Quticrreí ¡CÓMO PASA EL TIEMPO! —¡Y pensar que a este rio lo he visto yo nacer! sante no tiene mas que poner su nombre, o un seudónimo cualquiera, en el cupón Inmediato, y recortar y enNuestro ilustre Jefe, que tanto de- viarnos ambos a esta Redacción, Pabe al bello sexo 7 que tanto fervor seo de San Vicente, 20. Madrid. •lente por la mujer española, que es GUTIÉEBEZ publicara las estampala mas española de todas las muje- ciones, y los lectores de esta Revista res (¡blenl), ha organizado un con- se van a dar el gustazo de votar (uticurso para que temen parte en él lizando el cupón que Insertaremos en nuestras guapísimas lectoras. el momento oportuno) por loa labios Se trata, sencillamente, de que en que más de su agrado sean. el lugar destinado ad hoc en la pa- A la feliz mortal poseedora de la gina 23 estampen sus labios rojos, boca que obtenga más votos la obseprevia una poquita de coba con el quiará GUTIÉBBEZ con una magnifica carmín. Hecho esto, la bella concur- y moderna BATERÍA DE COCINA toda ella en color rojo coral, de moda, NUESTROS CONCURSOS LABIOS ROJOS abundantísima en piezas, regalo de la popular FERRETERÍA "EL MENAJE" Y entre nuestros lectores que hayan coincidido en votar a la premiada se sortearán DOSCIENTAS CINCUENTA PESETAS en papel moneda legitimo. El plazo de admisión de besos terminará el día 6 de diciembre, y, a partir de esa fecha, empezará la inserción de impresiones labiales y se anunciará el plazo de admisión de votos. ¡Ea, puesl EL MENAJE FERRETERÍA ARTÍCULOS DE LIM- PIEZA, ELECTRICIDAD, — LOZA Y CRISTAL — Princesa, 46 MADRID Vista general de la hermosa batería de cocina con que la popular ferretería El Menaje obsequia a nuestras bellas lectoras, tomada desde la torre de Santa Croe. ^iniiiiiiiiiuiiuiiiiiiiiiiuinniiminininruiíiiniiiiiiiiiuiiiiiiiimiiiiiiiiiiuiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiriiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiniuiiiii Concursos de "Gutiérrez" i LABIOS ROJOS (Véanse las bases de este original concurso en otra página de este número.) Remite (Nombre e teudánimo y residencia) Ltwar pan el bato a riiiiiiiiiinniiiniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiuiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii; Qníué Año II Madrid, 24 de noviembre de 1928 LA TRINCHERA NUEVA, POR K-HITO -Sí; un cuarto de kilo más de lámparas. Voy a ir a un te aristocrático. Núm. 78 GUTIÉRREZ DIRECCIÓN GENERAL i '1 ,TC CUENTAS ATRASADAS Negociado de Incobrables Ha llegado al superior conocimiento del Jefe que suscribe la noticia de que uu señor que conserva el anónimo ha hecho donación de dos billetes de la Lotería de Navidad a los guardias conmúnmente llamados ''de la porra'*. Conforta el espíritu ver cómo el pueblo se va compenetrando con los agentes de la Autoridad. Debo reconocer a fuer de imparcial y observador que la aparición de las porras en las calles de la gran urbe causó algún recelo. Se venia hablando mucho del uso dado a semejantes artefactos por los guardias de otras naciones, tan entrenados en el manejo de la porra que—a decir de los enterados golpeaban con ella la cuca del malhechor, quien tras unas vueltas trágicas, caía al suelo sin sentido. Llamo la atención de mis lectores sobre el hecho de ser el Jefe firmante el primero que a los quince días escasos de tomar los guardias posiciones estratégicas en las rúas, cruzó denodadamente, a menos da tres metros de uno de ellos, sin reparar siquiera en que un mazazo en la nuca le hubiera incrustado el patador del cuello en la nuez . No pretendo con ello alardear de sangre fría y valor sereno. Pero si digo que entonces quería yo ver a los valientes. Enviarles hoy dos billetes—guardando el anónimo por si acaso—no tiene importancia alguna. Ya sabemos que no hay cuidado y que incluso están dotados de una urbanidad especiallsima. Los niños, al pasar, les tocan la porra y como si nada. Las domésticas les sonríen. Y yo me permito dirigirme en atento oficio —como por el presente lo hago—al guardia déla porra desconocido, para felicitar a todo el Cuerpo de Guardias urbanos, admiración de propios y extraños, evidenciando esta cordialidad que existe hoy entre guardias, peatones, automóviles, camiones y camionetas. Todos somos unos y cada uno cumDle como mejor puede. Si el guardia se vuelve a ver qué hora es, en ese instante se deslizan por sus espaldas diez y siete transeúntes y tres camiones irrumpen en lis aceras- Y es que ahora la porra ha pasado a ser, como los bargueños, un objeto decorativo . Sabemos que la llevan enfundada y no prescinden de ella totalmente para que esa compenetración que hoy existe no se convierta en un abuso de confianza La porra en la funda, como el Cid fiambre, gana aún las batallas• Dios guarde a usted muchos años. Madrid, 24 de noviembre de 1928. El Jefe del Negociado de Incobrables, ..y Al Guardia de l a p o r r a d e s c o n o c i d o . — ¿Qué "quedrás" ser cuando "crezgas", Bautista? — Carnicero. —¿"Pa" qué? —"Pa" venderle barata la carne a mi madre. Periódicos y revistas NUEVO DIARIO Hemos recibido el primer número del nuevo diario titulado La auténtica o inconfundible Iberia, que se publicará los días de Lotería. El periódico, de artística presentación, contiene por un lado nada, o sea que está en blanco para que los niños de la casa puedan pintar monigotes, y por el otro lado una lista con todos los números que han salido premiados y hasta algunos que no salido. El periódico es amenísimo y tiene números preciosos, algunos capioúas y todo. En quince miles trae un extenso surtido. Deseamos muchos éxitos al nuevo colega. "LA GACETA LITERARIA" Estamos seguros de que vamos a recibir de un momento a otro un número especial de La Gaceta Literaria. dedicado al "Vértice matemático del triángulo isósceles del meridiano Madrid, Zaragoza y Alicante." El número será un resumen de la divisibilidad indocumental del arte regional, elevado a la biología literaria armónica y fundamental de la poesía moderna. Palabra. CATALOGO INTERESANTE Se ha publicado el catálogo mensual de la casa "Transpons, Puig y Cia." El número correspondiente a noviembre consta de las nuevas cotizaciones de plomo, litargirios, minio y aleaciones y estadísticas de consumo mundial' y tarifas de aranceles. Por su artística presentación, moralidad de su texto e interesante contenido, su lectura se recomienda a las jovencitas, ya que es publicación Que puede ponerse sin peligro en todas las manos. GUTIÉRREZ DE MÚSICA La orquesta Cacofónica Anteayer se celebró en la sala de billares del Bar Tolomé el tercer concierto de la Cacofónica, dirigida por el célebre maestro Corchea. La orquesta ha sido reforzada con algunos valiosos elementos, como un nuevo bombo, procedente de la Gimnástica, y otro que toca eso de los afiladores. El programa era selectísimo y propio para familias. Primero estaba anunciada una pie. cecita de un músico novel, un tal Mozart, llamada "Suite en sí"; pero el público dijo que no, y en compensación tocaron el "bejarana, no me llores", que fue coreado por todos los presentes. A continuación, la orquesta tocó "Sol de Andalucía" (pasodobUe) y "En las estepas del Asia Central" produciéndose numerosos catnrros en la sala a consecuencia del brusco cambio