Temas de Reflexión - Archidiócesis de Toledo

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Plan Pastoral Diocesano 2012-2021
4º programa anual 2015-2016
EL DESARROLLO HUMANO INTEGRAL:
LA ECOLOGÍA DE LA PERSONA
«Hago nuevas
todas las cosas»
Ap.21, 5
Curso 2015/2016
Temas de Reflexión
"EL DESARROLLO HUMANO INTEGRAL:
LA ECOLOGÍA DE LA PERSONA"
PRESENTACION GENERAL
2
El Curso 2015/2016 da inicio al segundo trienio del Plan Pastoral Diocesano
2012-21. Tras tres años dedicados a la evangelización y conversión del corazón, en los
que hemos tenido la oportunidad de profundizar en el redescubrimiento de la fe, en la
vivencia de la vocación laical y en la renovación de la Parroquia, se abre una nueva
etapa, que se dedicará a la catequización y formación para la vivencia de la fe.
El Cuarto Programa Anual del PPD propone como objetivo general y eje central
de nuestras tareas pastorales promover el desarrollo integral de la persona en todos
sus ámbitos y circunstancias vitales –personal, familiar, social, político– como expresión
de la verdad del hombre y de la sociedad según el designio de Dios Creador y
Redentor.
Desde el dinamismo misionero de una “Iglesia en salida” (EG 20), que supera la
tentación de la autorreferencialidad (cf. EG 8), somos llamados a “salir de la propia
comodidad” para atrevernos “a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del
Evangelio” (EG 20). El Papa nos urge a ser una Iglesia que prolongue hoy la revelación
de la misericordia de Dios manifestada en Jesucristo: “La Iglesia tiene la misión de
anunciar la misericordia de Dios, corazón palpitante del Evangelio, que por su medio
debe alcanzar la mente y el corazón de toda persona. La Esposa de Cristo hace suyo el
comportamiento del Hijo de Dios que sale a encontrar a todos, sin excluir ninguno” (MV
12).
Con el papa Francisco, sabemos que “evangelizar es hacer presente en el
mundo el Reino de Dios” (EG 176), y que es necesario explicitar la dimensión social
de la evangelización para ser fieles al sentido auténtico e integral de la misión de la
Iglesia (cf. Ibid.). “Desde el corazón del Evangelio reconocemos la íntima conexión que
existe entre evangelización y promoción humana (EG 178):
“Confesar a un Padre que ama infinitamente a cada ser humano implica descubrir
que ‘con ello le confiere una dignidad infinita’. Confesar que el Hijo de Dios asumió
nuestra carne humana significa que cada persona humana ha sido elevada al
corazón mismo de Dios. Confesar que Jesús dio su sangre por nosotros nos impide
conservar alguna duda acerca del amor sin límites que ennoblece a todo ser
humano. Su redención tiene un sentido social porque ‘Dios, en Cristo, no redime
solamente la persona individual, sino también las relaciones sociales entre los
hombres’” (Ibid.).
El extraordinario Año Santo de la misericordia, que se inicia en el presente curso
pastoral, ha de ser una espléndida ocasión para profundizar en esta ineludible
dimensión de la misión de la Iglesia:
“Este Año Santo lleva consigo la riqueza de la misión de Jesús que resuena en las
palabras del Profeta: llevar una palabra y un gesto de consolación a los pobres,
anunciar la liberación a cuantos están prisioneros de las nuevas esclavitudes de la
sociedad moderna, restituir la vista a quien no puede ver más porque se ha
replegado sobre sí mismo, y volver a dar dignidad a cuantos han sido privados de
ella” (MV 16).
Con el lema "Hago nuevas todas las cosas", bajo la protección de San Juan de
Dios, y teniendo como texto principal de referencia el Compendio de Doctrina Social de
la Iglesia y la última encíclica del Papa Francisco Laudato Sí’, en la que propone una
ecología integral que haga sostenible el desarrollo humano en la casa común, en este
curso buscaremos la consecución de otros tres objetivos más específicos
1.- Proponer a la sociedad la voz de la Iglesia para promover la defensa de la
dignidad humana.
2.- Propagar la Doctrina Social de la Iglesia, a través de su difusión teórica y su
aplicación práctica, como instrumento de renovación social basada en los
valores del Evangelio.
3.- Anunciar la esperanza cristiana en el sacramento de Unción de los enfermos
y ante las injusticias y situaciones de sufrimiento.
Los Temas para la Reflexión que presentamos tienen la finalidad de ayudar a
profundizar en estos objetivos desde la meditación personal y el diálogo en grupo. En
un ambiente de oración, partiendo de un texto bíblico y con la ayuda de algunos
testimonios, cada uno de los temas va desgranando algunos aspectos fundamentales
de la Doctrina Social de la Iglesia –combinando la exposición con preguntas concretas
que ayudan a la reflexión–, para concluir con una oración final a modo de síntesis de
todo lo tratado. De los múltiples temas que integran el cuerpo doctrinal de la Iglesia en
materia social, tal y como se indica en el Instrumento para la Aplicación del Plan
Pastoral que acompaña al calendario anual, se han elegido los tres que tienen mayor
influencia en la vida de las personas y plantean mayores retos para el mundo actual: la
familia, la política y el trabajo y la economía.
Como ya es práctica consolidada, estos temas de reflexión están pensados para
ser trabajados por cualquier persona y en cualquier tipo de grupo, ya sea parroquial o
perteneciente a algún movimiento, asociación o congregación religiosa, y son
complementarios de los planes de formación propios que todos ellos puedan estar
llevando a cabo. El hecho de que las diferentes realidades presentes en la
Archidiócesis de Toledo los adopten como instrumento para su reflexión ayudará,
igualmente, a crear comunión.
En relación con cada uno de los temas, es imprescindible que sus contenidos
sean leídos y las preguntas que se plantean respondidas individualmente con carácter
previo a la reunión, de modo tal que la reunión de grupo se dedique en exclusiva a
compartir las respuestas a las preguntas que se sugieren y a identificar propuestas
concretas de actuación. De este modo, la reunión empezaría con el saludo y
presentación que se proponen en cada uno de los temas, así como con la proclamación
del texto bíblico, seguiría con la respuesta a las preguntas de los cuestionarios y el
diálogo compartido entre los miembros del grupo y terminaría con la oración y gesto de
la paz.
Cada tema tiene tres grandes partes: un ver (testimonios), un juzgar (exposición
del Magisterio) y un actuar, consistente en la concreción de propuestas sobre la base
de las preguntas planteadas. Se mantiene así la estructura metodológica seguida en
años anteriores.
La concreción de propuestas y la presentación de conclusiones por cada uno de
los temas resulta fundamental, dado que, como se hizo el año pasado, un resumen
articulado de las mismas será publicado junto con las ponencias de las IV Jornadas de
Pastoral.
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Por esta razón, se solicita que los grupos que trabajen los temas (sean
parroquiales o pertenecientes a alguna Asociación o Movimiento) remitan sus
conclusiones y propuestas antes del 17 de enero. Pueden enviarse por correo
electrónico a la siguiente dirección: secretariappd@architoledo.org.
SIGLAS DE DOCUMENTOS CITADOS
CA
CCEC
CDSI
4
CEC
CiV
CVP
ChL
EG
EV
FC
GS
ISP
LE
LS
MV
NCCP
PP
SRS
SAN JUAN PABLO II, Carta Encíclica Centesimus Annus em el centenario de la
Rerum Novarum (1-Mayo-1991)
COMPENDIO DEL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (2005)
PONTIFICIO CONSEJO IUSTITIA ET PAX, Compendio de la Doctrina social dela
Iglesia (2004)
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (1997)
BENEDICTO XVI, Carta encíclica Caritas in veritate sobre el desarrollo
humano integral en la caridad y en la verdad (29-Junio-2009)
CXII COMISIÓN PERMANENTE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA,
Instrucción pastoral Los católicos en la vida pública 22-Abril-1986)
SAN JUAN PABLO II, Exhortación apostólica postsinodal Christifideles laici sobre
vocación y misión de los laicos en la iglesia y en el mundo (30-Diciembre-1988)
FRANCISCO, Exhortación apostólica Evangelii Gaudium sobre el anuncio del
Evangelio en el mundo actual (24-Noviembre-2013)
SAN JUAN PABLO II, Carta Encíclica Evangelium Vitae sobre el valor y el carácter
inviolable de la vida humana (25-Marzo-1995)
SAN JUAN PABLO II, Exhortación apostólica postsinodal Familiaris consortio sobre
la misión de la familia cristiana en el mundo actual (22-Noviembre-1981)
CONCILIO VATICANO II, Constitución pastoral Gaudium et spes sobre la Iglesia en
el mundo actual (8-Diciembre-1965)
CVª ASAMBLEA GENERAL DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Instrucción
pastoral Iglesia, servidora de los pobres (24-Abril-2015)
SAN JUAN PABLO II, Carta Encíclica Laborem Exsercens sobre el trabajo humano
en el 90 aniversario de la Rerum novarum (14-Septiembre-1981)
FRANCISCO, Carta Encíclica Laudato Si’ sobre el cuidadp de la casa común (24Mayo-2015)
FRANCISCO, Bula Misericorediae Vultus para la convocatoria del Jubileo
extraordinario de la misericordia (15-Abril-2015)
Congregación para la doctrina de la fe, Nota doctrinal sobre algunas cuestiones
relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política (24Noviembre-2002)
BEATO PABLO VI, Carta Encíclica Populorum progressio sobre la necesidad de
promover el desarrollo de los pueblos (26-Marzo-1967)
SAN JUAN PABLO II, Carta Encíclica Sollicitudo rei socialis al cumplirse
el vigésimo aniversario de la Populorum progressio (30-Diciembre-1987)
Tema 1
La familia, lugar primario de humanización de
la persona y de la sociedad
INTRODUCCIÓN
La Iglesia y la sociedad reconocen a la familia como su célula básica y
primordial. En la más elemental experiencia humana y en el designio de Dios, la
familia, santuario de la vida y del amor, “es el lugar donde se aprende a convivir en
la diferencia y a pertenecer a otros” (EG 66). Es el ámbito donde aprendemos a ser
personas y a integrarnos en la sociedad. Por eso San Juan Pablo II la reconocía
como “la primera estructura fundamental a favor de la ecología humana” porque en
su seno “el hombre recibe las primeras nociones sobre la verdad y el bien; aprende
qué quiere decir amar y ser amado, y por consiguiente qué quiere decir en concreto
ser una persona” (CA 39).
1. SALUDO Y PRESENTACIÓN
Llevaremos un signo religioso: Un crucifijo o imagen de Cristo, la Biblia y una
vela encendida en el centro. Y en torno, colocamos una fotografía de la familia de
cada uno de componentes del grupo. Después de saludarnos todos, hacemos
silencio para crear un ambiente de oración e invocamos a la Virgen María con la
oración del Ave María.
2. LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS (Mt 2, 13-23)
“Cuando se marcharon los Magos, el ángel del Señor se apareció en sueños
a José y le dijo: ‘Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí
hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo’.
José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se
quedó hasta la muerte de Herodes para que se cumpliese lo que dijo el Señor por
medio del profeta: ‘De Egipto llamé a mi hijo’. Al verse burlado por los magos,
Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo,
en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los
magos. Entonces se cumplió lo dicho por medio del profeta Jeremías: ‘Un grito se
oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; en Raquel se llora por sus hijos y rehúsa el
consuelo porque ya no viven’.
Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en sueños a
José en Egipto y le dijo: ‘Levántate, coge al niño y a su madre y vuelve a la tierra de
Israel, porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño’. Se levantó,
tomó al niño y a su madre y volvió a la tierra de Israel. Pero al enterarse de que
Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes, tuvo miedo de ir
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allá. Y avisado en sueños se retiró a Galilea y se estableció en una ciudad llamada
Nazaret. Así se cumplió lo que había dicho por medio de los profetas, que se
llamaría nazareno”.
Hacemos un momento de silencio meditativo.
ver
3.- TESTIMONIOS
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3.1.- “Acoger la vida de un hijo con discapacidad”
“El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mi; y el que me
acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado” (Mc 9, 37)
Con esta certeza de acoger al mismísimo Dios en cada nueva vida, un ser a
su imagen y semejanza, nacido de mujer y amado por siempre y para siempre por
El, asumimos la pequeña tarea de tener un hijo con discapacidad. Esta
circunstancia nos abrió a toda la familia una puerta a una realidad hasta entonces
desconocida y escondida, llena de matices y de retos.
Llegó nuestro hijo Rafael como el que recibe un regalo y al desenvolverlo se
da cuenta de que no es exactamente lo que esperaba… pero sí, porque en el fondo
esperábamos lo que Dios quisiera para nosotros. Nuestra acogida es lo más
importante, se tiene que tomar al recién llegado y mostrarle el mundo y al mundo.
