Seguridad del Paciente LA MEJORA DEL FLUJO DE pacientes a través del hospital Escribe Dr Marcelo Pellizzari Director Médico Asociado. Director del Departamento de Calidad y Seguridad. Director de Informática Médica. Hospital Universitario Austral. Primera institución de la Argentina con acreditación internacional JOINT COMMISSION INTERNATIONAL. 11 Para muchos pacientes hacer el recorrido hospitalario para recibir la atención que necesitan, tanto en procesos ambulatorios, de emergencias, quirúrgicos o de internación; puede ser un verdadero suplicio. Las esperas prolongadas, los trámites burocráticos, el “estacionamiento” en los pasillos de las salas de Emergencias porque no hay un solo lugar libre, la demora en las autorizaciones y la cancelación de servicios conforman una carrera de obstáculos desmoralizante. En casi todos los casos hay factores comunes: procesos lentos, circuitos complejos e inentendibles y múltiples cuellos de botella donde los pacientes se “frenan” antes de avanzar un casillero más hasta llegar al final deseado. Los trabajadores de la salud, por contrapartida, sufren también. No sólo porque reciben las quejas de los pacientes, sino porque experimentan una fuerte frustración al ver repetirse día a día los mismos problemas y la imposibilidad de responder con mayor celeridad a las necesidades y demandas de los pacientes. Y no por falta de compromiso. El manejo en compartimentos estancos de los distintos servicios hospitalarios, la falta de visión del “proceso de atención” en su conjunto, intereses económicos encontrados y fallas en percibir las necesidades reales de los pacientes, contribuyen a un enmarañado proceso de atención. Por otro lado, los hospitales de agudos que manejan alta demanda en servicios de Emergencia suelen convivir con un grado de “desorden” propio de la variabilidad natural que existe en el ritmo de los arribos y las patologías de los enfermos, que requieren diferentes estudios diagnósticos o distintos tipos de intervenciones. Esto junto con picos de demanda que superan la capacidad instalada de los servicios, desestabilizan la capacidad de respuesta. Como consecuencia de estos problemas los pacientes no sólo quedan altamente insatisfechos, sino que se ven expuestos a un mayor nivel de riesgo: la atención puede no darse en el momento “oportuno”, sin demoras, ni en el lugar apropiado para manejar adecuadamente su cuadro clínico. También el centro de salud pierde eficiencia: no es posible colocar a los pacientes en el lugar apropiado a su cuadro clínico, no se pueden aceptar derivaciones de nuevos pacientes o los pacientes se retiran sin ser atendidos. Adicionalmente se gene12 ra también un lento y costoso proceso de traslado desde los servicios de Emergencia a otros centros para que puedan recibir atención1, 2, 3. Conscientes de la trascendencia que tiene para la seguridad del paciente evitar el “estacionamiento” de enfermos en lugares no adecuados para su tratamiento (pasillos, boxes de observación, salas de espera, etc.), Joint Commission ha introducido un nuevo estándar a sus exigencias de acreditación para el área de Emergencias en el Manual que entró en vigencia el mayo de 20144. Además de una serie de definiciones de tiempos máximos que los pacientes pueden permanecer en un lugar de atención hasta su ubicación en el sitio adecuado a sus necesidades, deben establecerse áreas de descarga de pacientes en espera (boarding area), donde se asegure un nivel de atención similar al destino definitivo. Conseguir un buen flujo de pacientes a través del hospital no es fácil. Pero hay algunas herramientas que pueden ayudarnos a acelerar los procesos y hacer que “todos ganen”, fundamentalmente los enfermos, que deben recibir la atención en el momento en que lo necesitan y en el lugar adecuado a la complejidad de sus condiciones clínicas. ¿PROBLEMAS DE CAPACIDAD O PROBLEMAS DE FLUO? Este es uno de los primeros interrogantes que debemos plantearnos ante escenarios de alta demanda de servicios. La respuesta inicial, la que surge inmediatamente al ver sectores con más pacientes de lo que la oferta instalada puede resolver en tiempo y forma, suele ser la de aumentar la capacidad: “ampliemos la guardia”, “pongamos más camas”, “necesitamos más quirófanos”, suelen ser frases que se escuchan con frecuencia en esos lugares. Puede ser cierto, pero por otra