n° 7 - Poder Judicial de la Provincia de Santa Fe

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ACUERDO Nº 7
En la ciudad de Rosario, el día
febrero
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de
del año dos mil trece,
reuniéronse en Acuerdo los Jueces de la Cámara de Apelación de Circuito
doctores Eduardo Jorge Pagnacco, Ricardo Juan Pedro Netri y René Juan Galfré
para dictar sentencia en los caratulados “ESPINOSA FELIX ENRIQUE
C/PEREIRA NUÑEZ EDGAR G. S/DAÑOS Y PERJUICIOS” Expte. N° 165/11
(Expte. Nº 222/08 del Juzgado de Primera Instancia de Circuito 1a. Nominación de
Rosario ).Se resolvió someter a sorteo el estudio de la causa, resultando el
siguiente orden: doctores René Juan Galfré, Ricardo Netri y Eduardo Jorge
Pagnacco.Hecho el estudio de la causa, se resuelve plantear las siguientes
cuestiones:
1º) ES NULA LA SENTENCIA RECURRIDA ?
2º) EN SU CASO, ES JUSTA ?
3º) QUE PRONUNCIAMIENTO CORRESPONDE DICTAR ?
A la primera cuestión, el doctor Galfré dijo:
Mediante la Sentencia N° 2092/10 (fs. 75/78), a cuya relación de la
causa me remito por razones de brevedad, se resolvió hacer lugar a la demanda y
en consecuencia condenar a la parte demandada EDGAR GUILLERMO PEREIRA
NUÑEZ a abonar a la parte actora dentro del término de diez (10) días las sumas
consignadas en los Considerandos de la misma, con los intereses allí fijados, sin
perjuicio de la aplicación de la tasa de interés indicada en caso de incumplimiento
y hasta su efectivo pago. Costas a la parte demandada (art. 251 C.P.C.C.).Contra dicho pronunciamiento se alza la parte demandada,
interponiendo recursos de apelación y conjunta nulidad (f. 79), los que fueron
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concedidos por el Juez A-quo a f. 85; y llegados los autos a esta instancia expresa
agravios a fs. 96/97, los que fueron contestados por la actora a f. 100;
encontrándose consentida la providencia que llamó los autos para dictar sentencia
(fs. 103 y 104), quedan los presentes en estado de resolver.El recurso de nulidad deducido por la demandada no ha sido
sustentado en esta instancia, y tampoco resulta de lo actuado que se hayan
violado u omitido las formalidades prescriptas con carácter sustancial por la ley de
rito, cuyo quebrantamiento podría autorizar la declaración oficiosa de nulidad.Por ello, voto por la negativa.A la misma cuestión, los doctores Netri y Pagnacco dijeron:
De acuerdo con lo expuesto por el Vocal preopinante, votamos en
igual sentido.A la segunda cuestión, el doctor Galfré dijo:
En orden a la apelación interpuesta por la demandada recurrente,
en el primer agravio, la misma se queja expresando que la agravia que el A quo
haya tenido por suficientemente acreditada la legitimación activa del accionante
para promover la demanda entablada.Señala que a f. 4 de autos obra la copia de la cédula de
identificación del automotor marca Ford F100 dominio VHK 435; que a la fecha del
siniestro ésta tenía plena vigencia, y daba cuenta de que la titularidad sobre dicho
rodado estaba en cabeza de Franco Iluminado; y que no consta en autos que éste
hubiere delegado la guarda del vehículo en el actor, ni que éste lo utilizara con su
consentimiento.Dice que la agravia que el Sentenciante de grado habilitó al actor
a demandar la reparación de daños derivados del siniestro en un todo de acuerdo
a las prescripciones del art. 1110 del Código Civil a quien usa el automotor al
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momento del suceso o tuviese sobre el mismo la guarda jurídica, considerando
actos posesorios llevar el vehículo a reparar, encargar un presupuesto y obtener
un seguro con el mismo fin.Reprocha que no se han acreditado tales extremos (que el actor
usare el vehículo de propiedad de otra persona con el consentimiento de ésta); ni
que se desplegase algunos de los actos posesorios referidos por el Sentenciante
(No se ha demostrado que hubiere reparado el rodado a su costa, ni siquiera que
éste hubiere sido restaurado. Afirma que, sabido es que no es necesaria la
acreditación de la efectiva realización de las reparaciones para reclamar por su
costo. Pero que esta regla rige para el titular del rodado, en tanto que el usuario