Es complicado porque son muchas las dudas e incertidumbres. Gracias a los que
nos precedieron hay muchos caminos abiertos que podemos recorrer con nuestro
hijo, pero siempre quedan caminos por abrir y algunos cuesta mucho mantenerlos
transitables. Nos entristece pensar que a muchos de ellos se les cierra el camino
principal, el camino de la vida ¿Por qué? No lo entendemos, pero puede que
comprender que los hijos no son una continuidad nuestra sino una continuidad de
Dios permita que todo ser humano pueda recorrer su propio camino.
Cada día, cada momento, con Rafa es una novedad. Unas veces novedad
gozosa, la mayoría, y otras dolorosa, pero no por él en si mismo y su discapacidad,
sino por lo que a otros les supone. Para nosotros, que Rafa esté en nuestra familia,
significa descubrir cada día la belleza del ser humano y, al mismo tiempo, la propia
miseria que necesita de la gracia y misericordia de Nuestro Señor.
Marivi y Nacho. Talavera de la Reina
3.2. TESTIMONIO: “La fe, producto de la vida familiar”
Personalmente, sé que mi fe ha sido producto de mi vida familiar. Recuerdo
muy vivamente momentos y experiencias en las que diversas situaciones se ponían
siempre en relación con Dios.
«Religión=Relación» con un Ser que nos transciende, que en nuestro caso es
Abba, el Dios que Jesucristo nos ha enseñado. Esta fe o confianza radical en Dios
afianzada desde los primeros años de vida y desde las situaciones cotidianas en el
hogar, hace que la fe sea una fe sólida y enraizada desde la vida, como todo lo que
se aprende desde casa y en los primeros años.
Cuando el niño vive cualquier experiencia buena o mala a la que sus padres
le dan buen sentido y además la ponen en relación con Dios esto queda grabado
para siempre.
Por poner un ejemplo, si una niña tiene una mala experiencia en el colegio ya
que se han reído de ella porque tiene gafas, al llegar a casa su padre la toma en sus
brazos, le dice que le quiere mucho y que además está preciosa con esas gafas tan
bonitas y después le dice que así como él le quiere Dios también le quiere con sus
gafas y todo y que para Él es la niña más preciosa del mundo, esa niña aprende por
medio del cariño de su padre el cariño de Dios.
Todo lo que se aprende desde niño y rodeado del calor y del amor de los
padres queda grabado para siempre.
Ayudar a los padres a que descubran que la fe es un tesoro que va a hacer
mucho bien a sus hijos o hijas, que va a dar sentido a sus vidas y que las va a hacer
más plenas es una labor pastoral preciosa. Ellos lo ven y lo viven con agrado.
Pilar Iceta Olaizola. San Sebastián
Tomado de la página web CATEQUESIS EN FAMILIA (http:// www.catequesisenfamilia.org).
PARA EL DIALOGO
Vamos a empezar compartiendo algo sobre nuestra propia vida:
1.- ¿Qué importancia ha tenido y tienen nuestras familias en nuestro desarrollo
como personas? ¿Y como cristianos?
2.- ¿En qué aspectos de nuestra vida hemos recibido mayor influencia de nuestros
padres? ¿Y de nuestros hermanos?
3.- Aunque la familia sigue siendo lo más valorado por las personas en nuestra
sociedad, ¿por qué frecuentemente decimos que la familia está en crisis? ¿Y el
matrimonio?
3. 3.- ALGUNOS DATOS
En su reciente instrucción pastoral “La Iglesia, servidora de los pobres”, los
Obispos españoles denuncian que: “nos encontramos ante una sociedad envejecida
como consecuencia de nuestra baja tasa de natalidad y del escandaloso número de
abortos” (ISP 3).
Este gráfico nos presenta una
fotografía de la población española por
edades, en la que se ve cómo desde hace
más de 30 años se ha ido reduciendo la
natalidad en España, y cómo se estrecha la
base de la pirámide de población en los
grupos de menos edad. Por ejemplo, en
2013, el número medio de hijos por mujer
en España fue de 1,27, de los más bajos
del mundo. Por otro lado, según datos del
Ministerio de Sanidad español, se
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practicaron más de 108.000 abortos en 2012.
La institución familiar está fuertemente afectada “por una crisis cultural
profunda” (Ibid.), que tiene sus más evidentes consecuencias en el descenso de
matrimonios (tanto canónicos como civiles), en la aumento de divorcios y
separaciones, en el incremento de uniones de hecho y en la aparición de las
uniones homosexuales. En ese contexto, la familia se ha visto especialmente
afectada por la “cultura de la muerte”, entre cuyas manifestaciones encontramos el
crimen del aborto, la contracepción, la eutanasia, la manipulación genética, etc…
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La crisis cultural de la familia no sólo afecta a quienes se han ido alejando de
la Iglesia, sino también a los católicos, a las mismas familias cristianas, que
encuentran cada vez más dificultades para vivir la verdad del matrimonio y de la
familia, y para la transmisión de la fe a sus hijos.
En la base de esta crisis familiar está una fuerte crisis moral y religiosa: visión
materialista y utilitarista de la felicidad, individualismo exacerbado y miedo al
compromiso, degradación del auténtico sentido de la sexualidad, exaltación del
sentimiento y de la libertad, olvido de Dios….
Por otro lado, vemos que los jóvenes, además de ser los más influidos por
esta crisis cultural de la familia, tropiezan con enormes dificultades para encontrar
trabajo estable y suficientemente remunerado, y por ello cada vez retrasan más la
emancipación de sus padres y la formación de sus propias familias. Afirmaba el
papa Francisco hace unos meses, en la Audiencia General del 29 de Abril de 2015:
“Una de las preocupaciones de que surgen hoy en día es la de los jóvenes que no
quieren casarse: ¿Por qué los jóvenes no se casan?; ¿por qué a menudo prefieren una
convivencia, y muchas veces ‘de responsabilidad limitada’?; ¿por qué muchos —incluso
entre los bautizados— tienen poca confianza en el matrimonio y en la familia? Es
importante tratar de entender, si queremos que los jóvenes encuentren el camino justo
que hay que recorrer. ¿Por qué no confían en la familia?”.
A estas preguntas él mismo respondía:
“La familia ocupa el primer lugar en todos los índices de aceptación entre los
jóvenes; pero, por miedo a equivocarse, muchos no quieren tampoco pensar en ello;
incluso siendo cristianos, no piensan en el matrimonio sacramental, signo único e
irrepetible de la alianza, que se convierte en testimonio de la fe. Quizás, precisamente
este miedo de fracasar es el obstáculo más grande para acoger la Palabra de Cristo,
que promete su gracia a la unión conyugal y a la familia”.
En definitiva, en nuestra sociedad se da una situación paradójica: valoramos
la familia como lo más importante de nuestras vidas, pero aceptamos cada vez con
mayor amplitud lo que causa la disolución de la vida familiar y su progresivo
deterioro….
PARA EL DIÁLOGO
1. - ¿Qué está pasando en nuestra sociedad en relación con la familia?
2. - ¿Cómo está afectando esta crisis cultural de la familia a los niños y a su
desarrollo?
juzgar
4.- LA FAMILIA, FUNDADA EN EL VERDADERO MATRIMONIO
A pesar de los vendavales y las tormentas que afectan a las familias de
nuestra sociedad, cada persona solemos valorar la propia familia como el factor más
importante para la propia felicidad. Y de hecho es el ámbito humano más decisivo
de nuestra vida. En nuestra sociedad, la familia es la institución social más valorada
según reflejan las encuestas y los estudios sociológicos. Es verdad que los
sociólogos, líderes sociales, políticos y periodistas llaman familia a cualquier
agregado humano que comparte vivienda y tiene ciertos lazos afectivos. Pero
nosotros sabemos que en el designio creador de Dios, la familia es mucho más: es
la primera sociedad natural donde las personas nacemos y crecemos como
personas. Además de nacer en el seno de nuestra familia como fruto del amor de
nuestros padres, en nuestra familia hemos aprendido a vivir y a integrarnos en la
sociedad.
Partiendo de nuestra propia experiencia, iluminada por la verdad que nos
enseña la Iglesia, podemos dar testimonio de que la familia ha sido y es el ámbito
humano fundamental para nuestro desarrollo como personas.
La familia se fundamenta en el verdadero matrimonio: la unión estable de
un hombre y una mujer. Dios ha creado al ser humano en esa maravillosa dualidad
de hombre y mujer, llamados al amor y a la complementariedad:
Dios, que es amor y creó al hombre por amor, lo ha llamado a amar. Creando al
hombre y a la mujer, los ha llamado en el Matrimonio a una íntima comunión de vida
y amor entre ellos, «de manera que ya no son dos, sino una sola carne» (Mt 19, 6).
Al bendecirlos, Dios les dijo: «Creced y multiplicaos» (Gn 1, 28) (CCEC 337)
El matrimonio no es un invento humano, ni tiene su origen en simples
convenciones sociales, culturales o legales, que podamos reinventar a nuestro
gusto, sino que el matrimonio lo establece Dios Creador al crear al ser humano,
hombre y mujer. Por eso decimos con toda verdad que el matrimonio es una
institución de ley natural, anterior a cualquier ordenamiento jurídico, que las leyes
han de reconocer y tutelar.
El matrimonio se constituye mediante la decisión consciente y libre por la que
un hombre y una mujer se entregan y se reciben mutuamente por amor; y tiene
como sus fines propios y característicos:
La comunión y el bien de los cónyuges: el matrimonio es camino de felicidad,
a través de la donación mutua, de la comunicación y del amor indisoluble y
fiel de los esposos.
La procreación y educación de los hijos: la transmisión de la vida es
inseparable del amor conyugal e implica una sorprendente y maravillosa
colaboración con Dios Creador.
El matrimonio ha sido elevado por Cristo a la dignidad de sacramento: el
amor de los esposos es signo del amor de Cristo a la Iglesia, un amor fiel y hasta el
extremo; y garantiza que los esposos reciban del mismo Cristo la gracia necesaria
para perfeccionar su amor conyugal, y así poder ser sostenidos en su unión
indisoluble y santificados en su vida común.
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PARA EL DIÁLOGO
1.- ¿Que actitudes de la pareja favorecen más la vida matrimonial? ¿Y qué es lo
que más perjudica al matrimonio?
2.- ¿Cómo alimentar la espiritualidad conyugal en la vida del matrimonio?
5.- EN FAMILIA, DESCUBRIMOS QUE SOMOS PERSONAS
El papa Francisco, en su encíclica Laudato si´ (LS 213), cita a San Juan Pablo II
en la Centesimus Annus, donde afirma que la familia
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“es el ámbito donde la vida, don de Dios, puede ser acogida y protegida de manera
adecuada contra los múltiples ataques a que está expuesta, y puede desarrollarse según
las exigencias de un auténtico crecimiento humano. Contra la llamada cultura de la
muerte, la familia constituye la sede de la cultura de la vida” (CA 39).
De hecho, “cuando de la unión conyugal de los dos nace un nuevo hombre,
éste trae consigo al mundo una particular imagen y semejanza de Dios mismo: en la
biología de la generación está inscrita la genealogía de la persona” (EV 43), decía
Juan Pablo II. Para nuestros padres y madres, cada hijo o hija somos únicos e
irrepetibles; mucho más para Dios, que nos ha creado y nos conoce y nos ama,
somos únicos e irrepetibles, llamados a la plenitud en Él, con una dignidad sagrada
inalienable.
Porque nacemos del amor de nuestros padres, es en el ámbito de la familia
donde aprendemos a reconocer nuestra propia dignidad y la de los demás.
Efectivamente, la familia es una verdadera escuela de amor recíproco donde se
acoge y se custodia el don de la vida, donde cada uno es reconocido como persona
y donde aprendemos a vivir con los demás y para los demás.
Por eso el papa Francisco valora a la familia como pilar fundamental de la
ecología integral:
“En la familia se cultivan los primeros hábitos de amor y cuidado de la vida, como por
ejemplo el uso correcto de las cosas, el orden y la limpieza, el respeto al ecosistema
local y la protección de todos los seres creados. La familia es el lugar de la
formación integral, donde se desenvuelven los distintos aspectos, íntimamente
relacionados entre sí, de la maduración personal. En la familia se aprende a pedir
permiso sin avasallar, a decir ‘gracias’ como expresión de una sentida valoración de
las cosas que recibimos, a dominar la agresividad o la voracidad, y a pedir perdón
cuando hacemos algún daño. Estos pequeños gestos de sincera cortesía ayudan a
construir una cultura de la vida compartida y del respeto a lo que nos rodea” (LS
213).
Porque la familia es santuario de la vida y del amor, es vocación suya y
misión de los padres esencial e insustituible la educación de los hijos.
El Papa Francisco, en la catequesis de la inolvidable Audiencia General del
pasado 20 de Mayo de 2015, en la que participó la Peregrinación diocesana de
nuestra Archidiócesis de Toledo en la Pza. de San Pedro, abordó el tema de cómo
educar hoy en la familia.
En primer lugar, recordó aquella regla sabia del Apóstol San Pablo: “Hijos,
obedeced a vuestros padres en todo, que eso agrada al Señor. Padres, no
exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan el ánimo” (Col 3, 20-21).
