Teoría del Valor de una Mercancía

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TEORÍA DEL VALOR DE UNA MERCANCÍA
¿Qué es lo que determina el valor de una mercancía?. Hay un aspecto que conviene resaltar antes de entrar en
el pensamiento clásico; ya que (y siendo su plataforma) se vino dando desde Aristóteles hasta el
Mercantilismo. Se trata de la discusión sobre la equidad o justicia del precio (el justo precio), o lo que viene a
ser lo mismo, la relación entre moralidad y mercado. Es decir, que el producto no valga más caro ni más
barato de lo que debe costar.
Pero, ¿qué clase de valor se le debe dar a, qué tipo de mercancía?. Entrando ya en lo qué será el primer paso
hacia nuestra actual economía de mercado, encontramos la doctrina del laissez faire, laissez passer, que
servirá de apoyo al primer gran teórico de la historia económica: Adam Smith.
ECONOMÍA CLÁSICA.
Smith estableció la existencia de dos tipos de valores en los bienes−independientemente de su utilidad−; el
Valor de Uso y el Valor de Cambio. Centrándose en el último, llegó a lo que se denomina Teoría del valor del
trabajo que se resume en que:
<el valor de una posesión se mide por la cantidad de trabajo por la cual pueda ser cambiada>.
¿Cómo se mide el Valor de Cambio?.Según el economista escocés, el Valor de Cambio estará determinado
por los costes de producción de los bienes. La cantidad de trabajo y el coste para sustentarlo fijarán su precio.
Y, ¿cómo se fija el valor de dicho coste?. Esta cuestión se le escapó a Smith pero no a su discípulo David
Ricardo. Intenta responderla dando como factor determinante para fijar el valor de los costes de producción, el
grado de necesidad del bien (siempre que este sea reproducible), es decir, su utilidad marginal.
<Si una mercancía no fuera útil (si no nos satisficiera) carecerá de valor de cambio>.
Y una vez dado el valor, este aumentará según su escasez y/o laboriosidad que requiera obtener el bien en
cuestión.
La vigencia de la concepción de la renta de la tierra en esta teoría, está aún patente al menos en la explicación
de los bienes inmuebles y en el rendimiento de estos.
Existe una contradicción en la teoría del valor del trabajo de David Ricardo y es que si esta se cumple, es
decir, si el coste del trabajo en el punto marginal no hay renta, y en lo producido con anterioridad si la hay, el
beneficio obtenido quedaría para la mano de obra y para el propietario de las tierras. De esta forma, no habría
beneficio para el capitalista o productor de la empresa cuando, realmente, es quien obtiene la mayor parte. Por
lo que para tener ingresos gananciales, infringiría ese legítimo derecho del trabajador de obtener un salario
proporcional al valor de su trabajo. A pesar de todo, lo que trataba de explicar Ricardo, era que <asalariando a
la mano de obra con el nivel suficiente para conservar la vida, esta hallaría su equilibrio y así, el excedente de
la producción sería para el terrateniente y para el capitalista> (Plusvalía. Marx). Y esto fue lo que se entendió;
de tal forma, que durante los años de aplicación del pensamiento ricardiano, el capitalista se enriquecía con
los beneficios inmediatos, sin pensar en la producción a largo plazo de su empresa.
Sí pensó en ella, Nassau William Senior que ofreció una alternativa para que los capitalistas ahorraran para,
más tarde, invertir en sus empresas y que estas mejoraran tanto en maquinaria, como en productividad. Según
él, además del coste del trabajo incorporado al bien del capital, debía computarse el precio que debía pagarse
en concepto de intereses o beneficios (capitalista incluido), ahorrarlo e invertir posteriormente en maquinaria,
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equipos, etc.. Así se formuló la teoría del interés: <el coste de inducir la abstinencia del consumo, sumado al
coste de la mano de obra, totalizaba el coste de producción de un bien. De modo que este coste de producción
venía a ser el nivel de equilibrio al que normalmente tenderían los precios. Si los precios subían, el incremento
de la producción los reduciría hasta el nivel de coste determinado de esa forma. Ocurriría lo contrario si los
precios estuvieran por debajo del coste>.
