CARRERA DE MEDICINA - UNIDAD 0 MÓDULO 2 – ÁREA BIOLÓGICA NOXAS BIOLÓGICAS Dra. María Inés Prat Bioq. María Gabriela Sica Dra. Elena Visciarelli 1 NOXAS BIOLÓGICAS Las noxas son los factores capaces de ocasionar perjuicio a un individuo, son sinónimo de agente etiológico o causal y se clasifican en biológicas, físicas, químicas, psíquicas y sociales. En este Módulo nos referiremos a las Noxas biológicas, que se definen como todos aquellos seres vivos capaces de provocar una enfermedad; entre ellos se encuentran las bacterias, los hongos, los virus y los parásitos. Las Noxas Biológicas son conocidas también como los agentes patógenos. BACTERIAS Los seres vivos se dividen actualmente en tres dominios: bacterias (Bacteria), arqueas (Archaea) y eucariontes (Eukarya). En los dominios Archaea y Bacteria se incluyen los organismos procariotas, esto es, aquellos cuyas células no tienen un núcleo celular diferenciado, mientras que en el dominio Eukarya se incluyen las formas de vida más conocidas y complejas (protistas, animales, hongos y plantas). Las primeras bacterias fueron observadas por Anton van Leeuwenhoek en 1683 usando un microscopio de lente simple diseñado por él mismo. Louis Pasteur demostró en 1859 que los procesos de fermentación eran causados por el crecimiento de microorganismos, y que dicho crecimiento no era debido a la generación espontánea, como se suponía hasta entonces. (Ni las levaduras, ni los mohos, ni los hongos, organismos normalmente asociados a estos procesos de fermentación, son bacterias). Pasteur, al igual que su contemporáneo y colega Robert Koch, fue uno de los primeros defensores de la teoría germinal de las enfermedades infecciosas. Robert Koch fue pionero en la microbiología médica, trabajando con diferentes enfermedades infecciosas, como el cólera, el carbunco y la tuberculosis. Koch logró probar la teoría germinal de las enfermedades infecciosas tras sus investigaciones en tuberculosis, siendo por ello galardonado con el premio Nobel en Medicina y Fisiología, en el año 1905. Estableció lo que se ha denominado desde entonces, los postulados de Koch, mediante los cuales se estandarizaban una serie de criterios experimentales para demostrar si un organismo era o no el causante de una determinada enfermedad. Estos postulados se siguen utilizando hoy en día (ver Anexo: Postulados de Koch). Todos los seres vivos y, por ende, las bacterias, tienen dos nombres: el primero es el nombre genérico (género) (por ejemplo, Staphylococcus), al cual sigue el nombre específico (especie) (por ejemplo: aureus). Las bacterias se diferencian de otros seres vivos por ser procariotas y se caracterizan por: - Poseer ADN de doble cadena que no se encuentra dentro de una membrana nuclear. Tener pequeños ribosomas libres en el citoplasma. Ausencia de retículo endoplásmico. Carecer de mitocondrias y otras organelas envueltas por membranas. 2 - Poseer una pared celular compleja de peptidoglucano y proteínas (que no poseen los micoplasmas). Las bacterias se clasifican según varios criterios (Tabla 1). Tabla 1: Principales criterios de clasificación de bacterias de importancia médica Criterio Forma Grupos Cocos Bacilos Espirilos Tinción Gram + Gram – Ácido alcohol resistente Aerobios estrictos Anaerobios facultativos Anaerobios estrictos Esporas Antígenos Resistencia a antibióticos Necesidades de O2 Características especiales Ejemplos Staphylococcus sp Escherichia coli; Bacillus sp Vibrio sp Staphylococcus sp Escherichia coli Mycobacterium Pseudomonas aeruginosa Escherichia coli Clostridium tetani Clostridium tetani Streptococcus Staphylococcus. aureus resistente a meticilina La tinción de Gram es uno de los procedimientos de tinción más importantes en Microbiología médica. Los organismos G+ retienen el colorante cristal violeta luego de la decoloración con alcohol, mientras que los G- pierden el color con el alcohol y necesitan una contracoloración con un colorante rosa (fucsina). Aunque la tinción y las características de desarrollo han constituido la base del diagnóstico microbiológico, la disponibilidad de técnicas moleculares e inmunológicas (sondas de ADN, amplificación de ADN, anticuerpos poli y monoclonales, etc), en gran parte han incrementado la celeridad, la gama y la sensibilidad de las pruebas diagnósticas. Las bacterias presentan una amplia variedad de tamaños y formas. La mayoría presentan un tamaño diez veces menor que el de las células eucariotas, es decir, entre 0,5 y 5 μm. La forma de las bacterias es muy variada y, a menudo, una misma especie adopta distintos tipos morfológicos, lo que se conoce como pleomorfismo (Figura 1). Las bacterias presentan la capacidad de anclarse a determinadas superficies y formar un agregado celular en forma de capa denominado biopelícula o biofilm. En ambientes naturales tales como el suelo o la superficie de las plantas, la mayor parte de las bacterias se encuentran ancladas a las superficies en forma de biopelículas. Dichas biopelículas deben ser tenidas en cuenta en las infecciones bacterianas crónicas y en los implantes médicos, por la dificultad que presentan por su comportamiento diferencial a los tratamientos antimicrobianos (elevada resistencia a los antibióticos). 3 Figura 1: Morfología y disposición bacteriana Al tratarse de organismos procariotas, tienen las características básicas correspondientes como la carencia de un núcleo delimitado por una membrana aunque presentan un nucleoide, una estructura elemental que contiene una gran molécula circular de ADN (Figura 2). El citoplasma carece de orgánulos delimitados por membranas y de las formaciones protoplasmáticas propias de las células eucariotas. En el citoplasma se pueden apreciar plásmidos, pequeñas moléculas circulares de ADN que coexisten con el nucleoide, contienen genes y son comúnmente usados por los procariontes en la conjugación. El citoplasma también contiene vacuolas (gránulos que contienen sustancias de reserva) y ribosomas (utilizados en la síntesis de proteínas). Una membrana citoplasmática compuesta de lípidos rodea el citoplasma y, al igual que las células de las plantas, la mayoría posee una pared celular, que en este caso está compuesta por peptidoglicano (mureína). Las bacterias Gram presentan además una segunda membrana de naturaleza lipídica (membrana externa) rodeando a la pared celular (Figuras 3 y 4). El espacio comprendido entre la membrana citoplasmática y la pared celular (o la membrana externa si esta existe) se denomina espacio periplásmico. Algunas bacterias presentan una cápsula y otras son capaces de desarrollarse como endosporas, estados latentes capaces de resistir condiciones extremas. Entre las formaciones exteriores propias de la célula bacteriana se destacan los flagelos y los pili. 4 Figura 2: Estructura bacteriana Figura 3: Pared celular de bacterias G+ y G- Coco Gram + Coco Gram - Bacilo Gram + Bacilo Gram - Figura 4: Morfología bacteriana y coloración de Gram 5 Las bacterias de interés en Medicina obtienen su energía a través de compuestos químicos, son heterótrofas y necesitan de una fuente externa para algunos metabolitos esenciales. El tiempo de duplicación (lapso de tiempo entre las divisiones de la célula) para la mayoría de las bacterias que producen enfermedad en los hombres es entre 30 y 60 min; un ejemplo de excepción es para Mycobacterium tuberculosis (agente etiológico de la tuberculosis), cuyo tiempo de generación es de 24 h. Las bacterias estimuladas para crecer entran en un crecimiento equilibrado con una fase de demora incial, luego un crecimiento exponencial y, por último, la fase estacionaria, seguida de la fase de muerte, debido al agotamiento de algunos nutrientes esenciales (Figura 5). Las bacterias tienen vías catabólicas potentes y variadas; por ejemplo, degradan macromoléculas muy importantes en los ciclos de C y N2. El metabolismo intermediario es muy importante y es utilizado industrialmente para la obtención de numerosos metabolitos. Muchas industrias dependen en parte o enteramente de la acción bacteriana. Gran cantidad de sustancias químicas importantes como alcohol etílico, ácido acético, alcohol butílico y acetona son producidas por bacterias específicas. También se emplean bacterias para el curado de tabaco, el curtido de cueros, caucho, algodón, etc. Las bacterias (a menudo Lactobacillus) junto con levaduras y mohos, se han utilizado durante miles de años para la preparación de alimentos fermentados tales como queso, mantequilla, encurtidos, salsa de soja, chucrut, vinagre, vino y yogur. Las bacterias tienen una capacidad notable para degradar una gran variedad de compuestos orgánicos, por lo que se utilizan en el reciclado de basura y en biorremediación. Las bacterias capaces de degradar los hidrocarburos son de uso frecuente en la limpieza de los vertidos de petróleo. En la industria química, las bacterias son utilizadas en la síntesis de productos químicos puros para uso farmacéutico o agroquímico. También pueden ser utilizadas para el control biológico de parásitos en sustitución de los pesticidas. Debido a su especificidad, estos pesticidas se consideran respetuosos con el medio ambiente, con poco o ningún efecto sobre los seres humanos, la fauna y la mayoría de los insectos beneficiosos, como por ejemplo, los polinizadores. Como se mencionó anteriormente, el genoma bacteriano se encuentra en un solo cromosoma densamente enrollado, sin membrana nuclear. Los cambios genéticos en estos microorganismos ocurren por mutaciones, translocación de fragmentos de ADN libre, por transducción mediante bacteriófagos o por conjugación, transferencia de pequeños fragmentos de ADN denominados plásmidos. 