DESPENALIZACIÓN DEL ABORTO El 24 de abril de 2007 se aprobó la despenalización del aborto en la Ciudad de México, suceso que abre un capítulo en la historia nacional. Lejos de promoverlo, su intención es prevenir el deceso de miles de mujeres sometidas a procedimientos clandestinos. Si bien el aborto había sido considerado delito hasta hace algunos días, ello nunca representó obstáculo alguno para que gran cantidad de mujeres decidieran interrumpir sus embarazos. Sin embargo, la mayoría de ellas se han sometido a intervenciones que no cumplen los requerimientos médicos mínimos para salvaguardar su vida. En consecuencia, el aborto se ha convertido en grave problema de salud pública, pues la clandestinidad en que se realiza y al ser efectuado por personas sin preparación ni escrúpulos genera graves complicaciones o, incluso, la muerte. Al respecto, Julia Chávez Carapia, catedrática de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), al sur de la Ciudad de México, ha establecido que también es un problema social. Esto se debe a que implica conflictos de educación sexual, cultura e inequidad (desigualdad). Sin embargo, el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE) aclara que la nueva ley no obliga ni incita a las mujeres a practicarse abortos. Simplemente diversifica las opciones para quienes se enfrentan a embarazos no deseados, siempre y cuando la gestación no sea mayor a 12 semanas; además, fija mecanismos para la prestación de servicios de aborto legal y promueve la educación sexual, derechos reproductivos, así como la maternidad y paternidad responsables. Por debajo del agua De acuerdo con resultados preliminares de la Encuesta Nacional de Dinámica Demográfica 2006, 80% de las mujeres no deseaban tener un hijo al momento de embarazarse y, según la organización civil Ipas México (Proyectos Internacionales de Servicios de Asistencia, por sus siglas en inglés), dedicada a defender la salud y los derechos reproductivos del género femenino, 14% de los abortos realizados en el país ocurren en la capital de la República, donde ya es la tercera causa de muerte materna. Al respecto, Chávez Carapia asegura que se ha reconocido la práctica del aborto tanto en mujeres de escasos recursos como en las de nivel socioeconómico alto; desde luego, en condiciones diferentes. Las féminas del primer grupo corren mayor riesgo porque carecen de medios para acudir a lugares donde las atiendan de manera adecuada. Suelen ser sitios clandestinos y precarios, amén de que las personas que realizan el procedimiento no tienen la preparación ni equipo necesario. Asimismo, con frecuencia recurren a métodos “populares”, como ingestión de tés, golpes o introducción de objetos, lo cual pone en peligro la salud y vida. En este sector se reporta el mayor número de decesos y daños en el aparato reproductor (como perforaciones uterinas). Las mujeres del segundo grupo suelen acudir a hospitales privados a atenderse con profesionales (que no las denuncian ni les niegan el procedimiento), o incluso viajan a países donde el aborto es legal. Despenalización: una realidad Hasta hace algunos días, el aborto sólo era permitido en las siguientes circunstancias: Al poner en riesgo la vida de la madre. Problemas congénitos o malformaciones en el producto. Inseminación artificial no deseada ni consentida. Violación. Si bien dichas causales eran las únicas viables para tener derecho a abortar legalmente, los hechos nos demuestran que ello no siempre es respetado. Como ejemplo tenemos el “caso Paulina”, el cual se dio a conocer en el año 2000: la historia de una niña de 13 años que quedó embarazada tras una violación en Mexicali, Baja California (norte del país) en 1999. Aunque le fue otorgado el permiso para tener un aborto, las autoridades de la Procuraduría del Estado y personal del hospital que la atendería convencieron a su madre y a la misma Paulina, con información distorsionada, de rechazar el aborto. Cabe destacar que la primera propuesta de despenalización del aborto surgió en la década de 1930, aunque fue en la de 1970 cuando los grupos feministas comenzaron a organizarse para demandar la legalización. 