IX Jornadas de Estudios Sociales de la Economía “La dimensión social de los procesos y objetos económicos” Buenos Aires - 22 al 26 de septiembre de 2014 Organiza: Centro de Estudios Sociales de la Economía (CESE) - Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES) - Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) Texto para presentar en el Eje 7: “Moneda, cuerpos y emociones” Coordinadores del eje: Lic. Iara Hadad (CONICET –IDAES- UNSAM); Lic. María de las Nieves Puglia (CONICET – IDAES – UNSAM); Lic. Renato Fumero (CONICET – IDAES UNSAM); Lic. Guadalupe Moreno (IDAES-UNSAM). Fundamentación del eje: ¿Cómo comprender la moneda, su existencia, sus usos y su circulación, por fuera de “aquello que los cuerpos hacen y sienten” en los intercambios? A su vez, ¿cómo interpretar las múltiples formas de existencia, corporales en primer término, tomando en cuenta su relación con la moneda? La economía, entendida en los términos propuestos por Louis Dumont, nos invita a reflexionar acerca de los modos en que las personas se relacionan con las cosas, incluidos los cuerpos, propios y ajenos. Nuestra vida cotidiana es la expresión de modos de existencia complejos y sensibles que se sitúan en la intersección entre ámbitos que son aparentemente contradictorios e irreconciliables. Las diferentes formas en que el dinero y los cuerpos se entrelazan en las sociedades contemporáneas, sus múltiples cruces, manifestaciones y sentidos, trascienden y ponen en cuestión nuestra capacidad de mantener nociones reduccionistas de conceptos como “mercado”, “ intimidad” o “trabajo”. En este sentido, el presente espacio propone reflexionar acerca de las formas materiales y los procesos de subjetivación que adoptan los intercambios en la sociedad capitalista actual, las experiencias y emociones de los sujetos involucrados en ellos y el rol del dinero en las relaciones sociales. Esto nos habilita a repensar los límites de las categorías sociales y económicas a través de los cuales se construye la propia existencia. 1 Fe en uno mismo versus capital económico. Una disputa entre cultura y economía alrededor de la creación de los cuerpos fitness Alejandro Damián Rodríguez CIS-IDES/CONICET arodriguez@ides.org.ar Introducción A partir de la década del 90´ en la Ciudad de Buenos Aires se comenzó a desplegar todo un mercado dedicado exclusivamente a ofertar actividades físicas, deportivas y recreativas. Si bien antes de esa fecha ya existía un sector económico de actividades emparentadas aunque no similares y hegemonizado básicamente por los clubes sociales y deportivos, con la irrupción de los gimnasios en el escenario urbano porteño ese mercado recibió una potencia inusitada, se renovó y terminó consolidándose como uno de los más pujantes en términos de ganancias económicas anuales. La aparición y posterior constitución de este mercado era parte de una tendencia mundial que iba en la misma dirección en las principales ciudades del mundo, implicó una renovación de las actividades físico-deportivo-recreativas de y para el cuerpo ofertadas al público consumidor y reconoció que muchas personas estaban empezando a solicitar esas actividades de recreación -actividades de musculación y fitness grupal en el principio y luego otras que siguieron mutando hasta nuestros días- para “disfrutar” de su tiempo libre y si no logró imponerlas a quienes no las reconocían como imperiosas: ir al gimnasio se convirtió en una frase de sentido común que no significa demasiado en sí misma pero todos reconocemos en ella unas mínimas implicancias comunes. Así, los gimnasios, los gimnasios & spa, las denominadas redes de clubes, los fitness center, los wellness center constituyen los establecimientos donde todo un conjunto de actividades variadas son ofrecidas a los nuevos clientes-entrenados. En este trabajo voy a analizar dos cosas: en primer lugar el modo en que estos establecimientos surgieron en la Ciudad de Buenos Aires. Para ello haré una breve reconstrucción histórica de su origen, al mismo tiempo que intentaré contextualizar con algunos datos cuantitativos la numerosidad del fenómeno-gimnasio. Aún a pesar de las 2 diferencias existentes entre todos los establecimientos de este tipo, que son muchas y muy variadas, creemos poder rastrear la aparición de un mismo modelo de cuerpo fitness, más o menos homogéneo, a pesar de las imágenes distintas que lo nutre. Esas imágenes se tornan en expectativas que los entrenados van a depositar en el cuerpo propio, el cual van a desear tornearlo de acuerdo a ellas. En segundo término, y como movimiento posterior, trataré de argumentar que ese fenómeno de expansión de gimnasios privados está en relación con el surgimiento de unas nuevas maneras de utilizar el tiempo libre en actividades de ocio. Sin embargo, estos nuevos modos de invertir en el ocio parecen requerir de los socios-entrenados unos requisitos económicos mínimos. Es decir, estas actividades no parecen estar habilitadas para todos. Por el contrario, la industria del fitness parece apuntar a un público-consumidor específico, al cual dirige su propuesta y de quién requiere unas condiciones dadas, específicamente, aquellas asociadas a una capacidad de consumo determinada. En conclusión, lo