RESPONSABILIDAD DE JUECES Y DE ABOGADOS: DOS REGLAS DE MEDIR. Recientemente se han dictado dos sentencias, a mi entender de suma importancia en materia matrimonial. La primera de ellas en el tiempo, es la dictada por la Audiencia Provincial de Valladolid, de fecha 14 de octubre de 1.998, y en la que se condena a un letrado al pago de 5.000.000 pesetas como perjuicio causado a su cliente por haber solicitado en un divorcio pensión alimenticia en lugar de compensatoria. La segunda sentencia, es la dictada por el Tribunal Supremo el día 9 de febrero de 1.999, en la que se absuelve a un Juez que habiendo admitido y fijado medidas previas o provisionalísimas, no accede a dictar medidas provisionales. Ambas sentencias tienen una gran importancia en el ámbito del derecho de familia, puesto que, por un lado se reconoce la necesidad de diferenciar los conceptos de carácter económico que manejamos en esta rama del derecho civil, cuales son, contribución a las cargas, pensiones alimenticias ( hijos y esposa), pensiones compensatorias e indemnizaciones. Y por otro, se sanciona a quienes desconociendo estos términos y las especialidades de este Derecho, y ante su falta de conocimientos, irrogan graves perjuicios económicos a sus clientes. Es evidente que como dice la sentencia de la Audiencia Provincial de Valladolid en la sentencia citada: "CUARTO.- Partiendo de que el Abogado se halla sujeto a la responsabilidad civil cuando por negligencia dañe los intereses de su defendido, ..............., esta Sala, al igual que el Juez de Instancia, llega al convencimiento, tras el análisis de los hechos enjuiciados, de que el Letrado demandado, don Juan Carlos M. G., incurrió en falta de celo y diligencia profesional en la defensa de los intereses de la señora A. ........., y ello, en razón de que solicitó erróneamente una pensión alimenticia sin caer en la cuenta de algo que debiera ser de sobra conocido por un profesional de la abogacía, cual es que la pretensión que debía deducir era la de una pensión compensatoria pues a partir de la disolución matrimonial reconocida por sentencia de divorcio, en lo económico queda sin efecto y contenido el derecho de alimentos entre cónyuges y sólo cabe la obligación de abonar una pensión compensatoria cuando concurran las circunstancias de desequilibrio previstas en el artículo 97 del Código Civil. El propio letrado viene a reconocer su equivocación cuando, al recurrir la sentencia de instancia (que desestima su solicitud de alimentos por errónea e inadecuada a la naturaleza del procedimiento de divorcio) pretende sustituir la pensión alimenticia por la compensatoria, lógicamente sin obtener resultado positivo, pues una y otra son de distinta naturaleza y se sustentan en preceptos y presupuestos diversos. La solicitud de pensión compensatoria a favor de doña Anunciación R. U., dentro del procedimiento de Divorcio, era procesalmente admisible de conformidad con lo dispuesto en el artículo 91 del Código Civil y criterio reiterado de esta Audiencia, pues aunque había sido suscitada en el procedimiento anterior de separación, lo cierto es que allí quedó imprejuzgada por razones meramente formales o de extemporaneidad; de otra parte, lo que es más importante, era de obligada postulación para una adecuada y correcta defensa de los legítimos intereses de doña Anunciación, como lo evidencia el hecho de que para ella pidiera una pensión alimenticia y que ésta, desde prácticamente su separación matrimonial, bien en concepto de carga familiar o pensión alimenticia, hubiera venido percibiendo de su esposo una suma de dinero para atender sus necesidades vitales. Se produjo, por lo tanto, un error en el planteamiento del Letrado demandado que perjudicó los legítimos intereses económicos de la actora y le produjo un daño moral cierto en cuanto que se la privó del ejercicio de un derecho con razonables posibilidades de ser atendido por los tribunales." No obstante, hemos de indicar que aún hoy día, y a pesar de que cada vez los conceptos "pensión alimenticia" y "pensión compensatoria" se diferencian claramente, no podemos olvidar que en ocasiones, las Salas de las distintas Audiencias Provinciales, han