37 años después se logró despenalizarlo, siempre y cuando se efectúe antes de la semana 12 de gestación. Especialistas como Chávez Carapia y la Dra. Margarita Valdés, adscrita al Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM, coinciden en que la relevancia de este acontecimiento de ninguna manera es la promoción del aborto, sino evitar que las mujeres acudan a lugares insalubres y riesgosos, además de fomentar la facultad de decidir sobre su cuerpo. A favor y en contra Desde principios del siglo XX, el tema del aborto ha motivado discusión en todas las áreas involucradas al representar un problema de salud pública y legal, con implicaciones morales. Quienes se pronuncian en contra de la despenalización argumentan que se autorizó el “asesinato de bebés” y que, en breve, derivará en genocidio (exterminio o eliminación masiva de seres humanos). A su vez, representantes de la Iglesia católica han excomulgado a quienes aprobaron la nueva ley o la apoyan. Por su parte, el gobierno de Felipe Calderón, del conservador Partido Acción Nacional (PAN), rechazó la decisión de los legisladores, aunque afirmaron que la respetarán. Sin embargo, la dirigencia de dicha organización política anunció que impugnaría la despenalización ante la Suprema Corte de Justicia. El grupo que aprobó la despenalización argumenta que lo que se busca es que las mujeres que han decidido interrumpir su embarazo lo hagan en forma segura, ya que cada año se practican más de 100 mil abortos, en su mayoría en condiciones de inseguridad y escasa higiene. Al respecto, el actual jefe de gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, aseguró que su administración no promueve la interrupción del embarazo, y que privilegiará la educación sexual y el uso de métodos anticonceptivos para evitar embarazos no deseados. Ético y correcto De acuerdo con la Dra. Margarita Valdés, durante los tres primeros meses de gestación el feto sólo tienen propiedades biológicas, y adquiere valor derivado sólo en etapas posteriores, cuando tienen lugar otras características a las que se consideran moralmente significativas. Y ha señalado que resulta incorrecto utilizar la palabra “persona” para referirse a un óvulo fecundado, embrión o feto de pocas semanas, cuando lo distintivo de los individuos es tener conciencia o actividad mental, por simple que sea. Considera que no es lo mismo abortar un óvulo recién fecundado o un embrión de 15 días que un feto de 25 semanas de gestación. Lo anterior se refiere al proceso gradual del desarrollo del feto, pues las principales estructuras anatómicas requieren meses para desarrollarse, además de que la primera actividad eléctrica cerebral no se registra antes de la décima semana de gestación. La investigadora recalca que no puede ni debe aconsejarse el aborto como método anticonceptivo, en especial si no se realiza dentro del primer trimestre de gestación; además, la intervención médica tiene un costo e implica experiencia dolorosa. Si bien no es una práctica recomendable, ello no implica su total prohibición. Desde un punto de vista filosófico, plantea, se aduce que el producto es ser humano desde la concepción. Empero, otros conceptos dicen que no se puede hablar de la existencia de una persona sino después de que el producto tenga sistema nervioso conformado. A ello se suma que la mujer tiene derecho a planear sus proyectos de vida. Por último, sostiene que si existiera educación sexual efectiva desde etapas tempranas, se reduciría el número de abortos, ya que los jóvenes sabrían cuidarse y evitarían embarazos no deseados mediante el uso de métodos anticonceptivos. Distintos procedimientos La definición clínica de aborto establece que se trata de la resolución del embarazo antes de que el feto alcance las 20 semanas o pese 500 gramos. Cuando el tiempo de gestación y el peso es mayor, se habla entonces de parto prematuro con producto inmaduro. Los métodos por los que se interrumpe un embarazo son: Legrado uterino instrumental (LUI). También se le conoce como aborto quirúrgico, y se efectúa con ayuda de dilatadores metálicos que abren el cuello uterino, así como curetas (cucharillas) metálicas con las cuales se raspan las paredes uterinas para desprender feto y placenta. Aspiración endouterina o aborto por succión. En la cavidad uterina se introduce una cánula, la cual está conectada a máquina aspiradora y mediante succión se retiran feto y placenta. Algunas veces, se administran medicamentos, como oxitocina, para provocar contracciones de los músculos del útero y reducir el sangrado. Con medicamentos. Consiste en administrar diversos fármacos, cuyo mecanismo de acción genera fuertes contracciones que propician la expulsión del contenido del útero. Aborto en números 14% del total de abortos se practican en la capital del país. 7 mujeres de cada 100 que mueren por esta práctica radican en el DF. 66 interrupciones legales se efectuaron de 2002 a 2006. 37% de embarazos no deseados se dan en menores de 20 años. Datos del Consejo Nacional de Población (Conapo) En México hay 102 mil abortos inducidos al año. 88% de quienes interrumpen su embarazo son católicas. 26% no tienen hijos. 50% tienen de 1 a 4 hijos. 19% tienen cinco o más. 30% tienen de 21 a 25 años. 26% de 16 a 20 años. 25% de 25 a 30 años. 14% de 31 a 35 años. 3% de 36 a 45 años. 2% de 10 a 15 años. 16% son analfabetas. 44% no terminaron la primaria. 28% tiene la primaria completa. 3% son profesionistas.