La poca probabilidad de ahorro del capitalista del momento y, en el caso de que este fuera ahorrador, la poca
expectativa o visión de futuro para su empresa, reducía considerablemente la aplicación de esta teoría. Que en
el caso de que se cumpliese, tampoco tendría por qué triunfar ya que no se tiene en cuenta la determinación de
los rendimientos de la tierra.
Por otro lado, y paralelo a David Ricardo, August Walras añadirá la utilidad y la escasez (la rareté) al coste de
lo que ya se denominarán los factores de la producción; <todo producto para ser valioso necesita ser también
escaso...>.
Al igual que Ricardo, comete el error de no observar la utilidad marginal en vez de la total. La diferencia
estará en que Walras no fija como factor determinante la utilidad del bien, sino que es como si sumase tres
parámetros para determinar su valor:
Costes de producción + Utilidad + Escasez del bien
1871, conclusión: William Stanley Jevons y Karl Mengel afirman que el valor de una mercancía no lo da la
satisfacción total que proporciona su posesión, sino que proviene de la utilidad (satisfacción y goce) de su
última parte. Osea, la disponibilidad de un producto deseado, supone que su última porción o unidad marginal
determine el valor de las restantes unidades. Así, si el bien es difícil de producir y hacerlo en grandes
cantidades, sus unidades tendrán un alto precio o valor. Este valor será aquello que pague el consumidor por el
último incremento.
La fijación en la utilidad del producto quizás ocupó el tiempo necesario, para que ni Jevons, ni Mengel se
dieran cuenta de que los incrementos marginales también influyen sobre la oferta. La misma mercancía en
sitios diferentes, con diferentes máquinas, y con un número desigual de mano de obra, se obtienen con
diferentes costes de producción. Incluso la expansión de una empresa supone tener un problema similar; al
tener que abarcar mayor terreno de producción necesitas más maquinaria y mayor número de obreros. Esta
situación queda explicada por la Ley de Rendimientos Decrecientes:
Conforme X (obreros, tierras, etc..) aumenta, su productividad sube hasta el punto en el que esta decrece por
la diferencia de los costes de producción.
Por estos fallos teóricos y ante el despilfarro de los productores y las concepciones liberales sobre el valor de
la mercancía (que desembocaban en el abuso capitalista), nacerán diversas teorías de uno de los hombres más
importantes de la Historia Política Universal: Karl Marx
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ECONOMÍA MARXISTA (MATERIALISMO HISTÓRICO).
Para Marx el producto es siempre un Valor de Uso, es decir, todo objeto que suponga una necesidad humana.
Preguntándose si el precio depende de la utilidad, concluirá que este supuesto no es real, por razones como
que lo más útil es lo más barato, porque la utilidad del producto es diferente para cada comprador, etc..
Aunque reconoce la dificultad de fijar la utilidad de una mercancía, expondrá que es fácil determinar cuántas
personas querrían comprar un objeto determinado y cuántas querrían venderlo. Así se puede obtener una
expectativa de demanda más real, y por consiguiente ofertar con más seguridad. Pero esto no es del todo cierto
(la demanda y la oferta sólo influyen sobre el precio a corto plazo); si dos productos totalmente diferentes (por
ejemplo el zapato y el rubí) tuvieran la misma demanda, sus unidades deberían tener el mismo precio. Por ello
Marx se pregunta qué o cuáles son los costes de producción.
Para él, existen dos medios de producción, que son:
− las materias primas, es decir, unos elementos, ya transformados, para formar parte de otro bien y,
− los medios de trabajo. Que son los costes de la maquinaria (incluido su desgaste) más los de los otros gastos
necesarios para poder trabajar (por ejemplo, electricidad, calefacción, etc.).
Estos podrían fijar el valor, pero si así fuese −se pregunta Marx−, ¿qué ganaría el trabajador?. Evidentemente
nada, ya que no se ha tomado en cuenta su trabajo ( Fuerza de Trabajo).Por lo que si sumásemos estos tres
factores como costes de producción, obtendríamos el precio que ha de tomar la mercancía.
