Hacia una perspectiva humana del rol docente universitario en espacios formativos virtualizados Maritza Elena Turizo Arzuzai Foro de educación superior, innovación e internacionalización. Seminario ‘La Universidad en el SXXI: nuevos modelos’. Resumen. La tesis doctoral que sustenta la presente ponencia, está guiada por el propósito de fundamentar en términos científicos y metodológicos, una red categorial constituida por mediaciones pedagógico – didácticas que viavilicen la religación de los distintos ejes del rol docente universitario en espacios de formación virtualizados. Se pretende además, promover la configuración de comunidades de aprendizaje permeadas por una comunicación socio afectiva, que logre contrarrestar la sensación de soledad, aislamiento y desmotivación que experimenta el estudiante de un curso virtual, por la falta de contacto físico con compañeros y profesores. Por lo tanto, es fundamental que el docente o tutor virtual movilice los ejes de su rol, trascendiendo la instrumentalización demarcada por competencias disciplinares, tecnológicas, administrativas y didáctico – evaluativas. Es decir, que se humanice la praxis pedagógica - educacional, al asumirla como praxis discursiva de naturaleza predominantemente socio afectiva. Palabras clave: perspectiva humana; rol docente universitario; espacio formativo virtualizado; comunidad de aprendizaje; praxis socio discursiva Towards a human perspective of the university teacher’s role in virtualized educational spaces Abstract. The thesis that justifies this paper, is guided by the purpose of establish foundations, in scientific and methodological terms, to a categorial network conformed by pedagogical and didactical mediations, that would make possible the articulation of the various axes of university teacher‟s role in virtualized educational spaces. It also intends to promote the setting of learning communities, permeated by a social and affective communication to counteract loneliness, isolation and demotivation experienced by the student of a virtual course due to the lack of physical contact with partners and teachers. Therefore, it is essential the teacher or virtual tutor can mobilize axes of his/her role, transcending the instrumentalization demarcated by disciplinary, technological, managerial, and didactical and evaluative competences. That is, that pedagogical and educational praxis gets to become more humanized, to assume it as a discursive praxis tipified by its social affective nature. Keywords: human perspective; university teacher‟s role; virtualized educational space; learning communy; social and discursive praxis 1. Introducción. En el transcurso de las dos primeras décadas del siglo XXI, el mundo ha experimentado cambios acelerados e importantes en todas las esferas de desarrollo. Actualmente se observa un modelo de sociedad basado en avances asombrosos y significativos que se palpan en el ámbito de la ciencia, la economía, pero muy particularmente, en el campo de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC), donde pareciera que el ingenio y la creatividad del ser humano no tienen límites. Como fiel muestra de ello, surgen a diario, nuevos dispositivos y formas de comunicación e interacción, demarcadas por el uso de lenguajes no convencionales (oral –escrito) que se movilizan al vaivén de las redes sociales y materializan la paradoja del acercamiento en la distancia. Las condiciones evolutivas de un mundo tecnificado, pluralista y globalizado demandan hoy la reformulación, jerarquización y reubicación de las variables y simbologías de culturas particulares con lo cual surgen al mismo tiempo, oportunidades y retos en todos los ámbitos, entre los cuales la educación ocupa sitial relevante en tanto cumple “la función de adaptación social” (Flórez Ochoa, 2000, P. XX). En esa línea, la sinergia entre familia, escuela y medios de comunicación se constituye en pilar fundamental para la configuración y fortalecimiento del sistema de principios, valores, normas y actitudes en los niños, adolescentes y jóvenes de la llamada era digital. De cierto, a tales instituciones se les ha encomendado el gran reto de contribuir a una formación integral de los sujetos, lo cual implica estimularlos para que de manera autónoma e intencional, logren identificar, jerarquizar, intervenir y reconstruir su propia escala ético – axiológica (Porta, 2004) En otras palabras, la formación integral no ha de entenderse como un compromiso exclusivo y aislado que compete a padres y maestros. Este procesos es tan complejo que pueden involucrar a otros agentes socializadores, entre los cuales se destacan principalmente, los mass media, y los canales de interacción electrónica o digital, con los que sin duda, las nuevas generaciones están más familiarizados que los adultos. Se deriva de lo anterior, que en el marco de las tendencias socioeducativas contemporáneas; es fundamental que los profesionales desarrollen actitudes, habilidades y competencias para la toma de decisiones, la resolución de problemas, la investigación, el trabajo en equipo, la generación de conocimiento colectivo y sobre todo, la participación en complejos procesos de cambio social. Al respecto, Beltrán