víspera del pago, momento en que se opera la conversión en australes a los fines de la extinción del vínculo obligacional. En nuestro caso —el art. 6°~, es decir, en las obligaciones sujetas a ajuste, la moneda de la obligación cambia con anterioridad a la víspera de su pago, y lo hace cuando se produce el primer ajuste que incorpore variaciones de índice que incluyan al 15 de junio de 1985. Cabría que nos preguntáramos el motivo por el cual el Reglamento Monetario dispone e! mantenimiento de la vieja moneda durante el curso de la obligación, cuando ésta no está sujeta a ajuste; en tanto que cuando se produce el primer reajuste que incorpora un índice que incluya el 15/6/85, establece la conversión de pleno derecho a la nueva moneda. Repárese en la circunstancia de que, aunque !a obligación sea reajustable e inclusive aunque se ajuste, si el efectuado se refiere a un período que no incluya un índice comprensivo del día 15/6/85, la moneda de la obligación permanece siendo el peso argentino. Las cláusulas de estabilización sirven para evitar los efectos dañosos de la depreciación de la moneda, por lo cua! proyectan el valor de origen de la obligación al momento del pago, de manera que la disminución del valor de la moneda —comparando el nacimiento y la extinción de ía obligación— se vea compensada por un número mayor de unidades monetarias. Pero cuando sobreviene una reforma monetaria como ¡a nuestra, las cláusulas de ajuste deben considerarse distinguiendo dos períodos según que el índice del ajuste se refiera a un momento anteripr o posterior de la reforma monetaria. Si no se desdoblara el régimen de aplicación de ÍES cláusulas de ajuste, se desagiaría e! importe de la obligación comprendiéndose en forma indiscriminada los períodos correspondientes a ambas monedas (la vieja y la nueva). El distingo de que tratamos ha hecho conveniente el . dictado de un decreto aclaratorio del Nro. 1096, que referido a las locaciones con ajuste, constituye una norma que fija el criterio interpretativo que debe predicarse respecto de otras formas de contratación. Nos referimos al D. 1567/85 y también al D. 1568/85. El mantenimiento del peso argentino, como una especie de moneda de cuenta, después de que se produjera un ajuste de la obligación que incorporara índices que incluyan al 15 de junio de 1985, tendría, además, el inconveniente de prolongar la vigencia de la vieja moneda y, con ello, producir confusión y arrastrar la carga nociva de un signo desprestigiado. 16. 2. Vigencia de las cláusulas de ajuste respecto de los períodos anterior y posterior a la reforma. El art. 8° del D. 1096 aclara la norma que comentamos (art. 6°) en el sentido de que las cláusulas de ajuste o indexación continuarán sujetas a las fórmulas establecidas, vale decir, que las obligaciones de dar sumas de dinero expresadas en pesos argentinos regidas por cláusulas de estabilización, continuarán regladas por tales estipulaciones tanto por el período anterior como respecto de! posterior a la reforma monetaria. Para comprender su alcance debemos pensar en obligaciones de dar sumas de dinero que, expresadas en pesos argentinos, deban cumplirse en tiempos previos y posteriores a la reforma monetaria, quedando los importes sujetos a índices anteriores y posteriores al 15 de junio de 1985. Tengamos particularmente en cuenta lo dispuesto por el D. 1567, aclaratorio del D. 1096/85, en lo concerniente a las locaciones con ajustes elaborados para períodos mensuales. Imaginemos un contrato de locación cuyo precio debe pagarse por anticipado en los primeros cinco días de cada mes. El reajuste estipulado es mensual y según el índice de precios al consumidor en la Capital Federal correspondiente al mes anterior. Así en e! mes de mayo el inquilino pagó $a. 50.000 en concepto de alquiler. Procederemos a transcribir el tercero y cuarto apartado del art. 6° del D. 1096/85 para mejor ilustración de los aspectos a considerar. Dice así: "Las obligaciones se consideran de pleno derecho convertidas a AUSTRALES el día que, según se hubiera previsto, corresponda ajustarías aplicando variaciones de índice que incluyan el 15 de junio de 1985. "El monto en Pesos Argentinos resultante del ajuste será convertido a AUSTRALES aplicando la Escala de Conversión mencionada en el artículo 4°, según la paridad fijada para el día en que pueda considerarse devengado —aunque ese día no sea el exigible —el ajuste resultante de aplicar la variación del índice que corresponda hasta el período que incluya a! 15 de junio de 1985. Se entenderá por "períodos" de un índice la unidad temporal para la cual se lo elabora, esto es, las unidades de día, semana, mes u otras para las cuales se informan las variaciones del índice". Ya hemos visto que las obligaciones de dar sumas de dinero expresadas en pesos argentinos, para la determinación de cuyo monto se hubieran previsto cláusulas de ajuste o indexación, se mantienen transitoriamente en esa moneda (pesos argentinos), y, por tanto -previo ajuste, si correspondiera— quedan sujetas a los fines de su cumplimiento a la tabla de conversión del art. 4° fijada para el día de pago. Pero a partir del momento que dichas obligaciones se estabilizan, aplicando el ajuste que incluya un índice comprensivo del 15 de junio de 1985, se convierten según la paridad de la fecha de vencimiento (atrasada, si correspondiere) a todo efecto, y no sólo para su pago, a australes quedando sin aplicación futura la tabla de desagio. De ahí la importancia de comprender las normas que estamos tratando. Tengamos en cuenta que la conversión de pleno derecho se produce cuando ("según se hubiera previsto") corresponda ajustarías aplicando variaciones de índices que incluyen el 15 de junio de 1985 (art. 6°, tercer apartado). Es decir que e! ajuste es en el momento que "se hubiera previsto". Es evidente que esta "previsión" estará contenida en la cláusula de ajuste o indexación, sea legal, convencional o judicial. Esto es de la mayor importancia para saber cuándo "pueda considerarse devengado" el ajuste de aplicar la variación del índice que corresponde hasta el período que incluya el 15 de junio de 1985 (art. 8°, cuarto apartado). Por ello, para saber cuándo el ajuste, que se refiera al índice que incluya e! 15 de junio de 1985, "pueda considerarse devengado", debemos tener en cuenta lo que "se hubiera previsto" en la cláusula. de ajuste o indexacióa. Antes de pasar a resolver el ejemplo que hemos propuesto transcribiremos el art. 4° del D. 1567. Capitulo III. Alquileres para la determinación de cuyo monto deban: utilizarse variaciones de índices correspondientes al mes de junio , de 1985. Art. 4°.- "Cuando para determinar ei monto del alquiler deban utilizarse variaciones de índices que incluyan al mes de junio de 1985, ei alquiler en australes resultará de: 1) Ajustar el monto del alquiler en pesos argentinos aplicando las variaciones del índice que contractualmente se hubieran previsto. 2) Determinar !a fecha del vencimiento para el pago del primer alquiler cuyo monto deba ajustarse según lo previsto en el inciso 1) precedente. 3) El monto del alquiler en pesos argentinos establecido según lo previsto en el inciso 1) de este artículo deberá convertirse en australes aplicando la paridad de la Escala de Conversión contemplada en el Artículo 4° del Decreto del Poder Ejecutivo Nacional N° 1096 del 14 de junio de 1985 para el día que resulte de atrasar la fecha indicada en el inciso 2) en tantos meses como los que haya entre el último mes del índice usado para ajustar el alquiler —el mes utilizado en el numerador— y el mes de junio de 1985. En anexo al presente artículo se incorpora una tabla ejemplificando las situaciones más usuales". Volviendo a nuestro ejemplo: Cabe preguntarnos cómo se liquida el mes de junio; pagará el 5 de junio el alquiler de ese mes con el reajuste de mayo. En cambio, en el mes de julio, deberá incrementarse el monto del alquiler de junio con el índice de este mes y el resultado debe ser convertido a australes al día del pago (5 de julio). El ejemplo dado nos aclaró parcialmente la norma. Veamos otro supuesto. Caso de una locación con pago mesual del alquiler reajustado por el índice de precios al consumidor de la Capital Federa! correspondiente al penúltimo mes, esto es, no al mes anterior o último, sino al que precedió a este. Así en ei mes de julio pagará el alquiler adelantado de ese mes, un importe igual al mes anterior (junio) reajustado con el índice de mayo de precios al consumidor de la Capital Federal. Así a! alquiler de junio se le agregará el índice de mayo, obteniéndose un importe que debe ser desagiado al día de pago (5 de julio). Corno el ajuste que se ha practicado comprende el índice del mes de mayo, la obligación permanece en la moneda anterior (pesos argentinos) por lo que la conversión a australes se limitó al sólo efecto del pago. Siguiendo con el mismo ejemplo, diremos que en el mes de agosto, el inquilino pagará el alquiler adelantado de ese mes anterior (julio) aplicándose el índice de junio. Tengamos en cuenta que como la obligación no se convirtió a australes sino que se mantiene en pesos argentinos, la base para el cálculo del alquiler a pagar en el mes de agosto, es la suma de pesos argentinos que en el mes anterior (julio) fue convertida a australes al sólo efecto del pago del alquiler. En atención a que se ha procedido a reajustar la obligación respecto de un índice que incluye el 15 de junio de 1985, la conversión que se hará para el pago del alquiler del mes de netario (art. 6° del D. 1096/85). agosto servirá no sólo para satisfacer el precio Ei ajuste de que tratamos es para determinar de ese mes, sino también para fijar la nueva el monto a los fines de la conversión de pleno base del contrato toda vez que, por ese importe derecho de la obligación a australes, por lo que en australes, se convierte de pleno derecho la una vez hecho, quedará en adelante sin aplicaobligación a cargo del locatario emergente del ción la escala de paridad del art. 4° del D, contrato. Y en septiembre, que corresponde 1096/85. pagar tomando en cuenta el alquiler del mes El apartado cuarto del art. 6° del Reglamenanterior (agosto) con el índice de precios al to Monetario fue aclarado por el art. 4° del D, consumidor de julio, estando ya en australes 1567/85, en el sentido de que si la variación del fijado el alquiler, resulta inaplicable la tabla índice incluye al mes de junio de 1985, partiende conversión del art. 4° del D. 1096/85, do de la fecha de vencimiento para el pago, Debemos destacar que si bien las cláusulas corresponde atrasar ese día, en tanto meses code ajuste o indexación se mantienen vigentes mo los que haya entre el último mes del índipara liquidar los reajustes anteriores o posterio- ce usado para ajustar el alquiler y el mes de jures al 15 de junio de 1985, por causa de la con- nio de 1985. versión de pleno derecho de tales obligaciones, Se advierte entonces que la mecánica de ajusa partir del instante en que ei ajuste compren- te es distinta según que refleje una variación da un índice que incluya el día 15 de junio de precios anterior a junio de 1985 (en cuyo de 1985, deja de ser aplicable la tabla de caso la paridad de conversión es el día del efecconversión del art. 4°. toda vez que no habrá tivo pago) o que el ajuste se refiera a un índimás moneda anterior (pesos argentinos) para ce que incluya al mes de junio de 1985 —hipóconvertir a moneda nueva (australes). De tesis que nos interesa pues opera la conversión ahí en adelante, sólo se aplicarán variaciones de pleno derecho en australes— en cuyo casóla de índices posteriores al último período del ín- paridad de conversión resulta de atrasar el día dice comprendido en el ajuste anterior (art. que corresponda al vencimiento para el pago, 5", 2° párrafo, D. 1567/85). tantos meses como separen al último mes del 16. 3. Conversión a australes de pleno dere- período de ajuste del mes de junio de 1985. cho. Puede acontecer que en la cláusula de estaLa diferencia es, por tanto, de un doble bilización de la moneda no "se hubiera pre- orden: 1) Cuando no incluye a junio de 1985, visto" (tercer apartado del art. 6°) el día que la paridad es fijada para el día del efectivo pago, se considere "devengado" (cuarto apartado 2) Cuando comprenda a junio de 1985, el día a del art. 6°) el ajuste en cuyo caso debemos tomar en cuenta para fijar la paridad de converindagar cuándo debe interpretarse que ha sión de la obligación, se determina atrasando ocurrido. en tantos meses esa fecha (según se expuso), ' Téngase en cuenta que cuando el apartado desde la indicada como día de vencimiento del art. 6° del D. 1096/85 alude a "la paridad para el pago. fijada para el día en que pueda considerarse El anexo del art. 4» del D. Nro. 1567 del devengado", no se refiere a un período sino al 21 de agosto de 1985, incorpora una tabla "ajuste". De ahí podríamos colegir que para sa- que ejemplifica las situaciones más usuales de ber cuándo debe considerarse "devengado", el contratos de locación con ajuste mensual,, ajuste que incorpore la variación del índice bimestral y trimestral del alquiler. Para su mejor ¡ que incluya hasta el período comprensivo comprensión la reproduciremos y haremos i del 15 de junio de 1985, deberíamos limitarnos breve comentario de la misma. a estudiar la cláusula de ajuste o indexación. Sin En el cuadro de los ajustes mensuales de alembargo no es así. El D. N° 1567/85, aclarato- quiler, no hay diferencia entre la fecha de rio del Reglamento Monetario, fijó el criterio conversión (o indexación o ajuste) y la de la painterpretativo de la norma que comentamos en ridad a utilizar, pues el mes usado para ajustai su art. 4°, por lo cual el "día" (apartados el alquiler es el mes de junio. Por tanto no hay tercero y cuarto del art. 6° del D. 1096/85) mes para atrasar. en que debe hacerse el ajuste será el indicado En el cuadro de los ajustes bimestrales, por la norma que contenga la cláusula de ajuste cuando el último mes del período de variación o indexación, pero la paridad de conversión del índice para ajustar es junio, coincide la femonetaria será la establecida por el art. 4° del cha de conversión (o ajuste o indexación) D. 1567/85. De esa manera, la incorporación y la paridad a utilizar (primeros dos ejemplos); del ajuste establecido en la cláusula pertinente en tanto que cuando el último mies del períose realizará en el "día" fijado en la convención, do de variación del índice para ajustar, es julio, ley, sentencia, etc, pero la paridad de conver- difiere la fecha de conversión (o ajuste o indexasión de la suma ajustada de pesos argentinos a ción) y la de la paridad a utilizar: se atrasa resaustrales será la indicada en la norma aclarato- pecto de la fecha de ajuste un mes en los dos úlria (art. 4° del D. 1567) del Reglamento Mo- timos casos. Anexo al artículo 4° de! decreto del Poder Ejecutivo Nacional N° 1567 del 21 de agosto de 1985 Contratos de locación cuyo alquiler es pagadero mensualmente por mes adelantado, suponiéndose para los ejemplos que la fecha para el vencimiento del pago del alquiler es el día cinco (5) de cada mes. — Contratos con ajuste mensual del alquiler Mes en e! que corresponde ajustar el monto del alquiler Julio de Í985 Agosto de 1985 Variación del índice utilizada para ajustar el monto del alquiler Junio de 1985 Junio de 1985 Fecha de Conversión Paridad a utilizar para convertir a australes el monto en pesos 5/7/85 5/8/85 5 ;7 85 5/8 85 — Contratos con ajuste bimestral del alquiler Mes en el que corresponde ajustar el monto del alquiler Julio de 1985 Agosto de 1985 Agosto de 1985 Sept. de 1985 Variación del índice utilizada para ajustar el monto del alquiler Fecha de Conversión Mayo y junio de 1985 Mayo y junio de 1985 Junio y julio de 1985 Junio y julio de 1985 5/7/85 5/8,85 5 8,85 5/9,85 Paridad a utilizar para convertir a australes el monto en pesos 5/7/85 5,8,85 5/7/85 5/8/85 — Contratos con ajuste trimestral del alquiler Mes en e! que corresponde ajustar el monto del alquiler Julio de 1985 Agosto de 1985 Agosto de 1985 Sept. de 1985 Sept. de 1985 Octubre de 1985 Variación del índice utilizada para ajustar el monto del alquiler Fecha de Conversión Abril, mayo y junio de 1985 Abril, mayo y junio de 1985 Mayo, junio y julio de 1985 Mayo, junio y julio de 1985 Junio, julio y agosto de 1985 Junio, julio y agosto de 1985 En el cuadro de los ajustes trimestrales de alquiler, se presentan tres grupos de casos, cada uno de los cuales se integran con dos ejemplos: así el 1° y 2°, el 3° y 4° y el 5° y 6°. En el primer grupo (1° y 2° ejemplos) coincide la fecha de conversión (ajuste o indexación) y la de la paridad a utilizar; en el segundo grupo (3° y 4° ejemplos) corresponde atrasar un mes, pues el último mes del período es julio; en el tercer grupo (5° y 6° ejemplos) el atraso es de dos meses, pues agosto es el último mes del índice usado para ajustar e! alquiler, y agosto dista de junio dos meses. Por ello, lo trascendente para saber cuándo debe considerarse "devengado" un ajuste que comprenda al índice del mes de junio de 1985, 5/7/85 5/8/85 5/8/85 5/9/85 5/9/85 5/10/85 Paridad a utilizar para convertir a australes el monto en pesos 5/7/85 5'8;85 5/7/85 5/8/85 5/7/85 5/8/85 no es que el ajuste sea mensual, bimestral o trimestral, sino en cualquiera de los tres casos, atender a la diferencia de meses que separen al último mes del índice usado para ajustar el alquiler y el mes de junio de 1985. 17. Liquidación de las obligaciones en mora: distintos, casos. Sin duda ha sido la falta de comprensión de la mecánica de liquidación de las obligaciones en mora, uno de los principales obstáculos que ha encontrado el Reglamento Monetario (Dec. 1096/85) para su aceptación en los medios forenses. Por ese motivo dedicaremos este capítulo a su esclarecimiento. Lo haremos siguiendo los lineamientos de los decretos 1568 (art. 17) y 1725 (art. 17) que fijan los criterios interpretativos del Reglamen- to Monetario (Dec. 1096/85) en los contratos con el sector público, atento lo establecido por el art. 16 del C. Civil. Tenemos dicho que la circunstancia de que el deudor incurra en mora, sea que la obligación de dar sumas de dinero expresadas en pesos argentinos, esté o no sujeta a cláusulas de ajuste, no obsta a que resulte de aplicación la tabla del art. 4 del D. 1096/85. Ahora nos ocuparemos de explicar en qué forma. Distinguiremos según que, a causa de la mora, corresponda aplicar intereses o que simplemente sea procedente actualizar el monto de la obligación. I. Si correspondiere calcular intereses: Cuando la deuda se halla expresada en pesos argentinos, los intereses deben referirse a esa moneda de modo que si debieran utilizarse tablas de interés posteriores al 14 de junio de 1985 deben convertirse a los intereses propios de la moneda anterior según la fórmula expresada en los Dec. 1568 y 1725. La tasa de interés que se aplicará será la que contractual o legalmente corresponda hasta el día del efectivo pago. El importe en pesos argentinos así determinado se convertirá a australes aplicando la paridad de la escala de conversión correspondiente al día del efectivo pago. Téngase en cuenta que como la obligación estaba expresada en pesos argentinos, los intereses moratorios eran singularmente elevados por lo que habiendo sido calculados al día en que el deudor moroso pagó naturalmente debe ser desagiados al mismo día. II. Si correspondiere calcular actualización: En este caso debemos distinguir tres supuestos: II. 1) Mientras no se incorpore la variación de períodos de índices que incluyan al 15 de junio de 1985, se calculará la actualización prevista contractual o iegalmente, e incorporada, de corresponder, la tasa de interés establecida. El monto resultante en pesos argentinos (con la actualización y los intereses, si fuere el caso) será pagadero en australes aplicando la paridad correspondiente al día del efectivo pago. II. 2) Cuando para la actualización se utilicen variaciones de índices que incluyan al 15 de junio de 1985, debe calcularse incorporando los ajustes que contractual o Iegalmente corresponda hasta el día del pago por el deudor moroso. La paridad correspondiente al día del efectivo pago debe atrasarse en tantos períodos como los que resulten de la diferencia entre el período usado como numerador para ajustar la deuda y el período que incluya el 15 de junio de 1985. Nótese que a diferencia del caso anterior, corresponde atrasar la paridad del día del efectivo pago (en correlación con el régimen las obligaciones cumplidas a término) por cuanto se aplica un ajuste que incluye un período comprensivo del día 15 de junio de 1985. En las obligaciones cumplidas en término, cuando se incluya un ajuste de este tipo, el atraso se realiza partiendo del día del vencimiento para el pago. En las obligaciones en mora a contar del día del efectivo pago. Como el día del efectivo pago (estando el deudor en mora) es posterior al día del vencimiento para el pago, y con el correr del tiempo la conversión se hace más desfavorable para el acreedor de pesos argentinos, cabría pensar que la mora favorece al deudor. Sin embargo, no es así. Los intereses moratorios que corran entre el día del vencimiento para el pago y el día del efectivo pago serán al menos de igual entidad al desagio que sufren los pesos argentinos a causa de su conversión en australes. De ahí la razonabilidad de la norma, que tampoco quiere causar un enriquecimiento del acreedor por razón de la mora del deudor. II. 3) Cuando sólo corresponda aplicar variaciones de períodos posteriores al que comprenda al 15 de junio de 1985 (v.g.: la mora ocurrió al 20 de julio de 1985 y la obligación es pagada el 30 de octubre de 1985) debe efectuarse lo siguiente: a) Convertir a australes la suma de pesos argentinos a la paridad del vencimiento de la deuda por capital, b) Ajustar la cantidad de australes entre el día en que debió pagarse el importe y la fecha en que efectivamente se hizo. El desagio se realiza al efectuarse la conversión de pesos argentinos a australes, vale decir en la oportunidad señalada en a). Debemos notar que en todos los casos de obligaciones en mora se aplica la tabla de conversión del art. 4° del D. 1096/85. Sin embargo puede darse el caso que, aun así, la i relación de conversión sea la "neutra" del día: 15 de junio de 1985, es decir de $a 1.000 porj A l . . Nos referimos a una obligación en mo cuyo ajuste debe efectuarse desde antes 15 de julio de 1985. Toda vez que la parid del día del pago, según expusimos en II. 2) debí atrasarse en tantos períodos como los que resul-J ten de la diferencia entre el período us¡ como numerador y el período que incluya t 15 de junio de 1985, la relación de conven se traslada a la paridad del día de conven "neutra". 18. Los ajustes posteriores. El quinto último) apartado del art. 6° del D. 1096/1 reglamenta los ajustes posteriores a aquél qd incluyó una variación de precios comprensiíj del día 15 de junio de 1985, tratándose i obligaciones de dar sumas de dinero expr en pesos argentinos sometidas a cláusulas i estabilización. Esta norma se integra con las contenidas ( los dos apartados que le preceden (tercero? cuarto del mismo art. 6°), toda vez que éstas del mismo. Obsérvese el cuadro anexo al art. regulan el ajuste a consecuencia del cual se pro- 4° del D. 1567 en la parte referida a los contraduce la conversión de pleno derecho de las obli- tos con ajuste trimestral de! alquiler: hay tres gaciones que, sujetas a cláusulas de ajuste, grupos de ejemplos, en los primeros dos casos estuvieron en origen expresadas en pesos argen- el mes de junio finaliza el período de ajuste, en tinos. los segundos dos casos el mes de junio ocupa el Podemos advertir que tanto el tercer párrafo lugar intermedio del período de ajuste, y en el como el quinto del mismo art. 6° al referirse al tercer grupo de dos casos, el mes de junio momento en que procede el ajuste, aluden inicia el período de ajuste. La relación entre al día o a la oportunidad en que se "hubiera la posición del mes de junio en el período de previsto". ajuste y el mes en que corresponde ajustar el H D. 1096/85, y su aclaratorio D. 1567, alquiler es determinante para concluir en el respetan lo establecido en la norma de ajuste sentido de si corresponde o no atrasar el día de con relación al día u oportunidad en que debe la paridad, y en caso afirmativo cuántos meses. practicarse. La circunstancia de que a los fines de 19. Obligaciones de conversión monetaria fijar la paridad de conversión de la escala del "neutra". Cuando aludimos a conversión art. 4° del Reglamento Monetario, se distinga "neutra" estamos refiriéndonos a la relación según que se incorpore un ajuste referido a de $a. 1.000 por A 1, no por aplicación de la un índice que incluya al 15 de junio de 1985 o paridad del art. 1° del Reglamento Monetario que sea relativo a una variación de precios ante- (Dec. 1096/85) sino por la proyección de la rior, no tiene relación con la cuestión de que tabla de conversión del art. 4° sobre ciertas tratamos (ajuste por variación de índices) sino obligaciones de dar sumas de dinero expresadas con la referida conversión de una moneda a en pesos argentinos pendientes de cumplimienotra. to en la víspera de la vigencia de la reforma Ya hemos señalado que en los ajustes poste- monetaria. riores al que ha causado la conversión de pleno Se trata de obligaciones cuya paridad de conderecho de la obligación de pesos argentinos versión es de $a. 1.000 por A 1, a causa de la ria australes, no es de aplicación la escala de gurosa aplicación de las reglas del cambio de conversión del art. 4°, siendo ella compatible con la exigencia impuesta por el art. 5° (segundo apartado) del D. 1567 que obliga a que estos ajustes se practiquen aplicando exclusivamente variaciones de índices posteriores al último período del índice comprendido en el ajuste anterior. Hasta que se dictó el D. 1567 del 21 de agos- to de 1985 aclaratorio del Reglamento Monetario, y referido a los contratos de locación vigentes al 14 de junio de 1985, en los que se hubiere previsto el ajuste de los alquileres mediante índices elaborados para períodos mensuales (art. 1°), reinó una gran confusión en la materia y dio lugar a que el art. 8° del mismo decreto Nro. 1567, dispusiera que los pagos realizados a partir del 15 de junio de 1985, en cumplimiento de los contratos mencionados que no se hubieren ajustado a las normas del decreto, debe- rán adecuarse a las mismas, debiendo las partes atender a las diferencias en australes que pudieran haber dado lugar. Esto significa que las normas del D. 1567 son retroactivas al 15 de junio de 1985, fecha de vigencia del D. 1096/85 por la muy simple razón de que constituye una norma aclaratoria. En esta forma, vale decir, esclareciendo la manera de ajustar cuando se comprende índices que incluyan a junio de 1985, mediante el mecanismo de "atrasar" el día de la paridad de conversión, se evita la difícil situación que origina la ubicación del mes de junio en el "período" de ajuste, según que constituya el tramo inicial, medio o final la moneda, y no a consecuencia de argumenta ciones más o menos artificiosas (mora, obligaciones de valor, etc.) elaboradas para escapar a la norma del art. 4° del D. 1096/85. Los casos son los que a continuación se indican : 1) Obligaciones de dar sumas de dinero expresadas en pesos argentinos cuyo pago se efectúa el día 15-6-85. 2) Obligaciones de dar sumas de dinero expresadas en pesos argentinos que estando en mora con anterioridad al 15 de junio de 1985 deban ser pagadas con ajuste de un índice que se proyecte hasta el día del pago. Hemos explicado que si el ajuste incluye el día 15-6-85 y a causa de la mora debe indexarse al día del pago, la paridad de ese día debe atrasarse en la forma expuesta, lo que conduce a la paridad "neutra" del 15-6-85. 3) Obligaciones de dar sumas de dinero expresadas en pesos argentinos que venzan con posterioridad al 15-6-85 y que deban ser ajustadas el día de su exigibilidad con un índice que incluya el 15-6-85, vale decir que el ajuste se refiera a todo período que media entre el día de vigencia de la reforma monetaria y el día de vencimiento de la obligación. Ello es así, a causa de la necesidad de atrasar la paridad del día del vencimiento, según se ha expuesto, lo que nos lleva a la paridad "neutra" del día 15-6-85. 4) ídem al caso anterior, pero sobreviniendo la mora del deudor y que a causa de la misma, deba ajustarse el día del pago. Si el período de ajuste de la obligación cubre íntegramente el tiempo que corre entre el día 15-6-85 y el día del pago, a causa del deber de atrasar la paridad del' día del pago, en la forma expuesta, resulta aplicable la conversión monetaria de paridad "neutra" del día de la reforma monetaria. Corresponde ahora que nos preguntemos en qué casos la aplicación de la tabla de conversión del art. 4° no conduce a la paridad "neutra" de $a. 1.000 por A 1. Son los siguientes: 1) Cuando habiendo vencido antes del 15-685 no corresponda ajustaría al día del pago. 2) Cuando habiendo vencido antes del 15-6-85 corresponda aplicarle intereses móratorios. La tasa de esos intereses será propia de una moneda que se deprecia, por lo cual cuando corresponda tener en cuenta intereses fijados para australes deberá previamente transformarse su tasa como se expone en los Dees. 1568 (art. 17) y 1725 (art. 17). 3) Cuando siendo exigible después de la reforma monetaria, al día de su vencimiento no haya que hacerle ningún ajuste. 4) Cuando siendo exigible después de la reforma monetaria, a su vencimiento deba ajustarse por un período mediato anterior al día del vencimiento para el pago, de suerte que medie un lapso antes del día del vencimiento para el pago que no se considere en el ajuste. Así v.g. : Vencimiento el 5-10-85 y ajuste el 31-8-85. 5) Cuando siendo exigible después de la reforma monetaria, corresponda ajustaría por un período inmediato anterior al día del pago (a causa de la mora del deudor) no cubriendo dicho ajuste íntegramente el período desde el 15-6-85 v.g.: la mora ocurrió el 25 de julio y el pago sobrevino el 15 de agosto. 6) Cuando siendo después de la reforma monetaria, corresponda devengar intereses (no ajuste). Ya se indicó que los intereses deben ser los propios de una moneda blanda (altos), por lo cual si procediera la aplicación de los indicados después del 15-6-85 para el austral, deberá efectuarse previamente la transformación de esa tasa a la pertinente para pesos argentinos (véase art. 17 de los Dees. 1568 y 1725). 20. Las relaciones creditorias laborales y previsionales del art. 7° del D. 1096/85. 20. 1. Las remuneraciones de los dependientes y las prestaciones previsionales. El aguinaldo del primer semestre. El art. 7° del D. 1096/85 dispone: "Como excepción a lo dispuesto en los artículos 4° y 6°, las remuneraciones del personal en relación de dependencia y las prestaciones previsionales, en ambos casos correspondientes al mes de junio de 1985, así como la retribución por aguinaldo correspondiente al primer semestre de 1985, serán abonadas en AUSTRALES, según la paridad prevista en el artículo 1°". Hemos visto que las obligaciones de dar sumas de dinero expresadas en pesos argentinos, sujetas o no a cláusulas de estabilización de la moneda, quedaban alcanzadas por la tabla de conversión del art. 4°. También hemos notado que escapan a la tabla de conversión del art. 4° del Reglamento Monetario ciertas obligaciones de dar sumas de dinero expresadas en pesos argentinos: nos referimos a las órdenes de pago, comprensivas de los cheques presentados al cobro en los dos primeros días hábiles bancarios posteriores al 15 de junio de 1985. Hemos estudiado anteriormente el motivo por el que los activos monetarios (billetes, monedas, saldos en cuentas corrientes, órdenes de pago) escapan al régimen de la tabla de conversión. Ahora debemos aludir a la razón por la cual ciertas remuneraciones de dependientes *y prestaciones previsionales están marginadas de la paridad de conversión del art. 4°, aplicándose respecto de ellas la del art. 1°, vale decir, de un austral cada mil pesos argentinos. Tal como lo expresa el art. 7°, se trata de una excepción al principio general que impone el desagio, y se fundamenta en razones de política socio-económica, para atenuar el rigor del programa de reforma sobre una amplia franja de la población: los asalariados. Debemos reparar que se trata de una excepción impuesta en un ordenamiento de Derecho Público que contiene normas de orden público monetario, cuya interpretación debe ser naturalmente restrictiva. La excepción sólo comprende a las remuneraciones del personal en relación de dependencia y las prestaciones previsionales, en ambos casos, correspondientes al mes de junio de 1985, además de la retribución por aguinaldo correspondiente al primer semestre de 1985. Nosotros entendemos que la ventaja que acuerda el art. 7° del D. 1096/85 a ciertos créditos laborales tiene como contrapartida la desventaja del congelamiento de salarios a partir del 1° de julio de 1985, de tal forma no sería legítimo pretender extender a otros créditos —particularmente de naturaleza no laboral— la situación de excepción en el artículo que comentamos. Por decreto Nro. 1193/85, fechado el 2! de junio y publicado en el Boletín Oficial el día siguiente, se ratificó el porcentaje di incremento a regir en el mes de junio de 1985 y se dispuso el congelamiento de las remuneraciones a partir del 1° de julio de 1985. Transcribí- i remos sus considerandos por estimarlo de suma importancia: "Que se hace necesaria la adopción de todas aquellas medidas coadyuvantes que posibiliten en el menor tiempo posi- ble el logro de la recuperación de la economía nacional; que a tales efectos se ha establecido una estrategia antiinflacionaria que descansa fundamentalmente en la eliminación del déficit público y el congelamiento de precios y salarios; que en momentos de emergencia como el presente se hace todavía más necesario que el interés general prive sobre el interés particular; que la Nación requiere un esfuerzo extraordinario para el efectivo cumplimiento del plan de reforma económica". El art. 1° del D. 1193/85 ratificó que el porcentaje de incremento salarial a regir en el mes de junio de 1985, conforme lo dispuesto por el decreto Nro. 488/85, será veintidós coma cincuenta y nueve por ciento (22,59°/o) y que se aplicará sobre la remuneración nominal, normal y habitual sujeta a aporte jubilatorio percibida por el trabajador al 31 de mayo de 1985. En su art. 2°, el D. 1193/85, prohibió a tos empleadores conceder a sus dependientes incrementos directos o indirectos de remuneraciones, ya sean de carácter general o individual, cualquiera fuere la calificación, denominación o imputación que pudiere asignárseles. Las sanciones por incumplimiento de lo dispuesto en el art. 2°, son previstas en el art. 3° del mismo decreto y consisten en: a) privación del otorgamiento o renovación de los créditos concedidos por las entidades bancarias oficiales, b) imposibilidad de deducir a los fines de la determinación de la materia imponible en el impuesto a las ganancias las sumas en que hubiere aumentado las remuneraciones, ni ser tenidas en cuenta a los efectos de fórmulas que reconozcan mayores costos, y e ) caducidad de los beneficios provenientes de regímenes moratorios provisionales y de las facilidades de pago referidas a obligaciones de carácter tributario que se hubieren acordado al empleador. Además de estas sanciones, el último apartado del mismo art. 3°, dispone que al infractor se le efectuarán, por los organismos competentes, las fiscalizaciones, que correspondan para valorar su conducta en el cumplimiento de sus obligaciones tributarias y previsionales. Las remuneraciones del personal en relación de dependencia correspondientes al mes de junio por estar excluidas de la tabla de desagio del art. 4°, se benefician en algo más del 17°/o (ver paridad del 4 de julio), a lo que debe agregarse el aumento del 22,59°/o lo que hace un total del 40°/o de ventaja relativa frente a cualquier otro crédito no incluido en el art. 7°. 20. 2. Otras obligaciones laborales. La excepción contenida en el art. 7° del D. 1096/85 debe interpretarse restrictivamente, por lo que se limita a: a) remuneraciones del personal en relación de dependencia correspondientes al mes de junio de 1985; y c) retribuciones por aguinaldo correspondientes al primer semestre de 1985. En estos casos procede convertir las sumas de dinero expresadas en pesos argentinos a australes a la paridad fijada en el art. 1° del D. 1096/85, es decir, a razón de $a 1.000 por cada austral. El concepto de remuneración surge de la Ley de Contrato de Trabajo, cuyo art. 105, seg. apartado, dispone que las prestaciones complementarias, sean en dinero o en especie, integran la remuneración del trabajador y en atención a que el trabajo se presume oneroso, las prestaciones que reciba el trabajador deben considerarse en principio integradoras del salario, en especial los premios, los llamados plus por asistencia, la participación en las ganancias de la empresa, asi como las prestaciones en especie. También los viáticos, salvo lo que en particular dispongan los estatutos profesionales o las convenciones colectivas del trabajo, son consideradas como remuneraciones excepto en la parte efectivamente gastada y acreditada por medio de comprobantes (art. 106, Ley de Contrato de Trabajo). Cuando la remuneración sea a base de comisión, ésta se liquidará sobre las operaciones concertadas (art. 108, Ley de Contrato de Trabajo). Las propinas o recompensas forman parte de la remuneración, si revistieran el carácter de habituales y no estuvieren prohibidas, si fueran recibidas por el trabajador con motivo del trabajo que preste (art. 113, Ley de Contrato de Trabajo). El aguinaldo o sueldo complementario del primer semestre de 1985, también escapa a la tabla de conversión del art. 4° del D. 1096/85. El concepto de remuneración que corresponde atender para liquidar el aguinaldo es amplio, no debiendo limitarse a los salarios devengados en efectivo. En consecuencia, para la determinación del aguinaldo deben considerarse el valor de las remuneraciones en especie, como habitación, comidas, propinas, ropa de trabajo, y las remuneraciones complementarias en efectivo, como las comisiones, habitaciones, viáticos, horas extras y cualquier otra remuneración percibida en el primer semestre de 1985. Pero las restantes obligaciones a cargo del empleador emergentes del contrato de trabajo que no se refieren a las específicamente excluidas de la regla general de los art. 4° y 6° del D. 1096/85, como las indemnizaciones sustitutivas de preaviso, integración del mes de despido, indemnización por antigüedad, sus ti tu ti va de vacaciones no gozadas, accidentes de trabajo, feriados y días no laborables trabajados, remuneraciones correspondientes a otros meses, aguinaldo distinto del referido al primer semestre de 1985,, etc. . ., quedan sujetas a la tabla de conversión del art. 4°, según los arts. 5° y 6° del D. 1096/85. Sin embargo, pensamos que las asignaciones familiares, a pesar de no estar expresamente indicadas en la norma del art. 1° del Reglamento Monetario, escapan a la tabla de desagio por cuanto si no se comprendiera en la exclusión a las asignaciones familiares correspondientes al mes de junio, se haría un trato discriminatorio en perjuicio del trabajador con cargas de familia, interpretación que no entendemos plausible. Además, el mismo día que se dictó el D. 1096/85, los Ministerios de Trabajo y Secretaria Social y de Economía por Resolución Conjunta Nro. 485 y 513, publicadas en el Boletín Oficial el 3 de julio de 1985, dispusieron la actualización de las cuantías de las asignaciones familiares a partir del 1° de junio de 1985. Como quedó expuesto, las prestaciones provisionales correspondientes al mes de junio de 1985, vale decir las jubilaciones y las pensiones, serán pagaderas a razón de una paridad de mil pesos argentinos por cada austral, como las remuneraciones del mismo período y el aguinaldo del primer semestre de 1985. 21. Proyección del Reglamento Monetario sobre las convenciones de las partes y las cláusulas de ajuste. La norma del art. 8° del D. 1096/85 regula la temática de que tratamos en este apartado, motivo por el cual procederemos a su transcripción. "Lo establecido en los artículos 5° y 6° no importa modificación de las convenciones establecidas por las partes, salvo respecto de la moneda en que deberán cancelarse las obligaciones. De igual manera, las obligaciones sometidas a cláusulas de ajuste o indexación continuarán sujetas a las fórmulas establecidas". No puede dudarse que los arts. 5° y 6°, por la remisión que formulan a la tabla de conversión del art. 4° son los que han provocado la mayoría de las cuestiones en torno a la validez e interpretación del Reglamento Monetario. De ahí que este art. 8° ocupe un lugar destacado como herramienta hermenéutica del decreto N° 1096/85, toda vez que nos permite corroborar nuestras afirmaciones en orden a que se trata de un reglamento monetario de necesidad y urgencia, de Derecho Público, de orden público monetario, cuyo cometido específico es regular el tránsito de una moneda blanda a una moneda dura, evitando transferencias de riqueza y respetando no sólo la autonomía de la voluntad sino los diversos regímenes particulares propios de los distintos campos del derecho. Ha sido ia subestimación de la importancia de esta norma, la causa del desvarío de algunas opiniones de prestigiosos abogados y juristas que no han comprendido el limitado alcance del Reglamento Monetario, que no pretende inmiscuirse en las cuestiones propias del Derecho Privado, ni dar solución a lo que es propio de los derechos particulares. 21. 1. Incidencias de los arts. 5° y 6° sobre ¡as convenciones de las partes. El primer párrafo del art. 8° manifiesta que los arts. 5° y 6° del D. 1096/85 no tienen otro alcance que el estrictamente monetario. La formulación del primer párrafo, al decir que los arts. 5° y 6° no modifican las convenciones "salvo respecto de la moneda en que deberán cancelarse las obligaciones", a pesar de merecer algunos reparos, alcanza a transmitir un mensaje claro: el contenido estrictamente monetario de los arts, 5° y 6°. Dichas normas regulan la conversión de la moneda, cuando se trata de obligaciones de dar sumas de dinero expresadas en pesos argentinos, distinguiendo según que estén o no sujetas a cláusulas de ajuste o indexación. Si están sujetas a cláusulas de ajuste o indexación (de origen convencional, legal o judicial) se produce la conversión de pleno derecho de ia obligación al momento de incorporarse un ajuste que aplique variaciones de índices que incluyan el 15 de junio de 1985, en tanto que si no están sujetas a cláusulas de ajuste o indexación, se mantienen en dicha moneda (pesos argentinos) hasta el momento del pago. En ambos casos, se aplica la tabla de conversión del art. 4°, sea a los fines del ajuste, sea para precederse al pago. El primer apartado del art. 8° del Reglamento Monetario a diferencia del segundo apartado, que se limita a las cláusulas de ajuste o indexación y apunta a la vigencia futura de éstas, se refiere a "las convenciones establecidas por las partes". Toda vez que ya hemos dicho que las cláusulas de ajuste reguladas por el art. 6» no son solamente de origen convencional, sino que se comprenden las legales y los ajustes impuestos por la autoridad de la justicia, convendría que indagáramos el motivo que tuvo el art. 8° para poner énfasis en que las normas de los arts. 5° y 6° no modifican las convenciones establecidas por las partes. Ocurre que las normas creadas por la autonomía de la voluntad no pueden ser en principio alteradas —salvo de común acuerdo— pues a ellas se han sometido los contratantes en la inteligencia de que regularán sus relaciones jurídicas hasta la plena satisfacción de sus respectivas obligaciones. De lo contrario, el poder que la ley ha reconocido a los particulares de quedar sometidos a las normas que libremente acuerden en sus relaciones negocíales, sufriría un quebrantamiento generador de desconfianza, si el legislador interfiriera en las relaciones convencionales actuadas en ejercicio de ia autonomía privada, imponiendo efectos no deseados por una o por ambas partes. La necesidad de distinguir el régimen, de aplicación de las nuevas normas, según que su fuente sea legal o convencional, ha sido ; puesta de manifiesto en el art. 3° del C. Civil, al disponer que: "A los contratos en curso de ejecución no son aplicables las nuevas leyes supletorias". Tenemos dicho que el Reglamento Monetario es de orden público monetario, por lo que no constituye una nueva ley supletoria, para parafrasear el art. 3°, in fine, del Código Civil. De ahí que si bien por el carácter de orden público podría parecer aplicable a los contratos en curso de ejecución, ello es así sólo respecto "de la moneda en que deberán cancelarse las obligaciones" (art. 8°), vale decir en australes y según la paridad de conversión impuesta por el Reglamento Monetario. La cuestión de que tratamos, esto es, el alcance del D. 1096/85, y su limitación a lo estrictamente monetario, tiene repercusión no sólo en lo concerniente a su validez constitucional, sino en lo relativo a su aplicación a las obligaciones de dar sumas de dinero expresadas en pesos argentinos exigióles o no antes de la reforma monetaria, y con prescindencia de los efectos que la mora del deudor provoca en el régimen de las obligaciones. Ello significa, que el propósito del primer apartado del art. 8° es doble: por un lado, expresar el contenido monetario del D. 1096/85, y, por el otro, manifestar el pleno respeto de las normas dé la autonomía de la voluntad (art. 1197 del C. Civil). 21. 2. Vigencia de las cláusulas de ajuste o indexación. La última parte del art. 8° del Reglamento Monetario dispone que las obligaciones sometidas a cláusulas de ajuste o indexación "continuarán sujetas a las fórmulas establecidas". Dichas fórmulas son las emergentes de la convención, la ley o la sentencia que las ha impuesto, toda vez que resulta indiferente su origen en el sentido que todas quedan comprendidas en la norma del art. 6° del Reglamento Monetario. El segundo párrafo del art. 8° comienza diciendo: "De igual manera . . .", con lo que traslada el contenido de la primera parte, haciéndolo extensivo a la segunda. Quiere decir que lo establecido por los arts. 5° y 6° no importa modificación de las cláusulas de ajuste o indexación, salvo respecto de "la moneda en que deberán cancelarse las obligaciones". Además, la última parte del arí. 8° concluye afirmando la vigencia ulterior de tales cláusulas de ajuste o indexación. La norma del art. 8° que estamos comentando corrobora nuestra afirmación en el sentido que la tabla de conversión del art. 4° del D. 1096/85 no resulta incompatible con la vigencia de las cláusulas de ajuste o indexación establecidas por convenciones, por leyes especiales o por las sentencias. Sin embargo, el art. 9° del D. 1096/85 establece una excepción al principio por el cual las normas a que están sometidas las obligaciones de dar sumas de dinero, expresadas en pesos argentinos que están sujetas a cláusulas de ajuste o indexación, no sufren alteración a causa del Reglamento Monetario, al limitar la magnitud de los intereses punitorios, según veremos seguidamente. 22. Limitaciones del monto de los intereses punitorios en las obligaciones sujetas a ajuste. Procederemos a transcribir el art. 9°: "Como excepción a lo dispuesto en el artículo 8°, cuando en obligaciones de dar sumas de dinero expresadas en Pesos Argentinos que estén sujetas a cláusulas de ajuste o indexación se hubieran previsto intereses punitorios por atraso en los pagos, a partir del momento en que dichas obligaciones deban considerarse convertidas de pleno derecho a AUSTRALES dichos intereses no podrán superar una vez y media (1,5) la tasa para descuento a treinta (30) días de plazo del Banco de la Nación Argentina." Esta norma está ordenada a modificar los contratos y no es de carácter supletorio (véase art. 3° del C. Civil). Sin embargo su alcance no se limita al ámbito de la autono mía privada, toda vez que comprende a las obligaciones de dar sumas de dinero expresadas en pesos argentinos que estén sujetas a cláusulas de ajuste o indexación, y tenemos visto que las cláusulas de ajuste o indexación pueden ser de origen convencional, legal o judicial. Está fuera de cuestión la razonabilidad de la norma, al limitar los intereses punitorios, es decir moratorios predeterminados, a partir del momento en que se produjo la conversión de pleno derecho de la obligación, que de pesos argentinos pasó a australes. Sin embargo, pensamos que al comprender a las cláusulas de carácter convencional en la limitación de intereses, avanza sobre el régimen de los contratos (más allá de la moneda), e impone una norma de Derecho Privado, aunque de orden público, para lo cual el Poder Ejecutivo carece de atribuciones en función de lo previsto por el art. 67 inc. 11 de ¡a Constitución Nacional. Por eso entendemos, que la magnitud de los intereses punitorios pactados en un contrato podrá ser limitada por los jueces, por aplicación de la norma del art. 953 del C. Civil, pero escapa al poder de regulación de un Reglamento Monetario como el que expresa nuestro decreto. El art. 9° no es una norma dictada para regir a las nuevas convenciones, porque se refiere a aquellas que expresaron las obligaciones en pesos argentinos por lo que su falta de conformidad con la norma fundamental, carece de mayor significación. El art. 6° del D. 1567 incluye a las loca- ciones que regulan en la norma del art. 9° que anotamos. La limitación establecida por el art. 9° del Reglamento Monetario significa que si la tasa para descuento de documentos a treinta días de plazo del Banco de la Nación Argentina es de 6°/o (v.g.) los intereses punitorios no podrán exceder de 9°/o a partir del momento en que las obligaciones se convirtieron en australes. Este tope deberá ser respetado por las entidades financieras sujetas al contralor del Banco Central de la República Argentina, a quienes incuestionablemente alcanza la disposición que anotamos. 23. Autorizaciones, márgenes o límites fijados en los actos jurídicos. El art. 10° del Reglamento Monetario dispone: "En todos los actos jurídicos en que se hubieren fijado autorizaciones o márgenes o límites máximos o mínimos, expresados en Pesos Argentinos, los mismos se considerarán convertidos a AUSTRALES aplicando la Escala de Conversión contemplada en el artículo 4° según la paridad que corresponda a la fecha de utilización parcial o total de estos, en la medida de dicha utilización". Hemos tenido oportunidad a lo largo de nuestro trabajo, de hacer referencia a esta norma que proyecta la tabla de conversión del art. 4°, a la dinámica de ejecución de los actos jurídicos que provean autorizaciones, márgenes o límites para la regulación de ciertos efectos. Imaginemos una autorización para girar en descubierto sobre una cuenta corriente baricaria. El crédito que el Banco ha abierto al cliente se ha expresado en pesos argentinos, pero como su utilización es al tiempo de la vigencia del nuevo signo, procede indagar, acerca del régimen de conversión de la suma expresada en la vieja moneda. La norma es clara y ordena la conversión en australes al tiempo de la efectiva utilización de la autorización, de modo tal que al día en que los fondos fueron detraídos de la cuenta corriente, a causa del libramiento autorizado será convertida la suma de la vieja moneda a la nueva. El art. 10° también nos permite interpretar el alcance de la cláusula pertinente en las hipotecas de créditos abierto, es decir en aquellas en las que se concede un crédito garantizado con hipoteca, en cuya convención se estipula que a medida que la obra avance contra la presentación de los pertinentes certificados, podrá quien obtuvo el crédito requerir la entrega de nuevos fondos hasta un margen o límite preestablecido. El caso de los seguros en los cuáles se ha fijado un límite de cobertura, resulta comprendido en la norma que anotamos y ha dado lugar a opiniones dispares. La norma del art. 10° revela el carácter general que reviste la aplicación de la escala de conversión del art. 4» en el esquema del Reglamento Monetario, pues ya no se trata de aplicar la tabla de desagio para el pago o el ajuste de obligaciones en pesos argentinos sino de proyectarla sobre las autorizaciones, márgenes o límites (máximos o mínimos) fijados en los actos jurídicos. 24. Invalidez de reajustes referidos a períodos previos a la reforma monetaria en las obligaciones pactadas en australes. Dice el art, 11° del D. 1096/85: "En las obligaciones de dar sumas de dinero pactadas originalmente en AUSTRALES serán consideradas nulas y sin efecto alguno las convenciones que prevean el ajuste del monto aplicando variaciones de índices elaborados para períodos mensuales correspondientes al mes de junio de 1985 o anteriores. La nulidad prevista en el párrafo precedente no afectará la validez del resto de las convenciones previstas". La norma que comentamos se refiere a las obligaciones de fuente contractual y establece una prohibición al tiempo que sanciona su incumplimiento con la nulidad. Corresponde que nos preguntemos si en razón de pronucniar la nulidad de una cláusula contenida en un contrato, el Reglamento Monetario no está por ello infringiendo el límite de una norma monetaria para inmiscuirse en cuestiones atinentes al Derecho privado, lo que estaría vedado por el art. 67, inc. 11° de la Constitución Nacional. Nosotros pensamos que el art. 11° se compadece con un Reglamento Monetario de necesidad y urgencia ya que no deja sin efecto cláusulas contenidas en contratos en ejecución (como lo pretende el art. 9° del D. 1096/85), sino que dispone para lo futuro (se refiere a obligaciones pactadas originalmente en australes). Lo hace desde una perspectiva exclusivamente monetaria, pues declara la invalidez de las cláusulas que regulen el valor de la nueva moneda (australes) sobre la base de parámetros ligados a la suerte de la moneda anterior (pesos argentinos). Una disposición ordenada a invalidar una cláusula reguladora del valor de la moneda, nos parece propia de un reglamento monetario, y a pesar de proyectarse sobre el Derecho Privado, no constituye una norma de esa naturaleza sino de Derecho Público, pues exterioriza la subordinación de los intereses privados al interés general, en la regulación de una materia que, siendo privativa del poder público, implica a la misma soberanía del Estado. La nulidad impuesta por la norma absoluta, pues está en juego el orden público monetario, y resultará manifiesta toda vez que se hará en el instrumento de la convención de que se trate. La invalidez por razón de ser absoluta y manifiesta, podrá y deberá ser declarada de oficio por el juez (art. 1047, C. Civil). Como dice la última parte del art. 11°, dicha nulidad que se reajuste su valor con índices referidos no afectará la validez del resto de las convencio- a momentos anteriores a la reforma monetaria (15/6/85), los cuales siendo mensuales provones. La prohibición comprende a los ajustes que can la exclusión del mismo mes de junio de apliquen variaciones de índices elaborados para 1985. 