Decía el papa Francisco: “el hijo educado en la escucha y obediencia a los
padres, quienes no tienen que mandar de mala manera, para no desanimar a
los hijos. Los hijos, en efecto, deben crecer sin desalentarse, paso a paso
(…) Por ello, la relación entre padres e hijos debe ser de una sabiduría y un
equilibrio muy grande”.
El papa también recordó que actualmente “se ha abierto una brecha entre
familia y sociedad, entre familia y escuela, el pacto educativo hoy se ha roto;
y así, la alianza educativa de la sociedad con la familia ha entrado en crisis
porque se ha visto socavada la confianza mutua. Los síntomas son muchos.
Por ejemplo, en la escuela se han fracturado las relaciones entre los padres
y los profesores. A veces hay tensiones y desconfianza mutua; y las
consecuencias naturalmente recaen en los hijos”.
De ahí la necesidad de que la familia tome todo su protagonismo en la tarea
de educar y que desarrolle este derecho y este deber de manera responsable en el
clima humano de cultivo de la verdad y del bien que genera el amor cristiano.
PARA EL DIÁLOGO
1.- El ambiente cristiano dentro de la familia es muy importante para la educación
de los hijos, ¿qué medios consideramos más importantes para lograr ese ambiente
familiar que ayude al desarrollo integral de cada persona?
2.- ¿Qué ayudas encuentran o deberían encontrar las familias cristianas para
desarrollar su vocación en las parroquias y demás realidades eclesiales de nuestra
diócesis?
6.- LA FAMILIA ES EL PRINCIPAL BIEN SOCIAL A PROTEGER
No cabe duda de que –como afirmaba el papa San Juan Pablo II- “el
matrimonio y la familia constituyen uno de los bienes más preciosos de la
humanidad” (FC 1).
Esta afirmación se verifica recordando el testimonio de nuestros mismos
padres, y de tantos matrimonios y familias, fuertemente cimentadas en el amor,
abiertas a la vida y constructoras de hogares que han sido y son verdaderas
escuelas de humanidad.
Pero ese valor insustituible de la familia se pone aún más de relieve en
situaciones de dificultad. Dicen los obispos españoles en su último documento
colectivo, refiriéndose a la situación en España:
“La familia ha sido la gran valedora social en estos años. ¡Cuántos han podido
subsistir ante la crisis gracias al apoyo moral, afectivo y económico de la familia!.
Este hecho nos tiene que llevar a valorar la vida y la familia como bienes sociales
fundamentales y superar lo que san Juan Pablo II llamó la cultura de la muerte y de
la desintegración”. (ISP 50)
El mismo San Juan Pablo II proclamaba a los cuatro vientos una certísima
convicción:
“¡El futuro de la humanidad se fragua en la familia!. Por consiguiente es
indispensable y urgente que todo hombre de buena voluntad se esfuerce por salvar y
promover los valores y exigencias de la familia” (FC 86).
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No se trata de algo opcional, sino que es un elemento esencial de una sana
concepción de la sociedad y de todo proyecto político que busque el bien de las
personas y de la sociedad:
“También el papa Francisco nos exhorta en este sentido al recordarnos que no hay
una verdadera promoción del bien común ni un verdadero desarrollo del hombre
cuando se ignoran los pilares fundamentales que sostienen una nación, sus bienes
inmateriales, como lo son la vida y la familia” (ISP 50)
En este sentido, el Compendio de Doctrina Social de la Iglesia recuerda la
responsabilidad de los poderes públicos en la protección de la familia y en la
promoción de sus derechos:
12
“La sociedad y, en especial, las instituciones estatales, —respetando la
prioridad y ‘preeminencia’ de la familia— están llamadas a garantizar y favorecer la
genuina identidad de la vida familiar y a evitar y combatir todo lo que la altera y daña.
Esto exige que la acción política y legislativa salvaguarde los valores de la familia,
desde la promoción de la intimidad y la convivencia familiar, hasta el respeto de la
vida naciente y la efectiva libertad de elección en la educación de los hijos. La
sociedad y el Estado no pueden, por tanto, ni absorber ni sustituir, ni reducir la
dimensión social de la familia; más bien deben honrarla, reconocerla, respetarla y
promoverla según el principio de subsidiaridad” (CDSI 252).
Las asociaciones de familias y los diferentes movimientos y plataformas
sociales de defensa de la familia y de sus derechos constituyen un precioso servicio
al bien común de la sociedad, y un ámbito muy necesario de compromiso social de
las familias cristianas. Son instrumentos muy necesarios y eficaces para la defensa
de los derechos fundamentales de las familias desde la sociedad civil, que han de
ejercer su influjo en las decisiones de los responsables políticos.
Pero son los responsables políticos quienes tienen un papel de particular
relevancia en la promoción de auténticas políticas de reconocimiento y de apoyo a
las familias, de protección de sus derechos y de atención a sus principales
necesidades. Como resume sabiamente el Compendio del Catecismo de la Iglesia
Católica:
“Los poderes públicos deben respetar, proteger y favorecer la verdadera naturaleza
del matrimonio y de la familia, la moral pública, los derechos de los padres, y el
bienestar doméstico” (CCEC, 458).
PARA EL DIÁLOGO
1.- ¿Qué valoración social tiene la familia en nuestra sociedad, en los medios de
comunicación, en los círculos culturales, etc…? ¿Es respetada y valorada?
2.- ¿Piensas que las familias tienen suficientes medios para hacer oír su voz en el
conjunto de la sociedad?
3.- ¿Qué lugar ocupan en la actualidad las políticas de defensa de la familia y de la
vida en los programas de los partidos políticos?
actuar
Sobre la base de la respuesta individual a las preguntas planteadas en los
diferentes cuestionarios que acompañan al tema y teniendo en cuenta lo compartido
y reflexionado en el grupo, es el momento de llegar a conclusiones y de plantear
propuestas de cambio, sencillas y realistas.
Uno de los miembros del grupo, con la ayuda del resto, pondrá por escrito de
forma articulada las conclusiones y las propuestas, que serán remitidas a la
Secretaría de Coordinación del Plan Pastoral.
Como ayuda para llevar a cabo la labor de concreción de propuestas, te
planteamos las siguientes preguntas:
PARA EL DIÁLOGO
1.- ¿Qué retos pastorales y evangelizadores nos plantean las nuevas formas
culturales que se viven hoy como “familia” desde nuestra referencia de matrimonio y
familia cristiana?
2.- Con la mirada puesta en la complejidad de los nuevos tiempos que vivimos,
¿cómo nos apremia hoy la educación de nuestros hijos y su iniciación a la fe? ¿En
qué perspectivas se nos exige crecer y moldearnos como padres educadores?
3.- ¿A qué compromisos concretos nos invita la reflexión del tema en torno a las
diferentes funciones de la familia en sus diversas dimensiones, afectiva, social,
política, económica, educativa…?
ORACIÓN FINAL
7.- ORACION FINAL:
7.1. Oración del Papa Francisco a la Sagrada Familia
Jesús, María y José,
en vosotros contemplamos
el esplendor del verdadero amor,
a vosotros, confiados, nos dirigimos.
Santa Familia de Nazaret,
haz también de nuestras familias
lugar de comunión y cenáculo de oración,
auténticas escuelas del Evangelio
y pequeñas Iglesias domésticas.
Santa Familia de Nazaret,
que nunca más haya en las familias episodios
de violencia, de cerrazón y división;
que quien haya sido herido o escandalizado
13
sea pronto consolado y curado.
Santa Familia de Nazaret,
que el próximo Sínodo de los Obispos
haga tomar conciencia a todos
del carácter sagrado e inviolable de la familia,
de su belleza en el proyecto de Dios.
Jesús, María y José,
escuchad, acoged nuestra súplica. AMEN
14
7.2.- Momento de silencio y oración personal
7.3.- PETICIONES LIBRES, SIGNO DE LA PAZ Y PADRE NUESTRO
Tema 2
La comunidad política,
al servicio de la persona humana
15
INTRODUCCIÓN
“La persona humana, por su misma naturaleza, tiene absoluta necesidad de
la vida social” (GS 35) afirma el Concilio en la Constitución pastoral Gaudium et
Spes. Esto lo experimentamos todo ser humano, pero se trata de una verdad que
sostiene la fe y la razón, tanto la revelación cristiana como toda sana filosofía.
Esa sociabilidad natural nos caracteriza a todas las personas y la
desarrollamos en múltiples ámbitos sociales; pero tiene su expresión más perfecta,
plena y definitiva en la comunidad política. “La comunidad política nace, pues, para
buscar el bien común, en el que encuentra su justificación plena y su sentido, y del
que deriva su legitimidad primigenia y propia” (GS 74)
Los católicos no podemos desentendernos de la comunidad política, porque
es importante nuestra aportación en esa “vía institucional de la caridad” que es la
política (cf. CiV 7). De ahí la llamada constante que nos hace el Magisterio de la
Iglesia para que los católicos, desde la fe, participemos activamente en ella.
1. SALUDO Y PRESENTACIÓN
Ponemos en el centro del grupo un signo religioso: Un crucifijo o imagen de
Cristo, la Biblia y una vela encendida en el centro. Después de saludarnos todos,
hacemos silencio para crear un ambiente de oración e invocamos a la Virgen María
con la oración del Ave María.
2. LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS (Mc 10, 32-45)
“Estaban subiendo por el camino hacia Jerusalén, y Jesús iba delante de
ellos; ellos estaban sorprendidos y los que le seguían tenían miedo.
Él tomó aparte otra vez a los Doce y empezó a decirles lo que le iba a
suceder: ‘Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser
entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas; lo condenarán a muerte y lo
entregarán a los gentiles, se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán; y
a los tres días resucitará’.
Se le acercaron los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: ‘Maestro,
queremos que nos hagas lo que te vamos a pedir’.
Les preguntó: ‘¿Qué queréis que haga por vosotros?’
Contestaron: ‘Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu
izquierda’.
16
Jesús replicó: ‘No sabéis lo que pedís, ¿podéis beber el cáliz que yo voy a
beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?’.
Contestaron: ‘Podemos’.
Jesús les dijo: ‘El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y seréis bautizados
con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi
izquierda no me toca a mí concederlo, sino que es para quienes está reservado’.
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan.
Jesús, llamándolos, les dijo: ‘Sabéis que los que son reconocidos como jefes
de los pueblos, los tiranizan, y que los grandes las oprimen. No será así entre
vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor; y el que
quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido a
ser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate por la multitud’.”
Hacemos un momento de silencio meditativo.
ver
3. TESTIMONIOS
3.1. “La fe debe hacerse carne en el servicio de la política, en el servicio a los
demás” (Jaime Septién)
Está de moda no comprometerse por parte del político católico. Una cosa es
la política, otra la fe, dicen. Nada más alejado de la verdad: la fe debe hacerse carne
en el servicio de la política, en el servicio a los demás. He aquí cuatro temas que
pueden iluminar este camino hacia políticos católicos auténticos, de esos que ahora
escasean.
El poder como servicio
1. ‘Quienes son o pueden llegar a ser capaces de ejercer ese arte tan difícil y tan
noble que es la política, prepárense para ella y procuren ejercitarla con olvido del
propio interés y de toda ganancia venal’ (Gaudium et spes, 75).
2. De esto se desprenden tres postulados inmediatos:
a) preparar las intervenciones públicas y estudio permanente;
b) borrar el yo para darse en totalidad al servicio público y,
c) evitar, en lo absoluto, el enriquecimiento ilícito, el tráfico de influencias y el
privilegio a la minoría, en detrimento de la mayoría.
3. Por lo tanto: compromiso de entender al poder como servicio a la sociedad.
La doctrina del bien común
1. ‘La responsabilidad de edificar el bien común compete, además de las personas
particulares, también al Estado, porque el bien común es la razón de ser de la
autoridad política’ (cf. Catecismo de la Iglesia católica).
2. De esto se desprenden tres postulados inmediatos:
a) el bien común es realizable aquí y ahora;
b) el gobierno de un Estado armoniza las diferentes expresiones en vías de lograr la
justicia y,
c) la autoridad política es la encargada de defender las instituciones que procuran la
paz social y el desarrollo armónico.
3. Por lo tanto: compromiso de defender y definir la doctrina del bien común.
Cercanía de la oración
1. ‘El testimonio del fiel laico nace de un don de gracia reconocido, cultivado y
llevado a su madurez’ (Juan Pablo II, Christifideles laici, 24).
2. De esto se desprenden tres postulados inmediatos:
17
a) la necesidad fundamental de ser testimonio, mediante una vida cercana a las
fuentes de la gracia;
b) el reconocimiento de que sin la ayuda de Dios el laico, más aún, el político, no
puede resolver casi nada y,
c) la urgencia de reconocer el llamado a ejercer un cargo por el bien de la
comunidad, conocer sus alcances y sus límites, y enfrentar las consecuencias de
una acción política coherente con los valores del Evangelio.
3. Por lo tanto: compromiso de permanecer cercano a la Iglesia y a la oración.
18
Hacia una democracia plena
1. ‘Una auténtica democracia no es sólo el resultado de un respeto formal de las
reglas, sino que es el fruto de la aceptación convencida de los valores que inspiran
los procedimientos democráticos: la dignidad de toda persona humana, el respeto
de los derechos del hombre, la asunción del bien común como fin y criterio
regulador de la vida política’ (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 407).
