Crítica de Libros MAN UAL DE PSICOFARMACOLOG lA Dr. Ginestet y otros. Editorial Toray-Masson, S. A. Barcelona, 1981. Nadie va a descubrir hoy la larga tradición francesa en el campo de la psico­ farmacología. Aunque la palabra psicofármaco aparece en la Edad Media -en 1548 Reinhardus Lorichius de Hadamar escribe "Psychofarmacon, hoc est: medicina ani­ mal"- es a partir de los años 40, en nuestro siglo, cuando un grupo de químicos y farmacólogos franceses inician el uso de la prometacina, derivado fenotiacínico, si bien este compuesto se había desarrollado en el campo de los antihelmínticos, antisépticos y al final como antihistamínico. Posteriormente, en el 52, se abre aún más el campo psicofarmacológico con el empleo de la clorpromacina. En los últimos meses el mercado castellano se ha visto abastecido por varios tratados de psicofarmacología (Denber, Hippius, Espluges, Dimaggio, Uriarte...) que contrasta con la pobreza que en la década de los 70 existía en nuestra lengua en este terreno; la lectura del Kalinowski y del Veitzman, junto con otros títulos -entre ellos el Llavero y Conde- editados por algún laboratorio, supli'a esta carencia. Creo que el libro que se comenta rellena entre los anteriores un hueco importante. Aunque en ocasiones esquemático, su desarrollo implica un profundo conocimiento no sólo clínico -a veces se olvida esta palabra en función de esquemas experienciales­ sino incluso socioterápico y, sobre todo, psicoterápico. Desde el prólogo, de P. Deniker, uno de los padres de la citada c1orpromacina, es evidente este aspecto integrador. Se intenta aceptar al enfermo como TOTALIDAD, es decir, comprendido en un entorno (hospitalario o no) donde la medicación ocupa un lugar preeminente, pero no exclusivo. Ello está en franca contradicción con algunas tendencias que intentan "ajustar" medicaciones variadísimas como buscando una atomización de síntomas, de donde resultaría que cada uno de ellos tendría que ver con un determinado derivado de tal grupo químico. Exagerando, y creo que no mucho, para tal angustia, tal cápsula. Los que así actúan olvidan que la variación entre los distintos psicofármacos no es tan marcada, y que, como recuerda uno de los autores citados anteriormente, "la variación es más en potencia, efectos colaterales y mayor o menor sedación". Por supuesto esto no justifica el desconocimiento, que también se da por parte de muchos, de los avances psicofarmacológicos. Quizá para señalar las dificultades que implican una buena utilización de los psicofármacos, el autor, después de un recuerdo de los últimos hallazgos en el campo 111 experimental (aminas, receptores opiáceos, endorfinas, receptores benzodiacepínicos, tranquilizina... ) y como queriendo marcar las diferencias entre este campo y el de la clínica humana, dedica uno de los primeros capítulos del libro (El dossier preclínico y clínico de un fármaco psicótropo) a aclarar las largas etapas que hay que consumir para la obtención de un buen medicamento, en contraste con el deseo del "me too product" (yo también tengo producto) que conduce a una invasión de psicofármacos sin ninguna ventaja sobre los anteriores. En este sentido convendría reflexionar si más allá de las ventajas que significan el empleo de dosis únicas, los N. A. P., la disminución de los efectos secundarios, el estudio de los niveles plasmáticos -y esto último con una gran reserva- ... los estudios de marketing, en relación a ventas de productos, no demos­ trarían que seguimos utilizando los psicofármacos "clásicos". El libro se sigue de -como casi todos- un estudio doble de los psicofármacos, por un lado como "grupos químicos" y por otro, su utilización en los grandes síndromes psiquiátricos. En este caso no se limita simplemente a una enumeración de compuestos y cuadros clínicos, sino que se intercalan una serie de prescripciones que ponen de manifiesto el afán totalizador, cara al enfermo, al que antes se hacía referencia. Valga como muestra -y los ejemplos se pueden multiplicar a lo largo del libro- su afirmación de que si bien en unos casos (psicosis) la medicación puede facilitar la relación y, por tanto, es absolutamente