concedido la pensión compensatoria y alimenticia de forma poco ortodoxa, y que ha dado lugar a diversos criterios doctrinales. En algunas sentencias, por ejemplo, nos hemos sorprendido ante el hecho de que simplemente se conceda una pensión, sin determinar si es alimenticia o compensatoria,( A.P. Granada). En otras se concede una pensión compensatoria, cuando el letrado solo solicitaba una pensión sin especificar, por el mero hecho de que en los Fundamentos de Derecho de la demanda, se citaba el artículo 97 (Audiencia Provincial de Málaga). Igualmente existen criterios doctrinales que mantienen la posibilidad de concederse pensiones alimenticias y compensatorias en una misma sentencia, criterio que se rechaza en otras sentencias. Se preguntará el lector a qué vienen las anteriores consideraciones. Pues bien, se efectúan al hilo de la sentencia dictada por el Tribunal Supremo el 9 de febrero de este año, en la cual, justificando las distintas teorías doctrinales existentes sobre las medidas provisonalísimas y provisionales, ( y que hoy ya están más que superadas), absuelve a un Juez que en el año 1.993 no admite dictar auto de medidas provisionales, argumentando que ya existían unas medidas dictadas en sede de medidas previas. Curiosamente la Audiencia Provincial de Salamanca estimó la negligencia existente en el Juzgador, si bien, como decimos, el Tribunal Supremo le absuelve de dicha negligencia. Es más que recomendable una lectura de la sentencia, pues de la misma se analiza de forma coherente toda la teoría sobre medidas previas: concepto, recursos, conversión en medidas provisionales, crítica al incidente de oposición al auto de medidas provisionales, por ello transcribo los fundamentos de derecho más interesantes. El Tribunal Supremo dice: " SEGUNDO.- Considera la Sala de Instancia que el juzgador carecía de disposición, con arreglo a lo establecido en los artículos 11.3 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, 359, 361, 371 y 1899 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, para negarse a resolver sobre las medidas provisionales instadas por una parte legítima ................. A tal supuesta infracción procesal se refiere la Sala que dictó el Auto 125/1993, de 24 diciembre, cuando hace notar el torpe actuar del Juez «a quo», quien tras tramitar la pieza de medidas provisionales resolvió en el «auto», que puso fin a la misma, no haber lugar a dictar aquéllas. Pudo reproducir dice- las adoptadas como medidas provisionalísimas por el cauce de los artículos 1844, 1885 y concordantes de la Ley de Enjuiciamiento Civil,............. Lo segundo, porque las medidas acordadas al amparo del artículo 104 del Código Civil, son inmediatamente ejecutivas, gozando de igual naturaleza las adoptadas de primera vez o sustituyendo a las precedentes con base en el artículo 103 del propio Texto Legal, en tanto las acogidas en la sentencia no lo son hasta que la misma adquiere la calidad de firme ............. No es por tanto el acuerdo denegatorio del régimen de visitas adoptado en la Resolución de 31 mayo 1993 ...., sino la ilegal subsistencia de dicha resolución, sin expresa confirmación y ratificación de las medidas de urgencia adoptadas, hasta que seis meses después fue dictada sentencia firme y definitiva en los autos principales por la Audiencia Provincial. Sin que baste para obviarlo el no haberse interpuesto contra aquel recurso de reposición por la parte o por el Ministerio Fiscal, porque aun admitiendo que dicha resolución se halle sujeta a las reglas generales de los recursos - materia sobre la que no se ha puesto de acuerdo la doctrina - su formulación en la práctica deviene ineficaz por el legal perecimiento de las mismas en el plazo de treinta días de no presentarse demanda o por su sustitución a petición de cualquiera de las partes una vez interpuesta ésta. TERCERO.-......... Al tiempo se incide en una flagrante infracción del ordenamiento procesal, en tanto el artículo 1900 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, concede a la parte, a toda parte, que se crea perjudicada en su derecho, y el juzgador no es quien para analizar previamente tal cuestión, poder formular oposición ante el propio Juez, sin que en ningún caso pueda paralizarse la ejecución ni la Ley defiera la cuestión al procedimiento principal, al ordenarse su sustanciación en pieza separada, por los trámites y recursos de los incidentes. ..... QUINTO.