25. Régimen de recursos y cartas de pago períodos mensuales correspondientes al mes de obligaciones pendientes de cumplimiento. de junio o anteriores. La norma, como alude a períodos mensua- El art. 12° del Reglamento dispone: "En los recibos o cartas de pago corresponles, se refiere al mes de junio de 1985 y no a la primera quincena como podría resultar plausi- dientes a obligaciones expresadas en Pesos Arble en atención a que la reforma moratoria gentinos, que según lo dispuesto en el artírige desde el 15 de junio de 1985. Podríamos culo 4o deben satisfacerse en AUSTRALES, el preguntarnos qué incidencia tendría que el ín- acreedor deberá dejar constancia de la paridad dice no se refiera a períodos mensuales, sino a utilizada para la conversión. El incumplimiento lapsos menores o a cotizaciones de ciertos bie- de lo dispuesto en el párrafo precedente otorganes en la oportunidad indicada por la con- rá al deudor el derecho a repetir lo pagado". Hemos defendido, en términos generales, vención. Nosotros pensamos que si el período es men- la constitucionalidad del D. 1096/85 por una sual, y corre desde el 1° al ultimo día del mes serie de argumentos que no es del caso repecalendario, resulta claro que sólo a partir del tir aquí. Sin embargo, nos parece que la sanción mes de julio de 1985 inclusive puede reajus- por incumplimiento del deber impuesto por el tarse el valor del austral, en las obligaciones art. 12° consistente en el derecho a repetir pactadas originalmente en esa moneda. Tam- lo pagado, es una norma de Derecho Privado y bién creemos que tiene un alcance mayor la por tanto excluida de fuerza imperativa, a prohibición: en ningún caso podrán tomarse causa de su manifiesta inconstitucionalidad. índices de precios anteriores al 15 de junio de No negamos que es conveniente al acreedor, 1985 cuando la obligación nació en australes. dejar constancia en el recibo de pago (guardanVale decir que tampoco valdrá la cláusula que do copia firmada por el deudor) de la paridad se refiera a un índice del día 14 de junio o utilizada para la conversión de los pesos argenanterior, pero podrá referirse al día 15 de tinos en australes, pero la cuestión no estriba junio de 1985 o posteriormente. en afirmar la utilidad de cumplir dicha exigenPara comprender el alcance de la prohibición cia sino en establecer las consecuencias judiciadel artículo 11° del Reglamento Monetario, les de su omisión. Nosotros pensamos que el en lo que respecta a la exclusión de todo rea- Poder Ejecutivo no tuvo atribuciones para prejuste, referido a un período anterior al mes de dicar semejante efecto del incumplimiento del junio de 1985, o al día 15 de ese mes —según deber de instrumentar el mecanismo de converya explicamos— cuando la obligación se pactó sión. De ahí que la omisión por parte del acreeoriginalmente en Australes, haremos una com- dor no dará, en nuestra opinión, el derecho de paración con la alusión al día 15 de junio de repetir lo pagado. Nos referimos, claro está, 1985 en el esquema de la norma del art. 6° a la repetición de todo lo pagado, puesto que si el deudor prueba que ha pagado de más, del mismo D. 1096/85. Recordemos que el art. 6° establece la con- podrá reclamar la repetición de lo que ha dado versión de pleno derecho de las obligaciones en exceso. Pero ese efecto no será consecuencia de dar sumas de dinero expresadas en pesos de lo previsto por la norma del art. 12° del Reargentinos cuando se produce un ajuste que glamento Monetario, sino de las disposiciones aplique variaciones de índices que incluyan el relativas al pago de lo que no se debe (arts. 15 de junio de 1985. Esto debe ser entendido 784 y ss del C. Gvil). Por lo expuesto entendemos que el Reglaen el sentido que la conversión de pleno derecho de la obligación se produce cuando acon- mento Monetario pudo disponer la obligación tece el primer ajuste que incluya un índice de dejar constancia de la paridad de conversión, que comprenda ese día (15/6/85) o un día pero debió omitir imperar que su cumplimiento posterior (v.g. 1° de julio de 1985). Vale decir originaba el derecho a repetir lo pagado, con lo que la conversión de la obligación expresada cual quedaba deferido a los jueces interpretar, en pesos argentinos se produce de pleno dere- en función de las circunstancias del caso, cho a australes cuando se proyecta sobre la puesto a su consideración, si la omisión de que obligación un ajuste referido a un índice que tratamos ponía de manifiesto, para el caso de sobrevino a la reforma monetaria (es decir existir perjuicio en el deudor, una actitud d primer ajuste a partir del mismo día 15 de culposa o dolosa, con las derivaciones que de junio de 1985). En cambio, la norma del art. ello resultaren. 11° del Reglamento Monetario prohibe, cuando Debemos tener en cuenta que si bien la escala obligación en origen se pactó en australes, la de conversión del art. 4° rige a los fines del pago (art. 5°), para aplicar ajustes, referidos a períodos anteriores o concomitantes con la reforma monetaria (art. 6°), o para proyectar a la nueva moneda las autorizaciones, márgenes o límites de los actos jurídicos (art. 10°), la exigencia a que alude la norma del art. 12° guarda relación sólo con los pagos. BIBLIOGRAFÍA. Para las remisiones bibliográficas y la resolución de casos prácticos, véase nuestra obra: La reforma monetaria: el austral, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 1985. Pueden consultarse las obras: Luis Moisset de Espa- rtes, Jorge Mosset Iturraspe y Carlos Federico Torres: E! desagio, Rubinzal-Culzoni, Editores, Santa Fe, 1985 y Félix Alberto Trigo Represas, El austral y el desagio. Ediciones Depalma, Buenos Aires, 1985. PLATAFORMAS SUBMARINAS (V. en este Apéndice Artefacto Costa Afuera). PODER DE INVESTIGACIÓN DEL CONGRESO *. I La facultad de investigación, que se atribuye al Congreso y a cada una de las Cámaras que lo componen, constituye una potestad esencial e indispensable para que el órgano ¡egisferante pueda dar cumplimiento a la función que le asigna !a Constitución en el marco de la estructura del poder. Para legislar, a los integrantes del Congreso no les basta con conocer los antecedentes legislativos, doctrinarios o jurisprudenciales, así como tampoco las opiniones o juicios resultantes de sus experiencias e indagaciones particulares. Su larbor, debe ser esencialmente práctica e impersonal y no, predominantemente, teórica y subjetiva. Además de aquellos aspectos, su conocimiento debe abarcar las realidades e inquietudes sociales, económicas y políticas sobre las cuales versará la actividad legislativa y, ese conocimiento muchas veces sólo se puede obtener mediante el procedimiento de la investigación, a través del cual cabe recoger eficazmente la información y datos necesarios para aquel fin. Sin embargo, la discontinuidad en las prácticas parlamentarias y la inexperiencia o conocimiento incompletos de los mecanismos constitucionales, generan dudas y confusiones sobre el alcance y contenido del poder de investigación. Incertidumbre que, a primera vista, se proyecta sobre los eventuales límites de aquella potestad y la posibilidad de controlar ¡a legitimidad y legalidad de su ejercicio. * GREGORIO BADENI. De todos modos, el tema, por su tratamiento doctrinario (*) y los antecedentes parlamentarios que registra, no es novedoso. Ello, claro está, tampoco significa que su análisis se encuentre agotado por cuanto, muchos aspectos del poder de investigación, no han tenido hasta e! presente materialización práctica y, otros, son objeto de opiniones dispares. Basta recordar los numerosos casos en que el poder de investigación fue ejercido por las Cámaras del Congreso y el celo puesto de manifiesto por sus componentes en defensa de dicha atribución, particularmente, frente a las objeciones expresadas por e! Poder Ejecutivo, así como también los reparos y críticas emanadas de diversas entidades ( 2 ) condenando los excesos que genera su ejercicio. II En el marco de la estructura constitucional argentina, el Congreso está facultado para ejercer el poder de investigación y obtener la información que estime necesaria o conveniente para dar cumplimiento a las funciones que le asipe la Constitución. En forma genérica, esa potestad abarca tanto el requerimiento que puede efectuar el Congreso al Poder Ejecutivo para recibir las explicaciones o los informes que considere convenientes, como la colaboración exigida a los particulares para que mediante sus declaraciones o exhibición de documentos, ofrezcan los datos conducentes a la eficacia de la investigación. El Congreso está facultado expresamente por el art. 63 de la Constitución Nacional, que reproduce textualmente el art. 39 de la Constitución de 1826, para requerir informaciones y explicaciones directas al Poder Ejecutivo. Esta facultad, que guarda relación con la atribuida a los ministros del Poder Ejecutivo por el art, 92 de la Constitución, tiene por objeto que el Congreso pueda obtener la información necesaria y conveniente para -legislar, conocer la marcha de los negocios públicos y ejercer su potestad de control sobre el órgano ejecutivo. También puede el Congreso realizar investigaciones adoptando todas las medidas que estime convenientes y oportunas, aunque estafocuitad no ha sido establecida expresamente por la Constitución. Su fundamento constitucional puede ser expuesto de dos maneras. Se trata de una potestad que, en forma implícita, resulta de las fun- (1) Hemos seguido en esta exposición, las enseñanzas aportadas por Segundo V. Linares Quintana en» Tratado de la Ciencia del Derecho Constitucional, I. VHJ, ps. 382/469, Alfa, Buenos Aires, 1962. (2) Declaraciones emitidas por el Colegio de Abogadas de Buenos Aires (La Nación, enero 2-1959) yl) Asociación de Abogados de Buenos Airas (La Preim, enero 4-1858). ciones atribuidas al Congreso y que se pueden concentrar en dos: a) la de legislar; b) la de controlar a los restantes poderes del gobierno, examinando su actuación gubernamental y administrativa, con el objeto de hacer efectiva su responsabilidad a través, particularmente, del juicio político. No se trata entonces, de una potestad resultante del art. 67, inc. 28 de la Constitución ya que, entre los poderes antecedentes que menciona esa norma, no figura ei de investigar (3). Sin embargo, el criterio dominante en la doctrina constitucional, encuadra la potestad para investigar en el art. 67, inc. 28 de la Constitución, con el carácter de "medio o instrumento conveniente para poner en ejercicio los poderes antecedentes, o sea los enumerados en los veintisiete incisos precedentes del referido artículo constitucional" ( 4 ). Consecuencia de ello, es que el Congreso no puede efectuar investigaciones sobre cualquier asunto, sino exclusivamente respondiendo a propósitos legislativos que, como tales, deben estar vinculados con las funciones específicas que delimita la Constitución. De todos modos, en ambos supuestos, se admite que el poder de investigación del Congreso no ha sido establecido en forma expresa por la Constitución, y que se trata de una atribución implícita cuyo ejercicio puede desarrollarse en un marco sumamente amplio sin invadir el área de competencia exclusiva de los restantes poderes del gobierno. Asimismo, y tal como acontece con otros temas constitucionales, su ejercicio por el Congreso no estuvo precedido por una formulación doctrinaria en el orden nacional. El precedente utilizado a tal efecto, fueron las prácticas norteamericanas cuyo sustento no encuentra un hecho desencadenante similar en el proceso constitucional argentino. III En los Estados Unidos, el poder de investigación fue ejercido, por primera vez, er> el año 1792 cuando la Cámara de Representantes resolvió nombrar una comisión para investigar la campaña militar desastrosa desarrollada en 1791 por el general Saint Clair en su expedición contra los indios del noroeste. En esa oportunidad, se facultó a la comisión para citar y tomar declaraciones a las personas, así como también para hacer presentar ante ella los documentos y archivos necesarios para la investigación. Como en la Constitución norteamericana, a igual que en la Argentina, la potestad de invesción no está establecida en forma expresa, el fundamento originariamente invocado por el Congreso consistió en presentarlo "como un incidente necesario de los poderes que expresamente se le delegaron" ( 5 ), y cuyo ejercicio estaba avalado por las prácticas coloniales y del parlamento británico. Así las legislaturas coloniales norteamericanas habían afirmado, reiteradamente, su derecho a citar testigos, para efectuar investigaciones, y aplicar sanciones a los que eran acusados de rebeldía. Asimismo, en Gran Bretaña la potestad de la Cámara de los Comunes para efectuar investigaciones, citar a personas, aplicar sanciones a los testigos que se negaban a declarar o que incurrían en falso testimonio, fue considerada desde el siglo XVÍII, como absoluta e ilimitada. La exclusión de la lex parliamenti de todo otro ámbito legal, dio lugar a que ia actuación de la Cámara de los Comunes no estuviera condicionada al control de ningún otro poder del gobierno. Tal posición, fue aceptada por los tribunales británicos que, respondiendo a ias instrucciones de su Tribunal Superior, que está integrado a la Cámara de los Lores, establecieron que el poder de investigación y las sanciones, consecuentemente aplicadas, no estaban sujetas al control o revisión judicial. Sin embargo, la aplicación de esta doctrina, fue objeto de severas críticas y reparos basados sobre las características de su sistema constitucional. Así, en el caso "Kilbourn vs. Thompson" (103 E.U., 168) del año 1881, la Suprema Corte sostuvo que "Los poderes y privilegios de la Cámara de los Comunes en Inglaterra, en materia de castigos, descansan sobre principios que no tienen ninguna aplicación a otros cuerpos legislativos y ciertamente no son aplicables en forma alguna a la Cámara de Representantes de los Estados Unidos". En los Estados Unidos, sobre la base de la diferencia que existe entre un sistema parlamentario y un sistema presidencialista, se dejó abierta la puerta a la revisión judicial aplicando la doctrina del control de constitucionalidad que, en este último sistema, compete al Poder Judicial respecto de los actos emanados de los restantes poderes del gobierno. De tal modo, en ese país fueron muchas las oportunidades en que los tribunales judiciales y la Suprema Corte ejercieron su poder de control poniendo límites a la potestad de investigación del Congreso (6). (6) Schwartz, Bernard, Los poderes del gobierno, t. I, p. 161, Universidad Nacional Autónoma, México, 1966. (6) Casos "MarshaU vs. Gordon" de 1917 (243 E.U. 521), "Quinn vs. United States" de 1955 (349 E.U., 155), "Slochower vs. Board oí Higher Education" (350 E.U., 561 del año 1956), "Watkins vs. United States" de 1957 (354 E.U., 178). En este último caso, el presidente Warren de la Suprema Corte sostuvo que "A diferencia de la costumbre inglesa, desde el mismo (3)Bieísa, Rafael, Derecho Constitucional, p. 550. (4) Linares Quintana, Segundo V., p. 399, ob. cit.. principio, el uso de la legislatura del poder contra el desacato se consideró sujeto a revisión judicial". Así como en Gran Bretaña, la concentración de los poderes políticos en el Parlamento fue consecuencia de su enfrentamiento secular con la Corona, la aplicación de algunas de esas potestades por el Congreso norteamericano, en su carácter de heredero político de aquel, determinó una firme reacción en el Poder Judicial que no desembocó en un conflicto de poderes como consecuencia del acatamiento del Poder Legislativo y la convicción que los gobiernos justos descansan, no en la coerción y la fuerza, sino en ¡a razón y el asentamiento ( 7 ). Esta actitud del Poder Legislativo norteamericano, adquirió matices definitivos a partir de la actuación que tuvieron el comité de la comisión de la Cámara de Representantes sobre actividades antinorteamericanas y el senador Me Carthy, determinando que el Congreso se abstuviera de usar su poder coercitivo en el curso de las investigaciones cuando, a través de su ejercicio se pudieran vulnerar derechos y garantías constitucionales. Tanto en el procedimiento del desacato, como con motivo de la ejecución de ciertos actos de investigación, el Congreso requiere la participación de los tribunales judiciales o del Departamento de Justicia, o bien, concede a la persona la inmunidad de autoincriminación que le brinda una protección absoluta frente a cualquier acusación judicial que se le pudiera formular con motivo de sus declaraciones (8). En este último caso, como consecuencia de la quin- ta enmienda efectuada a la Constitución norteamericana ( 9 ), se reconoce a las personas el derecho a guardar silencio ante el interrogatorio de las comisiones investigadoras, hasta tanto se les ofrezca la inmunidad (10). IV Es materia oponible si los antecedentes norteamericanos sobre la potestad de investigación del Congreso tienen plena aplicación frente al sistema constitucional argentino. En primer lugar, porque su inserción práctica en los Estados Unidos obedeció a precedentes coloniales y del sistema parlamentario británico, que no tuvieron aplicación ni paralelo en el régimen consti- tucional argentinos. En segundo lugar, porque el principio básico y la razón de ser del derecho constitucional argentino, aplicable en este campo como en otros, reposa sobre una concepción humanista que niega, en forma terminante y absoluta, la existencia de poderes gubernamentales que no sean susceptibles de control y revi(7) Masón, Alpheus, American Politics Govern- ment, p. 48, Basle Books Inc., N.Y. 1965. (8) Caldwell, Gaylon y Lawrence, Robert, Teoría y practica del Hodierno actual cíe los listados Unidos, p. 197, Diana, México, 1972. (9) Tal garantía está prevista en el art. 18 de la Constitución Nacional. (10) Schulz, Ernst, American Gobernment, p. 211, Barrons Educational, N. Y., 1972. sión judicial cuando afectan derechos y garantías constitucionales. Una interpretación teleológica de la Constitución Nacional, basada sobre los objetivos generales expuestos en su Preámbulo, revela que se nutre de una finalidad humanista y personalista cuyo objetivo es consagrar y preservar la dignidad del hombre frente al ejercicio abusivo del poder. Todas las técnicas y procedimientos establecidos por la Constitución, están destinados a evitar ese ejercicio a través de su control, Todos los actos del poder, en la medida que se relacionan con las garantías y los derechos subjetivos resultantes de la Constitución, están sujetos al control judicial por aplicación del art. 100 de la Ley Fundamental. El control de legalidad y constitucionalidad que compete al Poder Judicial, impide la existencia de una autoridad cuyos actos estén totalmente exentos de un control orgánico. La finalidad humanista de la Constitución, la doctrina de la división de poderes y, su complemento reflejado en la teoría del control, se oponen a la concepción de la seguridad nacional o del estado de necesidad como situaciones límites que justifican apartarse de los preceptos constitucionales generando actos gubernamentales exentos de control que conducen a la omnipotencia del poder que les dio origen. Así, en el célebre caso "José Horta c. Ernesto Harguin deguy", la Corte Suprema estableció que "la doctflna de la omnipotencia legislativa que se pretende fundar en una presunta voluntad de la mayoría del pueblo, es insostenible dentro de un sistema de gobierno cuya esencia es la limitación de los poderes de los distintos órganos? la supremacía de la Constitución. Si el pueblo de la Nación quisiera dar aJ Congreso atribuci» nes más extensas que las que ya le ha otorgado o suprimir algunas de las limitaciones que lena impuesto lo haría en la única forma que él mismo ha establecido al sancionar el art. 30 de li Constitución. Entretanto, ni el legislativo ni ningún departamento del gobierno puede ejercer lícitamente otras funciones que las que le han sido acordadas expresamente o que deben considerarse conferidas por necesaria implicancia de aquellas. Cualquiera otra doctrina es in- i compatible con la Constitución, que es la unió i voluntad popular expresada en dicha forma" | La inexistencia de poderes absolutos e ilimitados frente a las libertades, derechos y garantías constitucionales, es extensiva al poder dt investigación que tiene el Congreso. Por nú amplio que sea ese poder, no por ello dejaráá( tener límites y estar sujetos al control de otro poder del Gobierno. Sin embargo, aceptar la existencia del con(11) Fallos, 137-Í7. trol y de una autoridad a cuyo cargo está velar por el cumplimiento de las limitaciones impuestas al poder de investigación, no debe conducir a la desnaturalización de este último. Sobre el particular, y resaltando las dificultades para lograr el equilibrio en esta materia, se ha destacado que "Probablemente no existe ningún método satisfactorio que permita limitar el poder de compulsión del Congreso cuando éste desea obtener cierta información. Si la idea de la falta de límites se fusiona con la intención de organizar la autoridad parlamentaria alrededor de este concepto, se abre el camino a un nuevo tipo de Congreso, que ciertamente podría destuir la autonomía de otras instituciones, despojar totalmente de sentido al carácter confidencial de ciertos temas y reemplazar el imperio de la ley por una serie de caprichosas directivas, amenazas y exigencias. Por otra parte, si se limitara seriamente el poder de investigación del Congreso, se privaría al cuerpo de un arma necesaria para su propia supervivencia, que le permite descubrir y denunciar los procedimientos incorrectos. Es evidente que ninguna de las dos alternativas resulta atractiva, y para apartarnos del dilema es necesario estudiar la función de las comisiones investigadoras no sólo desde el punto de vista legal, sino12 también con criterio político e institucional" ( ). der pronunciarse sobre la razonabilidad de aquél aunque, claro está, sin poder desconocer la facultad de investigación, ni la conveniencia u oportunidad para su ejercicio. La interpretación armónica y teleológica de la Constitución Nacional, permite visualizar los límites concretos que tiene la potestad investigadora del Congreso y de sus comisiones aunque, en cada caso, su determinación resultará del análisis fáctico que realice el Poder Judicial. Entre esos límites, corresponde destacar a los siguientes: 1) El poder de investigación, como facultad implícita, no constituye un fin sino un medio. Su ejercicio importa una herramienta auxiliar para el cumplimiento de los fines legislativos a que responde la estructuración constitucional del Congreso. La facultad es amplia, "en el sentido de que comprenden todas aquellas medidas conducentes con la realización del fin legislativo en cuestión ert cada caso" (13), pero no puede apartarse de esa finalidad ni ser el medio elíptico para que el Congreso se introduzca en el campo de acción reservado a los restantes poderes del Gobierno. 2) El poder de investigación corresponde al Congreso y puede ser ejercido por cualquiera de sus Cámaras. Pero, la potestad que tienen las comisiones investigadoras no es propia sino delegada. La fuente de autoridad para la comisión investigadora es la resolución de la Cámara que Si bien constituye un presupuesto básico que las habilita para actuar determinando sus fines el Congreso, para tener acceso a los hechos, de- y facultades. Las comisiones deben ser autorizabe y puede efectuar investigaciones, ellas no das por un mandato de la Cámara en el cual se pueden apartarse en sus objetivos y dentro de defina su finalidad, atribuciones y tiempo para su marco, no pueden conducir a la desnaturali- el cumplimiento de su misión ya que, la concezación de la finalidad humanista de la Constitu- sión de un lapso indeterminado o de una autoción. La investigación no puede estar por enci- ridad permanente, impide a la Cámara o al ma de la Constitución, sino dentro de su cauce Congreso ponderar los resultados y curso de las e, inclusive, toda ley que reglamente su ejerci- investigaciones a través de un preciso y, detercio, solamente tendrá validez en tanto responda minado temporalmente, control intraórgano rey respete los lincamientos constitucionales. En sultante de la rendición de cuentas. Todo acto todos aquellos supuestos en que el ejercicio del que ejecuten las comisiones investigadoras excepoder de investigación excede el marco consti- diendo los límites de la autorización, carecen de tucionali están previstos los instrumentos idó- validez y constituyen una usurpación del poder. neos para restablecer el equilibrio que debe im3) Como las autorizaciones para investigar, perar en un Estado de Derecho. Ya sea a través acordadas a las comisiones, no pueden ser absode la denuncia judicial de los funcionarios im- lutas, en ellas los términos del mandato deben plicados por el ejercicio abusivo del poder, o ser precisos y concretos. Deben estar desprovismediante las herramientas del babeas corpus tos de una amplitud excesiva que pueda conduo amparo para solicitar que se ponga término a cir a generalizaciones ambiguas, y a la indeterlos efectos de una medida o evitar que ellos se minación del" propósito legislativo perseguido. produzcan. En ambos casos, el Poder Judicial, 4) Toda autoridad gubernamental debe ser ejerciendo su rol de Poder del Estado, en un ejercida conforme a las limitaciones constituplano de igualdad frente a los demás, podrá dar cionales y, el poder de investigación del Congrecumplimiento a su función constitucional revi- so, no puede ser más extenso que su fuente norsando, tanto la legalidad del hecho, como los al- mativa. Aunque la ley autorice al Congreso a cances y contenido de la investigación para po- investigar, determinando las medidas que puede adoptar en el curso de la investigación, tal nor(12) Young, Rolaría, El Congreso norteamericano, P. 192, Bibliográfica Omeba, Buenos Aires, 1967. (13) Linares Quintana, Segundo V., p. 466, ob.cit.. ma no podrá ser absoluta y estará sujeta a la li- de la doctrina de la división de poderes ( 15 ),y mitación establecida por el art. 28 de la Consti- generando serios riesgos como consecuencia de tución Nacional conforme al cual, los princi- un eventual ejercicio erróneo o abusivo del popios, garantías y derechos constitucionales no der. pueden ser alterados por las leyes reglamentaEl reconocimiento y la vigencia de tales derias. rechos y de sus libertades, dentro del marco de 5) Otra limitación, es !a que resulta del art. los objetivos globales establecidos por los cons32 de la Constitución, que prohibe al Congreso tituyentes en el Preámbulo, configuran la senda dictar leyes que restrinjan la libertad de impren- que conduce a la implantación del Estado de ta o que establezcan sobre ella la jurisdicción fe- Derecho como ámbito dentro del cual se consoderal. Como el poder de investigación constitu- lida el sistema democrático (16). Sin embargo, ye un medio que facilita y torna eficiente el e- ese reconocimiento no es suficiente si no se torjercicio de las funciones legislativas del Congre- nan efectivas las garantías que le permiten al so, su aplicación no puede abarcar materias so- hombre desarrollar su actividad en forma esponbre las cuales no se puede extender la potestad tánea, con libertad y responsabilidad, prescinlegislativa. diendo de los lincamientos establecidos por las 6) El poder de investigación, y las medidas cambiantes y transitorias pasiones políticas que concretas que lo componen, no se pueden hacer puedan presidir a la conducción gubernamental. efectivas si no fueron debidamente ordenadas Al hombre se le ofrece libertad y se le reconopor la comisión investigadora. Así, en el caso cen sus derechos para hacerla efectiva, pero de las personas citadas a prestar declaración también aspira a que se le brinde cierto grado testimonial, el testigo puede negarse a respon- razonable de seguridad. Aspira a que exista un der el interrogatorio si la comisión carece de control efectivo sobre la legalidad de los actos quorum. Entendemos que igual actitud podría emanados de los órganos políticos del Gobierno adoptar, en salvaguarda de sus derechos perso- y a que se respete la estructura consagrada por nales, si pretende que la sesión sea pública, a- la Ley Fundamental. Sobre tal base, se ha encorde con las reglas que tipifican un procedi- tendido que la mejor herramienta para concremiento republicano, y la comisión no accede a tar la vigencia y defensa de ese ideal por el Estasu petición. De igual modo, si e¡ testigo preten- do, lo constituye un órgano gubernamental inde que sus declaraciones sean mantenidas en se- dependiente ( 17 ) que es el Poder Judicial, al creto, la comisión debe acceder a su petición, cual se le encomienda el ejercicio de la función ya que, no corresponde dar a publicidad el con- jurisdiccional del Estado en forma exclusiva. De tenido de ningún acto de investigación, mien- tal modo al Poder Judicial, se le atribuye la restras no sea debidamente aprobado por la comi- ponsabilidad de velar por la vigencia de la vida sión y, hasta tanto la Cámara respectiva no ten- democrática, mediante el control que ejerce ga conocimiento de su contenido. sobre los poderes políticos y la corrección de 7) En aquellos casos en que el ejercicio del todos aquellos actos abusivos con los cuales se poder de investigación se traduzca en medidas vulneran los derechos individuales y sociales ya que afectan los derechos y garantías del hom- que, en definitiva, "la función jurisdiccional es bre, la potestad del Congreso está limitada por la que mejor define el carácter jurídico del Esel art. 18 de la Constitución. Así, entendemos tado constitucional" (18). que el Congreso no puede aplicar penas, incluso Las limitaciones descriptas, son consecuencia en el supuesto de desacato ( 14 ), ya que ella re- de la inexistencia,, en el sistema constitucional quiere de un juicio previo, fundado en ley ante- argentino, de poderes absolutos e ilimitados. En rior y la intervención del Poder Judicial con un sistema democrático constitucional, la liberprescindencia a toda comisión especial. Tampo- tad y la justicia se desenvuelven en forma paraco se puede obligar a un testigo a incriminarse a lela a través de la plena vigencia de los derechos través de una declaración contra sí mismo, ni y a resguardo de la concentración incontrolada disponer allanamientos o secuestros de docu- del poder. La necesidad y amplitud del poder mentación privada sin la previa autorización judicial. En todos estos casos, se estaría transfiriendo al Poder Legislativo la facultad de reali(15) En los Estados Unidos, a partir de 1958, el Congreso sin renunciar a sus facultades, y sobre la base zar actos que competen al Poder Judicial, en su de un criterio político encaminado a evitar un eventujl carácter de tutor final de los derechos y garan- conflicto de poderes, solicita la colaboración del Poder tías constitucionales, alterando el equilibrio y Judicial para hacer efectivas todas aquellas medidas de que puedan vulnerar derechos y garantía la armonía que supone el cabal funcionamiento investigación individuales. ¡ (14) Sin embargo la Corte Suprema, ya en el caso "Lino de la Torre" de 1877, sostuvo que las Cámaras pueden sancionar aquellos casos de desacato que no es* tan previstos legislativamente com sujetos a la jurisdicción de los tribunales (Fallos, 10-238). (16) Bidart Campos, Germán J. El Preámbulo de lí Constitución como síntesis de su proyecto político, U Nación, octubre 5 de 1982. (17) López, Mario J., Introducción a los estudia políticos, t. I, p. 226, Kapeluz, Buenos Aires, 1971. (18) Linares Quintana, Segundo V., ob. cit., t. IX, p. 404. de investigación del Congreso que es uno de los medios más eficientes y poderosos de que dispone para conservar su independencia, particularmente frente al Poder Ejecutivo, "no son absolutas ni mucho menos y se encuentran limitadas por los derechos y garantías constitucionales dei individuo a la vez que por las atribuciones privativas de los otros órganos de gobierno o de la otra Cámara Legislativa o por los poderes reservados por las provincias en la ley suprema de la Nación. Bajo concepto alguno-el Congreso puede invocar la facultad de investigar para invadir ía órbita que la Constitución ha señalado con exclusividad al Poder Judicial" (19). PODER JUDICIAL Y LAS ÉPOCAS DE PACTO*. Introducción. 1. Desde 1930 hasta hoy. la frecuente interrupción de la normalidad constitucional y su consiguiente ciclo de alternación entre períodos de facto y períodos de jure, condujo a una marcada inestabilidad del poder judicial. No ha de suponerse desprevenidamente que ella sólo se ha producido durante las épocas de facto y respecto de los jueces a quienes las mismas encontraron en el desempeño de sus funciones, porque también ha de prestarse atención a la situación posterior de los magistrados una vez que se ha restablecido el orden constitucional. Lo cierto es que, con una doctrina o con otra, a veces por praxis, otras veces por derecho judicial, la permanencia que la constitución garantiza a los jueces mientras dura su buena conducta ha soportado continuas alteraciones, por lo que, a título de síntesis, cabe decir que, en el derecho constitucional material, esa misma permanencia no ha retenido su significado en las últimas cinco décadas. La creación de tribunales judiciales. 2. Conforme a la constitución, los tribunales judiciales (órganos-institueión) son creados por el congreso. La disolución del congreso en las épocas de tacto ha planteado, por ende, el problema de si durante ellas el poder ejecutivo de facto puede suplir y reemplazar al congreso para crear tribunales judicial es. Seguramente, la respuesta ha dependido —y depende— de la teoría que se aplique para reconocer o negar al ejecutivo de fació la competencia sustitutoria del congreso disuelto. Por detrás, pende una delicada cuestión; si la aplicación de una determinada teoría conduce en determinado caso a sostener que el ejecutivo de facto carece de competencia para crear un tribunal judi(18> Uñares Quintana, Segundo 'V., ob. cit., t. VIII, p, 466. ' GERMÁN J. BIDART CAMPOS cial, el tribuna! así establecido no reviste categoría de "juez natural" y; por ende, los justiciables que quedan sometidos a él para la decisión de una causa judicial resu.lían "sacados" de su juez natural (en la medida en que un tribunal inconstitucionalmente creado no lo es). De manera que el problema no se sitúa únicamente en el área de las competencias que son propias de los órganos de poder (derecho constitucional del poder), sino que se proyecta al ámbito de los derechos y garantías personales (parte dogmática). 3. En el período que se extiende desde 1930 hasta 1947, el derecho judicial emanado de la Corte Suprema sólo reconocía la validez de las normas legislativas dictadas por el presidente de facto cuando habían recaído en situaciones de necesidad y urgencia. Ello quiere decir que cuando tal criterio se trasladaba a la creación de tribunales judiciales, la Corte exigía razón de suficiente necesidad para hacerlo. Es así como en acordada del 2 de abril de 1945, el tribunal se negó a tomar juramento a un juez que había sido designado como vocal de una cámara federal de apelaciones en la ciudad de Resistencia, porque previamente estimó que era inconstitucional la creación de dicha cámara por el poder ejecutivo de facto. Este caso reveía —a través de lo expuesto por los jueces de la Corte que lo resolvieron— que estando ausentes los motivos de urgencia y necesidad el poder de facto no puede ejercer las competencias que la constitución le asigna al congreso en materia de creación de tribunales judiciales. 4. En nuestra opinión, la tesis empleada por la Corte parece ser la correcta (una vez que se presupone el reconocimiento del poder de facto), de forma que la validez de la creación de tribunales judiciales depende de la efectiva necesidad de establecerlos, validez que se eclipsa (para convertirlos en inconstitucionales) si tal necesidad no concurre realmente; y, por supuesto, ha de ser revisable judicialmente (en causa a. la que asistan los requisitos para el control de constitucionaiidad), el criterio político que sobre la urgencia o necesidad utilizó el poder de facto al crear el tribunal en cuestión. 5. En el derecho constitucional material, el problema de la creación de tribunales judiciales y de su dudosa validez, casi desapareció del debate judicial una vez que cobró curso, a partir de 1947, la tesis jurisprudencial del reemplazo liso y llano del congreso disuelto por el ejecutivo de facto, y que se reconoció a éste el ejercicio amplio y total de las competencias legislativas. Los jueces. 6. De aquí en más, la profusión de criterios y soluciones gira alrededor de la inarnovilidad de los jueces, y paralelamente del "status" de ios mismos, durante las épocas de facto y después de recuperada la normalidad constitucional. La destitución de jueces. 7. A partir de 1930, cabe decir con generalidad suficiente que la inamovilidad judicial quedó allanada, bien que en los períodos de facto de 1966-1973, y 19761983, se instituyeron tribunales de enjuiciamiento para funcionaren reemplazo del procedimiento de juicio político (al estar disueltas las cámaras del congreso). En 1935, la Corte falla el caso "Avellaneda Huergo Alfredo" (en el que el juez separado de su cargo por el presidente de facto que ocupó el poder entre 1930 y 1932, demandaba el cobro de sueldos que le hubieran correspondido desde su remoción). La Corte admitió la destitución, sosteniendo que "no habría consecuencia de doctrina en sostener que el gobierno provisional pudo destituir al presidente y vice de la nación, a los diputados y senadores del congreso —todos inamovibles durante el período de su mandato, salvo el juicio político o de desafuero (arts. 45, 51 y 62 de la constitución)— y que tal medida debiera ser descalificada tratándose de jueces, sea que se trate de los de ¡a constitución o, como en el caso de autos, de la ley especial. La discreción y eficacia con que el gobierno de facto procedió en uno y otro caso están al margen de las facultades de la justicia .. .". Y añadió ¡a Corte que el senado, ai prestar el acuerdo para el nombramiento del magistrado sustituto del doctor Avellaneda Huergo, no dijo que recién desde ese acuerdo quedaba firme la cesantía del sustituido, sino que reconoció que "ya no era juez" desde que autorizaba la provisión de la vacante. Asimismo, la Corte ha sostenido (inclusive después de 1983) que el determinar la justicia, el acierto, o la eficacia de las medidas de remoción de magistrados está al margen de las facultades del poder judicial, por tratarse de actos eminentemente políticos de un gobierno de facto. Quiere decir que en nuestro derecho constitucional material se ejemplarizó la competencia de los gobernantes de facto para remover a los jueces de sus cargos, y se llegó a usar para destituir a los de la propia Corte Suprema en 1955, 1966,y 1976. Conviene advertir que, al comienzo de una época de facto, ha sido habitual que el poder de facto declare o ponga "en comisión" a los jueces; la locución "en comisión" aquí usada nada tiene que ver con los nombramientos "en comisión" a que alude el art. 86 inc. 22 de la constitución. Poner "en comisión" a los jueces en un período de facto significa —en el lenguaje de la doctrina de facto— suspender o hacer caducar la inamovilidad para, de ahí en más, usar la competencia destituíoria sin requisito alguno en cuanto a causas o a procedimiento de remoción. A veces, el lapso durante el cual se pone "en comisión" a los jueces se limita, y por ende a veces también a los que durante dicho lapso no se destituye, se los "confirma". Y los mecanismos de confirmación han solido variar: o se efectúa una "confirmación" expresa a favor de los que no son removidos (lo que da pie a pensar si es o no un nuevo nombramiento que efectúa el poder de facto), o se previene que aquéllos a quienes no se confirme quedarán cesantes (en cuyo caso no hay acto explícito de destitución, proviniendo la destitución tácita de la no designación confirmatoria). 8. La extensión que para los jueces hizo la Corte del criterio "político" de destitución del presidente, vice, y legisladores por el poder de facto, nos hace pensar que no es igual la situación de unos y otros y que, por eso, sentar una pauta uniforme y común para todos los casos fue imprudente; en efecto, más allá de la legitimidad de un golpe de estado o una revolución que produce el derrocamiento de las autoridades constitucionales, y una vez que la Corte declaró no judiciable el "título" del presidente de facto, el reconocimiento de éste impedía descalificar judicialmente la destitución de los gobernantes de jure; pero tal cosa no debía significar, necesariamente, que por haberse removido a tales gobernantes también se puede remover a los jueces. La cuestión demandaría ma-j yor prolijidad de análisis, para enfocar en caí caso y en cada situación personal si las supuel tas "razones" del golpe de estado o de la revi lución permiten involucrar a los jueces (uno ¡ uno, y tribunal por tribunal) en la situació| que los autores del movimiento triunfante va raron como causa justificante de su irrupciá al poder. Se comprende que si esa valoraciój reputa mala, deficiente o injusta, la sitúa derivada del ejercicio del poder por el ejecutiíj o el icongreso, no siempre ni necesariamente I función desempeñada simultáneamente por la jueces tiene que merecer igual o semejante jilP ció de reproche. Entonces, ateniéndose nada más que a un criterio muy empírico de "necesidad" (tal cual lo aplica cada golpe de estado o revolución triunfante), la "necesidad" de destituir jueces no corre paralela a la de separar al presidente de la república y a los legisladores. Los jueces que continúan en funciones durante la época de facto. 9. ¿Qué ocurre con lo¡ jueces que después de destituidos los gobernantes de jure, prosiguen en el desempeño de sus cargos? Pueden darse dos situaciones: a) que continúen porque e! gobernante de facto no los í destituye; b) que continúen porque ese gobernante los confirma o mantiene expresamente en funciones. Suponemos que, normalmente, tales jueces invisten desde antes un status constitucional derivado de su nombramiento por el presidente de jure con acuerdo del senado. No es pacífica la jurisprudencia de la Corte sobre e! punto. Cabe, por lo menos, desdoblar e! criterio que ha aplicado: a) conforme al caso "Sagasta", fallado en 1958, parece que los jueces que retienen sus cargos después de establecido el poder de facto, se convierten por ese hecho en jueces de facto; o sea, cambian el título constitucional (de jure) que tenían anteriormente, por un título viciado (de facto), llamándose "interversión" de título a. la situación producida; b) conforme a las acordadas del 9 dé mayo de 1974 en los casos "Grau" y "Esteves", parece que los jueces constitaciorialmente designados con acuerdo del senado durante una época de jure, conservan su misma investidura durante la época de facto en que permanecen en funciones, aunque el poder de facto los traslade a un cargo de igual grado en sede distinta a la originaria, por lo cual conservan su inamovilidad cuando después del período de facto adviene un gobierno constitucional. 10. Entre la tesis que sostiene que el juez que prosigue en funciones durante un período de facto,intemerte su título originario de jure y adquiere uno nuevo, y !a que reconoce continuidad ai título originario, nos decidimos sin duda por la última. No se trata de una mera preferencia doctrinaria, sino de efectos prácticos importantes para la estabilidad. En efecto: a) sí el juez cambia su título (o sea, pierde el originario de jure), necesita nueva designación y nuevo acuerdo senatorial por los gobernantes de jure que ejercen el poder a continuación de una época de facto (porque la inamovilidad primitiva se da por cancelada); b) si el título originario se conserva, el juez queda amparado por la inamovilidad, y ésta debe ser respetada por los gobernantes de jure que ejercen el poder a continuación de una época de facto. Para nuestro enfoque, carece de relevancia examinar si el juez que prosigue en funciones durante un período de facto es o no expresamente confirmado en ellas, y si presta o no un nuevo juramento. En el afán de resguardar la inamovilidad constitucional, estimamos superfluo tomar en cuenta dichos formalismos. Si durante la época de facto el juez que prosigue en funciones es nombrado con grado superior o mayor jerarquía para otro cargo (por ej., de juez de primera instancia asciende a juez de cariara o juez de la Corte), hay en cambio nueva designación, y su situación ha de equipararse a la de los jueces "nuevos" que designa el gobernante de facto, por lo que no subsiste su título originario de ia anterior función. (En tal supuesto, debemos remitir a lo que decirnos acerca de los jueces nombrados en épocas de tacto). Los jueces nombrados durante la época de ficto. 11. Hemos de ocuparnos de los jueces que originariamente son nombrados en una época de facto. Se da por sabido que, hallándose disuelto el congreso, esos nombramientos son efectuados sin acuerdo del senado, o sea exclusivamente por el poder ejecutivo de facto. Cabe adoptar dos posiciones en torno de la naturaleza de jure o de facto de los jueces que comentamos: a) una sostiene que la investidura de jure requiere no solamente que el órgano designante del juez efectúe el nombramiento de acuerdo con la constitución, sino asimismo que dicho órgano sea también de jure; si es de fació, transmite su vicio al juez designado, bien que para designarlo aplique una competencia y un procedimiento señalados por la constitución; b) otra sostiene que tan sólo es menester que el nombramiento sea realizado conforme a la constitución (en cuanto a competencia y procedimiento), no importando que eí órgano que designa sea de facto. Con la posición del inc. a), cae de su peso que si el ejecutivo de facto nombra a un juez, el juez nombrado es de facto, porque pese a seguirse el procedimiento constitucional y a usarse la competencia que tiene el poder ejecutivo para nombrar jueces (aunque más no sea "en comisión", según eí inc. 22 de! art. 86), el ejecutivo de facto contagia su vicio a la designación. Con la posición del inc. b), el juez es de jure y no de facto. 12. Nos plegamos a la tesis del inc, b), porque si el poder ejecutivo de facto (presupuesto su reconocimiento) tiene las mismas competencias que el ejecutivo de jure, puede ejercer las que la constitución le confiere para nombrar jueces, con lo que —por la competencia usada y el procedimiento seguido— el juez es de jure. Entendemos que si la Corte, en jurisprudencia no constante ni uniforme, ha sostenido que los jueces designados en épocas de jure pierden su título oroginario cuando en una época de facto posterior continúan o son confirmados en sus cargos, hay que interpretar que, dentro de esa misma línea, correspondería enrolarla en la tesis del inc. a), que nosotros rechazamos. Teorías sobre la inamovilidad de los jueces designados durante la época de facto, 13. A los efectos de ia inamoviüdad de los jueces designados en una época de fació, las interpretaciones pueden agruparse en dos grandes rubros: a) la que entiende que, en el mejor de los casos, el ejecutivo de facto que designa, a un juez lo designa "en comisión", por analogía con la previsión que trae e! art. 86 inc. 22; b) la que entiende que, a veces, el nombramiento puede quedar asimilado definitivamente al que deriva del poder ejecutivo con acuerdo del senado, si es que el ejecutivo de facto exterioriza claramente la voluntad de suplir al senado en la prestación del acuerdo. Si prospera la interpretación del inc. a), es obvio que cuando termina el período de facto y asumen los gobernantes de jure, e! juez queda sometido a la prestación del acuerdo senatorial, y si éste no se otorga, el juez cesa (en igualdad de situación con el caso del art. 86 inc. 22); si se admite la interpretación de! inc. b), cabe derivar de ella la inamovílidad definitiva. 14. Entendemos que la jurisprudencia de la Corte en el caso "Sagasta" (1958), y en ios resueltos en 1984 (por ej., "Araraayo"), implica acoger el criterio de que los jueces nombrados en época de facto carecen de inamovílidad cuando adviene la inmediata época de jure, y que para permanecer en su cargo requieren nombramiento ulterior de los órganos de jure. Téngase en cuenta para calibrar esta postura que la citada jurisprudencia gira en torno del principio de que Sos gobernantes de facto no están habilitados para integrar los poderes estatales de jure, principio que se traduce así: los nombramientos de jueces efectuados por el poder de facto no obligan a los posteriores gobernantes de jure ni les son oponíbles. Ello significa que cuando comienza el siguiente período de jure, ei juez designado en el de facto precedente no puede hacer valer ninguna inamovilidad. 15. ¿Cuál es nuestra opinión? Depende de la modalidad con que el poder ejecutivo de facto efectúa el nombramiento, io que arroja casos diferentes. a) Si el ejecutivo de facto nombra solamente en uso de la-competencia que al ejecutivo de jure le acuerda el art. 86 inc. 22, el nombramiento ha de considerarse efectuado "en comisión", lo que exige a posteriori el acuerdo del senado; y si éste es denegado, e! juez cesa (pero el ejecutivo de jure debe pedir el acuerdo para el mismo juez designado en la época de facto). b) Si el ejecutivo de facto realizad nombramiento limitando expresamente la inamovilidad del juez a la época de facto, entendemos que: b') el siguiente ejecutivo de jure no está obligado a pedir el acuerdo senatorial para el mismo juez, pudiendo requerirlo para otra persona (cosa que en la situación del inc. a) no consideramos admisible); b") pedido para e! mismo juez o para otra persona, el senado puede otorgarlo o denegarlo; si no lo otorga, el juez cesa, c) Si e! ejecutivo de facto ha asumido expresamente las facultades privativas de cada cámara, y efectúa el nombramiento exteriorizando claramente la voluntad de usarlas para prestar el acuerdo de! senado disuelto, la designación ha de reputarse realizada por el poder ejecutivo con acuerdo dei senado, y el juez adquiere definitivamente su inamovilidad, sin que en la siguiente época de jure pueda o deba merecer nueva designación por los órganos de jure, y sin que —por ende— quepa designar a otra persona en sustitución de él. 16. Esta última interpretación nunca ha sido aceptada por la jurisprudencia de la Corte. No obstante, interesa traer a colación la novedad de que el poder ejecutivo de fació que cesó el 25 de mayo de 1873, dictó un decreto pocos días antes acogiendo dicha tesis, y aclarando que los nombramientos de jueces efectuados en el período de faeto abierto el 29 de junio de 1966, en uso de las atribuciones conferidas por el art. 5° del llamado "Estatuto de la Revolución Argentina", importaron ejercer la competencia senatorial dei acuerdo, por cuya razón ordenaba que la nómina de jueces consignados en la planilla anexa a! decreto fuera registrada en el archivo reservado de la cámara de senadores. Nuestra opinión acoge claramente la tesis del inc. c) en los casos (por ej. en los períodos de facto de 1966-1973, y 1976-1983) en que el nombramiento del juez por el ejecutivo de facto ha invocado expresamente e! ejercicio de la competencia privativa dei senado para la prestación del acuerdo. Los pautas actuales en ia jurisprudencia de ío Corte. 17. La jurisprudencia de la Corte Suprema, posterior a 1983, contiene una serie de principios —algunos en reiteración de ciertos precedentes— que resumimos así: a) un gobierno de facto puede sancionar normas válidas para el futuro, pero no puede integrar los poderes de jure; b) la inamovilidad de los jueces elegidos en la época de fació se encuentra limitada por la reinstalación de los poderes constitucionales; c) los nombramientos de jueces afectados en la época de facto no pueden privar a! poder ejecutivo (de jure) y al senado, de ias facultades qut normalmente les pertenecen conforme a la constitución (para nombrar jueces de acuerdo a su discreción y voluntad); d) ias declaraciones del ejecutivo de facto poniendo "en comisión" a los jueces significan privarlos de la garantía de inamovilidad que hasta ese momento gozaban,aunque contaran con anterior acuerdo del senado, por lo que la prosecución en su cargo, cuando después se los confirmó, tuvo por causa un título nuevo y diferente al nombramiento anterior a la "puesta en comisión" que no les hace read-í quirir la inamoviiidad cancelada; e) la desigra-f ción de los nuevos jueces de !a Corte en dicienij bre de 1983 (por el poder ejecutivo con aci do del senado) implica ratificar las remodoi de los jueces que desempeñaban sus cargosj iniciarse el período de facto en 1976;f)Javi dez de normas y actos emanados del poderej| cutivo de tacto está condicionada a que, i cita o implícitamente, la reconozca el gobiel constitucionalmente elegido que le sucede;gj| restitución del orden constitucional requi que los poderes del estado federal, o los de li provincias en su caso, ratifiquen o desechen^' plícita o implícitamente los actos de go" de facto, inclusive los de remoción de ¡ dos integrantes del poder judicial. Balance final. 