6 Figura 5: Curva de crecimiento bacteriano Las bacterias son herramientas básicas en los campos de la biología, la genética y la bioquímica moleculares debido a su capacidad para crecer rápidamente y a la facilidad relativa con la que pueden ser manipuladas. El estudio del metabolismo y la genética bacteriana permite a la biotecnología la modificación de las bacterias para que produzcan diversas proteínas terapéuticas, tales como insulina, factores de crecimiento y anticuerpos. En la actualidad, se disponen de diferentes métodos para controlar el crecimiento bacteriano (ver anexo). HONGOS La Micología es la rama de la Biología que tiene por objetivo el estudio de los hongos. Con algunas excepciones, poseen las siguientes características: son eucariotas, aerobios, macro o microscópicos, heterótrofos, la nutrición la efectúan mediante la secreción de enzimas (exoenzimas) que digieren la materia orgánica antes de ingerirla (absorción) y es almacenada en forma de glucógeno, poseen crestas mitocondriales en placa, membrana celular constituida por ergosterol, quitina como principal componente de la pared celular, y se reproducen por estructuras denominadas esporas. Todas esas características contribuyen a que los hongos se encuentren o invadan hábitats muy diversos (son organismos ubicuos) y cumplan una de las funciones más importantes en el ecosistema que es la degradación de material orgánico. 7 Se han descrito alrededor de 70 000 especies de hongos, pero se considera que puede haber 1.5 billones de ellas. De toda esta gran biodiversidad, aproximadamente el 10% constituye el grupo de hogos estudiados dentro de la Micología Médica. Los hongos pueden clasificarse de acuerdo a sus estructuras reproductivas en (Tabla 2 y Figura 6): Grupo Hifas Ejemplos Esporas sexuales Hábitat Ascomicetes Septadas ascosporas Basidiomicet es Septadas Saccharomy ces Pneumocysti s Amanita Agaricus Zigomicetes Cenocític as Mucor Rizopus Zigosporas Suelo y material en descomposic ión Suelo y material en descomposic ión Suelo y material en descomposic ión Oomicetes Cenocític as Septadas Allomyces Oosporas Pennicilium Aspergillus Candida No posee Deuteromice tes basidiospo ras Acuáticos Suelo y material en descomposic ión y piel de animales Tabla 2: Clasificación de los hongos Enfermeda d (ejemplos) Plantas Micosis profundas Intoxicacio nes Mucormico sis Deterioro de alimentos Peces Micosis oportunista s Figura 6: De izquierda a derecha, Aspergillus, Candida, Mucor y Amanita Los hongos pueden ser unicelulares (levaduras) o pluricelulares (mohos y setas). La unidad anatómica y de crecimiento de los mohos es la hifa. Las hifas son estructuras cilíndricas, cenocíticas (aseptadas) o tabicadas (con septos), generalmente multinucleadas. Crecen por el ápice (elongación) y pueden hacerlo en cualquier dirección, incluso dentro del sustrato. Un conjunto de hifas se 8 denomina micelio y cuando alcanzan cierto tamaño se dice que forma colonias (Figura 7). Figura 7: Tipos de hifas Las levaduras presentan formas diversas, esférica, ovoide, elipsoidal y cilíndrica; crecen de forma isodiamétrica (por todos lados) constituyendo la parte vegetativa y en poco tiempo se reproducen asexualmente por gemación, fisión binaria o fragmentación. Algunas levaduras forman cadenas, estructuras a las que se denomina seudohifas (por lo que la agregación de varias de ellas se conoce como seudomicelio). (Figura 7). En la Micología Médica se consideran los hongos dimórficos. Habitualmente, en estos casos se identifica una forma infectante y una forma parasitaria, la primera presente en la naturaleza, la segunda en el hospedador. El ciclo de vida de los hongos inicia con la germinación de una de las esporas, prosigue con el crecimiento en un sustrato, aumenta la biomasa, y termina nuevamente con la esporulación y la diseminación de esporas. La reproducción puede ser asexual (mitosis) o sexual (meiosis), y pueden presentarse simultáneamente. La reproducción sexual se caracteriza por la ocurrencia de recombinación genética; esto proporciona grandes ventajas para invadir o resistir en ambientes desfavorables. Por otra parte, la reproducción asexual se caracteriza por el gran número de esporas que se forman, así como la rapidez con que se lleva a cabo el proceso. Los hongos filamentosos pueden reproducirse por la simple fragmentación de las hifas o mediante la formación de estructuras especializadas, 9 mientras que las levaduras se reproducen por gemación, fisión binaria o fragmentación. Los hongos producen metabolitos secundarios y el hombre los procesa para diferentes industrias como: panadería, cervecería, quesería, en la producción de antibióticos (penicilinas, cefalosporinas), inmunodepresores (ciclosporina), hormonas y esteroides, ácidos orgánicos (ácido láctico y el ácido cítrico empleado en la elaboración de un refresco de gran consumo), enzimas (celulasa, catalasa, amilasa, renina). Saccharomyces cerevisiae es una levadura valiosa no únicamente por su valor comercial sino como sistema modelo en estudios de genética eucariota. Los hongos simbiontes tienen relaciones beneficiosas con otros organismos. Ejemplos de estos son los líquenes, asociaciones de hongos con algas o cianobacterias cuya relación íntima les permite colonizar diferentes sustratos, incluso rocas, que de manera independiente son incapaces de degradar y las micorrizas, asociaciones de hongos y raíces de plantas cuya interacción favorece el crecimiento de la planta y la obtención de nutrientes por parte del hongo en suelos que les son desfavorables. También presentan relaciones simbióticas con insectos, como las hormigas y termitas. Los hongos tienen un papel esencial en la descomposición de la celulosa, con la producción de dióxido de carbono y agua; por otra parte, representan pérdidas económicas al degradar papel, telas, cuero, hidrocarburos y otros productos; el aspecto útil es su responsabilidad en el reciclaje de la madera en los bosques y su empleo para la biorremediación de suelos contaminados por materiales tóxicos. Degradan casi todo, con excepción de algunos plásticos y pesticidas. Por otra parte, son causa de pérdidas económicas en la producción agrícola y ganadera debido a las enfermedades que causan a animales y plantas. VIRUS Los virus han coexistido con organismos en el planeta desde hace unos 200 millones de años, pero el estudio científico de estas macromoléculas parasitarias intracelulares es reciente. Apenas en el siglo XIX, mediante estudios clínicos y patológicos, se les reconoció como agentes etiológicos de enfermedades específicas. Poco después, a partir de la mitad del siglo pasado, el empleo de bacteriófagos como modelo constituyó un gran paso hacia la comprensión de la replicación viral y las nuevas técnicas histológicas, el microscopio electrónico y la inmunohistoquímica, dieron momento al estudio de los virus. La información obtenida con el uso de la cristalografía nos permitió visualizar la estructura viral hasta un nivel atómico. Con estos volúmenes de información, se desarrollaron métodos más sofisticados, como la reacción en cadena de la polimerasa (PCR), que detecta con gran sensibilidad y especificidad los genomas virales, y finalmente, se tiene la capacidad de introducir material genético en los genomas virales para el diseño de vacunas, vectores virales y genoterapia. La clasificación de los virus es más congruente si se tienen las secuencias de nucleótidos de su genoma. Los sistemas actuales se basan además en: ácido nucleico (tipo y estructura), simetría de la cápside viral y envoltura lipídica. 