Esto no convence a Marx, ya que si redujésemos cada uno de los elementos hasta el final, veremos que el
coste de producción se reduce al trabajo que ejercen diferentes trabajadores sobre los bienes que produce la
naturaleza. Es decir, en el coste del bien producido han de entrar los mismos tres factores de cada trabajador
que ha sacado la materia prima.
Por esta razón el trabajo humano es la base del valor de la mercancía producida. Y como esta es la que
satisface las necesidades humanas, es así, base de toda la vida social.
A partir de aquí, llamará Ley del Valor a la ley que rige el intercambio de mercancías. Esta regula la economía
mercantil de los productores individuales que sólo se relacionan a través del mercado. <Cuando la sociedad
sea capaz de planificar totalmente la economía de modo que la distribución del trabajo social no se haga en
forma ciega, a través del mercado, sino en forma consciente y planificada de antemano, la ley del valor
desaparecerá, no tendrá más sentido>.
Pero Marx tendrá que apartar la cantidad de trabajo individual para fijar el valor, ya que este supone la harto
complicada tarea de medir los grados de rendimiento por trabajador.
Entonces, ¿cómo se fija el valor?. Según el alemán, el valor que regule los precios será el trabajo que la
sociedad entera gasta en producir un determinado producto (<el trabajo socialmente necesario para
producirlo>), siempre que dicho valor se tome del trabajo medio:
<el trabajo socialmente depende de la tecnología media utilizada, de las aptitudes medias de los trabajadores y
de las condiciones medias de trabajo>.
Marx ha realizado un buen análisis para la medición del valor que ha de tener un producto. Y si bien afirma
que estos parámetros no son estáticos, ya que el trabajo variará según al avance técnico al que esté sujeto,
también reconocerá la ineficacia práctica de su teoría en el sistema capitalista. Y lo hace porque, para que esto
último se diera, supone la aceptación por parte del capitalista de remunerar en base a tres factores:
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a) necesidades básicas del obrero y su familia.
b) necesidades culturales.
c) nivel de especialización.
Todo obrero crea más allá del valor de su fuerza de trabajo y no se le paga por ello. Eso es lo que Marx
denuncia, la existencia de una plusvalía cuyo beneficio queda para el capitalista. Pero también avisa que la
continuidad de esta acción implica riesgos, ya que la explotación de un obrero no sólo topa con su límite físico
sino también, con uno histórico; el que el capitalismo avance también significa que el movimiento obrero lo
haga. Así este último, ha conseguido a lo largo del tiempo numerosos logros nunca imaginados en otras
épocas (entre muchos otros la reducción de jornada laboral).
El problema principal es que Marx presupone una conciencia común, al menos en los trabajadores, basada en
la no preocupación de tener bienes de primera necesidad y poder ir aumentando su nivel de vida a través del
intercambio en una economía mercantil simple.
Al poder ser interpretada esta idea de varias formas, se puede caer en el error de convertir al Estado en el
mayor de los capitalistas; ya que toda la plusvalía, al ser toda empresa estatal, quedaría −evidentemente− para
el Estado. Y teóricamente no es un error sería, toda una grandeza que existiese la concepción de un pueblo
entero, de sentirse cada individuo parte integrante del Estado, y esa es la equivocación; el pensar que no tiene
que haber una pluralidad cuando realmente existe.
KEYNESIANISMO.
Con respecto a la teoría del valor de la mercancía, el keynesianismo tiene poco que ofrecernos, puesto que no
toma como principal preocupación ni el precio de la mercancía, ni la forma de distribuir los ingresos
resultantes. Para Keynes, la cuestión importante es averiguar cómo se determinan los niveles de producción y
de empleo, que más tarde veremos en Política Económica.
TEORÍA DE LA DISTRIBUCIÓN DE LA RENTA.
Lo que se intenta determinar es la repartición del producto total (Renta Nacional), entre los distintos factores
de la producción que son el trabajo y la tierra (primarios) y el capital (producto de la producción).Y para esto
también hay diferentes enfoques.
ECONOMÍA CLÁSICA.
