Roj: STS 505/1999 - ECLI:ES:TS:1999:505 Id Cendoj: 28079120011999103613 Órgano: Tribunal Supremo. Sala de lo Penal Sede: Madrid Sección: 1 Nº de Recurso: 405/1998 Nº de Resolución: 112/1999 Procedimiento: RECURSO DE CASACIÓN Ponente: ADOLFO PREGO DE OLIVER TOLIVAR Tipo de Resolución: Sentencia SENTENCIA En la Villa de Madrid, a treinta de Enero de mil novecientos noventa y nueve. En el recurso de casación por vulneración de preceptos constitucionales e infracción de Ley que ante Nos pende, interpuesto por el acusado Jose Carlos , contra Sentencia dictada por la Sección Decimosexta de la Audiencia Provincial de Madrid, que le condenó por un delito de robo con intimidación, los Excmos. Sres. componentes de la Sala Segunda del Tribunal Supremo que al margen se expresan se han constituido para votación y Fallo bajo la Presidencia del primero de los indicados y Ponencia del Excmo. Sr. D. Adolfo Prego de Oliver y Tolivar, siendo también parte el Ministerio Fiscal y estando dicho acusado recurrente representado por la Procuradora Sra. García Gutiérrez. I. ANTECEDENTES 1.- El Juzgado de Instrucción número 17 de los de Madrid incoó procedimiento abreviado con el número 2633/97, contra Jose Carlos , y una vez concluso lo remitió a la Audiencia Provincial de la misma ciudad (Sección Decimosexta) que, con fecha doce de noviembre de mil novecientos noventa y siete, dictó Sentencia que contiene los siguientes Hechos Probados: <<Sobre las veintidós horas del día cuatro de agosto de mil novecientos noventa y siete, Jose Carlos , mayor de edad, y antes condenado entre otras, en Sentencia firme el día 29 de septiembre de 1995 por delito de robo a la pena de un mes y un día de arresto mayor, tras telefonear a su madre Antonia solicitando que le entregara en el portal de su domicilio sito en la calle Bordadores núm. 9 de esta ciudad un radiocassette y un reloj de su propiedad, se constituyó en el mencionado lugar donde después de entregarle aquélla los objetos solicitados, con ánimo de obtener un ilícito beneficio, le exigió la entrega de dinero y al negarse Antonia a ello intentando cerrar la puerta del portal, Jose Carlos empujó la puerta introduciéndose en el portal donde empujó a Antonia contra la pared, la cual, a consecuencia de ello y atemorizada ante la posibilidad de sufrir una agresión le entregó la suma de dos mil pesetas. Al tiempo de la comisión de los hechos el acusado era consumidor habitual de heroína desde hacía doce años por vía intravenosa lo que unido al trastorno de personalidad que padece con ideas paranoides limitaba considerablemente su capacidad volitiva.>> 2.- La Audiencia de instancia dictó el siguiente pronunciamiento: <<FALLAMOS: Que debemos condenar y condenamos a Jose Carlos como autor responsable de un delito de robo con intimidación, ya definido, con la concurrencia de la circunstancia modificativa de la responsabilidad penal agravante de reincidencia y atenuante analógica de drogadicción como muy cualificada, a la pena de UN AÑO Y DIEZ MESES DE PRISIÓN, a la accesoria de inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena y al pago de las costas procesales. Asimismo deberá indemnizar a Antonia en dos mil pesetas. Declaramos la insolvencia del acusado, aprobando el Auto dictado por el Instructor en la pieza de responsabilidad civil. Para el cumplimiento de la pena que se impone declaramos de abono todo el tiempo que haya estado privado de libertad por la presente causa siempre que no le hubiera sido computado en otra. 1 Notifíquese la presente resolución en la forma señalada en el art. 248.4º de la Ley Orgánica del Poder Judicial.>> 3.- Notificada la Sentencia a las partes, se preparó recurso de casación por vulneración de precepto constitucional e infracción de Ley, por el acusado Jose Carlos , que se tuvo por anunciado, remitiéndose a esta Sala Segunda del Tribunal Supremo las certificaciones necesarias para su sustanciación y resolución, formándose el correspondiente rollo y formalizándose el recurso alegando los motivos siguientes: MOTIVO PRIMERO.