2. De esto se desprenden tres postulados inmediatos:
a) la democracia es algo más que normas;
b) la democracia pone primero a la persona y,
c) la democracia es el régimen político que garantiza el respeto a los derechos
humanos.
3. Por lo tanto: compromiso de anteponer el fin último de la comunidad política, el
desarrollo humano integral, en una actuación de democracia plena.
Se trata de cuatro compromisos así de simples y así de complejos. Ahora que
se han desatado las pre-campañas, los políticos católicos harían bien en recordar
estos preceptos de la Doctrina Social de la Iglesia. Y nosotros, los laicos, haríamos
bien en seguirles la pista, siendo buenos católicos, nosotros también.
Tomado de Catholic.net:
http://www.es.catholic.net/op/articulos/23209/cat/663/cuatro-temas-para-un-politico-catolico.html
3.2.- La política no es para todos aunque todos estamos llamados a participar.
Es una vocación: vocación a la acción política
Desde pequeña tuve sentido de justicia, de la búsqueda del bien común y
quizá de ahí me vino a mí esta llamada: antes de cumplir la mayoría de edad yo
sentí el deseo de participar en política y con 18 años decidí afiliarme al partido con
el que me sentía más identificada. Sin dejar mis estudios ni mi trabajo, participé en
diversos órganos del partido y formé parte de las listas municipales en mi pueblo,
Torrijos, y posteriormente al Parlamento europeo.
Mi primer cargo como representante público fue en el año 2011, cuando salí
elegida diputada regional en las Cortes de Castilla La Mancha. A los pocos meses,
entré a formar parte de la candidatura de la provincia de Toledo al Congreso de los
Diputados, y fui elegida diputada. Desde entonces he participado en esa difícil
misión de legislar, de participar en la redacción y en la aprobación de las leyes: una
tarea difícil y de enorme responsabilidad, que aproxima al hombre a Dios, supremo
Legislador.
Desde mi concepción de mujer católica comprometida, intento actuar siempre
conforme a mi conciencia. Soy consciente que son tiempos oscuros y que está en
juego el futuro de nuestra humanidad. Y no nos puede dominar ni el miedo ni la
incertidumbre, son tiempos para valientes y para los cristianos es tiempo de confiar,
porque Él tiene respuesta a muchos interrogantes.
El Cardenal Carlos Amigo manifestó en cierta ocasión que “la política es una
de las dedicaciones más nobles del hombre y de la mujer cuando se intenta servir a
los demás y a la sociedad”. Así también lo considero yo. Creo que no sólo es
posible una política ética, donde estén presentes los valores cristianos, sino que
intentar ajustarse a criterios éticos es un requisito para una persona que quiera, al
cabo de su vida, tener una visión positiva de su paso por la política.
Hemos convertido en los últimos años la política en una actividad de difícil
entrada y también de difícil salida a base de incompatibilidades y de exposición
indiscriminada a la opinión pública. A mí personalmente, el día que me retire de la
política, al hacer balance −y teniendo en cuenta mis posibilidades, mis capacidades
y con los errores y omisiones que todos podemos cometer−, me gustaría poder decir
que he dedicado mi vida política a mejorar las cosas, a servir a mis conciudadanos
(especialmente a los más desfavorecidos), a luchar por el bien común, y si no he
hecho todo esto, esta reflexión me conduciría a un notable malestar, a una
percepción de tiempo perdido que no se podrá ya recuperar, a una frustración vital.
Soy consciente de que al final sólo quedará la satisfacción de haber cumplido
con tu deber con diligencia, con responsabilidad, el afecto de aquellas personas a
las que ayudaste o trataste bien, el respeto de algunos adversarios políticos y el
buen ejemplo que hayas dado a otros compañeros de partido y a tu familia. Si no te
queda nada de esto, la política no habrá merecido la pena.
Quisiera destacar algunos aspectos esenciales de una Política construida
desde la Ética:
•
•
•
Requiere, en primer lugar, una absoluta honradez y un gran sentido de la
responsabilidad en la gestión de fondos públicos. También una sensibilidad
especial con los más desfavorecidos, cuya atención debe ser prioritaria en
todas las políticas públicas.
Igualmente se hace necesario que los poderes públicos defiendan el
derecho a la vida, la familia y la dignidad humana. Que se defienda una
Ecología Humana amparada en el Derecho Natural, accesible a la razón de
todos los hombres que hoy se encuentra amenazada por el relativismo y por
la ideología de género. Es precisamente el relativismo el adversario más
peligroso del sistema de valores y creencias que durante muchos siglos
representó para Occidente el Cristianismo.
Considero muy necesario trabajar en pro de la familia, institución
fundamental, muy valorada por el pueblo español y que constituye en estos
momentos la mejor red de protección social, la más eficiente y la menos
gravosa para el contribuyente. Desde el Gobierno se aprobó el Plan Integral
de la familia que incluye también ayudas a la maternidad. Es un paso
adelante pero hemos de seguir avanzando en este sentido. Es para mí
19
•
20
fundamental reforzar la protección del derecho a la vida, el principal y base
de todos los derechos. Con tenacidad y esfuerzo se podrá ir derribando
muros. Me parece importante que la sociedad civil colabore y lo pida, a través
de concentraciones o iniciativas legislativas populares. Éstas últimas, se han
convertido en leyes aprobadas en distintos Parlamentos autonómicos como el
nuestro.
Y por último, la política, tal y como la concibo, exige, saber defender nuestros
principios, a veces frente a nuestra propia autocensura, ante el injustificado
temor de no ser apoyados por nuestros superiores. Exige, además, saber
hacer oposición con firmeza y rigor pero sin faltar a la verdad, sin difamar, sin
calumniar, sin herir en lo personal…No siempre es fácil, no siempre
cumplimos estos propósitos y por eso hay que saber también pedir disculpas
a quien hemos agraviado.
El Papa Francisco ya nos pidió a todos los representantes públicos esto: "Les
pido a quienes tienen responsabilidad política de no olvidar dos cosas: la dignidad
humana y el bien común". Para mí, un buen referente es Santo Tomás Moro, que es
además nuestro Patrono, él bien supo testimoniar hasta su martirio la dignidad de la
conciencia, sometido a presiones de todo tipo, rechazó toda componenda sin
abandonar la constante fidelidad a la autoridad y a las decisiones.
Nunca es tarde para hacer las cosas mejor, en esta hora decisiva para
España y para Europa.
Os pido que recéis para que Dios nos ilumine y tengamos coherencia entre fe
y vida, seamos fieles a nuestros deberes y estemos guiados por el espíritu
evangélico.
Rocío López González, diputada
PARA DIALOGAR
1. La política es una dimensión necesaria para la vida social, pero: ¿qué valoración
tiene la política en nuestra sociedad? ¿Y los políticos?
2. Analizando la situación de los partidos políticos en España, ¿qué relación se da
entre política y principios cristianos?
juzgar
4. LA COMUNIDAD POLÍTICA, AL SERVICIO DE LA PERSONA Y DEL BIEN
COMÚN
Los cristianos, que formamos parte del pueblo santo de Dios por el bautismo,
somos también ciudadanos de la ciudad terrena. Nos sentimos plenamente
insertados en la sociedad como ciudadanos y nuestro compromiso con ella sin duda
constituye una valiosa aportación para su desarrollo. Recordemos lo que decía un
autor anónimo del s. II (Carta a Diogneto, Cap. 5-6; Funk 1, 317-321):
“Los cristianos no se distinguen de los demás hombres, ni por el lugar en que
viven, ni por su lenguaje, ni por sus costumbres. Ellos, en efecto, no tienen ciudades
propias, ni utilizan un hablar insólito, ni llevan un género de vida distinto (….) Viven
en ciudades griegas y bárbaras, según les cupo en suerte, siguen las costumbres de
los habitantes del país, tanto en el vestir como en todo su estilo de vida y, sin
embargo, dan muestras de un tenor de vida admirable y, a juicio de todos, increíble.
Habitan en su propia patria, pero como forasteros; toman parte en todo como
ciudadanos, pero lo soportan todo como extranjeros; toda tierra extraña es patria
para ellos, pero están en toda patria como en tierra extraña. Igual que todos, se
casan y engendran hijos, pero no se deshacen de los hijos que conciben. Tienen la
mesa en común, pero no el lecho. Viven en la carne, pero no según la carne. Viven
en la tierra, pero su ciudadanía está en el Cielo. Obedecen las leyes establecidas, y
con su modo de vivir superan estas leyes. (…) Para decirlo en pocas palabras: los
cristianos son en el mundo lo que el alma es en el cuerpo”.
Nuestra sociabilidad como personas se desarrolla desde nuestra vida familiar
hasta las más variadas y múltiples formas de asociación, más o menos
institucionalizadas, para el logro de diferentes fines e intereses. Todo eso va
tejiendo el entramado de la vida social: lo que llamamos la sociedad civil.
Pero además es necesaria “una comunidad más amplia en la que todos
conjuguen a diario sus energías para lograr el bien común” (GS 74). Esa es la
función de la comunidad política o Estado, que “nace para buscar el bien común”
(Ib.), y cuyos fines esenciales son “el respeto y la promoción de los derechos
fundamentales de la persona; la prosperidad o el desarrollo de los bienes
espirituales y temporales de la sociedad; la paz y la seguridad del grupo y de sus
miembros” (CEC 1925). Ciertamente que, para el logro de estos fines que integran
el bien común, es requisito imprescindible que la comunidad política no destruya,
sino que reconozca y promueva la sociedad civil, con todas sus asociaciones e
instituciones nacidas de la libre iniciativa de las personas y de los grupos sociales, y
no pretenda absorber todo en la vida de la sociedad (principio de subsidiariedad: cf.
CDSI 185-188).
Frente a toda tentación totalitaria del Estado, el magisterio de la Iglesia nos
recuerda que “la comunidad política tiende al bien común cuando actúa a favor de la
creación de un ambiente humano en el que se ofrezca a los ciudadanos la
posibilidad del ejercicio real de los derechos humanos y del cumplimiento pleno de
los respectivos deberes” (CDSI 389). Y es que, realmente en eso consiste el bien
común: en la creación de las condiciones sociales que permitan el desarrollo integral
de todas las personas, cuya garantía fundamental es la defensa y la promoción de
los derechos humanos (principio del bien común: cf. CDSI 164-170).
21
La visión cristiana de la sociedad y del Estado pone en el centro a la persona
humana: por su dignidad sagrada, toda persona humana es sujeto de unos
derechos fundamentales, que la comunidad política ha de tutelar eficazmente y
promover a través de sus leyes y de sus instituciones (principio de personalista: cf.
CDSI 105-107). Aunque la Iglesia reconoce que la Declaración Universal de los
Derechos del Hombre (proclamada por las Naciones Unidas el 10 de diciembre de
1948) es un hito “en el camino moral de la humanidad” (Juan Pablo II), el magisterio
eclesial recuerda que los derechos humanos son derechos anteriores y superiores a
todo ordenamiento jurídico, porque le pertenecen a la persona creada por Dios y
dotada de una dignidad singular (cf. CDSI 152-154). Como afirma el papa Francisco:
“La Biblia enseña que cada ser humano es creado por amor, hecho a imagen
y semejanza de Dios (cf. Gn 1,26). Esta afirmación nos muestra la inmensa dignidad
de cada persona humana, que no es solamente algo, sino alguien. Es capaz de
conocerse, de poseerse y de darse libremente y entrar en comunión con otras
personas” (LS 65).
22
Por eso, la fuente última de los derechos humanos no se encuentra en la
voluntad de los seres humanos, en el Estado o en los organismos internacionales,
sino en la misma naturaleza humana y en Dios su Creador. Los derechos humanos
son universales e inviolables y no puede renunciarse a ellos por ningún concepto:
¡son inalienables! (cf. CDSI 153).
¿Cuáles son los derechos humanos fundamentales? San Juan Pablo II los
resume en la Centesimus Annus en:
•
•
•
•
•
•
El derecho a la vida desde su concepción hasta su conclusión natural, siendo
ilícita toda forma de aborto provocado y de eutanasia
El derecho a vivir en una familia unida y en un ambiente moral, favorable al
desarrollo de la propia personalidad
El derecho a madurar la propia inteligencia y libertad a través de la búsqueda
y el conocimiento de la verdad
El derecho a participar en el trabajo para valorar los bienes de la tierra y
recabar del mismo el sustento propio y de los seres queridos
El derecho a fundar libremente una familia, a acoger y educar a los hijos
EL Derecho a la libertad religiosa, como derecho a vivir en la verdad de la
propia fe y en conformidad con la dignidad trascendente de la propia persona.
(C.A. 47)
PARA DIALOGAR
1.- ¿Somos conscientes los católicos de nuestra decisiva contribución al bien común
de nuestra sociedad? ¿Por qué nos cuesta tanto participar, en cuanto cristianos, en
la vida política?