parte, ¿cuál es la velocidad con que procesamos a los pacientes?5. Si tenemos dos médicos que se ocupan de dos líneas de atención de pacientes y uno de ellos consigue resolver con la misma calidad los pacientes en la mitad de tiempo, es evidente que este médico “A” duplicará al otro en la cantidad de pacientes vistos: hay una velocidad de flujo que está determinada por la velocidad de atención. Sucede que a veces nos dejamos llevar por la necesidad de resolver las consecuencias y no las causas de los problemas. Es probable que el médico “B” (el más lento), genere demoras prolongadas y que se acumulen los pacientes en la sala de espera. Y si la demanda es grande puede incluso suceder que la sala de espera quede chica y que la solución que se nos ocurra sea agrandar la sala de espera. Esto parece ilógico, pero es lo que muchas veces hacemos cuando tomamos decisiones sin haber analizado primero las causas de los problemas. Un caso típico es la extracción de sangre a pacientes ambulatorios en el Laboratorio de análisis clínicos: la gran mayoría de los pacientes acude entre las 7 y las 10 de la mañana y la sala de espera está abarrotada de gente. Hay un pico de demanda bien definido, motivado en gran parte por la necesidad de ayuno de los pacientes. Pero, ¿Es necesario que todos acudan en ese horario? ¿Sería posible distribuir la demanda en una banda más amplia de tiempo? ¿Cuál es la velocidad del proceso?, es decir ¿Cuánto tiempo nos lleva cada paciente? ¿Es necesario ampliar la sala de espera cada vez más, o ver mejor si no podemos hacer algo para acelerar el proceso? Conseguir un buen flujo de pacientes a través del hospital no es fácil. Pero hay algunas herramientas que pueden ayudarnos a acelerar los procesos y hacer que "todos ganen" Recuerdo que en un momento determinado nos propusieron duplicar el tamaño de la sala de espera del Laboratorio, porque ya los pacientes no entraban y había muchas quejas por las demoras y porque los pacientes aguardaban su turno parados; en un caso como este: ¿Qué vamos a hacer?, ¿atacar las consecuencias o las causas? ¿Tenemos problemas de capacidad o de flujo? Y si es de capacidad, ¿es de la sala de espera o de los boxes de extracción? Nuestro problema se solucionó haciendo benchmarking: vayamos a ver con qué velocidad procesan a los pacientes en el mejor Laboratorio de análisis clínicos. La respuesta fue contundente: tardábamos un 50% más de tiempo en procesar a cada paciente. Por lo tanto, a trabajar en el proceso y acortarlo. Por ahora no ha sido necesario ampliar la sala de espera. FACTORES QUE CONDICIONAN LA VELOCIDAD DE FLUJO Hay tres factores que inciden directamente en la velocidad con la cual se desplazan los pacientes6: a) La variabilidad clínica: está determinada por las diferentes condiciones clínicas y de complejidad de los pacientes que se presentan para la atención. b) La variabilidad profesional: son las diferentes habilidades y técnicas de los profesionales que intervienen, como también los diferentes estilos de atención. c) La variabilidad de flujo: la cantidad de pacientes que arriban por unidad de tiempo (día, semana, año). Esta variabilidad no existiría si todos los pacientes tuvieran la misma patología con la misma severidad, todos los profe- sionales tuvieran las mismas habilidades y todos los pacientes arribaran con la misma frecuencia horaria. Existe un caso en el cual esto se da en la realidad, aunque parezca mentira. Es el Shouldice Hospital en Canadá. Se trata de un centro quirúrgico que opera sólo hernias inguinales y en la cual los cirujanos sólo utilizan la técnica de Shouldice. Se trata de un centro con un enorme volumen de actividad (operan unas 7000 hernias por año), altísimos ratios de satisfacción de los pacientes, muy buenos resultados y un proceso completamente estandarizado de atención. Es un éxito desde todo punto de vista que incluso se expandió fuera de Canadá. Lo cierto es que se trata de un caso aislado y nosotros nos enfrentamos continuamente con una gran variabilidad en los flujos. Cuando se analiza las causas de esa variabilidad, y siguiendo a JE Wennberg7, se distinguen dos grandes grupos: a) La variabilidad natural: es la propia de los pacientes, que acuden con diferentes condiciones clínicas, distinta severidad y en cualquier momento del día. Esta variabilidad no se puede eliminar o suprimir. Pero