El salario para Smith era el coste de atraer al trabajador a su trabajo y de mantenerlo para que siguiera
desempeñándolo. La falta de trabajo −y sobre todo en la época de Smith− y por consiguiente de dinero, hace
que una persona coja hasta el trabajo con el salario más miserable, para obtener bienes que mantengan la
esperanza de su existencia, y la de su familia −en el caso que la tenga −. Hasta aquí, es fácil atraer a un
trabajador pero, ¿rendirá en su trabajo con una mala paga?. Tajantemente, no, <y el capitalista lo sabe>. De
ahí que Ricardo hablase del salario mínimo de subsistencia, para asegurar un rendimiento óptimo del
proletariado.
Supongamos que el trabajador tiene un salario mínimo para subsistir, ¿qué hay de su familia?. Si la familia no
tiene el dinero suficiente para subsistir, el trabajador tendrá que dividir su salario para mantenerla, por lo que
él no disfrutará del mismo mermando así su capacidad, o bien tendrá que trabajar horas extra con lo que
también la disminuirá.
Viendo esto, David Ricardo afirmará que el salario de un trabajador debería de ser, <el precio necesario para
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permitir a los trabajadores subsistir y perpetuar su raza, sin aumento ni disminución> (Ley de Hierro de los
Salarios). Sin entrar en el por qué de la utilización del término raza −subespecie− (craso error, pues el
trabajador es humano y especie humana sólo hay una), leyendo esta frase e imaginándonos la aplicación de la
misma por un capitalista , podremos entender y dar sentido a las revoluciones proletarias y, en general, a todo
el movimiento obrero.
Tras el paso de los años se hizo necesaria una defensa para legitimar el modo de distribución de la renta. Así,
John Stuart Mill intentó justificar la pobreza del trabajador como consecuencia inevitable de la Ley de
Rendimientos Decrecientes, y del impulso reproductor de las masas (aserción errónea que él mismo pudo
comprobar en años posteriores).
Si los salarios se suben por encima del nivel de subsistencia, significa que el trabajador pueda obtener otro
tipo de bienes para él y/o para su familia, por lo que para conservarlos no deberá tener más gastos de los
fijados, e intentará controlar el aumento familiar.
Más tarde, Vilfredo Pareto defiende la concepción a través de métodos estadísticos, obteniendo conclusiones
como:
− la similitud de distribuir la renta en todos los países
− y, aunque esta no era equitativa, respondía a la distribución de la capacidad y del talento en el orden social.
− Y, en este, quienes merecen las grandes fortunas son muy pocos comparados con la multitud merecedora de
la pobreza.
El que el modo de distribución sea semejante no tiene por qué ser el mejor y, ni mucho menos el más justo.
En verdad, ésta es la que genera más desigualdades; ya que se toma el concepto de una supuesta superioridad
de aptitudes preestablecidas que, congran fundamento rebatirá Karl Marx.
ECONOMÍA MARXISTA.
Marx hablará de la distribución como la forma en la que el producto social global se reparte entre los
diferentes miembros de la sociedad. Siendo el producto social global, los bienes producidos por una sociedad
en un año. Pues bien, en una sociedad capitalista, los propietarios y los terratenientes, que son un pequeño
grupo dentro de la misma, son los que más cobran y los que menos trabajan. Esto, evidentemente, no es justo
en ningún tipo de sociedad y, efectivamente, es lo que se ha venido dando a lo largo de la historia en todos los
estados que han aplicado los modelos denominados clásicos, neoclásicos, monetaristas, o neoliberales, que en
su práctica tienen un sinónimo común: Capitalismo, es decir; la explotación del obrero para el
enriquecimiento − del que ya posee riqueza − y posterior disfrute de la vida, gracias a que esta riqueza, le
proporciona la posibilidad de obtener cualquier bien para su satisfacción y goce personal y/o familiar.
Se trata, entonces, de una desigualdad social, de una injusticia, de cerrar posibilidades a personas (tan
capacitadas o mejor dotadas que muchas otras), que por no tener suficiente poder adquisitivo o propiedad, no
se les presentan las mismas oportunidades que al capitalista o al terrateniente. Y, aquí es donde se observa uno
de los grandes méritos de Marx; el haber demostrado a través de su estudio sobre el capitalismo, que la
distribución desigual no depende de la existencia de naturalezas humanas más o menos dotadas, sino que
depende, fundamentalmente, de la propiedad y capital del que gozan los individuos que manejan los medios
de producción. Osea, el capitalista sobre el medio de producción industrial y el terrateniente sobre la
propiedad de la tierra, absorberán la mayor parte del producto social. Por lo que ellos y, posiblemente, su
descendencia no tengan que hacer grandes esfuerzos para llevar una vida placentera.