10 Consideremos a la partícula viral como un sistema de entrega, constituido por componentes que le permiten sobrevivir, y la "mercancía" (no deseada) formada por el genoma viral + enzimas necesarias para iniciar la replicación. El receptor es necesariamente una célula intacta que pueda sintetizar cientos o miles de viriones: el virus dirige dicha síntesis. Estos organismos, tan dinámicos, eficaces, y tan dependientes, se miden en nanómetros (1/1000 micrómetro), oscilando su tamaño en la mayoría entre los 20 - 300 nm. Las partículas virales dependen completamente de la célula hospedera, procariota o eucariota. No pueden reproducir ni amplificar la información de sus genomas, así que podríamos denominarlos "parásitos genéticos", ya que poseen las enzimas e información requeridas para programar a las células infectadas con el objeto de que sinteticen los componentes necesarios para su replicación. Los componentes básicos de un virus son (Figura 8): proteínas estructurales, que forman a la partícula viral, proteínas no estructurales, tales como las enzimas, cápside, la cubierta externa, constituida por capsómeros, que son hilos de polipéptidos entretejidos de tal manera que semejan "bolas de lana". Esta protección también le es útil al virus en la penetración de las células. La cápside junto con el ácido nucleico constituyen la nucleocápside. Algunos virus tienen una envoltura lipídica cuyo origen es la misma membrana plasmática de la célula hospedadora, y que es adquirida al salir las nuevas partículas virales de la célula en un proceso de gemación. Los capsómeros atraviesan esta envoltura como proyecciones tridimensionales de diversas formas y con diferentes funciones. La partícula viral completa con su envoltura externa (si se encuentra presente) es lo que se conoce como Virión. Figura 8: Estructura general de los virus La forma de la nucleocápside determina las diferentes clases de simetría de los virus. Existen virus con simetría helicoidal, en la que el virus se aprecia como una espiral con el ácido nucleico en el eje central. Otro tipo de simetría es la 11 icosahédrica. En esta forma geométrica la partícula viral presenta 20 caras con 12 ángulos. Algunos virus con un gran genoma (Poxvirus), tienen lo que se denomina simetría compleja (no helicoidal ni icosahédrica), con lípidos tanto en la envoltura como en las membranas externas. Los virus tienen ácidos nucleicos, RNA o DNA, los cuales constituyen el genoma viral. Es importante enfatizar que: El ácido nucleico puede tener una sola cadena, doble cadena, ser lineal o circular, continuo o segmentado. Los virus poseen un solo tipo de ácido nucleico. Hay familias virales de DNA (herpes, varicela, hepatitis, resfrío común) y familias que contienen RNA (enterovirus, poliomielitis, HIV, gripe, sarampión). PARÁSITOS El dominio de la Parasitología Médica abarca a Protozoarios, Helmintos y Artrópodos de interés sanitario. El parasitismo es definido como una relación íntima y obligatoria entre dos organismos heteroespecíficos durante la cual el parásito, más pequeño, vive a expensas de otro organismo, el hospedador, obteniendo de este su nutrición y morada y al cual puede o no producirle daño. La relación puede ser permanente o temporal. Es una relación obligatoria, porque el parásito no puede sobrevivir si está desprovisto de su hospedador. Una de las características principales de los parásitos es su dependencia metabólica respecto del hospedador. Entre los aspectos más importantes de los parásitos se reconoce la gran complejidad de sus ciclos biológicos, la cronicidad de los padecimientos que inducen y la heterogeneidad en la localización en el hospedador humano. Los parásitos viven alojados en sus hospedadores y, para proseguir su ciclo evolutivo o biológico, necesitan salir al medio externo e invadir a otro hospedador. Gracias a este proceso son capaces de asegurar la diseminación y la propagación de la especie. Se han identificado múltiples mecanismos de transmisión, que incluyen desde un mecanismo directo persona-persona, hasta sistemas muy complejos que involucran vectores, hospedadores intermediarios, reservorios y estadios dependientes del ambiente externo. Los parásitos son organismos uni o multicelulares que poseen variados mecanismos de acción patógena: Acción expoliatriz o sustractora: Expolian o sustraen nutrientes del hospedador, en general todos los parásitos ejercen de alguna manera cierto grado de acción expoliatriz, la cual si es muy intensa puede generar una desnutrición o agravar una previa. Acción tóxica: Ejercida por metabolitos intermediarios del parásito que pasan a ser lesivos para el hospedero. Acción inmunoalérgica: reacciones de hipersensibilidad, prurito, urticaria, edema, granuloma, fibrosis e inducción de autoanticuerpos. 12 Acción obstructiva o mecánica: Muchas veces producida por gran cantidad de parásitos (ej. Obstrucción intestinal por Ascaris lumbricoides) o por masa ocupante (por ej. Quiste Hidatídico) Acción traumática: Producida por parásitos que migran y lesionan tejidos. Pueden ocupar células y utilizarlas hasta su destrucción. También son lesiones traumáticas las provocadas por artrópodos. Es muy importante tener presente que Parasitismo (presencia del parásito) no es lo mismo que Parasitosis (enfermedad parasitaria): Parasitismo: Sucede cuando el hospedador tiene parásitos y no necesariamente le causan lesión o enfermedad. Si un parásito no causa enfermedad se constituye el estado de portador sano. Parasitosis: Se presenta cuando el hospedador sufre alteraciones patológicas y/o sintomatológicas producidas por parásitos. Algunas de las enfermedades parasitarias más prevalentes en el mundo son: Enfermedad de Chagas (Trypanosoma cruzi), Entamoebosis (Entamoeba sp), Giardiosis (Giardia lamblia), Geohelmintiosis: Helmintos transmitidos por el suelo (Ascaris lumbricoides, Trichuris trichiura, Necator americanus, Ancylostoma duodenale y Strongyloides stercoralis), Enterobiosis u Oxyuriosis (Enterobius vermicularis), Malaria (Plasmodium sp), Leishmaniosis (Leishmania sp) y las Taeniosis (Taenia sp) El estudio de las parasitosis ha demostrado que para que se dé una enfermedad parasitaria debe de haber una tríada ecológica constituida por: 1) Agente reservorio 2) Hospedador 3) Ambiente: Incluye las circunstancias que condicionan la transmisión, por ejemplo: mecanismos de trasmisión y condiciones socioeconómicas. La condición socioeconómica puede ser el factor más importante del cual dependan las probabilidades de contagio, esta condiciona ciertos factores de riesgo comunes a muchas parasitosis como: hábitos de alimentación, hacinamiento y falta de atención médica. La existencia de factores de riesgo que mantienen la prevalencia de enfermedades parasitarias son indicativos de un bajo nivel de vida, algunos de estos factores son: deficiencia en el saneamiento ambiental, crecimiento demográfico, calidad de alimentación, falta de atención médica y bajo nivel de educación. Inclusive se ha tomado la prevalencia de parasitosis por Helmintos transmitidos por el suelo como sinónimo de Subdesarrollo. 13 GENERALIDADES DE ENFERMEDADES INFECCIOSAS La enfermedad infecciosa es un estado patológico que surge como consecuencia de una agresión de patógenos (noxa biológica) al organismo humano y su respuesta inmune, fundamentalmente relacionada con las características genéticas, propias del sujeto y del agente. Existe un sistema natural defensivo, que se formó sobre la base de una adaptación humana, en el largo período de desarrollo como especie. Las enfermedades infecciosas están determinadas por agresiones de microorganismos, que se multiplican en el sujeto y mecanismos inmunológicos que tratan de controlarlos. El organismo que es agredido reconoce y organiza su respuesta, actuando con todos sus mecanismos, para eliminar las noxas. Los agentes patógenos pueden ser reunidos en grupos, por sus características comunes y/o especiales, y estos interactúan con el sujeto de diversas maneras. Existe otro elemento que tiene influencia en ambos y es el ecosistema en que encuentran inmersos, siendo el que determina, diferentes formas de reaccionar. Los microorganismos son ubicuos y el hombre está constantemente expuesto a ellos, donde han establecido residencia en el cuerpo humano. Muchos son beneficiosos y un pequeño número puede causar un daño significativo. Cuando infectan al hombre provocan lesiones localizadas o generalizadas de tipo inflamatorio acompañadas de destrucción parenquimatosa, con pérdida de función. Por ejemplo, Streptococcus mutans es capaz de colonizar los dientes y destruirlos. El resultado final es la caries dental, una de las enfermedades bacterianas más frecuentes. Si bien el hombre está en contacto permanente con microorganismos capaces de producir enfermedad, tiene la capacidad de desarrollar medidas para destruir o suprimir la mayoría de los gérmenes nocivos. Diversos procesos inespecíficos, físicos, anatómicos y bioquímicos hacen que las infecciones microbianas sean relativamente poco frecuentes en la vida de un individuo (Ver anexo: Interacciones beneficiosas y dañinas con el hospedador). Como se mencionó anteriormente, los virus son patógenos de estructura elemental, no celular que aportan información genética constituidos por una molécula de ácido nucleico encerrada en una cubierta denominada cápside, cápsula proteica que está constituida por elementos muy pequeños, capsómeros, los que miden menos de 250 milimicras y solo contienen un ácido, ARN o ADN, que lleva la información genética para su replicación. Actúan utilizando las células, de las que aprovechan