Llera (2003), asegura que hoy el mundo “pone de relieve la idea de inteligencia distribuida y compartida” (p.3) y se enfrenta con comunidades de aprendizaje centradas en el papel del sujeto como autogestor de saberes cognitivos, procedimentales, actitudinales y socio-afectivos. En esa línea, es frecuente hablar de alianzas estratégicas, acuerdos de cooperación, redes sociales, y en el ámbito académico, de trabajo independiente, trabajo colaborativo, organización social e inteligente de la información y gestión de conocimiento colectivo. la filosofía que orienta la construcción del mundo en que vivimos remite a usar inteligentemente la información disponible, cualquiera que sea el formato en que esta se encuentre, y convertirla en conocimiento pertinente en cuanto se integre al sistema cultural de una comunidad y jalone su bienestar. Se trata de una dinámica de aprendizaje „in situ’ y permanente que va mucho más allá de recuperar datos y crear estructuras teóricas „con sentido‟; y en su lugar, se enfoca a potenciar las capacidades humanas para formular proyectos asociativos que favorezcan el desarrollo social. (Turizo Arzuza, 2010, p.3) En efecto, ante la avalancha de multimedia y productos informáticos; la educación en América Latina ha dado un vuelco trascendental desde la década de los 90, acarreando entre otras consecuencias, el auge de la virtualidad como metodología de Enseñanza - Aprendizaje a Distancia (EAD), donde el elemento diferencial es el uso de las TIC, y del internet con fines formativos, especialmente en el nivel terciario. La situación expuesta comporta la necesidad de transformar las prácticas educativas expandidas en los Ambientes Virtuales de Aprendizaje (AVA), enfatizando en la resposabilidad social de las instituciones educativas y específicamente, del docente como agente formador de talento humano. Se requiere entonces, que el tutor virtual promueva el contacto permanente de los alumnos con los materiales, con el docente y con los miembros del colectivo, propiciando las condiciones para que a partir de la colaboración, la cooperación y la inteligencia compartida, se de un aprendizaje significativo, entendido este último como la incorporación no arbitraria, sustancial y flexible de los conocimientos nuevos a la estructura mental del sujeto (Ausubel & Sullivan, 1991). Esto es, propiciar la conformación de comunidades virtuales para la gestión de conocimiento colectivo en contextos académicos. En relación con la problemática del aprendizaje colaborativo, sus relaciones en ambientes virtuales y sus bases socioconstructivistas como vía para obtener el aprendizaje significativo; Ruiz Aguirre, Martínez & Galindo (2012), en el contexto educativo de México, desarrollaron una investigación cuyo informe resalta los continuos avances científicos en torno a los procesos tecnológicos vinculados a la práctica educativa. En particular, el estudio analizó aspectos ligados al papel de las TIC y de las herramientas la Web 2.0 en la gestión de comunidades de aprendizaje en red. Como conclusión, se reafirma la importancia de las interacciones comunicativas y la reciprocidad intersubjetiva que éstos implican, en tanto coadyuvan la producción de conocimiento colectivo, mediado por objetivos comunes. Válido traer a colación en este punto de la disertación, los planteamientos de Fernández, Mireles & Aguilar (2010), quienes abordan la enseñanza a distancia del tutor virtual desde una visión de la Sociedad del Conocimiento. Los autores reafirman que la educación a distancia demanda profesionales competentes, con cualidades cognitivas y el cumplimiento de su labor tutorial, debido a que estos aspectos tienen grandes implicaciones con el éxito o fracaso del estudiante que se desempeña en esta modalidad de aprendizaje. La sociedad del conocimiento tiene grandes exigencias, entre estas se halla traspasar las limitaciones espacio-temporales en los procesos formativos. En esa perspectiva, la tecnología facilita construir comunidades de aprendizaje que se caractericen por la reflexión, la reconstrucción y la generación de aprendizajes que den respuesta a la demanda global. 2. Retos del tutor virtual. Uno de los diez puntos declarados por el Consejo Nacional de Educación Superior (CESU), en el documento "Acuerdo por lo Superior - 2034" alude explícitamente a las “Modalidades educativas apoyadas en TIC”. En esencia, el texto plantea lo siguiente: Las IES deberán asumir la tecnología en sus procesos y diversas modalidades de oferta académica, dirigidas a apoyar la virtualidad como una opción en la formación, incluso en los programas de naturaleza presencial. El e-learning y los objetos educativos virtuales serán mediaciones connaturales para complementar, fortalecer y mejorar el proceso educativo y la interacción entre las comunidades académicas y sus pares en cualquier lugar del mundo. (CESU, 2014, Núm. 7) Ciertamente, los AVA constituyen una alternativa innovadora en los procesos de instrucción y formación. De allí que, ciñéndose a las políticas públicas en educación superior; las universidades, hagan inminentes esfuerzos para satisfacer los indicadores de cobertura, calidad, pertinencia y equidad. El problema es que para enfrentar los