18. Reconocemos que si, en general, la doctrina de facto siempre pone en aprieto a una variedad de teorías opinables, 3a cuestión se complica todavía más —si cabe~ cuando se enfoca la situación de los jueces. Es comprensible ei sano propósito de la Corte de recobrar la plenitud de competencias del poder de jure, y de minimizar las del poder de facto; pero, pese a esa intención, cuando las destituciones de jueces por el ejecutivo de facto quedan sin amparo ni remedio judicial, el poder de facto sale fortalecido, porque el acto consumado de remoción no se revisa, no se descalifica, no se repara. Según la Corte, más bien parece que su validez queda reconocida implícitamente, no sólo porque no se subsana, sino porque el ulterior poder de jure viene reconocido en su total competencia para designar a otro juez en el cargo que ocupaba ei que quedó cesante. Comprendemos que, paulatinamente desde 1930, el descrédito y la antipatía hacia los poderes de facto han ido en aumento, hasta alcanzar su punto máximo al concluir e! período abierto entre 1976 y 1983. Pero no debe ser la estabilidad de los jueces la que pague ía cuenta que se quiere cobrar a los poderes de facto. Si la mayor parte de las normas —legislativas o no- que éstos emanan subsiste en su vigencia sociológica, ¿por qué queda en peor situación la investidura y la inamovilidad de los jueces? Se dirá que aplicar las interpretaciones que nosotros propiciamos para asegurarlas, es conceder demasiado al poder de facto. No es así, ni las postulamos con ese propósito, sino con ei de afianzar una garantía de funcionamiento del poder judicial, e! cual --y ¡o sostiene la jurisprudencia de la propia Corte— no tiene recesos, y del que no puede predicarse su inexistencia, por irregulares o defectuosas que hayan sido algunas épocas durante las cuales tampoco se interrumpió su funcionamiento. Una última reflexión ante lo complejo del tema nos sugiere pensar lo siguiente: cuando finalizada una etapa de facto se suscita el problema de la estabilidad de los jueces en algu.no de los aspectos analizados, o en varios, cabe suponer que hay dos intereses o valores en juego y, a veces, en entredicho recíproco: por un lado, el interés en disminuir (o reconocer en el mínimo posible) las competencias que ha usado el poder de facto, con miras a desestimuiar la interrupción de ios ciclos constitucionales y a preservar !a continuidad de los mismos; y, por otro lado, el interés de preservar la estabilidad, en todo lo posible, del poder judicial y de Sa investidura de los jueces. Pues bien, cuando hay colisión entre dos intereses en juego, debe conferirse prioridad y preferencia al de más alto valor axiológico. Y, ¿cuál es, entre los intereses mencionados, el que a nuestro criterio ha de prevalecer? Reconocemos que la respuesta se hace difícil, porque si es muy valioso impedir o, al menos, suavizar el ajetreo.a que se somete a los jueces, parece que en buena medida esa situación inestable deriva de la propia inestabilidad que provoca la frecuencia alternada de las épocas de facto y de jure. No obstante, ante el hecho consumado de esta última inestabilidad, pensamos que, asumiéndola, es más valioso salvar, en lo que se alcance, la inmovilidad judicial. De ahí que en salvaguardia de la misma —y no en homenaje postumo a las épocas de faciónos hayamos inclinado por las soluciones que han merecido nuestra opción. PRECARIZACION DEL EMPLEO*. Bajo la denominación indistinta de "trabajo clandestino" o "empleo precario" ciertas formas de trabajo irregular han atraído la atención de los especialistas en estos últimos años, interés que se ha desarrollado paralelamente con el acrecentamiento de la importancia de este fenómeno. Se ha destacado que estas formas de trabajo no sólo han tenido progresiva expansión en los países con economía de mercado sino que incluso sus manifestaciones, sorprendentemente significativas, se han podido observar de más en más aún en los países con economías planificadas como lo son los del área socialista. El desarrollo de formas de empleo ilegal o precario corre de manera paralela con el incremento de la importancia de la llamada economía "negra" o "subterránea". Con estas denominaciones, a las que se les puede agregar las de economía "secundaria", "escondida", "clandestina", "informal", "paralela" o incluso la designación de "cuarto sector" de la economía, se hace referencia a aq«ella franja de la economía nacional cuyos movimientos y actividades no se encuentran registrados en las estadísticas oficiales. Tal como ocurrirá, según veremos, con el empleo precario, la definición de ios límites de ¡a economía clandestina varía considerablemente según la perspectiva de quien formule el enfoque y esto obliga, como lo haremos más adelante, a establecer ineludibles precisiones.De todos modos, como lo ha puesto de resalto Raffaeie De Grasa, existe una tendencia a confundir ambos fenómenos, mezclando la multitud de actividades y formas de la economía "negra" con el empico clandestino en el es* CARLOS ALBERTO ETALA Y JUAN CARLOS FERNANDEZ MADRID. La parte correspondiente a la caracterización ha sido elaborada por Carlos Alberto Etala y el eníoque legislativo y jurisprudencial por Juan Carlos Fernandez Madrid. tricto sentido del término (1). Sin embargo, como lo señala acertadamente el investigador italiano, el empleo clandestino es de manera evidente la "columna vertebral" de ía economía "negra" pero de ningún modo su único componente. I. Una aproximación a la definción de empleo precario. Un enfoque interdisciplinario del empleo precario exige abordar la necesidad de precisar los límites de! fenómeno y uniformar la terminología a utilizar para su designación. Como lo destaca De Grazia una definición umversalmente aceptada resulta indispensable cuando se analiza la cuestión a un nivel internacional. Sin embargo, debe puntualizarse a nuestro juicio, que una definición exageradamente genérica puede hacer fracasar su utilidad operativa, xa que es de toda evidencia que los problemas que son significativos en los países de gran desarrollo industrial no lo son en los de América Latina, y aún dentro de ésta habrá que hacer las necesarias distinciones para proponer una línea de soluciones. De Grazia postula la siguiente definición de "empleo clandestino": "todo empleo u ocupación, única o secundaria, lucrativa y no ocasional llevada a cabo fuera o más allá de los límites de la ley o de las reglamentaciones o convenios". Agrega que si bien esta definición podrá no satisfacer a un hombre de derecho, la defiende argumentando que es lo suficientemente comprensiva y flexible como para cumplir la finalidad de poner de resalto la naturaleza ilegal del trabajo en cuestión. Añade que ella detalla los componentes básicos del trabajo clandestino, a saber: es una ocupación, es ilegal, es llevada a cabo de manera regular y es remunerada. Desde otra perspectiva de análisis como la de Guy Caire se prefiere para caracterizar el fenómeno la designación de "empleo precario" o "precarización del empleo" poniendo más énfasis en el carácter efímero, inestable e incierto de estas formas irregulares de empleo. Sin embargo, el mismo Caire se encarga de aclarar que "no es solamente la duración del contrato de trabajo lo que caracteriza al empleo precario sino mucho más su carácter derogatorio con relación a aquéi que se considera empleo normal, tal como la historia y el sistema de relaciones profesionales lo han conformado" (2). Y a continuación el autor francés caracteriza el empleo tipo o normal como aquel empleo remunerado, a tiempo completo, que se presta en un único lugar, protegido por una serie de normas emergentes de la legisla(1) De Grazia, Raffaele Oandestine employment I.L.Q. pág. 9 (2) Caire, Guy Précarísatio des emplois et régulation ¿u marché du travaíl. Sociologie du travail Nro. 2/82, Pag. 135. clon o de la convención colectiva, en el que el trabajador está ligado a un empleador único por un contrato de trabajo regular. En nuestra tarea de definir un concepto para delimitar el fenómeno del trabajo irregular que sea operativo para encuadrar las formas dominantes de ese trabajo en nuestras economías latinoamericanas, una primera aproximación al tema que se nos propone tal como ha sido formulado por ambas vertientes que hemos mencionado y que provienen de los países centrales, tiende a destacar el carácter ilegal de estas formas de empleo. Esta es, a nuestro juicio, la primera característica definitoria. Se trata de formas de trabajo que se encuentran en infracción con relación a las leyes, reglamentos y convenciones colectivas que rigen el contrato de trabajo. Está claro entonces que en este primer acercamiento a nuestro objeto de análisis hemos excluido aquellas formas de trabajo efímero, inestable o precario que no son consideradas al margen de la legalidad por cuanto no emanan de sola voluntad del empleador respondiendo a sus conveniencias económicas sino que son e! resultado de necesidades objetivas de la explotación. Tal el caso de ios contratos de trabajo a plazo fijo y eventuales en los que la duración determinada, que hace excepción al principio general de indeterminación del plazo de la contratación laboral, está prescripto por el necesario agotamiento de la tarea de que se trata, la exigencia de reemplazar a un trabajador temporariamente ausente o incapacitado, o responde a exigencias transitorias o extraordinarias de la actividad empresaria. Tales situaciones no sólo no son ilegales sino que sus límites están deliberadamente precisados por la ley con el fin de que esas figuras no sean utilizadas fraudulentamente para encubrir, a través de ellas, formas de contratación permanentes. Esas modalidades de empleo inestable son deliberadamente dejadas de lado por nuestro enfoque que sólo comprenderá aquellas formas de trabajo irregular o precario que se encuentran al margen de la ley. Surge entonces que los modos de trabajo que consideraremos son en términos sociológicos una forma de desviación social ya que conforman un fenómeno definido en relaciona normas. Siguiendo en este aspecto de la cuestión a José María Maravall (3), parece útil en el enfoque de este tema ¡a aplicación del pro-. j cedimiento señalado por Popper como "método cero" caracterizado por una suposición básica de completa racionalidad» en nuestro caso de perfecto ajuste a las normas por parte de los individuos implicados, y luego por esti* (3) Maravall, José María Desorganización social \ y desviación social, en Sociología de lo posible, E4 j Siglo XXI pág. 75. mar las desviaciones de la conducta real de es- por parte del trabajador. Los deficientes contratos individuos con respecto a la conducta mode- lores administrativos y los obstáculos puestos lo, usando esta última como una especie de por el procedimiento judicial pueden conver"coordenada cero". Aplicando estos concep- tir en exitosa esta burda y directa forma de evatos a la caracterización del trabajo precario, sión total éste consistiría en la contrapartida de la supoJunto a esta primera forma de evasión sición de ajuste perfecto a las normas de trabajo total existen otras formas de aplicación más su(coordenada cero) en uno de los dos polos del til que consisten en encubrir o enmascarar estudio de las conductas en relación con las nor- una verdadera relación de trabajo mediante la mas de trabajo. adopción de figuras contractuales no laborales, Tal como el mismo Maravall se encarga de comerciales o civiles. El trabajador puede destacarlo, las conductas desviadas o infrac- incluso tener plena conciencia de esta forma toras abarcan un campo muy vasto ya que de fraude mediante la simulación ilícita, pero constantemente se producen conductas infrac- consentir en ella ante el temor de no ser toras de normas y el deslinde entre normali- empleado o de perder la ocupación. Al mismo dad y desviación es difícil: entre ellas existen efecto del desplazamiento de normas laborales fronteras difusas. El campo de las infracciones se arriba mediante el engaño o induciendo en mínimas es ilimitado. Esto plantea un proble- error al trabajador acerca de la verdadera natuma capital para la definición del fenómeno raleza del contrato que está celebrando. Geneque analizamos: ¿cómo acortar el campo de !a ralmente se adopta la forma escrita para demosinfracción significativa? ¿cómo cortar en el trar el acuerdo de las partes acerca de la clasifi"continuum" constituido por los distintos cación, comercial o civil y no laboral, del congrados de gravedad de la infracción?. La diluci- trato celebrado. Esta forma de evasión total mediante la dación de esta cuestión puede adquirir características decisivas para distinguir el trabajo irre- adopción de figuras contractuales no laborales gular tal como se lo define en los países centra- apela a diversos tipos de contratos civiles o les del que conviene considerar para operar comerciales para su instrumentación, el primero de los cuales es la locación de obra o el consobre la realidad latinoamericana. De todos modos queda en claro que la trato de empresa o sub-empresa, que intenta primera aproximación al tema debe ser necesa- presentar al trabajador como empresario por riamente jurídica con el fin de estudiar las con- cuenta propia u organizador del grupo que ductas reales confrontadas con las normas labo- presta la tarea, simulación que va acompañada rales en vigencia, dejando para un enfoque generalmente pactando (real o encubiertameninterdisciplinario, económico y sociológico, en te) una retribución por resultado y no por tiemel que se vuelquen ineludibles aspectos cuan- po. Estas formas de evasión total, conocidas titativos, la consideración de las infracciones en Francia bajo el nombre de "marchandage" significativas o relevantes, delimitación necesa- tienen especial vigencia en ciertas industrias ria para operar sobre determinada realidad. como la de la construcción, del vestido, del calCorresponde abordar, entonces, el estudio zado, ate. Adopta los más variados matices de de una especie de "patología jurídica laboral", presentación (5), se presta en el domicilio según la elocuente expresión de Justo López del trabajador o bien en el mismo taller patrof 4 ), que incluye necesariamente una "nosolo- nal, se combina con contratos de locación de gía jurídico-laboral", es decir, la descripción maquinarias o herramientas que el empleador de ciertas formas típicas que asume Sa evasión "alquila" al trabajador, pero la remuneración de normas laborales y de la seguridad social. es siempre global, por pieza o medida y no por La evasión que intenta eludir la aplicación tiempo. de normas del derecho del trabajo y de la seguLa simulación mediante el contrato de agenridad social puede ser total o parcial según cia es una variante de la anterior en tanto el que implique o no un desplazamiento absolu- trabajador es también presentado como empreto de la aplicación de esas normas a una rela- sario pero con referencia a actividades de ción de trabajo o que sólo comprenda algunos comercialización. El trabajador, simple vendeaspectos de esa relación. dor, corredor o viajante aparece como "agente" II. La evasión total. El ejemplo más típico ejerciendo una representación comercial, "disde evasión total es recurrir al simple expediente tribuidor" o "concesionario", es decir, titular de no registrar el trabajador en los libros y de una supuesta organización propia y autódocumentación laborales de la empresa, noma de comercialización. ocultando la relación e impidiendo o dificulLa evasión total también se intenta lograr a tando de esa forma la prueba de su existencia (4) López, Justo Evasiones en el derecho del trábalo. Simulación ilícita y fraude, revista Legislación del Trabajo T. XVII pág. 785. (5) V. las formas que describe Bemard Mottez en Sistemas de salario y política patronal. Editorial Nova Terra, págs. 29 y sgts. través del contrato de sociedad, en el que el trabajador aparece en un mismo plano de igualdad con el empleador, a título de "socio" y no de dependiente. Esta forma puede servir- se para lograr sus objetivos de cualquiera de los tipos de sociedad, anónima, de responsabilidad limitada, en comandita por acciones, aunque es más usual que se presente bajo la apariencia de sociedad de capital e industria o de cooperativas de trabajo. Se encuentra extendida esta modalidad de evasión especialmente en la industria gastronómica y en el transporte. La locación de cosas también es un contrato utilizado con la finalidad de presentar como autónoma una relación de trabajo dependiente. El ejemplo típico es el "alquiler" del sillón de peluquería por parte de quien explota el negocio a cambio de un porcentaje del precio abonado por el cliente, el "alquiler" del taxímetro a cambio de un porcentaje de la recaudación diaria, etc. Es necesario poner de resalto que aunque la legislación laboral prevea normas destinadas a desarticular las formas descriptas de simulación ilícita y fraude, no por ello dejan éstas de tener vigencia, por las más variadas razones, las mas importantes: la ignorancia del trabajador acerca del verdadero contrato celebrado y los derechos que le asisten, la imposibilidad de reunir pruebas idóneas para acreditar la verdadera relación existente, la presión resultante de la necesidad de trabajar en el mismo ramo de actividad en el que la práctica se encuentra generalizada, etc. III. La evasión parcial. Ai lado de las formas más arriba enumeradas de evasión total que comportan un intento de desplazamiento absoluto de las normas laborales y de seguridad social aplicables a la relación y su sutitución por normas civiles o comerciales, se encuentran las modalidades de evasión referidas sólo a algunos aspectos de la relación, de entre los cuales se destaca el referido a la duración de la vinculación. A este costado de la cuestión parece más adecuado la designación de "empleo precario", por contraste con el "empleo clándesti no" que alude más directamente a las formas que hemos descripto de evasión total. Dice Guy Caire que "si el empleo tipo, normal, se caracteriza jurídicamente por un contrato de duración indeterminada celebrado con un empleador único, "a contrario", el empleo precario estará particularizado por la doble incertidumbre del empleador. Contrato de duración indeterminada y unicidad del empleador son, en efecto, los dos rasgos que retienen ios juristas para calificar el empleo tipo tai como los sistemas de relaciones industriales lo han forjado a lo largo de ía historia" (6). (6) Caire, articulo citado, pág. 136. Caire parece aquí referir la precariedad del empleo a la duración de la vinculación y a la identificación del empleador, aspecto este último que nosotros unimos a la responsabilidad del empleador en la satisfacción de sus obligaciones laborales. Más adelante, si bien insiste sobre esta ángulo de la cuestión, alude ai trabajo clandestino. Dice Caire (7): "El contrato de duración indeterminada constituye la norma; es entonces con relación a él que conviene clasificar las diferentes formas de empleo. El caso más alejado es aquel de la ausencia total de contrato que caracteriza al trabajo negro. Este último parece haberse desarrollado considerablemente en el curso de los años recientes, contribuyendo a la extensión de aquello que se ha podido bautizar como la economía subterránea; ciertas formas de trabajo a domicilio se le aproximan bastante". La irregularidad del empleo referida a la duración de la vinculación consiste generalmente en la contratación de trabajadores bajo la forma de contratos a plazo fijo, transitorios, eventuales o por obra determinada para ocupar puestos de trabajo en el plantel permanente del establecimiento en el que tendrían naturales posibilidades de perdurar, derivadas de la objetiva naturaleza permanente de la explotación. Tienden a sustituir los períodos de prueba prohibidos por la legislación o a hacer más fluidas las comentes de mano de obra, aligerando costos $ través de la evasión del pago de indemnizaciones por despido. Estas formas de precarización del empleo están extendidas prácticamente en todas las industrias. Como puntualizamos más arriba, no incluimos, desde luego, en estas formas irregulares las situaciones en que la contratación de trabajadores por un tiempo determinado obedece a necesidades objetivas de la actividad, derivadas de necesidades extraordinarias o circunstanciales de la empresa o bien del agotamiento natural de la tarea. Una consideración particularizada, con relación a este aspecto de la precarización del empleo, merece ei funcionamiento de las llamadas empresas de servicios temporarios cuando éstas, lejos de servir para cubrir necesidades eventuales o transitorias de la explotación, proporcionan a las empresas trabajadores que se destinan a ocupar puestos de trabajo en elj plantel permanente de los establecimientos.! La mención de otras formas de evasiónf parcial puede ser de enumeración casi ilimitada, 1 como la ocupación de trabajadores en períodos! de descanso o de trabajo prohibido, el empleo! de menores y mujeres en exceso de la jornada I permitida o en trabajo nocturno, la ocupación ] en tareas insalubres más allá de la jornada nú- : (7) Caire, artículo citado, pág. 137. xima, etc. El empleo de jubilados, trabajadores migrantes o extranjeros sin radicación legal en el país adquiere generalmente, el carácter de trabajo clandestino adoptando formas de evasión total. Pero uno de los aspectos más importantes en que se manifiesta la precarización del empleo tiene que ver con el monto de la remuneración percibida por el trabajador y la instrumentación de los pagos laborales. Tiene lugar cuando el trabajador, exigido por la necesidad de mantener el empleo, consiente en firmar recibos de pago por una remuneración cuyo monto es superior al efectivamente percibido, artilugio usado por el empleador para abonar retribuciones por debajo de los mínimos fijados por las leyes, reglamentaciones o tarifas de salarios de los convenios colectivos. Una maniobra inversa, consistente en hacer figurar en los recibos de pagos sumas que respetan ajustadamente los mínimos legales pero abonando a los trabajadores una suma efectiva mayor, tiende a disminuir los costos a través de la evasión del pago de las contribuciones a las agencias de ¡a seguridad social, al mismo tiempo que se disminuye el importe de las cargas sociales que el empleador debe abonar y respecto de las cuales el monto efectivo del salario funciona como módulo de referencia (aguinaldo, vacaciones, indemnizaciones por despido, por accidentes de trabajo, etc.). Un fraude de análogas características se practica haciendo figurar una falsa fecha de ingreso, tanto en los recibos de pago de salarios como en los libros y registros laborales, lo que tiene por finalidad no sólo establecer períodos de prueba prohibidos en el que el trabajador presta tareas sin estar registrado, sino disminuir los derechos que le corresponden en función de su antigüedad (adicionales remuneratorios, número de días de vacaciones, indemnización por antigüedad, etc.). Al mismo propósito de disminuir costos tiende la práctica de registrar a! trabajador con una calificación profesional inferior a la de las tareas que efectivamente presta. Un aspecto que Guy Caire destaca como dé gran importancia para la caracterización del empleo precario se refiere a las dificultades del trabajador para identificar a su empleador y por ello al verdadero deudor de las obligaciones laborales contra quien debe dirigirse para reclamar su cumplimiento (8). Esta situación dificultosa se presenta por la deliberada complejidad de las formas jurídicas que asumen algunas explotaciones, por el entrecruzamiento de sociedades relacionadas o controladas por otras, existencia de contratistas y subcontratistas, interposición fraudulenta de personas físicas o jurídicas, delegación de la prestación de ciertos (8) Caire, artículo citado, pág. 138. servicios (vigilancia, mantenimiento, limpieza, servicios temporarios, etc.) y a través de las cuales el empleador real efectúa una transferencia de responsabilidad. Estas técnicas —dicen Broudie y Espinasse (9)— tienen como resultado hacer coexistir los trabajadores orgánicos de la empresa y una masa flotante de trabajadores, despojados, en grados diversos, de la protección y ventajas de la legislación. Las prácticas descriptas al par que provocan una fragmentación en el colectivo obrero, en ocasiones están enderezadas a disminuir, diluir o eliminar totalmente la responsabilidad patronal en orden al cumplimiento y satisfacción de las obligaciones laborales, especialmente al momento de la terminación de los contratos de trabajo. Los suministradores de mano de obra, jefes de equipos o cuadrillas, contratistas o subcontratistas, personas físicas o jurídicas interpuestas, son, en numerosos casos, creaciones artificiales, de nula solvencia, exclusivamente destinadas a encubrir, disimular y finalmente desplazar la responsabilidad laboral y previsional del empleador principal. IV. Repercusión en el sistema de seguridad social. El proceso de precarización del empleo ha trastornado de manera significativa el sistema de la seguridad social. Las transformaciones producidas en el plano de las relaciones laborales han ocasionado diversos efectos en el marco de las vinculaciones del trabajador y del empleador con los organismos de la seguridad social, tanto en el aspecto financiero como en el de la prestación de los beneficios. Es evidente que tanto la evasión total como la parcial referida al monto de la remuneración, produce una sustracción de fondos que normalmente deberían ingresar al sistema de segundad social. Esta evasión, cuando adquiere las dimensiones que ha tenido en los últimos tiempos, ocasiona graves perturbaciones en el funcionamiento integral del sistema. Los trastornos alcanzan a todas las áreas de la seguridad social comprendiendo tanto el sistema de jubilaciones y pensiones como el régimen de subsidios familiares y las obras sociales y servicios sociales de salud. En cuanto a la percepción de los beneficios, el trabajador precarizado se encuentra normalmente al margen del goce de las prestaciones de la seguridad social por variadas razones, las más comunes, la falta de cumplimiento por parte del empleador de los recaudos mínimos para que el dependiente sea acreedor a esos beneficios. La fugacidad del empleo precario conspira también, de manera objetiva, para que el trabajador pueda reunir los requisitos de antigüedad mínima necesarios para el oportuno goce) Broudie P. y Espinasse J.M. Les politiques de gestión de la main d'o a vre, citado por Guy Caire, en artículo cit. , pág. 139. ce de esas prestaciones. Ello da lugar a que el trabajador precario esté privado normalmente de los beneficios de las asignaciones familiares como las asignaciones por cónyuge, por hijos, por familia numerosa, por matrimonio, por maternidad, por nacimiento de hijos, por escolaridad, etc. Por las mismas razones el trabajador precario se encuentra regularmente marginado de los beneficios de los servicios sociales de salud. La evasión en el plano de las relaciones laborales se traduce también en una imposibilidad para el trabajador que ha desempeñado empleos precarios, de acreditar oportunamente la prestación de los servicios mínimos y el pago de aportes necesarios para reunir las condiciones que establece el sistema jubilatorio para el goce de los beneficios, tanto los de la jubilación ordinaria, por invalidez o por edad avanzada. La misma carencia alcanza a los derechohambientes del trabajador cuando se trata del goce del beneficio de la pensión por muerte. V. Efectos en la organización sindical. Al analizar desde una perspectiva sociológica las consecuencias del trabajo precario, Caire destaca que éste al fraccionar la solidaridad obrera promueve el individualismo de los trabajadores y reduce prácticamente a la nada su capacidad de negociación (i°). Efectivamente, ya sea porque por efectos de la evasión total son absolutamente marginados de la vida legal de la empresa, ya sea porque por efectos de la evasión parcial su paso por ella es efímero, lo cierto es que los trabajadores precarios se encuentran distanciados de la estructura sindical organizada. Cuando se acercan a ella, la calidad de sus reclamos —vinculados a su "legalización" en la empresa y a la permanencia de sus empleos—, sustancialmente diferentes a los que constituyen los de los planteles permanentes y estables, los convierte en una cuña dentro de la previsible actividad del sindicato y suscita no pocas connotaciones en la vida de la organización. Generalmente en los trabajadores precarios, cuando logran nuclearse en una coalición, los que reclaman las más drásticas medidas de acción que ni los trabajadores permarfentes ni los propios dirigentes 'de la organización sindical están fácilmente dispuestos a adoptar. Sólo cuando la precarización del empleo está significativamente difundida en la rama de actividad de que se trata, los trabajadores precarios pueden influir de una manera decisiva en los planes de acción de la organización sindical. De otro modo, su marginación de la empresa se traduce también en una marginación de la vida sindical. Las leyes de organización sindical contienen generalmente exigencias de antigüedad mínima UO) Caire, art. cit., págs. 146 y 147. en la actividad o profesión para estar en condiciones de ocupar cargos de representación sindical en los organismos directivos de la entidad y una antigüedad mínima en la empresa cuando se trata de la designación de los delegados de personal. Esta circunstancia aleja a ios trabajadores precarios de la vida sindical ya que normalmente se encuentran imposibilitados de reunir esos requisitos mínimos y consiguientemente aprecen desplazados de los lugares en que se adoptan las decisiones que les atañen. Esta marginación ha conducido a los trabajadores precarizados, en ocasiones, a intentar una organización sindical propia separada de la tradicional dentro de la actividad, pero estos intentos resultan casi siempre frustrados, en parte por la falta de un encuadre legal apto para acoger este tipo de agrupamientos y en parte por la propia fragilidad de la solidaridad obrera de los trabajadores precarios impedida de consolidarse por la fugacidad de las relaciones laborales establecidas. VI. Análisis del empleo precario desde la óptica legislativa y jurisprudencial. 1. De acuerdo con el marco conceptual precedente el análisis de la precarización del empleo desde el punto de vista legislativo y jurisprudencial comprenderá aquellas formas de trabajo irregular o precario cumplidas al margen de la ley, desviando los tipos legales y las conductas que intentan evadir la aplicación de las normas laborales en desmedro del contrato. En este sentido el estudio que abarco comprende: a) la adopción de figuras contractuales no laborales (evasión total) y trabajo clandestino; b) Irregularidades referidas a la duración de la vinculación; c) Actuación anormal de las agencias de servicios temporarios; d) Transferencia de responsabilidades a terceros. 2. Adopción de figuras contractuales no laborales y trabajo clandestino. 2.1. La presunción del art. 23 L.C.T. y k incorporación del trabajo en la empresa. 2.1.1. La presunción del art. 23 L.C.T. La interpretación jurisprudencial prevaleciente respecto del art. 23 de la L.C.T. manifiesta una tendencia a favorecer la prueba de la existencia del contrato y consiguientemente a excluir las formas de fraudes que se manifiestan a través de la adopción de figuras contractuales no laborales y del trabajo clandestino. En tal sentido anoto los siguientes fallos que resumen esta tesis: a) No es necesario que el trabajador demuestre la dependencia o subordinación para que juegue la presunción contenida en el art. 23 de la L.C.T., dado que probada la relación de dependencia o subordinación ninguna razón de ser tiene la presunción legal, pues la subordinación es el rasgo distintivo más específico del contrato de trabajo. (C.N.A.T., Sala u, sent. tiro, 54.493, 28.2.85, "Orellano, Roberto G. c/ Camejo, José"). b) La base de la presunción del art. 23 L.C.T. está constituido por el corpus de una locación de servicios; probando ésta y que dicha presentación se realiza a una empresa privada, el trabajador que se acoge a la presunción acredita su calidad de dependiente. (C.N.A.T., Sala IV, sent. nro. 53.00*7, 31.10.84, "García, Norberto P. c/ Seven Up Concesiones S.A.I.C. y otros"). De todos modos cabe observar en distintos casos judiciales que la presunción legal es utilizada con prudencia y que raramente una decisión se funda exclusivamente en sus términos sin analizar en forma completa la prueba producida en autos. 2.1.2. La incorporación del trabajador a la empresa. En algunos casos se discute la configuración del contrato por ei hecho de que las prestaciones se manifiestan a través de una relación discontinua y con flexibilidad horaria. En estos supuestos no se descarta aquel contrato en la medida que haya una incorporación efectiva del trabajador a una empresa total o parcialmente ajena, y que reciba por sus labores una suma determinada o indeterminada de dinero o una prestación tai como la oportunidad de obtener ganancias. (C.N.A.T., Sala V, sent. Nro. 34710, 14.3.85 "Basile, Miguel Ángel c/ Tombetti, Mario"). 2.2. Trabajo clandestino. Los supuestos de trabajo clandestino como se manifiestan ante los tribunales de justicia se traducen en la negativa absoluta del vínculo y en el desconocimiento de la persona del trabajador. O sea que la actitud del empleador está dirigida a excluir todo tipo de vinculación y la existencia misma de los servicios cuya prestación configuran el núcleo del contrato de trabajo. Por eso la prueba a cargo del trabajador debe estar fundamentalmente dirigida a concretar la existencia de una vinculación trabada en el ámbito de una empresa ajena y consistente en servicios personales e infungibles para que pueda operar la presunción del artículo 23 de la L.C.T. antes mencionada. Va de suyo que en estas vinculaciones clandestinas han de faltar elementos objetivos, como intimaciones, aplicación de' medidas disciplinarias o cualquier tipo de registraciones y de inscripciones, porque es propio del trabajo clandestino que se intente dejar al dependiente en el anonimato. Al respecto puede anotarse que haciéndose cargo de estas dificultades la jurisprudencia ha establecido que el silencio del trabajador durante el curso de la relación rso puede ser invocado en su contra. Y se ha dado particular relevancia a la prueba testimonial para considerar probada la relación y vigente ei contrato. Así se ha considerado suficiente el dicho de un testigo que vio al actor trabajando un día como chofer de un colectivo para descartar la existencia de un denominado "trabajo de práctica" (CNAT, Sala VI, 21.2.74, "Moya, Dionisio-c/ Transportes 27 de junio S.A."). Y se ha admitido que la circunstancia de que los declarantes ignoren detalles de la relación no obsta a tener por acreditado el contrato si son asertivas en cuanto a la prestación de los servicios de que se trata (CNAT, Sala VI, 31.7.84, "Gabriel, Marta c/ Salgado Medid"). Para estos supuestos, una vez admitida la existencia del contrato se considera que la actitud del empleador al desconocer el vínculo, por sí implica una injuria que justifica al despido indirecto (C.N.A.T., Sala V, 29.8.81, "Meló de Ortiz, María c/ Saenz, José y otro"). 2.3. El socio empleado y el aporte de trabajo del socio. El estado de socio no excluye su posible condición de empleado de la sociedad, pues ambos contratos (el de sociedad y el laboral) pueden acumularse. Es decir, que en el esquema de un contrato social válido el socio, conservando esta condición, puede ser a la vez empleado dependiente de la misma sociedad (C.N.A.T., Sala V, 22.5.75, "Salonia, Antonio F. c/ Abril Educativa y Cultural S.A., Trab. y Seg. Soc. 1975, pág. 696). La coexistencia de la condición de socio con la de empleado implica entonces la superposición de dos vínculos de distinta naturaleza; uno laboral referido al trabajo personal del agente, a su remuneración y a los derechos y deberes de las partes emergentes de las leyes laborales, y otro comercial, relativo a la participación del socio como tal y a los derechos derivados del capital comprometido por él en la empresa común. Así lo reconoce la L.C.T. cuando dice que "las personas que, integrando una sociedad, prestan a ésta toda su actividad o parte principal de la misma en forma personal y habitual, con sujeción a las instrucciones o directivas que se les impartan o pudieran impartírseles para e! cumplimiento de tai actividad serán considerados como trabajadores dependientes de la sociedad . . ." (art. 27, L.C.T.). Por aplicación de esta disposición se excluye la posibilidad de que el contrato de sociedad margine a una vinculación laboral concertada simultáneamente. Las situaciones de fraude más comentes son referidas a las sociedades cooperativas y a las sociedades de capital e industria. 2.3.1 Cooperativas de trabajo. En las cooperativas de trabajo todas las tareas desde ¡as más elevadas a las menores deben, en principio, ser cumplidas por los asociados. Todos los socios gozan de la misma condición y todos deciden con un solo voto en la samblea general. Los beneficios son el resultado de esa empresa común. El asociado utiliza el servicio social (ocupación) y la cooperativa le adelanta un precio provisorio a cuenta del resultado final. Cerrado el ejercicio y aprobado el balance procederá a retornar a ios asociados lo que les pagó de menos durante el año. En este caso, como todos los asociados gozan de iguales derechos y obligaciones, y todos ellos son electores y elegibles para los cargos directivos, corriendo por igual con los riesgos y resultados de la explotación común, no puede sostenerse que la cooperativa sea empleadora de sus socios. Las sociedades referidas se encuentran expresamente regladas por la ley 20.337, que integra la materia mercantil, y regula las prestaciones correspondientes como acto cooperativo. Pero debe señalarse que la solución expuesta no es pacífica. Las opiniones jurisprudenciales sobre este punto están divididas. Algunas decisiones como la sustentada por la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires (SCBA) en la causa "Franco, Pedro S. c/ Cooperativa de Construcción Mitre Ltda." (Legislación del Trabajo, vol. XIX-A pág. 344) consideran que la cooperativa, a través de su Consejo de Administración ejercita funciones esencialmente patronales y que sus asociados cumplen tareas en relación de dependencia como verdaderos trabajadores. En otro sentido se ha dicho que en las cooperativas de trabajo los asociados son tales por trabajar en ellas y en consecuencia nadie puede ser asociado y empleado al mismo tiempo (CNAT, Sala II, 31.5.77, L.T., vol. XXV-8, pág. 1041). Un cierto ordenamiento interno y una determinada disciplina es común y característico de todo grupo organizado que persigue un ñn común. Pero el asociado de la cooperativa no puede ser al mismo tiempo empleado de ésta. El vínculo de dependencia no puede configurarse en ella, por carencia de subordinación econó mica, técnica y jurídica. En las cooperativas de trabajo son los propios asociados los que democráticamente ejercen el gobierno y la administración de su empresa (principio "un hombre un voto") consagrado por el art. 20, inc. 3, ley 20.337. Todos los asociados gozan de iguales derechos y obligaciones, siendo todos ellos electores y elegibles para los cargos directivos (arí. 20, inc. 3, ley cit.); el desempeño de taíes cargos no comporta ventaja ni privilegio alguno y los riesgos y resultados del servicio común alcanzan a todos por igual y a prorrata del trabajo cumplido por cada uno de ellos. No se asimila por tanto a la subordinación que caracteriza al contrato de trabajo. En el mismo sentido CNAT, Sala IV, 30.4.75, L.T., vol. XXIV-A, páginas 155/6. Por su parte otro Tribunal adopta una tesis intermedia y considera que las cooperativas se dividen en puras e impuras según que posean o no bienes y en este último caso los socios trabajadores están ligados con la sociedad por un contrato de trabajo (C.N.A.T., Sala IV, 20.9.77, "Gómez, Nicomedes c/ Vi-Se, T. y S.S., abril de 1978). 2.3.2 Sociedades de capital e industria. Esta forma societaria receptada por los arte. 141 a 145 de la Ley de Sociedades contempla la situación de aquellos que participan en la actividad empresaria mediante el ejercicio voluntariamente prestado de su trabajo personal, en razón de un vínculo jurídico obligacional que, sin embargo, no es un contrato de trabajo. En este tipo societario existen dos categorías de socios: los capitalistas, cuya situación se asimila a la de los socios colectivos, y los industriales, que están investidos de un "status" particular, ya que aportan exclusivamente su propio trabajo, su responsabilidad se limita al monto de las ganancias no percibidas y su voto se computa como el del capitalista de menor aporte. El aporte de trabajo del socio industrial es un aporte societario y su participación en !a sociedad se mide por la valuación que haya merecido dicho aporte. En estas sociedades el socio industrial (ejerza o no la administración) nunca debería ser considerado empleado pues de serlo quedaría borrada esta forma social, que sólo se mantendría ficticiamente mientras diera buenos resultados para el trabajador y, de todos modos, estaría amenazada por las obligaciones contributivas que respecto de los trabajadores en relación de dependencia se establecen en el ámbito de la seguridad social. Consideramos que nos encontrarnos ante contrataciones diferentes del contrato d trabajo, que deben ser respetadas en su form y contenido en tanto cumplan las finalidade previstas y no encubran propósitos de burlar la ley laboral. La doctrina laboral más generalizada, aún después de la sanción de la ley de sociedades, se inclina por considerar excluida la relación societaria, salvo en el supuesto de que el socio industrial sea administrador de la sociedac La jurisprudencia ha seguido esos lineanrientos aunque por lo común en la consideración de estos casos ha estado presente la existencia de formas de contratación fraudulentas. Las tesis que se han expuesto para resolver los casos ocurrentes parten de pantos de vista diferentes: 1) una primera comente distingue ente sociedades reales y sociedades fraudulentas, con lo que parece admitir la posibilidad de quí exista una sociedad de capital e industril válida sin interferencia del derecho laboral, y regida por tanto por normas puramente mercantiles; 2) otra tesis busca en las notas propias del caso concreto la configuración de una relación laboral, sin atender a la hipótesis de fraude; 3) en una formulación doctrinariamente más clara se ubican dos posiciones opuestas: la que afirma que una sociedad de capital e industria (por supuesto seria y verdadera) excluye el contrato de trabajo y la que por el contrario borra a dicha sociedad y considera siempre existente un vínculo laboral. Se admitió la existencia de una relación laboral encubierta en el caso en que se habían realizado contratos de sociedad para la explotación de camiones, porque "lo normal es que los choferes sólo aporten su actividad personal en la empresa en ía cual se desempeñan, mediante un contrato de trabajo" (ver el dictamen del director general del Ministerio de Trabajo en L.T., vol. IV, pág. 309). Se excluyó igualmente la figura adoptada por las partes (sociedad) en el caso de un chofer de un vehículo de transporte colectivo de pasajeros que comprometió su trabajo personal con carácter de exclusividad, sí en su desempeño se ajusta a las órdenes, instrucciones, normas generales, horarios y recorridos que fija la empresa propietaria del vehículo, si está sujeto al poder disciplinario de ésto, y a los efectos jubilatorios figura como empleado (SOBA, 16.6.59, "Merlo, Abelardo c. Cía. de Ómnibus Nicolás Avellaneda"). En otras decisiones por la vía de considerar la existencia o no de relación de dependencia se llega siempre a excluir ía posibilidad de que se configura este tipo societario, pues los datos que se caloran al efecto son en definitiva los propios de todo trabajo organizado en una empresa (ver C.N.A.T., Sala III, 21 6. 65, D.T., t. 25, pág. 463). En otros casos se considera que esta sociedad era directamente incompatible con las disposiciones de la ley 16,593, que reproduce la L.C.T. en su art. 27 (C.N.A.T., Sala II, 30.11.65, D.T. t. 26, pág. 317). Un precedente en el que se contemplan las dos hipótesis mencionadas fue decidido por la SC de Tucumán, el 14.3.68 (D.T., t. 28, pág. 701). E! voto de la mayoría consideró que una cláusula de! contrato social por el que el socio industrial tenía derecho a un retiro mensual a cuenta de utilidades aunque las utilidades no alcanzaran a ese montov y que en su caso la diferencia en menos ía abonaba el capitalista era contrario al espíritu de las sociedades de capital e industria, a lo que se sumaba para descalificar a la sociedad como tal el hecho de que se hubiera limitado al socio industrial 3a información proveniente de los libros de la empresa y que se previeran privile- gios en favor del socio capitalista que determinaban una confusión total entre la figura del socio industrial y de los trabajadores subordinados. En este mismo caso la tesis del doctor López de Zavaíía fue más terminante pues admitió la configuración de un contrato de trabajo aun cuando se tratara de una sociedad real si concurrieran !as notas de trabajo personal prestado en forma permanente y exclusiva, pues "del mismo modo que las partes pueden convenir en un contrato de trabajo condiciones más favorables para ei trabajador que las que resultan de la legislación laboral, asimismo pueden, utilizando la forma jurídica del contrato de sociedad, establecer condiciones más favorables . . . La ley no exige para su aplicación que exista un contrato de trabajo disimulado bajo el nombre de un contrato de sociedad. Le basta con que exista un contrato real de sociedad en que ei aporte de una de las partes sea la fuerza de trabajo en las condiciones que ella marca" (del voto del doctor López de Zavaíía). Más raramente ha sido sostenida la tesis según ía cual demostrada la existencia de una verdadera sociedad de capital e industria queda excluido el contrato de trabajo. Así, se excluyó la formulación de cargos por aportes y contribuciones jubilatorias a una sociedad regular de capital e industria alegando la relación de dependencia del socio industrial, cuando los servicios personales constituyeron el efectivo aporte a la sociedad porque sostener lo contrario desnaturalizaría un tipo societario legalmente reconocido (C.N.A.T,, Sala V, 30.7.73, "Burset, Jaime y Cía", Revista Seguridad Social, febrero 74, pág. 223). 2.4. Agentes de comercio. La venía de los productos a través de falsas "agencias" constituye una forma habitual de fraude por lo que la doctrina y la jurisprudencia han destacado las notas que distinguen al agente de comercio diferenciándolo del viajante. Al respecto señalo que el agente de comercio se desempeña en forma autónoma y crea su propia organización de ventas ajena a la del principal. Ello implica por una parte que no esté sujeto a control ni a vigilancia en el cumplimiento de sus funciones, de las que debe rendir cuentas en los términos en que lo debe hacer un mandatario y por otra que debe poseer una sede propia, organizando a su propio riesgo la colocación de productos ajenos, para lo cual montará locales, tornará el personal necesario, cuidará de la propaganda de los productos para difundir su conocimiento entre ios consumidores, visitará a la clientela, enviará muestrarios, etc. Surge de lo expuesto que el agente de comercio debe asumir el carácter de empresario mercantil, por razón de la organización creada por él, es decir que coordinará las actividades y Sos medios aptos para promover o concertar negocios en nombre y por cuenta de su mandante, asumiendo los riesgos de dicha organizac'.ón. Por ello ei titular de un contrato de agencia será con frecuencia una persona jurídica o asumirá e! carácter de empleador y en ambos supuestos será imposible asimilarlo al viajante, pues faltará e! carácter personal de la relación. Pero si la vinculación del pretendido agente es persona! y éste se dedica de igual modo a la función de ventas la relación es propia de un contrato de trabajo. 2.5. Contratos de concesión. El concesionario es un empresario que complementa la actividad del industrial en cuanto le permite ampliar la oferta gozando de la difusión propia de verdaderos establecimientos, que se ocupan de atender a la clientela. Se diferencia del contrato de agencia en que el concesionario adquiere en firme la mercadería vendida, en cambio en aquel otro contrato las mercaderías se venden por cuenta y riesgo de la casa representada. El contrato de^ concesión se celebra entre comerciantes, y por él un comerciante independiente se compromete a comprar para revender, ciertos productos o materiales de una marca determinada, bajo la condición de que el constructor o el fabricante le concedan ia venta en exclusividad en una zona determinada (Cousi, Fierre y Mario, Guy. Les intermédiaires du tommerce, París, 1963, pág. 11). Ello hace imprescindible que el concesionario deba disponer de una organización que cuente con los medios adecuados al cumplimiento del objeto de la concesión. En tal orden de ideas se ha dicho que el contrato de concesión impone ciertas obligaciones que son de la esencia del convenio entre ellas: local adecuado, capital mínimo, atención al público durante un cierto horario (Parry, Adolfo E., Los concesionarios co:*io auxiliares de comercio, E.D., 2-699, ver nota fallo 2). Bajo esta forma contractual se ha intentado repetidamente evadir la aplicación de la ley laboral. En genera! el trabajador aparece "comprando" el producto y percibiendo una diferencia entre el precio de compra y el de reventa (margen de reventa) equivalente a un salario sin posibilidad de fijar los precios y sin asumir verdaderos riesgos empresarios. Cuando esta forma se emplea en fraude a la !ey eí seudo concesionario carece de estructura empresaria y de personal y generalmente es insolvente, lo que contradice ia naturaleza misma del contrato de concesión. 2.6. Contratos de Distribución. Otro ejemplo de estas formas irregulares y fraudulentas de contratación es el de los contratos de distribución. Al respecto pueden anotarse los siguientes casos típicos a través de ios cuales se intenta precarizar el contrato: 2.6.1. Distribución de vino. El contrato de distribución de vino y de comodato de un vehículo encubre un contrato de trabajo en las siguientes circunstancias: a) La remuneración del trabajador que consiste en la diferencia entre eí precio de compra y el de reventa del producto es similar a la retribución de otras actividades de tipo laboral; b) quedaba librado a la voluntad del principal ¡as condiciones y modalidades en que la tarea asignada al dependiente debía desenvolverse; e) la primera entrega de vino que figuró como comprada por el dependiente no fue pagada por éste, sino que fue registrada en cuenta corriente; d) el camión que utilizaba e! dependiente pertenecía a la empresa por lo que aquél disponía sólo de su potencial de trabajo como medio de subsistencia (C.N.A.T., Sala I, 31.12. 70, "Skipor, José c. S.A. Bodegas y Viñedos Santiago Orafigna Ltda.", L.T., voí XIX-A). De lo reseñado resulta que hay trabajo personal del actor, al servicio de la organización empresaria de ¡a demandada (como repartidor de vinos de damajuana); sometido a las instrucciones de ésta (que básicamente se introducen en los mismos "contratos"), remunerado mediante una comisión por unidad y efectuado con medios propios de la empresa que lo utiliza (vehículos y mercaderías); es decir, todos los elementos característicos de una relación de trabajo, que se pretende ocultar con un nombre vacío {"distribución") para eludir la aplicación de normas laborales y provisionales imperativas. En síntesis, se traía de un claro caso de simulación utilizada como instrumento para evadir normas laborales imperativas (Causa: "Alegre, Orlando Rodolfo c. Podestá, Bacigalupo y Cía.", C.N.A.T., Sala II, 16,7.73, L.T., voí. XXI-B, pág. 1031). 2.6.2. Distribución de gaseosas. Hay contrato de trabajo cuando la prestación personal de servicios consistente en la- distribución .de bebidas gaseosas se realiza por cuenta de !a demandada en un camión de propiedad de ésta, que se arrienda al trabajador, dentro de una zona delimitada, con control por parte de la empresa en cuanto a las ventas y atención de la clientela. No obsta a su configuración, el empleo de ayudantes {debiendo considerarse comprendida su retribución en la comisión pagada al distribuidor), ni el alquiler de un camión al trabajador para realizar la distribución del producto, pues el importe abonado por tal concepto no constituye una erogación efectiva del trabajador, porque la empresa cubre el g&sto a través del pago de la comisión reconocida (C.N.A.T., Sala III, 31.7.73, L.T., voí. XXX-B, pág. 1033). 2.6.3. Distribución exclusiva de productos lácteos. El distribuidor no tenía persona! propio ni socio, recibía una bonificación fija por producto vendido —liquidaba mensualmente— y debía vender exclusivamente productos de la firma, usar vehículos con su emblema, actuar en una zona fijada y que podía serle cambiada, -vender por un precio impuesto; además era reemplazado en caso de enfermedad o vacaciones, supervisado por personal de la firma productora, recibía órdenes y se le daba un vehículo si el propio estaba fuera de uso. No había evidencias de que el accionante corriera con el riesgo comercial de las operaciones. En razón de lo expuesto, el Tribunal resuelve que una relación rodeada de las características descriptas, es laboral (del voto del doctor Rodríguez Aldao, en autos "Jalil, Héctor Hugo c. La Martona S.A.", C.N.A.T., Sala VI, 30.5.74, L.T., vol. XXII-B, pág. 1050). 2.7. Fleteros y transportistas. La distribución y el transporte de la mercadería constituye una parte vital de la actividad empresaria, que puede ser asumida por la propia empresa o encargada a terceros, cuya vinculación con el empresario es motivo de conflicto. Los supuestos más frecuentes de empleo de fleteros tienen lugar en los siguientes casos: a) el fletero trabaja en una empresa de fletes, poniendo su vehículo y su trabajo a las órdenes de esa organización que realiza fletes para terceros; b) el fletero se incorpora al circuito de comercialización de un producto, y la entrega implica captación de clientela y eventualmente realización de cobranza; c) el fletero es la vía exclusiva para la distribución (entrega de la producción); d) el fletero es el medio de traer la materia prima que se requiere con habitualidad. Según los casos y las modalidades que asuma la prestación del fletero puede configurar un puro y simple contrato de transporte (arts. 162 y sigtes., código de comercio), una figura comercial mixta (innominada) basada en el contrato de transporte, o bien un contrato de trabajo con modalidades especiales. La relación será comercial cuando se compromete el transporte o la distribución de la mercadería con una empresa, aún incipiente, lo cual implica que el transportista debe tener la facultad de organizar el trabajo propio y el de sus dependientes y la posibilidad de efectuar el transporte por los agentes a su cargo que en cada caso se designe. La existencia de empresa implica también la asunción de los riesgos inherentes al transporte (daños o robo de las cosas transportadas) y la posesión de medios (vehículo) aptos para la realización del trabajo. La comprobación de una relación mercantil de empresa a empresa a- cuerda carácter de empresario autónomo al fletero, pero no descarta la posibilidad de que el empresario principal deba responder por las obligaciones laborales y provisionales de aquél cuando se den los supuestos contemplados por el art. 30 de la L.C.T. A la vez" si el transportista se inserta en una organización de trabajo ajena y cumple servicios personales en funciones y actividades normales de la empresa, que ella debiera atender con recursos propios, su vinculación será de naturaleza laboral. Así lo ha entendido en la mayoría de los casos la jurisprudencia, cuando la tarea de distribución era cumplida por fleteros propietarios de los vehículos en forma habitual y sin asumir los riesgos del transporte. Una importante tesis jurisprudencial admite que por aplicación del art. 23 de la L.C.T. (t.o. 1976), demostrada la prestación de servicios por cuenta de un tercero, se presume la existencia de un contrato de trabajo, sin que sea necesario, para que tal presunción opere, la demostración de la existencia de relación de dependencia (C.N.A.T., Sala II, 12.9.78, pág. 687). Esta presunción ha hecho perder entidad a la doctrina del acuerdo plenario 31 in re "Mancarella, Sebastián c. Bodegas y Viñedos Arizu" puesto que el hecho de que el fletero sea propietario del vehículo que utiliza no obsta a que, si personalmente presta servicios para una empresa no se presuma la existencia de vinculación laboral (C.N.A.T., Sala IV, 13.6.78, "Zapatero, Davil c. Galileo Arg. S.A.", sent. 42.284, L.T., vol. XXVII, A, pág. 469; ídem, id., 26.4.79, sent. 43.419). 2.7.1. Fleteros que trabajan para empresas de transportes. Se ha considerado que es trabajador dependiente el fletero que con su propio vehículo estaba incorporado a una organización empresaria de transporte ajena, que establecía en qué orden debían ejecutarse los viajes y fijaba las tarifas respectivas, ejerciendo poder de dirección y asumiendo los riesgos del transporte. En esta sentencia del doctor Perugini, integrante de la C.N.A.T., Sala IV considera que existe dependencia laboral simplemente cuando se comprueba que una persona que necesite utilizar su capacidad de trabajo para participar en el sistema general de bienes y servicios, realiza esa participación en forma habitual y continua a través de una organización empresaria total o preponderantemente ajena que, a la vez, realiza su finalidad empresaria sobre la base de la libre disposición del producto elaborado o del servicio mismo (del voto del doctor Perugini, en "Diana, Luis c. Flete Salta", C.N.A.T., Sala IV, 30.11.76, L.T., vol. XXVI-A, pág. 177). 2.8. Los profesionales liberales. La de los profesionales liberales es una de las franjas de la actividad laboral más proclive a la simulación de formas contractuales no laborales. A esta tendencia contribuyen la necesidad de empleo y la formación cultural del profesional liberal que lo lleva a aceptar pagos remuneratorios bajo la forma de "honorarios" y una aparente libertad como los ingenieros, médicos, contadores, abogados, químicos que participan de la actividad de la empresa, sea incorporados a ella como trabajadores dependientes o fuera de su órbita, ligados exclusivamente por la relación profesional respectiva. La distinción entre una y otra forma de relacionarse con la empresa puede ser tajante cuando consideramos al profesional que desempeña funciones permanentes en el establecimiento, en tareas propias o complementarias de su giro (ingeniero de planta, contador a cargo de la sección contaduría, abogado de la sección personal, médico del servicio de fábrica) y lo enfrentamos a aquel otro que en su oficina atiende una consulta aislada propia de su quehacer profesional. Entre estos casos extremos existe una infinidad de matices intermedios y la solución no se presenta con igual nitidez cuando el profesional traba un vínculo continuativo con la empresa, ejerciendo su labor profesional fuera de la órbita física del establecimiento. Al respecto, en principio, la intensidad de las relaciones entre la empresa y el profesional no -ha de determinar la naturaleza del vínculo, pues por ejemplo, un abogado podría atender todos los asuntos de una empresa y ello no lo ha de convertir necesariamente en empleado de su buen cliente. De hecho, es inherente a la actuación profesional la captación de clientela, y por lo común una organización propia es dirigida por el profesional para la atención de los casos sometidos a su conocimiento, lo que excluiría la existencia de relación laboral entre las partes. La situación puede cambiar cuando el profesional, aún actuando fuera de la órbita de la empresa, enajena su actividad total a su servicio mediante una remuneración fija, y se dedica a una gestión que por su rtaturaleza y por la estructura de la misma empresa, ésta debería atender con medios propios. En estos supuestos el profesional pasa a ser un apéndice desprendido de la empresa (desplazado en cuanto a la localización de sus servicios), la que dispondrá de su potencial de trabajo en la misma forma en que lo podría hacer respecto de un profesional incorporado a ella. En los casos ocurrentes se ha afirmado como principio que la ausencia de la relación de trabajo radica, no en la dirección real, sino en la posibilidad jurídica de mando, independientemente de que el patrono haga ejercicio de esa facultad (C.N.A.T., Sala III, 31.7.73, "Escardo, Florencio Enrique y otros c/ Telecenter S.A.", L.T., vol. XXII-A, pág. 90), y que en estos supuestos la dependencia laboral no requiere que ías tareas profesionales se realicen con sujeción a horario o en las oficinas de empleados, e implica para el empleador en algunos casos dar órdenes y en otros la posibilidad de darlas, en los límites que fije el contrato y la categoría profesional del trabajador (C.N.A.T., Sala I, sent. nro. 46.668, 29.4.83 "Saenz, Gladys Lucía c/ ültracomb Comercial y Financiera S.C.A."). La rica casuística que se ha elaborado sobre este tema señala que la jurisprudencia ha atendido en todos los casos a la actividad personal y a la inserción de esta actividad en la empresa sujeta a los poderes del empresario para tener por configurado un contrato de trabajo. Es frecuente que el profesional aparezca como un consultor independiente remunerado con honorarios lo que ha llevado a la jurisprudencia a definir las situaciones emergente^ de acuerdo con los siguientes criterios: a) El ejercicio de una profesión liberal no es incompatible con la existencia de una relación de dependencia laboral (C.N.A.T., Sala III, 25.7.60, L.T., vol. X, pág. 212) y b) puede constituir un contrato de trabajo cuando se desarrolla como función de colaboración permanente, con vínculo continuado y evidente jerarquización (C.N.T.A., Sala V, 23.9.63, "Isabel, Emanuel c. Minerales y Metales S.A."). Por ejemplo el convenio mediante el cual el profesional enajena su tiempo, durante un cierto período cada año, debiendo seguir las órdenes de la empresa contratante, a cambio de una remuneración (C.N.A.T., Sala III, 25.7.60, L.T., vol. X, pág. 212). c) Los que ejercen profesiones liberales, celebran contratos de trabajo cuando se sujetan a las órdenes de un empleador, obligándose a acatarlas y cumplirlas. En estos casos, se trata de una situación donde aparece una verdadera fiscalización de la actividad del agente, no siendo necesario para que se admita la existencia de dependencia, que aquella fiscalización sea inmediata, ni que se gobierne el uso del tiempo profesional con horarios determinados, ni que se sitúe el desempeño en ciertos lugares (C.N.A.T., Sala VI, 19.12.78, "Horn, Guillermo Ernesto c. Tintorerías Industriales Muller", L.T., vol. XXVII-A, pág. 550). d) La continuidad de la prestación del profesional mediante retribución periódica y convencional —cualquiera sea su monto—, aun sin sometimiento a horarios y desempeñándose en el propio domicilio de la empresa, configura la obligatoriedad del servició y la situación de disponibilidad a favor del empleador, dando lugar a la existencia de sumisión o subordinación propia del contrato de trabajo (C.N.A.T., Sala VI, 29.9.77, "Arcal de Rovira, Liliana E, c. dimater Zemaník y Cía. S.R.L.", D.T. t. 38, pág. 385).. 