su organización y para ello, cada elemento se dirige a un lugar distinto de la misma, para luego reunirse y formar el virión maduro. En algunos virus, por fuera, se cubren de una estructura química más compleja denominada cápsula, que está ausente en los denominados virus desnudos. Después de su replicación pueden salir de la célula destruyéndola, o permanecer en estado latente, son parásitos obligados de ella, que pueden vivir en dos estadios distintos, intra y extracelular, en este último por corto tiempo. Los virus siempre necesitan de las células para su multiplicación, por ello y hasta conseguir llegar a un inóculo suficiente, tienen un tiempo de incubación 14 asintomático, luego se produce la invasión y lesión de los tejidos, pero cuando se activan las defensas específicas, es posible frenar su diseminación (Figura 9). Figura 9: Ejemplo de replicación del virus de la gripe Pueden localizarse en cualquier órgano y tejido, incluso en órganos nobles como miocardio y sistema nervioso central (SNC). Las lesiones varían según el tipo de virus y el grado de compromiso de los tejidos. Algunos virus provocan también lesiones de tipo inmunológicas graves, como el Dengue hemorrágico, que lesiona las plaquetas en una segunda infección, por mecanismos de hipersensibilidad, citólisis y desencadena shock por aumento de la permeabilidad vascular. Un virus, para penetrar y actuar, necesita de la presencia de los receptores en la superficie de las células que son invadidas. Se ha demostrado que los virus, en enfermedades como VIH, están determinados genéticamente y hacen que la penetración e invasión del virus o la bacteria a las células pueda o no producirse, determinando en los portadores de dichos genes, enfermedad o infección. Esto es un nexo común para todos los patógenos invasivos; por ello, donde existen los receptores, son utilizados por la gran variedad de microorganismos: receptores CD4/CCR5 y CD2 para virus VIH y Epstein Barr, respectivamente; receptor de inmunoglobulina para poliovirus, etc. (Figura 10). 15 Figura 10: Receptores VIH Infecciones virales. De mononucleosis infecciosa izquierda a derecha, sarampión, varicela, Las bacterias, son células con vida independiente y con capacidad de reproducirse, que se caracterizan por presentar en su estructura los dos ácidos nucleicos (ADN y ARN). Poseen enzimas, y proteínas complejas, estructuras especializadas así como una membrana celular, que los separa del mundo circundante. Como mencionamos anteriormente, muchas interacciones que se producen entre una bacteria y el hospedador, son dañinas; las bacterias utilizan diferentes mecanismos para producir enfermedad (adherencia, toxinas, invasión, resistencias, etc). Se denomina patogénesis a la capacidad de provocar una enfermedad (virulencia) (Figura 11). 16 Figura 11: Factores de virulencia bacteriana Algunas consideraciones de la virulencia: Virulencia es el poder patógeno de los microbios que puede ser medida por la cantidad de gérmenes capaces de matar o dosis letal. Está determinando la capacidad del agente infeccioso de invadir y lesionar al hospedador. Obran como factores de virulencia, por ejemplo, la presencia de cápsulas que tienen por finalidad dificultar la acción lítica del sistema inmune, especialmente importantes en infecciones por Haemophylus, Streptococcus pneumoniae, Neiseria meningitidis. Esta importantísima función se cumple en el bazo, ya que la lisis de los anticuerpos sobre las cápsulas se ve favorecida por la lenta circulación en los sinusoides esplénicos. Tropismo es la asociación de la bacteria con un ambiente ideal para su desarrollo. Para ello son importantes especialmente las moléculas superficiales y las cadenas peptídicas, tanto para la colonización de los gérmenes Gram negativos como Gran positivos; en igual forma actúan los polisacáridos, el ácido teicoico, polímeros de ribitol y glicerol que promueven la fijación bacteriana. Los Pili son moléculas de adherencia, que les sirven para su fijación en los tejidos. Estos elementos son determinantes de la patogenicidad del gérmen, dando cuadros como anginas persistentes, infecciones urinarias, intestinales y vaginosis que se mantienen. Receptores: las células bacterianas contienen receptores especiales hacia determinados tejidos que permiten su fijación. Adherencia es la capacidad de pegarse y fijarse (agresión de ciertos patógenos) que está en relación directa con la penetración del mismo y posterior lesión de las células. Otro mecanismo importante consiste en tapizar o/y fijarse en la superficie, para luego invadir las células usando las proteínas de su membrana externa. Por ejemplo, los estafilococos coagulasa negativos se consideraban como no patógenos hasta que se los encontró implicados en adherencia de tejidos y colonizando dispositivos protésicos y catéteres; hoy en día son unos de los patógenos más frecuentes en infecciones hospitalarias y asociadas a prótesis. 17 Enzimas: La producción de enzimas interfiere con las funciones vitales del organismo y les da mayor patogenicidad a las cepas, como ejemplo, las que las poseen coagulasas que, al activar los depósitos de fibrina, dificultan la acción antibacteriana del hospedador siendo un ejemplo de ello los estafilococos. Son importantes: Hialuronidasa, Lipasas, Nucleasas y Hemolisinas que sirven para degradar las estructuras celulares. Las fosfolipasas bacterianas en mujeres colonizadas por bacterias Gram negativas inducen a los macrófagos a la producción de linfoquinas y prostaglandinas que actúan acelerando el mecanismo del parto en embarazadas con bacteriurias sintomáticas. Exotoxinas: La acción patógena por exotoxinas y metabolitos tóxicos como las de infecciones tetánica, diftérica y del botulismo son altamente nocivas y letales para el hospedador, de no mediar un correcto tratamiento antitóxico. Las enterotoxinas son exotoxinas que actúan sobre el intestino delgado como, por ejemplo, las enterotoxinas estafilocócicas y colérica (cólera). Endotoxinas: Los polisacáridos de los gérmenes gram negativos unidos al lípido, actúan como endotoxinas que al penetrar en el torrente circulatorio, determinan un cuadro de shock gravísimo llevando a una falla orgánica múltiple y alteraciones de la coagulación con alta letalidad. Estimulan las interleuquinas provocando una respuesta que en ocasiones es exagerada y nociva, con graves consecuencias especialmente sobre los endotelios que obran como receptores y alteran la permeabilidad vascular. Esporas: Cuando las bacterias se encuentran en un medio que les es adverso, utilizan como mecanismo de resistencia la producción de esporas, lo que les sirven para sobrevivir. Pueden conservar su patogenicidad durante mucho tiempo, aun en situaciones muy desfavorables y adquirirán su patogenicidad, cuando las circunstancias del medio les sean nuevamente favorables. El bacilo productor del Carbunco o ántrax (Bacillus anthracis) logra permanecer durante 20 años en suelos y, de esta manera, infecta animales con altísima mortalidad. Inóculo: Es la cantidad de gérmenes necesarios para invadir y provocar enfermedad. Un ejemplo sería la entrada de gérmenes por vía digestiva, donde la invasión se ve facilitada cuando existen fallas como la hipoacidez. Sinergia es la asociación de patógenos que potencian los efectos deletéreos hacia el hospedador. Enfermedades bacterianas: de izquierda a derecha, impétigo, sífilis secundaria, faringitis estreptocócica y meningococemia diseminada 18 Los hongos son seres unicelulares o levaduras y pluricelulares, cuyos tejidos se agrupan en filamentos, formados por conjuntos de hifas llamados micelios. Tienen paredes celulares rígidas y absorben los nutrientes del hospedador, transmiten su material genético en reproducción sexuada y/o asexuada y pueden dividirse en compartimentos especiales. Tienen gran capacidad de adaptarse a los cambios, como saprófitos colonizan al hombre o actúan como patógenos oportunistas. En los inmunocompetentes las lesiones micóticas por lo general se autolimitan. Los hongos pueden causar en el humano: hipersensibilidad (alergias), infecciones (micosis) e intoxicaciones (micotoxicosis y micetismos). Las alergias por hongos son padecimientos causados por una reacción de hipersensiblidad del humano hacia esporas o fragmentos de hifas (alérgenos fúngicos). Los cuadros clínicos presentados son cutáneos o gástricos, pero los más comunes son de origen respiratorio. En general, las micotoxicosis se adquieren por consumir alimentos de origen vegetal (especialmente semillas y granos de leguminosas y oleaginosas), sobre los cuales hongos filamentosos crecieron, contaminando al vegetal con metabolitos tóxicos o micotoxinas (producto del crecimiento natural sobre el sustrato). La identificación de micotoxinas en granos almacenados para consumo humano o para animales implica su desecho. Los micetismos o ingestión de ciertos macromicetos por recreación, equivocación o con objeto de tener