retos de la innovación y el cambio pedagógico que la sociedad del siglo XXI exige; se necesita más que discursos regulativos (políticas, planes de desarrollo, teorías, etc.) impregnados de buenas intenciones. Al respecto, Área (2014) asevera que “si lo que se pretende es generar procesos de cambio sustantivos y reales (y no meramente cosméticos) sobre la educación que se desarrolla en las aulas y escuelas de este nuevo siglo” (p. 242); la dotación de equipos (computadoras) y la mejora de la infraestructura telemática (conexión a internet) son condiciones importantes, pero insuficientes. Hace falta compromiso y consenso social de todos los agentes de la comunidad educativa y, en particular, de los integrantes del profesorado. (…) [De tal manera] sería un error pensar que con ello se está produciendo un cambio educativo en cómo se enseña y se aprende” (Área, 2014, p. 242) Luego entonces, hay que preparar al docente para el uso de estrategias y herramientas tecnológicas que le permitan impulsar una formación contextualizada. Su papel en un AVA debe estar focalizado en guiar al alumno hacia un aprendizaje autónomo para que pueda, cumplir con las tareas que lo encaminen a desarrollar y fortalecer las competencias propias de su campo y nivel de formación. Esto, sin prescindir del trabajo cooperativo y colaborativo (Beltrán Llera, 2003; Turizo Arzuza, 2010). Por ende, algunas de las nuevas tareas para el docente en la virtualidad consisten en tomar decisiones que le permitan apuntar a las necesidades de los educandos, realizar un seguimiento personalizado de las actividades programadas, promover el trabajo colaborativo mediante distintas formas de comunicación, e incentivar las competencias del estudiante y realizar asesorías continuas con los participantes para forjar un acompañamiento permanente, entre otras. Cabe resaltar en este punto, que la premisa de partida traduciría que el docente debe establecer una función de acompañante para con el estudiante, pues el interés del otro ha de asumirse como propio para solidificar una relación de orientación y organización en la que se sitúa al sujeto aprendiz como el principal promotor del conocimiento. En correspondencia con lo expresado líneas arriba, el aprendizaje en los AVA se logra merced a una óptima interacción iniciada por el tutor, quien se esfuerza por estimular al estudiante a partir de sus fortalezas, otorgando igualdad de oportunidades para que éste ejecute los compromisos, en un ambiente de flexibilidad y relacionesinteracciones que potencializan una adecuada comunicación entre los sujetos participantes. En un sentido más amplio, la tutoría a través de un AVA implica estar atento a los desarrollos y dificultades que presentan sus estudiantes, y en consecuencia, valorar sus alcances; para lo cual es necesario tomar en cuenta que cada persona tiene unas potencialidades y circunstancias particulares. Esto último, teniendo presente que las características y el comportamiento de los alumnos virtuales suelen no ser un estándar. (Turizo Arzuza, 2012). Aquí un punto crítico porque a diferencia de lo que ocurre en una metodología presencial, el tutor suele ubicarse en segundo plano, acompañando al alumno en su recorrido y observando de cerca sus avances y tropiezos, sin intervenir más de lo necesario. Es decir, se soslaya el „diálogo‟ como mecanismo de interacción sociodiscursiva. Se subraya en esta instancia, la importancia de hacer seguimiento a la actividad del estudiante, y ejecutar con idoneidad, la tarea docente de gestionar una praxis socio discursiva asertiva, que permita una efectiva interacción con los educandos. En esa perspectiva, el seguimiento del tutor desborda la acepción estricta de control, vigilancia, verificación y medición de aprendizajes (Iafrancesco, 2004). Para ello, ha de traspasar los límites de su clásica tarea de transmitir contenidos y verificar la apropiación o memorización de los mismos, muchas veces limitándose al uso de vistosos materiales de estudio que sirven de apoyo al proceso formativo. Claro que esto no siempre ocurre y una muestra de ello es la investigación efectuada por López De La Madrid (2004), quien a través del análisis de tres casos en el Centro Universitario del Sur, Universidad de Guadalajara en México, profundizó sobre el papel que cumplen algunos elementos en los procesos de educación a distancia, donde la virtualidad es factor clave: las plataformas educativas, los materiales de estudio y la asesoría y tutoría ofrecida a los estudiantes. El mencionado trabajo logró determinar que las actividades y materiales que se preparan para respaldar el e-learning, a menudo, carecen de especificidad y rigurosidad tanto en forma como en contenido. Esta dificultad genera dudas e inquietudes a los estudiantes, sobre todo cuando tienen un contacto muy limitado con el profesor. La investigadora anota al respecto, que en algunos cursos se proveen documentos muy cargados, lo que origina desmotivación en torno a la reflexión y asimilación de los tópicos que se abordan. No obstante, el estudio también destaca que hay docentes que son conscientes de que bajo tales metodologías, el diseño, contenido y distribución de los materiales deben satisfacer las