2.9. Contratación de servicios personales con sociedades. Es frecuente que un contrato de empresa a empresa cuyo objeto consiste en la prestación de servicios encubra una relación directa entre el empresario beneficiario de los servicios y los integrantes de la empresa encargada de prestarlos. Sobre este punto la legislación precisa que el contrato por e! cual una sociedad, asociación, comunidad o grupo de personas, con o sin personalidad jurídica, se obligue a la prestación de servicios, obras o actos propios de una relación de trabajo por parte de sus integrantes, a favor de un tercero, en forma permanente y exclusiva, será considerado contrato de trabajo por equipos y cada uno de sus integrantes trabajador dependiente del tercero a quien se hubiesen prestado efectivamente los mismos (art. 102 L.C.T.). La forma más común de estas contrataciones fraudulentas se realiza entre sociedades, una de las cuales no constituye una verdadera empresa, pues no ofrece una organización del trabajo como prestación, sino sólo el trabajo de sus integrantes; se trata de personas que en realidad ofrecen su trabajo personal, encubierto bajo una forma societaria. Se elimina por tanto la envoltura y se descubre la relación real. Es común que la sociedad con la que se contrata -si ha sido empleada como medio deliberado de fraude laboral— esté formada por esposos o por parientes próximos de los cuales uno sólo de sus integrantes trabaja, o que se trata de un trabajador que antes perteneció a la empresa y cambia la forma aparente de su relación jurídica, con el objeto de obtener mayores ingresos no gravados por cargas sociales. Pero nada impide que una sociedad regularmente constituida y en actividad, contrate, con igual efecto al legalmente previsto, los servicios personales de sus integrantes. En conclusión, si lo que se contrata son los servicios personales de los integrantes de una sociedad, hay relación de trabajo directa entre los socios de la sociedad contratada y la sociedad contratante. Para excluir esta hipótesis las contrataciones deben hacerse con verdaderas empresas que tengan organización de medios personales, bienes y capital aptos para cumplir el objeto de la contratación de que se trate, y que dichas contrataciones no estén referidas al trabajo de personas determinadas, sino a servicios u obras a cumplir por la empresa sin relación necesaria con sus integrantes. 3. Irregularidades referidas a la duración de la vinculación. 3.1. Contratos continuos, discontinuos, permanentes y eventuales. Nuestra legislación se orienta con claridad en el sentido de afirmar ia permanencia del trabajador en el empleo. Al efecto parte de una premisa fundamental: en principio los contratos se celebran por tiempo indeterminado, Es decir, para durar. Sólo por excepción se admiten otras modalidades temporales. Además, y de modo coherente con el principio expresado se excluye el período de prueba en la ley general y ocasionalmente se lo admite en algunos pocos estatutos especiales (periodistas, encargados de casas de renta). Cabe sin embargo aclarar a este respecto que no guardan relación con el período de prueba aquellas comprobaciones que efectúa el empleador para cerciorarse sobre la idoneidad del trabajador que busca contratar, por ejemplo las pruebas de aptitud o los reconocimientos médicos. .Estas pruebas corresponden a un lapso anterior al contrato durante el cual no hay prestaciones cumpiidas ni exigibles al postulante. Una vez perfeccionado el contrato por el ingreso del trabajador en la empresa, que se manifiesta por el ejercicio efectivo de la labor asignada, todo acto del empleador en relación a su dependencia debe ser juzgado en los términos del contrato, y ya no hay posibilidad de condicionar la subsistencia del vínculo a nuevos requisitos. La existencia de un período de prueba suele encubrirse mediante contrataciones por plazo fijo de breve duración, en los que se anuncia anticipadamente ai trabajador que el contrato caducará "fatalmente" al vencimiento del plazo establecido. Los contratos de esta especie sólo tienen valor si responden a necesidades objetivas de la empresa; en caso contrario el plazo .es nulo, pues apunta a la finalidad fraudulenta precedentemente indicada. La inexistencia de un período de prueba en la ley general determina dos consecuencias importantes: a) todo dependiente tiene derecho-a la indemnización por falta de preaviso si fue despedido. Desde el comienzo mismo de su trabajo adquiere el derecho a no ser despedido sin preaviso. b) desde que la vinculación comienza adquiere el amparo de la legislación laboral que no se condiciona a una determinada antigüedad, v.gr.: protección por enfermedades y accidentes, pago de feriados, régimen de jornada y descansos. Y cabe formular a lo expuesto una aclaración: la exigencia de un plazo mínimo de tres meses de antigüedad para adquirir derecho a la indemnización en caso de despido, no guarda relación con el período de prueba sino sólo con el instituto antes referido. 3.1.1. La permanencia en el empleo. El contrato de trabajo, supone prestaciones sucesivas condicionadas a la naturaleza de la actividad de que se trate y a la organización de la empresa para la cual se trabaja. La prestación única y esencialmente fugaz es extraña a todo contrato de trabajo. Dichas prestaciones sucesivas pueden darse día a día o separadas por períodos más o menos extensos, es posible que la actividad requiera el trabajo durante algunos días consecutivos, una interrupción más o menos larga y luego otro período de trabajo de duración fija o variable. En ciertos casos, la tarea se ubica sólo en algunos días de la semana y en otros abarca temporadas estacionales. Todos estos contratos en los que la continuidad de la tarea es interrumpida por períodos de receso más o menos largos según las circunstancias, originan trabajos discontinuos o intermitentes y de temporada. Estas relaciones aunque son discontinuas tienen permanencia, es decir, vocación de continuar en el tiempo bajo las mismas condiciones en que se han dado en el pasado. Así, quien trabaja sábados y domingos, espera trabajar todos los sábados y domingos de su vida laboral, quien lo hace cuando hay carga, tiene la expectativa de ser ocupado toda vez que se repita el tipo de actividad que motivó su contratación inicial si esta es ordinaria y normal dentro de las actividades de la empresa y quien es contratado para una temporada espera serlo en las siguientes. Frente a estos contratos permanentes, que presentan modalidades en cuanto a la frecuencia de las prestaciones se alzan los contratos por plazo fijo y los eventuales, en los que en razón de la naturaleza de las tareas se admite que la contratación tenga un plazo o que termine con el servicio, el trabajo o la obra objeto de la contratación. Se trata de excepciones dentro de nuestro derecho positivo, en el que por lo común los contratos se celebran por tiempo indeterminado. La continuidad de las prestaciones se traduce en un "estado de hecho jurídicamente relevante" de donde se sigue la permanencia como posibilidad jurídica (abstracta) de repetir las prestaciones convenidas, cuya garantía en derecho es la estabilidad. 3.1.2. Trabajo discontinuo y trabajo permanente. No debe ser confundido el personal con contratos discontinuos de los eventuales o transitorios. Es personal permanente aquel efectivamente incorporado al plantel del empleador, para cumplir tareas inherentes al giro normal de la empresa y no tienen ese carácter los trabajadores eventuales y los interinos; unos son los contratados para tareas ocasionales, mediante contratos con plazo fijo o para obra o servicio determinado, y los otros se desempeñan en reemplazo del titular del empleo, y en tanto éste no reasuma sus tareas. Por eso se ha reconocido judicialmente el carácter de permanente a aquel trabajador respecto de cuyo contrato no se acreditó la eventualidad de sus tareas, ni que cubrieran, necesidades excepcionales y precarias del giro del patrono (conf., entre muchos otros, C.N.A.T., Sala I, 30.3.70, sení. 30.350 "González, Nélida c. YPF"). A su vez si el trabajo discontinuo se sabe que se repetirá de modo lógico y previsible debe admitirse la existencia de un vínculo permanente a pesar del carácter discontinuo de la prestación. Por ejemplo, reviste carácter continuo, si bien con prestaciones discontinuas, la vinculación de la reemplazante de las telefonistas ausentes por franco semanal, en una entidad que tenía la necesidad permanente y regular de cubrir esos francos (C.N.A.T., Sala V, 22.4.71, D.T., t. 32, pág. 607). La posición de la jurisprudencia nacional en este tema puede ser sintetizada en los términos del fallo dictado por la C.N.A.T., Sala VI, del 26.11.75, L.T., vol. XXIV-A, pág. 462, en que se estableció: 1) la discoiitinuidad del vínculo no excluye la permanencia si la asiduidad de la prestación creó en el trabajador una lógica expectativa de que seguiría prestando servicio por tiempo indeterminado; y 2) carece de importancia que el promedio mensual de jornadas laborales por el dependiente no sea importante, si resulta que para el cumplimiento de la actividad respectiva, siempre era ocupado. 3.2. Contrato a plazo fijo. Hemos dicho que el principio general que rige respecto de todo contrato es el de que se celebra por tiempo indeterminado. El contrato a plazo fijo constituye una excepción a dicho principio que es legítima cuando se haya respetado la forma escrita, y además medien razones objetivas que justifique el plazo puesto a la contratación. Si no se respeta esta condición el contrato se convierte en un contrato por tiempo indeterminado (C.N.A.T., Sala II, 22.5.85, "Sciarrotta, Pascual c. Sevel Argentina S.A.". Estos contratos tienen como tope el plazo de 5 años (art. 93, L.C.T.). Por lo expuesto no es aceptable que se con- ; trate a plazo fijo a un trabajador por uno, dos o > tres meses, como es frecuente, si dichos plazos ¡ no tienen razonable relación con las exigencias de la tarea a la que está destinado el dependien- f te. Estas contrataciones breves frecuentemente producen hipótesis de fraude pues se intenta instaurar un período de prueba. Tampoco es admisible la renovación sucesiva de los contratos a plazo fijo de corta duración si no se cumple el requisito expresado de que "las modalidades de las tareas o de te actividades, razonablemente apreciadas, así lo í justifiquen" (doctrina de ios arte. 90 tac. b) y 94, in fine, de la L.C.T.). Lo que supone un hecho sobreviniente a ía primera contratación que torne necesario extender el primer contrato. La prueba de que el contrato es por tiempo determinado está a cargo del empleador (art. 92, L.C.T.), y c;abe surgir del instrumento respectivo, y de las modalidades de la tarea. Las partes deben preavisar la extinción de estos contratos con antelación no menor de un mes ni mayor de dos meses respecto del plazo convenido, salvo en aquellos casos en que su duración sea inferior a un mes (art. 94, L.C.T.). Si se omite el preaviso se entenderá que se acepta la conversión del contrato como de plazo indeterminado, lo que ratifica la finalidad de la ley de privilegiar los contratos de duración indeterminada. En el supuesto de contratos de plazo fijo, de corta duración, pero que son renovados sucesivamente de manera ininterrumpida, el intérprete puede inferir que esa renovación evidencia que la actividad laboral objeto del contrato es ajena a una calificación de eventual o transitoria; tanto más si dichas tareas son propias de un giro normal del empleador. Por eso, en la actualidad esos contratos están descalificados legalmente, E! repudio de la jurisprudencia por los contratos por breve plazo reiteradamente renovados se ha manifestado en otros precedentes como el emanado de la Sala II de la C.N.A.T., sentencia del 19.7.65, "Cuba Rodríguez, Pablo c. Gas del Estado". Esta sola circunstancia en opinión de los tribunales excluye la transitoriedad de las labores, pues se ha insistido antes de la L.C.T. en que: ... la limitación puesta al piaao de duración de! contrato debe amoldarse ai carácter objetivo de la tarea y no ser arbitrariamente establecido (C.N.A.T., Sala V, 17.11.71, "Leguizamon Laurencena, Luis Alberto c. Empresa Nacional de Telecomunicaciones"). 3.3. Trabajo eventual. Sí en la empresa se presentan circunstancias que no pueden ser atendidas con personal estable se puede contratar a trabajadores eventuales (changuistas). que se desligan de aquélla cuando termina e) servicio para el que fueron llamados (art. 99, L.C.T.). De tal modo el contrato de trabajo eventual está siempre referido a servicios extraordinarios o exigencias extraordinarias de la empresa y configura una excepción al principio de que todo contrato de trabajo tiene vocación de continuidad. Dichas exigencias extraordinarias y por tanto transitorias, pueden darse en actividades ajenas a las normales del establecimiento o en propias del giro em presarlo, superado cuantitativamente en forma ocasional. Estos trabajadores no tienen derecho a la estabilidad y no son acreedores, en principio, a indemnizaciones por despido. Sin embargo, debe aclararse que el contrato' del trabajador eventual debe ser respetado en su integridad, es decir que hasta que no esté terminado el servicio para el que fue contratado no se desliga del principal, por lo que si se toma la decisión de rescindir su contrato anticipadamente, sin causa justificada, tiene derecho a ser resarcido por los daños y perjuicios consiguientes (medidos en relación a los salarios que ha dejado de percibir). Esta modalidad de la contratación debe ser puesta en conocimiento del trabajador al comenzar la relación y debe tenerse en cuenta que si una vez terminada la tarea eventual no se da por finalizado el trabajo, el contrato se convierte automáticamente en uno por tiempo indeterminado. La jurisprudencia en distintos casos ha afirmado la excepcionalidad de estos contratos vinculados a actividades que carecen de la posibilidad de perdurar en e! tiempo y en el espacio pues sólo cubren una necesidad circunstancial de la empresa (C.N.A.T., Sala IV, 30.12.68, L.L.T. 136, pág. 111; id. marzo de 1974, autos "Almirón, Clemente c/ Claridge Hotel S.A.", D.T. 1974, p. 659, 661). Así no es eventual el personal contratado para actividades permanentes pero discontinuas (C.N.A.T., Sala VI, 26.11.75, T. y S.S., 1976, pág. 222; D.T., t. 36, pág. 68), porque las fluctuaciones del trabajo no constituyen por sí causas de transitoriedad (C.N.A.T., Sala IV, 31.8.67, L.L.t. 131, pág. 1108). En cambio tiene dicho carácter eventual la contratación de personal para operaciones inusuales (por ej. la descarga de una partida de botellas en forma manual, sí e¡ procedimiento usual era la descarga mecánica C2a, Trab. San Juan, 22.10.76, L.T., voí. XXVI-A, pág. 358). Asimismo justifica la contratación de trabajadores eventuales la mayor demanda circunstancial del trabajo (C.N.A.T. Sala III, 9.3.78, L.T., vol. XXVi-B, pág. 1099). Por eso es trabajador eventual el que presta su actividad en tareas normales de la actividad del empleador, pero lo hace cuando el ritmo en el desenvolvimiento de la misma sufre una variación que requiere ¡a ocupación de más trabajadores; es ocasional ei que presta su actividad en un servicio de naturaleza eventual que no coincide con la finalidad ejecutada por el empleador y que tiene en miras cubrir una necesidad momentánea y es suplente aquel que presta sus servicios dentro de las actividades propias normales del empleador en la ausencia de trabajadores efectivos (C.N.A.T., Sala IV, 30.12.68, L.L., t. 136, pág. 1111; id. 21.2.74, L.T. vol. XXII-A, pág, 273). 4. Contratación con empresas de servicios temporarios. La contratación, de trabajadores por terceros no crea responsabilidad al empresario beneficiario de los servicios, si se trata de servicios eventuales que se prestan por empresas reconocidas (art. 29 L.C.T.). Se trata de las empresas de servicios temporarios que tienen sus propios dependientes y los colocan temporariamente en otra empresa, con lo que convienen la prestación de dichos servicios. El trabajador contratado por una empresa autorizada a prestar servicios temporarios a terceros por medio de dependientes propios (siendo ésta real, solvente y cumplidora de sus obligaciones provisionales y laborales) debe considerarse sujeto de la relación o contrato de trabajo con aquélla. Presta sus servicios en otras empresas pero para la que lo contrató (C.N.A.T., Sala IV, sent. 41.829, 13.2,78, "González, Gustavo Enrique c/ Bagley S.A. s/ despido", id. Sala II, 23.7.73, L.T., vol. XXI, pág. 1032). En este caso existe subordinación jurídica inmediata de ese personal respecto de la empresa en cuyo establecimiento prestó su actividad, y de subordinación mediata respecto de la empresa que, como contratante originaria, continuó ejerciendo su poder de dirección con la facultad de darle ot.ro destino. Esta promiscuidad podría tener implicancia en la solidaridad de ambas empresas; pero no afecta la responsabilidad de la empresa que contrató originariamente al personal (C.N.A.T., Sala II, 13.5.74, "bosíc. María M. y otra c/ Gerardo Ramón y Cía. y otro"; T. y S.A., 1975, pág. 394). Recordamos que los servicios eventuales deben referirse a prestaciones "extraordinarias" (lo opuesto a normales) o a exigencias extraordinarias y transitorias (lo opuesto a permanentes) o bien debe tratarse de vínculos que comiencen y terminen con la realización de la obra, la ejecución del trabajo o la prestación del servicio para el que fue contratado el trabajador (art. 99, L.C.T.). De tal modo ia viabilidad de estas contrataciones está ligada a que los trabajadores de que se trate no sean permanentes o normales (por ejemplo: el reemplazo de un empleado enfermo mientras dura su licencia) (C.N.A.T., Sala I , 28.8,81, sent. 42.991, "Betón, Ricardo Osear c/ Coca-Cola S.A. I.C.F. y otro s/despido, C.N.A.T., Sala V, sent. nro. 33.087, "Camejo, Domingo Aldo e/ Instituto Servicios Sociales Bancarios"; C.N.A.T., Sala IV, sent. nro. 51.856, 29.3.84, "Lizaraa, Miguel Víctor y otro c/ Fulcro S.A."). Pero debe aclararse que la relación entre el empleado y la agencia es, en principio, de carácter permanente y sólo si se acredita que la contratación con el tercera fue excep- cional el vínculo podría merecer la calificación de eventual. Las empresas que suministran trabajo en estas condiciones deben ser autorizadas. Debe puntualizarse que la empresa de servicios eventuales se diferencia de la agencia de colocaciones. La función y compromiso de la agencia de colocaciones termina con el acercamiento de la oferta y la demanda de trabajo, a diferencia de la empresa de trabajo temporario cuya función persiste con respecto ai empresario, mientras dure el trabajo y aún más allá con respecto al trabajador, con quien contrata comprometiéndolo a prestar su trabajo para con otras empresas que lo requieran (C.N.A.T., Sala II, 22.6.83, "Vallejo, Clotilde R. y otros c/J.M. Ricutii e Hijos S.A.", D.I., año XLIH noviembre 1983, p. 1841). La exigencia de autorización administrativa es una valla puesta a la tentativa de precatizar por esta vía las prestaciones laborales. Por eso, ía operatividad del inc. 3 del art. 29 L.C.T. y la posibilidad de excepcionarse de la responsabilidad solidaria, no juega aún cuando se trate de servicios eventuales si la agencia no se hallaba autorizada para funcionar como tal, y no cabe eximir de responsabilidad a quien se vio beneficiado con la prestación laboral (C.N.A.T., sala V, sent. nro. 34.669, 28.2.85,' "Cabello, Ana L. c/ Manager Worlt S.R.L, y otro", C-M.). 5. Transferencia de responsabilidades a terceros. 5,1. Contratistas y subcontratistas. 5.1.1. Distintos aspectos de la subcontmtación. La contratación y subcontratación han sido tradicionalmente las formas más usuales de precarización del contrato de trabajo, pues por la vía del fraude por interposición de personas se dejaba al trabajador frente a un empleador insolvente. La L.C.T., en sus arts. 29y 30 contempla diversos casos de interposición di personas acudiendo a la fórmula simple de crear la responsabilidad solidaria entre el empresario contratante de la obra o del servicio y el contratista, respecto de las obligaciones laborales y di la seguridad social, en los casos en que la contratación o subcontratación suponen un desmembramiento indebido de las actividades de la empresa. Al respecto observo que el contratista puede j realizar obras sin relación directa con ia actividad deí. empresario principal, completarla o con*; tituirse en el medio de que se valga dicho emp» . sario para la explotación de su industria. En este último caso (trabajos correspondía tes a la actividad normal y específica propia c establecimiento) hay responsabilidad soíidaí deí empresario principal respecto de las ob: gaciones contraídas con tai motivo por contratista con los trabajadores y la guridad social durante el plazo de duración de tales contratos o ai tiempo de su extinción (art. 30 L.C.T.). Estos términos determinan una primera limitación a los alcances de la norma, pues el ejercicio de una actividad supone una serie de actos coordinados con relación a una finalidad común, que. califican a la empresa y al empresario. Por eUo, por ejemplo el particular que realiza una obra por contratista, sin tener por profesión normal o habitual la construcción no asumirá las obligaciones laborales de dicho contratista. Pero además, la actuación del contratista debe sustituir al empresario principal en la realización de los actos continuados propios o inherentes a la actividad de éste. Y en tal sentido escapa a la aplicación de la norma quien ocupa ocasionalmente a un contratista para una obra ajena al giro habitual en sus negocios o quien realiza de esta forma un acto aislado de empresa. En cambio, quedarán encuadrados en la disposición que comentamos los casos en que se opere una artificiosa secesión del proceso productivo sin justificación en razones técnicas, cuando se ajuste por terceros una actividad exigible o preval en temente con trabajo propio cuando los bienes empleados en la obra pertenezcan al empresario principal y, de modo más general, aquellas situaciones en las cuales el trabajo del contratista se debe considerar coordinado o integrado con el empresario, o cuando la prestación contratada tiende directamente a la obtención de los fines productivos de la empresa de otro. De tal modo el productor que utiliza a contratistas para fabricar o producir será responsable por las obligaciones resultantes de los contratos de trabajo que haya celebrado dicho contratista, pues la presencia de éstos importa una modalidad en ía realización de aquella actividad e implica la sustitución del empresario principal en una función que normalmente debe realizar con medios propios. Cabe señalar que la responsabilidad solidaria del art. 30 L.C.T., surge en caso de contratación o subcontratación con empresas reales, ya que los casos de fraude o simulación contemplados por el art. 14 de dicho cuerpo normativo, no dan lugar a la responsabilidad subsidiaria sino a la directa (C.N.A.T., Sala IV, 24.7.78, "Carpió, Julio e/ Organización de Segundad Integral S.A. s/Despido"), 5.1.2. La segmentación del proceso productivo. Por actividad normal y específica propia del establecimiento debe entenderse no sólo la actividad principa! en el sentido en que lo principal se suele oponer a lo accesorio, sino también las actividades que pudieran ser calificadas de secundarias con tal de que estén integradas permanentemente al establecimiento, aun cuando se desarrollen fuera del ámbito físico del mismo (C.N.A.T., Sala II, 15.5.84, Gutiérrez, Jorge A. c/ Morixe Hnos. S.A. y otros", D.T. nro. 9, 1984, pág. 1.257). Sin embargo a este respecto los pronunciamientos rio son uniformes. Otras decisiones precisan que la modificación del art. 30 L.G.T. (to.), excluyó la actividad accesoria, restando solamente la normal y específica propia del establecimiento como fuente de solidaridad. A los efectos de interpretar tal estipulación debe entenderse que la actividad normal y específica de un establecimiento, es la relacionada con el proceso normal de fabricación debiendo descartarse la actividad accidental o accesoria (C.N.A.T., Sala VIII, sent. Nro. 287, 23.10.80, "Bogdanich, Tomás c/ Coop. VI-SE Ltda. "s/ Despido") y que no queda comprendida en el art. 30 de la L.C.T. la actividad secundaria aunque haga a la actividad permanente y habitual del establecimiento, porque dicha norma fue modificada en la inteligencia de que la contratación o subcontratación lo sea con empresas reales y no se trate de un vulgar fraude a la ley. Actividad normal y específica es la habitual y permanente del establecimiento, o sea la relacionada con la unidad técnica o de ejecución destinada al (ogro de los fines de la empresa: es la referida al proceso normal de fabricación debiendo descartarse la actividad accidental, accesoria o concurrente (C.N.A.T., Sala I, 22.10.79, "Avila, Antonio H. c/ Montajes Romano S.A. y otro", D.T. t. XL, Nro. 3, marzo de 1980, pág. 221). Un tema trascendente a este respecto consiste en determinar cuál es la actividad norma) y específica asumida por el contratista que justifica la extensión de responsabilidad al empresario principal, a este respecto las decisiones jurisprudenciales se han pronunciado con cierta amplitud atendiendo al carácter tuitivo de ía norma. Al respecto, la orientación jurisprudencial predominante puede ejemplificar en los siguientes criterios: 5.1.3. Casos en los que. se admite la solidaridad: 1. Servicios de limpieza en empresas de aeronavegación. (C.N.A.T., Sala II, sent. Nro. 60.157, 19.4.85, "Romero, Héctor Benedicto c/ Gaitan, Luis y otros s/ Despido". 2. Servicio de vigilancia en la actividad bancaria, (C.N.A.T., Sala III, Sent. Nro. 42.928, 24,3,82, "Velez, Jorge c/ Coop. Vl-Se de Vigilancia y otro si despido"). 3. Servicio de vigilancia en líneas aéreas (C.N.A.T., Sala III, Sentencia Nro. 48.464, 28/9/84, "Carrillo, Eduardo O. c/ Austral Líneas Aéreas S.A. y otros s/ despido"). 4. Servicio de vigilancia en .obras en construcción (C.N.A.T., Sala V, sent. Nro. 24.734, 29.7.77, "Vaiíejas, Diego c/ Agencia de investigaciones S.R.L. sí despido"). 5. Servicio de vigilancia en supermercados (C.N.A.T., Sala V, sent. del 28.2.78 "Popoff de Robledo, Oiga del Valle e/ Serpol S.R.L, y otros", D.T, sept. 1978). 6. Servicios gastronómicos en el interior de un Club (C.N.A.T., Sala IV, 31.8.82, "Acevedo, Juan c/ Cufré, Apolinario y otro", T. v S.S.-1982, Nro. 11, pág. 1.124), (C.N.A.T., Sala VII, sent. Nro. 3.050, 30.7.82, "Llanes, Osear David c/ Cufré, Apolinario y otro"), (C.N.A.T., Sala V, 30.9.81, "Canosa, Juan c/ Coianeri, Antonio S.A.", "Ponce, Roberto, Ángel c/ Fernandez de Franeeso, Pura y otro s/ despido", Sala VIII, sent. 7.420, 21.12.84); (C.N.A.T., Sala IV, sent. Nro. 47.016, 30.10. 81, "Quiroga, Manuel Argentino c/ Cufré, Apolinario y otro s/ despido"). 7. Servicio de comedor en la empresa (C.N. A.T., Sala I, 14.5.80, "Elia, Steila M. e/ Sánchez, Manuel L. y otro"). 8. Empresa subsidiaria. Porque la empresa que produce y distribuye sus productos (en el caso: gaseosas) a través de empresas subsidiarias que desarrollan su actividad en el establecimiento de aquella, con sus mismas máquinas e instalaciones, bajo la dirección y el control de sus directivos, es responsable solidariamente en los términos del art. 30 de la L.C.T. (t.o.) cualquiera sea la vinculación que la ligue a aquellas (C.N.A.T., Sala III, sent. Nro. 47.561, 30.4.84 "Amarilla, Humberto y otro c/ Gaseosas del Plata S.A. y otro"). 9. Agencias de Publicidad. Si delega en los "productores" la contratación de los modelos como también el montaje, la filmación, la fotografía o la impresión de la publicidad juega la responsabilidad reflejada del art. 30 t.o. R.C.T., pues el empresario debe exigir a los contratistas el cumplimiento de las obligaciones establecidas en los convenios de aplicación (C.N.A.T., Sala IV, sent. Nro. 43.951, 13.9.79, "Asoc. de Modelos Arg. c/Gowland Me. Cañe Ericson S.A.")10. Contrato de concesión entre empresas subordinadas Aún cuando la empresa cedente no haya asumido responsabilidad laboral res- . p-ecto a los trabajadores que emplee la concesionam, existe solidaridad en los términos del art. 30 de la L.C.T., cuando del contrato de concesión se infiere subordinación industria! y comercial respecto a una actividad normal y.específica de la empresa cedente (en e! caso tales extremos surgen dei contrato de concesión firmado entre "Gaseosas del Plata S.A. y Crush S.A." (C.N.A.T., Sala I, sentencia Nro. 49.686, 20/9/84, "Maga, Bravo, Gladys Ete! y otros c/ Gaseosas del Plata S.A."). Existe solidaridad en los términos del art. 30 ia L.C.T., ente el cedente y el cesionario, aun cuando el primero de ellos no haya asumido responsabilidad laboral respecto de los trabajadores que empica la concesionaria, cuando del contrato de concesión se advierte que se otorgó ¡a misma para la explotación industrial y comercial de determinadas bebidas, que el concesionario debía utilizar las marcas registradas de la misma de acuerdo a las directivas que al respecto dicte la cedente, que sin autorización previa el concesionario no podía transferir, ceder o modificar en forma alguna la zona concedida para la actividad, así como ninguna de las obligaciones o derechos contraídos (C.N.A.T., Sala I, 29.2.84, "Armocida, Roberto S. c/ Crush S.A. y otros", D.T., año XLÍV, mayo 1984, pág. 617). 5.1.4. Casos en que no se admite la solidaridad: Los criterios en esta materia en particular con respecto a los servicios de vigilancia han sido cambiantes, habiéndose pronunciado en contra de la solidaridad del concedente los siguientes fallos: C.N.A.T., Sala IV, sent. Nro. 53227, 28.12.84, "Lezcano, Leonardo c/ Eseic S.R.L. s/ despido"; C.N.A.T., Sala IV, sent. Nro. 52.610, 31.8.84 "Aramayo, José c/ Eseic S.A. y otro s/ despido"; C.N.A.T., Sala IV, sent. Nro. 51.686, 27.2.84, "Represa, Antonio Alberto c/ Dalmine Sidérea y otro"; C.N.A.T., Sala III, sent. Nro. 48.929, 30.11.84 "Beytes, Raúl Osvaldo c/ ALfonso, Juan Carlos y Miguel Casabiono S.R.L. s/ despido". El tema de los productos fabricados por la empresa también suscita dudas y ai respecto se ha dicho que no procede condenar solidariamente a una empresa cuya actividad principal sea la elaboración de productos alimenticios por el desempeño de un trabajador en tareas de transporte —existiendo un contratista— todavíz que el art. 30 L.C.T. (t.o.) ¡imita la solidaridad a los casos en que la actividad desempeñada por j el dependiente haga a la actividad "normal y es- j pecífica" de quien utiliza sus servicios (en este j caso la producción y no el transporte), (a diferencia del anterior art. 32 L.C.T., que se refería a la actividad "principal y accesoria"), (C.N.A.T., j Sala III, Sent. Nro. 35.371, 31.8.77, "Gutie-| rrez, Fidel A. c! Molinos Río dr La Plata S.A. s/ despido"). 5.1.5. Caracteres de la solidaridad. Los reda- J mos por prestaciones incumplidas deben 1» i cerse ai responsable directo y en caso de reda-1 mación Judicial el empresario principal obligado j solidario tiene que ser demandado conjunta te con el responsable directo, titular de la i cíón laboral "(C.N.A.T., Sala IV, 24.7.78,'' pió, J. c/Organización de Seguridad Integral'! El empresario principal tiene acción contal contratista para recuperar lo que hubiera { con motivo de ia solidaridad. Ricardo A. Guibourg, en "Las obligacio solidarias en el Derecho Laboral", L.T., XXVI, pág. 969, se expresa sobre los caracú y alcances de la responsabilidad del siguiei modo: En el ámbito laboral la solidaridad suele responder a ciertas pautas genéricas compatibles con el carácter tuitivo de. esa rama del derecho: a) Se trata de una solidaridad pasiva, referida a obligaciones en las que el dependiente resulta acreedor; b) Su fuente es la ley, ya que uno de los axiomas del derecho del trabajo consiste en presumir que el trabajador carece del poder de negociación suficiente para defender o garantizar sus intereses y derechos en un trato libre y personal con el que ha de requerir sus servicios; c) Los deudores solidarios no tienen un interés común: uno de ellos es el obligado directo, y el otro o los otros se ven sujetos a responsabilidad solidaria en virtud del vínculo de cierta clase que mantienen con el primero: ya sea porgue han intervenido en la contratación, o porque respecto de algunos créditos es difícil en los hechos determinar la identidad del obligado directo, o porque su vínculo con el principal hace temer la eventualidad de un fraude; y, en general, cuando el tercero constituye un punto de referencia más seguro. 5.1.6. Subsistencia y límites de la responsabilidad. Se extiende en favor de aquellos trabajadores cuya labor integre el objeto de la contratación (C.N.A.T., Sala II, 23.6.77 "Alfonzo Rolln, Miguel F. c/ Cooperativa Obreros Estibadores Puertos Argentinos Ltda.", sent. Nro. 44.322, T. y S.S., noviembre de 1977, pág. 710). La solidaridad abarca sólo las obligaciones contraídas durante el lapso de duración de la obra y con motivo de su realización, y por tanto, no se le podrán exigir al empresario principal obligaciones que comprendan períodos ajenos a la contratación respectiva. Por eso no puede responsabilizarse al tercero -empresa contratista— beneficiados con la prestación de servicios del trabajador por hechos posteriores al cese de dicha prestación, no obstante continuar la relación laboral con el empleador principal (C.N.A.T., Sala I, sent. Nro. 37.416, 28.4.78 "Pérez Germino, Raquel e/Lando S.A.C.I.F. y otro s/despido"). La responsabilidad solidaria en los términos arriba señalados subsiste aunque a la fecha de la ruptura laboral hubiera finalizado la subcontratación (C.N.A.T., Sala IV, 30.11.78, "Salto, Blanca Lía c/ Casa, Elisa de Castro y otro", sent. Nro. 42.943). 5.2. Interposición fraudulenta. Cualquiera sea la posición que se adopte acerca de la aplicabilidad del art. 30 de la L.C.T. se mantienen ¡ Rimes los principios que vedan todo acto de interposición fraudulenta. Al respecto, considero que la prueba de la Intermediación tiene que efectuarla el trabajador que invoca el frau- de y que ésta no puede consistir sólo en la insolvencia del contratista o subcontratista sino en su carácter de "hombre de paja", pues puede tratarse de un empresario real cuyos negocios lo convierten en insolvente y no de un insolvente puesto al solo efecto de eludir responsabilidades contractuales directas. De acuerdo con el principio expuesto, con acertado criterio se entendió que el subcontratista era una persona interpuesta en fraude a la ley en razón de que la constitución y cese de la sociedad respectiva fue simultáneo con idénticos actos concernientes a la sociedad accidental que constituyó el empresario principal, para la realización de ciertas obras de envergadura, el hecho de que no haya tenido otros trabajos, la desproporción entre su exiguo capital y el comprometido en las obras; la inexistencia de responsables técnicos de la empresa, cuyo personal se consideraba dependiente de la contratista; y la falta de agregación a los autos de contrato alguno con la adjudicataria (C.N.A.T., Sala V, 21.2.74, D.T., t. 34, pág. 487). 5.3. Empleador aparente (falsos contratistas) El trabajador que contrata sus propios servicios y los de una cuadrilla para realizar tareas inherentes a la actividad industrial del empresario, realizando las labores en el local de éste, bajo las órdenes e instrucciones del personal del mismo, mediante un sueldo mensual es un trabajador dependiente, que ha contratado a otros trabajadores por mandato del principal. En definitiva, cuando el intermediario (director o jefe de equipo) no es nada más que un encargado del grupo, económica y socialmente en la misma situación que los demás componentes, a quien se delegó la función o jefe es a su vez trabajador dependiente igual que los demás ejecutantes del trabajo y sólo se establece una relación laboral entre todos los componentes del grupo y el empresario. Para que se considere al director o jefe de equipo como auténtico empresario debe reunir los requisitos de un trabajador autónomo y sobre todo poseer una situación económica que le asegure independencia frente a las personas de quien reciba los encargos (C.N.A.T., Sala II, 31.8.65, L.T., vol. XXVII-B, pág. 1129). Si se trata de un verdadero empresario que contrata a trabajadores para que se desempeñen en otra empresa, ellos serán considerados empleados directos de quien utilice la prestación. En este último supuesto el empresario principal asume la condición de verdadero empleador sin desobligar al empresario intermediario (art. 29, L.C.T.). La situación de los falsos contratistas se resuelve a partir de la norma del art. 23 de la L.C.T. según el cual se presume la existencia de contrato de trabajo aun cuando se utilicen figuras no laborales para tipificarlo si por las circunstancias no puede calificarse de empresario a quien presta el servicio (C.N.A.T., Sala I, 16.5.68, L.T., vol. XVI-A, pág. 569). En estos supuestos el contratista promete sólo el reclutamiento del personal y debe puntualizarse que la insolvencia del subcontratista no configura una causa de nulidad del contrato con el contratista principal, sino sólo un indicio de que dicho contrato fue simulado (C.N.A.T., Sala I, 16.5.68, "Muñoz Molina, Segundo c/ Callisti, Francisco y/u otro"). Como dice Fernández Gianotti, tanto en esta como en otras hipótesis de "Fraude a la ley laboral", "el designio de una de las partes, mantenido oculto, a modo de reserva mental, ha sido eludir cargas que suponen la aplicación de leyes del trabajo a los sujetos empleados en interés de la empresa, sea directa o indirectamente. El juez ante una denuncia de los.interesados, perjudicados por el medio empleado, no va a pronunciarse sobre la realidad del acto que determinó un status aparentemente no laboral, sino sobre la efectividad de las prestaciones que contienen los ingredientes de la relación laboral, con los consiguientes efectos previstos por las leyes del trabajo" (L.L., t. 101, págs. 1022/1023). Como ejemplos de falso contratista puede darse el del "contratista" que pone sólo su mano de obra para actuar dentro de una organización empresaria ajena, sujeto a las directivas que IP imparte el personal jerárquico de ésta en cuanto al cómo, cuándo y dónde debía realizar su trabajo, para atender a los clientes de la firma, renunciando a los riesgos propios del mercado en cuanto a insolvencia de éstos (C.N.A.T., Sala IV, 19.4.77, L.T., vol. XXB-A pág. 545). De igual modo, no es un contratista sino un trabajador dependiente, aquel que carece de empresa y paga a los trabajadores con fondos que recibe del principal, el cual también provee los materiales y las herramientas y está sujeto a las indicaciones del personal técnico de dicho empresario. 5 A Empleado-empleador. La posible precarización del contrato por interposición de personas puede ocurrir cuando el trabajador contrata auxiliares que aparentan depender de él. En este supuesto la L.C.T. considera empleados del empresario a quienes trabajan como auxiliares de su dependiente (art. 28). De tal modo si se establece la condición de subordinado del que aparece como patrón la responsabilidad del empresario principal comprende las obligaciones contraídas con éste y las de sus auxiliares. En uno de los supuestos que ha motivado mayores conflictos judiciales relativo al personal ayudante de fleteros dependientes se concluyó que toda vez que los transportistasdistribuidores encargados del transporte, venta y cobranza de productos industrializados y comercializados por la empleadora, bajo la dirección, supervisión y control de la misma-, tienen ayudantes, éstos tienen vínculo laboral directo con la empresa (C.N.A.T., Sala I, sent. 38.068, 27.11.78, "Molina, Carlos Alberto c/ Cía. Embotelladora Argentina s/ cobro de pesos"). 5.5. Contratación con equipos de trabajadores. Como medio impeditivo de contratación fraudulenta se prevé que si el empresario celebra un contrato con un grupo de trabajadores que actúan por medio de un delegado o representante, quien obliga la prestación personal de los servicios de aquéllos, el empresario se convierte en empleador de cada uno de los integrantes de ese grupo o equipo (art. 101, L.C.T. la. parte). Se requiere que se trate de la realización de un trabajo en común, pues de otro modo se trataría de una pluralidad de contratos de trabajo sin ningún matiz de diferencia. Configura un contrato de trabajo el hecho de que un trabajador aporte a una empresa su trabajo personal, cumpliendo tareas de control y supervisión de un equipo o cuadrilla de operarios que dependían de él solamente en cuanto a la forma y rendimiento del trabajo, sin que el mismo aportara capital, instrumentos, establecimiento ni otros recaudos como inscripción del personal a sus órdenes, que configuran su situación como la de un contratista (C.N.A.T., Sala II, 15.2.77, "Gómez, Amoldo Osear c/ Hereford Meat S.A.I.C." sent. Nro. 43.843). En el contrato por equipo, grupo o cuadrilla, existe una pluralidad de sujetos pasivos perfectamente individualizados en el tiempo y en e! espacio, reclutados y dirigidos por un elemento de la empresa para la cual estuvieron a disposición laboral, con subordinación técnica y jurídico-personal (C.N.A.T., Sala I, 26.2.75, D.T, t. 35, pág. 641). El típico contrato de equipo es el que tiene por objeto los servicios de una orquesta. 5.6. Casos de empresas en situación de interdependencia económica. La responsabilidad extendida a integrantes de un mismo grupo económico es otra vía prevista para garantizar la efectividad de los derechos laborales. Al respecto se ha establecido que cuando una empresa estuviera bajo la dirección, control o administración de otra o de tal modo relacionada que ambas constituyan un conjunto económico de carácter permanente serán t los fines de las obligaciones con sus trabajadores y con los organismos de seguridad soda), solidariamente responsables cuando hayan ¡ao- diado maniobras fraudulentas o conducción temeraria (art. 31, L.C.T.). Existe conjunto económico en ¡os términos del art. 31 de la L.C.T. (t.o.) cuando hay unidad, o sea, uso común de los medios personales, materiales o inmateriales mencionados por el art. 5 de la ley citada; es decir, debe existir unidad económica, la cual debe ser analizada desde el punto de vista del control de empresas, procediendo la condena solidaria cuando media maniobra fraudulenta o conducción temeraria, existiendo desarrollo de actividades afines y manteniéndose el mismo centro de dirección (CNTr., Sala I, sent. Nro. 45.655, 30.11.82, "Arean, Luis Juan c. Arly S.A."). Las maniobras fraudulentas o la conducción temeraria, en mi opinión, deben haber tenido por consecuencia la quiebra o el concurso de la sociedad empleadora (por ejemplo el caso de vaciamiento) que determine su insolvencia, pues lo que se busca es que en estos casos responsa la unidad económica (grupo de interés económico común), pese a que esté formada por entidades con distinta personalidad jurídica (y por tanto con autonomía formal de acuerdo con el orden jurídico). Esta tesis no es pacífica porque también se ha sostenido que cuando el art. 31 de la L.C. T. (t.o.) se refiere a maniobras fraudulentas o conducción temeraria de la empresa, no sólo se está refiriendo a la mala fe o temeridad en la conducción comercial de la misma, sino también a la de las relaciones laborales (C.N.A.T., Sala HI, 29.12.78, "Tejares, Roberto G. c/ Cía. Swift de La Plata S.A.", sent. Nro. 36.926). 6. Conclusiones. Del análisis de la legislación vigente y de la jurisprudencia de los Tribunales nacionales surge con claridad que se privilegian las relaciones estables y el contrato de trabajo por tiempo indeterminado, condiderándose excepcionales los supuestos de contratos precarios (eventuales o por tiempo determinado). Asimismo se han tratado con todo rigor los supuestos de trabajo clandestino y de simulación a través de figuras contractuales no laborales (civiles o comerciales) y se ha desalentado la pretensión de trasladar la responsabilidad a terceros (contratistas o subcontratistas) con independencia de su solvencia. La contratación de trabajadores a través de empresas de servicios temporarios ha sido restringida alas empresas de servicios eventuales, lo que es coherente con la idea que campea en nuestra legislación de que el contrato cíe trabajo fundamentalmente está destinado a durar y el trabajador tiene, en principio, derecho a permanecer en su empleo hasta el momento de la jubilación. La afirmación de un vínculo de trabajo por tiempo indeterminado y de una estabilidad debidamente garantizada, constituye un dere- cho consütucionaímente reconocido, es un dato estructural del derecho del trabajo, y expresión del principio de protección del trabajador subordinado. Dicha protección, es aún más necesaria en épocas de crisis, en las que los sectores empresarios debieran extremar las medidas tendientes a impedir el desempleo en el marco de la plena vigencia de las instituciones del Derecho Laboral. PRINCIPIO DE PRIORIDAD (Rango Registra!)*. En nuestra legislación, la preferencia en los créditos de los diversos acreedores está determinada de acuerdo con el principio romanista de prior in tempore, potior in jure, es decir que mientras la ley no acuerde privilegios especiales a esos créditos, o éstos surjan de modificaciones convencionales de las partes, el que primero constituya su derecho estará mejor ubicado, con respecto a los demás acreedores. En materia hipotecaria, el privilegio entre las distintas hipotecas que pueda tener un inmueble, estará dado por la fecha de constitución de cada hipoteca (estamos hablando de casos en ¡os que • no haya convención que modifique el rango); pero eso no es siempre así; en algunos casos el incumplimiento de plazos regístrales puede motivar que hipotecas que tendrían que ir en segundo grado queden ubicadas en primer grado. Vamos a analizar el sistema. El principio de prioridad, determina el rango de ¡os derechos, pero si bien el contrato surte efectos respecto de las partes desde el momento de su constitución, no sucede lo mismo con respecto a terceros, ya que para que sea oponible a los mismos, el acto debe estad debidamente publicitado. La publicidad con respecto a terceros está dada por la inscripción en el Registro de la Propiedad Inmueble, que se efectúa con posterioridad a la constitución de la hipoteca, pero si el acto está registrado de acuerdo con las leyes vigentes, sus efectos serán retroactivos al momento de ia constitución. El Registro interviene también antes de la firma del acto, ya que el escribano, de acuerdo al art. 22 de la ley 17.801, tiene que pedir antes del otorgamiento una certificación al Registro, y la expedición de esa certificación servirá momentáneamente de publicidad suficiente y de anotación preventiva. Para nuestros registros la prioridad entre dos o más inscripciones o anotaciones relativas al mismo inmueble, se establece por la fecha y el número de presentación asignado a lo& documentos, para lo cual se lleva un sistema de ordenamiento diario donde se anota la presentación de ¡os documentos por orden cronológico» asignándoles el número correlativo que corresponde. 1) La protección: El acreedor que tiene registrado su derecho dentro de los plazos estable* ALVARO GUTIÉRREZ ZALDIVAR. cidos por la ley está protegido frente a cualquier otro derecho que pudiere ingresar desde la fecha en que se pidió el certificado al Registro, salvo que el certificado tuviere una prevención. Así lo tiene decidido la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires que estableció que "cumplidas las diligencias previas que establecía el art. 6, de la ley 2378 recabando la certificación de la existencia del dominio y gravámenes al Registro de la Propiedad, la operación debe inscribirse, pues, aunque posteriormente apareciera la existencia de un gravamen sobre la cosa, ello no puede afectar el derecho del adquirente, ya que el error de ningún modo puede serle imputado". Tenemos entonces que el principio de prioridad fija la preferencia del título inscripto respecto del no inscripto y entre títulos inscriptos sobre el mismo inmueble, por el orden de la inscripción. El principio de prioridad está en juego cuando los derechos constituidos que se pretenden inscribir son incompatibles y se hallarían entonces en una posición de verticalidad y el rango, que trataremos más adelante, sería la especie que entraría a jugar en derechos compatibles de constitución e inscripción, y jugaría en una posición horizontal. 