se puede gestionar estando preparados, porque existen “patrones de demanda” que son previsibles. b) La variabilidad artificial: es la originada por la organización de los propios centros de salud o los profesionales, y donde entran en juego las prioridades institucionales o individuales, las distintas habilidades y conocimientos, los estilos de atención, protocolos, etc. La Figura 1 muestra el patrón de demanda diaria (variabilidad natural) en el Servicio de Emergencias del Hospital Austral (atención de adultos). Pueden apreciarse dos picos bien claros en la demanda espontánea ambulatoria: entre las 9 y las 12 y otro entre las 17 y las 20 hs, aunque entre ellos se observa una demanda algo menor pero sostenida, y una caída significativa desde las 22 y hasta las 7. Al mismo tiempo el arribo de pacientes con patologías de urgencia y con requerimientos de unidades de observación tiene mucha menos variación a lo largo de la jornada. Estos patrones no son fáciles de modificar, pero sí nos permiten determinar la oferta de servicios que le dé respuesta. La variabilidad artificial es la que 13 debemos corregir y en la que es necesario concentrar los mayores esfuerzos: la meta es reducirla al máximo o incluso eliminarla. ¿Cuánto afecta cada una de ellas? Depende del proceso específico de atención. Por ejemplo el parto vaginal suele ser una actividad con alta variabilidad natural: es difícil saber con precisión el día y menos la hora. Por el contrario la cesárea puede ser fuente de variabilidad artificial, dependiendo de cómo se la programe: hay veces en que los obstetras aprovechan para agendar 3 o 4 seguidas, y esto inmediatamente dispara la necesidad de 3 o 4 camas para esas pacientes y la misma cantidad de lugares en la nursery para sus recién nacidos. Para la marcha de las organizaciones la variabilidad artificial suele ser, aunque no siempre, más distorsiva que la natural y finalmente más responsable de los cuellos de botella y las demoras de atención que la variabilidad natural. PRINCIPALES FUENTES DE VARIABILIDAD ARTIFICIAL En las instituciones de salud existen varios ejes, sobre los cuáles gira toda la organización, que juegan un rol clave en la velocidad del flujo de pacientes: nos referimos fundamentalmente a todas las agendas programadas de actividad. Estas agendas determinan la cantidad y calidad de ingresos al sistema. Sin dudas la de mayor trascendencia es la agenda quirúrgica y en concreto la de cirugía electiva con internación. Se podría decir que de alguna manera sobre esa agenda gira todo el funcionamiento de un hospital con alto volumen quirúrgico. De importancia similar es la agenda de intervenciones obstétricas, que como hemos visto puede conllevar una actividad combinada de variabilidad natural (parto) y artificial (cesáreas) que termina impactando sobre distintos sectores. Otra es la de cateterismo y otros procedimientos invasivos. De impacto tal vez algo menor son las agendas ambulatorias tanto para cirugías sin internación como de las de consultorio o estudios de imágenes. Toda agenda programada que ponga en marcha procesos transversales (un mismo paciente toca diversos sectores) requiere de un alto nivel de coordinación, y fallas en la forma de programar o vicios en la conformación de la misma, que afecta de modo directo la velocidad de traslado de un paciente de un sector a otro. La clave para lograr que los pacientes avancen al ritmo que necesitan está en 14 Figura 1: Flujo de demanda diaria de pacientes en el Servicio de Emergencias del Hospital Austral UA: Urgencias Adultos DEA: Demanda Espontánea Adultos HC DE: horario de apertura de las Historias Clínicas (inicio de la atención médica) asegurar un flujo homogéneo2. De esta manera es posible atender a los pacientes minimizando los cuellos de botella, mejorando la eficiencia y dando previsibilidad a procesos complejos. El flujo homogéneo requiere la eliminación toda variabilidad artificial y el manejo de la variabilidad natural. Para ello es importante distribuir adecuadamente los ingresos a lo largo de la semana y de cada día, generando líneas de igual consumo de tiempo y complejidad. De esa manera se evitan picos de demanda artificiales que no pueden atenderse correctamente. ALGUNOS EJEMPLOS ¿Qué ocurre con la utilización de los quirófanos si un equipo quirúrgico decide agrupar todas sus cirugías complejas