que proponemos discutir es si estas prácticas de entrenamiento físico, así como las concepciones de cuerpo que las rigen, están emparentadas a posiciones de clase socialmente acomodadas, medias y superiores. Para realizar este trabajo me he valido del trabajo de campo etnográfico en establecimientos-gimnasios1, así como del análisis de revistas de fitness y periódicos de tirada nacional que han cubierto la expansión del fenómeno-gimnasio en las últimas décadas en el país en general y en la Ciudad de Buenos Aires en particular. Del antiguo club de barrio a la sucursal de una red de clubes Al caminar por cualquiera de los barrios porteños, es muy probable tener que pasar frente a un gimnasio. Ya sea una sucursal perteneciente a una cadena de gimnasios2; o un gimnasio-club de musculación, fitness y deportes; o uno exclusivo para mujeres; estos 1 En el momento de la redacción de este trabajo, estoy comenzando una nueva etapa de trabajo en terreno dedicada a explorar los usos y las representaciones del cuerpo imperantes en uno de los gimnasios más selectos del barrio de Caballito. Hasta el momento, mi trabajo de campo se concentró en otro tipo de establecimientos de la misma zona y aledaños: los gimnasios cuyos frecuentadores denominan “de barrio”, mucho más pequeños, con una oferta de actividades sumamente limitada, y donde la cultura fitness & wellness está menos difundida. Asimismo, los parámetros corporales de estos últimos parecen estar más ligados a las representaciones fisicoculturistas del cuerpo, aún a pesar de que los dueños de esos establecimientos intenten despegarse de esas imágenes simbólicas en sus locales. 2 Las dos más importantes son Megatlón y Sport Club. 3 espacios de entrenamiento corporal pasaron a componer la geografía de la Ciudad de Buenos Aires desde hace ya varios años. El crecimiento de esta industria dedicada a entrenar el cuerpo debe ser enmarcado de forma global ya que, aunque con particularidades propias a cada caso, atañe a las principales ciudades del mundo. Por lejos, las de los Estados Unidos -país de origen de las cadenas de gimnasios globales más importantes y principal mercado de consumo de estas actividadesson el exponente más visible de este proceso de mundialización-gimnasio: Venice Beach, en California -la meca del fisicoculturismo mundial (Klein, 1986 y 1993)-, y Miami conforman los dos casos emblemáticos de ciudades que han visto proliferar gimnasios por doquier. De igual modo, otras ciudades del mundo dan cuenta de ese proceso expansivo. Así puede observarse en muchos trabajos socioantropológicos que, aunque con objetivos de investigación disímiles, dan cuenta de la persistencia del fenómeno en ciudades tan distintas como Manchester (Crossley, 2005), Río de Janeiro (Sabino, 2000, 2005 y 2007, Sabino y Luz, 2007, Dos Santos y Salles, 2009), Salvador de Bahía (Iriart y De Andrade 2002, Iriart, Chaves y Ghignone de Orleáns 2009), entre otras. Asimismo, si prestamos atención a los informes de la industria del fitness, observamos que la proliferación del fenómeno es realmente global: en todas las grandes ciudades del Caribe y de Centroamérica, de toda Sudamérica, de Europa, y hasta de la India se han instalado gimnasios desde las últimas décadas del siglo XX y hasta la actualidad (Mercadofitness, ediciones varias, 2003-2012). Volviendo sobre el fenómeno nacional, estos establecimientos han sido montados ex nihilo, en algunos casos, la mayoría de ellos, mientras que en otras ocasiones, los antiguos clubes sociales y deportivos barriales mutaron su forma, sumando a la oferta de actividades las nuevas demandas de los socios: básicamente, musculación y fitness grupal. Del mismo modo, algunos gimnasios de barrio, que antaño eran más bien reductos de levantadores de peso y fisicoculturistas, se remodelaron, abrieron sus puertas al público en general y afrontaron el desembarco de los nuevos competidores comerciales, especialmente, el de las sucursales de las cadenas de gimnasios que comenzaron a penetrar todos los barrios porteños a partir de comienzos de la década de 19903. De todos estos cambios en la geografía porteña han dado cuenta, con bastante nivel de detalle, los principales periódicos nacionales (La Nación, 09-01-2005; Clarín, 03-09-2007; La 3 Incluso, a principios de esa década, había desembarcado en la Ciudad el reconocido Gold´s Gym, cuya casa matriz está en California pero que se encuentra presente en muchos países del mundo. Unos años después la filial porteña cerró sus puertas. 