una "experiencia mística" es origen de severas intoxicaciones (micetismo). Las infecciones de origen fúngico se denominan micosis (superficiales, cutáneas, subcutáneas, sistémicas, oportunistas). CLASIFICACIÓN CLÍNICA DE LAS MICOSIS Tipos Enfermedad Hongo (Género) Superficial: Capas externas de piel (epidermis), cabello, uñas, mucosas Pitiriasis versicolor Tiña negra Dermatofitosis Malassezia Hortaea Trichophyton Microsporum Epidermophyton Subcutáneo: Dermis, tejido subcutáneo y músculo Eumicetoma Esporotricosis Cromoblastomicosis Madurella Sporothrix Fonsecaea Sistémico o profundo: Uno o más órganos / tejidos Histoplasmosis Histoplasma Paracoccidiodomicosis Paracoccidioides 19 profundos Coccidiodomicosis Oportunista: Diversos órganos. Topográficamente pueden ser superficiales, subcutáneas o Candidosis sistémicas, pero son causadas Criptococosis por hongos inocuos Zigomicosis En un sujeto susceptible, cualquier hongo puede ser un oportunista Coccidioides Candida Cryptococcus Rhizopus La adquisición de una micosis, depende a menudo de factores predisponentes, tales como edad, ocupación, embarazo, quemaduras, inmunodepresión, quimioterapia, radiación, uso de catéteres, procesos malignos o enfermedades metabólicas en las personas. Las formas infectantes se adquieren habitualmente del ambiente, ya sea por contacto directo (dermatofitos) por inhalación (por ej.: Coccidioides) o lesiones de continuidad (Sporothrix). Otras, se pueden contraer o provienen de la microbiota normal, como sucede en la micosis oportunista ocasionada por Candida. Candida es la especie más frecuentemente encontrada en la patología humana, produciendo alteraciones locales de piel o mucosas. La invasión está condicionada: Por factores locales como la humedad, maceración crónica Factores generales como la edad, especialmente RN y ancianos, el primer trimestre del embarazo, y enfermedades crónicas como desnutrición severa, diabetes, linfomas. El uso indiscriminado de antibióticos de amplio espectro y corticoides los favorece. Los hongos, especialmente Candida, pueden invadir la piel y las mucosas multiplicándose en los macrófagos, siendo solamente limitados por una respuesta inmune mediada por células. La patología a veces pasa desapercibida y se autolimita. Las restantes micosis Histoplasmosis, Coccidiodomicosis, Aspergilosis, Paracoccidiodomicosis, Criptococosis causan patologías con menor frecuencia en el hombre y en pacientes inmunocomprometidos son particularmente severas. 20 Micosis: de izquierda a derecha, tiña capitis (superficial), onicomicosis (superficial), cromomicosis (subcutánea) e histoplasmosis diseminada (profunda). En el caso de infección o infestación por Protozoos, Helmintos o Artrópodos se habla de enfermedad parasitaria, ya que dichos grupos han sido estudiados tradicionalmente por la Parasitología. Por lo tanto, la mayoría de los autores, no incluyen las parasitosis dentro de las Enfermedades Infecciosas. MEDIO AMBIENTE Los patógenos necesitan de un medio que les sea favorable para su desarrollo, entonces el ambiente donde se encuentran insertos el agente patógeno y el hospedador tiene particular importancia, así como también los siguientes factores: El estado inmunológico previo. Tratamientos inmunosupresores. Cáncer, linfomas, leucosis. Desnutrición. Edades extremas de la vida. Pacientes hospitalizados. La hospitalización produce importantes cambios en las bacterias de estos ambientes, en sus estructuras moleculares, buscando adaptarse y sobrevivir. La multirresistencia bacteriana, especialmente, es y será un desafío en las enfermedades infecciosas. La relación infección enfermedad entre el hombre y los microorganismos, ha condicionado una adaptación de ambos con importantes cambios de respuestas biológicas. Por ejemplo, el cólera es mejor tolerado en regiones endémicas. 21 Clima y humedad: el ambiente determina la presencia de algunas patologías en regiones geográficas que le brindan las condiciones favorables de temperatura, humedad, también a los vectores y nichos ecológicos, especialmente, para las denominadas patologías regionales. Esto se relaciona fundamentalmente con los mecanismos de transmisión, principalmente en enfermedades tropicales. Por las continuas modificaciones que el hombre hace a su hábitat, ha cambiado el clima por las emisiones industriales, llevando al calentamiento progresivo de algunas áreas, las patologías regionales antes localizadas han aumentado su radio de riesgo. Es causa de cambios también en América del Sur, la tala indiscriminada de los bosques y, como consecuencia, desertificación y migraciones de vectores y hospedadores de los distintos patógenos, que invaden áreas anteriormente no habituales, causando patologías como las fiebres hemorrágicas, paludismo, Chagas, Hanta virus, que actualmente presentan un aumento de su morbimortalidad. Contaminación ambiental: El tratamiento de la basura en las grandes ciudades se presenta como un problema. Los basurales no tratados adecuadamente permiten la proliferación de vectores de enfermedades infecciosas, especialmente moscas y ratas. Pueden producirse infecciones graves e intoxicaciones debido a alimentos contaminados, productos contaminantes y suplementos de alimentos. El DDT y los productos de la contaminación como gases invernadero, han provocado daños en la cadena alimentaria, especialmente de peces y vegetales que, ingeridos por el hombre y mujeres fértiles, tienen una consecuencia importante y, muchas veces, un daño en el sistema inmune. También las conservas y los alimentos mal procesados, son responsables de brotes del síndrome urémico hemolítico, salmonellosis, botulismo y brucelosis. Las cubiertas plásticas de envases, en cuyo íntimo proceso están incluidos estrógenos sintéticos, llevan a alteraciones del desarrollo del sistema inmune y endocrino, especialmente si son activados con hornos de microondas, procedimiento bastante común en la preparación de biberones y alimentos. La contaminación de los ríos y mares es cada vez mayor y muestra hoy claramente un triste ejemplo de cómo se inició la epidemia de cólera en Latinoamérica. La mortandad masiva de peces y animales que viven en ellos es preocupante al ser originada por contaminantes bacterianos o desechos químicos. Infraestructura y vivienda: Las viviendas precarias, que carecen de agua potable y servicios cloacales son ejemplo de factor determinante de riesgo de enfermedades de transmisión fecal-oral. En estos ambientes, las enfermedades como las Hepatitis A, diarreas por diversos patógenos, cólera y parasitosis especialmente, geohelmintos y giardiasis, son una realidad social. El hacinamiento 22 contribuye especialmente a la difusión de enfermedades respiratorias, nutrodigestivas y de transmisión sexual. La vacunación contra patógenos es una de las medidas preventivas más importantes a la hora de prevenir determinadas enfermedades. Son ejemplos concretos: sarampión, viruela y tétanos. MECANISMOS RELACIONADOS CON EL HOSPEDADOR. BARRERAS NATURALES QUE LIMITAN LA ENTRADA DE LOS PATÓGENOS La enfermedad infecciosa está condicionada en su gravedad por: 1-Número y Virulencia de los patógenos 2-Respuesta del organismo a) su inmunidad natural innata, b) la inmunidad adquirida c) los trastornos de la inmunidad, como la hipersensiblidad y d) la inmunodepresión. La patogenicidad de los gérmenes es muy diversa, hay algunos muy patógenos como Clostridium tetani, cuya mortalidad es siempre alta, y otros, como los hongos, que únicamente lesionan profundamente cuando hay una falla en los mecanismos de inmunidad del hospedador. 23 La inmunidad del hospedador es determinante de la forma de presentación del cuadro. De esta relación biológica, surgen tres tipos de respuestas clínicas: portadores, infectados y enfermos. La Inmunidad natural nos permite sobrevivir en la primera etapa de la infección; los individuos tienen gran variedad estructural molecular y de respuesta que es la determinante de la susceptibilidad y reacción de cada uno. La condicionan, también, determinantes como la edad, el estado de nutrición, el estrés, sexo y factores neurohormonales y humorales. Se consideran importantes factores capaces de modificar la presencia o no de infecciones, condiciones normales del hospedero sano: - Piel: la epidermis provee una barrera continua, porque los desmosomas aseguran la adherencia entre las células sin dejar espacios libres. Es muy importante la integridad de su capa de queratina o córnea y sus alteraciones por heridas, quemaduras o enfermedades exfoliativas facilitan la penetración a través de ellas. La secreción ácida de sus glándulas tiene una función bactericida, que elimina en forma continua los patógenos que colonizan la piel. Por ello es conveniente el uso de jabones ácidos, sobre todo en patologías como acné, eczemas y dermatitis del pañal, donde la humedad local actúa como factor agravante. En los pies, la piel seca impide la adherencia bacteriana; la sudoración