en dos días consecutivos de la semana?: se ocupan muchas horas de quirófano con cirugías prolongadas y con importantes requerimientos de personal profesional y técnico, insumos, etc. De esta manera se estresa el quirófano en sus líneas más complejas y se obliga tal vez a desplazar otras cirugías menos complejas hacia el resto de los días de la semana. Y si la cirugía ambulatoria utiliza los mismos quirófanos, vamos a tener los boxes de recuperación con poca utilización y al mismo tiempo una alta demanda de camas: días agitados y días tranquilos, sectores del quirófano estresados y esos mismos días otros sectores con poca actividad. Pero esto puede además repercutir en las Unidades de Internación General o de Cuidados Críticos. Supongamos que tenemos una UTI con 20 camas con una ocupación promedio del 85 % (17 camas) y los días en que se concentran esas cirugías complejas requieren 4 camas cada día. Además, tenemos en promedio 2 ingresos diarios provenientes de la Emergencia o de derivaciones. Tendremos allí un pico de demanda comparado con los otros tres días de la semana. Esos días de 4 ingresos complejos será todo un desafío disponer de hasta un 20% del total de camas para recibir sólo a los postquirúrgicos de ese equipo. Si por el contrario consiguiéramos distribuir los ingresos en forma pareja toda la semana, buscando un promedio de 2 ingresos diarios, evitaríamos el pico de demanda de conseguir 4 altas dos días consecutivos y seguramente podremos manejar mejor la variabilidad natural que se dé en la evolución de nuestros pacientes ya ingresados y en los provenientes de otros sectores. En resumen, en ambos casos vemos abundante variabilidad artificial: se planifican las agendas por la conveniencia de los equipos quirúrgicos y no se tiene en cuenta el flujo de pacientes. EL MANEJO DEL ALTA DE LOS PACIENTES Un segundo grupo de causas que puede contribuir a enlentecer el flujo de pacientes producto de variabilidad artificial y también de cierta variabilidad natural en la gestión de las altas. Un deficiente manejo de este proceso actúa bloqueando hacia atrás las necesidades de otros pacientes. Si un paciente no se puede ir de alta, continúa ocupando una cama y esto hace imposible el ingreso de un paciente desde la Emergencia o de un postquirúrgico, lo que tal vez obligue a suspender alguna cirugía. Se distinguen 3 grupos de causas por las cuales se puede enlentecer el flujo en la internación9: a) El inicio lento de la atención: existen numerosas razones por las cuales los pacientes no reciben en forma inmediata, en cuanto arriban, el tratamiento que requieren. A veces hay demoras en los procesos clínicos (interconsultas, estudios diagnósticos) o se llevan adelante acciones que no agregan valor al proceso de atención (traslados, interconsultas con especialistas) ni a las necesidades del paciente. Otra razón es la falta de protocolización de los cuidados iniciales de patologías definidas (la atención inicial en Emergencias y luego en la Internación no se basan en criterios previamente consensuados), lo que lleva a marchas y contramarchas que hacen perder tiempo a los pacientes. También hay demoras por razones administrativas: por ejemplo por falta de información en tiempo real de la disponibilidad de camas. b) Fallas en los procesos de atención: este segundo grupo de causas se da una vez ingresado el paciente en una Unidad de internación. Aquí también se observan fallas de protocolización de prácticas o prácticas no sustentadas en evidencia. Entran en juego estilos “personales” para el diagnóstico, seguimiento y alta de los pacientes. Se realizan acciones de medicina defensiva o por la conveniencia de los pacientes. Pero tal vez de mayor magnitud son los eventos adversos que sufren los pacientes durante la internación. Según Classen et al10, uno de cada tres pacientes sufre algún evento adverso con necesidad de intervenciones adicionales y un buen número de ellos prolonga su estadía o tiene necesidades de subir un escalón de complejidad. c) Ineficiente proceso de alta: las altas requieren de una logística que muchas veces no está adecuadamente planificada y se generan errores en la coordinación de los diferentes grupos intervinientes por pobre comunicación entre ellos y poca participación del paciente y su familia. Particular atención merecen las altas complejas: pacientes