4 Nación, 04-03-2007; La Razón, 03-09-2007; La Nación, 03-05-2009; entre otros), así como la principal publicación argentina de fitness (Mercado Fitness). Sin embargo, a partir de esos materiales no es posible cifrar la cantidad total de gimnasios existentes en la Ciudad de Buenos Aires. Respecto a esto, en un informe del año 2005, Irigoyen-Coll advertía sobre los problemas que le ocasionaba, para desarrollar una investigación sobre consumo de esteroides y percepción del riesgo entre usuarios, el hecho de no contar con una base de datos que aunara a todos los gimnasios de la Ciudad. Para suplir esta falencia de datos hemos intentado dos estrategias diferentes. En primer lugar nos valimos de información recogida en los ya mencionados periódicos nacionales. A modo de ejemplo, también en el año 2005, uno de los principales diarios (La Nación; 09-012005) indicaba que para ese año ya existían casi tres mil gimnasios en todo el territorio argentino. Si bien esa cifra nos da una idea aproximada del fenómeno en términos nacionales, poco nos dice respecto a la situación de la Ciudad de Buenos Aires. Para acercarnos al fenómeno en términos estrictamente porteños, tuvimos, como parte de la segunda estrategia, que construir información primaria. A tal fin realizamos un relevamiento (Rodríguez, 2011), construido a partir de información que recogimos en portales de Internet que aglutinan a gimnasios con intereses comerciales. A partir de esa investigación propia, pudimos observar que alrededor de quinientos gimnasios han abierto sus puertas en la Ciudad de Buenos Aires en las últimas dos décadas. A la multiplicación de establecimientos se suma la de las actividades ofrecidas en ellos: así, sí hace años atrás la oferta estaba reducida al entrenamiento con aparatos, luego se integraron las prácticas de fitness grupal y, actualmente, siguen surgiendo actividades más diversas, como el entrenamiento funcional del cuerpo4 o las pesas rusas5. Ambas actividades, a principios de 2014, son muy nombradas en el mundo-gimnasio: por un lado, los socios las requieren y, por el otro, los dueños las comienzan a integrar y a ofrecer en sus establecimientos. La tendencia a la diversificación parece ser la característica destacada de esta industria que data de tan pocas décadas de existencia en nuestro país. Además, ella también se ha 4 El functional training se ha puesto de moda en los últimos años en los gimnasios porteños, aunque solo quizás en los que tienen una oferta de actividades más nutrida, o sea también los más modernos y costosos. Este modo de entrenamiento consiste en combinaciones específicas de ejercicios que, aparentemente, estimulan el cuerpo como un todo integrado. 5 Otra modalidad de entrenamiento que se ha puesto de moda en los últimos años. Es conocida como pesas rusas o kettlebels. 5 nutrido de muchos de los principios del -también nuevo- discurso managerial: así es que en su vocabulario aparecen con frecuencia ideas tales como “cambiar para crecer”, “flexibilizar” o “emprender”. Todo este arsenal de conceptos parece estar profundamente enraizado a este negocio en expansión. Según los portavoces de la industria, justamente esos valores son los que la hacen resistente, a diferencia de muchas otras actividades y negocios, a todo tipo de crisis económica, incluida la última global6. Todas estas ideas y valores, con los que esta nueva industria del cuerpo hace “sinergia”, cuadran perfectamente con los principios del denominado “nuevo espíritu del capitalismo” y de la “ciudad por proyecto” que señalara Boltanski (2002) algunos años atrás. Retomando el título de este apartado, la pregunta que permanece irresuelta es ¿por qué a partir de la década de 1990 se comenzó a gestar ese pasaje desde los antiguos clubes sociales y deportivos de barrio hacia los nuevos gimnasios privados de entrenamiento? Si bien los antiguos clubes no desaparecieron totalmente (aunque muchos sí han cerrado sus puertas para siempre7), y de los que subsisten muchos lo hacen con graves problemas financieros, la aparición de los gimnasios privados de entrenamiento implico para ellos el desembarco de un rival muy poderoso en un territorio que les era propio. Además, los gimnasios privados llegaron al barrio para competir por una clientela bastante parecida a la suya. Algunos de esos clubes, aunque constituyen casos muy particulares, desarrollaron estrategias de alianza comercial con las grandes cadenas de gimnasios. Los casos más conocidos son el del Club Almagro que desde hace ya algunos años se ha transformado en Almagro- Sport Club, y el del Club Atlético Defensores de Belgrano, reconvertido en Defensores de Belgrano - Megatlón. Estos convenios les aparejo cierto desahogo financiero a las instituciones y, aunque mantuvieron autonomía en deportes profesionales como el fútbol, estos tratos comerciales implicaron dos cosas: en primer lugar que para desarrollar otras actividades deportivas, físicas y recreativas amateurs ahora tenían un socio con el cual debían concertar estrategias comunes, 6 Un empresario del sector que entrevisté durante el trabajo de campo enfatizó en reiteradas ocasiones que una de las características más interesantes para invertir en este negocio era su resistencia a las crisis. A pesar de la última crisis económica que se inició en 2008, y a diferencia de muchas otras actividades, este sector sigue generando ganancias suculentas, aunque en menor medida que a principios del 2000, todos los años. 7 Ver Veiga, Gustavo Veiga, Gustavo. "Los clubes de barrio siguen haciendo obra por deporte." Suplemento Líbero, Página/12, 03-05-2009. 