y el calzado que los contiene, son factores predisponentes de micosis ungueales; por la humedad, especialmente en ancianos y personas con déficit circulatorio, los espacios interdigitales son la puerta de entrada de Erisipela, Gangrenas, otras infecciones micóticas y del pie de madura. Los detergentes y exfoliantes usados en repetidos contactos y lavados de manos pueden obrar macerándola en profesionales como médicos, enfermeras, laboratoristas, lavanderas, cocineras, curtidores, ordeñadores, llevándolos a lesiones crónicas. Las venopunturas, canalizaciones y los procedimientos invasivos, practicados sin los correctos cuidados, obran facilitando la infección. - Las Mucosas representan una superficie de absorción 70 veces superior a la piel. Si respiramos 20 veces por minuto 5 litros de aire, contaminado o no, en 24 horas movilizamos 144 mil litros, de allí que las patologías respiratorias sean las de consultas más frecuentes. Para proteger la mucosa de las infecciones, encontramos factores defensivos locales, como la lisozima que actúan provocando lisis de los agentes patógenos o la tos que los expulsa al exterior. En otras mucosas hay también secreciones de enzimas similares, como espermina, leucina, arginina y betalisinas. Las lactoferrinas impiden que el hierro libre, sea usado por las bacterias e inhiben y matan a estos gérmenes. - Transporte mucociliar. Actúa en la mucosa respiratoria, combinando el movimiento ciliar y las secreciones mucosas. Su falta favorece la infección y son 24 causales importantes los factores que lo alteran como el frío, el aire seco, la respiración bucal, el uso de fármacos tópicos y vasoconstrictores y metales como el níquel. - El tipo de revestimiento de un órgano está orientado a destruir o eliminar gérmenes. En el epitelio respiratorio los pelos y cilias tienen movimientos de barrido, provocando también el reflejo de la tos, que disminuye en forma notable su función protectora por el uso de tabaco, marihuana, ambientes de gran polución o los gases contaminantes. Se lesiona también este mecanismo en las infecciones virales como sarampión y gripe en forma muy importante, es por ello que estas virosis, se complican con infecciones bacterianas agregadas. En personas afectadas sus acciones principales son: aumentan los mecanismos de adherencia, disminuyen el clearence mucociliar y los macrófagos no pueden completar así su acción bactericida en el ámbito alveolar. - Las vías urinarias tienen un flujo constante de orina y es así que se van limpiando mecánicamente a sí mismas, no permitiendo fijarse las bacterias en los epitelios. Cuando hay un obstáculo que favorece la rémora como malformaciones, tumores, cálculos, prolapso vaginal, hipertrofia de próstata o una relajación de la musculatura lisa, como sucede durante el embarazo o por trastornos neurológicos congénitos o adquiridos, al disminuir la contractibilidad ciliar y los movimientos de lavado determinados por un flujo permanente, se ve facilitada la fijación de los gérmenes. - pH ácido: la acidez gástrica es una importante barrera para detener infecciones que se contraen por ingestión. Los antiácidos facilitan las infecciones intestinales provocadas por inóculos bacterianos de alimentos contaminados. La acidez del medio vaginal, dada por la presencia de bacilos de Döderlein, protege la infección de mucosa durante la época fértil de las mujeres. En la menopausia baja el nivel hormonal lo que permite la colonización, apareciendo una vaginosis bacteriana, como consecuencia de la deprivación hormonal y es de rebelde erradicación, si no se hace tratamiento de sustitución local. - Microbiota normal. Tiene un efecto protector porque actúa regulando el número de gérmenes, ya por competencia y/o exaltando los mecanismos defensivos, excitando en forma permanente la función inmune local. Otros mecanismos de la microbiota normal son: interferencia y competencia de nutrientes, disputa a los receptores celulares, producción de bacteriolisinas y estimulación del sistema inmune. RESPUESTA INMUNE INNATA Los cortes, abrasiones, mordeduras y heridas proporcionan a los patógenos vías de entrada a través de la piel. La acción de tocar o frotar los ojos, la nariz y la boca, así como el respirar aire contaminado, ingerir alimentos contaminados o estar en contacto con personas infectadas contribuyen a que los patógenos rompan la barrera de las mucosas. Generalmente las infecciones permanecen localizadas y desaparecen en algunos días sin causar enfermedad. El control de estas infecciones tiene que ver con mecanismos inmunitarios que están listos para actuar 25 rápidamente frente a ellas. Estos mecanismos se conocen como inmunidad innata o respuesta inmune innata. Se llaman así porque están determinados totalmente por los genes que una persona hereda de sus padres. Estos mecanismos innatos se desarrollan en dos etapas: la primera involucra el reconocimiento de la presencia del patógeno y la segunda implica el desarrollo de los mecanismos efectores que van a eliminar a ese patógeno. En el reconocimiento del agente extraño (que podríamos llamar antígeno) intervienen proteínas solubles y receptores de la superficie celular que ligan al patógeno y sus productos, o que reconocen células humanas o proteínas séricas alteradas por la presencia del patógeno. Los patógenos presentan patrones moleculares asociados a ellos que se conocen como PAMPs. Dentro de estos encontramos a los componentes de las paredes celulares de las bacterias, los ácidos nucleicos virales y las paredes de las levaduras. Estos PAMPs son reconocidos por receptores del sistema inmune que se denominan receptores de reconocimiento de patógenos (RRP) y que se encuentran en las membranas celulares o también en forma soluble. Estos receptores también pueden reconocer productos derivados del daño que se genera en una célula ante la presencia de un proceso infeccioso (Figura 12). Lipopolisacárido (LPS) Pared bacteriana Péptidoglicanos Ac. Nucleicos virales Acido teicóico Flagelina (proteína) Fosfolípidos (bicapa lipídica) DNA no metilado Gram negativo Gram positivo RNA doble hebra Pared de levadura Figura 12: El sistema inmune innato funciona sobre la base de receptores de membrana o solubles que están codificados en el DNA de la línea germinal y que evolucionaron para reconocer estructuras de patógenos altamente conservadas (PAMPs: Patogen-Associated Molecular Patterns ). Estos receptores se denominan (PRRs: Pattern Recognition Receptors). En los mecanismos efectores que se desencadenan luego de este reconocimiento, participan células efectoras que fagocitan las bacterias, destruyen células infectadas por virus o atacan a los parásitos y también proteínas séricas (entre las que se encuentra el sistema complemento y los interferones), que ayudan a las células efectoras marcando a los patógenos, o que, como lo hace el 26 sistema complemento, ejercen una acción directa sobre los mismos. Según cuál sea el patógeno que esté involucrado actuarán distintos tipos de células y moléculas efectoras (Figura 13). Figura 13: Células y moléculas que participan en la repuesta inmune innata frente a las distintas noxas. Extraída de Fainboim-Geffner. Introducción a la Inmunología Humana. 6ª Edición. Editorial Médica Panamericana. 2011. ISBN 950-06-0797-2. Un ejemplo de cómo la inmunidad innata puede eliminar una infección es lo que ocurre, por ejemplo, cuando un niño que anda en patineta se cae en una acera de algún parque. Cuando el niño llega a su casa, la madre le lava las magulladuras para eliminar la suciedad y los patógenos que pudieran encontrarse. De las bacterias restantes algunas comienzan a dividirse e inician una infección. Las células y proteínas de los tejidos lesionados detectan la presencia de estas bacterias y las células envían proteínas solubles llamadas citoquinas que interactúan con otras células para activar la repuesta innata (Figura 14). El efecto global de esta respuesta innata es inducir un estado de inflamación. Este concepto es muy antiguo y se ha definido con las palabras calor, dolor, rubor y tumor. Estos síntomas que todos hemos experimentado alguna vez, no se deben a la infección sino a la respuesta que pone en marcha el sistema inmune frente a ella. 27 Figura 14: Mecanismo de acción de la citoquinas. Acción autocrina: sobre la misma célula que la produce. Acción paracrina: sobre una célula cercana. Acción endocrina: sobre células más alejadas. Las citoquinas actúan a través de la unión a receptores. Las citoquinas inducen la dilatación de los capilares sanguíneos, lo que al aumentar el flujo de sangre hace que la piel se caliente y se enrojezca. La dilatación vascular (vasodilatación) produce separación entre las células endoteliales y esto aumenta el pasaje de plasma de la sangre hacia el tejido. Este aumento del volumen del líquido local causa hinchazón o edema, que presiona las terminaciones nerviosas y provoca dolor. Las citoquinas también alteran