Por lo tanto, el producto social depende de una distribución previa, de los medios que determinan la
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distribución de la renta.
POLÍTICA ECONÓMICA.
POLÍTICA CLÁSICA.
Tras el análisis del juego de la oferta y la demanda, se establecía el libre comercio, es decir; la libertad para
crear una empresa sin estar controlada por el Estado, hacer negocios, etc., respondiendo a las reglas
establecidas por el mercado, y equilibradas por una supuesta mano invisible (Smith).
Así se plantan las bases para que nazca la Ley de Say, por la que toda oferta generaría su propia demanda.
Porque consideraban que, bajo unas condiciones de competencia perfecta en el mercado de trabajo y en el
mercado de bienes y servicios, en el primero no debería de haber ninguna restricción al movimiento
económico de los salarios. Así, la oferta y la demanda de trabajo se verían influidas por el nivel de salarios
reales (capacidad adquisitiva). Si éste se bajase, el empleo subiría. Por eso, para ellos, <todo desempleo es
voluntario>; porque el hecho de que éste exista, indica que el salario es excesivo.
! Salarios Reales − ! Costes Empresariales− ! Producto Total− ! Demanda Agregada− ! Oferta− ! Precios− !
Empleo.
Esta teoría presupone el pleno empleo de los recursos y peca de ilusión monetaria, además de entender los
precios como variables flexibles. Este razonamiento económico dio pie a las crisis capitalistas y al eterno
conflicto propietario/ proletario, por la continua explotación del primero sobre el último; el abuso del
capitalista.
Y, ¿cómo se puede facilitar la práctica de este abuso?.
Esencialmente, dejando las relaciones económicas en manos del propietario. Es decir, sin una regulación
oficial del pueblo, sin un control estatal.
Ahora bien, ¿el Estado podría abusar?.
POLÍTICA MARXISTA.
Hay que tener siempre en cuenta que la política económica de Marx gira entorno a la crítica del sistema
capitalista.
A partir de aquí, Marx fijará como eje de la historia, la estructura económica (relaciones de producción) de la
sociedad y las relaciones que se dan en ella. Ésta quedará unida a la infraestructura que será el entramado de
instituciones jurídico−políticas; y éstas conformarán la superestructura, el Estado; que una vez tomado −tras la
revolución proletaria− se diseñará con la dictadura del proletariado que creando una economía mercantil
simple dará a luz una sociedad basada en el igualitarismo, que ya no necesitará de ese elemento opresor, que
es el Estado.
Pero, ¿qué es lo que ocurre cuando se llega a la dictadura?.
El paso a la Dictadura del Proletariado es uno de los aspectos más radicales en la teoría marxista, y el que más
ha sido tocado en los revisionismos.
Hay que tener en cuenta, tanto la situación en la que se encontraban todas las naciones en el siglo XIX, como
las condiciones en las que vivían la mayor parte de sus sociedades. Pero esto no justifica que en nuestros días
podamos dar validez a esta parte y, más aún, sabiendo lo que una dictadura puede traer consigo. Y esto es
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−ciñiéndonos al aspecto económico− , desde el principio, la carencia de toda libertad para invertir, negociar,
etc., que llevará a la expropiación de los bienes que, supuestamente, no son necesarios y, en definitiva, a
trabajar para un estado del que nadie forma parte excepto los gobernantes.
Es lo que ha pasado siempre en la aplicación de las ideas marxistas, pero nunca tendremos que olvidar que el
fin de éstas son, la integración de toda persona al mundo laboral, y una vez en éste, otorgar a todos salarios
similares para evitar el conflicto. Y este aspecto es el que deberíamos tener en cuenta en la actualidad; el
acercamiento, con todas nuestras nuevas formas económicas, para llegar a este fin. Y para ello no se trata ni
de monopolizar una empresa desde el Estado (porque su gestión, posiblemente, la arruinara) ni privatizarla, ya
que la nación perdería dinero a largo plazo. Así, por ejemplo, y resolviendo el problema teórico de las
libertades y el práctico de pérdida para el Estado, la empresa debería tener siempre la participación media (el
49% aprox.) de éste, y el resto estar dividido, al menos, en tres partes; uno o dos empresarios y el resto de los
activos entre pequeños accionistas.