de temperatura. El "clou" del concierto estaba en el estreno de "Fachada sinfónica", del polaco Rodríguez, a quien se considera como el más atrevido innovador de la música moderna. Esta obra había despertado tal curiosidad, que todos los jugadores de biliar dejaron el juego sólo para escucharla y hubo uno que dejó una carambola de tres tablas a medio hacer en la segunda tabla. U En efecto; se trata de una página inspiradísima, abundante en semifusas, y con unas corcheas estupendas. En la primera parte hay un "do" que vale lo menos "tres". Aquella parte que hace "Piruliruli, plim, plim, trilurilurá, trilurilurí, plim, plam" es realmente formidable, y lo mismo cuando el bombo hace "¡pom, pom!", mientras el cornetín "jtatará, tararí, tarará!". OLa novedad consiste en que cada instrumento va por su lado, sin que, ni por casualidad, dos de ellos toquen la misma nota ni una sola vez. Tal era la emoción de, la música, que la carambola de tres tablas dejada a medio hacer se hizo aola de retroceso. Para final, y como de costumbre, la orquesta tocó la jota con la perfección a que nos tiene acostumbrados. En suma: un nuevo éxito de la Cacofónica. DESPUÉS DEL RESBALÓN —¡Me parece que se regocija a costa de mi persona, no? —No, señor, no; a costa mía: ¡el plátano me cuesta quince céntimos! LA PRIMERA CARICIA La madre.—¡Qué serio eres! Nunca le dices nada al chico. No se te ocurre hacerle caricias. El padre.—Tururú... GUTIÉRREZ •AIMtH MURO HABAS HORROR QUEMADO BARBAS BOtTES MALA BACÍAS a que los muros son de piedra de sillería—hemos leído muchas veces—, el incendio no los destruyó." En cambio, en el fuego de la fábrica de muebles de La Corufia, la tillería fue pasto de las llamas. Que quede esto sentado... en la sillería. G USIA también tiene sus llamitas. Los campesinos ricos se sublevan contra los soviets y pegan fuego a las granjas. Procedimiento radical de cocer las legumbres y de cauterizar los granos. Por supuesto que en todas partes cuecen habas. R NDAN en. Santander horrorizados porque el lobo, como un recaudador de contribuciones, al hombre no respeta. Al hombre no res...peta; pero al lobo sí res...peta, o si que le peta la res. A o hizo bien La Voz diciendo al concejal Sr. Chicharro—al veri© congratulado porque el actual Concejo madrileño lo ha resuelto todo—que no sabe qué cosas ha resuelto. Tenga en cuenta el colega que, a poco que se queme ese señor, es N ChicfJiarr&n. NTONIO Barbero, el director de La Pantalla, ha recibido un gran homenaje por el creciente éxito de su revista cinematográfica. Justo jabón que se le ha dado. Jabón a un Barbero. ¡Muy justo, sí, sefior! (Especialidad en bigotes a lo Charlot.) A ICEN que la tripulación del "Vestris" se portó muy mal con los pasajeros. Se montaban en los botes sin más ni más. ¡Toma, no! ¡Como tontos! ¡Como tontos del hote! Ahora, que el asunto ha caído en manos de la Audiencia, y están otra vez con el agua al cuello. D y, qué pluma ésta' Me costó diez y siete pesetas, y mire usted qué mal escribe. A ¡Qué asco! Como que se acabó el Balduque por hoy. Menos mal que las iniciales grandes me recuerdan la bella ciudad andaluza del Duero, el Genil y el Miño. ¡ YA ¡YA ESTA! LLEGÓ! Según venimos anunciando, el próximo sabido día i.° . .e iJiciembie se pondrá a la venta nuestro ODONTÓLOGO Prepárese usted a reírse un rato a costa de ios dentistas ¡ La hora de la venganza se acerca! ¡EL SÁBADO PRÓXIMO' EL SABAEO PRÓXIMO CRÍMENES, ROBOS Y ESAS BOBADAS LAS VIDAS DE LOS GATOS Sevilla de los Gallegos, 3.—La apisonadora de hermosa piedra berroqueña que emplean en esta ciudad para pegar bien sobres, planchar los puños al secretario y arreglar las carreteras, ha tenido la desgracia de tropezar con una tachuelita y pincharse en la barriga del hermoso cilindro pétreo. Inmediatamente fue solicitado un gato del primer auto que pasó por allí, para levantar la apisonadora y poner un parchecito de goma para los paraguas en la piedra pinchada. Mas la apisonadora, que pesaba muchas arrobas euando la compró el Munieipio, y ha engordado desde entonces, empezó a caerse sobre el gato, cuando estaba algo empinada, y le mató las seis primeras vidas. Pero como los gatos tienen siete, con la séptima vida se defendieron... y allá va la nave, quien sabe do va. LIDIA NUNCA VISTA Lugo de los Andaluces, 4.—En esta bella ciudad levantina se pusieron de acuerdo dos bueyes de carreta, que se conoce que habían leído las aventuras de un toro escapado, y empezaron a embestir al alimón, con carreta y todo. Hubo carreras, sustos, gritos, rotura de cristales y cierre de tiendas. Surgió un torero—Gígantito chico—:, como es moda en esto de los toros escapados, y dio algunas verónicas con la gabardina, ciñéndose al cubo de las ruedas, que... ¡bueno! Luego dio unos pases de muleta estupendos, algunos ligados, sobre todo cuando la carreta se revolvía pronto, maniobrando con marcha atrás en una calleja. Luego pidió dos estoques, citó a banderillas, esperó sereno, quebró con maestría y dejó la espadas basta la bola, quedando la cañeta patas arriba, con las rued.is girando un rato, como las de un afilador. Se piden para Oiganlilo chico un par de cruces de estas de Beneficencia, Y es justo. GUTlERfT DIBUJO DE ROBERTO No será porque no te dijo que desconfiaras de é!, que era mudo. -¿Y qué? Pues que los mudos .son gente que no tiene palabra. GUTIÉRREZ LAS MAS BELLAS HISTORIAS DE AMOR Y DE DOLOR «i ACTO PRIMERO UN BAUTIZO EN LA BOMBILLA (La escena representa un merendero en la Bombilla. Al fondo se ve el Manzanares. Un poco más allá, la Cibeles. Después, el Rastro. A la izquierda, la parada en Palacio. A la derecha, la Puerta del Sol. Luego, la Cibeles nuevamente. Más lejos, la parada en Palacio otra vez. Todo muy chulo. Muy flamencote todo. Y es que estamos en Madrid. En este bendito pueblo, todo corazón, emperador del donaire y la chulería. En el merendero se celebra el bautizo del hijo de la seña Encarna, la maestra bordadora. Y en la fiesta están todas las pantaloneras madrileñas, excepto una, que ha ido a coger peces al Jarama, pero que en seguida viene. Los repugnantes estudiantes hacen el amor a las candidas modistillas mientras bailan un schotis que, dándole al manubrio, hace salir de un organillo un joven pálido, con gorra, pero muy decente. El COFO de caballos, junto a una mesa, toma torrijas muy contento. Es Primavera.) té. ¡Modistillas y estudiantes! ¡Plaza Mayor 1 ¡Mataderos! El Rastro. Puerta de atocha. La Cibeles. Cabestreros. (Se van llorando por la izquierda, enormemente conmovidos.) NATI. — (Columpiándose en una longaniza y conviendo callos.) Yo feoy Nati, la castiza pantalonera, que ha nacido en la calle del Tri'bulete, número diez y siete, y uso zapatos de tafilete. Amos'anda. Amo a Francisco, y Francisco me ama. Amos'anda. Pero cuando él me dice sentidas palabras de amor, yo, en vez de contestarle formalmente, no tengo más remedio que responderle con una chulería, pues para eso he nacido en sienta peor que un uniforme de bombero.) PACO.