2) Fecha de inscripción y fecha de constitución: Veamos cómo juega la fecha de constitución y la fecha de inscripción del derecho. Un escribano de Capital Federal al hacer una hipoteca sobre un inmueble, también situado en Capital Federal, debe pedir un certificado de estado de dominio; una vez salido, debe hacer la escritura dentro de los quince días corridos a contar desde la fecha de expedición. El certificado informa el estado registra! del inmueble y si hay o no certificados pedidos por otros escribanos que tengan influencia sobre el mismo. Otorgado el acto, el testimonio debe ser presentado al Registro, dentro del plazo de cuarenta y cinco días corridos contados desde el otorgamiento de la escritura, para que el derecho se considere registrado desde la fecha de instrumentación. Inscripto o anotado un documento no puede registrarse otro de igual o anterior fecha que sea compatible, salvo que el que se presente en segundo término se hubiere instrumentado dentro del plazo de validez de la certificación, que varía según e! domicilio legal del escribano que la pidió con respecto a la ubicación del inmueble. El art. 3149 establece, que la hipoteca registrada tendrá efecto contra terceros desde el día del otorgamiento de la obligación hipotecaria si el ingreso para su registro se hubiese producido dentro del término previsto en el art. 3137. Este artículo establecía un plazo de seis días para la inscripción a contar desde el otorga- miento; pero el 11 de enero de 1973, por ley 20.089, se reformó, llevándose el plazo a cuarenta y cinco días. Lo último que faltaría analizar es, qué es lo que pasa si se inscribe la hipteca una vez vencidos los plazos establecidos; la solución la da el art. 3150 al establecer que si el acreedor deja pasar el tiempo designado para el registro sin hacer tomar razón, ésta no tendrá efectos contra terceros sino desde el día en que se hubiere registrado. Pero podrá hacerla registrar en todo tiempo sin necesidad de autorización judicial. Conclusiones: El principio de prioridad opera entonces de dos maneras: a) como excluyente si los derechos son de titulación contradictoria, ya que inscripto o anotado un documento no puede registrarse otro de igual o anterior fecha que se le oponga o sea incompatible. En estos casos el Registro procederá a devolver el documento que resulte rechazado, dejando constancia de su presentación, tanto internamente como en el documento mismo, b) Determina orden de prelación, grado o rango con respecto a derechos reales susceptibles de concurrencia. Con la reforma introducida al art. 3135 y lo establecido en la ley 17.801 y sus antecedentes se ha adicionado al sistema cronológico para el ordenamiento del rango registra!, el de carácter convencional. Pero está excluido totalmente el sistema de encasillado o rango fijo. El rango estará dado por el hecho de la inscripción de la hipoteca en el Registro de la Propiedad Inmueble, dando esta situación prelación al crédito garantido respecto de las hipotecas que le siguen en orden de inscripción. Rango es entonces, la relación en que un de- • recho se encuentra respecto de otros derechos, y más concretamente, es la relación que se establece entre derechos reales compatibles, por lo cual se crea un orden o preferencia entre ellos. El concepto de rango hay que relacionarlo con otros derechos para que surja la preferencia ¡ o inferioridad; es entonces de nacimiento imposible de un modo aislado, por eso algunos auto res dicen que el rango será sólo potencial en caso de existir sólo una hipoteca constituida y surgirá pleno recién en el momento de inscripción en el Registro de otra hipoteca que grave el mismo bien. El rango en sí no es un derecho autónomo, ya que su existencia depende de otro derecho, pero tiene un valor económico; no es lo mismo para el acreedor, que una hipoteca sea en primero, segundo o tercer grado, y la diferencia sera más notoria a medida que el valor, que se puede conseguir por el bien en una venta, se acerque al monto total de las hipotecas sumadas. La hipoteca tiene valor como derecho real de garantía, pero también varía el valor de la p rantía recibida en razón del rango que tenia; por eso la cesión de rango importa un acto de disposición, pues aunque el crédito en sí no es enajenado, en la práctica se transfiere un mejor derecho al cobro. Los sistemas: El rango hipotecario es la prioridad entre las varias hipotecas que pueden concurrir sobre un mismo inmueble, y este rango a menos que sea compartido, otorga preferencia a unos acreedores respecto de otros. No hay prorrateo, y los acreedores de grado ulterior cobrarán sólo cuando se haya satisfecho a los acreedores que les preceden. La legislación universal recoge dos modalidades doctrinarias para el rango: 1) El sistema de encasillamiento o rango fijo. 2) El de rango móvil o ascendente. a) Rango fijo: El sistema de encasillamiento o rango fijo tiene características estáticas, pues éste permanece en el mismo nivel de su constitución, sin avanzar en busca de posiciones más ventajosas cuando el camino queda libre (por ejemplo por cancelaciones de hipotecas de rango superior). Según este sistema puede mantenerse una hipoteca de segundo grado, sin que exista otra de primer grado, o sea que el orden de prelación lo da el acuerdo de voluntades. b) Rango móvil: El sistema de rango móvil o ascendente es característico de las legislaciones de base romana, y en el mismo la extinción por vía no forzada de una hipoteca de grado preferente, hace que la que le sigue en rango suba un peldaño en el orden de los privilegios, o tantos peldaños como hayan dejado libres las hipotecas canceladas. Hablamos de extinción por vía no forzada, ya que en el caso de extinción por ejecución la desaparición de la hipoteca ejecutada "arrastra" las sucesivas. En el sistema de rango fijo, existente en Alemania y Suiza, cada hipoteca inscripta ocupa una "parcela" de valor del bien gravado, de este modo el rango aparece limitado a ese "compartimiento", o "casilla", y por eso la extinción de una hipoteca no afecta la situación de las demás, sino, que esa "casilla" quetlará vacía, pudiendo el dueño de la finca volver a llenarla, sin pedir nueva autorización. Hay que tener en cuenta que en nuestro país, cualquiera que sea e! rango que indique la escritura, la adjudicación del grado es responsabilidad del registrador, pero como éste no puede proceder de oficio, se requiere una rogatoria especial para el cambio de rango. El registrador simplemente anota la hipoteca en el mejor grado disponible, a la espera del ascenso automático (si hay cancelación), o el cambio convencional (cesión de rango) que ía hará mejorar, El Registro de la Propiedad Inmueble de la Provincia de Buenos Aires ha considerado que no es necesario que la escritura mencione grado alpno, ya que el grado lo da la inscripción, pe- ro el dato es conveniente para graduar la responsabilidad del deudor en caso de fraude para ¡a aplicación del art. 3142 del Cód. Civil que dice: "Si el que ha dado una hipoteca sobre sus bienes, se vale de la falta de inscripción para hipotecarlos a otro persona, sin prevenirle de la existencia de esa hipoteca, será culpado de fraude, y como tal, sujeto a satisfacer ios daños y perjuicios a la parte que los sufriese por su dolo". La posición del Registro doctrinariamente hacía hincapié en la innecesaria mención del grado en la escritura basada en que la hipoteca es oponibie a terceros sólo desde la fecha de su inscripción, o constitución en su caso, y puede muy bien suceder que se constituyan hipotecas sin mención de grado en la escritura, y la segunda por defectos de la primera, se inscriba regisíralmente con preferencia pasando a tener el primer grado, sin importar lo que establezca la escritura. Hay que tener en cuenta no sólo a los efectos de las hipotecas, sino, ante cualquier otro derecho real, que, en caso de no informar el registro correctamente, e! Estado del Dominio se debe hacer responsable; así lo tiene resuelto la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, sala A, que estableció que "es procedente la inscripción en el Registro de la Propiedad Inmueble de una escritura que éste había rechazado por existir un embargo anotado con anterioridad, que fue omitido al expedirse el certificado correspondiente, pues el acto notarial practicado con sujeción a las constancias de libre enajenabüidad emanadas del certificado aludido no adolecía de irregularidad alguna al tiempo de celebrarse, ya que un embargo no informado oportunamente equivale para las partes a un embargo inexistente, independientemente de la responsabilidad que cuadre al Registro ante e! embargante por el perjuicio que pudiere haberle causado la expedición de un informe erróneo que ha frustrado la garantía representada por e! embargo omitido en dicho informe". Reserva de rango. La reserva de rango es el convenio por el cual se pacta la atribución de un puesto de prioridad a un derecho real de constitución futura. Algunos autores han considerado o dejado entrever en sus trabajos que la hipoteca se constituye directamente en segundo grado, ¡o que es un error, cuando se constituye la hipoteca ésta ocupa el mejor lugar disponible; lo que sucede es, que el acreedor ha dado su consentimiento para que se constituya eventualmente otra de primer grado y la primera constituida retroceda al segundo. Los requisitos serían: a) Que se convenga en el mismo acto constitutivo de ia hipoteca. b) Que se determine el monto a que podrá alcanzar. Con respecto ai primer requisito entendemos, que el acreedor que da su consentimiento lo puede hacer tanto al momento de constituirse la hipoteca como por un acto posterior, puede incluso dar su consentimiento en e! momento en-que se constituye una hipoteca ulterior, en cuyo caso la figura sería la posposición de raago. Lo común será que el consentimiento o convenio se haga en el momento de constituirse la hipoteca que después se pospondrá, como condición de ia misma, pero puede hacerse perfectamente por un acto posterior. Autoriza esto todo e! sistema de nuestro Código, así como el artículo mencionado de Sa Ley 17,801. Lo que !a ley quiere, es el consentimiento, del o de los que tienen un grado preferente, y conseguido ésto es indiferente el momento en que lo den, debiendo cumplirse los mismos requisitos de escrituración e1 inscripción jen el eoatraío originario. La reserva de rango está establecida en nuestro derecho en la segunda parte del artículo 3135, que dice mí; ".., Al constituir la hipoteca, el propietario puede, con consentimiento del acreedor, reservarse el derecho de constituir ulteriormente otra de grado preferente, expresando e!, monto a que ésta podrá alcanzar". PRINCIPIOS GENERALES DEL DERECHO (Sus funciones)*. I) Introducción: Creemos necesario estudiar ei tema de los principios generales del derecho, no sólo por la importancia que tienen como fuente informadora, sino también por !as múltiples funciones que ellos cumplen, como se verá mas adelante. Además como acertadamente lo señaló Giorgio Del Vecchio, en su obra clásica sobre la materia, "e! jurista, a diferencia del leguleyo, no puede darse por satisfecho con lo que en la ley está escrito, sino que debe además investigar su fundamento intrínseco. No basta con conocer las normas particulares; es necesario penetrar en el espíritu que las anima,, el cual tiene sus ponieras raíces en nuestro propio espíritu"; y agregaba: "y nada resultaría en verdad más árido y estéril que eí estudio de las normas particulares vigentes en este o aquel lugar si de esta base empírica no fuera posible remontarse a los principios de donde tales normas proceden y que tienen su asiento propio en la razón". A veces cuando se habla de los principios generales, algunos juristas fruncen el ceño, considerando que se tratan de simples disquisicio- nes filosóficas, alejadas de la realidad. Nada más * ROBEKTO GARCÍA MARTÍNEZ equivocado, pues los principios tienen múltiples aplicaciones uíllizables en ia vida práctica de! derecho, constituyéndose en una herramienta valiosa para el abogado. Si como muestra basta un botón, queremos destacar que recientemente la Corte Suprema de Justicia de la Nación utilizó, entre otros, como fundamento de una sentencia de gran trascendencia (por lo menos, desde el punto de vista económico), el principio de conservación de la empresa, que es un principio propio del Derecho concursa! (caso Sasetru, su quiebra resuelto el 11/10/84). Es bueno señalar que junto con principios generales que hacen a iodo el derecho, existen principios generales específicos de cada rama jurídica, que le dan a ésta las particularidades y el carácter científico autónomo, por supuesto, siempre dentro de la idea de que el Derecho es una unidad. Asi, por ejemplo, es un principio general para todo el derecho, el derecho a la vida o el derecho a la dignidad de la persona humana y a su libertad; o el principio de la seguridad jurídica; o el principio general de que nadie puede enriquecerse en detrimento ajeno. Y es un principio general propio de una rama, por ejemplo, el principio de igualdad de los acreedores, en el Derecho Concursa! o el principio protecterio, en eí Derecho del Trabajo. También conviene referirse a los principios y a sus funciones, pues muchas veces ocurre con ellos algo parecido a lo que ocurre con ciertas verdades jurídicas: que se los considera tan obvios y omnipresentes, que les sucede como al aire que respiramos, que está en nuestra circunstancia de manera tal que nos olvidamos que existe hasta que, de repente, nos vemos privado de él. I!) Concepto: Los principios son ideas directrices que sirven de justificación racional de todo eí ordenamiento jurídico; son, pues, ideas jurídicas directivas, o pautas generales de valoración. No son normas jurídicas en sentido técnico, pues lo que ios caracteriza es que no contienen una indicación vinculante con carácter inmediato para un determinado campo de pro- . blemas. j Américo Pía Rodríguez nos da una síntesis j de distintos conceptos expresados por los juristas y dice que son "¡as líneas directrices que informan algunas normas e inspiran directa e indirectamente una serie de soluciones por lo que pueden servir para promover y encauzar la aprobación de nuevas normas, orientar la interpretación de, las existentes y resolver los casos no previstos". Son, pues, líneas fundamentales e informa' dores de la organización jurídica. III) Caracterización: Hablamos de principios generales del derecho y con alio estamof significando: V) Que son principios, es decir, fúndame* to o razón fundamental del sistema jurídico; son ei soporte básico del ordenamiento, prestando a este su verdadera significación. 2°) Son generales superando el derecho positivo, ai cual dan sentido sin necesidad de concretarse en normas particulares. Esa generalidad puede entenderse desde un punto de vista objetivo, porque no depende de la valoración particular de quien lo aplica, sino que su afectación es obra de la comunidad, que le da existencia objetiva; en cuanto a su extensión, se aproxima a la norma jurídica, toda vez que las normas y principios gozan del carácter de generalidad, pero mientras la norma rige para supuestos de hecho previstos y determinados, el principio genera] contempla una serie indefinida de situaciones. 3") Son principios de derecho, es decir fórmulas técnicas del mundo jurídico y no simples criterios morales, ni ideas vagas, ni axiomas o apotegmas. En definitiva, los principios generalas son la concreción científica de determinados conceptos que hacen a la esencia de! derecho, o de una tama de éste. Son., como el alcohol en el vino, el espirito o la esencia de la ley, al decir de Carnelutti. De aiií i a necesidad de una honda elaboración científica de! derecho, mediante una construcción lógica y sistemática del mismo, dentro de la cual los principios ocupen un lugar prer ponderante en relación con las normas particulares. IV) Principios y apotegmas: No debemos identificar los principios generales con los axiomas, aforismos o apotegmas, que se utilizan en e! mundo jurídico. Así. como ejemplo de estos últimos, tenemos las reglas o máximas jurídicas contenidas en'el Digesto del Derecho Romano, que eran fragmentos de afirmaciones de antiguos juristas, o de decisiones judiciales o de formulaciones doctrinarias, que tenían en común su forma concisa y fácil de retener. Por ejemplo, nadie puede transferir a otro más derecho que el que tenga; o, nadie puede recibir un beneficio contra su voluntad. Paulo decía que la regla es lo que expone brevemente la cosa, tal cual es. El derecho no se toma de la regía, sino que la regla se hace de acuerdo con el derecho que existe. Es decir, como bien lo índica José Puig Brutau, el derecho no deriva de la regia, sino que ésta se obtiene del derecho que ya existe. Por lo tanto, sucede lo contrario de lo que se afirma respecto a los principios generales del derecho, que son lógicamente anteriores e inspiradores del conjunto de normas que forman el ordenamiento jurídico. V) Naturaleza de los principios: En la doctrina se ha discutido largamente sobre la natura- leza de los principios generales, según sus fuen- tes u orígenes. Podemos resumir esas posiciones en las'siguientes: Los positivistas a ultranza, para quienes los principios generales son los que se extraen del ordenamiento y tienen un mero valor de fuente subsidiaria a disposición del juez. Los positivistas encubiertos, que. aún admitiendo entre los principios generales normes de derecho natural, reducen su vslor y función a Sa de fuentes subsidiarias vinculantes para el juez. La sincrética restrictiva, que distingue un derecho natural como fuente primaria y positiva junto a unos principios generales del derecho, supletorios de ley y costumbre. La postura sincrética más amplia, que distingue unos principios generales de! derecho primario, no sólo de derecho natural, sino también tradicionales y políticos, con virtualidad de aplicación directa y supralegal, junto a la aplicación como fuente subsidiaria de esos mismos principios. VI) Limitación de los principios: Los principios generales del derecho están por encima del derecho positivo y sirven de criterio orientador para ei operador jurídico. Pero si el legislador sanciona normas que los contradicen o restringen en forma concreta, entonces no cabe colocar el principio encima de la norma y debe aplicarse ésta. De! Vecchio dice al respecto: "Tales principios, a pesar de tener un carácter ideal y absoluto, por consecuencia del cual superan virtualmente ai sistema concreto de que forman parte, no pueden prevalecer contra las normas particulares que lo componen, ni destruirías en ningún caso; pero tienen valor, sin embargo, sobre y dentro de tales normas, puesto que representan la razón suprema y el espíritu que las informa". En esta cuestión también debe tenerse en cuenta el concepto de la unidad del derecho, como así también que los principios generales juegan dentro del contexto general del derecho, que a su vez se encuentra influenciado por situaciones históricas, políticas, económicas o sociales, que el intérprete debe tener en cuenta al pretender aplicarlos. Claro está, que si bien en la antinomia entre el principio y norma debe aplicarse la norma, ello no significa que el legislador pueda separarse en forma tajante de los principios, pues si lo hace seguramente la norma nacerá muerta. Nuestro reciente pasado es rico en estas experiencias, a través de la sanción de leyes que significaban un retroceso en cuanto a los principios del derecho del trabajo individual y colectivo; esas leyes han durado, en la mayoría de los casos, lo que duraron los gobiernos de fuerza que las sancionaron. VII) La positivización de los principios: La la realidad social y política existente en ese mocorriente positivista ha ¡legado a sostener que mento, como así también el contexto jurídico los únicos principios generales válidos son los formado alrededor de esa institución, tanto desque se encuentran concretados en las normas de el punto de vista del derecho nacional como jurídicas. Así, se ha dicho que los que se llaman el internacional. principios generales en sentido estricto, sólo tieLo dicho sobre los principios constitucionanen virtualidad a partir de! instante en que son les es aplicable a los principios generales del deconsagrados por la doctrina jurisprudencial del recho, pues éstos, como informadores e integraTribunal Supremo o incorporados a una norma dores del derecho positivo, están influenciados jurídica, de suerte que los no recogidos legal o por situaciones históricas, económicas y sociajurisprudencialmente, son principios ignorados, les, no quedando en el vacío sino dentro de un desprovistos de significación jurídica. Se ha sos- medio cultura! determinado. Demonio de Buen tenido que de esa forma se evitarán los excesos señalaba "que el derecho de cada nación no vive del intérprete en la determinación e interpreta- solo de su propia sustancia, sino que recoge las ción de cuales son los principios generales. Al- orientaciones y los estímulos del medio, por lo fredo Montoya Melgar ha citado el caso de la que entendía como principios generales del deAlemania nazi, donde con la excusa del princi- recho además de los inspiradores de nuestro depio general de la supremacía de ¡a raza aria se recho positivo, los elaborados o acogidos por la quisieron justificar los más atroces excesos. ciencia del derecho, o que resultaren de los imPor nuestra parte, creemos que los principios perativos de la conciencia social". generales no forzosamente deben estar concreA su vez, se produce un enírecruzamiento, tados en una norma legal, en tal sentido, hemos una corriente continua de influencias entre los sostenido que los principios constitucionales de principios políticos o constitucionales y los carácter social, no son los principios generales principios jurídicos generales. del Derecho del Trabajo. Pueden llegar a serlo, Tanto los principios generales como las cláucomo cuando nuestra Constitución consagra el sulas programáticas constitucionales, cumplen principio protectoría en el artículo 14 nuevo, una función de interpretación, operando como pero no necesariamente deben coincidir. criterio orientador del operador jurídico. TamAsí, pues, trataremos de señalar esta diferen- bién principios y cláusulas constitucionales ciación, comparando los principios generales desarrollan una función informadora de! derecon ios principios constitucionales de tipo so- cho en general, inspirando al legislador, sirviencial, adelantando que si bien existen muchas se- do como fundamento de! ordenamiento jurídimejanzas entre ellos, también existen diferen- co futuro. Pero existe una diferencia: los princicias que los separan. pios pueden impulsar al legislador, pero no lo La principal semejanza creemos que es la obligan necesariamente; ios derechos sociales identidad de origen: ambos son el resultado de constitucionales impulsan al legislador y lo oblila conciencia jurídica y política de una socie- gan en el sentido que establezcan esas normas. dad en un momento dado. No nacen por ge- También en los dos casos se cumple una funneración espontánea ni por la voluntad de una ción integradora de las lagunas de la ley. persona o grupo de personas. Por supuesto exisPero también son muchas las desemejanzas ten ejemplos patológicos, como el citado por entre los principios y las clausulas constitucioMontoya Melgar de la Alemania nazi, o el caso nales. En primer lugar, los principios políticos de normas constitucionales que no reflejaban o constitucionales nacen de! legislador, si bien sino el sentir de un grupo o de un partido. Pero de un legislador de grado superior: el Poder esas excepciones no son sino lo señalado: ejem- Constituyente. Los principios generales del deplos de patología jurídica, casi siempre impues- recho del trabajo no nacieron de un legislador, tos y mantenidos por regímenes de fuerza, que de mayor o menor grado, sino de la conciencia dejan de tener vigencia cuando desaparece la jurídica de una época; pueden plasmarse en fuerza que los respalda. normas legales o constitucionales, pero no neToda declaración de derechos es una positi- cesariamente. Pía Rodríguez ha señalado en forvización teñida de historicidad, que está forma- ma aguda que la experiencia universal enseña da, como decía Croce, por derechos de! hombre que la concreción en la ley les quita fecundidad, en la historia. ios cristaliza y los congela. Nosotros hemos dicho anteriormente que Esa falta de concreción legislativa, ese amor- j cuando el constituyente incorpora una institu- fismo. esa falta de formas técnicas de exterior!- • ción a la carta magna y le otorga una determina- zacion, los diferencia abiertamente de los prinda serie de derechos y garantías, no crea una fi- cipios constitucionales, en cuanto éstos no tie--; gura de laboratorio, no inventa nada, sino que nen posibilidad de vigencia mientras no estén | extrae de la realidad una institución preexis- contenidos en una constitución, sea o no escri- i tentes que considera que merece el amparo cons- ta; hasta entonces solamente serán principios; titucional. Para ello tiene en cuenta, repetimos, políticos, más o menos válidos y con vigencia moral, en cuanto exista consenso sobre ellos, pero sin desarrollar las funciones que cumplen cuando están consagrados en el texto constitucional Otra diferencia consiste en que en el caso de las clausulas constitucionales programáticas, la norma constitucional es un dique que impide que el legislador se aparte de sus preceptos, y si lo hace la ley será inconstitucional. En cam- trema gravedad para el orden jurídico. Como ejemplo de la influencia de los principios generales sobre la legislación, podemos citar el caso del Derecho Concursal, donde el principio de conservación de la empresa recogido por el moderno derecho de quiebra, ha influido en la legislación positiva, modificando la antigua concepción según la cual el procedimiento de quiebra tenía por finalidad exclusiva bio, el principio general no es una valla, y el le- liquidar el activo del deudor para repartirlo engislador podrá pasar sobre ella sin que la ley sea tre los acreedores. Poco a poco ha ido cambiando esa idea, aceptándose el principio general de inválida. VIII) Las funciones de los principios genera- la conservación de la empresa, que ha sido recoles Ya hemos dicho que los principios generales gido por la legislación moderna. Así se introduce en 1972 en nuestra actual cumplen múltiples funciones que los convierten en una herramienta imprescindible para la inter- ley de quiebras; y en el anteproyecto de ley concursal española se dice que "la finalidad básica pretación y el progreso del Derecho. La importancia de esas funciones es incues- del concurso ya no es la liquidación, sino la tionable, pero en su análisis deben tenerse en conservación del conjunto patrimonial del deucuenta dos limitaciones que fueron agudamente dor común, con las modificaciones de estructuseñaladas por Esser en su obra Principio y nor- ras y de gestión que resulten necesarias para poma en la elaboración jurisprudencial del Dere- sibilitar su pervivencia". 8, 2. Función de interpretación. Los princicho Privado": La primera es que no debe pedírsele más de pios tienen una función interpretadora, operanlo que en realidad pueden dar; no se debe abu- do como criterio orientador del juez o del intérsar de ellos como panacea universal para resol- prete. Los principios sirven para descifrar el recto ver todos los problemas que se nos presentan. Y la segunda, es manejarnos con verdaderos sentido, en relación al caso, de la norma, medir principios generales de derecho y no involucrar la extensión precisa de ésta y apreciar su eficaen ellos otros axiomas o ficciones legales, lo que cia en cuanto a! gobierno de las relaciones jupuede llevarnos a verdaderas confusiones. Dice rídicas comprendidas en el ámbito de su vigenEsser al respecto que "basta una observación cia. Esta función de interpretación nos lleva a superficial para percatarse de que es muy heterogéneo el conjunto de cuestiones que inclui- tratar un tema controvertido como es la posimos entre los principios generales del derecho: bilidad de recurrir un fallo judicial cuando el consideraciones de la jurisprudencia y axiomas mismo está en contradicción abierta con los y máximas propuestos por la doctrina. Se en- principios generales. Esa posibilidad fue previscontrarán, en efecto, principios didácticos y ta por Del Vecchio quien señaló la viabilidad constructivos, ideas dominantes en un sistema de recurrir en casación por falta de aplicación jurídico nacional y principios abstractos en que judicial de los principios generales del derecho. se inspira una institución universal, principios El Tribunal Supremo de España dijo ya en una que se derivan como ratio de los fundamentos sentencia del año 1914 que todo principio de vigentes del derecho, y otros que han sido intro- derecho lleva consigo la necesidad de su estricducidos por la tradición, unos que han sido pro- ta observancia. puestos por la práctica jurisprudencial y otros En nuestro país, hemos citado el caso resuelque la estructura política ha proclamado obli- to por la Corte Suprema de Justicia de la Nagatorios, principios materiales y principios heu- ción en la causa Sasetru, donde revocó un fallo rísticos o técnicos de la aplicación del derecho, de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Coy finalmente principios generales superiores que mercial, que había rechazado la homologación de un acuerdo resolutorio de la quiebra aprobapor definición informan "todo derecho" Trataremos de resumir brevemente las fun- do por la mayoría de sus acreedores. La Corte ciones que cumplen los principios. hizo lugar al recurso extraordinario, señalando, 8,1. Función Informadora. La primera fun- entre otros argumentos que "es descalificable ción que cumplen los principios es la de orien- por arbitrariedad el fallo dictado por mayoría tar al legislador, para que las leyes que dicte se de dos jueces de Cámara, de los cuales uno de ajusten a .ellos. Ya hemos visto que no siempre ellos lejos de haberse guiado por uno de los prines así, pues la contradicción entre principio y cipios rectores establecidos por la ley, el que norma no anula a ésta; pero lo cierto es que la manda tomar como guía la conservación de la incompatibilidad de la ley con los principios empresa se ha arrogado en el caso atribuciones ;, no le asegura a aquélla una larga vida, claramente adversas a esa pauta, y ha declarado esa contradicción puede llegar a ser de ex- haber procedido deliberadamente de esa mane- ra, lo cual revela un manifiesto y querido apartamiento de la ley que debió haberse aplicado y una clara transgresión de la garantía de la defensa en juicio (art. 18, Constitución Nacional)". Esta función interpretadora de los principios tiene íntima vinculación con lo que hemos dicho en la introducción, en cuanto los principios son la savia que nutre las instituciones jurídicas, entrelazándolas y dándoles coherencia; permitiendo dar a esas instituciones, como así también a su concreción mediante el derecho positivo, su contenido, su estabilidad, su perdurabilidad y la vitalidad necesaria, que les permiten regular los comportamientos de la sociedad. De allí que las normas jurídicas, cuando se interpretan sin tener en cuenta los principios generales del derecho, se convierten en simples exigencias coercitivas vacías de contenido humano. 8, 3. Los principios como filtros. Los principios generales y en especial los principios generales propios de una rama especial del derecho, pueden servir como filtro cuando existe una contradicción entre esos principios y determinadas normas que quieran aplicarse a la rama específica. Así, por ejemplo, en las relaciones entre el Derecho Civil y ei Derecho del Trabajo, el Derecho Civil puede actuar como supletorio de ¡a rama especial, aplicándose sus reglas en forma subsidiaria, pues esta rama no posee tal integralidad como bastarse por sí sola en todas las ocasiones. Pero esa aplicación supletoria está sujeta a la adaptación del derecho común a los principios generales del Derecho del Trabajo. En esta función, los principios sirven como tamiz, a través del cual las instituciones adquieren nueva vitalidad y un nuevo enfoque. Así, por ejemplo, la fuerza mayor tiene una interpretación diferente en el Derecho Civil y en el Derecho del Trabajo. Pero la compatibilización e integración de una rama del derecho con otra a través del filtro de los principios generales, es una tarea difícil, de modo que el intérprete, como el escultor puede convertir el bello mármol en polvo, con un golpe mal dado. 8, 4. Los principios como diques. Una función importante de los principios generales específicos de una rama de! derecho, suele ser la de servir como diques ante el avance de otras disposiciones legales correspondientes a otras ramas del derecho. Así, por ejemplo, e! rígido principio civilista consagratorio de la autonomía de la voluntad, según el cual "las convenciones hechas en los contratos forman para las partes una regla a la cual deben someterse como a la ley misma", no tiene cabida en el Derecho del Trabajo, que se rige por principios propios, donde prima eS principio de la heteronomía, es decir el sometimiento a la ley por encima de la voluntad de las partes. Otro ejemplo lo tenemos en el ya citado caso del principio de conservación de la empresa en materia de quiebras, donde la aplicación de ese principio produce consecuencias sobre las relaciones patrimoniales de los acreedores, con miras a la continuación de la empresa en quiebra. Así, los acreedores laborales ven reducidos sus derechos, autorizándose la suspensión délos contratos de trabajo por un plazo de sesenta días en miras a posibilitar la continuación de la explotación empresaria. 8, 5. Los principios como cuña. No solamente sirven los principios como valla en el avance de otras legislaciones, sino que también sirven para realizar una política de introducción en determinadas instituciones de una rama laboral en otras. Por ejemplo, el Derecho Laboral puede influir sobre otras ramas jurídicas por oposición, creando instituciones propias que se contraponen a otras creadas por otras ramas, produciéndose una ruptura contemporánea entre institutos contradictorios, que a veces significa el predominio de las laborales, desalojando en cierta medida a las otras. Podemos citar, como ejemplo, los choques frecuentes del Derecho Comercial, en cuanto a la regulación de las sociedades, con los principios del Derecho del Trabajo que resguardan la subordinación o relación de dependencia. Muchas veces se crean supuestas sociedades, que formalmente encuadran en las disposiciones comerciales, pero que encubren un fraude laboral, pues los supuestos socios son sólo dependientes. Lo mismo ocurre en los casos de intermediación o contratistas. 8, 6, Los principios como recreadores dt normas obsoletas. Eí derecho se encuentra en permanente movimiento y evolución, íntimamente vinculado al devenir político, económico y social, de modo que muchas veces, cuando el legislador no actúa en forma pareja con ese constante cambio, las normas legales suelen quedar viejas en poco tiempo; y una norma envejecida puede llegar a ser una norma injusta. Recuérdese el problema que planteó la interpretación del Código Civil argentino antes de su reforma en 1968, que obligó a la juris^ prudencia y a la doctrina a un permanente tra-j bajo de recreación. Estas lagunas, llamadas ideológicas o axiol lógicas, pueden ser corregidas a través de Iwl principios generales del derecho, como ha ocuJ nido en numerosas oportunidades, recordando! a manera ejempliñcativa toda la construcción I doctrinaria y jurisprudencial en tomo a la ac-1 tualización monetaria de las deudas dineradas, j para evitar los problemas de la desvalorización ¡ de nuestra moneda. Los principios permiten, pues, resolver esos casos de envejecimiento de la ley, teniendo en cuenta, como lo ha señalado la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que "hacer Justicia, misión específica de los magistrados, no importa otra cosa que la recta determinación de ¡o justo en concreto; y ello sólo se puede lograr ejerciendo ¡a virtud de la prudencia animada con vivo espíritu de justicia en la'realización efectiva dei derecho con las situaciones reales que se le presentan, So que exige conjugar ios principios enunciados en la ley con los elementos fácticos del caso, cuyo consciente desconocimiento no se compadece con la misión de administrar justicia". Otro claro ejemplo de la capacidad de recreación de los principios, lo encontramos en la evolución de la jurisprudencia alrededor del concepto de abuso del derecho y de la aplicación del art. 953 del Código Civil, Antes de la reforma del Código Civil de 1968, este cuerpo legal no sólo no proveía !a posibilidad de combatir el abuso del derecho, sino que parecía desalentar todo intento de aplicar esa doctrina, pues en el art. 1071 aplicaba la tesis de que la ley es dura, pero es la ley. Sin embargo, los jueces comprendieron que la aplicación lisa y llana de esa norma podía consagrar verdaderas injusticias, y a través de los principios generales del derecho, recompusieron el viejo Código y buscaron el sustento moral de los actos jurídicos, vivificando y ennobleciendo a la ley. Para ello, utilizaron una norma, aparentemente perdida en el contexto del Código, como era el art. 953, que sirvió tanto para combatir la usura como para admitir la lesión enorme, l& teoría de la imprevisión, y otras tantas instituciones que luego tuvieron cabida en el cuerpo lega! a través de la reforma de 1968. Estas soluciones pretorianas, es decir, de la jurisprudencia, se pudieron realizar, repetimos, gracias a esos principios generales, que demostraron la íntima relación existente entre la moral y el derecho. 8, 7. La capacidad organizativa de los principios. Los principios suelen servir para desbrozar toda la selva legislativa que forma la legislación moderna, en la cual existe una sobreabundancia de normas de difícil conocimiento y comprensión. Esa legislación suele ser coyuntura!, circunstancial, detallista, cuando no oportunista, y en permanente cambio. Ello crea un verdadero tumulto legislativo, que se suele entremezclar con reglamentos, resoluciones, ordenanzas, laudos y convenios colectivos, estatutos y otros tipos de normas. Pare compaginar, comprender, interpretar y ordenar esa selva de normas jurídicas, derivadas de fuentes diversas, es imprescindible contar con un fuerte cuerpo de principios generales, que permitan poner en buen orden ese maguía de normas, esa legislación motorizada, como la llama García de Enterría, con referencia al Derecho Administrativo, pero con conceptos que son aplicables a la mayoría de las ramas del derecho. Dice al respecto el profesor español: "La legislación motorizada ha hecho imposible en el orden fáctico una ciencia o una práctica jurídica exegética, que se limitase a exponer y a aplicar asépticamente Iss variadas, contradictorias, fugaces normas escritas y sus respectivas conexiones. El legalismo exacerbado ha matado definitivamente al positivismo. Ningún jurista científico o meramente técnico tiene aliento físico —simplemente físico— para seguir lo inacabable carrera de la innovación normativa, y, aún si lo tuviera, ese seguimiento sería más bien vano, tanto porque de ¡a adición meramente mecánica de todos los preceptos no resultaría prácticamente en ningún momento «n sistema coherente (tal es la ocasionalidad, ei casuismo y la imperfección de las normas escritas en nuestro campo), como porque, aún si este sistema se hiciese manifiesto por sí solo, siempre resultaría aplicable la clásica objeción de Von Kirchmann: "Tres palabras rectificadoras del legislador convierten bibliotecas enteras en basura". 8S 8. Compaginación de principios. Muchas veces, las normas de distintas ramas del derecho suelen entrar en conflicto, y con ellos también pueden existir contradicciones entre ios principios particulares de cada una de esas ramas. Por ejemplo, en materia de interpretación de los créditos laborales en los concursos, existen normas de la ley laboral y normas de ¡a ley de quiebras que se refieren a este problema. Cuando el caso no puede resolverse ni por las normas laborales ni por las concúrsales, ¿qué principios generales aplicará el juez —ya sea laboral o comercial—, sobre todo cuando existe contradicción entre esos principios? Un caso concreto es el de la actualización monetaria de los créditos laborales en materia de concurso preventivo. La situación parecía no estar prevista por la ley y durante mucho tiempo la jurisprudencia comercial entendió que no correspondería la actualización respecto a los créditos laborales en el concurso, por considerar que se violaría ei principio de ía igualdad de los acreedores. Pero .finalmente la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial dictó un fallo plenario donde modificó el criterio, admitiendo la actualización en base a la aplicación del principio protectoría, que informa todo el derecho del trabajo. Igual criterio ha sostenido recientemente la Corte Suprema respecto a la actualización de los créditos laborales en la quiebra (fallo del 2/4/85, en el caso "La Bernaiesa"). También la Corte Suprema, en el caso "Barbarella", tuvo ocasión de referirse a la primacía de los principios del derecho laboral y de la seguridad social sobre los principios concúrsales. Los principios generales sirven, pues, para compaginar las distintas normativas legales, siempre teniendo en cuenta las otras funciones que hemos reseñado anteriormente. 8, 9. Los principios como integradores. Por último, los principios generales del derecho cumplen una función muy importante, que es la de actuar como integradores cuando existen lagunas en el derecho positivo, entendiendo como tales aquellas insuficiencias debidas a la ausencia de una regulación jurídica para determinadas situaciones objetivas, que no permiten dar una respuesta al caso planteado y que obligan a una decisión judicial que complete el derecho. Es decir, cuando ni la ley ni la costumbre pueden proporcionar una solución inmediata a una cuestión jurídica, ya sea por insuficiencia, o por ausencia, o por imprevisión, o por trastocamiento temporal. El vocablo laguna en materia jurídica es una metáfora que se refiere a una falta o ausencia, habiéndose preguntado los juristas si puede hablarse de lagunas en el derecho p lagunas en la lev. Así, Kelsen calificó como mera ficción la existencia de lagunas. Para Federico de Castro y Bravo, debe prescindirse de la palabra laguna como así también de sus clasificaciones, pues no se alude a una falta de cantidad, sino de adecuación, por lo que sería más lógico hablar de imperfección de la ley o del derecho y, en uno u otro caso, de imperfección del contenido y de imperfección técnica. En cambio, para Genaro Garrió la afirmación de que el derecho es un sistema cerrado, dotado de plenitud, es inexacta, pues para él el derecho tiene lagunas en el sentido de que hay casos que no pueden ser resueltos con fundamento exclusivo en sus reglas o en alguna combinación de ellas. En nuestro sistema legal, el problema se encuentra previsto en el Código Civil, que obliga a los jueces a fallar en todos los casos, no pudiendo dejar de juzgar bajo el pretexto de silencio, oscuridad e insuficiencia de las leyes; y disponiendo que si una cuestión- no puede Terminaremos esta explicación sobre la función rellenadora de lagunas que cumplen los principios, transcribiendo palabras de Alberto G. Spota, quien al comentar las disposiciones del Código Civil que hemos citado, dice: "He aquí, pues, como el mismo legislador civil ha comprendido que todo el derecho no puede encerrarse en un código, desde que al lado de él se van formando principios que emergen de la doctrina, de la jurisprudencia, de la costumbre, y que, todavía en esfera más amplia, se configuran en la ciencia universal del derecho, poniéndose así de manifiesto el entrecruzamiento del dogmatismo jurídico y del derecho sociológico. Los puros razonamientos lógicos son impotentes para componer los intereses de la vida, no siendo posible desconocer las nuevas costumbres, las transformaciones sociales, en suma, la vida del derecho". BIBLIOGRAFÍA. José Puig Brutau, Introducción al Derecho Civil, Barcelona, 1981; Karl Larenz, Metodología de la Ciencia del Derecho, Barcelona, 1980; Gíorgio Del Vecchio, Los principios generales del derecho, traducción de Juan Ossorio Morales, Barcelona, 1979; Amérioo Pía Rodríguez, Los principios del derecho del trabajo, Bs. As., 1978; Federico De Castro, Derecho Civil de España; José Manuel Almansa Pastor, Los principios generales del derecho en ¡as fuente» normativas del derecho del trabajo, publicación de la Universidad de Valencia, España; Eduardo García de Enterria, Curso de Derecho Administrativo, por Eduardo García de Enterria y Tomás Ramón Fernández, t. I.; Roberto García Martínez, Las cláusulas sociales en la Constitución y los principios generales del derecho del trabajo. 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Pero Roberto García Martínez, Los principios generala ii la Ley de Contrato de Trabajo, ponencia general en IM sí que se convierte en fuente autónoma de dere- jomadas organizadas por la Asociación de Abogad» cho, para inspirar al juez a resolver el caso, dic- de Buenos Aires, sobre si tema La Ley de Contrato de tando la regla concreta a través de su sentencia. Trabajo a diez años de su sanción, realizadas en la F» cuitad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, en noviembre de 1984, publicada e» Revista Derecho corporales voluntarios e involuntarios, etc., enriquecen la conversación y resultan a la larga, una suerte de campo riquísimo, del cual el juez puede desentrañar la verdad. Las acciones, tanto ubres como convencionales, enriquecen el lenguaje oral y dan pié a la inPROCEDIMIENTO ORAL LABORAL*. A. terpretación judicial. Consideraciones generales sobre oralidad. El sisLa oralidad facilita, de esta manera, la vincutema de oralidad en el procedimiento, se contra- lación entre los litigantes, los testigos y el juez pone con el de la forma escrituraria del mismo, y permite concentrar, agilizar y afianzar ei prosin que por ello se pueda afirmar que uno u otro cedimiento. existan en forma absoluta en la realidad. En el sistema escrito, la comunicación de las Esta nos muestra, en general, procedimientos partes con el juez, se hace por medio de la escrialternativos, en los cuales la forma escrituraria y tura, ello exige los permanentes traslados, que la oral, se complementan; es más, resulta fre- se convierten más bien, en dilaciones obligadas cuente ver que cuando hablamos de proceso y alejan el contacto humano, tan necesario y oral, advertimos entremezclados, actos escritos, la resolución de los problemas planteados; la actales como: demanda, contestación, sentencia, tividad desarrollada de esta manera, se diversifica y el sistema general se quiebra en su necesarecursos, etc. Las legislaciones europea y norteamericana ria unidad. La oralidad, va de la mano de principios muy han optado, en la mayoría de los casos, por los procedimientos orales, mientras que en la Ar- caros a la disciplina procesal, tales como la ingentina se han inclinado por esa opción, el fue- mediación y la concentración; la primera crea ¡a ro penal y e! laboral de la mayoría de las pro- convicción necesaria para la toma de decisiones judiciales, mientras que la segunda, aglutina !a vincias. En Inglaterra, Francia, Alemania, Japón, actividad procesal de tal manera, que en un solo Sudáfrica, algunos de los Cantones Suizos, Ita- acto, llega al juez todo el cúmulo de pruebas de lia, -Finlandia, Dinamarca y España, esa ha sido que intentan valerse las partes y que resultan las bases sobre las que ha de alzarse la resolución también la solución. Tal como se ha dicho, es difícil o casi impo- del magistrado. La concentración de la prueba impide que sible encontrar un sistema oral puro; debe pensarse, más bien, que en él prevalecen la oralidad las impresiones recibidas por el juzgador, se diluyan y alejen, a la vez que exige la presencia sóbrela escritura. El tema ha dado lugar a que los doctrinarios del mismo, dejando de lado posibles delegaciotomen partido, por uno u otro tipo de procedi- nes que alejan al magistrado de la apreciación miento. Así, Jofré, Lascano, Augusto García, personal de los hechos. Mariconde, Castro, Chivenda, Oderigo, Cuture, La presencia del juez o de los jueces cuando \ etc., se han mostrado partidarios de la oralidad, se trata de un tribunal colegiado, es requisito aunque éste último cambia, cuando proyecta esencial del acto formal de la audiencia, de tal el procedimiento civil uruguayo y allí pone de manera, que ya a lo largo del proceso, en su resalto las virtudes de cada uno de los sistemas, desarrollo mismo, se va conformando la convicconforme Sos asuntos cuya naturaleza exijan, ción de las valoraciones necesarias de las ciruno u otro de los procedimientos. cunstancias fácticas. Asimismo, el debate oral y La oralidad posee la ventaja de la mayor faci- público, en presencia de los jueces, muestra falidad en la emisión de las palabras, ya que, en cetas nuevas y enriquece la dilucidación de los genera!, es más sencillo hablar que escribir y hechos. además, éstas poseen una mayor potencia exLas tendencias modernas están orientadas presiva; tai vez sea por ello, que las personas se hacia los sistemas mixtos con prevalencia de la entienden más cuando conversan que cuando oralidad; se logra así, la inmediación, concentraescriben cartas. ción, inmutabilidad e identidad de los jueces y La inmediación personal entre emisor y re- la flexibilización de las formas. ceptor, que impone el empleo de los signos foQuienes se inclinan por el sistema escrituranéticos, hace posible el aprovechamiento del rio riguroso, como consecuencia de las leyes de lenguaje de acción, tal vez, insuficiente por sí enjuiciamiento españolas, consideran que la paz sólo para la expresión de una idea compleja, de los despachos, permite a los jueces hacer uso pero capaz de tomar, captar y volcar mejor, la de una cierta distancia con los problemas, para potencia expresiva del ienguaje oral. Las expre- comparar, sopesar, argumentar y resolver. siones de la fisonomía, las reacciones involuntaCreen, asimismo, que al alejarse del calor de rias, los ademanes, las inflexiones, movimientos la contienda, adquieren serenidad, reflexión y profundidad, con la sola compañía de lo que surge como evidencia de los hechos y del silen' ESTELA MILAGROS FERREIROS Laboral, 1986, p. 257. ció de su conciencia. Cierto es que el proceso oral requiere jueces especializados, rápidos y que puedan hacer gala de prudencia, reflexión y justicia en brevísimos lapsos. La audiencia de la vista de la causa, requiere magistrados que resuelvan ios planteos efectuados en su curso, con agilidad y profundidad simultáneamente. Desde ya que en todo juicio hay constancias que necesariamente exigen mantenerse por escrito; ia existencia de fechas, cantidades, antecedentes jurisprudenciales y doctrinarios y planteos efectuados por !as partes. Tal vez por ello justamente y más allá de las ventajas y desventajas de cada y no de los sistemas, el idea! sea un justo término medio, con utilización de cada uno de ellos, según las distintas etapas procesales; los sistemas mixtos con prevalencia de 3a oralidad, son buenos medios para la obtención del mejor de los fines de la justicia. De tal manera, la demanda, la contestación de ella, excepciones, ofrecimiento de prueba y escritos fundamentales, requieren la escritura como medio de ex terioriz. ación. A posteriori, la celabración de una vista con concentración "de la prueba orai en su totalidad y debates escíarecedores, hacen viables, la inmediación, concentración y fiexibilización de las •formas. A la vez y sobre la marcha, jueces especializados informándose y dirigiendo e! debate conformando sus íntimas convicciones y apreciando la prueba en'conciencia. La tutela jurídica de quienes acuden a los estrados judiciales, resulta una garantía de derecho, si se efectúa conjugándose cuatro principios rectores, como son: la instancia única, la oralidad, ía concentración de la prueba no escrita en una sola audiencia y la inmediación, tanto en sentido sujetivo o formal, como en sentido objetivo o material. Sobre la base áe> tales pilares, cada magistrado, procede a ía apreciación de la prueba en conciencia. Ello no significa resolver a su arbitrio, sino obrar de acuerdo a su experiencia y a la conformación de una convicción, que nace a ia vez, de su criterio lógico y de la inmediación personal y subjetiva que no lo releva de indicar ias razones fundamentales de su convencimiento, pero que le permite ser más que un ordenador o dírimidor del debate; un protagonista activo del mismo, en la búsqueda de verdad material. Finalmente hay que destacar que tanto el proceso oral en sí, como el mixto, que posee grandes ingredientes de él, requieren no sólo jueces protagónicos, prudentes y expertos, sino también profesionales imbuidos de una seria práctica forense, por ¡a complejidad del tema y la debida atención que el mismo requiere. Dice Fernández Boixader que: "Este particularísimo acontecimiento; este solemne suceso qae representa coa su pompa la obligada presencia majestuosa de la justicia actuando públicamente, precisa, áe un modo indudable, de un previo y minucioso ensayo de aquel que por su función tiene que actuar muy destacadamente en aquella representación augusta y magnífica, que por su publicidad requiere Ir rodeada de específicas fórmulas..." El procedimiento en sí, implica al ensamble de numerosos pequeños hechos que conjugados llevan a una de las más complejas representaciones: si damos a cada uno de ellos la forma de exteriorización, ya sea escrituraria u oral, más adecuada a su íntima naturaleza, estaremos mucho más cerca de una seria profundización de la justicia. B. La esfera laboral, 1) Las leyes procesales • Demanda y contestación. La Constitución de la Nación Argentina, en su artículo cinco faculta a cada Provincia, a dictar por sí una Constitución, al mismo tiempo que una serie de leyes, cuyo objetivo fue organizar su Poder Judicial y dar a sus Tribunales, las pautas a las cuales los mismos deben circunscribir sus tareas. El llamado "fuero laboral", es decir las organizaciones y procedimientos propios y especiales para atender y dirimir los problemas que se plantean entre patronos y trabajadores, fue creado inicialmente en la Capital Federal, por medio del Decreto 32.347/44 de fecha 30 de noviembre de 1944, que luego fue ratificado por la ley 12.948,. La provincia de Buenos Aires sancionó e! 28 de octubre de 194?. la ley 5.178, por la cua! incororó a su régimen institucional-los Tribunales de Trabajo. En lo concerniente a los antecedentes de la misma, debe mencionarse !a obra del Instituto de Derecho del Trabajo de la Universidad del Litoral, que reunió en un volumen desfominado "Tribunal del Trabajo" - "Derecho Procesal del Trabajo", todo el material existente al respecto en ese momento. La creación de los Tribunales de! Trabajo de la Provincia efe Buenos Aires, se produjo merced de la ley 5.178 el 1a de diciembre de 1948. Inicialmente comenzaron a funcionar veintiún tribunales, que luego llegaron a ser cuarenta y uno en atención a ia importante explosión demográfica ocurrida. La misma circunstancia, como así también la experiencia que se iba acumulando en el funcionamiento de dichos órganos, dio lugar a reformas legislativas de las cuales se da cuenta, entre otras, las leyes 5532, 5764, 5827 , 8111, 9504, etc. La ley 5178 y sus modificatorias, fue derogada por la ley 6700 de! 13 de marzo de 1970 y , si bien era prolongación de la ley anterior, rápi-| damente fue reemplazada por Sa ley 76151 nunca liego e entrar en vigencia porque no < formaba totalmente. Se llega, de tal manera, a la creación de una Comisión destinada a estudiar y evaluar ¡as reformas y las necesidades del fuero laboral en la Provincia. Dicha Comisión estuvo integrada por un representante de la Suprema Corte de Justicia, uno de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de La Plata, uno del Colegio de Abogados de la Provincia y dos del Po- la demanda o al responder el actor el segundo traslado, reconozcan o nieguen la autenticidad de Jos documentos acompañados que se le atribuyeren, al igual que las cartas o telegramas a ellos dirigidos, bajo apercibimiento de tenérselos por reconocidos o recibidos según el caso. Se cierra, de esta forma, el ciclo primero del proceso legal, que atrapa la demanda, contestación de la misma y segundo traslade del actor, todos actos escritos en cuyo nudo queda trabader Ejecutivo. Se redactó, de tal forma, el proyecto, que da la litis. Se pasa luego, entonces, a la etapa de luego se convertiría en la iey 7718," publicada las excepciones que pudieren ser planteadas. 2) Las excepciones, a) Generalidades. El aren el Boletín Oficial de! 29 de junio de 1971 tículo 31 de la ley 7718 de la Provincia de Buey que rige en la actualidad. En dicha norma se establecen tribunales co- nos Aires legisla sobre las excepciones admisilegiados de instancia única, que deben entender bles como previas. Se entiende por excepción, aquella defensa, en juicio oral y público, las controversias individuales entre empleadores y trabajadores o recurso o artimaña, de que se tale el accionado aprendices o, en su caso con ios derechohabien- para evitar que prospere la acción que se le ha tes, cualquiera sea el valor de lo cuestionado. entablado. Un gran pensador como Couture ha señalado Estos magistrados integran el Poder Judicial de !a Provincia y están sometidos y amparados por que: "la excepción es eí poder jurídico de que las normas constitucionales que también rigen y se halla investido el demandado, que le habilita amparan la actividad de los demás jueces de pri- a oponerse a la acción promovida contra él". En este sentido amplio, agrega también el ilustre mera instancia. Cada uno de ios Tribunales está integrado maestro uruguayo, que, "la excepción es la acpor tres Jueces, que no pueden estar recusados ción del demandado". Empero, para que la acción pueda prosperar, sin expresión de causa y para los cuales rigen también las causales de excusación establecidas e! actor debe cumplimentar determinados preen el Código de Procedimiento Civil y Comer- supuestos procesales, como son: la existencia de cial que por otra parte, se'aplica también suple- partes, Sa capacidad para ser legitimada activa o pasiva, la existencia del órgano competente que toriamente. Se trata, en suma, de un proceso oral, que va a dirimir la cuestión y la inexistencia de otro no por ello carece de muchos actos que llevan proceso pendiente. Es por ello, que el accionado puede valerse forma escrituraria; 3a parte actora presenta su demanda en forma escrita y ofreciendo toda la de excepciones de mérito (excepciones sustanprueba de que intente valerse incluido el pliego ciales} y excepciones de rito o procedimiento de posiciones, si ofrece prueba posícional; corri- (excepciones procesales), Con las primeras hay do el traslado por diez días, la accionada deberá una actividad procesal dirigida a negar la acción, contestar también en forma escrita y con las en cambio, la finalidad de las segundas, es obtemismas salvedades hechas respecto de la prueba ner una declaración que lleva ai juez a quedar de la actora, debiendo acompañar tanfbién'su impedido de decidir sobre la acción, con motivo pliego de posiciones a la contraria. La legitima- de la existencia de algún defecto de ¡a relación da pasiva, deberá conjuntamente con su respon- procesal. De tal faanera, Caiamandrei ha distinguido de, articular todas las defensas de que intenta valerse, incluidas las excepciones y la prescrip- las excepciones sustanciales de las procesales, ción, si éste fuera el caso y será, por otra parte, dando corno resultado, una de las clasificaciosu única oportunidad de reconvenir a la actora, nes nías comunes que menciona tanto la docsiempre que su reconvención sea conexa con la trina nacional, como la extranjera. Sin embargo e! tema dista mucho de ser tan acción principal. Del escrito de responde, se dará traslado al sencillo debiendo en diversas circunstancias, opactor, quien dentro del quinto día podrá am- tarse por excepciones, negaciones y defensas y pliar su prueba exclusivamente con respecto a ia complejidad que reviste, le ha llevado a decir los nuevos hechos introducidos por el deman- a Moreilo, que es esta cuestión, una de las más dado. rebeldes de la teoría procesal. De tal manera, Esta institución de los nuevos hechos de la existe un manejo opcional, para el que se ve ley 7718, no debe ser confundida con la de.los afectado por una acción que lo ataca; podiendo | hechos suevos del Código de Procedimientos, elegir tres vías. La primera es oponer una excep'' puesto que difieren en la causa fáctica. ción que paraliza el juicio, lo-detiene o lo anula Asimismo, la ley exige en su articulado 29, y que por consiguiente deberá resolverse en último párrafo, que al contestar el accionado forma previa. La segunda es oponerse mediante una total negación y una tercera posibilidad, es echar mano a defensas que sean modificativas, extintivas o impeditivas del derecho reclamado y cuya diferencia con la primera opción, es el momento de su resolución, que se traslada de la etapa previa a la prosecución de¡ trámite y a la sentencia. En definitiva, la diferencia existente entre una acción y una excepción: entre ataque y defensa, es que, en tanto el actor tiene la iniciativa del litigio, el demandado, que carece de ella, debe además, soportar las consecuencias de la iniciativa del accionante. Así lo concreta Couíure, ya que, obligado el demandado, contra su voluntad a comparecer ante el Tribunal, debe ejercer el derecho de defensa para protegerse. 