debe demostrar que efectivamente realizó una erogación, para así justificar haber
tenido un perjuicio económico. No se ha demostrado que haya encargado un
presupuesto. En autos obra una copia que nunca fue cotejada con su original, y
mucho menos fue éste reconocido por su emisor. En suma, no se ha probado que
se haya confeccionado un presupuesto. Que tampoco se ha demostrado que el
actor hubiere contratado un seguro a su nombre sobre el rodado.).Aduce que la sentencia recurrida ha venido a suplir la inactividad
probatoria de la actora en orden a acreditar su legitimación activa.En el segundo agravio, refuta que el A quo haya aceptado la
versión que del hecho formulara el actor..En tal sentido, señala que hay circunstancias del tránsito que todo
conductor debe prever. Si no lo hace, debe cargar con la responsabilidad a su
cargo. Ante la proximidad de una rotonda un automovilista debe medir el porte de
los rodados que tiene en las cercanías y la distancia que lo separa de éstos. En el
sitio en que ocurrió el suceso, la calzada tiene un angostamiento; el actor no
contempló que girar simultáneamente con un ómnibus de grandes dimensiones,
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no era la maniobra aconsejada para la circunstancia. Si hubiera conservado
distancia prudencial respecto de éste, habría podido evitar el siniestro.Continúa precisando que, la ubicación de los daños de ambos
rodados intervinientes pone de relieve que la pick up conducida por el actor
embistió con su parte frontal derecha el sector lateral trasero izquierdo del
ómnibus. Y al mismo tiempo, resalta que, a la hora en que ambos entraron en
contacto, el ómnibus se había adelantado lo suficiente para que el actor pudiese
prever la maniobra que se avecinaba y ceder el terreno al vehículo de mayor
tamaño. Así lo ilustra, por otra parte, el croquis elaborado por el perito.En el tercer agravio, resalta algunos errores que presenta la
sentencia recurrida.Al respecto destaca que, la suma diaria fijada como privación de
uso, se ha colocado de la siguiente forma: “pesos veinte ($30)”; entendiendo que
ante tal diferencia entre lo expresado en letras y lo indicado en números, debe
prevalecer lo expresado en letras.También refiere que se ha fijado la tasa mensual de interés a partir
de la fecha de la pericia mecánica, pero entre paréntesis figura una fecha que no
es la correcta -la pericia se presentó el 10/8/2009, y no el 26 de Noviembre de
2002 (el siniestro ocurrió el 29/10/2007).Finalmente, peticiona la revocación del fallo recurrido.A f. 100 la actora contesta los agravios vertidos por la recurrente,
solicitando que se confirme la sentencia recurrida, por constituir una justa
composición de la litis, con costas.Entrando al análisis del primer agravio de la recurrente -referido a
la ausencia de legitimación activa del accionante Félix Enrique Espinosa-, es
atendible el planteo formulado por la accionada, y tal determinación deviene
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prioritaria respecto al tratamiento de la cuestión de fondo.En
tal
sentido,
la
legitimación
para
obrar
-denominada
tradicionalmente defensa de falta de acción (sine actione agit)-, es la cualidad
emanada de la ley que faculta a requerir una sentencia favorable respecto del
objeto litigioso y que en la mayoría de los casos coincide con la titularidad de la
relación sustancial. Es decir: la falta de legitimación para obrar consiste, entonces,
en la ausencia de esa cualidad, sea porque no existe identidad entre la persona
del actor y aquella a quien la acción está concedida o entre la persona del
demandado y aquella contra la cual se concede, o expresado de otra forma, la
falta de legitimación para obrar existe cuando no media coincidencia entre las
personas que efectivamente actúan en el proceso y las personas a las cuales la
ley habilita especialmente para pretender o para contradecir respecto de la materia
sobre la cual versa el proceso.Devis Echandía expresa que “...la legitimación no es condición de
la acción, sino más propiamente, del éxito de la pretensión...”. (DEVIS ECHANDÍA,
Hernando, “Teoría General del Proceso”,Edit. Universidad, Buenos Aires, 1984, T.