2.- ¿Qué signos se dan en nuestra sociedad del reconocimiento de la dignidad de la
persona humana y de sus derechos fundamentales?
3.- ¿Y cuáles son las más lacerantes violaciones de los derechos humanos en
nuestro tiempo?
5. REGENERAR LA DEMOCRACIA
El apóstol San Pablo nos exhorta a los cristianos a orar por toda autoridad:
“Ruego, pues, lo primero de todo, que se hagan súplicas, oraciones,
peticiones, acciones de gracias, por toda la humanidad, por los reyes y por todos los
constituidos en autoridad, para que podamos llevar una vida tranquila y sosegada,
con toda piedad y respeto” (1 Tim 2,1-2).
Y también a prestar obediencia a los gobernantes:
“Que todos se sometan a las autoridades constituidas, pues no hay autoridad
que no provenga de Dios, y las que hay han sido constituidas por Dios. De modo
que, quien se opone a la autoridad resiste a la disposición de Dios, y los que le
resisten atraen la condena sobre sí” (Rm 13, 1-2).
Y es que es evidente que toda comunidad política “tiene necesidad de una
autoridad legítima, que asegure el orden y contribuya a la realización del bien
común” (CCEC 405). Y por eso, el Concilio recuerda que “es indispensable una
autoridad que dirija la acción de todos hacia el bien común no mecánica o
despóticamente, sino obrando principalmente como una fuerza moral, que se basa
en la libertad y en el sentido de responsabilidad de cada uno” (GS 74).
Esa “fuerza moral” de la autoridad proviene, en primera instancia, de que el
ordenamiento jurídico sea conforme a la ley moral y al bien integral de todos.
Cuando no lo es, deja de obligar en conciencia a los ciudadanos: “las leyes injustas
y las medidas contrarias al orden moral no obligan en conciencia” (CCEC 406). Y en
estos casos, tenemos, por un lado, derecho a la objeción de conciencia y, por otro,
obligación de hacer lo necesario para que esas disposiciones injustas sean
derogadas (cf. CDSI 399-400).
La Iglesia no está vinculada necesariamente con ningún régimen político ni
con ninguna forma determinada de organizar el Estado, porque “las modalidades
concretas por las que la comunidad política organiza su estructura fundamental y el
equilibrio de los poderes públicos pueden ser diferentes, según el genio de cada
pueblo y la marcha de su historia” (GS 74). Pero San Juan Pablo II, en relación con
las presentes circunstancias, afirmaba claramente el valor de la democracia:
“La Iglesia aprecia el sistema de la democracia, en la medida en que asegura
la participación de los ciudadanos en las opciones políticas y garantiza a los
gobernados la posibilidad de elegir y controlar a sus propios gobernantes, o bien la
de sustituirlos oportunamente de manera pacífica (…) Una auténtica democracia es
posible solamente en un Estado de derecho y sobre la base de una recta concepción
de la persona humana” (CA 46).
Es un logro este sistema político que hace posible la participación de los
ciudadanos en la elección de sus representantes políticos, en un clima de sana
pluralidad, y el control a la gestión realizada por los gobernantes. Pero en nuestros
días existe un amplio y extenso clamor porque se ve necesaria una profunda
regeneración de la democracia, al verse asediada por tres grandes problemas:
1º. La crisis de valores. Ya San Juan Pablo II denunciaba que “hoy se tiende
a afirmar que el agnosticismo y el relativismo escéptico son la filosofía y la actitud
fundamental correspondientes a las formas políticas democráticas, y que cuantos
están convencidos de conocer la verdad y se adhieren a ella con firmeza no son
fiables desde el punto de vista democrático” (CA 46). Es lo que Benedicto XVI
llamaba la “dictadura del relativismo”. Pero en realidad, “si no existe una verdad
última, la cual guía y orienta la acción política, entonces las ideas y las convicciones
humanas pueden ser instrumentalizadas fácilmente para fines de poder. Una
23
democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o
encubierto, como demuestra la historia” (ibíd.).
24
2º. La corrupción política. Entre las deformaciones del sistema democrático,
la corrupción política es una de las más graves porque traiciona al mismo tiempo los
principios de la moral y las normas de la justicia social; compromete el correcto
funcionamiento del Estado, influyendo negativamente en la relación entre
gobernantes y gobernados; introduce una creciente desconfianza respecto a las
instituciones públicas, causando un progresivo menosprecio de los ciudadanos por
la política y sus representantes, con el consiguiente debilitamiento de las
instituciones (CDSI 411). Los Obispos de España han afirmado recientemente que
“los procesos de corrupción (…) provocan alarma social y despiertan gran
preocupación entre los ciudadanos; (…) esos abusos quiebran gravemente la
solidaridad y siembran la desconfianza social. Es una conducta éticamente
reprobable, y un grave pecado” (ISP 10). Y es que los políticos, en su función de
representación de los ciudadanos, precisan de unas virtudes morales básicas: “las
virtudes que favorecen la práctica del poder con espíritu de servicio (paciencia,
modestia, moderación, caridad, generosidad); una autoridad ejercida por personas
capaces de asumir auténticamente como finalidad de su actuación el bien común y
no el prestigio o el logro de ventajas personales” (CDSI 410). Cuando faltan esas
virtudes, se produce un grave deterioro social.
3º. Participación ciudadana y poder de los partidos. Los partidos políticos
son instrumentos fundamentales para la participación política de los ciudadanos,
aunque no únicos ni exclusivos. Entre nosotros, se critica que parece que los
partidos políticos pretenden que la única participación de los ciudadanos en la
democracia sea el ejercicio del derecho al voto cada cuatro años, sin dar más
cabida a la opinión pública y a los ciudadanos en la cosa pública. Sin embargo “Los
partidos están llamados a interpretar las aspiraciones de la sociedad civil
orientándolas al bien común, ofreciendo a los ciudadanos la posibilidad efectiva de
concurrir a la formación de las opciones políticas. Los partidos deben ser
democráticos en su estructura interna, capaces de síntesis política y con visión de
futuro (CDSI 413).
Ante este panorama, nuestros obispos españoles ofrecen una interesante
conclusión:
“Es necesario que se produzca una verdadera regeneración moral a nivel
personal y social y, como consecuencia, un mayor aprecio por el bien común, que
sea verdadero soporte para la solidaridad con los más pobres y favorezca la
auténtica cohesión social. Dicha regeneración nace de las virtudes morales y
sociales, se fortalece con la fe en Dios y la visión trascendente de la existencia, y
conduce a un irrenunciable compromiso social por amor al prójimo” (ISP 10).
PARA DIALOGAR
1.- En nuestro contexto actual, ¿consideras relevante y eficaz la presencia de los
católicos en la política? ¿Cómo se podría promover más intensamente esa
participación desde nuestras comunidades y movimientos?
2.- Los miembros de la comunidad eclesial, ¿de qué manera contribuimos o
podríamos contribuir en la regeneración democrática de nuestra sociedad española?
6. PARTICIPACIÓN DE LOS CATÓLICOS EN LA POLÍTICA
Los católicos –sea cual sea nuestra vocación específica– sabemos que
nuestra fe en Jesucristo no nos aparta de nuestra condición de ciudadanos ni de
nuestra participación responsable en relación con la comunidad política; sino que,
muy al contrario, nos impulsa a comunicar la luz que brota de esa misma fe y sus
implicaciones morales para contribuir al logro del bien común, la justicia y la paz:
“No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del maligno”, rogaba
Jesucristo al Padre en su despedida de los discípulos (Jn 17, 15).
Pero son específicamente los fieles laicos los llamados a comprometerse en
la política; como afirmaba San Juan Pablo II, “para animar cristianamente el orden
temporal —en el sentido señalado de servir a la persona y a la sociedad— los fieles
laicos de ningún modo pueden abdicar de la participación en la ‘política’” (ChL 42).
Entre nosotros, “participar en la política” tendemos a identificarlo
exclusivamente con la implicación en algún partido político y en la “lucha partidista”,
pero San Juan Pablo II amplía el horizonte al explicar que “política” se refiere a “la
multiforme y variada acción económica, social, legislativa, administrativa y cultural,
destinada a promover orgánica e institucionalmente el bien común” (ibíd.). Y ese
amplio abanico abarca muchas expresiones tanto individuales como asociativas:
desde el ejercicio responsable del derecho al voto hasta la implicación en
movimientos sociales o ciudadanos, pasando por las diferentes expresiones de
asociacionismo cultural, profesional o explícitamente político. Sin necesidad de
adentrarse en el ámbito específico de los partidos políticos, los católicos tenemos la
capacidad de influir en la vida social de muy diferentes formas, implicándonos en las
muy variadas expresiones de la sociedad civil.
En relación con la más explícita participación en la política, se dan diferentes
niveles de implicación y responsabilidad:
•
•
Al alcance de todos está el ejercicio del derecho al voto, que es un
instrumento primero y elemental de participación política de todos los
ciudadanos, que los católicos debemos ejercer de forma responsable de
acuerdo con nuestra conciencia, eligiendo “aquellos partidos y aquellas
personas que ofrezcan más garantías de favorecer el bien común en toda su
integridad” (CVP 118). “La conciencia cristiana bien formada no permite a
nadie favorecer con el propio voto la realización de un programa político o la
aprobación de una ley particular que contengan propuestas alternativas o
contrarias a los contenidos fundamentales de la fe y la moral” (NCCP 4).
Una forma de mayor compromiso y participación en la vida política de los
católicos consiste en la integración de los fieles laicos en algún partido
político. A este respecto, a pesar de la legítima pluralidad de opciones para
un católico, es necesario tener en cuenta los presupuestos ideológicos de las
diferentes opciones: visión de la persona, de la familia, del modelo de
sociedad, defensa y promoción de los derechos fundamentales,
especialmente de la libertad religiosa, etc… Este grado de integración exige
una más sólida formación para actuar coherentemente como católicos en
beneficio de la verdad y del bien común (Cf. NCCP 3; CVP 120-121).
25
•
26
La dedicación de los católicos a la política: San Juan Pablo II afirma,
refiriéndose a los seglares implicados en la política, que “han de testificar
aquellos valores humanos y evangélicos, que están íntimamente
relacionados con la misma actividad política; como son la libertad y la justicia,
la solidaridad, la dedicación leal y desinteresada al bien de todos, el sencillo
estilo de vida, el amor preferencial por los pobres y los últimos. Esto exige
que los fieles laicos estén cada vez más animados de una real participación
en la vida de la Iglesia e iluminados por su doctrina social” (ChL 42). Para
ellos, son especialmente necesarias las virtudes que favorecen el espíritu de
servicio: paciencia, modestia, moderación, caridad, generosidad (Cf. CDSI
410).
El Papa Francisco, en la exhortación Evangelii Gaudium exclama:
“¡Pido a Dios que crezca el número de políticos capaces de entrar en un
auténtico diálogo que se oriente eficazmente a sanar las raíces profundas y no la
apariencia de los males de nuestro mundo! La política, tan denigrada, es una
altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca
el bien común. (…) ¡Ruego al Señor que nos regale más políticos a quienes les
duela de verdad la sociedad, el pueblo, la vida de los pobres!” (EG 205)
PARA DIALOGAR
1.- A la hora de ejercer nuestro derecho al voto ¿en qué medida tenemos en cuenta
las consideraciones morales que nacen de la fe?
2.- Los fieles laicos comprometidos en política, ¿cómo son o deberían ser
acompañados por la comunidad eclesial?
San Juan Pablo II: De la homilía en el Jubileo de los políticos (año 2000)
“Amar al prójimo como a sí mismo. Estas palabras encuentran seguramente eco en
vuestras almas, queridos Gobernantes, Parlamentarios, Políticos y Administradores. Os
plantean hoy a cada uno, con ocasión de vuestro Jubileo, una cuestión central: ¿de qué
manera, en vuestro delicado y comprometido servicio al estado y a los ciudadanos, podéis
dar cumplimiento a este mandamiento? La respuesta es clara: viviendo el compromiso
político como un servicio. ¡Perspectiva tan obvia como exigente! Esa no puede, en efecto,
reducirse a una reafirmación genérica de principios o a la declaración de buenas
intenciones. El servicio político pasa a través de un diligente y cotidiano compromiso, que
exige una gran competencia en el desarrollo del propio deber y una moralidad a toda
prueba en la gestión desinteresada y transparente del poder.
Por otra parte, la coherencia personal del político ha de expresarse también en una
correcta concepción de la vida social y política a la que él está llamado a servir. Bajo este
punto de vista, un político cristiano no puede dejar de hacer constante referencia a aquellos
principios que la doctrina social de la Iglesia ha desarrollado a lo largo de tiempo (…)
Ciertamente, en la aplicación de estos principios a la compleja realidad política, será
frecuentemente inevitable encontrarse con ámbitos, problemas y circunstancias que
pueden dar legítimamente lugar a diversas valoraciones concretas. Al mismo tiempo, sin
embargo, no se puede justificar un pragmatismo que, también respecto a los valores
esenciales y básicos de la vida social, reduzca la política a pura mediación de los intereses
o, aún peor, a una cuestión de demagogia o de cálculos electorales. Si el derecho no puede
y no debe cubrir todo el ámbito de la ley moral, se debe también recordar que no puede ir
"contra" la ley moral.