- El recurso consta de un único motivo, dividido en cuatro apartados (artículo 1692.3.º de la Ley de Enjuiciamiento Civil) que denuncia la infracción del artículo 903 de la Ley de Enjuiciamiento Civil en relación con el artículo 411 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, al considerar que no concurren en el caso los requisitos para que pueda prosperar la acción de responsabilidad que es objeto de la demanda. Arguye, en primer término, que el recurrente-demandado no dictó ninguna resolución manifiestamente contraria a la ley. Hace notar que - con independencia del mayor o menor acierto de su decisión- nunca se llegó a resolver sobre las provisionales instadas, ya que en el Auto de 22 septiembre 1993 razonó que «no había lugar a dictar medidas provisionales quedando éstas pendientes de la resolución del procedimiento principal», manteniendo (con sujeción a un criterio interpretativo) que «habían de mantenerse vigentes las medidas provisionalísimas» «a fin de evitar una duplicidad tan innecesaria como contraproducente». Resulta acreditado sostiene en la propia sentencia que, el Magistrado-Juez de 1.ª Instancia resolvió la cuestión que se le planteaba, no obstante, pueda decirse que lo resuelto no era conforme al criterio mantenido por la Sala de la Audiencia Provincial, o incluso, que tal resolución no era conforme a derecho; encontrándonos entonces no «ante una manifiesta infracción procesal» sino ante la aplicación de un criterio erróneo. SEXTO.- El origen del tema litigioso (responsabilidad civil del Juez recurrente) se halla en las posibles hermenéuticas que suscitan los artículos 104 y 106 del vigente Código Civil, a los efectos de determinar si la conducta del demandado, comportó grave culpa o negligencia engendradora de la responsabilidad en cuestión, o si, por el contrario, los criterios interpretativos que empleó, aunque fueran desacertados, no permiten la expresada calificación. ................ El conjunto normativo resultante no es todo lo coherente que debiera, de modo que su aplicación ha dado lugar a diversas interpretaciones y dudas doctrinales, pues mientras algunos han mantenido la persistencia de unas «medidas provisionalísimas», diferenciadas de las «medidas provisionales», otros entienden que prevalece sólo un tipo de medidas - las provisionales- que se pueden adoptar en momentos temporales distintos, ya sea, con carácter previo a la interposición de la demanda, ya sea, con posterioridad a la misma. En lo que concierne al tema que nos ocupa el criterio del Juez se ha basado en la consideración de que habiendo resuelto, en fase previa, conforme al artículo 104 del Código Civil, no procedía, resolver de nuevo, en el fondo, sobre las medidas provisionales solicitadas, en la contestación a la demanda, ya que las pedidas «carecen de razón de ser toda vez que se deben entender vigentes, al amparo del artículo 106 del Código Civil las medidas provisionalísimas acordadas en su día, por Auto de fecha 31 mayo, y demás, con el fin de evitar una duplicidad tan innecesaria como contraproducente, máxime cuando no han variado en lo sustancial, las circunstancias que motivaron aquéllas». Desde esta perspectiva, no puede tacharse de incoherente la decisión adoptada al razonar sobre la inadmisión a trámite del procedimiento incidental de oposición que se plantea: «el procedimiento incidental que pretende la oponente, al amparo del artículo 1900 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, está concebido en buena lógica jurídica, para oponerse a aquellas medidas provisionales concretas concedidas, por el contrario, el auto que se pretende impugnar, lo que contempla precisamente, es no haber lugar a dictar dichas medidas provisionales al existir unas medidas provisionalísimas anteriores, en vigor, al amparo de lo dispuesto en el artículo 106 del Código Civil. A mayor abundamiento de lo anterior, el loable celo de la oponente, al pretender abrir un nuevo procedimiento incidental en defensa de sus intereses, y en la premura de su aplicación choca frontalmente con la existencia del procedimiento principal de separación abierto, en fase avanzada de tramitación, y en cuya resolución, deben solventarse y establecerse las medidas definitivas, para regir la nueva situación de las partes, es de suponer D.M., con mayor prontitud que en el procedimiento incidental pretendido». SEPTIMO.