— (Peinándose con un mar- tillo.) Yo soy Francisco, el honrado electricista. Nos h'amolao. Quiero a Nati con locura; pero siempre que la digo sentidas frases de amor me contesta con una chulería, pues la pobre es de Madrid y no tiene más r.iemfeidiSo. Nos h'amolao. ¡Así llevo cinco años! ¡Es tremendo! En fin. Voy a exponerla mi amor nuevamente, como llevo haciendo todos los meses—cada vez que se, celebra el bautizo del hijo de la seña Encama, (ha dos vueltas en un ladrillo, y después re acerca a Nati, que se ha sentado unto a una mesa.) Hola, Nati. NATI.—Moscas tres. PACO.—Estás cada día más guapa, j Nati. 4 NATI.—Te diré. PACO.—Te quiero, Nati. ' : NATI.—Es lo suyo. PACO.—Estoy loco uor ti. NATI.—;La caraba! PACO.— (Aparte.) ¡Dios mío! ¡Dios mío! Ella es una castiza pantalonera de Madrid y no puede contestarme más que con chulerías. ¡Qué desgraciado soy! NATI.—(Aparte.) ¡Cuan sufre el pobre! ¡Pero yo he nacido en la calle del Tribulete, número diez y siete, y no puedo responderle más que de esta manera castiza! ¡Qué asco de vida! (Llora.) ANTONIO CASERO.—(Saliendo nue- vamente, seguido de Velaseo Zazo, llépidc, Fernando Delgado y Cubero.) ¡Madrid! ¡Calle de la Ruda! ¡ Calles de Prim y Princesa! ¡Fuente del Berro! ¡Cascorro! ¡Chamberí por Hortaleza! (Le mojan la oreja a un caballo y ne van conmoindísimos por la izquierda. Al terminar este acto, los repugnantes estudiantes han engañado a las infelices modistillas, y éstas les echan vitriolo a la cara. Pero, como tienen un hermoso corazón, se arrepienten en seguida y todos bailan un achotis muy ceñido.) CORO DE PENCOS. — ¡Viva Madrid, que es mi pueblo! TODOS.—i Viva! ACTO II IX BAUTIZO EN LA PRADERA DE SAN ISIDRO CORO DE PENCOS.—¡Viva Madrid I TODOS.—¡ Viva! la calle del Tribulete, número diez y siete, y soy pantalonera. Amos'anpor la derecha, seguido d-i Velasro Zazo, Répide, Fernando Delgado, da. Este caso nuestro es uno de los y Cabero, que van cogidos de la vta- más bellos de amor y de dolor. (Bebe un vaso de tinto con sifón, que. le 110 y mv.y tristes.) ANTONIO GASERO. — ('Apareciendo (Han pasado cincuenta años. La escena representa la pradera de Van Isidro. Hay gran algazara, pues .•a celebra nuevamente el bautizo del •;ijo de la seña Encama, que ya está n.-cho un hombre. 1 GUTIÉRREZ Al fondo se ve la Cibeles. Y el Rastro. Y el Manzanares. Y la Puerta del Sol. Y la parada e.n Palacio. Y es que estamos en Madrid. En este bendito pueblo, todo corazón, emperador del donaire y la chulería.) ANTONIO CASERO. — (Apareciendo otra vez, seguido do Répidfi, Velasco Zazo, Fernando Delgado y Cabero.) ¡Salón del Prado! ¡El Viaducto! ¡Casa Botín! ¡Herradores! ¡Calle Alcalá! ¡Guindalera! ¡Ribera de Curtidores! (Toman un quince con limón y si van bárbaramente eiiwciovados, con las lágrimas en los ojos ¡i todo.) NATI.•— (Abanicándole con un soplillo.) Hace cincuenta y cinco años que vengo al bautizo ('.el hijo de la seña Encarna y que se rae declara Francisco. Pero yo no puedo contestarle seriamente porque, como dije en el acto anterior, yo soy una castiza pantalonera y estoy en Madrid. ¡Soy desgraciadísima! ¡Allí viene el pobre! ¡Qué viejecito está ya! CORO DE PENCOS.—¡Qué amor tan desgraciado! ANTONIO CASERO. -— (Apareciendo seguido de Zazo, etc.) ¡Calle de Preciados! ¡Carmen! ¡Leganitos! ¡Malasañal ¡Plaza del Rey! ¡Bordadores! ¡Barquillo! ¡Plaza de. España! (Se vuelven a marchar conmovidísimos. Cae la tarde. Sopla el aire de la sierra. Es Primavera.) NATI.—¡Es verdad! ]Es verdad\ ¡Vamonos a Albacete! CORO DE CHULAPOS.—¡Es cierto! ¡Vaya idea! (Cogen el tren en la estación de las Pulgas y se van todos nmji contentos a Albacete. Allí Fran- ACTO III LA IDEA (Es Primavera. Han pasado treinta años más. La escena representa la verbena de la Paloma. Se celebra el bautizo del hijo de la seña Angustias, que ya padece de reumatismo.) NATI.— (Limpiándose, las uñas con la punta do un estante.) Siento que mi muerte se aproxima y mi amor por Paco no disminuye. Pero es preciso que yo le siga diciendo extrañas chulerías, pues para eso estamos en Madrid. PACO.—(Sonándose con un felpudo y apareciendo por la izquierda muy contento.) ¡Qué feliz soy! ¡Se. me ha ocurrido una gran idea! Nati no puede contestar seriamente a mis frases de cariño porque es pantalonera y estamos en Madrid. NATI.—Es cierto. ¡Esta es la causa de que te conteste siempre con chulerías! PACO.—Pues bien. Se me ha ocurrido una excelente idea. Vamonos a ATbaiCete, y allí me podrás contestar seriamente. cisco dice a Nuti que la. quiere, y ella va y contesta que también le, adora, sin decir "amos'anda" ni nada, pues estando ya en Albacete no tiene obligación de decirlo. Y se casan y son felices. Pero en esto aparece Antonio Casero, seguido de Delgado, etcétera, y dicen muy serios y bastante irritados.) Ya Madrid no es el que era. ¡No hay juventud ni respeto! ¡Ya nadie va a la Pradera, y los jacos usan peto! (Y se echan a llorar. Y todos se echan a llorar también, y, arrepentidísimos, se vuelven a Madrid, en donde vuelven a celebrar el bautizo del hijo de la "seña" Encarna. Y asi están otros cincuenta y cinco años, hasta que se mueren.) Miguel SANTOS (Ilustraciones de Mihura.) FRANCISCO. — (Apoyándose en un bastón y bebiendo agua de Lozoya.) Hola, Nati. NATI.—Amos' anda. PACO.—Te, quiero cada día más. Tengo setenta y cinco años; pero aún estoy fuerte, gracias a los hipofosfitos. NATI.—¡La caraba! PACO.—Si tú quisieras, aún podíamos ser felices... NATI.—Escupe, Guadalupe, que te. has tragado un pelo. PACO.—Casémonos, puesto que somos libres. NATI.—¡Es lo suyo! PACO.—(¡Dios mío! ¡Qué espanto! Jamas podré alcanzar la felicidad que deseo, pues estamos en Madrid y ella es una castiza pantalonera, que ha nacido en la calle del Tribulete. número diez y siete. ¿Qué hacer, santo Dios?) NATI.—(¡Cuan sufrimos!) El que está ahogándose.—¡Que no sé nadar!... ¡¡Que no sé nadar!!... El de la orilla/—¡Ni yo tampoco, señor mío, y no doy tantas voces! GUTIÉRREZ 10 El abuelito quiere saber Pequeña duda de Juanihasta qué punto ha estudia- to. "¿A qué reino pertenedo Juanito su lección de cerá el abuelo?" Por fin, Ciencias, y le pregunta: contesta animosamente: —Vamos a ver: el caba—Al reino vegetal. llo^ el perro y el hombre, —¡Jesús! ¿Y por qué? —¡Porque tú decías ayer, abuelito, que a tu edad ya no se hacia más que "vegclar"! Un marido: Yo no sien, to ninguna simpatía por un ja qué reino pertenecen? —Al reino animal. —¿Y las plantas? —Al reino vegetal. —¿Y el hierro -y todos los metalest —Al reino mineral. hombre que pega a su. —Muy bien. Ahora, di- mujer. me: yo, ja qué reino perteOtro marido: Un nombre nezcof que puede pegar a su mu- Ella.—Bueno: ¿cuándo te decides a pedí; me? El.—Chica, me da mucha vergüenza; pero si te empeñas, préstame diez duros. jer no necesita para nada en salir a la calle cuando dan la hora. la simpatía de nadie. * * * — C h i c o , / ' • • • ; una tempo. rada que no puedo cerrar un ojo en toda la noche. ¿Qué liaría yof —Pues... boxea con Vücudun. * ** •—ESJ de ¡,i radiotelefo- nía t-s mtnrirabU', Ayer estuvimos oliendo 'J'iuuiliou.seT'. —¡Oh! yo no busco nun- —Ya ves: tú te quejas de tu desgracia, y este pobre ni cabeza tenía. El Tío: ¿Cuál de vosotros es más aplicado en la escuela? Willie: Yo soy el primero en ealifrafia. Fred: Yo soy el primero en aritmética. El Tío: Muy bien, muy bien. ¿Y tú, Frite, en qué ca esas pequeñas estacioeres el primero? nes. Yo sólo oigo París y Fritz: Yo soy el primero Londres. 