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Christian Adrian Salgado Pacheco
A01201897
Tecnología y políticas de privacidad.
Cuando hablamos de ética en la ingeniería, es común encontrarnos con que la
mayoría de los ejemplos o casos utilizados están basados en dilemas éticos que suelen
presentarse en campos como la ingeniería civil o mecatrónica. Esta situación es de
esperarse, debido a que es más sencillo encontrar las consecuencias que una acción no
ética en cualquiera de estas áreas podría tener sobre el usuario o quienes dependan de las
acciones realizadas por el ingeniero, por ejemplo, los habitantes de un poblado
establecido al pie de una represa. Por otro lado, la ingeniería de software es una disciplina
relativamente nueva, además de que un ingeniero software escribe líneas de código,
elementos no tangibles, y por lo tanto es más difícil juzgar sus consecuencias y valor
ético.
Pero la ingeniería de software también enfrenta sus propios dilemas éticos y está
de sobra decir que prácticamente todos los nuevos desarrollos tecnológicos contienen
software como parte crucial de su desempeño: desde un automóvil hasta un avión, desde
un software de dibujo básico hasta los programas que sirven para construir los mismos
puentes que son objeto de análisis en los dilemas éticos de ingenieros civiles. Sin
embargo, hay otro aspecto que es susceptible a ser analizado desde un punto de vista
ético: las políticas de privacidad a las que se somete un usuario al instalar un nuevo
módulo de software o crear un perfil de algún sitio web importante como lo pueden ser
Facebook o Google. ¿Es ético que estas empresas vendan información sobre sus
suscriptores a terceros con el fin de que estos últimos puedan dirigir anuncios
“personalizados” a dichos suscriptores, todo bajo la justificación de que el usuario aceptó
las políticas de privacidad al registrar su cuenta de perfil?
Para comenzar, podemos mencionar que gran parte de los servicios que
encontramos en internet son gratuitos: servidores de correo electrónico como
Outlook.com o Gmail, motores de búsqueda como Google o Bing, redes sociales como
Facebook o Google+ e incluso plataformas de videos como Youtube. Todos estos
servicios se han vuelto prácticamente indispensables en la dinámica de la sociedad actual,
sin embargo, los costos de operación de los mismos son muy elevados: como ejemplo
tenemos a Google cuyos costos de operación en 2012 ascendían a 37,500 millones de
dólares (37.5 billion dollars). Por otro lado podemos notar que en el mismo periodo de
tiempo los ingresos de Google por conceptos de publicidad vía adWords, su plataforma
de anuncios en línea, comprendían 43,500 millones de dólares. (Google, 2013)
Es justo en este momento donde nos encontramos con el hecho de que grandes
compañías, como las ya citadas Google, Microsoft o Facebook incluyen en sus acuerdos
de uso y políticas de privacidad frases como “We may share your information with third
parties, including responsible companies with which we have a relationship.” “…So we
can show you content that you may find interesting, we may use all of the information we
receive about you to serve ads that are more relevant to you.” (Facebook, 2010-2011)Al
aceptar estas cláusulas, el usuario da poder a la empresa (en esta caso Facebook) de
utilizar y, sobre todo, compartir su información para mostrar anuncios que el usuario
pueda considerar “interesantes.”
Este negocio (usar información de usuarios para mostrar publicidad) se ha
convertido en una fuente de ingresos muy importante para las compañías de tecnología
en el mundo, lo cual permite que los servicios citados anteriormente continúen siendo
gratuitos y por lo tanto sigan beneficiando a una enorme cantidad de personas (¿alguien
dijo 800 millones?) que hacen uso de ellos cada día. Mas es de notar que este beneficio
tenga como costo el permitir que terceros tengan acceso a nuestra información de perfiles,
búsquedas o visitas a sitios web sin siquiera estar conscientes de que esto está sucediendo.
Así pues, en un extremo tenemos el bien común y en el otro el bien individual: al
permitir que nuestra información sea compartida dotamos a las compañías de los recursos
necesarios para mantener un servicio gratuito a la sociedad, pero también podemos
comprometer nuestra integridad personal. Respecto a esta situación podemos encontrar
dos vertientes de acción comunes: quienes piden que se eliminen este tipo de políticas
que comprometen al usuario y quienes argumentan que gracias a ello todos disfrutamos
de un servicio, además de que en algún momento nosotros aceptamos dichas políticas
para poder registrarnos a dicho sitio web, por lo que se debe compartir la información de
los usuarios.
Una tercera alternativa posible es el hecho de que un usuario pueda pagar una
pequeña cuota totalmente opcional que garantice que su información no será compartida
ni se le mostrarán anuncios, y si decide no pagar la cuota se seguirá con las políticas de
privacidad que prevalecen hasta ahora.