- El discurso del Juez, en el caso litigioso, que nos ocupa, responde a la idea de que sólo hay unas medidas, llámense «provisionalísimas» o «provisionales», según se soliciten con anterioridad o coetáneamente a la interposición de la demanda o con posterioridad a la misma, en este tipo de procedimiento. No son, por tanto, medidas potestativamente sucesivas (al menos sobre las materias ya resueltas) sino que las primeras, si se adoptan, excluyen las segundas. Por ello tiene lógica, con este pensamiento, que rechace, una vez consideradas subsistentes las medidas adoptadas, con carácter previo, el incidente de oposición del artículo 1900 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, situado en la ordenación o regulación de las antiguas «medidas provisionales», que, en su opinión ya no cabe adoptar porque están adoptadas con anterioridad. En este orden de ideas, la «inutilidad» (puesta de relieve por un sector de la doctrina de este «incidente», incidente de otro incidente) hace explicable que el Juez tome en consideración que está a punto de concluir el asunto principal donde se resuelve, definitivamente, sobre las medidas. OCTAVO.- Por supuesto que una interpretación menos radical que la adoptada por el Juez demandado hubiera conducido a tomar en consideración el principio «pro actione», y, con ello, posiblemente a la aceptación del incidente. También es cierto que, «la responsabilidad civil de Jueces y Magistrados mal llamada recurso , que establece la Ley Procesal Civil (artículos 903 y siguientes) y la Ley Orgánica del Poder Judicial (artículos 16.1 y 411 a 413) por consecuencia del ejercicio de sus funciones cuando hubieran incurrido en dolo o culpa y asimismo por negligencia o ignorancia inexcusable, no es un derecho abstracto, inalcanzable para los ciudadanos. Al contrario, es del todo conveniente su exigencia y ha de potenciarse, pero dentro de los estrictos presupuestos legales y con acatamiento a las condiciones de procedibilidad que la normativa legal establece, a fin de evitar abusos, lo que sería efecto contrario tan discorde con la Justicia, como su indebido y desviado ejercicio» (Sentencia del Tribunal Supremo de 19 febrero 1994). Pero para que proceda tal responsabilidad la infracción «ha de ser calificable como manifiesta para que sea cohonestable con la "voluntad negligente o la ignorancia inexcusable", a que alude el artículo 903 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, pues de otra suerte solamente podría conceptuarse como simple "error judicial" o "deficiente o anormal funcionamiento de la Administración de Justicia" como lo designan los artículos 121 de la Constitución Española, 41 de la Ley de Régimen Jurídico de la Administración del Estado, y el artículo 292 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, en cuyo caso es el Estado y no el Juez o Magistrado personalmente el que asume la responsabilidad inherente» (Sentencia del Tribunal Supremo de 23 septiembre 1994). En el caso, desde luego, no se dan estos caracteres pues el Juez no ha cometido ninguna infracción. Simplemente ha adoptado un criterio interpretativo discutible, incluso erróneo, que no configura la concreción de dicha responsabilidad." A pesar de lo interesante que pueda resultar la sentencia dictada por el Tribunal Supremo en materia doctrinal sobre medidas, parece que en materia de responsabilidad civil se utilizan dos regla de medir, una para los jueces y otras para los letrados. Sin embargo, de ambas sentencias creo debe extraerse como conclusión que el Derecho de Familia cada día es más un derecho especial de indudable trascendencia y que esa especialidad debe serle reconocida y exigida tanto a Jueces como a Abogados.