- Por infracción de precepto constitucional, al amparo del artículo 5.4 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, por vulneración del artículo 24.2, in fine, de la Constitución, que recoge el derecho constitucional a la presunción de inocencia. MOTIVO SEGUNDO.- Por infracción de Ley, al amparo del número 1º del artículo 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, por indebida aplicación del artículo 237 del Código Penal. MOTIVO TERCERO.- Por infracción de Ley, al amparo del número 1º del artículo 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, por inaplicación del artículo 242.3º del Código Penal. 4.- El Ministerio Fiscal se instruyó del recurso interpuesto impugnando todos los motivos presentados; la Sala admitió el mismo, quedando conclusos los autos para señalamiento de Fallo cuando por turno correspondiera. 5.- Realizado el señalamiento para Fallo se celebraron la deliberación y votación prevenidas el día veintidós de enero de mil novecientos noventa y nueve. II. FUNDAMENTOS DE DERECHO PRIMERO.- Contra la Sentencia dictada por la Audiencia Provincial de Madrid, de 12 de noviembre de 1997, condenando al acusado como autor de un delito de robo con intimidación a la pena de un año y diez meses de prisión, formula el condenado recurso de casación sobre la base de tres motivos, el primero de ellos por infracción de precepto constitucional, al amparo del artículo 5.4 de la Ley Orgánica del Poder Judicial por vulneración del artículo 24.2, in fine, de la Constitución que recoge el derecho constitucional a la presunción de inocencia. Niega el recurrente la existencia de actividad probatoria de la que pueda deducirse el hecho que se declara probado, consistente en haberse apoderado de dos mil pesetas mediante violencia o intimidación, porque el testimonio prestado por la víctima -madre del acusado- no ha sido, a su juicio, congruente en las sucesivas declaraciones prestadas, motivadas según el acusado más por buscar una solución al problema de drogodependencia de su hijo que por obtener tutela judicial. SEGUNDO.- Ha dicho reiteradamente el Tribunal Constitucional y esta misma Sala (SSTC. 201/89, 173/90 y 229/91, y SSTS. de 21 de enero, 11 de marzo y 25 de abril de 1988, 16 y 17 de enero de 1991, entre otras) que las declaraciones de la víctima o perjudicado tienen valor de prueba testifical siempre que se practiquen con las debidas garantías, y son hábiles por sí solas para desvirtuar la presunción constitucional de inocencia ( Sentencias de 19 y 23 de diciembre de 1991; 26 de mayo y 10 de diciembre de 1992; 10 de marzo de 1993), y de manera específica en los delitos en que por las circunstancias en que se cometen no suele concurrir la presencia de otros testigos ( Sentencias de 28 de enero y 15 de diciembre de 1995, etc.). Ahora bien, cuando es la única prueba de cargo exige -como ha dicho esta Sala en Sentencia de 29 de abril de 1997- una cuidada y prudente valoración por el Tribunal Sentenciador, ponderando su credibilidad en relación con todos los factores subjetivos y objetivos que concurran en la causa. Para ello las pautas necesarias que el testimonio de la víctima debe reunir para dotarlo de plena credibilidad como prueba de cargo, según la reiterada doctrina de esta Sala (Sentencias de 5 de abril, 26 de mayo y 5 de junio de 1992; 26 de mayo de 1993; 1 de junio de 1994; 14 de julio de 1995; 12 de febrero, 17 de abril y 13 de mayo de 1996, entre otras) son las siguientes: A) Ausencia de incredibilidad subjetiva derivada de las previas relaciones acusado-víctima que pongan de relieve un posible móvil espúreo, de resentimiento, venganza o enemistad, que pueda enturbiar la sinceridad del testimonio, generando un estado de incertidumbre incompatible con la formación de una convicción inculpatoria asentada sobre bases firmes. B) Verosimilitud del testimonio, que ha de estar rodeado de algunas corroboraciones periféricas de carácter objetivo obrantes en el proceso. C) Persistencia en la incriminación que debe ser prolongada en el tiempo, reiteradamente expresada y expuesta sin ambigüedades ni contradicciones. 