6 y, en segundo término, significó el reconocimiento del peso que los gimnasios, en muy pocos años, comenzaron a lograr en este mercado. De todas maneras, el modo en que los gimnasios privados de entrenamiento se diseminaron por la Ciudad de Buenos Aires no es para nada uniforme. Como nos hubiera confiado un entrevistado ligado a la industria del fitness el año pasado, para él, está bastante claro que el corredor norte de la Ciudad es el lugar donde hay mayor cantidad de gimnasios. La frontera sur de este “corredor” parece ser la Avenida Córdoba, y él esta atravesado, ya sea de norte a sur o de este a oeste, por varias avenidas reconocidas como Libertador, Santa Fe o Figueroa Alcorta. Hemos podido comprobar, mediante la investigación propia que mencionamos más arriba, que esta apreciación guarda bastante relación con la realidad. En un trabajo anterior (Rodríguez, 2011) habíamos presentado algunos de los resultados de ese relevamiento de establecimientos propio y construimos lo que podríamos denominar “el mapa de los gimnasios porteños”. Así fue que dividimos la Ciudad en tres zonas: una primera conformada con todos los barrios donde existen más de veinticinco gimnasios disponibles (Belgrano, Colegiales, Palermo, Caballito, Parque Chacabuco, Recoleta, Villa Urquiza, Villa Pueyrredón y Almagro); una segunda donde hay al menos diez y como máximo veinticinco establecimientos de este tipo (Balvanera, Coghlan, Nuñez, Saavedra, La Boca, Barracas, Pompeya, Flores, Monte Castro, Villa Devoto, Villa Real, Mataderos, Parque Avellaneda, Villa Crespo, Boedo, Floresta, Vélez Sarsfield y Villa Santa Rita) y una tercera caracterizada por la presencia de menos de 10 gimnasios (Agronomía, Villa del Parque, Constitución, San Telmo, Monserrat, Villa Lugano, Villa Soldati, Villa Riachuelo, Parque Patricios, Chacarita, Villa Ortuzar, Parque Chas, San Cristóbal y Retiro)8. En función de esta taxonomía, pudimos establecer que existen ciertos agrupamientos barriales que concentran la mayoría de los gimnasios existentes9 en la Ciudad. Así vemos que los barrios del cordón norte (Belgrano, Colegiales, Palermo, Recoleta y en menor medida Saavedra, Nuñez y Coghlan) concentran la gran mayoría de los establecimientos de estas características. Si sumáramos, por ejemplo, los gimnasios de Belgrano, Colegiales, Palermo y Recoleta, observamos que ellos conforman algo más del 30 % de la oferta total. 8 Esta taxonomía puede ser consultada en los cuadros que adjunto al final de este texto en el apartado Anexo. No hemos podido corroborar todavía si todos los establecimientos continúan actualmente abiertos. Sin embargo, la decisión de abrir un gimnasio en un determinado barrio, y no en otro, aunque actualmente haya cerrado sus puertas, nos permite dar cuenta, de todos modos, de la afinidad de ciertos barrios a este tipo de establecimientos. 9 7 En segundo término, un conjunto de barrios heterogéneo concentra una nutrida cantidad de establecimientos de este tipo, aunque en bastante menor número que los barrios de la zona norte. Así, en Villa Urquiza, Villa Pueyrredón, Almagro, Caballito y Parque Chacabuco, por ejemplo, encontramos una cantidad bastante nutrida de gimnasios. Dado que gran parte de nuestro trabajo de campo etnográfico lo hemos realizado en gimnasios localizados en los barrios de Caballito y Parque Chacabuco, podemos decir que, además, de considerarlo un “típico gimnasio de barrio”, quienes allí acuden también se consideran a sí mismos como vecinos de los barrios de la clase media porteña. Esta conceptualización de sí mismos tiende a ser defendida con énfasis, quizá debido a la cercanía que sus viviendas tienen con los barrios del sur de la Ciudad, los más pobres, los que tienen los grandes asentamientos, y los índices de pobreza y desempleo más altos. De esa zona sur de la Ciudad, de Pompeya y Flores Sur, que no es de clase media como ellos, los vecinos de estos barrios quieren tomar distancia; en cambio, pretenden asemejarse más a los vecinos del norte. En última instancia, los barrios que incluimos dentro de la “zona 3” parecen ser los que incorporaron menor cantidad de establecimientos de estas características a su geografía. Así podemos ver que barriadas amplias, como Parque Patricios, Constitución, San Telmo, Villa Lugano, Villa Soldati y Villa Riachuelo, por ejemplo, cuenta con una cantidad muy reducida de servicios de este tipo. Todos estos barrios se encuentran localizados en el sur de la Ciudad de Buenos Aires. Asimismo, lo que es importante destacar, llegado a este punto, es que la oferta de actividades dentro de cada gimnasio no es idéntica. Así, por ejemplo, las sucursales de las grandes cadenas de gimnasios, donde la oferta de actividades corporales es mucho más variada que en cualquier otro establecimiento de este tipo, se han esparcido solo por los barrios de la zona norte de la Ciudad, en primer término, y luego desde ahí empezaron a correr su “frontera” hacia los barrios localizados en el centro del mapa. Actualmente, a mediados de 2014, solo una de las dos cadenas10 que se disputan el mercado de estas actividades ha desembarcado en los barrios del sur aunque con un único gimnasio y solo en la zona más céntrica del renovado Barracas. Sí han llegado con mucha fuerza a algunas de las localidades más “selectas” de la zona norte del conurbano bonaerense, como Vicente López, San Isidro, Tortuguitas o Pilar. También ha sucedido lo mismo en otras localidades que, aunque se encuentran rodeadas por barrios de menor poder adquisitivo, resultan ser cabeceras 10 Megatlón y Sport Club. 8 selectas de las