imprescindible su uso para cualquier abordaje, en la línea que sea, en otros (en el campo de las neurosis) puede enmascarar o suprimir los signos del conflicto, de lo que se deduce que en estos casos la quimioterapia no estaría indicada. Leer esto no es algo que frecuentemente se vea escrito en un libro de psicofarmacología. Sin que falten los capítulos dedicados a la psicofarmacoterapia de la tercera edad, de los niños, del alcoholismo, de la toxicomanía ... el libro termina con una parte donde se exponen "esquemas terapéuticos", que suple a lo que había que dedicar a "urgencias psiquiátricas". En pocas palabras y de manera resumida, se explicitan las líneas de abordaje de esos momentos de los que dependen el inicio de una buena relación terapéutica. Se echan de menos, en este manual, una parte dedicada al tema tabú, aunque no específicamente psicofarmacológico, de los tratamientos electroconvulsivantes (que seguro que habría sido abordado con cantidad de datos), una mayor extensión en el campo de las disquinesias tardías y una mayor profundidad en el estudio de los niveles plasmáticos, que pienso que, salvo en el caso del litio, es problemático, ya que la intervención de distintos factores (metabolitos activos, absorción, niveles intrace­ lulares... ) resulta difícil de controlar. y se podría ensayar acabar con este comentario con palabras del prólogo, que bien podrían servir de epnogo y que resumen de manera clara la amplitud de miras de este libro: «Es difícil imaginar la transformación del manicomio tradicional sin la intervención de los tratamientos biológicos y psicofarmacológicos. Pero esta transformación no hubiera podido llevarse a cabo sin un cambio de mentalidad y de métodos individuales e institucionales». José-Jaime MELENDO 112 UN COMIENZO QUE NO TERMINA (Transferencia, interpretación, teoría) Octave Mannoni. Ediciones Paidós Ibérica. 1982 Hay autores, como es el caso ejemplar de Octave Mannoni, con quienes tenemos de antemano una cita conc~rtada y esperada. Cada una de las publicaciones de este autor ha sido, en su momento, ocasión de encuentro con alguien que tiene por costumbre practicar la virtud de calar hondo en temas que interesan, en el doble sentido activo y pasivo del término, a aqué'lIos que con él comparten un oficio. Su prestigio no le viene otorgado, ni se limita, a los efectos de su producción teórica, sino que alcanza, por los caminos de lo literario -recuérdese: Ficciones freudianas-, fronteras a las que raramente se aproximan aquellos que sobre o desde el psicoanálisis de pronuncian. Para ello no hace obstáculo su pertenencia, por historia y por formación, a la primera hornada de discípulos de Jacques Lacan. Psicoanalista, escritor -no todo aquel que escribe lo es- y maestro, en el sentido difícil en que ello es posible tratándose de comunicar teoría psicoanalítica: transmitir y contener, sin clausurar. Con tales títulos, nos encuentra siempre bien predispuestos a escuchar la enseñanza de su triple magisterio. Es este un libro -una recopilación de ensayos fechados entre 1969-1975 y publicados en Francia en 1981- que en muchos aspectos de fondo recuerda, como reflexión paralela sobre lo mismo, al ya comentado en estas páginas (número cero) de Maud Mannoni. La teoría, como ficción. Dos autores, poco ajenos entre sí, presumible­ mente interlocutores recíprocos, aportan sus puntos de vista a cerca de temas centrales y, en consecuencia, polémicos. Si Maud Mannoni se preguntaba qué era aquello que hacía que uno se convirtiera en psicoanalista y en qué conocimientos se basaba el que se permitía la práctica del psicoanálisis, Octave Mannoni se interroga -pregunta epistemológica c1ave- cuál es la esencia y originalidad del psicoanálisis. La respuesta, en ambos casos, es rastreada en la transferencia, en su historia y en las profundas oscuridades del concepto mismo. ¿Por qué en la transferencia? Había dos Freud: uno, el de la primera época, cuya originalidad consistió en plantear "preguntas sin respuestas", surgidas de su relación con Charcot, identificando a los pacientes de éste, con Breuer, del que recoje y teoriza aquello que a aquél hizo