2 TERCERO.- En este caso dispuso la Sala de prueba directa consistente en el testimonio de la propia madre del acusado, víctima del robo cometido por éste. La prueba se practicó con cumplimiento de los requisitos de licitud y validez, en el Juicio Oral, y con observancia de los principios de contradicción y de inmediación. De la prueba además hace la Sentencia una ponderada valoración que explicita en su Fundamento de Derecho primero, confrontando el testimonio de la víctima con la declaración del acusado -que negaba el empleo de violencia o intimidación contra su madre-, con observancia de los criterios de valoración del testimonio antes citados, y razonando así la formación de su convicción sobre la realidad de lo sucedido. No existe incredibilidad subjetiva en el testimonio de la víctima, sino más bien lo contrario, tratándose de la propia madre del acusado que refirió al Tribunal las penurias pasadas por su drogodependencia y cómo ha continuado viéndole pese a las agresiones sufridas. Por otra parte las supuestas contradicciones a que se refiere el recurrente no son sino sucesivas precisiones y matizaciones de detalle, en declaraciones complementarias entre sí que no restan objetiva credibilidad a su testimonio, mantenido de forma constante respecto a la realidad de la sustracción y a la violencia empleada por su hijo para lograrla. En definitiva, mediante los criterios de ponderación del testimonio de la víctima, la valoración propiamente dicha corresponde al Tribunal de instancia que con las ventajas de la inmediación puede apreciar en su exacta dimensión la credibilidad del testimonio. La misión del Tribunal de casación en orden a garantizar el respeto al derecho a la presunción de inocencia no es la de proceder a un nuevo análisis o valoración de la prueba practicada, sino constatar que el Tribunal Sentenciador dispuso de base probatoria suficiente como resultado de pruebas de cargo practicadas con las debidas garantías procesales, de las que deducir razonablemente la existencia del delito y la participación del acusado. El motivo primero, en consecuencia, debe ser desestimado. CUARTO.- La infracción de Ley por aplicación indebida del artículo 237 del Código Penal constituye el segundo motivo de casación, formulado al amparo del número 1º del artículo 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal. Según el recurrente los hechos probados no reflejan una violencia o intimidación de entidad suficiente o bastante para integrar el delito de robo del artículo 237 del Código Penal, porque empujar contra la puerta es una violencia inocua, y no hay descripción de amenazas que permitan considerar que existió intimidación. El robo violento o intimidatorio tipificado en el artículo 237 y sancionado en el 238 del Código Penal se caracteriza por el empleo por parte del sujeto activo de la violencia o de la intimidación como modus operandi típico o medio comisivo del apoderamiento, es decir, para facilitarlo, ejecutarlo o asegurarlo. La violencia supone el empleo de acometimiento o fuerza física sobre la persona mediante el cual se vence o evita su física oposición o resistencia al apoderamiento perseguido. En la intimidación se amenaza con un mal inmediato que atemoriza a la víctima, quien para evitarlo entrega la cosa. En cualquier caso la relevancia vendrá determinada por su suficiencia o idoneidad instrumental como medio comisivo del apoderamiento. Pero la intimidación puede causarse tanto por amenazas verbales como por un comportamiento violento suficientemente expresivo de la agresividad del sujeto y capaz de infundir temor en la víctima a una agresión mayor. Por ello, en tal caso la posible inocuidad de la violencia valorada como medio de constricción física no impedirá su relevancia como medio de constricción moral, es decir, como comportamiento intimidatorio suficiente por integrar el delito de robo. Esto es lo sucedido en el caso presente: los hechos probados relatan que el acusado exigió dinero a la víctima, y