zonas: nos referimos, por ejemplo, a Ramos Mejía11 en el oeste, o a Avellaneda12 en el sur del AMBA. A partir de todo lo antedicho, creemos poder indicar que la distribución de establecimientos gimnasios en la Ciudad de Buenos Aires, y al parecer también en el AMBA, reviste un patrón básico: su localización está en relación con el poder adquisitivo de los habitantes de los barrios. Es decir, al parecer, la industria del fitness ha priorizado, no solo que los barrios en que se va a instalar sean populosos13, lo cual parece ser un requisito sine qua non, sino también que los habitantes de esas barriadas tengan, al menos desde lo económico, posiciones relativamente acomodadas, de clase media y alta, con un poder adquisitivo que les permita afrontar los gastos que entrenar en un gimnasio exige. Como parte del trabajo de campo etnográfico, mantuvimos algunos diálogos informales y entrevistas abiertas con empresarios de esta industria, a quienes les sugerimos la idea respecto a sí entre clase social y actividades corporales de esta índole existía, para ellos, algún tipo de relación. Uno de ellos, al que referimos más arriba, nos indicó que esta relación era sumamente clara. Otro, por el contrario, optó por tratar de eliminar el componente de clase de la ecuación. Sin embargo, luego adujo que, a la hora de montar una sucursal, ellos tenían en cuenta el poder adquisitivo del barrio en el que iban a desembarcar. Quizás, hablar de clases sociales, le resultaba algo incómodo, sobre todo para un conjunto de prácticas corporales que, al menos desde la retórica discursiva que las acompaña y que nutre las publicidades de la marca, se presentan como habilitadas para todos. Sin embargo, esto último debería ser por lo menos discutido. Nos dedicaremos a analizar esta cuestión en la segunda parte de este trabajo. Tiempo libre para el cuerpo. El consumo de actividades corporales como dimensión de la clase social 11 Sport Club planea desembarcar en Ramos Mejía con dos sucursales de su ya extendida cadena. Racing Club tiene un convenio con Megatlón. En función de él se ligaron para montar una sucursal de la cadena de gimnasios en la sede que el Racing Club tiene en la Avenida Mitre en el partido de Avellaneda. Este convenio data del año 2000. 13 Por ejemplo, Parque Chas, aún cuando se encuentra bastante cercano al “corredor norte” de gimnasios, no es un destino priorizado por los empresarios para montar emprendimiento de este tipo, como puede observarse en la tabla que figura en el Anexo. Quizás esto sea debido a que es un barrio que tiene un número total de habitantes que no lo hace del todo “tentador”. 12 9 La división entre tiempo de trabajo y tiempo libre es una de las dicotomías más clásicas alrededor de la cual se organiza la vida de todas las personas. El tiempo de trabajo, al menos en las sociedades occidentales, está bastante bien reglamentado, aunque obviamente con algunas diferencias entre países. Sin embargo, en comparación histórica, la franja de tiempo que se dedica actualmente al trabajo es más o menos fija y está regida por leyes laborales estrictas. Aquéllas jornadas laborales de dieciséis horas de fines del siglo XIX, que nutrieron el horizonte de las reflexiones teóricas de Marx (1999), parecen ser hoy parte de la excepción más que de la regla. Del otro lado de la ecuación se encuentra el tiempo libre, al respecto del cual también debemos hacer unas consideraciones. En muchas ocasiones, la noción es usada alternativamente a tiempo de ocio -y viceversa-, sin embargo, hay que resaltar que ambos conceptos son diferentes. Siguiendo a Dumazedier (1964), por tiempo libre entendemos todo aquél espacio temporal que no está dedicado a dormir, trabajar y comer, mientras que por tiempo de ocio, en cambio, nos referimos a aquél otro sobre el que se realiza una inversión para el desarrollo personal, el divertimento o el descanso. Concretamente, la diferencia entre tiempo libre y tiempo de ocio es que el primer término refiere al lapso temporal, mientras que el segundo está relacionado con su inversión en una actividad. Al mismo tiempo, muchas veces ambos términos son usados de forma alternativa para representar el aspecto negativo del tiempo de trabajo, aquello que no está llenado por actividades de índole “obligatoria”. Sin embargo, antes que conformar la contracara o el reverso puramente negativo de la vida cotidiana, creemos que el modo en que las personas invierten en ocio, en los espacios de tiempo libre, puede mostrar la existencia de prácticas relacionadas con sus estilos de vida. “Ir al gimnasio”, como denominan coloquialmente la actividad quienes la practican, se ha convertido, en las últimas décadas, en una de las formas de practicar el ocio más difundida entre los porteños, por lo menos entre quienes pueden hacerse cargo de los costos que ello exige14. Asimismo, parece haberse agregado como un aditamento más al estilo de vida de 14 De todos modos, la potencia de la cultura fitness parece ser tal que alcanza, en cierto modo, a todas las clases sociales porteñas. Sin embargo, existen “circuitos fitness diferenciados” para cada una de ellas: es decir, mientras que entrenar en la sucursal Puerto Madero de Megatlón requiere poseer la membresía más alta, más costosa y también más “vip” de la institución, ejercitarse en uno de los “gimnasios públicos” de los parques y/o plazas de la Ciudad es gratis. Sin embargo, ambos lugares tienen poco en común: salvo quizás por cierto aroma común de cultura fitness, se trata de dos productos muy distintos -y distintivos-. 