huir, incluso de Viena, con Fliess, a quien supone un saber que se revelará delirante, pero que sostiene la pregunta fecunda, más tarde con Jung, contra quien escribe la teoría del narcisismo en defensa del dualismo pulsional. .. una larga lista de relaciones transferenciales sobre cuya elucidación fue construyéndose la teoría psicoanalítica. Luego hubo otro Freud, sometido a la preocupación legítima de conservar la pureza de sus descubrimientos, con el que nacen las instituciones psicoanalíticas herederas de un patrimonio lastrado en su eficacia y en su función por esa intención conservadora; alejadas progresivamente de lo esencial que "se sitúa, sin duda, en las primeras intuiciones, e incluso en lo que ellas conservan de no-analizado (... ) preocupadas en mantener, propagar y defender una propiedad", corriendo el grave riesgo de caer en la simplificación y en la racionalización. Se gana quizá un estatuto social. .. " al "precio de lo que se pierde": el mismo psicoanálisis. . " ". Sin embargo, a los analistas, en su formación no se les examina, no se les exige repetir la doctrina teórica y sí someterse a un análisis personal, con lo que ello supone de recorrer el mismo camino de Freud, "el de la experiencia (y de los sentimientos) de la transferencia" . 113 Quizá aquí sea oportuno inscribir la otra cuestión, espinosa cuestión, que al decir del autor motiva y auna estos ensayos: la delimitación del campo analítico. Un aviso contra el "pedantismo", contra la pretensión de dominar el saber con una autoridad avalada en métodos y vocabulario psicoanalítico, un toque de atención, que tiene su causa, a mi parecer, en la posición que adopta el autor a lo largo del libro y que se desvela en la totalidad de los ensayos: los problemas inherentes a la transmisión del psicoanálisis, linguística-psicoanálisis -una reflexión acerca del estatuto de la palabra poética-, Winnicot y el "espacio para la fantasía" -el objeto transicional como objeto presimbólico- y, por último, una polémica de actualidad, que mezcla psicoanálisis­ psiquiatría-instituciones-administración de la locura-sectorización, que le lleva a con­ siderar cuál es la naturaleza del poder del psicoanalista, opuesta,en su función, a la del psiquiatra. Bajo temas, en apariencia tan diversos, que corresponden a diferentes épocas de su vida, se esconde una idea a la que permanece fiel y que fundamenta cada uno de ellos: un enigma, una interrogación llamada genéricamente transferencia. De manera que, para Mannoni, tratándose de psicoanálisis, el problema consiste más en una cierta posición respecto al saber -con el que mantiene, ya se trate de la transferencia o de la teoría, una relación de pregunta-, que en el saber mismo. Esa es su originalidad esencial. Ahora bien, cuando sostiene que es la transferencia -con todo lo que ello quiere decir- la clave del progreso teórico como soporte que garantiza la pregunta, su metabolismo fundamental ¿afirma que son vanos los propósitos, incluso las exigencias, de mantenernos en el terreno de la lógica a la hora de hacer teoría psicoanalítica? La cuestión, "lo que hace difícil el análisis del pensamiento analítico es que avanza sobre dos hilos: uno es la transferencia, el otro la teoría", pero la segunda en sí misma no da cuenta de qué es el psicoanálisis; por otro lado no hay teoría de las relaciones entre ambas, "ni siquiera tenemos una buena teoría de la transferencia misma". Detengámonos en el obstáculo-motor-transferencia para adoptar un "efecto de perspectiva" propiamente analítico ¿de qué se trata? de una situación que pone a prueba la capacidad de tolerar la ignorancia respecto a su devenir, un enigma en vivo a desentrañar a medida que se desenvuelve, puesto que no tiene explicación posible y la ficción de saber que presta la teoría no garantiza en absoluto (no hay catálogo de la interpretación) su interpretación. En suma, no hay generalización teórica que valga para explicar los efectos particulares del inconsciente y la transferencia" es el inconsciente transferido al analista". ¿Qué lógica sin caer en flagrante contradicción pretenderá dar cuenta de ella?... ¿Quizá la lógica particular