Esto adquiere particular relieve en esta fase de transformaciones intensas, que ve
surgir una nueva dimensión de la política. El declive de las ideologías se acompaña de una
crisis de formaciones partidistas, que reta a comprender de modo nuevo la representación
política y el papel de las instituciones. Es necesario redescubrir el sentido de la
participación, implicando en mayor medida a los ciudadanos en la búsqueda de vías
oportunas para avanzar hacia una realización siempre más satisfactoria del bien común”.
actuar
Sobre la base de la respuesta individual a las preguntas planteadas en los
diferentes cuestionarios que acompañan al tema y teniendo en cuenta lo compartido
y reflexionado en el grupo, es el momento de llegar a conclusiones y de plantear
propuestas de cambio, sencillas y realistas.
Uno de los miembros del grupo, con la ayuda del resto, pondrá por escrito de
forma articulada las conclusiones y las propuestas, que serán remitidas a la
Secretaría de Coordinación del Plan Pastoral.
Como ayuda para llevar a cabo la labor de concreción de propuestas, te
planteamos las siguientes preguntas:
PARA EL DIÁLOGO
1.-¿Qué compromisos concretos nos exige hoy nuestra responsabilidad de
cristianos adultos en la fe para dar respuesta en nuestra vida cotidiana a la
acuciante tarea de regenerar la vida social y política?
2.-¿Qué acciones pastorales o formativas se podrían realizar en nuestras
comunidades eclesiales para animar al compromiso de los católicos a participar en
las organizaciones políticas, sociales y sindicales?
3.-¿Qué actuaciones pastorales vemos necesarias para llevar a grupos, parroquias,
o movimientos el conocimiento de la DSI?
27
ORACIÓN FINAL
7.- ORACION FINAL
7.1. Oración por la paz
28
Señor, hazme un instrumento de tu paz;
donde haya odio, ponga amor;
donde hay ofensa, perdón;
donde hay duda, fe;
donde hay desesperanza, esperanza;
donde hay tinieblas, luz;
donde hay tristeza, alegría.
Oh Señor,
que no busque yo tanto
ser consolado como consolar.
Ser comprendido como comprender.
Ser amado como amar.
porque dando se recibe.
Perdonando se es perdonado.
Y muriendo a si mismo
se nace a la vida eterna.
(Oración atribuida a San Francisco de Asís)
7.2.- Momento de silencio y oración personal
7.3.- PETICIONES LIBRES, SIGNO DE LA PAZ Y PADRE NUESTRO
Tema 3
La actividad económica y el trabajo
INTRODUCCIÓN
“El Señor Dios tomó al hombre y lo colocó en el jardín de Edén para que lo
guardara y cultivara” (Gn 2,15). La ecología humana integral pasa por reconocer
que los bienes de la tierra han sido dados por Dios a todos los hombres para que,
mediante su trabajo y la actividad económica, puedan lograr cuanto necesitan para
el desarrollo de una vida auténticamente humana (cfr. ChL 43).
El Papa Francisco ha denunciado que la realidad presente de nuestro mundo
es que, por una parte, “la mayoría de los hombres y mujeres de nuestro tiempo vive
precariamente el día a día, con consecuencias funestas” (EG 52) y, por otra, esta
tierra “clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del
abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella” (LS 2).
De ahí que “el desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la
preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo
sostenible e integral” (LS 3). “Muchas cosas tienen que reorientar su rumbo, pero
ante todo la humanidad necesita cambiar” (LS 202).
1. SALUDO Y PRESENTACIÓN
Ponemos en el centro del grupo un signo religioso: Un crucifijo o imagen de
Cristo, la Biblia y una vela encendida en el centro. Después de saludarnos todos,
hacemos silencio para crear un ambiente de oración e invocamos a la Virgen María
con la oración del Ave María.
2. LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS (Mt 6, 19-21.24-34)
En aquel tiempo dijo el Señor:
No atesoréis para vosotros tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los
roen, y donde los ladrones abren boquetes y los roban. Haceos tesoros en el cielo,
donde no hay polilla ni carcoma que los roen, ni ladrones que abren boquetes y
roban. Porque donde está tu tesoro, allí estará tu corazón.
Nadie puede servir a dos señores; porque despreciará a uno y amará al otro; o al
contrario se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios
y al Dinero.
Por eso os digo: No estéis agobiados por vuestra vida pensando qué vais a comer,
ni por vuestro cuerpo, pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que
el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad los pájaros del cielo: no siembran, ni
siegan, ni almacenan en graneros; y, sin embargo, vuestro Padre celestial los
alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de
agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida?
29
¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos como crecen los lirios del campo; no
trabajan, ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como
uno de ellos. Pues si a la hierba que hoy está en el campo, y mañana se arroja al
horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe?
No andéis agobiados pensando qué vais a comer o qué vais a beber, o con
qué os vais a vestir. Los paganos se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre
celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad sobre todo el reino de Dios y su
justicia, y todo esto se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el
mañana: porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le basta su
desgracia.
30
ver
3. ALGUNOS DESAFÍOS DEL MUNDO ACTUAL
3.1. A nivel mundial
El Papa Francisco, en su programática exhortación apostólica “Evangelii
Gaudium” pone de relieve que “la humanidad vive en este momento un giro
histórico”, porque −a pesar de los adelantos en diversos campos− “la mayoría de los
hombres y mujeres de nuestro tiempo vive precariamente el día a día, con
consecuencias funestas. Algunas patologías van en aumento. El miedo y la
desesperación se apoderan del corazón de numerosas personas, incluso en los
llamados países ricos” (EG 52). Y esta situación viene determinada por lo que él
llama los desafíos del mundo actual. En relación con los desequilibrios de la
economía mundial, el Papa denuncia en la Evangelii Gaudium:
1º Una economía de la exclusión y de la inequidad (cf. EG 53-54), que se refleja
en:
•
•
•
Esas grandes masas de hombre y mujeres excluidas y marginadas: sin
trabajo, sin horizontes, sin salida.
En las relaciones económicas, el ser humano es considerado sólo como un
bien de consumo, sin reconocimiento de su dignidad y de sus derechos.
Predomina lo que el Papa denomina la cultura del “descarte”: en una
economía globalizada fuertemente competitiva, muchos son excluidos de la
sociedad en la que viven: son desechos, “sobrantes” de la sociedad.
2º Predomina igualmente en la economía mundial la idolatría del dinero, que se
impone como el elemento fundamental de la economía (Cf. EG 55-58):
•
•
•
La economía mundial se pone al servicio de las ganancias de unos pocos,
que tienen el poder financiero, a costa de la mayoría de los seres humanos.
En la economía se han impuesto ciertas ideologías que absolutizan los
mercados y la especulación financiera; y que niegan el derecho de control de
los Estados, en favor del bien común.
El endeudamiento de los estados, de las empresas y de las familias se
convierte en ocasiones en un obstáculo para el desarrollo de la economía
real.
•
Además, el poder oligárquico de unos pocos explica el incremento de una
corrupción ramificada y una evasión fiscal egoísta, con dimensiones
mundiales.
3º. Estas tendencias y estos desequilibrios desestabilizan la paz y la seguridad. El
papa denuncia esa “inequidad que genera violencia” (EG 59-60): el sistema
económico carece de justicia y de igualdad de oportunidades para todas las
personas y para todos los pueblos. De ahí que,
•
•
•
La inequidad provoca la reacción violenta de los excluidos del sistema.
La injusticia daña las bases de cualquier sistema político y social.
Las armas y la represión violenta, más que aportar soluciones, crean nuevos
y peores conflictos.
3.2. Consecuencias de la crisis entre nosotros
Lo que el papa Francisco denuncia a nivel de economía mundial, tiene un
reflejo en concreto en la situación de nuestra nación, donde los obispos españoles
afirman que “en los últimos años, especialmente desde que estalló la crisis, somos
testigos del grave sufrimiento que aflige a muchos en nuestro pueblo motivado por
la pobreza y la exclusión social” (ISP 1). La crisis económica ha generado una
insoportable tasa de paro: de una tasa de paro cercana al 8% en 2007 se ha llegado
al 23,78 % en el primer trimestre de 2015, según la Encuesta de población activa del
INE. Un paro que afecta especialmente a los jóvenes y a los mayores de 50 años.
Familias enteras tienen a todos sus miembros sin trabajo, dando lugar a situaciones
de exclusión y de pobreza, especialmente lacerantes entre los niños, los ancianos y
las mujeres (cfr. ISP 5-7)
Especialmente vulnerables están siendo los inmigrantes que “son los pobres
entre los pobres” (ISP 9), a quienes “se han recortado sus derechos” (Ibidem). “Los
más pobres entre nosotros son los extranjeros sin papeles, a los que no se les
facilita servicios sociales básicos” (Ibid.).
PARA DIALOGAR
1.- ¿Cuáles son los principales problemas económicos y sociales que percibimos en
nuestro entorno? ¿Qué efectos de la crisis están siendo más lacerantes entre
nosotros?
2.- Desde nuestra comunidad parroquial o desde nuestra asociación o movimiento,
¿cómo estamos saliendo al encuentro de las necesidades más urgentes de nuestros
hermanos? ¿Es suficiente la respuesta que estamos ofreciendo?
31
juzgar
3. UNA ECONOMÍA PARA EL DESARROLLO HUMANO INTEGRAL
32
Toda la reflexión cristiana sobre la economía y el trabajo parte de una
convicción fundamental, consecuencia de la fe en Dios creador: “Al comienzo Dios
confió la tierra y sus recursos a la administración común de la humanidad para que
tuviera cuidado de ellos, los dominara mediante su trabajo y se beneficiara de sus
frutos (cfr. Gn 1, 26-29)” (CEC 2402). De ahí que el Papa Francisco nos recuerde
que “la tierra es esencialmente una herencia común, cuyos frutos deben beneficiar a
todos” (LS 93), no sólo a unos pocos, olvidándonos de los más débiles y de las
generaciones futuras.
A ese destino universal de los bienes está supeditado el derecho a la
propiedad privada. Efectivamente, la propiedad privada, que tiene su origen en el
trabajo, “es legítima para garantizar la libertad y la dignidad de las personas, para
ayudar a cada uno a atender sus necesidades fundamentales y las necesidades de
los que están a su cargo” (CEC 2402); pero la propiedad privada no es un derecho
absoluto ni intocable, sino que está gravada –como afirmó San Juan Pablo II– con
una “hipoteca social”, porque no es conforme con el designio de Dios usar este don
de modo tal que sus beneficios favorezcan sólo a unos pocos (cfr. LS 93, citando
SRS 42).
Por eso, el principio del destino universal de los bienes “invita a cultivar una
visión de la economía inspirada en valores morales que permitan tener siempre
presente el origen y la finalidad de tales bienes, para así realizar un mundo justo y
solidario” (CDSI 174). En la raíz de todos los valores morales que han de inspirar la
economía está el principio fundamental consagrado por el Concilio Vaticano II: “el
hombre es el autor, el centro y el fin de toda la vida económico- social” (GS 63), por
lo que “en la vida económico-social deben respetarse y promoverse la dignidad de la
persona humana, su entera vocación y el bien de toda la sociedad” (Ibidem). Esta
visión humanista de la economía, frente a las ideologías materialistas, tiene
importantes consecuencias éticas y sociales.
Esa centralidad del hombre nos hace entender que la economía, a pesar de
que tiene sus propios métodos y leyes (que estudia y analiza la ciencia económica),
es inseparable de la moral (cfr. GS 64): la actividad económica en todos sus niveles
está determinada por decisiones libres de personas y de grupos, con sus propios
objetivos e intenciones, con sus prioridades e intereses. Pues bien, es necesario
que todas esas decisiones de los diferentes actores en el campo de la economía
(productores y consumidores, financieros y autoridades públicas, organizaciones
empresariales y sindicatos, etc…) estén orientadas por criterios de verdad y de
justicia, buscando no sólo el interés individual o de unos pocos, sino el bien común
de todos (cf. CDSI 330-334).
A este respecto, el Estado tiene un importante papel en la economía para el
logro del bien común y de la justicia social (cfr. CDSI 351-355):
De acuerdo con el principio de subsidiariedad (frente a las ideologías
colectivistas o totalitarias), el Estado debe procurar las condiciones
adecuadas para el libre ejercicio de la actividad económica, que estimule la
libre iniciativa en la economía;
De acuerdo con el principio de solidaridad (frente a las ideologías liberales),
el Estado también ha de establecer los límites a la autonomía de las partes,
para defender a la parte más débil.
En definitiva, como sintetiza el Compendio del Catecismo de la Iglesia
Católica:
“Compete al Estado procurar la seguridad sobre las garantías de las libertades
individuales y de la propiedad, además de un sistema monetario estable y de unos
servicios públicos eficientes; y vigilar y encauzar el ejercicio de los derechos
humanos en el sector económico. Teniendo en cuenta las circunstancias, la
sociedad debe ayudar a los ciudadanos a encontrar trabajo” (CCEC 515).