al negarse a ello intentando cerrar la puerta del portal el acusado "empujó la puerta introduciendose en el portal donde empujó a Antonia contra la pared, la cual, a consecuencia de ello, y atemorizada ante la posibilidad de sufrir una agresión le entregó la suma de dos mil pesetas". El Fundamento de Derecho primero completa el factum al afirmar el temor permanente que el acusado inspiraba a la víctima, y que aquél conocía, a consecuencia de una agresión grave producida a la misma años atrás. Por lo tanto, sin necesidad de verbales amenazas, la violencia ejercitada tuvo suficiente intensidad y capacidad intimidatoria como para atemorizar de manera efectiva a la víctima, logrando así que le entregara el dinero exigido. El motivo debe por todo ello desestimarse. QUINTO.- El tercer y último motivo, formulado al amparo del número 1º del artículo 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal denuncia la infracción, por inaplicación, del párrafo tercero del artículo 242, aduciendo el recurrente que por la cantidad apropiada y por la entidad de la violencia, debió imponerse la pena establecida en dicho precepto. El motivo debe desestimarse. La pena impuesta corresponde al tipo básico del robo con violencia o intimidación, según el párrafo primero del artículo 242. Su párrafo tercero establece una posible atenuación 3 -pena inferior en grado- en atención a la menor entidad de la violencia o intimidación ejercidas y valorando además las restantes circunstancias del hecho. No se trata de una reducción obligada sino dependiente de la facultad discrecional del Tribunal de instancia, por lo que su ejercicio es ajeno en principio al control casacional, aunque sí es revisable en esta vía si resulta arbitrario o si es contrario a las condiciones o presupuestos que lo condicionan, bien al apreciar la reducción fuera del supuesto en que se permite o bien cuando, interesada por cualquiera de las partes, y concurriendo las exigencias que lo posibilitan, se deniega de manera arbitraria y no razonable. Ni en este caso el acusado pidió en la instancia la rebaja punitiva que ahora se interesa como cuestión nueva -lo que justifica que la Sala nada razone al respecto- ni se dan aquí los presupuestos que la posibilitan. En efecto, lo valorable no es en este caso la entidad de la violencia física sino la de la intimidación moral producida en la víctima, puesto que fue el temor o miedo que a aquélla causó el agresivo comportamiento del acusado el medio utilizado para el apoderamiento del dinero; y no puede decirse que ese temor inmediatamente nacido del empujón propinado pero que aumentó el que ya padecía por la amarga experiencia de otra agresión anterior perpetrada por el acusado contra su madre, tenga una menor entidad intimidatoria que justifique la reducción de la pena prevista en el tipo básico. Por ello el motivo debe desestimarse. III. FALLO Que debemos declarar y declaramos NO HABER LUGAR al recurso de casación por vulneración de preceptos constitucionales e infracción de Ley, interpuesto por el acusado Jose Carlos , contra Sentencia dictada por la Sección Decimosexta de la Audiencia Provincial de Madrid, de fecha doce de noviembre de mil novecientos noventa y siete, en causa seguida contra el mismo por delito de robo con intimidación, condenándole al pago de las costas ocasionadas en el presente recurso. Comuníquese la presente resolución a la mencionada Audiencia a los efectos procesales oportunos, con devolución de la causa que en su día remitió, interesándole acuse de recibo. Así por esta nuestra sentencia, que se publicará en la Colección Legislativa lo pronunciamos, mandamos y firmamos .- Excmos. Sres. D. Luis-Román Puerta Luis; D. Adolfo Prego de Oliver y Tolivar; D. Joaquín Giménez García; Firmado y Rubricado.PUBLICACION.- Leida y publicada ha sido la anterior sentencia por el Magistrado Ponente Excmo. Sr. D Adolfo Prego de Oliver y Tolivar , estando celebrando audiencia pública en el día de su fecha la Sala Segunda del Tribunal Supremo, de lo que como Secretario certifico. 4