Mientras el comisario europeo de Energía, Günther Oettinger

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Profetas del apocalipsis
Por Samuel Camargo Hidalgo *
Mientras el comisario europeo de Energía, Günther Oettinger, calificaba el accidente de
los reactores nucleares de Fukushima como “Apocalipsis” y no pocos diarios de
Colombia y del mundo reportaban “explosiones nucleares”, recientes cables
internacionales anunciaban la restitución de la energía eléctrica en algunos reactores, lo
que permitirá bombear de nuevo agua para enfriar sus núcleos, un paso vital hacia la
estabilización de la central nuclear japonesa.
¿Podrá entenderse que explosiones nucleares no han ocurrido en Fukushima ni en Three
Mile Island como tampoco en Chernóvil, y no ocurrirán jamás en planta nuclear alguna?
Por una razón poderosa: Para que exista una explosión nuclear es preciso disponer de
una mínima cantidad de masa de material fisionable, llamada masa crítica, que permita
sostener la reacción en cadena. Ahora bien, la masa de material fisionable en las
centrales será siempre inferior a la crítica.
En las plantas térmicas convencionales una caldera alimentada por petróleo, gas o
carbón produce el vapor a presión que impulsa una turbina a la que se acopla un
generador de electricidad. El vapor se condensa y el líquido vuelve a la caldera para
repetir el ciclo termodinámico. Termo Paipa o Termo Tasajero, funcionan así.
Pero si vivimos en Japón, donde no hay petróleo ni caídas de agua, podemos pensar en
una planta nuclear. Y reemplazaremos entonces la caldera por un reactor nuclear para
emplear el calor generado por la fisión de un núcleo pesado en la producción del vapor
que así cumplirá el ciclo termodinámico idéntico al de la planta convencional.
La reacción de fisión ocurre cuando un núcleo, U235, por ejemplo, impactado por un
neutrón, se convierte en U236, un núclido inestable que se dividirá en dos o más
fragmentos y liberará tres neutrones que a su vez impactarán a otros tantos núcleos para
producir nuevas fisiones, en un proceso de reacción en cadena que libera enorme
cantidad de energía calorífica.
Pero si recordamos que solo precisamos del calor para producir el vapor que impulsará
las turbinas, instalaremos barras de control de boro o cadmio que absorberán neutrones
incluso hasta detener la reacción en cadena. No hay que olvidar que en los reactores de
Fukushima, del tipo BWR (Boiling Water Reactor), el proceso de fisión de las barras de
combustible ocurre en agua de refrigeración que transferirá el calor alcanzado al agua
destinada para producir el vapor que impulsará el acople turbina – generador.
¿Qué sucedió entonces en los reactores de Fukushima? Tras el terremoto se detuvo en
forma automática la reacción de fisión pero se cortó el suministro de energía eléctrica
por lo que las bombas de agua de refrigeración salieron de servicio y, por efecto del
Tsunami, también el sistema diesel de generación de energía.
Estos reactores cuentan tres confinamientos de seguridad: El primero lo conforman los
tubos de aleación de circonio que contienen en su interior las barras de combustible
nuclear. El segundo es la vasija de presión, una cápsula de acero de alta resistencia
donde se encuentra el núcleo y el tercero, diseñado para contener una fundición total del
núcleo, es una fortaleza de acero y hormigón que rodea la cápsula, cuya base consiste en
un bloque de hormigón de varios metros de espesor. Todo el sistema de confinamiento,
estará rodeado por el edificio del reactor.
Si bien se detuvo el proceso de desintegración del uranio, los culpables ahora de generar
calor residual en el núcleo son los fragmentos de la fisión. De manera que comenzó una
carrera contra reloj para evitar el incremento desmesurado de temperatura en el núcleo
mientras los ingenieros restablecían el bombeo eléctrico. Se empleó agua, incluso de
mar (mezclada con ácido bórico que absorbe neutrones como dijimos) impulsada por
equipos de bomberos, desde helicópteros y hasta por disparadores de agua de carros de
policía. Entre tanto, en el núcleo, la presión de vapor crecía al paso que disminuía el
nivel de agua. Los ingenieros comenzaron a liberar vapor no al ambiente sino a la zona
ubicada entre el tercer confinamiento y el edificio del reactor, y entonces sobrevino la
explosión: La cubierta del edificio del reactor volaba por los aires pero se salvaron las
estructuras de confinamiento.
En Chernóvil, una explosión del mismo tipo arrasó las estructuras de confinamiento, lo
que significó la liberación de peligrosa radiactividad directamente del núcleo a la
atmósfera. Tal cosa nunca habría ocurrido en Fukushima.
A temperaturas altas las moléculas de agua se descomponen en oxígeno e hidrógeno,
este último altamente explosivo. Fue entonces una explosión, (como de olla a presión),
que involucra la química, no la fisión nuclear. Por lo demás, al continuar el descenso del
nivel de agua se evidenció un daño limitado del núcleo de tres reactores al comenzar a
fundirse la aleación de circonio que protege las barras de combustible.
No obstante, la cantidad de isótopos radiactivos provenientes de esa incipiente
fundición, el cesio y el Yodo y la de los subproductos de la fisión liberados por la
explosión, no representan amenazas para la salud, a despecho de los titulares de la
prensa mundial.
Es lo que opina Joseph Oehmen, ingeniero mecánico del MIT, en su irónico y preciso
artículo Why I am not worried about Japan`s nuclear reactors”, publicado en su blog
de El País de Madrid, y puntualiza: “No hay y no habrá liberaciones significativas de
radiactividad”
Luego de la estabilización recomenzará el viejo debate entre los pronucleares y los antis
como sugiere Manuel Guzmán Hennessey pero también sobre el papel de profetas del
apocalipsis que por ignorancia jugó en la crisis la prensa mundial y nacional. En su
artículo Japón, amenaza nuclear, amenaza climática (EL TIEMPO, marzo 17), Guzmán
advierte que “una reacción de fusión” en los reactores de Fukushima, “produciría el
peor accidente de toda la historia humana”. Siendo generosos, ¿por “reacción de fusión”
quiso significar una fundición del núcleo? (Que tampoco es reacción).
Es preciso saber que esa fortaleza de acero y hormigón que conforma el tercer
confinamiento de seguridad (que no existía en Chernóvil) se construyó exclusivamente
para contener una fundición total del núcleo, que no la hubo. ¿Se salvó la humanidad?
Por lo demás, lamento con Guzmán que la oposición al uso pacífico de la energía
nuclear se nutra de los usos de tal energía para la guerra. Pero lo que parece un
exabrupto histórico del columnista es que nos pinte un Truman sumido en una especie
de to be or not to be. En absoluto. Cuando Japón preparaba su rendición, un infierno
nuclear extinguió la vida en Hiroshima y Nagasaky. Y Truman comunicaba al orbe que
Estados Unidos, dueño exclusivo del arma más pavorosa creada por el hombre, era el
nuevo hegemón planetario.
* Ingeniero Mecánico U.N, 1978. Autor del trabajo: “La generación nuclear, una fuente alterna”.
Asistente a seminarios internacionales de energía. Columnas de prensa sobre el tema.
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