paso a paso L a trillada imagen del científico que hace experimentos incomprensibles y años después, cuando su trabajo le quema las neuronas, se vuelve loco y acaba con sus colaboradores, antes de intentar hacer lo mismo con el mundo entero, no puede ser más falsa. Como sucede con casi todos los estereotipos, está fundamentado en un profundo desconocimiento tanto de la actividad científica como de los móviles de los científicos mismos, aunque debo reconocer que, en ocasiones, las cosas que hacen algunos de mis colegas me hacen muy difícil el trabajo de defenderlos. Tome el caso del equipo del Dr. Rob Sansom, del Departamento de Geología de la Universidad de Leicester. A lo largo de varios meses, pasaron horas interminables viendo cómo se pudrían las cabezas de varias especies de pescado. Sí... ya sé. Realmente parece que han perdido todo contacto con la realidad, pero si me tiene un poco de paciencia se dará cuenta por qué es tan apasionante este trabajo, tanto que mereció su publicación en NATURE, una de las dos revistas científicas generales más importantes del mundo... la otra es SCIENCE. Hace 545 millones de años ocurrió algo extraordinario, en muchos sentidos. Durante unos 3 mil 500 millones de años (desde el origen de la vida hasta esa fecha) todos los seres vivos eran microscópicos; solo en los últimos 100 millones de años aparecieron extraños organismos (de cuya naturaleza no estamos ciertos todavía) que lograron dejar una huella de su existencia evidente a simple vista. Antes que eso, los únicos fósiles macroscópicos (es decir, visibles con el ojo desnudo) eran colonias de millones de bacterias que atraparon partículas de lodo en la masa gelatinosa que formaban. Estas estructuras, llamadas estromatolitos, parecen hechas de hojaldre. En un intervalo menor a cinco millones de años aparecieron muchos grupos de organismos evidentes a simple vista y que dejaron abundantes fósiles. Este fenómeno es realmente espectacular: Si visita usted el lugar apropiado, verá grupos de rocas de centenares de metros de altura, formadas en muchos millones de años, donde no existe un solo fósil. De pronto, en una delgada capa de roca, aparecen fósiles en cantidades increíbles. paso a paso Algo extraño pasó hace 545 millones de años; los geólogos y paleontólogos le llaman “la explosión del Cámbrico”. En este evento, seguramente nacieron los primeros vertebrados (o cuando menos sus ancestros directos). En la provincia de Chengiang, en China, se encuentran abundantes fósiles de esta época extraña. Entre otros, hay dos que podrían ser vertebrados; el Haikouichthys y el Myllokunmingia. Es muy importante establecer los detalles del origen de los vertebrados por muchos motivos: Con esa información se podrían despejar las nubes que cubren la historia de la explosión del Cámbrico. Esto a su vez es importante porque podríamos aprender cómo evolucionan las especies a detalle, un conocimiento que podría servirnos para restaurar el ecosistema terrestre, dañado en nuestra infancia tecnológica. Otro aspecto de ese conocimiento nos permitiría entender mejor cuáles genes son los que se activaron en los ancestros de los vertebrados y cómo cambiaron. Ese conocimiento nos ayudaría a determinar cómo funcionan los genes de nuestro cuerpo que son responsables de la producción de órganos como el hígado. El día en que tengamos ese conocimiento, será cosa de niños, relativamente hablando, el construir un hígado nuevo a partir de una célula de la piel. Finalmente, ese conocimiento podría producir un profundo sentimiento estético, difícil de describir, que es el que inspira a todos los científicos (y a varios artistas). El problema es que los fósiles de los vertebrados antiguos son raros y difíciles de interpretar. El primer problema es casi imposible de resolver; es necesario revisar con cuidado los mapas geológicos del mundo para buscar las pocas zonas donde puedan existir a la vista rocas sedimentarias de la época, que se forman por deposición de materiales sólidos, como en el fondo de los lagos y son las mejores para encontrar fósiles. El segundo problema parece más difícil de resolver. Normalmente, los cadáveres son arrastrados por el agua, el lodo o cualquier otro medio antes de quedar enterrados. En muchas ocasiones, seguramente los animales quedaron expuestos al ambiente por horas o días enteros. En no pocas ocasiones, el animal queda torcido en una posición antinatural antes de ser fosilizado. Todos estos procesos producen alteraciones. paso a paso Los paleontólogos han desarrollado técnicas para reconstruir las imágenes de estos animales torturados. Estas técnicas funcionan bastante bien en el caso de organismos con cuerpo duro, como los amonites (unos bichos muy parecidos a los pulpos que vivían en conchas espirales y se extinguieron al mismo tiempo que los dinosaurios). En el caso de los vertebrados, algunas reconstrucciones son fáciles (si encuentra usted un caballo fósil, solo tiene que ver a un caballo moderno para darse una buena idea de su forma original), pero en el caso de los primeros peces, las cosas son más difíciles, pues no tenemos animales modernos parecidos con los que se les pueda comparar. Sabemos que los pocos ejemplares que tenemos fueron deformados por el proceso de fosilización, pero no sabemos cuánto. El trabajo del Dr. Sansom resuelve parcialmente este problema. Al revisar el patrón de descomposición de muchas especies de peces diferentes, el equipo de investigación descubrió que en todos los casos, las características más “avanzadas” (las que aparecieron hace relativamente poco tiempo, por evolución), son las que desaparecen primero. Al descomponerse, todos los peces se parecen cada vez más a los primitivos. Por otra parte, la descomposición deja huellas claras, distinguibles aún en un fósil de más de 500 millones de años. Ése es el caso de los pocos ejemplares de los peces chinos. Este trabajo permite intentar una reconstrucción más precisa del verdadero aspecto de los peces fósiles más antiguos (que son los ancestros directos de todos los mamíferos, incluyéndolo a usted, si no le molesta el término, y de los demás vertebrados modernos). Gracias a las nuevas reconstrucciones de los fósiles actuales, estaremos en mejor posición de decidir si nuestros ancestros más antiguos aparecieron “de golpe” durante la explosión del Cámbrico o si lo hicieron de manera más gradual, y comenzaron a dejar fósiles cuando adquirieron por evolución la capacidad de tener estructuras duraderas. No hay trabajo científico que sea inútil. Cualquier trabajo, por absurdo o raro que parezca (como observar cómo se pudren las cabezas de varios pescados por varios centenares de horas), puede ofrecer un vistazo en el profundo abismo del tiempo, que podría resultar crucial para entender mejor qué somos y cómo llegamos aquí.