11 GUTIÉRREZ EL HOM3RE QUE YA NO SE ASUSTA DE NADA H I S T O R I E T A , P O R M I H U R A it/s. \ \ GUI 12 de tercera. Se entabló un pleito sobre si el mixto lucía o no, y mientras tanto los geraelo3, en un puño, lloraban BU desgracia y la falta de leche. La madre era buena, las mujeres de la vía suelen ser buenas todas, y entre sus amistades contaba La mejor higiene domicon la de este abnegado carabinero. nical te la proporc'OiHieú El doctor Navarro Fernández, emoun barreño, minea v.n ora- cionado, enseñó los gemelos, y el púdor. blico, en pie, le aclamó, UN MITIN SANITARIO Cicr.itóN. A continuación, Pepita IAIZ de Aüer, distinguida poetisa sordo-muEl cine de la Kncoiuienda, repleda, recitó por señas un canto ultraisto de un público soléelo, huele como ta en honor del agua de Carabaña; para renunciar a la divulgación hipero al querer matizar uno de los giénica. Este público de Madrid, pasajes del canto, metió un dedo en buenazo y populachero, prefiere, en un ojo al compañero de al lado y vez de lavarse los pies en estos destuvo que suspender el cnnlo liara escansos dominicales, oír de bocas au- quivar la pedrada que !a tiraron destorizadísimas las ventajas del baño; de el anfiteatro. pero, en fin, todo sea por la higiene. El doctor Sonda, joven ginecólogo El humilde cronista se sienta en que no ve más enfermos que dos souna incómoda butaca, entre un ba- brinitas que tiene con el sarampión, rrendero y una flamenca, de rompe encomió el uso del baño de asiento y rasga. durante los meses calurosos. Se hace la luz en las candilejas Cree que para el mejoramiento de y ante mi vista, algo cansada, apala raza, lo mejor es el reconocimienrece' una heterogénea cuadrilla de to médico prematrimonial, a doce, oradores, desde un bombero hasta cincuenta certificado; por lo menos un especialista en partos; dos señotocaríamos todos a algo, el novio y ritas, una guapa y Joven; la otra selos especialistas sin trabajo. (Ovaguramente conoció los primeros ción.) traspiés de Noé y oyó hablar del coLudovico del Ramo, joven poeta queteo de Eva unos años después. de Huete y dependiente de la tienNavarro Fernández, el p.póstol laico da de mercería "El Lirio del Valle", de la higiene dominical, pronunció recitó una poesía realista a la amaunas elocuentes palabras. Es el mi- da tuberculosa, de la que no podetin 2.20O; encomia la campaña por mos por menos de reproducir algún él ideada y p>ide la cruz de Benefipárrafo: cencia para un carabinero que amamantó dos gemelos, hijos de una Pobre flor de cabaret, guardabarrera que en un día de toreo llamaba Sinforosa. menta en la oscuridad no vio el mixJamás conoció un bisteck to y murió destrozada por un vagón y murió tuberculosa. Sangre escupió, la música sonaba, con un señor Sinforosa bailaba un tango triste y sentimental. —¡iSefíor, me siento mal!! (dijo llorando, pobre cocot). —¿Quieres un té? —No, un entrecot. Y así vivió siempre ojerosa, pobre tanguista, la Sinforosa, hasta que un día que nevó, ¡¡Sinfo murió tuberculosa!! R. I. P. —¡Maldición! Se hace de noche, y tengo el coche sin luz... -—No te apures. Mira, allí hay una vela. El público, emocionado, llora; las mujeres le aplauden, los hombres se hacen lenguas y los niños se hacen aguas. Todo es emoción. Sube una Comisión de perreros al palco escénico y se llevan accidentada a una de las oradoras. Restablecido el orden, el culto abogado y colaborador deportivo del INCOfl —Tampoco hoy podemos coge: — ¿Hemos olvidado alguna mi —No. Se noa han olvidado dos diario La boina azul, entona un canto al boxeo, en las escuelas, para acostumbrar a la raza a los golpes y a los juicios de faltas. A continuación, el ilustre médicolegal don Bernardina del Sepelio, muestra un hueso de adulto en bastante buen estado; este hueso fue encontrado envuelto en un papel, bajo un banco de la Moncloa. Ante la estupefacción de todos, descubre EL NUMERO ODONTÓLOGO DE «GUTIÉRREZ» 13 1 AX4.024 DIENTE '' tren, Pedro. que este hueso perteneció a su señora, que huyó hace veinte años con un contrabajo de Eslava; siguió las huellas de ambos hasta ios solares del cirdo Krone; en el circo perdió la pista, que encontró más tarde en la Moncloa, y reconstituyó el EuceBO: un terremoto óxido telúrico, tan corriente en los alrededores de Madrid, hizo desaparecer el banco y enterró a la amartelada pareja, que SE PUBLICARA EL SÁBADO DÍA 1.° DE DICIEMBRE murió de asfixia, de gripe y de cólico epático; una vez bajo la tierra, los insectos carniceros la tomaron primero con la señora y luego, con trabajo, con el músico; poco después la larva tarraconense devoró los trajes, el oidium del queso destrozó el calzado y, por último, las moscas osteófagas de Gil y Moa so cargaron los huesos. Pero mi talento es grande—dice—. Ver un hueso y reconocer a mi infiel señora todo fue uno. El misterio está acibarado; l¡i medicina forense nacional viste cíe gala. Una ovación delirante premió la notable disertación del saino profesor y sobre él, como cálido homenaje, cayó una lluvia de huesos de aceituna que por poco le deja tuerto. La señora viuda de Cabo, de la Sociedad Protectora de Animales, se dolió del bárbaro modo que los carreteros pegan a las muías, y propuso que para evitar estas escenas las peguen con goma. El doctor Relimpio preconizó el uso del vino con sifón como eupéptico en los enfermos de úlcera gástrica; cree que el aguardiente en ayunas es el mejor preservativo contra el cáncer, y hace ver lo antihigiénico que es colocarse en la cinta de! sombrero el palillo que dan con las anchoas. El presidente, señor Ronquillo, alcalde de Higueruela de Enmedio, hace el resumen del acto por señas, pues no sabe hablar; pero por sus gestos podemos anunciar que el mitin próximo se celebrará en la plaza de toros de Tetuán, siendo obsequiados los asistentes con pilongas y números atrasados de la revista de vulgarización sanitaria El pie ino- doro. Salgo a la calle. En la esquina de Mesón de Paredes me arrojan desde un balcón un papel de cabezas de sardinas, dos portales más adelante, la portera me vuelca un cubo de basura, un borracho arroja a la vía púíblica unas inquietas judías que no rimaban con el tinto, un niño hace aguas mayores en la acera, un mayorcito las hace menores, pero abundantes; piso unas mondaduras y por poco me mato. El carro de la basura, pietórico y descubierto, nos rocía de detritus. Llego a casa cerca de las tres, sucio, ojeroso y maloliente, pero en mi pecho alienta la esperanza: vengo de un mitin de higiene social. Mi mujer sonríe chungona y el perro me ladra Félix HKRCE LA CRITICA Una vez más la crítica periodística ha estado cruel. Nos habían dicho que ¡Viva Madrid, que es mi pueblo! era una película digna de consideración Pero la crítica... ¡Ah! Los zambombazos despiadados que a la producción nacional—;eso es proteger y lo -Jemas son cuentos!