1 De igual manera, habla Chiovenda de un "contraderecho" del demandado en oposición al derecho que pretende el actor. Es evidente que mucha tinta ha corrido sobre la acción, no obstante y contrariamente a ello, la excepción ha quedado bastante huérfana del interés de los tratadistas, que parecieran haberla visto procesalmente menguada, como si se tratase de un instituto menor. Empero, resulta importante destacar que, en el seno del proceso, aparece, poniendo en muchos casos ias cosas en su lugar y hace brillar con intensidad el principio de bilateralidad. cuyo tránsito resulta indispensable, a los efectos de arribar a soluciones "istas. b) Clasificación. Chiovenda clasifica las excepciones desde el punto de vista del o de los sujetos que pueden invocarlas. Cuando el planteo sólo puede provenir de uno de los partícipes de la relación, nos encontramos en el ámbito de las excepciones relativas y contrariamente, se las denomina, para este autor, absolutas, cuando pueden invocarlas todos los participantes. Pero en rigor de verdad, la clasificación más común, recogida y explicitada por la mayoría de los autores, distingue entre excepciones dilatorias y perentorias. Son dilatorias, dice Alsina, las que fundadas en la omisión de un requisito procesal, pueden ser opuestas por el demandado, antes de contestar la demanda, como artículo de previo y especial pronunciamiento. Son ejemplo de ellas, !a incompetencia de jurisdicción; la falta de personería; la litispendencia; la de defecto legal; etc. Las perentorias, en cambio, son aquellas que cancelan el pedido de la demanda y causan sin más la terminación del proceso, ergo, cosa juzgada; prescripción y también conciliación, transacción y desistimiento del derecho. C) Las excepciones previas de la ley 7718 de la Provincia de Buenos Aires. El art. 31 de la ley formal laboral de la provincia, sólo enumera cinco posibles excepciones de esta naturaleza y una de ellas condicionada a circunstancias espe- ciales, que hemos de ver en su momento con detenimiento. Se trata de la incompetencia; falta de capacidad de las partes o de personería en sus representantes; la litispendencia; la cosa juzgada y finalmente, la prescripción, cuando pudiere resolverse de puro derecho y en caso de no ser así, la ley ordena que la prueba se produzca junto con la concerniente a las cuestiones de fondo y que se resuelva en la sentencia definitiva. A los efectos de mantener un orden expositivo, hemos de proceder, seguidamente, al análisis de cada uno de estos institutos. í. Incompetencia. Es principio recibido de derecho procesal, que toda demanda debe iniciarse ante un juez competente y sí de su mismo texto resultara para el juzgador, que no es de su competencia, deberá proceder a rechazarla, sin más trámite. Algunas veces recibe ia denominación de "declinatoria", en razón de que la actividad del juez reside justamente, en declinar la competencia que se le pretende adjudicar y que al no serle propia, deja carente la acción de uno de sus presupuestos básicos reseñados "ut supra". En el ámbito de ias clasificaciones se la debe ubicar, como una excepción dilatoria, ya que advierte sobre la existencia de un obstáculo —salvable— para que prospere la acción. Debe distinguirse el hecho de que la incompetencia del magistrado, resulte tal en razón de la materia o del territorio, siendo posible la existencia de lo que se ha dado en llamar "conflicto de competencia", cuando dos jueces se consideran ambos en condiciones de asumir la decisión de la misma litis (conflicto positivo) o cuando cada uno considera que la competencia es del otro y se rehusa a decidirla (co nieto negativo). La competencia de los Tribunales de Trab jo de la Provincia de Buenos Aires, se encuent detallada en el artículo 2 a 6 de la ley 7718 qu componen 8 incisos. El conocimiento a que se abocan tales ór nos, se logra en única instancia y en juicio ora y público, comprendiendo fundamentalmen¡ las controversias individuales del trabajo qu tengan lugar entre empleadores y trabajadora o aprendices, cualquiera sea el valor de lo cues tionado, fundadas en disposiciones de los con tratos de trabajo, en convenciones colectivas laudos en eficacia de estas disposiciones le¡ o reglamentarias del derecho del trabajo y de las causas entre trabajadores y empleadores relati vas a un conflicto de trabajo, aunque se funden en disposiciones del derecho común aplicables» aquél. Algunos casos especiales suscitaron controversias que debieron ser resueltas por el más alto Tribunal de la Provincia, tal como supuestos de demandados por accidente de trabajo, cuan- También ha sido planteada ia consideración de los Tribunales, aunque menos frecuentemenContrariamente a ello, tratandose.de relación te y casi como "curiosidad jurídica", la excepde empleo público y en tanto lo que se requiere ción de incompetencia, introducida en razón de no es sino la tutela de un eventual derecho sub- la nacionalidad extranjera del accionante. La jetivo de índole administrativa, la acción es de misma ha sido reiteradamente rechazada en competencia originaria y exclusiva de la Supre- atención a lo proscripto por el art. 100 de la ma Corte (arts. 149 inc. 3 de la Constitución de C.N. que sirvió de apoyatura legal para sus rela Provincia de Buenos Aires y arts. 1 y 28 del soluciones al más alto Tribunaljde la Nación ( 4 ) Código Contencioso Administrativo). (2) Otras veces, el motivo de la queja, ha surOtro de los temas que- diera lugar a largas gido, en materia de aportes, cuando un sindicacontroversias jurisprudenciales, fue la compe- to demanda por el cobro de aportes* en el lugar tencia o incompetencia de los Tribunales de de trabajo de los obreros, sin perjuicio de que la Trabajo bonaerenses, en materia de servicio sede de la accionada se encuentre en otra jurisdoméstico, acerca del cual, en la actualidad, ya dicción ajena a la provincia. Bn tales supuestos, no existen dudas, puesto que se ha interpretado la Suprema Corte de la Provincia de Buenos que el arí. 2 del ritual del fuero, abarca también Aires, ha rechazado la excepción de incompea tales trabajadores, cuando se refiere a las con- tencia, por entender que la demanda se5 encuentroversias individuales del trabajo. (3) tra promovida ante juez competente. ( ) La ley 7718, resulta de una claridad meridiana en el tema, sobre todo cuando en materia de competencia territorial, hace un enfoque des(1) Corte de Justicia de esta Provincia, que ejerce la criptivo, como es el del art. 4. ( 6 ) Casación sobre los Tribunales Inferiores: "Fuero de Trabajo": Efectividad de la opción que autoriza el art. Empero, es frecuente la articulación de ex17 de la ley 9688 por un ajuste vinculado a ia administración por una relación de empleo público, la acción cepciones de incompetencia, • en razón del tededucida se funda en la responsabilidad extraeontrac- rritorio. La mayor parte de las veces, nos entual o aquiliana del empleado, conforme a las prescripcontramos frente a un error de información o ciones de los arts. 1109 y 1113 del Código Civil, siendo por lo tanto ajeno a la materia contencioso admi- de análisis de! mapa judicial, que permite al acnistrativa (arts. 1 y 28 del CPCC) de la que se halla expresamente excluida (art. 29, inc. 2) Cód. citado) cionante, luego de la inhibición de oficio del (L28.903, "Correa, Martín Genaroc/Fisco de la Peía. Tribunal respectivo o a pedido de la demandade Bs. As. y Servicio Penitenciario. Indemnización por da, la derivación de las actuaciones a la jurisdicaccidente de Trabajo" B-B-REN-SIC-LA 14-X-80). ción competente. Doctrina de los Fallos dictados durante el mes de octubre de 1980, pág. 8 S.C. Bs. As. ídem L.29.475 del En principio, corresponde al órgano juris12-5-81 publicado en mayo de 1981, Jurisprudencia S.C. Bs. As. y L.29.969 del 7-VIM981 publicada en el diccional inhibirse de oficio, cuando no se conmes de julio de 1981, pág. 5, Jurisprudencia S.C. Bs. sidera competente para conocer en el asunto, do el dependiente se desempeña para Is administración pública (!). As. y Fuero del Trabajo. Las acciones deducidas por agentes vinculados al Estado "lato-sensu" por una relación de empleo público, tendiente al resarcimiento de los daños y perjuicios derivados de un accidente de trabajo, ya sea en los límites reglados por la ley nacional 9688 o en las previstas por las disposiciones del Código Civil que rigen la responsabilidad contractual y en orden a la opción autorizada por el art. 17 de dicha ley, se encuentra expresamente excluidos de la competencia contenciosa administrativa y son propias de ¡os tribunales inferiores (arts. 29 iac. 2 del CPCA B.48.581 del 9-II-81. junio 1982 Jurisprudencia S.C., Bs. As.). (2) L. 29.192, "Corvalán Naldo Jorge c/Municipali- dad de San Pedro - Reintegro de tareas y pago ds diferencias", Gra. Ren. G.B. Sic. La 3O4X-80. 1 (3) Al respecto es interesante consigna» en lo pertinente, lo manifestado por sus redactores en la exposición de motivos " . . . III. Anteproyecto ... 2) Competencia: Con ia misma preocupación se ha suprimido en el inc. a, art. 2 de la ley 5178 la mención del con- trato "ajuste de servicios" y "servicios domésticos" por considerarlos comprendidos en la denominación genérica de "contratos de trabajo". Asimismo, al supri- mir del texto proyectado la inserción del "servicio doméstico" sin perjuicio de la competencia genérica del Tribunal del Trabajo, pierde vigencia la problemática de la eventual derogación de los arts. 8 y ene. del de- creto 24.348/57 que adoptaba para la Provincia de Buenos Aires la normativa del decreto ley nacional 326/56, en cuanto atribuía competencia del "Consejo del Trabajo Doméstico" para dirimir las controversias derivadas de las relaciones laborales que regula el citado estatuto (Oe la nota de elevación de la ley 7718 firmada por los Dres. Agusín S. Elisalde, Rodolfo A. Nápoli, L.Y. Risso, Jorge N. Hiriart, Ensebio A. Velazco y Héctor R. Mamblona). (4) El privilegio del fuero por nacionalidad de una de las partes, no halla razonable fundamento actual, Rábida cuenta de que no es susceptible de comprometerse la responsabilidad internacional de la Nación por actos de los jueces locales, ya que compete a la Corte Suprema Nacional el control definitivo de las garantías consitucionales argentinas a fin de evitar cualquier denegación internacional de justicia y prevenir, las reclamaciones extranjeras, tanto más si se considera que juzga la arbitrariedad de las sentencias definitivas- de los tribunales originarios, en orden a subsanar lesiones a la garantía de la defensa en juicio de las partes. (CS., octubre 2-1975), E.D., Tomo 64, página 263. (5) Otro caso frecuente es aquél en que el domicilio legal de la legitimada pasiva se halla por ejemplo en la Capital Federal y el obrero trabajó en la fábrica que funciona, en la Provincia. La S.C. Bs. As. lo resolvió en autos "U.O.M. c/Rottari S.A.S. aporte", fallo 21 de noviembre de 1978: reiteratoria de la doctrina sentada en autos" Toun Fuad c/Cfa. Argentina de Teléfonos por la C.S. 18.9.75 ED62.268, ambos funda- dos en lo dispuesto por el art. 90 inc. 1 del Código Ci- vil, declaró competente a aquél donde el trabajador desempeña su tarea habitual. (6) Art. 4, ley 7718: "Cuando la demanda sea entablada por el trabajador podrá iniciarse indistintamente : a) ante el juez o tribunal del domicilio del demandado; b) ante el juez o tribunal del lugar donde se ha prestado el trábalo; c) ante el juez o tribunal del lugar de la celebración del contrato de trabajo. En los supuestos de los incisos d, e, f, y g, del art. 2, las accio- nes deberán entablarse ante el tribunal del domicilio del demandado. Si la demanda es deducida por el empleador deberá entablarse ante el tribunal del domicilio del trabajador". sin perjuicio, de lo cual, contestada la demanda, sin que se oponga la excepción del caso, ia competencia ha de quedar fijada definitivamente tanto para el Tribunal, como para las par- plazo de diez días, la presentación es nula; y dicho gestor, cargará con costas y daños. El dato de interés que se quiere poner de relevancia es eí plazo mencionado; transcurrido tes (7). el mismo sin ¡a presentación de los documentos Si la excepción de incompetencia, fuera o la ratificación» nace la acción para pedir al considerada procedente, se deberá remitir el contrario, si éste es el accionado, su rebeldía, expediente al Tribunal que se considere compe- con las consecuencias procesales pertinentes. tente, en ei caso de que perteneciere a la jurisIII. Litispendencia. La excepción de referendicción provincial; de no ser así, se procederá a cia, por sí sola, está expresando la situación jusu archivo, tal como lo ordena el art. 352 del rídica en que se encuentra una causa, que se CPCC, que resulta aplicable, en virtud de lo es- halla sujeta a la resolución del tribunal. tipulado por ei art. 65 de la ley formal especíEl origen de la litispendencia, se encuentra fica. en la promoción misma de la demanda, si bien II. Falta de capacidad de las partes o de per- llega a conocimiento de la contraria¡ recién con sonería en sus representantes. La capacidad de la notificación de la misma. las partes (leggimatio ad proccesuurn) es presuCon ella, se fija la competencia del Tribunal puesto básico para el desarrollo de la condena que ha de entender en ei litigio y se determinan judicial, la misma debe ser analizada de ante- definitivamente, los protagonistas del mismo, es mano, pues si no ei decisorio carecerá de impe- decir, legitimado activo y legitimado pasivo y el rio y el proceso podrá ser atacado de nulidad. objeto litigioso, es decir aquél sobre el cual haProcede cuando la parte carece de la aptitud brá de versar ia controversia. necesaria para actuar en juicio. Una vez cumplido el acto de promoción de El art. 23 admite, la presentación en juicio la acción, la misma queda agotada por efecto de de ios menores que no han cumplido los 18 su propio ejercicio, de moto tal, que si se preaños, previa autorización del representante del tendiera una nueva e idéntica promoción, el deMinisterio Público. mandado posee el derecho de oponer la excepEn cuanto a los mayores de 18 años, y aten- ción de litispendencia y el Tribunal deberá deto ai beneficio de pobreza que también los am- terminar, previo a todo, si existe verdadera idenpara, pueden hacerse representar mediante tidad entre ¡as dos acciones de referencia, pro"simple carta poder" que será autenticada por duciendo el análisis de los elementos que ya se escribano, funcionario judicial o secretario del han fijado en uno de esos procesos, es decir: las tribunal del trabajo. personas, la causa y el objeto. Huelga decir, que la señalada en último térEn cuanto a Ías personas, en e! ámbito labomino es la forma casi única por la cual los traba- ra!, se debe tener en cuenta que el obrero guarjadores facultan a sus mandatarios. da facultad de enderezar su demanda después En cuanto a la segunda prevista en el inciso del responde, porque se han interpretado las di. . . "o de personería en sus representantes", es ficultades, que muchas veces se le presentan, obvio que se trata del instrumento que acredita para determinar cuál es su verdadero empleador. la representación que puede ser defectuosa por El objeto litigioso, también debe guardar su forma, o la representación defectuosa en sí, identidad, ya que como se dijo, el mismo, ha lo que implicaría defecto substancial, quedado fijado con la litis contestaste. Sin emPor ende, quien se presenta por otro, debe bargo, existen posibilidades de cambio, cuando acreditarlo suficientemente, debe tratarse de se procede a la ampliación de la demanda, en abogado o procurador inscripto en la matrícula razón de lo preceptuado por e! art. 331 del e iniciar el juicio munido de los elementos que CPCC, a! que nos remite el art. 65 de ia ley proacrediten las facultades otorgadas. vincial. El caso es frecuente en materia de deuRigen con referencia a ello, los principios ge- das salariales o de aportes y contribuciones, por nerales, con la excepción que consagra el art. 23 ser obligaciones de tracto sucesivo y mantener ya comentado. una única fuente obligacionai. Es interesante consignar lo estipulado por e! La causa, en este caso, debe ser interpretada art. 24 que permite la presentación en juicio sin en el sentido que le confiere el art. 499 del los instrumentos que acrediten la personería, es C. Civil, pero es necesario distinguir la diversidecir con carácter de gestor, pero si ellos no se dad de causa, es decir el origen de las obligaciopresentan o ia parte no ratifica la gestión en el nes, con la diferente interpretación que las partes pueden hacer sobre el origen de las mismas, j (7) Art. 6, ley 7718, "El Tribunal del Trabajo ante En este caso, e! juzgador, debe comprobarla • el cual se hubiere promovido una demanda, deberá inexistencia de un juicio pendiente, con trámite ¡' hibirse de oficio si considerase no ser competente para conocer en el asunto por razón de la materia. Sin emante juez competente, además de las identida-f bargo, una vez coatestada la demanda o perdido el def recho de hacerlo sin objetarse la competencia, ésta des apuntadas "ut-supra". quedará definitivamente parsí el tribunal y ías partes". Finalmente se deberá distinguir, esta excep-1 ción, de la acumulación de autos, donde desaparece la identidad para dar paso a una conexidad de tal grado, que si se dictasen sentencias separadas se podría producir un escándalo jurídico, o una sentencia de cumplimiento imposible. IV. Cosa juzgada. Otra de las excepciones expresamente contempladas en la ley 7718 de procedimiento laboral de !a provincia, es la cosa juzgada, aquella que se produce cuando el tribunal ha dictado la sentencia de fondo y abarca no sólo las cuestiones a las que se ha referido expresamente, sino además, todas aquellas otras, que hayan quedado resueltas implícitamente. Una vez consentida o ejecutoriada la sentencia, se producen dos efectos inmediatos: su inmutabilidad y su impugnabilidad. El primero de ellos, deviene de su imperatividad; es decir hace a la eficacia deí fallo; al "imperium" que se encuentra en la raíz misma de tales decisiones de los jueces y es lo que ha hecho decir a los autores italianos, que dentro de sus límites, la cosa juzgada hace que el juicio del juez haga ley (antiguo Código Civil Italiano, art. 1372). Se trata de la ley para el caso particular; vale como si fuera directamente impuesta por el legislador, utilizando el brazo ejecutor del magistrado y con respecto a la relación jurídica sometida a juicio. Este efecto material de la cosa juzgada, no debe ser comprendido por el aspecto formal, es decir, el que hace a su fuerza formal o su impugnabilidad, o sea su imposibilidad de ser modificada por vía de recurso ante un tribunal jerárquico superior. La imperatividad del juicio está referida al derecho material, en cambio la inmutabilidad, apunta al derecho procesal, lo que hace que la cosa juzgada en sentido formal implique necesariamente la cosa juzgada material, ya que sólo lo que es imperativo, puede pasar a ser inmutable. Esta excepción, debe ser valorada por el juez, teniendo en miras, uno de los valores fundamentales para su función, cual es ¡a seguridad. Al respecto, el legislador, no le ha dado pautas especiales, pero suele recurrirse por analogía a la excepción de litispendencia buscando la triple identidad de sujeto, objeto y causa a lo que ya nos refiriéramos y que resulta, sin duda, muy útil. La búsqueda de esa misma seguridad, es lo que hace, que sea factible su aplicación de oficio por parte del tribunal, en circunstancias en que el mismo haya logrado un conocimiento directo, como así también que su aplicación deba ser, en principio, restrictiva, en el ámbito laboral, y-si bien, se considera que posee la condición de cosa juzgada, la resolución adminstrativa dictada por autoridad competente, debe el tribunal ser muy cuidadoso, cuando se presenta a su consideración, la consabida fórmula que reza que "nada más tiene que reclamar a la demandada por ningún concepto emergente de la relación laboral". V. Prescripción. El art. 31 que nos ocupa, se refiere finalmente, a ¡a prescripción que pueda resolverse como de puro derecho; excluyendo por supuesto y postergando para el momento de dictar sentencia, aquella otra, que requiera producción de prueba. . Esta disposición debe ser complementada con el art. 3862 del Código Civil, en el sentido de que la excepción debe oponerse al contestar la demanda o en la primera presentación que se haga en el juicio. El alcance de la decisión del Tribunal, en el caso de que pueda resolverse como de puro derecho y la misma prospere, hace que la resolución judicial, ponga fin al pleito abriendo, por excepción, la vía recursiva ante la Suprema Corte de la Provincia, en razón de lo proscripto por el art. 55 de la ley del fuero. En dicha resolución, que nunca podrá ser encarada por el tribunal, de oficio, sino previa oposición de la excepción y no obstante considerarse desde el punto de vista substancial, como una institución que opera de pleno derecho, el órgano juzgador podrá, según la doctrina prevaleciente y mayoriíaria, aplicar el principio "juña curia novit". Es decir que al juez le pueda haber sido invocado un plazo que no considera aplicable al caso y proceder a dejarlo de lado y aplicar el que corresponde a la causa petendi. VI. Forma, tiempo y trámite de su deducción. Cada una de las excepciones reseñadas, debe ser articulada con la contestación de la demanda, según lo preceptuado por el art. 29 de la ley 7718. El principio de referencia, como ya se dijera, debe ser contemplado, en materia de prescripción, con el Código Civil, que permite que la misma se plantee en la primera presentación. De la contestación de la demanda y deducción de la excepción, corresponde dar traslado por cinco días a la parte actora con el objeto de que proceda a contestar y ofrecer pruebas, si fuera el caso. En este último supuesto, se fijará una audiencia para dentro del quinto día a los efectos de producir la prueba concerniente a la excepción. La misma podrá consistir en cualquiera de los medios probatorios admitidos por el ritual para la dilucidación de las cuestiones de fondo, pero cuando se haya opuesto excepción de litispendencia o cosa juzgada, será imprescindible la presentación de los testimonios pertinentes o en su defecto la solicitud de la remisión de los otros expedientes "ad effectum videnti et probandi". Con la reproducción de la totalidad de IM pruebas referidas a la excepción, quedarán los autos en estado de resolver, para lo cual se procederá a efectuar el sorteo pertinente, con el objeto de que mediante voto individual y fundado, cada juez se expida al respecto de la cuestión planteada y resuelta la misma, en la forma expuesta, corresponde la apertura a prueba de las actuaciones, en lo atinente a la cuestión de fondo y la prosecución de las actuaciones según el curso habitual del proceso. 3. El juramento estimatorio. a) Concepto y evolución histórica del juramento. La palabra juramento proviene del latín, iuramentum y significa: "afirmación o negación de una cosa, poniendo por testigo a Dios, en sí mismo o en sus criaturas." Efectivamente, en la antigüedad se juraba invocando a los dioses, o poniéndolos como testigos de la veracidad de lo que se afirmaba. Su origen es esencialmente religioso y sólo luego de un largo transcurso de tiempo, en el siglo XIX, se lo regula como un acto civil. En la vida jurídica de los romanos, tenía enorme importancia y era utilizado, algunas veces, en el sacramentum, como afirmación del compromiso de sometimiento al magistrado y otras, como en el caso del proceso formulario, a través del vadinomiun o promesa de comparecer en el juicio y ante el propio juez. En el derecho germano existían dos pruebas fundamentales, a saber: el juramento y el duelo, pero la primera cayó en desuso durante la edad media, en razón de que la Iglesia advirtió que se abusaba de ella, afectándose, de tal manera, los principios religiosos, ya que frecuentemente, el contenido de estos juramentos, no reflejaba precisamente la verdad. Sin embargo, la ausencia de este medio probatorio, hizo cundir el duelo, como forma de dirimir las contientas y tal situación llevó al Papa Alejandro II a consagrar y reglamentar el juramento como prueba, en el ámbito del derecho de la Iglesia (8). También en su momento, las Leyes de Partidas, reglamentaron el juramento con gran detalle, distinguiendo el voluntario o necesario y el judicial o extrajudicial (9). Por su parte, la Ley Española de Enjuiciamiento Civil del año 1830, al igual que la de 1855, lo consagraron como una institución de trascendencia y fueron al respecto, fuente de (8) El Código de Derecho Canónico, en su Libro IV, Capítulo VII, Título: "Del Juramento de las Partes", establece: "Cuando no hay más prueba semiplena ni quedan ya otros adminículos de prueba y el Juez impone o admite el juramento para suplir aquéllas, este juramento se llama supletorio" (Canon 1829). Se trata, en el caso, de una prueba extraordinaria, qu< «e considera que no debe ser usada, sino a falta de otmu medios y nunca en la causa de mayor trascenden- cia. La regulación de la institución llega en este cuerpo lefftl, hasta el Canon 1836. (9) Partida 3, Título XIII. nuestro antiguo Código de Procedimiento Civil. En la actualidad el juramento no se encuentra legislado en dicho Código, pero sí lo enuncia el artículo 119 del Código Civil, cuando hace referencia al modo de prueba de los contratos y también el artículo 39 de la ley 7718, que regula el procedimiento laboral de la Provincia de Buenos Aires. b) Naturaleza jurídica y diferencias con la confesión. Se ha afirmado con frecuencia que la prueba posicional ha reemplazado al juramento y que, por tanto, ello ha llevado a la eliminación de esta institución de muchos cuerpos legales modernos. Empero, las diferencias entre ambos son notorias, sobre todo, si tenemos en cuenta que la confesión, cuando es judicial, versa sobre afirmaciones efectuadas por la contraparte y que en general resultan adversas a la pretensión del absolvente, mientras que el juramento tiene un contenido favorable y provechoso para quien lo presta. Puede señalarse también, que la confesión puede desarrollarse fuera del proceso, en cuyo caso resulta extrajudicial, mientras que el juramento se presta siempre en el ámbito de un litigio. Pero tal vez donde se observa la distinción con más claridad es en el contenido de las distintas definiciones que los autores dan, cuando se refieren al juramento. Las mismas, siempre están referidas a la invocación de la divinidad, provocando a la vez, una posibilidad y un temor de castigo. De tal manera, ha señalado al respecto Calamandrei: "Complicados entretelones psicológicos anidan también tras el juramento decisorio, el cual, no sin razón, ha sido comparado a la tortura, pues la parte invitada a prestarlo se encuentra atenazada, como en una prensa por la elección que le es propuesta, entre la derrota y el perjurio. (10) En realidad, lo que ambas instituciones, tanto el juramento como la confesión, tienen en común, es su naturaleza jurídica, como medios de prueba que son, significando para la parte que los produce, no una obligación, como a veces se ha creído ver, sino una carga, en el sentido estricto procesal de la palabra, es decir, esa suerte de riesgo de no probar lo necesario para el andamiento de una pretensión. Sin embargo, mientras la confesión permanece en el ámbito apartado de las presiones psíquicas del litigante, el juramento se encuentra impregnado de una mayor carga psicológica y emocional, aún cuando sea meramente estimatorio. C) Clasificación. El juramento puede ser pro^batorio, promisorio o legal y el probatorio, a su vez, puede ser decisorio o estimatorio. (10) Fiero Calamanclrei: Derecho Procesa! Cítrft T. 111;EJEA. El juramento probatorio, en general, es un medio de prueba, cuyo objeto es la acreditación de un hecho en el curso de un proceso judicial y se denomina probatorio-decisorio, cuando consiste en la declaración jurada que reconoce un derecho litigioso, pretendido por la contraria y que para algunos autores es una verdadera transacción. .Recibe, en cambio, el nombre de probatorio-estimatorio, cuando su objeto es suplir la deficiencia e imposibilidad de prueba en lo concerniente al monto reclamado judicialmente. En cuanto al juramento legal, sólo se da excepcionalmente y se trata de aquél que se encuentra especialmente previsto por la ley. Son ejemplos claros de las categorías dadas, algunas conductas establecidas en nuestro ordenamiento legal. Así, el juramento de decir verdad que presta un testigo en forma previa a su declaración, se encuentra en la categoría de los que se demomínan promisorios, en cambio el juramento previsto en el artículo 461 del Código Civil, cuando regula ia tutela, es de los denoll minados juramento legal. ( ) Finalmente, el artículo 39 de la iey 7718, faculta a la parte a prestar un juramento probatorio-estimatorio. D) La carga de la prueba. El antecedente administrativo inmediato de la ley 7718 que reguia el derecho formal laboral en la Provincia de Buenos Aires, es la ley 5178, que ya contempla en su artículo 41 el juramento estimatorio (12). Dicha norma fue transcripta en la ley 7600, que no llegó verdaderamente a aplicarse y en la actualidad, la encontramos incluida en la iey vigente en su artículo 39. (13) Por tanto, en este momento, el tema se encuentra contemplado en la ley. Esta norma jurídica ha consagrado como excepción excepcional ísima, la inversión de ¡a carga de la prueba, cuyo principio distributivo bá(11) El art. 461 del Código Civil expresa: "... Contra el tutor que no dé verdadera cuenta de su administración, o que sea convencido de dolo o culpa grave, el menor que estuvo a su cargo tendrá el derecho de apreciar bajo juramento el perjuicio recibido, y el tutor podrá ser condenado en ia suma jurada, si ella pareciere a¡ juez estar arreglada a lo que los bienes del menor podrán producir". Esta norma reconoce como antecedente el art. 423 del Código de Chile. (12) La iey 5178 fue modificada por la ley 5532 y 5764; Decreto Ley N° 5717 y Ley 6653 y publicada en el Boletín Oficial.el 21 de diciembre de 1947. Su artículo 41, expresa: "Cuando en virtud de una norma de trabajo exista la obligación de llevar libros, registros o planillas especiales y a requerimiento judicial no se los exhiba o resulte que no reúnen las exigencias lega- sico surge deí artículo 375 del CPCC En síntesis, que aquél que alega una determinada circunstancia fáctica, debe probarla ineludiblemente y tal principio funciona de manera genérica, quedando a disposición del litigante, los medios de prueba que la ley permite, a los efectos de que el Juzgador pueda conocer la verdad objetiva. Al respecto se ha señalado que en esta materia, es donde tienen importante aplicación las nociones del hecho afirmado, aceptado y discutido o controvertido o simplemente negativo, de notoriedad, de negaciones de hechos imposibles, lo mismo que la determinación de si las normas jurídicas nacionales o extranjeras consuetudinarias deben probarse. La regla es simple y no presenta problemas y en cada proceso debe probarse todo aquello que forma parte del presupuesto fáctico para la aplicación de las normas jurídicas, que no esté eximido de prueba por ley. (15) Consiguientemente, debe concluirse, que no se discute que las partes tienen la carga de soportar la prueba de sus afirmaciones o en caso contrario, soportar las consecuencias de omitir el imperativo de su propio interés. El actor tiene la carga de probar los hechos constituidos del derecho que invoca y el demandado, los extíntivos, impeditivos o modificativos que opone a aquéllos, (i 6 ) E) La excepción del art. 39 de la ley 7718. Según lo expuesto, el principio general de distribución de ¡a carga de la prueba, que se encuentra plasmado en el Código de Procedimientos, reconoce una excepción, en el art. 39 del ritual laboral bonaerense, ya que, según este último, cuando se controvierta el monto o el cobro de remuneraciones en dinero o en especie, la prueba contraria a la reclamación corresponderá al empleador. Esta inversión de la actividad probatoria, no sólo se encuentra enmarcada por ciertos límites lógicos, sino que sólo es concebible, en el ámbito de un ordenamiento que naciera con vocación tuitiva y de mantenimiento de equilibrio entre las partes. Sin embargo, dicha inversión, sólo opera cuando se discute el monto de la remuneración o el cobto de la misma y no cuando se trata de (14) Allí se expresa: "Carga de la prueba. Incumbirá la carga de la prueba a la parte que afirme la existencia de un hecho controvertido o de un precepto jurídico que el juez-o tribunal no tenga el deber de conocer. Cada una de las partes deberá probar el presupues- les y reglamentarias, incumbirá a! empleador la prueba to de hecho de la norma o normas que invocare como contraria sí el trabajador o sus derechohabientes prestan declaración jurada sobre los hechos que debieron consignarse en los mismos. En los casos en que se controvierta el monto o el cobro de los salarios, sueldos u otras formas de remuneración en dinero o en especies, la prueba contraria a la reclamación, corresponderá a ia parte patronal". (13) Bajo el títuio de "Falta de Libros y Registros", ia disposición se consignaba en el artículo 36 de dicho cuerpo legal. I. La Plata; causa B-1677 suma. 23261; Cám. 2 Sala II, fundamento de su pretensión, defensa o excepción." (15) Teoría General de la Prueba Judíela!: Devis Echandia: Edición 1976: T. 1, pág. 188. (16) SCBA; Ac. y S.; 1964-11!, p. 66, 957; 1967, V 1 p, 305 DJBA 74 p. 61 V 81 p. 309; Cam. 2, Sala La Plata, DJBA, V 55 p. 267; Cám. 2, Sala III, La Pla- ta; DJBA, V 50, p. 169; JA 1970, sección reseñas, pág. 524 núm. 99 y 100 Cám. 2 Apel Mercedes, 18-2-71, causa 9576 y muchas más. la demostración de! hecho mismo que constituye su causa jurídica; razón por la cual, debe requerirse la previa demostración de la realidad, por parte del reclamante. (17) Consecuentemente, no procede hacer la excepción, si lo que se discute no es ni el monto de las remuneraciones o el cobro de ias mismas, sino tan sólo la categoría en !a que se habría desempeñado el dependiente, (18) o a la remuneración de trabajo extraordinario (19), casos en los cuales, no resulta de aplicación este arí. 39, quedando apartado, siempre que se trate de la demostración del hecho básico o constitutivo del derecho. En tales situaciones, se requiere la demostración de la realidad de aquél, por parte del reclameante (20). Lo expuesto, es coherente, con lo resuelto permanentemente al respecto, por el más alto Tribunal de la Provincia de Buenos Aires, que ha mantenido, a través del tiempo, una doctrina acorde con la naturaleza jurídica de la institución y con el objetivo del derecho laboral, de manera tal que se ha conceido el juramento de la ley 7718, como un elemento coadyuvante para el aspecto probatorio de la cuantía de las remuneraciones y de su percepción por parte de los acreedores de las mismas, pero nunca como base para substituir la carga de la prueba de la existencia del contrato de trabajo mismo. Ello puede llegar a acreditarse, en cambio, utilizando todo 21elemento probatorio del que pueda servirse. ( ) Tampoco puede pretenderse el juramento, para acreditar ninguna otra circunstancia del contrato de trabajo, que no sea la que expresamente contempla el ritual. Por consiguiente, su aplicación más frecuente se observa cuando el empleador manifiesta directamente en las actuaciones que no posee libros y/o registraciones contables o cuando el experto contable informa al Tribunal, que no ha podido producir el informe encomendado, porque no le han sido exhibidos tales elementos. Finalmente, una tercera posibilidad se presenta, cuando la peritación contable, carece de toda indicación sobre los elementos de juicio que el perito tuvo a Ift vista y que la fundamentan y en tal supuesto, se ha considerado, que el Tribunal del Trabajo no incurre en absurdo o arbitraria valoración — enjuiciada su facultad de apreciar en conciencia el sentido y valor de la prueba— al tenería por insuficiente para suplir las constancias de los H(17) SCBA L.25.344, "Bengarzone, Francisco Vicente c/Pieronski, Juan Enrique a/despido"; 9-X-79, DJJ, pág. 26, (18) SCBA, L.25344, "Bangarzoae, Francisco Vicente c/Pierunski s/despido", 9, x, 79, DJJ, pág. 28. (19) SCBA; L. 635, "Perotti, José A. e/Kmpresa Rosas S,A. s/horas extras, vacaciones, etc.", 4-III-80, DJJ., pág. 14. (20) SCBA, L 28.538, 30-IV-81. (21) SCBA, jumo, 5 de 1970, "Maasüla, Rosa Elvira c/Beüanski, Nicolás." bros o planillas que por ley correspondía llevar a la demandada. (22). Por otra parte, hay que tener en cuenta también, que no siempre la carencia de libros y registraciones, su falta de exhibición o la ausencia de las condiciones legales de la peritación conta- ble, autorizan a los jueces, para fundamentar una condena o su monto en el art. 39 de la ley 7718. El Juzgador habrá de tener en cuenta, asimismo, la inexistencia de otras pruebas en contra de las pretensiones del reclamante, requisito que resulta insoslayable a los efectos de no caer en una posible arbitrariedad. En cuanto a la idoneidad del. juramento, prestado el mismo, su apreciación es, según lo expresado reiteradamente por la Casación, materia reservada a los jueces de grado (23). Tal conclusión es-lógica, si se tiene en cuenta que el límite primordial para la aplicación de la norma, está dado por la razonabilidad, no perdiéndose de vista que se trata de una presunción iuris tantum, que debe ser apreciada por el Juez en el marco conceptual de la apreciación en conciencia y dentro del contexto de la ley 7718 en su totalidad. Desde otro punto de vista, se ha discutido el momento procesal en el cual el juramento debe ser prestado. Frecuentemente se observa que algunos profesionales lo incluyen en el texto de sus demandas, sin que parezca éste el método correcto, ya que el derecho a prestar juramento, nace cuando el empleador pierde su posibilidad de exhibir sus libros o registraciones y esa es, a nuestro criterio, la estancia procesal oportuna, que por otra parte, subsiste hasta el alegato, en el cual, en muchas ocasiones y a! hacer mérito de prueba producida, se solicita al Tribunal, que deje constancia en acta de la formulación de dicho juramento. Es, sin duda, la última posibilidad que tiene la legitimada activa, de solicitar la aplicación de la norma, ya que luego se producirá el pase de los autos a veredicto y sentencia, en razón de lo establecido por el artículo 44 de la misma ley formal. ( 24 ) <22) Trib. N 4 Morón, julio 20 de 1979, "Cocuzzo, Víctor Antonio e/Danubio S.A." <23) SCBA, junio 12 de 1979, "Tonetti, Rubén F. c/Daxgelmar. S.A.I.F. y A.", L. 29.538, del 30-VI-81, L 20,788, "Ferreyra, José" M. c/Pitanigllo, Jorge L. t) Fondo de Desempleo; 21-IV-81, L. 30.393 del 6-X81, etc.. (24) El día y la hora fijados para la vista de 5a causa se declara abierto el acto con ias partes Que concurren. Las personas citadas no estarán obligadas a aguardar más de media hora, siempre que el Tribunal no esté en audiencia, pudiendo retirarse después de dejar constancia de su oportuna presencia, sí vencido dicho plazo de espera la vista no ha dado aún comienzo. Durante la vista de ia causa se observarán las siguientes reglas: a) Se dará lectura a las actuaciones de prueba ptodueidas antes da la audiencia, si alguna de las partes 5o pidiere, b) A continuación el Tribunal recibirá directamente las otras pruebas. Las partes, io> testigos y Jos peritos, en su caso, serán interrogados pos" el Tribuna!, sin perjuicio ¿Se l 4) La audiencia de vista de ¡a causa, a) Fija- ción de kt audiencia. Contestado el segundo traslado y siempre que hubiesen sido resueltas las excepciones y la cuestión no fuere de puro derecho, el Presidente del Tribunal proveerá lo que corresponda con respecto a las pruebas ofrecidas y fijará audiencia para dentro de treinta días a fin de, que, en la vista de la causa, se reciban la de confesión, la de testigos y los informes de los peritos. . Vale decir que la responsabilidad de la fijación de la vista de !a causa y consecuentemente el ritmo de las audiencias del Tribunal, depende pura y exclusivamente del presidente, con prescindencia de los otros integrantes del cuerpo, que se ocuparán del tema recién cuando el sistema rotativo de presidencia íes imponga ese carácter. El tema reviste gran importancia porque el número de audiencias diarias que se fijen mascará la celeridad con que los expedientes llegan a sentencia; ello sin que se cuente, aunque importa, el número de conciliaciones, que por otro lado y corno otra forma, puede también significar la culminación del proceso. b) Desarrollo. I) Comienzo y lectura de las actuaciones. El día y la hora fijados para la vista de la causa se declara abierto el acto con las partes que concurren. Las personas citadas no estarán obligadas a aguardar má<s de ¡medie hora, siempre que el Tribunal no esté en audiencia, pudiendo retirarse después de dejar constancia de .su oportuna presencia, si vencido dicho plazo de espera, la vista no ha comenzado aún. La ley establece que si alguna parte lo requiere se procederá a dar lectura a Las actuaciones de prueba producidas antes de Is audiencia. Esta facultad es rara vez usada por los letrados, al igual que la que otorga el derecho a solicitar que se deje constancia de alguna circunstancia especial en el acta de ¡a audiencia y que emerge del artículo 46 de la ley. Sin embargo creemos que un uso más frecuente de lates facultades, por parte de los abogados, enriquecería el trámite del proceso. Como consecuencia de1 ¡o dicho, es habitual tildones que pueden proponer las primeras, e) Luego M concederá la palabra ai representante del Ministerio Publico, si tuviere intervención, y a las partes, por su orden, para que se expidan sobre el mérito de las pruebas. Cada parte dispondrá de treinta minutos para su alegato. Ese tiempo podrá ser ampliado por el Tribunal, d) Acto seguido el Tribunal pasará a deliberar para ¿«pedirse sobre los hechos, y planteadas tas cuestiones que consieere pertinentes, dictará el vereiiicto. Los juera» votarán en e! orden que establezca el sorteo que debe practicarse al efecto, e) El Tribunal se pronunciará sobre los hechos, en «J. mismo acto, apreciando en conciencia la prueba rendida coa indicación individualizada de ios elementos de juicio raeritukdos, y dictará seriteacia dentro de los diez días. Pala fijar la» cantidades que s* adeuden, podrá prescindir de lo redamado por ¡as partes, f > Las resoluciones del Tribunal serán pronunciadas por mayoría de votas de su-i miembros. que la audiencia dé comienzo con la recepción cié otras pruebas. Durante la producción de las mismas, el debate deberá ser dirigido por el- presidente del Tribunal, quien previa consulta en los casos que así lo requieren, del vicepresidente y del vocal del cuerpo, concederá la palabra a los representantes de las partes. Estas limitarán su intervención al contralor de la prueba y a solicitar se les permita hacer Jas observaciones necesarias. Sin embargo la ley aclara que esta última facultad, podrá ser limitada cuando se adviertan interrupciones manifiestamente improcedentes o propósito de obstrucción. En el desarrollo de ia audiencia de la vista, los jueces, asistidos por Secretaría, deben aprovechar la presencia de las partes en e! acto para hacer efectiva la inmediación, que es una nota esencial del proceso ora! a los efectos del esclarecimiento de los hechos. El diálogo de los litigantes, el contacto directo con ellos, sirve para aclarar ¡os puntos dudosos de la causa y para aislar las cuestiones verdaderamente relevantes. Se llegará así a la impresión más genuina sobre los hechos. (Conf. Calamandrei, Instituciones de Derecho Procesal Civil, Vol. 1, pág. 384, Bs. As., 1973). II. Absolución deposiciones. La primera prueba a recepcionar por el Tribunal es la de absolución de posiciones (art. 34 de la ley 7718). A tales fines las partes deben haber acompañado el pliego respectivo con el ofrecimiento de su prueba y el absolvente haber sido citado por el Tribuna! en la forma prevista por el arí. 16 inc. "f" y con anticipación no menor de dos días hábiles, bajo apercibimiento de tenerlo por confeso ai no comparece sin justa causa, En el caso de que se trate de personas jurídicas, sociedades o entidades colectivas, deberá indicarse ía persona que absolverá posiciones ai contestarse la demanda y a tal fin, podrá elegirse un representante jefe o empleado de jerarquía. Claro está que quienes están llamados naturalmente a representar a las sociedades son sus presidentes, pero es frecuente que se haga uso de esta facultad do reemplazo que concede el ritual. Por cierto que si no se hace el ofrecimiento en el responde sólo el presidente podrá representar en dicho acto a la persona jurídica. En primer" lugar corresponde que el Presidente del Tribunal, previas-las prevenciones del teso que se hacen conocer al absolvente, le lea cada una de las posiciones y anote las respuestas al igual que lo hacen ios restantes miembros del cuerpo. La declaración efectuada en la audiencia, para ser tal, debe ser: a) efectuada por quien es parte, b) ser personal, a menos que exista auto- rización legal o convencional para hacer a nombre de otro, c) tener por objeto hechos, d) ser hechos favorables a la parte contraria (Conf. Echandía Hernando, Teoría General de la Prueba, Es. As., 1981). A lo dicho debe agregarse, que no obstante la existencia del püego, el Tribunal mantiene el derecho de interrogar libremente sobre la base de !o establecido en el art. 44 inc. b) de la ley citada. El libre interrogatorio de los litigantes, resulta de vital importancia en este tipo de contiendas, ricas en hechos controvertidos y que enfrentan a contendores que generalmente mantienen un serio desnivel cultural y económico. Por otra parte y con el objeto de asegurar el derecho de defensa y demás garantías constitucionales, es frecuente que el Tribunal deba ser no sólo claro, sencillo y preciso en su interrogatorio, sino además intérprete de los relatos efectuados por las partes. III. Prueba de testigos. Cada parte puede citar hasta cinco testigos, salvo que por la naturaleza de la causa o las cuestiones a decidir exija un número mayor, lo que evaluará e! Tribunal. Así lo indica el art. 35, que conjuntamente con el 36 legisla sobre la materia. Concluida la recepción de la prueba posicional corresponde entonces proceder ai interrogatorio de los testigos por su orden. A tal fin ías partes pueden proponer los interrogatorios que estimen convenientes, pero lo frecuente es que el Tribunal interrogue de oficio, para lo cual es necesario que cada uno de sus integrantes tenga un total conocimiento del tema en cuestión, de manera tal que se tienda a! esclarecimiento de los hechos controvertidos y oportunamente alegados por las partes y que conduzcan al fallo debido. Finalizado el interrogatorio efectuado por los miembros del Tribunal, por su turno, el presidente se dirigirá a cada una de las partes, las que podrán proponer las preguntas del caso que siempre serán canalizadas por intermedio de quien preside la audiencia. A tales efectos y a fin de cumplir con este tipo de procedimiento plasmado en la ley, resulta fundamental que en un solo acto declaren todos los testigos de que intente valerse cada parte, como así también que en forma previa se hayan rendido todas las pruebas escritas, como pueden ser los informes, pericias médicas, contables, etc., sobre las que ya nos extenderemos. El sentido de So expuesto es que en el momento de los interrogatorios el Tribunal cuente con el máximo de ios elementos de juicio a su alcance v que se respete ei principio de la concentración de las pruebas, pilar indispensable de! proceso oral. IV. Informes Periciales. La designación de ios Peritos está prevista en el art. 37 de la ley ritual y los expertos de desinsacularán de las listas preparadas al efecto por el Tribunal más antiguo de cada jurisdicción y que luego son definitivamente convalidadas por el Tribunal Superior. En ías contiendas laborales los peritos contadores son los de más frecuente designación, a fin de determinar la procedencia de los redamos, según las constancias de los libros y registros de la empresa. En cuanto a los dictámenes médicos, casi imprescindibles en los juicios sobre enfermedades y accidentes, son elaborados por los integrantes de las Oficinas de Asesoría Pericial que cuenta con sus médicos laboralistas, cuerpo que funciona a tales efectos en cada jurisdicción. Ellos son los encargados de indicar la fecha en que revisarán al paciente, a quien el Tribunal le requiere vaya munido de todos los elementos que obren en su poder (radiografías, análisis, certificados médicos, etc.), todo ello permitirá al médico complementar su informe; si lo considerare éste conveniente lo derivará para nuevos estudios a los centros adecuados y en lo posible cercanos a su domicilio; de todo ello obran en autos las respectivas constancias, sobre las cuales las partes ejercen el contralor. Es común la asistencia de peritos calígrafos ante dudas sobre la validez de la documentación o su falta de reconocimiento, como así también la de ingenieros mecánicos, industriales, higienistas, etc., cuyos dictámenes son de vital importancia por la inapreciable ayuda que prestan al juzgador, en razón de sus conocimientos técnicos. Los mencionados, no obstan a la designación de los de otros ramos o profesiones, de acuerdo a las peculiaridades del litigio en cuestión. T.-os peritos deben presentar sus informes en ei plazo prudencial que les ha sido otorgado, y corresponde su remoción o reemplazo cuando no lo hicieren o no contestaran en término las impugnaciones de las partes; deben asistir asimismo a la vista de causa si se Sos citara a dar explicaciones. Sus derechos y obligaciones están regidos por los arte'. 37, 37 bis y 38 de la ley 7718 y Acordadas N° 1888/79 y 1962/81 de la Suprema Corte de Buenos Aires. En las citadas disposiciones y con la súpleteriedad de¡ Código de Procedimiento, está contemplado todo lo relativo ai desempeño de su función. V. Libros y registros. Con relación a la obligación de llevar libros de los accionados regida por ia ley de fondo, vale la pena consignar el juramento estimatorio previsto en eS art. 39, que puede prestar el accionante, en el caso de que su contraparte no cumpliera con, aquel requisito., Dada esta situación, se produce la inversión de la carga de la prueba ya que "incumbirá ai empleador la prueba contraria si el trabajador o sus derechos habientes, prestare la declaración jurada sobre los hechos que debieran consignarse en los mismos." —parte final del texto legal mencionado. Es decir que estamos ante una clara excepción a lo dispuesto por el art. 375 del CPCC de aplicación supletoria al resto de la prueba como ya queda dicho; con ello se busca la igualdad en el proceso, ante la ya comentada desigualdad de las partes. Por supuesto que el Juez luego lo valorará según todas las pruebas con que cuente, a fin de desentrañar la verdad de la relación laboral. Es interesante destacar que si el auxiliar de Justicia, es decir el perito contador, se ve dificultado en su labor, por ejemplo ante la negativa de entrega de los libros por parte de la accionada lo debe hacer saber al Tribunal, y éste requerirá se lleven las registraciones ante sus estrados, bajo apercibimiento del citado artículo, y de merituarse todo ello en el momento de dictarse Veredicto y Sentencia. VI. Agregación de expedientes. Cuando los expedientes administrativos o judiciales sean ofrecidos como prueba, comienza diciendo el art. 40, los mismos deben ser individualizados; hace luego la siguiente distinción; si se están tramitando deberán determinarse las piezas necesarias y se sacará testimonio, y si se trata de expedientes terminados podrá solicitarse !a remisión de los mismos. Si fuera menester requerir un documento obrante en expediente en trámite se solicitarán por el plazo que permita cumplimentar la prueba dejando constancia en autos; y finalmente dice el artículo que si se trata de cuestión de carácter prejudicial se debe aguardar su terminación. En la práctica es muy frecuente ver que al principal se le ha agregado por cuerda floja el expediente administrativo, donde previamente se ha ventilado el caso y que resulta ser un valioso aporte para dilucidar la cuestión. VIL Informes. En cuanto a la prueba informativa debe haberse producido antes de la celebración de la vista, como queda dicho, caso contrario si la demora le fuera imputable a los litigantes, el Tribunal por sí o a pedido de parte le dará por decaído el derecho a producirlo en lo sucesivo (art. 41). El art. 42 se refiere a un informe especial que podrá requerir el presidente del Tribunal a la autoridad administrativa —es autoridad de aplicación el Ministerio de Trabajo—, para saber si el empleador y la víctima han dado cumplimiento a los "reglamentos vigentes sobre prevención de accidentes y enfermedad profesional." No es frecuente el uso de estas facultades, ya que son suplidas en la generalidad de los casos por prueba pericial preferentemente o testimonial, confesional o reconocimiento del lugar de trabajo, VIII. Reconocimiento judicial. Finalmente el art. 43 prevé la inspección o reconocimiento judicial, medida que puede ser pedida por las partes, pero que resulta facultativa del Tribunal; el mismo puede concurrir al lugar constituyéndose con todos los miembros, encomendarla a alguno de ellos o al Secretario, y aún si fuere sitio muy distante solicitar al órgano judicial más cercano realice la diligencia. A la inspección pueden asistir las partes y en determinadas ocasiones puede ser necesaria la asistencia del técnico, por ejemplo el perito ingeniero designado en autos, para mostrar el funcionamiento de una máquina, su peligrosidad, si existiera, su vetustez, si la hubiera, etc., todo ello en el preciso lugar donde se ha producido el accidente, en su caso todo ello de vital importancia para clarificar los hechos acaecidos. Es cierto que del relato de lo sucedido; de la declaración de los testigos; de los informes; de la propia declaración de las partes, puede surgir claramente lo acontecido, pero hay casos y circunstancias en los cuales, la total comprensión de los hechos se da a través de esta prueba, de ahí su trascendencia. El artículo indica en su tramo final que del reconocimiento que se ha llevado a cabo debe labrarse acta, la cual obrará en el expediente. No obstante la claridad del art. 43, es interesante consignar lo decidido por el más Alto Tribunal Provincial en autos: Ade c/Irgaquim S.A., con fecha 7/VI/77 y publicado en Reseña de 1977 - Jurisprudencia de la SCJBA, Primer Semestre: "Para que el Tribunal laboral se suponga integrado, en una palabra, que sea un Tribunal, es imprescindible la presencia de tres magistrados. Por sobre todo si se trata de la realización de actos capitales de procedimiento como la vista de causa, el veredicto y la sentencia, y asimismo, la inspección judicial para mejor proveer. En este terreno es indispensable el carácter de orden público que reviste la cuestión, por estar referida a leyes atributivas de jurisdicción y a su ejercicio, que no pueden legítimamente, dejar de ser observadas por los Jueces, ni siquiera con el consentimiento expreso o tácito de las partes. Es decir que, producida tal inobservancia, la nulidad es su resultado ineludible. Es evidente la colisión entre la norma legal y lo decidido por la Corte de la Provincia, de todos modos no se puede discutir la primacía de la ley cuando esta es clara y precisa. Alegatos. Retornando a la vista de la causa, hecha esta revisión de la prueba, corresponde, producida ésta en su totalidad, conceder la palabra ai Representante del Ministerio Públi- de trabajo, consumo, etc., de Larata Ltda.", co, si tuviera intervención, y a las partes, por su orden, para que se expidan sobre el mérito de la prueba. A tal fin cada uno de ellos contará con SCBA, 5/IV/77). Ei mismo Tribuna! se ha expedido también en el sentido de que deben votar en cada treinta minutos, plazo que podrá ser ampliado de considerarse necesario. Se trata del alegato de bien probado, que según el diccionario de la Real Academia Española (Decimonovena edición) es el escrito, llamado ahora de conclusiones en el cual, con el resultado de las probanzas, mantenían los litigantes sus pretensiones al terminar la instancia; y ta¡ es en la actualidad, también la interpretación de! alegato. En él cada parte, hará mérito de la prueba producida con el objeto de llevar al ánimo de los magistrados la razón de sus reclamos. En este tipo de procedimiento la pieza oratoria convincente y clara resulta de gran valor, puesto que los jueces procederán, por imperio legal, a apreciar en su conciencia la prueba rendida (art. 44. inc. "e" de la ley 7718). El veredicto. Reza el ritual que concluido el alegato: "el Tribunal pasará a deliberar para expedirse sobre los hechos y planteadas las cuestiones que considere pertinente, dictará el Veredicto. Los jueces votarán en e! orden que establece el sorteo que debe practicarse al efecto". El veredicto es la puesta por escrito, por parte de los jueces de la apreciación de las pruebas. A tal fin, resulta necesario, que en cada conclusión los magistrados indiquen el o los elementos de juicio que le llevaron al convencimiento que expresa. Corresponde por tanto citar la declaración de un testigo dando su nombre y apellido; citar ia pericia de la cual emerge un grado de incapacidad; referirse a un informe en el cual se acredita la recepción de un telegrama, etc. En síntesis, apreciar la prueba p«s un hecho tan importante, que debe plasmarse claramente e indicando la fuente de la que emerge la convicción. (Conf. Baños, Heríberto Amílcar, La apreciación de la prueba en el proceso oral, Bs. As., 1954, pág. 115). Los Jueces que votan en el veredicto, habrán de tener a su cargo el dictado de la Sentencia de manera integral e invariable. Así lo ha resuelto reiteradamente ¡a SCBA, cuando expresó que eran nulos los pronunciamientos dictados por otros jueces, en atención a que Veredicto y Sentencia forman un todo. Al respecto: "la estructura del procedimiento señala dos etapas de un mismo acto, en el cual el Veredicto es inseparable de la Sentencia, atendiendo el primero a establecer los hechos reconstruyendo la circunstancia del caso, mientras que la Sentencia atiende al derecho aplicable. (Ac. 22671, "Piccolo e/Cooperativa pronunciamiento los tres integrantes del Tribunal del Trabajo correspondiente, debiendo haber estado los tres en el acto de la audiencia de ¡a vista de causa. Es decir que el más Alto Tribunal de la Provincia ha expresado a través de sus fallos, la necesidad de que cada Tribunal esté siempre integrado por todos sus miembros, bajo pena de nulidad que pudieran celebrarse por dos de sus miembros, tal como solía hacerse en otras épocas. Es, a nuestro entender, una solución justa, puesto que una votación de dos jueces corre el riesgo de dos opiniones encontradas, frente a lo cual no habría un tercer juez que volcara el resultado en uno u otro sentido. La Suprema Corte de Buenos Aires ha dicho: "En el sistema procesal laboral de la provincia de Buenos Aires la instancia única supone indefectiblemente la colegialidad, y no hay colegialidad sin la presencia y concurrencia de tres jueces en el tribunal. (Ác. 