con necesidades especiales: cuidados domiciliarios, paliativos o derivaciones a centros de crónicos, donde también intervienen factores administrativos, de cobertura de salud, etc. que requieren todavía una mayor coordinación. CÓMO ACELERAR EL FLUJO EN LA INTERNACIÓN Vamos a mencionar algunas acciones que pueden mejorar la velocidad de flujo a través del hospital. Pero antes de todo hay un punto que debe enfatizarse: es necesario ver al hospital como un todo. Las soluciones aisladas de los problemas de flujo no terminan por resolver los problemas, sino que pueden incluso empeorarlo. a) Agilizar el inicio de la atención: si queremos que el proceso avance, es necesario ante todo comenzar rápido y sin demoras. Dos soluciones con impacto son: 1) la protocolización de los diagnósticos y tratamiento de las patologías más frecuentes. Especialmente necesario para las consultas en Emergencias de demanda no programada que requieran estudios complementarios de Laboratorio y/o imágenes. 2) el desarrollo de las unidades de observación en guardia. Las unidades de observación pueden jugar un rol clave si su actividad se organiza en vistas a un objetivo preponderante: diagnosticar e iniciar de forma correcta y rápida la atención del paciente. En algunos países se denomina a la tarea que llevan adelante estas unidades como “medicina observacional”. Para que el trabajo sea de calidad y eficiente, estas unidades requieren de: un grupo bien definido de profesionales a cargo, precisión en la definición de los criterios de inclusión y exclusión al ingreso de pacientes, la protocolización sistemática de todos los posibles casos, la preparación de documentación estructurada para el registro y las solicitudes que se generen a partir de las necesidades del paciente y una descripción detallada de los roles y funciones de cada uno de los profesionales que allí se desempeñan. Por lo tanto estas unidades no son lugares donde se coloca en observación al paciente hasta que se defina su cuadro, típico caso de dolor abdominal, sino donde se toman decisiones y se realizan acciones concretas para acelerar los tratamientos. Para lograr rapidez en las decisiones se minimizan las interconsultas a especialistas, aunque previamente se definen con ellos los protocolos correspondientes. 3) Establecer “objetivos medibles” para cada paciente: de esta manera se planifica la atención La clave para lograr que los pacientes avancen al ritmo que necesitan está en asegurar un flujo homogéneo. De esta manera es posible atender a los pacientes minimizando los cuellos de botella con metas concretas que deben consensuarse con todos los sectores intervinientes. Aunque en algunos pacientes complejos estos objetivos vayan cambiando, es de gran ayuda tener en claro qué es lo que nos proponemos con cada paciente y que este consenso se explicite en la Historia Clínica y se comunique a todo el equipo tratante. Por ejemplo: cuándo se extubará a un paciente, cuándo se iniciará deambulación, tolerancia, cesación de inotrópicos, etc. 4) Dar visibilidad a la disponibilidad de las camas: para esto es clave apoyarse en sistemas de información que nos permitan conocer la disponibilidad on-line de las camas. Se suele perder mucho tiempo hasta saber qué cama estará disponible porque no suele haber información centralizada en tiempo real. Obviamente como en todos los desarrollos de programas informáticos, la calidad de la información para la toma de decisiones depende de que se ingresen datos válidos. Pero es clave que la información sea visible y compartida por todos los sectores involucrados. Esto ahorra llamados telefónicos, presiones a sectores para que liberen camas y permite efectuar estimaciones de disponibilidad en el tiempo. Luego la información agregada puede dar lugar a distintos análisis que determinen patrones de utilización y el desarrollo de métricas para efectuar comparaciones en el tiempo o con otros. Es ideal que el aumento de la visibilidad de la disponibilidad de las camas se acompañe de una serie de pautas para la asignación de las camas que deben estar aprobadas por el cuerpo médico. De esa manera se puede determinar cuál es la mejor ubicación para ciertos pacientes y definir por anticipado cómo resolver situaciones de sobre-demanda. b) Coordinación del proceso de alta: la eficiencia con que se realice este último paso es