expectativas del estudiante y por ende, dedican tiempo y esfuerzo a su preparación. En síntesis, López De La Madrid (2004) subraya un aspecto que nos parece fundamental y con el cual estamos de acuerdo, cual es el requisito de contemplar en el diseño de contenidos, las necesidades de los alumnos y las diferentes alternativas de comunicación con que se cuenta, porque de lo contrario, se puede llegar a “truncar el proceso de aprendizaje y parcializar los contenidos” (p.11) En relación con esto último, de acuerdo con Arias Jacobs (2010), al elaborar materiales didácticos para estudiantes de modalidad a distancia, mediada por la virtualidad; suele encontrarse que los objetivos apuntan a suplir un componente meramente cognoscitivo, dejando a un lado el área socio afectiva del ser humano. Es como si se ignorara que el estudiante es una persona llena de carga emocional, y que ese sentimiento ejerce influencia en su forma de actuar, tanto en eventos de la vida cotidiana como en la academia. Por ende, es preciso que desde el mismo diseño del material didáctico, el docente promueva una comunicación afectiva, participativa-interactiva con el aprendiz. Esto, a fin de contrarrestar no solo las discrepancias en la asimilación de la información, con las consecuentes dificultades en el aprendizaje sino más importante aún, la sensación de aislamiento, soledad y hasta el deseo de deserción que pueden presentarse con frecuencia. Por lo tanto, es importante propiciar una atención óptima del estudiante a través de herramientas de comunicación e interacción, que garanticen un contacto directo y permanente con el docente dinamizador, y faciliten una retroalimentación pronta y significativa. A esa conclusión llegaron Sáez, Mendoza & Linares (2013), a partir de un análisis descriptivo acerca de los obstáculos que se presentan en la educación virtual en las universidades de Cuauhtémoc (México), Murcia (España) e ITLA (República Dominicana).Fue así que, en lo concerniente a la forma cómo se da la comunicación en los contextos colaborativos; hallaron serias falencias en los manejos técnicos, en la organización y en la autonomía de los aprendices. He allí que con el respaldo de las vicisitudes detectadas, los investigadores subrayan que la solución al problema estaría en la formación y capacitación que requiere el docente para desempeñarse en los ambientes educativos virtuales, sobre todo en torno al uso pedagógico-didáctico de las TIC. 3. Ejes del rol docente en espacios formativos virtualizados. Las tradicionales funciones de enseñar y evaluar, han de ser resignificadas en entornos virtualizados, donde el rol del docente tiene que enfocarse a actuar como mediador para que el estudiante - merced a sus competencias, y sobre todo a su disposición personal - logre aprender, desaprender y reaprender. (Beltrán Llera, 2003). Con otras palabras, esta idea es expresada por docentes e investigadores en ejercicio como es el caso de López De La Madrid (2004), cuyo trabajo en el contexto mexicano se reseñará más adelante, y del cual se extracta la siguiente disertación, por cuanto coincide con uno de los puntos que se defiende plenamente en la tesis doctoral que origina el presente documento: El desarrollo de programas en modalidades no convencionales, ha generado una serie de cambios en la organización y en las funciones que los docentes han venido desempeñando desde hace varios siglos. Si bien era éste la figura central del proceso de “enseñanza”, ahora es el estudiante el que toma el papel principal en el proceso de “aprendizaje”. Ya no basta con ser el erudito en la materia, pues desde que el Internet se ha convertido en una herramienta de aprendizaje, el estudiante tiene la facilidad de acceder a la información más actualizada sobre cualquier tema. Por lo tanto no es suficiente con acceder al conocimiento, sino el cómo aplicar y manejar dicho conocimiento. (López De La Madrid, 2004, p.7) De tal suerte, una de las afirmaciones que se pretende sustentar en esta ponencia es que en la actualidad, la misión del tutor en un AVA debe trascender de la instrucción a la formación integral, a la humanización del entorno y de la praxis educativa que allí se desarrolla. Esto significa que su compromiso va más allá de preparar materiales de estudio; acudir a las herramientas tecnológicas; exponer conceptos, teorías, procedimientos y técnicas; aplicar pruebas de conocimiento, aprobar o desaprobar el logro de objetivos de aprendizaje; aplaudir o sancionar la conducta del estudiante; y seguir literalmente, los pasos de un proceso administrativo: planeación, organización, ejecución, dirección y control como si la institución educativa fuera una empresa del sector productivo. Sin embargo, es común que el rol del docente virtual se centre en planear y direccionar las actividades que desarrollan los estudiantes (eje organizacional administrativo) con el fin de que apropien contenidos dentro de un campo de conocimientos específicos (eje técnico - disciplinar). En paralelo, su objetivo gira en torno al cómo transmitir o campartir contenidos (eje didáctivo) y verificar su memorización o comprensión, entendiendo como tal que se ha logrado el aprendizaje (eje evaluativo). Esto, soportado