23524 "Roldan e/Atalaya S.R.L.", 13/IV/77). En igual sentido, Ac. 24024 del 7/V/77 Ac. 23629 del 28/VI/77 Ac. 23524 del 13/IV/77; Ac. 23540 de! 13/IV/ 77, etc. La Sentencia. El Tribunal deberá dictar Sentencia dentro de los diez días (art. 44, inc. e) de la ley). Es casi obvio señalar que tratándose de un plazo legal, corresponde computar ci mismo sobre la base de lo establecido al respecto en el Código de Procedimiento en el sentido de que se trata de días hábiles. La Sentencia debe confeccionarse sobre la base que de ios hechos se hiciere en el Veredicto mediante la apreciación de ia prueba en conciencia. La fórmula de apreciación en conciencia no es, como lo señala Baños en ¡a obra citrada "utsupra", pág. 144, un régimen valorativo de libérrima convicción. El Juez no podrá apoyar sus decisiones en una intuición o basarse en hechos que no estén probados en los autos. Sin embargo, la ley formal le confiere a los magistrados de la Provincia de Buenos Aires una seria libertad en la apreciación de las pruebas producidas, de manera tal que quede alejado de las tachas, de los sistemas tarifados, de las necesarias reglas explícitas de la sana crítica y resulta autónomo y soberano en su apreciación, de forma, que se agiganta su responsabilidad, la que se levanta sobre su convencimiento íntimo. Lo importante es que fallar de tal manera, no significa desconocer la lógica, ni las reglas de la experiencia, ni las leyes naturales, sino la va- loración crítica, personal de acuerdo con estas normas obvias e implícitas en todo razonamiento humano (Conf. Echandía Hernando, Teoría General de ¡a Prueba Judicial, Bs, As., 1981, pág. 99). En este tipo de proceso, el contenido de ia decisión judicial., al que se llegará por ia mayoría de los votos de sus miembros, (art. 44, inc. f) de la ley); no se halla asentado exclusivamente en una operación intelectual, sino que ésta, que por cierto no puede ser descartada, deberá en el caso, ir acompañada por un estado de ánimo; por una conciencia actualizada e íntima a la que se llega a través de la inmediación, Este principio angular del proceso oral, le permite al Juez una mejor apreciación no sólo por el contacto directo con partes y testigos, sino también porque lo sustrae de su función habitual puramente receptiva, para convertirlo como ya dijéramos en director del debate, lo que traducido a la faz práctica, implica, interrogatorio propicio a las partes y testigos, pedidos de informes que considere necesarios; reconocimiento de lugares, cosas o circunstancias relacionadas con ia causa. En síntesis, consideramos, que pese a las reservas de algunos autores, no debe temerse a la apreciación en conciencia de las pruebas en este tipo de proceso, sobre todo porque el mismo se encuentra edificado sobre e! principio de inmediación que convierte al Juez en protagonista activo y objetivo del proceso que dirige. A partir del caso "Fernández Arias, Elena" ("Faltos", 247448)'!;» Jurisprudencia de la Corte ha sido conteste en admitir la validez constitucional de órganos jurisdiccionales administrativos estables, as decir creados fuera de! marco del Poder Judicial, siempre que, entre otras condiciones, la actividad de esos órganos se encuentre sometida a limitaciones que no es lícito transgredir, especialmente ia que obliga a que sus pronunciamientos queden sujetos a control judicial posterior suficiente (doctrina de "Fallos", 247-846, 253485, 278-287 y muchos otros. En el misino sentido, C.N.Cont.Adm. Fed.Cap., Sala 1, "De la Fuente, Gabriel" del 28-12-79; Sala 4, "Fox Film de la Argentina S.A." de! 26-12-80). En "Fallos" 205-17 y 245351, la Corte aclaró que control judicial suficiente significa: a) reconocimiento a ios litigantes del derecho de interponer recursos ante los jueces ordinarios; b) negación a los tribunales administrativos de la potestad de dictar resoluciones finales en cuanto a los hechos y al derecho controvertidos, excepto en Sos supuestos en que, existiendo opción legal, los interesados hubiesen elegido la vía administrativa privándose voluntariamente de la judicial. La consideración objetiva de la competencia se refiere al ámbito jurídico dentro del cual el juzgador ejerce la potestad jurisdiccional estatal; en tanto que, desde el punto de vista subjetivo, consiste en el conjunto de facultades acordadas al juzgador respecto de determinada categoría de asuntos para que ejerza tal potestad juPROCEDIMIENTOS ADUANEROS ESPE- risdiccional. Son ejemplos del primer punto de CIALES*. I) Jurisdicción y competencia. Antes vista la asignación de asuntos efectuada por los de efectuar el examen de los aludidos procedi- arte. 1018, 1019, 102Q, 1024, 1025, 1027, mientos, nos referiremos al panorama general 1028, etc. del C.A.. Se refieren a las facultades aludidas en la segunda consideración, entre ode la jurisdicción y competencia aduaneras. El instituto de la competencia aplica en el tros, los arts. 915, 916, 1021, 1143 y 1159 del campo procesal el principio de la división de C.A. Cabe acotar que el art. 1023 del Código Atrabajo, con el propósito de garantizar una mayor especialización en los juzgadores y un equi- duanero dispone que a los fines de la Sección tativo reparto de tareas. El poder jurisdiccional XIV (Procedimientos) el término "administra(iuris dictio, declarar el derecho) tiene por titu- dor" denota "al funcionario que resultare comlar al estado, y se ejerce en materia aduanera a petente para resolver en sede aduanera en ei través de una pluralidad de órganos judiciales procedimiento de que se tratare o a quien lo (jueces de primera instancia y cámaras federa- sustituyere por ausencia o impedimento conforles, nacionales en lo contencioso-administrativo me a las normas en vigor". Esta disposición es así como en lo penal económico, y la Corte Su- de carácter práctico a fin de facilitar la mención prema de Justicia de la Nación) y administra ti- del funcionario competente para resolver en senos. Constituyen ejemplos de éstos la Adminis- de aduanera el procedimiento de que se trate. tración Nacional de Aduanas a través del admi- E» así que en el procedimiento por infracciones nistrador cuyo concepto resulta del art. 1023 dentro del ámbito que otrora correspondiera a del Código Aduanero, y el Tribunal Fiscal de la la jurisdicción de la Administración de ¡a AduaNación. Cabe agregar que, en ciertos casos, la na de la Capital, debe entenderse por adminisSecretaría de Hacienda tiene ciertas facultades trador al Jefe del Departamento Contencioso jurisdiccionales (art. 52,69,104, etc. del C.A.). Capital o a quien legalmente lo sustituya, en virtud de Jo dispuesto por la ley 18.663; en las aduanas ubicadas en e! interior el vocablo admi« CATALINA GARCÍA VIZCAÍNO Esquema de ¡as normas sobre "jurisdicción y competencia" contenidas en el capítulo 2°, Título I, Sec. XIV del Código Aduanero. Procedimientos Liquidaciones suplementarias de tributos (arts. 792,793) Impugnación (arts. 1053 y ss.) Administrador de aduana-jurisInfracciones (arts. 1080 y ss.) dicción de los hechos. Ejecución en sede administraCompetencia originaria (art. tiva (arts. 1122 y es.) 1018). Administración Nacional de Aduanas (art. 23 inc. d), pudiéndose delegar en aduanas, dependencias y funcionarios de ésta (art. 30). Jefe de dependencia de la A.N.A. encargada de revisión de documentos cancelados (art. 1018). Competencia originaria. Acto impugnado proveniente de la A.N.A. Competencia originaria Repetición de tributos Facultad de avocación Cuestiones de competencia. lustrador alude obviamente al funcionario que desempeña el cargo de administrador en tales aduanas. En todos los casos del procedimiento de repetición (arts. 1068 y ss.) la palabra administrador se refiere únicamente al Administrador Nacional de Aduanas el que es reemplazado en los supuestos de vacancia, ausencia o impedimento por el Subadministrador Nacional (art. 29). La avocación o facultad conferida al órgano superior para entender y decidir en cuestiones que se sustancian ante órganos inferiores se encuentra reconocida a favor del Administrador Nacional de Aduanas en el art. 1021 con el al- Administrador Aduanas (arts. 1021 y 1022). Nacional de 1019, 1020, cance del art. 23 inc. m), el cual atribuye a dicho funcionario el poder "avocarse en cualquier tiempo al conocimiento y decisión de las causas aduaneras de cualquier naturaleza, quedando a este fin investida (la A.N.A.) de toda !a potestad jurisdiccional del órgano sustituido". Conforme al art. 3 de la ley nacional de procedimientos administrativos "la avocación será procedente a menos que una norma expresa disponga lo contrario", a diferencia de la delegación o sustitución que deben estar expresamente autorizadas. El art. 30 del Código Aduanero establece la indelegabilidad de la facultad de avocación. Ejecución en sede judicial (arts. 1125 y ss.) Demandas contenciosas (arts. 1175 y ss.) contra resoluciones definitivas o retardo en: repetición e infracciones Capital Federal: Jueces nacionales en lo contencioso-administrativo. Interior del país: jueces federales. Competencia originaria (art. 1024). Causas por delitos (art.1026) sede judicial (art. 1026) — jueces nacionales de Ira. instancia en lo penal-económico — jueces federales del interior (art. 1027) penas privativas de libertad, multa por los arts. 868 y 869, pérdida de concesiones, regímenes especiales, privilegios y prerrogativas (art. 876, ap. 1, inc. d), inhabilit. especial para ejercer el comercio (art. 876, ap. 1, inc. e), inhabilit. especial perpetua para desempeñarse como miembro de fuerzas de seguridad (art. 876, ap. 1 inc. sonería jurídica, cancelación de inscripción en Registro Público de Comercio (art. 876, ap. 1 inc. i). Sede administrativa (art. 1026) administrador de aduana — jurisdicción de los hechos Recursos de apelación contra resoluciones del administrador en procedimiento por delitos (salvo Capital Federal y partidos de Prov. de Buenos Aires mencionados en el art. 1027, ap. 2). Recursos de apelación contra resoluciones definitivas de jueces en lo contene.-admimst. y jueces federales en procedim, de repetición, infracciones y ejecución en sede judicial. Recursos de apelación contra resoluciones dictadas por el Tribunal Fiscal de la Nación en procedim. de impugnación, repetición y por infracciones. comiso de mercadería (art. 876 ap. 1 inc. a) y de medio de transporte y demás instrumentos para comisión del delito (art. 876 ap. 1 inc. b), multa de 4 a 20 veces el valor en plaza de la mercadería (art. 876, ap, 1 inc. c), inhabilitación especial perpetua para desempeñarse como funcionario o empleado aduanero, miembro de la policía auxiliar aduanera, despachante de aduana, agente de transporte aduanero o proveedor de a bordo de cualquier medio de transporte internacional y como apoderado o dependiente de cualquiera de estos tres últimos (art. 876 ap. 1 inc. f); inhabilitación especial para actividades de importación o de exportación (art. 876 ap. 1 inc. g). Cámaras Federales (arts. 1028 y 1029) Recursos por retardo de justicia del Tribunal Fiscal de 3a Nación. Recursos de apelación contra resoluciones dictadas por el Tribunal Fiscal en amparo. Recursos contra resoluciones de jueces federales de Ira. instancia en causas por delitos del art. 1026 ine. a). Recursos de apelación contra resoluciones deí administrador en procedimiento por delitos en Capital Federal y partidos de Prov. de Buenos Aires mencionados en el art. 102?, ap. 2). Recursos contra resoluciones de jueces de Ira. instancia en lo penal económico en causas por delitos del art. 1026 inc. a). Si bien los arte. 1024 y 1028 establecen montos para ocurrir al Poder Judicial, que son actualizables anualmente, debe puntualizarse que !a Corte Suprema de Justicia de la Nación in re "Hádala, Adolfo D.", con fecha 1/3/83, sostuvo que tal limitación al derecho de apelar resulta contraria a la garantía del art. 18 de la Const. Nacional, en cuanto impide el control judicial de las sentencias dictadas por ¡as autoridades —en el caso, policiales— en materia contravencional. El Código Aduanero mantiene e! doble juzgamiento {penal y aduanero) del delito de contrabando, teniendo su fuente en la ley 21.898. Las Ordenanzas de Aduana disponían que los jefes de aduanas o receptorías nacionales debían resolver administrativamente los casos de Cámara Nacional de Apelaciones en lo Penal Económico (arts. 1028 y 1029). contrabando y ios de defraudación a la renta (art. 1035). Al imponerse pena corporal por las leyes 3050, 4933, 11.281, 12.964, se hizo menester la intervención judicial en tales delitos, de modo que hasta !a reforma introducida por e! deereto-ley 6660/63 en materia de contrabando coexistían dos jurisdicciones: la judicial y la administrativa, encargadas de ios aspectos represivos penal y fiscal, respectivamente. El decreto-ley 6680/63 puso fin a esta situación: atribuyó la instrucción de los sumarios de prevención en las causas por contrabando a la autoridad aduanera, Policía Federal, Prefectura Nacional Marítima, Dirección Nacional de Gendarmería Nacional y policías provinciales, dentro de los límites de sus jurisdicciones, y e! conocimiento y resolución de dichas causas a los tribunales en lo penal económico en la Capital Federal y ciertos partidos de la Provincia de Buenos Aires, y a los jueces federales en el interior del país, La ley 19.044 estableció que la instrucción sumarial de prevención en las causas por contrabando debía estar a cargo exclusivamente de la aduana, a cuya disposición quedaban ías mercaderías detenidas; según el Mensaje con que se elevara tal ley para su sanción ello tenía por fundamento que la repartición aduanera constituía el "organismo que cuenta con competencia técnica especializada y experiencia en sus dependencias y funcionarios en esta materia". Con la ley 21.898 se reimplanta el anterior sistema de doble jurisdicción con una característica distinte: las apelaciones contra las resoluciones de 1a aduana (que adquieren el valor de sentencias de primera instancia) deben deducirse por ante las cámaras nacionales de apelación en lo Penal Económico o en lo Federal, según corresponda, a diferencia de! sistema que se reimplantaba, habida cuente que en éste las apelaciones eran interpuestas ante los jueces federales de primera instancia. No se encuentra contemplada la unificación de las causas. El Código Aduanero adopta la solución de la ley 21.898, pero teniendo en cuenta —como señala la Exposición de Motivos— que "no todos Sos casos de contrabando presentan una complejidad tal que haga necesaria la intervención de personal altamente especializado en materia aduanera para la instrucción de las actuaciones de prevención" y que "mientras en las inmediaciones de prácticamente todos ¡os pasos fronterizos existen destacamentos de alguna de las fuerzas de seguridad, el servicio aduanero en cambio no cuenta con agentes propios en muchos de ellos", dispone que la instrucción del sumario de prevención corresponde, "según la autoridad que hubiere prevenido, al servicio aduanero o, dentro de sus respectivas jurisdicciones, a la Gendarmería Nacional, Prefectura Naval Argentina, Policía Nacional Aeronáutica o .Policía Federal Argentina"; no obstante, se mantiene la competencia exclusiva del servicio aduanero en ios supuestos de los delitos previstos en el art. 864, incs, b); c) o e) —es decir, el llamado "contrabando documentado8'—, su tentativa o en los arte. 868, 869 y 873, en virtud de tratarse de casos que exigen la intervención de funcionarios con conocimientos especializados en materia aduanera para la adecuada sust&neiacíóii de las aludidas actuaciones (ver al respecto art, 1118 de! Código y su Exposición de Moíños). En relación al doble juzgamiento del delito, expresa la referida Exposición de Motivos del Código Aduanero que "no obstante tratarse de un tema opinable, que incluso ha originado divergencias de criterio-en el seno de esta comi- sión, teniendo en cuenta que constituye una decisión política adoptada muy recientemente, se ha proyectado el artículo 1026, que no inno- va en la materia. Por otra parte, se ha considerado que resultaría apresurado eliminar el sistema reiraplantado por la Sey 21.898 sin aguardar un lapso que permita opinar sobre su funcionamiento, máxime cuando el régimen que se suplanta no ha demostrado su eficacia". Este sistema dual ha sido objeto de severas críticas. Así, por ejemplo, Fernández Laíanne ha dicho que la solución legal "posibilita el pronunciamiento de resoluciones contradictorias, absolutoria, una y condenatoria, la otra, violaría las garantías de la defensa en juicio e infringiría el principio institucional de la separación de Jos poderes, conspirando contra la unidad de tramitación y de decisión, inherente a todo proceso penal, que debe quedar reservada exclusivamente al conocimiento y decisión de los jueces de ía Nación, porque ellos representan ¡a máxima garantía de observancia de los principios constitucionales básicos". Señala asimismo que la celeridad no estaría tutelada por este sistema, aduciendo que la aduana también tropieza con dificultades para resolver los sumarios por infracciones que a veces se prolongan durante años, y que el crédito fiscal está suficientemente garantizado con la tenencia de las mercaderías, objeto del presunto contrabando y con las medidas administrativas de que se hacen pasibles los eventuales infractores (Comentarios al Código Aduanero —ley 22.415—, pág. 703, Guía Práctica del Exportador e Importador S.A.C.I., Buenos Aires, 1982), Adviértase que en el sumario contencioso aduanero, la aduana puede actuar como autoridad de prevención y como juez, dictando resoluciones que, adquieren el carácter de sentencias de primera instancia al poderse apelar directamente a la Cámara de Apelaciones, y que en la causa judicial, a la facultad de prevención de la aduana, se le puede sumar la de asumir el rol de querellante (art. 23 inc. s), Código Aduanero). Si mediara simultaneidad en el dictado de ios fallos en ambas actuaciones, ía discrepancia que pudiera surgir entre ellos, quedaría en principio superada al resolver ia Cámara en definitiva en las dos causas, pero Í8 práctica enseña que generalmente ios actuados judiciales preceden a los aduaneros, lo cual se explica porque en la primera etapa judicial se deben resolver libertades personales y ello acelera evidentemente ia tramitación del, sumario (conf. Alfredo Ernesto Abarca y Héctor G. Vidal Albarrácúi, La doble jurisdicción en el delito de contrabando, La Ley de! 17/5/85). Para evitar la posibilidad de sentencias contradictorias ía Cámara Nacional de Apelaciones en lo Penal Económico "ha habilitado y dispuesto que los jueces de primera instancia comuniquen toda instauración de causa por contrabando, el número de acta-secuestro, nombre y apellido de ios imputados y resolución de la causa" (José Luis Lemos; Problemas del delito de contrabando — La Ley 21.898, Derecho Fiscal, XXXI-829). Cabe destacar que por pronunciamiento de la Corte Suprema del 10/3/83 recaído en la causa "De La Rosa Vallejos, Ramón s/art. 197 de la ley de aduanas" se estableció concretamente el alcance del art. 196 de la ley de aduana (t.o. en 1962) según la reforma introducida por la ley 21.898 el cual, a su vez, es reproducido parcialmente en el art. 1026 de! Código Aduanero. Ramón de la Rosa Vallejos había sido procesado ante la Justicia en lo Penal Económico por presunto delito de contrabando, proceso que termina con auto de sobreseimiento definitivo por no constituir delito el hecho investigado; la aduana, sin embargo, en uso de las facultades conferidas por el inc, 1° b) de! art. 196 de la citada ley de aduana lo condenó por tentativa de contrabando y le aplicó las sanciones correspondientes. Apelada la resolución aduanera ante la Cámara en lo Penal Económico, la Sala ni revoca la misma por entender que, al ser sobreseído definitivamente en sede judicial por no constituir el hecho delito, se encontraba amparado por la garantía constitucional de la cosa juzgada. A! recurrir la aduana en queja ante la Corte, por entender que la ley 21.898 atribuye independencia en el juzgamiento de las infracciones aduaneras que no dependen de las decisiones judiciales y, por ende, que no existía cosa juzgada respecto del anterior fallo de la Justicia en lo Penal Económico, el Alto Tribunal sostuvo que ante la sanción de la ley 21.898 "existen dos géneros de ilicitudes, agrupados en las infracciones y los delitos aduaneros, y que estos últimos —contrariamente a lo sostenido por la apelante— no pueden ser considerados al miaño tiempo delito e infracción basándose en la distinción de las penas y sanciones que la ley prevé para ios mismos. Ello se desprende del propio texto de la ley, que para la aplicación de las penas y sanciones por contrabando se remite a una única conducta típica . . . De tal manera, las sanciones del artículo en examen son accesorias de la privativa de libertad, y en cbnsecueni da dependientes de la existencia de aquélla". En el considerando 12 del referido fallo, puntualiza la Corte que "la atribución de competencia a la Administración Nacional de Aduanas para la aplicación de las sanciones de comiso, multa e inhabilitación ... no responde a su jurisdicción en cuestiones de infracciones aduane,ras, sino a su facultad administrativa de imponer ciertas consecuencias accesorias de la condena penal". Con su posterior integración ¡a Corte Suprema ha mantenido esa doctrina in re "Ventura Mar del Plata S.A.C.I.F. y M." en sentencia de! 7/6/84 (El Derecho del 24/8/84). Con ello la Corte Suprema ha resuelto las graves consecuencias procesales & que se hizo referencia más arriba, ya que instruido el pertinente sumario y elevado a la aduana y a la Judicatura, ésta es la que lleva el proceso adelante hasta culminar con el sobreseimiento o la condena, en tanto que la aduana debe esperar tal resolución a efectos de que en el supuesto de condena pueda aplicar las penas accesorias. No obstante la doctrina de la Corte Suprema precedentemente expuesta, existen ciertos supuestos no comprendidos que se pueden plantear, vgr: 1) el juez dicta auto de sobreseimiento provisional encontrándose el sumario aduanero sin instruir o en trámite, hipótesis en la que parecería que la aduana debiera suspender e! pronunciamiento por el término de la prescripción de la acción penal del delito investigado, a efectos de que el sobreseimiento se transforme en definitivo y pase en autoridad de cosa juzgada; asimismo la Administración Nacional de Aduanas como querellante —art. 23 inc. s) del Código Aduanero— podría aportar nuevos elementos de convicción en sede judicial a fin que se considere la reapertura de ¡a causa respectiva (art. 436, 2° párr. Cód. de Proced. en Materia Penal), y se deje sin efecto el sobreseimiento provisional con la consecuencia que se logre una condena, sobre cuya base se encontrara habilitada para imponer ias penas accesorias. 2) El juez dicta auto de sobreseimiento definitivo porque resulta exento de responsabilidad criminal el o los procesados (art. 434 inc. 3° del Cód. de Proced. en Materia Penal), es decir, no porque el hecho probado no constituyere delito, sino por falta de responsabilidad criminal de una o varias personas, y el sumario aduanero se encontrare sin instruir o en trámite, supuesto en el cual dicho sumario debería continuar siguiéndose el procedimiento previsto para las infracciones aduaneras (art. 1121 in fine del Código Aduanero), ya que el aludido pronunciamiento judicial no excluye que el hecho configure el delito de contrabando; pero siguiendo la doctrina de la Corte Suprema cuando el procedimiento aduanero quede en condiciones de dictar resolución deberá suspenderse hasta tanto la justicia dicte un pronunciamiento definitivo sobre la configuración o no del delito. 3) El hecho investigados además del presunto delito de contrabando constituye prima facie una infracción aduanera, hipótesis-que, a su 'vez, se gubdivide en dos supuestos: a) el caso típico es el del contrabando con la infracción contemplada en los arte. 985, 986 y 987 deS Código Aduanero (tenencia injustificada de mercadería de origen extranjero con fines comerciales o industriales), respecto de los cuales la Corte Suprema in re "Félix Lentino y otro", con fecha 16/9/66 ("Fallos", 265-321)', sostuvo que no se trata de ilícitos que se excluyen entre si, ni de! juzgamiento doble de una conducta única, sino de hechos diversos que, por ello mismo, son susceptibles de ser sometidos ai conocimiento de distintas jurisdicciones, conforme lo establece la letra de las disposiciones que están en juego; b) si se tratara del mismo hecho configurativo de delito e infracción aduaneros, estaríamos en presencia de un concurso ideal reglado por el art, 913 de! Código Aduanero, aplicándose sólo las penas correspondientes al delito. Para un mayor análisis de Sas tres referidas hipótesis, ver el artículo de Abarca y Vidal Albarracín citado anteriormente. En relación a causas en que se consideró configurada la infracción prevista en el art. 187 inc. 3° de la ley de aduana porque la encartada manifestó para la mercadería involucrada un valor superior al corriente en plaza, por lo cual la aduana dictó la resolución condenatoria correspondiente, disponiendo además la instrucción de sumario por contrabando respecto de la misma mercadería, se sostuvo que tratándose de un mismo hecho que pudiese tener consecuencias jurídicas múltiples en ningún caso mantendría el Tribunal Fiscal de la Nación su competencia en io atinente a la aludida infracción, "por cuanto el órgano que debe resolver ahora sobre la aplicación de la penalidad económica en materia de contrabando —a diferencia de lo que ocurría bajo el régimen del decreto-ley 6660/63—, es la propia Administración aduanera"; por ello, se dispuso dejar sin efecto la resolución aduanera relativa a la infracción del art. 167 de la ley de aduana, "debiendo por consiguiente la Administración Nacional de Aduanas reasumir las atribuciones que le competen para calificar el hecho, así como para declarar, en su caso, extinguida la pretensión del fisco que podría importar el planteo efectuado" (C.N. Cont. Adm.Fed.Cap., Sala 1, "Patanian, Roberto E.", del 22/11/84, y sus citas de la Sala 1 in re "Loussinian, Eduardo", del 30/3/84 y del 3/4/ 84, y de la Sala 3 in re "Loussinian, Eduardo", del 6/5/80). Pese a que tal jurisprudencia se refirió a despachos de importación oficializados cuando no estaba en vigencia alguna norma simétrica a la contenida en el art. 197 bis de !a ley de aduana según texto de la ley 21.898 —el cual se aplicó atento al principio que las normas procesales rigen inmediatamente, salvo los actos bunal respecto de ¡a diferencia de tributos (as- < pecto tributario, no iníraccional) no abonados en operaciones de exportación, resultantes de aplicar un precio índice difereiste del denunciado, aunque hubiera tomado intervención la Justicia en lo Penal Económico y existiendo la posibilidad que los hechos sobre ios que versaran ¡ los autos pudieran constituir contrabando; no obstante, teniendo en cuenta ¡a conexidad entre j los hechos analizados y los discutidos en el fue-] ro penal económico al encontrarse involucradas:] las mismas operaciones de exportación, se en-; tendió conveniente que el Tribunal Fiscal, dej conformidad con ios principios que emanan delj art. 1101 y concordantes del Código Civil, sus-J pendiera la decisión en las actuaciones ha que en la causa penal económica se definiera | situación (C.N.Cont.Adm.Fed.Cap., Sala 1, "1 Plata Cereal Co. S.A.C.I.A.F. e I.", del 25/lj 84). Esta doctrina jurisprudencial no es pacífj ca, ya que otras Salas de la Cámara sostuvie que durante la vigencia del decreto-ley 6660/6 y también luego de su reforma por la 21.898 —recogida por el actual Código Adu ro— en materia de procedimiento relativo a 1 causas que versaren sobre el delito de conta bando, la competencia para pronunciarse sob: ia situación fiscal de los bienes involucrados e ese hecho ilícito es atribuida a la justicia enl Penal Económico —según la competencia ten tonal asignada—. Ello resulta del régimen i " decreto-ley citado —art. 5a- y deriva en la i tualidad de los arts. 1121 inc. b), 1112,1026" inc. b) y 1028 inc. a) del Código referido; pan el decreto-ley 6660/63 el pronunciamiento relativo a la situación fiscal de los bienes correspondía originariamente al Juez en io Penal Económico, en tanto que e! Código Aduanero pr» cribe que la aludida decisión es parte del contenido propio del sumario contencioso aduanero —arts. 1121 inc. b) y 1112— y recurrirleantelí Cámara de igual fuero -art. 1028, ap. 1 inc, a)- (C.N.Cont.Adm.Fed.Cap., Sala 3, "La Plata Cereal Co. S.A.C.I.A.F. e L", del 27/4/82; Salí 4, "La Plata Cereal Co. S.A.", del 15/7/82). i se a ello, se ha dicho que la sola orden dadap el superior del organismo, aduanero a los fun nanos competentes de instruir sumarios nos pone la apertura de los mismos con las co cuencias procesales establecidas en e! art. 5'ij decreto-ley 6660/63 —vigente en la cumplidos—, que establecía que el delito de puesto que se requiere un paso posterior, < y penados, sin perjuicio de poder también con- bido conocimiento de! juez competente; en c contrabando y sus modalidades serán juzgados es la efectiva instrucción del sumario con el| figurar otra infracción prevista en la legislación so de no abrirse el referido sumario, el Trib aduanera, considerara os que teniendo en cuenta So preceptuado por el art. 913 de! Código Aduanero se impone actualmente idéntica solución. Fiscal es competente para entender en losa (C.N.Cont.Adm.Fed.Cap., Sala 4, '"' Roberto E.", del í4/9/82). La incompetencia del Tribunal Fiscal en| ES Tribunal Fiscal de la Nación no tiene competencia en materia de delitos aduaneros. sas cuyos hechos se encontraban vinculado Empero, se declaró la competencia de ese Tri- suntos por presunto delito de contrabando! tentativa, se declaró entre otras, en C.N.Cont. Adm.Fed.Cap., Sala 3, "Mannesevich, Jacobo", del 8/5/81; así como en los pronunciamientos de dicho Tribunal Fiscal recaídos en "La Plata Cereal", F-677, del 16/3/81; Murtagh, Estela María", G-396, del 25/3/81; "Fano, Luis Joaquín", G-495 del 22/5/81; "Promasa", E-1081, del 27/7/82; "José de San Martín Asociados S.C.A.", G-1367, del 2/9/82). En cuanto a la competencia del Tribunal Fiscal de la Nación en materia aduanera, se tiene que el Código Aduanero la ha cambiado en forma notable, aunque en la Exposición de Motivos del aludido Código se expresa: "El art. 1025, que fija la competencia del Tribunal Fiscal de la Nación, tiene su fuente en el art. 141 de la ley 11.683 (t.o. en 1978) cuyo régimen, en lo sustancial, ha sido mantenido". Desde el punto de vista objetivo, el Código Aduanero amplió el ámbito jurídico de asuntos -respecto de los que el Tribunal en la mencionada materia conocía por imperio del decreto-ley 6660/63 y de la ley 11.683; así por ejemplo, actualmente es de competencia exclusiva del Tribunal Fiscal los recursos contra las resoluciones recaídas en el procedimiento de impugnación en los supues- tos contemplados en el art. 1053 del Código aduanero, excepto su inc. f) —adviértase que este procedimiento prevé casos como el de las prohibiciones a la importación o exportación que antes de la vigencia de dicho Código no eran de la competencia del Tribunal Fiscal y que actualmente lo son por vía del recurso de apelación o del recurso por retardo—. En la actualidad tiene competencia también en los recursos por retardo por no dictarse resolución en los procedimientos dé impugnación —exclusivamente—, de repetición y por infracciones —en forma optativa y excluyante respecto de la Justicia Federal en estos dos últimos—. En materia de repetición no se otorga al Tribunal Fiscal competencia originaria, aun cuando se trate de importes pagados a requerimiento del servicio aduanero; es decir, en todos los casos deberá previamente reclamarse la devolución de los tributos ante el administrador nacional de aduanas, resultando la competencia del Tribunal Fiscal sólo frente al recurso de apelación que el contribuyente interponga contra la resolución denegatoria del administrador, o bien en los supuestos de recurso por retardo en el dictado de la resolución de dicho funcionario. El esquema de competencia del Tribunal Fiscal de la Nación es: Recursos de apelación contra resoluciones del admiras- " trador en procedimiento de impugnación —excepto art. 1053 inc. f)—. Recursos de apelación contra resoluciones del administrador en procedimiento para las infracciones. Recursos de apelación contra resoluciones del administrador en procedimiento de repetición. Recursos por retardo en el dictado de la resolución definitiva en procedimientos de impugnación, repetición y para las infracciones. Recurso de amparo, excepto en las causas por delitos aduaneros. Tribunal Fiscal de la Nación (art. 1025). En los tres primeros tipos de recursos el art. Suprema emergente del fallo dictado en la causa 1025 establece montos mínimos, cuyo importe "Fernández Arias, Elena", a la cual aludimos al se actualiza anualmente en forma automática principio de este trabajo. Sin embargo, estimacon arreglo a lo estatuido por dicho artículo en mos que, siendo el monto resultante de la detersu apartado 2. Cabe destacar que en lo referente minación originaria o suplementaria menor que al procedimiento de impugnación, atento la ex- el monto apelable ante el Tribunal Fiscal, conclusividad de la vía recursiva ante el Tribunal viene pagarlo y luego reclamar la repetición por Fiscal (art. 1132, ap. 2 del Cód. Aduanero), si medio del procedimiento reglado en los arts. el monto de que se trata es inferior al mínimo 1068 al 1079 del Código Aduanero (sin rever apelable previsto respecto de dicho organismo dicha determinación en el procedimiento de jurisdiccional, al interesado no le queda posibi- impugnación), ya que la resolución dictada en lidad alguna de atacar la resolución aduanera aquel procedimiento de repetición resulta susrecaída en ese procedimiento —pasando en au- ceptible de ser atacada mediante la demanda toridad de cosa juzgada- habida cuenta que si contenciosa ante la Justicia, cuyo monto mínipagara e intentara repetir lo pagado, no podría mo para accionar es menor que el relativo al deducir la demanda contemplada en el art. 1132, ap. 1, inc. b) del Cód. Aduanero, en razón de lo normado por los arts. 1069 inc. b) 1) y 1183 de dicho Código. Tal situación podría considerarse contraria a la doctrina de la Corte Tribunal Fiscal. Es decir, "frente a la determinación originaria o suplementaria de monto inferior al apelable ante el Tribunal Fiscal, resulta conveniente elegir el procedimiento de repetición, puesto que si el interesado opta por el procedimiento de impugnación se le cierra el camino de la repetición (véanse al respecto los arte. 1024,1025,1053,1055,1056,1068,1069, 1070,1071,1132,1183 y concordantes)" (Gar- cía Vizcaíno, Catalina; La competencia del Tribunal Fiscal de la Nación en materia aduanera; Derecho Fiscal;Tomo XXXV, págs. 3 y 4). Como lo hemos sostenido en el trabajo mencionado en el párrafo precedente, en materia de infracciones la expresión "implicare" contenida en el inc. b) ap. 1 del art. 1025 importa que se compute —a efectos de determinar la competencia del Tribunal Fiscal por el monto— el valor de la mercadería comisada —en su caso—, además de la multa impuesta. Desde el punto de vista subjetivo se han conferido al Tribunal Fiscal poderes-deberes que antes del Código Aduanero no tenía, tal el caso de la avocación prevista en el art. 1159 de dicho Código frente a los supuestos de retardo en el dictado de la resolución definitiva en los procedimientos de impugnación, de repetición y por infracciones. Ha de resaltarse que el Tribunal Fiscal tiene la facultad atenuatoria de las penas emergentes de los arts. 915 y 916 del Código Aduanero, pudiendo reducirlas por debajo de los topes mínimos previstos en las disposiciones pertinentes. Efectos de la declaración de incompetencia del Tribunal Fiscal: Tal como señalamos en el artículo referido más arriba, entendemos que si se trata de una multa u otro tipo de sanción, el Tribunal Fiscal al declarar su incompetencia debe disponer la remisión de las actuaciones al órgano que considere competente o, según el caso, al órgano que deba dirimir el conflicto de competencia (vgr. a la Corte Suprema, en la hipótesis de configurarse tal conflicto respecto de alguna Cámara Federal con asiento en Provincia, o en lo Penal Económico, con arreglo a lo normado por el art. 24 inc. 7° del decreto-ley 1285/58); lo contrario, supondría colocar en estado de indefensión al encartado por error de presentación. Aun en cuestiones no penales (vgr. tributos), estimamos que son aplicables supletoriamente los arts. 4° y 354, ind 1° del C.P.C.C.N., conforme a lo establecido por el art. 1174 del Código Aduanero; el citado art. 4° que versa sobre la declaración de incompetencia in limine litis, en cuanto establece que consentida o ejecutoriada la pertinente resolución, "se remitirá la causa al juez tenido por competente", en tanto que el mencionado art. 354 inc. 1° al referirse a los efectos de la resolución que declare procedente la excepción previa de incompetencia dispone que el juzgador deberá remitir "el expediente al Tribunal considerado competente, si perteneciere a la jurisdicción nacional. En caso contrario, se archivará". En los supuestos que el Tribunal Fiscal declarara solamente su incompetencia sin disponer la remisión de ios autos a! órgano considerado competente o al que deba dirimir ei conflicto de competencia, la parte accionante tiene ei derecho de ocurrii ante el órgano que corresponda, a efectos que éste solicite la referida remisión del expediente. II) Disposiciones comunes a todos los procedimientos ante el servicio aduanero: Como su nombre lo indica se aplican estas normas a todos los aludidos procedimientos, ya sean de carácter contradictorio, operativo, etc., encontrándose contempladas en el capítulo 1° del Título I de la Sección XIV (arts. 1001 al 1017 del Código Aduanero). Es decir, no sólo tienen aplicación en lo referente a los procedimientos de impugnación, repetición, infracciones, ejecución en sede administrativa, etc., sino también en aquéllos que se encuentran normados en los arts. 43, 50, 51/54, 59, 67, 68/71, 77, 85, 86 / 89, 90, 95, 102, 104/106, 111, 417/419, 427, etc. Los arts. 1001 al 1005 se refieren al domicilio, planteándose distintos supuestos luego de imponer a todo aquél que comparezca ante el servicio aduanero la obligación de constituir domicilio dentro del radio urbano en que tenga su asiento la oficina aduanera respectiva, en forma semejante al art. 19 de la Reglamentación de la Ley Nacional de Procedimientos Administrativos aprobada por Decreto N° 1759/72. Si se omitiera el cumplimiento de esta obligación, deben distinguirse las hipótesis relativas a que el interesado tuviere o no domicilio registrado dentro del radio urbano de la oficina aduanera en que tramitare la actuación: en el primer caso, el domicilio registrado en dicha oficina es considerado como constituido hasta que él constituyere otro, en tanto que si tuviere registrado domicilio fuera de dicho radio urbano es considerado como constituido al solo efecto de practicar la primera notificación en la que se advertirá que debe constituir domicilio dentro del plazo de 10 días, bajo apercibimiento de tenerlo por constituido en la oficina aduanera. Cabe señalar que de acuerdo a lo preceptuado en los arts. 41, 58, 76 y 94, los despachantes de aduana, agentes de transporte aduanero, apoderados generales de ambos, los importadores y exportadores deben constituir un domicilio especial al inscribirse en el registro respectivo; en lo que respecta a los tres primeros sujetos deben constituir domicilio especial en el radio urbano de la aduana en la que hubieren de ejercer su actividad, pero los importadores y exportadores sólo deben constituir domicilio especial en la República por lo cual en este caso podría darse el supuesto de tener domicilio registrado fuera del radio urbano de la oficina aduanera donde tramite determinada actuación. Prescribe el art. 1004 del Código Aduanen que "cuando debidamente notificado el interesado no constituyere o no tuviere registrado í>o micilio en el radio urbano de la oficina aduane- lados; d) los demás que la autoridad dispusiere ra respectiva, se considerará que ha constituido (art. 1012). A los medios de notificación se redomicilio, a los efectos de la actuación de que fiere el art. 1013 (en forma personal, por prese tratare en la oficina aduanera en que tramita- sentación espontánea del interesado de la que re la misma, en donde quedarán notificadas de resultare su conocimiento del acto, por cédula, pleno derecho todas las providencias o resolu- telegrama colacionado, por edicto "cuando se ciones que se dictaren, en la forma prevista en tratare de personas inciertas o cuyo domicilio el art. 1013, inciso g)" (es decir, en forma auto- se ignorare", etc.) y los arts. 1014 y 1015 a la mática ios días martes y viernes, o al día siguien- notificación por cédula. te hábil si alguno de ellos fuere feriado). TamJurisprudencia: "La notificación de los acbién se considerará automáticamente constitui- tos administrativos debe quedar acreditada en do en la oficina aduanera en que tramitare la ac- el expediente de que se trate de manera fehatuación, notificándose por nota las resoluciones ciente, y sólo a través del cumplimiento de las que se dicten si el domicilio constituido resulta- formalidades que a tales efectos establezca la re no existir, o desapareciere, se alterare o supri- ley" (T.F.N., Sala G, "Furianetto S.A.", del 25 / miere su numeración y no se hubiere constitui- 10/84). La falta de constancia de intervención do uno nuevo (art. 1005). de la empresa de correos (estando en blanco los El tiempo en que 'deben cumplirse los actos espacios destinados a la firma del empleado de procesales y la forma de computar los plazos se correos) y la ausencia de la fecha de la supuesta encuentran considerados en ¡os arts. 1006 al entrega, obstan a la validez de la pretendida no1011, de manera que se establece el principio tificación, ya sea que se considere la aplicación de la perentoriedad de los plazos (1006), esto es, son plazos perentorios como enseña Couture de la ley de aduana (art. 38) o el Código Aduanero (art. 1013); lo previsto en los arts, 1051 y "aquellos que, vencidos, producen la caducidad 1052 de dicho Código no puede constituirse en del derecho, sin necesidad de actividad alguna obstáculo para que el administrado ejercite su ni del juez ni de la parte contraria. La extinción derecho de ocurrir al Tribunal Fiscal, una vez del derecho se produce por la sola naturaleza tomado conocimiento de la resolución recurridel término, lo que quiere decir que se realiza ble ante éste y en cuyo caso el juzgador analizapor ministerio de la ley ... la perentoriedad su- rá la configuración o no de una eventual cosa pone que, vencido el último día, se extinguió juzgada, o bien de la improcedencia formal o definitivamente la posibilidad de realizar el acto no del recurso por presentación extemporánea procesal" (Fundamentos del Derecho Procesa! (T.F.N., "Fate S.A.", G-2421 del 22/4/85). Se Civil, pág. 177. Ed. Depaima; Buenos Aires; declaró también la nulidad de la notificación, 1978). Los plazos —salvo disposición en contra- de! fallo recurrido teniendo en cuenta que si rio— se computen por días hábiles administrati- bien dicha notificación había sido dirigida al vos cuando no exceden de 30 días y cualquiera domicilio constituido, la misma fue devuelta fuera su extensión los de carácter procesal (art. por el correo, meritaándose que se trataba de 1007). AI vencimiento en día inhábil adminis- una cuestión de derecho penal tributario por lo trativo se refiere el arí. 1008, conteniendo el art. cual debían extremarse los recaudos, no corres1009 una disposición semejante al art. 124, 3° pondiendo, por ende, considerar como fecha de párr., del C.P.C.C.N, en el sentido que las pre- notificación del fallo la que constaba al reverso sentaciones no efectuadas en el horario hábil del memorándum cerrado que ftiera devuelto administrativo de! día en que venciere el plazo por el correo, atento que no se habría efectuase podrán efectuar válidamente dentro de las do la debida notificación conforme con las nordos primeras horas hábiles administrativas del mas procesales (T.F.N., "Hoffrichter, Carlos", día siguiente al de su vencimiento. Las actua- F-1124 del 18/12/81). Habiéndose constituido ciones y diligencias deberán practicarse en días domicilio "ad-litem", suponer que ía Adminisy horas hábiles administrativos (art, 1010), pu- tración Nacional de Aduanas pueda elegir a su diéndose habilitar días y horas para cumplir arbitrio el domicilio en el cual pondrá en conoalguna actuación o diligencia determinada (art. cimiento de los interesados las decisiones que 1011). adopta en un sumario, constituye un despropóLas notificaciones son reguladas en ios arts. sito a los efectos de la defensa de los derechos 1012 al 1015. Deben notificarse, a más de los de éstos, máxime cuando aquella elección se actos cuya notificación estuviere expresamente realiza entre el domicilio real del sumariado prevista: a) los actos administrativos de alcance y el especial constituido en las actuaciones individual que tuvieren carácter definitivo y ios conjuntamente con su letrado patrocinante; qué obstaren a ¡a prosecución de los trámites; al practicarse la notificación en el domicilio b) los que resolvieran un incidente o que en al- real del recurrente., no puede admitirse sin más guna medida afectaren derechos subjetivos o in- —principalmente cuando no existen otros eletereses legítimos; c) los que ordenaren emplaza- mentos de hecho que acrediten el fundamento mientos, intimaciones, citaciones, vistas o tras- de esa notificación— que éste ha tomado cono- cimiento cierto de la resolución condenatoria, sobre todo cuando la notificación reviste la importancia que tenía en la especie, desde que a partir de la misma comenzaba a correr el término para apelar (T.F.N., "Cristóbal, Guillermo", E-2197 del 10/7/84). Cabe destacar que el art. 27 letra c) del Reglamento de Correos (folleto 21-B de la C.D.V., modificado por Resolución 8837/61 D.N.C.) dispone que dicho servicio público "no penetrará más allá del zaguán, ni subirá a los pisos altos en edificios de más de una planta. En ningún caso efectuará la distribución interna por escritorios o departamentos". Por su parte, el art. 30 autoriza la entrega de la correspondencia de contralor (certificados, oficios, etc.) al encargado o portero del edificio. En consecuencia, es válida la notificación efectuada conforme a estas normas, no siendo óbice a ello la mera circunstancia de no encontrarse transcripta en su totalidad la resolución aduanera en el memorándum, ya que el acto logró su finalidad, puesta de manifiesto en que la actora fundó su recurso de apelación ante el Tribunal Fiscal (C.N. Cont. Adm. Fed. Cap. Sala 3, "Mercedes Benz Argentina", del 12/3/85). La notificación por edictos sólo corresponde en los supuestos expresamente contemplados, tratándose de personas inciertas o cuyo domicilio se ignorare; en el caso de no configurarse alguno de esos supuestos y pretenderse notificar por edictos actos como la notificación de la vista del art. 46 de la ley de aduana (actualmente art. 1101 del Código Aduanero) se dispuso la nulidad del procedimiento sumarial a partir de la notificación erróneamente efectuada (entre otros, T.F.N., "Sudamericana de Intercambio S.A.", F-2332 del 22/12/83). Pese a que el accionante no se encontraba inscripto bajo ningún carácter en la Sección Registro y Autorizaciones Especiales de la Administración Nacional de Aduanas, ni había denunciado su domicilio en oportunidad alguna, la aduana en la causa no acreditó fehacientemente los datos precisos en base a los cuales atribuyó al apelante un domicilio que pertenecía a otara firma desde hacía casi veinte años; teniendo en cuenta que de la totalidad de la prueba producida en sede del Tribunal Fiscal de la Nación surgía que el actor tenía su domicilio denunciado ante ENTEL, Registro de las Personas, Secretaría de Industria y Minería, Dirección General Impositiva y Registro Industrial de la Nación, permitió concluir que no se verificó la situación que tornaría procedente la notificación por edictos, habida cuenta que el domicilio del imputado resultaba fácilmente determinable por los funcionarios aduaneros intervinientes, como realmente ocurrió cuando se recabaron informes a efectos de iniciar las acciones judiciales correspondientes, por ello se declaró la nulidad de las actuaciones cumplidas a partir de la notificación por edictos de la vista del art. 46 de ia ley de aduana (T.F.N., "Karpinski, Estanislao", G-2150 del 16/4/84, y sus citas de la C.N. Cont. Adm. Fed. Cap., Sala 3, "Frigorífico Meatex" del 16/10/80 y "Minnesota 3M" del 27/10/83). Por falta de notificación al interesado del momento en que se realizaría el acto de aforo y verificación de la mercadería se dispuso la nulidad del procedimiento, ya que el acta de verificación fue labrada sin intervención del interesado y en ninguna de las instancias de la causa existe constancia de haberse cumplido el requisito impuesto por la norma, por lo cual se vieron lesionados los derechos del recurrente en razón de haber precluido la instancia procesal establecida por la norma para cuestionar el aforo practicado, máxime cuando en el caso el apelante se agraviaba de la circunstancia de haberse aforado como nueva mercadería usada (T.F.N., "Arzeno, Héctor", G-1758 del 15/4/ 83). El art. 1016 establece que los informes periciales deben encomendarse a funcionarios u organismos oficiales; si no existieran de la especialidad en las cuestiones que se requiriere dictamen se prevé la designación de perito en forma análoga a la del art. 464 del C.P.C.C.N. El art. 10Í7 sienta la supletoríedad de la Ley Nacional de Procedimientos Administrativos y en materia de ilícitos aduaneros (infracciones y delitos) las disposiciones del Código de Procedimientos en lo Criminal en el orden nacional. III) Disposiciones especiales para los procedimientos de impugnación, de repetición y por j infracciones: En el capítulo 3° del Título I de la Sección XIV se establecen las normas generales de los procedimientos especiales que implican contienda: impugnación, repetición e infracciones; no obstante que el servicio aduanero ejerce facultades jurisdiccionales no se encuentra frente a dos partes que litigan como protagonista y ] antagonista, es decir, ante la aduana los particulares solamente se defienden de la pretensión! fiscal o punitiva sin que se configure la in del triángulo actuante (juzgador y las dos par-: tes) del típico proceso. Tal imagen recién apare-1 ce frente a las instancias posteriores (Tribunal] Fiscal de la Nación, Justicia Nacional en lo < tencioso administrativo, etc.). Habida cuenta que ante el servicio adua no existen dos "partes" es que no puede dicto se pronunciamiento sobre costas (conf. C.1 Cont. Adm. Fed. Cap., Sala 2, "Souza, Elena" del 27/10/83). La presentación de personas que invoquei un derecho o un interés ajeno se encuentra i guiada en los arts. 1030 al 1033. Con el efei de norma especial que en este aspecto inaplicable la general, no rige consecuenh mente en los referidos procedimientos y ante el Tribunal Fiscal en materia aduanera el art. 15 de la ley 10.996, el cual permite ia representación en juicio a las personas de familia dentro de! segundo grado de consanguinidad y primero de afinidad y a los mandatarios generales con facultad de administrar respecto de los actos de administración. Es así que el art. 1030 del Código Aduanero determina que "sólo podrán presentarse, por un derecho o un interés que no fuere propio, las personas que ejercieren una representación legal y aquéllas que se encontraren inscriptas en la matrícula de procuradores o de abogados para actuar ante ia justicia federal". Cabe aclarar que los representantes legales son aquellos cuyo carácter de tales deriva directamente de la ley, vgr. los padres respecto de sus hijos menores (ver arts. 57 y 59 del Código Civil), los presidentes de ios directorios de las sociedades anónimas (art. 268 de la ley de sociedades), etc. El art. 1031 se refiere a la acreditación de la capacidad procesal y a la oportunidad en que deberá efectuarse (en la primera presentación), pudiendo el administrador —conforme al art. ¡ 1032— exceptuar de la obligación de presentar ( las partidas correspondientes a los padres que ' comparezcan en representación de sus hijos menores y al marido o a la mujer que lo hagan en representación de su cónyuge incapaz. Se con: templa la intimación para que el representante | de quien intervenga en los mencionados proceí dimientos de impugnación, repetición o por infracciones, y que no lo hubiere hecho en la forma prevista en los arts. 1031 y 1032, acredite su personería en los plazos y con los efectos en caso de incumplimiento que dispone el art. 1033. j Establece el art. 1034 que "en todas las presentaciones en que se planteen o debaten cuestiones jurídicas será obligatorio el patrocinio letrado". Esta norma procura garantizar al particular el "debido proceso administrativo" y al servicio aduanero que las presentaciones que se efectúen "gocen de la seriedad y eficiencia suficientes como para no obstaculizar la buena marcha del procedimiento" (Exposición de Motivos). Como bien señala Calamandres la obra de los letrados responde también al interés público a la vez que favorece a la parte; su actuar facilita al magistrado la tarea de juzgar, ya que le presenta los requerimientos de las partes reducidos a fórmulas técnicamente inteligibles, sin que el juzgador tenga que realizar por sí la enucleación del caso jurídico de entre la confusa broza de los hechos materiales, pudiendo considerarse hasta como colaboradores suyos puesIto que "sin su presencia los juzgadores no podrían desplegar su elevada función con la serenidad y rapidez de que es garantía la presencia de los defensores continuamente interpuestos entee el magistrado y las partes: asumiendo sobre sí el trabajo más fatigoso e ingrato, que es el del contacto directo con los litigantes, los defensores posibilitan a los jueces el mantenerse por encima de la contienda y conservar intacta su virtud más preciosa, que es ia imparcialidad" (Instituciones de Derecho Procesal CiviS, Vol. II, págs. 393/395; E.J.E.A.; Buenos Aires; 1962). Los arts. 1030 ai 1034 se aplican también en el procedimiento ante e! Tribuna! de ¡a Nación respecto de su competencia en materia aduane* ra (art. 1141). A los plazos procesales, su cómputo y ampliación se refieren los arts. 1035 y 1036. Por alguno de ¡os medios previstos en el arí. 1013 deben notificarse los actos que se mencionan en el art. 1037, es decir, los que pueden dar lugar a la impugnación del art. 1053, los que hicieren saber que se ha trabado una medida cautelar o decretado su levantamiento —ver arts. 1085, 1094, 1112 inc. d) y 1088—, Jos que decidieren sobre la falta de legitimación para actuar, los que dispusieren la citación para prestar declaración indagatoria o testimonial —vgr. art. 1094 inc. c—, los que decretaren el auto de sobreseimiento —art. 1098—, los que confirieren la vista para presentar la defensa en el procedimiento para las infracciones —arts. 1101 y 1102—, los que declararen la rebeldía —vgr. art. 1105—, los que decretaren ia apertura de la causa a prueba, la denegación de medidas probatorias y la denegación de plazo extraordinario de prueba —arts. 1059, 1060, 1072, 1073, 1107 y 1108-, ios que pusieren el expediente para alegar —arts. 1063, 1076 y 1110—, los que resolvieren las causas en forma definitiva —arts. 1065, 1078 y 1112—, los que concedieren o denegaren la apelación, los que dispusieren la venta prevista en el art. 1124. Se establece expresamente la obligación de comparecer a prestar declaración indagatoria o testimonial y las consecuencias de la incomparecencia en el art. 1038. No obstante el impulso de oficio que es nota característica de los procedimientos que consideramos, se prevé la posibilidad que el interesado produzca determinadas medidas de prueba en caso que el administrador asi lo disponga (art. 1039). Es obligatorio el dictamen jurídico previo a la resolución definitiva cuando el administrador no fuere abogado (art. 1040). El art. 7 inciso d) de la ley 19.549 califica como requisito esencial a los dictámenes provenientes "de los servicios permanentes de asesoramiento jurídico cuando el acto pudiere afectar derechos subjetivos e intereses legítimos". A ia posibilidad de aclaratoria de la resolución definitiva se reñere el art. 1041, la cual puede tener lugar de oficio o a pedido de parte, sin alterar ¡o sustancial de ia decisión. La petición de aclaratoria deberá formularse dentro de los cinco días de la notificación e interrumpe el plazo para apelar, En relación a la tasa de almacenaje se puntualiza que cuando en tes procedimientos para las infracciones, delitos o de impugnación, se desestimare lo