—largaron los revisteros de los diarios nos dejó perplejos. ¿Quién llevará razón? Y vimos ¡Vira Madrid, que es mi pueblo! y nos pareció una gran película, llena de interés, repleta de emoción, que nos muestra un Madrid insospechado. Verdaderamente, no creíamos que este nuestro Madrid ofreciera a la pantalla tan soberbias perspectivas. Faustino Bretaño tiene momentos geniales en la cinta; Marcial Lalanda se revela como un actor sobrio y consumado; Celia Escudero, formidable como artista y como mujer. Pero la crítica... Llevamos mucho tiempo soportando películas extranjeras en las que, cuando el actor está mal, decimos que tiene sensibilidad, carácter, sentimiento y otras tonterías por el estilo. Basta, en el cine, que el actor se quede mirando fijamente a la dama unos segundos para que digamos que está formidable. Si resiste mirando medio minuto, el éxito raya en la locura. ¡Qué bien! ¡Qué bárbaro! ¡Qué bestia! Y nos vamos tan tranquilos y satisfechos. Y con lo nuestro, duro que es tarde. Para eso está la crítica, para meterse con la producción nacional... y para recomendar artistas para que las contraten las Empresas, porque si no... El turista.—Pero este pueblo debe ser muy aburrido. El guía.—¡Ca, no lo crea usted! El mes pasado tuvimos un eclipse de luna. GUTIÉRREZ 14 Anécdotas hisí';r;cíis te! sexo débil AVIE KL CADALSO María Antonieta tenía toda la altivez de carácter propia de los austríacos y de las dueías de casas de De vez en cuando conviene pasearhuéspedes. se un poquito por el campo de, guEl día en que por primera y úlles (1) de la Historia. tima vez subió los escalones de la Paseémonos hoy, ya que no hay guillotina, resbaló en. una cascara de cosa mejor que hacer, y estampemos Inglaterra se encontró debajo de, su plátano que había djeijado cater el aqui, para solaz de las lectoras, algu- lecho un hipopótamo. verdugo para aumentar sus sufrinas anécdotas sotvo PI sexo débil, quo —¿Quién ha puesto aquí este ani- mientos. la Historia nos ofrece a puñados, y mal?—interrogó la soberana en in-> La reina de Francia estuvo a pique no han ocurrido nuiica. que de chafarse las narices contra el glés. Va bola. Nadie de la Corte le, supo con- entarimado. El abate Dufresne acudió a sujetarla, y ella, levantando la testar. JOSEFINA Y NAPOLEÓN Y es que, por entonces, en la Cor- cabeza en una fría actitud, exclamó: —Abate... Mis narices a mí sola La emperatriz Josefina no se pei- te de Isabel de Inglaterra no entenpertenecen. día el inglés nadie. nó nunca con raya. Y le dejó al abate con tres palmos En cambio, para desmayarse solía de narices. vestirse un traje blanco, más ceííido sobre el estómago que de costumbre, DOÑA JUANA a fin de que al caer desmayada los presentes se apresuraran a aflojárDoña Juana la Loca estaba como selo. un cencerro; por e;o la lla.iiaban \a En su último y famoso desmayo, Loca. el que sobrevino cuando el emperaUn día en que Felipe el Hermoso dor le comunicó oficialmente que pense había pintado los párpados más saba divorciarse, de ella para conque de costumbre, la soberana montraer nuevas nupcias, Josefina sintó en una cólera terrible. En seguitió perfectamente que su augusto esda montó en un caballo negro. Y se poso la desceñfa con rapidez el trafue a Simancas. je, y, sp.srin tpstiios presenciales, Don Felipe., cuando supo que BU parece ser que le dijo, entreabriendo regia esposa había montado en cólelos ojos: ra y en caballo, se limitó a decir: -—Señor, 1n« "^n-ios son más dul—Tanto monta. Monta tanto. Sale ces que las mermeladas. a sus padres. A lo que el emperador contestó: GLACÉ —Sí... Pero las de Alfredo Hül son las mejores (2). A Catalina de Rusia le entusiasmaban las castañas asadas. EL ODIO DE ASPASIA Sin embargo, como el clima en RuAspasia, la linda A.=rpasia, que tan sia suele ser muy frío, este ("eseo de benéfica influencia tuvo sobre Perila reina se veía satisfecho cortadícles en la edad de oro de Grecia, simas veces, porque en todo el país odiaba los viajes en automóvil. no podía lograrse una temperatura lo suficientemente elevada para que LA PREGUNTA DE ISABEL las f"-' ,,,;ls se asasen, y lo único que el cocinero mayor de Palacio le Cuéntase que un día Isabel de El.—Si yo te diera un br ,o, ¿griofrecía a menudo a Catalina era tarías pidiendo socorro? "marrón glacé"; es decir: castañas (1) fínles. Verdura* muy apre-cfiílus entre loa Ella.—Mamá está muy enferma, y aristóeTawi* y 'Pif ficr^'i, a causa de ello, en casi heladas. el médico dijo que hay que evitar todos lo* esiumo* nobiliario?. todo lo que pueda excitarla. Cierta tarde en que el frío era de (2) K«elaroo absolutamente gratuito. Que tienen i¡i xirtt,.! tls ¡ni ser vcri/jj<ras) lo más salvaje y Catalina tenía un humor endiablado, el cocinero mayor afirmó que la serviría castañas asadas en la merienda; pero, llegado el momento, se las sirvió heladas, disculpando ej incumplimiento de su palabra como mejor supo. Catalina, siempre tiránica e incapaz de contener sus nervios, le dio al cocinero mayor un puñetazo en un ojo. Y el cocinero, sin dejar de tiritar de frío, se inclinó murmurando: —Señora: pretendisteis darme un "morrón", hijo del calor de vuestra ira, y también vos podréis observar que no os ha sido posible, puesto que habéis acabado dándome un "morrón glacé"... LA NARIZ DE CLEOPATRA Cleopatra tenía la nariz tan larga que era la primera de toda la familia en olerse las cosas que iban a suceder. MESALINA Parece ser que la emperatriz Mesalina fue quien, antes que nadie, adoptó la moda de mesarse los cabellos cuando sufría algún disgusto de consideración. Por eso recibió, ya en su tiempo, el nombre de Mesalina. Por la dulce invención de estas anécdotas, Conde Enrico DI BORSAUXO PROBLEMA —Un tren, compuesto de doce unidades, incluida la máquina, marcha a una velocidad de 70 kilómetros por hora entre dos estaciones, distantes una de otra 100 Kilómetros. En el kilómetro 27 se le cae a un viajero el sombrero y a los dos minutos para el tren. El viajero estaba a una distnnoia de la máquina de 72 metros. Averiguar a la distancia que se encontraba el sombrero del viajero cuando paró el tren. Solución: Se hallaba a 15 centímetros, porque lo llevaba sujeto a la oreja por una cuerdecita, d u r o SOliIS •nn I! m PASOTJAIJ Vea. usied ESTAMPA LENGUAJE MANUAL Ella.—Hijito, no te entiendo. ¡Como no pronuncies más fuerte!., 16 A D I Ó S , Sin ir más lejos que ayer tarde, para que nosotros lo pudiéramos decir hoy, y en sus posesiones iel Paente de las Ventas, ha subido al Cielo el ilustre tocólogo, ginecólogo y punderetólogo don Facundo, a la temprana edad de ochenta y cuatro años (temprana, porque cumplía los años a las siete y diez de la madrugada, hora en que tuvo un ratito libre para nacer), confortado en sus últimos momentos por el padre Aurístelo, de la compañía de Jesús, y por su tío Fidelito, de la compañía telefónica. Nosotros conocemos a don Facundo desde que va para treinta meses nos dimos de alta en la sociedad "El fiambre cooperativo", donde por dos veinticinquito le dan a uno médico, botica, entierro, sesenta reales para teñir en negro la ropa de color y un GUTIÉRREZ F A C U N D O altavoz para oír durante el novenario las campanadas de Gobernación y que no se nos pare el reloj del despacho. Pero no vamos a decir por esto que quisiéramos a don Facundo tanto y cuanto, ni que su muerte nos haya producido una intensa emoción de tristeza, porque, dada la edad del malogrado doctor y lo pelmazo que se punía en las visitas, era sabido que la cosa tenía que pasar de un momento a otro. Además, tenía hecha polvo la pelota y todo lo confundía. Entre sus más notables equivocaciones, se cuenta la siguiente: Don Facundo, en sus mocedades, más accidentadas que las del Cid, había sido prestidigitador en una de esas compañías que van por los pueblos en verano; después fue cuando se hizo médico y se especializó; El perro.