además, en el aprovechamiento de las herramientas y dispositivos TIC (eje tecnológico). En ese orden de ideas, dadas sus reflexiones en torno a los discursos y prácticas que promueve (eje pedagógico); el docente en AVA debe orientar, dirigir, regular y supervisar la actividad que desarrolla el estudiante, sensibilizándose sobre el uso responsable y consciente de las TIC y particularmente, del internet (eje ético – axiológico). En esa medida, ha de impulsar también sus capacidades de formular y probar hipótesis, así como de resolver problemas a la luz de las teorías científicas (eje investigativo). Todo ello, teniendo de presente la valoración del estudiante como ser humano complejo, dotado de cualidades, limitaciones y problemas; por lo cual resulta clave el acercamiento interpersonal mediado por el diálogo y la interacción sociodiscursiva (eje socio – afectivo). No obstante, las dimensiones investigativa, ético - axiológica y socio – afectiva son las que menos se fortalecen en este tipo de entornos en tanto implican mayor esfuerzo por parte del tutor, y por ende, complejizan el proceso formativo en un AVA. La educación virtual no es sólo tecnología o instrumentalización del proceso de enseñanza- aprendizaje; los espacios alternativos de socialización y esparcimiento pueden resultar vitales para lograr un excelente manejo de los cursos, en tanto que las participaciones y la diversidad de percepciones coadyuvarán a la constitución de macro encuentros socio- afectivos. En atención al rol investigativo, Garrison, Anderson & Archer, 2009 (citados por Marchisio & Ortega, 2013) logran perfilar el concepto de comunidades de indagación como sinónimo aplicado a las comunidades de aprendizaje en procesos de educación en línea y a distancia. En tal medida, se sostiene que las comunidades de indagación integran la presencia cognitiva, la presencia docente y la presencia social. Estas se presentan de manera paralela y en AVA se consideran fundamentales y necesarias para desarrollar una experiencia de aprendizaje colectivo-colaborativo de calidad. La presencia cognitiva equivale al grado en que los integrantes de una comunidad investigativa construyen semas comunes a partir de la comunicación sostenida. Esta cubre cuatro fases que se asimilan a las del Aprendizaje Basado en Problemas (ABP), a saber: 1) La activación o iniciación del proceso investigativo mediante un punto problematizador. 2) La exploración o proceso de comprensión y explicación de la naturaleza del problema a través de la búsqueda de información. 3) La integración o construcción axial y estructurada del significado. 4) La resolución o solución de una problemática mediante el descubrimiento de soluciones concretas. (Marchisio & Ortega, 2013) Por otro lado, la presencia docente o presencia didáctica, también llamada de enseñanza-didáctica, hace referencia a la acción de crear y orientar los procesos socio-cognitivos para obtener resultados de aprendizajes significativos y cuyo valor es en este sentido, educativo (Anderson et al. Citado por Marchisio & Ortega, 2013). En ese ámbito de la enseñanza se establecen categorías de diseño, organización, facilitación del discurso e instrucción directa. Todo ello fundido en la presencia docente y en el desarrollo del ambiente de aprendizaje. Por último, la presencia social tiene que ver con el rol socio afectivo y se entiende como la capacidad que poseen los participantes para identificarse con la comunidad, bajo un tipo de comunicación deliberada, donde prima la confianza y se proponen desarrollar y fortalecer relaciones interpersonales como vía de conducto para proyectar su propia personalidad. En las comunidades de aprendizaje se perciben tres categorías de presencia social: 1) La expresión afectiva, que incluye muestras de afecto, expresiones de humor, emociones y relaciones interpersonales. 2) La comunicación abierta: producida a partir del reconocimiento, la participación reflexiva, y la interacción socio-discursiva. 3) La cohesión e identificación del grupo: generada mediante el tratamiento de los integrantes por su propio nombre, a través de saludos y el uso de pronombres personales inclusivos (nosotros y nuestros). En esta instancia, Marchisio & Ortega (2013) sostienen que las tecnologías han habilitado diferentes formas de encuentro y socialización. Es así que gracias a diversos espacios de interacción, los usuarios conectados a la red tienen la capacidad o mejor, la necesidad de compartir sus intereses, preocupaciones, sentimientos, a través de entornos donde prima la lúdica. En esos espacios se afianza el sentido de pertenencia hacia un grupo y se forja una vida social interactiva que conllevan aprender de manera distinta, diríase informal, si se quiere. En este sentido, más que promover competencias cognitivas, el docente o tutor ha de estimular una formación integral, a partir de la gestión de comunidades virtuales de aprendizaje donde prevalezca la cohesión socio afectiva. Queda de manifiesto así, que las interacciones socio-afectivas en AVA generan sentimientos de acercamiento y empatía, lo cual provoca goce de identidad y coadyuva la construcción de lazos de unión. Esto se refleja en el trabajo grupal, en la