determinante para evitar un cuello de botella que enlentezca o incluso detenga el flujo de pacientes que requieren internación. La coordinación debe tener dos objetivos bien definidos: establecer el día y la hora de las altas. Las 15 dos tienen un impacto directo en la velocidad de flujo de los pacientes a través del hospital. La primera además puede tener un fuerte impacto en el consumo de días de internación. El alta es a veces un proceso muy simple pero otras veces es la resultante de varios subprocesos donde intervienen profesionales de distintos sectores, el propio paciente, su familia y en ocasiones la cobertura de salud. Muchos profesionales priorizan sus propias conveniencias, o las del paciente, o simplemente carecen de una adecuada visión de proceso donde cada parte debe aportar lo suyo para llegar a un resultado deseado. Es por eso que en muchos centros de salud están optando por la figura de coordinadores de alta: un profesional o un equipo multidisciplinario de profesionales que trabajando con todos los que intervienen en cada paciente, pueda reunir la información y los recursos necesarios para colaborar con los equipos encargados de dar el alta o incluso dar ellos mismos el alta en el momento oportuno, sin demoras, pero tampoco antes de que el paciente esté en condiciones de egreso. Es clave que los coordinadores de alta tengan el suficiente respaldo y la confianza de parte de todo el cuerpo médico responsable. El modelo de médicos hospitalistas puede ser de gran ayuda para lograr este objetivo. Conviene distinguir dos tipos de altas: las simples, habitualmente más numerosas y que corresponden a patologías estándar, y las complejas, menores en número casi siempre definidas por el nivel de severidad y comorbilidades de las condiciones clínicas que padecen los pacientes. Genéricamente podríamos decir que la coordinación de altas busca en las altas simples que el horario sea el adecuado, y en las complejas que el enfermo no permanezca internado más días de los necesarios. En todos los casos algunas acciones útiles para evitar retrasos en el proceso son: 1) Planificar las altas con suficiente antelación, incluso desde el ingreso: es importante tener en claro desde el inicio si el tratamiento de un determinado paciente culminará con un alta simple o compleja. Hay un grupo de pacientes que requerirán cuidados especiales después del alta, desde el tratamiento anticoagulante en una cirugía de próstata no complicada, hasta la derivación de un politraumatizado a un centro de rehabili16 tación de crónicos. En estos casos cuanto antes se inicien todos los trámites necesarios, más rápidamente se podrán retirar del hospital. En nuestra experiencia en el Hospital Austral, ha sido muy provechosa la incorporación de un coordinador de altas para los casos que requieren la resolución de múltiples necesidades clínicas y administrativas. Una métrica basal del año 2008 evidenció que entre la fecha del alta teórica (el momento en el cual el paciente estaba en condiciones de alta) hasta el alta real (el momento en el cual efectivamente se dio de alta) se perdían más de 3,6 días por paciente. Gracias al trabajo de este profesional, a la estandarización de subprocesos dentro del proceso, al ir sensibilizando a cada uno de los actores intervinientes y al trabajo de coordinación con las coberturas de salud, se logró reducir ese número a lo largo de los años. Actualmente todavía nos queda un remanente de 0,89 días por paciente (Figura 2). De esta manera los pacientes son trasladados al lugar más adecuado para su estado clínico con mínimas demoras, se reduce el riesgo de que sufran algún evento adverso hospitalario y se liberan camas para el ingreso de más pacientes para el hospital11. 2) Anticipar estudios complementarios que definen el alta: en no pocas ocasiones el alta se define con los resultados de laboratorio o de imágenes. Esos estudios suelen solicitarse la mañana del alta, para que cuando estén, se pueda confirmar el alta del paciente. Una vez que esos resultados estén disponibles, se sabrá que un grupo de pacientes internados podrá marcharse y otro no. De esta manera un alta probable puede transformarse en alta fallida. Muchas veces sería posible adelantar esos estudios, y el disponer de esa información anticipadamente permitiría dar altas más “tempranas” y poder actuar con celeridad sobre las causas que demoran el alta de los pacientes que todavía no estén en condiciones de hacerlo. 