La toma de decisiones quedaría en tres o cuatro partes pudiendo crear así una gestión empresarial, que no
perjudique al obrero ( tendrá un difícil despido) que, a la vez, estará concienciado para hacer un buen trabajo,
ni al progreso de la empresa.
POLÍTICA KEYNESIANA
En 1836, John Maynard Keynes termina su Teoría de la ocupación, el interés, y el dinero. Nos ocuparemos del
empleo y de su crítica al neoclacisismo.
¿Cuál es su teoría para generar empleo?.
El pleno empleo de los recursos en una economía depende del mercado de bienes y servicios y, dentro de éste,
el nivel de demanda agregada que se da en ésta. La demanda de trabajo que hacen los empresarios, depende
del volumen de bienes y servicios que esperan que sean demandados en la economía.
La diferencia fundamental entre Keynes y los neoclásicos es que, para éste, la produce el contrato de
trabajadores por un empresario, y no los salarios que fije. Es decir, los trabajadores no negocian el salario real,
sino el nominal que es el que influye en los beneficios del empresario.
Por otro lado, y remitiéndose a la Ley de Say, observará que toda oferta genera, evidentemente, una renta,
pero que ésta no tiene por qué generar demanda. La razón está en que el aumento de la producción genera
unos beneficios −efectivamente −, pero éstos no tienen por qué ser invertidos, es más, se tiende a ahorrarlos;
! Producción −! Beneficios −! Tendencia al ahorro −! Consumo −! DA −! Renta −
! Empleo .
Si existe ahorro ocioso, habrá un nivel de demanda agregada que esté por debajo del nivel de oferta agregada.
Se puede lograr un equilibrio invistiendo ese ahorro, pero, ¿cómo se llega al pleno empleo de los recursos?. Se
consigue, subiendo la demanda agregada. Y, ¿cómo se sube?. La salida para dinamitar el sistema económico
es que el Estado incremente el gasto incurriendo en déficit público, y de esta manera que aumente la demanda
agregada, y con ésta que se de un aumento del empleo.
A partir del año 1970 el keynesianismo fue el centro de las críticas de una nueva doctrina económica conocida
como monetarismo (que consiste en una modificación de la economía clásica que Keynes había criticado en
su Teoría general). En casi todos los países industrializados el pleno empleo y el creciente nivel de vida
disfrutados durante los 25 años posteriores a la II Guerra Mundial estuvieron acompañados de inflación. Los
keynesianos siempre admitieron que cuando se lograra el pleno empleo iba a ser difícil controlar la inflación,
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sobre todo si los sindicatos podían negociar sin trabas con los empresarios los aumentos salariales. Por esta
razón se crearon una serie de medidas de política de rentas para evitar el crecimiento de los salarios y los
precios. Pero estas medidas no fueron suficientes. A partir de la década de 1960 la tasa de inflación se aceleró
de forma alarmante.
Según los monetaristas, este aumento de la inflación se produjo por la aplicación de las políticas keynesianas
que mantenían el nivel de desempleo por debajo de su tasa natural, tasa a la que la inflación permanecería
estable. Según los monetaristas, la única forma de reducir el desempleo sería disminuyendo su tasa natural
mediante políticas en la franja de la oferta, como promover una mayor formación profesional y reducir los
beneficios empresariales que favorecieran el funcionamiento de las fuerzas del mercado.
Así, desde finales de la década de 1970 el keynesianismo ha dejado de aplicarse, desplazado por los
argumentos monetaristas que han contribuido y se han visto beneficiados por los cambios políticos que daban
mayor importancia a la inflación que al desempleo. Pero la gravedad de las recesiones a escala mundial de
principios de los años 1980 y 1990 reflejan la validez de las políticas keynesianas. En la actualidad,
difícilmente aplicables.
ECONOMÍA
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1º− 6 , Ciencias Políticas.
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