disposición y armonía hacia el desarrollo de clases y proyectos, en el compromiso académico y en la ética estudiantil. Dicho de otro modo, los encuentros intersubjetivos en los ambientes de aprendizaje se permeabilizan cuando el tutor humaniza el proceso de aprendizaje autónomo y colaborativo, direccionándolo hacia la comprensión de la cultura. A propósito del mismo asunto, una investigación desarrollada en el contexto mexicano por Sánchez De Aparicio (2005), concluyó que la educación a distancia virtual, es un sistema de convivencia humana, que promueve el encuentro entre personas y ambientes sociales educativos incluyentes. Por ende, es preciso potencializar una verdadera comunicación y una interactividad bidireccional efectiva, pues el componente ético - axiológico se enriquece cuando se toman fundamentos más amplios y comprensivos de la naturaleza humana, ubicando al ser en su cotidianidad, y no limitándose a una interpretación mecánica de sus acciones, a la luz del acatamiento de normas y procedimientos que buscan regular su conducta. Ahora bien, es imposible desligar la dimensión socio afectiva del rol ético – axiológico, aun en un proceso de formación en escenarios virtualizados pues tal como lo afirma López Bombino (1999), los valores traen consigo una carga emocional y afectiva que influye sobre la conducta humana. He allí la necesidad de estudiarlos sistemáticamente, en contextos transculturales y desde una perspectiva psicológica y social (Brinkmann & Bizama, 2000). Esto conlleva propender por la satisfacción de las necesidades humanas universales y asimismo, focalizar su abordaje en los dominios emotivos y los conflictos que se presentan en los sujetos. (Schwartz, 2004). El componente axiológico ofrece motivaciones a los sujetos, respecto del cambio de hábitos y actitudes, representados fielmente en la acción, y en tal sentido se entienden como formaciones motivacionales que generalmente provienen del docente. Pero ese fomento de la cultura axiológica y actitudinal se concentra en el sentido éticomoral del individuo, no propiamente durante la etapa escolar, sino más que todo, en la vida social y cultural del estudiante, pues es en su entorno donde los efectos de las acciones humanas cobran mayor trascendencia. Con ello, se avala que es necesario configurar una flexible en tanto permita comprender mejor la complejidad humanos, que de acuerdo con Schwartz (2004) son: hedonismo, logro, poder, seguridad, conformidad, benevolencia, universalismo. teoría lo suficientemente y dinamismo de valores autodirección, estímulo, tradición, espiritualidad, En suma, la gran preocupación de la tesis en curso, radica entonces, en que frente a la predominancia que hoy tienen las dimensiones técnica - disciplinar, tecnológica, organizacional – administrativa y didáctica - evaluativa; el tutor virtual sea consciente de que sobre la base de las políticas educativas en vigencia, debe resignificar sus discursos y prácticas (eje pedagógico). Como consecuencia, la movilización del rol docente en AVA conlleva promover un pensamiento crítico, generar aptitudes y actitudes científicas (eje investigativo); y formar integralmente, movilizando actitudes, principios y valores (eje ético –axiológico). 4. La praxis educativa como interacción socio discursiva. Como ya se expresó antes, en un proceso formativo en espacios virtualizados, es relevante desarrollar competencias para formar genuinas comunidades de aprendizaje, donde el componente socioafectivo tenga un sitial cumbre. Para ello, el docente o tutor deberá estimular el intercambio de experiencias entre los participantes, asumiendo que la comunicación representa un mecanismo cultural -efectivo y contundente- que les permite exteriorizar sus pensamientos, sentimientos, intereses, necesidades y vivencias; es decir, interpretar, resignificar y construir su historia. El desarrollo social y de la personalidad es la mejor manera como cada sujeto establece relación con su entorno para expresar sus emociones. De este modo, el desarrollo del aspecto social humano referencia los cambios que se experimentan en la relación comunicativa y práctica con los demás, en tanto que ambos, afectan las dimensiones físicas y cognoscitivas del funcionamiento lógico del ser, por ejemplo: las características físicas e intelectuales afectan el desarrollo social y de la personalidad. Se hace hincapié en las influencias del desarrollo para después efectuar una conexión con los individuos que participan en ambientes virtuales de aprendizaje. Así pues, tanto las características con que las personas nacen, más los resultados de las distintas experiencias que viven, se consideran influencias. Éstas pueden ser personales o comunes a determinados grupos de edad, a generaciones o personas que han compartido un entorno en sociedades y culturas particulares, pues el comportamiento, las conductas y los estilos de vida inciden radicalmente en su desarrollo. De igual forma, connotan una clasificación, consistente en una división de influencias internas y externas, las primeras son de tipo genético, es decir, es el legado de la herencia, y las segundas son las ambientales, aquellas que se originan en las experiencias personales, en función