las propiedades adhesivas del endotelio vascular, lo que estimula a los leucocitos (glóbulos blancos) a adherirse y desplazarse desde la sangre hacia los tejidos inflamados. Estos leucocitos liberan sustancias que contribuyen al proceso inflamatorio, muchas de estas sustancias son citoquinas y se conocen como interleuquinas (IL). Dentro de estos leucocitos encontramos: Leucocitos polimorfonucleares: tienen un núcleo irregular, lobulado (de 2 a 5 lóbulos). Dentro de estos, los más numerosos son los neutrófilos, que circulan en la sangre y pueden ingresar a los tejidos inflamados. Tiene una importante actividad fagocítica y una vida media corta, por ello, mueren en los tejidos infectados con la consiguiente formación de pus. Le siguen en número a los neutrófilos los eosinófilos, que son importantes en la defensa frente a parásitos intestinales e intervienen en algunos procesos alérgicos. Por último, podemos mencionar a los basófilos que son poco abundantes. Estos tres tipos celulares se caracterizan por tener en su interior 28 granulaciones citoplasmáticas cuyo contenido se tiñe con diferentes colorantes histológicos, que permiten su diferenciación. Monocitos: circulan en sangre, son más grandes que los polimorfonucleares, tienen un núcleo dentado característico. Son los progenitores de los macrófagos. Los monocitos circulan por la sangre y cuando salen a los tejidos se diferencian en macrófagos. Los macrófagos no migran y tiene función fagocítica al igual que los neutrófilos, pero además producen una gran cantidad de citoquinas, que modulan las respuestas inflamatorias (Figura 15). Además de eliminar patógenos estas células son las depuradoras generales del organismo, ya que eliminan células muertas y detritus celulares. Los macrófagos reciben distintos nombres según el tejido en el que se encuentran, por ejemplo, Células de Kuffer del hígado y células de la microglía en el sistema nervioso central. Otras células de importancia: Células dendríticas: dentro de estas células encontramos a las células de Langerhans. Tienen capacidad migratoria, captan a los antígenos y activan las respuestas adaptativas. Células NK (natural killer): son importantes en las infecciones virales, destruyen células infectadas por virus y producen citoquinas que impiden la replicación viral en células vecinas. Mastocitos: son células residentes en los tejidos que promueven el desarrollo de reacciones inflamatorias a través de la liberación de un amplio conjunto de mediadores biológicos (histamina, leucotrienos, citoquinas y quemoquinas). Células dendríticas plasmocitoides: presentan una notable capacidad de producir Interferones de tipo I, mediando una potente acción antiviral, participan también en el daño producido en algunas enfermedades autoinmunes. Figura 15: Fagocitosis y la destrucción de partículas extrañas. Extraída de Inmunología de Kuby. Mac Graw Hill Interamericana. 6ta edición. 2007. ISBN 13: 978-070-10-6454-2.ISBN 10: 970-10-6454-2. En relación con las moléculas solubles de la respuesta innata, es importante hablar del sistema complemento, de los interferones, de las proteínas de fase aguda y de las citoquinas proinflamatorias. 29 - - - - El sistema complemento: muy importante en las infecciones frente a bacterias. Está constituido por más de treinta proteínas. La mayoría de las proteínas que lo componen se sintetizan en el hígado. Normalmente se encuentra inactivo. Su activación se produce por tres vías distintas, dos de estas vías actúan en la respuesta innata y la otra en la adaptativa, mediada por la presencia de complejos antígeno-anticuerpo. La activación de este sistema conduce a la generación de moléculas mediadoras de la inflamación, moléculas que actúan como opsoninas y puede también, si se activan todos sus componentes, producir la lisis de la célula sobre la cual se fija. Interferones: existen dos tipos de interferones: tipo 1: ejercen un efecto antiviral, tipo II (interferon γ): producido por las NK y los LT, cuya función principal es la activación de macrófagos. Proteínas de fase aguda: son sintetizadas en el hígado. Su producción se incrementa en forma rápida entre 6 y 48 horas después de la infección. Dentro de estas proteínas encontramos: factores de la coagulación (fibrinógeno, protrombina, plasminógeno), componentes del sistema complemento, proteína C reactiva y compuestos antioxidantes, entre otros. Citoquinas proinflamatorias: producidas por los macrófagos. Dentro de las más destacadas tenemos a la IL-1, IL-6 y el TNF- α (factor de necrosis tumoral α), que inducen una respuesta inflamatoria local y sistémica (aumento de la temperatura corporal, síntesis de proteínas de fase aguda, incremento en la producción de neutrófilos). RESPUESTA INMUNE ADAPTATIVA Los seres humanos estamos expuestos diariamente a agentes patógenos. A pesar de esta exposición, la inmunidad innata permite que la mayoría de las personas permanezcamos sanas la mayor parte del tiempo. Sin embargo, algunas infecciones superan esta respuesta innata, circunstancia que es más probable en individuos desnutridos o estresados. Cuando esto ocurre, la respuesta innata actúa tratando de retardar la diseminación de la infección, mientras se convoca a otro tipo de leucocitos llamados linfocitos. Estos linfocitos son las células que van a participar en la repuesta adaptativa, que se denomina así porque se produce en respuesta a una infección en curso y se adapta a las características del patógeno. Los mecanismos efectores de esta respuesta son similares a los mecanismos efectores de la respuesta innata, la diferencia reside en el tipo de receptores que tienen estos linfocitos para reconocer a los patógenos. Estos receptores están codificados por genes que se cortan, se unen y se modifican para producir millones de variantes, cada una de las cuales es expresada por una subpoblación diferente de células. Durante la infección solo se seleccionan los linfocitos que reconozcan al patógeno para que su cantidad aumente y maduren para producir muchas células efectoras. Este proceso necesita de tiempo, por eso la inmunidad adaptativa comienza a ejercer su acción sobre el patógeno luego de una semana de iniciado el proceso infeccioso. 30 Una proporción de estos linfocitos que se expanden en la respuesta adaptativa, persisten en el cuerpo y proporcionan la memoria inmunológica, de larga duración frente a los patógenos. Estas células de memoria son las responsables de que la repuesta adaptativa que se genere frente a una segunda entrada de ese patógeno sea más rápida y más intensa. Las células de esta respuesta adaptativa son los linfocitos T (LT) y los linfocitos B (LB). Estos dos tipos celulares tienen en su membrana moléculas proteicas que son los receptores de reconocimiento de los patógenos. Dentro de la población de linfocitos T podemos encontrar dos subpoblaciones, los LT que expresan en su membrana la molécula CD4, y que se conocen como linfocitos T colaboradores o “helper”, y los que expresan la molécula CD8, los linfocitos citotóxicos. Ambas poblaciones de linfocitos necesitan que otra célula les “muestre” el antígeno que ellos son capaces de reconocer. Las células que activan por primera vez a cualquiera de estos dos tipos de linfocitos son las células dendríticas. Los LT colaboradores producen citoquinas que ayudan a la activación o regulación de otros tipos celulares y los linfocitos citotóxicos son claves para eliminar células infectadas por virus u otros patógenos intracelulares. Los LB se diferencian a células productoras de inmunoglobulinas o anticuerpos. Estas células se llaman células plasmáticas o plasmocitos. En muchos casos los LB deben recibir la ayuda de los LT para lograr esta diferenciación. Tanto los LT como los linfocitos B se acumulan en tejidos especializados conocidos como tejidos linfoides u órganos linfoides. Dentro de estos tejidos encontramos la médula ósea, el timo, el bazo, los ganglios linfáticos, las placas de Peyer; y todo el tejido linfoide asociado a los epitelios de mucosas (respiratoria, urogenital, gastrointestinal). Existen cinco clases de anticuerpos o inmunoglobulinas, cada una de las cuales cumplen un rol particular en la respuesta inmune: IgM: podemos encontrarla anclada a la membrana de los LB que aún no se han encontrado con los antígenos (a esos LB se los llama LB vírgenes o “naive”) o en forma soluble. Es la primer inmunoglobulina que se produce es por eso que es la indicadora de los procesos agudos. Generalmente se mantiene en circulación. Es muy buena activadora del sistema complemento. IgG: forma parte del receptor para el antígeno en los LB activados y de memoria. Aparece luego de la IgM. El 80 % de los anticuerpos secretados es IgG. Es capaz de atravesar placenta y también podemos encontrarla en la leche materna, de ahí su importancia en la inmunidad del recién nacido. IgA: podemos encontrarla en circulación y en las secreciones mucosas, donde se denomina IgA secretoria. Es