de la repetición? ... y ¿cómo se abrocha lo particular a la universalidad del complejo de Edipo? En esas estamos y esa es la cuestión que plantea Mannoni: el aislamiento y sin embargo la relación que anuda transferencia, interpretación y teoría. Lo que reitera es esto: en el origen del psicoanálisis y de cada análisis que pretenda serlo: transferencia, su interpretación. En el origen de la teoría: transferencia de cuya interpretación se desprenderá la teoría como ficción o mito particular de los orígenes en su referencia universal permanente Edipo-castración. Un comienzo, un enigma que no termina nunca de aclararse, de expresarse como verdad, sólo llegamos a saber algo de él. .. para olvidarlo mejor. Lo que queda del enigma, el oscuro resto, tira de nosotros, empuja hacia adelante. María REDONDO 114 André Lapierre y Bemard Aucouturier. El cuerpo y el inconsciente en educación y terapia. Ed. Científico- Médica. Barcelona, 1980. Desde hace varios años los autores, basándose en sus experiencias llevadas a cabo en grupos de niños y adultos, están replanteándose una serie de cuestiones, que nosotrcs consideramos fundamentales cualquiera que sea nuestro entorno laboral. Estas cuestiones podríamos resumirlas en una: cómo se lleva a cabo el desarrollo de la persona y su acceso a la autonomía. La reflexión y el análisis que efectúan para dar respuesta a este interrogante les lleva a definir y matizar una serie de cuestiones, como qué es el cuerpo, cómo se acepta o se rechaza por el propio sujeto y por la institución y la sociedad; cuáles son los "fantasmas", entendidos como "producciones imaginarias inconscientes capaces de motivar unos comportamientos de los que el sujeto no tiene conciencia", que van a ser piezas claves para acceder o no a la autonomía personal, etc. También ponen el acento sobre la importancia del marco institucional bien sea de tipo escolar o terapéutico, centrándose sobre todo en la relación adulto (maestro o terapeuta) y niño ya que su trabajo les ha demostrado la importancia simbólica de las relaciones del niño con el cuerpo del adulto, relaciones que van a permitirle vivir sus "fantasmas" de fusionalidad y encontrar" espacios fusionales" o espacios de acción en común, donde el hacer del niño se encuentra con el hacer del adulto. En este momento en que tan en boga está hablar de psicomotricidad, siendo esta palabra como un cajón de sastre donde tiene cabida toda tendencia, escuela o práctica motriz, y son tan pocas las definiciones claras que sobre ella se dan, que los autores han querido dedicar un gran capítulo de su libro a definir su práctica psicomotriz «basada en la dimensión fantasmática del cuerpo y del actuar». Y será la toma de conciencia de dicha fantasmática la que va a permitir establecer una "relación de ayuda" cuya meta es poder alcanzar una autonomía madura y responsable. Para precisar su definición establecen los principios teóricos que la sustentan y los principios técnicos que les permiten llevarla a cabo. Como principios teóricos señalan la importancia del diálogo entre el adulto y el niño, diálogo donde se deja la iniciativa al niño y exige por parte del adulto una «desalienación de su "cuerpo social"», que va a permitir abolir "papeles" para que puedan encontrarse con la persona y en ese encuentro de dos personas, niño­ adulto, pueda establecerse una auténtica comunicación; una deselaboración del len­ guaje adulto, estructurado, intelectualizado y conceptual y una implicación del cuerpo como lugar simbólico que en ciertas ocasiones se convertirá en "espejo" donde el niño pueda reflejar sus "fantasmas". Los principios técnicos a los que recurren son en esencia, técnicas de comunicación no verbal, que van a favorecer y susdtar «situaciones con dimensión simbólica» que permitirán una evolución dinámica de la comunicación. Por último, y como síntesis, podemos decir que los autores a lo largo de todo este trabajo exponen un nuevo camino en la exploración del inconsciente y de los complejos mecanismos psicológicos que sustentan el comportamiento humano, exploración basada en la dinámica corporal que aprehende directamente el cuerpo en su hacer y su expresión tónico-afectiva-emocional, y por tanto supondrá para el lector que se adentre en su texto un nuevo replanteamiento de sí mismo y del otro como persona. Ana María CALLES André Lapierre y Anne Lapierre. El adulto frente al niño (O a 3 años). Ed. Científico- Médica. Barcelona, 1982. El último libro de André y Anne Lapierre puede ubicarse en la corriente actual del desarrollo de medios preventivos que eviten la aparición de posteriores desórdenes y/o en caso de estar ya presentes, pueda realizarse una intervención precoz que comportará resultados óptimos en plazos muy cortos. 