del contexto o mundo exterior. En esa perspectiva, la tarea del tutor virtual radica en cohesionar al grupo, „tejiendo las redes‟ para que los alumnos “no se sientan aislados, sino que se compacten como colectivo” (Turizo Arzuza, 2012, p. 45). Esto es, comprender la cultura y humanizar el proceso (eje socio-afectivo). Así las cosas, se reconoce que la interacción socio discursiva cumple un rol fundamental en la supervivencia y desarrollo de la comunidad virtual. Ello implica valorar el lenguaje como vehículo de socialización, disenso y consenso respecto de la percepción y representación del mundo en sus distintas dimensiones (material, social, psíquico y espiritual). Lo antes mencionado encuentra respaldo en Leiva Olivencia & Almenta López (2013), quienes destacan la tarea emergente de la educación virtual, mediada por el uso de las TIC. En tal sentido, los autores señalan que esta dinámica exige por parte del docente, además de un replanteamiento en la metodología, didáctica y organización curricular; la materialización de un proceso comunicacional asertivo y humanizante, que lleve a los estudiantes a reflexionar en torno a la diversidad cultural y propender por una convivencia armónica basada en el respeto por las diferencias y el reconocimiento de la intersubjetividad. En paralelo, se han de revalorizar las relaciones y los roles de los participantes en y para el proceso de aprendizaje grupal (Alatorre & Camacho, 2009). La interacción se considera un factor clave para el logro de las metas de formación (Padilla & López, 2004), y es así que en un AVA, esta puede ser más o menos provechosa, dependiendo de la motivación generada por la plataforma tecnológica, por el diseño de los materiales didácticos, y sobre todo por el papel atribuido al tutor. En ese orden de ideas, la praxis educativa, como praxis de naturaleza socio discursiva, no puede reducirse a la mecánica pregunta – respuesta dada en la actuación simple y consciente de un individuo que une estructuras lingüísticas (significantes) con un significado previamente determinado por su intencionalidad comunicativa. En su defecto, una interacción socio discursiva encierra una complejidad qua amerita la búsqueda de nuevas formas de abordarla, desentrañarla e intervenirla. Su núcleo es el discurso, cuya construcción del discurso está regulada por el conjunto de reglas específicas (formación, transformación, correlación) y procedimientos de control social (exclusión, prohibición, división y distinción) ligados al poder. De allí que Foucault profundice en las relaciones entre discurso y poder, es decir, de cómo se constituyen las prácticas discursivas (…) en las dependencias intradiscursivas (entre objetos, operaciones y conceptos de una sola formación), dependencias interdiscursivas (entre formaciones discursivas diferentes) y dependencias extradiscursivas (entre una formación discursiva y campos no discursivos, como la práctica política)” (Citado por Díaz Villa, 2001, p.p. 5153). Se resalta en consecuencia, que el discurso no es un objeto (palabras, frases) concreto y aprehensible por la intuición, sino más bien una entidad dinámica (acción) que se materializa con la construcción de una red compleja de relaciones sociales, donde el poder y el control juegan un papel preponderante. Los discursos son las realizaciones de un texto; su enunciación dentro de circunstancias específicas (contexto). Como tal, las interacciones socio discursivas en un AVA, no pueden ser estudiadas desde una perspectiva simplista, restringida a las formas y a los significados predeterminados, porque es en el engranaje de esa experiencia educacional, donde los sujetos dan sentido a las palabras y acciones, dado que texto y contexto son interdependientes. Por un lado, la selección de los signos1 contempla unos destinatarios potenciales o reales2, ubicados en un marco de ejecución específico; de allí que el contexto afecte la estructura del texto. Igualmente, lo que se diga (palabras) y cómo se diga (acciones) puede impactar en la interacción socio discursiva, incidiendo en la relación del sujeto enunciador con sus interlocutores y en general, con el entorno que lo acoge, en este caso un entorno muy particular porque omite el encuentro físico entre los participantes. 1 2 compuestos por significantes y significados, según Saussure actos de habla no previstos El contexto es determinante a la hora de interpretar un texto puesto que implica no sólo aspectos léxico- semánticos, sino también, pragmáticos, dada una serie de variables sociales que rodean el evento comunicativo. Es por ello que para describir el contexto, se propone tener en cuenta algunos fundamentos como: los participantes en la situación (roles, estatus sociológico, actividad), la acción verbal y no verbal, los efectos de la acción verbal y otras características relevantes en virtud de un contexto determinado. De tal modo, es preciso contextualizar el discurso, pues existe una competencia interaccional que todo individuo posee, merced a la cual se interpretan los hechos y se crea la propia realidad. En suma, el hecho de que texto y contexto estén ligados, resulta del vínculo entre signos y condiciones de producción. La credibilidad, el