I, pág. 289).Opuesta esta excepción, por parte de la accionada, no implica
trasladar a los demandados la obligación de verificar sus expresiones en orden a
encontrar respaldo a su postura defensiva, sino que simplemente viene a
compeler a la actora a justificar los extremos invocados en la demanda como
condición necesaria para la viabilidad y prosperidad de la misma, y entre las que
encuentra en primer término la legitimación sustancial activa.La demostración de la calidad de titular del derecho del actor, es lo
que determina o no la admisión de la excepción de falta de legitimación para obrar,
que no es un requisito para el ejercicio de la acción, sino para su admisión en la
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sentencia.En el sub-exámine, el actor Félix Enrique Espinosa, plantea su
demanda (fs.7/8), alegando que “es propietario y/o usuario y/o poseedor y/o
guardador del automotor marca Ford F100, Dominio VHK 435 (vide f. 7 infra), al
momento del siniestro (29 de Octubre de 2007, a las 17,15 horas).En dicha circunstancia, el accionante ofreció como prueba
acreditante de su titularidad dominial sobre el rodado de marras, una fotocopia -sin
certificación- de la Tarjeta de Identificación del mismo, la cual obra a nombre de
“Franco Iluminado” (fs. 4/4 vta.).Es del caso, que la accionada -aunque no contestó la demanda-,
en su alegato de f. 74, expresó: “...el actor no ha demostrado haber tenido derecho
alguno sobre el rodado presuntamente dañado...” (vide f. 74 supra).Y este planteo, lo sigue manteniendo en el agravio en análisis.Si bien -como se señala-, la excepción de falta de legitimación
activa no fue articulada en el término para contestar la demanda, la misma “debe”
-en caso de ser verificada- ser declarada de oficio por el Juez en la sentencia.La “legitimatio ad causam” debe ser verificada aun de Oficio en la
sentencia. (Conf. Juris 33 – 140;
DEVIS ECHANDÍA, Hernando, “Nociones
Generales de Derecho Procesal Civil”, Edit. Aguilar, Madrid, 1966, pág. 288).Y, es precisamente el análisis de este ítem, del que el juez no
puede desentenderse en orden a la procedencia de la pretensión misma.Tratándose la legitimación para obrar, de un presupuesto de la
pretensión contenida en la demanda y de la oposición que a aquella formula la
demandada, para que sea posible la sentencia de fondo, si no existe “legitimatio
ad causam” por parte de la actora pretendiente, se impone como lógica
consecuencia el rechazo de la demanda articulada.-
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Si la legitimación de la actora no fue acreditada en la causa, el
rechazo de la demanda emerge como una consecuencia inexorable.El Decreto-ley 6582/1958 (ratificado por Ley 14.467, t.o. por
Decreto 4560/1973), dispone en su Art. 6: “...A todo automotor se le asignará al
inscribirse en el Registro por primera vez, un documento individualizante que será
expedido por el Registro respectivo y se denominará 'Título del Automotor'...”; en
su Art. 20, dispone todos los requisitos que deberá contener dicho “título”; y en al
Art. 22, reza: “Sin perjuicio de la expedición del título a que se refiere el artículo
20, juntamente con la inscripción originaria, o con cada una de las
correspondientes a las sucesivas transferencias de dominio, el Registro entregará
al titular del automotor una o más cédulas de identificación de éste, en las que se
consignarán los datos que, con respecto al automotor y a su propietario,
establezca la autoridad de aplicación... Su tenencia acreditará derecho o
autorización para usar el automotor...La cédula, la licencia para conducir y el
comprobante de pago de patente son los únicos documentos exigibles para
circular con el automotor...”.Como ya se indicara, el actor tan sólo acompañó en la causa, una
fotocopia simple de una Tarjeta de Identificación del rodado, la cual obra extendida
a nombre de Franco Iluminado, pero en ningún momento allegó una fotocopia
certificada del “Título del Automotor” obrante a su nombre.Conforme lo prescribe la normativa específica transcripta, la
Tarjeta de Identificación -o tarjeta verde- no prueba el dominio del rodado, el que
debe probarse a través del Título del Automotor.La Tarjeta sólo legaliza el uso del vehículo en su circulación y evita
en la práctica que a estos efectos sea necesario recurrir al título.Es decir, la Tarjeta no acredita titularidad para su tenedor -si está a
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su nombre-, y sólo autorización para conducir.Si el actor Espinosa -en la hipótesis de que ello pudiere haber
ocurrido- hubiere extraviado el título de su automotor, pudo haber superado tal
inconveniente, ofreciendo prueba Informativa por ante el Registro de la Propiedad
Automotor, a los fines de que éste informe sobre la titularidad dominial del rodado
al momento del siniestro.Pero nada de ello cumplimentó el accionante.Tan sólo acompañó una fotocopia simple de la Tarjeta de
Identificación del rodado -a nombre de otra persona-, y, en sus argumentos
vertidos en su alegato (f 72 vta. supra) y en la contestación de agravios (f.100),
intenta revertir su negligencia, otorgándole valor titularizante a la denuncia
efectuada ante el SIDEAT, y hasta a un presupuesto extendido por un supuesto
taller de chapería y pintura.Nada de ello tiene entidad para acreditar la titularidad de dominio
de un rodado, circunstancia que sólo emerge del Registro Nacional de la
Propiedad Automotor.Pero, si bien su invocada calidad de propietario no fue acreditada
ni aun de forma liminar por el accionante, tampoco lo fue su condición de “usuario
y/o poseedor y/o guardador” del rodado en cuestión, en los términos del art. 1110
del Código Civil (tal como lo expresa en su acotada versión vertida en su alegato
-f. 72 vta. 1er. apartado- en la cual ya excluye su aseverada titularidad dominial).Si revestía la calidad de usuario, poseedor o guardador, debió
haber acreditado la “autorización para circular que le hubiere otorgado el titular
dominial” -conforme los términos del art. 15 del ya referido Decreto-ley
6582/1958.Nada de ello obra aportado a la causa.-
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Tampoco ha sometido a reconocimiento el presupuesto de
reparaciones que obra a f. 6, el cual carece de firma por parte de alguna persona
responsable de su emisión.Por ello, resulta inexacto lo afirmado por el accionante en sus
escritos, en cuanto dice haber acompañado a este proceso la cédula de
identificación del automotor, la denuncia del siniestro, y el presupuesto de un
taller.En definitiva, si bien ha quedado evidenciado que era el conductor
del rodado en el momento del siniestro, el accionante no ha acreditado haber
abonado el monto reclamado, ni arrimó elementos de juicio suficientes como para
tener por razonablemente creíble que no existe riesgo alguno de que el dueño
pretenda reclamar por su cuenta.