denuncia, sobreseyere o absolviere o se hiciere lugar a la impugnación, no se tributará dicha tasa desde la fecha de la iniciación del procedimiento hasta 10 días después de ía fecha en q«e quedare ejecutoriada la resolución. Si la resolución definitiva fuere condenatoria o rechazara lo impugnación, la tasa se calculará sobre la base de 5a escala mínima correspondiente a la mercadería de que se trate, durante ía sustanciación del procedimiento y hasta 10 días después de la fecha en que quedare ejecutoriada la aludida resolución (art. 1042). Las Segundas Jornadas de Derecho Aduanero celebradas en Buenos Aires en 1983 recomendaron Sa reforma de! art. 1042 del Código aduanero "a fin de establecer que el beneficio que acuerda se extienda hasta diez días después de la notificación del acto mediante el cual la autoridad aduanera hubiere autorizado el retiro a plaza de la mercadería, estableciéndose al mismo tiempo que el tratamiento de excepción previsto cesará desde el momento en que el interesado no cumpliere con la realización de cual'quier acto o prestación que estuviere a su cargo y fuere necesario para la entrega o condicionante, de la misma". Asimismo recomendaron: "ínterin se produzca la modificación propuesta, que la Administración Nacional de Aduanas reglamente ei art. 1042, estableciendo que cuando el servicio aduanero, para cumplir con ía entrega de la mercadería requiera actuaciones, instrumentación o documentos cuya realización o aporte esté a cargo de otros organismos o dependencias estatales, el plazo de diez días quedará automáticamente suspendido en su curso por el tiempo que insuma la. satisfacción de tales recaudos", Los arts. 1048 al 1049 prescriben el procedimiento para ¡os incidentes, es decir, para las cuestiones accesorias que tuvieren relación "con • el objeto principal que se debatiere" y que no estuvieren sometidas a un procedimiento especial; tramitan como incidentes vgr. los pedidos de libramiento con garantía de mercadería detenida durante la sustanciación de un procedimiento, la nulidad que se invoque en los términos del art. 1052, etc. Jurisprudencia: Se entienda que ei plazo para resolver el pedido de reembolso efectuado es el del art. 1047 del Código aduanero o eí de 60 días que prevé ei art. 10 de la ley 19.549, vencidos ambos plazos la recurrente estaba habilitada para pedir el pronto despacho. Habiendo transcurrido desde la fecha de la presentación de éste ei término de 30 días fijado por el art. 10 de la !ey 19.549 sin que la aduana fasya resuelto lo solicitado, eí silencio del-organismo recaudador debe interpretarse como negativa en ¡os términos de dicha norma (art. 1017 del Código Aduanero) y consecuentemente quedó habilitada la recurrente para articular la vía contemplada en el art. 1053 del citado Código (T.F.NL "Rocín S.R.L.", F-1678deI 1/11/82). Ver IV, 6, B, Jurisprudencia. Los arts. 1050 al 1052 se refieren a las nulidades de procedimiento consagrando el principio que "la nulidad por la nulidad misma no vale", de'modo que no puede declararse la nulidad cuando el acto pese a su imperfección logró la * finalidad a que estaba destinado, o hubiera sido j consentido aunque sea tácitamente por la parte íj interesada en la declaración (por ejemplo» si el interesado no promoviere el incideiste de nulidad dentro de los 5 días siguientes al conocimiento de! acto, salvo disposición especial que fije un plazo mayor). El incidente de nulidad, tramita en la forma prevista en los arís. 1043 all 1049. IV) Procedimientos especiales: Efectuadas las consideraciones generales, pasamos a considerar específicamente cada uno de tales procedimientos, 1) Procedimiento de impugnación (arts. 1053 a 1067). Como señala la Exposición de Motivos procura la unificación del trámite "de la mayor parte de las controversias que puedan suscitarse en materia aduanera". Procede contra los siguientes actos (art. 1053): a) por los cuales se liquiden "tributos aduaneros, en forma originaria o suplementaria, siempre que ía respectiva liquidación no estuviere contenida en la resolución condenatoria recaída en el procedimiento para las infracciones", teniendo la impugnación en este caso efecto suspensivo (art. 1058), no suspende el curso de ios intereses (art. 795} y suspende la prescripción de la acción fiscal (art. 805 inc. c); b) la intimación de "la restitución de los importes que el Fisco hubiere pagado indebidamente en virtud de los regímenes de estímulo a la exportación regidos por la legislación aduanera", también en este supuesto la impugnación tiene ¡ efecto suspensivo (art. 1058), no suspende curso de los intereses (art. 846) y suspem el curso de la prescripción de ia acción del Fi (art. 853 inc. b); c) la aplicación de prohibi nes que se dispongan.de acuerdo a lo normí por la Sección VII!, en este caso la impugnará no tiene efecto suspensivo; d) ia denegación pago "de los importes que ios interesados maten ai Fisco en virtud de los regímenes de timulos a la exportación regidos por la íegi ción aduanera", supuesto en el cual el red de pago interrumpe la prescripción (arts. , inc, a), suspendiéndose su curso durante la sustanciación del reclamo ante e! servicio aduanero (art. 842 inc. a), e) la aplicación de multas automáticas, vgr. las previstas en los arts. 218, 220 y 222, teniendo en este caso la impugnación efecto suspensivo (art. 1058); f) de resolución de "cuestiones que pudieren afectar derechos o intereses legítimos de ios administrados que no estuvieren contemplados en oíros procedimientos", en cwyo supuesto ia impugnación no tiene efecto suspensivo (art. 1058). Además de los casos en que expresamente consignamos que la deducción de ia Impugnación no suspende el curso de los intereses, de! art. 838 podría arribarse a la misma conclusión, respecto de la hipótesis d). De los art. 799, 849, 839 y 926 en relación a ios supuestos a), b), d) y e), respectivamente, puede colegirse que la impugnación tampoco suspende la actualización, contemplándose en el art. 457 una forma de evitaría para el interesado al disponer que "cuando se hubiere garantizado con depósito de dinero en efectivo en sede aduanera, el importe garantizado no se hallará sujeto a actualización". Cabe destacar que ias Segundas Jornadas de Derecho Aduanero declararon que "en caso que el depósito de dinero en sede aduanera en carácter de garantía tuviese que ser devuelto por el servido aduanero, deberá ser objeto de actualización desde el momento en que haya sido depositado. El art. 45? del Código Aduanero no se opone a este criterio ya que como dicha norma io dice expresamente, lo que impide es la actualización del importe garantizado pero no del monto entregado en garantía". Debe puntualizarse que el art. 799 ai referirse a ias liquidaciones de tributos establece que la actualización se computará "hasta el penúltimo mes anterior al de la fecha del pago o a! de aquélla en que se garantizare el importe controvertido con dinero en efectivo, entregado en calidad de depósito en sede aduanera". Jurisprudencia: El art. 805 inc. e) si bien dispone que se suspende la prescripción de ia acción del fisco para percibir los tributos desde que el deudor o responsable interpusiere algún recurso o reclamación que tuviere efecto suspensivo contra la liquidación tributaria, dicha suspensión se produce hasta el dictado de la decisión que habilitare su ejecución; siendo que la resolución recaída en el recurso anulara el pronunciamiento aduanero, no habilitó la ejecución de los cargos, por lo cual debe concluirse que dicho recurso no suspendió el curso de la prescripción, y habiendo sido declarados nulos los cargos suplementarios recurridos no constituyen actos interruptivos !as intimaciones de los aludidos cargos (T.F.N., "Indo S.A.", F-2691 del 28/5/85). Cabe señalar que por razones de economía procesal, el art. 1054 dispone que la valoración, la clasificación arancelaria y los demás actos -preparatorios de la liquidación de tributos aduaneros únicamente podrán ser cuestionados en oportunidad de impugnarse dicha liquidación. Plazo y forma de la impugnación: El plazo es de 10 días que se cuenta desde la notificación del acto respectivo (art. 1055). No interpuesta la impugnación dentro de este plazo eí acto queda firme sin perjuicio que et administrado, dentro del período de prescripción, pueda pagar el importe intimado y promover el procedimiento de repetición. Sobre la conveniencia o no del procedimiento de impugnación o el de repetición, ver I en el aspecto referente a la competencia del Tribunal Fiscal de la Nación. Dentro del referido plazo e! interesado puede impugnar ias actuaciones cumplidas hasta ese momento por defectos de forma, "no pudíendo hacerlo en lo sucesivo" (art. 1057). Jurisprudencia: Habiendo intimado la autoridad aduanera el pago dentro de 15 días con un formulario fuera de uso, con cita de normas que refieren dicho lapso, no vigentes en el momento, permite admitir que la recurrente pudo haber entendido que tal autoridad le ampliaba e3 plazo establecido en el art. 1055, no siendo admisible 'que en detrimento del derecho de defensa del contribuyente, se presuma que éste debió suplir la errónea utilización por la aduana del formulario de marras (C.N. Cont. Adm. Fed. Cap., Sala 1, "Telesud S'.A." del 27/4/84). Se declaró la improcedencia del recurso en un caso en que la actora se limitó a remitir, dentro del término de impugnación, una earta-documento requiriendo una prórroga, solicitud que fue rechazada por la aduana y que dio lugar a una nueva presentación de la firma que se reputó tardía; ello así con fundamento en que los plazos tiene carácter perentorio de acuerdo al art. 1006 del Código Aduanero, sin que empece a la solución lo preceptuado por la ley 19.549, ya que su aplicación supletoria no puede llegar al extremo de dejar de lado requisitos establecidos expresamente por las normas que rigen ia materia. Tal improcedencia del recurso no afecta de modo defmitivo la posibilidad de revisar judicialmente los derechos invocados por la recurrente por la eventual utilización de los otros remedios legalmente consagrados para ese menester (C.N. Cont, Adm. Fed. Cap., Saía 1, "E.A.D.A. S.A." del 14/3/85). En el escrito de impugnación deberá ofrecerse toda la prueba y acompañarse la documental que estuviere en poder del interesado; si no la tuviere en su poder deberá individualizarla, indicando su contenido, el lugar y ia persona en cuyo poder se encontrare (art. 1055), Este escrito ha de presentarse en la oficina aduanera de la que emanara el acto impugnado, la cual inmediatamente elevará las actuaciones al administrador (art. 1056), entendiéndose en ese carácter al Administrador Nacional de Aduanas en caso que el acto impugnado de él hubiera emanado, o al administrador de la aduana en cuya jurisdicción hubieran tenido lugar los actos impugnados, o al jefe de la dependencia de la Administración Nacional de Aduanas encargada de Sa revisión de los documentos aduaneros cancelados, o a los sustitutos legales de ios funcionarios referidos. Puro derecho: Si no existe mérito para recibir la causa a prueba, se agregará —si corresponde— el dictamen jurídico, debiendo luego resolver el administrador "sin más trámite la impugnación" (art. 1061), lo cual no es óbice a que pueda dictar las medidas para mejor proveer que considere necesarias (art. 1064). Etapa probatoria: Recibidas las actuaciones el administrador ordenará la apertura a prueba - en el supuesto de haber hechos controvertidos— y proveerá a su producción (art. 1059), rechazando las pruebas que no se refieran a los hechos invocados en el escrito de la impugnación, las inconducentes, superfluas o meramente dilatorias (art. 1060). En virtud de las garantías inherentes al debido proceso el principio debe ser el de la admisibilidad de la prueba y la excepción el rechazo; recuérdese que el acto de ¡a denegación de las medidas probatorias tiene que notificarse por algún medio del arí. 1013 (art. 103? inc. h), siendo susceptible del recurso de revocatoria del art. 1129 inc. d). ES plazo de prueba es de 40 días, pudiendo ampliarse por la naturaleza de las medidas probatorias y el lugar donde éstas deban producirse (art. 1062), previéndose —como ya se dijo— la ampliación de los plazos en el art. 1036. Etapa crítica de la prueba por e! interesado o del alegato: Vencido el plazo probatorio, el administrador pondrá las actuaciones a disposición del interesado por el plazo de 6 días para que produzca su alegato sobre la prueba producida, no pudiendo retirar el expediente a esos efectos (art. 1063), Cabe aclarar que la crítica de la etapa probatoria se produce por el interesado en el alegato, y en la resolución la efectúa el administrador. Resolución - Plazo: Vencido el plazo del alegato, agregado el dictamen jurídico si el administrador no fuere abogado y producidas las medidas para mejor proveer que se hubieran dispuesto, el aludido funcionario debe dictar resolución dentro de los 60 días, "confirmando, modificando o revocando el acto que hubiera sido objeto de impugnación" (art. 1065). Esta resolución debe cumplir con los requisitos esenciales de todo acto administrativo contemplados en el art. 7° de la ley 19.549. No se prevé ei plazo del dictado de resolu- ción cuando no se hubiera abierto la causa a prueba, es decir, tratándose de una cuestión de puro derecho. En este supuesto por el art. 1017 del Código Aduanero que establece la supletoriedad de la Ley Nacional de Procedimientos Administrativos cabe aplicar esa normativa, cuyo art. 10, después de consignar que el silencio de la administración frente a pretensiones que requieran de ella un pronunciamiento concreto se interpretará como negativa, agrega que "si las normas especiales no previeren un plazo determinado para el pronunciamiento, éste no podrá exceder de 60 días. Vencido el plazo que corresponda, el interesado requerirá pronto despacho y si transcurrieren otros 30 días sin producirse dicha resolución, se considerará que hay silencio de la Administración". A la actualización de los importes que debe contener la resolución se refieren los arts. 1066 y 1067 del Código Aduanero, disponiéndose que en los supuestos de los incisos a), b) y e) * del art. 1053 los importes continúen actualizan- j dose "hasta e! penúltimo mes anterior al de la fecha de su efectivo pago o hasta que fueren garantizados con dinero en efectivo entregado en ; calidad de depósito en sede aduanera". En el caso del inciso d) del art. 1053 se contempla la actualización posterior a la resolución "hasta la fecha en que se efectuare ei pago o acreditación, según correspondiere". La posibilidad que el servicio aduanero solicite medidas cautelares al juez correspondiente se encuentra establecida en el art. 1066, ap. 2). Debe destacarse que en cualquier estado del procedimiento anterior a la resolución, el administrador puede disponer medidas para mejor proveer (art. 1064). La resolución definitiva que recaiga en el procedimiento de impugnación es exclusivamente apelable ante el Tribunal Fiscal de la Nación, salvo que se trate del supuesto contemplado en el inciso f) del art. 1053, siendo el mencionado organismo jurisdiccional también competente en casos de retardo en ei dictado de la aludida resolución (art. 1132, ap. 2). 2) Procedimiento de repetición (arts. 1068a 1079). Supuestos en que procede (arts. 1068 y 1069): Pedidos de repetición de importes abo- \ nados en concepto de tributos regidos por la legislación aduanera, siendo sólo susceptibles de este procedimiento: a) los pagos efectuadosí en forma espontánea (vgr. a raíz de liquidado- \ nes practicadas por los interesados, sometidas a la supervisión del servicio aduanero); b) los pa-J gos efectuados a requerimiento del servicio! aduanero, siempre que la respectiva liquida-j ción: 1°) no hubiere sido revisada en el pro miento de impugnación; o 2") no estuviei contenida en la resolución condenatoria dicfc en el procedimiento para las infracciones.. viértase que en estas dos excepciones se imp«t un nuevo procedimiento sobre lo cual el contribuyente ya ha discutido la procedencia de! requerimiento fiscal, en virtud de la estabilidad que deben tener los actos firmes de contenido jurisdiccional. El Administrador Nacional de Aduanas conoce y decide en forma originaria en el procedimiento de repetición (art. 1020), comprendiendo el mismo no sólo los pedidos por tributos aduaneros sino también los reclamos de sumas pagadas por tributos destinadas a otros organismos autárquicos o integrantes de la administración descentralizada, cuya aplicación, percepción y fiscalización tuviera a su cargo el servicio aduanero (ver al respecto la sentencia de la Corte Suprema —y el dictamen del Procurador General en el que se fundamenta— dictada en "Nidera Argentina" del 6/3/80). Los pagos de tributos efectuados por la sentencia del Tribunal Fiscal de la Nación que confirmara la resolución aduanera recaída en un procedimiento de impugnación (conf. art. 1172) y que luego fuera revocada por la Cámara, no son susceptibles del procedimiento de repetición, sino que debe solicitarse la devolución directamente al servicio aduanero, puesto que el requerimiento del Fisco ya fue objeto de controversia y dejado sin efecto. Trámite: El escrito por el que se reclamare la repetición deberá ser fundado y ofrecerse con él toda la prueba, el que se presentará en la oficina aduanera en la que se hubieran pagado los importes de que se trate; dicha oficina de inmediato elevará las actuaciones al administrador, con el informe pertinente (arts. 1070 y 1071). Recibidas las actuaciones el administrador ordenará la apertura de la causa a prueba, y proveerá a su producción (art. 1072), o si no hubiere mérito para ello— agregado el dictamen jurídico si correspondiere— deberá resolver acerca de la procedencia de la repetición (art. 1074). Las disposiciones correspondientes a la etapa probatoria, a la crítica de la prueba por el interesado o del alegato, al trámite en el supuesto que la causa fuere de puro derecho, al plazo para el dictado de la resolución, la posibilidad que se dispongan medidas para mejor proveer (arts. 1072/1078) son semejantes a las expuestas en cuanto al procedimiento de impugnación. Jurisprudencia: Habiéndose solicitado pronto despacho en los términos del art. 10 de la Ley Nacional de Procedimientos Administrativos y una vez vencido el plazo respectivo sin pronunciamiento de la aduana, el Tribunal Fiscal habilitó la instancia en lo atinente al pedido de devolución (T.F.N., "Ford Motor Arg.", Sala F,del 30/5/84 ;"Fate", Sala F, del 7/6/85). refiere el art. 1079, omitiendo consignar el art. 813 referente al reajuste por pagos espontáneos. Las sumas continúan actualizándose hasta el penúltimo mes anterior al dé la fecha en que se hiciere efectiva la devolución. La resolución que recaiga en el procedimiento de repetición es recurrible mediante recurso de apelación ante el Tribunal Fiscal o demanda contenciosa ante el juez competente (art. 1132, ap. 1). 3) Procedimiento para las infracciones (arts. 1080 a 1117). Supuestos en que procede: Se juzgan conforme a este procedimiento ¡as infracciones aduaneras, excepto las que tuvieren previstas sanciones aplicables en forma automática (art. 1080), habida cuenta que para éstas rige el procedimiento de impugnación. Las infracciones aduaneras son las comprendidas en la normativa del Título II de la Sección XII del Código Aduanero (arts. 892 a 996). Asimismo tramitan por el mencionado procedimiento las causas que sustancia el servicio aduanero por delitos aduaneros (art. 1121 inc. b) a cuya jurisdicción y competencia nos referimos en la parte I del presente trabajo. Investigación de los hechos: A) Función de control del servicio aduanero: Ante el conocimiento de la presunta comisión de una infracción aduanera, el referido servicio tiene el deber de investigar en aras de descubrir la verdad real, practicando todas las diligencias necesarias que permitan reconstruir los hechos, pudiendo ejercer todas las facultades de control conferidas por las leyes (conf. art. 1081; ver al respecto Sección II del Código Aduanero). B) Denuncia: Es la manifestación hecha ante el servicio aduanero acerca de la comisión de una transgresión, debiendo reunir según el art. 1082 los siguientes recaudos: a) la relación circunstanciada de los hechos que se consideraren constitutivos de la infracción; b) el nombre, domicilio y demás datos de identidad de los presuntos responsables y de las personas que presenciaron o pudieren tener conocimiento de los hechos —si fuere posible—; c) la indicación de las circunstancias que pudieren conducir a la' comprobación de los hechos denunciados —si fuere posible—; d) el nombre y el domicilio del denunciante. Este podrá solicitar la reserva de su identidad (art. 1083). La denuncia es facultativa para toda persona; únicamente es obligatoria para todo funcionario público que en ejercicio de sus funciones tomare conocimiento de la comisión de una infracción aduanera (conf. art. 1084). Tal disposición tiene su fuente en el art. 164 del Código de Procedimientos en materia penal. No sólo por denuncia puede iniciarse el proA la actualización de ios importes cuando se cedimiento, habida cuenta que el servicio aduahiciera lugar a la repetición de los mismos, se nero puede tomar conocimiento por otros me- dios de Sa presunta comisión de una Infracción (conf. art 1081). C) Medidas cautelares: Durante la investigación así corno en e! curso del procedimiento propiamente dicho, la mercadería en cuestión y demás elementos que pudieren servir de prueba pueden ser objeto exclusivamente de las siguientes medidas: &} detención de su despacho; b) interdicción; c) secuestro {conf. art, 1085). Estas medidas deberán comunicarse inmediatamente al administrador, poniéndose a su disposición la mercadería objeto de ellas dentro de las 48 horas, con remisión de una copia del acta {conf. art. 1086). Las actuaciones deberán elevarse a! administrador, quien dentro de los 25 días —que se cuentan desde la fecha en que se hubiere trabado ía medida— .deberá (conf. art. 1087): a) ordenar la apertura de! sumario: o b) disponer el levantamiento de la medida, sin perjuicio de ia prosecución de la investigación. De vencerse el plazo referido sin que se dictare la aludida resolución, el interesado podrá solicitar el levantamiento de las medidas cautelares, las que quedarán automáticamente sin efecto si el administrador no ordenare Sa apertura del sumario dentro de los 5 días contados desde la fecha de la presentación de la petición, lo cual no es óbice a la continuación de la investigación (conf. art. 1088), D) Elevatoria de las actuaciones al administrador. Efectos: Si no se hubieren trabado medidas cautelares, el servicio aduanero proseguirá la investigación hasta su conclusión, oportunidad en que procederá a elevar las actuaciones al administrador (art. 1089), quien al recibirlas (conf. art. 1090) deberá: a) ordenar la ampliación de la investigación; b) desestimar ía denuncia cuando no fuere verosímil, careciere de seriedad o los hechos investigados no fueren configurativos de una infracción aduanera; o c) disponer la apertura del sumario. Sumario: A) Desde el punto de vista teleológico, procura reconstruir la realidad pasada para el conocimiento de los hechos que se han de juzgar, teniendo una doble dirección: 1°) permite representar a través de las piezas acumuladas en el sumario y demás elementos de convicción la hipótesis infraccional propuesta en base a la investigación; 2°) se empeña en asegurar los elementos materiales y en documentar correctamente la actividad cumplida para posibilitar la realización de etapas ulteriores. En el supuesto que surgiere palmariamente la improcedencia de la prosecución del sumario puede el juzgador dictar el sobreseimiento. En consecuencia, la finalidad inmediata del sumario es: 1) investigatiuo-probatoria,, toda vez que conforme el art. 1091, el sumario tiene por objeto: "a) comprobar la existencia de una infracción aduanera; b) determinar los responsables; c) averiguar las circunstancias relevantes para su calificación le- gal y ia graduación' de las penas aplicables". 2) Cautelar —por la' debida tutela de! interés público no correspondiendo descuidar el interés individual— al agregar el art. 1091: "d) disponer las medidas necesarias para asegurar el cumplimiento de las penas que pudieren corresponder". 3) En algunos casos la finalidad es decisoria, ya que en cualquier estado del sumario —antes de! llamamiento de "autos para sententía"el administrador puede disponer el sobreseimiento (conf. art. 1097). Caracteres del sumario: 1) Eventualmente secreto: El art. 1095 prescribe que según particularidades de la causa, el administrador podrá disponer, en cualquier estado del procedimiento por resolución fundada el secreto del sumario por un plazo que no exceda de 30 días, prorrogable por otro que tampoco podrá exceder .de 30 días. El secreto es el medio por el cual se intenta evitar maniobras tendientes a ocultar la verdad, siendo su finalidad lograr el éxito en la reconstrucción de la realidad que se somete a juzgamiento. De mantenerse el secreto por mayor plazo que el autorizado por la norma, ello faculta al interesado a interponer recurso de amparo ante el Tribuna! Fiscal (coní. T.F.N., "Mantecón, Pedro", C-1349 del 30/5/ 72, Derecho Aduanero, T. IV, pág. 841). 2) Limitada intervención de la defensa: Se colige de Sa característica precedentemente considerada. No obstante que la primaria manifestación de! ejercicio del derecho de defensa se cristaliza en la posibilidad del imputado de intervenir activa y pasivamente en el proceso sóbrela base de una concreta imputación (pasivamente porque debe conocer qué y cómo se investiga; activamente en So atinente a su posibilidad de participar y contradecir en la actividad procesal mediante las facultades de ser oído, probar y alegar con eficiencia), la función cautelar predominante en la investigación sumarial fundamentalmente en los primeros momentos, justifica en determinada medida un sacrificio del interés individual al disponerse el secreto o reserva de las actuaciones sumariales. Ello es ¡ misible siempre que, con posterioridad, se otorgue suficiente posibilidad de defensa al presunto responsable. Cabe agregar que a! consagrarse en el art. 18 de la Constitución Nacional la inviolabilidad de la defensa en juicio de ía persona y de los derechos, se ha determinado un imperativo insoslayable para el legislador en su función normativa y para ei juzgador al ejercer el poder jurisdiccionai. El derecho de defensa del encartado se manifiesta a través de determinados poderes jurídicos: e! de intervenir en el proceso a fin de conocer los hechos atribuidos' y las pruebas de cargo; el de declarar libremen- te en relación a tales hechos, asegurándose el contradictorio; el de ofrecer y producir pruebas pertinentes para demostrar su inocencia o cual- ; ¡ ' : [ f i quier circunstancia que lo beneficie; el de alegar a fin de obtener un pronunciamiento jurisdiccional favorable; y el derecho de defenderse personalmente o, si no se lo permitieran, elegir un defensor para que lo represente y asista. Por el art. 1034 del Código Aduanero es obligatorio el patrocinio letrado en el tipo de cuestiones que se ventilan en el procedimiento que nos ocupa. Son requisitos comprendidos asimismo en el derecho de defensa que el proceso tenga por base una imputación concreía que sea comunicada correctamente al encausado, como la necesidad de la correlación entre la imputación y la sentencia, la cual debe basarse en los elementos probatorios incorporados; el incumplimiento de esos extremos determina la nulidad del procedimiento. Empero, la Corte Suprema ha sostenido que no se produce la efectiva violación al referido art. 18 si existe la posibilidad de subsanar la restricción en una etapa ulterior ("Fallos", 205549; 247-52; 267-393; entre otros). En consonancia con el principio de la inviolabilidad de la defensa, el mencionado art. 18 preceptúa que "nadie puede ser obligado a declarar contra sí mismo" y estatuye la inviolabilidad del domicilio como también de la correspondencia epistolar y los papeles privados, agregando que "una ley determinará en qué casos y con qué justificativos podrá precederse a su allanamiento y ocupación". En materia de ilícitos aduaneros tales casos se especifican en las normas del Código Aduanero referentes al "control" (arts. 112 al 129 - Sección II) en las cuales se contempla la posibilidad de allanar domicilios en algunos casos sin necesidad de autoriz;. ción alguna, por ejemplo los supuestos previstos en el art. 122 inc. b), en tanto que mediando previa autorización judicial en el caso del art. 124; de interdictar y secuestrar documentos y papeles privados en las condiciones del art. 122 inc. c), etc. 3) Escrito: Los actos procesales realizados oralmente se recogen en actas que conforman el expediente, además de los realizados en forma exclusivamente escrita. De esta forma se brinda certeza a los elementos incorporados al proceso, proporcionando segundad jurídica. Concepto de parte: Tienen el carácter de parte en el sumario las personas a cuyo nombre se encontrare la mercadería y los demás supuestos responsables de la infracción y del pago de los tributos que correspondan (art. 1092). Todo aquel que no fuere parte en el sumario no tiene acceso a las actuaciones; si pretendiera hacer valer algún derecho deberá solicitar expresamente que se le notifique la resolución definitiva que se dictare en ellas (art. 1093), A la representación y personería se refieren los arts. 1030 ai 1033. Sobreseimiento: Es la resolución por la cual se interrumpe el normal desarrollo del proceso impidiendo el dictado de la resolución definitiva. ,En el Código Aduanero se prevé solamente el sobreseimiento definitivo, no habiéndose receptado el sobreseimiento provisorio debido a la inseguridad jurídica que éste genera (conf. arts. 1096 y 1097). El sobreseimiento definitivo puede dictarse en cualquier estado del sumario y "antes de dictarse ia resolución por la que se llamare autos para sentencia" (art. 1097). En lugar de "autos para sentencia" debió decirse "autos para resolución definitiva". Corresponde dictar el sobreseimiento definitivo, cuando de la investigación resulte que: a) los hechos objeto del sumario no se hubieran cometido; b) los hechos no configuraren un ilícito aduanero; c) ¡os imputados no fueren responsables (art. 1098). El sobreseimiento definitivo puede ser total cuando se decreta para todos los imputados, o parcial cuando se refiriere a alguno o algunos de los encartados (art. 1100). Como efectos, el sobreseimiento produce la desvinculación del sobreseído a los fines sancionaíorios, lo cual no implica que se desvincule a los efectos tributarios, "excepto que así se lo declarare expresamente, en cuyo caso la causa quedará concluida a su respecto" (art. 1099). Por ende, al sobreseído se le aplica la garantía del non bis in idem, en relación al hecho por el que fue sumariado, Apertura del sumario: En la resolución por la cual se dispusiera la apertura del sumario, según el art. 1094, el administrador debe: 1°) determinar ¡os hechos que se consideraren constitutivos de infracción (a fin de posibilitar el cumplimiento de la garantía constitucional de la defensa en juicio); 2°) disponer: a) las medidas cautelares que correspondieren; b) la verificación (debiéndose citar al interesado, ver II, Jurisprudencia), clasificación arancelaria y valoración de la mercadería (no debe olvidarse que es esencia! la intervención del imputado en los llamados actos definitivos e itreproductibles); c) la recepción de la declaración de los presuntos responsables y testigos, cuando se considere necesario; d) la liquidaciónde los tributos que pudieren corresponder; e) "las demás diligencias conducentes al esclarecimiento de los hechos investigados" (con la finalidad del descubrimiento de la verdad material, el juzgador tiene el poder-deber de ordenar todas las medidas que correspondan, atento a la naturaleza de los hechos investigados). Vista a los presuntos responsables: Cumplidas las medidas dispuestas en el párrafo anterior, el administrador debe correr vista de las actuaciones a los presuntos responsables por el plazo de 10 días, "a fin de que presenten sus defensas, ofrezcan toda la prueba y acompañen teresado le queda la posibilidad de ofrecer esas pruebas en el Tribunal Fiscal de la Nación (conf. arts. 1145 y 1151) o, en su caso ante el Juzgado Nacional en lo Contencioso Administrativo o Federal que corresponda (conf. arts. 1024 y 1179). Las disposiciones referentes al plazo probatorio, a la crítica de la prueba por el interesado o del alegato, a la posibilidad que se dicten medidas para mejor proveer (arts. 1109, 1110 y 1111) son semejantes a las expuestas en cuanto al procedimiento de impugnación (IV, 1). Resolución - Plazo: Presentado el alegato o vencido el plazo para alegar y, en su caso, agregado el dictamen jurídico (cuando el administrador no fuere abogado) y producidas las medidas para mejor proveer, el administrador dictará resolución dentro de los 60 días, en la que: a) condenará o absolverá a los imputados; b) se pronunciará sobre los tributos que correspondieren ; c) podrá hacer extensivas las medidas de interdicción y secuestro a otra mercadería en las condiciones que se mencionan expresamente; d) podrá disponer que el servicio aduanero solicite al juez correspondiente el embargo preventivo, inhibición general de bienes o cualquier otra medida cautelar sobre los bienes del deudor que fueren aptas para asegurar provisionalmente el cumplimiento del pronunciamiento, de modo que "la medida cautelar se trabará bajo la responsabilidad del Fisco por el importe de la condena con más el de los tributos correspondientes, si los hubiere" (art. 1112). En los supuestos que la resolución impusiere multa o debiere liquidar tributos, las actualizaciones a aplicar se contemplan en los arts. 1113 y 1114, respectivamente. No se prevé el plazo del dictado de la resolución cuando no se hubiera abierto la causa a prueba, es decir, tratándose de una cuestión de puro derecho. En este caso por el art. 1017 no es aplicable la Ley Nacional de Procedimientos Administrativos, habida cuenta que tratándose de una infracción la aplicación supletoria del Código de Procedimientos en materia pena! prevalece sobre las disposiciones de la mencionada ley. En consecuencia, se tiene que por el art. 494 del aludido Código el juzgador tiene un plazo de 20 días contados a partir del llamamiento de autos (ya que la audiencia a la que se refiere el art. 494 no es factible de celebrarse en el procedimiento que nos ocupa) para estudiar el proceso y dictar su pronunciamiento. Jurisprudencia! Atento que en e! fallo apelado se ha omitido considerar la situación de una parte de la mercadería, corresponde decretar su nulidad, habida cuenta que la naturaleza de los hechos a que se refieren las actuaciones adminisfluas o meramente dilatorias" (art. 1108). Si el trativas encuadrados por el ente aduanero en el administrador-instructor se equivoca en la esti- ilícito del art. 150 inc. b) de la ley de aduana mación de las medidas probatorias, rechazando impone un tratamiento unitario y un único proalgunas que son pertinentes y relevantes, al in- nunciamiento en razón de las circunstancias, íala documental que estuviere en su poder. Si no tuvieren en su poder la prueba documental, la individualizarán indicando su contenido, el lugar y la persona en cuyo poder se encontrare" (art. 1101). Dentro de tal plazo, los supuestos responsables podrán impugnar las actuaciones sumariales cumplidas, fundamentándose en defectos de forma, no pudiendo hacerlo en lo sucesivo (art. 1104). La referida vista tiene los efectos de la notificación de la liquidación de los tributos a que se refiere el art. 1094 inc. d) (art. 1103), correspondiendo agregar que desde la apertura del sumario y hasta que recayere decisión que habilitare el ejercicio de la acción para percibir el tributo cuando dicho ejercicio estuviere subordinado a aquella decisión, se suspende la prescripción de la acción fiscal (art. 805 inc. a). En el transcurso del referido término el imputado puede extinguir la acción para imponerle la pena por el pago voluntario del mínimo de la multa que pudiere corresponder (art. 930), por dicho pago y por el abandono a favor del Estado de la mercadería en cuestión (art. 931, ap. 1°), o por el pago voluntario del importe del valor en plaza de la mercadería de que se tratare (art. 931, ap. 2°). Extinguiéndose la acción penal por los pagos voluntarios y el abandono, según correspondiere, el antecedente no será registrado (art. 932). Este régimen de extinción no es aplicable a la infracción de contrabando menor (art. 933). Si con posterioridad a la vista que prevé el art. llül, se advirtiere la existencia de otros hechos que pudieran constituir otra infracción, se aplicarán extensivamente o se dispondrán las medidas contempladas en el art. 1094. Una vez cumplidas, se correrá nueva vista en forma similar a la anterior (art. 1102). "Si los hechos fueren los mismos y sólo variare el encuadre legal no se correrá vista de lo actuado" (art. 1102 in fine). La incomparecencia de los presuntos responsables dentro del plazo de la vista tiene como efecto la declaración de rebeldía de éstos, continuando el procedimiento su curso, "aun sin su intervención" (art. 1105); en cualquier estado del prqcedimiento, el rebelde puede comparecer sin que se retrotraiga (art. 1106). Prueba-alegato-medidas' para mejor proveer: Vencido el plazo de 10 días contemplado en el art. 1101, el administrador, si correspondiere, abrirá la causa a prueba y proveerá a su producción (art. 1107), rechazando las pruebas "que no se refirieren a los hechos investigados en el sumario o invocados en la defensa, como así también las que fueren inconducentes, super- les como especie, cantidad y variedad de los efectos, entre otros, que deben considerarse para ponderar la violación o no de los bienes jurídicos que aquella infracción pretende proteger, máxime que en el fallo se señaló que se evaluó la totalidad de los efectos y luego se incurrió'en la señalada omisión de pronunciamiento (T.F.N., "Clusellas, Luis", F-1312 del 7/5/ 82). Al haberse aplicado mía multa en forma solidaria (invocándose en la resolución aduanera recurrida los arts. 172 y 198 de la ley de aduana) se anuló la resolución apelada porque la solidaridad no se presume sino que por el contrario ella debe hallarse expresamente impuesta por la ley, ni puede estar sustentada válidamente en la circunstancia que resulta "imposible" determinar en autos el grado de responsabilidad de cada una de las imputadas conforme lo puntualizaba la aludida resolución (T.F.N., "Asociación Diarios Argentinos S.A.", G-2170 del 10/5/84). No se declaró la nulidad, aun tratándose de materia penal, en el supuesto que ¡os invocados vicios relativos a la ausencia de sustento en los hechos y antecedentes que le sirven de causa y en la falta de motivación suficiente, sean subsanables a través del recurso de apelación ante el Tribunal Fiscal, vía que, por otara parte, asegura adecuadamente el derecho de defensa del administrado (T.F.N., "Heliantus S.A.",G-1882 del 21/6/83). Por aplicación del principio "non bis in ídem'" se anuló la resolución posterior que aplicara otra multa sobre loa mismos hechos juzgados con anterioridad (T.F.N., "José Moscuzza y Cía. S.A.", E-2333 del 20/11/84). Véase asimismo la jurisprudencia citada en el artículo El procedimiento para las infracciones según el Código Aduanero, por García Vizcaíno, Catalina, publicado en El Derecho, T. 97, págs. 921 y ss. su inferior para conocerlas y decidirlas, pero con anterioridad al dictado de la resolución definitiva, Jurisprudencia: Sólo deben someterse a aprobación del Administrador Nacional de Aduanas las absoluciones y atenuaciones que se dicten en virtud de normas que facultan expresamente en tal sentido, pero de ninguna manera permiten una suerte de supervisión general (ni de revisión amplia) acerca del encuadre legal que en la instancia inferior se efectuó respecto de los hechos comprobados o de la adecuación del quantum de la pena impuesta dentro de los límites previstos para cada infracción, si dicha adecuación no es de por sí "atenuación" de dicha pena (entre oíros, C.N. Cont. Adm. Fed. Cap., Sala 1, "Sperry S.A." del 19/6/84 y su cita; Sala 2, "Ucal" del 10/8/78. T.F.N., "Defante" del 19/9/77; "Wepaco", E-673 dei ll/ 6/81; "F.M.C. Arg.", G-2149 del 13/4/84). El Administrador Nacional de Aduanas no puede agravar la condena impuesta por e! Departamento Contencioso Capital, aplicando el valor índice, superior al valor FOB que tomara ese Departamento para establecer la multa; tratándose, por ende, de una decisión "contra legem" corresponde decretar la nulidad de la resolución del Administrador Nacional, quedando subsistente el fallo del Departamento Contencioso Capital, por haber éste agotado, en base a facultades expresamente acordadas (en ese entonces, por el art. 15 de la ley de aduana) el poder sancionatorio de la aduana (T.F.N., "De Fabriziis y D' Orsi S.R.L. y otro", G-2341 del 21/12/84 y sus citas). La resolución del Administrador Nacional de Aduanas en cuanto modifica las sanciones impuestas por el fallo del Jefe del Departamento Contencioso Capital es nula, ya que aquél no tiene facultad alguna para retrotraer el proceso dictando un fallo condenatorio distinto que modifique el monto de la multa y las demás condenas, cuando el poder sancicnaAprobación de la Administración Nacional torio de la aduana había sido agotado por quien de Aduanas: Deben someterse a la aprobación tenía facultades para ello; la competencia del de la Administración Nacional de Aduanas las citado Administrador sólo podía ejercerse resresoluciones por las que el administrador deses- pecto de la absolución que motivó la elevación timare la denuncia, sobreseyere, absolviere o (T.F.N., "Poretti S.A.", Sala F, del 1/7/85). atenuare la pena en los términos de los arts. La facultad de avocación dei Administrador 1115 y 1116. No se requiere aprobación en Nacional de Aduanas conforme al Código Adualos asuntos de poco monto (conf. arts. 1115 y nero se encuentra limitada a los actos aun no 1116) ni "cuando se tratare de supuestos que cumplidos, no teniendo facultades para retrono dieren lugar a pena por encontrarse las di- traer el proceso; por ello, se declaró nula la referencias dentro de la tolerancia legal o de ios solución que condenó a los apelantes modificansupuestos en que la reducción de la sanción do el fallo del inferior al considerar configurada estuviere ordenada por este Código en forma una nueva infracción (T.F.N., "Fernández, Deexpresa y cuantitativa" (art. 1117). Cabe dis- metrio Jorge y otros", F-2313 del 14/12/83). tinguir la aprobación de la facultad de avoca- E! art. 2° de la ley 22.091 —referente al control ción conferida al Administrador Nacional de de legalidad del Administrador Nacional respecAduanas en el art. 23 inc. m) (conf, art. 1021), to de ¡os actos del inferior— no resulta atributipuesto que ésta la posee el superior para atraer vo de competencia, pues no faculta expresahacia sí causas pendientes que se tramitan ante mente a ese Administrador a modificar los fa- ilos dictados por los jueces administrativos inferiores (T.F.N., "Sperry S.A.", G-2232 del 21/ 8/84). 4) Procedimiento para los delitos (arts. 1118 al 1121): Procede en los casos de los delitos previstos en la Sección XII, Título I deí Código Aduanero (contrabando, actos culposos que posibilitan el contrabando y uso indebido de documentos, tentativa y encubrimiento de contrabando). En í) nos hemos referido al sumario de prevención y al doble Juzgamiento que adopta el Código en materia de delitos aduaneros, lugar ai cuai nos remitimos. Cabe agregar que las autoridades de prevención tienen las obligaciones y facultades estatuidas en e! art. 184 del Código de Procedimientos en materia penal (averiguar, recibir denuncias, verificar diligencias necesarias para hacer constar las huellas o rastros aparentes dei delito, detener a Sos presuntos culpables, recoger las pruebas, etc.). En ausencia de las autoridades de prevención a las que aludimos en I, las policías provinciales "adoptarán, dentro de sus respectivas jurisdicciones, !as medidas precautorias inmediatas que resultaren impostergables y que requirieren las circunstancias. la mercadería secuestrada o interdicta deberá ser puesta a disposición de la autoridad federal de prevención competente dentro de las veinticuatro (24) horas. La detención de personas deberá comunicarse inmediatamente a la autoridad judicial que correspondiere y los detenidos se pondrán a disposición de la autoridad federal de prevención competente dentro de las veinticuatro (24) horas" (art. 1119). La autoridad de prevención interviniente debe: a) poner en inmediato conocimiento del juez competente la iniciación del sumario; b) comunicar inmediatamente al juez competente la existencia de detenidos, si los hubiere, poniéndolos a su disposición dentro de las 48 horas de la detención (si el sumario de prevención no hubiere finalizado, se remitirán al magistrado las piezas originales de los actuados hasta ese momento, prosiguiéndose la investigación con copia autenticada); e) poner a disposición de ia aduana de la jurisdicción, si no fuera la autoridad de prevención originaria, la mercadería involucrada en el hecho, a los fines de su verificación, clasificación y valoración, agregándose inmediatamente al sumario el informe correspondiente; d) mantener informado al juez competente del curso de la investigación y cumplir las directivas que éste le impartiere (art. 1120). Concluida la investigación, la autoridad de prevención; a) elevará ias piezas originales al juez competente a los fines de la prosecución de la causa para la eventual imposición de las penas aplicables en sede judicial (ver I), rigiéndose dicha causa por las disposiciones deí Có- digo de Procedimientos en materia penal ;b) remitirá copia autenticada de lo actuado al administrador de la aduana en cuya jurisdicción se hubiere producido el hecho, a efectos de la sustanciación de la causa fiscal tendiente al cobro de los tributos que pudieren corresponder y la eventual aplicación de las penas que se imponen en sede aduanera (ver I), siendo esta causa regida por las disposiciones del procedimiento para las infracciones al que nos referimos en IV, 3). Respecto de la resolución que recaiga en el supuesto b) no se contempla en el Código Aduanero a! plazo para apelar de dicha resolución, pudjendo entenderse por aplicación supletoria de! art. 502 dei Código de Procedimientos en materia penal (arg. art. 101?, ap. 2 del Código Aduanero) que e! aludido plazo es de 5 días. Recuérdese que el Tribu- nal Fiscal en este aspecto e$ incompetente, y que el recurso de apelación debe deducirse ante las Cámaras Federales, o en io Penal Económico de la Capital Federal, según corresponda, conforme a lo normado por el art. 1028, ap. 1, inc. a). 5) Procedimiento de ejecución: Deben distinguirse dos supuestos: A) Ejecución en sede administrativa (arts. 1122 al 1124): Procede si no se pagaren los importes de los tributos y multas cuya percepción estuviera encomendada *al servicio aduanero, como también en caso de ios importes que no se restituyeran al Fisco por haber sido pagados indebidamente por éste en virtud de los regímenes de estímulo a !a exportación regidos por la legislación aduanera, con más la actualización y los accesorios que correspondieren, dentro del plazo de 15 días de quedar ejecutoriado el acto por el que se hubiera liquidado o fijado el importe o, en su caso, antes del vencimiento de la espera que se hubiere acordado para el pago; en tales supuestos el administrador procederá: a) a suspender el libramiento de la mercadería que se encontrare a nombre, por cuenta o que fuere de propiedad de los deudores, garantes o responsables de la deuda; b) a embargar la mercadería que se hallare en Jurisdicción aduanera en las condiciones que expresamente se señalan; c) a suspender en el registro correspondiente al deudor, garante o responsable que estu\riere inscripto en alguna de las matrículas cuyo control llevare el servicio aduanero (art. 1122). Los actos de ejecución en sede aduanera tendientes a percibk los tributos adeudados o repetir los importes indebidamente.pagados por estímulos a las exportaciones constituyen causales de interrupción de la acción del Fisco para percibirlos —arís. 806 inc. b) y 854 inc. b)—; tales actos que tiendan a hacer efectivas las penas también interrumpen la prescripción respecto de las infracciones aduaneras (art. 943 inc. b) y del mismo modo en lo atinente a las multas por delitos aduaneros (art. 891). Las medidas previstas en los incs. a), b) y c) del arí. 1122 cesarán en el momento del pago (art. 1123). Si cumplidas las medidas dispuestas por el art. 1122 no se hubiera efectaado el pago, el servicio aduanero dispondrá, previa comunicación al interesado, la venta de la mercadería conforme a los arts. 419 a 428 (art. 1124); es decir, por pública subasta u oferta bajo sobre cerrado u otros modos. B) Ejecución en sede judicial (arts. 1125 al 1128). Procede en los supuestos del arí. 1122 si no se localizare dentro de la jurisdicción aduanera mercadería que se encontrare a nombre, por cuenta o que fuere de propiedad de los deudores, garantes y demás responsables de la deuda y en caso que éstos no hubieran informado dentro del plazo del art. 1122 sobre la 'existencia de mercadería en tales condiciones; también procede cuando la mercadería localizada no fuere suficiente para cubrir el importe adeudado (art. 1125). En estos casos el servicio aduanero deberá presentarse ante el juez promoviendo la ejecución de la deuda con arreglo al procedimiento prescripto en el Código Procesal Civil y Comercial de la Nación (conf. art, 1126). La demanda interpuesta en sede judicial tendiente a percibir los tributos adeudados y Sos importes pagados indebidamente por estímulos a las exportaciones o ía acción judicial para hacer efectivas las penas tienen efecto interruptivo de la prescripción —arts. 806 inc. c), 854 inc. c), 891 y 943 inc. c)—. Durante la sustanciación de la ejecución judicial se suspende la prescripción en virtud de lo dispuesto por los arts. 805 inc. d), 853 inc. c), 891 y 942. Rige el procedimiento de las ejecuciones especiales —dentro de las cuales se encuentran las ejecuciones fiscales—, aplicándose las disposiciones del juicio ejecutivo con las modificaciones que indica el art. 596 del Cód. Procesal Civil y Comercial de la Nación. Constituye título ejecutivo el certificado de deuda expedido por el servicio aduanero con los requisitos determinados por resolución general del Administrador Nacional de Aduanas (art. 1127). El diligenciamiento de las cédulas de notificación y de los mandamientos está a cargo de agentes del servicio aduanero, cuando éste lo solicitare (art. 1128). Cabe destacar que en el supuesto de interponerse demanda de ejecución fiscal el importe adeudado, actualizado en su caso con más los intereses devengados Hasta ese momento, devengarán, a su vez, un interés punitorio, cuya tasa debe ser fijada con carácter general por la Secretaría de Hacienda (arts. 797, 848. 883 ap. 2 y 925 ap. 2). 6) Recursos: A) Revocatoria: Procede únicamente contra los siguientes actos, a fin de que el administrador los revoque por contrarío imperio: a) el que denegare la legitimación para actuar; b) el que declarare la rebeldía; c) el que declarare la falta de mérito para abrir la causa a prueba; d) el que denegare medidas de prueba ofrecidas; e) el que denegare el plazo extraordinario de prueba (art. 1129). Adviértase que este recurso se interpone ante la misma autoridad aduanera que dictó el acto. Debe deducirse dentro del plazo de 3 días, contado desde la notificación de la resolución atacada (art. 1130), y el administrador lo resolverá dentro de ¡os 10 días, causando ejecutoria la resolución que dictare (art. 1131). B) Recurso de apelación y demanda contenciosa: Ver I). Contra las resoluciones definitivas del administrador dictadas en los procedimientos de repetición y para las infracciones, así como en los supuestos de retardo en el dictado de ¡a resolución en estos dos procedimientos —por no dictarse dentro de los plazos señalados— se podrá interponer en forma optativa y excluyente: a) recurso de apelación ante el Tribunal Fiscal; o b) demanda contenciosa ante el juez competente (art. 1132, ap. 1). Contra las resoluciones definitivas del administrador o en el supuesto de retardo en dictarlas, en lo que respecta al procedimiento de impugnación en los casos previstos en los incisos a), b), c), d) y e) —nótese que se excluye el inciso f)— del art. 1053 sólo procede el recurso de apelación ante el Tribunal Fiscal (art. 1132. ap. 2). Salvo los supuestos de retardo, la apelación o la demanda mencionadas deben interponerse dentro del plazo de 15 días contado desde la notificación de la resolución (art. 1133), y tienen efecto suspensivo (art. 1134), lo cual no implica, en relación a los actos que aplicaran prohibiciones, la autorización para el libramiento de la mercadería en cuestión (art. 1135). Si sólo uno o alguno de los condenados por un mismo hecho interpusieren recurso de apeiación o demanda contenciosa, se suspende la ejecución de las sanciones impuestas a todos los condenados por la resolución recaída e"n el procedimiento para las infracciones, incluyendo tos que no hubieren recurrido (art. 1136); si por lo menos «rio de ios recurrentes hubiera optado por la vía judicial, se considera que todos interpusieron su recurso ante dicha vía (arí. 1137). Interpuesto el recurso o ¡a demanda referidas, se debe comunicar al administrador en las formas establecidas por el art. 1138, dentro del plazo para interponerlos, tal circunstancia a efectos que no se ejecute la resolución de que se tratare. E3 procedimiento ante el Tribunal Fiscal de la Nación se encuentra regulado en los arts. 1140 al 1174, en tanto que e! relativo a la demanda contenciosa se contempla en ios arts. 1175 al 1179, y el que se lleva a cabo ante la Cámara Federal en los arts. 1180 al 1182. Jurisprudencia: Frente a una decisión recaída en un incidente deben admitirse ios mismos recursos previstos para las decisiones adoptadas en el procedimiento que se generan, salvo disposición expresa en contrario; es así que se reconoció la competencia por vía recursiva del Tribunal Fiscal de la Nación (art. 1132, ap. 2 conc, art. 1025 ap. 1, ínc. a) en cuanto a la devolución con reajuste numerario e intereses de una garantía por estimarse encuadrada tal cuestión en el art. 1043 del Código Aduanero. No habiendo existido una decisión de la aduana en relación a esa cuestión epmpete al servicio aduanero expedirse, sin perjuicio del derecho del actor a solicitar ante la autoridad administrativa lo que correspondiere y a ocurrir ante el Tribuna! Fiscal en el supuesto de una denegatoria (C.N. Cont. Adm. Fed. Cap., Sala 2, "Souza, María Elena Pereira de", del 8/8/85 y su cita). Se declaró la improcedencia de un recurso por retardo en el dictado de la resolución definitiva, en un caso en el cual se encontraban pendientes de producción trámites relativos a la prueba, puesto que el estado del procedimiento no permitía al administrador dictar válidamente dicha resolución (T.F.N., "Oleaginosa Moreno Hnos. S.A.", G-2189 del 29/5/84). 7) Efecto de ¡os pronunciamientos definitivos: Si no se interpusiere recurso de apelación ni demanda contenciosa (dentro del plazo de 15 días), la resolución del administrador dictada en los procedimientos de impugnación, repetición y para las infracciones, se tiene por firme y pasa en autoridad de-cosa juzgada (art. 1139), lo cual impide un nuevo pronunciamiento sobre los hechos que fueron objeto de Sas actuaciones. Tal principio se refirma en el art. 1183, el cual además preceptúa que las sentencias dictadas en las causas relativas a las materias reguladas en el Código Aduanero, una vez firmes, pasan en autoridad de cosa juzgada. No todas las resoluciones administrativas pasan en autoridad de cosa juzgada, sino sólo las recaídas en los referidos procedimientos; asi explica la Exposición de Motivos que si el acto por el que se practica una determinación tributaria no es impugnado por el contribuyente dentro del plazo fijado por el art. 1055, ap. 1, este acto queda firme, pero no tendrá el carácter de cosa juzgada y —si bien puede ser ejecutadouna vez pagado puede ser objeto de repetición siguiéndose el procedimiento respectivo y si en definitiva no hubiera correspondido pagar al aludido importe. Por último, cabe señalar que Sas sentencias definitivas de las Cámaras Nacionales pueden ser recurridas, antes de quedar firmes, ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación mediante recurso ordinario o extraordinario de apelación, según correspondiere, y de acuerdo a los requisitos establecidos a tales efectos. Bibliografía. La citada en el texto: Abarca, Alfredo Ernesto y Vidal Albarracín. 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