10 muchos de ellos. Sin embargo, ¿que características debe poseer quien desea sumar esta actividad al conjunto de prácticas que se articulan como parte de su estilo de vida? En primer lugar, la decisión personal de matricularse en un gimnasio de entrenamiento corporal parece estar vinculada con la búsqueda simbólica de distinguir al cuerpo, de agregarle significados que lo hagan portador de rasgos “positivos”: así, un conjunto de valores bastante heterogéneos como la salud, el bienestar mental y/o físico, el cuidado de si, la belleza, pero también otros algo más abstractos como “sentirse bien”, “encontrarse con uno mismo”, “disfrutar”15 son esgrimidos como los objetivos mentales de quienes se han convertido a la cultura fitness. Aquello que los socios-entrenados desean combatir, eso de lo que desean tomar distancia, no solo corporal sino también moral, es lo que se encuentra del otro lado de la ecuación: son todos los rasgos “negativos” asociados a la falta de entrenamiento del cuerpo. El sedentarismo16, la vida inactiva y, en última instancia, la enfermedad como producto de las anteriores, son parte de una cadena de elementos que es indicada como el reverso de lo que la cultura fitness implica. Contra esos valores, la industria del fitness ha establecido su lucha. Se trata de una batalla cultural que tiene rasgos de “cruzada”, donde algunos de los empresarios más importantes del sector han llegado a indicarse como los únicos capaces de llevarla adelante en pos del bienestar y la felicidad de la población17. Está claro que en esta batalla la industria del fitness lleva las de ganar: no solo por haber establecido una cadena de conceptos positivos alrededor del cuerpo -o los cuerpos- que propone (bello, sano, entrenado), sino también porque se ha convertido, en función de una alianza estratégica, en el portavoz del discurso médico. En otros términos, su oferta de servicios estéticos variados es legítima porque el saber médico la ha indicado como una de las mejores opciones para combatir las enfermedades del cuerpo de fines de siglo XX y 15 Una de las últimas publicidades en la vía pública de Megatlón equiparaba los términos “entrená” y “disfrutá”. Es interesante la resignificación del término sedentario que han realizado, en los últimos años, tanto el saber médico clínico, como el discurso entrenado, este último encarnado tanto en los profesores de actividades físicas como en la voz de los empresarios de la industria del fitness. Si hace años atrás, sedentario estaba asociado a “la población o raza, humana o animal, que permanece quieta en el país donde ha nacido, que no es emigrante o trashumante (Moliner, 1994), actualmente, para los portavoces de estos discursos, el término es significado como “la enfermedad del estar quieto”. Frente a ella, a la cual asocian casi todos los males físico-psíquicos, libran una batalla constante, a fin de revelarles a los sedentarios el camino de la vida saludable y la felicidad. 17 Al respecto de esto se puede consultar algunas de las revistas que publica Mercado Fitness periódicamente. 16 11 principios del XXI, desde la obesidad18 hasta la depresión. Es decir, este negocio apuntala su rentabilidad en el hecho de mostrarse como la única respuesta posible para las nuevas enfermedades del cuerpo, especialmente la obesidad, aunque en términos más amplios se trata de lo que hemos denominado la “vida sedentaria”. Volviendo sobre la relación entre prácticas del cuerpo y clase social, vale la pena recordar que, hace ya muchos años atrás, Bourdieu (1988) y Boltanski (1975) sostuvieron que los sectores superiores de la sociedad francesa estaban mejor capacitados para apreciar el valor social que el cuerpo reviste. Es decir, mientras que las clases populares tendían a subestimar su valor simbólico, los estratos superiores eran más proclives a realizar inversiones sobre él, especialmente de tipo económico, porque comprendían el valor que posee en tanto reflejo de representaciones positivas (de belleza, de salud y otras). Los empresarios de la industria del fitness parecen querer “desactivar” esta lógica que conecta pertenencia a las clases sociales superiores, por un lado, con los usos entrenados del cuerpo, por el otro. Para lograrlo, han propulsado toda una batería de recursos retóricos y discursivos que podrían resumirse en el siguiente: para convertirse al fitness, y tornear el cuerpo de acuerdo a los parámetros de la cultura, solo hace falta tener una “firme voluntad de cambio”, así como “fe en uno mismo”, por citar solo algunos de los clichés más conocidos. Sin embargo, ¿qué de la retórica discursiva de la industria del fitness es cierto y qué se encuentra alejado de la realidad? Si continuamos el análisis en función de la primera parte del escrito, hasta ahora hemos observado una relación bastante afín entre los barrios del norte de la Ciudad, los de mayor poder adquisitivo, y la frecuencia de gimnasios existentes allí. Al parecer, solo posteriormente, el radio de acción de la cultura fitness se extendió hacia las barriadas de los sectores medios de la Ciudad. O sea, en alguna medida, esto puede significar la extensión de este conjunto de actividades de ocio hacia los sectores medios, las cuales eran antes un privilegio exclusivo de los estratos sociales altos. En otros términos, como sostienen Reverter Masià y Barbany Cairó (2007:67), quizás, “el auge de las actividades de ocio se debe principalmente a la comercialización, dentro de las clases medias, de productos que eran propios de status más elevados”. O sea que, si así fuere, vemos que sí es necesario replantear el problema en términos de poder adquisitivo y clase social. 