—¡Y pensar que esta niña gótica pertenece a l a Directiva de la Sociedad Protectora de A n i m a l e s ! ¡ESTOY QUE HECHO LAS MUELAS! CON EL NUMERO ODONTÓLOGO que saldrá el próximo sáhado día I .° de IJ i c i e m b r e . i pues bien: un día que necesitaron sus conocimientos médicos para un caso urgente, se le olvidó si le habían llamado como comadrón o como prestímano, y ante los ojos asombrados de los familiares, intrigadísimos por si iba a ser niño o niña, empezó a sacar cintas de colores, flores de papel, bolas de billar, y, por ñn, una pecera y una paloma blanca con un lazo al cuello. Del niño, nada. Ni hablar. En cambio, como deportista era un hacha, y en unas olimpíadas que, aunque parezca paradójico, se celebraron en la Mancha, le dieron la flor natural y un par de cuellos de pajaritas, casi nuevos, porque de cinco huesos de aceituna que le dieron acertó a tirar tres a la calle por el balcón sin tropezar con los hierros de la barandilla. Ahora, que no aceptó el premio con pretexto de que los cuellos le estaban chicos y le pellizcaban en la nuez, porque, eso sí, tenía muy mal genio y muy mala intención y regañaba mucho con las porteras y se cortaba las uñas de los pies en pico para romper los calcetines. De todas maneras, que Dios le haiga perdonar?, como yo le perdono dos reales que me debe de un día que me dijo que me iba a pagar el café y luego no fue verdad. El entierro se celebrará en seguidita, pues uno de los herederos tiene que irse a Pozuelo de la Soga, y el cadáver irá conducido en un coche estufa tirado por seis caballos, sin que rn el caso de inutilizarse los seis puedan exigirse otros. Una brillante banda militar amenizará los intermedios. ¡Adiós, Facundo! Rafael GONZÁLEZ C A S T E M J GUTIÉRREZ 17 1. El eminente tenor Bastorini llevaba veinte larsos años recibiendo aplausos por todo el mundo, en plena apoteosis de gloria científica. Aplausos que halagaban sus oídos v lo colmaban de felicidad. 2. Pero como los años no pasan en balde (es muy lógico que los años no pasen en un balde, artefacto incómodo si los hay), el eiúnente Bastorini llegó a perder su voz maravillosa. 3. Y lejos de la escena se desesperaba y sufría terriblemente, añorando aquellos nutridos aplausos que tan bien sonaban a sus oídos y sin los cuales no podía vivir. 4. Bastorini encontró al fin la solución. Los aplausos volvieron a sonar, reclamando su presencia; y Bastorini, modulando un "va en seguida", vivía feliz. HISTORIETA, POR LÓPEZ RUBIO GUTIÉRREZ 18 PARA UN MANUAL DE PSICOLOGÍA M A S O Q U I S T A S Se llama masoquistas a aquellas personas que encuentran un. placer en recibir golpes, injurias y toda clase de malos tratos de manos del ser que aman. (Advertencia para los léeteles ('atraídos.) Desde el primer momento comprendí que a aquella mujer le sucedía algo raro. Tenía una mirada tan desvaída como el dibujo de un "gobelinos", y cuando esa mirada se paseaba por los objetos que la rodeaban, era como si por un suelo de mosaicos se pasease una máquina de aspirar el polvo. —¡Qué mujer tan extraña!—me dije. Y me añadí: —No cabe duda: o es una exquisita o no tiene dinero bastante para pagar su pensión este mes. (Porque dichas dos circunstancias se confunden a menudo en la expresión de los semblantes femeninos.) Ella fijó en mí sus pupilas varias veces, y—como me sucede siempre que. me sucede esto—tuve la certidumbre de haberme puesto torcida la corbata. Pero no. Mi corbata estaba perfectamente derecha, según me. comunicó el amigo que me acompañaba. —Entonces, ¿por qué mira tanto esa mujer?—pregunté intrigado. —La habré gustado yo—explicó mi amigo, que era galán cinematográfico, y que, como todos los galanes ci- nematográficos de España, llevaba depilados las cejas y tenía cara de almohadón. Si aquella mujer me. hubiese parecido una mujer vulgar, no me habría cabido duda de que le había gustado el galán de cinematógrafo; pero ya he dicho que al punto noté que era una mujer extraña, y por ello volví a mi antigua hipótesis de que en ese instante me estaba sucediendo algo terrible. —La corbata la tendré bien puesta; pero no me cabe duda de que por lo menos llevo un tiznón en la nariz—-pensé. Y de improviso (¡lo juro, señores!), de improviso, la extraña dama de la mirada desvaída me hizo un gesto expresivo. Más claro: me. rogó con su mano que me acercara. Fui hacia ella tan de prisa, que tiré un velador repleto de copas y derribé a dos camareros repletos de bandejas. En medio de un pavoroso escándalo, llegué a la mesa de la dama. —Señora—la dije--, perdóneme; pero soy tan imbécil que me ha parecido que me llamaba usted. —Sí—expresó ella con una sonrisa como la de la Gioconda y como la de Uzcudun—. Le he llamado... ..X EL RASTRO —Se lo dejo en cinco céntimos. — ¿Es el último precio? —¿Y qué desea usted? ¿Que ¡e limpie los zapatos? Porque me considero indigno de servirle para otra cosa más alta. —¡Por Dios!—protestó—. ¡Usted de limpiabotas! Sería denigrante... —Señora—repliqué gravemente— el limpiabotas de la reina Isabel de Inglaterra se e-asó con una aristócrata francesa (1). —¡Oh!—murmuró la dama, porque después de una frase como aquélla nadie había podido murmurar más. Y tras una pausa, dijo: -—Siéntese a mi lado. —Se va a molestar mi amigo, a quien he. dejado solo. —No le importe. Le conozco. Es un actor cinematográfico; uno de esos actores tan preocupados de su belleza, que se ondulan el pelo hasta cuando tienen que interpretar un papel de canónigo moribundo. —¿Entonces? —Que se vaya a paseo su amigo. Me levanté y le grité a mi amigo: —¡Oye! ¡Que te vayas a paseo! Y mi amigo, que tenía muy mal genio y que era muy obediente, salió furioso del café y recorrió la ciudad diciendo pestes de mí en voz baja. Es decir, se fuó a paseo. * * * Horas más larde, Artemisa (porque tenía el cinismo de llamarse Artemisa) me hacía una revelación sensacional. —Yo soy masoquista—dijo—. Yo siento un placer exquisito cuando el hombre a quien amo me pega. Y te. llamé porque me pareció ver en ti un carácter enérgico... Al oír aquello me miré atentamente las puntas de los zapatos. Luego repuse, un poco avergonzado: —Pues, mira, Artemisa... No quiero ocultarte la verdad. También yo soy masoquista; también yo gozo lo indecible cuando me zurra la mujer amada... —¡Dios mío!—articuló Artemisa'—. ¡Qué felicidad! Y pidió otro chocolate con "tortell". Y yo pcvlf también otro chocolate con "tortell". Despui's, comimos copiosamente a la carta. í ¡i K ¡ ; , ; . > •:.•! n i - . - i ir •; ••;••, ! ' ; i r i « | ! < - < • : ! ! : . i ' ' :•• [ < ) : ¡ u v s, > l u .••!!• . i i : > r : z • > f i l a n ! u ] n r -.1 •.: v i !, < l , , . ¡ i ¡i- GUTIÉRREZ Luego tomamos dos nuevos chocolates con ensaimadas. Porque, para nacernos el amor nosotros necesitábamos tomar más fuer. zas que los demás. Fue una escena inolvidable, de la cual ni física ni económicamente he logrado reponerme todavía. Al llegar a mi casa, al quedarnos solos, besé dulcemente a Artemisa, y en seguida la aticé seis bofetadas que la hicieron rodar por la alfombra. —I Amor mío!