concepto de mundo y el conocimiento que tenga el emisor sobre el medio en el que se encuentra su interlocutor (espacio virtual en un proceso e- learning), decretarán las condiciones pragmáticas que garantizan la eficacia de los actos de habla. Por tal razón, al analizar e interpretar la compleja praxis socio discursiva que se despliega en un espacio tan sui generis como un AVA, se debe tener claro que el discurso equivale a un texto situado en un contexto, que no se agota en la dimensión textual. En efecto, aunque una frase puede bastar para constituir un texto susceptible de materialización –discurso- y con él alcanzar un propósito comunicativo; a menudo se requiere ir más allá de las estructuras y superar los límites de lo formal, teniendo en cuenta condiciones de encadenamiento entre las proposiciones y los recursos alternos a los signos lingüísticos, incluyendo todos las unidades subyacentes en la categoría de contexto (personas, espacios, objetos, tiempo, ideas, emociones, entre otros). Se infiere que la educación virtual particulariza el planteamiento de un interjuego comunicativo basado en la interaccion social en red. Diríase que las exigencias dinamizadas de la formacion de los tutores online apremian respecto al dominio de habilidades, no sólo epistemologicas, sino también comunicativas, culturales, psicológicas, pedagógicas, evaluativas y organizativas. De allí, el propósito de emprender una mirada metadiscursiva en ambientes virtuales, de dilucidar lo que hay más allá de los discursos dentro de un entorno social, en beneficio de los sujetos, sus prácticas y de las actividades didáctico-discursivas determinadas. A ese respecto, es pertinente citar a Coll (2000) cuando asegura que los objetivos de los participantes están estrechamente vinculados; por lo tanto, cada uno de ellos puede alcanzar sus objetivos, solo sí los otros alcanzan los suyos. Por tales razones, es prioritario hallar opciones pedagógicas que permitan al docente o tutor virtual, una efectiva interacción socio discursiva con los estudiantes, minimizando sobre todo, la sensación de soledad, aislamiento y desmotivación que se tiende a experimentar por la falta de contacto directo (cara – cara) con compañeros y profesores. Cabe resaltar que en los AVA se pueden apreciar en los sujetos las influencias sociales que determinan los vínculos afectivos y comunicativos entre los demás individuos. Es en este sentido como se trazan diferencias en razón del uso que hacen del lenguaje aquellas personas para quienes el objetivo final consiste en crear lazos sociales mediante las prácticas del discurso. 5. Conclusión provisional. Teniendo en cuenta que esta ponencia proviene de una investigación en curso, y como tal, lo que se ha presentado corresponde a la fase preparatoria y no expone resultados; en este ítem se ofrece una conclusión provisional basada en las reflexiones derivadas de la exploración teórica y empírica llevadas a cabo hasta la fecha. El trabajo parte de la premisa de que la educación a distancia mediada por tecnologías ha de representar un sistema de convivencia humana matizado con múltiples encuentros entre personas y entornos sociales y educativos incluyentes. A su vez, de allí se desprende el planteamiento de que en la dinámica propia de los AVA, es necesario fortalecer una verdadera comunicación permeada por una interactividad bidireccional. Esto es, propender por una interacción más humana, menos robotizada, donde al tenor de una praxis pedagógica delineada con un fuerte componente participativo, se reivindique el papel de los componentes investigativo, ético- axiológico y sobre todo, socio afectivo. Eso último, dado que en los AVA se pueden apreciar las influencias sociales que determinan los vínculos afectivos y comunicativos entre los sujetos. Es en este sentido, como se trazan diferencias en razón del uso que hacen del lenguaje aquellas personas para quienes el objetivo final consiste en crear lazos sociales mediante las prácticas educacionales, que son a la postre, prácticas socio discursivas. Como tal, han de cumplirse en un marco de transparencia, responsabilidad y compromisos recíprocos estimulados por el trabajo cooperativo y colaborativo, necesario en entornos virtuales. Todo ello, sin desmérito de los demás ejes del quehacer docente. Referencias. Alatorre, E. & Camacho, c. (2009). Interacción en los foros virtuales de la licenciatura en educación. Ponencia presentada en X Congreso Nacional de Investigación Educativa, Comié, Veracruz, Veracruz, 21 al 25 de septiembre de 2009 Congreso Comié, México. Recuperado el 30 de marzo de 2013, de http://www.comie.org.mx/congreso/memoriaelectronica/v09/ponencias/at01/PRE117 8218407.pdf Área, M. (Septiembre, 2014). “Las políticas educativas son necesarias para llevar las TIC a las escuelas, pero insuficientes para el cambio pedagógico.” Políticas TIC en los Sistemas Educativos de América Latina. Informe sobre tendencias sociales y educativas en América Latina (242 – 244). 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Licenciada en Educación, Especialidad en Lenguas Modernas, Universidad del Atlántico. Docente investigadora adscrita al Grupo RELEDUC. Barranquilla, Colombia. maturizo@yahoo.com