18 Como indican algunos estudios (Vigarello, 2011), la obesidad, que antaño tenía otras connotaciones y significados, hoy día ha sido “comprobada como epidemia” por el saber médico (2011:258), que la puede conceptualizar con mediciones cada vez más precisas. 12 A pesar de la operación discursiva de la industria del fitness, si prestamos atención a los requerimientos mínimos que exige matricularse en un gimnasio, volvemos a encontrarnos con que, ya no solo debido a que en un barrio de clase popular existen menos establecimientos disponibles, “pertenecer” exige una inversión monetaria propia de una posición de clase relativamente bien acomodada. Ya sea en una de las sucursales de las dos cadenas de gimnasios más importantes del país, en uno de los centros de fitness más selectos de Palermo, o en uno de los gym y& spa más exclusivos del barrio de Caballito, inscribirse requiere de hacer una inversión bastante onerosa. En promedio, la cuota mensual en estos establecimientos ronda los $ 400-500 pesos1920. Sin embargo, ésta se acrecienta bastante más si no contamos con ciertas características socio-económicas distintivas: en primer lugar, es necesario contar con una tarjeta de débito o de crédito para pagar el abono anual21 que es necesario “comprar” para asistir. Al mismo tiempo, es conveniente abonar el producto mediante el sistema de pago de débito automático para acceder a un precio con descuento. Es decir, este modo de compra excluye -a priori- a cualquier potencial cliente-entrenado que no se encuentre “bancarizado” y, aunque existe una modalidad de pago “no bancaria”, ésta es marginal entre los socios porque sus costos son muy superiores. Del mismo modo, el pago mes a mes de la membresía tiende a desalentarse -por no decir a prohibirse-. También, aunque existe un tipo de contrato mensual en todos estos establecimientos, éste resulta extremadamente oneroso, lo cual parece ser parte de una estrategia empresaria para evitarlo, así como a los potenciales clientes que intentan adoptar esta modalidad. Así que en definitiva, es muy probable que, luego de las averiguaciones del caso, esos potenciales socios-entrenados, que habían llegado a estos gimnasios con ánimos de inscribirse, terminen optando por otras opciones más económicas y menos exigentes, como algún gimnasio pequeño del barrio que, aunque menos selecto, se encuentra al alcance de las posibilidades de su poder adquisitivo. Conclusiones 19 Los valores son válidos para el primer semestre de 2014. En uno de estos gimnasios, la primera cuota es “doble” y ronda los $ 800. Luego, la segunda se reduce un 50 %. Esta estrategia parece funcionar como “barrera” de ingreso: solo los que pueden afrontar una primera cuota doble son aptos para entrenar en ese lugar. Aunque pareciera estar claro que esa no es la cuota real del gimnasio, ya que al segundo mes se equipara con el promedio general entre establecimientos, su valor es simbólico: establece quienes pueden ingresar y quienes deben elegir otras opciones más acordes con su capacidad adquisitiva y su clase social. 21 En uno de los casos puede optarse por un plan semestral. Sin embargo, esto acrecienta bastante la cuota. 20 13 En una de las convenciones más importantes de la industria del fitness argentino a la que asistimos, y donde se hicieron presentes los representantes más importantes de todos los gimnasios del país, uno de los expositores mostró una diapositiva al público. En ella, se veían tres objetos: una tarjeta de crédito, las llaves del auto y dos mancuernas22 cruzadas una sobre la otra. Como parte de una estrategia publicitaria, el gimnasio que había ideado la diapositiva intentaba presentarnos tres objetos simbólicos propios de un estilo de vida. Tener una tarjeta de crédito, poseer un auto y asistir a un gimnasio son elementos que aparecían concatenados como parte de un estilo de vida, pero que, al mismo tiempo, desde nuestra óptica, sirven para definir el público-consumidor al que la industria del fitness dirige su propuesta de servicios corporales. Creemos que este ejemplo puede ser útil para resumir lo que hemos intentado exponer en este trabajo: la existencia de una relación afín entre estratos medios y superiores y prácticas de entrenamiento corporal en gimnasios. En este texto hemos visto dos cosas: en primer lugar, el modo en que se diseminó esa propuesta de servicios dedicada al cuerpo en la Ciudad de Buenos Aires. Como hemos indicado, en los barrios del norte de la ciudad, los de mayor