Tiempo de Negocios Excelsior Dario Celis 30 DE OCTUBRE DEL 2015 Guerra sucia de distribuidores La compra consolidada de medicamentos del sector salud para el ejercicio 2016, que repartirá una bolsa cercana a los 50 mil millones de pesos, desató una guerra sucia para sacar a competidores y asegurar en unas solas manos la mayor tajada del pastel. Ayer ya le comentaba el golpeteo que se traen Fármacos Especializados, de José Antonio Pérez Fayad, y Savi Distribuciones, de José Villela y Javier Salazar. Por lo visto, la feroz batalla ya se trasladó a los mismísimos laboratorios farmacéuticos internacionales, que son sus clientes. Hasta las matrices de diversas transnacionales, con operaciones aquí, han llegado cartas y audios anónimos que buscan aniquilar a la competencia. Los destinatarios son el apoyo y respaldo que esos distribuidores necesitan para meter sus ofertas ante el IMSS. Como le he venido informando, las huestes de José Antonio González Anaya iniciaron, a principios de este mes y que mañana concluye, las diferentes subastas en reversa y concursos a sobre cerrado donde concurren diversos distribuidores de medicamentos. La carta establece una supuesta relación entre Pentamed, Alianta Alternavida y Grupo Farmacéutico Santo Tomás con Savi, empresa inhabilitada desde marzo por participar en la megalicitación de 2013 con un registro sanitario falso del medicamento Doxorubicina. En los hechos, se comprobó que el laboratorio Zurich Pharma es responsable de este registro, ya que su dueño, Orlando Silva, reconoció que entregó el documento apócrifo a Savi, que inmediatamente presentó una serie de denuncias en contra de la propia Zurich. Las prácticas que inhiben la competencia no sólo son reprobadas por el IMSS, sino por la industria en general, léase Canifarma, de Alexis Serlin, y las farmacéuticas extranjeras de la AMIIF, que dirige Cristóbal Thompson, y las nacionales de la Anafam, que encabeza Dagoberto Cortés. Se sabe que los propios laboratorios ya realizan, vía sus áreas de compliance, investigaciones propias para determinar la solidez de la información que recibieron anónimamente y también dar con el responsable de ellas. El tema es delicado porque hay terceros afectados. Y es que en la guerra sucia ya se involucró a otros distribuidores: Maypo de Carlos Arenas, Grifols de Xavier Taxonera, pero, sobre todo, a Marzam, que es 50% del fondo Moench Cooperatief de Karl Frei y 50% de Genomma Lab, de Rodrigo Herrera Aspra. Los señalamientos son infundados en contra de estas firmas, que han cumplido con todos los requisitos en sus participaciones que marca la legislación en la materia, además, muchas ni siquiera participan en el proceso de compras consolidadas. La finalidad de la carta dirigida a las oficinas anticorrupción de los laboratorios internacionales es aprovechar el fantasma de la inhabilitación de Savi para sacar del mercado y de la competencia a terceros, que aún sostienen relaciones comerciales con las farmacéuticas. Es una violación a la Ley General de Competencia Económica, pues se inhibe la libre concurrencia a un proceso que, de eliminar la presencia de las distribuidoras señaladas, terminaría por entregar los contratos a un solo jugador. Aunque no se sabe el origen de las famosas cartas y audios anónimos, en el sector farmacéutico es un secreto a voces quién está detrás de ellos. Se viola el Código de Ética de la industria farmacéutica internacional, pues al ceder a las presiones anónimas para no colaborar con una determinada empresa, se está afectando la transparencia esperada en cada proceso de negocios. ASIGNA IMSS Ayer se dieron los fallos de las primeras licitaciones grandes de la megacompra consolidada del IMSS. Hablamos de las propuestas a sobre cerrado. Al final se requirieron 203 claves de las que se asignaron 168 y se declararon desiertas 35. El principal ganador fue Dimesa, que dirige Alejandro Vázquez, con 67 claves con un valor de 550 millones de pesos; le siguió CPI, que si bien representa Gerardo Morán, se da por hecho en la industria que es de Fármacos Especializados, de José Antonio Pérez Fayad; con 34 claves y 281 millones; atrás estuvo Médica Farma Arcar con 4 claves y 74 millones; abajo Prodinsal, que comanda Héctor Reyes, con 4 claves y 74 millones; Fármacos Especializados, otra vez de Pérez Fayad, con 8 claves y 68 millones; PEGO, que encabeza Efrén Ocampo, con 10 claves y 64 millones, y finalmente Brissa, que conduce Carlos Álvarez con 4 claves y 61 millones de pesos. Los procesos continuarán la próxima semana. GOLPE A BMV No es cosa menor lo que anunció ayer muy temprano Central de Corretaje (Cencor), de Santiago Urquiza, de solicitar una concesión para operar un nuevo mercado de valores. Y no es exagerado decir que la Bolsa Mexicana de Valores, que preside Jaime Ruiz Sacristán, y que dirige José Oriol Bosch, o se hace más eficiente y competitiva o tenderá a desaparecer en el mediano plazo, porque sus actuales clientes podrían migrar a esta nueva Bolsa Institucional de Valores (BIVA). Y no sólo porque la BMV es un monopolio natural, cuyas subsidiarias como Indeval, MexDer o Asigna no conocen la competencia, sino porque requiere modernizar sistemas y mejorar sus servicios. A ello agregue el pésimo clima laboral que primero Luis Téllez y ahora Bosch han propiciado entre sus empleados. Lo paradójico es que Urquiza es compadre de Téllez y Fernando Pérez Saldívar –un exHSBC y exBx+–, que va a ser el director de BIVA, y trabajó con Ruiz Sacristán.