3) Dar mucha visibilidad a la fecha estimada de alta: una vez fijados y consensuados los objetivos medibles que guiarán las intervenciones sobre un paciente, se puede determinar la fecha estimada de alta. Una acción sencilla y que puede ayudar es colocarla en la historia clínica: de esta manera todos aquellos que la lean sabrán cuándo el proceso de atención debería culminar. Pero todavía más eficaz es que se coloque dentro de la habitación un cartel que mencione la fecha estimada del alta e incluso la hora o un rango horario en el cual el paciente se deberá retirar. De esta manera los pacientes, familiares y todos los que ingresen para efectuar algún tipo de intervención pueden quedar advertidos y recordar qué día y a qué hora debería Figura 2: “Mejora del Proceso de Alta en pacientes que requieren continuidad del cuidado” Muchos profesionales priorizan sus propias conveniencias, o las del paciente, o simplemente carecen de una adecuada visión de proceso donde cada parte debe aportar lo suyo para llegar a un resultado adecuado retirarse el paciente. Se trata de otra herramienta útil que tiene además la virtud de alertar con claridad a la familia para que organice todo lo necesario para el traslado, tanto sea al domicilio, como a otros lugares de derivación. 4) Salas de pre alta: puede ser también de utilidad para liberar la habitación y comenzar a prepararla para recibir a otro paciente el disponer de una sala de “check out” próxima a la internación y donde los pacientes puedan esperar a que todo esté en orden para el alta. Esta sala debe ser destinada de manera exclusiva a aquellos pacientes a los que sólo les resta resolver cuestiones administrativas y no clínicas. Un error en este sentido haría retroceder el proceso con el consiguiente incremento del problema. Los reportes acerca de la eficiencia de esta herramienta no son totalmente concluyentes. Se trata de una alternativa que puede funcionar con grupos específicos de pacientes, o para aquellos que esperan una derivación o documentación antes de retirarse. Esas salas deben estar bajo supervisión clínica. Nuestra experiencia no fue del todo positiva en un ensayo que se efectuó con pacientes pediátricos. OTRAS ESTRATEGIAS PARA MEJORAR EL FLUJO Como fue referido anteriormente las estrategias que mejoren la velocidad de flujo de los pacientes nos obligan a tener una mirada de todo el sistema y las soluciones que deben ser implementadas teniendo en cuenta los condicionantes pre hospitalarios y los pos hospitalarios (Figura 3). La solución a la mejora del flujo requiere en muchos casos de una amplia tarea de rediseño de los procesos de atención a nivel de sistema porque la atención óptima sólo puede ser prestada cuando el paciente correcto es tratado en el lugar correcto con el profesional adecuado, con la información adecuada y en el momento oportuno12. Dentro del Hospital: los problemas de flujo no se solucionan con aumentos aislados de capacidad, por el contrario, generalemente los empeoran porque trasladan y agrandan los cuellos de botella.Por eso es de capital importancia conocer el censo diario de pacientes, el flujo horario y semanal de la demanda, medir las variaciones y entender en forma completa las características de los pacientes. También se pueden establecer los patrones de demanda, prepararse para los picos y prever el manejo de las emergencias de un modo adecuado: establecer dónde se van a colocar los pacientes, destinar un quirófano a las urgencias para que se pueda absorber esa actividad sin interrumpir las líneas quirúrgicas programadas. Y también cono- cer con qué velocidad se logra procesar las necesidades de los pacientes en cada área. Otras preguntas que necesitan respuestas surgen de la metodología Lean: ¿Se podría reducir el número de pasos del proceso de atención sin detrimento de la calidad para acelerar el flujo? ¿Hay pasos del proceso que no agregan valor a la atención del paciente, factibles de ser eliminados? ¿Es posible estandarizar más: utilizar guías de práctica, órdenes pre confeccionadas, diagramas de flujo? ¿Se podría disponer de un quirófano sólo para urgencias? ¿Se pueden separar los flujos urgentes de los programados?. Resolver adecuadamente este último punto es clave: no es conveniente