poder adquisitivo, es donde existe una oferta de establecimientos mucho más nutrida que en cualquier otro lugar. Luego, desde allí, la cultura fitness parece haber irradiado su potencia hacia los barrios de la clase media porteña. En última instancia, en los barrios del sur de la Ciudad, los de menor poder de consumo, en cambio, la oferta de servicios de este tipo parece haberse desplegado con mucha menor intensidad, sí es que lo ha hecho. Allí, la oferta es muy limitada. En segundo término, pasamos revista a los costos económicos necesarios de “pertenecer”, de ser miembro de la comunidad fitness. Así fue que vimos que dedicar tiempo libre al ocio entrenado requiere realizar gastos bastante onerosos, así como contar con ciertas características socioeconómicas para realizarlos, como estar “bancarizado”, o poder desembolsar el dinero necesario para “comprar” un abono anual y asistir a uno de estos establecimientos. Estas lógicas funcionan como barreras de clase e impiden el ingreso a muchas personas que pretenden penetrarlos en función de la vieja modalidad del club de barrio: pagando una cuota mes a mes y en efectivo. Es decir, ingresar a estos establecimientos requiere de adaptarse a normas nuevas, las cuales solo podrán ser cumplidas exitosamente por quienes revistan las condiciones adquisitivas de clase necesarias. 22 Es una pieza o herramienta que se utiliza para entrenar con pesas. 14 También habíamos hecho referencias a cierta retórica fitness que como estrategia de marketing puede ser muy efectiva, pero que sin embargo intenta velar los condicionantes de clase que se encuentran operando y que seleccionan al público consumidor de estos productos. “Tener fe en si mismo” o poseer “voluntad de cambio” no resulta suficiente para dedicarse a la vida entrenada, por el contrario, también parece ser necesario contar con una posición relativamente acomodada para hacer frente a los costos de crear un cuerpo a imagen y semejanza de lo que la industria del fitness nos propone como modelo. Bibliografía General Boltanski, Luc, Los Usos Sociales Del Cuerpo. Buenos Aires, Periferia, 1975. Bourdieu, Pierre, La Distinción. Criterios Y Bases Sociales Del Gusto. Madrid, Taurus, 1988. Dumazedier, Joffre. Hacia Una Civilización Del Ocio. Barcelona: Editorial Estela, 1964. Irigoyen-Coll, Cristina. "Esteroides Y Percepción Del Riesgo." Salud y drogas Año 5, no. 001 (2005): 119-137. Marx, Karl. El Capital. Crítica De La Economía Política. Tomo I. Vol. I. Libro Primero. El Proceso De Producción Del Capital. México: Siglo XXI, 1999. Reverter Masià, Joaquín y Barbany Cairó, Joan Ramon. “Del gimnasio al ocio-salud. Centros de fitness, fitness center, fitness & wellness, spa, balnearios, centros de talasoterapia, curhotel”. Revista Apunts. Educación Física y Deportes, 4º trimestre de 2007: 59-68. Rodríguez, Alejandro. "¿Diferentes Clases? ¿Diferentes Barrios? ¿Diferentes Cuerpos? Análisis Preliminar Sobre La Oferta De Gimnasios Privados De Entrenamiento De Los Barrios De La Ciudad De Buenos Aires." en 1º Jornadas de Jóvenes Investigadores en Formación. 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Suplemento Líbero, Página/12, 03-05-2009. 16 Anexo Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Año 2011 Agrupamientos Barriales Cantidad de Gimnasios Porcentajes Belgrano – Colegiales 52 10,92 Palermo 51 10,71 Caballito - Parque Chacabuco 48 10,08 Recoleta 45 9,45 Villa Urquiza - Villa Pueyrredon 27 5,67 Almagro 25 5,25 Balvanera 20 4,20 Coghlan - Nuñez – Saavedra 18 3,78 La Boca - Barracas - Pompeya 17 3,57 Flores 17 3,57 Monte Castro - Villa Devoto - Villa Real 17 3,57 Mataderos - Parque Avellaneda 15 3,15 Villa Crespo 14 2,94 Boedo 12 2,52 Floresta - Velez Sarsfield - Villa Santa Rita 11 2,31 Liniers - Villa Luro - Versalles 11 2,31 La Paternal - Villa General Mitre 10 2,10 San Nicolás 10 2,10 Agronomía - Villa del Parque 9 1,89 Constitución - San Telmo 8 1,68 Monserrat 8 1,68 Villa Lugano - Villa Soldati - Villa Riachuelo 8 1,68 Parque Patricios 7 1,47 Chacarita - Villa Ortuzar - Parque Chas 6 1,26 San Cristóbal 6 1,26 Retiro 4 0,84 Total de Gimnasios CABA 476 100,00 17 Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Año 2011 Agrupamientos Barriales Cantidad de Gimnasios Porcentajes Belgrano - Colegiales 52 10,92 Palermo 51 10,71 Caballito - Parque Chacabuco 48 10,08 Recoleta 45 9,45 Villa Urquiza - Villa Pueyrredon 27 5,67 Almagro 25 5,25 Zona 1 – Barrios con Más de 25 Gimnasios 248 52,10 Balvanera 20 4,20 Coghlan - Nuñez - Saavedra 18 3,78 La Boca - Barracas - Pompeya 17 3,57 Flores 17 3,57 Monte Castro - Villa Devoto - Villa Real 17 3,57 Mataderos - Parque Avellaneda 15 3,15 Villa Crespo 14 2,94 Boedo 12 2,52 Floresta – Velez Sarsfield - Villa Santa Rita 11 2,31 Liniers - Villa Luro - Versalles 11 2,31 La Paternal - Villa General Mitre 10 2,10 San Nicolás 10 2,10 Zona 2 – Barrios con Entre 10 y 20 Gimnasios 172 36,13 Agronomía - Villa del Parque 9 1,89 Constitución - San Telmo 8 1,68 Monserrat 8 1,68 Villa Lugano - Villa Soldati - Villa Riachuelo 8 1,68 Parque Patricios 7 1,47 Chacarita – Villa Ortuzar - Parque Chas 6 1,26 San Cristóbal 6 1,26 Retiro 4 0,84 Zona 3 – Barrios con Hasta 9 Gimnasios 56 11,76 Total de Gimnasios CABA 476 100,00 18