—suspiró ella mientras rodaba. Y se levantó al punto, me atizó un puñetazo en la nariz y otro en cada ojo, y yo caí de espaldas, gimiendo: —¡Mi ilusión! Me enderecé para avanzar hacia Artemisa con los puños en alto. Y durante diez minutos la aporreé vigorosamente, como aporrean el tecla, do del piano los malos pianistas. No bien Artemisa notó que mis fuerzas desfallecían, se volvió como una fiera y me vapuleó a su vez con el vigor y la contumacia con que se vapulean las alfombras. Al final me aplicó seis puntapiés. Yo la devolví siete; y a un tiempo, como si nos hubiéramos puesto de. acuerdo, nos sacudimos mutuamente dos puñetaos en la nuca. Nuestro amor era cada vez más sólido, más entusiasta y más profundo. •—¡Ah, qué feliz soy!—clamó ella. -—¡Y yo! i Yo soy más feliz que manca!—apoyé. Como si estas frases fuesen los hipofosfitos del alma, amóos nos sentimos con nuevos bríos. A partir de ellas, la primera bofetada que la coloqué a Artemisa la levantó en vilo y la obligó a cruzar la habitación planeando. Aterrizó encima de un bargueño, rompiéndolo. Se levantó con el rostro transfigurado por el deleite, y me tiró una bo_ lea que me. hizo dar diez vueltas. —¡Cielo mío!—me dijo al aplicarme un zapatazo gigantesco. —¡Mi vida!—repliqué. Y cogiendo una Venus de Milo de una repisa, se la partí en la frente. Artemisa vaciló sobre sus lindas piernas; pero, haciendo un esfuerzo, se apoderó de un j:i>TÓn <'e TaHxvera y me lo hizo tiestos en la base del e :-ánoo. -—No es posible ser más feliz— murmuró, cayendo. Y al caer tuve tiempo de tirarle a Artemisa una silla. Ella replicó gol- peándome la espalda can una lámpara de bronce. En un rapto de pasión, descolgué una reproducción de Las Menina» y le encajé el cuadro a Artemisa haata los hombros. Llevando el cuadro a guisa de gola, ella tuvo aún energías para arrearme con un Paisaje de fu Casa de Campo. —¡Ah! ¡Qué bien!—susurré. —¡Cuánta felicidad!—oí que me contestaba. De un extremo a otro de la habitación nos arrojamos objetos durante media hora. Artemisa creyó desvane» cerse de amor cuando la acerté en las mandíbulas con un cenicero de hierro. Pexo mi placer fue mucho mayor cuando recibí en la sien derecha todo el peso del reloj de pared, lanzado "a capón". Renació con ello nuestro entusiasmo. Comenzamos a recorrer el cuarto, saltando por encima de los escombros y persiguiéndonos con furia. Yo había logrado arrancar una pata de la mesa de despacho, y cada vea que picarizaba con ella a Artemisa, la felicidad de mi amada crecía hasta lo inverosímil. ¡ >' Por su parte, Artemisa me proporcionaba un placer sin línrtes cada vez que conseguía engancharme en la cabeza con la barra de un portier. Al fin la derribé y pude bailar encima de ella la "Danza macabra". Pero Artemisa no desperdiciaba ocasión de serme agradable, y pronto me tl<•rribó a su vez y ejecutó sobre mi cuerpo un bailable completo de "Fausto". Nuestra felicidad mutua era indescriptible. Pero todos los vecinos de la casa, reunidos en cónclave, golpeaban ya la puerta de la habitación con roces de: —¿Qué pasa? ¿ —¿Qué ocurre? —¿Hay ladrones? Seguimos arrimándonos estacasoa sin contestar. Pero los vecinos echaron la puerta abajo. Y entraron jr nos separaron, quitándome a Artemisa de las manos en el instante en que yo la tenía sujeta y la tiraba de la nariz con unos alicates, animado por sus dulces palabras, pues demostraba haber llegado al éxtasis. Tuvimos que. ir a declarar a la Comisaría. Nadie comprendió la verdad. Todo el mundo supuso que yo había maltratado a Artemisa y que ésta había tenido que defenderse. Y al día siguiente, los periódicos ¡'aban cuenta del hecho, titulando la i ii formación: "EL SALVAJISMO DE UN ES* CRITOR GOLPEA A SU NOVIA CON LA PATA DE UNA MESA Y LA TIRA DE LA NAKIZ CON UNOS ALICATES" Y desde entonces las personas honorables no me saludan. Enrique JAItPlliL l'GXCELA LA OKliGlA KN SiL El cirujano (a su ayudante).—Dale ya el cloroformo. -Esta noche he soñado con un collar..., y mañana es mi santo. -Muy bien... Pues entonces te regalaré un libro sobre los sueños. (De The Pamiing f-'hoio.) MALEDICENCIA —No está bien, querida, hablar así de nuestros enemigos. — ¿Cómo?... ¡Pero si es mi mejor amiga!... TUNGSRflM Aceites paros de oliva II |t S A L G A D O (S. A.) | | I Mad rid • S e v i l l a ( j I •ia Teléfono 93.131 •:• CESÁREO ALONSO ORTOPÉDICO MA í1.08^1* Mó"í2r ~!Bah! No - -——- -- - VKI v r t V I U V y del Instituto Rublo Talleres propio* ¡ Precio* económico» ras qué pronto encuentra otra novia. <De ^"stige Kobrer Blaetter, Colonia). — ¿Por qué lloras, Eufrasia? —¡Mi novio, que me hí Nuevas válvulas filamento de Bario, serie, 4 voltios. No descuide la oportunidad para adquirir lo mejor. RADIO Montera, 10 ffl ...EN EL CIRCO Y >EN CASA TUNGSRAM (De Madrid GUTIÉRREZ 21 humoristas <>xtraiii<To$ Esperamos con impaciencia el resultado de la autopsia. Según sus instrucciones, maestro, lie citado al "Prestidigitador Mundano", amigo íntimo del difunto artista. EJL MÉDICO LEGAL (entrando azora- Maestro, si le parece, escucharemos 'el testimonio del "apuntador de la nariz llena de tabaco". EL APUNTADOR....¡Ah, señores, así viviese una vida tan larga como la vida de una tortuga, no me sería dado olvidar el terrible drama, del cual he sido testigo desde mi humilde agujero de apuntador! El desventurado había comenzado apenas su gran monólogo de la banadera, cuando, deteUNA MUERTE MISTERIOSA niéndose en seco, con los ojos fuera ha escena representa el casino de una de las órbitas, murmuró la frase misciudad balnearia. teriosa... EL DIBECTOK (aterrado).— iQné noLOUFOCK HOLMES.—¿Cuál frase? che trágica! "Marat", «1 drama en un EL APUNTADOR.—Esta: "¡Agua! ;Agua! ¡Cielos! ¡Las patas trufadas! acto intercalado en el programa entre ¡Estoy perdido!" los "danzarines sobre la lengua" y el "Prestidigitador moderno", ha sido LOUFOCK HOLMES.— ¡Precisamente siniestramente interrumpido. El in- lo que pensaba! Comienzo a comprentérprete de Marat ha muerto repen- der. tinamente en escena dentro de la baEL COMISARIO.— ¡No comprendo! nadera y fletante de su desventuraLOUFOCK HOLMES.—¡Mañana comda esposa, que hacia la parte de Car- prenderá usted el espantable enigma iota Corday. He debido hacer bajar el del "agua que mata". telón con toda premura para evitar EL OJO ENTRE BASTIDORES ;i los espectadores el penoso iespecLaruerna representa la oficina, del iaculo de una Carlota Corday cubiercomisario. ta de lágrimas, abrazada al cuerpo inanimado de Marat. EL COMISARIO (a Loufock Holmes). EL REGISSEUR.—El ilustre detective aficionado Loufock Holmes, que ¿VERDAD QVR 87? \ eranea en nuestra ciudad, está en el Puede usted asegurar escenario en este instante, para presque no falta, en ninguna tar el concurso de su genio al comicasa, ni los chocolates, sario de policía. ni los cafés "La Fortuna". EL COMISARIO (a Loufock Holweni. HIPNOTI S MO —¡Señor tiburón, soy el Secretario de la Sociedad Protectora de Animales! —Está bien, pero yo soy un tiburón. (De Life, Nueva York.) do).— ¡Es inverosímil! ¡Como para enloquecer! Y, sin embargo, es exactamente así. El resultado, de la antopsia no admite réplica... Una congestión provocada por un baño tomado durante la digestión es lo que ha ocasionado la muerte de ese actor. LOUFOCK HOLMES.