mezclar flujos programados y urgentes. A veces argumentando razones de productividad se tiende a intercalarlos, pero es un error: ambas agendas funcionarán mal y los dos grupos de pacientes quedarán insatisfechos, porque tienen prioridades distintas. Fuera del Hospital: no podemos olvidar que el hospital en sí mismo es parte de una red de atención y por lo tanto es necesario integrarlo al mapa general del sistema de salud en el que está inmerso. Por este motivo pueden ser útiles acuerdos con otros centros de salud, extendiendo la cadena del flujo más allá de 17 los límites de la propia institución, tanto para la admisión de pacientes como para la descarga de los mismos. Puede ser útil analizar el origen y frecuencia de las derivaciones que recibe el Hospital provenientes de otras instituciones, de grupos médicos, de centros ambulatorios, etc. y establecer con ellos mecanismos de comunicación, estandarizar la información, planificar las derivaciones que se reciban evitando así los picos de demanda, etc. Así mismo con las coberturas de salud se pueden prefijar las condiciones de derivación hacia otros centros: tiempos de pre aviso, detalle de requerimientos específicos tales como: medicación, equipamiento, nivel de complejidad, etc. que haga más fácil y previsible la tarea de los sistemas de internación domiciliaria, de cuidados paliativos o de los centros de rehabilitación de crónicos. De esta forma se pueden acortar etapas y conseguir un mayor dinamismo en el flujo. CONCLUSIONES: Los beneficios potenciales de un buen flujo son muy apreciables. En primer lugar mejores resultados clínicos, propios de la protocolización basada en evidencia y de colocar al paciente en el lugar más adecuado para su condición clínica, allí donde están los recursos profesionales y tecnológicos acordes con los que el paciente necesita: siempre es mejor trasladar un paciente a UTI antes que colocarlo en asistencia ventilatoria en la Emergencia. Por otra parte se evitan riesgos y se mejorar la seguridad de los pacientes: un enfermo estacionado en una camilla en un pasillo de la Emergencia, tiene mucho más riesgo de sufrir una caída, o un error de medicación por incorrecta identificación. Otro beneficio indudable es la satisfacción de los pacientes que muchas veces no comprenden la razón de las demoras, perciben descoordinación y terminan con una fuerte desconfianza hacia el sistema. La mayor satisfacción de los pacientes se acompaña también de una mayor satisfacción del personal. Por último, la optimización del flujo mejora la performance económico financiera. El aumento de la velocidad de flujo a través del Hospital hace posible atender más pacientes, reducir el número de eventos adversos que prolongan internaciones o que llevan consumir recursos 18 Figura 3: Integración del flujo de pacientes a través de los sistemas pre y pos hospitalarios Los problemas de flujo no se solucionan con aumentos aislados de capacidad, por el contrario, generalemente los empeoran porque trasladan y agrandan los cuellos de botella adicionales a veces muy costosos. La incorporación de tareas que con una metodología definida busque la mejora del flujo a través del hospital y dentro del sistema se está transformando en una necesidad para las organizaciones de salud. Hoy las acciones reactivas deben transformarse en proactivas. No deberíamos perder tiempo buscando consultorios, boxes o camas libres para nuestros enfermos, sino hacer que el sistema “tire” del paciente trabajando primariamente en la liberación de camas, consultorios o boxes: privilegiando un sistema PULL vs PUSH, como nos anima la metodología Lean. Referencias 1- Mc Connell K.J., Richards C.F., Daya M. Ambulance diversion and lost hospital revenues. Ann Emerg Med 48:702-710, Dec. 2006. Epub Jul. 11, 2006. 2- Rosenvasser J. Braun B. Roccatagliata L. MartÍnez Riccetti C. Teijeiro ME. Pellizzari, ME. Poster presentiation. “Left Without Being Seen”. Institute for Healthcare Improvement, 23th National Forum, Orlando, Florida, 2011. 3- Teijeiro ME. Gutierrez I. Pellizzari ME. Presentación Oral. “Pacientes que se retiran del servicio de emergencia sin ser vistos por un médico: un problema de seguridad, satisfacción y eficiencia”. 2do Premio, VI Jornadas de SACAS, Buenos Aires, 2010. 4- Joint Commission International. 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