Para analizar estas tres alternativas me apoyaré en la ética Kantiana, el utilitarismo
y la ética de las virtudes. Recordemos que Kant estableció los imperativos kantianos, que
podemos resumir con la regla de oro: “No hagas a otros lo que no quisieras que te hicieran
a ti” o como la ética de los deberes: “¿Me gustaría que se actuara de esta manera en todo
momento y sin importar la solución?” El utilitarismo sostiene que se debe realizar aquello
que brinde un bien mayor al mayor número de personas. Y la ética de las virtudes se
puede resumir como “encontrar el punto medio” o “¿de qué manera me gustaría ser visto
por los demás?”
La primera y la tercera alternativa se pueden fundamentar con los imperativos
Kantianos, ya que podemos afirmar que todos desearíamos poder decidir qué información
queremos compartir y con quiénes en todo momento y sin importar la situación. Algunos
mencionaran que con aceptar las políticas de privacidad se nos está dando el derecho de
elegir si queremos compartir nuestra información o no, aunque en términos prácticos esto
no ocurre, ya que si rechazamos dichas políticas no se nos brindará acceso al sitio.
Bajo un enfoque utilitarista, podemos pensar que algunos puntos negativos para
la primera alternativa, sin mencionar la totalidad de los mismos, son: Primero, el hecho
de que al eliminar esas políticas es posible que el servicio ya no sea gratuito; segundo,
que las personas a las que los anuncios mostrados realmente les parecían útiles ya no
puedan sacar provecho de ellos; tercero, que los anunciantes pierdan la posibilidad de
vender sus productos. Por el contrario, del lado positivo encontramos que: Primero, la
información del usuario se mantiene segura; segundo, el usuario no recibirá anuncios de
forma no deseada; tercero, el usuario sentirá mayor confianza al usar el sitio web.
Para la segunda opción podemos argumentar que el compartir la información de
alguien compromete su seguridad, que puede dar lugar a prejuicios o a hacer asunciones
que vayan en contra de su dignidad humana (asumir algún nivel social, gustos debido a
su procedencia étnica, nivel de educación, discriminación debido a sus preferencias o
procedencia, entre otros). Sin embargo, ayuda a que muchas personas usen el servicio de
forma gratuita, genera ingresos para los anunciantes y puede resultar en que los usuarios
adquieran productos que realmente les sean útiles.
La tercera opción representa un mejor balance y un mayor bien común ya que
permitiría que las pérdidas registradas cuando no se muestra publicidad a un usuario sean
compensadas con la cuota que se paga, los anunciantes mantienen la oportunidad de
vender, la mayoría de usuarios pueden seguir usando el sitio web sin pagar y accediendo
a productos potencialmente útiles y en caso de no desear que eso suceda pueden optar por
pagar la cuota para que se respete su decisión; manteniendo un balance entre los intereses
individuales y colectivos.
Por último, bajo una ética de virtudes, podemos pensar que la compañía de
tecnología quisiera ser vista como una entidad que apoya a sus usuarios y les brinda
flexibilidad y poder de decisión sobre su propia información sin negarles el servicio ni
perjudicar a los demás usuarios. Es decir, que se encuentre en el justo medio entre tomar
la información de los usuarios sin consultarles y el no hacerlo sabiendo que eso
aumentaría costos para todos los suscriptores. Bajo esta premisa la tercera alternativa sería
ideal.
Debido a lo anterior y de forma personal, considero que el permitir a un usuario
pagar una cuota que garantice la integridad de su información es una propuesta muy
atractiva para todas las partes involucradas, ya que mantiene el bien común al mismo
tiempo que respeta la decisión del usuario sobre el uso de su información; además de que
al ser tomado en cuenta y respetar lo que decida se está también respetando su dignidad
como persona.
Por último debo recalcar la importancia de esta situación, debido a que nosotros
como ingenieros software tenemos la capacidad de acceder a una gran cantidad de
información personal, la cual no sabemos si el dueño quiera hacer pública. La información
representa pode, y el poder puede ser un motivo que nos lleve a realizar acciones poco
éticas, por esa razón es que tener un buen pensamiento ético es importante para así evitar
las tentaciones y salvaguardar la integridad de las personas en vez de buscar un beneficio
personal comprometiendo la seguridad o simplemente violando la privacidad de los
demás.
Fuentes consultadas y bibliografía.
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Google, . "2013 Financial Tables ." Google Investor Relations. Google, n.d. 04 September
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Gutiérrez, Oscar. "Facebook ya tiene 1.19 mil millones de usuarios a nivel mundial."
Conéctica. Conéctica,
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<http://conectica.com.mx/2013/10/30/facebook-ya-tiene-1-19-mil-millones-deusuarios-nivel-mundial/>.
Vallor, Shannon. "An Introduction to Software Engineering Ethics." Santa Clara
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<http://www.scu.edu/ethics/practicing/focusareas/technology/softwareengineering-ethics.html>.
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