La “falta de acción”, no caracterizada ni prevista como excepción
en nuestro ordenamiento ritual santafesino, en la medida en que argumentalmente
se agote en la oposición de defensas sustanciales, carece de autonomía en
relación con lo que constituye el “fondo” mismo del debate y no merece otra
resolución que la que es propia de éste en oportunidad de la sentencia definitiva.Por consiguiente, el A quo no hubiere podido admitir
legítimamente en la causa al señor Félix Enrique Espinosa, y, conforme a ello,
entrar a resolver el planteo de fondo articulado por tal accionante.La actuación del Juez de grado, tiene como fundamento la razón
de no corresponder jurídicamente que el Magistrado dicte sentencia a favor de
quien no es acreedor o en contra de quien no es deudor, y ello, en modo alguno,
puede considerarse un exceso ritual.Ergo, configurándose la falta de legitimación activa, corresponde
rechazar la demanda impetrada en autos; razón por la cual la sentencia recurrida
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no puede ser mantenida, y debe ser revocada.En consecuencia, el primer agravio de la accionada resulta
admitido.Habida cuenta de lo resuelto al tratar el agravio precedente, no
procede entrar en el análisis de los restantes agravios.En orden a las costas de ambas instancias, las mismas se
imponen a cargo de la actora perdidosa (art. 251 C.P.C.C.).Por lo expuesto, voto por la negativa.A la misma cuestión, los doctores Netri y Pagnacco dijeron:
De acuerdo a los principios y fundamentos a los que arriba el
Vocal preopinante, votamos en igual sentido.A la tercera cuestión, el doctor Galfré dijo:
Atento el resultado obtenido al votar las cuestiones precedentes,
corresponde: I) Desestimar la nulidad; II) Admitir el recurso de apelación
interpuesto, revocar la Sentencia N° 2092/10 (fs. 75/78) y, consecuentemente,
rechazar la demanda. Las costas de ambas instancias se imponen a la actora
perdidosa (art. 251 C.P.C.C.). Propongo que los honorarios de la Alzada de los
doctores Graciela Mangusi y Leonardo Miguel Arriaga, se fijen en el cincuenta por
ciento del honorario que en definitiva les corresponda a los profesionales de cada
parte por su labor desplegada en lo principal en sede inferior con noticia de la Caja
Forense.Así voto.A la misma cuestión, los doctores Netri y Pagnacco dijeron:
El pronunciamiento que corresponde dictar es el que propicia el
doctor Galfré.Por todo ello, la Cámara de Apelación de Circuito, RESUELVE: I)
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Desestimar la nulidad; II) Admitir el recurso de apelación interpuesto, revocar la
Sentencia N° 2092/10 (fs. 75/78) y, consecuentemente, rechazar la demanda. Las
costas de ambas instancias se imponen a la actora perdidosa (art. 251 C.P.C.C.).
Fíjanse los honorarios de la Alzada de los doctores Graciela Mangusi y Leonardo
Miguel Arriaga, en el cincuenta por ciento del honorario que en definitiva les
corresponda a los profesionales de cada parte por su labor desplegada en lo
principal en sede inferior con noticia de la Caja Forense. Insértese, hágase saber
y bajen.- (AUTOS: “ESPINOSA FELIX ENRIQUE C/PEREIRA NUÑEZ EDGAR G.
S/DAÑOS Y PERJUICIOS” Expte. N° 165/11).- 8-45
GALFRÉ
NETRI
PAGNACCO
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