clave para protegernos de patógenos que ingresan por esa vía. También la encontramos en la leche materna constituyendo una protección adicional para el recién nacido. IgE: es importante en la inmunidad frente a parásitos. También interviene en los procesos alérgicos, ya que es capaz de fijarse a receptores de alta 31 afinidad para ella que se encuentran en la superficie de mastocitos y basófilos. La entrada posterior del antígeno y su unión a las IgE fijadas conduce a la degranulación de estas células que ocasionan los síntomas de la alergia (picazón, estornudos, lagrimeo). IgD: está anclada en la membrana del LB virgen, su función no está totalmente esclarecida. Se secreta en baja concentración. Los anticuerpos son muy importantes para la defensa frente a patógenos extracelulares y sus toxinas. Pueden unirse a un sitio del patógeno para inhibir su desarrollo, su replicación o su interacción con las células humanas. Este mecanismo se llama neutralización. Los efectos de las toxinas también pueden evitarse si un anticuerpo se une a ellas. La IgG facilita la fagocitosis y la destrucción de microorganismos extracelulares y toxinas por los fagocitos (neutrófilos y macrófagos). Estas células poseen receptores capaces de unir IgG. Una bacteria recubierta por IgG es más fácilmente fagocitada. Este mecanismo se denomina opsonización. La opsonización también puede producirse gracias a la acción del complemento. Tanto la IgM como la IgG pueden activar este sistema y generar moléculas que recubran al patógeno. Los macrófagos poseen receptores para estas moléculas del complemento, lo que facilita la fagocitosis del patógeno (Figura 16). Figura 16: Funciones de los anticuerpos. La principal función del sistema inmune es protegernos de los agentes infecciosos. Sin embargo, muchas enfermedades importantes se asocian con una respuesta inmune normal dirigida contra un antígeno inapropiado, frecuentemente en ausencia de una infección. La respuesta inmune dirigida contra un antígeno no infeccioso se conoce como: alergia, cuando el antígeno es una sustancia extraña inocua (por ejemplo, el polen) o enfermedad autoinmune, 32 cuando la respuesta inmune se dirige contra un antígeno propio y causa un daño en un órgano o tejido. Cuando los componentes del sistema inmune faltan o no funcionan en forma correcta, la consecuencia suele ser una mayor susceptibilidad a las infecciones microbianas. Entre las causas más importantes de estas respuestas deficientes se encuentran las mutaciones en genes que contribuyen con la inmunidad. Estas enfermedades se denominan inmunodeficiencias primarias. En otras ocasiones esta inmunodeficiencia puede producirse porque un patógeno afecta directamente a las células del sistema inmune, como es el caso de la infección por HIV. Esta inmunodeficiencia, que no es por causas genéticas, se denomina inmunodeficiencia secundaria. Conclusión El ser humano durante su vida crece y se desarrolla expuesto a la agresión de un gran número de patógenos. Para su protección, está dotado de un sistema de defensa altamente eficiente: el sistema inmune. Este sistema está compuesto por numerosas moléculas celulares y órganos, participa en los procesos de resistencia y control frente a los agentes infecciosos, y no solo actúa en respuesta a estímulos del medio externo, sino que además contribuye al mantenimiento del equilibrio en el medio interno. Como uno de los responsables de la homeostasis de este medio, regula la respuesta a los antígenos propios a través de la “autotolerancia” y mantiene la “vigilancia inmunologica” frente a células transformadas como resultado de alteraciones genéticas o procesos neoplásicos. La respuesta de un individuo frente a las infecciones microbianas y las lesiones tisulares depende de dos sistemas efectores diferentes (Figura 17). El primero es un sistema de reconocimiento selectivo, pero de especificidad relativa, la Inmunidad innata, capaz de desarrollar una respuesta inicial rápida, mediante la amplificación y reclutamiento de un sistema efector, que neutraliza el agente agresor o elimina los productos tóxicos. La Inmunidad innata o natural es conferida por una variedad de elementos celulares y humorales, con los cuales un individuo está dotado desde su nacimiento. Está constituido por diversos componentes, incluyendo barreras físicas tales como la piel, la conjuntiva de los ojos y las membranas mucosas que tapizan el tracto respiratorio, digestivo y génito -urinario. Constituyen la primera línea de defensa y la mayoría de los microorganismos o agentes extraños no pueden penetrar a través de estas barreras, cuando están intactas. Ellas mantienen la esterilidad de los tejidos que recubren y utilizan de manera adicional en esta protección, una serie de elementos químicos tales como el pH y la secreción de ácidos grasos y enzimas. El mucus que recubre las superficies internas del cuerpo actúa como un potente protector que bloquea la adherencia de las bacterias a los epitelios. Los microbios y otras partículas foráneas atrapadas en el mucus son removidos por estrategias mecánicas tales como movimientos ciliares, el reflejo de la tos y el estornudo. En el tracto digestivo es notable la acción de las enzimas hidrolíticas de la saliva, el bajo pH del jugo gástrico y la acción de proteasas y componentes 33 antibacterianos. La lisozima, que está presente en casi todas las secreciones y en la sangre, actúa descomponiendo la mucina de la pared bacteriana y la quitina de los hongos. Por otra parte, la flora bacteriana normal del cuerpo, es capaz de controlar el crecimiento de bacterias y hongos patógenos, a través de la competencia por los nutrientes esenciales y también por la producción de sustancias inhibitorias. Una vez que estas barreras naturales son atravesadas, la Inmunidad innata dispone de otro mecanismo de defensa: la respuesta inflamatoria o inflamación. La inflamación es el conjunto de cambios que ocurren en un tejido vivo neutralizado como respuesta a una lesión. El rasgo más importante de la inflamación es la acumulación de neutrófilos y monocitos, que acuden al sitio de la lesión, atraídos por mediadores químicos, los factores quimiotáxicos. Estos factores son componentes propios de las bacterias, componentes del sistema complemento y citoquinas (IL-1, IL-8 y TNF-α). Este proceso de migración celular está facilitado por la vasodilatación y el aumento de la permeabilidad vascular producido por diferentes mediadores como la histamina, la bradicinina y los factores del sistema de complemento. Las moléculas de adhesión, expresadas en las membranas celulares y también en los endotelios vasculares, participan de manera activa, durante el tráfico leucocitario y promueven la extravasación de las células a los tejidos inflamados. Si la respuesta innata no logra eliminar al patógeno, se desencadena el segundo sistema efector: la respuesta adaptativa o adquirida. La exquisita especificidad es una de las características de esta respuesta. Este sistema está integrado por células dotadas de receptores de alta especificidad, los linfocitos T y B, capaces de reconocer un amplio espectro de determinantes antigénicos presentes en el medio circundante. La activación clonal de los linfocitos B conduce a la diferenciación de células plasmáticas, productoras de anticuerpos, responsables de la Inmunidad Humoral. Por otra parte, la expansión de los linfocitos T culmina con la generación de células efectoras responsables de la Inmunidad Celular. Una característica de las respuestas inmunes humorales y celulares es la capacidad de responder a una infección posterior con el mismo antígeno de forma más rápida y eficiente; esta propiedad se denomina memoria inmunológica. Tiene la capacidad de discriminar entre aquello que le es propio y lo que no lo es. De esta manera, los linfocitos de un individuo son capaces de reconocer los antígenos propios. La autotolerancia es un proceso de aprendizaje que se lleva a cabo durante la maduración de los linfocitos e involucra la participación de los receptores antigénicos, presentes en la superficie de estas células y en las moléculas propias. 34 Respuesta innata Respuesta adaptativa Respuesta rápida (horas) Respuesta lenta (días a semanas) Uniforme Variable Número limitado de acciones específicas Numerosas acciones específicas muy selectivas Mejora durante la respuesta Constante durante la respuesta Mecanismos efectores comunes para la destrucción del patógeno Figura 17: Mecanismos efectores de respuesta frente a las infecciones DE LA EFICIENCIA DEL SISTEMA INMUNE Y LA RESPUESTA ANTE LOS PATÓGENOS DEPENDE LA SUPERVIVENCIA DE UNA ESPECIE BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA Tema: Bacterias, Hongos y Virus Brock. Biología de los microorganismos. 10ª ed. Madigan M, Martinko J, Parker J, Madrid: Pearson Educacion; 2003 Zinsser. Microbiología. 20ª ed. Joklik, Willett, Amos, Wilfert. 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