115 Su contenido hace referencia a la puesta en práctica en el ámbito de la guardería infantil, de los principios teóricos de la actividad psicomotriz, que ya André Lapierre y Bernard Aucouturier pusieron de manifiesto en publicaciones anteriores -Simbología del movimiento, El cuerpo y el inconsciente-o El sentido de este libro es remarcar la importancia de las primeras comunicaciones, que obviamente son relaciones no verbales y de tipo psicomotor. En el momento actual, en el que el "fracaso escolar" es una especie de epidemia que azota los niveles educativos más diversos y dentro de la corriente actual psicoanalítica o psicoterapéutica, que reconoce que todos los problemas psicosomáticos, caracteriales, etcétera del niño y del adulto, tienen su origen primario en la primera infancia, André y Anne Lapierre, al igual que otros muchos autores, vuelven sus esfuerzos hacia los niños más pequeños con los que, ante la ausencia del lenguaje y de conceptualización, llevaran a cabo una relación corporal y motriz, estableciendo un diálogo auténtico en el que el niño pueda expresar sus fantasmas y liberar sus pulsiones con el máximo de permisividad y el mínimo de prohibiciones. Sirviéndose de todo el simbolismo de las posturas, los gestos, la mirada, la voz, que sólo es posible ofrecer cuando el cuerpo del adulto está a disposición del niño. A lo largo de sus páginas se van presentando los principios teóricos y los resultados obtenidos de esta otra concepción de" educación" basada en la escucha activa del niño, que va a permitir al adulto restablecer la armonía de la evolución y evitar una estructuración patológica de su personalidad. Como pilar fundamental de esta teoría y elemento necesario para comprender su práctica psicomotriz está el "fantasma de fusión" o deseo de volver a ese estado de indiferenciación propio de la vida fetal y reencontrarse con una serie de sensaciones gratas, que no se recuerdan a nivel consciente pero que existen como grabadas en la memoria inconsciente. Ese deseo de complementariedad, cuya satisfacción es necesaria para el desarrollo psicológico del niño, sólo puede realizarse cuando la relación, la comunicación entre el niño y el adulto es armónica, cuando se produce un "acuerdo tónico" a través de un recíproco placer. Con la ayuda del adulto el niño va a ir encontrando mediadores de comunicación, la voz, la mirada, los objetos, que le van a permitir establecer una fusionalidad simbólica y a distancia y en cuya utilización pueden distinguirse diversas etapas: mediador de contacto, objeto sustitutivo, objeto relacional. Sin el ánimo de convertirse en un "recetario" y con el fin de hacer más comprensiva la teoría, se exponen una serie de sesiones, donde con la ayuda de diferentes materiales tales como balones, telas, colchonetas, aros, etc, se ponen de manifiesto diversas fases de evolución comunes a un grupo de niños como son inhibición, agresividad, domes­ ticación, fusionalidad, agresividad simbólica, juego e independencia, fases que son ampliamente descritas y sobre las cuales se presentan algunos casos de niños con problemas en su comportamiento relacional, bien con el adulto o con otros niños, así como la intervención psicomotriz llevada a cabo para hacerles evolucionar y superar dichos problemas. En conjunto, la obra es una llamada de atención y reflexión para modificar el concepto que actualmente se tiene, tanto de las instituciones escolares, guarderías, escuelas, etc., como de los pro'gramas de formación y reciclaje del personal que los regenta. Ana María CALLES 116