— ¡Estaba seguro de ello! EL COMISARIO.— ¡Pero si ia banadera estaba vacía! EL MÉDICO LEGAL.—Para euloque- cer... Una congestión pillada en una banadera sin agua. LOUFOCK HOLMES. — No queda más que hacer confesar al asesino. EL COMISARIO (desorientado).—¿El asesino? LOUFOCK HOLMES. — ¡SÍ! (A los agentes.) ¡Hagan entrar al Prestidigitador Mundano! (Los ageníes Unen al Prestidigitador Mundano.) LOUFOCK HOLMES.—¡Miserable! ¡Lo sé todo! EL PRESTIDIGITADOR MU.NIUNO. — ¡Loufock Holmes! ¡Estoy perdido! (Con un gesto de desesperación, traía de hacerse desaparecer a si mismo en sus propias mangas! pero más rápido que él, Loufock Holmes le im,pide realizar su audaz proyecto.) LOUFOCK HOLMES.— ¡Habla, ban- dido! EL PRESTIDIGITADOR MUNDANO. —• ¡Y bien, sí! ¡Soy yo el asesino! Lo confieso, dado que nada puedo ocultar a usted, maldito detective... Des- El marido (a su mujer, que asta de vacaciones).—¡Oh, si!... ¡Ahor:estoy secando la vajilla I (Pe Kaspcr, Stockholm.) GUTIÉRREZ 22 LODFOCK HOIJUES. — ¡Exactamente como lo había supuesto: el agua no moja! EL PRESTIDIGITADOR. — Fue en ese momento en que Marat gritó: "¡Agua! ¡Agua!" Después, recordando repentinamente que acaba de comer patitas de cerdo con trufas, murmuró: "¡Cielos! ¡Las patas trufadas!", y murió de congestión en su banadera sin agua. El truco había resultado dp manera maravillosa. TELÓN ^ ^ i.i X. Y. Z. 8.-Gutiérrez.= Radio.=Madrid ' ^ 5 y. i I.—Cómo he lisura uno que ha de comportarse ante el ladrón mientras acude la Policía. II-—Y cómo se comporta uno cuando lo probable se convierte en realidad. (De London Opinión, Londres.) de hace mucho tiempo estaba celoso de mi amigo el actor, de cuya hermosa mujer estoy enamorado. Sa^ bía que ella es una esposa honesta, y que sólo la muerte de su marido podría entregármela en segundas nupcias. Resolví entonces hacer que desapareciera el obstáculo, y esperé pacientemente la ocasión favorable. Esta ocasión, única extraordinaria, se presentó cuando pusieron en escena el drama "Marat". La noche del delito, antes de la representación, invité a cenar a los dos artistas, l^a comida fue abundante, y el hombre que odiaba con todas mis fuerzas se hizo servir patitas de cerdo trufadas, su plato preferido. La cena se prolonga mucho—cosa prevista en mis planes—, y los don artistas llegaron al teatro apenas con el tiempo de vestirse rápidamente y salir a escena... Apostado entre bastidores, frente a la banadera de Marat, inmóvil, yo esperaba en la sombra el momento de obrar. Marat estaba a punto de atacar el monólogo, cuando de improviso su mirada se encontró con mis ojos... Mi profesión de hipnotizador me había permitido repetidas veces adormecer al difunto actor, y sabia que no podría resistirse al misterioso poder de mis ojos fascinadores. Lo que había previsto se realizó, pues, punto por punto. Bruscamente el actor interrumpió su monólogo y se sumió en un profundo sueño hipnótico. Sin perder un segundo le sugerí el pensamiento de que la banadera estaba llena de agua. Señoret>: Barrena (Sevilla).- Jtra vez será, hermano. R. 1'. C.—Pues ¿qué le diremos a usted? R. I. P. Conté du Cal-Villa. — xíay algo; pero no nos acaba de llenar. Necesitamos cosas más contundente?. S. M.—¿Otra corrida de. toros? Tenemos un armario destinado exclusivamente a este tema. Y el caso es que tiene gracia. Puede, que la inser emos el mejor día; pero denos paiaora de no reincidir. F. Sinod.—-¿Amenaza con otro? A ver si está más feliz. Churrete (Huelva).—De los catorce chistes que manda van al cesto diez y seis. ¡Felices Pascuas! B. The A K. SA (Madrid).— ¡Y quino se le ocurra salir en una temporadita! ¡Atención! Señores: Lectura de poesías por el gran poeta madrileñista señor Eusebio. •—Sí seré yo chulona, señora Olvido, que pongo dinnsauros en el cocido. —Más chulona es mi madre, doña Librada, que a fin de mes al cocí no lo echa nada. Señores: Márgales {Sevilla).—Malísimos. Le ('oy mi más sentido pésame. J. G. (Granada).—Lo mismo digo. Genciales.—Lo mismo digo. Ebrea.—-Lo mismo digo. ;Ha terminado! macaco el p e r i ó d i c o d el o s n i ñ o s 25 céntimos . Todos los sábados - 25 céntimos Cortar, después de llenado, el cupón adjunto y enviarlo a MACACO, Paseo de San Vicente, 20, Madrid, quien, Inmediatamente, os remitirá GRATIS un número de muestra. Don residente en -, calle de Solicita que se le remita GRATIS núm. un número de muestra ie la revisto infantil MACACO. (FIRMA.) estam pa Publica todas las semanas, como mínimo, 16 grandes páginas profusamente ilustradas en huecograbado. Editado en RIVADENEYRA. Paseo de San Vicente, núm. 20 MADRID Léala usted todos los sábados estam pa 50 CÉNTIMO es la revista para el hornbreí es la revista para la mujer: es la revista para el niño. Administración: RIVADENEYRA, (S. A.).—Pateo de San Vicente, 20.—Madrid. esta mpa GUTIÉRREZ abonará cinco pea setas por cada chiste o pie ingenioso para dibujo que se le remita y que se publicará, haciendo constar el nom= bre del autor, ilustrado con una cari" catura. Es condición precisa que di= chos textos sean originales e inéditos. A LOS COLECCIONISTAS Precios de snscripcioni Madrid, provincia* j posesiones españolan semestre, 15 peseta» año, M.—America, Filipina» y Portnjali w mestre, 16 pesetas; ano, 32. Extíanjeroi semestre, 25 peseta»; ano, 40. ofrece siempre: la imagen del momento, el comentario oportuno, la información interesante, Ioí escritores preferidos. estam pa A LOS ESPONTÁNEOS 48 PAGINAS 30 CÉNTIMOS Precios de suscripción: Madrid, provincia» y posesiones españolas! semestre! S pesetas; año 15.—America, Filipinas y Portugalt semestre, 9 pesetas) a6o, 17.—Extranjero: semestre, 20 pesetas; año, 36. GARABATOS KAITESCOS Álbum de caricaturas Los números atrasados de F A R S A PUBLICACIÓN SEMANAL DE OBRAS TEATRALES es la revista nacional que interesa a toda España. Precios de suscripción: Madrid, provincias J posesiones españolas: semestre, 5,80 pesetas; aflo, 10.—América, Filipinas y Portugal: semestre, 7 pesetas; ano, 12.—Extranjero: semestre, 11 pesetas; afta, 20. A nuestros lectores LA Nos es Imposible contestar las innumerables cartas que recibimos de nuestros amables colaboradores. No haremos excepción ni con las que vienen con sello para el franqueo. Cuando vean publicado algún trabajo suyo, pueden pasar por nuestra Redacción, a cobrar su importe, cualquier lunes, de seis a ocho. DE GUTIÉRREZ K-H I T O se venden, al precio corriente, en el kiosco de la calle de Alcalá, frente al Teatro Alcázar. Precio: 6,50 pesetas. Pedidos a Prensa Gráfica, HermosiUa, 57.—MADRID Los días de pago en nuestra Redacción (Paseo de San Vicente, 20), son los lunes, de 6 a 8. fiam ACABAN DE PONERSE A LA VENTA LAS DOS GRANDES NOVELAS UN ENEMIGO DEL MATRIMONIO :-: LAS FLECHAS DEL AMOR DEL INSIGNE NOVELISTA ALBERTO Precio: 5 pesetas ejemplar. INSÚA - Pedidos a Rivadeneyra (S. A.) Paseo de San Vicente, 20, Madrid. -o— .•«••M iiiiHMim; "'HMiiinmiiiiumttffn |aa^apÉ^f^^f^#»JfJs^»^»^fMfJVajajvv^BBajs|e^e^^Bi^BV^^^^F*VTTVTTYTV^V^^^^^^pB^»jBBa —Querido sobrino; eres una cebolleta, sin voluntad, y nunca serás nada. —¿Y qué me aconsejas que haga, querido tío, que no haga falta voluntad? —Pues... iSentar plaza de voluntario!