Para el desarrollo de la economía, “el libre mercado es una institución
socialmente importante por su capacidad de garantizar resultados eficientes en la
producción de bienes y servicios” (CDSI 347). “Pero el mercado por sí mismo no
garantiza el desarrollo humano integral y la inclusión social” (LS 109). De ahí la
necesaria regulación e intervención de la sociedad y de los poderes públicos para
corregir desequilibrios y proteger a los más vulnerables, cuyos derechos humanos
fundamentales no pueden quedar supeditados al juego del libre mercado, sino que
necesitan ser protegidos por los poderes públicos (Cfr. CDSI 349).
Todos tenemos obligación de participar de manera responsable en el logro de
estos fines comunes, en primer lugar, mediante la obediencia a las leyes justas y
mediante el pago de nuestros impuestos. Pero también a través de nuestra
implicación en esa legítima “lucha por la justicia” a través de las diferentes
organizaciones sociales (de consumidores, sindicales, empresariales, etc…). La
unión hace la fuerza, debemos trabajar solidariamente por la justicia y por la
defensa de los más débiles.
En definitiva, la Doctrina Social de la Iglesia nos enseña que el verdadero
desarrollo humano integral va más allá del mero crecimiento económico, basado en
las posibilidades de una tecnología capaz de lograr mayores beneficios. “No basta
progresar sólo desde el punto de vista económico y tecnológico. El desarrollo
necesita ser ante todo auténtico e integral” (CiV 23). El verdadero desarrollo debe
promover “a todos los hombres y a todo el hombre” (PP 14), haciendo posible el
desarrollo de toda persona humana y de todos los pueblos en todas sus
dimensiones y facetas. Ante la realidad del subdesarrollo de tantos pueblos, es
necesario un nuevo compromiso mundial para hacer posible el desarrollo humano
integral de tantos pueblos postrados por la injusticia y por la miseria.
Para ser integral, además, el desarrollo debe ser sostenible y respetuoso con
el medio ambiente. Como afirma el Papa Francisco: “es necesaria una ecología
económica, capaz de obligar a considerar la realidad de manera más amplia.
Porque ‘la protección del medio ambiente deberá constituir parte integrante del
proceso de desarrollo y no podrá considerarse en forma aislada’” (LS. 141). Y a esto
podemos contribuir como consumidores, afrontando cambios en nuestros estilos de
vida, y comportándonos de manera ecológicamente responsable (cfr. LS 206).
PARA DIALOGAR
33
1.- En el uso de nuestros propios bienes, ¿tenemos clara conciencia de esa
“hipoteca social” que pesa sobre ellos, es decir, de que deben estar puestos al
servicio del bien común, de los demás?
2.- ¿Qué cambios en nuestros estilos de vida consideras que son necesarios para
contribuir eficazmente a ese desarrollo humano integral y sostenible al que nos
invita el Papa Francisco?
4. EL VALOR DEL TRABAJO HUMANO
34
Para la vida de las personas, una dimensión fundamental para su desarrollo y
su felicidad es el trabajo.
Como dice el papa Francisco: “estamos llamados al trabajo desde nuestra
creación” (LS 128). Y es que “el trabajo es una necesidad, parte del sentido de la
vida en esta tierra, camino de maduración, de desarrollo humano y de realización
personal” (ibídem). Porque “un empleo digno nos permite desarrollar los propios
talentos, nos facilita el encuentro con los otros y nos aporta autoestima y
reconocimiento social” (ISP 32).
Por eso, la falta de trabajo, además de funestas consecuencias económicas,
supone un drama personal y social: “De un paro prolongado nace la inseguridad, la
falta de iniciativa, la frustración, la irresponsabilidad, la desconfianza en la sociedad
y en sí mismos; se atrofian así las capacidades de desarrollo personal; se pierde el
entusiasmo, el amor al bien; surgen las crisis familiares, las situaciones personales
desesperadas y se cae entonces fácilmente –sobre todo los jóvenes– en la droga, el
alcoholismo y la criminalidad” (ISP 4, citando a Juan Pablo II, Mensaje a
trabajadores y empresarios, Barcelona 7-Noviembre-1982).
De ahí que la economía deba estar al servicio del trabajo humano. Sin
embargo, el Papa Francisco señala que la realidad presente es muy compleja
porque “la orientación de la economía ha propiciado un tipo de avance tecnológico
para reducir costos de producción en razón de la disminución de los puestos de
trabajo, que se reemplazan por máquinas” (LS 127). Se trata de una tensión que ha
estado presente desde el comienzo de la era de la industrialización, pero que se ha
incrementado en estas últimas décadas por los rápidos avances tecnológicos y por
el fenómeno de la globalización en la economía (cfr. CDSI 322). Una vez más “la
acción del ser humano puede volverse en contra de él mismo” (LS 127). Y ese es, a
la larga, el mayor de los retrocesos: porque “dejar de invertir en las personas para
obtener un mayor rédito inmediato es muy mal negocio para la sociedad” (LS 127).
La alternativa que propone al Papa Francisco es clara: “para que siga siendo posible
dar empleo, es imperioso promover una economía que favorezca la diversidad
productiva y la creatividad empresarial” (LS 129).
Ciertamente, la Doctrina Social de la Iglesia destaca el valor de la empresa
como ámbito donde se hace realidad lo que afirmaba San Juan Pablo II: “trabajar es
trabajar con otros y trabajar para otros: es hacer algo para alguien” (CA 31). Esta
visión humanista de la empresa supera considerarla sólo en clave economicista: “la
empresa no puede considerarse únicamente como una ‘sociedad de capitales’; es,
al mismo tiempo, una ‘sociedad de personas’, en la que entran a formar parte de
manera diversa y con responsabilidades específicas los que aportan el capital
necesario para su actividad y los que colaboran con su trabajo” (CA 43). La
empresa, “que sirve al bien común de la sociedad mediante la producción de bienes
y servicios útiles” (CDSI 338), realmente es una comunidad de personas. Su
finalidad “no es simplemente la producción de beneficios”, sino que “buscan la
satisfacción de sus necesidades fundamentales y constituyen un grupo particular al
servicio de la sociedad entera” (CA 35). Es creciente la conciencia de la necesidad
de que la empresa actúe de manera éticamente responsable: aunque es mucho el
camino que queda por recorrer, ya en muchas compañías se está introduciendo
este planteamiento con departamentos específicos encargados de velar por la ética
de la empresa y la responsabilidad social corporativa.
En el centro de la empresa y de la economía está el trabajo humano. San
Juan Pablo II afirmó que la clave de la cuestión social es el trabajo humano (cfr. LE
3). ¿Por qué? Porque el trabajo, lejos de ser un factor más de producción, tiene un
valor e importancia del todo singular por el sujeto que lo realiza: la persona y su
inviolable dignidad humana. Más allá y por encima del aspecto “objetivo” del trabajo
(que aporta valor añadido en el proceso productivo, y tiene una valoración
económica como los demás factores de producción), “el trabajo,
independientemente de su mayor o menor valor objetivo, es expresión esencial de la
persona” (CDSI 271). Por eso, “la persona es la medida de la dignidad del trabajo”
(Ibid.).
De la dignidad del sujeto de trabajo, la persona humana, provienen todos los
imperativos éticos y jurídicos en relación con el trabajo:
•
•
•
En primer lugar, es una obligación trabajar para lograrse el propio sustento y
el de la propia familia, y para contribuir al bien común de la sociedad (cfr.
CDSI 273-275). Es camino para la propia santificación.
Pero, además, es un derecho que debe ser tutelado y promovido por los
poderes públicos y por el conjunto de la sociedad: “es imprescindible la
colaboración de todos, especialmente de empresarios, sindicatos y políticos,
para generar empleo digno y estable” (ISP 32).
Igualmente deben ser tutelados los derechos de los trabajadores mediante
leyes justas que garanticen condiciones de trabajo humanas, salario justo y
familiar, derecho de participar en los sindicatos y derecho a la huelga, etc…
(CDSI 301-307). En este ámbito debemos incluir la igualdad de derechos de
la mujer en el mundo del trabajo.
Tiene especial importancia que la organización del trabajo en la empresa
haga posible la conciliación con la vida familiar, sobre todo para facilitar el acceso
de la mujer y su promoción en la empresa.
PARA DIALOGAR
1.- ¿Cuáles son las principales preocupaciones actuales en relación con el trabajo:
la precariedad laboral, la seguridad en el trabajo, la formación, la integración de los
inmigrantes, etc...? ¿Está realmente nuestra comunidad eclesial cercana a los
problemas que afectan al mundo del trabajo?
2.- ¿Cómo estamos desarrollando los fieles laicos nuestro compromiso cristiano en
el ámbito del trabajo?
5. HACIA UNA NUEVA CULTURA ECONÓMICA
35
¿Otro mundo es posible?, podemos preguntarnos.
Los cristianos sabemos que en la raíz de la realidad de la injusticia y de la
desigualdad, del desprecio a la dignidad de las personas y del abuso de la tierra
está el pecado de los hombres. Afirma Benedicto XVI:
“La sabiduría de la Iglesia ha invitado siempre a no olvidar la realidad del pecado
original, ni siquiera en la interpretación de los fenómenos sociales y en la
construcción de la sociedad (…) Hace tiempo que la economía forma parte del
conjunto de los ámbitos en que se manifiestan los efectos perniciosos del pecado”
(CiV 34).
36
Por eso, ante la realidad de ese modelo económico que –en palabras del
Papa Francisco– “mata” (cfr. EG 53), y que, por tanto, está necesitado de un cambio
de rumbo, los católicos somos conscientes de que, más allá de los necesarios
avances en las medidas legislativas y en los acuerdos internacionales, de nuevos
planteamientos políticos y económicos, se precisa un profundo cambio cultural, un
cambio de mentalidad y de modos de actuar: una verdadera conversión. A la lógica
pecaminosa de “la cultura del descarte” (EG 53), de la “idolatría del dinero” (EG 54)
y del “uso despótico e irresponsable del ser humano sobre las demás criaturas” (LS
83), “se requiere una preocupación por el ambiente unida al amor sincero hacia los
seres humanos y a un constante compromiso ante los problemas de la sociedad”
(LS 91), porque “todo está conectado” (ibidem). El Papa Francisco, en su encíclica,
“Laudato Si” ha propuesto a San Francisco como ejemplo y modelo de esa armonía
que vincula paz, justicia y conservación de la creación (cfr LS 87).
Ya Benedicto XVI indicó que ese nuevo rumbo que es necesario que tome la
humanidad viene marcado por el camino de “la caridad en la verdad” que brota de
Dios mismo y hace posible una relación armónica y fraterna con Dios, con los
demás y con lo creado, y que se manifiesta en lo que él domina “la lógica del don”,
en contraposición a la lógica que busca acaparar y competir.
“La unidad del género humano, la comunión fraterna más allá de toda división, nace
de la palabra de Dios-Amor que nos convoca. Al afrontar esta cuestión decisiva,
hemos de precisar, por un lado, que la lógica del don no excluye la justicia ni se
yuxtapone a ella como un añadido externo en un segundo momento y, por otro, que
el desarrollo económico, social y político necesita, si quiere ser auténticamente
humano, dar espacio al principio de gratuidad como expresión de fraternidad” (CiV
34).
Aunque pueda parecer paradójico, la lógica del don y el principio de la
gratuidad son cada vez más necesarios para lograr una economía a la medida del
hombre. No faltan experiencias esperanzadoras que introducen esa nueva lógica en
las diferentes formas de economía social o de cooperativismo, así como en nuevas
experiencias como la denominada “economía de comunión” (empresas vinculadas
con un espíritu de comunión que ceden parte de sus beneficios para la ayuda
recíproca y para acciones solidarias). Son expresión de una “nueva cultura
económica” que, superando la lógica competitiva del mercado, ponen en primer
lugar a las personas y buscan –también mediante las relaciones económicas– la
comunión y la fraternidad.
A este respecto, es igualmente importante recordar que pertenece a la
entraña misma de la experiencia cristiana la “opción por los pobres”: “para la Iglesia
la opción por los pobres es una categoría teológica antes que cultural, sociológica,
política o filosófica” (…) Estamos llamados a descubrir a Cristo en ellos, a prestarles
nuestra voz en sus causas, pero también a ser sus amigos, a escucharlos, a
interpretarlos y a recoger la misteriosa sabiduría que Dios quiere comunicarnos a
través de ellos”. (EG 198). En este sentido, nos recuerdan los obispos españoles:
“Cada cristiano y cada comunidad estamos llamados a ser instrumentos de Dios
para la liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse
plenamente en la sociedad. Esto nos obliga a cambiar, a salir a las periferias para
acompañar a los excluidos y a desarrollar iniciativas innovadoras que pongan de
manifiesto que es posible organizar la actividad económica de acuerdo con modelos
alternativos a los egoístas e individualistas” (ISP 35).
Y a esa llamada responden tantos voluntarios de Cáritas y de otras organizaciones
eclesiales que son expresión de ese amor preferencial por los últimos y que ofrecen
un precioso testimonio de que “el servicio privilegiado a los pobres está en el
corazón del Evangelio” (ibid.).
37
TESTIMONIO:
“EN MI EMPRESA LO IMPORTANTE SON LAS PERSONAS”
A sus 26 años, Ángel Hurtado sabe lo que es trabajar y codirigir una empresa, un
negocio familiar de máquinas de coser domésticas e industriales en el que aplican
los principios de la Economía de Comunión. Un joven granadino con mucha
iniciativa y ganas de cambiar la economía desde lo cotidiano.
38
Cuando conocí la Economía de Comunión (EdC), me sentí completamente
identificado con su trasfondo y su dinámica de trabajo, que se basa en una
sostenibilidad económica alejada del capitalismo. Desde hace cuatro años trabajo
con mi padre en una tienda de máquinas de coser y al llegar pensé cómo podía
aplicar la EdC en mi trabajo.
En un año o quizá dos él seguramente se jubile y tenga que quedarme yo al cargo.
Para mí es una gran oportunidad para centrar el valor de la persona. En este
negocio existe mucha competencia y trabajo sumergido, que al no requerir
infraestructura ni pagar impuestos tienen más ganancia. Nosotros preferimos
destacarnos del resto, siendo quizá un poco más caros, pero con la garantía de que
el trabajo debe salir perfecto. Mi padre me dice siempre que cuando haga algo, lo
haga como si fuese para mí mismo, y que no hay que devaluar ni infravalorar el
trabajo que estás realizando.
Una vez escuché que realmente entiendes la EdC cuando ves la pobreza y sientes
la necesidad de ayudar. En mi tienda, intentamos recoger las máquinas que la gente
va a tirar, las arreglamos y las mandamos a familias necesitadas. En el Congo, por
ejemplo, ya hay 23 familias comiendo gracias a esas máquinas que enviamos. Más
que mandarles dinero, se trata de dignificar a la persona dándoles las herramientas
para que puedan valerse por sí mismos.
Podríamos coger esas máquinas que quieren tirar y desguazarlas para vender sus
piezas y así ganar más dinero, pero sentíamos esa necesidad de ayudar de alguna
forma a gente que lo necesite. Para nosotros no se trata de ganar más y actuar
como hace la mayoría de la sociedad capitalista, sino de poner realmente a las
personas en el centro de la empresa, ofreciendo apoyo tanto personal como
profesional, y, sobre todo, dando una calidad sincera y humana a las relaciones que
en el día a día construimos
Ángel Hurtado
Ciudad Nueva Julio-Agosto 2015, p. 37.
Sevilla: Gesto “La cola del paro”
El pasado 29 de mayo celebramos en Sevilla la acción “La cola del Paro”, en
el que participamos unas doscientas personas del Polígono Sur. Esta acción ha sido
organizada por el Centro HOAC del Polígono Sur en colaboración con los Grupos de
Pastoral Obrera y las Cáritas de las Parroquias Jesús Obrero, La Oliva y San Pio X.
Este Gesto surgió a partir de la Acción conjunta contra el paro que la diócesis
de Sevilla, con el lema “Ante el parado activa tu conciencia” había puesto en
marcha este curso y en la que hemos reflexionado sobre la necesidad de una
economía que tenga al ser humano como centro, acompañando a personas que
sufren el paro, y dado a conocer iniciativas para luchar contra esta lacra, denunciar,
construir alternativas…
Además en el Polígono Sur el curso pasado tuvimos la experiencia de
coordinar a todas las parroquias del barrio con otro Gesto que se denominó “No hay
Fe sin Justicia” mediante el cual los cristianos y cristianas del Polígono Sur salimos
a la calle para denunciar la situación en la que vive nuestro barrio.
Porque esa es nuestra principal motivación, la situación en la que vivimos. En
nuestro barrio, el Polígono Sur, el paro está empujando a miles de familias a una
situación de exclusión, sabemos que al menos hay 2748 familias en las que ninguno
de sus miembros cuenta con trabajo ni recurso alguno. No olvidemos que en
nuestro barrio tenemos una tasa de paro del 60% y que la precariedad alcanza al
80% de los que trabajan. Situación que se ha visto agravada porque en los últimos
cinco años las administraciones han dejado de gastar más de 60 millones euros en
nuestro barrio.
En el acto Ana, una joven de 26 años, Educadora Social nos contaba: “Hace
6 años terminé el ciclo superior de Animación Sociocultural en el IES Polígono Sur.
Nada más terminar el ciclo me salió un trabajo de 2 meses para sustituir, dando
clases extraescolares de inglés y deporte en un colegio del barrio. Como eso fueron
2 meses nada más y solo con el ciclo superior no iba a tener mucho futuro laboral
me metí en una carrera, hice el grado de Educación Social”… “Actualmente sigo
trabajando en el comedor y en las extraescolares 5 horas a la semana en total unos
400€ al mes que no me dan para independizarme, ni para tener un futuro estable y
tranquilo. Son trabajos para que, mientras consigo algo mejor, me solucionen mis
gastos; si quiero independizarme, comprarme un coche o hacer una inversión mayor
tengo que contar con la ayuda de mis padres”.
Otra joven madre, Antonia, nos transmitió: “Al no poder acabar mis estudios,
ya casi terminando el curso en 4º de la ESO, por problemas de salud en casa, tuve
que trabajar para ayudar en los gastos. Estuve de niñera durante 11 meses;
trabajando en una confitería otros 11 meses de la cual me fui porque no me
aseguraban; un año en un bar en el que estuve muy a gusto y tuve que dejar por
seguir con los problemas de salud en casa. Limpiando durante 4 días en unas
oficinas y después estuve mucho tiempo sin encontrar trabajo, en el cual aproveché
e hice un curso de informática subvencionado. Por suerte un día tuve oportunidad
de entrar en el proyecto “mujeres de la parroquia de Jesús Obrero” del Polígono
Sur, donde nos dedicamos al reciclaje de ropa. Me apunté por las tardes para ir a
clases en el colegio de adultos, eché la solicitud del plan PACA en el que también
tuve la suerte de ser seleccionada para trabajar por el ayuntamiento. Esta
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experiencia, ha sido la primera vez en mi vida que he estado dada de alta en la
seguridad social durante tres meses. Seguí en mis estudios y después de acabar
estos tres meses volví al proyecto de mujeres de la parroquia, poco a poco ha ido
mejorando mi situación laboral y mis posibilidades de tener estudios, los cuales
termino dentro de dos semanas y al fin tendré mi graduado escolar. Espero que
ahora me sirva para abrirme más puertas en el entorno laboral, progresar más en mi
vida y poder darles a mis hijos un futuro mejor, a los cuales apoyaré siempre a que
nunca dejen los estudios y luchen por sus sueños”.
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Estos testimonios fueron compartidos en “LA COLA DEL PARO”, un acto de
oración, denuncia, solidaridad y concienciación en el que han participado más de
200 personas afectadas por esta situación. Hemos orado y, después, formado una
gran cola, para que cada participante deposite en un buzón una carta denunciando
la situación que vive y reclamando medidas justas que le devuelvan la dignidad de
tener un trabajo decente. El acto se ha desarrollado ante la puerta del Centro de
Servicios Sociales del Polígono Sur.
Mientras que se nos dice que no hay dinero para atender a estas
necesidades, se llenan las arcas de los bancos con miles de millones de euros, no
se afronta el fraude a Hacienda, que supone noventa mil millones de euros al año, ni
la corrupción, que se lleva cincuenta mil millones, ni la evasión de capitales que se
lleva otros tantos.
En esta situación nosotros estamos experimentado que esta economía, como
dice el papa Francisco, descarta y mata a las personas, mata posibilidades de vivir,
proyectos de familia, proyectos de vida, ilusiones y esperanzas. Esta economía
mata la posibilidad de ser persona.
Ninguna persona decente puede callar ante esta situación. La denuncia y la
exigencia de una solución justa y urgente son para nosotros una obligación moral y
forman parte de nuestro deber de ciudadanos. Una sociedad que pasa de largo ante
las necesidades de los otros terminará dejando de ser una sociedad humana.
Por eso con este acto quisimos unir nuestra voz a todas las personas y
entidades que exigen las siguientes cuatro medidas urgentes para responder a esta
situación:
• Garantizar la alimentación básica a toda persona y familia que carece de ella.
• Plan de empleo real y efectivo para todos los que carecen de él.
• Renta básica de corresponsabilidad para todas las personas que no tienen
ingresos.
• Lucha decidida contra el fracaso escolar.
Ya no es de recibo que se nos diga que no hay dinero para desarrollar estas
medidas. Ya está bien de mentiras, ¡LA PERSONA ES LO PRIMERO!
(Artículo tomado de http://www.hoac.es)
PARA DIALOGAR
1.- ¿Con qué medios contribuimos o podemos contribuir los católicos a esa nueva
cultura económica solidaria e inclusiva en nuestro mundo actual?
2.- ¿Nuestra comunidad eclesial se caracteriza realmente por la opción por los
pobres?
3.- Evangelizar a los pobres, ¿es una opción prioritaria en nuestra comunidad
parroquial o movimiento?
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actuar
Sobre la base de la respuesta individual a las preguntas planteadas en los
diferentes cuestionarios que acompañan al tema y teniendo en cuenta lo compartido
y reflexionado en el grupo, es el momento de llegar a conclusiones y de plantear
propuestas de cambio, sencillas y realistas.
Uno de los miembros del grupo, con la ayuda del resto, pondrá por escrito de
forma articulada las conclusiones y las propuestas, que serán remitidas a la
Secretaría de Coordinación del Plan Pastoral.
Como ayuda para llevar a cabo la labor de concreción de propuestas, te
planteamos las siguientes preguntas:
PARA EL DIÁLOGO
1.- ¿Qué cambios en nuestros estilos de vida consideramos que son necesarios
para contribuir eficazmente a ese desarrollo humano integral y sostenible al que nos
invita el Papa Francisco?
2.- La opción preferencial por los pobres es una exigencia de nuestra fe cristiana
explicitada en el Evangelio y en numerosos textos del Magisterio de la Iglesia. ¿Qué
tipos de respuestas afectivas y efectivas creemos que han de dar nuestras
comunidades y realidades eclesiales desde esta opción preferencial?
3.-El drama que sufren muchas personas y familias por la falta de trabajo está muy
presente en nuestros ambientes. Tomar conciencia de este problema es uno de los
retos pastorales y evangelizadores más importantes de los tiempos actuales.
¿Cómo deberíamos afrontar este reto en nuestros grupos apostólicos y
comunidades parroquiales?
ORACIÓN FINAL
7.- ORACION FINAL
7.1. Papa Francisco: Oración cristiana con la creación (LS 246)
Te alabamos, Padre, con todas tus criaturas,
que salieron de tu mano poderosa.
Son tuyas,
y están llenas de tu presencia y de tu ternura.
Alabado seas.
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Hijo de Dios, Jesús,
por ti fueron creadas todas las cosas.
Te formaste en el seno materno de María,
te hiciste parte de esta tierra,
y miraste este mundo con ojos humanos.
Hoy estás vivo en cada criatura
con tu gloria de resucitado.
Alabado seas.
Espíritu Santo, que con tu luz
orientas este mundo hacia el amor del Padre
y acompañas el gemido de la creación,
tú vives también en nuestros corazones
para impulsarnos al bien.
Alabado seas.
Señor Uno y Trino,
comunidad preciosa de amor infinito,
enséñanos a contemplarte
en la belleza del universo,
donde todo nos habla de ti.
Despierta nuestra alabanza y nuestra gratitud
por cada ser que has creado.
Danos la gracia de sentirnos íntimamente unidos
con todo lo que existe.
Dios de amor,
muéstranos nuestro lugar en este mundo
como instrumentos de tu cariño
por todos los seres de esta tierra,
porque ninguno de ellos está olvidado ante ti.
Ilumina a los dueños del poder y del dinero
para que se guarden del pecado de la indiferencia,
amen el bien común, promuevan a los débiles,
y cuiden este mundo que habitamos.
Los pobres y la tierra están clamando:
Señor, tómanos a nosotros con tu poder y tu luz,
para proteger toda vida,
para preparar un futuro mejor,
para que venga tu Reino
de justicia, de paz, de amor y de hermosura.
Alabado seas.
Amén.
7.2.- Momento de silencio y oración personal
7.3.- PETICIONES LIBRES, SIGNO DE LA PAZ Y PADRE NUESTRO
REFLEXIÓN FINAL: La sabiduría del Evangelio frente a la lógica mundana
El mundo grita: “busca seguridad”. Jesús dice: “fíate”.
El mundo dice: “ten, acapara”. Jesús dice: “da”.
El mundo dice: “acumula poder”. Jesús, dice: “sé servidor, los últimos serán los
primeros”.
El mundo dice: “consume placer”, Jesús dice: “estad alegres, tened gozo en vuestro
corazón”.
El mundo dice: “lo que importa es el ahora”. Jesús dice: “guarda riquezas para la
vida eterna”.
Jairo Alonso
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